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Investigación-acción participativa. Introducción en España




Enviado por Colectivo Ioé



     

     

    Colectivo Ioé (1)

    En este trabajo nos proponemos ofrecer
    una panorámica sobre el desarrollo y viabilidad en
    España de investigaciones sociales
    desarrolladas con un enfoque participativo, es decir, donde la
    población–objeto se
    convierte, o se pretende que llegue a convertirse en sujeto
    activo del proceso de análisis. Tal
    orientación ha representado para nosotros el mayor interés desde que iniciamos
    nuestra andadura como sociólogos, aunque hemos de reconocer
    las limitaciones y dificultades de todo tipo con que nos hemos
    encontrado en los intentos de llevarla a la práctica (2). En
    una primera parte se presenta el paradigma más implantado
    en la investigación social, que
    caracterizamos como "elitista y tecnocrático", y se pone en
    relación con la forma como se ha implantado la
    participación social en nuestro país; pasamos a ofrecer
    en la segunda parte algunas líneas de fuga al modelo de investigación anterior y que
    representan la multiforme presencia de la investigación
    participativa que, aunque periférica y dificultosamente, no
    deja de abrirse espacio tanto en el interés de los
    investigadores como en el de los demandantes de
    investigaciones.

     

    1. EL PARADIGMA DOMINANTE
    (ELITISTA Y TECNOCRÁTICO)

    Podemos partir de una constatación: tanto la
    introducción como el desarrollo metodológico de la
    investigación participativa en España son mínimos,
    prevaleciendo un enfoque asimétrico o desigual entre los
    tres agentes implicados en el proceso de investigación. En
    éste el papel dominante corresponde al cliente, los
    técnicos adoptan una función meramente
    instrumental (3) y los destinatarios se sitúan en una
    posición dependiente y pasiva, siendo meros
    receptáculos de una trama movida por ajenos intereses. La
    figura del cliente está representada
    casi siempre por dirigentes de corporaciones importantes:
    la administración y las
    grandes empresas, en primer lugar; los
    partidos, los sindicatos y las O.N.G. de
    ámbito estatal, en segundo lugar.

    Mediante técnicas cuantitativas y
    cualitativas, estas instituciones llevan a cabo
    prospecciones sobre los segmentos de población que se
    corresponden con su ámbito de influencia: administrados y
    votantes, empleados y consumidores, fieles y adeptos,
    etc.

    CLIENTE
    (CapitalEstado–Corporaciones)

    INVESTIGADORES
    (Mediadores)

    POBLACIÓN–OBJETO

     

     La marginación de los destinatarios
    (su apartamiento de los niveles de decisión), lejos de ser
    una cuestión casual, "es un síntoma o expresión
    –a nivel del quehacer sociológico– de una
    sociedad de masas donde los
    papeles dirigentes–activos son objeto permanente de
    lucha entre minorías activas que tratan de acaparar cada una
    de ellas el mayor espacio posible de influencia sobre las
    mayorías pasivas o, mejor, dominadas. Esta lógica de
    dominación, que ocurre evidentemente a nivel económico,
    sucede también a nivel político e ideológico"
    (4).

    Concretando más el punto anterior, podemos apreciar
    que la participación directa de los ciudadanos en las
    cuestiones sociales que les afectan está condicionada por la
    forma como se ha establecido la democracia en nuestro
    país. Desde el punto de vista jurídico, el ordenamiento
    político español ha pasado de un
    régimen autoritario a otro de corte democrático,
    fundado en el principio formal de la igualdad de los ciudadanos y
    de su derecho a participar en la organización de la vida
    social. Sin embargo, en la práctica esta transformación
    se efectuó a través de un proceso consensuado mediante
    pactos protagonizados por cúpulas dirigentes de las
    distintas fuerzas sociales en detrimento de la transparencia
    informativa y de la participación directa de las bases
    populares (5). De este modo se ha institucionalizado un modelo de
    democracia representativa o delegada que, en su
    máxima expresión formal, la constitución de 1978, limita
    severamente la participación directa de los
    ciudadanos en la vida social. La acaparación de funciones por parte de la
    administración, el
    elitismo de los partidos, corporaciones y sindicatos mayoritarios
    y la primacía de intereses trasnacionales apenas dejan
    espacio a la auto–organización e
    intervención directa de colectivos sociales (6). Por otra
    parte, se ha reforzado el papel mediador y políticamente
    neutro, o neutralizado, de los técnicos y profesionales, en
    cuyas manos se deja tanto el diagnóstico como el
    abordaje de los problemas y desequilibrios que
    provoca el sistema social. Pero este
    abordaje debe ceñirse a los límites marcados por su
    función técnica, sin cuestionar las contradicciones
    sociales de fondo.

