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El pentecostalismo y la lucha social en América latina



    1. Surgimiento del Movimiento
      Pentecostal
    2. Ingreso del movimiento a
      América Latina
    3. Adhesión de los
      Movimientos Pentecostales a los lineamientos
      fundamentalistas
    4. Movimientos sociales de finales
      de los 60’s
    5. Tipologías
    6. Su
      liturgia
    7. Bibliografía

    Un hombre cuenta
    sus historias tantas veces

    que se convierten en nuestras
    historias.

    Ellas viven para siempre y en cierta
    forma,

    se vuelven inmortales

    Tim Burton. Big Fish

    Introducción

    La pentecostalidad como fruto de renovación del
    cristianismo
    moderno, avanza, se desarrolla, se transforma e infunde nuevos
    bríos a otros movimientos del cristianismo que se
    encontraban aletargados luego de varios siglos de minucias
    conceptuales que parecían volverse paulatinamente
    estériles.

    Corrientes espirituales de vieja data parecen florecer
    nuevamente ante estos nuevos vientos que se perciben al interior
    de la iglesia,
    primero como un movimiento
    subversivo y de protesta religiosa y cada vez más como un
    dinamizador de nuevos cambios de las viejas estructuras
    políticas de la fe cristiana. Estos
    movimientos que resurgen suelen venir acompañados por el
    desorden y la confusión propios de aquello que nos es
    nuevo aunque -paradójicamente- conocido. Se percibe la
    manifestación de estos nuevos modelos de
    religiosidad como aquello que, por medio de la memoria
    colectiva -depositada en la tradición- se presenta
    renovado. Las nuevas generaciones les da precisamente ese
    sentimiento de algo nuevo ya vivido anteriormente cuando entran
    en contacto con esta realidad.

    La confusión y lo nuevo conllevan siempre el
    fanatismo y el afincarse en posiciones diametralmente opuestas
    que en más de una ocasión terminan dañando
    el renuevo que empieza a nacer. Fue lo que sucedió al
    renacer del pietismo y de la reforma radical; así como
    también en el avivamiento del siglo XVIII con los hermanos
    Wesley y Withfield por un lado y la iglesia anglicana establecida
    por el otro; igualmente se pudo percibir estos angustiosos
    apasionamientos en el nacimiento del pentecostalismo en los
    brazos del movimiento de santidad. Insultos y vituperios salieron
    de ambos bandos para desacreditar a una y otra parte.

    El presente trabajo tiene
    como finalidad indicar ciertos lineamientos que permitan ver el
    carácter del pentecostalismo y su
    relación con los diversos movimientos sociales que surgen
    desde el primer cuarto del siglo XX y que se intensifican luego
    de la década de los sesenta.

    El movimiento pentecostal surge, al igual que estos
    movimientos sociales, a inicios de siglo, y es tan solo a partir
    de finales de la década de los sesenta que se hace sentir
    su presencia de manera fuerte, por medio del: 1) aporte
    teológico, 2) la presencia ecuménica y 3) una
    expansión explosiva que se manifiesta a lo largo del
    tercer mundo principalmente, y entre las clases marginales de la
    sociedad.

    Es pues nuestro afán, presentar ciertos elementos
    del movimiento que permitan encontrar las similitudes con los
    mencionados grupos.

    Es decir, el esfuerzo de este capítulo se
    centrará en demostrar que el pentecostalismo se engarza en
    esta repulsa contra la modernidad en el
    ámbito religioso, dando como resultado una nueva modalidad
    de religiosidad más acorde con las necesidades de la
    sociedad posmoderna.

    Partiremos desde una historia del movimiento
    pentecostal en Estados Unidos y
    su expansión a América
    Latina. Posteriormente, revisaremos algunos de los factores
    de las iglesias fundamentalistas que surgen en la segunda mitad
    de siglo y la alianza que se fragua entre ambos. Haremos un
    somero esbozo del desarrollo de
    los movimientos sociales a nivel mundial y su fuerte crecimiento
    a partir de la década de los sesenta.

