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Políticas culturales en la "glocalización". La televisión local como punto de partida para reducir la brecha digital



     

     

     

    ABSTRACT

    El desarrollo tecnológico es
    un elemento que ha dinamizado el crecimiento de la sociedad, aunque también
    se muestra como causante del aumento
    de la brecha entre los info-ricos y los info-pobres; por lo que
    se refuerza la estratificación social y cultural. Aplicar
    políticas culturales se
    muestra necesario para equilibrar la situación mediante la
    regulación y evitar que las diferencias continúen
    aumentando en un panorama internacional en el que lo global y lo
    local están interconectados. La televisión local es un
    motor de desarrollo que aparece
    como primer eslabón de la producción audiovisual y
    podría ser la que introdujera a los pueblos en la Era
    Digital, gracias a las nuevas posibilidades que ofrece la
    oferta multicanal y al impulso
    de los servicios locales de información y comunicación.

     

    1.
    PRESENTACIÓN

    1.1 Objetivo: el objetivo de
    este estudio es afirmar que la distancia producida por la brecha
    digital está aumentando, por lo que se plantea la
    utilización de políticas culturales y partir de la
    televisión local para
    reducir el desequilibrio producido por las nuevas
    tecnologías.

    1.2 Interés para el grupo de trabajo: el interés
    para el grupo de trabajo viene marcado por ver como se está
    efectuando la relación entre lo local y lo global, y las
    nuevas posibilidades que la entrada en la Era Digital puede
    aportar para conseguir una función de representativa de
    nuevas voces que fomenten el pluralismo y la defensa de las
    identidades locales.

    1.3 Metodología: el área disciplinar
    desde el que se elabora la comunicación esta
    enmarcada en la línea de investigación "El cambio en los medios de
    comunicación ante la tecnología digital" de la Universidad de Extremadura y
    más en concreto dentro de una
    Tesis doctoral que está
    analizando la televisión local en Extremadura, en el que
    estamos realizando un trabajo de campo en el que censamos y
    visitamos toadas la televisiones locales de la extensa
    región extremeña.

     

    2. EL DESARROLLO
    TECNOLÓGICO

    El desarrollo tecnológico es uno de los principales
    agentes que han propiciado la evolución de la sociedad
    actual para convertirla en la que hoy conocemos. Una sociedad que
    recientemente ha cambiado su conducta y sus formas de pensar,
    debido a la capacidad que tienen los medios de comunicación de
    incidir de forma directa en el funcionamiento de la sociedad y de
    modelar las identidades (SHOHAT & STAM, 1994: 25). De los
    diferentes medios de comunicación de
    masas, la televisión es el instrumento más activo en la
    formación de conciencia personal y colectiva, y destaca
    como elemento central de ocio de las clases populares en las
    sociedades industrializadas,
    la televisión se instaura también como temática
    preferente y recursiva del diálogo cotidiano entre el
    individuo y su medio familiar,
    escolar y laboral (GIORDANO & ZELLER,
    1999: 20-21).

    El desarrollo tecnológico y el acceso a los medios
    de comunicación e información, como la radio, el cine, la televisión e
    Internet, son factores que
    impactan y modifican ya sean las conductas y los sentimientos, ya
    sea también las maneras de pensar y las aspiraciones de
    quienes consumen y usan los mensajes de los medios audiovisuales.
    Todos ellos y sus contenidos son productos culturales, que
    circulan de un lugar a otro de diferentes formas. Éstos
    afectan a su vez de diferentes formas tanto en el país que
    los produce como en los extranjeros (MÁRQUEZ ELENES, 2002:
    59).

    El desarrollo tecnológico también está
    considerado como el elemento que posibilita la aparición de
    las grandes corporaciones en la era de la globalización. La
    actual industria comunicacional y los
    gigantes transnacionales vienen acompañadas y posibilitadas
    por el avance y las transformaciones
    tecnológicas.

    La importancia de las tecnologías es cada día
    mayor y se debe a un doble movimiento (MARTÍN
    BARBERO & REY, 1999: 21-22):

    • se instala en cualquier país o región como
      elemento exógeno a las herencias culturales y demandas
      locales;
    • se convierte en conector universal en lo global, en
      dispositivo estructural de conexión a escala planetaria.

    El desarrollo tecnológico es el que facilita el
    crecimiento, pero hay que ver si únicamente nos lleva a
    aumentar la brecha digital o si hay posibilidades para todos
    dentro de la nueva Era Digital.

