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Oratoria




Enviado por manezn



    1. Prefacio.
    2. Evolución Histórica
      de la oratoria.
    3. Grandes oradores
      contemporáneos.
    4. Clases de
      oratoria.
    5. Guión
      Bibliográfico

    1.
    Prefacio.

    En la presente ocasión, abordaremos unos de los
    temas más fascinantes de la historia humana.

    Consistente en aquel don de la oratoria, que
    ha estado sujeto
    a transformaciones, desde la Antigüedad, hasta nuestros
    días.

    La Oratoria ocupa un lugar especial, en la vida
    misma.

    El poder de la
    convicción, de representantes de cada país, es
    menester en un mundo de transformación.

    Estas transformaciones si fuesen en su totalidad,
    colmadas de ética y
    moralidad,
    cuán grande y evolucionado sería la existencia de
    cada ser.

    La Oratoria, es pues, unos de los elementos
    fundamentales en la unificación de criterios, y la
    comprensión y el estímulo de masas.

    Su intrínseca facultad de la oratoria,
    está inmerso en cada ser humano, aflorarlo y desarrollarlo
    es una de las metas de las personas que buscan un
    bienestar.

    Al decir bienestar, no deseamos que se entienda como un
    bienestar propio y egoísta, más por el contrario ha
    de entenderse, como la búsqueda de un real bienestar
    colectivo y mancomunado, velando los intereses de los valores
    trascendentes de una sociedad y no
    simplemente aquellos que constituyen valores
    suntuosos y superfluos, de bienes
    materiales.

    La oratoria, muy bien encaminada, por parte del
    poseedor, se beneficiará de grandes satisfacciones para su
    realización. La vida tendrá un nuevo sentido si lo
    conjuga con lo excelso de la existencia.

    Es así, que en la edad contemporánea, se
    ha dado mayor soltura al aprendizaje de la
    oratoria, ya se nos es común apreciar, hoy en días,
    las infinitas invitaciones a cursos de enseñanza mediante folletos, impulsados por
    grupos
    culturales.

    Este factor de soltura, y de nuevas opciones, otorgan
    mayor desarrollo al
    mismo.

    Han quedado olvidadas y en buenas horas, aquellas
    costumbres de las épocas pasadas, que era requisito
    fundamental dominar los gestos pintorescos, la modulación
    esterilizada, las posiciones acomodadas, las miradas precisas,
    etc.

    Los cuales, el daño
    que realizaban eran muchas veces tremendas para el orador, quien
    se preocupaba más en los factores externos de
    visualización, olvidando los internos que nacen del
    corazón
    del verdadero orador. Estos factores internos deben ser primero
    cultivados, los restantes vendrán de añadidura. Si
    un orador, debe demostrar sinceridad, antes bien debe ser sincero
    consigo mismo y con los demás.

    Estas cualidades sólo son obtenidas, en el
    tiempo;
    ganadas por las experiencias objetivas de la vida.

    Todos estos aspectos, son tomados en cuenta en la
    actualidad. Hoy, no se busca ser engañado sino
    comprendido, escuchado, valorado, orientado y
    legitimado.

    Hablaremos de la trilogía de la oratoria y sus
    cualidades de cada una de ellas.
    Cuando ingresemos en la segunda parte, de este estudio,
    correspondientes a los grandes oradores contemporáneos;
    hemos querido nombrar aquellos más célebres, porque
    ciertamente sería imposible hablar de todos, más
    aún sabiendo que cada población por muy pequeña que fuese,
    siempre posee uno o varios oradores, por supuesto siendo
    diferentes unos de otros en
    calidad pero similares en el rol que tratan de
    desempeñar.

    Entonces, recordaremos a individuos que marcaron
    época, y nos interrogaremos ¿Cual fue la clave de
    su éxito?,
    y la respuesta vendrá anexa en sus orígenes de cada
    uno de ellos, teniendo todos por punto de armonía una
    cualidad común: "LA CREENCIA A SU PROPIA
    CAUSA".

    Hablaremos desde los comienzo de la Edad
    Contemporánea, fines del siglo XVIII, retomando los hilos
    de la historia en Robespierre, posteriormente realizaremos un
    viaje imaginario a la India, donde
    encontramos la figura de la no-violencia,
    aquel "Mahatma o alma grande",
    que lleva por nombre característico Gandhi.

    Después iremos a América, encasillándonos en los
    Estados
    Unidos, para recoger de allí a un gran orador y
    presidente, que supo cumplir con su misión de
    dar libertad a los
    negros, y romper las cadenas de la esclavitud y del
    abuso, para entonces.

    Luego de ello, ingresaremos a nuestro país, y
    trataremos de encajar los tiempos a la historia
    universal, para extraer de lo recóndito de la historia
    nacional, a un gran presidente orador que tuvo nuestra
    República, que es reconocido por los especialistas como
    "el gran mago de la oratoria", hablamos de don Mariano Baptista
    Caserta.

    Todo esto ocurrirá en la primera parte, ya en la
    segunda parte, nos abocaremos al estudio de las clases de
    oratoria, en tres formas: oratoria política, didáctica y forense, dejando esta
    última para posterior estudio, por parte de otro
    componente del tema a tratarse. Ya que como sabemos, el siguiente
    punto corresponde a la oratoria forense y su importancia en el
    foro.

    Con todo ello, hemos deseado haber cumplido con las
    expectativas de estudio, pudiendo tomar énfasis en los
    aspectos más sobresalientes de la oratoria.

    Recordando siempre que la oratoria, es una virtud
    trascendente cuando se lo encamina en conseguir logros de notable
    relevancia en la sociedad, tanto fuese este para la
    enseñanza educacional, como para resolver conflictos
    espinudos de la vida civil, y en tanto fuese ella para la vida
    política donde se dirige a una Nación
    hacia un fin.

    2.
    Evolución histórica de la
    oratoria.

    La oratoria en la edad contemporánea: grandes
    oradores contemporáneos.

    Si la edad moderna
    comprende desde la toma de Constantinopla hasta la Revolución
    Francesa (Fines del siglo XVIII), entonces diremos que la
    edad contemporánea corresponde a lo subsiguiente de la
    anterior hasta nuestros días.

    Dijimos en anteriores oportunidades que la oratoria es
    el arte de hablar
    con elocuencia; de deleitar y persuadir por medio de la
    palabra.

    Para aclarar lo dicho en pocas palabras, diremos que por
    elocuencia debemos entender aquella facultad de hablar bien y de
    modo convincente, gracias a la fuerza
    expresiva poseída por el orador, en todos sus aspectos
    tanto internos como externos; ahora bien debemos saber que,
    deleitar es causar placer o agrado en el ánimo o los sentidos de
    los oyentes y que persuadir significa convencer con razones a
    otra persona, es decir
    es el hecho de inducir a uno a creer o hacer algo.

    En cuanto a estos aspectos diremos que la oratoria, como
    arte y la elocuencia como fuerza expresiva, van juntas, ya que no
    se posee el arte si no se tiene la fuerza vital de esta.
    Referente al deleite y a la persuasión ambos son
    consecuencias de las primeras, y es en estas donde estriba el
    éxito de los oradores. La causa es la facultad del orador
    y el efecto es la atención, entendimiento,
    comprensión, convencimiento y los ánimos
    conseguidos en los oyentes por parte del orador.

    La oratoria se encuentra reflejada en el discurso, y el
    discurso en su conjunto ofrece una trilogía, la cual en el
    presente periodo, han sido tomados con más énfasis,
    ya que con ellos se pueden alcanzar los objetivos
    trazados y los efectos deseados.

    El discurso es el razonamiento extenso dirigido por
    una
    persona a otra u otras, es la
    exposición oral de alguna
    extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y
    que ella como dijimos se encuentra conformada por tres aspectos
    que son: Tema o contenido del discurso, Orador y
    Auditorio.

    En primer lugar, tenemos el contenido del discurso, el
    cual debe ser tejido en el telar de las experiencias, debe estar
    copado de detalles, ilustraciones, personificaciones, dramatismo
    y ejemplos en algunos casos; y todos estos expresados con
    términos familiares y concisos los cuales den la
    comprensión y el entendimiento adecuado; en donde lo que
    se quiere decir sea entendidos por todos.

    Luego está el orador, el cual debe reunir los
    atributos adecuados (mentales, físicos y vocales), que
    contribuyen a vigorizar el discurso. Para tal cometido debe
    elegir temas por los cuales se siente convencido. Su atributo
    mental se refleja en copar toda la extensión de su
    disertación y saber limitarlo en los aspectos más
    importantes y sobresalientes.

