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Crisis nuclear con Corea del Norte (página 2)



Partes: 1, 2

  1. Complejidad
    estratégica: actores y escenario
    regional

Las diferentes políticas
e intereses entre los principales países afectados son,
por lo menos a primera vista, considerables. El acercamiento de
posiciones entre los actores implicados es indispensable para
evitar acciones
unilaterales que conllevan altos costos y
deslegitiman la institucionalidad internacional. En un mundo
donde el único superpoder no puede actuar sólo es
necesario aunar esfuerzos con otros poderes mayores
intervinientes en pos de lograr sus objetivos.

La región del Asia-Pacífico ha sido uno de los
principales polos de estímulo para el crecimiento
económico internacional. A pesar de la crisis
económica que afectó a la región en 1997
(principalmente a Tailandia, Indonesia, Corea del Sur, Malasia)
los países que aquí convergen han manifestado un
crecimiento constante a lo largo de los últimos 30
años, una actividad productiva creciente que hace de este
lugar uno de los mayores centros económicos del
mundo.

Por la importancia geoestratégica de la zona las
grandes potencias han buscado hoy y en el pasado ganar posiciones
aquí. En nuestro estudio de caso, en concreto, cabe
destacarse la importancia de seis actores intervinientes: Corea
del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos,
Japón,
Rusia y
China. Lo
cierto es que mientras que la relación entre Estados
Unidos y Corea del Norte se basa en una estructura
identitaria
prácticamente hobbesiana, donde
prima la desconfianza, tanto China como Rusia fueron antiguos
"camaradas" de Pyongyang, si bien no se puede hablar de una
relación de confianza, indudablemente la relación
de empatía entre Corea del Norte y ambos países es
mayor que con Estados Unidos. Es por esta razón que no
sólo son actores influyentes e intervinientes en la
cuestión sino que también suelen ser interlocutores
y mediadores válidos a la hora de acercar
posiciones.

Desde Estados Unidos, y en el marco previo a las
elecciones norteamericanas, Bush defendió los resultados
cosechados: 1) El desmantelamiento de la red de proliferación
nuclear del científico pakistaní A. Q. Khan (que
suministró tecnología nuclear a
Corea del Norte). 2) Trabajo
desarrollado con los aliados de Estados Unidos para hacer frente
a la amenaza norcoreana en el marco de las conversaciones a seis
bandas.

Bush se opuso a las conversaciones bilaterales porque
entiende que serían una concesión a Kim-Chong-il, y
que destruirían el proceso de
seis bandas, lo que haría que Washington perdiese la
posibilidad de contar con la capacidad de influencia de China
sobre Corea del Norte.

El objetivo
primordial de Washington reside en el desmantelamiento
completo, comprobable y definitivo de los programas
nucleares de Corea del Norte
. Al comienzo Estados Unidos
sostuvo el "principio de secuencialidad", esto
significó que primero debería llevarse a cabo un
desmantelamiento total de los programas nucleares y
posteriormente se negociaría una garantía
multilateral de seguridad y la
ayuda energética. Ni Corea del Norte, ni China, ni Rusia,
ni Corea del Sur aceptaban lo propuesto pues favorecen el
principio de "simultaneidad" en negociación. Por esta razón en la
última ronda de seis bandas y previo a las elecciones
norteamericanas, Washington señaló que
podría aceptar un proceso de dos fases:

"(1) congelación de los programas nucleares a
cambio de
ayuda energética de los otros cuatro países y del
estudio de una garantía de seguridad y de las necesidades
energéticas a medio plazo de Corea del Norte; (2)
desmantelamiento comprobable de los programas a cambio del
posterior levantamiento de sanciones, en el camino hacia la
normalización de relaciones, que
exigiría un diálogo
sobre Derechos Humanos
y fuerzas convencionales".

Esta propuesta fue rechazada por Corea del
Norte.

Tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos la
política
"agresiva" del presidente reelecto George W. Bush no sólo
se vio fortalecida sino que fue legitimada por el pueblo
norteamericano, lo que llevó a aumentar la dureza y
rigidez en la posición negociadora.

La estrategia
óptima para Washington sería poder
sancionar a Corea del Norte a través del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, fuere mediante la propuesta de la
OIEA o de Estados Unidos mismo. Pero Rusia y China no sólo
se han opuesto a tal acción
sino que han vetado la discusión en el Consejo.

Ante esta situación se percibe que si bien
Estados Unidos se ha declarado a favor de las negociaciones y la
resolución de la cuestión por la vía
diplomática, en realidad apuesta por el estrangulamiento y
derrumbe del régimen. Ello se manifiesta en el modus
operandis
de dos políticas aplicadas: la
Proliferation Security Iniciative (PSI), lanzado en el
2003 incluye la participación de diferentes países
(Alemania,
Australia, España,
Estados Unidos, Francia,
Italia,
Japón, Países Bajos, Polonia, Portugal, Gran
Bretaña, Canadá, Dinamarca, Noruega, Rusia,
Singapur y Turquía) y busca impedir el tráfico
marítimo, aéreo y terrestre de armas de
destrucción masiva, sus componentes o
vehículos.

Ello, permite también la interceptación de
barcos y aviones norcoreanos que transporten armas ilegales,
drogas, moneda
falsa y la confiscación de su carga (no obstante, ni
China, ni Corea del Sur pertenecen a la PSI por lo cual el
control del
tráfico desde Corea del Norte tiene grandes filtraciones)
y podría ampliarse a la restricción de remesas
financieras que Corea del Norte recibe de la comunidad coreana
en Japón. Ejemplo de esta política fue la
paralización de un intento de venta de
tecnología de misiles balísticos de Corea del Norte
a Nigeria.

