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Historia de Venezuela. El contacto con los europeos, conquista y colonización (página 2)



Partes: 1, 2


Las diferentes provincias que en 1777 habrían de
centralizarse en la Capitanía General de Venezuela, se
fueron creando en el siguiente orden:

  • Margarita: creada en 1525 por el rey Carlos V,
    comprendía los territorios de las islas de Margarita y
    Cubagua. Su capital fue
    La Asunción. Fue otorgada a Marcelo
    Villalobos.
  • Caracas o Venezuela: fue creada en 1528 en
    otorgamiento a los Welser. Su territorio abarcaba desde
    Maracapa (zona de Unare) hasta Cabo de la Vela, en la
    Península de La Guajira. Su capital fue Coro. Más
    tarde Caracas fue la capital definitiva.
  • Trinidad: creada como Provincia en 1529, fue
    otorgada a Antonio Sedeño, su capital fue San
    José de Oruña.
  • Nueva Andalucía o Cumaná: fue
    establecida en 1568. Comprendía los territorios que hoy
    ocupan los Estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. El
    otorgamiento fue hecho por Felipe II a Diego Fernández
    de Serpa. Con el tiempo se le
    conoció como Provincia de Cumaná y su capital fue
    Cumaná.
  • Guayana: fue otorgada en 1568 por Felipe II a
    Gonzalo Jiménez de Quezada, llegó a comprender el
    territorio ubicado al sur del río Orinoco.
  • Maracaibo: se inició con el nombre de
    Provincia de Mérida de la Grita. Fue creada en 1622 y
    otorgada por Felipe II a Francisco de Cáceres.
    Comprendía los territorios que hoy ocupan los Estados
    Zulia, Trujillo, Mérida, Táchira, Barinas y
    Apure.

Por Real Cédula de Carlos III, del 8 de setiembre
de 1777, se hace una unificación de estas Provincias con
el nombre de Capitanía General de Venezuela,
agregándolas en lo gubernativo y militar bajo la autoridad del
Gobernador y Capitán General de la Provincia de
Caracas.

La consolidación del territorio y su centralización en Caracas continúan
con la creación, en 1786, de la Real Audiencia de Caracas,
tribunal encargado del control
permanente de funcionarios y de las instituciones,
y en 1793, del Real Consulado, responsable de acrecentar y
fomentar la economía
regional.

En la esfera religiosa, la creación de los
obispados de Mérida – Maracaibo en 1777 y el de
Guayana en 1790, marca un paso
importante, en la integración religiosa, que culmina con la
elevación de la diócesis de Caracas a arzobispado
en 1803.

El Capitán General fue la más alta
autoridad colonial en Venezuela. Ejercía el gobierno como
representante del rey, actuaba como juez de primera instancia en
lo civil y criminal. Presidía el Cabildo y ejercía
importantes funciones en
la
organización de la Iglesia y en
la inspección del cobro de impuestos. Duraba
siete años en sus funciones.

Cuando se creó la Audiencia, en 1786, el
Capitán General pasó a ser Presidente de este alto
tribunal, con lo cual compartía ciertas funciones de
gobierno. Estaba controlado por dos instituciones coloniales
características:

  • Las Visitas: eran practicadas en cualquier
    momento por funcionarios enviados por el Rey con el objeto de
    informarse de la marcha del gobierno
  • Los Juicios de Residencia: procesos
    judiciales a los cuales quedaban sometidos al concluir su
    gobierno, donde se ventilaban las quejas y abusos en que
    hubieren incurrido los funcionarios durante su
    gobierno.

A partir de 1777 la Capitanía General
sufrió alteraciones en su división político
– territorial. Se crearon nuevas Provincias y otras fueron
ocupadas. Siete de ellas se sumaron al movimiento
independentista y concurrieron al Primer Congreso en 1810. Para
ese momento, el territorio que formaba la Capitanía
General de Venezuela, pasó a ser el de la República
de Venezuela en virtud del uti possidetis juris
.

Todas las colonias experimentaron procesos
básicamente idénticos difiriendo únicamente
en el momento o el grado de transformación de cada una.
Por lo tanto, puede considerarse que el colonialismo del Caribe y
de otros lugares consta al menos de tres fases:
implantación (o asentamiento), madurez y
transición.

Implantación

El periodo de implantación comenzó con el
primer viaje de Colón a América
en 1492 y finalizó en algún momento a mediados del
siglo XVII. Durante esta fase, los españoles exploraron la
región, conquistaron los territorios que encontraban a su
paso y sometieron a la población nativa americana existente.
También comenzaron a extraer enormes cantidades de
oro y plata en
su mayoría de las minas de Sudamérica. Los
ingleses, franceses y holandeses pronto siguieron a los
españoles en esta región en un intento por evitar
que los españoles acumularan demasiada riqueza con
demasiada rapidez.

En esa época Europa funcionaba
con una economía mercantil. Uno de los principales
principios del
mercantilismo
era que el lingote (oro o plata en forma de barra) representaba
la medida de la riqueza y que sólo existía una
cantidad fija del mismo en el mundo. Si la monarquía española poseía la
totalidad de los metales preciosos
producidos en América, los demás estados europeos
ya no podrían competir.

Los primeros intentos por evitar que España se
apoderase del total de las existencias de lingotes procedentes de
los indígenas y de sus minas condujo a los europeos del
norte a establecer la piratería. Los piratas intentaban capturar
la riqueza que los españoles enviaban de vuelta a Europa
en una flota anual o convoy. Si los piratas podían
utilizar las islas del Caribe como base para lanzar los ataques
sobre la flota española que transportaba los tesoros,
evitarían que la corona española acumulase una
cantidad excesiva de metales preciosos. A finales del siglo XVI y
principios del siglo XVII muchas de las islas se convirtieron en
bases desde donde los piratas atacaban los navíos
españoles que volvían a Europa.

Los indígenas americanos que habían
sobrevivido a las enfermedades dieron la
bienvenida a los ataques de los piratas contra los
españoles que habían traído al hemisferio la
enfermedad y la destrucción. Además, los ataques de
los piratas estaban aprobados extraoficialmente por las
monarquías rivales de España, ya que de lo que se
apoderaban los piratas al menos no iba a manos de los
españoles. Los gobernantes del norte de Europa pensaban
que, en última instancia, los piratas actuarían
como consumidores y gastarían su botín, el cual
finalmente acabaría llegando a las arcas europeas en una u
otra forma.

España protestaba a través de los canales
diplomáticos europeos contra los constantes ataques de los
piratas, pero sus quejas caían en saco roto. Las
demás monarquías respondían que el Caribe se
encontraba más allá de la línea, es decir,
que las leyes y los
tratados europeos
no eran de aplicación en esta región.

Los propios piratas llevaban unas vidas peculiares y a
veces mantenían unas prácticas sociales
únicas. Algunos de ellos habían sido marineros al
servicio de
algún Estado
europeo, mientras que otros simplemente pertenecían a las
clases
sociales y económicas más bajas y consideraban
la piratería como una forma de mejorar sus condiciones
materiales.

Los piratas a lo ancho del Atlántico, incluida la
región caribeña, compartían su riqueza de
forma casi equitativa entre los miembros de su
tripulación. Lógicamente el capitán y el
primer oficial siempre recibían una parte mayor del
botín, pero el resto era dividido a partes iguales entre
el resto de la tripulación. Además, los piratas a
menudo se compensaban entre sí cuando uno de ellos
perdía una pierna u otra parte del cuerpo. Una vida
aventurera esquilmando los navíos españoles
suponía una cierta libertad y una
mayor movilidad económica.

A medida que España se fue comportando de forma
más agresiva para combatir la piratería, los
europeos del norte comenzaron a establecer bases más
estables en las islas del Caribe. Grupos de hombres
(en aquella época las mujeres europeas eran desconocidas
en la mayor parte del hemisferio occidental) comenzaron a
cultivar alimentos y
productos
agrícolas en cantidad suficiente como para aprovisionar
los barcos que surcaban la región. A finales del siglo XVI
se producía tabaco y algodón
en cantidad suficiente como para enviar a Europa lo que no se
consumía en América.

