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Los resortes de la globalización: El mundo del trabajo en tensión




Enviado por Adrián Sotelo



     

     

    "…el orden implicado es particularmente adecuado para
    la comprensión de la totalidad no fragmentada en movimiento
    fluyente porque, en el orden implicado, la totalidad de la
    existencia está plegada dentro de cada región del
    espacio (y del tiempo).
    Así, cualquiera de las partes, elementos o aspectos que
    podamos abstraer en el pensamiento,
    estará plegado en el todo y, por consiguiente,
    estará relacionado intrínsecamente con la totalidad
    de la cual ha sido abstraído. De este modo la totalidad
    impregna todo lo que se está discutiendo desde el mismo
    principio".
    David Bohm, La totalidad y el orden implicado

     

    Introducción

    Nuestro punto de partida contempla la teoría
    del valor de
    Marx que
    sustenta la de los ciclos económicos para analizar los
    problemas del
    mundo del trabajo en la época contemporánea. En
    segundo lugar, planteamos la hipótesis de la inversión de los ciclos económicos
    ­donde las fases de prosperidad se están reduciendo
    mientras que aumentan las de recesión y de crisis–, que
    provoca un fuerte impacto tanto en la disminución del
    empleo y en el
    aumento de la desocupación como en la
    flexibilización y precarización de la fuerza de
    trabajo como una necesidad del capital para
    continuar con su reproducción en la medida en que el
    sistema es
    incapaz de sustentarla con masas crecientes de valor. Es decir,
    el capitalismo ha
    entrado en un foso sin salidas, donde cada vez más produce
    menos valor y plusvalía provocando una extensión de
    la superexplotación del trabajo en escala mundial
    como mecanismo recurrente para mantener al sistema en niveles
    crecientes de ganancias extraordinarias que resultan de una
    intensificada competencia
    intercapitalista entre los grandes monopolios y conglomerados
    mundializados.

    Por último, vislumbramos la problemática
    del mundo del trabajo, sus principales mutaciones y
    transformaciones como el preludio de grandes cambios de diverso
    orden (social, ético, cultural, psicológico) que,
    sin embargo, no se traducen en la anulación de su
    centralidad dentro de la lucha económica y política entre
    el trabajo y
    el capital, sino más bien en su refuncionalización
    tanto en lo que respecta a seguir siendo pieza clave de la
    reproducción capitalista como, y más importante
    aún, en las grandes transformaciones que deben
    experimentar las sociedades de
    clase para
    superar el sistema de relaciones sociales vigente.

     

    Globalización y mundo
    del trabajo

    En el debate sobre
    la globalización-mundialización del
    sistema capitalista destaca el problema del mundo del trabajo
    como una categoría política, sociolaboral y
    cultural. Sin embargo, este mundo –que no solamente comprende la
    esfera de la producción y del proceso de
    trabajo sino, además, los mercados de
    trabajo donde se compra y se vende la fuerza de trabajo, las
    condiciones de trabajo y los derechos sociales y
    laborales– mantiene una relación compleja y
    contradictoria con otra categoría fundamental de la
    moderna sociedad, el
    capital, por lo menos en cinco planos de su existencia
    real.

    En primer lugar, en el económico y de la
    reproducción material figura la existencia legal e
    institucional de la propiedad
    privada de los medios de
    producción y de consumo,
    así como la apropiación por el capital, de los
    productos-mercancías producidos por la
    fuerza de trabajo, lo que supone que esta última siga
    dependiendo de la fórmula general del capital dinero-productivo y mercantil y que no pueda
    escapar de su órbita, lo que provoca que todos los
    productos del trabajo (valor, plusvalía, ganancia, renta y
    riqueza material) fluyan a las arcas de las empresas, de los
    bancos y de
    las bolsas de valores del
    capital privado nacional e internacional provocando crisis
    económicas, estallidos de burbujas especulativas (como en
    Japón y
    en los Tigres
    Asiáticos en la década de lo noventa),
    caída de la masa salarial, desempleo y
    precarización del trabajo con pérdida de derechos
    sociales y laborales para los trabajadores.

    En segundo lugar, cabe destacar que en la estructura
    social el mundo del trabajo se recrea dentro de
    fábricas, empresas, servicios,
    familias, matrimonios, amigos, territorios y comunidades que lo
    hacen constantemente identitario, cooperativo y expresivo de sus
    intereses de clase, de cultura, de
    etnia, de
    nación,
    de credo ideológico y religioso. Estructuras
    que entran en contradicción con los principios,
    ideologías y mecanismos de dominación vigentes en
    las sociedades de clase, en particular, con la capitalista que
    activa sus dispositivos en los medios de
    comunicación (TV, prensa escrita,
    vídeo, cinematógrafo, etcétera)
    prácticamente en todos los países y regiones del
    planeta para "desideologizar" y fracturar las actitudes
    solidarias y cooperativas
    del mundo del trabajo.

    En tercer lugar, en el plano político, el mundo
    del trabajo conlleva inherentemente fuertes procesos de
    despolitización de la clase obrera y del proletariado
    (campesinos, indígenas, estudiantes, amas de casa) que los
    imposibilitan para participar en el poder
    político del Estado
    capitalista para convertirse en sujetos reales e
    históricos de transformación de la sociedad en
    todos los planos: local, municipal, provincial, estatal,
    nacional, regional e internacional. Por eso la famosa "tercera
    vía" no funciona. La "democracia" en
    el capitalismo empresarial y liberal resulta sólo una
    quimera en la que deben creer todos los "participantes" si
    quieren subsistir y no ser reprimidos por los órganos de
    contrainsurgencia. Sólo los partidos
    políticos institucionales hacen el juego del
    poder para reproducirlo incesantemente como un rito
    mágico.

    El cuarto elemento es la cultura y la tradición
    de pueblos y comunidades, cuyo sistema central de valores (de
    pertenencia, libertad,
    solidaridad,
    lealtad, lengua, etnia,
    creencias y utopías) está amenazado por la
    vorágine de la globalización –expresada en la
    tecnología
    de internet y en la
    difusión de la "modernidad"– y
    de la mundialización del capital que implica la
    transnacionalización de los ciclos económicos
    nacionales empezando por la moneda (como en la Unión
    Europea con el euro) o por acuerdos comerciales como el
    Mercosur o
    francamente inequitativos, injustos y asimétricos como el
    Tratado de Libre
    Comercio de América
    del Norte (TLC).

