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La inclusión de los valores en el curriculum. Una propuesta desde la transversalidad



    1. Resumen
    2. Acercamiento al
      problema
    3. Hacia una definición
      operativa del curriculum
    4. La transversalidad en el
      curriculum. Una respuesta a la formación de
      valores
    5. ¿Una brecha en el
      curriculum formal?: El curriculum oculto
    6. Concluyendo
    7. Referencias
      Bibliográficas

    …es necesario devolver al hombre la
    conciencia y
    el prestigio, hacer vibrar en él las cuerdas que la
    escuela ha
    descuidado totalmente, sin las cuales nuestro fracaso no
    cesará de acrecentarse. Todo está por hacer o por
    rehacer. Y esta renovación no la podemos abordar con la
    vieja pedagogía.

    C. Freinet: La
    educación moral y
    cívica, 1960.

    Resumen:

    La formación de valores es un
    tema actual y polémico, su inclusión en el
    curriculum si bien es reciente puede considerarse como un paso
    agigantado hacia el logro de una educación más
    plena e integral del ser humano en correspondencia con los nuevos
    requerimientos sociales. Sin embargo, la puesta en
    práctica del curriculum oficial presenta deficiencias que
    podrían deberse a una inclusión deficiente de los
    valores en el curriculum formal ya que existen otros factores
    asociados al mismo que le brindan a esta inserción no
    sólo un carácter renovador sino también
    complejo y multideterminado.

    En este sentido es necesario trabajar la transversalidad
    desde una perspectiva reconceptualizada, incluyendo una mirada al
    curriculum oculto y a las nuevas necesidades de formación
    de los docentes
    universitarios.

    Palabras claves: Valores, curriculum formal,
    curriculum oculto, transversalidad y formación
    docente.

    Acercamiento al problema

    En la actualidad es una realidad indiscutible el
    cambio operado
    en las universidades propiciado en gran medida por el desarrollo
    científico-tecnológico y las diferentes
    concepciones difundidas por las ciencias
    psicológicas y de la educación. La
    comprensión social de la universidad ha
    variado incidiendo en la misión de
    la misma: "La misión general de las universidades es
    preservar, desarrollar y promover, a través de sus propios
    procesos
    sustantivos y en estrecho vínculo con la sociedad, la
    cultura de la
    humanidad, contribuyendo a su desarrollo
    sostenible" (Castro Díaz-Balart, 2006) pero a la vez
    debe preocuparse por el desarrollo personológico de cada
    uno de sus estudiantes de manera que potenciando a los sujetos,
    se contribuya a la vez al crecimiento social.

    Por supuesto, el énfasis en lo
    personológico demanda de un
    sistema de
    influencias dirigido al desarrollo integral que desplaza el
    interés
    en formar sólo un profesional poseedor de una serie de
    habilidades y un cúmulo de conocimientos hacia el
    profesionista ético, comprometido con su realidad y
    poseedor de competencias
    tanto generales como específicas que se refieran no
    sólo a su disciplina
    sino que colinden con otras áreas del conocimiento
    científico.

    Ante esta demanda eminentemente social es obligatoria
    una mirada a los microcontextos acercándose a los sujetos
    implicados en el proceso que
    develan actitudes o
    crencias interesantes:

    • El 41.34% de los docentes universitarios encuestados
      (de un total de 104 profesores de universidades cubanas y
      bolivianas) consideraban que los valores se forman en edades
      tempranas por lo que no es operativo utilizar tiempo en
      ellos en la Universidad.
    • El 21.15% lo considera un problema de las ciencias
      sociales y
    • El 27.88% lo atribuyen a la actividad del profesor
      guía y a la dimensión extracurricular.
      (González Maura, 2000)

    Es decir, los profesores reconocen la necesidad de
    formar algo más que conocimientos, en el caso que nos
    atañe, los valores, pero a manera en que debe hacerse y el
    nivel en el que deben potenciarse son elementos claves que
    visiblemente no están bien definidos.