A medida que la demanda de
estos productos iba creciendo, surgían modos más
eficientes de producción, y a medida que los beneficios
iban aumentando, llegaban más colonos europeos a la
región con la idea, la mayoría de ellos, de hacer
fortuna rápidamente y volver a Europa. Aunque los
indígenas americanos hacía tiempo que se
habían retirado a un par de enclaves remotos, los colonos
europeos no conseguían encontrar esta región
especialmente atractiva; tanto su clima
cálido y húmedo como la exótica flora y
fauna eran
curiosidades que debían soportarse sólo el tiempo
estrictamente necesario. Trabajar la tierra bajo
el tórrido sol ya era suficientemente duro, y crear
instituciones culturales semejantes a las europeas (colegios,
teatros, periódicos, etc.) resultaba realmente
impensable.

Es decir, los europeos del norte, al igual que sus
predecesores españoles, no estaban dispuestos a trabajar
cuando se establecían en las islas del Caribe, pero
sí deseaban aumentar la productividad
agrícola y, con ello, su rentabilidad.
La solución incipiente empujó a los colonos a la
siguiente fase de colonización. En el Caribe el
colonialismo maduro descansaba prácticamente sobre las
espaldas de los esclavos importados de África. Y en otras
partes del mundo, después de la abolición de la
esclavitud por
parte de los europeos, las colonias maduras descansaban sobre una
mano de obra formalmente libre pero en realidad casi siempre
forzada, para la producción y extracción de los
recursos para el
mercado.

Madurez

El colonialismo maduro en el Caribe duró poco
más de 100 años, desde mediados del siglo XVII
hasta cerca de 1770. Las sociedades
coloniales maduras operaban manteniendo su propio y amplio
equilibrio.
Durante este tiempo, las colonias crecieron de forma visible en
cuanto a población, producción y comercio.

Los tratantes de esclavos y sus clientes
obligaron a cerca de 12 millones de africanos a cruzar el
Atlántico para trabajar como esclavos permanentes, de los
cuales entre 10 y 11 millones lograron llegar a América y
el resto falleció durante la travesía. La mayor
parte de los esclavos que llegaron vivos después del viaje
fueron vendidos para trabajar en una economía que primaba
la producción de azúcar
y excluía prácticamente el resto de las
cosechas.

A medida que evolucionó la economía del
azúcar, las colonias fueron aumentando el número de
leyes y endureciendo su actitud frente
a los africanos. También aumentó la
población de raza mixta, lo que indica que los hombres
europeos a menudo tenían hijos con mujeres africanas o
nativas americanas.

Finalmente, se desarrollaron patrones permanentes de
competencia
mercantilista entre Europa y sus colonias americanas. La
rivalidad comercial, los corsarios (piratería oficialmente
aprobada por los gobiernos en tiempos de guerra)
así como los combates esporádicos eran frecuentes
en toda la región. Las instituciones políticas
europeas arraigaron en la zona del Caribe. Casi todas las
colonias de las islas tenían un gobierno compuesto por
representantes designados por el gobernador o elegidos por los
residentes que poseían suficientes tierras como para tener
derecho a voto. Aunque el poder
político y económico real seguían residiendo
en Europa, los terratenientes blancos del Caribe comenzaron a
tener cada vez más control sobre los asuntos de interés
local. Estos mismos patrones económicos y sociales se
repitieron más tarde en las colonias europeas de todo el
mundo.

La colonia del periodo de madurez en el Caribe, ya fuera
británica, francesa o española, se centraba
principalmente en la producción de la caña de
azúcar. El propio azúcar era, al menos
inicialmente, relativamente raro en Europa y sólo los
ciudadanos más ricos podían permitirse el lujo de
importarlo de las regiones productoras de azúcar del
Mediterráneo oriental. Los portugueses fueron los primeros
en traer el azúcar al hemisferio occidental desde sus
rentables plantaciones de sus colonias en Brasil. El
azúcar fue introducido en muchas islas del Caribe por los
holandeses, expulsados de Brasil en la década de 1650 tras
competir durante un breve periodo de tiempo con los portugueses
por el control de la colonia.

La producción de azúcar pudo haber sido
una propuesta cara que requería gran cantidad de mano de
obra para plantar, cortar, aplastar y hervir la caña. Al
principio, los plantadores utilizaban mano de obra europea
barata, generalmente personas que aceptaban trabajar por un
periodo de tiempo determinado a cambio de
obtener un pasaje a las Américas y alojamiento y
manutención gratuitos. Sin embargo, pronto muchos
trabajadores europeos se negaron a desplazarse a las Indias
Occidentales (Antillas) porque las enfermedades tropicales
estaban acabando con gran cantidad de colonos europeos y
sólo eran pocos los que aceptaban cruzar el
Atlántico para realizar el trabajo
agotador del cultivo del azúcar.

Durante la segunda mitad del siglo XVII, las islas del
Caribe desarrollaron una economía de plantaciones a gran
escala en las que
los esclavos africanos constituían la mayor parte de la
mano de obra. Estos esclavos africanos, que procedían de
países tropicales, eran inmunes a muchas de las
enfermedades que afectaban a los trabajadores europeos. A
diferencia de los trabajadores contratados por un periodo de
tiempo fijo, los esclavos podían ser forzados a trabajar
hasta que caían exhaustos. De esta forma fueron
apareciendo en las islas del Caribe grandes poblaciones con
mayoría africana. De hecho, durante el periodo colonial de
madurez en lugares como Jamaica la relación entre negros y
blancos era de diez contra uno.

Con el tiempo, el número de esclavos africanos
que cruzaban el Atlántico fue aumentando, pasando de una
media de 16.000 al año en el siglo XVII a una media de
aproximadamente 70.000 al año en el siglo XVIII. El auge
de la trata de esclavos a través del Atlántico tuvo
lugar en el siglo XVIII, coincidiendo lógicamente con el
auge de la producción de azúcar. La
Norteamérica británica recibió solamente el
5% del total de esclavos que llegaban a América; el Caribe
británico, por el contrario, recibió el 21% de
llegadas, por detrás sólo del Brasil
portugués, que alcanzó un 37 por ciento. Las zonas
del Caribe español,
francés y holandés también recibieron un
número importante de esclavos importados del oeste de
África. Los esclavos, capturados por tratantes de esclavos
africanos, eran vendidos a tratantes europeos que intentaban
ampliar su negocio al máximo entre los grupos de tratantes
de esclavos africanos para garantizar así una
disponibilidad de suministro de cautivos para la economía
de plantaciones en desarrollo y
evitar que un proveedor africano se hiciese con más poder
que los demás.

Mientras que la producción del azúcar
ocupaba la vida cotidiana de los esclavos, los beneficios de la
producción de azúcar impulsaban la creciente
economía atlántica. El azúcar era embarcado
en el Caribe para ser vendido de forma rentable en Europa y
Norteamérica. El consumo del
azúcar aumentó rápidamente, siendo necesario
aumentar el cultivo de tierras en el Caribe y, con ello, la mano
de obra de esclavos africanos. El azúcar se estaba
convirtiendo en un producto
imprescindible en las dietas europeas y americanas. El
crecimiento de las plantaciones hizo necesario recurrir asimismo
a trabajadores y profesionales no africanos. Doctores, abogados,
comerciantes, tenedores de libros,
administradores de tierras y taberneros, todos ellos encontraron
una oportunidad para mejorar su estatus socioeconómico
trabajando en las islas del Caribe.

Durante la fase colonial madura, cambió el tipo
de europeos que emigraban al Caribe: antes, la emigración
había sido principalmente de hombres empobrecidos, pero
ahora se trataba de individuos educados de clase media.
Estos nuevos inmigrantes buscaban hacer fortuna en las
plantaciones para adquirir una propiedad en
el Caribe. Una vez alcanzada esta meta, su intención era
volver a Europa, dejando el calor y la
humedad tras de sí. Esta visión generalizada se
mantuvo asimismo posteriormente en los asentamientos coloniales
de Asia y
África.

