Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Paraguay vs Triple Alianza 1865–1870 (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Partes: 1, , 3

Combate de Sauce

Luego del combate de Boquerón, patrullas
paraguayas observaron concentración de fuerzas del
enemigo lo cual indicaba que se preparaban para el ataque,
motivo por el cual el Comandante Roa ordenó que las
piezas de artillería de Punta Ñaró se
trasladen a la posición del Sauce.

Comandaba el operativo el General Flores. De la
ejecución se encargaría el General Victorino y
las tropas del General Souza permanecerían como
reserva.

El 18 de julio de 1866, los aliados inician el ataque
con bombardeo de artillería pesada contestada
rápidamente por la paraguaya. Seguidamente, los hombres
de Victorino atacaron las posiciones paraguayas, cuyos
ocupantes resistieron para luego retirarse (siguiendo el
plan) apoyados
por las baterías del General Bruguez.

El enemigo, creyendo que fácilmente
podría seguir avanzando, se dividió en columnas y
se lanzó al ataque, siendo todos exterminados por la
artillería de Bruguez. Ante tal situación,
decidieron avanzar por los bordes del cañadón y
al posicionarse frente a los paraguayos recibieron un intenso
fuego de nuestra infantería.

Recién con el refuerzo que el enemigo
recibió logró dar muerte a la
resistencia y
ocupar la posición paraguaya, pero no por mucho tiempo.
Efectivamente, la oportuna aparición en escena del Mayor
Pérez y sus dos escuadrones, quienes arremetieron contra
el adversario, permitió la reconquista de las posiciones
y de los cañones abandonados.

También llegaron de refuerzo varios batallones
de infantería al mando del General Díaz, quienes
cumplían con la misión
que les otorgó el Mariscal, la cual consistía en
desgastar al enemigo con continuos ataques que les ocasionaba
numerosas bajas en sus filas.

El General Flores, como comandante de la
operación, quiso reconquistar el territorio perdido y
envió al Coronel Agüero junto con otros jefes
militares y numerosos batallones a ejecutar la
operación. Pero éstos, cometieron el mismos error
de los anteriores siendo inicialmente bombardeados por la
artillería de Bruguez, luego por la fusilería
paraguaya y los pocos que alcanzaron la posición
nacional nada pudieron hacer.

El Coronel Aquino, resultó herido en el combate
y fue trasladado al Cuartel General donde fue ascendido por el
Mariscal y el 19 de julio fallecía el ya General
Elizardo Aquino.

Combate de Curuzú

En una reunión en el Cuartel General de Mitre,
se decidió ocupar el territorio de Curuzú
mediante una operación combinada de fuerzas navales al
mando del Almirante Tamandaré y terrestres comandadas
por el Barón de Porto Alegre. Se fijó como fecha
de la operación el 29 de agosto con la
participación de unos 10.000 hombres.

López, una vez en conocimiento
de estos hechos dispuso se organice un ataque a Curupayty con
dos objetivos:
primero evitar un desembarco aliado en ese punto y segundo dar
tiempo para la fortificación de la defensa en
Curuzú, que se hallaba a 2.000 m. al sur de
Curupayty.

El 1º de setiembre embarcaron las tropas aliadas
de Itapirú en dirección de Las Palmas, puesto situado
en la orilla opuesta de Curuzú. Al día siguiente,
la escuadra abrió fuego sobre posiciones paraguayas,
cuyos ocupantes incendiaron el monte para cubrir su retirada.
Durante el desembarco aliado, varios acorazados se adelantaron
para bombardear Curuzú y Curupayty, pero fueron
alcanzados por las baterías allí apostadas.
Quedaron fuera de combate el "Rio de Janeiro" y el
"Ibahy".

Al amanecer del 3 de setiembre la artillería
paraguaya bombardeó las posiciones enemigas, siendo
contestado el fuego. Seguidamente, los brasileros lanzaron el
primer ataque que les costó 750 hombres.

Porto Alegre, convencido de lo inconveniente que
sería otro ataque frontal, decidió hacerlo por el
ala izquierda y por la retaguardia, lo cual causó
asombro en los defensores paraguayos, quienes fueron
desbandados y las posiciones ocupadas por el
enemigo.

Este accionar del batallón paraguayo
irritó a López, quien mandó fusilar a
varios jefes y oficiales y degradó a otros al grado de
Sargento.

Conferencia de Yataity –
Corá

López había remitido a Mitre una
invitación para una entrevista
entre ambas líneas enemigas. Luego de la
aceptación de Mitre, la reunión tuvo lugar a las
nueve de la mañana del día 12 de setiembre de
1.866. La misma tuvo una duración de cinco largas horas,
en las cuales no se sabe el detalle ni el tenor de las
conversaciones entre ambos caudillos.

Al día siguiente de concluida la
entrevista, Mitre envía a López una nota en
la que responde con el rechazo de los jefes aliados a la
iniciativa de conciliación del jefe paraguayo. El
Mariscal, por tanto, agradecía a Mitre el haber asistido
a la reunión y lamentaba que no se haya podido poner fin
a una guerra en la
que ya se había vertido bastante sangre.

Batalla de Curupayty

Ante la decisión enemiga de no dirigirse
inmediatamente al ataque contra Curupayty, lo cual
habría sido para ellos ventajoso, López
ordenó la inmediata fortificación de dicha zona,
obra que concluyó el 21 de setiembre con el trabajo
de toda la guarnición, compuesta de 5.000 hombres. El
informe de
la obra concluida de parte del General Diaz, recibió el
Mariscal López ése mismo día e
inmediatamente ordenó al ingeniero Thompson para que
inspeccionara la fortificación y elevara un informe
técnico sobre la misma. El comisionado concluyó
que la obra era fortísima y que podría ser
defendida con ventaja.

La posición fue artillada con 49 cañones
más 13 piezas que fueron ubicadas sobre la costa del
río, y otras dos en el ángulo de la trinchera, en
su flanco derecho. Curupayty estaba defendida por las tres
armas con un
total de 5.000 hombres.

El 17 de setiembre era la fecha previamente fijada
para el ataque enemigo, pero debido a inclemencias del tiempo
fue pospuesta para el día 22 de setiembre a las 07.00
horas.

Los atacantes se preparaban con una fuerza de
más de 20.000 hombres al mando del General Mitre,
Comandante de las Fuerzas Aliadas. Pasado las 7.00 horas del
día señalado se movió la escuadra
brasileña con sus 22 barcos y 101 piezas de
artillería, iniciando su acción con un intenso bombardeo, desde
una distancia que no era alcanzada por nuestros cañones.
Poco después de haberse iniciado el bombardeo, la
artillería terrestre aliada iniciaba un intenso
cañoneo sobre los puestos avanzado de nuestra trinchera
que, después de soportar el fuego de ambas
artillerías, durante 4 horas, se replegaron a la
posición principal. Después del medio día,
el Almirante Tamandaré informaba a las fuerzas
terrestres que la misión estaba cumplida,
interrumpiéndose el fuego de la escuadra hacia el frente
de Curupayty, para concentrarlo sobre las baterías
ubicadas sobre el río.

El esfuerzo principal del ataque llevaban las dos
columnas del centro que sufrieron el fuego de la
artillería paraguaya desde que se pusieron en movimiento
que además debían soportar los inconvenientes
ocasionados por el terreno cubierto de agua, y a
pesar de todo se dispusieron para lanzarse al asalto sobre las
posiciones, consiguiendo alcanzar la línea principal de
resistencia, pereciendo todos los que hasta allí
llegaban. La batalla terminó a las 16 horas con rotundo
éxito
para las fuerzas paraguayas.

Situación interna de los aliados
después de Curupayty

Concluida la batalla de Curupayty con una terrible
derrota de las fuerzas aliadas, el Mariscal López
envió dos regimientos de Caballería para atacar a
Flores, quién se había internado con 3.000
hombres de Caballería, pasando por el estero Bellaco y
cruzando el Paso Canoa, donde se encontró con un puesto
de 20 hombres a quienes derrotó matando y tomando
prisioneros, estableciéndose allí y
después envió un regimiento que avanzó
hasta San Solano.