    Esta demanda irresuelta ha impactado en los curriculum y
    si bien sería una necedad expresar que la no
    explicitación de los valores en el curriculum o su
    especificación escueta ha determinado la escasa
    importancia que se les ha atribuido en el proceso de enseñanzaaprendizaje, no
    es menos cierto que la formación de valores ha venido
    sucediéndose de manera empírica estrechamente
    vinculada al curriculum oculto. En consonancia con estas
    realidades los curriculum han dejado de centrase tanto en las
    asignaturas para enfocarse en el sujeto que aprende; viraje que
    sienta sus bases en la obra de Dewey y el movimiento
    progresista. La psicología se va
    introduciendo como una ciencia vital
    para la construcción del curriculum.

    Desde la óptica
    psicopedagógica, sin olvidar que "las teorías
    del curriculum son teorías sociales, no sólo en el
    sentido de que reflejan la historia de las sociedades en
    que aparecen, sino también en el de que encierran ideas
    sobre el cambio social y, en particular, sobre el papel de la
    educación en la reproducción y transformación de la
    sociedad" (Kemmis, 1993); se perfila una problemática:
    ¿Cómo instrumentar los valores en el curriculum? o
    ¿Qué aspectos deben tenerse en cuenta para
    desarrollar los valores en el curriculum?

    Hacia
    una definición operativa del curriculum

    El término curriculum desde su misma
    etimología resulta controvertido; refiriéndose a
    las ciencias de la
    educación algunos autores entre ellos Lundgren (1992)
    lo atribuyen a Platón
    y Aristóteles quienes supuestamente lo
    utilizaban para describir los temas por ellos enseñados;
    sin embargo, existe un consenso mayor con el que concuerda Kemmis
    acerca de su aparición en países de habla inglesa
    para referirse a la totalidad de los contenidos, proyectos y
    planes de estudio.

    No es de extrañar entonces la abundante variedad
    de conceptualizaciones acerca del curriculum enmarcadas, ya en
    modelos
    eficientistas orientados en las materias, como en la
    elaboración de múltiples elementos y estrategias que
    apuntan a los métodos.

    Algunos ejemplos lo constituyen las definiciones
    de:

    • Jonson (1967 en Kemmis, 1993): "una serie
      estructurada de resultados buscados en el
      aprendizaje."
    • Kearney y Cook (1969 en Kemmis, 1993): "todas las
      experiencias que los estudiantes llevan a cabo bajo la tutela de la
      escuela."
    • Gimeno (1988 en Pérez, R., 1994): "proyecto
      selectivo de cultura, social, político, cultural y
      administrativamente condicionado, que rellena la actividad
      escolar y se hace realidad dentro de las condiciones de la
      escuela tal y como se haya configurado."

    En sentido general, la definición del
    término encierra una postura que puede diversificar o
    restringir el propio alcance del curriculum, es preciso entonces
    conceptualizarlo a partir de las propias contradicciones que le
    son inherentes brindándole de esta forma un
    carácter heurístico:

    • El curriculum es un proyecto sistematizado y como tal
      requiere de una cierta estructuración que a la vez debe
      ser flexible. "Los programas en el
      curriculum son un marco y no una horca" (Bourdieu y Gross,
      1997).
    • El curriculum debe recoger una serie de experiencias,
      modos de actuación, métodos… de manera que
      encauce el trabajo
      del profesor y el proceso de aprendizaje de los
      estudiantes.
    • Debe contemplar contenidos culturales, sociales,
      políticos… en tanto no sólo es
      expresión d la sociedad en que se pone en
      práctica sino que debe tributar a la misma potenciando
      su desarrollo; enmarcado por supuesto, en las cánones
      que la misma delimita siendo exponente de objetivos
      educativos deseados.
    • El curriculum posee una puesta en práctica
      usualmente olvidada; por lo que no sólo debe hacerse
      alusión a un curriculum general sino que debe hablarse
      del curriculum pensado, formal, oficial y el curriculum vivido,
      ambos contemplados en una estrecha unidad pero portadores de
      peculiaridades en ocasiones bastante divergentes entre
      sí.