    En cuanto al factor físico, corresponde el hecho
    de dar mayor relevancia en la acentuación mediante los
    gestos correctos, todos ellos diremos nacidos del corazón,
    los cuales deben ser realmente sinceros y no fingidos como
    algunos lo tienen por costumbre, para alcanzar sus apetitos
    propios, egoístas y vanidosos.

    La vocalización es otro atributo, debiendo ser
    este claro, seguro, vivaz,
    determinante y conciso.

    Aquí se puede agregar un atributo más, el
    cual sería que todo orador debe estar preparado tanto
    psíquica, moral y
    espiritualmente. No debe poseer en su interior el deseo del
    engaño, ni beneficio enteramente propio, sino que debe ser
    un interés
    colectivo, debe sentir el agrado de dar a sus oyentes, en forma
    espontánea y verdadera las investigaciones
    realizadas.

    Por último nos encontraremos con el auditorio, el
    objetivo al
    que se dirige el discurso y el árbitro decisivo del
    éxito o el fracaso del orador.

    El fin del orador es que sea entendido en sus anchas
    todo lo que desea otorgar al auditorio, para tal cometido los
    términos usados deben ser de interés de todos los
    reunidos en dicha oportunidad, debe imperar un ambiente
    participativo y leal.

    Al margen de esto, es necesario que el orador conozca a
    quienes tiene en frente, por tal motivo, a razón de
    ejemplo, debe interrogarse ¿cómo es mi auditorio?,
    ¿el tema que deseo serles partícipes,
    llegará a ellos y cómo lograr esto?, dichas
    interrogantes deben ser respondidas por él mismo
    realizando una investigación cuidadosa al respecto, pero
    no debiendo caer en una preocupación desmedida al
    respecto.

    3. Grandes oradores
    contemporáneos.

    La oratoria es un don especial para el que lo posee, y
    un preciado tesoro para quien lo obtuvo, con su gran trabajo.

    En esto sabemos que en cada país del mundo,
    encontraremos muchos virtuosos oradores, los cuales nombrarlos y
    contarlos uno por uno, sería realmente imposible, ya que
    muchos seres llevan en su interior este especial dote, algunos de
    ellos innatos en su ser, más en otros obtenidos por propio
    esfuerzo, pero impulsados por la voluntad y tenacidad.

    Para hablar de los grandes oradores, nos limitaremos tan
    solo a los más conocidos por la historia universal, a
    razón de su variedad de los mismos.

    Con el objetivo de copar todas las expectativas,
    nombraremos a oradores políticos, los cuales marcaron
    épocas tanto en la historia del mundo, como en su
    país perteneciente. Para lo cual, serán expuestos
    un personaje de tres continentes; nos centraremos en
    América, en sus tres aspectos: Sud América, Centro
    América y North America.

    Demos Inicio con:

    A.- El Continente Europeo.

    Empezamos en Europa, nos
    encontramos en la época de la Revolución
    Francesa.
    Allí está Maximilien de Robespierre, más
    conocido como "el Incorruptible", abogado de profesión,
    nacido en Arras, 1758. Sufriría la guillotina, conforme a
    sus daños causados, dando fin a su existencia el 28 de
    julio de 1794.

    Robespierre emergió de la oscuridad
    parlamentaria, estableció su preponderancia y
    habría de gobernar a Francia por
    medio de la oratoria. Hablando de sí mismo, decía
    que él había sido hecho para la revolución,
    y luchó por la revolución casi exclusivamente con
    palabras. "El amor a la
    justicia, a la
    humanidad, a la libertad", dice, definiendo su natural
    inclinación revolucionaria, "es una pasión como
    cualquier otra. Cuando nos domina, la sacrificamos todo". Sus
    habilidades oratorias ya eran evidentes antes de la
    Revolución, lo mismo que su uso de la oratoria como un
    instrumento de agitación popular. Durante los meses de
    excitación prerrevolucionaria y actividades en
    Arrás había habido quejas de que Robespierre
    insultaba directamente a la oligarquía local,
    dirigiéndose a quienes estaban fuera de su esfera. Y sus
    métodos de
    elección habían de suscitar el mismo cargo. Ya
    diputado, iba a ser acusado de Demagogia.
    La revolución fue una gran época oratoria y
    Robespierre compartía con sus contemporáneos una
    excepcional fe en las palabras.

    Gozaba leyendo en voz alta a los clásicos
    franceses, una afición que revela el amor a la
    música de
    las palabras y una mentalidad de carácter oratorio. De cuando en cuando se
    quejaba de que la oratoria formal a la cual eran aficionados los
    diputados, y que imitaba conscientemente a los modelos
    romanos, especialmente Cicerón, eran menos valiosas que
    las efusiones espontáneas que nacían de un
    corazón simple y sincero, pero él, por su parte,
    era autor de esos discursos
    elaborados. Casi siempre leía un
    texto que ya estaba preparado. Los pocos
    manuscritos de propia mano que nos han llegado muestran docenas
    de correcciones que prueban esta actitud. Sus
    ideas eran compuestas, peinadas y empolvadas tan meticulosamente
    como su persona, antes de ser presentada al mundo. En ambos casos
    se dejaba ver el gusto del antiguo régimen, que
    persistía.

    La oratoria revolucionaria en Francia era el producto de
    modelos clásicos, que en un tiempo habían sido
    modificados para adecuarlos a las necesidades del púlpito,
    el tribunal o el salón de conferencias, y que ahora fueron
    modificados por la revolución. Demóstenes y
    Cicerón, los máximos oradores de la
    antigüedad, eran estudiados minuciosamente, así como
    a los críticos y gramáticos que habían
    analizado y racionalizado lo que era más esencial en la
    oratoria. Aparte de estas preocupaciones puramente técnicas,
    tanto Demóstenes como Cicerón habían sido
    opositores a los tiranos, el primero a Felipe de Macedonia y el
    segundo a Julio César. Y sus sentimientos y su
    pasión republicanos eran más apreciados por lo
    oradores revolucionarios. Ahora, por primera vez en la historia
    francesa, los temas de la ciudadanía, el patriotismo y el deber de
    resistir al rey eran predicados abiertamente. Cuando los
    revolucionarios volvían a las
    fuentes de la oratoria
    antigua, para encontrar en ella inspiración e
    instrucción, lo hacían en un nuevo espíritu:
    la sustancia era por lo menos tan importante como el
    estilo.

    Los revolucionarios eran aficionados a la oratoria como
    se puede ser aficionado a la ópera o el
    teatro.
    La carrera de Robespierre era igualmente deudora de la oratoria
    y, aunque él distaba de ser uno de los grandes oradores de
    su tiempo – sus contemporáneos Danton y Vergniaud, con
    temperamentos y carreras muy distintas, compartía ese
    honor- era muy admirado por sus colegas y podía sostenerse
    que era el orador más eficaz.

    La forma y el fondo son inseparables. Aquí
    subrayo la forma, ya que el fondo de Robespierrees la base de
    todo lo que sigue. Cuando el joven Robespierre dio los primeros
    pasos en la carrera legal, los críticos de la oratoria
    tribunalicia distinguían dos clases de
    discursos: los de los abogados, que sacrificaban
    el estilo al deseo de ganar una causa, y los de los literatos,
    que utilizaban el estilo para revelar principios
    básicos racionales.

    Robespierre estaba dentro de estos últimos.
    Robespierre estaba entre estos último. Sus casos legales,
    por la forma en que los defendió, eran ejemplos
    específicos de posiciones generales.

    El caso Pagès, que versaba sobre un dinero
    prestado, se convirtió en una consideración sobre
    la usura; el caso de Mary Somerville, en torno a la
    herencia
    disputada, se transformó en una exposición
    de los derechos de la
    mujer; el caso Déteuf, que tenía que ver con
    una falsa acusación de robo, hecha por un monje que
    quería vengarse de una mujer que
    había resistido sus intento de seducción, se
    convirtió en un análisis del lugar que debe ocupar el clero
    en la sociedad.

    Ya hemos visto que el caso pararrayos y el caso Dupond
    llegaron a ser respectivamente una confrontación entre
    ciencia y
    superstición y una diatriba en contra de la justicia
    arbitraria y el encarcelamiento. Esta costumbre de generalizar
    liberó a la oratoria de Robespierre, incluso antes de la
    revolución, de buena parte de la jerga legal y la
    estrechez profesional que perjudicaba a muchos de sus
    contemporáneos, que también habían llegado a
    la revolución desde una carrera en la jurisprudencia. Robespierre rara vez opinaba sobre
    la oratoria y, cuando lo hacía, no tomaba en cuenta los
    aspectos técnicos del arte. El consideraba la
    inspiración, para sí mismo y para cualquiera que
    hablara con propósito y sentido, como
    fundamental.

    Como orador, Robespierre inició la
    revolución con ciertas desventajas técnicas,
    hablaba con un fuerte acento regional artesiano; su voz,
    demasiado aguda para ser naturalmente agradable, era débil
    de volumen y
    carecía de variedad en los tonos.