    Estudiaremos el caso del movimiento pentecostal y los
    tipos de taxonomía
    en los que se ha intentado encasillar al movimiento pentecostal.
    Veremos, a partir de esto, que los movimientos pentecostales, por
    naturaleza,
    comparten ciertos lineamientos de los movimientos sociales en
    cuestión.

    Por último, veremos que las luchas sociales que
    se desarrollan en Europa y
    Norteamérica, necesariamente tendrían que cobrar un
    tinte religioso en América Latina donde la religiosidad
    popular impera por encima de cualquier secularismo.

    Surgimiento del
    movimiento pentecostal

    El avivamiento pentecostal se da ya a inicios del siglo
    XX en Los Ángeles.
    Sus raíces se remontan al movimiento de santidad con el
    cual guarda cierta continuidad y con las conferencias de Keswick.
    El movimiento se desarrolla como un medio de protesta ante el
    aburguesamiento de la iglesia metodista en Estados Unidos. Las
    clases bajas de la iglesia se sienten relegadas y su
    espiritualidad menospreciada por un acoplamiento a la cultura
    norteamericana. El movimiento pentecostal se desarrolla como un
    llevar hasta las últimas consecuencias las posturas
    teológicas del movimiento de santidad. En este sentido, el
    pentecostalismo inicia su recorrido como lucha social ya a
    inicios del siglo XX en Estados Unidos.

    Ingreso del
    movimiento a América Latina

    La inserción en América Latina, como ya ha
    quedado demostrado por una diversidad de estudios, se da, no por
    medio de las misiones norteamericanas, pues el movimiento
    pentecostal se desarrolla de manera desordenada en Estados Unidos
    en sus primeros años y no consigue una
    institucionalización lo suficientemente fuerte como para
    enviar y mantener misioneros a otros países. Quienes lo
    hacen, confían su provisión para la labor
    evangelizadora que pretenden realizar a la fe. En sí,
    todas estas misiones fracasaron, en cuanto a proclamación
    del mensaje en términos norteamericanos, aunque no en
    cuanto a la expansión del movimiento como "protesta
    religiosa".

    Bonino habla de las misiones norteamericanas como el
    "disparador" que genera el propio desarrollo del movimiento
    pentecostal en América Latina. Tan solo aportan los
    misioneros con el ejemplo y el arrojo al predicar.

    En América Latina, el pentecostalismo toma forma
    a partir del catolicismo popular: mezcla entre el catolicismo
    oficial y las tradiciones aborígenes o afro americanas en
    el caso del Brasil y las
    Antillas. Prien ve en los pueblos latinoamericanos una constante
    de inconformidad con la religiosidad católica y profundas
    raíces místicas entre sus pobladores. Es
    allí donde el movimiento pentecostal se enraíza,
    pues como dice Hollenweger, el pentecostalismo logra asumir al
    misticismo, si bien no intelectualmente, sí por medio de
    la intuición y la emoción.

    En lo referente a los estratos sociales, la
    inserción del movimiento pentecostal se da con mucha
    fuerza entre
    las capas más bajas de la sociedad, precisamente, los
    mismos que habían sido dominados por la magia y el
    misticismo. De igual modo que en Estados Unidos, el movimiento se
    desarrolla como una protesta contra la racionalidad religiosa
    propia de las clases media (protestantes históricos) y
    alta (iglesia católica). Es un movimiento de clase, es una
    protesta y una lucha social que pretende defender lo propio y lo
    más preciado del pueblo latinoamericano: su religiosidad
    con la emotividad que esta conlleva.

