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Inmigración a la Argentina: Españoles (hasta 1975) (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Hay plateros de sangre
inmigrante: "En 1804 llegó a Buenos Aires el primer
Pallarols, procedente de su Barcelona natal, ciudad donde desde
1750 la familia,
generación tras otra, se dedicó a la
platería. En la actualidad, Juan Carlos Pallarols, en su
local de Defensa donde antes funcionó una de las
panaderías tradicionales del barrio de San Telmo, dirige
el equipo de trabajo integrado por sus hijos Carlos Daniel y
Adrián (séptima generación de plateros), y
por Omar Ojeda, Luis Alonso, Alejandro Micheli, Angel
Domínguez y Carlos Dijer. Meritxell, su nieta de cinco
años, ya está aprendiendo a golpear. Ingresar en
este taller es como descubrir un maravilloso mundo lleno de
magia. Los artesanos trabajando, cada uno dejando su impronta
personal en
las piezas; las herramientas;
el repiquetear de la fragua más el tañido de
cinceles y martillos y el brillo cambiante de los metales generan
un ambiente
especial, resultando fácil imaginar que estamos en medio
de una cofradía de artesanos medievales. La plata llega al
taller en estado
puro.

El proceso se
inicia en el crisol de fragua (la aleación con el cobre le
dará ductilidad y maleabilidad). A continuación se
funden lingotes de un kilo, que Pallarols transforma en planchas
o en alambres para permitir realizar las piezas deseadas. A
partir de allí y luego de horas de cincelado, de batido a
martillo y de una gran energía creadora, se llegará
a lo buscado, un objeto único. Si bien los plateros
trabajan generalmente por encargo, suelen dejar de todas maneras
su estilo personal en los diseños. En el caso de Pallarols
el barroco
rioplatense está siempre presente. Entre algunas de las
piezas realizadas por este artesano recordamos al mate que el
presidente Raúl Alfonsín le encargó para
obsequiarle a Felipe González, al que Pallarols le
grabó el nombre Isidoro, como llamaban al estadista
español de chico, y como se hacía llamar ya
más grande, para esconderse de las persecuciones
franquistas. También se destaca el cáliz realizado
a pedido del presidente De la Rúa, para
obsequiárselo al Papa Juan Pablo II. Hojas de
malvón, y flores de cardo, "la verdadera flor nacional",
una pluma realizada por su abuelo, un ángel tocando la
trompeta, y las lunas, que para Pallarols tienen un interés
que va más allá de la estética, al emparentarla con la alquimia y
la magia que siempre tienen lugar a la luz de la
luna.

No debemos olvidar que la familia realizó muchos
de los bastones presidenciales. Junto a los elementos de trabajo
de los plateros y de sus obras, el taller de la calle Defensa
deja ver, además, una hermosa colección de
máscaras que perteneció a Guilermo Magrassi, junto
a instrumentos de música, cuadros y
otros objetos".

Una Clínica de Muñecas fue fundada por un
catalán: "Antonio Caro, está al frente de la
clínica desde 1941, él mismo nació en una
casa de muñecas, en un negocio fundado en 1896 por su
padre; don Francisco, un escultor catalán, nacido en
Tortosa; que quedaba en Lima e Independencia.
Los Caro tuvieron dos negocios
más, uno en Talcahuano al 800 y otro en Gaona al 3600, a
cargo de la esposa de Francisco y mamá de Antonio,
doña Herminia Dolz, también catalana.

En el año 1968 Antonio se instaló en el
local que aún ocupa, a menos de dos cuadras del de Lima,
siempre alrededor de la Casa de Ejercicios Espirituales. Al
referirse a su tarea, don Antonio dice: "Una cosa es arreglar una
muñeca de porcelana y otra muy distinta, una de plástico,
mecánica. Tuve que ir perfeccionando el
trabajo, hacer un poco de mecánico, de electricista, para
poder arreglar este tipo de muñecas.. La época de
oro de esta actividad fue en los años 30 y 40,
imagínese que en la calle Tucumán, en una misma
cuadra, al 1000, había dos clínicas de
muñecas". Caro tiene en la trastienda todos los elementos
y piezas para poder realizar con éxito su
intervención. En esta suerte de depósito de
cuerpecitos mutilados de goma, paño, porcelana, cerámica, yeso o papel maché, las
numerosas cabezas de pasta alineadas en los estantes, parecen
observar sonrientes nuestros movimientos, sin despegarnos la
mirada, pese a algún que otro párpado caído.
En una pequeña mesa de madera, Caro
renueva ojos, cose cuerpos de género,
hace implantes de cabello, maquilla, laquea las piezas y
confecciona pelucas, que en muchos casos son de pelo natural que
le llevan los clientes. Don
Antonio, un verdadero cirujano plástico de "Gracielitas",
"Marilús", "Pierangelis", "Peponas" y "Mal criados",
recibe encargos desde Italia, Australia
y Estados
Unidos. Al salir desde la vidriera nos despide un busto de
Florencio Parravicini, obra de don Francisco. "Para mí
esta escultura de papá es un tesoro, – confiesa Antonio-
pese a varias ofertas que recibí nunca lo vendí,
jamás me desprendería de ella" (12).

Notas

  1. "Historia y vida de Fray Salvador Solá (Pedro
    Solá Vilalta)". Idea y realización: Directora
    Archivo,
    Lic. Arch. Inés I. Farías. Fray Daniel
    Sánchez Grgona, sobre documentos y
    fotografías del archivo Convento San Francisco Solano
    Río Cuarto. Fuentes:
    Bodas de Plata de la congregación de la Iglesia San
    Francisco Solano 1969 – 1994
    ( publicación
    Gentileza: Fray J Rafael Colomer Barber, Archivo
    Histórico "Fray José Luis Padrós"
    (Convento San Francisco Solano) Fotos exterior
    nueva Iglesia: Gentileza Fotógrafa Sra. Teresa Scherrer.
    Trabajo Recopilación de datos y fotos:
    Eduardo. M. Tyrrell.
  2. Martínez, Tomás Eloy: "El sueño
    de un profeta", en La Nación, Buenos Aires, 4 de
    septiembre de 1999.
  3. ibídem
  4. Cruz, Alejandro: " ‘Nuestro’ teatro
    español", en La Maga, 1° de diciembre de
    1997.
  5. Rocca, Edgardo J.: "Historias de la Ciudad –
    Una Revista de Buenos Aires" (N° 9 y 10, Mayo y Julio de
    2001, respectivamente), que autorizó su reproducción a la Defensoría del
    Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. www.defensoria.org.ar.
  6. Ventura, Any: "Alfredo Alcón. A cara limpia",
    en La Nación Revista, Buenos Aires, 20 de
    marzo de 2005. Fotos: Mauro Rizzi.
  7. Aubele, Luis: "A boca de jarro. Arturo Puig
    ‘Ensayar es encontrarse con uno mismo’ ", en La
    Nación
    , Buenos Aires, 14 de diciembre de
    2003.
  8. Yarroch, Gustavo: "Ana María Campoy ‘Yo
    sigo gozando de la vida’ ", en Clarín,
    Buenos Aires, 7 de abril de 2003.
  9. Guinzburg, Jorge: "Ana María Campoy ‘A
    mí los hombres me gustan con locura’ ", en
    Clarín Viva, 4 de agosto de 2002.
  10. Ceratto, Virginia: "Gris de ausencia. Volver a
    empezar en un mundo nuevo", en La Capital, Mar del
    Plata, 26 de noviembre de 2000.
  11. Madrazo,Cecilia: "Patricia Palmer 10 cosas que
    sé", en La Nación Revista, 13 de octubre de
    2002.
  12. Spinetto, Horacio: "Los oficios. Entre el olvido y el
    rescate", en www.dgpatrimonio.buenosaires.gov.ar.

Gallegos

El orensano Ramón
Santamarina pierde, con pocas horas de diferencia, a su padre
–que se suicidó- y a su madre, fallecida a causa de
la trágica decisión de su marido. "Los tíos
del niño Ramón –afirma Alberto Vilanova
Rodríguez-, que no fueron capaces de acudir en su socorro,
pero sí avergonzarse del inocente, pero pobre pariente, a
pesar de que se había decidido a luchar por la vida, antes
de lanzarse a la mendicidad, le agarraron y le depositaron en un
orfanato, de donde muy pronto se fugó, ofreciéndose
como grumete en un velero contrabandista que salía para
Buenos Aires, con la decisión y energía que
caracterizaron siempre su extraordinaria voluntad. En 1840, pues,
ponía sus plantas en la Argentina, el país que con
el correr de los años iba a ser testigo de sus virtudes y
de su genio" (1).