Flores, en conocimiento del fracaso de los Aliados y
de la marcha de los regimientos de Caballería paraguaya
que iban a su encuentro, se retiró de vuelta a
Tuyutí, adonde también fueron embarcados los
batallones argentinos. El segundo cuerpo del Ejército
brasileño con Porto Alegre, quedó en
Curuzú.

El Comando enemigo buscaba la forma de vengar la
derrota, procurando obtener una victoria y para dicho efecto
combinó las fuerzas terrestre y navales con miras a
tomar Humaitá.

Como consecuencia de la derrota aliada se produjo una
verdadera conmoción en los países de la alianza,
inculpándose mutuamente los altos mandos de la responsabilidad del desastre. En el Brasil
nombraron al Marqués de Caxías como Comandante en
Jefe de las fuerzas navales y terrestres brasileñas,
para evitar controversias entre los jefes que ejercían
independientemente los comandos.

El General Flores fue reemplazado por el General
Castro al ausentarse aquel a su país, por motivos
políticos.

Los argentinos no pudieron aumentar sus efectivos,
pues hubo un levantamiento en Mendoza en contra de Mitre al que
tuvo que hacer frente ya que el mismo peligraba su estabilidad
en el gobierno.

Muerte del General José Eduvigis
Díaz

Con intenciones de conocer la posición y el
número de buques que formaban la vanguardia
de la escuadra aliada, el Mariscal López comisionaba a
grupos de
soldados de su confianza para obtener información exacta, pero como hubo mucha
contradicción en los informes, el
General Díaz quiso complacer a su jefe, para lo que se
dispuso realizar una investigación personal, para
el efecto, junto al Teniente Alvarez y otros embarcó en
una canoa a las 09.00 horas del día 26 de enero de
1.867, ya cerca de la escuadra enemiga anclaron para pescar y
observar a la vez, pero inmediatamente una bala de
artillería lanzada por la escuadra enemiga
explotó sobre ellos, hiriendo a dos oficiales ayudante y
a él le partió una de las piernas, la que fue
amputada por el médico, para evitar una gangrena pero, a
pesar de todas las atenciones recibidas, falleció el 7
de febrero de 1.867.

El Mariscal López visitaba con mucha frecuencia
al General Díaz en su lecho de enfermo y éste ya
moribundo encomendó al entonces Capitán
Bernardino Caballero, a fin de que sea elegido para las
misiones más difíciles de la guerra, cuyo deseo
fue cumplido. En reemplazo del General Díaz fue nombrado
como Comandante de Curupayty, el Coronel Paulino
Alén.

Avance de una columna brasilera hacia el
Apa

En el mes de mayo de 1.867, una División de
5.000 hombres, al mando del Coronel Comisao que venía de
Matto Grosso internándose en el Paraguay,
alcanzó el río Apa y al cruzar dicho río
fue rodeada por nuestras fuerzas, las que casi exterminaron a
la división cuyos abastecimientos y armamentos fueron
totalmente tomados.

Al enterarse el Mariscal López de dicha
situación, envió dos compañías del
Batallón 12 y el Regimiento 21 de Caballería,
bajo las órdenes del Teniente Coronel Blas Montiel y el
Mayor Crescencio Medina, con la misión de rechazar la
invasión. Esta operación tuvo una duración
de 30 días y la misma fue dirigida inteligentemente por
el Teniente Coronel Blas Montiel y el Mayor Martín
Urbieta, quienes al cerciorarse de la supremacía
enemiga, emprendieron la retirada, pero de trecho en trecho sin
que pudiera ser alcanzada por las fuerzas enemigas, atrayendo a
éstas hasta el sur del río Apa, circunstancias
éstas que motivaron la impaciencia además del
cansancio de las fuerzas enemigas, que resolvieron volver a sus
bases.

Días después de producida la retirada
brasileña, las fuerzas paraguayas atacaron los flancos y
el frente de los mismos consiguiendo detenerlos,
situación aprovechada por la infantería amiga
para descargar fuego desde las isletas y bosques cercanos,
causando estragos en las filas adversarias. Ante ésta
situación el Coronel Comisao dispuso continuar la
retirada con la artillería y el ganado disponible en
medio de la marcha, para evitar que sean tomados por los
nuestros. Luego de unos días aparecieron sobre sus
flancos algunos pelotones de Caballería paraguaya y
mientras los brasileños los enfrentaba, otro dos
escuadrones paraguayos se metieron entre la Infantería
brasileña siendo la lucha a sablazos, consiguiendo
dispersar los ganados y el convoy de carretas.

Esta operación relámpago que fue un
rotundo éxito, puso fin a la campaña de
invasión por el río Apa. Posteriormente los
brasileños organizaron otra expedición a
Corumbá donde llegaron al día siguiente, siendo
violentamente repelidos por los enfermos hospitalizados que
motivó el retorno del enemigo a su punto de
partida.

Marcha a Tuyu Cue

Desde el 20 de mayo de 1866, los aliados no avanzaron
un solo metro y durante 14 meses estuvieron inactivos,
éste hecho desesperó a los componentes
aliados.

Recién el 22 de junio de 1867, los aliados
reiniciaron sus operaciones con
la marcha a Tuyú – cué. Mitre tuvo que
abandonar momentáneamente el mando por la
sublevación en contra suya en Mendoza, encargando a su
reemplazante, el General brasileño Caxías, la
ejecución del siguiente plan:

Efectuar la marcha sobre el flanco izquierdo de la
fortificación enemiga, siguiendo la dirección de
Tuyutí-Paso Canoa- Tuyú-cué.

Reducir cualquier fuerza enemiga, situada fuera del
frente fortificado.

Disponer de fuerza adecuadas en Tuyú-cué
como para forzar y reducir en la parte más conveniente
la fortificación del cuadrilátero, para luego
cercar a Humaitá. Para éste efecto, mientras se
realizaba dicha operación, el II Cuerpo
brasileño, reforzado por algunas unidades argentinas,
debía atacar frontalmente las fortificaciones de Estero
Bellaco.

El ataque del II Cuerpo de Ejército y de las
unidades argentinas, tenía por objeto facilitar la
operación sobre el cuadrilátero y asedio a
Humaitá, obligando a los paraguayos soportar ambos
ataques a la vez, sin posibilidades de conseguir refuerzos
simultáneos para ambos frentes atacados.

El Mariscal López, por su parte reforzó
Chichí con artillería, la que en
combinación con los fuegos de la artillería de
Curupayty, bombardeaba Curuzú. Ubicó su reserva,
compuesta de 7 batallones y 2 regimientos de Caballería,
además de 30 cañones, en Paso Pucú, como
para disponer con elementos de contraataque, en caso de ruptura
del amplio frente fortificado.

El 22 de junio de 1.867, el General Caxías se
movió con dirección a Tuyucué, con una
fuerza de casi 39.000 hombres de las tres armas. El Comandante
de la vanguardia era el General Osorio con una buena caballada,
quedando el General Porto Alegre en Tuyutí, con 13.000
hombres. El grueso del ejército aliado, que había
cruzado el Estero Bellaco por el paso Canoa chocó con
una fuerza amiga destacada para ocupar dicho paso. El combate
fue breve, porque los nuestros al darse cuenta de la
superioridad enemiga, optaron por retirarse a sus posiciones,
después de haber ocasionada algunas bajas a las fuerzas
enemigas, percance que motivó al grueso de la tropa
enemiga llegar a Tuyucué recién el 29 de
junio.

Antes de esa llegada, el General Mitre volvió
al teatro de
operaciones y reasumió de inmediato el Comando de las
Fuerzas Aliadas.

