Gordiano Guzmán: Un insurgente mexicano de la primera mitad del Siglo XIX
Breve nota biográfica de uno de los insurgentes
del occidente mexicano en la primera mitad del siglo XIX, en la
cual se expone los fundamentos ideológicos de su accionar
en el período temporal de referencia, así como su
adhesión el proyecto
político de Nación
del cual fue partícipe como sujeto social; aclarando el
por qué de sus contrincantes políticos que deseaban
su desaparición, manifestando un rechazo social hacia este
personaje.
PALABRAS CLAVE MÁS REPRESENTATIVAS DEL TRABAJO:
Gordiano Guzmán; Insurgente; Revolucionario;
México;
Siglo XIX; Afromexicano; Jalisco; Michoacán; Federalismo;
Sistema
Republicano; Liberal; Subalternidad; Actores Subalternos;
Rebelión; Revolución; Descolonización; Sayula;
Tamazula; Tlaquepaque; Sur de Jalisco; Zapotlán el Grande;
Ciudad Guzmán; Universidad
Pedagógica Nacional.
UN INSURGENTE MEXICANO DE LA PRIMERA
MITAD DEL SIGLO XIX
El 25 de noviembre de 1848, reinstaurada la
república federal por segunda vez en nuestro país,
desde Sayula Jalisco, Gordiano Guzmán exponía en
una misiva al Ministro de Guerra y
Marina:
"…muy pocos gobiernos que han precedido han sido
anuentes a mis principios
políticos y he conocido que más se han convertido
en enemigos e irreconciliables, que lejos de hacerme una gracia
han deseado mi total ruina […] de manera que siempre he
tenido esta observancia…",
para luego pasar a afirmar que
"…como mi objeto en las diferentes revueltas que
hemos sufrido de la política y en
algunas en que me he mezclado, ha sido con el noble fin de
hacer más bien un bien general a mi patria, que buscarme
el mío particular; de allí es que a mi se me ha
tenido por un genio perturbador de destruir lo mejor para
establecer lo malo, siempre dándole malas inteligencias
a mis hechos e intenciones sanas, cuando estas han partido
siempre, por los principios con que me eduqué en
política, siguiendo aquellas huellas de mis primeros
héroes de independencia, de darle al pueblo lo suyo y de
hacer su voluntad para la conservación de sus
incuestionables intereses, y no otras miras rastreras que se me
han querido aplicar para éstas."
¿Cuáles fueron los gobiernos que menciona
Gordiano
Guzmán? ¿Cuáles eran esos principios
políticos a los que no eran anuentes tales gobiernos?
¿Por qué razón esos gobiernos se
convertían en enemigos suyos, irreconciliables, hasta el
punto de desear su total ruina?
La respuesta a estas cuestiones tiene que ver con la
rebelión que se desarrolló en los inicios de la
segunda década del siglo XIX en la Nueva España, la
que anunció el principio del fin de la dominación
colonial y a través de la cual los integrantes del "pueblo
americano" -constituido por españoles criollos, nativos o
"naturales" y "castas", posesionados de un "frenesí"-,
pretendieron de manera violenta transformar las estructuras
sociales coloniales.
A la sacudida social que significó el inicio de
la rebelión en la región del Bajío,
siguió –después de los sucesos del asalto a
la alhóndiga de Granaditas en la Ciudad de Guanajuato- una
toma de conciencia de
muchos de los criollos que encabezaron el movimiento
revolucionario, entre ellos Hidalgo, dado que el sector
subalterno, mayoritario en las huestes insurgentes era, si no
imposible, difícil de controlar.
Éstos últimos, actores secundarios en la
sociedad
colonial, habían saltado a la arena política y no
pedían: exigían reivindicaciones que eran su
reclamo social décadas atrás: restitución de
tierras comunales, reconocimiento de sus representantes,
abolición de la esclavitud,
etc.
Estos actores sociales pasaban a primer término
no con proclamas o discursos (no
sabían hablar, escribir o leer el español la
mayoría de los nativos o "naturales"), sino con las
armas en la
mano, poniendo en entredicho el poder
colonial, sus instituciones
y las autoridades que lo representaban.