El aumento de esclavos produjo una diversidad
ocupacional de los residentes europeos en la región.
Muchos de ellos lograron aumentar sus beneficios, lo que les
permitió volver a su país con una cierta fortuna.
Otros, en cambio, a pesar de atender sus negocios con
esmero no consiguieron obtener la recompensa buscada. La
aspiración de muchos residentes blancos del Caribe era
volver a Europa, lo que hizo que el desarrollo de las
instituciones locales fuera bastante lento.

Los periódicos hicieron su aparición en
las capitales, por lo general ciudades portuarias, pero no
llegaron a otras zonas. Las iglesias con frecuencia tenían
ministros por lo general ausentes y los teatros y cabarets
surgieron antes que las escuelas. De hecho, los niños
eran enviados a Europa para ser educados allí, aunque en
algunos casos se contrataban tutores para que les impartiesen una
formación particular. Sin embargo, a finales del periodo
colonial maduro cada vez más residentes en las islas
habían visto frustrarse sus planes de abandonar el Caribe
y se resignaron a permanecer en el trópico. En este
momento, comenzó a surgir una sociedad cada
vez más similar a la europea.

En el Caribe, el estatus socioeconómico
dependía en parte de la clasificación racial.
Aunque eran los esclavos africanos quienes habían
levantado la economía, desde el punto de vista social los
de raza mixta se encontraban por lo general entre ellos y los
blancos europeos. Entre los emigrantes a esta región
había un número mucho mayor de hombres que de
mujeres y, además, todas las islas tenían una
mayoría de habitantes de raza negra, de forma que los
europeos del Caribe reconocieron a sus hijos de raza mixta y les
dieron un estatus social más elevado.

A finales de la fase colonial madura se había
desarrollado una jerarquía socioeconómica bastante
compleja basada, al menos en parte, en el color de la
piel. Por el
contrario, en Norteamérica, cualquier persona de origen
negro era considerada, por lo general, como esclavo. Esto sugiere
que las islas del Caribe estaban desarrollando una sociedad
compleja cada vez más similar a la sociedad europea, es
decir, más estratificada por clases, con categorías
ocupacionales fijas de las cuales la gente raramente podía
salirse.

También existía un pequeño grupo de
plantadores muy ricos y un grupo muy amplio de esclavos—en
otras palabras, un orden social que recordaba la relación
entre los aristócratas y los campesinos en Europa. Lo que
diferenciaba a la sociedad caribeña de la europea era que
el sistema de clases
caribeño estaba basado en la raza.

Transición

El periodo de transición comenzó en la
década de 1770 y en la mayoría de los lugares
duró hasta mediados del siglo XIX, al abolirse la
esclavitud en el Caribe. Este periodo puede ser considerado como
la génesis del Caribe actual. Durante las décadas
de 1780 y 1790 aumentó en Europa la lucha contra la
esclavitud. Gran Bretaña abolió la trata de
esclavos en 1807 y a continuación presionó a otros
estados europeos para que hicieran lo mismo. Los plantadores de
las islas lucharon por mantener la esclavitud que les
había permitido vivir desahogadamente, pero sin éxito.

El gobierno británico acordó compensar a
los colonos por la pérdida de sus esclavos y abolió
la esclavitud en 1834. Los franceses hicieron lo mismo en la
década de 1840 (para entonces, la zona de
dominación colonial francesa en la isla de La
Española ya se había convertido en la nación
independiente de Haití, de forma que la abolición
francesa afectó principalmente a Martinica y Guadalupe).
Los españoles mantuvieron la esclavitud en Cuba hasta la
década de 1880. Cuando los esclavos (hombres y mujeres) se
vieron libres, la mayoría decidió abandonar las
plantaciones de azúcar. Además, el desarrollo de la
remolacha azucarera en Europa había permitido producir
azúcar en el propio continente.

El coste de la caña aumentó y la demanda
continuó bajando. Los esclavos liberados se vieron
incapaces de ganar suficiente dinero como
para mejorar las condiciones materiales de sus vidas. Los niveles
de vida bajaron incluso con el gobierno colonial. Además,
los plantadores blancos consolidaron su influencia sobre el poder
político y, por lo general, no permitían la
participación en la política de personas
de origen no europeo. Después de la abolición, no
hubo un aumento apreciable en cuanto a igualdad
racial.

A mediados del siglo XIX, los estados europeos
tenían puesta casi toda su atención en Asia y África. En estos
lugares repitieron el proceso
desarrollado en el Caribe, aunque algo modificado. Habían
aprendido que construir sociedades desde la base era
difícil, por lo que muchas naciones europeas se situaron
por encima de las estructuras
locales existentes, dejando a los líderes locales en sus
puestos aunque con una autoridad reducida. Al mismo tiempo, los
colonizadores europeos intentaron extraer un beneficio
máximo para su propio desarrollo
económico, cada vez más global.

La antigua zona colonial del Caribe había
producido grandes beneficios a algunos y había presenciado
la creación de sociedades donde residían africanos,
europeos y algunos indígenas americanos; sin embargo,
ahora había dejado de ser el centro de las aventuras
colonizadoras europeas. Los residentes del Caribe de todas las
razas se vieron obligados a tratar con una economía
dependiente de un producto que presentaba una demanda
decreciente. Los beneficios disminuían y aquellos con
menor poder adquisitivo eran los que más sufrían.
Un proceso similar se produjo en África y Asia cuando en
ambos continentes tuvo lugar la descolonización durante
las tres décadas siguientes a 1945. La colonización
europea del mundo llevó problemas y
beneficios a las sociedades no europeas, pero no pudo garantizar
un aumento constante del nivel de vida ni una vida
política o económica más estable para estas
sociedades.

Muy pronto, la actividad comercial generada
requirió de puestos comerciales permanentes, lo que
llevó a su vez a una ocupación colonial creciente.
Los escasos lujos de los primeros exploradores se vieron pronto
superados por la necesidad de un mayor número de productos
que, para ser rentables, requerían una abundante mano de
obra barata. Se trataba de productos como el azúcar, el
algodón, el oro, la plata, los diamantes y las esmeraldas,
que había que extraer de las minas; las perlas, que eran
recolectadas por buceadores nativos; y, posteriormente, productos
como el café,
el cacao, el té y el tabaco.

De esta forma empezó la trágica historia de la esclavitud de
la mano de la colonización europea. Primero se
utilizó a los indígenas de América como mano
de obra. Luego, debido a las enfermedades traídas por los
conquistadores que causaron una merma importante en la
población aborigen, se inició el inhumano
tráfico de esclavos procedentes de África a
través del Atlántico. Los exploradores jugaron un
papel activo en estas actividades, quienes muchas veces olvidaban
el propósito colonizador y se lanzaban a la
búsqueda de oro, plata, pieles o esclavos.

En 1600 numerosos colonizadores españoles se
habían establecido de forma definitiva en
Sudamérica. El virreinato del Perú, creado en 1542,
y las diversas audiencias, o divisiones territoriales, en que fue
dividido el resto de la América española, tuvieron
posibilidad de desarrollarse como poderosas y ricas colonias.
Además de los yacimientos de minerales
inmensamente productivos, sobre todo las minas de plata de
Perú, había otros recursos
naturales, como las maderas y tierras cultivables, que eran
abundantes en las posesiones hispanas. La agricultura y
la crianza de ganado fueron actividades florecientes, y la
población indígena y los esclavos negros
representaron una mano de obra disponible para los ricos
colonizadores.

En la primera mitad del siglo XVI, impulsados por la
búsqueda de nuevas tierras ricas, por la aventura o por el
interés cristiano de propagar el evangelio entre los
indígenas, decenas de miles de inmigrantes
españoles y portugueses llegaron en masa a los dominios
del continente americano. España y Portugal, las nuevas
potencias, recibieron el apoyo de la Iglesia católica para
consolidar sus respectivos imperios coloniales. El catolicismo
fue la única religión admitida en
las colonias, pero la política eclesiástica era
determinada y controlada por la Corona. La Iglesia y varias de
sus órdenes religiosas obtuvieron muchos privilegios y
enormes extensiones de tierras en retribución por los
servicios
prestados en la cristianización, educación y
pacificación de los indígenas.