Ocupado Tuyucué, el Comando aliado
destacó algunas unidades hacia el oeste, frente a las
fortificaciones paraguayas de Espinillo, instalando sus puestos
avanzados en Puerto Guayabí, a dos kilómetros de
Espinillo, además instalaron otro puesto en San Solano,
situado a 5 Kilómetros del camino real a
Asunción, desde donde enviaban patrullas de
reconocimiento y exploración en toda la extensión
de su frente.

Las fuerzas terrestres enemigas habían dado
cumplimiento al plan aliado, pero la escuadra aún no se
había movido del lugar donde fondearon en Curuzú,
motivo por el cual Mitre, a su regreso, llamó la
atención a Caxías y dispuso que se
cumpliera cuanto antes el plan establecido, porque los barcos
paraguayos navegaban tranquilamente por el río Paraguay,
transportando abastecimientos, personal y material
bélico, mientras los aliados eran abastecidos solamente
por vía terrestre con convoyes de 25 a 30 carros y una
porción de mulas, custodiados por unidades de
Infantería y Caballería, de Tuyutí a
Tuyucué. Ante ésta situación, el Mariscal
López dispuso que el Capitán González, al
frente de un escuadrón ejecutara un golpe para
adueñarse del cargamento transportado.

En la noche del 10 de agosto de 1.867, se hallaba
apostado frente a su escuadrón en el Paso de Estero
Bellaco, esperando el momento oportuno que, se produjo
recién al día siguiente, a las 07.00 horas en que
se produjo el asalto, dando muerte a los conductores y
capturando las carretas y mulas con sus respectivas cargas,
llevándolas de inmediato a Paso Pucú, por el Paso
Satí para evitar su persecución por refuerzos
enviados por el enemigo desde Tuyutí o
Tuyucué.

Para evitar otras situaciones como ésta, el
General Mitre ordenó al General Caxías para que
diera cumplimiento a la orden de forzar la escuadra naval el
paso de Curupayty.

Forzamiento del Paso
Curupayty

Mitre dispuso que el 12 de agosto de 1.867 se
ejecutara la acción pero Ignacio, jefe de la flota
brasileña, la realizó tres días
después de la fecha fijada, o sea el 15 de agosto,
día de Nuestra Señora de la Asunción. A
las 07.30 horas de ese día la escuadra estaba dispuesta
en orden y forzaron el paso por el río ante las
fortificaciones de Curupayty. Los cañones allí
emplazados consiguieron dañar de consideración a
algunos de los acorazados, especialmente al Tamandaré,
donde fue herido el Comandante y 14 tripulantes, debiendo ser
remolcada por otras embarcaciones, pero la escuadra
brasileña consiguió su objetivo. En
ésta operación quedó demostrada la gran
diferencia en las potencias de armas utilizadas, a favor de los
aliados.

Ignacio y los comandantes de los acorazados estaban
intranquilos, lejos de su antiguo ancladero, frente a
Curuzú, porque temían posible operación
paraguaya que les dejasen aislados, motivo por el que en fecha
23 de agosto solicitaron volver a la antigua base, concedida
por Caxías por nota del 26 de agosto. Enterado Mitre,
protestó enérgicamente y, al día
siguiente, emitió una orden para que la escuadra
permaneciese en su nuevo fondeadero en espera de
órdenes.

Según Ignacio, la escuadra se detuvo al sur de
Humaitá en espera de la llegada de unos monitores
desde el Brasil, mientras cinco acorazados cañoneaban el
fuerte de Humaitá durante cinco meses , tomando por
referencia la torre de la iglesia,
mientras otros tres acorazados anclaron no lejos de Curupayty,
bombardeándolo por la retaguardia.

López, inquietado por la presión
que ejercía el ejército aliado, ordenó al
Coronel Alén entregar el mando de Curupayty al
Capitán Pedro V.Gill, y que él pasara a
Humaitá, transportando los cañones de mayores
calibres. Estas piezas, a medida que el ejército
paraguayo iba retirándose, eran conducidas y utilizadas
para bombardear a la escuadra desde las costas mas ventajosas,
siendo así constantemente trasladadas de un lugar a
otro, así como en Timbó, Fortín y
Angostura.

López, ante la imposibilidad de detener al
ejército aliado, que amenazaba cercarlo, cortando sus
comunicaciones, resolvió preparar su
retirada. Para ese efecto mandó explorar el Chaco,
comisionando al entonces Coronel Bernardino
Caballero.

La unidad exploradora alcanzó Timbó,
situado al norte y a 15 kilómetros de Humaitá,
allí desembarcó y se internó por el Chaco,
abriendo camino desde ese lugar hasta Monte lindo, paraje
situado a 10 kilómetros al norte de la desembocadura del
río Tebycuary, donde instaló su campamento y
cuando éste estuvo concluido, se establecieron postas de
distancia a distancia. Con esto, se contaba con el terreno
preparado por donde se llevaría a cabo la retirada, la
que sería ejecutada en el momento oportuno, para
esquivar el cerco enemigo y salvar el grueso del
ejército paraguayo.

Combate de Isla Tayi

Enterado el Mariscal López que el enemigo
efectuaba grandes concentraciones de tropa al mando del
Barón del Triunfo, supuso que dichas fuerzas
ocuparían e interceptarían el paso del arroyo
Hondo, con la intención de capturar los ganados
destinados al consumo de
las fuerza paraguayas o impedir su
conducción.

Inmediatamente dispuso que el Mayor Páez con el
regimiento 21 marchara a ocupar una posición
conveniente, desde donde podría observar y defender el
Paso, a fin de impedir que el enemigo interceptara el camino a
Pilar.

Páez se estableció en las proximidades
de la isla Tayí, donde fue sorprendido y derrotado,
razón por la cual fue reemplazado por Bernardino
Caballero. Este, con su regimiento 8 y 31, a las órdenes
del Capitán Matías Goiburú partió
el 3 de octubre desde sus posiciones y avanzó hasta las
proximidades de la Isla Tayí, en donde se ubicó
previo reconocimiento del terreno.

El comandante enemigo que había observado el
desplazamiento, envió algunas unidades para enfrentarlo,
siendo todas ellas rechazadas, luego envió una fuerza
mayor, compuesta de dos escuadrones apoyados por un regimiento
de Caballería que nuevamente fueron derrotados. Ante la
amarga situación, el comandante enemigo decidió
enviar mayor cantidad de batallones frescos, que fueron a
ocupar las isletas que bordeaban el bosque que ocupaba
Caballero. Entonces, éste jefe, viendo abatida sus
posiciones con intenso fuego, ordenó la retirada. En
dicho momento fue atacado por la Caballería enemiga a la
que rechazó y dispersó, quedando dueño del
campo.

Combate de Tatayibá

El marqués de Caxías, debido a la nueva
derrota de su caballería, dispuso que 5.000 hombres de
la misma arma, ocuparan la llanura comprendida entre la orilla
de la laguna Hermosa y el lugar denominado Tatayibá,
situado a 5 kilómetros al este de
Humaitá.

El Mayor Bernardino Caballero, con seis regimientos de
Caballería, como de costumbre, el 21 de octubre se
dirigió hacia los campos cercanos a la orilla de la
laguna Hermosa, en donde desmontaron los jinetes para hacer
pastar sus caballos, sin quitarles las monturas y quedando cada
uno al lado de su montado, mientras, como medida de seguridad,
fue destacado el Capitán Ángel Castillo con su
regimiento para proteger y cubrir a los demás
regimientos. Este se adelantó y en las cercanías
de Tatayibá, los brasileros que se hallaban escondidos
en los bosques e isletas, lo acorralaron sorpresivamente,
ultimándolo.

Otra columna brasileña avanzó
rápidamente para abatir a Caballero, pero éste,
ya informado del movimiento enemigo, organizó sus
unidades y adoptó el dispositivo correspondiente para
enfrentar al caballería enemiga que llegaba al galope,
con sus sables en alto contra quienes se batieron heroicamente
sin perder en momento alguno la
organización de sus unidades, rechazando las cargas
sucesivas del enemigo, obligados a retroceder unos centenares
de metros. Transcurría ya 4 horas de lucha enconada,
cuando apareció una nueva columna enemiga, compuesta de
varios regimientos, atacando por la retaguardia y acorralando
de ésta manera a las fuerzas de Caballero.