    Su presencia física no era
    imponente: era un hombre bajo y
    delgado, con una cabeza voluminosa. Su mala vista le
    exigía usar gafas, que a veces se levantaba sobre la
    frente, cuando estaba hablando, para frotarse los ojos. Los
    gestos que hacía en la tribuna eran breves, un poco
    bruscos y crispados. En otras palabras no tenía la
    presencia de un orador importante y dominador, y estas
    insuficiencias estaban agravadas por la costumbre de leer sus
    discursos, hundiendo las narices en el texto
    escrito.

    Robespierre era perfectamente consciente de sus
    falencias, y procuraba vencerlas o lograr que sus oyentes no las
    notaran. De todos modos, su importancia no radicaba en la
    perfección técnica de su oratoria, sino en lo que
    tenía que decir. Lo que no podía aprenderse era lo
    que más importaba, "una elocuencia que brota del
    corazón y sin la cual nada es conveniente". Y esta
    elocuencia él la poseía y se explayaba en la
    revolución. Incluso era capaz de improvisar
    brillantemente, aunque lo hacía pocas veces, prefiriendo
    no entregarse a las pasiones del momento, atento a obtener esa
    precisión que sólo la da la pluma. En sus
    manuscritos encontramos dos clases de correcciones. A veces con
    la pasión de la destrucción, tachaba pasajes
    enteros "con una red de barras
    irregulares".

    En otras ocasiones sustituía una que otra
    palabra, buscando cuidadosamente el vocablo justo.
    Asimismo, los manuscritos de Robespierre revelan mucha
    atención a los efectos. Insertaba con todo cuidado pausas
    destinadas a impresionar a los oyentes con el horror o hacer que
    estallan en aplausos entusiastas. Y como siempre hablaba para los
    que estaban más allá de las paredes de la Asamblea
    y que tendrían que leer o escuchar sus discursos de
    segunda mano, se tomaba el trabajo de
    lograr que sus palabras fueran repetidas exactamente.

    Elaboró un estilo que consistía en hacer
    pausas frecuentes, como si estuviera dictando su discurso. "Como
    el elocuente Robespieerre siempre se interrumpe, para mojarse los
    labios", escribe un periodista, "uno tiene tiempo para
    escribir".

    Estos discursos cuidadosamente preparados, pronunciados
    con nitidez, con adecuadas citas de Bacon, Leibniz, Condillac y
    Rosseau, entre los escritores modernos, con las alusiones
    clásicas favorecidas en esos tiempos, con pausas para
    lograr efectos dramáticos y énfasis para obtener
    aplausos, era el medio por el cual Robespierre se revelaba,
    dictaba una autobiografía revolucionaria al mismo tiempo
    que revelaba a la Revolución.

    Había adquirido ahora el hábito de pensar
    en voz alta ante sus oyentes, a menos esta era la
    impresión que daba. Y lo lograba haciendo preguntas
    retóricas que muchas veces dejaba sin respuesta, con el
    propósito de sembrar una idea y también obtener un
    efecto retórico. Esta afectación molestaba e
    intrigaba a la vez. ¿Que debemos hacer ahora?,
    ¿Cuál es la mejor manera de asegurar la
    supervivencia de la Revolución?,
    ¿Fortalecerá mi
    muerte los fundamentos de
    la virtud?. Estas y otras preguntas semejantes era su manera de
    entablar con sus oyentes un diálogo
    moral y público, compartiendo con ellos sus dudas y
    temores.

    Robespierre, poseía temores particulares, los
    cuales no lo incorporaba a su oratoria, y esto por razones
    obvias; ya que unos de sus temores era previo ingreso a la
    tribuna, esto por su timidez, y así lo hace saber
    él mismo a su amigo Etienne Dumont, pero "cuando empezaba
    a hablar" se veía libre de la angustia y "ya no era
    consciente de sí mismo".

    La mente de Robespierre tendía a un modo
    dialéctico de pensamiento y
    expresión. El no buscaba el reposo y la serenidad, aunque
    la forma de sus discursos expresa orden y equilibrio en
    un grado extremo. Buscaba el vigor, el trueno de los anatemas,
    como cuando denunció al general Dumouriez o condenó
    al despotismo como un mar sin orillas, que inunda al mundo y lo
    convierte en "el patrimonio del
    crimen".

    Este estilo tiene sus peligros. Robespierre, como
    Rousseau antes
    de él, solía ser arrastrado por sus excesos
    retóricos, se entregaba al tema rapsódico que
    él mismo componía, quedaba hechizado por los
    sonidos de las palabras, que rodaban como olas sobre el tema,
    enterrando el sentido bajo el sonido.
    Robespierre, cuando pierde el control de su
    verborrea, cuando se aleja de lo
    concreto y los detalles,
    flota patéticamente, acumulando imágenes y
    abstracciones.

    La voz única de Robespierre, tanto tiempo aislada
    y temida en la Constituyente, se convirtió en la voz de
    los Jacobinos y después en la de Francia
    revolucionaria".

    B.- Continente Asiático.

    Hablaremos en esta ocasión, de un célebre
    ser, el cual es recordado muy afectivamente en la
    India, con el seudónimo "el Mahatma", es
    decir, el "Alma Grande".

    Debido a su escasa documentación, en cuanto a su oratoria, es
    preciso dar una breve reseña bibliográfica de su
    persona, para llegar a comprender los alcances de su oratoria y
    los frutos conseguidos.
    Mohandas Karamchand Gandhi, nació el 2 de octubre de 1869
    en Pobandar, capital del
    principado independiente del mismo nombre y pequeño puerto
    de la casi isla de Kathiyavar, en la costa noreste de la India.
    Era el cuarto hijo de Karamchand y Putlibai Gandhi, de la casta
    de los vaishya y sub casta de los Modh Baniya.

    Según la tradición de los vaishya o
    vaiçya debían dedicarse a la agricultura,
    la artesanía o al comercio y
    durante mucho tiempo los Gandhi, como lo atestigua su
    patronímico, que significa "comerciante de especias",
    habían mantenido la tradición. Después, por
    favor del príncipe o méritos personales, el abuelo
    y el padre de Mohandas fueron Diwan (Primer ministro) de
    Porbandar.

    Aunque el título era pomposo, el cargo era
    relativamente modesto en tan pequeño Estado, pero
    proporcionaba al menos, teniendo en cuenta los hábitos
    locales, vida desahogada y consideración.

    Gandhi, tuvo una infancia
    tranquila; la gran piedad de Putlibai influía vivamente en
    el entorno. Esta mujer sencilla e inteligente, a la que se le
    pedía consejo incluso para los asuntos del Estado, era
    ante todo una ferviente vishnuita. Muy devota a sus principios,
    llevaba con ella a los niños,
    al templo, con el nombre de Rama en los labios, cumplía
    con los ritos y los severos ayunos a los que ni siquiera por
    enfermedad faltaba.

    Por su parte su padre, Karamchand, era a pesar de sus
    errores, un hombre leal, generoso y de trato fácil a pesar
    de su temperamento irascible. Poco instruido como la mayor parte
    de los indios de aquella generación, poseía una
    merecida reputación por su estricta imparcialidad y su
    experiencia, que le permitía resolver con facilidad los
    problemas
    más complejos. Al igual que su esposa era también
    vishnuita y un vegetariano consumado.

    Es así, que en Mohandas, "empezaba a arraigar, la
    convicción de que la moral es el
    fundamento de todo y de que la verdad es la sustancia de toda
    moral".

    Contrajo matrimonio,
    conforme a la costumbre, a la edad de 14 años, lo cual fue
    para él una pesadilla, a tal motivo, años
    después, combatiría en contra de dicha
    costumbre.

    En la escuela su
    situación era también tensa. La enseñanza,
    en ingles desde la promulgación de la ley Macaulay
    (1835), sembraba el desarrollo en el espíritu de los
    jóvenes. Se les inculcaba el dogma de la superioridad
    absoluta de todo lo que procedía de Inglaterra, es lo
    impregnaba de admiración por la gloria de Inglaterra, por
    su alta civilización, sus conquistas científicas,
    su organización política, su invencible
    poderío. En contrapartida, se trazaba el cuadro de todas
    las deficiencias pasadas y presentes de la India. De forma que
    ignorando la grandeza de su país, aquellos adolescentes
    estaban persuadidos que no se convertirían en hombres
    más que a condición de romper con sus tradiciones,
    creencias, costumbre, y copiando civilmente a sus
    maestros.

    Mohandas al igual que sus compatriotas soñaba con
    sacudir el yugo: Deseaba ser fuerte y audaz, y quería lo
    mismo para sus compatriotas, a fin de poder vencer a Inglaterra y
    liberar a la India.