A finales del siglo XVII, España y Portugal
ejercían el dominio en toda
Sudamérica, excepto la Guayana, que había sido
invadida y dividida entre Gran Bretaña, Francia y
Países Bajos. Sin embargo, las guerras que se
habían producido en el curso del siglo habían
debilitado seriamente la fuerza naval
de las potencias ibéricas, y tanto sus posesiones costeras
en el Nuevo Mundo como sus barcos mercantes sufrían los
frecuentes ataques de los corsarios y piratas ingleses, franceses
y holandeses.

Una de las consecuencias de la pérdida de los
tesoros reales españoles y portugueses fue la
imposición de impuestos opresivos sobre las colonias. Las
dos metrópolis, que habían monopolizado desde el
principio el comercio en sus colonias, también
imponían cada vez más severas restricciones sobre
las economías coloniales, y esto agravó las
dificultades y provocó el descontento de los habitantes de
las colonias.

A lo largo del siglo XVIII, el malestar popular en las
colonias españolas desembocó en numerosas ocasiones
en revueltas, especialmente en Paraguay, de 1721
a 1735, en Perú, de 1780 a 1782, y en Nueva Granada, en
1781.

Las desigualdades sociales constituían otra causa
de descontento entre la población de las colonias
españolas y portuguesas. Los peninsulares nacidos en la
metrópoli, cuando eran enviados a las colonias ocupaban
los cargos públicos más altos. Normalmente
pertenecían a la nobleza, mantenían una actitud
despectiva con otros grupos
sociales y su máximo interés era sólo
acumular riqueza en las colonias y regresar a Europa. El grupo
social que se situaba por debajo de los peninsulares era el
compuesto por los criollos, hijos de españoles nacidos en
América. Aunque a los criollos la ley les daba
derecho a las mismas prerrogativas de las que gozaban los
peninsulares, en la práctica estos derechos se
incumplían, y la mayor parte de los criollos eran
excluidos de los altos cargos civiles y eclesiásticos. El
odio a los peninsulares hizo que los criollos se unieran a los
mestizos y mulatos.

El Imperio colonial español comenzó a
forjarse a finales del siglo XV, cuando Europa iniciaba su
expansión en ultramar. España perdió gran
parte de las zonas conquistadas como consecuencia del movimiento
de emancipación que arraigó en Latinoamérica a principios del siglo
XIX.

Al terminar el proceso de conquista y
colonización, la mayor parte de los pobladores
indígenas habían sido exterminados o asimilados a
la cultura
criolla. Las sociedades indígenas que sobrevivieron,
habitaban las zonas periféricas y fronterizas del
país o fueron desplazadas hacia ellas ante el empuje de la
población criolla. Allí se encuentran en el
presente conformando una población que oscila en los
350.000 habitantes.

El desarrollo y estabilidad de la conquista en el Nuevo
Mundo se reglamenta en poco tiempo hasta descansar en distintas
instituciones. El permanente crecimiento de la
colonización impone el fortalecimiento y la legitimación de dichas instituciones. Su
establecimiento copia fielmente la estructura
organizativa de la metrópoli y contempla las materias
más importantes del Imperio, a saber:

Institución

Funciones

Casa de Contratación de Sevilla
(1503)

Actividades mercantiles de
navegación

Patronato Eclesiástico (1508)

Asuntos religiosos

Consejo Supremo de Indias (1524)

Temas territoriales, justicia, inmigración y
poblamiento

Universidad de Cargadores

Representante del gremio de
mercaderes

Real Audiencia

Funciones judiciales, legislativas y
ejecutivas

Gobernación y Capitanía General
(1528)

Administración política y de
justicia; conquista y defensa

Real Hacienda (1529)

Materias económicas y fiscales

Obispado (1531)

Unificar y ejecutar la política de la
Iglesia

Cabildo Seglar (1529)

Reglamentación de la vida
política, social y económica de los
civiles

Cabildo Eclesiástico

Administración de la justicia
eclesiástica

Cabildo de Indios (segunda década del s.
XVII)

Instruir a los indígenas en las normas
castellanas

Tenientazgos

Administrar justicia en los pueblos que
carecían de cabildos

5.- Estructura
Económica Colonial

La búsqueda de metales preciosos fue la
razón primordial de la Conquista, en tal forma que la
importancia de cada Colonia dependía de su capacidad para
exportar oro y plata a la Metrópoli. El gobierno
español estimuló la exploración del
territorio en busca de estos metales y en algunos casos la impuso
como obligación a los conquistadores.

Igualmente, los conquistadores se dedicaron a la
explotación de perlas y a la explotación de algunas
minas descubiertas al norte del país. Las perlas se
agotaron muy pronto y las minas fueron abandonadas por su escaso
rendimiento. En consecuencia, los colonizadores tuvieron que
dedicarse cada vez más a la agricultura y a la
cría, iniciando de este modo la formación de una
economía agropecuaria que vino a ser la economía
característica del período colonial a partir del
siglo XVII.

Los factores que determinaron el desarrollo de la
economía colonial fueron:

  • La Tierra: Las tierras fueron declaradas
    propiedad de los reyes. Con el tiempo, una parte de ellas
    pasaron a manos de los particulares, unas veces por
    donación y otras por venta. Las
    que estaban en poder de la Corona, se denominaron Tierras
    realengas (Reales); y las que pasaron a manos particulares
    constituyeron la Propiedad Territorial, la cual tuvo su origen
    en los Repartimientos, Mercedes, Ventas y
    Composiciones de Tierras.
  • El Trabajo
    Indígena
    : Los indios sometidos quedaron obligados a
    trabajar para los colonizadores, quienes los utilizaron
    primordialmente en Las Encomiendas y Las Misiones. Más
    tarde, la mano de obra negra fue incorporada al trabajo de la
    Colonia y se utilizó principalmente en las plantaciones
    de cacao.

Actividades Productivas

Agotadas las perlas y abandonadas las minas, la
Venezuela Colonial se convierte en una Venezuela agrícola,
con predominio de la economía de campo sobre la ciudad. El
factor imperante para que fuera así lo constituye el
indígena, que era agricultor; por otra parte las plantas
alimenticias autóctonas de América, como el
maíz,
la papa, algunos granos, la yuca, dulce y la yuca amarga, etc.,
formaban parte de la dieta básica del
indígena.

La producción agropecuaria en Venezuela es muy
variada y alimenta dos circuitos bien
diferenciados: el destinado a la exportación y el que abastece el consumo
interno.

La agricultura colonial se desarrolló de dos
maneras:

  • Agricultura de Subsistencia: la practicaron
    los indígenas y los negros, cultivando en sus conucos y
    en sus tierras comunales los productos indispensables para su
    alimentación diaria: maíz, yuca,
    ocumos, papas, piñas, batatas, apios, muchas especies de
    tubérculos y frutas.
  • Agricultura de Plantación: La que se
    impuso en forma definitiva, basada en la gran propiedad
    territorial, con mano de obra principalmente esclava, destinada
    a la exportación y al comercio interno: tabaco, cacao,
    añil, algodón, trigo, café, harina de
    trigo, cueros, etc.

El principal producto de exportación es el cacao,
fruto americano y rubro en expansión desde 1670, base
fundamental de la riqueza de los hacendados, llamados entonces
"grandes cacaos". Desde el siglo XVII, el cacao suplanta al
cultivo del tabaco como primer renglón de
producción y comercio. El cacao se cultiva en toda la
franja costera, desde Irapa, Soro y Yaguaraparo hasta Maracaibo.
Sin embargo la mayor concentración de la producción
se encuentra en la zona central, básicamente en Caracas y
litoral central, Barlovento, valles de Aragua y del
Tuy.

El tabaco, otro producto de origen americano, es
también importante en diversos contextos regionales, sobre
todo en Cumaná, y en las regiones del piedemonte andino
llanero, especialmente en Barinas, cuya variedad es una de las
más cotizadas.

Otros productos agrícolas como el algodón,
beneficiado por los indígenas americanos mucho antes de la
llegada de los españoles, tienen menor distribución espacial. Igual sucede con el
añil, cultivado de preferencia en los valles de Aragua, en
especial en Maracay, donde hay alrededor de 60 haciendas, y
Yaracuy, que se incorpora a la economía colonial a partir
de 1770.