José Navarro y Humberto Sánchez fundaron
la conocida tienda marplatense "Los gallegos". "Con poca
mercadería y muchas ganas de ganar dinero, los
dos gallegos dormirían muchas noches sobre los dos
únicos mostradores de la tienda vencidos por el cansancio
de largas horas de trabajo y temerosos que un desborde del arroyo
se llevara rápidamente las ganancias del mes". A ellos se
sumaron más tarde los empleados Enrique Martínez y
José Vicario. "Recuerda doña ‘Conce’,
la esposa de José Vicario que ‘cuando ellos
(Vicario, Martínez y Navarro) iban al campo a hacer
propaganda y
vender, nosotras las mujeres, preparábamos las viandas. Es
que estaban afuera varios días y debían llevar la
comida. Sí, claro que con la señora de
Martínez tratábamos de ayudar. Hubo épocas
muy malas, como aquella de la crisis del
30… bueno, nosotras confeccionábamos ropa interior,
camisetas y todas esas prendas para ser vendidas en la tienda…"
(2).

A Entre Ríos se traslada el gallego Francisco
Izquierdo, quien escribe en 1882: "Los primeros días que
pisamos la playa de Colón formado en ese entonces por un
verdadero bosque salvaje, sin más habitantes que los
nativos de semejantes sitios, sin entrar en los detalles de las
especies porque creemos que el lector se dará cuenta de la
clase de habitantes, y puede imaginarse cuál sería
la primera impresión después de un viaje terrible
en el mar, y los trasbordos cuando se navegaba puramente en
buques de vela, teniendo para calmar nuestra primera mala
impresión que recurrir al librito o contrato lleno de
ofertas por el General Urquiza, en vista de los cuales nos
resignábamos en parte pues el tiempo pasaba y nos
encontrábamos como tribus salvajes, apiñados bajo
los árboles, con nuestros hijos, sin más
techo que el de la naturaleza, y
ni una visión de simples ranchos en una estancia de
algunas leguas a nuestro alrededor, teniendo de voz solo cuando
la visita de uno que otro poblador de los alejados contornos"
(3).

Otros gallegos viajaban a Ushuaia. " ’El Gallego
Penitenciario’ ocupó un rol tan destacado en la
historia de los primeros penales que fue honrado días
atrás con una estatua recordatoria, ubicada en un lugar
central del Museo del S.P.F. ‘A principios de
siglo los primeros guardias eran gallegos o yugoslavos,
traídos a la Argentina para trabajar en las
cárceles. Muchos llegaban al puerto de Buenos Aires y
seguían viaje al penal de Ushuaia; otros paraban en el
Hotel de Inmigrantes y eran destinados a unidades de
acá’, recuerda el alcaide mayor retirado Horacio
Benegas, asesor del museo y jefe de visitas de la Unidad 16 en
los 60" (4).

Arturo Cuadrado Moure, quien llegó en el
Massilia, evoca su exilio: "En el año 1936 sube Franco,
aquella tremenda traición en donde los hombres tuvieron
que matar a los hombres. Surge la famosa guerra civil que
duró tres años y donde han muerto casi dos millones
de españoles. Nosotros, el ejército republicano,
que dominábamos Madrid,
Valencia y Barcelona, no teníamos fuerzas, teníamos
la canción y teníamos a América. Era nuestro guía
espiritual, nuestro árbol intocable, profundo y alto, don
Antonio Machado. (…) desde México a
Buenos Aires realizamos todos nuestros sueños, todas
nuestras esperanzas, todas nuestras ilusiones, con el
convencimiento de que habíamos triunfado… Ortega y
Gasset nos había enseñado el camino de amar
más que luchar" (5).

Francisco Gil nació en Vilar, Pontevedra, en 1915
y llegó a la Argentina a los cinco años. Fue "un
gallego que se sintió argentino y organizó durante
décadas encuentros entre autores y lectores, que son el
antecedente más cercano a la Feria del Libro". "En
1960, Don Francisco sintió nostalgias de su tierra natal y
quiso visitarla. Sus amigos se ocuparon de cumplir su deseo.
Agustín Pérez Pardella, escritor y capitán
de navío, lo llevó en su barco hasta Pontevedra.
El dinero para
la estada provino de una rifa de una obra que donó Berni"
(6).

En Mar del Plata, en noviembre de 2000, el diario La
Capital
publicó una nota de Esteban Turcatti titulada
"El gaucho que conquistó el mundo". En ella leemos:
"Bernaldo Souto, poeta gallego, había traducido el
Martín Fierro a ese idioma en el año 1980.
Establecido en la Argentina desde hace muchos años,
regresó recientemente de su tierra natal, Galicia, donde
es muy conocido por su obra literaria y periodística.
Allá brindó una serie de conferencias y
presentó tres libros de poesías
bajo el título ‘Luz y sombras’. Pero su mayor
satisfacción fue enterarse que en fecha próxima, su
traducción gallega del Martín
Fierro
será publicada por la Xunta de Galicia,
en una edición
bilingüe de lujo" (7).

Francisco Lores, presidente de la Federación de
las Asociaciones Gallegas de la República Argentina,
recuerda: "Llegué en 1952 desde O Grove. Trabajé
como mecánico, pasé los desarraigos al igual que
muchos. Fui mecánico y ahora estoy jubilado, dedicado a
esta pasión que es conservar nuestro patrimonio"
(8). Lores y su esposa, "En 1952 hicieron 10.000
kilómetros juntos, desde Ogrove a Buenos Aires, pero no
cruzaron palabra. Quizás fue el mareo o la diferencia de
edad: cuando se bajaron del vapor Entre Ríos, en el puerto
de Buenos Aires, él tenía 19 y ella 8. Siete
años después, un par de gaitas en San Telmo
cambiaron las cosas. Boas noites, bonita, le dijo
Paco, y María del Carmen aceptó bailar un pasodoble
en la Federación de Entidades Gallegas. Cuatro
décadas después, Lorena, la hija de ambos, canta
antiguas canciones celtas en el mismo salón"
(9).

Darío Lamazares, representante legal del
Instituto Santiago Apóstol, llegó a la Argentina a
los catorce años: "Fui un autodidacta –dijo-, me
formé en la calle, y como la mayoría de mis
compatriotas sufrí la falta de instrucción. Este
país nos dio todo, los mismos derechos que sus hijos, y la
escuela es una
forma de pagar esa deuda" (10).

Manuel Corral Vide nació en Lugo en 1952.
"Gallego, de esos que no olvidan ni sus raíces ni sus
tradiciones. El Manuel poeta, periodista, pintor y dibujante de
trazo incisivo, hace un culto de la buena cocina y de la
hospitalidad" (11). "En su condición de hombre de
cultura ha
publicado libros, realizado más de 40 exposiciones de
pintura y
dibujo,
trabajó como escenógrafo y director de teatro,
dirigió revistas y escribió muchísimos
artículos periodísticos. Viajó mucho, pero
nunca olvidó su origen gallego, promoviendo en cuanta
ocasión se le presentó, su cultura y tradiciones"
(12).

Llamó Morriña a su restorán,
nombre que nos habla sin duda del sentimiento que aúna a
chef y comensales: "A través de Morriña (palabra
entrañable para nosotros) el nombre de Galicia llega a
miles de personas que, sin ser gallegas, se interiorizaron de las
características de nuestra cocina, lo peculiar de nuestras
tradiciones y nuestra milenaria cultura. En cuanto a los
paisanos, me consta que se enorgullecen de tanta difusión"
(13). El publica sus recetas en Galicia en el mundo; en
una de las entregas de "Cocina gallega", leemos: "En Buenos
Aires, siempre que se podía en casa, nos
agasajábamos con una buena paella en la que
difícilmente faltaba el conejo (mi abuela los criaba en
nuestros primeros años en la Argentina" (14).

José Cameán Parcero recuerda: "Yo
también fui gallego de m… y también
colorado’, porque así es mi color de cabello.
Y más de una vez tuve que escuchar a mis compañeros
decir que me habían cambiado por un cuero. Pero no
me molestaba, quizás porque yo al venir a los cuatro
años me sentía uno más. No sabía mi
conciencia la
diferencia de ser gallego o argentino". Cuenta que su padre "como
buen gallego, era músico, tocaba la gaita y le
enseñó a él a tocar la caja. Como esto
resultó ser de su gusto tocó con Los Celtas de Vigo
y con Los Chavales de España. En estos conjuntos
tocaba la tumbadora. Estos instrumentos todavía los
conserva en su taller de autos
antiguos" (15).

Daniel Artola relata la vida de Salvador de la Calle,
periodista del diario Crítica: "Es diciembre de
1923. Estefanía es una pasajera más del vapor
Alba que viene
de Vigo, España, rumbo a la Argentina. El barco
está cargado de inmigrantes con sus esperanzas a cuestas.
Ella sabe que el destino está cerca y le habla a su
bebé, Salvador, que extiende las manos debajo de la manta
que lo cubre. Tiene la convicción de que ésta
será una gran tierra, donde el trabajo y la felicidad no
serán una utopía. A su esposo Rafael lo espera el
campo. Despúes de unos días en el Hotel de
Inmigrantes marchan a El Socorro, un lugar intermedio entre San
Nicolás y Pergamino. Allí necesitan brazos fuertes
para sembrar la tierra: el
futuro para ellos se cosechará recogiendo bolsas de
maíz.
(…). Salvador se ha dado el gusto de volver a la tierra que lo
vio nacer. En 1989 visitó a una tía en su pueblo
natal: ‘Estaba en la campña y me la pasaba comiendo
sardina, quesos de cabra y trozos de jamón crudo, porque
allí no lo cortan en fetas como acá’ "
(16).