Otra forma de presión a
través de la cual Estados Unidos ha querido provocar el
derrumbe del régimen es a través de la North
Korean Human Rights Act (NKHRA). Fue firmado por Bush y
asigna fondos para ayuda humanitaria y para la labor de organizaciones no
gubernamentales que promuevan "los Derechos Humanos, la
democracia, el
imperio de la ley y el desarrollo de
una economía
de mercado" en Corea
del Norte. También otorga asistencia económica y
asilo político a desertores y refugiados; y busca penetrar
en el sistema
informativo de Corea del Norte.

Esta alternativa (derrumbe) es propiciada y sostenida
por sectores neo-conservadores de la intelectualidad
norteamericana tales como Horowitz, Kristol o Eberstadt, quienes
no toman en cuenta el disenso que esta opción genera entre
los actores involucrados y las drásticas consecuencias que
puede provocar por un lado porque detiene las negociaciones
creando un status quo que sólo sirve para que Corea del
Norte concrete sus programas nucleares, por otro lado, ante el
empantanamiento en las negociaciones permite a futuro una
alternativa bélica que implica altísimos costos y
gran desequilibrio regional.

La posición norteamericana quita flexibilidad a
las estrategias de
solución, ello indica que básicamente
confían en su poder duro para doblegar a
Pyongyang.

La posición de Tokio puede considerarse
como intermedio entre la actitud de
firmeza extrema de Estados Unidos y la posición más
conciliadora de China, Corea del Sur y Rusia.

Mientras que Washington ha optado por una
contención sobre la base de una creciente presión
(incluso intentando llevar el tema al Consejo de Seguridad en pos
de sanciones) sumado a un eventual diálogo multilateral;
Pekín, Seúl y Moscú se inclinan por el
acercamiento o implicación, abriendo vías de
negociación con Pyongyang y descartando las sanciones,
así como favoreciendo el diálogo bilateral entre
Estados Unidos y Corea del Norte.

El Japón ha tenido una política
"precavida" hacia Corea del Norte. Particularmente porque las
experiencias históricas de ambos países los definen
como enemigos (no hay que olvidar que Corea fue invadido y
colonizado por Japón).

Sin embargo en el 2002, el entonces Primer Ministro
japonés Koizumi viajó a Corea del Norte para
reunirse con Kim-Chong-il en una cumbre que dio lugar a la
Declaración de Pyongyang. La misma proclamaba "(1) el
reconocimiento de la responsabilidad norcoreana en el rapto y secuestro de
ciudadanos japoneses en los años ´70s y ´80s;
(2) la renuncia por parte de Pyongyang a la exigencia de
compensaciones y reparaciones por el período colonial
japonés (1910-1945), sustituida por una solicitud
más pragmática de cooperación
económica; (3) la moratoria indefinida de las pruebas de
misiles que Pyongyang había declarado temporal (hasta
2003) en 1999; y (4) el mantenimiento
de los acuerdos internacionales en lo relativo a la
cuestión nuclear" .

Esta Declaración fue incumplida por Pyongyang,
así como también otros acuerdos, lo que genera una
situación de alta tensión en la
región.

A ello se le suma que las pruebas misilísticas
efectuadas por Corea del Norte han preocupado a Tokio, la
eventual combinación de misiles perfeccionados y de
cabezas nucleares o biológicas plantea un escenario
peligroso para el mismo. A lo que se agrega la expuesta
confrontación por el secuestro de ciudadanos
japoneses.

Ante este escenario la posición de Japón
es la de oponerse a sanciones que, desde su punto de visto
exacerbarían el comportamiento
peligroso e impredecible de Kim-Chong-il y podrían a su
vez "fomentar la exportación de misiles y de
tecnología nuclear y sus actividades de contrabando de
drogas en el Mar del Este". Japón está a favor de
una resolución pacífica y diplomática de la
crisis, rechazando también cualquier solución
militar (ataque quirúrgico a las instalaciones nucleares,
invasión, bloqueo, salvo en el caso de ataque
inminente).

A su vez, insiste en llevar a la mesa de negociaciones a
Pyongyang incondicionalmente, y al igual que Estados Unidos
defiende el diálogo multilateral. Cabe destacar que Tokio
también se opone a cualquier escenario que contemple entre
sus objetivos principales forzar un cambio de régimen en
Corea del Norte y propone cambios económicos y
políticos graduales.

Respecto de la Federación Rusa, existe una
percepción de irrelevancia de Moscú
en su auto asignado papel de mediador en el marco de una
solución multilateral que se dilata. Si bien durante el
período de Guerra
Fría Moscú contribuyó decisivamente a
instaurar el régimen comunista de Corea del Norte a
través de tropas, armamentos, ideólogos,
tecnología, etc.; tras el colapso de la URSS su influencia
se ha debilitado. "Con Vladimir Putin, Rusia ha desplegado una
nueva política coreana que incluye una ofensiva
diplomática destinada a acabar con la larvada crisis que
bloqueó manifiestamente sus intereses nacionales a medio y
largo plazo". Rusia tiene un gran interés en
activar y comprometer a Pyongyang en pos de la estabilidad
necesaria que facilite la integración
económica de todo Asia Septentrional. Dado que, tras
el fin de la Guerra
Fría y más aún con el restablecimiento de
las relaciones entre Rusia y Corea del Sur, la influencia de
Moscú sobre Corea del Norte disminuyó ya que este
actor podrá tener un rol activo en las negociaciones pero
no constituye una piedra angular en la
negociación.