El cultivo espacial del café experimenta un
crecimiento considerable desde su introducción en 1730 en la región
del Orinoco, para luego alcanzar casi todo el territorio, la
cordillera de la Costa y los Andes en particular. Desde finales
del siglo XVIII, la producción va en aumento hasta
convertirse en el principal rubro de exportación a finales
del siglo XIX, hasta 1926 cuando el
petróleo toma su puesto.

De los productos de consumo interno, y que
ocasionalmente son exportados, la caña de azúcar
ocupa el primer lugar, es una de las plantas más
importantes para las economías regionales. De ella se
elabora tanto el azúcar, blanca o en forma de panela y
papelón, como el aguardiente, producto de gran consumo
interno, y auténtico dolor de cabeza de las autoridades
civiles y religiosas quienes intentan eliminarlo, para proteger a
productores peninsulares y canarios

La Ganadería
Colonial

La introducción del ganado y el inicio de la
ganadería en Venezuela, constituye uno de los más
significativos aportes de los españoles al desarrollo de
la economía colonial. En sus comienzos esta actividad
estuvo ligada a la conquista y exploración del territorio,
pues los primeros expedicionarios llevaban consigo ganado en pie
destinado al mantenimiento,
y mulas y caballos para el transporte y
la guerra. Al fundarse las primeras ciudades, sus moradores se
dedicaron a la cría como actividad de subsistencia, y en
algunos casos pudieron disponer de ganado para la organización de nuevas expediciones y para
el intercambio.

Los productos de la cría constituyeron un
renglón importante de la economía colonial; por una
parte suministraron alimentos: carne, leche, queso,
mantequilla y materia prima
para la producción de suelas, sogas, enjalmas y otros
enseres caseros; por otra parte, suministraron bienes para la
exportación, sobre todo mulas y cueros; además,
animales de
carga para el transporte de mercancías, labores
agropecuarias y comunicaciones.

Desde el mismo siglo XVI se dio inicio a la
introducción de ganado vacuno, caballar, lanar, y en menor
grado, porcino. Las regiones por donde se hicieron las importaciones
fueron Cumaná y, en gran escala, Coro.

De Coro, el ganado pasó a El Tocuyo, que
llegó a constituir el principal centro ganadero de la
Colonia. De allí se exportó a Nueva Granada y se
continuó la extensión hacia Los Llanos. En Los
Llanos se reprodujo el ganado con rapidez, pronto adquirieron
gran importancia tanto en la zona llanera como en el centro
occidente, los cueros y los cordobanes (cueros curtidos de macho
cabrío), lo mismo que las suelas, como derivados de la
ganadería. El comercio de cueros llegó a ocupar el
tercer lugar en las exportaciones,
después del tabaco y del cacao.

El Comercio Colonial en Venezuela

La vida económica venezolana en la Colonia,
dependiendo de su producción agropecuaria y del
intercambio con mercancías importadas, se mantuvo dentro
de las limitaciones de una economía natural, con poco
margen para el comercio, y sujeta, además, a prohibiciones
y restricciones que determinaron un desarrollo lento y penoso de
la economía.

Inicialmente el comercio fue de trueque: los
españoles intercambiaban con los indios baratijas por
muestras de oro. Luego fueron usadas las perlas como moneda.
Después se utilizó la moneda – lienzo, que
era una tela especial que se elaboraba bajo ciertas normas
establecidas por las autoridades para que sirviera como dinero.
En otras oportunidades fue también usado el lienzo –
tocuyo, formado por una tela producida por los telares tocuyanos
que hacía, igualmente, las veces de moneda: un
número determinado de varas equivalía a un producto
definido. A lo largo de la Colonia fueron usadas las diversas
monedas provenientes de España, como el maravedí,
el peso y el real.

Hasta finales del siglo XVIII las actividades
comerciales estuvieron supeditadas a las normas del
mercantilismo. España impedía el comercio de sus
colonias con otras de otros imperios, e igualmente de esas
colonias entre sí. Igualmente, el transporte de los
productos, debía ser hecho en barcos españoles. No
había comercio directo de una colonia con otra, sino a
través de España, quien de esta manera
ejercía el monopolio
comercial, característico de los países
mercantilistas. A cambio de estos productos se traían
víveres, loza, vinos, sedas, plata y oro amonedado,
esclavos y una gran variedad de artículos
manufacturados.

El comercio entre la metrópoli y sus dominios se
rigió siempre por el principio, universalmente admitido
del monopolio, como medio de asegurar el beneficio de la potencia
dominante; beneficio para su hacienda por los derechos de
aduana
percibidos y para los particulares que produjeran
mercancías susceptibles de exportación. Con tal
motivo se centralizó, desde 1503, el intercambio de
hombres y mercancías en la Casa de Contratación de
Sevilla

Desde un principio el monopolio funcionó mal, y
su deterioro se fue agravando por una serie de razones que
sería largo explicar: insuficiencia de la industria
española para atender la demanda americana, imposibilidad
de vigilar debidamente tan vastos espacios, corrupción
administrativa, etc.

El comercio se realizaba por algunos puertos venezolanos
habilitados para el tráfico, divididos al efecto en
puertos mayores ( La guaira y Puerto Cabello), y puertos menores
( Maracaibo, Cumaná, Pampatar, Caraballeda, y Santo
Tomé de Guayana ). En los primeros se pagaban todos los
impuestos; en los puertos menores se rebajaban algunos derechos y
a veces sólo se cobraban los impuestos
municipales.

El comercio colonial debe verse desde diferentes
ángulos de operación, en función de
la importancia, las restricciones y las operaciones que
se derivaban del mismo. Tenemos en consecuencia:

  • El Comercio con España
  • El Comercio con las Islas Canarias
  • El Comercio con México
  • El Comercio con otras Colonias
    Españolas
  • El Comercio con las Colonias
    Extranjeras
  • El Comercio Interno

El Comercio con España se desarrolló en
tres grandes períodos:

  • Primer Período ( siglos XVI, XVII y
    comienzos del XVIII)

Se hacía mediante la flota de Tierra
firme, que una vez al año cubría la ruta de
Sevilla a Cartagena de Indias y Panamá.
Al pasar cerca de las costas venezolanas, algunos barcos
pequeños se separaban de la flota y tocaban Pampatar,
Cumaná, La Guaira y Maracaibo.

  • Segundo Período ( 1730 –
    1785)

Durante este período el comercio estuvo en
manos de la Compañía Guipuzcoana, empresa que
tuvo el monopolio del comercio de casi todas las provincias
venezolanas. Despachaba sus barcos directamente de La Guaira y
Puerto cabello, atendía el comercio de la provincia de
Caracas, y, eventualmente, el de Cumaná, Margarita y
Maracaibo.

  • Tercer período (1785 –
    1810)

A raíz de la extinción de la
Compañía Guipuzcoana, Venezuela fue incluida en
el sistema de comercio libre, establecido para todas las
colonias españolas en 1778. con este sistema, Sevilla
perdió su carácter de puerto único, y en su
lugar, el gobierno español habilitó otros nueve
puertos de la península para el comercio con las
Indias.

Se habilitaron varios puertos americanos; se abolieron
algunos derechos y se rebajaron otros. Se permitió, en
consecuencia, que los mercaderes peninsulares pudieran
registrar libremente sus barcos y salir de cualquiera de esos
puertos hacia América.

El comercio con las Islas Canarias, hacia 1764, se
efectuaba por medio de un navío que llegaba anualmente a
La Guaira, trayendo vinos, frutas secas, tafetanes, telas de
seda, etc. Estos artículos se cambiaban por cacao y otros
frutos del país.

El comercio con México se
inició desde los primeros años de la Colonia y
alcanzó mucha importancia. Desde el siglo XVIII a
México se enviaban anualmente por La Guaira, 20.000
fanegas de cacao; en pago, se traía plata amonedada,
cobre, loza,
harina y diversos frutos de aquel país. Este comercio por
La Guaira disminuyó sensiblemente a fines del siglo XVIII;
pero al mismo tiempo aumentó por Maracaibo.