    Siendo consecuentes con esta lógica,
    es necesario instrumentar un curriculum que "lleve
    implícitas sugerencias flexibles, entendidas como valiosas
    y significativas para los alumnos, contextualizándolas y
    orientadas a ser una propuesta integradora de la formación
    integral del educando." (Pérez, R. , 1994)

    El curriculum debe contener una serie de lineamientos
    que homogenicen lo más posible la educación pero a
    la vez debe dejar espacio a la diversidad; desde sus curricula
    escolares debe normar y a la vez dejar un espacio para el cambio,
    la contextualización y la flexibilidad.

    Por supuesto, estas aparentes dicotomías se
    complejizan en la misma medida en que el curriculum se aleja de
    la definición de los contenidos cognoscitivos y se acerca
    a la explicitación de los valores que deben contemplarse
    en el perfil del profesional.

    Existen una serie de valores que podrían
    denominarse universales e intrínsecos a la mayoría
    de los profesionales; así, los profesionistas de las
    ciencias sociales deben ser más solidarios y
    empáticos; mientras que los ingenieros deben desarrollar
    una conciencia medio ambiental, pero en sentido general todos
    deben ser responsables y autónomos, por sólo citar
    algunos ejemplos.

    Al respecto podría mencionarse en el curriculum
    diferentes núcleos de valores siguiendo la idea de
    Delgado, A. (1994 en Ojalvo y Viñas, 2006):

    • Un núcleo denominado humanístico
      relacionado con aquellos valores que deben desarrollarse en
      todo ser humano independientemente de su profesión y en
      estrecha relación con la cultura a la que
      pertenecen.
    • El núcleo de valores específicos
      inherentes al ejercicio de la profesión en
      relación con su encargo social.
    • Un núcleo de valores contextualizado (lo cual
      no significa que los anteriores núcleos no lo sean, sino
      que este adquiere un carácter más cercano y
      centralizado en la situación específica) que hace
      referencia a aquellos valores que se están demandando en
      el momento histórico concreto, en
      tiempo y espacio a los profesionales.

    La definición de estos valores no puede ser
    realizada desde la teoría
    sino desde la triangulación de varias fuentes: las
    instituciones
    que son receptoras de los profesionales, los estudiantes en
    curso, los profesores, los expertos en la materia, los
    estudiantes ya graduados y los representantes de las políticas
    educativas que desean desarrollarse en el plano social.
    "(…) en la creación del curriculum debe partirse de
    una profunda investigación de la realidad del
    país, de sus exigencias sociales, éticas y
    profesionales, de una sistemática autorreflexión y
    autoperfeccionamiento de la práctica
    profesional y académica". (Ojalvo y Viñas,
    2006) De esta forma, al menos en parte, se salva la brecha
    existente entre el curriculum formal y el vivido.

    La
    transversalidad en el curriculum.
    Una respuesta a la formación de valores.

    Educar valores no es un hecho de un día, ni
    siquiera de una asignatura o un semestre; educar en valores
    necesita una implicación permanente y consecuente con
    través de un Proyecto Educativo congruente donde todas las
    acciones
    tengan una secuencialidad evidente.

    Antes de continuar haciendo referencia al curriculum se
    plantea la necesidad de una acotación vital: los valores
    no pueden formarse de una manera aislada y caótica porque
    aspiramos a una inclusión de los mismos en las formaciones
    psicológicas complejas para que desde esta instancia
    regule el comportamiento
    de manera autodeterminada y reflexiva. Interesa el valor
    autónomo formado en la base de una actitud
    dialógica, de constante perfeccionamiento y criticidad. La
    transversalidad aparece en el curriculum como la respuesta al
    cómo implementar los valores en el mismo.