Más allá de la vocación
Euroasiática de Putín, lo cierto es que su rol en
las negociaciones se vincula más a una "política de
prestigio" que intenta llevar Rusia que a la influencia real que
tiene en la zona en virtud de su poder duro y blando. Ambos tipos
de poder han disminuido para Rusia, ya que tiene pocas
capacidades materiales
(particularmente por su debacle económico) para ejercer el
poder duro " en su reimpulsada vocación
euroasiática no se plasma en una diplomacia de peso porque
carece de los recursos
económicos para contrarrestar la abrumadora presencia
norteamericana en Asia-Pacífico" y el cambio de discurso
conjuntamente con el viraje a una economía de mercado le
restaron el poder blando que poseía sobre Pyongyang
durante la Guerra Fría.

Los intereses de Rusia en la región son diversos,
particularmente le interesa la venta de armas de Pyongyang, la
participación en la modernización de la industria
pesada norcoreana, en lo que sea industria metalúrgica,
refinerías de petróleo y reactores nucleares.
Geoestratégicamente, en el largo plazo, "la
normalización en la Península Coreana, junto con la
normalización de las relaciones Moscú-Tokio,
podría permitir la materialización del plan ruso de
construir una línea adicional del ferrocarril
transiberiano a través de la Península Coreana.
Para Rusia esto supondría un extraordinario beneficio como
puente de mercancías asiáticas a Europa y
contribuiría a convertirla en la potencia
euroasiática que dice ser."

Asimismo, Rusia ha manifestado su voluntad de contribuir
para solucionar los problemas
energéticos de la península mediante oleoductos y
gaseoductos que vinculen Siberia y el Extremo Oriente de la
Federación Rusa con las dos Coreas. En estas condiciones
la posición rusa se limita a propiciar el diálogo y
descarta la utilización de presiones ya que éstas
nunca surtieron efecto con Pyongyang.

Otras limitaciones a la política exterior de
Putín respecto de Corea del Norte son:

  • El aumento de desconfianza de Corea del Norte con
    respecto de Rusia ya que percibe como una "traición"
    la declinación del apoyo a su régimen.
    También toma como traición los acercamientos a
    Corea del Sur y el hecho de que el Tratado de Amistad
    Rusa Norcoreana del 2000 no incluye la defensa mutua en caso
    de guerra. Y la desconfianza de Rusia respecto de Pyongyang
    dada la impredictibilidad de su líder.
  • Las presiones que ejerce Estados Unidos sobre
    Moscú. Por ejemplo en el 2003 Powell manifestó
    "con un PBI del tamaño de Holanda, Rusia
    debería ser más cauta respecto a sus relaciones
    con los Estados delincuentes, porque acercarse mucho a ellos
    podría asustar a los inversores que pretende atraer
    Moscú".
  • Incapacidad para actuar concertadamente con China
    en asuntos que no sean estrictamente bilaterales.
  • Rusia se insertó en un Asia que carece de
    mecanismos de seguridad institucionalizados y de alcance
    regional compartidos.

En cuanto a Corea del Sur, históricamente
ha sido aliada de Estados Unidos. Representa una base
geoestratégica para las tropas norteamericanas.

Tras el armisticio de 1953 las relaciones intercoreanas
se congelaron y la hostilidad primó hasta 1971 cuando las
dos Coreas acordaron mantener charlas a través de la Cruz
Roja en vistas a reunir familias separadas por la guerra. En el
año ´72 anunciaron un acuerdo para trabajar
conjuntamente en pos de una reunificación pacífica.
Si bien se llevaron a cabo contactos, los mismos tuvieron coto en
la declaración del Presidente Surcoreano, Park Cheng Hee
que anunció su voluntad de ingresar de forma separada a
Naciones Unidas.
El diálogo reapareció cuando en 1984 cuando Corea
del Norte ofreció ayuda a Corea del Sur tras una
inundación. En el ´88 se impulsaron nuevos
intercambios Norte-Sur en pos de la unificación de la
comunidad nacional coreana. En 1990 ambas Coreas ingresaron a
Naciones Unidas. En Seúl comenzaron los primeros acuerdos
interministeriales. Los diálogos finalizaron con dos
acuerdos: el Acuerdo Básico y la Declaración
Conjunta de Desnuclearización de la Península
firmada en 1991.

La Declaración Conjunta sobre
Desnuclearización "prohibía a ambos lados testear,
manufacturar, producir, recibir, poseer, almacenar, desplegar o
usar armas nucleares y prohibía asimismo la
posesión de procesadores
nucleares y facilidades para la obtención de uranio. Se
organizaría una Comisión de Control Nuclear
Conjunta (JNCC) para la verificación de la
desnuclearización… Además, en 1992 la
República Popular Democrática de Corea
acordó una garantía con la OIEA respecto de la
desnuclearización en concordancia con el TNP de 1985, lo
que permitiría la inspección de la
zona."

Para ese año (1992) la relación entre
ambas Coreas se vio interrumpida debido a la tensión
provocada por la cuestión nuclear. El Programa Nuclear
de Corea del Norte se transformó en el principal foco de
conflicto. En
el ´93 Corea del Sur reforzó sus lazos con Estados
Unidos a través de la política de "Team Spirit" vis
à vis con Corea del Norte. Tras la crisis en 1994, como se
expresó anteriormente se firma el "Agreement Framework".
Al tiempo que
disminuyó la tensión por la cuestión nuclear
se incrementaron los intercambios entre las dos Coreas. Se
implementó desde Corea del Sur "la Sunshine Policy" hasta
el 2000 cuando se llevó a cabo un acuerdo entre los
presidentes de Corea del Norte y Corea del Sur.