     

    2.1. La tecnología como dinamizadora del
    cambio

    Lo que parece quedar claro es que la tecnología
    puede ser considerada como un elemento catalizador, es decir, un
    factor capaz de dinamizar la unión de otros elementos, o
    entenderla como acelerador de reacciones sociales culturales y de
    comunicación que originan nuevas propuestas
    ideológicas.

    Este efecto catalizador o acelerador del desarrollo
    tecnológico ha propiciado una disminución del
    pluralismo, ya que se va acrecentando la concentración de la
    información, cada vez en menos manos y la ampliación
    cuantitativa de canales y opciones alternativas crean un
    espejismo de pluralidad, tras el que se alberga el referido
    proceso de concentración
    (DÍAZ NOSTY, 1996: 50). Es desde estas posiciones donde
    más claramente se observa como tras la sensación de
    pluralidad lo que se esconde es una mayor concentración a la
    que parece llevarnos la entrada en la Sociedad del la
    Información. Si bien, la tecnología es un factor
    intensificador de los procesos globalizadores, de
    las relaciones sociales y de la interrelación de
    países, también es cierto que cada herramienta que nos
    proporciona la tecnología es una extensión de la personalidad humana, por lo
    que "toda herramienta implica que su usuario sea diferente"
    (LEJARZA, 2002: 81).

     

    3. DISTANCIA DIGITAL:
    INFO-RICOS E INFO-POBRES

    Las sociedades de nuestro planeta se caracterizan porque
    sus miembros no comparten la misma jerarquía de valores. Las tecnologías
    contemporáneas los obligan a cohabitar y a cooperar. Un tema
    a tener en cuenta, por tanto, es la diferencia que estas
    tecnologías van a producir entre info-ricos e info-pobres,
    ya que

    "si esta brecha aumenta, pero mejora la situación
    absoluta tanto de los ricos como de los pobres, puede que no
    sea un gran problema, a menos que tengamos un principio general
    abstracto de que tiene que haber una mayor igualdad en la sociedad"
    (NOZICK, 1996: 106)

    Lo más preocupante de la situación actual es
    que la entrada o no en la Cibersociedad pueda aumentar la
    diferencia entre info-ricos e info-pobres, es decir, que los
    últimos vieran reducido su nivel de bienestar en
    términos absolutos.

    Manuel Castells habla de la importancia de la
    tecnología dentro de lo que el llama "sociedad red" y señala que su efecto cultural
    más importante podría ser el reforzamiento de las
    redes sociales culturalmente
    dominantes (CASTELLS, 1998: 396).

    La "brecha" que se produce por la Cibersociedad o
    "sociedad red", va a aumentar las diferencias entre ricos y
    pobres, según sus posibilidades de acceder a la
    información: "la convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad
    tecnológica disocia la sociedad en sociedades paralelas: la
    de los conectados a la infinita oferta de bienes y saberes, la de los
    inforricos, y la de los excluidos cada vez más abiertamente
    tanto de los bienes más elementales como de la
    información exigida para poder decidir como ciudadanos"
    (MARTÍN BARBERO & REY, 1999: 22).

    Encontramos problemas para asegurar que
    los beneficios de la Sociedad del Conocimiento lleguen a todos.
    Parece más fácil asegurar que las Nuevas
    Tecnologías de la Información –NTI-, refuerzan la
    estratificación social y cultural. Las autopistas de peaje
    empujan a una sociedad de grandes desigualdades y, por supuesto,
    a un distanciamiento con el Tercer Mundo. (ÁLVAREZ
    MOZONCILLO 1997: 124).

    Sin perder de vista estas posturas pesimistas sobre los
    beneficios de la Sociedad del Conocimiento, hay que tener en
    cuenta que el desarrollo de las nuevas tecnologías que abren
    las puertas a la Cibersociedad ofrece numerosas posibilidades. La
    defensa de políticas culturales y la actuación de los
    diferentes gobiernos en colaboración con las empresas del sector se muestra
    necesaria para conseguir una alfabetización tecnológica
    que eviten que un elevado número de la población que de excluido
    de los beneficios que la entrada en la Era Digital o en la
    Sociedad del Conocimiento puedan aportar.