    La transversalidad curricular es "el conjunto de
    características que distinguen a un modelo
    curricular cuyos contenidos y propósitos de aprendizaje
    van más allá de los espacios disciplinares y
    temáticos tradiconales, desarrollando nuevos espacios que
    en ocasiones cruzan el curriculum en diferentes direcciones, en
    otros sirven de ejes a cuyo alrededor giran los demás
    aprendizajes." (Moreno, M. ,1999)

    Así, incluir un valor de manera transversal
    implica manejarlo en las diferentes asignaturas, en los distintos
    años e incluso en el nivel extradocente colindando con la
    vida extraescolar del estudiante. El valor sobrepasa los límites
    espaciales del centro escolar y los marcos de las disciplinas
    para hacerse más consecuente con los diferentes espacios
    en los que se desenvuelve el sujeto.

    Por supuesto, introducir el enfoque transversal en el
    curriculum implica un cambio importante no sólo en el
    diseño
    curricular sino en su práctica, lo que conlleva a un giro
    en la pedagogía tradicional que demanda incluso nuevas
    formas evaluativos. Y es que el enfoque transversal no
    sólo se aplica a los valores sino que para ser realmente
    consecuente también debe ensayarse en los contenidos, lo
    que obliga a una evaluación
    de proceso más que de resultados.

    Por supuesto, al hablar de valores, el término
    evaluación se hace controvertido siendo preferible
    cambiarlo por comprobación o control
    sistemático que permita variar los procedimientos
    seguidos para potenciar el valor desde otras variantes, pero
    siempre tomando como punto de referencia el análisis de la situación causal
    individual que realiza el estudiante.

    La transversalidad en el curriculum implica romper con
    las antiguas concepciones curriculares en las que en cada
    año, e incluso en cada semestre, existía un
    grupo de
    valores, en ocasiones ascendente a cinco o seis, que
    debían ser "desarrollados" .

    En la transversalidad se definen una serie de valores
    básicos, vitales que tienen un seguimiento a través
    de una buena parte del curso, de la profesión, e incluso
    se coordina con las instituciones que acogen a los estudiantes ya
    sea en sus prácticas laborales, o como profesionales ya
    formados. Demanda entonces un trabajo
    concertado en equipo donde estén reflejados no sólo
    el acuerdo del colectivo de profesores sino su extensión a
    la familia, la
    comunidad y
    las diferentes instituciones sociales; una consistencia derivada
    que parta desde el plan de estudio
    hasta el plan de clases.

    Al respecto Padilla, A. (1996 en Ojalvo y Viñas,
    2006) plantea: "(…) la transversalidad en el curriculum
    actúa permeabilizándolo en su totalidad, es decir,
    impregnando toda la vida de un Centro Educativo, lo que no
    significa agregar algo más sino relacionar sus
    propósitos con lo que está programado, conformando
    un todo, a manera de fusión/impregnación".

    Es importante destacar que la transversalidad no siempre
    necesita de un cambio de contenidos o asignaturas, sino
    más bien de una reconceptualización de los ya
    existentes donde cada objetivo
    colegiado trasciende sus propios límites para tributar de
    una forma u otra a objetivos más generales y de amplio
    alcance. "Es preferible que una persona aprenda a
    pensar en términos de valores cuando analiza una realidad
    matemática, física o de ciencias
    naturales, que sólo en su espacio y en una hora
    determinada." (Martínez, M. , 1996 en Ojalvo y
    Viñas, 2006)

    Por supuesto, esta afirmación es bastante
    rotunda, en la educación que proponemos debe existir un
    espacio tanto para la adquisición del conocimiento
    como para la valoración de las formas de actuar con el
    mismo, se aboga por la integralidad, no por el predominio
    exclusivista de unos contenidos sobre otros cayendo nuevamente en
    posiciones excluyentes.