Los líderes criollos de la rebelión se
desconcertaron ante el accionar de los integrantes del sector
social subalterno y, actuando de manera desacertada, no tomaron
la capital de la
jurisdicción colonial, ante la posibilidad del descontrol
de las huestes insurgentes y el posible saqueo de las casas del
comercio y
bodegas de granos en la ciudad; decisión que
permitió la reorganización de las autoridades
realistas, a quienes el levantamiento social había
sorprendido.
El gobierno
colonial, a través de su ejército, buscó
sofocar a sangre y fuego la
rebelión, persiguiendo a cuanto grupo
insurgente operaba en la jurisdicción colonial;
complementaba la estrategia el
encarcelamiento, juicio criminal y sentencia de los acusados de
infidencia.
Por su parte la cúpula eclesiástica, en
todas las diócesis y sus curatos, hacía esfuerzos
para hacer volver a los fieles, partidarios y simpatizantes del
partido insurgente -"ovejas" descarriadas-, por el camino de "los
buenos", a través del arrepentimiento y de la
práctica piadosa de la fe, colaborando para que se
adhirieran al indulto ofrecido por el virrey.
Las características del relieve en las
áreas geográficas donde se refugiaban los
partidarios del movimiento insurgente, hacía
difícil, para las autoridades coloniales y el
ejército, el exterminar completamente los focos de
resistencia de
los revolucionarios, lo que llevó a la extensión,
en el transcurrir de una década, la duración del
movimiento.
En 1820, después de participar con Vicente
Guerrero en una campaña por tierra
caliente michoacana para reanimar la rebelión, desde las
"montañas del Sur" donde se encontraba, Gordiano
Guzmán exponía a los integrantes del Ayuntamiento
de Apatzingán su parecer, a partir de la siguiente
cuestión:
¿En qué está que habiendo habido
un estrépito ruidoso de parte de la España para
cortar de raíz el despotismo y constituir la libertad por
medio de la Constitución es oída al fin, y
nosotros que coincidimos en lo mismo, no hemos conseguido otra
cosa que el desprecio, sin que se nos hable más que con
el suplicio y la
muerte?
Hasta esa fecha, Gordiano se había mantenido
activo en el partido insurgente (inició su
participación en noviembre de 1811, en el agrupamiento que
capitaneaba su hermano Francisco en el Sur de la Intendencia de
Guadalajara), compartiendo con otros compañeros suyos una
visión de la realidad social que, desde sus punto de vista
era necesario transformar; de allí su inquebrantable
decisión de no ceder en sus principios, lo cual se
muestra en la
respuesta que expone inmediatamente después de enunciar el
citado planteamiento:
La razón de esto no es ni puede ser otra sino
que aspirando el gobierno a sólo dominarnos, no se ha
usado de otros medios que
los de la muerte y
esclavitud, sin respetar en nada los derechos de la libertad
del hombre […]
éste ha sido el modo, éste todo el arte para
enseñar doctrina y cultiva la gente que han tenido los
españoles europeos: a cavar y desolar Provincias y
Pueblos enteros…"
La emergencia del sector subalterno de la sociedad
colonial durante la rebelión, puso en entredicho las
formas en que el sector dominante imponía y lograba el
contrato social,
para asegurar la acumulación individual y el flujo de esa
riqueza hacia Europa.
De allí todos los esfuerzos y la propaganda que
el poder colonial desplegó para descalificar a los
insurgentes: no habrían de permitir la beligerancia de los
revolucionarios, ni la propagación de sus ideas; ambas
cosas eran desestabilizadoras de la hegemonía, lo que
ponía en peligro no solo los intereses de la corona
española, sino también la de los europeos y la de
los criollos que integraban la elite colonial.
Gordiano Guzmán, hasta su muerte, fue parte de
este movimiento reivindicatorio, que no terminó con la
consecución de la independencia
política de la metrópoli, sino que
continuó siendo parte de la subalternidad, toda vez que
los sobrevivientes de la elite colonial buscaron imponer una
nueva hegemonía, a través de los proyectos de
gobierno centralista que constreñían los proyectos
sociales de los actores subalternos y dejaban de lado sus
reivindicaciones sociales en los ámbitos regionales con
los que se conformó la naciente Nación;
actores sociales que en coyunturas políticas
favorables volvían a hacerse presentes y a hacerse
escuchar, apoyando pronunciamientos o participando en rebeliones
muy localizadas en ámbitos geográficos socialmente
conflictivos para los gobiernos que pretendían la
continuidad de las formas institucionalizadas a partir de la
colonización.