Ante tal situación, Caballero dispuso realizar
una maniobra de distracción en la que el enemigo
creyó que realizaría un ataque frontal para luego
bruscamente buscar el ala izquierda y abrirse paso a sablazos
hasta llegar cerca de Humaitá, donde la
artillería allí apostaba ya podría
cubrirlos.

Combate del Potrero Obella

Para defender la entrada del Potrero, se
designó al Capitán José González
con 300 hombres, quien una vez en el lugar indicado
inició la rápida construcción de una trinchera.

El Mayor Franco fue destinado con 600 hombres para
cubrir Laurel, desde donde también podía
accederse a Potrero.

Los aliados, mediante patrullas de reconocimiento
ubicaron la posición de González y el Comando
dispuso que el General Mena Barreto, con 5.000 hombres bajo su
mando, conquistara dicha posición. Así, el 28 de
octubre de 1.867, atacaron por el monte, pero ante el incesante
fuego de defensa de la artillería paraguaya, se vieron
obligados a continuar avanzando por fuera del monte.

Cuando llegaron a las posiciones de la defensa, las
fuerzas de la nación ofrecieron feroz resistencia, pero
ante la abrumadora supremacía numérica del
enemigo debieron replegarse, no sin antes causar estragos en
filas del adversario.

Al día siguiente, el 29, Caxías
ordenó el avance en dirección a Tayí. Esta
acción provocó inquietud en López, quien
sabía que una eventual ocupación de dicha zona
por fuerzas aliadas significaría que quedaría
cortada la comunicación del ejército
paraguayo vía fluvial.

Combate de Tayí

El Mariscal, ante el inminente avance de los aliados
ordenó a Thompson la edificación de trincheras de
manera a realizar una eficiente defensa de Tayí. Para
dicha operación designó al Capitán
Ríos con 400 hombres y tres piezas de
artillería.

La comitiva llegó a Tayí al atardecer
del 1 de noviembre y las construcciones se iniciaron esa misma
noche. Pero, antes de finalizadas las edificaciones fueron
atacadas por Mena Barreto, quien traía consigo 6.000
hombres y 14 piezas de artillería.

Ante la sorpresiva presencia aliada, las fuerzas
nacionales emprendieron la retirada siendo perseguidos y
cruelmente exterminados.

Sin embargo, la lucha proseguí, pues el
"Olimpo","Yporá" y el"25 de Mayo",
habían anclado en la costa del río para prestar
apoyo a la infantería, y si bien esta emprendió
la retirada, los buques seguían abriendo fuego sobre el
enemigo, pero la alegría se vio truncada por
cañones aliados que lograron hundir a dos barcos,
pudiendo escapar el "Yporá".

Conseguida la ocupación, los brasileros
fortificaron allí sus tropas y enviaron a San Solano y a
los alrededores unos 1.000 hombres de manera a repeler posibles
ataques paraguayos.

López, decide ejecutar una misión de
ataque a Tuyutí, base de operaciones de los aliados,
pues de ésta manera conseguiría librarse del
cerco ya casi completado que le hacían las tropas
enemigas.

En fecha 2 de noviembre, López reúne a
sus comandantes y les explica el curso de acción a
seguir. La operación debía realzarse al amanecer
del día siguiente, siendo el jefe de la misma Barrios,
quien contaba con 9.000 hombres organizados en la forma
siguiente:

Infantería: cuatro brigadas de cuatro
batallones cada una.

Caballería: dos brigadas compuestas cada
una de dos regimientos.

Las brigadas de infantería eran comandadas por
el Teniente Coronel Manuel Jiménez, el Comandante
Eugenio Lezcano, el Comandante Luis González y el Mayor
Juan Fernández, mientras que de las brigadas de
caballería quedarían bajo el mando del Comandante
Bernardino Caballero y el Mayor Valois Rivarola.

De esta manera, a las 04:30 horas del día
indicado, el Mariscal dio la señal para el inicio de la
operación. Al mismo tiempo, el Coronel Roa ordenó
a los Mayores Rodas y Gamarra a que adelanten sus batallones y
abran fuego sobre el enemigo de manera a distraerlos de la
acción principal. Barrios por su parte, avanzaba por
detrás con una fuerza de apoyo.

Caballero siguió el camino de Paso Satí,
avanzando rápidamente y con la suerte de que la guardia
aliada se hallaba durmiendo y no se percataron de inmediato de
la presencia paraguaya. La infantería por su parte,
había llegado al lugar indicado e inició su
ataque al grito de ¡Viva Paraguay! Al mismo tiempo
que avanzaban, quemaban el campo y el fuego alcanzaba los
polvorines enemigos que explotaban sin cesar.

Así, tomaron la primera línea y
avanzaron a la segunda, cuyos ocupantes huyeron raudamente
hacia el P. C. de Caxias. También se retiraron hacia
Itapirú los batallones de vanguardia que se encontraban
en el campo. Conquistada esta segunda línea, el Mayor
Bullo clavó la bandera tricolor en el campo, siendo
posteriormente herido por un rifle.

La caballería, tomó las trincheras
enemigas en sueño y se abrió paso a sablazos. El
enemigo exhibió la bandera blanca de rendición,
pero al no obedecer las órdenes de Caballero de tirar
las armas al suelo,
éste dispuso se continuara el combate, tiñendo
las trincheras enemigas de un vivo rojo sangre. Caballero
ordenó el cese de la lucha cuando el adversario tiro
todas sus armas al suelo.

Las posesiones de los paraguayos hechas del campamento
enemigo fueron cuantiosas, pero lastimosamente el botín
más importante, un cañón Whitworth
fue abandonado al trancarse en un estero. López se
molestó por este hecho y entonces el General Bruguez
partió para recuperar el cañón con dos
batallones y 12 yuntas de bueyes.

Bruguez, al llegar al punto en el que quedó el
cañón, notó que los brasileros con muchos
bueyes trataban de rescatarlos. Éstos, a su vez, al
percatarse de la presencia paraguaya se refugiaron en sus
trincheras, desde donde abrieron fuego sobre las tropas de
Bruguez. Pero, los paraguayos sin importar la lluvia de balas
sobre sus cabezas, continuaron con la misión logrando
rescatar el precioso botín.

La pieza de artillería fue desplazada a
Curupayty, desde donde abrió fuego sobre la escuadra
aliada, que ante las averías sufridas por el
"Belmonte", optaron por buscar otra posición. Al
día siguiente, el cañón fue trasladado a
Espinillo, desde donde siguió haciendo fuego sobre las
tropas enemigas con el apoyo del "General
Díaz"
.

El comando aliado acampado en Tuyucué, al
recibir la noticia del ataque a Tuyutí, envió a
los Generales Hornos y Victorino, quienes al llegar al campo
inmediatamente arremetieron contra la caballería
paraguaya.

Las tropas paraguayas decidieron retornar a la base,
uniéndose en Yatayty Corá con los hombres de
Barrios.

Sin lugar a dudas, la retirada se produjo luego de
cumplida cabalmente la misión encomendada a los jefes
que participaron de la operación, lo cual les
valió a todos ellos un merecido ascenso.

Preparativos para el escape

Es notable la incuestionable capacidad
estratégica del Comandante en Jefe del Ejército
paraguayo. El Mariscal sabía que se encontraba
lentamente acorralado por las tropas aliadas que no
cedían en la ocupación de Tayí.

Dadas esas condiciones, López designó al
Coronel Caballero la tarea de trasladarse a Timbó (Chaco
Paraguayo), siempre cubierto por el monte. Del mismo modo poco
a poco fue reduciendo la extensión de su defensa, para
en el momento más oportuno emprender la retirada por la
margen derecha del río Paraguay.