Ese año se firmó el "Acuerdo Kim-Kim" y
los temas centrales que se trataron fueron: la reunión de
familias separadas por la guerra, la ayuda y cooperación
económica de Seúl para aliviar las escasezes de los
norcoreanos, los problemas de seguridad a causa de desarrollo
armamentista del Norte, y la presencia de bases militares
estadounidenses en el Sur. Tras los atentados del 11 de
septiembre y la posterior inclusión de Corea del Norte en
el "Eje del Mal" los acercamientos intercoreanos fueron mermados,
particularmente luego de la crisis 2002/3 y la actual.

Para Corea del Sur la tenencia de armamento nuclear por
parte del Norte es una amenaza directa a su seguridad. Dado que
los riesgos que
corre Corea del Sur por su cercanía son más altos
que los de cualquier actor, la prudencia y actitud conciliatoria
han primado en su política. Un ataque a Corea del Norte
puede repercutir en una respuesta directa (más
probablemente una invasión que ataque nuclear) sobre Corea
del Sur. Por esta razón siempre pujó a favor del
diálogo, las negociaciones diplomáticas y la
resolución pacífica. Además, la
cuestión de proliferación en Corea del Norte no
constituye sólo una amenaza a la seguridad surcoreana sino
a su identidad y
nación.
La desnuclearización pacífica de la
península implica un avance trascendental en la
posibilidad de reunificación de la nación
coreana.

"La posición de Corea del Sur es claramente
crítica
con la de Estados Unidos y se haría aún más
distante si Washington gira hacia posiciones más duras. El
presidente surcoreano Roh Moo-Hyun, en sus visitas recientes a
Estados Unidos y a varios países europeos, ha manifestado
con claridad que no hay alternativa al diálogo, que las
sanciones serían contraproducentes y que una
política más estricta con Corea del Norte
tendría "repercusiones graves". En particular, durante su
visita a Los Ángeles a
mediados de noviembre, Roh señaló que la amenaza
del uso de la fuerza carece
de eficacia como
táctica negociadora, que las sanciones económicas
(incluyendo un embargo) no son deseables y que la crisis nuclear
debe ser resuelta en el marco de las conversaciones a seis
bandas. En su visita a Francia en los primeros días de
diciembre, Roh fue más allá y dijo que la
pretensión de algunos países occidentales de
colapso del régimen norcoreano es ingenua (porque el
cambio de régimen no va a ocurrir) y peligrosa (porque
hace que los dirigentes de Pyongyang estén en permanente
tensión)."

La República Popular China es hoy por su
histórica relación con Pyongyang y su
poderío regional un Estado clave
para la resolución del conflicto. China es el principal
proveedor de ayuda económica y alimentaria de Corea del
Norte. Si bien la
personalidad del líder norcoreano demuestra rasgos de
autonomía, la influencia que puede ejercer el gobierno chino
sobre el régimen norcoreano reporta una importancia
crucial. "El éxito
de Beijing de mantener fuertes lazos con Pyongyang es un
indicador de que los líderes de Corea del Norte y China
comparten la misma creencia de que un sistema internacional
unipolar dominado por Estados Unidos representa grandes
desafíos a sus respectivos intereses nacionales". La
República Popular de China se encuentra en un
período de transición y transformación
interna en pos de insertarse en la "economía mundial
capitalista
" convirtiéndose así en un
"estado socialista de mercado".

Para este fin la estabilidad de la región del
Sudeste Asiático es fundamental. China en el plano
político mundial ha manifestado un relativo "bajo perfil",
pero el mismo se incrementa en una región donde los
intereses económicos y geoestratégicos se ven
plenamente involucrados. La mediación China en el
conflicto, a su vez, no sólo es importante para la
resolución pacífica del mismo sino que ve en tal
participación una forma de acotar las iniciativas
norteamericanas que vayan en detrimento de sus propios
intereses.

China comparte el objetivo de la
desnuclearización de la península coreana, pero al
igual que Rusia se niega a incluir el tema en la agenda del
Consejo de Seguridad. Por su parte ha favorecido el
diálogo como mecanismo para propiciar un arreglo
pacífico. También, piensa que es necesario combinar
un esfuerzo multilateral a través de las negociaciones de
las seis bandas; con contactos bilaterales directos entre Estados
Unidos y Corea del Norte.

Este país se opone vehementemente a cualquier
acción que pueda empeorar la situación. China
está en contra de las sanciones por un buen número
de razones: las mismas podrían desencadenar represalias
militares contra Corea del Sur o Japón. Si el
régimen se derrumba, China tendría que hacer frente
a una invasión de refugiados y perdería el Estado
tapón que supone Corea del Norte entre las fuerzas chinas
y los soldados estadounidenses en Corea del Sur (así como,
más en general, la alianza militar de Estados Unidos con
varios países de Asia Oriental y Oceanía);
una reunificación rápida pondría en
dificultades económicas a Corea del Sur, que es uno de los
principales inversores y socios comerciales de China;
además, la responsabilidad principal de las sanciones
recaería en China, que es la principal fuente de
suministro de petróleo y
alimentos a
Corea del Norte.

A su vez, la República Popular sabe que el
colapso político de Corea del Norte podría
facilitar su aislamiento geoestratégico, tras los avances
de Estados Unidos en Asia Central y Meridional, y el giro
político de Rusia, además de plantear una
referencia de emancipación política, peligrosa para
su población. Así, Beijing intenta
flexibilizar posiciones a favor de encontrar "zonas de acuerdo
mutuo".