    Generalmente las investigaciones realizadas en el
    área de la política social se atienen a
    estos parámetros. En lugar de estudiar a los sujetos
    sociales con necesidades
    dentro de un proceso social en el
    que éstos se producen y reproducen, se limitan a ofrecer
    recuentos y clasificaciones de necesidades abstractas
    (definidas 'desde fuera' del contexto), de las que el individuo no es más que
    un portador manipulado. Los instrumentos técnicos que se
    utilizan en estos casos tampoco son inocentes.

    Por un lado, se suele estudiar a la población que
    recibe (o podría recibir) determinados servicios ya
    existentes
    , sin analizar el papel de las propias
    instituciones de servicios sociales en la configuración de
    su demanda. Por otra parte, el
    recurso abusivo a la técnica de la encuesta para captar las
    necesidades subjetivamente "experimentadas", se dirige a los
    individuos como entidades autónomas, separados de su
    contexto social, suponiendo que las respuestas a un cuestionario expresan
    sus necesidades, ignorando los fenómenos de
    alienación social y la generación de necesidades
    sociales "desde arriba" (7).

    Así, focalizando la atención sobre ciertos
    sectores sociales, y no sobre el sistema social, se
    oculta el carácter
    "políticamente determinado" (8) de muchas necesidades,
    presentándolas como demandas de los propios afectados; por
    otra parte se excluye del campo de las necesidades problemas y
    conflictos difícilmente
    regulables por las instituciones en cuestión o incluso que
    se presentan como deslegitimadores de su función.

    Además, se procede siempre a una
    jerarquización de las necesidades que sólo puede
    realizarse desde una instancia de poder (oculto, en este caso),
    y a su segmentación (en primarias y secundarias, por
    ejemplo), lo que acaba justificando la dependencia del necesitado
    y la legitimidad de la intervención institucional (
    9).

     

    2. ALGUNAS LINEAS DE
    FUGA

    Junto al paradigma dominante, es posible reconocer
    también en España diversos desarrollos de
    investigación con un enfoque participativo, en especial en
    las áreas de la educación de adultos, la
    animación sociocultural y el desarrollo comunitario
    ; con
    una implantación menor encontramos desarrollo en las
    áreas de evaluación de programas y de la
    organización empresarial.
    Se trata de experiencias
    minoritarias, poco relacionadas entre sí y con orientaciones
    y encuadres institucionales muy variados, como se desprende del
    siguiente cuadro de situación aproximativo:

    – Desde los años 60, y con más
    intensidad en el período crucial de transición a la
    democracia, se desarrollaron procesos de investigación
    participativa, ligados a programas de acción social,
    desarrollo comunitario y
    análisis institucional promovidos por diversos movimientos
    sociales, organizaciones no gubernamentales
    e incluso, en ciertos casos, por la propia administración. Aquí
    se inscriben interesantes experiencias del movimiento ciudadano,
    sindicatos campesinos, organizaciones católicas
    progresistas, etc., casi siempre relacionados con sectores
    marginados.

    Por iniciativa de estos colectivos ha sido frecuente
    entrar en contacto con experiencias de otros países, tanto
    de Europa como de América Latina.