Por lo anterior, en la carta de
referencia que envió Gordiano Guzmán al Ministro de
Guerra y Marina, expresaba su situación:
"… Siempre he encontrado una oposición
superior a mis fuerzas, y aquí el escollo para ser
tratado siempre mal, siempre vilipendiado, siempre condenado a
un desprecio y olvido, hasta quererme hacer desaparecer de la
vista de los hombres por ruines y atroces
designios."
Efectivamente, desde la Ciudad de México, capital
del naciente país, los defensores de la continuidad de las
instituciones coloniales, integrantes de los gobiernos
centralistas, deseaban que quienes podían encabezar las
reivindicaciones sociales de los sectores subalternos -como el
caso de Gordiano Guzmán-, desaparecieran del escenario
social; desde la ciudad de Morelia (antes Valladolid) los
integrantes de la elite criolla local, condescendiente con los
principios y propósitos de la elite criolla de la capital,
pusieron mucho énfasis en mantener vigilado a Gordiano,
por su adhesión al proyecto republicano y a los diferentes
pronunciamientos federalistas desde el Sur de Jalisco y
Michoacán relacionados con este proyecto político,
lo que impedía el logro de la estabilidad social necesaria
para la consolidación del sistema centralista.
No sucedía lo mismo con la elite criolla
tapatía, la que desde la colonia se había
enfrentado con la de la ciudad de México y sus
representantes.
Por el contrario, en algunos enfrentamientos con sus
históricos contrincantes políticos, vieron en
Gordiano Guzmán un aliado y lo invitaron a sumarse a la
resistencia, defendiendo el proyecto federalista; un integrante
de este grupo: Valentín Gómez Farías,
consideró a Guzmán un aliado estratégico en
el occidente del país, para sacar adelante las reformas
políticas que impulsó desde la presidencia de la
república.
Por su parte, la elite criolla del Sur de Jalisco
-quienes se enfrentaron en 1824 con los tapatíos, en un
fallido intento autonomista para separarse de Jalisco y sumarse a
Colima-, quienes mantenían una posición
política relacionada con la continuidad de la
tradición colonial, lo que se acentuó socialmente
como resultado del malogrado proyecto autonomista, pues se
"encerraron" en el ámbito regional donde mantenían
sus intereses.
Lo anterior tendría un impacto decisivo en la
vida cotidiana de Gordiano, así como en el reconocimiento
de su participación en el movimiento insurgente: retirado
a la vida civil en Tamazula con licencia del Ejército,
sería catalogado por los centralistas de la Ciudad de
México y Morelia como altamente peligroso para el orden
social -opinión que compartían los integrantes del
sector social dominante en el sur de Jalisco- y con un ligero
reconocimiento por un sector del grupo dominante
tapatío.
Mientras la mayoría de los líderes
insurgentes murieron en la primera etapa de organización de nuestro Estado
Nacional (lo que favoreció el reconocimiento de sus
participación en la construcción del proyecto de
Nación), Gordiano Guzmán se mantuvo con vida hasta
los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX,
manteniéndose también constante la
animadversión de sus adversarios políticos, quienes
no le perdonarían su apoyo militar y político al
sistema federal –como alternativa al proyecto centralista-
y al liberalismo
como ideología.
En el contexto del último esfuerzo de los
partidarios del sistema centralista por imponer su proyecto
social, Gordiano fue aprehendido en la costa de Michoacán
–a donde se había trasladado desde el sur de
Jalisco- cuando participaba, a los sesenta y cinco años de
edad, en los inicios de la
organización de una nueva rebelión contra los
propulsores del proyecto político y económico
heredado de la colonia, personificado en Su Alteza
Serenísima Antonio López de Santa Anna. El 11
de abril de 1854 Gordiano Guzmán murió fusilado en
Cutzamala.
Isidoro Jiménez Camberos
Maestro en Estudios Regionales por el Instituto de
Investigaciones "Dr. José María Luis
Mora",
Ciudad de México.
Integrante del personal
académico de la Universidad Pedagógica Nacional en
la Unidad 142, Tlaquepaque Jalisco.