    El pensaba muchas cosas, algunas de ellas absurdas
    propias de su adolescencia.

    Cuando al acabar la High School de Rajkot, se
    inscribió en la Universidad de
    Bhavnagar descubrió que era extraordinariamente inculto, y
    al sentirse incapaz de seguir los cursos, acudió
    descorazonado junto a su madre.

    Parecía que no tenía solución, ya
    que su padre ya había muerto; pero tuvo por fortuna un
    brahmán erudito y amigo de la familia,
    quien sugirió que le enviasen a Londresa cursar los
    estudios de Derecho. Gandhi, pensaba las maravillosas
    perspectivas, afirmando: "ver a Inglaterra, la tierra de
    los filósofos y los poetas, el corazón
    mismo de la civilización" pensaba en ella todo, el tiempo.
    Habría partido ese mismo instante si hubiera estado en sus
    manos la decisión. A pesar de todas las prohibiciones,
    Gandhi convenció a su madre, y con desbordante sentimiento
    embarcó el 4 de septiembre de 1888, dejando a su hermano
    el cuidado de su mujer y a su hijo recién
    nacido.

    Otras dificultades esperaban a Gandhi, en Londres.
    Aunque perdidamente admirado de la civilización
    occidental, ignoraba todo sobre ella, hasta el uso de la cuchara
    y el tenedor.

    La pronunciación del inglés
    era un suplicio. Para el colmo, estaba él inmerso en
    vanidades, nada más al llegar, emprendió una tarea
    sobrehumana, deseaba convertirse en un
    ‘Gentleman’.

    Al cabo de tres meses, sin embargo, había ya
    sentado cabeza. Y se hizo una promesa consigo mismo: no
    tacaría el vino, las mujeres, ni la carne.

    Terminado su curso, en sus tres años de
    estadía en Londres; después de pasar la prueba
    final en la Universidad, la cual fue muy difícil, teniendo
    por logro el dominio de la
    lengua
    inglesa.

    Partió de regreso a su tierra natal.
    Pero allí se dio cuenta de su situación, una
    timidez enfermiza, unida a una ambición sin empleo, le
    paralizaba le paralizaba e incapacitaba para hablar en
    público e incluso para leer lo que había redactado.
    Además ¿qué es lo que había adquirido
    en Londres? Unas vagas nociones de derecho inglés,
    mientras que carecía de cualquier noción de Derecho
    indio o de la práctica procesal.

    Abrió, su bufete con la ayuda de su hermano
    Laxmidas, pensaba en un exitoso vakîls (abogado) de
    renombre. Pero no tuvo éxito en su cometido, cerrando su
    oficina.

    Pero la necesidad le era apremiante debía buscar
    alimento para su esposa e hijo. Un día el destino le
    concedería una oportunidad, la firma Dada Abdulla y
    Cía, le ofreció la propuesta de viajar a
    África del sur, ya que necesitaban un empleado que supiera
    inglés perfectamente.

    Aceptó la propuesta, a sus 24 años sin
    porvenir aparente.

    En África del sur, se había establecido
    una colonia India de cerca de 10.000 hombres, en virtud del
    llamado de los residentes ingleses de Natal, como mano de obra
    barata, para el cultivo de caña de azúcar,
    té y legumbres. Una contrato de
    inmigración, cuyas cláusulas
    habían sido fijados por la India y la colonia Natal, los
    ligaba por cinco años y en condiciones miserables,
    prestar
    servicios con el mismo
    patrón.

    Aquel lugar estaba colmado de racismo, haciendo
    estragos por doquier; eran considerados como "La plaga negra", y
    otros como "la basura
    asiática". Los códigos los designaban como personas
    pertenecientes a las pueblos salvajes, y las constituciones
    afirmaban que no serían admitida ninguna igualdad
    civil, frente a hombres de color.

    Por todas partes se aplicaba una segregación
    brutal: los indios, cualesquiera fuesen sus méritos o la
    situación adquirida, no eran más que
    "collies"(criados, mozos de cuerda), un collie no es un hombre.
    No podían andar por la noche, si no era con un
    salvoconducto.

    A Gandhi, se le previno lo dicho, pero no lo
    creía, pensaba que tenia una profesión, y que era
    un ciudadano británico; pero nada más al llegar
    aprendió que solo era un "abogado collie". Se
    encontró rechazado por todos, "descubrió que por
    ser indio, no tenía ninguno de los derechos
    humanos". Con semejante golpe, Gandhi, se puso firme, y
    estaba dispuesto a luchar contra el miedo.

    En Pretoria realizó su trabajo, y al mismo tiempo
    se cultivo del derecho
    procesal de su país. Cambiando sus perspectivas, no
    soñaba más que en volver a la India. No veía
    ningún futuro en África del Sur, en donde vivir le
    resultaba intolerable. "Pero el hombre
    propone y Dios dispone", porque al leer un periódico
    local días antes de su regreso, leyó la noticia, de
    la creación de un proyecto para
    suprimir el derecho que tenían ciertos indios de elegir
    representantes en la Asamblea legislativa de Natal. A tal motivo
    envió información de guardia a los de su
    terruño, pero ellos les pidieron que él se haga
    cargo, ya que ellos eran iletrados para esos asuntos, y tan solo
    miraban, el
    periódico para saber las cotizaciones de la
    Bolsa.

    Gandhi haciendo gala de una perspicacia, se situó
    inmediatamente sobre el sólido terreno de los derechos y deberes que
    conferían a los partidos la ciudadanía
    británica de los indios.

    Mediante una petición dirigida a Lord Ripon,
    secretario de Estado para las colonias, para la cual, como
    demostración de su ascendiente, recogió en pocos
    días, diez mil firmas, obtuvo la suspensión del
    proyecto.

    Pero el gobierno de Natal
    por otros medios,
    buscaba sus fines. Los cuales también fueron truncados por
    la intervención de Gandhi, ya que él aseguró
    y concretizó: Asambleas, conferencias, debates, cursos
    nocturnos, creación de Asociación de Indios del
    Cabo y de Transvaal, Congreso Indio de Natal, Asociación
    cultural de indios originarios de la colonia, etc.

    Por otra parte, como preludio a su intensa producción como periodista, Gandhi alertaba
    a la opinión
    pública, desde el África del Sur hasta
    Inglaterra y la India, mediante la "Llamada a todos los ingleses" y el "derecho al voto de los
    indios", dos folletos repletos de hechos, cifras y argumentos
    escrupulosamente expuestos.

    En unos pocos meses bajo el peso de la
    responsabilidad, el futuro jefe de la India es
    revelaba como maestro de sus excepcionales dones: jurista tan
    sutil en el manejo de las leyes como
    consciente de la importancia de los hechos, orador de palabra
    clara, convincente(se acabó la timidez balbuciente de
    otros tiempos!), hábil en el manejo de los
    hombres, trabajador infatigable, eficaz en el presente al tiempo
    que preparaba el porvenir con un coraje que ninguna
    vejación disminuía. Desde un principio se atrajo el
    respeto. Sus
    mismos adversarios, los diarios locales, le rindieron homenaje
    alabando su moderación, imparcialidad y entrega
    desinteresada.

    ¡Qué lejos estaban sus primeros días
    en África del Sur!. El pequeño empleado de Abdulla
    se convirtió en un político influyente y en un
    abogado extraordinariamente capaz, a que las firmas importantes
    musulmanas le retribuyen ampliamente sus servicios.

    En Durban ya ganaba la considerable suma de 2.000 libras
    al año; en Johannesburg sus ganancias alcanzaron al
    más del triple. Siendo para el un resultado no esperado,
    pero por supuesto bien recibido.

    Es aquí cuando nace en su interior la idea de
    abocarse íntegramente a la vida espiritual, ya que
    él seguía percibiendo el racismo, la violencia,
    etc., por todas partes.

    Es así que, se cultiva de numerosos escritores
    como Blavatsky, Upanishad, Brahmana, Bhagavad Gîtâ,
    Tolstoi, Carlyle, las vida de Mahoma, Sócrates,
    el Coran, los Proverbios de Zaratustra. Consumandose más
    tarde en un teósofo eminente. Deseando convertirse en un
    político esforzado en hacerse santo.

    De aquí en adelante será el
    artífice de la independencia
    de la India que se propuso conseguir pacíficamente de Gran
    Bretaña, gracias a su formula "la no-violencia";
    sería arrestado y perseguido; será artífice
    del boicot a los productos
    importados de Gran Bretaña, huelga de
    hambre, etc.

    Enemigo de la división de castas; tuvo muchos
    atentados contra su integridad física, hasta que fue
    asesinado por un fanático, en Nueva Delhi, el 30 de enero
    de 1948.

    C.- América, nuestro Continente.