Había ordenado también el traslado de
varias piezas de artillería, transporte
realizado con ayuda del "Tacuary"
e"Ygurey".

Cuando los aliados comenzaron su desplazamiento hacia
Tuyucué, el Comandante Núñez
recibió la orden de trasladarse a Tebicuary, levantar
trincheras y encargarse de la remisión de
correspondencia y ganado por la nueva vía del
Chaco.

La historia de Villa del
Pilar

El 20 de setiembre de 1.867, el Barón de
Triunfo atacó la Villa del Pilar con ayuda de la
Legión paraguaya.

Este lugar era ocupado por heridos y enfermos,
totalizando unos 260, quienes bajo el mando del compatriota
Simón Antonio Villamayor e Isidrio Ayala opusieron gran
resistencia hasta ser reducidos por la superioridad
numérica del enemigo.

Villamayor, una vez rodeado e intimado a rendirse,
exclamó "Mientras conservé en mi mano esta
espada que me ha confiado la Nación para defenderla, no me he de
rendir…"
, momento en el cual una bala de fusil
acabó con su vida. Los otros 40 sobrevivientes se
retiraron a orillas del río.

Los aliados, una vez posesionados del lugar, saquearon
todo cuanto a su paso se encontraba haciendo alarde de la
victoria obtenida. Pero, su alegría no duraría
mucho tiempo. El "Pirabebé" aparcó 400 m.
al sur de Pilar y desembarcaron400 hombres bajo el mando del
Teniente Felipe Osorio y el Alferez Pedrozo, quienes efectuaron
de inmediato un ataque sobre los brasileros, siendo apoyados
por cañonazos del mencionado barco.

De esta manera, los brasileros huyeron y Pilar
volvió a manos paraguayas, aunque un mes más
tarde, sería reconquistada por los brasileros bajo el
mando nuevamente del Barón del Triunfo.

Cambio en el mando aliado

Tras la muerte de
Don Marcos Paz, Vicepresidente de la Argentina, el Presidente,
General Don Bartolomé Mitre, debió regresar de
inmediato a Buenos Aires, para lo cual dejó al mando
nuevamente al Marqués de Caxias, pero ahora de manera
definitiva.

Caxias, estaba decidido a dar pronto término a
la guerra que ya se había prolongado en demasía.
En aquellos momentos, el ejército de López
alcanzaba apenas unos 15.000 hombres, mientras los aliados
disponían de más de 50.000.

Acción sorpresiva sobre una columna de
reconocimiento

López, atento siempre a toda la maniobra del
enemigo, se percató que todas las mañanas los
argentinos enviaban desde Tuyucué patrullas de
reconocimiento.

Dadas las condiciones necesarias del terreno para una
operación de ataque, el Mariscal ordenó al
Capitán Urbieta que ocupara con una
compañía de infantería una isleta y con
otra un pajal. De esta forma y con el apoyo de un
Escuadrón de Caballería se atacaría
simultáneamente la retaguardia enemiga.

El 17 de Febrero de 1.868, como todos los días
la columna argentina del Comandante Giribone realizaba tareas
de reconocimiento, apoyados desde la costa del estero por 25
hombres de caballería del Comandante
Falcón.

La tropa Giribone al cruzar frente a la isleta ocupada
por los paraguayos, fue agredida por intensos fusilazos que
causaron la muerte de numerosos adversarios. Por su parte,
Falcón al acudir en ayuda de Giribone fue también
víctima del ataque de la otra compañía
paraguaya apostada en el pajal. Giribone, entonces, regresa
para apoyar a Falcón pero es interceptado por una parte
de los hombres apostados en el pajal.

El enemigo, asediado como estaba, se vio
imposibilitado de reorganizarse para prestar una resistencia
más digna y en ese momento cae con todo el
escuadrón de caballería que a sablazos ultima a
los pocos que aún quedaban en pie en filas del
adversario.

Resultado final: gloriosa victoria paraguaya, muerte
de Giribone, 80 bajas enemigas y el Comandante Falcón
resultó gravemente herido.

El asesinato de Flores

El 19 de Febrero de 1.868, mientras se desplazaba en
su coche, fue asesinado en Montevideo el General Venancio
Flores, causante principal del conflicto en
cuestión.

Toma de la Cierva

Caxías, ordenó el ataque a la Cierva con
una fuerza de 800 brasileros. El lugar por su parte, se hallaba
defendido por 500 hombres y 9 piezas de artillería bajo
el mando del Mayor Olabarrieta.

El primer ataque se produjo el 19 de febrero de 1.868
(mismo día del forzamiento del Humaitá), pero los
brasileros fueron acribillados por la efectividad de la
artillería defensora. Así, enviaron la segunda,
la tercera y la cuarta columna al ataque, siendo todas ellas
rechazadas por los paraguayos.

Cuando el enemigo ya se retiraba, un soldado
comunicó a Olabarrieta que se acabaron las municiones, y
al ser esto escuchado por los brasileros, retornaron para un
nuevo ataque. Vana fue esta acción, pues el jefe
paraguayo ya había ordenado a sus tropas el embarque a
bordo del "Tacuary" e "Ygurey", desembarcando
posteriormente en el campamento de Humaitá.

La Capital
Provisoria

López, al verse aislado en sus comunicaciones
fluviales, orden vía telégrafo al vicepresidente
Sánchez para que proceda a la evacuación de la
Capital, quedando ésta bajo el resguardo del
Ejército.

Así, Sánchez decretó la
evacuación obligatoria, el traslado de los habitantes de
la ribera del río y trasladó a Luque todas las
oficinas públicas, designando a esta ciudad Capital
Provisoria de la República.

Retirada de los paraguayos

Para la ejecución de la retirada del
ejército por el Chaco, López mandó
instalar una batería en la embocadura del Tebicuary y
otra en Monte Lindo, como puntos de apoyo a los
movimientos.

Diez y ocho días luego del paso hacia la otra
margen del río Paraguay, el enemigo atacó las
líneas de Sauce y del Espinillo. El General Argollo
conquistó Sauce tras una hora de lucha, pero con 300
bajas en sus filas. Los defensores sobrevivientes huyeron hacia
Paso Pucú.

Espinillo por su parte, fue blanco de las tropas
comandadas por el General Osorio, quien tras sufrir numerosas
bajas optó por retirarse.

Combate de Yuasy´y

Los aliados cerraron luego el único camino para
salir de Humaitá hacia el Chaco, quedando de esta manera
el mencionado fuerte en las peores condiciones concebibles. De
esta manera, la única fuerza de la resistencia paraguaya
era el Coronel Paulino Alén, quien contaba con 3.000
hombres y 200 piezas de artillería.

Los acorazados brasileros desplazaban a las tropas del
Coronel Barros Falcao y desembarcaron en Yuasy´y. Como
ese lugar era ocupado por el Mayor Florentín y sus
tropas, quien decidió atacar a los brasileros, los
acorazados abrieron fuego obligando al jefe paraguayo a
emprender la retira.

Posteriormente, el Capitán Zoilo
González escogió 100 hombres de su unidad y fue
en apoyo del batallón 7, al cual encontró en
plena retirada. Luego de incentivar a las tropas paraguayas,
avanzaron rápidamente para emprender un ataque frontal y
violento sobre los brasileros, quienes, ante la agresividad
presentada por los paraguayos, decidieron replegarse a sus
bases, huyendo luego en sus acorazados.

Primer ataque a
Humaitá

Una vez informado Caxias del vaivén de
pequeñas embarcaciones desde y hacia Humaitá, y
presumiendo se trataba de una evacuación, ordena de
inmediato el ataque al fuerte encomendado a 12.000 hombres bajo
el mando del General Osorio, mientras las tropas
porteñas permanecían atentas para atacar
próximamente otro punto.