En una entrevista
realizada por Ana Da Costa en 2000, Juan Flloy evoca a sus
padres: "Mi madre fue una francesa que vino en una de las
promociones de inmigración del siglo pasado, en una
inmigración de labriegos franceses que se afincaron en
Pigüé, en la provincia de Buenos Aires. (…) se
casó aquí, en la Argentina, con un español
nativo de Galicia y formaron un hogar en el cual fuimos cuatro
hermanos. Pero mi madre había tenido primero relaciones
matrimoniales con un belga que la abandonó con tres hijos,
los cuales fueron acogidos por mi padre. Los siete crecimos y
fuimos educados aquí, en la ciudad de Córdoba.
Papá y mamá se conocieron en Tandil, cerca de la
Piedra Movediza, que es una figura que se hizo sumamente popular
en casa, porque mi padre tuvo dos hijos en las proximidades de la
Piedra Movediza" (17).

Adolfo Pérez Esquivel "parte para Galicia en
breve a dejar él también su huella
escultórica. ‘Voy a hacer un monumento a la memoria en
Combarro, el pueblo donde nació mi padre, en un parque al
que le van a poner mi nombre", comentó" (18).

Rodolfo Alonso dice que nunca olvidará el
"legítimo entusiasmo" con que su padre gallego les
relataba "anécdotas para él imborrables de su
infancia.
Anécdotas que no eran sólo de hombres y de hechos,
como las inefables ocurrencias de Novás, el cantero de su
pueblo, cachaciento y mordaz, sino también el reiterado
recuerdo de ese ruiseñor cantando en lo alto de un pino o
la nutria cazada a escondidas, de noche, sobre el lomo del
río" (19).

Antonio Pérez-Prado expresó: "Yo
también soy gallego, nacido en Buenos Aires –en
Monserrat- porque Galicia es una nación histórica
(las otras dos son Euzkadi y Cataluña, que también
tienen idioma propio y son mucho más antiguas que la
España consolidada en un Estado)" (20).

Manuel Castro, descendiente de gallegos, "es
fanático de la música celta. En sus viajes por
Europa
aprendió la historia y las costumbres de este pueblo
europeo y ahora difunde sus conocimientos en la Argentina. (…)
Fiel a las tradiciones, Manuel se calza la pollerita kilt y el
zaragüelle –vestuario típico que usaban los
gallegos en el siglo XVIII- para interpretar los temas musicales.
(…) ‘Soy un coleccionista de gaitas’, dice Castro y
cuenta orgulloso que tiene siete de esos instrumentos. ‘La
primera gaita me la compré en un viaje que hice a Londres.
Aprendí a tocar con parientes y gaiteros escoceses. La
cultura celta me fascina" (21).

Victor Hugo Ghitta evoca el carnaval de la colectividad
gallega. Recuerda "las largas mesas familiares del Centro
Lucense, en una Buenos Aires cuyos esplendores y apego por las
fiestas populares irían menguando con los años, en
bulliciosas noches de carnaval en las que nos peleábamos
por una falda con fervor e inocencia mientras nuestros padres
batían palmas y meneaban caderas al ritmo del pasodoble o
la muñeira, después de haberse atragantado con las
sardinas españolas y las morcillas vascas y las batatas
asadas al carbón y los jamones tan perfumados como las
señoras que atiborraban la pista, atraídas por una
estridencia de trompetas y por las toreras de luces y las
fabulosas charreteras y los zapatos y los pantalones blancos de
los Gavilanes de España, que era el conjunto musical que
animaba las tertulias y las verbenas" (22).

Ruben Servia recuerda el viaje a la tierra de sus
mayores: "en 10 minutos llegamos a A
Coruña…….Noia..Lousame…..baje del auto……….y lo
que camine desde ese auto hasta los brazos de mi
tía…..no puedo explicarte no podré expresarte,
que me pasaba, era como caminar volando……liviano….sin nada
adentro……ahogado…..alegría………La abrace, llore
como hacia mucho no lo había hecho recordé a mi
papá, a mis abuelos estaban ahí, en medio de
nosotros dos….." (23).

Alberto Cortez es el autor de la letra y música
de la canción "El abuelo". El cuenta la historia de ese
tema: "De alguna manera esta canción que viene es una
historia de ida y vuelta. ¿Por qué?, pues
simplemente porque mi abuelo se fue de emigrante y después
de casi una vida yo, su nieto mayor recorrí el camino de
regreso, ese camino que él no pudo realizar a lo largo de
su larga vida, a pesar de su inmensa nostalgia. Murió a
los ochenta y algunos años. (…) La Argentina en aquellos
años de principio de siglo era una esperanza que
ofrecía amplios horizontes para los jóvenes con
ganas de trabajar y hacer fortuna. Los hermanos García
habían dejado España y especialmente Galicia ya que
esta "sua terriña" natal no podía ofrecerles
más que una vida azarosa bastante cercana a la miseria.
Germán, Eladio y David, los tres hermanos García,
se embarcaron en Vigo, como todos los gallegos emigrantes con
destino a Buenos Aires (…)" (24).

De su abuela dijo el periodista Vicente Muleiro: "Como
decía Gila, mi abuela era una solterona… Tan solterona
era doña Francisca Muleiro que a sus hijos les puso su
apellido.(…) Murió cuando yo era un adolescente y se
llevó el secreto de su infancia gallega y la íntima
épica de su inmigración" (25).

Guadalupe Henestrosa afirmó: "Desde hacía
años venía pensando en el tema del desarraigo. Me
interesaba especialmente el caso de las mujeres jóvenes,
el testimonio personal, los sentimientos que se tejen en un
apuesta vital tan fuerte. En parte se vincula con la experiencia
de mis propias abuelas, ambas inmigrantes españolas. Una
de ellas, Carmen Oliveros, cuyo nombre usé como
seudónimo para el Premio, llegó a los 19
años, sola, en el año 20. Hoy suena sencillo pero
en esa época cruzar el mar implicaba casi irse a otro
planeta, no volver a ver a la familia, vivir a una carta por
año, en un contexto de gente prácticamente
analfabeta. Y tener que cargar además con la gran
pregunta: irse para qué. Al sentarme a escribir, todo eso
estaba sobre la mesa. (…) María Cruz, mi otra abuela,
llegó a la Argentina con sus hermanas. Ese recuerdo fue el
puntapié inicial." (26).

Daniel Yarmolinski y Graciela Pesce relatan una
anécdota que tiene como personajes a Discépolo,
Tania y un gallego: "Nos cuenta Francisco García
Giménez que alguna vez escuchó junto con otras
oersonas, el siguiente relato de boca de don Enrique Santos
Discépolo (Discepolín): En los días que
nos llegaban mal barajados por la suerte contraria, un 24 de
diciembre estábamos en casa solos, secos y amargados. De
repente, llamaron a la puerta. Tania, mi mujer, fue a
abrir… ¡Era el gallego del almacén de
enfrente con una canasta repleta!… Desde la avellana al
turrón, desde las pasas de uva a la sidra: ‘como
ustedes no me hicieron ningún pedido, me atreví a
traerles esto. No se preocupen me lo pagarán cuando
puedan’. ¡Lo machuqué de un abrazo! Tania,
emocionada se puso a llorar
" (27).

Algunos descendientes de inmigrantes se dedicaron al
tango. No es
muy amable la impresión que tenía Carlos Gardel
sobre el tango ejecutado por españoles, ya que le dijo a
Astor Piazzolla: "Mirá pibe, el ‘fueye’ lo
tocás fenómeno, pero al tango lo tocás como
un gallego" (28).

John Argerich se refiere a algunos inmigrantes:
"recordé una copla que cantaban los mozos gallegos del
Munich que hay frente al Rosedal: ‘De Cádiz a Vigo/
de un salto llegué…/ Tan sólo por verte/ La punta
del pie’ " (29).

"A partir del año 1918 don José Loureiro,
un simpático gallego, trabajó en la Costanera Sur,
con la fuente de Lola Mora como fondo. ‘Los domingos con
buen tiempo hacía hasta cincuenta fotos a cuarenta
centavos, las tres postales con
la misma pose, las coloreadas a mano, cincuenta’ "
(30).

José Luis Baltar Pumar, presidente de la
diputación de Orense, se refirió en 1998 al
sentimiento de los gallegos emigrantes: "Los gallegos han
colaborado en la realización de la Argentina, pero nunca
se han olvidado de su madre patria, cuando podría existir
un sentimiento de rencor por no haberles dado la posibilidad de
progresar en su lugar de nacimiento. Ellos saben que si Galicia
no les ha dado oportunidades es porque no ha podido"
(31).

