- Introducción: la nueva
coyuntura Internacional y sus
desafíos - Marco
conceptual - Determinación del grado
de amenaza potencial que presenta la posesión de armas
nucleares por parte de Corea del Norte - Antecedentes
Inmediatos - Desarrollo de la crisis desde
2002/2003 hasta la actualidad - Complejidad
estratégica: actores y escenario
regional - Análisis
de las principales opciones para la solución del
conflicto: ventajas e inconvenientes - Anexo.
Mapa del Programa Nuclear de Corea del
Norte
Introducción:
la nueva coyuntura Internacional y sus
desafíos
La caída del muro del Berlín y el
desmembramiento de la URSS simbolizaron un drástico
cambio en la
estructura de
poder
internacional dando fin a la denominada Guerra
Fría. No obstante, la conclusión de la misma no
resultó ser la panacea para los males del globo. Durante
el período inmediato al deshielo occidente, con Estados Unidos
como estandarte, exacerbó el triunfalismo capitalista
expresado por sectores de la intelectualidad como el fin de la
historia e implantó un pensamiento
único que no respetó diferencias en las
disímiles características de los pueblos a la hora
de imponerse.
Con el transcurrir del tiempo se
pusieron de manifiesto las contradicciones de un mundo complejo
azotado por una multiplicidad de nuevas problemáticas.
Surgen a la par de la
globalización nuevos actores internacionales como
organismos multilaterales, nuevos Estados que emergen tras el
proceso de
descolonización y el desmembramiento del bloque
soviético, corporaciones cuyos intereses y acciones
penetran las fronteras interestatales, etc.
Diferentes fenómenos irrumpen con vehemencia en
el escenario internacional, cabe destacar entre ellos la pobreza, la
reivindicación de los desposeídos y oprimidos, el
narcotráfico, la contaminación ambiental, las crisis
financieras, el terrorismo y
la proliferación nuclear. Todas estas temáticas no
sólo se relacionan entre sí sino que su
transnacionalización y el aumento de la interdependencia,
hacen que afecten a la comunidad
internacional en su conjunto. La creación del "Grupo de Alto
Nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio" en el
marco de Naciones Unidas
pone de manifiesto la toma de conciencia en
relación al nuevo sistema
internacional. De esta manera la Guerra
Fría no sólo imprimió su huella en los
conflictos de
la actualidad sino que el fin de la misma suscitó nuevas
amenazas y desafíos a la comunidad
internacional.
Dentro de este escenario se inscribe la
problemática nuclear norcoreana, como un indicador que en
su seno encierra continuidades y rupturas ligadas a la Guerra
Fría y a la post guerra.
La península coreana, ubicada entre China y
Japón
fue históricamente una presa codiciada por sus vecinos.
Japón ocupó militarmente Corea en 1902 y en 1910 la
anexó a su imperio.
Concluida la segunda guerra
mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética
fraccionaron la península coreana en dos zonas de
ocupación dividiendo a la población en dos regimenes completamente
opuestos e incompatibles. En el año ‘50 tuvo lugar
una guerra con vista a una posible reunificación del
territorio, pero los intereses de las potencias encontraron en el
statu quo la mejor solución. Dividas en Norte y Sur, ambas
Coreas, primaron diferentes caminos en pos de su supervivencia y
desarrollo.
Mientras que Corea del Sur contó con el apoyo
económico de Estados Unidos que le permitió un
rápido crecimiento, así como también de
apoyo militar llevado a cabo a través de alianzas a lo
largo del Pacífico con países como Japón
(antigua rival). Corea del Norte logró sobrevivir a partir
de la ayuda de la Unión Soviética y China, optando
por desarrollar sus capacidades militares convencionales
así como también no convencionales (llegando a
poseer un pequeño arsenal nuclear).
Hacia finales de la Guerra Fría la no
proliferación y el control de las
armas de
destrucción masiva apareció como leit motiv
de los encuentros entre las superpotencias, temática que
éstas impusieron en la agenda de la comunidad
internacional a través de múltiples tratados. El TNP
(Tratado de No Proliferación) constituye el punto
neurálgico de todos los acuerdos internacionales
relacionados con la utilización del potencial nuclear
mientras que Organismo Internacional para la Energía
Atómica (OIEA) es el principal organismo creado con la
función
de asegurar el desarme nuclear y la utilización
pacífica de este tipo de energía.
Al concluir la Guerra Fría el enemigo tradicional
y ubicuo se diluye, las amenazas toman formas múltiples y
muchas de ellas se relacionan a fuerzas transnacionales
–como el terrorismo internacional, narcotráfico, y
crimen
organizado- más que a conflictos interestatales
propiamente dichos.
Las nuevas amenazas afectan principalmente a las
personas, la población civil, sus valores e
instituciones.
Ello lleva al replanteo del rol de las fuerzas armadas, los
servicios de
inteligencia,
las alianzas de seguridad
colectiva y demás formas de cooperación para el
mantenimiento
de la paz y seguridad internacionales.
Para Corea del Norte la culminación de la Guerra
Fría significó el fin de la ayuda económica
y bélica proveniente de la Unión Soviética y
China, lo que provocó un fuerte estrangulamiento
económico para aquel país. A partir de la
desintegración de la URSS y el proceso de reformas en los
países del Este, Corea del Norte sintió agudamente
la pérdida de interlocutores, particularmente desde el
establecimiento de las relaciones diplomáticas entre los
países del ex COMECOM y Corea del Sur. Ya que Pyongyang no
puede recibir ayuda ni del Banco Mundial
ni del Banco
Asiático de Desarrollo en pos de obtener recursos
recurrió a la venta de
armamento convencional y no convencional a Oriente Medio y otras
regiones del mundo.
La percepción
sobre el avance de los peligros de la proliferación de
armamento nuclear y materiales
nucleares a través de los cuales se pueden generar
atentados catastróficos ha obligado a plantear una
profunda revisión de la estrategia
respecto de los Estados que puedan facilitar tales
armas.