    La brecha que se ha producido entre los países
    más poderosos y los que están en vías de
    desarrollo, y que ha venido acelerada por la innovación en el campo de
    las tecnologías, es responsabilidad de todos. La
    entrada de los info-pobres en la Cibersociedad debería estar
    potenciada por los países desarrollados aunque sea por su
    propio interés, ya que

    "deberíamos asegurarnos de que los países
    pobres y los sectores marginados de las sociedades occidentales
    tengan acceso a este mundo, porque si no se producirá una
    revolución a medio
    plazo" (DERTOUZOS, 1996: 42)

     

    4. DE LO LOCAL A LO GLOBAL (Y
    VICEVERSA)

    Las políticas que quieren reparar la fractura
    digital no parecen estar teniendo mucho éxito. En tiempos de
    globalización en los que
    se implica un doble concepto en el que lo global y lo
    local interaccionan parece que las soluciones más efectivas
    podrían tomarse con políticas que desde lo local
    consigan introducir a los pueblos en la Era digital. Partir de
    local pero sin olvidar que lo global y lo local son
    complementarios porque:

    "la articulación entre sociedad y economía, tecnología y cultura en nuestro sistema puede realizarse
    más eficaz y equitativamente a partir del reforzamiento de
    la sociedad local y de sus instituciones
    políticas. Lo global y lo local son complementarios,
    creadores conjuntos de sinergia social y
    económica" (BORJA & CASTELLS, 2001: 14)

     

    Esta dicotomía entre lo local y lo global tiene
    importantes consecuencias a la hora de observar como se va
    definiendo la nueva "comunidad" que se está
    creando. Los cambios pueden llevar a una sociedad menos
    localista y más globalizada, al sustituir los
    lazos basados en la proximidad física por una proximidad "virtual"
    generada mediante la utilización de las nuevas
    tecnologías (LACALLE 2001: 36).

    El relato de la globalización es entrecortado por
    la irrupción de intereses locales insatisfechos, unas
    "luchas por la significación", que se muestran con la
    capacidad de algunos países latinos y europeos para generar
    cine y televisión, potenciada por programas de coproducción
    endógena y leyes que la protegen, evidencia
    el lugar que existe en los mercados globalizados para
    culturas que no se producen en inglés y que no
    están habituadas a reducir la simbolización a mega
    espectáculos (GARCÍA CANCLINI, 2002: 50).

    Lo local y lo global se encuentran entrelazados, unidos
    en un equilibrio de fuerzas en el
    que están permanentemente retroalimentándose, e
    intrínsecamente, el uno no tendría razón de ser
    sin el otro. Si desde el punto de vista global parece que nos
    dirigimos hacia una uniformización dirigida por el liderazgo privado, normalizado
    mediante la autorregulación que llevaría a la
    universalización de las redes y servicios mediante la
    concentración de capitales; lo local serviría de
    contrapeso para fomentar el pluralismo, en la que se haría
    necesaria la intervención pública, que llevaría a
    la complementariedad de soportes y modelos manteniendo la
    descapitalización (ÁLVAREZ MOZONCILLO, 2000:
    37).

    La interrelación entre lo local y lo global, la
    retroalimentación
    comentada anteriormente, es entendida y justificada mediante el
    concepto de flujos. Pero la economía global y la sociedad de
    los flujos se muestran como un sistema extraordinariamente
    excluyente.

    El hecho de que exista una producción local no se
    convierte en una solución directa para proteger la identidad de los pueblos y su
    entrada en la Cibersociedad, debido a que el intercambio no se va
    a realizar en igualdad de condiciones a las que lo realizan los
    patrones dominantes (SINCLAIR, 2000: 138); pero si que se
    convierte en un contrapeso que defiende la posibilidad del
    pluralismo. Lo que parece claro es que la producción local
    se convierte en nuestros días en un nuevo terreno de disputa
    cultural y de conflictos de
    representación política, que aporta la posibilidad de
    darle a la televisión un carácter de
    producción etnográfica, es decir, hecha desde dentro,
    en la que las propias comunidades ofrecen la visión que
    tienen de ellas mismas.

    Esta creación y fomento de la identidad propia,
    hecha desde dentro, es lo que puede hacer desarrollarse a las
    diferentes sociedades, lo que estará potenciado por el hecho
    de que los propios pueblos empiecen a tener una visión
    positiva de si mismos al verse representados dentro del contexto
    global.

    4.1. Glocalización

    La sociedad está construida en términos de
    flujos -flujos de capital, dinero, tecnología,
    información, interacción
    organizacional e imágenes-. En esta
    situación el "espacio de flujos" es el soporte material de
    estos procesos, y tiene tres estratos: la tecnología
    electrónica de las redes
    de comunicación e información; los nodos y los ejes, y
    los flujos de personas.