Cabe destacar que si bien Estados Unidos y China aunque
sean competidores estratégicos en materia
geopolítica tienen economías
realmente imbricadas. "Inicialmente, lo que hizo que ambos
países se acercaran fue el deseo de frenar, incluso
disminuir, el poderío de la URSS. Pero pronto descubrieron
que cada uno podía recibir importantes ventajas
económicas de una relación menos antagonista y cada
cual tenía visiones de largo plazo que ambos pensaron que
podían impulsarse con este curioso arreglo bilateral.
Estados Unidos buscó domesticar a China, sacarlo de su
capullo maoísta al torbellino mercantil de la
economía mundo capitalista. China buscaba comprar
tecnología, oficio y sobre todo tiempo para fortalecer su
economía y su ejército, y que le permitiera
convertirse en una superpotencia".

Hoy Estados Unidos es el principal socio comercial de
China, mientras que China es el principal tenedor de deuda
(Tbonds) norteamericana. Esta relación de interdependencia
hace que sus relaciones recíprocas sean cautelosas y no
desafiantes. Así, tenemos una superpotencia y una potencia
regional que buscan contenerse mutuamente pero que tienen
demasiados intereses y relaciones económicas de por medio
como para desafiarse directamente la una a la otra.

En definitiva, La República Popular busca la
apertura económica de Corea del Norte para evitar el
derrumbamiento estrepitoso del régimen y lograr una mayor
distensión en la península coreana. Para extender
su poder en un escenario estable. A su vez, la promoción de la negociación por
parte de este país no sólo le permite ganar
posiciones sino que a la vez cuenta con el visto bueno de Estados
Unidos cuyos líderes han reclamado constantemente a China
un rol más activo en la solución del
conflicto.

  1. Análisis de las principales opciones
    para la solución del conflicto: ventajas e
    inconvenientes

He aquí donde prioritariamente radica la
importancia de la "ecología de la
acción". A la hora de tomar una decisión a favor de
intentar dar una solución a una problemática no
podemos dejar de tener en cuenta la complejidad del escenario
donde la misma deberá ser llevada a cabo.

Las opciones que se le presentan a los actores pueden
sintetizarse en: (1) adopción
de algún tipo de medida militar; (2) aceptar la
nuclearización de Corea del Norte pero tomando medidas
encaminadas a aislar y contener al régimen con el fin de
provocar su colapso; (3) utilización de la vía
diplomática para entablar negociaciones tendientes a
conseguir una eliminación completa y comprobable de los
programas de armas nucleares a cambio de contrapartidas
económicas y energéticas, así como
también de una garantía multilateral de seguridad
(un claro linkage en términos de Keohane y
Nye).

Dado que la alternativa militar en el marco de la
legalidad que
proporciona el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas resulta
inviable por la oposición y veto de China y la
Federación Rusa, la utilización de la fuerza
militar en un "ataque preventivo" por parte de Estados Unidos
sería un acto unilateral. Demostraría una
pérdida total del poder blando de Estados Unidos que no
puede lograr que la comunidad internacional apoye y legitime sus
valores.

Por otra parte dentro del concepto de poder
duro la utilización de la fuerza militar es lo que se
denomina poder punzante (sharp power). "Quienes se resistan a
él sentirán el aguijón de las bayonetas,
mostrándole a empujones la dirección que debe seguir… Se impone cada
vez más la idea de que la superioridad militar aplastante
es la base más sólida de la seguridad nacional.
Esta supremacía abrumadora no sólo disuade a los
enemigos potenciales sino que también consigue que otras
potencias desistan de intentar alcanzar el nivel de
acumulación progresiva de fuerzas de Estados
Unidos"

Pero la excesiva concentración en el poder duro
merma la capacidad de ejercer poder blando, necesario para
cualquier hegemonía. A su vez, no toma en cuenta el
aumento que habría respecto de las percepciones negativas
de los demás actores involucrados frente a la actual
política norteamericana. Esta alternativa carece
también de una evaluación
real de los tremendos costos potenciales y altos riesgos que
implicaría una operación de tamaña
magnitud.

Asimismo, la decisión de una guerra,
invasión o ataque quirúrgico no toma en cuenta la
noción de ecología de la acción pues es
sabido que el control de la situación, una vez en el
terreno, es mucho menor a lo planificado. Convergen variables
aleatorias dentro de un ambiente
incierto en el cual la acción puede escapar e incluso
volverse contraria a la acción inicial (la post guerra
iraquí es un ejemplo).

Finalmente, una política unilateral implica
desconocer que si bien Estados Unidos es la única
superpotencia militar no lo es en los demás planos y
necesita consensuar con otros actores de la región el
establecimiento de pautas o reglas.

La segunda opción implica amenazar a Corea del
Norte con aislarlo, bloqueando sus eventuales actividades de
exportación, restringiendo las transferencias financieras
del exterior, penalizarlo a través de un embargo comercial
con la idea de estrangular económicamente al
régimen para producir su colapso o incluso una cuarentena
naval.

Esta opción también tiene grandes
inconvenientes principalmente porque dado los intereses en
juego los
actores involucrados no aceptarían de consenso esta
alternativa, por otra parte no hace desaparecer el peligro
nuclear.