A partir de la óptica
norteamericana la seguridad internacional se ve amenazada por la
combinación entre radicalismo y tecnología,
vulnerabilidad que aumenta por la conjunción entre
"Estados canallas" con redes terroristas. "Los
Estados calificados como enemigos, distan de tener una identidad
significativa en cuanto capacidades militares, económicas
y demográficas. Su importancia como amenaza pasa a ser su
control de armas de destrucción masiva y su eventual
interacción con el terrorismo
internacional."
Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 hasta
el momento la estrategia de seguridad norteamericana parece
detentar poca flexibilidad dado que: se han adoptado posiciones
rígidas, se han soslayado y evitado negociaciones, y se ha
optado por la guerra preventiva contra el terrorismo y los
Estados que alberguen terroristas buscando también la
disuasión de aquellos con capacidad convencional y no
convencional sospechados de entregar suministros a estas
redes.
La reactivación, por parte de Corea del Norte, de
su programa
nuclear –enriquecimiento de uranio y reactivación
del procesamiento de plutonio- y la declaración en abril
de 2003 de que posee armas nucleares desencadenó una
crisis cada vez más aguda entre este país y los
Estados Unidos y subsecuentemente de otras potencias con
intereses en el Sudeste de Asia.
La posibilidad de que Corea del Norte se transforme en
un Estado con
armas nucleares que pueda brindar soporte logístico y
estratégico para grupos
terroristas podría – y ya tiene – profundos
efectos en el sistema internacional. Esto se debe a que las
acciones y amenazas a futuro ponen en peligro la integridad del
régimen internacional de no proliferación, y
aumenta la preocupación en los cinco países
más implicados en la seguridad de la península
coreana: Estados Unidos, Corea del Sur, China, Japón y
Rusia. Si se
confirmase las afirmaciones de Kim-Chong-il, dirigente de Corea
del Norte, respecto de la posesión de armas nucleares esto
generaría un entorno muy difícil al poner en
peligro la paz y la estabilidad en Asia Oriental, que puede
derivar en una nueva carrera de armamentos y tal vez lanzar a la
nuclearización a Japón, Corea del Sur y
Taiwán.
Aunque un análisis atento muestra que el
peligro o amenaza nuclear directa de Corea del Norte es escasa,
dado, como veremos, su poca capacidad misilística, su
amenaza indirecta es considerable dada la posible
exportación de material nuclear o eventual
nuclearización de otros países o grupos
terroristas.
Esta amenaza indirecta y el historial como de
proliferador de este país hace que se lo perciba como una
fuente de amenaza más allá de su potencial real en
términos cuantitativos.
Los medios para
solucionar la crisis han sido objeto de polémica entre las
distintas potencias y demás países involucrados,
dados los distintos intereses en juego. Algunos
países se inclinan por las negociaciones directas entre
Washington y Pyongyang (cuyas condiciones, formato y contenido
son también asuntos controvertidos). Otros incluso
defienden (o no descartan) una opción militar, de tipo
táctico (ataque quirúrgico contra las instalaciones
nucleares) y hasta estratégico (invasión o ataque
masivo). Mientras aparece también una tercera vía,
intermedia, que es la de aceptar la nuclearización como un
hecho consumado y propiciar el aislamiento y el estrangulamiento
del régimen norcoreano mediante sanciones hasta su
eventual colapso.
En el siguiente trabajo
analizaremos la cuestión nuclear con Corea del Norte y el
peso que ha adquirido su amenaza indirecta en el
contexto post Guerra Fría y particularmente post 11 de
septiembre.
En un primer apartado definiremos un marco conceptual de
análisis; en un segundo apartado ponderaremos el nivel de
amenaza nuclear que significa la posesión de armas por
parte de Corea del Norte; en el tercer y cuarto apartado haremos
un relato de los antecedentes y del desarrollo de la crisis; en
el quinto apartado analizaremos la complejidad
estratégica, es decir el escenario regional y el juego de
intereses y percepciones entre los actores involucrados en la
crisis; en el sexto apartado presentaremos las opciones para
solución del conflicto y
finalmente las conclusiones.
Para comenzar se hace necesario recurrir a herramientas conceptuales que nos ayuden a
comprender el escenario internacional que sirve de contexto a
la crisis que analizamos.El sistema internacional contemporáneo post
Guerra Fría es bastante más complejo como para
ser definido únicamente como unipolar, bipolar o
multipolar. Huntington, por ejemplo caracteriza al sistema
internacional actual como un híbrido
"uni-multipolar", en donde hay un superpoder y
varios poderes mayores, y para establecer las pautas del
sistema internacional se requiere de la acción del superpoder en
combinación con los Estados mayores. En un segundo
nivel actúan poderes regionales mayores como Rusia en
Eurasia, Japón y China en el Este Asiático,
etc.De acuerdo a la conceptualización que hace
Joseph Nye estamos en presencia de un sistema internacional
con tres tableros o niveles de poder. El
militar donde hay una potencia
predominante, momento unipolar (tablero
superior), está encarnada por Estados Unidos.
El económico (tablero intermedio) donde
la característica es la tripolaridad, con tres
mercados
y/o actores importantes, Estados Unidos, Europa y
Japón. Y el tablero donde no hay control real del
Estado, "botton chessboard", una zona difusa
donde actúan e interactúan nuevos y viejos
actores internacionales a través de las
fronteras.Nye suma a este tablero no sólo la sociedad
civil internacional, sino también las redes
terroristas, mafias, flujos de capitales, paraísos
fiscales, venta de armas y tráficos de drogas.