En cuanto al comercio con otras colonias
españolas, las provincias mantuvieron un comercio regular
con Cuba y Puerto Rico, a
fines del siglo XVIII. A Cuba se enviaban, desde Barcelona, carne
salada y seca, a cambio de azúcar, cera y plata. De
Maracaibo, Cacao; de Coro, cueros y quesos; de Puerto cabello,
mulas; de La Guaira, cacao y zarzaparrilla.

El comercio con las colonias extranjeras estuvo
prohibido, pero el Rey Carlos III, a solicitud del intendente
José Abalos, autorizó a los hacendados venezolanos
para que compraran esclavos en las colonias extranjeras, pagando
su importe con frutos del país, a excepción de
cacao. También podían pagar con cueros, ganado en
pie, carne salada y pescado.

El comercio interno tuvo muy poco desarrollo. Algunas
rutas terrestres y fluviales ponían en contacto a las
zonas de producción con ciudades y puertos de embarque.
Por estas rutas se llevaban hasta el Nuevo Reino, ropas finas,
sombreros, canela, vinos, pólvora y otros artículos
que traía la Compañía Guipuzcoana. El
monopolio impuesto por
España fue causa del gran desarrollo del contrabando,
lo que llevó al cierre de estas vías por temor a
que fueran utilizadas por contrabandistas.

La Real Compañía Guipuzcoana fue una empresa
comercial constituida el 25 de setiembre de 1728, con el objeto
de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con
España, y combatir el contrabando que se hacía en
la zona del Caribe Operó en Venezuela desde 1730 hasta
1785 y tuvo gran influencia en el desarrollo económico,
social y político de la Colonia. Fue una empresa a base de
acciones,
cubiertas por capitales vascos. El Rey tuvo una considerable
participación en el negocio, pues recibió de los
empresarios 200.000 pesos en acciones. Esto dio a la
Compañía Guipuzcoana carácter oficial. De
allí su denominación de Real
Compañía.

El Rey garantizó a la Guipuzcoana que ninguna
otra persona o empresa recibiría permiso para intervenir
en este comercio. Se declaró la protección del rey
a la empresa y se
despacharon instrucciones a las autoridades coloniales para que
se le dispensara toda clase de facilidades. El Gobernador de la
provincia de Caracas, fue nombrado Juez Conservador de la
Compañía Guipuzcoana; de tal manera, fue consagrado
el carácter oficial de la empresa, en cuyas manos
quedó el control económico de las
provincias.

El establecimiento de la Guipuzcoana significó un
cambio profundo en el sistema de comercio tradicional de las
provincia venezolanas. Los cosecheros se vieron afectados por el
monopolio que la compañía efectuaba. Los
terratenientes criollos se vieron desplazados en el comercio con
la metrópoli. Los precios
dependían de la empresa, la cual los fijaba de acuerdo a
sus conveniencias, en perjuicio de los consumidores y del
productor local. El descontento general generó la
oposición de ciertos sectores de la población, lo
cual se vio materializado en varios movimientos subversivos, de
los cuales, los más importantes fueron la rebelión
de Andresote (un antiguo esclavo) , hecho éste que se
produce entre 1732 y 1735) y la rebelión de Juan Francisco
de León (isleño), producida entre 1749 y
1752).

Estas revueltas ponen en guardia a la Corona sobre los
procederes de la Compañía Guipuzcoana. Comienza, en
consecuencia, un período de dificultades para esta
Institución: la Intendencia y Real Hacienda le entorpecen
ciertos privilegios desde 1776; la guerra de España con
Inglaterra en
1779 le impide cumplir con sus obligaciones;
las dificultades crecientes del comercio
exterior, que obligan a conceder franquicias a
los mercaderes criollos para comerciar; y la presión
sostenida del Cabildo de Caracas, socavan sus bases. La
Compañía Guipuzcoana es eliminada definitivamente
por Real Cédula el 10 de marzo de 1785, y sus bienes pasan
a la Compañía de Filipinas, creada para fomentar el
intercambio de las producciones asiáticas y americanas que
sobrevive hasta 1834.

6.-
Estructura étnico social colonial

Diversas estimaciones coinciden en
señalar que la población venezolana entre finales
del siglo XVIII y primera década del siglo XIX, no
sobrepasaba el millón de habitantes. Esta población
está concentrada en las regiones costeras y
montañosas, y divididas en varios grupos étnicos,
que sin ser totalmente excluyentes, se encuentran estratificados
de manera muy marcada. Las autoridades civiles y la Iglesia,
alimentan la segregación a través de numerosas
leyes, decretos y normas del buen vivir cristiano.

Esta población fue el resultado de la mezcla de
los aborígenes con los blancos y los negros. Como producto
de esta unión surgió el mestizo, cuyo número
e importancia ha venido en aumento en nuestros
días.

La formación del mestizaje constituye un rasgo
típico de la colonización española, cuyos
orígenes podemos analizar de la manera
siguiente:

  • El predominio de los elementos masculinos entre los
    conquistadores y colonizadores españoles. La mujer
    española vino tardíamente a América, y,
    además en número reducido. La unión de
    los españoles con las mujeres aborígenes, y
    posteriormente con las mujeres negras, fue una necesidad y el
    mestizaje surgió en forma inevitable.
  • La legislación española
    favoreció la unión entre blancos e indias. Por
    una parte ordenaba a las autoridades coloniales fomentar
    estas uniones, y por la otra, prohibía a las mujeres
    solteras españolas pasar a América; sólo
    podían hacerlo las casadas en compañía
    de sus maridos o cuando vinieran a las colonias a hacer vida
    marital con ellos.
  • Los españoles consideraban estas uniones
    como un hecho natural sin prejuicios o ideas religiosas que
    pudieran estorbarlas. Sin embargo, los prejuicios sociales si
    tuvieron que ver con el carácter de tales uniones, las
    cuales, salvo pocas excepciones, fueron uniones ilegales del
    blanco con las mujeres de los otros grupos.

A finales del siglo XVI – siglo de la Conquista y
de la fundación de las primeras ciudades – la
sociedad venezolana comprendía los siguientes
grupos:

  • Los Blancos Españoles: formaban el
    grupo conquistador, igualados todos entre sí por las
    leyes dictadas en su favor como primeros
    pobladores.
  • Los Indios: grupo sometido, sujetos a la
    condición de mano de obra explotada por los blancos, a
    quienes se les había entregado en
    Encomiendas.
  • Los Negros: todavía poco numerosos,
    traídos de África como esclavos.
    Constituían el sector más oprimido de la
    población.

La evolución social de estos grupos trajo
consigo la mezcla ya señalada, en la cual surgieron las
siguientes distinciones denominadas castas:

  • Mestizos: de la unión de blanco e
    india
  • Zambos: de la unión de negro e
    india
  • Mulatos: de la unión de blanco y
    negra
  • Cuarterones: de la unión de blanco y
    mulata
  • Quinterones: de la unión de blanco y
    cuarterón

Los individuos de estos grupos mezclados se unían
entre sí y al mismo tiempo con los blancos,
constituyéndose en poco tiempo en el sector más
numeroso de la población colonial, con lo cual fueron
desapareciendo las diferencias entre ellos y la
denominación de mestizos, zambos, mulatos, etc., fue
sustituida por el nombre de pardos, cuya condición se
definía por la mayor o menor cantidad de sangre negra que
tuvieran los individuos.