    – Desde 1980 España forma parte del Grupo Europeo de
    Investigación Participante, enrolado a su vez en el Consejo
    Internacional de Educación de Adultos, con sede en
    Toronto.

    En 1985 España organizó el quinto Seminario Internacional de
    Investigación Participativa (Barcelona), donde se expusieron
    diversas experiencias concretas aplicadas en España y otros
    países europeos (10).

    – También a comienzos de los años 80 se
    retoma, después de 40 años, la experiencia de las
    Universidades Populares que se extienden por más de un
    centenar de poblaciones, casi siempre con apoyo de la
    administración local. En algunos casos se desarrollan cursos
    que tienen por objeto el análisis participado de la propia
    realidad local.

    – En torno a la revista internacional de
    educación de adultos "Aulas de Cultura" (Salamanca) se han
    desarrollado diversas experiencias de educación rural con un
    planteamiento participativo (Santibáñez de Béjar,
    Renedo, etc.). Por su parte, las Escuelas Campesinas surgidas en
    Barco de Avila en 1978 y posteriormente extendidas por varias
    provincias persiguen un "desarrollo integral" basado en la
    autogestión de los afectados.

    – En varios centros universitarios se han
    desarrollado aportaciones teóricas y prácticas
    significativas, siendo especialmente importante su papel como
    difusores de información y formación
    entre el profesorado, los trabajadores sociales y el
    voluntariado: Universidad Autónoma de
    Barcelona (departamento de Sociología de la
    Educación, coordinado por J.M. Quintana), Universidad de
    Santiago de Compostela (J.A. Caride), Instituto de Ciencias de la Educación
    de la Universidad de Murcia (A. González), Facultad de
    Sociología de Madrid (Tomás R.
    Villasante), etc. También algunas editoriales se han
    especializado en esta dirección (Narcea, Ed.
    Popular, Ed. Hacer, Laertes) así como diversos centros
    privados de educación de adultos (CLAVES, CODEDAH y CASM en
    Madrid, SEPT, APIP y SERGI–GRAMC en Cataluña, etc.).
    Pero quizá un caso de especial relieve sea el de la
    factoría FAGOR, empresa perteneciente al grupo de
    Cooperativas de
    Mondragón, donde en 1985 se inició una
    investigación participativa en el ámbito empresarial
    contando con la aportación de un equipo experto
    universitario dirigido por Davyd Greenwood y asesorado por W.
    F.

    Whyte (11) – Otras aportaciones específicas
    se pueden reconocer recientemente en los ámbitos de la
    salud y de la evaluación
    social (12). En el primer ámbito citado existen propuestas
    de interés que ligan la educación para la salud con la
    participación comunitaria (María Isabel Serrano) o con
    la evaluación cualitativa de programas de salud (Juan
    Fernández Sierra y M. A. Santos); así mismo se propone
    la evaluación de servicios y programas sociales contando con
    los propios actores.

    Todas estas iniciativas tienen en común el
    interés metodológico por favorecer la
    participación de los afectados en los procesos de
    investigación y/o reflexión colectiva. Sin embargo,
    parten de estrategias y planteamientos
    teóricos diversos
    y, en general, su nivel de instrumentación técnica
    está poco desarrollado
    .

    A nivel estratégico las diferencias dependen de la
    demanda: quiénes son los sujetos reales de los
    procesos de investigación participante y qué fines o
    efectos sociales persiguen a través de ellos. En este
    sentido, cabe distinguir los programas promovidos desde el
    vértice de las instituciones (de enseñanza, política social, etc.), en los que se
    invita a participar a los destinatarios, de aquellos otros
    promovidos por colectivos y asociaciones de base que, en parte o
    del todo, son también los destinatarios de los programas. En
    el primer caso, los intereses institucionales generalmente se
    suporponen y prevalecen, aún cuando en ocasiones se pierda
    el control y se produzcan efectos
    perversos no queridos por el promotor; en el segundo caso, es
    más probable que se salvaguarden las intenciones de los
    afectados, si bien existen en el caso español algunos
    mecanismos (como la regulación jurídica del derecho de
    asociación o las subvenciones) que tienden a cooptar o hacer
    encajar los intereses de la población con la estrategia de las
    instituciones.