    En quinto lugar, la existencia real, material e
    histórica de la clase obrera, del proletariado y de
    categorías sociolaborales (técnicos,
    científicos, analistas, programadores, ingenieros,
    diseñadores) que reproducen su existencia mediante la
    venta en los
    mercados laborales de su fuerza de trabajo a un patrón
    –sea este el Estado o el
    empresariado o a un conglomerado mixto– para recibir a cambio un
    salario
    (cualquiera que sea la forma que éste asuma), confirma que
    la fuerza de trabajo en todo el mundo sigue siendo un factor
    fundamental del desarrollo de
    las fuerzas productivas y de mantenimiento
    de las relaciones sociales en el capitalismo
    contemporáneo, pero también la figura
    emblemática y real que visible o invisiblemente se
    enfrenta constantemente al capital en una suerte de lucha de
    clases que la prensa y los medios académicos corporativos
    intentan por todos los medios ocultar.

    En sexto lugar destaca el avance tecnológico y de
    la ciencia
    (I&n estratégicamente irreconciliable con el universo del
    capital, sobre todo, porque al revés de aumentar la
    ocupación, los salarios y la
    calificación en el trabajo, por el contrario, como
    demuestran estudios empíricos serios, provoca desempleo
    tecnológico, merma salarial, descalificación,
    segmentación de los mercados laborales,
    tercerización, marginalidad
    social, intensidad del trabajo (a través del neotaylorismo
    y el toyotismo), aumento promedio de la jornada laboral y
    superexplotación del trabajo en escala
    creciente.

    En el plano ideológico la lucha de las ideas y la
    toma de conciencia por
    parte de las clases trabajadoras de todos los países y
    continentes son fundamentales para la comprensión crítica, identitaria y conciente de la
    realidad social y laboral para descubrir y estimular las
    potencialidades críticas de su
    transformación.

    La ideología tiene dos vertientes: una se
    puede considerar negativa porque distorsiona la realidad de
    acuerdo con el color y los
    intereses con que se mire –"este es el mejor mundo posible", "el
    sistema capitalista puede resolver todos los problemas de los
    trabajadores", "la integración de las naciones es positiva
    porque me permite transitar más allá de las
    fronteras", "todo mundo tiene acceso a internet y puede volverse
    ciudadano del mundo"1–. Un mundo feliz sin riesgos y
    lleno de promesas…insatisfechas.

    La otra vertiente es positiva porque reabre el debate
    sobre la existencia real del mundo del trabajo y, sobre todo,
    porque postula que son sus sujetos concretos los que pueden,
    potencial y realmente, transformar radicalmente las sociedades
    existentes y el sistema capitalista que les sirve de sustento.
    Los trabajadores y trabajadoras recuperan así su potencial
    creativo para poder ser sujeto histórico de
    transformación.

    Estas contradicciones que hemos reseñado de
    manera general, muestran un hecho que es incontrovertible: que el
    mundo del trabajo existe en sí y para sí y
    constituye el polo opuesto del capital cualquiera que sea la
    forma de existencia que este asuma: productivo, comercial,
    financieroespeculativo, tecnológico o industrial: no es la
    forma sino el contenido lo que entra en
    tensión.

    La centralidad del trabajo asalariado, creador de valor,
    responsable de la producción de plusvalía y de las
    ganancias que dinamizan la reproducción ampliada del
    capital sigue siendo eje central en las sociedades capitalistas
    contemporáneas.

     

    Vertientes teóricas de
    la –supuesta–
    descentralización del trabajo en el
    capitalismo posmoderno e informatizado

    En las dos últimas décadas, de manera
    particular luego de la caída de la URSS y del bloque
    socialista el pensamiento marxista ha enfrentado una intensa
    envestida por parte de la ideología neoliberal y de las
    diversas expresiones ideológicas del "pensamiento
    único". Generalmente sin argumentos sólidos que las
    sustenten, dichas críticas van dirigidas contra las
    ideas-fuerza, conceptos, categorías, hipótesis y
    leyes como la
    del valor, de la plusvalía y de la tasa de ganancia que
    caracterizan al capitalismo como un sistema histórico que,
    por tanto, posee un ciclo de desarrollo, de crisis y de
    decadencia como demostró Marx y la corriente marxista en
    los últimos dos siglos.

    Particular relevancia reviste el descarte que el
    pensamiento dominante ha intentado de conceptos como el trabajo y
    el capital en tanto centrales en el sistema, así como
    dinamizadoras del mismo a través de una lucha secular
    entre ambos que se expresa tanto en el ámbito
    económico-estructural, como social, político y
    cultural.

    El carácter clasista de la
    contradicción trabajo-capital (contradicción que
    actúa como motor de la
    historia) fue
    sustituido por una especie de armonicismo sociológico que
    a lo sumo la reconocían, sí, pero como accesoria o
    subsidiaria de otras dimensiones "superiores" como el desarrollo
    tecnológico, los sistemas
    comunicativos y otras encaminadas a "explicar" la naturaleza
    social y económica del capitalismo de nuestros días
    presentando una "camino alternativo", "incluyente" y equitativo
    que no implica, se nos dice, cambios radicales que trasciendan el
    orden existente, aunque el mundo del trabajo permanece en
    tensión debido al cúmulo de transformaciones
    estructurales, sociales, jurídicas y laborales en
    marcha.

    En este contexto ha sido objeto de ataques,
    especulación y desestructuración la vigencia de la
    centralidad del trabajo en el mundo contemporáneo.
    Ciertamente que esta centralidad ha experimentado modificaciones
    debidas a la reestructuración del capital operada en las
    dos últimas dos décadas del siglo XX y en el primer
    lustro del siglo XXI. Sin embargo ello no ha implicado su
    deshabilitación como proceso fundacional, esencial e
    histórico del desarrollo del capitalismo mundial y de las
    sociedades de clase que se reproducen en función de
    la ley del valor, de
    la explotación, de la producción de
    plusvalía y del permanente aumento de las
    ganancias.

    A pesar de la evidente
    globalización-mundialización del capital que se ha
    verificado intensamente a partir de la década de lo
    ochenta del siglo pasado cuando el par dialéctico
    capitalismo-imperialismo
    se transformó en neoimperialismo-neoliberalismo, sin embargo, el mundo del trabajo
    sigue existiendo en tanto contradicción esencial del
    capital social global y él es insustituible hasta ahora
    para resolver los graves problemas de la humanidad y preservar su
    existencia en el futuro.