    Adhesión de los
    movimientos pentecostales a los lineamientos
    fundamentalistas

    El desarrollo posterior y el mayor impulso lo consiguen
    a partir de la década de los sesenta en conexión
    con el aumento de la fuerza de los movimientos fundamentalistas
    norteamericanos. El término "fundamentalismo" surge en los
    Estados Unidos, y se refiere a la exageración en el
    cuidado moral y al
    literalismo bíblico. Su afán es oponerse a la
    situación que las sociedades
    modernas empiezan a experimentar, respecto del progresivo
    abandono de los deberes y responsabilidades morales. En esto, de
    por sí el movimiento fundamentalista, tanto
    cristiano-norteamericano como islamita, son movimientos de
    protesta social. Surgen como rechazo ante la
    globalización generalizada que se avecina.

    El movimiento pentecostal se engarza en esta arremetida
    de los grupos cristianos conservadores de los Estados Unidos y
    asimila mucho de su pensamiento.
    No obstante, frente a la propuesta liberal, los pentecostales se
    manifiestan como ruptura y contrapropuesta de este
    parecer.

    Movimientos sociales
    de finales de los 60’s

    Los diversos movimientos sociales se consolidan a partir
    de la gran protesta estudiantil de 1968. Cuyos principales
    ideólogos fueron, Marcuse y toda la escuela de
    Franckfurt, Marx y quienes
    planteaban al sistema
    capitalista como generador de la mayor alienación del
    hombre en la Historia. Así también concebían
    al matrimonio
    entre un hombre y una mujer como un
    afirmar el dominio
    patriarcal que ha sometido a las mujeres y demás
    corrientes sexuales por generaciones.

    Estas diversas propuestas de pensamiento permiten que,
    asimismo un gran número de movimientos logren consolidarse
    y defender sus criterios. Así, por ejemplo, el movimiento
    feminista o el movimiento gay, se encuentran presentes a lo largo
    de la Historia, como lo señala Foucoult, no obstante, es
    en la década de los sesenta, que estos movimientos
    contestatarios logran fuerza, unidad y una articulación
    lógica
    capaz de defender su propuesta.

    En todo esto, encontramos un punto central que es la
    afirmación de las pequeñas identidades y
    tradiciones, más allá de la uniformidad cultural
    que se pretende imponer a toda la raza humana.

    En tal sentido, el pentecostalismo es un intento de
    afirmar la identidad
    religiosa de los pueblos marginales. Los movimientos
    pentecostales en su diversidad se deben a la multiplicidad
    religiosa y espiritual a la que pretenden representar. Así
    pues, movimientos, de lo más dispares, debido a su grito
    común, unen sus voces en un solo clamor por libertad
    interpretativa de los símbolos de su fe.

    Tipologías

    Al movimiento pentecostal, en cuanto movimiento
    religioso, se lo ha intentado tipificar de diversas formas, no
    obstante, cabe destacar la crítica
    que realiza Petersen a esta diversidad de taxonomías
    pretendidas. Estas se han desarrollado solamente a partir de el
    lugar de origen de las misiones, mientras el pretende desarrollar
    una taxonomía que parta del grado de indigenización
    de tales movimientos. Si bien es acertada esta propuesta, cabe
    señalar que es necesario, a su vez, identificar los
    movimientos desde los cuales cada iglesia parte, pues el
    movimiento se vuelve una protesta contra la iglesia de
    origen.

    En este sentido podemos percibir que en los movimientos
    pentecostales más que un intento de indigenización,
    como pretende Petersen, se da una adhesión (y posterior
    absorción de algunos adeptos) a movimientos contestatarios
    a la iglesia oficial: la católica. Así, por
    ejemplo, lo plantea Bastian respecto de los toba argentinos y de
    los chamulas mexicanos.