En primer lugar, esta opción equivale a congelar
cualquier relación de Corea del Norte con otros actores,
especialmente los contactos entre Corea del Norte y Corea del
Sur. A lo cual este último país no está
dispuesto a renunciar. A pesar de las diferencias y tensiones
ambas Coreas comparten la idea de que existe una única
nación coreana de la que se deriva la voluntad para
cooperar en función de
lograr la reunificación. Norte y Sur a través de
sus prácticas, llevando a cabo una serie de intercambios,
promoviendo encuentros y negociaciones, a través de ayuda
económica, encuentros culturales, etc., han buscado
generar año a año una estructura
social de intereses e identidades lo suficientemente amistosa
y efectiva para hacer posible la lenta reunificación. Una
retórica cada vez más rígida, como la
planteada por Washington, puede tirar todos estos esfuerzos por
la borda. Una reunificación tras una eventual debacle del
régimen de Pyongyang sería "apresurada" y
probablemente quedaría trunca. Además, las
rígidas imposiciones las sufriría el pueblo
norcoreano aumentando así la percepción negativa
hacia los países extranjeros que apoyan a Washington,
incluida Corea del Sur.

Asimismo, mantener la presión sobre Corea del
Norte para propiciar el colapso, implica tanto el apoyo de Rusia
como de China, que como se manifestó en el apartado
anterior no encuentran que esta opción sea favorable a sus
intereses particulares. A su vez, aún con el apoyo formal
de los actores, crear un "anillo de hierro"
impenetrable alrededor de Corea del Norte parece algo imposible.
Los atentados del 11 de septiembre, el accionar de grupos
terroristas, traficantes (dentro del botton chessboard) y los
flujos de inmigración ilegal han demostrado la
fácil permeabilidad de la frontera en la
superpotencia militar. ¡Cuánto más
difícil será asegurar la impermeabilidad de Corea
del Norte! Por ejemplo el tráfico de plutonio u otros
materiales resultan muy difíciles de detectar.

Por otra parte es importante destacar que las sanciones
(como se dijo anteriormente) podrían generar un
comportamiento más agresivo por parte de Corea del Norte
que ya ha declarado que interpretaría tales acciones como
actos de guerra. Una presión sobre Corea del Norte puede
ponerla "contra la espada y la pared"; probablemente
llevándola a una situación donde las alternativas
sólo sean "matar o morir". Así puede desencadenar
una acción militar para con los vecinos. Como se
manifestó reiteradas veces presiones llevadas a cabo para
modificar las conductas agresivas de la contraparte pueden
derivar en lo contrario.

Asimismo, se debe tener en cuenta que "el régimen
de Kim-Chong-il se ha mantenido incólume pese a las
hambrunas e inundaciones, a una muy deteriorada situación
económica, a la reducción de la ayuda por parte de
Rusia y de China y a la fuerte presión de Estados Unidos.
Su legitimidad no se ve desafiada por una oposición
organizada, ni protestas sociales generalizadas, ni se han
registrado intentos de golpes militares o intrigas palaciegas.
Tampoco predomina el caos en el ejército ni se han dado
purgas masivas de oficiales de alta graduación. Es
más, el derrocamiento de Kim Chong-il podría
incluso dar mayor poder a sectores opuestos a la reforma
económica y a la apertura a Corea del Sur y a
Japón." Por esta razón parece poco probable que la
presión pueda generar un derrumbe del régimen en el
corto o mediano plazo.

Finalmente, hay que recordar que el mayor peligro de la
nuclearización de Corea del Norte no es directo sino
indirecto. Ello es crucial para captar que ahogar
económicamente al régimen provocará que
éste venda más armas a fin de subsistir a la
presión. Así, siguiendo la lógica
de la ecología de la acción bajo la
intención de disminuir la proliferación, el
estrangulamiento económico del régimen puede causar
lo opuesto. Incluso, una eventual caída del mismo
podría dejar en situación descontrolada el material
nuclear.

La tercera opción incluye retomar el
diálogo y las negociaciones. La premisa central que la
sustenta es que se puede alcanzar la desnuclearización sin
la necesidad de derrocar el régimen de Pyongyang. Ello no
significa que la tarea sea fácil. Se debe reemplazar toda
una estructura
cognitiva e historia de desconfianza,
recelos, intrigas, maltratos en pos de una estructura de
confianza mutua, es menester cambiar la estructura de rol de los
actores interactuantes, de negativa (o de enemigos) a una
positiva, a fin de hacer posible la
cooperación.

En este sentido, es necesario recordar que la
negociación puede ser un largo proceso donde la paciencia
es fundamental. A pesar de que ha habido anteriores encuentros
las partes no han salido de sus respectivos "puntos de seguridad"
(en términos de Zartman), ni tampoco se ha decidido una
"fórmula de negociación consensuada", ambas
cuestiones son claves para llevar la negociación a buen
fin. Existen varios obstáculos a solucionar. El primero es
el de las "condiciones" para retomar el diálogo. Mientras
que Estados Unidos, Japón y Corea del Sur han convenido no
ceder a la pretensión de Pyongyang de que se le otorguen
concesiones previas a la negociación, Pyongyang asegura
que no retomará el diálogo en el actual
contexto.

Para ello China ha intentado mediar constantemente para
que Corea del Norte acceda a negociar. Dada la condena de la
comunidad internacional sobre Corea del Norte tras la
aceptación de posesión de armas de
destrucción masiva, es necesario que Kim-Chong-il permita
retomar las negociaciones.