Siguiendo con la lectura
de Nye, debemos sostener que estos tres escenarios de poder
del sistema internacional están interrelacionados
verticalmente por lo cual, es en vano actuar en sólo
uno de los planos de poder. Como los tableros tienden a
influenciarse, si una potencia desea actuar en el tercer
plano deberá necesitar de la ayuda activa de todos los
países para poder intervenir en él y sin
éxito asegurado.Los temas de seguridad, como el nuclear, se
están desplazando al tercer plano o tablero donde
están haciendo colusión "Estados villanos" -con
armas nucleares o el potencial de poseerlas a futuro- y
grupos terroristas. Esto plantea problemas
graves y de compleja solución dada las
características del sistema internacional.Esta complejidad deriva de que para estos actores
–Estados villanos o grupos terroristas la
disuasión nuclear no parece ser una herramienta eficaz
para contenerlos. Durante la Guerra Fría el arma
nuclear tenía como principal función la de
disuadir al contrario sobre la inconveniencia de desarrollar
un primer ataque nuclear, ya que la respuesta podría
conllevar a su destrucción, con lo cual el
enfrentamiento entre ambos se convertiría en
absurdo.Además la disuasión nuclear estaba
dirigida contra Estados cuyos gobiernos eran conscientes de
la necesidad de proteger a su población y territorio,
y se esforzaban por actuar de la manera más racional
posible para evitar una destrucción mutua asegurada.
Así, sobre un frágil equilibrio
del terror se evitaba el enfrentamiento directo entre las
superpotencias. Ahora bien, con el final de la Guerra
Fría y la disminución progresiva de las
tensiones entre Estados Unidos y sus antiguos enemigos, ahora
aliados en diversos ámbitos, se han reducido
considerablemente los peligros nucleares procedentes de
grandes Estados como la Federación Rusa o
República Popular China, pero han aumentado los
peligros procedentes de "Estados villanos" o de
grupos terroristas internacionales. Para estos últimos
la disuasión nuclear como la entendíamos no
sirve porque el arsenal nuclear estadounidense fue
fundamentalmente diseñado para dar respuesta a otros
Estados con capacidades nucleares importantes, no para
disuadir a Estados que se encuentran en el umbral nuclear o a
grupos terroristas que pueden estar en posesión de
bombas
sucias.Esta dificultad en la no eficacia de
la disuasión nuclear puede comprenderse por la
aparición de amenazas no tradicionales o lo que se ha
denominado amenaza asimétrica. Es decir
una amenaza que: no proviene de un ejército claramente
identificable; con motivación variada (esto es que puede
obedecer a rivalidades tribales, a revanchismos
étnicos o a simples actividades criminales); cuya
ejecución proviene de entidades no estatales; a la
explotación de factores como la sorpresa, la
"invisibilidad", la capacidad de operar a distancia con pocos
recursos y causar un gran daño, etc.La sorpresa, invisibilidad, organización flexible, la movilidad son
ahora sopesados como capacidades que grupos terroristas
internacionales pueden aprovechar e incluso ser letales si
llegan a poseer armamento nuclear para realizar atentados
terroristas catastróficos.Esto ha llevado a las grandes potencias, en especial
los Estados Unidos, a la necesidad de obturar posibles
vías de suministro. Esta estrategia apunta
directamente a los Estados que son percibidos, no tanto por
sus recursos materiales, sino por su identidad e historial
como potenciales proliferadores. Aquí juega un rol
importante la percepción de amenaza por parte de otros
estados. En el análisis de la percepción nos
parece útil hacer referencia al concepto que
S. Walt denomina "balance de amenaza". Este
tipo de balance difiere… del "balance de poder" -o de
capacidades físicas concretas – en que los actores en
el sistema internacional no necesariamente focalizan toda su
atención en las capacidades materiales
de un Estado competidor o agresivo sino que se ven sometidos
a la influencia de sus percepciones sobre las intenciones,
naturaleza
e historia
del actor en cuestión sumado a factores subjetivos que
pueden llegar a pesar más que las capacidades a la
hora de identificar a rivales o enemigos."Como explica también la visión
constructivista de las relaciones
internacionales expresada en análisis como los de
Wendt, las interacciones y
prácticas de los actores generan
estructuras sociales que derivan en relaciones
de conflicto o cooperación. Los recursos materiales de
los Estados adquieren significado dependiendo
de la estructura de conocimiento compartido que
subyace a ello. Así, en el caso de Corea del Norte lo
que plantea un desafío no son las capacidades
materiales en términos geoestratégicos
(recursos económicos, población, poderío
bélico, etc.) sino las percepciones acerca de
las intenciones y el historial de este país en apoyo a
grupos terroristas y a la proliferación
armamentística (específicamente
misiles).En los términos constructivistas de Alexander
Wendt, la relación de Estados Unidos con los Estados
pertenecientes al "Eje del Mal" (dentro de los cuales se
encuentra Corea del Norte) "no será una
relación kantiana de amigos o lockeana de rivales sino
que será una relación hobbesiana de
enemigos o, aún más aguda, de
"hostilidad absoluta" (o sea el no reconocer en el "otro"
ningún tipo de legitimidad o capacidad de
conciliación)."Para Fabián Carlos Calles ello deriva en al
menos cuatro hechos fundamentales. El primero y más
evidente es que Estados Unidos actuará como un estado
revisionista bajo el principio "eliminar o ser eliminado". En
esta lógica, la diferencia entre seguridad
ofensiva y defensiva se diluye ya que, como expresa la
Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), "la mejor defensa es
el ataque": si lo que se busca es más seguridad los
estados pueden anexar territorios o invadir otros estados
bajo pretextos defensivos como sucede con Irak.