    Estas diferencias a nivel estratégico se traducen
    –o disfrazan– recurriendo a aquellas tradiciones
    teóricas, elaboradas fuera de España, que avalan
    internacionalmente el enfoque particular de cada promotor. En un
    polo podemos situar la tradición pragmática no
    crítica
    iniciada con
    Dewey en el campo de la educación y por Lewin en el
    área de la psicosociología, a quienes se considera
    iniciadores de la investigación-acción en Estados Unidos (13). En este caso
    la participación no es más que un método para la
    resolución de problemas grupales o institucionales que se
    define como un proceso continuo de planificación,
    acción, evaluación y vuelta a empezar
    , pero
    ceñido a prácticas sociales concretas, sin un
    análisis de sus relaciones con el conjunto del sistema
    social. impidiendo así las perspectivas de enfoques
    alternativos y estudio global.

    En el polo contrario encontramos una tradición
    críticaimplicativa
    que propugna la
    investigación-acción a partir de un rechazo global del
    "status quo" existente en la sociedad (desigualdades, procesos de
    exclusión, elitismo político y económico, etc.) y
    como una vía, entre otras, de liberación social. Este
    enfoque se asocia a la ideología tradicional de
    la izquierda, si bien como práctica concreta de
    "investigación participante" ha surgido posteriormente a
    partir de las insuficiencias y contradicciones del planteamiento
    pragmático (14) y en contextos de crisis o quiebra social (América Latina a partir
    de los años 60, Mayo del 68 en Francia, movimientos
    neomarxistas en Alemania e Italia, etc.).

    En España ya existía una tradición de
    investigación colectiva, promovida desde el siglo XIX
    por las corrientes socialista y anarquista, que fue bastante
    aplicada en el campo de la educación (15). Pero estas
    corrientes, cuya influencia ha sido reconocida como uno de los
    factores impulsores de la investigación-acción en
    América Latina (16), fueron abortadas a medida que se
    imponía un modelo de educación estatal centralizado,
    evolución que se
    consumó en las décadas de gobierno franquista, tras la
    derrota y represión de los movimientos populares.

    Como hemos señalado, coincidiendo con los años
    de transición a la democracia surgieron algunas experiencias
    participativas protagonizadas por los movimientos sociales
    entonces pujantes y con capacidad de arrastre popular (vecinales,
    sindicales, políticos, etc.), si bien sobrados de
    espontaneísmo y buena voluntad y faltos de los
    planteamientos e instrumentos técnicos adecuados.
    Posteriormente la institucionalización de los nuevos cauces
    "democráticos", tal como hemos expuesto en el apartado
    anterior, supuso un freno a la participación directa de la
    población, si bien han aparecido también nuevas
    condiciones impulsoras:

    – Por una parte, la política de
    representación y la burocratización profesional de los
    trabajadores sociales, sindicalistas, etc. han producido un grado
    de atonía o descompromiso social que ha llegado a ser
    considerado excesivo por los propios representantes
    institucionales, por lo que éstos han comenzado a impulsar
    procesos participativos después de haberlos frenado con
    anterioridad.

    La no participación de la población se juzgaba
    como una enfermedad de la nueva democracia, fenómeno
    deslegitimador que habría que diagnosticar y abordar con
    rapidez (17).

    – Por otra parte, las quiebras y contradicciones
    del propio sistema social (mantenimiento de la
    polarización social, precarización de los sectores
    menos cualificados del mercado de trabajo con especial
    repercusión en las mujeres y los jóvenes,
    marginación de amplias áreas rurales, etc.) siguen
    alimentando la emergencia de movimientos y planteamientos
    críticos, algunos de los cuales ponen particular
    énfasis en procurar la participación directa y
    organizada de la población marginal como clave para abordar
    sus problemas.