El desarrollo económico y político
acabó por introducir diferencia en cada uno de estos
grupos sociales, en la forma siguiente:

  • Blancos Peninsulares: formaban la burocracia
    colonial, ejercían los cargos públicos de
    importancia. Estaban a sueldo de la Corona. No poseían
    grandes propiedades. Eran reclutados entre los nobles
    arruinados de España y los cortesanos. Su vida estaba
    sujeta a limitaciones y prohibiciones de la Corona.
  • Blancos Criollos: descendientes de los
    conquistadores y encomenderos, nacidos en el país.
    Grandes propietarios de la tierra y de los esclavos.
    Constituían la clase dirigente de la economía
    colonial. Era una clase noble, cuya nobleza se basaba en la
    riqueza. Discriminaban a los individuos de otros grupos, en
    especial a los de ascendencia negra. Ejercían los cargos
    menores en la organización político
    administrativa. Formaban una verdadera oligarquía
    municipal.
  • Blancos de Orilla: descendientes de criollos e
    indias; o de blancos establecidos en la Colonia posteriormente
    a los repartimientos y encomiendas. Ejercían cargos
    políticos subordinados. En general trabajaban como
    artesanos, pequeños comerciantes y peones.
  • Indios: (también llamados indios
    tributarios)sin ninguna actividad política. Sujetos al
    pago de tributos.
    Prestaban servicios personales gratuitos a los encomenderos y a
    los misioneros. Cerca de la mitad de ellos vivían en la
    selva constituyendo una población marginal.
  • Negros: sin derechos políticos, eran el
    sector más bajo de la sociedad, víctimas del
    desprecio de los blancos. Un sector trabajaba como esclavos en
    las haciendas de cacao y de caña de azúcar; otro
    lo constituían los manumisos .
  • Pardos: era el grupo más numeroso; pero
    sin derechos ni influencia política. Trabajaban como
    artesanos, obreros, comerciantes al detal, pulperos,
    quincalleros. En su mayoría eran descendientes de los
    negros. Personalmente libres, vivían en las ciudades.
    Aspiraban igualarse con los criollos en lo social y
    político; pero éstos los despreciaban por su
    ascendencia negra.

Características de la Sociedad
Colonial

El estudio de la sociedad colonial refleja dos
características fundamentales:

  • Era una sociedad compleja: surgida de la
    mezcla de grupos étnicos diversos. Pudo mantener tales
    distinciones en los primeros tiempos; pero a medida que
    evolucionó, tales elementos se mezclaron, dando origen a
    una sociedad heterogénea, cuya complejidad fue en
    aumento a medida que se definían los intereses
    económicos, políticos y sociales de cada uno de
    sus grupos.
  • Fue una sociedad dinámica: en un
    período relativamente corto, pasó de un sistema
    de castas existentes en el siglo XVI, a un sistema de clases ya
    definidas a fines del siglo XVIII. En este proceso tuvo mucho
    que ver la condición étnica de cada
    elemento.

La clase económicamente poderosa surgió
del grupo blanco; y las clases menos favorecidas se formaron
con el mayor porcentaje de sangre negra. Las Leyes de Indias
contribuyeron a favorecer este proceso, lo cual se explica por
el interés de la Corona en mantener el predominio de los
blancos conquistadores y de sus descendientes, como
garantía de dominio en estas tierras.

Las leyes garantizaban a los blancos la propiedad de
las tierras, de los esclavos, de las encomiendas; el ejercicio
del gobierno municipal; el monopolio de la enseñanza; los títulos
nobiliarios; loa privilegios sociales. Al mismo tiempo
excluían de estas ventajas a los grupos de color. Esta
situación tiende a modificarse en los años
finales de la Colonia.

Luchas Sociales en la Colonia

Las luchas sociales de los criollos se orientaban en una
doble dirección:

  • Antagonismo entre criollos y
    españoles

Los criollos se oponían a los españoles
por ser éstos quienes ejercían los cargos
importantes de la Colonia; y contra el gobierno metropolitano
que los relegaba de la
administración y frenaba sus aspiraciones
políticas. En este sentido ese antagonismo tenía
un carácter eminentemente político. El más
genuino representanta de esta clase criolla fue Simón
Bolívar.

Seguros de su poder económico, los criollos
aspiraban a ser los dueños auténticos de su
propia riqueza. Esto significaba romper el coloniaje que
sometía el país a un soberano extranjero y a una
metrópoli. Estas legítimas aspiraciones de los
criollos le daba un carácter revolucionario a su lucha
contra el régimen colonial.

  • Antagonismo entre criollos y
    pardos

En el orden interno, la lucha de los criollos contra
los pardos, tenía un carácter conservador y
oligárquico. Los criollos querían seguir siendo
dueños de la riqueza, conservando intactos sus
privilegios sociales. Esto chocaba con las aspiraciones de
los pardos y demás grupos de color, que aspiraban a
ascender en el plano de los derechos sociales y
políticos para mejorara sus situación de
inferioridad.

Las leyes prohibían a los pardos contraer
matrimonio
con los blancos. No podían ejercer cargos
públicos, ni ser miembros de los Cabildos ni de los
Tribunales Eclesiásticos; no podían ingresar a
ningún centro de enseñanza. Se le
prohibía el uso de pistolas, espadas y paraguas; y a
sus mujeres les estaba vedado el uso de prendas de oro, seda
y piedras preciosas. No podían usar alfombras para
arrodillarse o sentarse en las iglesias. No podían
asistir sino a ciertas iglesias y las partidas de bautismo de
sus hijos se registraban en libros aparte.

Tales usos eran el distintivo exterior visible de la
superioridad y distancia que separaba a los criollos de los
pardos. Pero éstos a su vez se burlaban de ellos y
ridiculizaban a los criollos, a quienes llamaban "Mantuanos",
por el uso privativo de mantos de seda de las mujeres blancas
y "Grandes cacaos", para indicar como la pretendida nobleza y
los títulos de que presumían los criollos, no
era de abolengo, sino el producto de sus haciendas y del
trabajo de esclavos y peones, que les permitía
disponer de dinero suficiente para comprar tales
títulos.

A medida que crecía su número e
importancia económica, los pardos fueron alcanzando
posiciones dentro del orden social, a despecho de la
oposición de los criollos. En 1795, el rey dispuso,
por medio de la Real Cédula de Gracias Al Sacar, que
los pardos podían tener el tratamiento de Don mediante
el pago de mil reales; y asimismo podían ser tenidos
como blancos, aptos para el ejercicio de los cargos
municipales mediante el pago de quinientos reales.

A fines del período colonial, los pardos
pidieron y lograron que sus hijos pudieran asistir a las
escuelas, y que los preceptores de dichas escuelas fueran
pardos. Estas conquistas encontraron la firme
oposición de los criollos, quienes por medio del
cabildo ofrecieron toda clase de obstáculos, pues
consideraban que los pardos no debían mezclarse ni
igualarse con los blancos y gentes principales, ni mucho
menos formar parte del Cabildo sin que tales cambios causaran
conmociones violentas en la sociedad colonial. La Corona
mantuvo y reafirmó la Real Cédula,
contribuyendo así a avivar el antagonismo entre estos
dos grupos e imprimiéndole su sello a la Guerra de
Independencia.

Conclusión

Así como Rodrigo de Triana gritó "Tierra",
algún indígena debió haber gritado "Barco".
A su manera el "descubrió" a los europeos. Lamentablemente
los indígenas no dejaron testimonio escrito de ese
encuentro con los primeros europeos, pero seguramente quedaron
impresionados por el velamen, la forma y el tamaño de las
tres naves, dada la pequeñez de sus canoas. Es
también probable que quedaran sorprendidos ante la avidez
manifiesta por conocer el lugar de procedencia del oro y las
perlas que exhibían como adornos.

Es muy posible también que los indígenas
se impresionaran por los pesados ropajes de los europeos, en
contraste con su desnudez, la misma que también
impresionó a los tripulantes de las carabelas y por el
vaho fulminante que manaban los cuerpos de los
exploradores.

De este "descubrimiento" mutuo, que no es otra cosa que
conocer o encontrar lo que era desconocido, surgen muchas
incomprensiones, intolerancias, violencias, pero también
una de las claves del mestizaje cultural que nos
caracteriza

América no fue descubierta, fue conquistada .
Cuando la gente de Europa, en su expansión por la faz de
la tierra, conquistó este continente palmo a palmo, los
aguijones de la avaricia y de la aventura y el ansía de
poder prevalecieron sobre los motivos mas elevados que pudieron
haber conducido el descubrimiento de
América.

América fue conquistada, antes que descubierta;
la dominación precedió a la comprensión". En
esa misma tónica se puede concluir que Venezuela
siguió el mismo rumbo de América (y como no
hacerlo, si Venezuela es parte integral de América),
Venezuela junto con sus antiguos pobladores fue conquistada antes
que descubierta, esclavizada antes que reconocida. Saqueada,
esclavizada y ensangrentada por los aventureros europeos ansiosos
de sangre y oro.