    Una vez situados en el concepto de globalización,
    con la creencia de que la nueva sociedad es a la vez local y
    global, en la que se producen continuos flujos -de personas, de
    información, de dinero, de servicios, de
    tecnologías,…- , nos encontramos ante la definición
    de un nuevo concepto que es el de "glocalización". Jordi
    Borja y Manuel Castells, lo definen simplemente como "la
    articulación entre lo global y lo local", y señalan que
    esto "hay que aplicarlo tanto a la economía como a la
    cultura" (BORJA & CASTELLS, 2001: 328).

    Mientras, John Sinclair, concluye la siguiente
    definición de "glocalización": "es una estrategia para ocultar el modo
    de producción multinacional, en la medida en que un producto global es presentado
    en el mercado como un bien local por medio de su posicionamiento a través de
    la mercadotecnia o
    marketing". (SINCLAIR, 2000: 75).

    Con respecto a los flujos de comunicación, la
    expansión de los medios de comunicación es cada vez
    más difícil de controlar, debido también a la
    perdida de fuerza por parte de las
    soberanías nacionales.

    Es precisamente la perdida de soberanía por parte de
    los Estados donde se amplían las posibilidades de conceptos
    como el de megaciudades. Un concepto que es el de ciudad global y
    que se define como:

    "una red de nodos urbanos de distinto nivel
    y con distintas funciones que se extiende por
    todo el planeta y que funciona como centro nervioso de la nueva
    economía (…). El sistema urbano global es una red, no
    una pirámide. Y la relación cambiante respecto a esa
    red, determina, en buena medida, la suerte de ciudades y
    ciudadanos" (BORJA & CASTELLS, 2001: 43)

     

    5. INTERVENCIONISMO PARA
    REDUCIR LA BRECHA DIGITAL

    5.1 Consumo
    cultural

    En esta cultura global interconectada regida por el
    control de los grandes grupos internacionales
    también encontramos que el control de las corporaciones
    estadounidenses sobre los anchos de bandas de la
    comunicación masiva no implica la obediencia automática
    de las audiencias (GARCÍA CANCLINI, 2002: 42). Lo que suele
    pasar con las audiencias es que "tenemos nuestras ideas" y en las
    representaciones de los medios de comunicación podemos
    encontrarlas, en varias medidas, confirmadas y desconfirmadas;
    por lo tanto, no estamos vacíos ni somos pasivos, sino que
    tendemos a buscar algo que nos confirme en nuestra manera de
    pensar (BUONANO, 1999: 80).

    Nos encontramos en una situación actual, en la que
    si bien es cierto que no se espera una "obediencia
    automática de las audiencias", si hay que tener en cuenta el
    entorno en el que se recibe el mensaje. Esto nos lleva a un
    concepto activo de la audiencia y de su contexto que implica que
    pasemos de una Sociedad de la información a una Sociedad de
    la Comunicación.

    Entendemos que

    "la comunicación no es una mera transferencia de
    contenidos del emisor al destinatario, un pasaje lineal de
    significados que pertenecen al texto de modo
    intrínseco. Por el contrario, la comunicación es
    también un intercambio entre sujetos destinado a
    coproducir sentido. Ello significa que el texto no es sólo
    el objeto que se transmite, sino el objeto entorno al cual se
    actúa" (CASETTI & DI CHIO, 1999: 281-282).

     

    En este entorno global en el que los sujetos son parte
    activa aparece el concepto de consumo y teniendo en cuenta que
    cualquier práctica de consumo es considerada en sí un
    acto cultural, podemos entender el consumo cultural como: "el
    conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en
    los que el valor simbólico prevalece
    sobre los valores de uso y de
    cambio, o donde al menos estos últimos se consideran
    subordinados a la dimensión simbólica". (GARCÍA
    CANCLINI, 2002).

    Una vez que hemos considerado que todo consumo es un
    consumo cultural, hay que ver cual es la importancia de la
    cultura en nuestra sociedad, ya que la cultura es una fuerza
    motriz en la sociedad y la economía de hoy. Podemos
    considerar a la cultura como un factor de identidad, de confianza
    y de cohesión social para los individuos y los
    territorios.

    Entendemos por cultura:

    "el conjunto de expresiones colectivas propias de una
    sociedad, expresiones que comprenden desde lo político hasta
    lo folclórico, que encierran la complejidad misma del ser
    humano. La cultura es todo aquello que los habitantes de los
    pueblos tienen en común, y lo que es común a un pueblo
    no lo es a los demás" (HERRERA, 2002: 2).