Notas

  1. Vilanova Rodríguez, Alberto: Los gallegos
    en la Argentina
    . Buenos Aires, Ediciones Galicia, 1966.
    Tomo II. Pág. 760. Premio de Historia en el Concurso
    Extraordinario de 1957, celebrado para conmemorar el
    cincuentenario de la fundación del Centro Gallego de
    Buenos Aires. Prólogo de Claudio
    Sánchez-Albornoz.
  2. S/F: "El baratillo", en La Capital, Mar del
    Plata, 25 de mayo de 2000.
  3. Izquierdo, Francisco: en Vernaz, Celia: La
    Colonia San José.
    Santa Fe, Colmegna,
    1991.
  4. Messi, Virginia: "Los últimos días de
    la vieja cárcel de Caseros", en Clarín,
    Buenos Aires, 8 de noviembre de 2000.
  5. S/F: "Esa magnífica legión de
    viejos", en Revista Mayores, Año II, N° 11,
    1994.
  6. Marabotto, Eva: "La esquina del librero, barro y
    pampa", en Clarín, 5 de noviembre de
    2000.
  7. Turcatti, Esteban "El gaucho que conquistó
    el mundo", en La Capital, Mar del Plata, 5 de
    noviembre de 2000.
  8. Urfeig, Vivian: "Un nuevo museo rescata la historia
    de inmigrantes gallegos", en Clarín, Buenos
    Aires, 13 de diciembre de 2005.
  9. Peralta, Elena: "Clubes españoles", en
    Clarín, Buenos Aires, 3 de julio de
    2005.
  10. Beltrán, Mónica: "La primera escuela
    gallega que enseña a chicos argentinos", en
    Clarín, Buenos Aires, 25 de abril de
    1999.
  11. S/F: "BIENVENIDOS A VIDES, TAPAS Y VINO La sencilla
    calidez de una tasca", en www.videstapas.com.
  12. S/F: "Cocina Celta de Manuel Corral Vide",
    en www.labasicaonline.com.ar.
  13. Corral Vide, Manuel: "Cocina gallega", en
    Galicia en el mundo, Edición Mercosur.
    Buenos Aires, 3-9 de septiembre de 2001.
  14. Corral Vide, Manuel: "Cocina gallega", en
    Galicia en el mundo, Edición Mercosur. Buenos
    Aires, 14-20 de febrero de 2000.
  15. S/F: "José Cameán Parcero. Un vecino
    de Bembibre, Parroquia de Buxán", en El mensajero
    gallego
    , N° 2, Abril de 1998.
  16. Artola, Daniel: "Salvador de la Calle lleva tres
    cuartos de siglo residiendo en Saavedra ‘En 1929 el
    barrio estaba lleno de quintas’ ", en El Barrio
    Periódico de Noticias
    , Buenos
    Aires, Año 6, N° 67, Octubre de 2004.
  17. Da Costa, Ana: "Entrevista a Juan
    Filloy", en www.bibnal.edu.ar,
    2 de marzo de 2000.
  18. Zacharias, María Paula (texto);
    Roll, Mauro (fotos): "La vidriera cultural", en La
    Nación Revista
    , 22 de agosto de 2004.
  19. Alonso, Rodolfo: Entrevista en Historia de la
    Literatura
    Argentina
    . Buenos Aires, CEAL, 1980.
    (Capítulo).
  20. Pérez-Prado, Antonio: "Recuerdos de la
    América pródiga", en Clarín, 19
    de noviembre de 2000.
  21. S/F: "Un periodista loco por la gaita", en
    Clarín, 26 de septiembre de 1997.
  22. Ghitta, Víctor Hugo: "Elegía a Paco
    Rabal dormido en Aguilas", en La Nación, Buenos
    Aires, 2 de septiembre de 2001.
  23. Servia, Rubén: e-mail enviado a M. G.
    R.
  24. Cortez, Alberto: "El abuelo", en www.albertocortez.com.
    Reproducido en www.galespa.com.ar.
  25. Muleiro, Vicente: "El mirador", en
    Clarín, Buenos Aires, 27 de septiembre de
    1998.
  26. Garzón, Raquel: "ENTREVISTA CON MARIA G.
    HENESTROSA Bajo el signo del folletín". (Foto: David
    Fernández), en Clarín, Buenos Aires, 19
    de noviembre de 2002.
  27. Yarmolinski, Daniel y Pesce, Graciela:
    Bulebú con soda: tangos para chicos. Con
    prólogo de Horacio Ferrer. Buenos Aires, Corregidor,
    2005. 256 pp.
  28. S/F: "Astor Piazzolla. Alma de
    bandoneón", en La Capital, Mar del Plata, 25 de
    mayo de 2000.
  29. Argerich, John: "El amasijo ARRIBA Y ABAJO (Donde
    se habla de lo que dijo el finado Pestolini en cierta
    oportunidad), en Argentina Universal, Wahington D. C.,
    Septiembre de 2005.
  30. Spinetto, Horacio: "Los Oficios – Entre el Olvido y
    el Rescate – El fotógrafo de plaza", en
    www.dgpatrimonio.buienosaires.
    gov.ar.
  31. Estévez, Paula: "Buenos Aires es nuestra
    5° provincia de ultramar", en La Prensa, 7 de
    noviembre de 1998.

Madrileños

Era madrileño Ramón Gómez de la
Serna. Alvaro Abós incluye en uno de sus libros un relato
de David Alfaro Siqueiros acerca de la participación del
español en una discusión, durante una fiesta en
casa de los Rojas Paz: "Los asistentes habían ya bebido
copiosamente y ‘en la euforia de la conversación y
en respuesta extraña a una de mis anécdotas de
bravura mexicana en la Revolución
Méxicana, Gómez de la Serna hizo la alusión
siguiente: ‘En la Revolución
Mexicana como en todas las revoluciones de México, no
murieron más que aquellos a quienes agarró de
sorpresa la muerte
natural. Nadie ignora –agregó- que las revoluciones
de los mexicanos son invariablemente incruentas’. (…) me
pareció muy normal decir: ‘¡Gómez de la
Serna, en las familias hay siempre dos tipos de hijos: aquellos
que no se despegan jamás de las faldas de sus madres y
esos otros que, despegándose de esas faldas, van a
aventurarse valientemente por el mundo! Ustedes, los
españoles de España, son hijos del primero, y
nosotros somos hijos del segundo, del aventurero, de
Hernán Cortés, de Pizarro, de Alvarado, de Ponce de
León. Y quizás de ahí provenga nuestro
temperamento belicoso’. (…) ‘El autior de
Greguerías, dada la gran cantidad de alcohol que
había ingerido y profundamente lastimado por aquello de la
‘pollera’ de las mamás de los que se
habían quedado en España, creyó conveniente
responder con una blasfemia, ya no sólo contra
México sino también contra todos los pintores de
América
latina. Una blasfemia tal que el violento Lino Eneas
(sic) Spilimbergo no pudo resistir y replicó
lanzándole la bebida de una copa a la cara. Así
llegaron las cosas a un grado de violenta pelea a botellazos y
sillazos entre pintores y escritores y el alarde mío de
empujar el piano contra un grupo de los
opositores literatos" (1).

María Luisa Robledo nació en 1912;
falleció en 2005. La española expresó en una
entrevista: "He tenido una carrera muy hermosa, no me puedo
quejar. Con todos los altos y bajos que tiene esta
profesión, pero estoy muy satisfecha de ser actriz. La
vocación me nació de siempre; ya desde chica
cantaba. Fue la maestra del colegio quien advirtió a mi
madre que yo estaba predestinada para todo lo que fuera arte. Entonces,
mi mamá me apoyó para que yo estudiara, sin
importarle los prejuicios de la época para con los
artistas. Y así llevo 68 años de teatro y 81 de
vida’. Esta madrileña que llegó a Buenos
Aires en 1935, siente devoción por la poetisa Alfonsina
Storni y por el gran Federico García Lorca, y se lamenta
de no haber podido conocerlos personalmente (…) ‘Le debo
mucho a este país. Tengo más años de
argentina que de española y en todo este tiempo no he
hecho más que recibir elogios, premios, diplomas… Me
siento plena’, concluye" (2).

Norma Aleandro, una de sus hijas, relata: "Estaban en la
compañía de De Rosas en
España, se conocieron, se enamoraron. Tuvieron a mi
hermana y con la guerra se vinieron para acá. Con mi
abuela, la madre de mi madre, de manera que yo nací en
Buenos Aires. Comparada con su marido, Robledo "era más
realista, pero también amaba su profesión como un
sacerdocio. Si había que hacer algo para ganar plata en un
escenario con algo que no fuera digno, no lo hacían. (…)
Vivíamos muy humildemente. Nací en la Avenida de
Mayo, en el Palacio Vero. Luego el departamento, chico, donde no
faltaba la comida, pero un guardapolvo para todo el año, y
al siguiente el mismo, alargado. Sin vacaciones. Mis padres
hacían muchas giras para mantener la casa. Nosotras, con
mi abuela. Estar un año afuera haciendo teatro era
bastante común" (3).