    Paralelamente se produce en los años 70 y 80 una
    lenta introducción en España de teorías y prácticas
    sobre participación existentes en otros países.
    Inicialmente el campo más trabajado fue el movimiento
    ciudadano (años 70), pasando después el centro de
    gravedad a la educación y la política social (años
    80). Desde el punto de vista teórico, se recurre tanto a
    representantes de la orientación pragmática
    (surgidos en los campos de la educación, la
    psicosociología y el desarrollo comunitario) como de la
    orientación crítica (neomarxistas centroeuropeos
    y latinoamericanos), así como todas las corrientes
    intermedias (análisis institucional de M. Seguier,
    socianálisis de Lourau y Lapassade, intervención
    sociológica de Touraine, etc.).

    Aunque la penetración en España de estas
    tendencias es, por ahora, marginal y sus aplicaciones escasas, el
    concepto de
    "investigación participante" –con la polisemia ya
    descrita– tiene cada vez mayor audiencia (traducciones y
    libros propios, simposios de
    investigación-acción aplicada a la educación o el
    trabajo social, etc.)
    (18).

    En cuanto a la orientación estratégica,
    predomina un enfoque más
    pragmático–instrumental–segmentado en las
    manifestaciones y publicaciones institucionales, y un enfoque
    más crítico en los colectivos de afectados y en un
    sector menor de profesionales e investigadores (19). Se trata en
    todo caso de un campo de elaboración todavía poco
    consolidado y apenas contrastado en la práctica.

    En relación a la posibilidad de aplicar la
    investigación-acción con una perspectiva crítica
    al área de la política social, creemos que puede ser
    una alternativa fructífera para los estudios de necesidades
    y recursos convencionales. Aunque
    tal orientación ha tenido históricamente un desarrollo
    complejo y polémico (20), en su formulación ideal,
    destacamos las siguientes características:

    – El problema a estudiar –las
    necesidades– surge de la propia población implicada
    que controla el proceso en todas sus etapas.

    – Como fin principal, se persigue reforzar las
    potencialidades del propio colectivo, tanto en el nivel del
    conocimiento (difusión y
    aplicación de técnicas de investigación,
    análisis colectivo de resultados) como de la acción
    (promoción de iniciativas
    y autoorganización).

    – Si existe intervención de técnicos o
    instituciones, éstos son también participantes y
    aprendices en el proceso, aportando sus conocimientos
    específicos y convirtiéndose también en objeto de
    análisis.

    Este diseño ideal presupone la
    existencia de una cierta organización de la población,
    a través de la cual ésta puede plantearse
    colectivamente la identificación y resolución de sus
    necesidades. Por lo demás, conviene advertir que la
    "participación" de la población puede ser manipulada y
    revertir en una nueva legitimación del orden
    social, por muy diversas razones: al reemplazar el protagonismo
    de la población por una participación formal o por una
    consulta ritual de decisiones ya tomadas; cuando las asociaciones
    de afectados o el voluntariado social se vuelven instrumento de
    la política pública o de otros agentes corporativos
    que, de ese modo, reducen gastos manteniendo el control
    sobre los objetivos de la acción; o
    cuando se cae en un activismo ingenuo, reemplazando el
    análisis de los conflictos sociales por las puras
    intenciones colectivas con el riesgo de caer en un nuevo
    ideologismo que disfrace la realidad social.

    Este conjunto de dificultades plantea la
    imposibilidad de una metodología participativa
    válida y eficaz en sí misma, al margen de las practicas
    sociales y del problema del poder
    . La clave es el
    protagonismo real de la población.

     

    Notas

    1) Carlos Pereda, Miguel Angel de Prada y Walter
    Actis.