    Para hablar de los oradores de América,
    empezaremos por Norte América, pasando por centro
    América y dando por broche de oro
    Sudamérica, otorgando por exponente a un representante
    nuestro.
    Al hablar de E.E.U.U., no existe duda de nombrar a su gran
    exponente de todos los tiempos, de la historia norteamericana.
    Para mejor comprensión nos situaremos en los años
    1809, en el estado de
    Kentucky (en una población cerca a Hodgenville),
    correspondiente al año y lugar de nacimiento de este
    célebre personaje.

    Los primeros años de su niñez, estuvo
    inmerso en la vida del campo, ya que provenía de una
    familia que
    poseía como fuente de ingreso: la labranza.

    Este factor, fue fundamental en su preparación
    tanto física, psíquica como moral. Se
    cultivó de muchos dones, los cuales dio florecimiento,
    gracias a su gran apego a la lectura
    de libros.

    Alrededor de los doce años de edad, expuso su
    primer discurso, en una pequeña parcela, la cual atrajo a
    los transeúntes, a quienes cautivó con sus palabras
    colmadas de veracidad y énfasis, causando gran impacto en
    los escuchas, ya que en forma involuntaria dieron a relucir su
    aprecio y, comprensión al discurso, proporcionando
    aplausos, que en esos momentos era todavía
    exteriorización de sentimientos sinceros de un auditorio
    que encontró el entendimientos de sus cotidianas
    actividades, pero más que esto, fue el recibimiento a un
    nuevo estandarte de Norteamérica, que encontrará su
    realización años más tardes.

    Valga en esta oportunidad, hacer la aclaración,
    de que el contenido del discurso expuesto por el personaje en
    estudio, era una repetición de un texto que había
    leído en sus momentos de ocio, en donde se comentaba la
    ubicación fundamental del campesino en
    la sociedad; llegando a agradar en demasía a dicho lector,
    quién no dudo en hacerlo público,
    representándolo con palabras entendibles para su corta
    edad, con la cual no existió oyente alguno que no
    entendiera.
    Con el transcurrir del tiempo, fue creciendo en estatura y
    conocimiento.
    Acabados sus años de estudios básicos en su
    terruño, se decidió ingresar en la profesión
    de la abogacía. Aquella profesión que le
    otorgaría grandes satisfacciones, llegando a comprender la
    situación de los Estados, tanto negociables como políticas.

    Dolido por el maltrato, que recibían los esclavos
    negros, quienes eran considerados en una escala de valores
    reducidísima, inclusive llegando a confundirlos con
    animales.

    Tremendo fue el impacto recibido, más aún
    cuando se dio cuenta que también los campesinos, fueron
    reducidos a simples productores de la canasta familiar, sin
    ninguna intervención en los asuntos del Estado, ya que
    pocos eran los privilegiados en poder culminar sus estudios
    profesionales debido al desinterés de ofrecer cultura al
    campesino, y más aún que los textos de estudios en
    las escuelas rurales no eran los apropiados en su totalidad. Por
    esto es que se propuso fehacientemente destruir con esas vanas
    convicciones, que lo único que causaban era la
    desunión interna de cada Estado.

    Hasta aquí hemos comentado sobre las
    raíces del célebre personaje de los Estados
    Unidos.

    Es momento de dar su completa identidad, con
    motivo, que desde el momento de su egreso como Abogado en 1837,
    empieza su nombre a quedar gravado en el recuerdo, como
    aquél quien marcó una época en la historia
    universal, llegando a ser conocidos inclusive fuera de sus
    latitudes hasta hoy en día, como en esta oportunidad, lo
    hacemos nosotros.

    Es así, que Abraham Lincoln, posterior a su
    egreso profesional, comienza a dar cumplimiento a su promesa
    realizada en su fuero interno. Comienza a defender las causas
    antiesclavistas.
    Ganando, el reconocimiento por parte de los Estados Unidos, por
    su preparación tanto jurídica como formativa de su
    ser.

    En el año 1856, es adhiere al Partido
    Republicano. Constituyendo su elección la detonante de
    la guerra de
    Secesión, culminado durante el año 1863, con la
    abolición total de la esclavitud.
    Abraham Lincoln, fue conocido por todos los de su época,
    como un individuo
    sincero, sencillo, correcto y dotado de claridad en su
    expresión.

    Todos se preguntaban cual era la formula mágica,
    con la cual Lincoln convertía o producía un
    pequeño discurso en acción.
    Ciertamente, el poseía el don de la persuasión, es
    decir obtener acción por parte de su auditorio, así
    como lo consiguió, en los años de su juventud en
    aquel primer auditorio ameno constituidos por
    labradores.

    Aquella anécdota, era recordada por siempre por
    Lincoln. En algunos discursos él comentaba a su auditorio
    sus propias experiencias, junto con otras ajenas, nombrando
    primero al sujeto que recordaba en ese momento, para luego dar
    inicio al comentario del mismo. De esta manera él
    informaba, convencía e impresionaba, todo ello como
    consecuencia a las reales verdades y sinceras palabras que
    emergían de su interior, ya que él vivía el
    momento de su discurso como si fuese un pobre, esclavo, negro,
    campesino, o industrial, dependiendo las circunstancias en que se
    encontraba.

    Así nos lo demuestra, en su declaración:
    "Mi modo de comenzar un alegato y conseguir el triunfo, consiste,
    decía Lincoln, primeramente, en hallar un punto de
    coincidencia".
    Esto lo realizaba siempre, inclusive cuando iba a abordar el
    candente problema de la esclavitud.
    "El Espejo", nombre del periódico neutral, realizó
    una crónica a una de las charlas de Lincoln: "sus
    oponentes no podían estar en desacuerdo con ninguna de sus
    palabras. Desde allí comenzó a conducirlos, poco a
    poco, apartándose hasta dar la impresión de que
    habría logrado convertirlos a todos en sus
    partidarios".

    De esta manera Lincoln, al comenzar su discurso, no
    mencionaba o trazaba los desacuerdos de las partes, sino que
    buscaba la unidad entre ellas al fin que se deseaba alcanzar. Si
    sus discursos fueran a atacar y destruir, no tendría
    sentido el consenso al que deseaba llegar.

    Lincoln, ante los jurados, trataba de obtener decisiones
    favorables. En sus discursos políticos, trataba de obtener
    votos. Su propósito por consiguiente se dirigía a
    obtener acción.
    Antes de proseguir, se debe tener en cuenta que la existencia de
    Lincoln, como de cualquier otro, no fue un compendio de
    éxito por doquier.

    Lincoln, tuvo que saborear el fracaso, para conocerse
    más a sí mismo, porque gracias a ella,
    comenzó a comprender sus cualidades y el enfoque a la que
    debería dirigirlas.

    Como ejemplo, de caídas, recordemos uno de sus
    errores:

    "Dos años antes de ser elegido presidente,
    Lincoln preparó una conferencia sobre
    invenciones.

    Su propósito era entretener. A menos, ese
    había sido su objetivo, pero no tuvo mucho éxito en
    este sentido. En realidad su carrera como conferenciante
    entretenedor popular fue un fracaso".
    Pero en contrapartida, tuvo un éxito extraordinario en sus
    otras disertaciones; algunos de ellos han llegado a ser ejemplo
    clásico de exclusividad. ¿Por qué? En gran
    parte, porque en dichos ejemplos conocía perfectamente su
    objetivo, y sabía cómo llevarlo a cabo.

    Muchos oradores no logran coordinar sus
    propósitos con el de las personas que concurren a
    escucharlos. Se equivocan y se afligen profundamente.

    Al comprender esto Lincoln, se abocó más a
    los asuntos de dominio propio, a los cuales tenía
    pasión y sentía convencimiento por ellos ya que
    constituían el futuro de su Nación.
    Otras de las cualidades que poseía, era su uso frecuente
    de términos familiares y concisos que creaban
    imágenes.

    Como ejemplo recordemos a Hebert Spencer, en su famoso
    ensayo
    Filosofía del estilo, en donde nos exhorta al uso de
    imágenes de la siguiente manera:

    "Deberíamos siempre evitar (dice Spencer) una
    frase como esta. En la misma medida en que los usos y las
    costumbres y diversiones de un pueblo sean crueles y
    bárbaros serán severas las reglamentaciones de su
    código
    penal"

    Y en su lugar, deberíamos escribir:

    "En la misma medida en que los hombres gozan con la
    batalla, en las corridas de toros y los combates de gladiadores,
    castigarán los crimines con la horca, la hoguera y el
    tormento.
    Todas estas frases de mayor brillo, actualidad y
    comprensión son necesarias para que el auditorio no se
    torne aburrido y se retire a razón del uso excesivo de
    tecnicismos, que no hacen sino otra cosa que confundir y divagar
    en asuntos fuera de lugar muchas veces.
    Lincoln, utilizaba continuamente terminología
    visual.