"Mi abuela fue una gran narradora de cuentos, una
mujer con una gracia muy especial, una castellana con el gracejo
de los andaluces en su manera de narrar historias y en la que su
tierra tomaba giros místicos. A mi hermana y a mí
no dejaba de sorprendernos que aquella mujer hubiera sido testigo
de tantas maravillas –recuerda con cariño y
admiración Norma Aleandro-. Fue la persona que más
influyó en mi vida. Ella me crió y me abrazó
en esas noches de miedo, hasta que me quedaba dormida. Porque de
chica era muy miedosa. (…) Aleandro confiesa que sigue con la
tradición de narradora de cuentos, esa que la formó
y que le permitió hoy vivir de lo que ama y seguir
soñando" (4).

El guitarrista Manolo Yglesias "nació en Madrid,
comenzó siendo bailarín de Danzas Españolas.
Empieza a tocar la guitarra. A los quince años es
contratado por la Compañía de Angel Pericet como
tercer guitarrista. En 1967 pasa a ser el primer guitarrista de
esa Compañía. Compone, escribe, dicta clases de
guitarra. Recorrió gran parte de América y Europa
dando conciertos y seminarios. En 1995 graba su primer CD, en
Estocolmo (Suecia) y en Buenos Aires recibe el Premio Manuel de
Falla ’95 a la trayectoria musical".

En una entrevista, contó: "Primero vino mi padre
solo a buscar trabajo en 1948, como inmigrante, escapado de la
guerra civil en España. Al año siguiente vinimos mi
madre y yo. Yo contaba sólo con dos años de edad
cuando llegamos. (…) yo me crié aquí,
llegué desde muy chico, tengo mi casa, mi familia, mi
padre murió aquí, vivo con mi madre"
(5).

Relata Carlos Prebble: "mi abuelo materno llegò,
a principios del siglo XX, al puerto de Buenos Aires; viajaban
con èl muchos parientes. Cuando el empleado de Migraciones
le preguntò su nombre, èl dijo "Moisès
Josè Almendra". El empleado le contestò:
"¿Còmo se van a apellidar Almendra, si son
tantos?". En el documento argentino que recibieron, todos ellos
se apellidaban Almendros. Y asì se llaman sus
descendientes argentinos (6).

Notas

  1. Abós, Alvaro: Cautivo. Buenos Aires, El
    Zorzal, 2004.
  2. S/F: "María Luisa Robledo a 68 años de
    su debut: ‘Me siento plena’" , en La Maga,
    1° de abril de 1994.
  3. Mactas, Mario: "Norma Aleandro. Estados del corazón", en La Nación
    Revista
    , Buenos Aires, 8 de diciembre de 2002.
  4. Scherer, Fabiana (texto); Lucesole, Martín
    (fotos): "Norma Aleandro Señora de la escena", en La
    Nación Revista
    , Buenos Aires, 5 de junio de
    2005.
  5. S/F: "Manolo Yglesias", en Contratiempo 1°
    Magazine del Flamenco y la Danza Española
    .
    Año 1 N° 6. Buenos Aires, Mayo de 1998.
  6. González Rouco, María: "La
    inmigración judía: El viaje", en Recreando la
    cultura judeoargentina/2 Literatura y artes
    plásticas
    . Buenos Aires, Editorial Milá,
    2004. Tomo I. 334 pp.

Murcianos

Joaquin Vicente nació en Murcia. "Creador de
‘Los Iberia’ hoy Joaquín Vicente sigue
viviendo de su guitarra y de su arte. Aunque se dedica más
a tocar Rumbas por cuestiones económicas de vez en cuando
se hace un espacio y se lo escucha interpretar buen flamenco. Fue
uno de los primeros fundadores de ‘FAMA’ el
tradicional tablao porteño. Los Iberia grabaron dos CD y
de próxima aparición el 3°. Esta familia de
artistas compuesta por su esposa Norma (baile), su hija Noelia
(baile), su hijo Gonzalo (percusión), un bajista y dos
bailarinas invitadas conforman este grupo dispuesto a deleitar y
divertir a los amantes del género" (1).

Miguel Sánchez Romera, "nacido en la
Córdoba argentina de padres inmigrantes españoles,
y residente en Barcelona" (2), evocó en un reportaje a su
madre murciana (3).

En "Algunas opiniones de autores sobre el humor o el
humorismo", Grand Jovialiste (Eduardo Brieux) se refiere a
Jordán de la Cazuela: "Tato Bores dijo que un humorista
como su guionista Jordán de la Cazuela es ‘ese
profesional cuyo talento permitirá que otros hagan
reír o llorar al público’ El guionista fue un
hombre muy eficaz en su oficio que trabajó también
en la administración
pública, autor de los célebres y buenos
monólogos del actor Tato Bores, los que eran dichos una
vez por semana en la pantalla de televisión" (4).

Notas

  1. S/F: "Joaquín Vicente ‘Un poquito de
    compás", en Contratiempo 1° Magazine del Flamenco
    y la Danza Española
    . Año 1 N° 9. Buenos
    Aires, Agosto de 1998.
  2. EFE: "Sánchez Romera da lecciones de Gastronomía en Japón", en www.noticiasdenavarra.com, 11
    de febrero de 2003, Núm. 2407.
  3. S/F: "Encefalograma de la gastronomía", en
    La Prensa, 14 de mayo de 2000.
  4. Gran Jovialiste (Eduardo Brieux): "Algunas opiniones
    de autores sobre el humor o el humorismo", en
    www.personales.ciudad.com.ar.

Valencianos

Los valencianos y sus descendientes honraban con su
"falla" a San José, en Buenos Aires. Escribe Jorge Bucay
que en Valencia, "A la medianoche del 19 de marzo, festejando el
último día del invierno y según me cuentan
en honor a San José, patrono de todos los artesanos
carpinteros, las obras de arte callejeras se encienden al
unísono en cada rincón de la aldea. La gente, por
miles, valencianos y visitantes, festejan y aplauden lo que en
minutos pasa a pertenecer al pasado. La tradición popular
nos invita a arrojar a la falla papelitos que contienen palabras
o dibujos que
representan a aquello que quisiéramos dejar atrás,
purificado por la pira de la quema. (…) Yo, en medio de unas
100 mil personas, ensordecido por el estruendo de los fuegos
artificiales, lloré emocionado. Seguramente lloraba muchas
cosas de mi pasado, pero también recordando con nostalgia
que en pleno centro de Buenos Aires, cuando yo era
pequeño, también había fallas valencianas.
Los inmigrantes recordaban sus tradiciones y las
compartían con nosotros, que disfrutábamos sin
comprender del todo (1).

En Mar del Plata, este festejo se sigue realizando. Una
noticia publicada en el diario La Capital en marzo de 2004
informa: "Desde ayer y hasta el sábado próximo se
desarrolla en la ciudad de Mar del Plata la 50º
edición de la Semana Fallera. La celebración es
organizada por la Unión Regional Valenciana y se realiza
en la céntrica plaza Colón. Todas las noches se
ofrecen delicias gastronómicas y suben al escenario
agrupaciones de música y baile de distintos puntos del
país. (…) La celebración, con epicentro en la
ciudad española de Valencia, alcanzará el
máximo esplendor el sábado próximo cuando a
partir de las 21 se realice un espectáculo de fuegos
artificiales y luego, desde las 22, se proceda a la crema del
monumento principal de la Falla 2004. La asistencia se estima
entre 80 y 100 mil personas. (…) Este año la estructura del
monumento principal instalado en la plaza Colón consiste
en enormes castillos que simbolizan al Fondo Monetario
Internacional y un galeón, que representa a nuestro
país, que intenta alejarse del lugar.

Entre los muñecos que forman parte de la escena
se destaca la réplica del presidente Néstor
Kirchner. La instalación tiene una altura de 31 metros y
está confeccionada con madera y cartón.
Precisamente el ritual de la "crema" consiste en prender fuego la
obra de arte, que por lo general está inspirada en
algún hecho saliente de la escena nacional o
internacional. Los valencianos atribuyen el origen de esta fiesta
a los carpinteros. Ellos trabajaban durante todo el invierno e
iluminaban sus talleres con grandes candiles de aceite,
utilizando un artefacto de madera llamado parot.

En la víspera de San José, su patrono, los
aprendices se encargaban de hacer limpieza general y en la puerta
de sus talleres formaban montañas con virutas, restos de
madera y el tradicional parot, que convertían en monigote,
con caretas sobrantes del carnaval, sombreros y guantes. Luego
quemaban los desperdicios y así nacieron las fallas"
(2).

Notas

  1. Bucay, Jorge: "El encanto de empezar de nuevo", en
    Clarín Viva, Buenos Aires, 4 de abril de
    2004.

  2. S/F: "Mar del Plata: Fallas criollas", en La
    Capital
    , Mar del Plata, 21 de marzo de 2004,
    www.lacapital.com.ar.