    Así, es comprensible la variedad de movimientos
    dentro del pentecostalismo y la dificultad que se tiene para
    agruparlos en una tipología aceptable. El pentecostalismo
    puede asumir igual al Yatiri como al Shamán andino y
    reconfigurarlo de acuerdo a ciertas pautas muy flexibles. Como
    señala Petersen, citando a Anderson, las creencias
    pentecostales "daban autorización para tener visiones,
    trances, sueños y arrebatos, para bailar y practicar
    diferentes rotaciones físicas, para gritar y cantar
    fuerte", para realizar largas oraciones y ayunos, así como
    también una gama de comportamientos creativos a modo de
    protesta simbólica contra el status quo.

    Queremos entonces ver en el movimiento pentecostal la
    protesta social contra una religiosidad burguesa y poco
    interesada por las necesidades de la religiosidad popular. Pienso
    pues que este es un tema que debería ser estudiado de
    manera más específica.

    SU
    LITURGIA

    Cabe destacar que el elemento en el cual se hace
    más evidente este tipo de caracterización del
    movimiento pentecostal es en el culto que realizan. A
    continución presentamos una breve descripción del mismo, partiendo de una
    premisa: El pentecostalismo es en esencia
    eucarístico.

    Lo eucarístico de la
    Pentecostalidad.

    Propio del movimiento pentecostal es la religiosidad
    popular, en la que nace y crece con fuerza, asumiendo los valores y
    significaciones simbólicas de la misma.

    Esta religiosidad popular acentúa con gran fuerza
    el elemento comunitario, parte de una realidad de pobreza que lo
    hace identificable con una teología de la cruz, y
    finalmente encontramos que entiende la adoración como un
    momento de celebración. Así pues, podemos encontrar
    varios elementos que se relacionan con el sentido
    eucarístico en la praxis
    pentecostal criolla.

    Lo comunitario (La comunión).

    Lo comunitario en tanto aspecto característico
    del pentecostalismo, enlaza con la comunión como parte
    central de la eucaristía.

    En la iglesia primitiva se percibe que la
    eucaristía como tal no tiene cabida, sino que las
    celebraciones se realizan en el seno de una comida común,
    alrededor de la cual se reúnen para compartir el pan "con
    alegría y sencillez de corazón".
    No existe culto propiamente dicho, tan solo la comunión de
    los hermanos para el convite escatológico. La posterior
    separación del convite eucarístico como elemento
    litúrgico, ajeno a la comida, se da debido a las
    confrontaciones de Pablo con la iglesia de Corintios.

    Por su parte, Agustín, varios siglos
    después, retoma la pauta de Pablo y se rehúsa a
    aceptar el carácter transubstancial de la cena. Él
    ve en el pan y en el vino, el cuerpo místico de Cristo y
    por lo tanto desea que se entienda el alimento y la bebida como
    comunión. No obstante, para su tiempo, ya la
    iglesia había sido subsumida en el pensamiento de la
    iglesia de Corintio.

    Es pues de notar que la comunidad
    primitiva participaba de lo divino partiendo de lo comunitario.
    Ahora, estos elementos son perceptibles en el pentecostalismo
    criollo lo cual da lugar al desarrollo de una eucaristía
    pentecostal.

    Esta celebración es una celebración de la
    comunidad y es también una celebración del
    vínculo que nos une ahora como familia de Dios.
    Es el mismo sentido que la religiosidad popular puede asumir en
    toda participación comunitaria de los alimentos, y
    más si se trata de una participación religiosa. En
    el compartir, en el seno de la comunidad, la religiosidad
    popular, ve el poder hacerse
    partícipe de la alegría general y por medio de ella
    también hacerse partícipes de la comunidad misma,
    con todo lo que esta manifiesta.

    Así pues, el carácter comunitario,
    presente en la eucaristía, así como también
    en la religiosidad pentecostal, nos permite ver ciertos rasgos
    fundamentales para la celebración de una eucaristía
    pentecostal.

    La ausencia de lo sagrado en el culto o la
    sacralización de la creación.

    Schweizer, analizando la forma del culto en el Nuevo
    Testamento, constata la ausencia de referencias que mencionen un
    culto como tal. Con dos escasa excepciones: Cuando Cristo es el
    sacerdote que propicia el culto, y cuando el culto es entendido
    como parte del diario vivir del creyente.