     

    5.2 Intervencionismo

    Siguiendo entonces, la línea que señala que
    todo consumo es un consumo cultural, deja también claro que
    los bienes culturales no pueden ser tratados como cualquier otro bien
    o servicio. Hay que hacer un
    tratamiento que se refleje también en los acuerdos
    comerciales internacionales y en las demandas de marcos
    reguladores sólidos para redefinir las políticas
    culturales y para centrarse en la promoción y en el
    desarrollo de las industrias
    culturales.

    La cultura, "el capital cultural", necesita recibir un
    trato diferente al de cualquier otra mercancía por lo que se
    pide una regulación especial que permita la accesibilidad de
    los productos culturales al consumo popular y que el Estado pueda contrarrestar
    la segregación comercial producida en el acceso a los bienes
    y mensajes entre quienes tienen y quienes no tienen recursos económicos y
    educativos para obtenerlos y disfrutarlos.

    El Estado –y los gobiernos
    a las diferentes escalas- puede equilibrar mediante la
    regulación la tendencia a esta separación entre ricos y
    pobres, porque aunque nos encontramos en u mundo globalizado en
    el que se produce la paulatina pérdida de poder de los
    Estados, cada sociedad todavía ejerce algún tipo de
    política cultural, con mayor o menor efecto.

    Esta tendencia que defiende el intervencionismo del
    Estado se produce porque se considera que el mercado por si
    sólo no es adecuado para evitar que aumente la brecha entre
    las elites y las masas.

    Parece necesario mantener una actitud crítica para evitar
    algunos de los efectos negativos de la globalización
    cultural, ya que esta, especialmente mediante la televisión
    "refuerza y refleja la incultura de las mayorías"
    (MARTÍN BARBERO & REY, 1999: 19). Pierre Bourdieu, sobre
    la televisión insiste en el hecho de que los grupos peor
    situados en la jerarquía social y con menor escolaridad son
    los más indefensos frente a los efectos negativos de la
    televisión. (BOURDIEU, 1997; cit. GIORDANO & ZELLER,
    1999: 28)

     

    6. LA TELEVISIÓN LOCAL
    COMO PUNTO DE PARTIDA

    Uno de estos nuevos actores es la televisión local
    que puede ayudar a reafirmar la identidad de los pueblos con una
    mayor autodeterminación,

    "así, contradictoria y complementariamente, y
    desde una diversidad de lugares, las culturas locales y
    regionales se revalorizan exigiendo cada día una mayor
    autodeterminación, que es el derecho a contar en las
    decisiones económicas y políticas, construir sus
    propias imágenes y narrar sus propios relatos"
    (MARTÍN BARBERO & OCHOA GAUTIER, 2001: 115)

     

    Podemos considerar a la televisión local como
    "motor de desarrollo global de la sociedad" (MORAGAS, 1996; cit.
    BUSTAMANTE, 1999: 152) y especialmente del sector audiovisual, ya
    que es el primer escalón dentro de la organización de las
    industrias culturales que tienen
    como principal elemento representativo a la televisión. Esta
    televisión local sería la que posibilite la toma de
    contacto con los consumidores –clientes/espectadores-, gracias a
    la credibilidad y confianza que otorgan la cercanía. Con las
    nuevas posibilidades promete la digitalización nos
    encontramos con que los

    "nuevos soportes […] dan además la oportunidad
    para generar una nueva prosperidad del audiovisual local y
    regional que, más allá de la programación televisiva,
    impulse un rico abanico de servicios locales de
    información y comunicación" (BUSTAMANTE, 1999:
    152)

    Esta trascendencia de lo local-regional se va a ver
    especialmente potenciada ante la llegada de la era multicanal que
    se prevé necesite de nuevos contenidos para completar la
    amplia oferta que requerirá el amplio número de nuevos
    canales, por lo que es fácil pensar que necesite de la
    producción local, ya que la alimentación del elevado número de
    canales temáticos y de servicios exigirá también
    una fuerte producción local, vinculada a la proximidad
    cultural de los clientes espectadores que sería
    crecientemente demandada cuando los mercados ganen sean más
    estables.