    2) Además de varias investigaciones participativas
    promovidas por asociaciones de vecinos, hemos aplicado, no
    siempre con éxito, diversas
    fórmulas participativas de análisis institucional o de
    abordaje colectivo de problemas sociales
    específicos. A nivel teórico hemos coordinado desde
    1983 un seminario sobre investigación-acción en nuestra
    sede de Madrid.

    3) A veces el promotor se identifica con el profesional,
    como ocurre en las investigaciones desarrolladas desde la
    universidad.

    4) PEREDA, C. y DE PRADA, M.A., "La investigación
    sociológica en España: su lugar en una sociedad de
    clases", en Documentación Social, Nº 50, 1983,
    pág. 256.

    5) Ver DEL AGUILA, R. y MONTORO, R., El discurso político de la
    transición española
    , CIS/Siglo XXI, Madrid,
    1984.

    6) Ver ORTI, A., "Transición postfranquista a la
    Monarquía Parlamentaria y
    relaciones de clase: del desencanto
    programado a la socialtecnocracia transnacional", en
    Política y Sociedad, Nº 2, Madrid,
    1989.

    7) Ver COLECTIVO Ioé, "Las necesidades sociales. Un
    debate necesario", en
    Documentación Social, Nº 71, Madrid, 1988,
    pág. 109–120.

    8) Ver O'CONNOR, J., Crisis de acumulación,
    Península, Barcelona, 1987.

    9) Ver GARCIA ROCA, J., "Metodología de la
    intervención social", en Documentación Social,
    69
    , octubre–diciembre 1987, p. 51.

    10) QUINTANA, J.M. (Cord.), Investigación
    participativa. Educación de adultos
    , Narcea, Madrid,
    1986.

    11) Ver GONZALEZ SANTOS, José Luis, "Participatory
    Action Research (PAR). A view from FAGOR", en WHYTE, W. F. (ed.),
    Participatory Action Research, SAGE, Newbury Park
    (California), 1991 (2a. edic.) 12) Ver, SERRANO, Ma. Isabel,
    Educación para la Salud y Participación
    comunitaria
    . Una perspectiva metodologíca,
    Edcs.

    Días de Santos, S.A., Madrid, 1989; FERNANDEZ
    SIERRA, Juan y SANTOS GUERRA, Miguel Angel,
    Evaluación cualitativa de programas de educación
    para la salud. Una experiencia hospitalaria
    , Edcs. Aljibe,
    Archidona, 1992 y AGUILAR, María José y ANDER-EGG,
    Ezequiel, Evaluación de servicios y programas
    sociales
    , Siglo XXI de España Edts., Madrid,
    1992.

    13) Históricamente estas corrientes surgieron en el
    contexto de la gran depresión (1929), al
    descubrirse que las "relaciones humanas" y la
    "participación democrática en la escuela y en la sociedad" eran
    métodos más adecuados
    –que el taylorismo y el control rígido de la
    población– para garantizar la productividad de las empresas y
    la integración social de los
    individuos. Ver GOYETTE, G. Y LESSARD–HEBERT, M., La
    investigación–acción. Funciones, fundamentos e
    instrumentación
    , Laertes, Barcelona, 1988, pág.
    17ss.

    14) Tanto la política de desarrollo de las
    comunidades indígenas propiciado por Gran Bretaña en
    sus colonias en los años 40 y 50 como los programas de
    desarrollo comunitario puestos en marcha en América Latina
    durante los años 60 con apoyo financiero de Estados Unidos
    (Alianza para el progreso), fueron desbordados en la
    práctica y con frecuencia reorientaron su estrategia en una
    línea crítica. Ver BATTEN, T.R., Las comunidades y
    su desarrollo
    , F.C.E., México, 1964; y SANGUINETTI,
    Y., "La investigación participativa en los procesos de
    desarrollo de América Latina", en Revista de la
    Asociación Latinoamericana de Psicología Social
    , México,
    1981.