Segundo, la toma de
decisiones no tendrá muy en cuenta las
perspectivas futuras posibles sino que se orientará
siempre al "peor escenario".Bajo este esquema, poco importa la jugada del otro
actor en dirección cooperativa. Tercero, las capacidades
materiales relativas serán de suma importancia. Como
afirma A. Wendt, la enemistad le otorga a las capacidades
un significado particular, el cual no se deriva ni de sus
propiedades intrínsecas ni de la anarquía como
tal, sino de la estructura del rol, en este caso de
enemigos. Hoy, el enemigo puede provocar daños
mayúsculos por medio de estrategias "asimétricas" (terrorismo,
disrupciones económicas, etc.).Pero en este nuevo esquema internacional el
"único superpoder" no puede actuar
inconsultamente en todos los escenarios particularmente en
aquellas regiones rodeadas de potencias que aún
detentan relevante poder. En el escenario en juego participan
los intereses e interrelaciones de otros actores, a saber:
China, Rusia, Japón y Corea del Sur. Las experiencias
históricas de cada uno de estos países
derivará en estructuras de conocimiento compartido diferentes a las que
se producen en la lógica conflictiva entre Corea del
Norte y Estados Unidos.A su vez, los intereses y prioridades de estos
actores son ordenados de manera distinta a las pautas de
Estados Unidos ya que se desprenden de realidades y
necesidades heterogéneas. No es igual el riesgo que
toman Corea del Sur y Japón en caso de realizarse un
ataque preventivo contra el régimen de Pyongyang dada
su proximidad geográfica. Es también diferente
el riesgo que corren China y Rusia, ambos en la
difícil tarea de transformar sus economías y
también sus sociedades
para adaptarse al mercado,
ante una posible desestabilización en sus
proximidades. Es por esta razón que las
percepciones e intereses de los actores se
entrecruzan, convergen y divergen, aunque en definitiva
generalmente priman unas sobre otras.Sumado a las interpretaciones anteriores cualquier
análisis sobre un conflicto internacional y sobre las
posibles estrategias de solución debe tener en cuenta
los límites y contexto de la acción
en un ambiente complejo como es el escenario
internacional.Como señala E. Morin "el dominio de la
acción es muy aleatorio, muy incierto. Nos impone una
conciencia muy aguda de los elementos aleatorios, las
derivas, las bifurcaciones, y nos impone la reflexión
sobre la complejidad misma. Aquí interviene la
noción de ecología de la
acción. En el momento en que un individuo
emprende una acción, cualesquiera que fuere,
ésta comienza a escapar a sus intenciones. Esa
acción entra en un universo de
interacciones y es finalmente el ambiente
el que toma posesión, en un sentido que puede volverse
contrario a las intención inicial." En este sentido es
indispensable tomar conciencia de la complejidad a la hora de
encarar y resolver problemáticas internacionales tan
delicadas, ya que una presión que tenga como intención
disuadir ciertas acciones de la contraparte puede terminar en
una provocación de la agresión no deseada y
más difícil de controlar siendo ello contrario
a la intención inicial.Esta complejidad de la acción se hace
evidente en el actual sistema internacional donde el poder se
está volviendo más multidimensional, las
estructuras más complejas y los Estados más
permeables. En el análisis de nuestro caso nos resulta
interesante utilizar la conceptualización de poder que
hace J. Nye. Para este autor hay dos tipos de poder que
colaboran complementariamente a este hecho: el poder duro y
el poder blando. El poder duro es el
tradicional poder militar y económico, el que funciona
por la coacción, el que consigue que el adversario
haga lo que la potencia que lo ostenta quiere o, que por lo
menos logra que no haga lo que quiere hacer y que es molesto
para ella. En la política del palo y la zanahoria, es
indudablemente el palo. Pero también es, en
parte, la zanahoria. Si el palo es la amenaza o la
disuasión, la zanahoria es el regalo: las
inversiones, los créditos o tratados comerciales en
condiciones preferentes, etc. El poder blando,
según Nye, corresponde a lo que tradicionalmente se ha
llamado "autoridad
moral". Un
Estado tiene poder blando en el momento en que es una
referencia política o cultural. Un Estado que disfruta
de poder blando se constituye en referente para otros, tiende
a ser imitado y seguido, consigue sin violencia
que otros estados hagan lo que él quiere. El mismo
emana de, por lo menos, tres fuentes:
(i) la cultura e
identidad, esto es valores y prácticas; (ii) los
principios
políticos en vigor y (iii) la política
exterior, cuando ella se apoya en la legitimidad, en una
actitud
generosa y en la propia autoridad moral. Por esta
razón es necesario para aquellos Estados que no
sólo quieren detentar poder sino establecer una
hegemonía real lograr legitimar sus acciones a
través de la construcción de un sistema de valores
que lleguen a ser compartidos por el resto de la comunidad
internacional.En un sistema internacional cada vez más
trasnacionalizado, la difusión y fragmentación
del poder plantea graves problemas de coordinación para enfrentar las
amenazas asimétricas. Y esta coordinación
dependerá de la capacidad y disponibilidad de los
Estados para hacer un uso ponderado de poder duro y blando.