    El problema de incluir los valores en el curriculum
    desde la transversalidad no es entonces una simple
    inclusión de nuevos contenidos sino que por los
    métodos mediante los cuales se propicia el desarrollo de
    los valores (awarnesess, comunicación crítica
    y dialógica, resignificación, vivenciación,
    problematización…) obligan a un cambio en la forma
    de concebir el mismo proceso de enseñanza-aprendizaje
    variando los roles tradicionales de estudiantes y
    profesores.

    El curriculum por supuesto, debe ser la primera
    instancia en que se resuelvan estas aparentes contradicciones o
    desaciertos en términos de González, O.
    (1994):

    1. La formación axiológica del estudiante
      no puede verse recogida en el curriculum como un
      añadido. El hecho de que la formación de valores
      se potencie a través del proceso de instrucción
      no lo relega a un segundo plano sino que debe enriquecer
      partiendo de sus métodos, el interés y la
      motivación hacia la profesión y sus
      contenidos.
    2. Los programas y planes independientemente de que
      reproduzcan el sistema de valores instituidos socialmente deben
      dar cabida al cambio, perfeccionamiento e incluso surgimiento
      de nuevos valores que contribuyen a la mejora del desempeño del profesional.
    3. El curriculum debe presentarse como un armonizador
      entre el perfil del profesional, el plan de estudios y los
      programas de formación a partir de la integración entre las demandas sociales y
      las características concretas y contextuales de las
      universidades.

    En sentido general, debe acotarse que "(…) si no
    se comprende la verdadera esencia de los ejes transversales y se
    abordan simplemente como temas añadidos a los ya
    existentes, únicamente implicarán una sobrecarga de
    los programas y dificultarán la tarea del docente sin que
    ello reporte ningún beneficio al alumnado, puesto que
    sólo supondrá una nueva temática con viejos
    procedimientos (…)" (Reyzabal y Sanz, 1999 en Moreno,
    1999). Es necesario a la vez un cambio en los curricula
    mostrándose los mismos como:

    • Sujetos a cambios en relación con los
      movimientos sociales y
      científico-técnicos.
    • Flexibles de manera que permitan su aplicación
      contextual.
    • Deben favorecer la
      diversificación.
    • Coherentes y lo menos distantes posibles de los
      curriculum vividos.
    • Los propios objetivos varían abandonando un
      tanto la operatividad para ser expresivos exigiendo variantes
      de actuaciones más abiertas.

    ¿Una brecha en el curriculum formal?:
    El
    curriculum oculto.

    Frente a este curriculum formal que proponemos
    difícil por demás de cumplimentar, pero
    perfectamente coherente, estructurado y a la vez flexible, no
    debemos olvidar no sólo la existencia del curriculum
    vivido sino también la presencia del curriculum oculto:
    "conjunto de normas,
    costumbres, creencias, lenguaje y
    símbolos que se manifiestan en la estructura y
    el funcionamiento de la institución educativa" (Santos,
    2002).

    "Todo centro escolar es una organización peculiar con una cultura moral
    propia, en el sentido de que provee a sus miembros de un marco
    referencial para interpretar y actuar, como conjunto de
    significados compartidos por los miembros, que va a determinar
    los valores cívicos y morales qe aprenden los alumnos y
    alumnas, este conjunto de normas, supuestos tácitos,
    creencias y valores se manifiestan en diversos rituales
    regularizados, reflejados normalmente en la cara informal de
    la
    organización, del Centro, contribuyendo a socializar a
    los sujetos." (Bolívar,
    1998 en Santos, 2002)

    ¿Qué sucede al respecto? En la misma
    medida en que el estudiante se sienta partícipe de la
    institución, que desarrolle mayores sentimientos de
    identidad en
    la misma, se va a ir acercando cada vez más a este sistema
    de normas y valores implícitos, haciéndolos suyos
    de manera casi subliminal. Sin embargo, los únicos
    protagonistas y constructores de esta cultura no son los
    estudiantes sino que los profesores y las instancias de poder
    también juegan un papel fundamental en este proceso de
    formación y transmisión de la identidad cultural de
    la institución universitaria.