    Sin trabajo y sin valor no puede existir la sociedad
    capitalista, por lo menos la que se sustenta en sus cimientos
    constitutivos como la propiedad privada de los medios de
    producción, el ciclo del capital y la producción
    mercantil, la incontenible especulación inmobiliaria y
    financiera, la producción de plusvalía mediante los
    sistemas de explotación del trabajo basados en la
    plusvalía absoluta y relativa y en la
    superexplotación.2

    Las transformaciones estructurales, políticas,
    tecnológicas y sociales que experimentaron las sociedades
    de clase y el capitalismo mundial de carne y hueso en las dos
    últimas décadas estimularon la difusión de
    "tesis" relativas a que en ese contexto se habría
    producido un fenómeno de reducción sustancial de la
    importancia cuantitativa y cualitativa del trabajo como mecanismo
    central del proceso de creación de valor, de
    reproducción del capital y de la lucha contra éste.
    Tesis que surgen en contextos específicos delimitados por
    problemáticas sociológicas,
    técnico-económicas y jurídico laborales muy
    concretas de los países europeos y, en particular, de
    Estados Unidos
    y de Japón donde el mundo del trabajo representa una
    porción minoritaria respecto al contexto del mundo del
    trabajo global que, como hace notar Ricardo Antunes, en los
    países del tercer mundo cubre más de dos tercios de
    la humanidad. Su planteamiento es el siguiente:

     

    "Los críticos de la sociedad del trabajo
    pueden estar equivocados al enfatizar,
    eurocéntricamente, que el trabajo está en
    vías de extinción, que el capital ya no necesita
    de esa mercancía especial. Vale recordar que por lo
    menos dos tercios de la humanidad que trabaja se encuentra en
    el tercer mundo: en Asia, en
    Oriente, en África y en América
    Latina. No parece un buen ejercicio analítico
    tematizar sobre el mundo del trabajo con un corte excesivamente
    eurocéntrico. Eso sin hablar de la complejidad que
    deriva de la nueva división internacional del trabajo en
    la era del capital mundializado".
    3

    El predominio o si se quiere la hegemonía del
    mundo del trabajo sobre formas fetichizadas encubiertas de
    ciencia y
    tecnología4 en los países capitalistas dependientes
    de la periferia del sistema automáticamente relativiza
    afirmaciones eurocéntricas relativas al fin del trabajo
    que han sido elaboradas y tematizadas "científicamente" en
    función de realidades concretas e históricas del
    capitalismo y del mundo del trabajo existente en esos
    países: de manera particular en Estados Unidos, Inglaterra,
    Alemania,
    Francia,
    Italia o
    Japón (cuna del toyotismo y de la revolución
    organizacional) por mencionar a los más importantes
    integrantes y socios del G-7 y del neoimperialismo.

    De esta forma la realidad que viven los trabajadores
    (as) de los países industrializados se edifica y analiza
    con consignas como el "fin del trabajo" que pronto se ven
    trasladadas mecánicamente y sin las mediaciones
    correspondientes al mudo del trabajo de los países
    subdesarrollados. En otras palabras se convierten primeramente en
    "modelos
    ideales" inspirados en planteamientos metodológicos de
    Max Weber para
    después importarlos a la periferia del sistema.

    Lo verdaderamente sorprendente es que estos
    fenómenos de "destrucción creativa" para erigir
    "otra cosa nueva" relativa al mundo del trabajo han sido
    interpretados, en buena parte de los casos por sociólogos,
    comunicólogos, politólogos y economistas como
    "pruebas
    empíricas" de la desaparición –o pérdida de
    eficacia
    cognoscitiva y constitutiva– del mundo del trabajo en la
    estructuración de las sociedades contemporáneas
    frente al "nuevo orden social" supuestamente diferente, en forma
    y contenido, del capitalismo. En su lugar, líneas
    evolucionistas de pensamiento de corte shumpeterianas y
    concepciones desarrollistas con base en la descripción de "trayectorias
    tecnológicas", exógenas al sistema, se
    habrían encargado de sustituir a la teoría marxista
    del capitalismo y de su crisis para "resolverla" mediante
    sustitutos como la ciencia y la técnica, la
    comunicación, la posmodernidad,
    el despliegue de la globalización, de las sociedades
    red y de un
    cúmulo de nociones abstractas y ahistóricas
    carentes de contenidos históricos, empíricos y
    cognoscitivos.5

    En este contexto un ejemplo de eurocentrismo
    puro se revela en la siguiente cita profética de un
    libro de
    André Gorz6 cuando afirma que:

     

    "La razón más inmediatamente
    perceptible es que la abolición del trabajo es un
    proceso en curso y que parece llamado a irse acelerando.
    Institutos independientes de previsión económica
    (¿?) han estimado para cada uno de los tres
    países industriales de Europa
    Occidental, que la automatización suprimirá, en el
    espacio de diez años, cuatro o cinco millones de
    empleos, a menos que se lleve a cabo una profunda
    revisión de la duración del trabajo, de los fines
    de la actividad y de su naturaleza".

    Sin que el autor explicite cómo, quién y
    con qué mecanismos se va a llevar a cabo esa "profunda
    revisión" de la duración del trabajo, de sus fines
    y naturaleza, ciertamente no se puede negar que desde que se
    publicó esta obra de Gorz, en todo el mundo se han
    registrado importantes cambios como el declive promedio de la
    industria, la
    informatización de los procesos de trabajo, el auge de los
    servicios y de la "sociedad del conocimiento",
    también han ocurrido despidos masivos de trabajadores por
    obra de la automatización, el aumento de la productividad
    social del trabajo, revoluciones en el capital fijo y circulante
    y en otros mecanismos encaminados a este fin, como por cierto
    constató el mismo Marx en su época en el siglo XIX.
    Sin embargo ello no representó el "fin del trabajo.", sino
    más bien su reestructuración y una nueva
    configuración estructural tanto en relación con la
    estructura
    capitalista como en su posición en la sociedad.

    En otro trabajo reciente André Gorz vuelve a
    insistir en el tema ahora bajo el ambiguo título de "Salir
    de la sociedad del trabajo"7 sin mostrar los caminos concretos de
    cómo hacerlo. Atrapado en la dicotomía de "superar"
    la sociedad salarial sin superar al mismo tiempo el modo de
    producción capitalista, el autor destaca su planteamiento
    central:

     

    "Superaremos la sociedad salarial-y con ella el
    capitalismo- cuando las relaciones sociales de
    cooperación voluntaria y de intercambios no mercantiles
    autoorganizados predominen sobre las relaciones de
    producción capitalistas: sobre el trabajo-empleo, el
    trabajo mercancía. Esta superación del
    capitalismo está inscrita en la lógica de la transformación
    técnico-económica en curso, pero ésta
    sólo conducirá a una sociedad
    poseconómica, poscapitalista, si esta sociedad es
    proyectada, exigida, por una revolución tan cultural
    como política, es decir, si los 'actores sociales' saben
    utilizar lo que todavía no es más que una
    transformación objetiva para afirmarse como los sujetos
    de la liberación que esta transformación hace
    posible".
    8

    Podríamos comentar más sobre esta cita de
    Gorz; pero basta la anterior, formulada en un altísimo
    grado de abstracción –tanto que se llega a volatilizar–
    para referir la total ausencia de sujetos concretos de
    transformación, los que más bien son representados
    en inidentificables "relaciones sociales de cooperación
    voluntaria y de intercambios no mercantiles autoorganizados" y en
    presuntos "actores sociales" cuyo contenido y perfil no se llega
    a materializar.