    Más allá de estas excepciones, se percibe
    que un lugar cúltico como tal, o un espacio en la vida, en
    el cual lo sagrado se hace manifiesto y que sea este lugar
    geográfico o temporal segregado o contrapuesto al mundo,
    es inexistente o "sucede escasas veces y con carácter
    espiritualizante". Por el contrario, se percibe todo como profano
    "o mejor, todo ha sido santificado por Dios".

    Este carácter "profano" de la eucaristía
    por medio de la santificación de toda la creación
    puede ser asumido por la cosmovisión del pentecostalismo
    criollo que han subsumido ante la religiosidad popular mezcla del
    catolicismo popular y de las religiones indígenas
    precolombinas. Así pues, es perceptible en los pueblos
    indígenas de la región andina con mucha fuerza el
    carácter sagrado de toda la creación, y
    fundamentalmente de la "Pachamama" (madre tierra). Como
    ejemplo, podemos percibir que todo conocimiento y
    toda ciencia que
    parta del indígena de los Andes, no lo hace en
    contraposición con la naturaleza, como sí sucede
    la ciencia de
    occidente. La ciencia indígena andina parte de la
    constatación de la integralidad de la creación y de
    saberse, el hombre,
    parte de esa integralidad.

    Este carácter sagrado de toda la creación
    aporta al carácter universal de la redención de
    Dios en Cristo, esto es: La redención de todas las cosas,
    lo cual es parte fundamental del sentido de la eucaristía,
    en tanto "acto sacramental que celebra la redención de
    todas las cosas".

    Lo mágico o el poder de la divinidad en los
    elementos.

    Partamos del intento por comprender la religión que hace
    Malinowksi. Este distingue entre Ciencia, Magia y
    Religión, la primera da soluciones a
    los problemas de
    la vida diaria. La segunda "sirve como un medio para vencer la
    frustración, ante el fracaso de los medio racionales". La
    religión, da solución a los problemas fundamentales
    del ser humano.

    Quizá la concepción de Malinowksi sea un
    tanto positivista respecto del cientismo, no obstante, nos sirve
    para diferenciar un aspecto primordial de la religiosidad
    popular: Su carácter escapista. La religiosidad popular,
    vive el mito y a
    partir de éste, vive lo mágico como parte integral
    de su espiritualidad. Este carácter mágico, le
    permite evadir el dolor propio de la realidad que debe vivir a
    diario.

    J. Moltmann, por su parte, dirá respecto del
    cristianismo: "nuestra escatología es una forma de escapar de la
    mundanalidad, realidad que implica dolor". El carácter
    escapista de la religiosidad popular, se da a través del
    sentido mágico. Si bien, puede darse apertura a la
    apropiación de elementos mágicos por parte de la
    comunidad, también se puede aportar con elementos
    mágicos desde la propia pastoral. Así pues, los
    elementos de la cena, que por tradición han conservado un
    cierto sentido mágico en la transubstanciación y en
    la consubstanciación, podrían ser adoptados como
    elementos de lo mágico. La confianza de la gente se
    deposita en los elementos que se presentan como catalizadores del
    dolor. Aquí encontramos el espacio para una
    eucaristía que es consuelo de un pueblo que
    sufre.

    Sacrificio.

    El manejo de un carácter mágico en la
    celebración eucarística, en conexión con la
    necesidad por parte del pueblo de catalizadores para su dolor,
    nos lleva inmediatamente a un elemento central, tanto de la
    eucaristía como del pentecostalismo: el
    sacrificio.