    En la actualidad es difícil hallar un docente que
    no considere importante la formación de valores; sin
    embargo, la forma en que asuma esta ecuación es bien
    diversa y controvertida moviéndose desde el relativismo
    axiológico hasta el ejercicio de la doctrina más
    estricta.

    Se desarrollan entonces una serie de incongruencias: se
    desea que el futuro profesional sea empático, respetuoso
    de los derechos del
    prójimo porque debe contemplarlo como su igual; sin
    embargo, el profesor desde una posición de superioridad
    establece un claro distanciamiento que no viene determinado por
    los diferentes roles que desempeñan. Se aspira a un
    profesional solidario, que sepa insertarse en grupos
    multidisciplinarios manejando una comunicación asertiva
    pero las tareas que se propician en el aula tienen un marcado
    carácter individualista y competitivo no desarrollando
    aprendizajes cooperativos… los ejemplos pueden tornarse
    innarrables por su extensión.

    De la misma forma se hayan incidiendo los
    comportamientos que se manifiestan en el mismo colectivo de
    profesores porque los alumnos no solamente aprenden de sus
    profesores sino que aprenden a sus profesores.

    Los patrones repetitivos de comportamiento, las normas
    implícitas, las tradiciones, la
    comunicación extraverbal, la distribución espacial y del tiempo son
    factores que se manifiestan de manera continua, casi inconsciente
    y en la mayoría de las situaciones. En otras palabras, al
    curriculum oculto le es generalmente intrínseco un alto
    grado de coherencia de la que, en muchas ocasiones, carece el
    curriculum formal.

    El curriculum oculto actúa en la cotidianidad,
    por lo que sus contenidos generalmente no son enjuiciados,
    concientizados entrelazándose en una trama sólida
    que las personas usualmente no cuestionan.

    Sucede algo curioso en este sentido: se evalúa
    según los objetivos del curriculum formal, en el mejor de
    los casos se tiene en cuenta parcialmente el curriculum vivido
    pero se ignora totalmente la influencia del curriculum oculto. Si
    el curriculum formal es totalmente contextualizado y se basa en
    un verdadero y profundo análisis de las diferentes
    realidades educativas, la coherencia entre los objetivos de
    éste y lo que se manifiesta en el curriculum oculto
    será mayor.

    No se trata de suplantar o eliminar el curriculum
    oculto, esta tarea sería un despropósito, sino de
    comprender su influencia y manejarlo de manera que tribute a los
    objetivos deseados. Por supuesto, si se le brinda al profesor un
    curriculum flexible, adaptable a sus condiciones, se precisa
    cambiar viejas condiciones pedagógicas; para esto no son
    suficientes los cambios a nivel curricular, es necesario un arduo
    trabajo con el profesorado enfocado a:

    • Elevar la preparación psicopedagógica
      del docente, generalmente el profesor universitario es un
      especialista en la materia del conocimiento científico
      que imparte pero carece de los fundamentos
      psicopedagógicos imprescindibles para enfrentar el
      proceso de enseñanza-aprendizaje desde una óptica
      diferente científica. La educación en valores
      demanda de conocimientos sobre la etapa evolutiva, las
      características de la formación de valores en
      la
      personalidad y el dominio de los
      métodos adecuados que potencien el desarrollo del
      valor.
    • Cambio en el rol tradicional del profesor donde
      "(…) el educador no es sólo el que educa sino
      aquel que en tanto educa, es educado a través del
      diálogo con el educando." (Freire, 1993
      en Colectivo de Autores, 1998). Esto indica que el profesor
      como persona debe adoptar una actitud flexible, de
      autoperfeccionamiento y crítica constante.
    • Promover un profesor agente del cambio institucional,
      capaz de mover la inercia de los centros escolares hacia las
      normas de comportamiento y la escala de
      valores que se desea lograr en los estudiantes.