El ataque estaba dirigido hacia donde se encontraba el
Coronel Hermosa con 46 piezas de artillería de distinto
calibre. Éste, había instalado varios metros
antes, algunas trabas. El 16 de julio de 1.868, Osorio y sus
tropas avanzan hacia el punto indicado ante la atenta mirada de
Hermosa quien aprovecha el momento en que el enemigo que varado
en las trampas colocadas y abre el fuego de su
artillería causando una verdadera masacre en filas
enemigas.

Osorio, sin embargo, rehúsa a rendirse
aún ante las pérdidas sufridas. Con este
espíritu reorganiza sus tropas y dispone la
preparación de varias columnas que atacarían
sucesivamente hasta lograr quebrar la resistencia
paraguaya.

Hermosa, ante la acción planteada por el
enemigo y considerando la avería sufrida por su
cañón del frente, ordena se instale otro
cañón y se dispare hacia los hombres que
trabajaban quitando los obstáculos del camino. Los
hombres de Osorio, al ver volar cuerpos despedazados por los
aires, huyen con miedo.

Con tan solo una hora de combate, Osorio solicita
refuerzos, petición denegada por Caxias quien más
bien ordena la retirada.

El Coronel Hermosa demostró en esta
ocasión su excelente táctica tanto defensiva como
ofensiva. El campo quedó con el paisaje de 3.000 cuerpos
aliados muertos por la artillería paraguaya.

A este primer intento por conquistar Humaitá,
siguieron otros hasta que se produjo la evacuación del
fuerte quedando definitivamente en manos aliadas.

La Inoperancia Aliada

Luego de la caída de Humaitá, los
aliados nuevamente en lugar de perseguir y exterminar a las
cansadas tropas paraguayas que quedaban, permanecieron
inactivos durante un mes entero. Los jefes aliados
habían propuesto interceptar al General Caballero, quien
se dirigía para el encuentro con López en
Tebicuary, pero la petición fue denegada por
Caxias.

¿Qué esperaba el Marqués de
Caxias para actuar? Tenía todo a su favor:
supremacía numérica, mejores armamentos,
artillería moderna, apoyo de la poderosa escuadra
imperial, etc. Sin embargo, no intentó siquiera
perseguir a los últimos que quedaban en filas del
ejército nacional. ¿Cuál era su
intención? ¿Quería acaso prolongar sin
razón aparente aquella sangrienta contienda? Los
analistas coinciden al decir que un decisivo ataque aliado
sobre las fuerzas de López hubiera dado por resultado el
final de la guerra. O incluso, al detener a Caballero,
éste no habría asistido a López en la
defensa de Tebicuary. ¿Cuál era la verdadera
intención del Comando Aliado? Cabe resaltar que ya tras
la batalla de Tuyutí ya se les había presentado
igual oportunidad, y nuevamente tuvieron la posibilidad de
poner fin a la guerra persiguiendo al último
bastión del ejército que huyó hacia
Curupayty, pero no lo hicieron. ¿Es cierto que no lo
hicieron por temor a las tácticas que López
pudiera emplear? Pero, ¿por qué temer a
López en aquellas circunstancias? En un momento dado, el
ejército paraguayo estaba constituido por apenas 10.000
hombres, mientras que el aliado contaba con más de
50.000 ¿Estaríamos errados al afirmar que la
intención de los invasores era más bien el
exterminio de la República del Paraguay?

Es posible, que estos cuestionamientos no tengan ya
respuesta a cerca de 150 años de concluida la guerra,
pero vale la pena un análisis de estos
planteamientos.

La conspiración

Mientras López se encontraba fortificando la
defensa en Tebicuary, en la Asunción se gestaban
reuniones de carácter secreto entre altos jefes
militares y políticos de la zona. Entre ellos, figuraban
los hermanos del Mariscal, Venancio y Benigno López,
ejecutados ambos luego de ser hallados culpables de
traición por un Tribunal de Guerra.

Pero la conspiración, era mucho más
extensa. El capellán de la familia
López, Padre José Acosta, debido a su
cercanía con los parientes del Mariscal pudo enterarse
de tales reuniones y no tardó en darse cuenta de la
gigantesca proporción de la conspiración que se
gestaba. Pronto fue arrestado por orden de los conspiradores,
aunque hizo llegar una nota a Solano López, quien
inmediatamente ordenó su liberación.

Al parecer, el verdadero descubridor de la
conspiración fue el propio vicepresidente, quien de
inmediato informó a López de los hechos
ocurridos, llegando a manos de éste último una
copia de un acta en la cual se estipulaba la entrega de la
Asunción a manos aliadas sin oponer resistencia alguna.
Todos los firmantes fueron ejecutados. Entre los mismos se
hallaba el distinguido José Berges.

Campaña de
Pykysyry

López decidió fortificar Pykysyry,
debido a las ventajas que presentaba el terreno para ofrecer
una eficaz defensa ante un eventual ataque aliado.

Combate de Surubi´y

López, consiente de que el puente el arroyo
Surubi´y era el único paso que pudiera utilizar el
enemigo para atacar su ala derecha, destacó en el sitio
un batallón de rifleros y el Regimiento Aca Verá
a las órdenes del Teniente Coronel Roa, con la
misión de enfrentar al enemigo.

La idea era que al ser avistado el enemigo
sería atacado por unos 200 hombres, quienes
después retrocederían motivando la
persecución por parte del enemigo. Los aliados, al ver a
ese grupo
atacarían con confianza y de entre los montes
saldría el batallón de rifleros abriendo fuego
sobre el adversario.

El Barón del Triunfo, dispone que de la
misión de tomar dicho puente se encargue el Coronel
Machado. Así lo hizo, apoyado inicialmente con un
intenso bombardeo, pero de todas maneras los paraguayos
rechazaron el ataque.

Ante dicha resistencia, el Barón envía
nuevamente a Machado al frente de la 5 División y al
Coronel Pedra al frente de la 2º División,
compuesta cada una de 4 batallones. La misión era
conquistar el puente al precio que
sea necesario. Se despacharon pues 3.500 hombres para hacer
frente a 600 defensores. Ante tal desproporción en las
fuerzas, los aliados consiguen el objetivo, pero los paraguayos
previamente inutilizaron el puente.

Por lo antes mencionado, el 5º Batallón
persigue a los paraguayos hasta encontrarse con las fuerzas del
Aca Verá que abren un inmisericorde bombardeo sobre los
mismos, obligándolos a huir desbandados. El
Marqués de Caxias, en castigo a la demostración
de cobardía de dicho batallón, decide
disolverlo.

Batalla de Ytororó

López, ordena al General Bernardino Caballero y
al Coronel Valois Rivarola como segundo al mando de 3.500
hombres, apoyados por 12 piezas de artillería, para
ocupar el puente del Ytororó y detener allí al
enemigo.

El enemigo se movió de San Antonio
a Villeta en la mañana del 6 con una vanguardia al mando
del Coronel Machado. El grueso de las fuerzas aliadas estaba
bajo el mando directo de Caxias.

Cuando el jefe aliado llegó a las alturas
frente al Paso Ytororó se enteró de la
ocupación por parte de los paraguayos y planificó
su ataque. Mandó pues algunos batallones de su
vanguardia para realizar combates dilatorios, pero ante la
pérdida de numerosos hombres ordena la conquista del
puente al Coronel Machado, quien a su vez designó al
Comandante Valporto para ejecutar la operación, pero los
paraguayos detienen su avance haciéndolos huir
raudamente.

Machado reorganiza su tropa, es relevado por el Mayor
Moraes, quien encabezando el ataque logra conquistar
momentáneamente el objetivo. Posteriormente fueron
desplazados nuevamente por los hombres de Valois
Rivarola.

En otro intento, ahora bajo el mando del General
Gurgeao, se ataca a los paraguayos, pero el jefe aliado muere
en el acto, siendo reemplazado por Argollo, quien tampoco
consigue avanzar.

Ya en su desesperación, Caxias ordena al
General Bittencourt un ataque con 12 batallones. Éste,
si bien logra avanzar es también desbandado por la
efectiva batería paraguaya allí
apostada.

