- Resumen
- Justificación del
tema - De sus antecedentes
históricos - Método de
investigación - Valor de la
propuesta - Bibliografía
El Perú siempre ha sido un país de
rebeliones, revueltas, revoluciones, alzamientos, asonadas y
golpes de Estado.
Particularmente el sur del país tiene una larga y
arraigada cultura de la
revuelta, desde Ollantay hasta el teniente-coronel Ollanta
Humala, cientos de páginas se podrían escribir
sobre ellas. Puedo decir con cierto orgullo que, al menos en
golpes, somos uno de los primeros.
En este Estado han habido, hay y con seguridad,
habrán siempre "salvadores de la patria" entre comilla,
que no dudarán en recurrir a la fuerza para
derrocar a un tirano o para hacerse de todo el poder.
Aquí les ofrezco apenas un pequeño resumen
de las rebeliones y los golpes militares más conocidos y
la influencia en la sociedad
peruana.
Una Rebelión por amor
Se dice que el Capitán Ollanta (u Ollantay) fue
el primer insubordinado conocido en el Perú. Ollanta
estaba enamorado de Cusi-Coyllur, hija del Inca
Pachacútec. Ollanta pidió la mano de la princesa al
Emperador, pero éste se la niega, entonces el novio se
subleva y se encierra en una fortaleza.
La princesa da a luz a una
niña -hija de Ollanta- y el Inca Pachacútec muere
de indignación y de vergüenza. El príncipe
heredero se venga sitiando a Ollanta y encerrando a su hermana en
una cárcel.
Cuando por fin, al cabo de muchos años logra
el
príncipe que se rinda Ollanta y se dispone a darle
muerte,
Hima-Súmac, hija del capitan y de la princesa, intercede
por él y es perdonado, del mismo modo consigue la libertad de su
madre.
Esta rebelión "por amor"
naturalemnte, es un hecho ficticio surgido de la mente de un
literato anómino. Como veremos a continuación, las
rebeliones verdaderas en el Perú, siempre han tenido un
único objetivo: el
poder.
Los orejones se rebelan contra el Inca
Años más tarde, Huayna Cápac, lleva
al Imperio Inca a su máxima expansión, pero decide
trasladar el centro del poder desde Cusco hacia Tumipampa, en el
actual Ecuador. Ante
esta situación, los "orejones" o nobles incas, se
rebelan y se proclaman "defensores del Sol". El Inca tuvo que
ceder, promete regresar al Cusco y aprovecha para repartir nuevos
beneficios entre los nobles cusqueños. La historia de las prebendas en
el Perú es más antigua de lo que se
cree.
Atahualpa se alza contra Huáscar
Huayna Cápac regresaba al Cusco, enfermó
de viruela y murió en el camino. La enfermedad y la muerte
también alcanzaron al hijo designado para sucederle: Ninan
Cuyuchi. Esto causó gran confusión sobre
quién debería suceder a Huayna Cápac, pero
finalmente todos coincidieron que debería ser
Huáscar, por ser el príncipe co-reinante de Ninan
Cuyuchi.
Pero Huáscar era muy temperamental y
cometió muchos desatinos que le trajeron gran
oposición. El líder
de la oposición de aquella época fue Atahualpa, un
príncipe curtido en la batalla, que tenía gran
ascendencia entre los generales de su padre. Se realizaron varias
batallas, pero la victoria final fue de Atahualpa, quien luego
mandó a matar a su hermano Huáscar. Atahulpa
también moriría en manos de los españoles,
luego de entregar una enorme suma por su rescate.
La rebelión de Almagro contra
Pizarro
Pero los españoles no pusieron fin a las
rebeliones en el Perú, por el contrario, las sublevaciones
fueron frecuentes. Parte de los conquistadores se insobordinaron
en la Isla del Gallo contra Pizarro, pero más importante
fue la guerra
iniciada por Almagro. El Rey Carlos V le había dado a
Francisco Pizarro la Gobernación del Perú y a Diego
de Almagro la Gobernación del sur de Chile.