    Concluyendo

    La inclusión de los valores en el curriculum y su
    puesta en práctica es un problema harto controvertido que
    apenas comienza con el cambio en la concepción curricular
    demandando profundas transformaciones en la institución
    universitaria y en el rol del profesorado.

    Incluir la transversalidad en el curriculum implica su
    flexibilización, diversificación, cambios en la
    concepción de la evaluación y una mayor congruencia
    entre el curriculum formal, el vivido y el oculto. La
    transversalidad conlleva a una mayor integración entre la
    universidad y las diferentes instancias sociales, desde las
    organizaciones
    hasta la familia y al
    comunidad pasando por un plano macro, de manera que los
    contenidos escolares encuentren una imbricación cada vez
    mayor con la vida cotidiana extraescolar.

    Referencias Bibliográficas

    • Bourdieu, P. (1997) Capital
      cultural, escuela y espacio social. México: Editorial Siglo XXI.
    • Colectivo de autores. (1998) Congreso Comunidad 98.
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    • González Maura, V. (2000) La educación
      de valores en el curriculum universitario. Un enfoque
      psicopedagógico para su estudio. En: Rev. Cubana
      Educación Médica Superior 
      v.14 n.1 
    • González Pacheco, O. (1994) Curriculum:
      diseño, práctica y evaluación. La Habana:
      CEPES.
    • Lundgren, V. P. (1992) Teoría del curriculum y
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      Ediciones Morata.
    • Moreno, M. (1999) Valores transversales en el
      curriculum. En: Revista de
      Educación y Cultura. Sección 47.
      México.
    • Ojalvo, V. y Viñas, G. (2006) La
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      Habana: Palcograf.
    • Pérez, R. (1994) El curriculum y sus
      componentes. Hacia un modelo integrador. Barcelona:
      Oikos-Tou.
    • Santos, M.A. (2002) Curriculum oculto y aprendizaje
      en valores. En: INET Temas 21. Málaga.
    •  

       

    Jennifer Delgado Suárez

    ESTUDIOS REALIZADOS.

    • 1999 – 2004 Licenciatura en Psicología.
      Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas.
    • 2005 – actualidad Maestría en
      Psicopedagogía. Universidad Central "Marta Abreu" de Las
      Villas.

    OCUPACIÓN ACTUAL:

    • Profesora del Centro de Estudios de Didáctica y Dirección de la Educación
      Superior de la Universidad de Cienfuegos.

    ESTUDIOS DE POSTGRADOS RELACIONADOS CON EL TEMA
    ABORDADO.

    • 2006 La educación de valores en el contexto
      universitario. Palacio de las convenciones. La Habana. Cuba.
    • 2005. Diversidad e integración escolar. Universidad de
      Cienfuegos. Cuba.
    • 2005. Problemas
      epistemológicos de la Ciencia
      Psicológica. Universidad de Cienfuegos.
      Cuba.
    • 2005. Neuropsicología. Universidad Central de
      Las Villas. Cuba.
    • 2005. Educación y Didáctica. Universidad de Cienfuegos.
      Cuba.

    CURSOS DE POSTGRADOS OFRECIDOS.

    • 2005. Psicología y Educación
      (diplomado).

    PARTICIPACIÓN EN EVENTOS

    • Quinto Taller de Pedagogía de la
      Educación Superior.
    • Congreso Internacional de Educación
      Superior.
    • Quinto Congreso Provincial de Educación
      Superior.
    • Convención Internacional HOMINIS
      2005

    PUBLICACIONES

    • Factores psicologicos de riesgo en
      personas con accidente cerebrovascular. Una aproximación
      desde la neuropsicología.
    • Estrategias de pensamiento
      en la solución de problemas. Un acercamiento desde la
      metacognición.

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