Conclusiones

La complejidad del sistema internacional
trasnacionalizado en donde los Estados siguen siendo los actores
primordiales, pero existen áreas de problemáticas
que muchas veces escapan a su completo control, plantea no
sólo graves problemas de seguridad real –estrategia,
coordinación etc.- sino cambios importantes
a nivel de percepción de las amenazas. Esto se hace
evidente en el caso de las sucesivas crisis desatadas por Corea
del Norte, un Estado que a pesar que de no ser una amenaza
importante a nivel directo – su capacidad
misilística es muy pobre- es percibida como una amenaza
indirecta por su identidad e historial como
proliferador. En este balance de amenaza que
plantea el régimen de Pyongyang al resto de los actores se
cruzan los intereses estratégicos de los mismos en la
península coreana. Las divergencias en las posiciones de
los actores involucrados se hacen evidentes en las distintas
alternativas de solución del conflicto.

La opción militar resulta ser la más
peligrosa y riesgosa por lo que Washington debería dejar
de considerar esta alternativa, cuanto menos públicamente,
ya que los costos que la misma implica son extremadamente
altos.

Respecto de los costos materiales representa un gasto de
decenas de miles de millones de dólares y en cuanto a los
costos humanos se estima que pueden ser incluso diez veces
más elevados en comparación a las bajas en Irak (algo que
la opinión publica norteamericana difícilmente
aceptaría). Por otro lado, una nueva acción
unilateral por parte de Estados Unidos que desestime el rol de
Naciones Unidas como principal garante de la paz y la seguridad
internacionales terminaría minando de lleno el
régimen de legalidad internacional que representa esta
organización intergubernamental. Si bien
Estados Unidos no confía en los regímenes de
inspección nuclear e hizo del unilateralismo y la guerra
preventiva elementos centrales de su política exterior, es
importante que este Estado tenga en cuenta que en un mundo donde
la
globalización ha aumentado la interdependencia y las
amenazas se han hecho difusas el logro de la seguridad de forma
individual sustentado en la noción de
auto-ayuda no tiene cabida, en este mundo
interdependiente e interconectado, propiciar la seguridad de
forma individual resulta inconcebible. En palabras de Huntington
"un hegemón debe tener la capacidad para anticiparse a las
grandes cuestiones internacionales y liderar estrategias globales
para resolverlas", así la política concebida
unilateral y unidimensionalmente manifiesta que Estados Unidos no
sólo no es hegemón sino que a cada paso se mueve en
dirección contraria al establecimiento de una
hegemonía.

Si Estados Unidos decide tirar por la borda aquellos
regímenes que nacieron como amparo y sustento
del sistema de valores norteamericanos, estaría
desperdiciando desproporcionadamente el poder
blando
que construyó en el pasado.

Pensar en una guerra preventiva contra Corea del Norte
manifiesta inclusive la no utilización siquiera de la
totalidad del poder duro, puesto que se centra en
el poder punzante y deja de lado el poder
económico o pegajoso
. Concentrase
únicamente en el poder militar es propio del pensamiento
realista predominante en la Guerra Fría.
Este enfoque subraya que el poder militar domina todas las
demás formas de poder, pero esta perspectiva no tiene en
cuenta los altos costos de la utilización de la fuerza y
la posible no correspondencia en términos de eficacia o
dominio de los
resultados deseados. El poder económico en
este caso equivale a atacar con la fortaleza propia la debilidad
ajena. Utilizar la zanahoria, es decir las inversiones,
los créditos o tratados
comerciales en condiciones preferentes etc. de las cuales el
régimen de Corea del Norte está necesitado por su
aguda situación económica.

La crisis económica de Corea del Norte se
inició a finales de los años ochenta pero se
agudizó en los años noventa: el colapso de los
otros países de economía centralmente planificada;
los elevados gastos militares;
las sanciones económicas y los desastres
naturales (sequías, tifones, inundaciones) hacen que
lograr planes de desarrollo sea, en gran medida, difícil.
Por añadidura, al no formar parte del Banco Mundial
y del Banco
Asiático de Desarrollo, no puede recibir fondos de esos
organismos. Definitivamente, la penetración
económica en el bloque soviético fue una
herramienta fundamental durante el período de Guerra
Fría y dado la preponderancia que ha adquirido el eje
económico en las relaciones
internacionales de la actualidad la utilización de esa
herramienta no resulta en ninguna medida
anacrónica.

Respecto de la opción que considera aceptar de
facto la nuclearización y, al mismo tiempo, promover el
aislamiento y la contención de Pyongyang, con miras a
provocar el derrumbe del régimen no sólo parece un
escenario poco realista a corto-medio plazo sino que, de
producirse, generaría dificultades y costos serios tanto a
Corea del Sur (que tendría que gestionar una
reunificación rápida y desordenada) como a China
(que tendría que absorber previsiblemente un número
muy alto de refugiados, perdería un aliado que
actúa como Estado tapón en una zona altamente
estratégica para sus intereses). Además de los
intereses económicos y geopolíticos, raíces
culturales e históricas enlazan a ambos países con
Corea del Norte por lo cual no están dispuestos a aceptar
poner coto a sus relaciones. Rusia, por su parte, tampoco adhiere
a una opción que implique la caída del
régimen y por lo tanto una desestabilización
regional.

De los países involucrados Japón es el que
se muestra
más favorable a Washington pero también apoya
opciones de cambios graduales y no drásticos que puedan
afectar sus intereses en la región. Los tres Estados con
más experiencia en el trato y relaciones con Pyongyang,
China, Rusia y Corea del Sur descartan esta posibilidad en tanto
que consideran que cercar a un régimen que está
acostumbrado al aislamiento dista de ser una estrategia que
provoque una caída del mismo. En cambio tal presión
puede provocar un aumento de la agresión y retroalimentar
la conflictividad.