Este último nos lleva a analizar el concepto de
hegemonía donde el poder adquiere una
forma consensuada donde se llega a una unidad entre las
fuerzas materiales objetivas y las ideas
ético-políticas (donde las categorías
de pensamiento y sistema de valores se aceptan como criterios
de determinación de valores y verdad).Esta categoría es necesaria para comprender
que las respuestas unilaterales frente a las amenazas son una
demostración de la carencia de hegemonía por
parte de Estados Unidos a pesar de ser el mayor poder
militar.Otro concepto que se utilizará en el
análisis es el de "interdependencia", el
mismo es formulado por Keohane y Nye en su libro
"Poder e Interdependencia". Implica dependencia mutua, se
refiere a situaciones caracterizadas por efectos
recíprocos entre países o actores en diferentes
países. Hoy los desafíos en materia de
seguridad tienden a superar la capacidad individual de los
Estados y la seguridad de cada Estado depende menos de las
capacidades militares individuales. Por ello los es necesario
que los Estados asuman formas asociativas y cooperativas en materia de
seguridad.Finalmente, es menester definir qué se
entenderá por conflicto a una
divergencia de intereses por parte de los actores, donde
necesariamente las políticas de uno perjudica las del
otro y viceversa. Por otra parte, se entiende por
cooperación (como la define Keohane en
su libro "Después de la Hegemonía") a la
actitud de los actores de adaptar sus conductas a las
preferencias presentes de otros por medio de una
coordinación de políticas.En último lugar se entiende por
crisis a aquella situación que cumple
con los requisitos de: afectar altos intereses de la nación; implica un factor sorpresa para
los decidores; y hay poco tiempo para abordarla. Estas
definiciones se hacen necesarias dado que consideramos que
nuestro estudio de caso representa un conflicto permanente
que involucra los intereses de diversos actores, que contiene
a su vez puntos críticos de tensión, y que
únicamente se resolverá a partir de la
cooperación entre los principales actores
involucrados.- Marco
conceptualLa primera pregunta que se suscita en el
análisis es por qué Estados Unidos y las
potencias regionales del Sudeste Asiático perciben
como amenazadoras las acciones de Corea del Norte. Como se
anticipó anteriormente esta percepción se basa
no tanto en una amenaza directa y contundente de poder
militar convencional –balance de poder–
sino que es el resultado de un balance de
amenaza, es decir las percepciones sobre las
intenciones, naturaleza e historia de proliferación
nuclear del actor en cuestión.El régimen de la República Popular de
Corea comenzó a manifestar interés de desarrollar un programa
nuclear propio a mediados de los ´50, concluida la
guerra en la península. Las investigaciones para llevar a cabo tal
programa prosiguieron incesantemente.En la década de los 80 en la zona de Yongbyun
comenzó la construcción de un centro de
investigación nuclear a gran escala. No
obstante de los avances de Corea del Norte en el plano
nuclear, en el año ´85 –bajo
presión de la URSS- firma el Tratado de No
Proliferación. Con la debacle de la URSS y sus
satélites Corea del Norte no
sólo perdió interlocutores políticos
sino también fuentes importantes de financiamiento económico. Pyongyang
enfrentó y aún enfrenta una deplorable
situación económica. Conforme a informes
de "Naciones Unidas el país no dispone de medios
suficientes para sobrevivir y sus carencias de energía
son alarmantes, lo que supuestamente es la
motivación principal para reactivar su programa
nuclear".A pesar de su catastrófica situación
económica Corea del Norte tiene un potencial militar
fuertemente desarrollado. Ello lo convirtió en un
importante exportador de armas a Medio Oriente y al Tercer
Mundo, algunas de los cuales son nucleares. Para Estados
Unidos este historial como proliferador aumentó la
percepción de amenaza potencial. Pero la mirada de
Estados Unidos no sólo se liga al historial de
proliferación sino también a la naturaleza del
régimen. El régimen de economía planificado de Pyongyang
perteneció a la órbita soviética en el
período de la Guerra Fría. Con la caída
de la URSS, Estados Unidos y Corea del Norte no construyeron
una estructura de identidades e intereses cooperativa sino
que primó la desconfianza y la lógica
hobbesiana propia de la guerra. Sumado a ello, la
retórica de los líderes de ambos países
–Bush y Kim Chong-il- retroalimenta las percepciones
negativas.Respecto de la amenaza directa que suponen los
programas
nucleares de Corea del Norte, la misma no parece ser seria
pues "resulta improbable que los programas de desarrollo de
misiles balísticos (cuyas pruebas
estuvieron paralizadas entre 1999 y principios de 2003) hayan
dado lugar a vehículos operativos y
precisos".El misil operativo de mayor alcance No Dong, (con un
carga máxima de 700-1.000 kilos y un alcance de
1.000-1.300 kilómetros) ha sido probado sólo
una vez (y en 1993). La prueba del Taepo Dong 1 (carga de
1.000 kilos y alcance de 1.500-2.000 kilómetros) que
hizo en agosto de 1998 consistió en un lanzamiento de
tres fases (Scud, No Dong), que aparentemente fracasó
en su tercera fase, pese a sobrevolar territorio
japonés y estrellarse en el Pacífico. El Taepo
Dong 2 (3.500-5.000 kilómetros y 1.000 kilos), que
podría reconvertirse, reduciendo la carga a unos
cientos de kilos, en un misil intercontinental (10.000-15.000
kilómetros), no ha sido probado y, por tanto, es muy
poco fiable. Además, los misiles norcoreanos no
parecen ser un arma sino un instrumento defensivo de
disuasión. Para el régimen de Pyongyang el
armamento nuclear es la única carta de
negociación para conseguir concesiones
de otros países como también la única
forma para evitar la invasión directa por parte de
Estados Unidos.En cuanto a las armas nucleares, si bien Pyongyang
reconoció el 23 de abril de 2003 poseer dispositivos
nucleares –bombas- y, pese a que las estimaciones de
los servicios de información estadounidenses
sitúan su número en al menos dos (y cinco
más potenciales, como mínimo, una vez comenzado
el reprocesamiento de las barras de combustible, en un plazo
inferior a un año), lo cierto es que subsiste mucha
incertidumbre al respecto.Por el contrario, el peligro indirecto
parece bastante más importante. Es aquí donde
el balance de amenaza se hace más
contundente. "No cabe descartar la eventual
exportación de armas nucleares y la venta de sus
componentes o su tecnología de fabricación a
otros Estados.Tampoco sería del todo inconcebible que
Pyongyang hiciese llegar armas nucleares, sus componentes o
su know-how a grupos terroristas. Existe el riesgo de
que un dispositivo nuclear pueda ser trasladado fuera del
país sin ser detectado." "Tras conseguir cinco o seis
bombas más a partir de las barras de combustible en
Yongbyon, Corea del Norte podría llegar a la
conclusión de que dispone de suficientes como para
vender algunas a otros Estados Canallas o, mucho peor, a
grupos terroristas. Es completamente imposible que se pueda
evitar de manera efectiva que se exporten desde Yongbyon unos
pocos bultos del tamaño de una pelota de
béisbol.Una pequeña cantidad de Plutonio 239 apto
para bombas nucleares, que no sólo tiene un
tamaño reducido sino además es poco radioactivo
y no emite una señal que pueda ser detectada si se
sacase de Corea del Norte hacia un destino en el que grupos
terroristas puedan recibirla".Ese riesgo indirecto obedece al largo
historial de proliferación –historial que
también fortalece la percepción de este balance
de amenaza- de misiles que tiene Pyongyang. La
exportación de misiles y de su tecnología ha
sido práctica común en los últimos
años. Según un informe de
la Carnegie Endowment for Internacional Peace (CEIP) ,
Corea del Norte es el principal exportador de misiles
balísticos al mundo en desarrollo y sus exportaciones han continuado a pesar de su
moratoria de pruebas. Entre los Estados que han
recibido misiles de Corea de Norte figuran
Irán, Libia, Pakistán y Siria.