    El movimiento pentecostal parte como una lucha de
    reivindicación de las clases populares en lo referente a
    su religiosidad y al aspecto emocional de la misma. Las clases
    bajas no sienten que el marxismo o las
    comunidades eclesiales de base las representen, pues los primeros
    dicen representarlas, pero niegan su religiosidad como algo
    irracional e irrelevante en las luchas sociales, y las segundas,
    son un movimiento ideológico iniciado por la clase media y
    que, si bien permiten la libertad para la opinión de la
    gente, no permiten al pueblo la libertad de sentirse
    dueños de su culto. El pentecostalismo inicia y se
    desarrolla como movimiento de oposición a las clases media
    (iglesias históricas) y a la clase alta (iglesia
    católica).

    En cuanto tal, podemos decir que la religiosidad
    pentecostal es una religiosidad de clase y contraria a aquellas
    que se le pretende imponer "desde arriba".

    Ahora, en este sentido, el pentecostalismo representa
    las luchas y sufrimientos propios del pueblo latinoamericano
    empobrecido.

    La religiosidad pentecostal puede entonces identificarse
    con el sufrimiento del crucificado y esperar con él su
    resurrección. Puede identificarse con el pueblo israelita,
    esclavizado por el imperio romano.
    Puede identificarse con el nazareno, quien es un esclavo que
    habla a otros esclavos, es decir un Dios en la periferia del
    mundo hablando a los desterrados de la pax romana y
    dándoles su shalom.

    La teología de la cruz es propia de los
    movimientos pentecostales, si bien no ha encontrado la debida
    articulación teológica en vista de la distancia
    existente entre el pueblo pentecostal, de clase baja y sus
    intelectuales
    de clase media, desconocedores de su sufrimiento y más
    preocupados por la "domesticación" y supuesta
    "civilización" del movimiento que por la
    comprensión y debida articulación teológica
    de sus prácticas.

    La eucaristía, es un momento adecuado para
    recordar la identidad entre la lucha del crucificado y las luchas
    diarias del pueblo pentecostal, nunca olvidando que esta lucha se
    da, en el pueblo pentecostal, a un nivel espiritual las
    más de las veces, pues –y esto nunca debe
    olvidarse– es una lucha por la reivindicación de su
    religiosidad y de su emocionalidad, desarraigados por las otras
    formas de cristianismo. Es en definitiva un intento por sentirse
    vivos.

    1. Celebración.

    La gran ruptura que da el pentecostalismo y su gran
    aporte es devolver la festividad propia del culto. Fiesta y culto
    van de la mano en los pueblos primitivos, la unificación
    religiosa de occidente bajo la batuta cristiana se da a la sombra
    de una sacralización del elemento cúltico, que
    conlleva la ausencia absoluta de todo elemento festivo en el
    mismo. El pentecostalismo devuelve al culto el carácter
    festivo: el culto es celebración "porque la divinidad se
    ha acordado de nosotros y nos ha bendecido". Es acción
    de Gracias
    (
    por tanto la alegría indescriptible
    () por la obra de Dios en su pueblo
    ().

    Como habíamos visto, la iglesia primitiva
    sacraliza toda la tierra y
    des-abstrae al culto del mundo. En tal sentido, no puede quedar
    exento el elemento festivo en la eucaristía pentecostal,
    pues por encima de todas las cosas, la eucaristía es
    celebración.

    Los elementos presentados en este trabajo, desde los
    fundamentos históricos, teológicos y
    paxeológicos del movimiento pentecostal nos hacen
    constatar el evidente enlace entre su planteamiento básico
    y los movientos de protesta social que surgen a lo largo del
    siglo XX, pero principalmente en la segunda mitad del
    mismo.

    El pentecostalismo surge entonces como un protesta
    popular en el ámbito religioso, es decir como un medio de
    reapropiación del símbolo religioso,
    substraído por las iglesias de clase media y
    alta.

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    Trabajo realizado en el 2005

    Pablo Morales Arias

    Licenciado en Teología

    Quito – Ecuador

    Co-Pastor Iglesia Alianza Cristiana y
    Misionera Carcelén

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