    Cuando se aburría de ver llegar extensos y
    complicados expedientes a su despacho de la casa blanca, los
    rechazaba, no con una descolorida fraseología, sino con
    una pintoresca expresión que es imposible olvidar para un
    norteamericano lector: CUANDO envió a alguien a comprar
    caballo, no quiero que me diga cuántas crines tiene su
    cola; solo me interesan sus características
    esenciales".

    Definía y especificaba sus observaciones. Lincoln
    dibujaba cuadros mentales que se distinguían con tanta
    claridad y precisión, que sus discursos, eran
    comprensibles tanto para un letrado famoso como para un campesino
    que lo alcanzaba a escuchar.

    Concluiremos diciendo, que Lincoln, tuvo el
    reconocimiento de sus tiempos y de hoy en día, gracias a
    que supo dominar los detalles, con los cuales fue amoldando sus
    ideas a su gran finalidad colectiva, que nació en
    él, en virtud de las experiencias vividas, que fueron
    cimiento para su inquebrantable ayuda humanitaria.

    D.- Sudamérica.

    Hablaremos ahora de Sud América, en especial de
    nuestro país, Bolivia.
    Bolivia, tuvo exponentes de gran trascendencia, dentro de la
    oratoria militar, como el caso del Gral José
    Ballivián, quién es más conocido, por sus
    monumentales frases, Tomas Frías y su honestidad
    reflejadas en sus disertaciones y vida misma, y otros.

    En esta ocación debemos hablar de un
    célebre orador boliviano, a tal motivo, sabiendo conforme
    al historiador Mariano Baptista Gumucio, que la historia
    contemporánea de Bolivia, arranca de 1930 hasta nuestros
    días, sería preciso hablar de esa época.
    Pero nosotros abocándonos a la historia universal en donde
    la edad contemporánea abarca desde fines de siglo XVIII
    hasta nuestro días, es que nombraremos a un personajes que
    data de fines de 1800 e inicios de 1900, más aún
    debido a su renombrada capacidad de oratoria, que dicho personaje
    poseía, siendo ella reconocida por todos los historiadores
    bolivianos.

    Por tanto, estudiaremos a un Presidente nuestro, que
    talvez es poco recordado en nuestra memoria, pero a constituido unos de los
    valuarte de la oratoria política boliviana.
    Hablamos pues, de don Mariano Baptista Caserta, nacido en
    Cochabamba, en la hacienda Calchani, provincia Ayopaya, el 16 de
    Julio de 1832.

    Realizó sus estudios universitarios en la ciudad
    de Sucre, hasta graduarse como abogado; su talento y sus dones
    como orador lo distinguieron entre los jóvenes de su
    época.
    Desde su juventud en las filas del partido rojo, iba luchando
    contra el despotismo y combatiendo por el imperio de la legalidad, sin
    tregua ni descanso.

    Al margen de su tendencia política a la que
    pertenecía, nuestro interés es su gran fluidez oral
    que poseía, desde las actividades de su profesión
    fue renombrada su personalidad.

    Pero, será reconocido en la urbe pública
    mediante la política, en donde nos enseñan sus
    dones en los hechos realizados.

    Recordemos aquel congreso de 1883, en donde
    constituyó aquel evento en un campo en que se libraron los
    más rudos combates acerca de la definición de la
    política exterior de Bolivia.
    Mariano Baptista aún no siendo Presidente en esa
    oportunidad, realizó un informe en donde
    demostraba su conservadorismo, a tal motivo llegó a
    reputarse de traición a la patria el arreglo alcanzado con
    Chile. Dicho informe dio lugar a un debate que se
    ha hecho célebre.

    Ante un público excitado y enardecido, en el que
    abundaban elementos peruanos, Baptista defendió, con los
    recursos de su
    brillante dialéctica, la necesidad de hablar claro y de
    llamar la atención del país sobre sus verdaderas
    conveniencias.

    El examen de la cuestión, en la forma empleada
    por el gran orador, ante un pueblo hostil a su persona y a sus
    ideas, analizó los orígenes de la
    guerra del Pacífico y buscó en los
    razonamientos realistas la causa de los descalabros sufridos por
    la alianza.

    Demostró cómo Perú y Bolivia,
    naciones nacidas sobre las ruinas de la civilización
    incaica, de índole dulce y pacífica, habían
    tenido que luchar con los descendientes de los rudos y aguerridos
    araucanos; probó que la formación social de los dos
    países que, desde el periodo colonial, sólo se
    habrían preocupado de la explotación de la riqueza
    minera, sin esforzarse por crear fuentes
    permanentes de bienestar, nos les permitía enfrentarse con
    un pueblo que poseía un espíritu retemplado en la
    lucha diaria contra factores generalmente adversos a su economía;
    censuró la imprevisión de los hombres de estado que
    no supieron darse cuenta de que la tendencia expansiva de Chile
    obedecía a una ley natural y que era necesario buscar la
    manera de encauzar sus efectos, sin desmedro para la vida y
    seguridad de los
    vecinos; condenó la mala administración de los territorios
    ambicionados por Chile, que no permitió asimilarlos a la
    vida nacional; criticó la falta de orden y de dirección inteligente en la marcha del
    país, que no dio lugar a que el tratado de 1874, elaborado
    con la intención de orillar las dificultades y de sortear
    con prudencia los peligros, diera los frutos que se buscaron con
    él.

    Este era, según el abanderado del partido
    pacifista, el "criterio sintético de la situación
    histórica", que exigía a Bolivia limitarse a la
    política defensiva.

    La exposición del tribuno fue más que
    pieza parlamentaria, demostración de orden
    didáctico. Tuvo la suerte de conmover y de convencer, a
    pesar de la prevención que se le escuchaba y de las
    pasiones exaltadas de combatía. Y si bien Baptista estaba
    señalado como presunto candidato a la presidencia de la
    República, su triunfo fue tan completo que los propios
    adversarios no pudieron menos que admitir sus conclusiones. La
    magia de su palabra había calmado la excitación
    popular.

    Mariano Baptista Caserta, fue ganando prestigio, tanto
    por sus altas funciones a las
    que representaba, como ser diplomático que realizó
    misiones en la República de Argentina, Paraguay, como
    Ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Arce,
    realizó consideradas representación.

    Su fama de gran orador contribuía grandemente a
    consolidar su prestigio, en un país donde las galas
    verbales lo puede todo en la política.

    No tardo mucho tiempo en colocarle por parte de sus
    conversos y opositores el sobrenombre de "el mago", tanto por el
    poder seductor de sus palabras cuanto por su habilidad en el
    manejo de las artes políticas.

    A tal motivo no era fácil medirse en las
    elecciones con Baptista.

    La violencia desatada por Arce contra los parlamentarios
    del Partido Liberal, en las postrimerías se su gobierno,
    permitió que el Congreso reunido en Oruro, el 5 de agosto
    de 1892, eligiera a don Mariano Baptista como presidente
    constitucional de la República.

    El 10 de agosto de 1892 se produjo la transmisión
    de mando, una vez que el Congreso verificó los votos
    presidenciales. Aniceto Arce entregó las insignias de la
    alta investidura a don Mariano Baptista, mostrando así que
    por convenir sus intereses y a los del Partido Conservador
    imponía al país este gobernante.

    Vendría ha ser correspondientemente, uno de los
    cuatro gobiernos conservadores de la época, denominados
    esos años "la edad de la plata", por ser los presidentes
    potentados mineros, a excepción de Mariano Baptista, quien
    no guardaba relación con ellos. Por tener campos de
    acción totalmente distintos a los otros. Baptista era
    abogado, y tanto Gregorio Pacheco como Aniceto Arce, eran mineros
    y don Severo Fernández Alonso pese a no ser minero
    (abogado) sería impulsado por ellos.

    Es momento de dejar el relato de Mariano Baptista, ya
    que desde el momento de su investidura presidencial, mantiene sus
    dotes de orador, pero ellos aparentemente no encajan en la
    práctica del manejo de un Estado.

    Hay quienes afirman: Todos los historiadores coinciden
    en señalar que el periodo de gobierno de Baptista no hizo
    ningún aporte positivo en beneficio del país. Al
    orador de la palabra convincente le faltó sentido
    práctico para encarar los diversos problemas.
    Pero, antes de dar una crítica
    debemos remontarnos a los tiempos de conmoción en que
    Bolivia vivía en la post-guerra del
    Pacífico, ya que en esos momentos el país buscaba
    las riendas de la historia para poder equilibrar tanto su
    economía como sus problemas limítrofes que se
    agravaban más con el tiempo.