Partes: 1, , 3, 4, 5, 6

Vascos

Baldomero Fernández Moreno incluyó en
Guía caprichosa de Buenos Aires la página
"El vasco lechero en el café",
en la que dice: "he aquí que al hilo del mostrador aparece
un vasco lechero, la cara rosada, con dos parches más
rojos pegados en las mejillas, la boina encasquetada, la blusa
rizada, que no todo ha de ser fortaleza y agresividad; las
piernas combadas, las alpargatas silenciosas, y el tarro en la
mano como si blandiera un arma o un guijarro listo para ser
proyectado en la cara lisa y cosmopolita del
‘barman’. Y con el vasco lechero entra también
el campo, un aire duro y
frío y un trébol. Un trébol precisamente que
se labra un espacio verde en el ambiente gris
y que yo veo con toda nitidez" (1).

La estancia Acelaín, en Tandil, provincia de
Buenos Aires,
"Fue inaugurada en 1924 por su dueño, Enrique Larreta, que
confió su diseño
al arquitecto Martín Noel y bautizó así sus
campos en honor al pueblo vasco de dónde son oriundos los
Larreta. En la casa, de estilo morisco-español,
el escritor volcó su amor por
España"
(2).

Manuel Mujica Láinez visita en Villafranca de
Oria, pueblo cercano a San Sebastiàn, la casa de sus
mayores, en una "peregrinaciòn a las fuentes": "Con
Armendàriz tornè a entrar en la iglesia. Me
enseñò, en los registros
parroquiales, las anotaciones que consignan los bautismos,
matrimonios y muertes, de gente remota vinculada a mì. Y,
saliendo del templo neblinoso, me mostrò junto a èl
la que fue casa de mis mayores y que, desde 1890, màs o
menos, està destinada a escuela, correo,
dependencias municipales y què sè yo què.
Sobre la puerta sigue intacto el blasòn, como en tantas y
tantas casas de Guipùzcoa" (3).

Relata María José Pérez Arango: "En
el año 57 mis padres y yo llegamos desde España
para reunirnos con mi hermano que se había venido a la
Argentina. Los años pasaron y me convertí en una
mujer que cada
día deseaba y soñaba más con volver a su
tierra. La
idea era llegar y por lo menos llorar dos días seguidos,
para luego poder recorrer
los lugares que en mi memoria se
mantenían nítidos. (…) Una vez en Madrid,
después de una hora y media de viaje en el primer asiento
de un micro atravesando los montes Cantábricos por
extensos túneles y la campiña vasca a través
de una fantástica autopista, llegamos a Bilbao.
Traté de reconocer algo, pero todo era nuevo para
mí" (4).

El madrileño José Luis Alvarez Fermosel
cuenta: "un día la mujer de
Bonasso padre, una vasca de Bilbao, me dijo: ‘Mira, no te
quedes aquí mucho tiempo porque
vas a estar en dos sillas mal sentado. Yo estoy allá y a
los 20 días me da la impresión de que nunca me he
ido; cae la tarde y miro el reloj y digo: Ahora estaría yo
en Buenos Aires tomando el té con mis amigas. Y vuelvo a
Buenos Aires y pienso que podría estar allí conmis
hermanas". Cuenta, además, que Rolando Hanglin le dijo:
"Mira, te voy a poner el apelativo de Caballero español,
porque conocí a un vasco que estaba loco por mi tía
y que cuando iba a casa decía, juntando los talones a la
prusiana: ‘¡Mujica, caballero español!’
" (5).

Ángeles de
Dios de Martina "nació en Comodoro Rivadavia y desde hace
más de cuatro décadas vive en Resistencia,
Chaco. Es hija y nieta de inmigrantes españoles- andaluces
y vascos. Escribe sobre temas inmigratorios mediante los
testimonios orales de sus protagonistas, el uso de la historia oral, la descripción de fotografías y la
investigación histórica" (6). Es la
autora de Vascos en el Chaco: historias de vida
(7).

A Eibar llegaron los hermanos Sarasqueta, a conocer a
sus parientes vascos, de los que no tenían noticias desde
1902. El encuentro fue posible gracias a la Asociación
para la Cooperación Mundial entre Vascos, que ayudó
a localizarlos. "Regresaron la semana última, con las
valijas llenas de fotografías, comidas típicas y
libros sobre
el lugar. ‘El primer encuentro con Pedro, primo segundo, de
65 años, fue impactante por el parecido con mi padre. Nos
recibieron como una verdadera familia.
Valió la pena el esfuerzo’, contó Marcelo"
(8).

Sebastián Batista escribe, en "Periodistas de Mar
del Plata" acerca de Félix de Ayesa, quien "nació
el 18 de mayo en Olite (España). Llegó a nuestra
ciudad en 1910 y con su familia se radicó en Mar del
Plata. Vecino del barrio "La Estación" de trenes desde
temprano tuvo apego por la lectura y
la historia. Egresado del Instituto Peralta Ramos, Don
Félix fue durante su vida hombre de
campo, obrero, periodista,, librero, funcionario público,
docente y en sus últimos años de vida, historiador.
Félix de Ayesa Arismendi y Rubio, como era su nombre
completo, defendió con énfasis los momentos
históricos de la ciudad, principalmente el Oratorio del
Instituto Unzué. Fue declarado ciudadano ilustre de la
ciudad por el Honorable Consejo Deliberante en 1989 y
falleció el 7 de abril de 1996" (9).

Sobre Juan Manuel García Salazar escribe Roxana
Badaloni, en "El coleccionista": "Con minuciosidad
histórica, este inmigrante vasco radicado en Mendoza fue
reuniendo valiosos sellos postales hasta
alcanzar 250 estampillas y 70 sobres que en agosto se expuso como
patrimonio
histórico cultural de Mendoza" (10).

Notas

  1. Fernández Moreno, Baldomero: Poesía
    y Prosa
    . Prólogo de Jorge Lafforgue, selección de Nora Dottori y Jorge
    Lafforgue. Buenos Aires, CEAL, 1980.
    (Capítulo).
  2. S/F: "Aldo Sessa. País de estancias", Fotos: Aldo
    Sessa, en La Nación Revista, 12 de diciembre de
    2004.
  3. Mujica Làinez, Manuel: Placeres y fatigas
    de los viajes.
    Crònicas andariegas
    . Buenos Aires, Sudamericana,
    1993.
  4. Pérez Arango, María José: en
    "Tendencias. La vuelta al origen", en Clarín,
    Buenos Aires, 17 de octubre de 1999.
  5. Flores, Daniel: "A boca de jarro. José Luis
    Alvarez Fermosel ‘La caballerosidad no tiene que ver con
    la geografía’ ", en La
    Nación
    , Buenos Aires, 21 de septiembre de
    2003.
  6. S/F: en www.dunken.com.ar
  7. Martina, Angeles de Dios de: Vascos en el Chaco:
    historias de vida
    . Buenos Aires, Dunken, 1999.
  8. Linares Calvo, Ximena: "Los hermanos que encontraron
    sus raíces", en La Nación, Buenos Aires,
    29 de septiembre de 2002.
  9. Batista, Sebastián: "Periodistas de Mar del
    Plata", 20 de septiembre de 2001, www.deporteaedu.com.ar.
  10. Badaloni, Roxana (texto) y
    Yañez, Jorge (fotos): "El coleccionista", en
    Clarín Viva, Buenos Aires, 14 de noviembre de
    2004.

Sin mención de origen

L. A. Truchero Onís escribe una carta al diario
La Nación, en la que manifiesta: "soy colega del
Perito Moreno, español, topógrafo… Hace 25
años que llegué a este país. He entregado mi
vida profesional útil relevando los ríos La Leona,
Santa Cruz, Neuquén, Limay… infinidad de lagos,
montañas y caminos" (1).

Recuerda Roberto Arlt:
‘Siendo reporter policial del diario Crítica
en el año 1927, tuve una mañana del mes de
setiembre que hacer una crónica del suicidio de una
sirvienta española, soltera, de veinte años de edad
que se mató arrojándose bajo las ruedas de un
tranvía que pasaba frente a la puerta de la casa donde
trabajaba, a las cinco de la madrugada. Llegué al lugar
del hecho cuando el cuerpo despedazado había sido retirado
de allí. Posiblemente no le hubiera dado ninguna
importancia al suceso (en aquella época veía
cadáveres casi todos los días) si investigaciones
que efectué posteriormente en la casa de la suicida no me
hubieran proporcionado dos detalles singulares. Me
manifestó la dueña de casa que la noche en que la
sirvienta maduró su suicidio, la criada no durmió.
Un examen ocular de la cama de la criada permitió
establecer que la sirvienta no se había acostado,
suponiéndose con todo fundamento que ella pasó la
noche sentada en su baúl de inmigrante (hacía un
año que había llegado de España). Al salir
la criada a la calle para arrojarse bajo el tranvía se
olvidó de apagar la luz. La suma de
estos detalles me produjo una impresión profunda. Durante
meses y meses caminé teniendo ante los ojos el
espectáculo de una muchacha triste, que sentada a la
orilla de un baúl, en un cuartujo de paredes encaladas,
piensa en su destino sin esperanza, al amarillo resplandor de una
lamparita de veinticinco bujías" (2).