Entre otros, Egipto
podría haber recibido también algunos sistemas
procedentes de Pyongyang. Es importante señalar que se
cree que Irán ha recibido ayuda de Corea del Norte
para crear su propia capacidad de producción de misiles y que
podría intentar entrar en el mercado de
exportación de misiles. Se estima que las capacidades
en misiles de Irán y Pakistán son muy
dependientes de la tecnología y de los equipos
norcoreanos. Además, la nuclearización de Corea
del Norte no sólo fortalece mucho la capacidad militar
de un régimen impredecible (a la vista de otros
actores) y, por tanto, peligroso, sino que podría
fomentar en la región una carrera de armamentos
aún mayor que la actual e incluso, como se
manifestó anteriormente propiciar la
proliferación nuclear en Corea del Sur, Japón y
Taiwán.Además es menester destacar que la gran
emigración de norcoreanos hacia países vecinos
particularmente Corea del Sur y Japón facilita el
tráfico de materiales nucleares a estos países
en los cuales podrán actuar grupos de
terroristas.De acuerdo con Peter Lupsha "actualmente la
mayoría de los grupos de crimen organizado
transnacional, con células insertadas dentro de
naciones-estados… en términos de unión y
solidaridad, estas redes de afiliación
están enraizadas en familias, clan, etnias, dialecto,
cohorte y variables
culturales nacionales empíricamente comprensibles y
reconocibles".Conforme lo manifiesta Vicente Garrido, un experto
en desarme "tras los atentados en Estados Unidos del 11 de
septiembre, la
Organización Internacional de la Energía
Atómica alertó sobre tres posibles amenazas: un
ataque directo contra instalaciones nucleares; robo de
material fisionable para fabricar bombas, y la
elaboración y detonación de un artefacto de
este tipo por parte de terroristas".Como se puede observar es un conflicto sumamente
complejo puesto que implica una concepción
clásica de la seguridad si se lo vislumbra desde el
punto de vista de la amenaza directa vis à vis otros
Estados. Mientras que si se aborda desde el peligro potencial
indirecto que reporta entra en el plano de las nuevas
amenazas que azotan a los Estados y sus sociedades
civiles. - Determinación del grado de amenaza
potencial que presenta la posesión de armas nucleares
por parte de Corea del NorteCorea del Norte aparece como un actor
estratégico dentro de una inestable región,
como es el Sudeste Asiático, que desafía no
sólo a Estados Unidos sino también a organismos
internacionales de control o regulación en materia de
política nuclear. El régimen reactivó
instalaciones clausuradas en el pasado, haciendo hoy alarde
de poseer armas de destrucción masiva en febrero del
2005 y el abandono de las negociaciones de forma
indefinida.La crisis nuclear que tuvo lugar en octubre de 2003
fue la segunda y más contundente en menos de un
decenio. La primera crisis se produjo en 1993-1994 cuando,
ante las sospechas internacionales de que disponía de
más plutonio que el declarado, Pyongyang
rechazó unas inspecciones propuestas por el OIEA, con
el que había firmado un acuerdo de garantías en
1992, y amenazó con abandonar el Tratado de No
Proliferación Nuclear (TNP) al que se había
adherido en 1985, y con continuar con su programa nuclear de
reprocesamiento de plutonio. Aquella primera crisis fue
resuelta con la firma del acuerdo-marco de 1994 con Estados
Unidos.En virtud de ese acuerdo, Corea del Norte se
comprometió a abandonar ese programa nuclear a cambio
del levantamiento progresivo de las sanciones
económicas estadounidenses así como de la
construcción de dos reactores nucleares de agua
ligera ("resistentes" a la proliferación) para generar
electricidad
y de la recepción de medio millón de toneladas
de petróleo al año hasta que
estuviera terminado el primer reactor. La construcción
de los reactores y el envío de petróleo se encomendaron a un consorcio
internacional creado en 1995 y denominado KEDO (Korean
Peninsula Energy Development Organization), formado por
trece países pero financiado fundamentalmente por
Washington, Seúl y Tokio.El acuerdo marco abrió expectativas de
acercamientos sin precedentes, particularmente entre las dos
Coreas. Los regimenes del Norte y el Sur comenzaron a acercar
posiciones, lograron diferentes acuerdos en varias
temáticas: se realizaron intercambios culturales,
económicos y políticos. Los dirigentes de un
pueblo dividido focalizando las raíces
históricas conjuntas y comenzaron a través de
sus prácticas a alterar una estructura de conocimiento
hobbessiana fijada por la lógica bipolar de la Guerra
Fría por una de incremento de confianza.Cabe destacar el rol de China como interlocutor
primordial de Pyongyang y fuerte impulsor de las
negociaciones.La estrategia de la
administración Clinton se había basado en:
(1) solventar la crisis nuclear de 1993-94 con el
acuerdo-marco, que paralizaba el programa nuclear norcoreano;
(2) apoyar la sunshine policy del presidente
surcoreano Kim Dae Jung; (3) comenzar una negociación
sobre el programa de misiles de Pyongyang, que, como ya se
señaló, no pudo culminarse a finales de 2000
por falta de tiempo antes de las elecciones presidenciales
estadounidenses; (4) iniciar discusiones y negociaciones a
alto nivel.Desde finales de 1994 hasta octubre de 2002 todo
parecía indicar que Corea del Norte se había
atenido a sus compromisos. Entre 1994 y 2000 la
atención de la administración Clinton se centró
en un segundo problema con Corea del Norte: el desarrollo del
programa de misiles y la exportación de ellos y sus
componentes o tecnología. El desarrollo de sucesivas
generaciones de misiles (Scud-B, Scud-C, No Dong, Taepo Dong