De este modo, resulta que la opción más
apropiada parece ser la mesa de negociación. La
característica principal de estas negociaciones reside en
que dos de los actores involucrados, Corea del Norte y Estados
Unidos, han aumentado considerablemente la rigidez de sus
posiciones y las retóricas de los principales dirigentes
retroalimentan la desconfianza haciendo predominar una
lógica de suma cero desde la cual la cooperación se
torna imposible.

Por lo tanto, es indispensable preservar el marco
multilateral de negociación a seis bandas y complementarlo
con encuentros bilaterales de carácter ministerial y no llevar a cabo,
por el momento, encuentros cumbres bilaterales entre Estados
Unidos y Corea del Norte. Consideramos que dada la
aversión personal entre
los mandatarios de ambos países un encuentro
influiría negativamente en las negociaciones.

La República Popular China debe seguir impulsando
los encuentros. Este país no sólo puede ejercer
poder duro económico sobre Norcorea, dado
que es el principal socio comercial, abastecedor de alimentos y
ayuda económica y humanitaria múltiple, sino que en
su rol de "economía
socialista de Mercado"
sumado a sus valores
culturales compartidos con Corea confieren a China suficiente
poder blando como para erigirse como modelo o
referente a seguir por Corea del Norte. "El poder duro siempre
seguirá siendo crucial en un mundo de Estados que
defienden su independencia,
pero el poder blando se volverá cada vez más
importante a la hora de tratar asuntos trasnacionales cuya
solución exija la cooperación
multilateral".

Por otro lado el endurecimiento de posiciones por ambas
partes puede hacer que las exigencias de Estados Unidos a Corea
del Norte se hagan cada vez más amplias (armamento
nuclear, misiles, secuestros, fuerzas convencionales, reforma
económica, derechos humanos, etc.) y que las
contrapartidas exigidas por Pyongyang incluyan el mantenimiento
de algún tipo de programa nuclear, dificultando así
el acuerdo mismo dado que el balance de amenaza a favor de Corea
del Norte seguiría presente. Además el tema del
mantenimiento de un programa nuclear en un contexto de malas
condiciones económicas en Corea del Norte hacen
ciertamente que sea más vulnerable a las presiones
externas pero a la vez más proclive a vender al mejor
postor (gobiernos o incluso grupos terroristas) material nuclear
o misiles.

Asimismo, en pos de lograr un progreso en las
negociaciones Estados Unidos debe abandonar cualquier
pretensión de cambio de régimen y debe concentrar
su atención en el esfuerzo de concertar un
desmantelamiento comprobable, total y definitivo del programa
nuclear norcoreano. Es menester a favor de no generar
desconfianzas mutuas aplicar medidas sincronizadas y paralelas,
lo que puede llevarse a cabo a través de la
negociación de paquetes de medidas. Al concretarse los
acuerdos deberían derivar en una desnuclearización
total y comprobable de la península coreana a cambio de
garantías de seguridad multilaterales y asistencia
económica, como objetivo de mínima. Un acuerdo
óptimo debería incluir el reconocimiento
político por parte de Estados Unidos y Japón a
Corea del Norte y un pacto de no agresión entre ellos,
así como también disposiciones para la
verificación del estado de cumplimiento de los Derechos
Humanos en Norcorea.

El control de proliferación nuclear y la lucha
contra el terrorismo
internacional requieren de respuestas caracterizadas por un salto
cualitativo en la cooperación y coordinación
–poder blando- entre los Estados, donde la información y su adecuado procesamiento
adquieren mucha importancia. La conformación de
coaliciones de información real y a tiempo entre Estados
aliados constituye la mejor forma de hacer frente a las amenazas
asimétricas o no convencionales, las que a su vez suelen
estar ligadas entre sí (el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado, la
depredación ecológica, la proliferación de
tecnología de uso dual, etc.). "La paradoja del
poderío estadounidense es que la política mundial
cambia de un modo que hace imposible que la potencia más
poderosa del mundo desde los tiempos de Roma alcance por
sí sola algunos de sus objetivos internacionales
más importantes. Estados Unidos carece de capacidad
internacional e interna de resolver los conflictos
internos de otras sociedades y,
al mismo tiempo, de vigilar y dirigir los acontecimientos
transnacionales que amenazan a los estadounidenses en su propio
país.

En muchos asuntos que hoy son fundamentales, como la
estabilidad financiera internacional, el narcotráfico, la
propagación de enfermedades y sobre todo el
nuevo terrorismo, el poderío militar por si sólo no
puede conducir al éxito, y su uso puede a veces resultar
contraproducente. En lugar de eso, como el país más
poderoso Estados Unidos debe propiciar las coaliciones
internacionales para enfrentar estas amenazas y desafíos
comunes".

En pos de lograr aunar posiciones será necesario
tomar en consideración los intereses de los actores
involucrados en los conflictos y, en vista a ellos acordar con
Pyongyang la suspensión y el desmantelamiento de sus
programas nucleares y de misiles de largo alcance a cambio de
reconocimiento diplomático, garantías de no
agresión y ayudas económicas lo cual no parece en
absoluto un mal negocio para la comunidad internacional. Esta
puede ser una oportunidad de equilibrar el balance de
amenaza
que supone la posesión de armas nucleares
por parte de Corea del Norte.

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Anexo

Mapa del Programa Nuclear de Corea del
Norte

Center for Nonproliferation Studies,
Monterey Institute of International
Studies

 

 

Belen Avellaneda

Partes: 1, 2
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