    Mariano Baptista, tuvo que luchar contra las
    adversidades, si bien no realizó actos de cuantiosa
    relevancia externa, exceptuando los acuerdos conseguidos que en
    algo benefició a Bolivia. No es de desmerecer los
    pequeños cimientos a los que se centró en edificar,
    como ser el impulso en el campo de la educación, las
    artes y el
    conocimiento, factores vitales de una República y
    más aún si sabemos que para alcanzar la
    armonía deseada de un país es absurdo pensar en
    conseguirlo en cuatro años de presidencia.

    Y la historia así lo demuestra, porque la
    enfermedad de Bolivia aún no estaba curada y las
    convulsiones no tardarían en llegar, llegando a
    exteriorizarse lo que se temía, la funesta Guerra con
    Paraguay, hecho que contribuyó en la limpieza de los ojos
    oscurecidos de Bolivia. A pensar más en su gente y buscar
    medidas de formación a todo nivel, que hoy en día
    no se ha concretizado enteramente, sin desmerecer algunos pasos
    realizados que ayudan a la mejor visualización de
    hoy.

    Evitando caer en la posición de crítica,
    la cual es muy cómoda para
    cualquiera.
    A tal motivo recordaremos aquellas composiciones realizada en
    1852, 1857, y 1872, por Mariano Baptista Caserta, extractadas de
    la biblioteca
    pedagógica:

    4. Clases de
    oratoria
    .

    Introducción.- En esta ocasión, hablaremos
    sobre las clases de oratoria, para dicho cometido, tendremos como
    base y fundamento de investigación la Enciclopedia
    Universal Europea Espada-Calpe, Diccionarios
    Juridicos de Manuel Ossorio, Cabanellas, y otros, los cuales
    serán nombrados en su momento.

    Oratoria Política.

    Por razón de la gran variedad de asuntos que
    comprende, es el genero que
    más transformaciones recibe según las
    épocas, el auditorio y las circunstancias, y por lo mismo
    la que goza de una mayor libertad de forma y la que menos puede
    sujetarse a reglas.

    En ningún otro género
    ofrece el discurso oratorio caracteres tan distintivos, porque
    las oraciones del púlpito se acercan ya más a las
    composiciones poéticas, como ya hemos apreciado en
    anteriores casos, como Roberspierre, Lincoln, y otros; mientras
    que la oratoria forense pertenece a las obras
    científicas.

    En los encarnizados combates de los partidos y en las
    graves cuestiones de cuya resolución dependen la dignidad o la
    vida de las naciones, es donde se manifiesta con más
    evidencia el carácter apasionado de la oratoria
    política, pues nunca es más difícil,
    variables e
    inconstante el público que en las asambleas
    políticas.

    La oratoria política exige conocimientos vastos y
    profundos, y más en los tiempos en que la
    ilustración y cultura se encuentran
    extendidas.

    Además de un perfecto estudio de las cuestiones
    de política general y conocimientos técnicos en las
    diversas y complicadas ramas de las ciencias
    administrativas, debe el orador político conocer a fondo
    la historia, el modo de ser y sentir del pueblo a que se dirige
    la palabra.

    La historia por tanto, cumple un factor determinante en
    la oratoria política, ya que el orador que fragüe
    planes para el porvenir, debe fundar su experiencia en la segura
    escuela de lo pasado.

    Preparación Del Discurso.

    En cuanto a su preparación, el discurso
    político difiere en muchos casos de todo otro linaje de
    discursos. No siempre es el mejor discurso político el que
    se prepara con mucho tiempo en la soledad del gabinete; pues
    sucede con frecuencia que donde lucen con mayor brillo las
    cualidades del orador es en las rectificaciones, o sea en los
    discurso que apenas han sido objeto de preparación,
    verdaderas improvisaciones en que se contesta y refutan las
    afirmaciones del contrario.

    Claro está, que nos referimos a la falta de
    preparación de forma, pues para conseguir el triunfo
    oratorio en una rectificación es preciso un profundo
    conocimiento del asunto y haber pasado horas enteras
    examinándolo desde todos los puntos de vista.

    Elocución.

    Varia mucho según el auditorio, pues
    tendrá que revestir formas templadas si se dirige a una
    asamblea de personas respetables, por ejemplo en el Senado;
    más necesitará mayor vehemencia y fogosidad si se
    trata de un tribuno que se dirige a masas populares.
    División de la oratoria política.

    La oratoria política puede dividirse a su vez en
    varios géneros:

    a) Oratoria Parlamentaria.- es decir los discursos que
    se pronuncian en las Cámaras para formar y discutir
    leyes, y censurar o defender
    la conducta de los
    gobernantes.

    b) Oratoria Popular.- Discursos dirigido al pueblo para
    formar o dirigir su conciencia
    política, ilustrándose acerca de sus derechos y
    encauzando sus voluntades para conseguir el completo
    reconocimiento de éstos; claro es que hablamos en el
    supuesto de tratarse de un orador honrado.

    c) Oratoria Periodística.-

    Esta oratoria, es agregada a esta especie, por parte de
    COLL y VEHÍ. Considerando la oratoria escrita, por adoptar
    muchos de los artículos de los periódicos formas
    completamente oratorias, sobre todo los artículos de fondo
    que solían y suelen caracterizar a parte de la prensa
    española.

    d) Oratoria Militar.- Discursos o arengas pronunciados
    por los generales o caudillos en momentos críticos para
    exaltar el ánimo de los soldados con palabras
    enérgicas, sin artificio alguno, y dejando que el
    corazón hable en lugar de los labios.
    Por tanto diremos, que tiene por objeto animar a las tropas
    enardecidas al combate o felicitarles por la victoria, o
    también instruirlas en algún asunto, e inclusive en
    ocasiones contener sus ímpetus y reprenderlas.

    Al respecto de pertenecer como especie de la Oratoria
    Política, existe muchas contradicciones, ya que se
    distinguen de aquellas, tanto por su finalidad, como porque las
    masas militares, a diferencia de los político-populares,
    está organizadas y dirigidas por la disciplina,
    cuya base es la obediencia y el respeto a los que
    mandan.

    Cualidades del orador.

    El orador militar debe reunir las cualidades especiales,
    además de las precisas al orador en general.
    Primero debe ser verdaderamente militar, es decir tener profunda
    y voluntaria inclinación a la carrera de las arma, y ser
    denodado, entendiendo por denuedo no la temeridad, sino el
    valor
    juicioso, la intrepidez serena e ilustrada, para inspirar
    confianza al soldado.
    Su principal estudio será la historia de la
    antigüedad y de su propio país, profundizando en la
    del arte de la guerra
    (si es que se puede llamar arte, lo concerniente a la guerra) y
    en la de los hechos militares: porque los nombres de los lugares
    célebres y de los héroes y el recuerdo de sus
    hazañas le proporcionarán imitaciones y
    comparaciones seductoras a las cuales puede hacerlas suyas, en su
    vida objetiva; pero de debiendo abusarse de estos recursos y
    menos de las citas.

    Finalmente, deberá conocer al soldado para
    apreciar sus cualidades y sus necesidades y defectos, que ha de
    tener muy en cuenta en sus discursos, y estará presto a
    dar ejemplo de paciencia en las fatigas, de constancia en las
    privaciones y poder así imponer silencio a las quejas y
    ahogar a las amenazas.

    Estilo Del Discurso.

    Como ya hemos dicho anteriormente, la elocuencia militar
    nace más del corazón que de la inteligencia,
    y así debe emplear la brevedad y huir de la severidad
    académica, usando frases cortas, pero impetuosas;
    lacónica, pero viva y animada.

    Cuando pregunte a los oyentes no les dejará
    tiempo para reflexionar, sino que les pondrá la
    alternativa del sí o del no anticipándose a veces a
    responder por ellos.

    Las preguntas y las admiraciones animan las arengas, y
    uno de los caracteres más salientes de ésta es el
    de multiplicar los imperativos y de dar a los verbos aire de imperio
    que arrastra las voluntades; pero es preciso que el orador se
    incluya a sí mismo, no aislando la acción de los
    soldados de la suya, sino dándole a conocer que
    compartirá con ellos los peligros, el combate, las fatigas
    o las privaciones; debiendo tenerse presente la sencillez del
    estilo es condición indispensable, y que en ocasiones una
    frase acaso gramaticalmente incorrecta, un giro vicioso pero
    felizmente original, a ofrecido efectos que no hubieran producido
    el más retórico y acabado de los
    periodos.

    En la oratoria militar se hace uso de imágenes
    extractadas de la naturaleza,
    con motivo de ejemplo, en mayor compresión a los oyentes,
    las cuales den una sensación de grandeza y que sea
    colosal.