Entrevistada por Cristina Pizarro, María Esther
de Miguel contó: "por parte de madre era más bien
de las colonias que rodeaban a Basabilbaso, las moscas (…) mi
papá tenía la usina de Larroque, la usina
eléctrica. Yo me acuerdo de que en mi casa había un
gran diploma que decía ‘A Victoriano De Miguel,
(así se llamaba) benefactor del progreso argentino’
porque él había dado esa fuente. A mí y a mi
hermana nos decían en Larroque "las chicas de la luz",
cosa que nos divertía mucho. Éramos las chicas de
la luz. A mi casa le decían ‘El palacio de colores y de
luces’ porque teníamos mucha luz y porque
‘Como no pagan la luz, tiene encendido todo’ (…) mi
casa era un barco porque al caer la tarde se oía chuc chuc
chuc que era el ruido de los
motores, como
tenía muchos vidrios de colores, desde el jardín
miraba. Yo en mi casa de la infancia era
muy muy feliz. Porque era un espacio muy alegre" (3).

Entrevistada por Alejandra Correa, recordó: "En
mi casa se hablaba mucho de historia porque mi padre que era un
inmigrante español, era muy curioso e inteligente. Siempre
quería saber la historia del lugar y se preguntaba sobre
Urquiza y yo escuchaba" (4).

En Un dandy en la corte del rey Alfonso,
María Esther de Miguel refiere a propósito de unas
monedas, el motivo que llevó a su padre a emigrar y la
situación económica en la que debió hacerlo:
"todas habían pertenecido a mi papá, quien vino de
España por no hacer la conscripción en Marruecos.
Llegó con una mano atrás y otra adelante, en su
maleta un mantón de mi abuela y… Y nada más.
¡Ah, sí: las monedas!" (5).

Sobre Imperio Argentina escribe Xavier Quiñones:
"Magdalena Nile del Río nace el 26 de diciembre de 1906 en
Buenos Aires, en el barrio de San Telmo. Hija de padres
españoles y de ascendencia inglesa debuta en el teatro de la
Comedia de aquella ciudad con el nombre artístico de Petit
Imperio, apadrinada por la bailarina y cupletista española
Pastora Imperio. Estudia danza en
España donde adoptará el nombre artístico de
Imperio Argentina y debutará en el teatro Romea de Madrid
en 1924" (6). En una entrevista, la
bailarina recordó su formación: "En Argentina hay
unos profesores estupendos, y en España, no le digo
más. Joaquina Ortiz al piano, Juanita Castelao, que era
una verdadera maravilla, y Anna Pavlova, con la que estuve
bailando clásico un par de años, cuando
enseñaba en el Teatro Colón de Buenos Aires"
(7).

Eladia Blázquez agradece que sus padres
españoles hayan sido tan amplios de criterio, aunque su
formación terminó siendo autodidacta: "En mi casa
aprendí a ser libre. Mis padres eran españoles,
él obrero y ella ama de casa. Podían haber sido muy
cerrados pero no. Vieron pronto que tenían una hija
artista, desde que me dieron el primer juguete musical: tuve mis
xilofones, mis pianitos, que venían con la escala completa y
afinada. Y no me obligaban a sentarme a comer si prefería
encerrarme a hacer música. (…) Mis
padres, dentro de sus humildes medios, me
pusieron profesores de música que al poco tiempo
aconsejaban: ‘Déjenla, déjenla cantar y tocar
sola, tiene algo innato’ " (8).

En Río Grande, Patagonia,
Sulko Romero Roberts relata que "cuando su padre
llegó a estas lejanísimas tierras para trabajar en
un aserradero jamás pensó que se quedaría
para siempre. Era un español que, claro, pensaba
‘hacerse la América’. Y se la ‘hizo’
" (9).

Carlos Szwarcer cuenta que una familia española
había aprendido de los turcos una receta: "Pepe cuenta que
su ‘hermano trabajaba en la pollería de la calle
Gurruchaga, pelaba pollos y mi mamá me mandaba a comprar
allá. Los huevos rotos los vendían más
baratos y yo iba con una ‘lechera’ y le decía
a Gallizy – el dueño del local – ‘Hola, don Juan,
dice mi mamá si me puede dar una docena de huevos
rotos’. Y él me contestaba ‘Sí, claro,
andá, decile al Cholo’. Y yo le decía a mi
hermano, que se iba al fondo, agarraba los huevos sanos, los
golpeaba y los tiraba a la lechera, pero en vez de 12 tiraba como
50 huevos y cuando salía yo le decía ‘Dice mi
hermano que ya está don Juan’. ‘A ver,
qué te voy a cobrar si están todos rotos’ y
no me cobraba nada’. Con el rostro encendido y
nostálgico por el recuerdo de esa artimaña Don Pepe
continúa: ‘Y mi mamá pisaba todo, con
cáscara y los colaba y hacía una masita que le
enseñaron los turcos (sefaradíes), que le llamaban
‘pan esponyado’, pan de España, después
con lo que le quedaba le agregaba un poco de harina y estiraba la
masa con una cuchara y se hacía como un huevo frito y
hacía unas masitas: ‘Mulupitas’ y llevaba la
fuente a la panadería para que se la hornearan. Aprendimos
de los turcos… comíamos a cuturadas’.(3).
Ríe a carcajadas" (10).

Trincado, un inmigrante que llega de España en
1910, construye su casa en Villa Pueyrredón: "Aquella casa
era una pieza de madera y
forrada por afuera de zinc, sobre una plataforma a 40 cm del
piso, ya que estaba cerca del arroyo Medrano y se inundaba con
frecuencia. La cocina estaba separada y el baño al fondo.
Sin necesidad de televisión
o radio para
acostarse a dormir, bastaba con que las gallinas comenzaran a
discutir dormidas desde el fondo o que, cuando empezaba a llover,
las ranas se convirtieran en una orquesta sensacional para
entretener a todos los ‘oyentes’. (…) Era una zona
de quintas y los chicos jugaban en la calle. Aquel
Pueyrredón era un gran campo con lagunas donde se cazaban
ranas. Había casas bajas, con calles de tierra, cuna de
tantas travesuras" (11).

Dora Schwarsztein escribe que el 5 de noviembre de 1939,
a bordo del Massilia, llegaron exiliados con destino a Chile,
Paraguay y
Bolivia: "
‘No permiten ni asomarse a los ojos de buey a los intelectuales
españoles en trànsito’, titulaba el diario
local Noticias Gráficas la noticia del arribo del
Massilia al puerto de Buenos Aires, ‘Las medidas adoptadas
contra el grupo de
intelectuales y artistas españoles son de un rigorismo que
sólo tratándose de peligrosos confinados se
hubieran aceptado…. Un marinero nos informó que los
españoles refugiados tenían orden de que nadie se
aproximara a ellos y menos que se asomaran por los ojos de buey.
Es lamentable lo que ha ocurrido. No sabemos ni nos interesa
saber quién ha dado la orden terminante de que ese grupo
de gente que representa de modos distintos a la cultura y el
cerebro de
España permanezca en la sombría situación de
los delincuentes incomunicados’ " (12).

Dora Schwarsztein presenta el testimonio de una
española que llegó al Hotel. Dice la mujer: "Nos metieron en el
Hotel de Inmigrantes. Salas muy limpias, pero, claro, una
tristeza enorme. Nos agolpamos todas las mujeres españolas
por un lado. Yo recuerdo las señoras más mayores
que había, todas estaban tristes. Allí por primera
vez vi un mate" (13).

José Arias expresó sus vivencias en el
hotel de Puerto Madero, al que llegó en el 30: "Quiero
dejar aquí constancia del trato y de la atención que las autoridades tenían
con los inmigrantes. Nos daban comidas sanas y abundantes; para
dormir, camas limpias y cómodas; en mi caso han pasado
sesenta y ocho años, yo entonces tenía trece, pero
nunca podré olvidar mi paso por el Hotel de Inmigrantes. Y
como si esto fuera poco las autoridades de inmigración le sacaban el pasaje a destino
y se lo pagaban, y hasta lo acompañaban hasta las
estaciones, por lo menos en mi caso" (14).

Escribe Horacio Spinetto: "Todos los barrios tuvieron, y
todavía quedan algunos, su taller de compostura de
calzados, el "zapatero remendón" como se lo llamó
popular y cariñosamente. Me acuerdo de uno que
había en Villa del Parque; cuando yo era chico,
allá por fines de los 50 y principio de los 60; que
tenía su pequeño taller en la calle Pedro Lozano
casi Nazca, Don Alfonso, un español muy agradable y de muy
pocas palabras, siempre tenía en su boca un cigarrito del
tipo de los "Avanti". Su esposa, doña María,
también española, simpática y muy locuaz lo
ayudaba en las tareas, se ocupaba de poner los zapatos en la
horma. Hace ya varios años que el local cerró, las
planchas brillantes de cuero para las
suelas desaparecieron, hoy en su lugar atiende un kiosco"
(15).