1, Taepo Dong 2) empezó a plantear un serio problema
cuando, en agosto de 1998, Corea del Norte probó uno
de ellos (un Taepo Dong 1, de tres fases), con un lanzamiento
que sobrevoló Japón. Además, era bien
conocido que Corea del Norte estaba exportando misiles, sus
componentes o su tecnología a diversos países,
como Pakistán, Libia, Egipto, Siria, Irán o
Yemen . La administración Clinton no tuvo tiempo
para cerrar un acuerdo al respecto antes de las elecciones
presidenciales estadounidenses de 2000 pero consiguió
en 1999 una moratoria temporal de las pruebas de
misiles.El fallido acuerdo sobre misiles habría
consistido en cancelar el desarrollo y la exportación
de ellos a cambio de compensaciones económicas y del
acceso gratuito de los norcoreanos a servicios extranjeros de
lanzamiento de satélites. Desde 2001, y a pesar del
escepticismo de la nueva administración republicana en
Washington, todo indicaba que el programa nuclear norcoreano
estaba paralizado y las perspectivas parecían
positivas. - Antecedentes
InmediatosUn cambio sustancial en la situación se
produjo cuando Washington hizo público, el 16 de
octubre de 2002, que Corea del Norte había admitido el
4 de octubre, durante un encuentro en Pyongyang entre James
A. Kelly, subsecretario estadounidense para Asuntos de Asia
Oriental y el Pacífico, y Kang Sok Chu, viceministro
norcoreano de Asuntos Exteriores, que estaba desarrollando un
programa nuclear secreto de enriquecimiento de
uranio.Tal programa era una clara contravención del
TNP y de varios acuerdos internacionales firmados por Corea
del Norte: la Declaración Corea del Sur-Corea del
Norte sobre desnuclearización de la península
(1991), el acuerdo de garantías con el OIEA (1992), el
acuerdo-marco firmado con Estados Unidos en 1994 y la
declaración Corea del Norte-Japón de septiembre
de 2002. "Kelly aparentemente presentó a Kang pruebas
de que Corea del Norte había recibido
tecnología nuclear (de centrifugadoras de gas) desde
Pakistán a cambio de misiles y que Corea del Norte
estaba intentando adquirir tanto aluminio
fuerte (que se usa en los equipos destinados a enriquecer
uranio para fabricar bombas nucleares) como
tecnologías de láser
para instalaciones nucleares".La política de la administración Bush
impulsó una retórica de inflexibilidad,
particularmente luego de los atentados del 11 de
septiembre.De acuerdo con el analista Pablo Bustelo la nueva
política de la administración Bush ha
consistido en: a) críticas a la sunshine
policy del presidente surcoreano Kim Dae Jung; b)
freno a la negociación sobre programas de misiles
entablada por la administración Clinton (abril de
2001); revisión de la política respecto de
Corea del Norte (junio de 2001): propuesta de
discusión "seria" sobre una "agenda amplia" basada en
cuatro aspectos: (1) mejor aplicación del
acuerdo-marco, esto es, un cumplimiento más
rápido del acuerdo de salvaguardias con el OIEA; (2)
restricciones "comprobables" a los programas de misiles; (3)
prohibición de las exportaciones de misiles; y, como
novedad, (4) una posición militar convencional menos
"amenazadora"; además, Estados Unidos insiste en una
"comprobación estricta" de cualquier acuerdo adicional
y, en febrero de 2002, incluyó el tema de los derechos
humanos; c) nueva doctrina nuclear (diciembre de
2001): inclusión de Corea del Norte entre los siete
países susceptibles de un ataque nuclear preventivo
por parte de Estados Unidos; d) discurso
sobre el estado
de la Unión (enero de 2002): inclusión de Corea
del Norte en el "Eje del Mal", junto con Irak e
Irán.Por su parte el gobierno
norcoreano declaró que, para cancelar ese programa
nuclear, exigía una nueva negociación con
Estados Unidos encaminada a: (1) obtener garantías de
que no habría ataque preventivo; (2) un reconocimiento
formal del régimen por parte de Estados Unidos y de
Japón (lo que hubiese abierto la puerta a una
importante asistencia económica); y (3) un pacto de no
agresión y un tratado de paz con Estados
Unidos.La inflexibilidad de ambos líderes
culminó en un incremento de la lógica
conflictiva a partir de la percepción de amenaza y
desconfianza entre las partes. Sus prácticas
retroalimentaron sus misperceptions, puesto que a
mediados de noviembre del 2002, Estados Unidos
suspendió los envíos de petróleo que se
habían realizado desde el acuerdo-marco de 1994, lo
que supuso en la práctica la anulación de dicho
acuerdo.Pyongyang reaccionó amenazando con: (1)
reactivar la central nuclear de Yongbyon quitando los
precintos y las cámaras de vigilancia del OIEA y
expulsando a los inspectores de ese organismo y (2) retomar
las pruebas de misiles de largo alcance, en moratoria
unilateral desde septiembre de 1999, moratoria que se
había hecho indefinida en la declaración de
Pyongyang (septiembre de 2002) entre Corea del Norte y
Japón. Tales amenazas se entendieron entonces no
sólo como una respuesta a la suspensión de los
envíos de petróleo sino también, como
una reacción ante el incidente del buque So San
en el Océano Índico (que transportaba misiles
Scud con destino a Yemen) y un intento de influir en las
elecciones presidenciales surcoreanas del 19 de diciembre y
de fomentar el anti-americanismo en el Sur, así como
de aprovechar la concentración de los esfuerzos
estadounidenses en el conflicto con Irak.A finales de diciembre, Pyongyang reactivó en
efecto la central de Yongbyon, quitando precintos y
cámaras. Reinició la construcción de
otras dos centrales y expulsó a los inspectores del
OIEA al tiempo que desplazaba armamento a las proximidades de
la "zona desmilitarizada" del paralelo 38. La