    Por su parte Jeremy Rifkin habla de "fin del trabajo"9,
    pero el problema con este autor es que se pronostica el
    advenimiento de una sociedad "sin trabajadores" en
    términos cuantitativos, pero no define qué es el
    trabajo y su diferencia con la fuerza de trabajo. Solamente
    verifica la disminución del mundo trabajadores en la
    industria por efectos de la automatización, pero no
    discute qué ocurre con la producción de valor y
    como éste queda reemplazado por las máquinas.10

    Claus Offe vislumbra una pérdida de centralidad
    del trabajo y merma de conceptos y de ideasfuerza como
    "capitalismo" y "sociedad industrial"11, a cambio de la
    re-asunción de la teoría comunicativa de Habermas12
    en la que la "la esfera intersubjetiva de la razón
    comunicacional (en tanto proceso emancipador)13 viene a suplir al
    mundo del trabajo atrapado en la esfera de la razón
    instrumental.

    Alain Touraine sustituye la problemática del
    trabajo (supuestamente) por nuevas problemáticas cuando
    afirma que "Las luchas y reacciones antinucleares caracterizan un
    importante cambio en el campo de la política…es la
    primera vez que los problemas del trabajo y la producción
    han dejado de ocupar la posición central en la vida
    política".14

    Se entiende que a partir de aquí, en una escala
    jerárquica conforme el sistema se hace más complejo
    y multiplica su problemática (crisis, guerras,
    devastación ecológica, degradación
    sicológica y moral de las
    sociedades humanas, corrupción, narcotráfico, por mencionar algunas) el
    trabajo y sus sujetos, los trabajadores (as) de todo el planeta,
    queda estacionado en el piso –si no es que en el sótano–
    de la jerarquía; casi como una nota al pié de
    página.

    Offe propugna por crear una teoría dinámica del cambio social que explique las
    causas por las que el trabajo y la producción van
    perdiendo fuerza y capacidad para estructurar y organizar las
    sociedades contemporáneas frente a un nuevo campo de
    "acción
    social" caracterizado ­afirma- por la irrupción de
    "nuevos actores" y de "nuevas racionalidades"15, pero sin
    decirnos ni una palabra sobre cuáles son las nuevas
    fuerzas y formas estructurantes de dichas sociedades. El problema
    no está en crear, si es necesario, esa teoría, sino
    en formular antes, y despejar, verdaderamente si las anteriores
    teorías, particularmente la marxista, ya no
    responden y por qué a la nueva configuración
    social, cuestión a la que no da respuesta el
    autor.

    Por su parte Negri y Hardt en su libro Imperio hablan de
    la hegemonía creciente del "trabajo inmaterial"16 y de la
    necesidad de elaborar una nueva teoría del valor y de la
    subjetividad "…que opere a través del conocimiento, la
    comunicación y el lenguaje"
    (op. cit. p. 43), sin solventar sus afirmaciones con investigación empírica y con
    datos y hechos
    que las validen sobre todo en el conglomerado humano del mundo
    del trabajo de los países subdesarrollados.

    En otro trabajo, Antonio Negri y Maurizio Lazzarato17
    afirman tajantemente, pero sin demostrarlo, que "El trabajo
    inmaterial tiende a volverse hegemónico, de forma
    totalmente explicita". Insisten en la hegemonía que ha
    alcanzado el trabajo inmaterial plasmado, según ellos, en
    la
    personalidad, la subjetividad y en el alma en la
    sociedad contemporánea. Identifican un ciclo social de la
    producción constituido por la "fabrica difusa", la
    organización del trabajo descentralizado y por
    diferentes formas de tercerización de la
    producción. De aquí resulta la siguiente
    tesis:

     

    "…el ciclo del trabajo inmaterial es
    preconstituido por una fuerza de trabajo
    social y autónoma, capaz de organizar el propio
    trabajo y las propias relaciones con la empresa.
    Ninguna organización científica del
    trabajo puede predeterminar esta capacidad y la capacidad
    productiva social".

    Afirmación problemática y difícil
    de comprobar relativa a que la fuerza de trabajo haya llega a ser
    "autónoma" frente al capital y las gerencias autoritarias
    del capitalismo informático que controlan el proceso de
    trabajo y la valorización del capital a través de
    sistemas automatizados. Según ellos el ciclo del trabajo
    inmaterial se ha convertido en la base fundamental de la
    producción, de la reproducción y del
    consumo.

    Lo más grave de su razonamiento de estos autores
    es cuando trasladan y sustituyen el problema de la
    explotación capitalista y lo resuelven-diluyen en el campo
    ético de la subjetividad cuando afirman que "…el trabajo
    inmaterial no se reproduce (y no reproduce la sociedad) en una
    forma de explotación, pero sí en la forma de
    reproducción de la subjetividad".

    En otras palabras se puede deducir de este razonamiento
    que si el trabajo inmaterial es hegemónico en la sociedad
    posfordista y, de acuerdo con la cita anterior, ese trabajo ya no
    se reproduce en función de la explotación sino en
    la reproducción de la subjetividad, entonces es evidente
    que en la sociedad y en su sistema capitalista ha cesado la
    explotación como categoría constitutiva de ese
    sistema. Por lo que ahora se tendrá que explicar
    cómo y de dónde se produce y reproduce la riqueza
    social sin explotación, es decir, sin reposición
    del capital fijo y circulante, sin creación de un nuevo
    valor equivalente al valor de los salarios y sin plusvalía
    (sin trabajo excedente no remunerado) que es la fuente de donde
    brota la ganancia de empresario y
    se asegura la reproductividad del sistema.

    La evidente fetichización que se hace de la
    fuerza de trabajo y del sistema capitalista en conjunto lleva a
    los autores a plantear tesis absurdas e inviables como la
    siguiente:

     

    "La época en que el control de
    todos los elementos de la producción dependía de
    la voluntad y de la capacidad del capitalista es superada: es
    el trabajo el que, cada vez más, define al capitalista,
    y no al contrario".

    En otras palabras obsérvese que aquí
    llegamos al límite máximo de la
    tergiversación e inversión de la comprensión
    dialéctica y lógica de la naturaleza de la sociedad
    capitalista en tanto modo de producción y formación
    social mundial. Ahora resulta que es el "trabajo" (¿?) el
    que determina y rige los destinos del capital, mientras que
    éste se convierte en siervo de aquél.
    ¿Realmente sucede eso en los mundos del trabajo reales de
    países como Estados Unidos, Alemania, Japón,
    Italia, Francia, Suecia, México,
    Brasil o en
    los del Caribe?

    La siguiente afirmación remata la
    concepción política que estamos criticando.
    Dicen:

     

    "Si el trabajo tiende a volverse inmaterial, si su
    hegemonía social se manifiesta en la constitución del General Intellect, si
    esta transformación es constitutiva de los sujetos
    sociales, independientes y autónomos, la
    contradicción que opone esta nueva subjetividad al
    dominio
    capitalista (si de alguna manera se quiere designar a la
    sociedad post industrial) no será dialéctica, y
    sí alternativa. Como decir que para existir este tipo de
    trabajo, que nos parece al mismo tiempo autónomo y
    hegemónico, no se precisa más del capital y su
    orden social, y, consecuentemente, el trabajo se pone
    inmediatamente como libre y constitutivo. Cuando decimos que
    esa nueva fuerza, no puede ser definida en el interior de una
    relación dialéctica, queremos decir que la
    relación que ésta tiene con el capital no es
    solamente antagonista, ella está más allá
    del antagonismo, es alternativa, constitutiva de una realidad
    social diferente".

    Aquí solamente cuestionamos que si como aseguran
    los autores, esta nueva fuerza del general intellect –que, por
    cierto, Marx concibe de una manera completamente distinta a como
    la interpretan los autores de marras18– es ya hegemónica
    como expresión del trabajo inmaterial: ¿puede
    construir una "realidad social diferente"
    (¿neocapitalista, o socialista, o comunista, o neoliberal
    o neoestructuralista keynesiana?) sin superar radicalmente el
    modo dominante de producción capitalista en su actual
    estadio neoimperialista y mundializado basado en la
    producción de valor y plusvalía mediante una
    extendida y universalizante superexplotación de la fuerza
    de trabajo?

    La tendencia a la universalización y a la
    supremacía del general intellect en la sociedad mantiene
    una constante contradicción con las relaciones
    capitalistas de producción y de apropiación basadas
    en la propiedad privada y en la explotación de la fuerza
    de trabajo del obrero colectivo por el capital.

    La explicación de Habermas respecto a la
    "absorción-integración" del mundo del trabajo
    mediante la lógica de la razón funcionalista, la
    que a la par corresponde a las funciones del
    Estado social, se apoya en los siguientes pasos:

    a) Realiza una diferenciación entre sistema y
    mundo de la vida.

    b) Ubica, en primera instancia, el mundo del trabajo
    en la esfera de la vida.

    c) Más tarde, es el sistema económico,
    administrativo y el Estado quienes absorben al mundo del
    trabajo, el cual queda encerrado en la jaula de hierro.
    Según Habermas, Marx no "previó" esta
    génesis en su teoría del
    valor-trabajo.

    d) Para Habermas la teoría del valor de Marx
    contiene tres debilidades:19

    d1) En primer lugar, según él, Marx
    diferenció el sistema del mundo de la vida, pero su
    separación no se tradujo en categorías propias
    de los subsistemas políticos y
    económicos.

    d2) Marx carece de criterios para distinguir entre
    el proceso de destrucción de las formas tradicionales
    de vida y el de justificación del mundo de la vida que
    corresponde a las sociedades postradicionales.

    d3) La tercera debilidad, siempre según
    Habermas, consiste en el sobredimensionamiento que Marx le
    otorga a la lucha entre el trabajo y el capital directamente
    derivada de la lógica conflictiva del valor, porque
    según Habermas los procesos de cosificación no
    necesariamente tienen que surgir de la esfera desde donde se
    originan, es decir, del mundo del trabajo.

    La conclusión final de estas tres "debilidades"
    de la teoría del valor de Marx se resume en el siguiente
    párrafo:

     

    "Las tres debilidades que hemos analizado de la
    teoría del valor explican por qué la
    Crítica de la Economía
    Política, pese a su concepto de
    sociedad articulado en dos niveles, capaz, por tanto, de
    combinar sistema y mundo de la vida, no ha permitido una
    explicación satisfactoria del capitalismo
    tardío".
    20

    No es aquí el espacio adecuado para realiza un
    análisis pormenorizado de la teoría
    de la acción comunicativa de Habermas y de sus
    consecuencias tanto en el desplazamiento de la teoría del
    valor como en la fundamentación de la acción
    comunicativa como base de una teoría de la sociedad
    contemporánea. Simplemente señalamos que la
    explicación habermasiana respecto del proceso de
    absorción-integración del mundo del trabajo
    mediante la lógica de la razón funcionalista pasa
    por alto los siguientes elementos.

    En primer lugar, que en la época de Marx (cuando
    desarrolla la teoría el valor) el Estado social
    capitalista es inexistente; entonces, se hablaba de un Estado
    capitalista liberal.

    En segundo lugar, la teoría del valor-trabajo de
    Marx parte de la dinámica de la producción y desde
    este esfera se proyecta al conjunto del cuerpo político y
    social lo que, con otro lenguaje
    diferente al parsoniano y sistémico, demuestra que
    sí contempla la relación entre sistema y mundo de
    la vida pero dentro de una concepción y lógica
    global fundamentada en la teoría del valor y de otras
    categorías como plusvalía y ganancia.

    Marx no ignora el papel de la ideología y, por lo
    tanto, del conjunto de los elementos que configuran la
    superestructura de la sociedad burguesa, así como el papel
    de la represión y el uso de la violencia por
    parte del Estado en la (relativa) absorción y
    contención de la lucha de clases y del conflicto
    social, cuestiones que explican que en determinados periodos de
    la historia aparezcan momentos de relativa estabilidad
    estructural y de "paz social".

    Por último, Habermas simplemente no aprecia que
    la teoría del valor-trabajo contempla una
    problemática específica que constituye la base de
    la reproducción material del sistema capitalista y de
    nociones cada vez más complejas y abstractas como la de
    sistema, Estado, clases
    sociales, poder y dominación.

     

    Reestructuración y
    centralidad: relación desarrollo-
    subdesarrollo
    en el mundo del trabajo

    Hemos destacado algunas concepciones influyentes en los
    medios académicos y científicos dominantes
    relativos a la supuesta pérdida de centralidad del trabajo
    por múltiples causas sin dejar de reconocer que una gran
    cantidad de argumentos son válidos descriptivamente para
    apreciar fenómenos de indudable valía respecto a
    cambios y comportamientos que han incidido en el mundo del
    trabajo.

    Sin embargo, a diferencia de las problemáticas
    del mundo del trabajo de países industrializados como
    Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, en los
    países subdesarrollados el mundo del trabajo (asalariado y
    otras formas refuncionalizadas por el capitalismo como el trabajo
    a domicilio y la informalidad) ha aumentado como se constata con
    el hecho de que en el año 2000 el total de la PEA mundial
    alcanzaba 2 mil 732 millones 342 624 personas, de las que 85% se
    concentra en los países de la periferia del capitalismo
    central.21 Es decir, es la inserción de esta periferia con
    el mercado mundial y
    con los procesos productivos de los países desarrollados,
    la que a través de transferencias de valor, de
    plusvalía y de riqueza (petróleo, gas, agua,
    productos agrícolas, minerales y un
    sin fin de mercancías que son producto del
    trabajo humano) posibilita que el núcleo duro de la
    reproducción capitalista se mantenga, incluso, con tasas
    declinantes de empelo industrial, con alza en el sector de los
    servicios y con importantes ciclos de aumento de desempleo
    estructural y tecnológico.

    Otro problema, que nada tiene que ver con el "fin del
    trabajo" es el hecho de que la población que trabaja, o sea como dice
    Antunes: "la clase que vive del trabajo"22 tienda a reproducirse
    en condiciones en que se incrementan las tasas relativas y
    absolutas de la pobreza y la
    extrema pobreza debido,
    entre otros factores causales, a las bajas remuneraciones
    reales que percibe. Es así que en términos de
    remuneración y de aumento del número de
    trabajadores el Informe sobre el
    Empleo en el Mundo 2004-2005: empleo, productividad y
    reducción de la pobreza de la Organización
    Internacional del Trabajo (OIT) para el año 2003 revela
    que de un total de 2 mil 800 millones de trabajadores de todo el
    mundo 50% percibe menos de 2 dólares por día y que,
    de éstos, 49.7% (550 millones), recibe menos de un
    dólar por día en un contexto en que en ese mismo
    año se registró un desempleo total de 185 millones
    de personas por lo que la tasa de desempleo mundial
    prácticamente no se modificó, pues pasó del
    6,3 por ciento en 2002 al 6,2 por ciento en 2003.23

    En términos generales se pude decir que en la
    última década (1993-2003) en escala mundial se
    aprecian tres patrones relativos a la correlación niveles
    de desarrollo-desempleo por regiones y países. En el
    primero, concerniente a los países capitalistas
    desarrollados, las tasas de desempleo se fueron reduciendo al
    pasar de 8.0% a 6.8% en ese período, mientras que en otras
    regiones, como América Latina, aumentó de 6,9% a
    8%, en Asia Oriental, de 2,4% a 3,3%; en Asia Sudoriental, de
    3,9% a 6,3%, mientras que en Asia Meridional, Oriente Medio y
    África del Norte el desempleo se mantuvo con tasas
    estables.

     

     

    Cuadro 1
    Indicadores
    del mercado de trabajo y económicos
    (para todo el mundo y distintas regiones en años
    determinados, porcentajes)

    Lo anterior prueba que por más que el sistema a
    través de la automatización presiona para sustituir
    crecientemente de sus procesos productivos y de trabajo al factor
    humano (en tanto fuerza de trabajo simple y compleja), este
    objetivo tiene
    límites
    histórico estructurales dados por las necesidades y
    características esenciales de la reproductividad del
    sistema . En segundo lugar, demuestra que lo que verdaderamente
    viene cambiando es la fisonomía del mundo del trabajo en
    escala global derivada de la nueva división internacional
    del trabajo y que la reestructuración, por lo menos, ha
    modificado en cuatro direcciones:

    a) Fomentado una profunda desregulación que
    opera en los planos jurídico-políticos bajo la
    acción coordinada del Estado y la patronal dentro de la
    llamada "reforma del Estado" así promovida por el
    Banco
    Mundial, sobre todo, en América Latina.

    b) Operando su flexibilización que implica la
    creación de obreros polivalentes (multiusos) y
    rotativos.

    c) Trocando su integridad laboral, salarial, social y
    conculcando sus derechos laborales mediante la
    precarización laboral24 y, por último,

    d) tercerizando las actividades productivas y el mundo
    trabajo.

     

    El resultado agregado de estas cuatro dimensiones, su
    síntesis, se codifica en la
    institución de la temporalidad como forma
    hegemónica del nuevo régimen neoliberal vigente de
    la división mundial del trabajo en relación con el
    capital y el Estado.

    A la temporalidad laboral a que se ven sujetos cada vez
    más amplios contingentes de trabajadores y trabajadoras de
    todo el mundo, aunada a la situación de un crónico
    desempleo que involucra a grandes poblacionales que no gozan de
    prestaciones
    sociales ni de subsidios, se le denomina fractura social.25 Para
    nosotros este fenómeno de fractura social significa un
    despiadado y peligroso proceso de fragmentación de la
    clase obrera, de sus sindicatos y
    de sus ámbitos sociales centrados en la familia, en
    la vida cotidiana, en las formas de pensamiento y en las
    ideologías, así como en la dimensión
    pública de su campo de acción.26

    Desde una perspectiva teórico se
    presuponía que el desarrollo
    técnico-científico27 y su aplicación a los
    procesos de trabajo y la organización laboral,
    redundarían para contrarrestar la fractura social y los
    procesos de precarización y fragmentación del mundo
    del trabajo con el fin de afianzar la superación de los
    elementos negativos de la reestructuración capitalista en
    el curso de la década de los ochenta del siglo XX. Pero
    esto no ha sido así. Por el contrario, de acuerdo con
    investigaciones actuales28 se advierte que en esta
    perspectiva la tecnología aplicada en los procesos
    productivos y de trabajo, así como la adopción
    de nuevas formas organizativas basadas en el neofordismo, el
    neotaylorismo, la reingeniería y el toyotismo, por
    término medio, han reforzado esos cuatro ámbitos de
    la reestructuración del trabajo, además de extender
    su radio de
    acción a la economía y la
    sociedad amenazando seriamente a las poblaciones trabajadoras de
    todo el mundo.

    Pareciera que presentamos una visión negativa del
    estado de cosas relativo a la sociedad y al mundo del trabajo muy
    alejada de las figuras mediáticas y de las imágenes
    que promueven los medios privados y oficiales. Pero no es
    así, los autores citados han derivado de sus
    investigaciones impresiones similares que encuentran sustento en
    la realidad social de nuestros países y en las tendencias
    macro y micro que se proyectan en el horizonte. Es así
    como, por ejemplo, Nise Jinkings destaca las
    características de la sociedad contemporánea cuando
    describe la dinámica social en términos de
    "…destrucción, precarización, eliminación
    de puestos de trabajo, desempleo estructural, un mundo conducido
    por la razón instrumental que no es otra cosa que la
    vigencia de la sinrazón".29 Sinrazón que, sin
    embargo, rige la nueva organización capitalista del
    trabajo y la lógica instrumental de los métodos de
    producción de valor, de plusvalía y de ganancias
    (medias y extraordinarias) en el capitalismo actual informatizado
    bajo la cobertura del neofordismo, al reingeniería y el
    toyotismo informatizados.

     

    Palavras
    finais

    Desde la perspectiva de las ciencias
    sociales, de la sociología del trabajo y del pensamiento
    crítico latinoamericano en este ensayo no
    podemos asentar una "conclusión definitiva" simplemente
    porque no la hay en un tema tan complejo como el del mundo del
    trabajo y su actual dinámica dentro del proceso de
    mundialización del capital. En su lugar, más bien,
    debemos exponer que el tema del mundo del trabajo, en tanto
    objeto de estudio de las ciencias
    sociales, aún reclama mucha tinta por derramar a
    través de investigación teórica y
    empírica (por cierto muy escasa en nuestros tiempos); de
    tratamientos especiales de estudios de caso por empresa, rama,
    sector país y a escala mundial para poder estar en
    condiciones de poder inferir tendencias que apuntalan su
    reestructuración por los sistemas neoliberales
    imperialista y posfordistas como el neotaylorismo, el toyotismo,
    la reingeniería en concordancia con las estrategias
    tecnológicas y geopolíticas que desplieguen el
    capital, sus empresas y el Estado neoliberal.

    Ante la precarización, fragmentación,
    flexibilización y tensión del mundo del trabajo y
    de sus expresiones organizativas y de lucha (sindicatos, huelgas,
    autogestión, control obrero de la producción)
    debemos estudiar profundamente cuál va a ser primero el
    proceso de reestructuración y, en seguida, de
    reconstrucción de un nuevo mundo del trabajo y de la
    sociedad surgido de las miserias y calamidades de la
    reestructuración salvaje en curso, así como de la
    crisis civilizatoria del modo de producción capitalista en
    escala mundial.

    En este contexto teórico, epistemológico y
    analítico es urgente recuperar una visión completa
    y dinámica por localidades, regiones y países del
    mundo del trabajo como un plasma que abarca la totalidad del
    planeta. El concepto Trabajo como un coagulo que sintetiza
    los valores de
    uso y de cambio y sus categorías derivadas
    (salarios, precios,
    plusvalía, ganancia, renta, impuestos) que en
    el capitalismo dinamizan, de principio, la reproducción de
    mercancías, de las sociedades y de los Estados.

    En síntesis: estamos frente a la
    dialéctica de la historia y sus vicisitudes dentro de las
    dos únicas alternativas que el Estado capitalista
    contemporáneo y la sociedad burguesa plantean a la
    humanidad: o la barbarie destructiva (tipo Haití, Irak o
    Afganistán) o, bien, la civilizatoria, libertaria y
    democrática que carece de espacios territoriales,
    identitarios, éticos, culturales y espirituales dentro del
    actual (des)orden del modo capitalista de producción
    planetario.

     

    Bibliografía

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      Plaza y Valdés-FCPyS-UNAM-UOM, México, 2005,
      1ª edición.

     

     

    Notas

    * Sociólogo, investigador del Centro de Estudios
    Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias
    Políticas y Sociales de la Universidad
    Nacional Autónoma de México (UNAM). Correo
    electrónico: amatl01[arroba]prodigy.net.mx

    1. Recuérdese una voluminosa obra de Jeremy
    Rifkin, La era del acceso la revolución de la nueva
    economía Barcelona, 2000 donde la clave del "acceso" es el
    comercio
    electrónico e Internet.

    2. Desarrollamos esta tesis en nuestro libro: La
    reestructuración del mundo del trabajo,
    superexplotación y nuevos paradigmas de la
    organización del trabajo, coedición Editorial
    Itaca-UOM-ENAT, México, 2003, 1ª
    Edición.

    3. Ricardo Antunes, O caracol e sua concha, ensaios
    sobre a nova morfología do trabalho, Boitempo, Sao Paulo,
    2005, p. 26.

    4. Al respecto dice Habermas que el objetivo de Marx
    "…es denunciar el proceso de mantenimiento del sistema
    económico como una dinámica de explotación
    que la objetivación y la anonimización hacen
    irreconocible", Jürgen Habermas, Teoría de la
    acción comunicativa, vol. II, Crítica de la
    razón funcionalista, México, Taurus, 2005, pp.
    477478.

    5. Un libro de inspiración evolucionista con
    fuerte contenido reduccionista tecnológico representativo
    de esta corriente es el de Carlota Pérez,
    Revolución tecnológica y capital financiero, la
    dinámica de las grandes burbujas financieras y las
    épocas de bonanza, Siglo XXI, México, 2002. El
    determinismo tecnológico se aprecia en el siguiente
    párrafo: "…cada revolución tecnológica
    ineluctablemente induce un cambio de paradigma…Un
    paradigma tecnoeconómico es, entonces, un modelo de
    optimización constituido por un conjunto de principios
    tecnológicos y organizativos, genéricos y ubicuos,
    el cual representa la forma más efectiva de aplicar la
    revolución tecnológica y de usarla para modernizar
    y rejuvenecer el resto de la economía" (p. 41). La
    pregunta necesaria ante este planteamiento y cuya respuesta
    está ausente en el libro de la autora es:
    ¿cuál es el sujeto real, la fuerza económica
    y política, la clase social o grupo, que
    desencadenan la "inminente" revolución
    tecnológica?

    6. André Gorz, Adiós al proletariado,
    Barcelona, 1980, Viejo Topo, p. 11.

    7. André Gorz, "Salir de la sociedad del
    trabajo", Memoria no, 199, México, septiembre de 2005, pp.
    25-33.

    8. Ibíd., pp. 32-33.

    9. Jeremy Rifkin, El fin del trabajo, Paidós,
    Barcelona, 1997.

    10. Una gran parte de los autores que deshabilitan la
    centralidad del trabajo a partir de la "evidencia" de su
    "disminución" no advierten, al igual que Rifkin, la
    diferencia existente entre globalización de la fuerza de
    trabajo, que explica los flujos de las migraciones por todo el
    mundo, y la globalización del capital variable que indica
    el proceso de cambio en la distribución de las inversiones en
    fuerza de trabajo por parte de las empresas transnacionales. Al
    respecto véase esta diferencia en: Martínez
    Peinado, Javier, El capitalismo global, límites al
    desarrollo y a la cooperación, Icaria, Barcelona,
    1999.

    11. Clause Offe, y Karl Hinrichs, La sociedad del
    trabajo, problemas estructurales y perspectivas de futuro,
    Alianza, Madrid, 1992.

    12. Véase Jürgen Habermas, "Ténica e
    ciencia como ideología", Os pensadores, Sao Paulo, abril
    de 1975, además de su Teoría de la acción
    comunicativa, op. cit.

    13. Antunes, O caracol…op. cit., p. 24.

    14. Alain Touraine en: "Antinuclear reactions on
    antinuclear movement" (cit. por Offe, op. cit, p. 50).

    15. Op. cit., p. 51.

    16. Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio,
    Paidós, Buenos Aires, 1ª reimpresión, 2002, p.
    42 y ss. Véase también de estos autores su
    más reciente libro Multitud, Debate, Barcelona,
    2004.

    17. Maurizio Lazzarato y Antonio Negri, Trabajo
    inmaterial. Formas de vida y producción de subjetividad,
    DP&o de Janeiro, 2001 (Disponible en archivo PDF en
    Internet: http://www.google.com.mx/search?hl=es&s de explicar
    los efectos de la maquinaria (el "capital fijo" le llama) en el
    trabajo y en la fuerza de trabajo asienta que: "La naturaleza no
    construye máquinas, ni locomotoras, electric telegraphs,
    selfacting mules, etc. Son éstos productos de la industria
    humana; material natural, transformado en órganos de la
    voluntad humana sobre la naturaleza y de su actuación en
    la naturaleza. Son órganos del cerebro humano
    creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento.
    El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto
    el
    conocimiento o knowledge social general se ha convertido en
    fuerza productiva inmediata y, por lo tanto, hasta qué
    punto las condiciones del proceso de la vida social misma han
    entrado bajo los controles del general intellect y remodeladas
    conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas
    sociales son producidas no sólo en la forma del
    conocimiento, sino como órganos inmediatos de la
    práctica social del proceso vital real". Carlos Marx,
    Elementos fundamentales para la crítica de la
    economía política,1857-1858, Siglo XXI,
    México, Tomo II, 8ª edición, 1980, pp.
    229-230. La secuencia no deja lugar a dudas: las maquinas,
    locomotoras, en general el capital constante (fijo y circulante)
    en tanto órganos del cerebro humano, son producto de la
    mano humana, o sea, de la fuerza de trabajo del obrero colectivo
    global que, a la vez, es fuerza objetivada del conocimiento en
    tanto fuerza productiva inmediata. En la lógica de este
    razonamiento de Marx, muy al contrario de la interpretación que hacen Negri y Lazzarato
    de este pasaje, este fenómeno del general intellect
    ocurre, contradictoriamente, en el seno del sistema capitalista y
    sigue sujeto a sus leyes inmanentes; la ley del valor, la
    producción de plusvalía y de ganancias mediante el
    proceso inminente de explotación de la fuerza de trabajo
    (global) por el capital. Lo que se puede decir, entonces, es que
    la verdadera liberación del "sujeto de la
    producción" (la "subjetividad" el obrero) ocurrirá
    en el seno de una nueva formación económica y
    social radicalmente distinta al capitalismo.

    19. Habermas, Teoría de la acción
    comunicativa…op. cit., p. 479 y ss.

    20. Ibíd., p. 484.

    21. Datos tomados de Irma Balderas Arrieta, Mujeres
    trabajadores en América Latina: México, Chile y
    Brasil, coedición Plaza y Valdés-UOM,
    México, 2005 (en prensa).

    22. Ricardo Antunes, ¿Adiós al trabajo?,
    ensayo sobre las metamorfosis y la centralidad del mundo del
    trabajo, Cortez, São Paulo, 2001.

    23. OIT, Informe sobre el Empleo en el Mundo 2004-2005:
    empleo, productividad y reducción de la pobreza. Ginebra,
    OIT, 2005. ISBN 92-2-114813-0. Disponible en Internet:
    http://www.ilo.org/public/english/employment/strat/wer2004.htm.

    24. Este tema lo desarrollo en mi libro:
    Globalización y precariedad del trabajo en México,
    El Caballito, México, 1999.

    25. Esta denominación se debe al CAES,
    "¿Fin del trabajo?", Centro de Asesoría y Estudios
    Sociales (CAES), 5 de Septiembre de 2005, versión en
    Internet: http://www.nodo50.org/caes/articulo.php?p=428&alar
    que, en otro ámbito, la fractura social y la
    fragmentación en tanto fenómenos humanos,
    también se advierten en el plano del pensamiento y de las
    ciencias sociales. Al respecto véase mi libro:
    América Latina, de crisis y paradigmas: la teoría
    de la dependencia en siglo XXI, coedición Editorial Plaza
    y ValdésFCPyS-UNAM-UOM, México, 2005, 1ª
    edición.

    27. En América Latina Theotônio Dos Santos
    es uno de los pioneros estudiosos de los efectos de la
    revolución científicotécnica en las
    formaciones sociales contemporáneas y de sus impactos
    sobre el crecimiento
    económico. Al respecto véanse sus libros:
    Revolução científico-técnica e
    capitalismo contemporâneo, Vozes, Petrópolis, 1983 y
    Revolução científico-técnica e
    acumulação do capital, Vozes, Petrópolis,
    1987.

    28. Nise Jinkings, Trabalho e resistencia na 'fonte
    misteriosa'. Os bancarios no mundo da eletrónica e do
    dinheiro, Editora da UNICAMP, Sao Paulo, 2005 y Eurenice De
    Oliveira, Toyotismo no Brasil, desencantamento da fábrica,
    envolvimento e resistencia, Sao Paulo, 2004, Expressáo
    Popular. También incluyo aquí mi libro: La
    reestructuración del mundo del trabajo,
    superexplotación y nuevos paradigmas de la
    organización del trabajo, coedición Editorial
    ItacaUOM-ENAT, México, 2003, 1ª Edición.
    Existe una edición ilustrada de este libro publicada en
    Galicia, España: A reestructuración do mundo do
    traballo, editado por la Confederación Intersindical
    Galega y Promocións Culturais Galegas, S.A., Vigo
    (Galiza), España, marzo do 2005, 1ª
    edición.

    29. Jinkings, op. cit., p. 12. Cursivas de la
    autora.

     

    * Este artículo se encuentra bajo la licencia
    Creative Commons
    Acceso al texto
    completo:
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    Adrián Sotelo*

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