Notas

  1. Truchero Onís, L. A.: "Por error ajeno", en
    La Nación Revista, Buenos Aires, 12 de
    diciembre de 1999.
  2. Arlt, Roberto, citado por Orgambide, Pedro: "Roberto
    Arlt, cronista de 1930", en Arlt, Roberto: Nuevas
    aguafuertes porteñas
    . Buenos Aires, Librería
    Hachette S. A. 1960. (El pasado argentino, dirigida por
    Gregorio Weimberg).
  3. Pizarro, Cristina: "Con María Esther de
    Miguel", en El Tiempo, Azul, 14 y 21 de septiembre de
    2003.
  4. Correa, Alejandra: "María Esther de Miguel:
    la novela
    histórica", en Magazine Actual, Año 2
    N° 8, Diciembre de 1997.
  5. Miguel, María Esther de: Un dandy en la
    corte del rey Alfonso
    . Buenos Aires, Planeta,
    1999.
  6. Quiñones, Xavier: "Imperio Argentina",
    Extraído del CD BMCD
    7601, sello Blue Moon, serie "Cancionero de Oro",
    editado en España, en www.todotango.com.
  7. Mediavilla, Manu (texto); Marina del Mar (fotos):
    "Imperio Argentina – Cantante y actriz", 5 de noviembre de
    2001, en www.canales.laverdad.es.
  8. Madrazo, Cecilia: "Eladia Blázquez: 10 cosas
    que sé", en La Nación Revista, 15 de
    septiembre de 2002.
  9. González Toro, Alberto (texto) y
    González, Ricardo (fotos): "La Patagonia de Kirchner",
    en Clarín Viva, Buenos Aires, 2 de noviembre de
    2003.
  10. Szwarcer, Carlos: "Hechizo Sefaradí", en
    SEFARaires, Nº18, 2003.
  11. Quirney Aguirre, Carla: "Don Elías Trincado",
    en El Barrio Villa Pueyrredón, Buenos Aires,
    Septiembre de 2003.
  12. Schwarsztein, Dora: "La llegada de los republicanos
    españoles a la Argentina", en Estudios Migratorios
    Latinoamericanos
    , Nº 37, CEMLA, Buenos Aires,
    1997.
  13. Schwarsztein, Dora: Entre Franco y Perón.
    Memoria e identidad
    del exilio republicano español en la Argentina.

    Crítica, 2001.
  14. Arias, José: "Disqueprensa", en La
    Prensa
    , Buenos Aires, 1998.
  15. Spinetto, Horacio: "El zapatero remendón. Los
    oficios. Entre el olvido y el rescate", en
    wwww.dgpatrimonio.buenosaires.gov.ar.

Varios

Lolita Torres manifestó: "No puedo explicar el
por qué del acento español. No sé, me viene
de adentro, y eso que mis padres eran argentinos. Mis abuelos
paternos eran navarros y los de mamá eran gallegos. Por un
tiempo, todos creyeron que yo era española y eso
provocó el estallido en la comunidad
hispana. Cuando se enteraron de que era argentina no tuvieron el
menor prejuicio y me
siguieron apoyando" (1).

Un sombrerero es hijo de españoles: "En Gaona al
1200, se encuentra la tradicional sombrerería "Winter",
que funciona allí desde hace 63 años bajo la batuta
de don José "Pepe" Ferro, porteño de casi "90
pirulines", hijo de padre gallego, de Lugo, y de madre leonesa.
Eduardo, su hijo se da una vuelta todos los días para
ayudar en todo lo que haga falta. "Aquí de los 40 hasta el
60, había un trabajo
bárbaro, los sábados la gente hacía cola en
la puerta del local, es que los muchachos tenían que ir a
bailar al vecino Club Buenos Aires (y sin sombrero era una
vergüenza). También tenía una importante
clientela de la colectividad israelita. Pero hoy la actividad
está muerta, a lo sumo se vende alguna que otra gorra". En
las vitrinas los elegantes orión lucen junto a los
chambergos de fieltro "de primera calidad", negros,
marrones y grises, "los negros siempre con forro, los de otro
color no". Junto
a ellos vemos la horma, con la que se tomaban las medidas de la
cabeza del cliente y
así poder hacerle su sombrero. "En verano se usaba
panamá,
y también ranchos", recuerda don José, y agrega:
"Muchas veces los muchachos que iban al hipódromo, a las
carreras, y acertaban una fija, revoleaban su sombrero por el
aire". Esto situación de euforia, le venía muy bien
al negocio, porque los apostadores volvían a comprar
nuevos sombreros. Ferro conoció el oficio siendo joven,
desde los 18 años hasta los 23 trabajó en la
fábrica de sombreros "Dominoni", que quedaba en Monroe
1683/ 87, entre Montañeses y Arribeños, con salida
también por Blanco Encalada. "Recuerdo una casa que
continúa, como yo en esta lucha tan despareja, "Maidana",
en Rivadavia al 1900. En fin, cosas de la vida, -murmura mientras
acaricia a su perro Colita-. Pasa todo tan rápido…"
(2).

El actor Alberto de Mendoza "nació en enero del
21, en el barrio de Belgrano, hijo de un andaluz y una vasca. No
tuvo lo que se dice una infancia idílica: cuando
tenía cinco años, se quedó huérfano y
fue llevado a España, donde lo crió su abuela
Isidra. (…) ‘Mi nona murió a poco de empezar la
Guerra Civil,
donde perdimos todo –dice a Diego Heller-. Fue ahí
cuando empecé a laburar y a conocer la calle, a los 15
años empecé a gastar suelas’. Un buque
–el Tucumán- lo devolvió al Río de la
Plata en 1939, junto a un grupo de refugiados cansados de tanta
guerra" (3).

Cecilia Figaredo "Habla con voz fuerte y remite a sus
orígenes: ‘Figaredo es español; mi abuelo era
de Oviedo y mi abuela, de Galicia. Por parte de mamá son
italianos, así que en mi casa cada vez que nos reunimos es
hablar a los gritos, todos juntos. Es un bardo y nadie se
escucha’ " (4).

"En 1936, cuando en España comenzaba la Guerra
Civil –relata Miguel Schapire-, mi padre creó la
Editorial Schapire, (…) Mi padre solía decir que los
exiliados eran hombres que habían perdido el barco, y ese
barco era la República, es decir, la patria, sus ideales y
esperanzas, y que él trataba de ayudarlos como
podía, editando sus obras. Con casi todos ellos nos
encontrábamos los veranos, en un hotelucho de la vieja
Punta del Este, en la Punta punta, donde al anochecer se cantaba,
se recitaba, se dibujaba, se interpretaban fragmentos de piezas
teatrales a medida que se iban escribiendo. Era una especie de
taller fabuloso. Yo era muy chico, pero todo eso me marcó"
(5).

Notas

  1. Freire, Susana: "Lolita Torres. Una voz que le
    cantó a los corazones", en La Nación,
    Buenos Aires, 15 de septiembre de 2002.
  2. Spinetto, Horacio: "El sombrerero", en "Los oficios.
    Entre el olvido y el rescate", en www.dgpatrimonio.buenosaires.gov.ar.
  3. Heller, Diego: "Alberto de Mendoza. El último
    dandy", en Clarín Viva, 5 de junio de 2005.
    Fotos: Alejandra López.
  4. Demare, Silvina: "Cecilia Figaredo METIDA EN EL
    BAILE", Fotos: Alejandra López, en Clarín
    Viva
    , Buenos Aires, 18 de diciembre de 2005.
  5. Aubele, Luis: "A boca de jarro Miguel Schapire
    ‘Los porteños nos parecemos a los griegos’
    ", en La Nación, Buenos Aires, 31 de julio de
    2005.

En conjunto

En febrero de 2005, el Presidente de España, Don
José Luis Rodríguez Zapatero, escribió al
Centro Gallego de Azul. En esa misiva expresó: " (…)
Estuve encantado de visitar el país hermano que ha acogido
a tantos ciudadanos españoles, que en muchas ocasiones y
por las dolorosas circunstancias que todos conocemos, no tuvieron
más remedio que dejar España para refugiarse en
otros países, de entre los que cabe destacar muy
especialmente la República Argentina, en donde fueron
recibidos con tanta solidaridad y
cariño. (…) " (1).

Notas

1 S/F: "El Centro Gallego de Azul recibió el
agradecimiento del Presidente de España", en El
Tiempo
, Azul, 27 de febrero de 2005.

Españoles y otros

Según lo que comían, Santiago de Estrada
podía reconocer la procedencia de los habitantes de los
conventillos: "Encienden carbón en la puerta de sus
celdillas los que comen pucheros: esos son americanos. Algunos
comen legumbres crudas, queso y pan: esos son los piamonteses y
genoveses. Otros comen tocino y pan: esos son los asturianos y
gallegos. El conventillo es el reino de la ensalada cruda"
(1).

Los inmigrantes trabajaron en el adoquinado de las
calles. Lo recuerda José Luis Corsetti, quien afirma: "De
las canteras de Tandil salió gran parte del empedrado de
las calles de nuestro país. Los picapedreros
españoles, italianos, montenegrinos y yugoslavos fueron,
desde 1870, personajes entrañables que dejaron cuerpo y
alma, cuando
no la vida, en cada cincelada" (2).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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