La invasión de América destruyó la
mayoría de las culturas aborígenes y las etnias
africanas esclavizadas, pero los americanos hicieron aportes a la
civilización mundial que cambiaron el destino de la
humanidad. Sus metales preciosos financiaron ejércitos
europeos de un tamaño y un poderío hasta entonces
desconocidos en el Viejo Mundo. Gracias a ellos se
consolidó el Estado
Moderno, Europa siguió siendo cristiana, se instalaron
grandes redes
comerciales y militares que cubrieron el mundo.

Las riquezas saqueadas impulsaron prodigiosamente el
comercio, la producción industrial y la
implantación del capitalismo.
La papa libró a gran parte de la población europea
de morir de hambre, y alimentó los grandes contingentes
obreros de la revolución
industrial. El maíz pasó a ser uno de los
cereales más consumidos por el género
humano.

Los conquistadores encontraron en América seres
felices con civilizaciones admirables que nada debían a
Europa. Su reacción fue considerarlos irracionales,
oprimirlos y explotarlos, por ser "diferentes". Sin control ni
dominio, la sangre de los nativos fue regada en torrentes,
así fue formada la nueva tierra en la nueva
tierra.

El "Descubrimiento de América" condujo al
"Descubrimiento del Hombre", con
consecuencias tan inconmensurables cuyos efectos todavía
no cesan.

Fueron numerosos los motivos que llevaron a Europa a
comenzar la colonización del continente americano. Entre
ellos se encuentran la búsqueda de metales preciosos, la
necesidad de encontrar nuevas tierras para la agricultura, la
huida de persecuciones derivadas de
motivos religiosos y el deseo de ganar a los pueblos
indígenas para la causa de la cristiandad. En dicha
colonización fue más habitual la creación de
colonias que de factorías, aunque aquéllas, una vez
establecidas, mantenían relaciones comerciales frecuentes
y de carácter exclusivo con las respectivas
metrópolis.

El Imperio español fue el principal poder
metropolitano en el Nuevo Mundo y se extendió a
través de gran parte de México,
Centroamérica y Sudamérica. Los portugueses se
establecieron principalmente en Brasil. Mientras que los
españoles y los portugueses tuvieron tendencia a crear
asentamientos mixtos que absorbieran a las poblaciones
indígenas de sus territorios, los colonizadores
británicos y franceses se inclinaron por la
fundación de colonias puras, eliminando y desplazando a
sus anteriores habitantes.

La colonización europea del mundo llevó
problemas y beneficios a las sociedades no europeas, pero no pudo
garantizar un aumento constante del nivel de vida ni una vida
política o económica más estable para estas
sociedades.

Los más antiguos imperios coloniales europeos
habían entrado en declive a comienzos del siglo XVIII. La
mayoría de las colonias españolas, portuguesas y
francesas en América consiguieron la independencia durante
las Guerras Napoleónicas o en el periodo inmediatamente
posterior. Por otro lado, los holandeses perdieron una gran parte
de su modesto imperio en el Nuevo Mundo y tuvieron que
conformarse con comerciar ilícitamente con las colonias de
otras potencias.

El móvil que guiaba la formación de esta
amalgama de colonias es una cuestión que sigue
debatiéndose. Algunos escritores lo atribuyen a la
dinámica del capitalismo moderno, en la que
se subraya la necesidad europea de encontrar materias primas y
salidas comerciales para su excedente de capital. Otros autores
han destacado como objetivo los
intereses estratégicos e internacionales y han hecho notar
la tendencia de los dirigentes europeos a utilizar las colonias
como fichas en un
tablero mundial de ajedrez. Con
todo, algunos analistas aprecian una continuidad entre la primera
y segunda época de expansión del siglo XIX y no
admiten la necesidad de ninguna otra explicación. En
cualquier caso, bajo todas estas opiniones subyace un concepto
íntimamente relacionado con el colonialismo, el concepto
de imperialismo.

Después de tres siglos de explotación
económica e injusticia social y política, las
colonias sudamericanas fueron convulsionadas por un poderoso
movimiento revolucionario. Éste, que fue dirigido por los
criollos y era básicamente de carácter liberal, se
vio estimulado por el éxito que había logrado la
rebelión de las colonias británicas en el norte del
continente y por la Revolución
Francesa.

El fin del equilibrio de poder en Europa y las guerras
mundiales del siglo XX marcaron el ocaso del colonialismo
moderno. El desarrollo de la conciencia
nacional en las colonias, el declive de la influencia
política y militar del viejo continente y el agotamiento
de la justificación moral de los
imperios contribuyeron a una rápida descolonización
a partir de 1945. Los imperios coloniales, creados a lo largo de
siglos, fueron desmantelados casi en su totalidad en tres
décadas.

El mejor modo de describir los efectos del colonialismo
es analizarlo tanto desde la perspectiva de los colonizadores
como de los colonizados. Las colonias reportaron numerosos
beneficios a las metrópolis, como pueden ser la
adquisición de nuevos territorios para la
emigración y recursos estratégicos, y la
expansión del comercio y el aumento de las ganancias
económicas. Pero también el precio fue
alto para las naciones conquistadoras: tuvieron que proporcionar
a aquéllas infraestructura administrativa, defensa y ayuda
económica y se vieron implicadas con frecuencia en
conflictos que
hubieran preferido evitar.

La afirmación de que la colonización tuvo
efectos negativos para las gentes colonizadas es incuestionable:
se vio interrumpido el estilo de vida
tradicional, se destruyeron valores
culturales y pueblos enteros fueron subyugados o
exterminados.

Cuando Cristóbal Colón llegó al mar
Caribe en 1492, su viaje abrió las puertas a procesos de
colonialismo que darían lugar a profundos cambios en la
historia
universal. Colón, que buscaba una ruta occidental
desde Europa hacia el sur y el este de Asia, encontró en
su lugar un mundo desconocido para los europeos. Sus cuatro
viajes
trasatlánticos entre 1492 y 1502 sufragados por la
monarquía española acabaron de forma efectiva con
el aislamiento geográfico de las
Américas.

A los viajes de exploración de Colón hacia
el hemisferio occidental le siguieron más tarde otras
expediciones de conquistadores españoles, quienes,
aún estando en clara minoría, lograron dominar
imperios antaño poderosos. En una sola generación,
gran número de indígenas americanos sucumbieron
víctimas de las enfermedades llevadas a América por
los europeos. La población autóctona americana no
tenía una inmunidad natural frente a estas enfermedades,
por lo que fue presa fácil de las mismas. Otros muchos de
los que lograron sobrevivir cayeron en batallas, derrotados por
la tecnología militar de los españoles,
mucho más letal que la de los indígenas americanos
del siglo XVI. Así comenzó el colonialismo
atlántico, estableciéndose como precedente del
colonialismo mundial.

Los habitantes originales de las islas (caribes, arawaks
y lucayanos) casi desaparecieron. La llegada continua de
inmigrantes europeos dio lugar a un asentamiento creciente en el
Caribe que se realizó sin encontrar gran resistencia.
Estos colonizadores europeos a menudo rechazaban el tipo de
trabajo físico necesario para el desarrollo y el
autoabastecimiento de las colonias.

Razones de salud y climáticas
dificultaron asimismo la residencia de los europeos en los
trópicos. Los colonos resolvieron su problema de mano de
obra trayendo esclavos africanos, lo que dio lugar a la
aparición de sociedades multirraciales. La agricultura de
subsistencia, la caza y la pesca fueron
perdiendo preponderancia en la economía regional a medida
que aumentaba en importancia la producción de
azúcar. De hecho, la región se concentró tan
fuertemente en el cultivo del azúcar que los alimentos que
se necesitaban de forma más inmediata para abastecer a la
población tenían que ser regularmente importados
primero de Europa y, más tarde, de
Norteamérica.

Bibliografía

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    Venezuela
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    . Caracas, 1992
  • Magallanes, Manuel Vicente, Historia
    Política de Venezuela
    . Caracas, 1990
  • Biblioteca de Consulta Microsoft
    Encarta 2005
  • Salazar de M., Jiménez G. Y Miliani de M.
    Historia de Venezuela
  • Mudarra , Miguel A. Historia de
    Venezuela

 

Trabajo presentado por

Héctor Léger
Mariño

Marzo de 2006

Partes: 1, 2
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