    En los últimos años se observa que la
    producción de los operadores no convencionales, dentro de
    los cuales se encuentra la producción local, también
    empieza a ser tomada en cuenta por su creciente peso
    económico dentro de la industria audiovisual con una cuota
    de pantalla y de consumo que agrupados en Otras -formado por
    plataformas digitales, televisiones locales, y emisoras por
    satélite y cable-, continúa creciendo de forma
    sostenida y representan ya el 10% del tiempo que los espectadores
    españoles dedican a ver la televisión (PÉREZ ORNIA
    & GÓMEZ AMIGO, 2003: 22). Además hay que destacar
    que la subida de Otras se sustenta en la en la progresión
    que mantiene la oferta local, que cuenta con 2,5% de share
    (TEJEDO & MARTÍNEZ LUNA, 2003: 108) y es la única
    de otras que prosigue su crecimiento.

    No podemos olvidar que los creadores no son, como
    suponían las estéticas idealistas, dioses que emergen
    de la nada, sino que se necesitan escuelas de cine y facultades
    de humanidades, y editoriales, museos, canales de televisión
    y salas de cine para exponer sus obras (GARCÍA CANCLINI,
    2002:46). Observamos un nuevo elemento que destaca la importancia
    de la existencia de la televisión local, al tener en cuenta
    que "la televisión, como industria cultural que es, aparece
    ahora como un instrumento idóneo para regiones en
    desarrollo, por su penetración homogénea en todos los
    aspectos sociales y culturales, pero también por su
    carácter de escaparate de la creación" (VACAS AGUILAR,
    2000: 130-131).

    Hay que dejar de ser meros consumidores de cultura
    audiovisual y debemos convertirnos en productores de cultura, lo
    que se consigue desarrollando un tejido de producción
    audiovisual que sirva para el desarrollo de la sociedad. Para
    ello, es necesaria la creación de una serie de
    infraestructuras que en las sociedades menos aventajadas se
    antoja imprescindible la aportación de los
    gobiernos.

    Quedarse al margen de la digitalización de la nueva
    era y de las industrias audiovisuales supone aceptar el peligro
    que supone la distancia digital que nos lleva a "la madre de las
    brechas" (HOPENHAYN, 2002). Es por esto, por lo que las regiones
    del sur atrasadas durante el periodo de implantación y
    desarrollo de la sociedad industrial deben aprovechar los cambios
    que en la actualidad atravesamos una época en que son de
    intensos y acelerados, y que afectan a la sociedad en su
    conjunto; circunstancias que deben aprovechar dichas comunidades
    para superar esta situación de menor desarrollo.

     

    7.
    CONCLUSIÓN

    La brecha que se ha producido entre los países
    más poderosos y los que están en vías de
    desarrollo, y que ha venido acelerada por la innovación en
    el campo de las tecnologías, es responsabilidad de todos. La
    entrada de los info-pobres en la Cibersociedad debería estar
    potenciada por los países desarrollados y las políticas
    que quieren reparar la fractura digital no parecen estar teniendo
    mucho éxito.

    Lo local y lo global se encuentran entrelazados, unidos
    en un equilibrio de fuerzas en el que están permanentemente
    retroalimentándose, e intrínsecamente, el uno no
    tendría razón de ser sin el otro.Es por esto, por lo
    que el hecho de que exista una producción local puede
    convertirse en una solución –aunque no directa-, para
    proteger la identidad de los pueblos y conseguir su entrada a las
    Autopistas de la Información.

    Para conseguir esto hay que partir de la base de que los
    bienes culturales no pueden ser tratados como cualquier otro bien
    o servicio. Hay que hacer un tratamiento que se refleje
    también en los acuerdos comerciales internacionales y marcos
    reguladores sólidos para redefinir las políticas
    culturales y para centrarse en la promoción y en el
    desarrollo de las industrias culturales.

    La cultura, "el capital cultural", necesita recibir un
    trato diferente al de cualquier otra mercancía por lo que se
    pide una regulación especial que permita la accesibilidad de
    los productos culturales al consumo popular y que el Estado pueda
    contrarrestar la segregación comercial producida en el
    acceso a los bienes y mensajes entre quienes tienen y quienes no
    tienen recursos económicos y educativos para obtenerlos y
    disfrutarlos. Esta solicitud de intervencionismo se produce
    porque consideramos que el mercado por si sólo no es
    adecuado para evitar que aumente la brecha entre las elites y las
    masas.

    La televisión local es un motor de desarrollo que
    aparece como primer eslabón de la producción
    audiovisual y podría ser la que introdujera a los pueblos en
    la Era Digital, gracias a las nuevas posibilidades que ofrece la
    oferta multicanal y al impulso de los servicios locales de
    información y comunicación.

     

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    Joaquín A. García
    Muñoz

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