La situación ya afectaba la propia dignidad de
Caxias, quien enfurecido emprende él mismo un ataque
frontal consiguiendo apoderarse de seis piezas de
artillería pertenecientes a Caballero. Por tal motivo,
Caballero, decidió replegarse teniendo también en
cuenta la inminente llegada del General Osorio en apoyo a la ya
numerosa tropa aliada. Seguida a ésta, se sucedió
la Batalla de Avay, en donde las fuerzas del General
Caballero sucumbieron luego de casi 10 horas de lucha,
consiguiendo éste bravo jefe militar escapara,
abriéndose paso a sablazos.

Campaña
de la Cordillera

Acá, se desglosará las batallas que
considero fundamentales en este punto: Piribebuy y Acosta
Ñú.

Batalla de Piribebuy

Es sabido que Caxias dio por terminada la guerra a
raíz de su victoria en Lomas Valentinas, en diciembre de
1.868

Él, desconocía que el Mariscal
López al recibir aquel día de parte del General
Caballero el informe del exterminio de nuestras tropas
contestó:"No importa General, la guerra recién
va a empezar"

El Mariscal Conde d’Eu reemplazó a Caxias
en la conducción de la denominada Campaña de la
Cordillera. Este nuevo comandante aliado esperó 7 largos
meses para realizar movimientos, siendo su primer objetivo
Piribebuy, en cuya plaza se apostaron niños
y mujeres (1.600 en total).

La invasión aliada, en contraste a la
resistencia que encontrarían, contaba para el ataque con
20.000 hombres. Ante las 12 piezas de artillería ligera
con que se contaba para la defensa, los aliados
utilizarían 40 cañones de artillería
pesada.

Se produjo inicialmente un intenso bombardeo, seguido
rápidamente del primer ataque. Posteriormente se produjo
un segundo asalto, pues el primer grupo fue diezmado por
acción de la artillería instalada para la
defensa. Sin embargo, el segundo grupo no tuvo más
suerte que el primero y fue rechazado con numerosas
pérdidas.

En un tercer ataque, el General Mena Barreto se
adelanta para efectuar la misión y el Capitán
paraguayo Solalinde, ordena al mejor tirador a eliminar a dicho
jefe enemigo. El disparo, efectuado por el cabo Gervasio
León, quedó en la historia de la guerra por la
caída de aquel general y el posterior desbande de todo
el ejército enemigo.

A las 11 de la mañana la resistencia
seguía en pie, luego de ocasionar cientos de bajas al
enemigo, cuyo torpe jefe no entendía que su
técnica de ataque no daba resultado positivo.
Recién pudieron cantar victoria, tras eliminar
físicamente al último de los que oponían
resistencia.

Al intimar a uno de los jefes de la resistencia, ya
capturado, a que diga "Me rindo" la respuesta fue digna
del soldado más heroico:"Esa palabra no pronuncia un
jefe paraguayo"

Sin lugar a dudas, acá se notó la sed de
sangre del nuevo jefe aliado, quien ordenó el
degollamiento de todos los sobrevivientes, todos ellos heridos
y en mal estado.

Batalla de Acosta
Ñú

Esta batalla es la historia de un pueblo que
rehúsa ceder su soberanía a unos vulgares invasores. La
fecha de tan gloriosa epopeya es el 16 de agosto del año
1.869

Luego de la partida del ejército nacional de
Azcurra, un grupo quedó a cubrir la retaguardia.
Éste, estaba compuesto de niños de 12 a 14
años y era comandado por el General Bernardino
Caballero.

En las primeras horas de la mañana, Caballero
advirtió que el enemigo amenazaba su posición en
considerable número. Inmediatamente, advirtió al
Mariscal quien encabezaba la retirada en proceso y
este respondió con la orden de detener el avance
enemigo.

La columna infantil, compuesta de unos 4.500
niños, ni siquiera pudo realizar el más
mínimo intento de defensa ante el aplastante ataque
aliado. Aún así, aguantaron la embestida como
pudieron. Cuando eran cerca de las ocho de la mañana, el
Centauro de Ybycuí recibió un ataque por todos
los flancos de 20.000 tropas aliadas.

Caballero y su columna resistieron todo cuanto
pudieron, siendo luego rodeados y en un último intento
para evitar la muerte de sus tropas, inicia un ataque frontal
con el ímpetu propio de la raza guaraní, bajo el
lema de "Vencer o Morir"

Así, con la muerte de 2.000 almas de
niños y más de 1.000 heridos culmina esta
batalla.

Cerro
Corá

En este territorio, culmina la denominada "Epopeya
de los Siglos"
, "Guerra Grande" o simplemente
"Aniquilación de la población paraguaya", y tal como lo
estipulaba el tratado que dio origen al conflicto, solo
terminó el sangriento combate con la muerte del
más grande estratega militar con que contó la
patria para su defensa, el Mariscal Francisco Solano
López.

El contingente paraguayo reunido en Cerro Corá,
donde se asentó el Cuartel General de López,
apenas alcanzaba los 1.000 hombres, quienes una vez instalados
en el lugar fueron posicionados según las indicaciones
del Mariscal, mas no para dar una defensa, ya imposible en
aquellos momentos, sino para evitar ser atacado de sorpresa y
asesinado a mansalva.

El hambre causaba ya estragos entre aquellos patriotas
soldados y por ende, el Mariscal despacha al General Bernardino
Caballero en busca de cualquier animal que pudiera arrear para
la supervivencia. La expedición se llevaría a
cabo en las cercanías de Matto Grosso y para ello el
hábil General contaba con 40 hombres, con los cuales
partió el 12 de febrero de 1.870

Así, llegó aquel fatídico
día del 1 de marzo de 1.870, que será siempre
recordado en los libros de
historia del mundo entero, porque aquel día se puso
punto final a una guerra sangrienta de 5 largos años de
duración.

Aproximadamente a las 07:00 de la mañana,
mujeres que tenían a su cargo la guardia en la entrada
al fuerte comunicaron al Mariscal que dicha posición
cayó en manos enemigas. Al penetrar el enemigo en el
campamento nacional, dicen que se oyó la voz del
Mariscal diciendo "… ¡¡¡A las armas
todos!!!…"

El Coronel Juan Crisóstomo Centurión, en
vano quiso defenderse del ataque aliado. Lo único
conseguido con esta acción fue que caiga gravemente
herido. El Mariscal por su parte, se retiraba hacia su choza
perseguido por seis jinetes, entre ellos, el cabo de
órdenes del Coronel Núñez da Silva
Tavares, conocido más por su apodo de Chico
Diabo
. Éste, iba armado de una lanza, logrando
cerrarle el paso al Mariscal e intimándolo a que se
rinda, a lo cual el mismo respondió como era de
esperarse: "Muero por mi Patria". En ese
instante, trataron de tomarlo prisionero, pero López
desenvainó su espada y se defendió hasta recibir
un lanzazo a la altura del bajo vientre de parte del cabo, y a
la vez un sablazo en la sien derecha de parte de otro oficial,
pero aún así, el Mariscal consiguió herir
a este último en la frente.

Ocurrido esto, se acercaron sus leales Argüello y
Chamorro, quienes recibieron su última orden:
"Maten a esos diablos de macacos",
instrucción que no pudieron cumplir pues fueron muertos
al intentarlo.

Posteriormente, López, asistido por el Coronel
Aveiro se internó en el monte, cayendo muerte a orillas
del río Aquidabánigüi.

Conclusión

Aquí, finaliza esta obra con la esperanza de
que haya servido para echar un poco de luz sobre las
oscuras circunstancias que en numerosos pasajes presenta este
tramo de la historia nacional.

Sin lugar a dudas, esta guerra retrasó un siglo
no solo al Paraguay, sino a todos los países
beligerantes, sin tener en cuenta el enorme agujero
económico que causó, debiendo acudirse en tal
sentido a los empréstitos ingleses, quienes salieron
beneficiados en la operación.