La conquista de Chile fue un fracaso, el territorio era
pobre y la lucha con los araucanos no tenía cuando acabar.
Almagro enfrentaba la insubordinación de su propia tropa y
decidió reclamar algo a lo que consideraba que
tenía justo derecho: la rica ciudad del Cusco. Así
se inicia una guerra civil, Almagro capturó la antigua
capital Inca,
apresó a Hernando Pizarro, hermano del Gobernador. Hubo un
arbitraje y el
fallo fue a favor de Pizarro.
Almagro reaccionó con indignación e
inició la guerra, pero fue derrotado, juzgado y
sentenciado a muerte. Sin embargo la lucha no concluyó
allí. Los almagristas se reunieron en torno al hijo de
Almagro: Diego de Almagro El Mozo, quienes al final, asesinaron a
Francisco Pizarro.
Las rebeliones
indígenas
Si bien los conquistadores no enfrentaron una gran
oposición en el Perú, los indígenas
mantuvieron un proceso de
resistencia que
se inició con Manco y los Incas de Vilcamba y se
intensificó en el siglo XVIII con Juan Santos Atahualpa y
José Gabriel Condorcanqui: Túpac Amaru
II.
En 1780 había en el sur un gran descontento
contra la autoridad
real, Túpac Amaru II pudo levantar un gran ejército
indígena que causó gran preocupación en el
Virreynato peruano, sin embargo, en mayo de 1781, Túpac
Amaru fue capturado y ajusticiado junto con su familia.
53 gobiernos en 24 años
La rebelión de los peruanos fue fundamental en la
Independencia.
En el proceso independentista, hubo participación
indígena, también de sectores urbano marginales, de
capas medias provincianas, y mestizos y criollos de poca fortuna.
Hubo guerrillas y montoneras que apoyaron a San Martín y
Bolívar, y
su accionar se prolongó hasta la batalla de
Ayacucho.
La independencia no trajo la paz al Perú, por el
contrario, sugieron numerosos movimientos de diferente
concepción que buscaban tomar el poder o conseguir su
propia independencia. Surgieron tendencias regionalistas y
separatistas en Cusco y Arequipa. El Estado
peruano no conseguía estabilidad, entre 1821 y 1845, en
tan sólo 24 años, hubo 53 gobiernos y seis
constituciones. En 1838 hubo 7 presidentes
simultáneamente.
La rebelión de los hermanos
Gutiérrez
En 1872 el presidente José Balta nombró
como ministro de guerra a Tomás Gutiérrez. El
Perú se encontraba en ese momento en un proceso de
transición, Manuel Pardo era el presidente electo que
asumiría el mando el 28 de julio de ese año. Sin
embargo, el 22 de julio Tomás Gutiérrez, junto con
sus hermanos Silvestre, Marceliano y Marcelino (todos coroneles)
realizan un golpe militar, capturan a Balta y le dan muerte. El
pueblo peruano, fatigado por la agobiante crisis
económica y los cuartelazos, decide no apoyar la
efímera dictadura de
los hermanos Gutiérrez. Se inicia una reacción
popular contra los insurrectos. Los hermanos Tomás,
Silvestre y Marceliano Gutiérrez fueron muertos y colgados
de las torres de la catedral de Lima.
Las rebeliones de Cáceres
Durante la ocupación chilena, el caudillo
Andrés Avelino Cáceres organizó la
resistencia en la sierra central entre 1881 a 1883.
Cáceres participó de varias rebeliones e
insurrecciones, combatió a Manuel Ignacio Vivanco (1844),
apoyó a Ramón
Castilla (1855-1862), combatió al gobierno de Juan
Antonio Pezet (1863-1865). Apoyó el levantamiento de
Mariano Ignacio Prado (1865-1868). Combatió a
Nicolás de Piérola (1879-1881) y a Miguel Iglesias
(1883-1886).
Finalmente, asumió el poder en 1886 a 1890 y de
1894 a 1895. Pero Cáceres, un eterno insubordinado,
sufrió la insubordinación en carne propia. En su
segundo gobierno fue acusado de querer perpetuarse en el poder y
Nicolás de Piérola se rebeló en su contra,
junto con sus montoneros llevó a cabo intensos y
sangrientos combates que desembocaron en la renuncia de
Cáceres y la ascensión de Piérola en 1895.
El triste fin de Leguía
El siglo XX trajo enormes cambios al país, pero
las conspiraciones y rebeliones siguieron siendo las mismas.
Hasta la clásica violación de la Constitución continuó siendo una
norma. Durante el oncenio del presidente Augusto B.
Leguía, la Carta Magna
redactada por él, fue violada por él mismo y por el
fiel oficialismo de aquella época.
Leguía llevó al país hacia la
modernidad y fue
uno de los presidentes más destacados del siglo XX, fue un
sujeto pragmático y dirigió al país con
mentalidad empresarial, pero también se caracterizó
por mantener el control absoluto
del poder y por una tendencia natural hacia el
autoritarismo.
En 1920 Leguía aprobó una nueva
Constitución que no contemplaba la reelección
presidencial inmedita. Sin embargo, en 1923 modificó un
artículo constitucional e introdujo la reelección
"por una sola vez". Y luego de ser reelecto, volvió a
modificar la Constitución aceptando la reelección
indefinida: "el presidente durará en su cargo cinco
años y podrá ser reelecto", decía la norma.
Estas reformas, en manos de un congreso siempre sumiso,
permitió que Leguía permanezca once años en
el poder.
Todo marchó bien hasta que llegó la crisis
económica producto de la
Primera Guerra
Mundial. El repudio por la presencia del "tirano" fue
capitalizado por la revolución
de Arequipa encabezada por el comandante Luis Miguel
Sánchez Cerro en agosto de 1930. Leguía
aceptó renunciar y partió hacia el exilio, pero fue
arrestado y llevado a la Penitenciaria. Murió en el
Hospital Naval de Bellavista, en absoluta pobreza, en 1932,
pesando apenas 30 kilos.
El "macho" Sánchez Cerro
Como ha sido frecuente en la historia peruana, la
revolución de Sánchez Cerro se originó en el
sur del país, en Arequipa. De orígen humilde y
rasgos indígenas, Luis Miguel Sánchez Cerro era el
típico militar "macho" latinoamericano. Participó
del golpe contra Billinghurst en 1914, se alzó en armas contra
Leguía en 1922 y estuvo preso en la isla de Taquile, en
Puno.
En 1931, se organizaron elecciones, en las cuales
Sánchez Cerro resultó electo. Pero los apristas
consideraron que hubo fraude y
declararon a Víctor Raúl Haya de la Torre como
"presidente moral del
Perú". Los apristas iniciaron una oposición
desenfrenada que casi lleva a una guerra civil y que
concluyó con una revolución aprista en Trujillo y
el asesinato del presidente Sánchez Cerro en 1933 en manos
de un militante aprista.
Las rebeliones del Apra
El Apra también estuvo por detrás de otra
rebelión. En 1948, durante el gobierno de José Luis
Bustamante y Rivero los apristas realizaron una férrea
oposición desde el Congreso, el país vivía
una crisis social que desembocó en la sublevación
que tenía por objetivo tomar el poder y deshacerse de los
mandos castrenses. El 3 de octubre de 1948, el Real Felipe fue
atacado por mar y tierra, pero
los apristas no consiguieron el respaldo popular y Haya de la
Torre tuvo que refugiarse en la embajada de Colombia.
Bustamante y Rivero no duraría mucho tiempo.
El 27 de octubre de 1948, otra vez Arequipa se
levantó contra el gobierno constitucional, y el Gral
Manuel A. Odría dirigió un golpe que derrocó
al presidente, al cual se le acusó de fomentar la
anarquía.
Odría, su golpe y su
"Montesinos"
Odría convocó a elecciones para
legitimarse, pero participó solo, mandó a la
cárcel al otro candidato, el general Ernesto Montagne. Por
entonces surge una nueva rebelión en Arequipa, comandada
por la Liga Democrática, se levantaron barricadas y hubo
varios muertos. En este clima,
Odría, que era candidato único, se eligió
"presidente constitucional", el 28 de julio de 1950.
Odría también tuvo su "Montesinos":
Alejandro Esparza Zañartu, un siniestro personaje quien se
desempeñó como director de Gobierno y como ministro
de Gobierno (hoy del Interior). Su actuación se
rodeó de misterio y sus excesos contribuyeron al
desprestigio del régimen, que acabó siendo muy
impopular. La indignación aumentó cuando nuevamente
en Arequipa hubo un levantamiento popular debido a una salvaje
represión militar contra una huelga
estudiantil, donde murieron tres jóvenes que portaban una
bandera blanca. Odría tuvo que prescindir de Esparza
Zañartu y derogar la ley de seguridad
interior.
El golpe luego del fraude
En las elecciones de 1962 Haya de la Torre quedó
en primer lugar, Belaúnde Terry en segundo y Odría
en tercero, pero no hubo un ganador con mayoría absoluta,
el Congreso debía elegir al nuevo presidente. Era vox
populi que había habido fraude. Las Fuerzas Armadas
exigieron que se anularan los comicios y como el poder electoral
se negó, sobrevino un nuevo golpe de Estado
que convocó a nuevas elecciones donde ganó Fernando
Belaúnde Terry.
Las rebeliones de los años 60
Los años 60 fueron plagados de rebeliones y de
movimientos guerrilleros inspirados por el éxito
de la revolución
cubana. Hugo Blanco y Luis de la Puente Uceda fueron los
más famosos líderes revolucionarios. Se realizaba
la toma de pueblos, haciendas y puestos militares con el fin de
ganar adeptos. Pero a la población no le interesaba la ideología que predicaban y no los
respaldó.
Fernando Belaúnde no trajo la ansiada estabilidad
al Perú. En 1968 su gobierno firmó un convenio con
la International Petrolium Company que tuvo el apoyo
multipartidario. Pero el Director de la Empresa Petrolera
Fiscal, Carlos
Loret de Mola, denunció que había desaparecido la
página once del acuerdo, donde estaría estipulado
el monto de la indemnización que pagaría el Estado
a esa empresa. Se produjo un gran escándalo que
llevaría a una nueva rebelión. El 3 de octubre se
produce un golpe de Estado que depone a Belaúnde. La junta
militar presidida por el General Juan Velasco Alvarado
contaría con el apoyo de la izquierda peruana y del
partido comunista.
El Gobierno Revolucionario de las FFAA
El gobierno de Velasco nacionalizó los recursos,
reformó el agro, la educación,
expropió las empresas, los
bancos y los
medios de
comunicación. El autoritarismo campeaba y la
radicalización de los bandos opuestos era
evidente.
Fue un buen momento para que el General Francisco
Morales Bermúdez planeara un "relevo institucional", es
decir, un golpe al golpista, que se produjo en agosto de
1975.
El "relevo institucional"
Morales Bermúdez estuvo cinco años en el
poder y durante su gobierno continuaron confiscados los diarios y
canales de televisión. También siguieron los
encarcelamientos y las deportaciones de los críticos al
gobierno. Fue entonces que se engendran las rebeliones y el
terrorismo que
sacudirían al país durante los años 80 e
inicios de los 90. El alzamiento de dos grupos armados
que sembrarían el caos y la muerte en el país y que
dejarían un saldo de más de 25 mil muertos (70 mil
según la Comisión de la Verdad instaurada en 2001).
El Autogolpe de Fujimori
En 1990, en medio de la hiper-inflación y la
violencia
terrorista, Alberto Fujimori llegó al poder sin
ningún apoyo de los partidos
políticos tradicionales y tuvo que enfrentar una
fuerte oposición en el Parlamento. Fujimori acusaba al
Congreso de ser "paquidérmico" y el Congreso a Fujimori de
tener actitudes
"totalitarias".
La discusión terminó el 5 de abril de
1992, a la voz de "disolver", cuando Fujimori cerró el
Congreso e intervino el Poder Judicial,
tomando el poder absoluto. El sui generis golpe sería
conocido como "el autogolpe" de Fujimori y contó con un
respaldo de entre el 80% y el 90% de la
población.
El gobierno de mano dura de Fujimori consiguió
vencer la hiper-inflación y capturar a los cabecillas
terroristas.
Sin embargo, Fujimori las vería díficiles
cuando el 13 de noviembre de 1992 el Grl. Jaime Salinas
Sedó lideró un "contragolpe" que a última
hora fue debelado y sus líderes encarcelados.
Luego de ello Fujimori hizo una nueva
Constitución, fue reelecto e "interpretó" la
Constitución para reelegirse nuevamente.
Montesinos y su intento de tomar el
poder.
En el año 2000 se hicieron evidentes las
fraudulentas manipulaciones del asesor presidencial Vladimiro
Montesinos, el cual controlaba casi todas las instituciones
del Estado, sobre todo, las Fuerzas Armadas. Tras exhibirse un
vídeo donde Montesinos sobornaba a un congresista,
Fujimori destituyó a Montesinos y anunció que
acortaría su tercer mandato.
Pero al asesor presidencial no le gustó la idea y
trató de mantenerse en el poder deponiendo a Fujimori y
colocando a un títere en su lugar, sin embargo, gracias a
la presión
popular por regresar a una verdadera democracia,
Montesinos se vio obligado a huir y vivir en la clandestinidad
por varios meses hasta ser encarcelado.
Cuando los humalas eran buenos
Mientras Fujimori y Montesinos se peleaban, en Moquegua
surgió una rebelión periférica liderada por
el teniente-coronel Ollanta Humala y su hermano, el militar
retirado, Antauro Humala secundados por 50 soldados.
Los Humala se dieron a conocer entonces, como los
líderes de un movimiento
ultranacionalista, racista y xenófobo llamado
"etnocacerista" que proponía la supremacía de la
"raza cobriza".
La rebelión "etnocacerista" buscaba sacar del
poder a Fujimori y a los militares corruptos que lo
secundaron.
Los Humalas ganaron cierto apoyo en el sur y el respaldo
de diversos políticos que los consideraron "héroes
de la democracia". Sin embargo, poco después fueron
abandonados por sus soldados, quienes se entregaron a sus
superiores.
Más tarde, Fujimori renunció y
asumió la jefatura del Estado el presidente del Congreso,
el Dr. Valentín Paniagua. Al haber cambiado la
situación política, Ollanta
Humala se entregó a las autoridades. A pesar de sus
posturas radicales, Ollanta Humala fue reintegrado al
Ejército y premiado, siendo enviado a Francia y
Corea como Agregado Militar recibiendo un abultado sueldo.
Cuando los humalas se hicieron malos
En el año 2001 asumió el gobierno del
Perú el economista Alejandro Toledo. Desde sus inicios, su
gobierno fue duramente criticado por Antauro Humala, que
consideraba a Toledo "la cabeza de un gobierno corrupto y vendido
a capitales extranjeros, sobre todo chilenos".
En diciembre de 2004, su hermano, el Comandante Ollanta
Humala, quien era agregado militar del Perú en el
extranjero, fue dado de baja intempestivamente, lo cual
provocó las iras de Antauro Humala.
Así, en las primeras horas del 1º de Enero
de 2005 Antauro Humala, junto con 150 ex soldados, tomó
una comisaría en la ciudad de Andahuaylas, exigiendo la
renuncia del presidente Toledo, que en ese momento tenía
90% de impopularidad.
El asalto a la comisaría le ganó a Humala
las simpatías de la población local pero
dejó como saldo cuatro policías y dos subversivos
muertos.
Según Antauro, se escogió como fecha para
el asalto el 1º de Enero porque Toledo estaría tan
borracho y drogado que ellos tendrían 48 horas para actuar
sin ninguna reacción del Estado.
Luego de 3 días de confusión, Antauro
Humala fue hecho prisionero y trasladado a Lima, donde
continúa encarcelado.
La supervivencia, en general de la nación;
al lado de la violencia, la desinformación generalizada,
la intolerancia, el miedo, la represión injustificada,
brutal y sutil; la creación de sujetos de chantaje, y la
crueldad, afectan nuestra vida diaria.
Los planes y proyectos
colonialistas han pasado siempre por el desconocimiento de la
nacionalidad y
el nacionalismo
de los que se oponen al status quo, su caracterización
como enemigos de la patria y su persecución, en muchos
casos hasta la muerte. Los derechos individuales
básicos como el derecho a la vida, a la libertad, a la
justicia, a la
paz, al libre tránsito, al libre pensamiento, a
la discrepancia, a contar con su patria irrestrictamente, y a la
igualdad de
servicios del
Estado no han logrado llegar a todos los nacionales por
igual.
La tenue sensación de propiedad de
los peruanos sobre su futuro y su nación,
no otorga la seguridad, y el dominio del
espacio necesarios para su desarrollo y
libre determinación. Nuestra gente ama el Perú de
sus ancestros, pero los entristece la realidad, los mismos
individuos cuando se integran a otras sociedades,
muestran alta calidad y
producción en todos sus campos de acción.
La falta de reconocimiento y planes para la enorme cantera de
liderazgo
individual nacional, que es estorbado, despreciado, y abandonado
a su suerte, sin aliento alguno. La falta de aliento a la
participación de los mas honrados y probos, especialmente
los que han estado expuestos al manejo de recursos e ideas
comunes.
La falta sistemática de reconocimiento para los
que ponen su corazón al
servicio de
sus ideales. Se critica un estado de informalidad y corrupción
que ha sido fomentado y protegido a lo largo de muchos
años.
En general nuestros nacionales no perciben su papel en
un estado que tampoco lo conoce.
DE SUS
ANTEDECENTES HISTORICOS
La nación peruana fue originada por sus
pobladores alrededor de ocho mil años a..de J.C.(Hay
estudios y descubrimientos que expanden estos límites)
Los primeros cazadores, recolectores y pescadores evolucionan
hacia culturas importantes pre-incaicas como Chavín,
Paracas, Nasca, Mochica, Tiahuanaco, Wari, Chincha, Chimú
y Chanca quienes fueron posteriormente centros de difusión
cultural cuando el Imperio Incaico se expande hasta Pasto y
Concepción por el Norte y Sur, y aún hoy no
conocemos con certeza la dimensión del Imperio hacia el
Oriente durante su apogeo.
El encuentro con la civilización occidental en su
versión ibérica, cuyo imperio militar ocupó
y conquistó el territorio nacional Peruano, crea un estado
que basó su desarrollo y expansión en la
destrucción y la depredación cultural y
demográfica de los estados ocupados, y en el carácter secundario que les otorga a sus
pueblos, cuya secuela subsiste en nuestra mente colonial
limitando nuestro progreso y desarrollo.
La desintegración es un factor constante, se
encuentra en todas las manifestaciones de la vida nacional desde
hace poco más de 500 años, este factor no permite
la evolución consistente y armónica de
nuestras entidades nacionales, como tampoco faculta el
descubrimiento y fortalecimiento de sus propósitos
comunes. Cuando se analizan nuestros 9500 años anteriores,
se observan inmediata e inequívocamente los beneficios que
la integración nacional, y el rico universo cultural
peruano otorgaron al período más fructífero
de nuestra historia.
En mi investigación encuentro la idea del estado
que se caracteriza por hablar pero no por escuchar, que lo vean
pero no ver, que lo ayuden pero no ayudar, que lo atiendan pero
no atender, son expresiones características de los grupos
que lo sostienen, esto es especialmente notable en las comunicaciones
entre estas dos entidades fundamentales de la nación, las
cuales carecen de un lenguaje
común, de procedimientos
comunes, y de canales de comunicación adecuados que permitan
entendimiento formal con las masas elementales de la
nación.
Tema fundamental, es la falta de un proyecto de
nación que con precisión represente, actúe,
mida, y evolucione; con una solución metódica,
persistente, adecuada a los requerimientos nacionales. Un
proyecto participatorio, de contenido representativo y de
acción. Donde la familia
ocupe el papel prioritario que le corresponde.
Donde se establezca que el estado como representante
democrático del pueblo gestiona, administra, protege,
organiza, instruye, a su nombre, sin altanería y para la
obtención de la felicidad del pueblo, y de ninguna forma,
bajo ningún nombre, en ningún lugar o momento, en
contra de él.
La igualdad de los peruanos ante el estado debe ser
claramente definida, difundida, asumida y jurada por sus
representantes, implantada y defendida vigorosamente.
El estado no debe escoger a los representantes del
pueblo ni promoverlos, ésta costumbre feudal debe ser
reemplazada por métodos
democráticos de participación popular que
desaliente y castigue a los pícaros del poder y del
bolsillo así como su generación de turnos
conveniencieros Las posiciones de liderazgo deben de nutrirse con
elementos probados que han representado a sus grupos
idóneamente, que han administrado dineros públicos
con transparencia, que han desarrollado resistencia a la
presión como único medio de influencia, y cuya
trayectoria muestre claramente su coordinación de pensamiento y
acción.
Entendamos claramente, y actuemos acordemente,
más importante que la forma, personajes, y deseos de los
gobernantes es la actitud y
deseos de sus pueblos. Donde la sociedad de compromisos y
propósitos comunes, reemplace a la sociedad que gira
alrededor de individuos o grupos de interés.
Donde además entendamos que la eliminación de la
presencia de nuestra población no soluciona nuestros
problemas sino
los agrava y acrecienta.
Nuestras Instituciones son generalmente reproductoras de
modelos y
procedimientos de fachada que finalmente resultan desintegradores
y no solidarios. Están basadas en fundamentos
retóricos que no cumplen, menos difunden y nunca aplican
pero convenientemente administran. Donde a la honradez, el
esfuerzo, el honor, la creatividad,
les falta aliento.
Totalmente desorganizadas donde solamente los que
están envueltos en el desorden conocen su contexto de
provecho. Carente de sistemas
predecibles, una cualidad exclusiva de las entidades universales
mejor dotadas. Instituciones que actúan de espaldas a sus
mayorías asociadas o membresía. Un sistema
Institucional desarticulado de la nación al no existir
propósitos nacionales con metodología reproducible. Instituciones que
tienen un desprecio increíble e inimaginable por la
intelectualidad histórica nacional y que comparan su
acumulación material y su poder hedonista efímero
con la producción cultural nacional. Instituciones que
desconocen organizadamente el rol de las prioridades y su
significado nacional.
Donde la visión de la nación en el largo
plazo requiere definiciones, estrategias,
tácticas y sistemas articulados, para que sus robustez y
consistencia prevalezca sobre el acoso o debilidad de sus
componentes.
La propuesta para la integración nacional exige
un proyecto de nación y de una Asamblea Constituyente sin
plazos, presiones o parámetros nacidos de la coyuntura
nacional. Con representantes válidos comprometidos con la
integración nacional, sin tacha contra la vida o contra el
erario nacional, con visión de largo plazo, y con
procedimientos de consulta públicos.
Dios bendiga al Perú y despierte a los
peruanos.
"Historia de Ibero América" Manuel Lucena ( Coordinador ).
Tomo III. Historia Contemporánea. Cap. IV América
Latina en los años treinta. Por Adam Andarle.
Editorial Cátedra. Madrid
1992.
"América Latina; Introducción al extremo occidente" Alain
Rouquè. Editorial Siglo XXI. Madrid 1987
América Latina; de la Independencia a nuestros
días." Francois Chevalier. Editorial Labor S.A Barcelona
1983.
"Latinoamérica en perspectivas." Oxford
Analítica autores. Editorial El País S.A. Madrid
1992.
Por
HORMESINDA MARIN E.
MANUEL RISCO CH.
UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS
POLITICAS