"justificación" norcoreana consistió en afirmar
que tales medidas eran una respuesta a las "amenazas" de la
administración Bush (cuando lo cierto es que el
programa secreto se estaba desarrollando desde al menos 1998
y que las "amenazas" habían sido más bien
relativas) y una réplica a la ruptura por parte de
KEDO y de Estados Unidos, al suspender los envíos de
petróleo y del acuerdo-marco de 1994 (cuando la
realidad es que la confesión previa del programa
secreto era una contravención directa de ese
acuerdo).En enero de 2003, pese a los requerimientos del
OIEA, Pyongyang decidió denunciar el TNP,
señalando sin embargo que volvería al Tratado
si Estados Unidos reanudaba los envíos de
petróleo y que abandonaría su programa nuclear
si Washington se reafirmaba en la declaración conjunta
de octubre de 2000 (emitida durante la visita de Madeleine
Albright) que indicaba que Estados Unidos no albergaba
"intenciones hostiles" respecto del régimen
norcoreano.En febrero y marzo del 2003 Corea del Norte
efectuó dos pruebas de misiles (anunciadas con
antelación y con vehículos de corto alcance) en
el Mar del Este (24 de febrero y 10 de marzo), terminando
así con la moratoria que había declarado
indefinida en septiembre. Amenazó con empezar a
reprocesar el combustible almacenado antes de 1994, con
retirarse del armisticio de 1953 y con desencadenar una
guerra si era objeto de sanciones. El 2 de marzo, cuatro Mig
norcoreanos interceptaron (aunque sin mayores consecuencias)
un avión RC-135 de reconocimiento estadounidense, en
espacio aéreo internacional a 240 kilómetros al
Este de la costa oriental de Corea del Norte. La respuesta de
Washington consistió en desplazar varios bombarderos
B-1 y B- 52 a Guam y algunos F-117, junto con un grupo
aeronaval (el portaaviones Carl Vinson y su grupo de
batalla), a la península.No obstante, los bombarderos desplazados a Guam
fueron trasladados de nuevo a Estados Unidos a finales de
mayo. También regresaron a Estados Unidos los F-117 a
principios de junio. Las rigideces en las posiciones de ambos
actores los lleva a encontrarse en una situación
similar al dilema de seguridad, entendido como
una estructura
social compuesta por el
conocimiento intersubjetivo en donde los Estados son tan
desconfiados que hacen asunciones sobre el peor de los casos
acerca de las intenciones de los demás; como resultado
definen sus intereses en términos de autoayuda. Es por
esta razón que la injerencia de actores con influencia
en la región actúen como mediadores a favor de
la estabilidad, se hizo sumamente necesaria.En abril, después de efectuar una tercera
prueba de un misil, Pyongyang aceptó finalmente
entablar conversaciones con Estados Unidos, que se celebraron
a partir del día 23 de ese mes en Pekín, bajo
los auspicios de China. Tales conversaciones no llegaron a
buen puerto y fueron interrumpidas antes de lo previsto.
Pyongyang admitió, por vez primera, que
disponía de armamento nuclear, ofreció
renunciar a él y desmantelar sus programas nucleares a
cambio de garantías de seguridad, ayuda
económica y relaciones diplomáticas con
Washington y señaló que interpretaría
unas eventuales sanciones como un acto de guerra.En mayo, los servicios de información
surcoreanos y estadounidenses detectaron que se estaba
empezando a reprocesar las barras de plutonio y Corea del
Norte declaró que consideraba "muerto" el acuerdo de
1991 sobre una península libre de armas
nucleares.En suma, estos acontecimientos demuestran que, en
comparación con la crisis de 1993-94, la
situación del 2003 fue considerablemente más
grave y peligrosa. Actualmente la propia Corea del Norte ha
confirmado que dispone de armamento nuclear. Ha desarrollado
aparentemente misiles de mayor alcance que los que
tenía en 1994. La desavenencia entre Estados Unidos y
Corea del Sur sobre cómo manejar esta crisis es
importante, dado el nuevo enfoque de política exterior
de la administración Bush y el creciente nacionalismo surcoreano.Washington está además concentrado en
la guerra internacional contra el terrorismo y en gestionar
la posguerra en Irak. Pero el nuevo triunfo, en las
elecciones presidenciales, de Bush brinda respaldo interno a
las actitudes
desafiantes vis à vis otros países del globo.
Dada esta situación los discursos
respecto de una posible guerra preventiva contra Corea del
Norte cobran mayor vigor en la
administración.En contrapartida el régimen norcoreano
también aumentó su apuesta al declarar
públicamente la tenencia de armas atómicas y el
retiro de las negociaciones por la "actitud hostil de
Washington" (febrero de 2005). No obstante, días
después abrió la posibilidad de volver a la
mesa de negociaciones bajo ciertas condiciones. Para que
renuncie a sus ambiciones nucleares, tres series de
negociaciones se han realizado ya en Pekín, en
presencia de las dos Coreas, Estados Unidos, China, Rusia y
Japón, la última en junio de 2004.Este nuevo cambio se produce días
después de una frenética actividad
diplomática para relanzar un proceso de paz en punto
muerto desde hace ocho meses, "analistas sugirieron que la
maniobra podría ser una de las estrategias de
negociación del empobrecido Estado comunista, con
miras a obtener más beneficios a cambio de renunciar a
sus aspiraciones nucleares. De hecho, hasta ahora las
negociaciones se han centrado en tratar de detener el
programa nuclear norcoreano a cambio de ayudas
económicas, energéticas y alimentarias". La
nueva apuesta de Pyongyang: el anuncio de nuevas pruebas
cerca de Japón. - Desarrollo de la
crisis desde 2002/2003 hasta la actualidad
Página siguiente |