Con respecto a este punto, es imposible y sería
tonto afirmar que esta haya sido la causal principal de la
guerra, aunque probablemente haya tenido su peso en las
decisiones adoptadas por los aliados.

Entonces, ¿cuál fue la causa verdadera
de la alianza contra el Paraguay? Pues bien, la respuesta a
esta interrogante sigue en la nebulosa a ya casi 140
años de finalizada la contienda. Sin embargo, a la luz
de los documentos
históricos es posible dar conjeturas acerca del objetivo
de los aliados. Primero: la economía paraguaya
era posiblemente la más fuerte de la región,
nuestro país no contaba con deuda al inicio de la
contienda (ni externa ni interna). La producción nacional cubría
perfectamente las necesidades del mercado
interno y el excedente era destinado a la exportación, lo cual hacia que los
productos
extranjeros, principalmente los procedentes del Imperio
Británico, no logren ingresar masivamente a nuestro
circuito económico tal y cual ocurría en los
países vecinos. Segundo: el algodón paraguayo estaba siendo
reconocido por su excelente calidad en el
mercado europeo, amenazando quitar mercado al de origen
inglés. Tercero: con la llegada al
poder del
entonces General Francisco Solano López, a la muerte del
padre de éste, la política de no
intromisión en los conflictos
regionales fue cambiada por considerarse que el equilibrio
de poderes en el Plata era de vital importancia para la
seguridad de la República del Paraguay. Cuarto:
existían problemas
limítrofes tanto con la Argentina como con el Brasil,
que no fueron solucionados definitivamente por Don Carlos
Antonio López y estos temas fueron heredados por su
sucesor. Quinto: si bien el Paraguay tuvo excelentes
gobernantes como el Doctor Francia, Don
Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano, todos
ellos cometieron el error de no preocuparse de algo fundamental
para el futuro político de un país; se trata, de
la creación de una clase
gobernante.

En estos cinco puntos arriba citados, se encuentra
probablemente la chispa que encendió la mecha que
acabó con el enfrentamiento de países
hermanos.

Ahora bien, cabe preguntar, ¿por qué
fracasó el Paraguay? Como en la anterior pregunta pueden
enumerarse varios causales posibles, pero en esta oportunidad
trataré de realizar un descarte de las mismas. Primero:
la supremacía numérica del enemigo quien
además, contaba con armamentos mucho más modernos
que el escuálido ejército paraguayo. Sin lugar a
dudas, esta sería la primera opción de muchos,
pero a la luz de los hechos es probable y hasta me
atrevería a afirmar que esto es falso, pues en numerosas
ocasiones las tropas paraguayas han rechazados enemigos que en
número eran ampliamente superiores, dándose
relaciones de 1 a 10 en algunos casos. Segundo: El Mariscal
López, fue apresurado a la hora de iniciar la ofensiva,
sin antes tener mejor formado su ejército. A mi criterio
personal, también puede rechazarse esta
afirmación, pues si bien López actuó sin
contar con jefes militares lo suficientemente preparados, ante
la superioridad numérica del enemigo existe un principio
de guerra conocido por cualquier militar que consiste en que
para paliar esta desventaja debe tomarse al adversario por
sorpresa. Tercero: la incompetencia de los jefes paraguayos.
Este punto, merece mayor atención, pues muchos
comandantes paraguayos carecían del valor
requerido para la misión que se les era encomendada,
pero al cien por ciento es imposible afirmar que por esta
razón se perdió la guerra, pues se contaba
también con hombres de la talla del General Caballero o
del General Díaz.

Ahí están, las tres posibles causas por
las que se perdió la guerra y ninguna ha llenado mis
expectativas. Por tanto, enumero la cuarta afirmación,
sostenida por numerosos analistas militares e
históricos: el desastre de Tuyutí. En la
mencionada batalla existió una planeación espectacular por parte del
Comando Paraguayo, y también fue asignada a Jefes de
reconocida trayectoria como el caso del General Resquín.
¿Cuál fue el error? Muy sencillo, falta de
coordinación y atraso en la
ejecución de la misión, ocasionando de esta
manera la pérdida del elemento sorpresa
permitiéndose la reacción del enemigos que
arrasó con las tropas nacionales.

Con respecto al porqué el Comando Aliado no
terminó la guerra en las numerosas oportunidades que se
le presentó, ya se han enunciado numerosos
cuestionamientos y quedará a cargo del lector establece
su propia conclusión de acuerdo a su apreciación
de los hechos.

Ahora bien, la importancia del estudio de la historia
radica en conocer el pasado, establecer comparaciones con el
presente y de esta manera, proyectar el futuro. A eso me
abocaré en estas últimas
líneas.

Nadie puede negar, que el Paraguay sigue hasta hoy
día sometido a las decisiones que pudiera tomar su gran
vecino Brasil o mismo la Argentina. Inclusive, existe un
interés exacerbado en nuestro
país, y no solo de parte de nuestros vecinos sino de
parte de numerosas potencias extranjeras.

¿Por qué ocurre esto? Me atrevo a dar
respuesta a esta pregunta. En primer lugar el Paraguay cuenta
con la mayor reserva de agua dulce a nivel mundial. Y como
segundo punto se destaca su envidiable ubicación
geopolítica (en el centro exacto de
Sudamérica), casi equidistante de todos los puntos del
continente. De esto, ya se habían percatado los
españoles en la época colonial, quienes
establecieron como capital de la conquista Asunción. De
allí, surge el interés hasta desmesurado de
ciertas potencias en nuestro país.

Pero bien, retornando a nuestro tema histórico,
termino afirmando que la guerra no fue culpa de López,
quien pudo ahorrarse muchos problemas y hasta pudo salvarse la
vida de haberse rendido a las fuerzas aliadas. Además,
un presidente con tanta aceptación tantas veces
demostrada por el pueblo paraguayo no puede ser un tirano tal y
cual han tratado de pintarlo los países
invasores.

¡Viva el soldado paraguayo, que defendió
su patria hasta VENCER O MORIR!

bIBLIOGRAFÍA

Aguirre, Andrés – Acosta
Ñú, Epopeya de los Siglos – Editorial
Patria – Asunción – 1979

Britos de Villafañe, Margarita – Las
Épocas Históricas del Paraguay – Imprenta
Makrografic – Asunción – 1982

Davis, Arthur H. – Martín McMahon,
Diplomático en el estribor de la armas – Imprenta
Militar – Asunción – 1985

Resquín, Francisco Isidoro – Datos
Históricos – Imprenta Militar –
Asunción – 1984

Rolón Medina, Anastasio – El Lustro
Terrible – Imprenta La Humanidad – Asunción
– 1964

Vittone, Luis – Guerra de la Triple Alianza
contra el Paraguay – Imprenta Militar –
Asunción – 1962

anexo

Categoría: Historia

Título de la Obra: Paraguay
vs. Triple Alianza

Tema: Guerra del Paraguay contra la
Triple Alianza (años 1.865 – 1.870)

Resumen: Entre los años 1.865
y 1.870, tuvo lugar una de las contiendas más feroces
del mundo, llegándose a modificar por completa la
división política de Sudamérica. Este
combate tiene como protagonistas al Paraguay, gobernado por
Francisco Solano López, y los países aliados por
el Tratado Secreto de la Triple Alianza: Brasil (Emperador
Pedro II), Argentina (General Bartolomé Mitre) y
Uruguay
(General Venancio Flores). Este trabajo, se
trata pues de un pequeño viaje a través de los
campos de batalla de este conflicto bélico,
buscándose el porqué del mismo. Sin lugar a
dudas, pretende recuperar este trazo de la historia de nuestros
pueblos, olvidades en los libros actuales.

 

Autor:

Pedro Antonio Galeano Valdez

País: Paraguay

Observaciones:

Estudios secundarios culminados.

Redacción finalizada en septiembre de
2.005.

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter