- Globalización y
mundo del trabajo - Vertientes
teóricas de la –supuesta– descentralización
del trabajo en el capitalismo posmoderno e
informatizado - Reestructuración
y centralidad: relación desarrollo- subdesarrollo en
el mundo del trabajo - Palavras
finais - Bibliografía
- Notas
"…el orden implicado es particularmente adecuado para
la comprensión de la totalidad no fragmentada en movimiento
fluyente porque, en el orden implicado, la totalidad de la
existencia está plegada dentro de cada región del
espacio (y del tiempo).
Así, cualquiera de las partes, elementos o aspectos que
podamos abstraer en el pensamiento,
estará plegado en el todo y, por consiguiente,
estará relacionado intrínsecamente con la totalidad
de la cual ha sido abstraído. De este modo la totalidad
impregna todo lo que se está discutiendo desde el mismo
principio".
David Bohm, La totalidad y el orden implicado
Nuestro punto de partida contempla la teoría
del valor de
Marx que
sustenta la de los ciclos económicos para analizar los
problemas del
mundo del trabajo en la época contemporánea. En
segundo lugar, planteamos la hipótesis de la inversión de los ciclos económicos
donde las fases de prosperidad se están reduciendo
mientras que aumentan las de recesión y de crisis–, que
provoca un fuerte impacto tanto en la disminución del
empleo y en el
aumento de la desocupación como en la
flexibilización y precarización de la fuerza de
trabajo como una necesidad del capital para
continuar con su reproducción en la medida en que el
sistema es
incapaz de sustentarla con masas crecientes de valor. Es decir,
el capitalismo ha
entrado en un foso sin salidas, donde cada vez más produce
menos valor y plusvalía provocando una extensión de
la superexplotación del trabajo en escala mundial
como mecanismo recurrente para mantener al sistema en niveles
crecientes de ganancias extraordinarias que resultan de una
intensificada competencia
intercapitalista entre los grandes monopolios y conglomerados
mundializados.
Por último, vislumbramos la problemática
del mundo del trabajo, sus principales mutaciones y
transformaciones como el preludio de grandes cambios de diverso
orden (social, ético, cultural, psicológico) que,
sin embargo, no se traducen en la anulación de su
centralidad dentro de la lucha económica y política entre
el trabajo y
el capital, sino más bien en su refuncionalización
tanto en lo que respecta a seguir siendo pieza clave de la
reproducción capitalista como, y más importante
aún, en las grandes transformaciones que deben
experimentar las sociedades de
clase para
superar el sistema de relaciones sociales vigente.
Globalización y mundo
del trabajo
En el debate sobre
la globalización-mundialización del
sistema capitalista destaca el problema del mundo del trabajo
como una categoría política, sociolaboral y
cultural. Sin embargo, este mundo –que no solamente comprende la
esfera de la producción y del proceso de
trabajo sino, además, los mercados de
trabajo donde se compra y se vende la fuerza de trabajo, las
condiciones de trabajo y los derechos sociales y
laborales– mantiene una relación compleja y
contradictoria con otra categoría fundamental de la
moderna sociedad, el
capital, por lo menos en cinco planos de su existencia
real.
En primer lugar, en el económico y de la
reproducción material figura la existencia legal e
institucional de la propiedad
privada de los medios de
producción y de consumo,
así como la apropiación por el capital, de los
productos-mercancías producidos por la
fuerza de trabajo, lo que supone que esta última siga
dependiendo de la fórmula general del capital dinero-productivo y mercantil y que no pueda
escapar de su órbita, lo que provoca que todos los
productos del trabajo (valor, plusvalía, ganancia, renta y
riqueza material) fluyan a las arcas de las empresas, de los
bancos y de
las bolsas de valores del
capital privado nacional e internacional provocando crisis
económicas, estallidos de burbujas especulativas (como en
Japón y
en los Tigres
Asiáticos en la década de lo noventa),
caída de la masa salarial, desempleo y
precarización del trabajo con pérdida de derechos
sociales y laborales para los trabajadores.
En segundo lugar, cabe destacar que en la estructura
social el mundo del trabajo se recrea dentro de
fábricas, empresas, servicios,
familias, matrimonios, amigos, territorios y comunidades que lo
hacen constantemente identitario, cooperativo y expresivo de sus
intereses de clase, de cultura, de
etnia, de
nación,
de credo ideológico y religioso. Estructuras
que entran en contradicción con los principios,
ideologías y mecanismos de dominación vigentes en
las sociedades de clase, en particular, con la capitalista que
activa sus dispositivos en los medios de
comunicación (TV, prensa escrita,
vídeo, cinematógrafo, etcétera)
prácticamente en todos los países y regiones del
planeta para "desideologizar" y fracturar las actitudes
solidarias y cooperativas
del mundo del trabajo.
En tercer lugar, en el plano político, el mundo
del trabajo conlleva inherentemente fuertes procesos de
despolitización de la clase obrera y del proletariado
(campesinos, indígenas, estudiantes, amas de casa) que los
imposibilitan para participar en el poder
político del Estado
capitalista para convertirse en sujetos reales e
históricos de transformación de la sociedad en
todos los planos: local, municipal, provincial, estatal,
nacional, regional e internacional. Por eso la famosa "tercera
vía" no funciona. La "democracia" en
el capitalismo empresarial y liberal resulta sólo una
quimera en la que deben creer todos los "participantes" si
quieren subsistir y no ser reprimidos por los órganos de
contrainsurgencia. Sólo los partidos
políticos institucionales hacen el juego del
poder para reproducirlo incesantemente como un rito
mágico.
El cuarto elemento es la cultura y la tradición
de pueblos y comunidades, cuyo sistema central de valores (de
pertenencia, libertad,
solidaridad,
lealtad, lengua, etnia,
creencias y utopías) está amenazado por la
vorágine de la globalización –expresada en la
tecnología
de internet y en la
difusión de la "modernidad"– y
de la mundialización del capital que implica la
transnacionalización de los ciclos económicos
nacionales empezando por la moneda (como en la Unión
Europea con el euro) o por acuerdos comerciales como el
Mercosur o
francamente inequitativos, injustos y asimétricos como el
Tratado de Libre
Comercio de América
del Norte (TLC).
En quinto lugar, la existencia real, material e
histórica de la clase obrera, del proletariado y de
categorías sociolaborales (técnicos,
científicos, analistas, programadores, ingenieros,
diseñadores) que reproducen su existencia mediante la
venta en los
mercados laborales de su fuerza de trabajo a un patrón
–sea este el Estado o el
empresariado o a un conglomerado mixto– para recibir a cambio un
salario
(cualquiera que sea la forma que éste asuma), confirma que
la fuerza de trabajo en todo el mundo sigue siendo un factor
fundamental del desarrollo de
las fuerzas productivas y de mantenimiento
de las relaciones sociales en el capitalismo
contemporáneo, pero también la figura
emblemática y real que visible o invisiblemente se
enfrenta constantemente al capital en una suerte de lucha de
clases que la prensa y los medios académicos corporativos
intentan por todos los medios ocultar.
En sexto lugar destaca el avance tecnológico y de
la ciencia
(I&n estratégicamente irreconciliable con el universo del
capital, sobre todo, porque al revés de aumentar la
ocupación, los salarios y la
calificación en el trabajo, por el contrario, como
demuestran estudios empíricos serios, provoca desempleo
tecnológico, merma salarial, descalificación,
segmentación de los mercados laborales,
tercerización, marginalidad
social, intensidad del trabajo (a través del neotaylorismo
y el toyotismo), aumento promedio de la jornada laboral y
superexplotación del trabajo en escala
creciente.
En el plano ideológico la lucha de las ideas y la
toma de conciencia por
parte de las clases trabajadoras de todos los países y
continentes son fundamentales para la comprensión crítica, identitaria y conciente de la
realidad social y laboral para descubrir y estimular las
potencialidades críticas de su
transformación.
La ideología tiene dos vertientes: una se
puede considerar negativa porque distorsiona la realidad de
acuerdo con el color y los
intereses con que se mire –"este es el mejor mundo posible", "el
sistema capitalista puede resolver todos los problemas de los
trabajadores", "la integración de las naciones es positiva
porque me permite transitar más allá de las
fronteras", "todo mundo tiene acceso a internet y puede volverse
ciudadano del mundo"1–. Un mundo feliz sin riesgos y
lleno de promesas…insatisfechas.
La otra vertiente es positiva porque reabre el debate
sobre la existencia real del mundo del trabajo y, sobre todo,
porque postula que son sus sujetos concretos los que pueden,
potencial y realmente, transformar radicalmente las sociedades
existentes y el sistema capitalista que les sirve de sustento.
Los trabajadores y trabajadoras recuperan así su potencial
creativo para poder ser sujeto histórico de
transformación.
Estas contradicciones que hemos reseñado de
manera general, muestran un hecho que es incontrovertible: que el
mundo del trabajo existe en sí y para sí y
constituye el polo opuesto del capital cualquiera que sea la
forma de existencia que este asuma: productivo, comercial,
financieroespeculativo, tecnológico o industrial: no es la
forma sino el contenido lo que entra en
tensión.
La centralidad del trabajo asalariado, creador de valor,
responsable de la producción de plusvalía y de las
ganancias que dinamizan la reproducción ampliada del
capital sigue siendo eje central en las sociedades capitalistas
contemporáneas.
Vertientes teóricas de
la –supuesta– descentralización del trabajo en el
capitalismo posmoderno e informatizado
En las dos últimas décadas, de manera
particular luego de la caída de la URSS y del bloque
socialista el pensamiento marxista ha enfrentado una intensa
envestida por parte de la ideología neoliberal y de las
diversas expresiones ideológicas del "pensamiento
único". Generalmente sin argumentos sólidos que las
sustenten, dichas críticas van dirigidas contra las
ideas-fuerza, conceptos, categorías, hipótesis y
leyes como la
del valor, de la plusvalía y de la tasa de ganancia que
caracterizan al capitalismo como un sistema histórico que,
por tanto, posee un ciclo de desarrollo, de crisis y de
decadencia como demostró Marx y la corriente marxista en
los últimos dos siglos.
Particular relevancia reviste el descarte que el
pensamiento dominante ha intentado de conceptos como el trabajo y
el capital en tanto centrales en el sistema, así como
dinamizadoras del mismo a través de una lucha secular
entre ambos que se expresa tanto en el ámbito
económico-estructural, como social, político y
cultural.
El carácter clasista de la
contradicción trabajo-capital (contradicción que
actúa como motor de la
historia) fue
sustituido por una especie de armonicismo sociológico que
a lo sumo la reconocían, sí, pero como accesoria o
subsidiaria de otras dimensiones "superiores" como el desarrollo
tecnológico, los sistemas
comunicativos y otras encaminadas a "explicar" la naturaleza
social y económica del capitalismo de nuestros días
presentando una "camino alternativo", "incluyente" y equitativo
que no implica, se nos dice, cambios radicales que trasciendan el
orden existente, aunque el mundo del trabajo permanece en
tensión debido al cúmulo de transformaciones
estructurales, sociales, jurídicas y laborales en
marcha.
En este contexto ha sido objeto de ataques,
especulación y desestructuración la vigencia de la
centralidad del trabajo en el mundo contemporáneo.
Ciertamente que esta centralidad ha experimentado modificaciones
debidas a la reestructuración del capital operada en las
dos últimas dos décadas del siglo XX y en el primer
lustro del siglo XXI. Sin embargo ello no ha implicado su
deshabilitación como proceso fundacional, esencial e
histórico del desarrollo del capitalismo mundial y de las
sociedades de clase que se reproducen en función de
la ley del valor, de
la explotación, de la producción de
plusvalía y del permanente aumento de las
ganancias.
A pesar de la evidente
globalización-mundialización del capital que se ha
verificado intensamente a partir de la década de lo
ochenta del siglo pasado cuando el par dialéctico
capitalismo-imperialismo
se transformó en neoimperialismo-neoliberalismo, sin embargo, el mundo del trabajo
sigue existiendo en tanto contradicción esencial del
capital social global y él es insustituible hasta ahora
para resolver los graves problemas de la humanidad y preservar su
existencia en el futuro.
Sin trabajo y sin valor no puede existir la sociedad
capitalista, por lo menos la que se sustenta en sus cimientos
constitutivos como la propiedad privada de los medios de
producción, el ciclo del capital y la producción
mercantil, la incontenible especulación inmobiliaria y
financiera, la producción de plusvalía mediante los
sistemas de explotación del trabajo basados en la
plusvalía absoluta y relativa y en la
superexplotación.2
Las transformaciones estructurales, políticas,
tecnológicas y sociales que experimentaron las sociedades
de clase y el capitalismo mundial de carne y hueso en las dos
últimas décadas estimularon la difusión de
"tesis" relativas a que en ese contexto se habría
producido un fenómeno de reducción sustancial de la
importancia cuantitativa y cualitativa del trabajo como mecanismo
central del proceso de creación de valor, de
reproducción del capital y de la lucha contra éste.
Tesis que surgen en contextos específicos delimitados por
problemáticas sociológicas,
técnico-económicas y jurídico laborales muy
concretas de los países europeos y, en particular, de
Estados Unidos
y de Japón donde el mundo del trabajo representa una
porción minoritaria respecto al contexto del mundo del
trabajo global que, como hace notar Ricardo Antunes, en los
países del tercer mundo cubre más de dos tercios de
la humanidad. Su planteamiento es el siguiente:
"Los críticos de la sociedad del trabajo
pueden estar equivocados al enfatizar,
eurocéntricamente, que el trabajo está en
vías de extinción, que el capital ya no necesita
de esa mercancía especial. Vale recordar que por lo
menos dos tercios de la humanidad que trabaja se encuentra en
el tercer mundo: en Asia, en
Oriente, en África y en América
Latina. No parece un buen ejercicio analítico
tematizar sobre el mundo del trabajo con un corte excesivamente
eurocéntrico. Eso sin hablar de la complejidad que
deriva de la nueva división internacional del trabajo en
la era del capital mundializado".3
El predominio o si se quiere la hegemonía del
mundo del trabajo sobre formas fetichizadas encubiertas de
ciencia y
tecnología4 en los países capitalistas dependientes
de la periferia del sistema automáticamente relativiza
afirmaciones eurocéntricas relativas al fin del trabajo
que han sido elaboradas y tematizadas "científicamente" en
función de realidades concretas e históricas del
capitalismo y del mundo del trabajo existente en esos
países: de manera particular en Estados Unidos, Inglaterra,
Alemania,
Francia,
Italia o
Japón (cuna del toyotismo y de la revolución
organizacional) por mencionar a los más importantes
integrantes y socios del G-7 y del neoimperialismo.
De esta forma la realidad que viven los trabajadores
(as) de los países industrializados se edifica y analiza
con consignas como el "fin del trabajo" que pronto se ven
trasladadas mecánicamente y sin las mediaciones
correspondientes al mudo del trabajo de los países
subdesarrollados. En otras palabras se convierten primeramente en
"modelos
ideales" inspirados en planteamientos metodológicos de
Max Weber para
después importarlos a la periferia del sistema.
Lo verdaderamente sorprendente es que estos
fenómenos de "destrucción creativa" para erigir
"otra cosa nueva" relativa al mundo del trabajo han sido
interpretados, en buena parte de los casos por sociólogos,
comunicólogos, politólogos y economistas como
"pruebas
empíricas" de la desaparición –o pérdida de
eficacia
cognoscitiva y constitutiva– del mundo del trabajo en la
estructuración de las sociedades contemporáneas
frente al "nuevo orden social" supuestamente diferente, en forma
y contenido, del capitalismo. En su lugar, líneas
evolucionistas de pensamiento de corte shumpeterianas y
concepciones desarrollistas con base en la descripción de "trayectorias
tecnológicas", exógenas al sistema, se
habrían encargado de sustituir a la teoría marxista
del capitalismo y de su crisis para "resolverla" mediante
sustitutos como la ciencia y la técnica, la
comunicación, la posmodernidad,
el despliegue de la globalización, de las sociedades
red y de un
cúmulo de nociones abstractas y ahistóricas
carentes de contenidos históricos, empíricos y
cognoscitivos.5
En este contexto un ejemplo de eurocentrismo
puro se revela en la siguiente cita profética de un
libro de
André Gorz6 cuando afirma que:
"La razón más inmediatamente
perceptible es que la abolición del trabajo es un
proceso en curso y que parece llamado a irse acelerando.
Institutos independientes de previsión económica
(¿?) han estimado para cada uno de los tres
países industriales de Europa
Occidental, que la automatización suprimirá, en el
espacio de diez años, cuatro o cinco millones de
empleos, a menos que se lleve a cabo una profunda
revisión de la duración del trabajo, de los fines
de la actividad y de su naturaleza".
Sin que el autor explicite cómo, quién y
con qué mecanismos se va a llevar a cabo esa "profunda
revisión" de la duración del trabajo, de sus fines
y naturaleza, ciertamente no se puede negar que desde que se
publicó esta obra de Gorz, en todo el mundo se han
registrado importantes cambios como el declive promedio de la
industria, la
informatización de los procesos de trabajo, el auge de los
servicios y de la "sociedad del conocimiento",
también han ocurrido despidos masivos de trabajadores por
obra de la automatización, el aumento de la productividad
social del trabajo, revoluciones en el capital fijo y circulante
y en otros mecanismos encaminados a este fin, como por cierto
constató el mismo Marx en su época en el siglo XIX.
Sin embargo ello no representó el "fin del trabajo.", sino
más bien su reestructuración y una nueva
configuración estructural tanto en relación con la
estructura
capitalista como en su posición en la sociedad.
En otro trabajo reciente André Gorz vuelve a
insistir en el tema ahora bajo el ambiguo título de "Salir
de la sociedad del trabajo"7 sin mostrar los caminos concretos de
cómo hacerlo. Atrapado en la dicotomía de "superar"
la sociedad salarial sin superar al mismo tiempo el modo de
producción capitalista, el autor destaca su planteamiento
central:
"Superaremos la sociedad salarial-y con ella el
capitalismo- cuando las relaciones sociales de
cooperación voluntaria y de intercambios no mercantiles
autoorganizados predominen sobre las relaciones de
producción capitalistas: sobre el trabajo-empleo, el
trabajo mercancía. Esta superación del
capitalismo está inscrita en la lógica de la transformación
técnico-económica en curso, pero ésta
sólo conducirá a una sociedad
poseconómica, poscapitalista, si esta sociedad es
proyectada, exigida, por una revolución tan cultural
como política, es decir, si los 'actores sociales' saben
utilizar lo que todavía no es más que una
transformación objetiva para afirmarse como los sujetos
de la liberación que esta transformación hace
posible".8
Podríamos comentar más sobre esta cita de
Gorz; pero basta la anterior, formulada en un altísimo
grado de abstracción –tanto que se llega a volatilizar–
para referir la total ausencia de sujetos concretos de
transformación, los que más bien son representados
en inidentificables "relaciones sociales de cooperación
voluntaria y de intercambios no mercantiles autoorganizados" y en
presuntos "actores sociales" cuyo contenido y perfil no se llega
a materializar.
Por su parte Jeremy Rifkin habla de "fin del trabajo"9,
pero el problema con este autor es que se pronostica el
advenimiento de una sociedad "sin trabajadores" en
términos cuantitativos, pero no define qué es el
trabajo y su diferencia con la fuerza de trabajo. Solamente
verifica la disminución del mundo trabajadores en la
industria por efectos de la automatización, pero no
discute qué ocurre con la producción de valor y
como éste queda reemplazado por las máquinas.10
Claus Offe vislumbra una pérdida de centralidad
del trabajo y merma de conceptos y de ideasfuerza como
"capitalismo" y "sociedad industrial"11, a cambio de la
re-asunción de la teoría comunicativa de Habermas12
en la que la "la esfera intersubjetiva de la razón
comunicacional (en tanto proceso emancipador)13 viene a suplir al
mundo del trabajo atrapado en la esfera de la razón
instrumental.
Alain Touraine sustituye la problemática del
trabajo (supuestamente) por nuevas problemáticas cuando
afirma que "Las luchas y reacciones antinucleares caracterizan un
importante cambio en el campo de la política…es la
primera vez que los problemas del trabajo y la producción
han dejado de ocupar la posición central en la vida
política".14
Se entiende que a partir de aquí, en una escala
jerárquica conforme el sistema se hace más complejo
y multiplica su problemática (crisis, guerras,
devastación ecológica, degradación
sicológica y moral de las
sociedades humanas, corrupción, narcotráfico, por mencionar algunas) el
trabajo y sus sujetos, los trabajadores (as) de todo el planeta,
queda estacionado en el piso –si no es que en el sótano–
de la jerarquía; casi como una nota al pié de
página.
Offe propugna por crear una teoría dinámica del cambio social que explique las
causas por las que el trabajo y la producción van
perdiendo fuerza y capacidad para estructurar y organizar las
sociedades contemporáneas frente a un nuevo campo de
"acción
social" caracterizado afirma- por la irrupción de
"nuevos actores" y de "nuevas racionalidades"15, pero sin
decirnos ni una palabra sobre cuáles son las nuevas
fuerzas y formas estructurantes de dichas sociedades. El problema
no está en crear, si es necesario, esa teoría, sino
en formular antes, y despejar, verdaderamente si las anteriores
teorías, particularmente la marxista, ya no
responden y por qué a la nueva configuración
social, cuestión a la que no da respuesta el
autor.
Por su parte Negri y Hardt en su libro Imperio hablan de
la hegemonía creciente del "trabajo inmaterial"16 y de la
necesidad de elaborar una nueva teoría del valor y de la
subjetividad "…que opere a través del conocimiento, la
comunicación y el lenguaje"
(op. cit. p. 43), sin solventar sus afirmaciones con investigación empírica y con
datos y hechos
que las validen sobre todo en el conglomerado humano del mundo
del trabajo de los países subdesarrollados.
En otro trabajo, Antonio Negri y Maurizio Lazzarato17
afirman tajantemente, pero sin demostrarlo, que "El trabajo
inmaterial tiende a volverse hegemónico, de forma
totalmente explicita". Insisten en la hegemonía que ha
alcanzado el trabajo inmaterial plasmado, según ellos, en
la
personalidad, la subjetividad y en el alma en la
sociedad contemporánea. Identifican un ciclo social de la
producción constituido por la "fabrica difusa", la
organización del trabajo descentralizado y por
diferentes formas de tercerización de la
producción. De aquí resulta la siguiente
tesis:
"…el ciclo del trabajo inmaterial es
preconstituido por una fuerza de trabajo
social y autónoma, capaz de organizar el propio
trabajo y las propias relaciones con la empresa.
Ninguna organización científica del
trabajo puede predeterminar esta capacidad y la capacidad
productiva social".
Afirmación problemática y difícil
de comprobar relativa a que la fuerza de trabajo haya llega a ser
"autónoma" frente al capital y las gerencias autoritarias
del capitalismo informático que controlan el proceso de
trabajo y la valorización del capital a través de
sistemas automatizados. Según ellos el ciclo del trabajo
inmaterial se ha convertido en la base fundamental de la
producción, de la reproducción y del
consumo.
Lo más grave de su razonamiento de estos autores
es cuando trasladan y sustituyen el problema de la
explotación capitalista y lo resuelven-diluyen en el campo
ético de la subjetividad cuando afirman que "…el trabajo
inmaterial no se reproduce (y no reproduce la sociedad) en una
forma de explotación, pero sí en la forma de
reproducción de la subjetividad".
En otras palabras se puede deducir de este razonamiento
que si el trabajo inmaterial es hegemónico en la sociedad
posfordista y, de acuerdo con la cita anterior, ese trabajo ya no
se reproduce en función de la explotación sino en
la reproducción de la subjetividad, entonces es evidente
que en la sociedad y en su sistema capitalista ha cesado la
explotación como categoría constitutiva de ese
sistema. Por lo que ahora se tendrá que explicar
cómo y de dónde se produce y reproduce la riqueza
social sin explotación, es decir, sin reposición
del capital fijo y circulante, sin creación de un nuevo
valor equivalente al valor de los salarios y sin plusvalía
(sin trabajo excedente no remunerado) que es la fuente de donde
brota la ganancia de empresario y
se asegura la reproductividad del sistema.
La evidente fetichización que se hace de la
fuerza de trabajo y del sistema capitalista en conjunto lleva a
los autores a plantear tesis absurdas e inviables como la
siguiente:
"La época en que el control de
todos los elementos de la producción dependía de
la voluntad y de la capacidad del capitalista es superada: es
el trabajo el que, cada vez más, define al capitalista,
y no al contrario".
En otras palabras obsérvese que aquí
llegamos al límite máximo de la
tergiversación e inversión de la comprensión
dialéctica y lógica de la naturaleza de la sociedad
capitalista en tanto modo de producción y formación
social mundial. Ahora resulta que es el "trabajo" (¿?) el
que determina y rige los destinos del capital, mientras que
éste se convierte en siervo de aquél.
¿Realmente sucede eso en los mundos del trabajo reales de
países como Estados Unidos, Alemania, Japón,
Italia, Francia, Suecia, México,
Brasil o en
los del Caribe?
La siguiente afirmación remata la
concepción política que estamos criticando.
Dicen:
"Si el trabajo tiende a volverse inmaterial, si su
hegemonía social se manifiesta en la constitución del General Intellect, si
esta transformación es constitutiva de los sujetos
sociales, independientes y autónomos, la
contradicción que opone esta nueva subjetividad al
dominio
capitalista (si de alguna manera se quiere designar a la
sociedad post industrial) no será dialéctica, y
sí alternativa. Como decir que para existir este tipo de
trabajo, que nos parece al mismo tiempo autónomo y
hegemónico, no se precisa más del capital y su
orden social, y, consecuentemente, el trabajo se pone
inmediatamente como libre y constitutivo. Cuando decimos que
esa nueva fuerza, no puede ser definida en el interior de una
relación dialéctica, queremos decir que la
relación que ésta tiene con el capital no es
solamente antagonista, ella está más allá
del antagonismo, es alternativa, constitutiva de una realidad
social diferente".
Aquí solamente cuestionamos que si como aseguran
los autores, esta nueva fuerza del general intellect –que, por
cierto, Marx concibe de una manera completamente distinta a como
la interpretan los autores de marras18– es ya hegemónica
como expresión del trabajo inmaterial: ¿puede
construir una "realidad social diferente"
(¿neocapitalista, o socialista, o comunista, o neoliberal
o neoestructuralista keynesiana?) sin superar radicalmente el
modo dominante de producción capitalista en su actual
estadio neoimperialista y mundializado basado en la
producción de valor y plusvalía mediante una
extendida y universalizante superexplotación de la fuerza
de trabajo?
La tendencia a la universalización y a la
supremacía del general intellect en la sociedad mantiene
una constante contradicción con las relaciones
capitalistas de producción y de apropiación basadas
en la propiedad privada y en la explotación de la fuerza
de trabajo del obrero colectivo por el capital.
La explicación de Habermas respecto a la
"absorción-integración" del mundo del trabajo
mediante la lógica de la razón funcionalista, la
que a la par corresponde a las funciones del
Estado social, se apoya en los siguientes pasos:
a) Realiza una diferenciación entre sistema y
mundo de la vida.
b) Ubica, en primera instancia, el mundo del trabajo
en la esfera de la vida.
c) Más tarde, es el sistema económico,
administrativo y el Estado quienes absorben al mundo del
trabajo, el cual queda encerrado en la jaula de hierro.
Según Habermas, Marx no "previó" esta
génesis en su teoría del
valor-trabajo.
d) Para Habermas la teoría del valor de Marx
contiene tres debilidades:19
d1) En primer lugar, según él, Marx
diferenció el sistema del mundo de la vida, pero su
separación no se tradujo en categorías propias
de los subsistemas políticos y
económicos.
d2) Marx carece de criterios para distinguir entre
el proceso de destrucción de las formas tradicionales
de vida y el de justificación del mundo de la vida que
corresponde a las sociedades postradicionales.
d3) La tercera debilidad, siempre según
Habermas, consiste en el sobredimensionamiento que Marx le
otorga a la lucha entre el trabajo y el capital directamente
derivada de la lógica conflictiva del valor, porque
según Habermas los procesos de cosificación no
necesariamente tienen que surgir de la esfera desde donde se
originan, es decir, del mundo del trabajo.
La conclusión final de estas tres "debilidades"
de la teoría del valor de Marx se resume en el siguiente
párrafo:
"Las tres debilidades que hemos analizado de la
teoría del valor explican por qué la
Crítica de la Economía
Política, pese a su concepto de
sociedad articulado en dos niveles, capaz, por tanto, de
combinar sistema y mundo de la vida, no ha permitido una
explicación satisfactoria del capitalismo
tardío".20
No es aquí el espacio adecuado para realiza un
análisis pormenorizado de la teoría
de la acción comunicativa de Habermas y de sus
consecuencias tanto en el desplazamiento de la teoría del
valor como en la fundamentación de la acción
comunicativa como base de una teoría de la sociedad
contemporánea. Simplemente señalamos que la
explicación habermasiana respecto del proceso de
absorción-integración del mundo del trabajo
mediante la lógica de la razón funcionalista pasa
por alto los siguientes elementos.
En primer lugar, que en la época de Marx (cuando
desarrolla la teoría el valor) el Estado social
capitalista es inexistente; entonces, se hablaba de un Estado
capitalista liberal.
En segundo lugar, la teoría del valor-trabajo de
Marx parte de la dinámica de la producción y desde
este esfera se proyecta al conjunto del cuerpo político y
social lo que, con otro lenguaje
diferente al parsoniano y sistémico, demuestra que
sí contempla la relación entre sistema y mundo de
la vida pero dentro de una concepción y lógica
global fundamentada en la teoría del valor y de otras
categorías como plusvalía y ganancia.
Marx no ignora el papel de la ideología y, por lo
tanto, del conjunto de los elementos que configuran la
superestructura de la sociedad burguesa, así como el papel
de la represión y el uso de la violencia por
parte del Estado en la (relativa) absorción y
contención de la lucha de clases y del conflicto
social, cuestiones que explican que en determinados periodos de
la historia aparezcan momentos de relativa estabilidad
estructural y de "paz social".
Por último, Habermas simplemente no aprecia que
la teoría del valor-trabajo contempla una
problemática específica que constituye la base de
la reproducción material del sistema capitalista y de
nociones cada vez más complejas y abstractas como la de
sistema, Estado, clases
sociales, poder y dominación.
Reestructuración y
centralidad: relación desarrollo- subdesarrollo
en el mundo del trabajo
Hemos destacado algunas concepciones influyentes en los
medios académicos y científicos dominantes
relativos a la supuesta pérdida de centralidad del trabajo
por múltiples causas sin dejar de reconocer que una gran
cantidad de argumentos son válidos descriptivamente para
apreciar fenómenos de indudable valía respecto a
cambios y comportamientos que han incidido en el mundo del
trabajo.
Sin embargo, a diferencia de las problemáticas
del mundo del trabajo de países industrializados como
Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, en los
países subdesarrollados el mundo del trabajo (asalariado y
otras formas refuncionalizadas por el capitalismo como el trabajo
a domicilio y la informalidad) ha aumentado como se constata con
el hecho de que en el año 2000 el total de la PEA mundial
alcanzaba 2 mil 732 millones 342 624 personas, de las que 85% se
concentra en los países de la periferia del capitalismo
central.21 Es decir, es la inserción de esta periferia con
el mercado mundial y
con los procesos productivos de los países desarrollados,
la que a través de transferencias de valor, de
plusvalía y de riqueza (petróleo, gas, agua,
productos agrícolas, minerales y un
sin fin de mercancías que son producto del
trabajo humano) posibilita que el núcleo duro de la
reproducción capitalista se mantenga, incluso, con tasas
declinantes de empelo industrial, con alza en el sector de los
servicios y con importantes ciclos de aumento de desempleo
estructural y tecnológico.
Otro problema, que nada tiene que ver con el "fin del
trabajo" es el hecho de que la población que trabaja, o sea como dice
Antunes: "la clase que vive del trabajo"22 tienda a reproducirse
en condiciones en que se incrementan las tasas relativas y
absolutas de la pobreza y la
extrema pobreza debido,
entre otros factores causales, a las bajas remuneraciones
reales que percibe. Es así que en términos de
remuneración y de aumento del número de
trabajadores el Informe sobre el
Empleo en el Mundo 2004-2005: empleo, productividad y
reducción de la pobreza de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) para el año 2003 revela
que de un total de 2 mil 800 millones de trabajadores de todo el
mundo 50% percibe menos de 2 dólares por día y que,
de éstos, 49.7% (550 millones), recibe menos de un
dólar por día en un contexto en que en ese mismo
año se registró un desempleo total de 185 millones
de personas por lo que la tasa de desempleo mundial
prácticamente no se modificó, pues pasó del
6,3 por ciento en 2002 al 6,2 por ciento en 2003.23
En términos generales se pude decir que en la
última década (1993-2003) en escala mundial se
aprecian tres patrones relativos a la correlación niveles
de desarrollo-desempleo por regiones y países. En el
primero, concerniente a los países capitalistas
desarrollados, las tasas de desempleo se fueron reduciendo al
pasar de 8.0% a 6.8% en ese período, mientras que en otras
regiones, como América Latina, aumentó de 6,9% a
8%, en Asia Oriental, de 2,4% a 3,3%; en Asia Sudoriental, de
3,9% a 6,3%, mientras que en Asia Meridional, Oriente Medio y
África del Norte el desempleo se mantuvo con tasas
estables.
Cuadro 1
Indicadores
del mercado de trabajo y económicos
(para todo el mundo y distintas regiones en años
determinados, porcentajes)
Lo anterior prueba que por más que el sistema a
través de la automatización presiona para sustituir
crecientemente de sus procesos productivos y de trabajo al factor
humano (en tanto fuerza de trabajo simple y compleja), este
objetivo tiene
límites
histórico estructurales dados por las necesidades y
características esenciales de la reproductividad del
sistema . En segundo lugar, demuestra que lo que verdaderamente
viene cambiando es la fisonomía del mundo del trabajo en
escala global derivada de la nueva división internacional
del trabajo y que la reestructuración, por lo menos, ha
modificado en cuatro direcciones:
a) Fomentado una profunda desregulación que
opera en los planos jurídico-políticos bajo la
acción coordinada del Estado y la patronal dentro de la
llamada "reforma del Estado" así promovida por el
Banco
Mundial, sobre todo, en América Latina.
b) Operando su flexibilización que implica la
creación de obreros polivalentes (multiusos) y
rotativos.
c) Trocando su integridad laboral, salarial, social y
conculcando sus derechos laborales mediante la
precarización laboral24 y, por último,
d) tercerizando las actividades productivas y el mundo
trabajo.
El resultado agregado de estas cuatro dimensiones, su
síntesis, se codifica en la
institución de la temporalidad como forma
hegemónica del nuevo régimen neoliberal vigente de
la división mundial del trabajo en relación con el
capital y el Estado.
A la temporalidad laboral a que se ven sujetos cada vez
más amplios contingentes de trabajadores y trabajadoras de
todo el mundo, aunada a la situación de un crónico
desempleo que involucra a grandes poblacionales que no gozan de
prestaciones
sociales ni de subsidios, se le denomina fractura social.25 Para
nosotros este fenómeno de fractura social significa un
despiadado y peligroso proceso de fragmentación de la
clase obrera, de sus sindicatos y
de sus ámbitos sociales centrados en la familia, en
la vida cotidiana, en las formas de pensamiento y en las
ideologías, así como en la dimensión
pública de su campo de acción.26
Desde una perspectiva teórico se
presuponía que el desarrollo
técnico-científico27 y su aplicación a los
procesos de trabajo y la organización laboral,
redundarían para contrarrestar la fractura social y los
procesos de precarización y fragmentación del mundo
del trabajo con el fin de afianzar la superación de los
elementos negativos de la reestructuración capitalista en
el curso de la década de los ochenta del siglo XX. Pero
esto no ha sido así. Por el contrario, de acuerdo con
investigaciones actuales28 se advierte que en esta
perspectiva la tecnología aplicada en los procesos
productivos y de trabajo, así como la adopción
de nuevas formas organizativas basadas en el neofordismo, el
neotaylorismo, la reingeniería y el toyotismo, por
término medio, han reforzado esos cuatro ámbitos de
la reestructuración del trabajo, además de extender
su radio de
acción a la economía y la
sociedad amenazando seriamente a las poblaciones trabajadoras de
todo el mundo.
Pareciera que presentamos una visión negativa del
estado de cosas relativo a la sociedad y al mundo del trabajo muy
alejada de las figuras mediáticas y de las imágenes
que promueven los medios privados y oficiales. Pero no es
así, los autores citados han derivado de sus
investigaciones impresiones similares que encuentran sustento en
la realidad social de nuestros países y en las tendencias
macro y micro que se proyectan en el horizonte. Es así
como, por ejemplo, Nise Jinkings destaca las
características de la sociedad contemporánea cuando
describe la dinámica social en términos de
"…destrucción, precarización, eliminación
de puestos de trabajo, desempleo estructural, un mundo conducido
por la razón instrumental que no es otra cosa que la
vigencia de la sinrazón".29 Sinrazón que, sin
embargo, rige la nueva organización capitalista del
trabajo y la lógica instrumental de los métodos de
producción de valor, de plusvalía y de ganancias
(medias y extraordinarias) en el capitalismo actual informatizado
bajo la cobertura del neofordismo, al reingeniería y el
toyotismo informatizados.
Desde la perspectiva de las ciencias
sociales, de la sociología del trabajo y del pensamiento
crítico latinoamericano en este ensayo no
podemos asentar una "conclusión definitiva" simplemente
porque no la hay en un tema tan complejo como el del mundo del
trabajo y su actual dinámica dentro del proceso de
mundialización del capital. En su lugar, más bien,
debemos exponer que el tema del mundo del trabajo, en tanto
objeto de estudio de las ciencias
sociales, aún reclama mucha tinta por derramar a
través de investigación teórica y
empírica (por cierto muy escasa en nuestros tiempos); de
tratamientos especiales de estudios de caso por empresa, rama,
sector país y a escala mundial para poder estar en
condiciones de poder inferir tendencias que apuntalan su
reestructuración por los sistemas neoliberales
imperialista y posfordistas como el neotaylorismo, el toyotismo,
la reingeniería en concordancia con las estrategias
tecnológicas y geopolíticas que desplieguen el
capital, sus empresas y el Estado neoliberal.
Ante la precarización, fragmentación,
flexibilización y tensión del mundo del trabajo y
de sus expresiones organizativas y de lucha (sindicatos, huelgas,
autogestión, control obrero de la producción)
debemos estudiar profundamente cuál va a ser primero el
proceso de reestructuración y, en seguida, de
reconstrucción de un nuevo mundo del trabajo y de la
sociedad surgido de las miserias y calamidades de la
reestructuración salvaje en curso, así como de la
crisis civilizatoria del modo de producción capitalista en
escala mundial.
En este contexto teórico, epistemológico y
analítico es urgente recuperar una visión completa
y dinámica por localidades, regiones y países del
mundo del trabajo como un plasma que abarca la totalidad del
planeta. El concepto Trabajo como un coagulo que sintetiza
los valores de
uso y de cambio y sus categorías derivadas
(salarios, precios,
plusvalía, ganancia, renta, impuestos) que en
el capitalismo dinamizan, de principio, la reproducción de
mercancías, de las sociedades y de los Estados.
En síntesis: estamos frente a la
dialéctica de la historia y sus vicisitudes dentro de las
dos únicas alternativas que el Estado capitalista
contemporáneo y la sociedad burguesa plantean a la
humanidad: o la barbarie destructiva (tipo Haití, Irak o
Afganistán) o, bien, la civilizatoria, libertaria y
democrática que carece de espacios territoriales,
identitarios, éticos, culturales y espirituales dentro del
actual (des)orden del modo capitalista de producción
planetario.
- Antunes, Ricardo (2001), ¿Adiós al
trabajo?, ensayo sobre las metamorfosis y la centralidad del
mundo del trabajo, Cortez, São Paulo. - Antunes, Ricardo (2005), O caracol e sua concha,
ensaios sobre a nova morfología do trabalho, Boitempo, Sao
Paulo. - Balderas, Arrieta Irma (2005), Mujeres trabajadores
en América Latina: México, Chile y Brasil,
coedición Plaza y Valdés-UOM,
México. - Beinstein, Jorge (2001), Capitalismo senil, a grande
crise da economia global, Río de Janeiro,
Record. - CAES, "¿Fin del trabajo?", Centro de
Asesoría y Estudios Sociales (CAES), 5 de Septiembre de
2005, versión en Internet: http://www.nodo50.org/caes/articulo.php?p=428&brica, envolvimento e resistencia,
Expressáo Popular, Sao Paulo. - Dos Santos, Theotônio (1983),
Revolução científico-técnica e
capitalismo contemporâneo, Vozes,
Petrópolis. - Dos Santos, Theotônio (1987),
Revolução científico-técnica e
acumulação do capital, Vozes,
Petrópolis. - Gorz, André (1980), Adiós al
proletariado, Barcelona, Viejo Topo. - Gorz, André (septiembre de 2005, pp. 25-33.),
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199, México - Habermas, Jürgen (abril de 1975), "Ténica
e ciencia como ideología", Os pensadores, Sao
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acción comunicativa, vol. II. Crítica de la
razón funcionalista, México, Taurus. - Hardt, Michael y Antonio Negri, (2002), Imperio,
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Aires. - Hardt, Michael y Antonio Negri, (2004), Multitud,
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inmaterial. Formas de vida y producción de subjetividad,
DP&o de Janeiro: http://www.google.com.mx/search?hl=es&nez Peinado,
Javier (1999), El capitalismo global, límites al
desarrollo y a la cooperación, Icaria,
Barcelona. - Marx, Carlos (1980), Elementos fundamentales para la
crítica de la economía política,18571858,
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e do dinheiro, Editora da UNICAMP, Sao Paulo. - Offe, Clause y Karl Hinrichs (1992), La sociedad del
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Alianza, Madrid. - OIT, Informe sobre el Empleo en el Mundo 2004-2005:
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Ginebra, OIT, 2005. ISBN 92-2-114813-0. Disponible en Internet:
http://www.ilo.org/public/english/employment/strat/wer2004.htm. - Pérez, Carlota (2002), Revolución
tecnológica y capital financiero, la dinámica de
las grandes burbujas financieras y las épocas de
bonanza, Siglo XXI, México. - Rifkin, Jeremy, El fin del trabajo, Paidós,
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revolución de la nueva economía, Paidós,
Barcelona. - Sotelo Valencia, Adrián (1999),
Globalización y precariedad del trabajo en
México, El Caballito, México, 1999. - Sotelo Valencia, Adrián (2003), La
reestructuración del mundo del trabajo,
superexplotación y nuevos paradigmas
de la organización del trabajo, coedición
Editorial Itaca-UOM-ENAT, México. - Sotelo, Valencia, Adrián (2005), A
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superexplotación e novos paradigmas da
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Intersindical Galega y Promocións Culturais Galegas,
S.A., Vigo, Galicia, España. - Sotelo Valencia, Adrián (2005), América
Latina, de crisis y paradigmas: la teoría de la
dependencia en siglo XXI (2005), coedición Editorial
Plaza y Valdés-FCPyS-UNAM-UOM, México, 2005,
1ª edición.
* Sociólogo, investigador del Centro de Estudios
Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). Correo
electrónico: amatl01[arroba]prodigy.net.mx
1. Recuérdese una voluminosa obra de Jeremy
Rifkin, La era del acceso la revolución de la nueva
economía Barcelona, 2000 donde la clave del "acceso" es el
comercio
electrónico e Internet.
2. Desarrollamos esta tesis en nuestro libro: La
reestructuración del mundo del trabajo,
superexplotación y nuevos paradigmas de la
organización del trabajo, coedición Editorial
Itaca-UOM-ENAT, México, 2003, 1ª
Edición.
3. Ricardo Antunes, O caracol e sua concha, ensaios
sobre a nova morfología do trabalho, Boitempo, Sao Paulo,
2005, p. 26.
4. Al respecto dice Habermas que el objetivo de Marx
"…es denunciar el proceso de mantenimiento del sistema
económico como una dinámica de explotación
que la objetivación y la anonimización hacen
irreconocible", Jürgen Habermas, Teoría de la
acción comunicativa, vol. II, Crítica de la
razón funcionalista, México, Taurus, 2005, pp.
477478.
5. Un libro de inspiración evolucionista con
fuerte contenido reduccionista tecnológico representativo
de esta corriente es el de Carlota Pérez,
Revolución tecnológica y capital financiero, la
dinámica de las grandes burbujas financieras y las
épocas de bonanza, Siglo XXI, México, 2002. El
determinismo tecnológico se aprecia en el siguiente
párrafo: "…cada revolución tecnológica
ineluctablemente induce un cambio de paradigma…Un
paradigma tecnoeconómico es, entonces, un modelo de
optimización constituido por un conjunto de principios
tecnológicos y organizativos, genéricos y ubicuos,
el cual representa la forma más efectiva de aplicar la
revolución tecnológica y de usarla para modernizar
y rejuvenecer el resto de la economía" (p. 41). La
pregunta necesaria ante este planteamiento y cuya respuesta
está ausente en el libro de la autora es:
¿cuál es el sujeto real, la fuerza económica
y política, la clase social o grupo, que
desencadenan la "inminente" revolución
tecnológica?
6. André Gorz, Adiós al proletariado,
Barcelona, 1980, Viejo Topo, p. 11.
7. André Gorz, "Salir de la sociedad del
trabajo", Memoria no, 199, México, septiembre de 2005, pp.
25-33.
8. Ibíd., pp. 32-33.
9. Jeremy Rifkin, El fin del trabajo, Paidós,
Barcelona, 1997.
10. Una gran parte de los autores que deshabilitan la
centralidad del trabajo a partir de la "evidencia" de su
"disminución" no advierten, al igual que Rifkin, la
diferencia existente entre globalización de la fuerza de
trabajo, que explica los flujos de las migraciones por todo el
mundo, y la globalización del capital variable que indica
el proceso de cambio en la distribución de las inversiones en
fuerza de trabajo por parte de las empresas transnacionales. Al
respecto véase esta diferencia en: Martínez
Peinado, Javier, El capitalismo global, límites al
desarrollo y a la cooperación, Icaria, Barcelona,
1999.
11. Clause Offe, y Karl Hinrichs, La sociedad del
trabajo, problemas estructurales y perspectivas de futuro,
Alianza, Madrid, 1992.
12. Véase Jürgen Habermas, "Ténica e
ciencia como ideología", Os pensadores, Sao Paulo, abril
de 1975, además de su Teoría de la acción
comunicativa, op. cit.
13. Antunes, O caracol…op. cit., p. 24.
14. Alain Touraine en: "Antinuclear reactions on
antinuclear movement" (cit. por Offe, op. cit, p. 50).
15. Op. cit., p. 51.
16. Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio,
Paidós, Buenos Aires, 1ª reimpresión, 2002, p.
42 y ss. Véase también de estos autores su
más reciente libro Multitud, Debate, Barcelona,
2004.
17. Maurizio Lazzarato y Antonio Negri, Trabajo
inmaterial. Formas de vida y producción de subjetividad,
DP&o de Janeiro, 2001 (Disponible en archivo PDF en
Internet: http://www.google.com.mx/search?hl=es&s de explicar
los efectos de la maquinaria (el "capital fijo" le llama) en el
trabajo y en la fuerza de trabajo asienta que: "La naturaleza no
construye máquinas, ni locomotoras, electric telegraphs,
selfacting mules, etc. Son éstos productos de la industria
humana; material natural, transformado en órganos de la
voluntad humana sobre la naturaleza y de su actuación en
la naturaleza. Son órganos del cerebro humano
creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento.
El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto
el
conocimiento o knowledge social general se ha convertido en
fuerza productiva inmediata y, por lo tanto, hasta qué
punto las condiciones del proceso de la vida social misma han
entrado bajo los controles del general intellect y remodeladas
conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas
sociales son producidas no sólo en la forma del
conocimiento, sino como órganos inmediatos de la
práctica social del proceso vital real". Carlos Marx,
Elementos fundamentales para la crítica de la
economía política,1857-1858, Siglo XXI,
México, Tomo II, 8ª edición, 1980, pp.
229-230. La secuencia no deja lugar a dudas: las maquinas,
locomotoras, en general el capital constante (fijo y circulante)
en tanto órganos del cerebro humano, son producto de la
mano humana, o sea, de la fuerza de trabajo del obrero colectivo
global que, a la vez, es fuerza objetivada del conocimiento en
tanto fuerza productiva inmediata. En la lógica de este
razonamiento de Marx, muy al contrario de la interpretación que hacen Negri y Lazzarato
de este pasaje, este fenómeno del general intellect
ocurre, contradictoriamente, en el seno del sistema capitalista y
sigue sujeto a sus leyes inmanentes; la ley del valor, la
producción de plusvalía y de ganancias mediante el
proceso inminente de explotación de la fuerza de trabajo
(global) por el capital. Lo que se puede decir, entonces, es que
la verdadera liberación del "sujeto de la
producción" (la "subjetividad" el obrero) ocurrirá
en el seno de una nueva formación económica y
social radicalmente distinta al capitalismo.
19. Habermas, Teoría de la acción
comunicativa…op. cit., p. 479 y ss.
20. Ibíd., p. 484.
21. Datos tomados de Irma Balderas Arrieta, Mujeres
trabajadores en América Latina: México, Chile y
Brasil, coedición Plaza y Valdés-UOM,
México, 2005 (en prensa).
22. Ricardo Antunes, ¿Adiós al trabajo?,
ensayo sobre las metamorfosis y la centralidad del mundo del
trabajo, Cortez, São Paulo, 2001.
23. OIT, Informe sobre el Empleo en el Mundo 2004-2005:
empleo, productividad y reducción de la pobreza. Ginebra,
OIT, 2005. ISBN 92-2-114813-0. Disponible en Internet:
http://www.ilo.org/public/english/employment/strat/wer2004.htm.
24. Este tema lo desarrollo en mi libro:
Globalización y precariedad del trabajo en México,
El Caballito, México, 1999.
25. Esta denominación se debe al CAES,
"¿Fin del trabajo?", Centro de Asesoría y Estudios
Sociales (CAES), 5 de Septiembre de 2005, versión en
Internet: http://www.nodo50.org/caes/articulo.php?p=428&alar
que, en otro ámbito, la fractura social y la
fragmentación en tanto fenómenos humanos,
también se advierten en el plano del pensamiento y de las
ciencias sociales. Al respecto véase mi libro:
América Latina, de crisis y paradigmas: la teoría
de la dependencia en siglo XXI, coedición Editorial Plaza
y ValdésFCPyS-UNAM-UOM, México, 2005, 1ª
edición.
27. En América Latina Theotônio Dos Santos
es uno de los pioneros estudiosos de los efectos de la
revolución científicotécnica en las
formaciones sociales contemporáneas y de sus impactos
sobre el crecimiento
económico. Al respecto véanse sus libros:
Revolução científico-técnica e
capitalismo contemporâneo, Vozes, Petrópolis, 1983 y
Revolução científico-técnica e
acumulação do capital, Vozes, Petrópolis,
1987.
28. Nise Jinkings, Trabalho e resistencia na 'fonte
misteriosa'. Os bancarios no mundo da eletrónica e do
dinheiro, Editora da UNICAMP, Sao Paulo, 2005 y Eurenice De
Oliveira, Toyotismo no Brasil, desencantamento da fábrica,
envolvimento e resistencia, Sao Paulo, 2004, Expressáo
Popular. También incluyo aquí mi libro: La
reestructuración del mundo del trabajo,
superexplotación y nuevos paradigmas de la
organización del trabajo, coedición Editorial
ItacaUOM-ENAT, México, 2003, 1ª Edición.
Existe una edición ilustrada de este libro publicada en
Galicia, España: A reestructuración do mundo do
traballo, editado por la Confederación Intersindical
Galega y Promocións Culturais Galegas, S.A., Vigo
(Galiza), España, marzo do 2005, 1ª
edición.
29. Jinkings, op. cit., p. 12. Cursivas de la
autora.
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Adrián Sotelo*