    Pero al margen de esto, es predominante el uso de las
    pasiones, en especial aquellas que siendo honradas penetren las
    entrañas de los soldados, así podemos nombrar: el
    amor a la patria y la grandeza de esta, el sentimiento de honor,
    gloria, bravura, fuerza, y coraje, son algunos aspectos
    útiles para dicho orador, debiendo prestar cuidado a no
    caer en un chauvinismo recalcitrante.

    Aclarando a lo dicho anteriormente, diremos que la
    eficacia del
    uso de ciertos sentimientos dependerá de los tiempos o
    factores exógenos al cual se encuentre un país o un
    pueblo, es decir dependerá si se encuentran en tiempo de
    guerra o en tiempo de paz.
    a) En tiempo de Guerra, habrá de distinguirse si se habla
    antes de empezar una campaña o durante ésta, y en
    segundo caso si antes o después de una batalla, durante el
    sitio de una plaza y dentro o fuera de ella, o si el fin
    inmediato es reaccionar contra la indisciplina, el cansancio,
    etc.

    Antes de comenzar las operaciones,
    procede justificar ante las tropas la necesidad de estas y la
    justicia de la causa en pro de la cual ha de lucharse, haciendo
    resaltar las ofensas recibidas del enemigo, las proposiciones
    rechazadas por él, los tratados
    violados, las amenazas y la indignidad y deshonra que
    implicaría ceder ante todo ello.

    Comenzada las hostilidades y antes de una batalla debe
    procurarse inflamar el valor del soldado, este caso son de
    aplicación las palabras que aparecen en la Enciclopedia
    Militar que escribió en francés una sociedad de
    militares y literatos.

    Durante la acción la elocuencia militar se deja
    escuchar en medio del choque y el estruendo de las arma, ya
    reuniendo en una sola palabra batallones intimidados, ya
    conduciendo los escuadrones a la carga, ya exigiendo que un
    reducto se tome, ya mandando que , ya exigiendo que un reducto se
    tome, ya mandando que se refuerce una posición.

    En estas ocasiones el orador se contenta con una frase
    corta y enérgica, debiendo ser sus palabras tan
    rápidas como sus movimientos.

    Después de la acción, si la victoria a
    coronado los esfuerzo de las tropas, la elocuencia contará
    las banderas tomadas al enemigo, el botín que dejó
    en poder a los vencedores, el desastre que ha sufrido, las
    fatigas y peligros de los perdedores, la importancia de las
    posiciones tomadas, y las consecuencias de la
    victoria.

    Y si por el contrario, si no se obtuvo la victoria
    añorada, encontrará la causa de ello en un
    obstáculo imprevisto o buscará una excusa a la
    derrota y aún sacará partido de las faltas
    cometidas para exigir nuevas pruebas de
    denuedo, como pago de la deuda contraria.

    Para el orador militar debe tomar énfasis al tipo
    de ejército al cual tiene en sus manos o son dirigidas sus
    palabras; por tanto son útiles todas las recomendaciones
    frente a un ejército donde reine una emoción fuerte
    o extraordinaria, a razón de los momentos indignos que se
    vive. Mientras si el orados se encuentra frente a un ejercito
    mercenario, no tendrá ningún efecto sus palabras,
    es decir serán estériles sus aclaraciones y
    recomendaciones.

    Las arengas fueron útiles para alcanzar el efecto
    deseado, para esta clase de
    oradores, pero por la grandeza del grupo de
    ejércitos de hoy en día, es difícil hablar
    de ellos en su conjunto, como en aquellos días; pero a
    pesar de todo ello, algunos aún hacen uso de las
    arengas.

    En la antigüedad, fueron muy usadas, en especial
    por Julio Cesar, las cuales son muy famosas. Desde la
    invasión de los bárbaros, desapareció la
    costumbre de arengar a los ejércitos, aunque reviviese con
    Carlo Magno y otros, no fueron perennes en el tiempo.

    Por último la elocuencia militar se hacen
    manifiesta en muchas ocasiones en expresiones cortas y
    satisfactorias, más aún si están son
    inspiradas en el momento mismo de mayor peligro, las cuales son
    entremezcladas con el amor a la patria o a la gloria, que estos
    buscan. Constituyendo estas palabras memorables en la Historia;
    así tenemos las siguientes:
    — " ¡Soldats, songez que, du haut de ces Pyramides,
    quarante siècles vous contemplent !"

    ¡Soldados, recordad! ¡Que desde lo alto de esas
    pirámides cuarenta siglos contemplan vuestro valor!

    (Frase pronunciada por Napoleón
    Bonaparte el 19 de julio de 1798 ante su ejército
    vencidoi y desmoralizado, momentos antes de empezar la batalla de
    "Las Pirámides").

    — ¡¡ La sangre de Danton
    te ahoga!!.
    (Palabras de Garnier de l’Aube a
    Robespierre, en la memorable sesión de la
    Convención que derrocó a éste).

    — ¡¡ Soldados ese es el sol de
    Austerlitz
    !! (Napoleón, en la batalla de
    Moskowa).

    Oratoria Didáctica o Académica.-

    Este género, comprende los discursos encaminados
    a persuadir a los hombres de las verdades científicas,
    tiene su origen en la creciente necesidad de expansión y
    propagación que la ciencia
    moderna va experimentando, y abarca todos los asuntos puramente
    científicos o de algún modo relacionado con la
    ciencia, de donde se deduce cuan extenso y general es su objeto,
    puesto que en nuestros días apenas queda aspecto de la
    realidad que no sea estudiada por la ciencia.
    Navarro y Ledesma dice, que esto podría justificar el
    criterio de los que reputan como forma didáctica este
    género de oratoria; más para comprender la
    razón de nuestro concepto, basta
    fijarse en que el propósito del orador académico no
    es tanto enseñar o exponer teorías
    científicas como convencer o persuadir de la verdad de
    ésta al público, empleando para ello la forma de
    oratoria.

    El orador didáctico tiene que reunir cualidades
    especiales, pues no le basta un conocimiento completo de la
    cuestión sobre la que va hablar, es preciso que posea,
    además, lo que se llama talento expositivo, o facultad de
    hacer llano, agradable y accesible a todas las inteligencias lo
    que de por sí es abstracto y difícil.

    Los Discursos

    Entre las varias especies de discursos didácticos
    debemos señalar los que se llaman con toda propiedad
    discursos académicos, porque se leen o pronuncian en las
    Academias científicas y literarias.

    Los de Exposición Científica, en los
    cuales el orador ilustra a sus oyentes respecto de un punto por
    el investigado.

    Los de Vulgarización, destinados a exponer
    teorías o descubrimientos modernos, poniéndolo al
    alcance del público profano.

    Y los de Controversia o discursos de puntos opinables de
    olas nuevas investigaciones.

    Oratoria Forense.-

    Es la que tiene por objeto ilustrar la inteligencia y
    mover la voluntad de los jueces para decidir si un hecho se ha
    realizado o no, si una persona es o no culpable, si ha de
    aplicarse tal o cual regla jurídica o si ésta ha de
    interpretarse en uno u otro sentido.

    Esta finalidad especial de la oratoria forense requiere
    3 reglas especiales, primero las Cualidades del Orador, segundo
    la Materia del
    Discurso, y tercero el estilo.
    Todos ellos llevan conocido grandes valorizaciones, las cuales
    son reflejadas en el foro.
    Estos aspectos serán expuestos en los siguientes trabajos
    posteriores, dejando al siguiente (estudiante) en orden al tema
    de exposición la correlativa
    explicación.

    5. Guión Bibliográfico

    Dale Carnegie
    El Camino fácil para la eficacia. – Ed. Sudamericana.-
    Buenos Aires,
    Argentina, 1992.

    David p. Jordan
    Robespierre, El primer Revolucionario.- Ed. Vergara.- Buenos
    Aires, Argentina, 1986.
    Suzanne Lassier
    Gandhi y la no-violencia.- Ed. Paulinas.- ,
    España, 1978.
    Enrique Finot y Mariano Baptista
    Nueva Historia de
    Bolivia, Historia
    Contemporánea de
    Bolivia.- Ed. Gisbert.- La
    Paz, Bolivia, 1978.
    Gumucio. Segundo T. Maida R.
    Bolivia, Forjadores de la Historia.- Ed.
    América Ltda.-
    Santa Cruz, Bolivia, 1980.
    Biblioteca
    El Saber de un Pueblo.- Ed. Ministerio de Educación y
    Cultura.-
    Pedagógica.
    La Paz, Bolivia, 1990.
    Enciclopedia Europea Universal Espada-Calpe
    Tomo XL. Ed. Espada-Calpe. .
    Diccionario
    oceano.
    Ed. Oceano,. Sección "Frases Célebres".

    Barcelona
    .
    España. 1990

     

     

     

    Autor:

    Ciro Añez N.

    Santa Cruz – Bolivia.
    Categoría: Derecho.

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