    15) El principal exponente es la "escuela moderna",
    teorizada por Francisco FERRER, cuyas ideas fueron aplicadas
    tenazmente durante varias décadas por los anarquistas
    españoles (La escuela moderna, Tusquets, Barcelona,
    1976). Sobre las diferencias en este punto con la
    Institución Libre de Enseñanza, de orientación
    socialista, ver AA.VV., Historia de la educación en
    España, T.III
    , Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1989,
    pág. 32ss.

    16) ANDER-EGG, citando a Oscar Jara, señala que los
    emigrantes socialistas y anarquistas españoles fomentaron
    desde comienzos del siglo XX en América Latina la
    educación popular (escuelas sindicales, universidades
    populares, movimientos culturales, etc.). Ver ANDER-EGG, E.,
    "Animación sociocultural, educación permanente y
    educación popular", en AA.VV., Una educación para el
    desarrollo: la animación socialcultural
    , Fundación
    Banco Exterior, Madrid, 1988,
    pág. 51.

    17) En este marco diversas instituciones han
    desarrollado estudios sobre la participación y el
    voluntariado social, ante la alarma que produce el reflujo de la
    participación. Hemos recibido cuatro encargos de
    investigación en los últimos años sobre esta
    temática, provenientes de instituciones públicas y de
    O.N.G.

    18) Además de textos, autores e instituciones ya
    citados, son exponente del creciente interés de esta
    perspectiva multiforme de la I–A.P el curso de la U.I.M.P.
    sobre Perspectivas metodológicas en la política
    social
    , Valencia, 1992 o el celebrado en Madrid Curso
    sobre metodologías de participación. Perspectiva
    dialéctica, socioanálisis,
    Investigación-acción participativa
    , C.I.M.S,
    Madrid, 1993.

    19) Destaca en este sentido la posición de
    Jesús Ibañez, recientemente fallecido, catedrático
    de Técnicas de Investigación y principal representante
    de la llamada escuela cualitativista madrileña. Desde hace
    muchos años apunta en sus obras la posibilidad de establecer
    una ruptura metodológica en relación a las
    técnicas cuantitativas y cualitativas a través de la
    perspectiva dialéctica, que ejemplifica en el
    socianálisis, la investigación-acción o el
    asambleísmo. Sin embargo, ante la crítica de Alfonso
    Ortí de que no ha desarrollado ese nivel metodológico,
    Ibañez en un reciente artículo replica: "Tienen toda la
    razón. No he construído la llamada 'perspectiva
    dialéctica', pero aquí aporto materiales para
    construirla.
    A ver quién se anima". IBAÑEZ, J., Nuevos avances en
    la investigación social. La investigación social de
    segundo orden
    , Suplementos de Anthropos, Nº 22,
    Barcelona, 1990, pág.

    20) Ver entre otros: SIMPOSIO DE CARTAGENA,
    Crítica y política en ciencias sociales, 2
    Tomos, Guadalupe. Ltda. Bogotá, 1978; DEMO, P.,
    Investigación participante. Mito y realidad, Kapelusz,
    Buenos Aires, 1985; FALS
    BORDA, O., Conocimiento y poder popular, Siglo XXI/Punta
    de Lanza, Bogotá, 1985; GONZALEZ A. y otros, La
    investigación-acción como metodología en ciencias
    sociales
    , Ed. Cossío, Murcia, 1989; LOPEZ DE CEBALLOS,
    P., Un método para la investigación-acción
    participativa
    , Ed. Popular, Madrid, 1987; ANDER-EGG, E.,
    La problemática del desarrollo de la comunidad,
    Humanitas, Buenos Aires, 1987; KEMMIS S. y McTAGGART R.,
    Cómo planificar la
    investigación–acción
    , Laertes, Barcelona,
    1992; SALAZAR, Ma. C. (coord), La
    investigación-acción participativa. Inicios y
    desarrollos
    , Ed. Popular, O.E.I. y Quinto Centenario, Madrid,
    1992.

     

    Colectivo Ioé
    (Miguel Ángel de
    Prada, Walter Actis y Carlos Pereda)

    URL: http://www.nodo50.org/ioe/

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