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Crítica Literaria Finisecular. Tendencias ? Personalidades – Publicaciones (página 2)



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Durante el periodo que subsigue a la Paz del
Zanjón tuvo vida fecunda el periodismo, y
esta circunstancia favoreció el desarrollo del
ensayo, no
menos que el de la crítica
literaria.

En este periodo la crítica
finisecular descansa generalmente en el impresionismo.

No es casual, por supuesto, que estos períodos
finiseculares, convulsos y agónicos, pero a la vez feroces
para la cultura,
generan dos de los eventos
más importantes de la historia del país: la
forja de los primeros caracteres diferenciadores de una nacionalidad y
el nacimiento de una república cubana, oficialmente
independiente -aunque mediatizada por la intervencionista
Enmienda Platt.

La tendencia científico – naturalista y de
rechazo a la escolástica que domina la primera mitad del
siglo XIX cubano se reafirma aún en la segunda mitad con
el auge del positivismo,
que trajo aparejado importantes progresos sociales de orden
práctico y un renovado interés
por el estudio de las ciencias y las
bases científicas del conocimiento.

La crítica de poesía
en nuestra patria han estado
vinculadas a los avatares de la historia y la política y han
admitido los más variopintos papeles en tales juegos de
abalorios (a favor, en contra, para denunciar, para sugerir, para
esconder) ya sabemos de Heredia, Milanés, Luaces,
Fornaris, El Cucalambé, Acosta, Pedroso, Guillén,
Piñera, Escardó, Retamar, Padilla, César
López, Rodríguez Rivera, y más recientemente
Delfín Prats, Rodríguez Santana, Arcos,
Fernández Larrea, Damaris Calderón, Odette Alonso,
Ponte, García Montiel, Almanza, García Blanco,
Flores, Yamil Díaz, Omar Pérez, Camilo Venegas,
et.

Y una tercera dirección pudiera ser la indagación
estética, el pulsar en los resortes del
pensamiento
artístico (poético) a modo de propulsor para otros
pensamientos que pasan a segundo plano y se travisten en
subliminales sugerencias (el filosófico, el
teológico, el histórico, el político, sin
duda más cercanos a las dos tendencias anteriores); en
esta corriente podemos adscribir a la Avellaneda, Martí,
Casal, Boti, Poveda, Brull, Florit, Lezama, Baquero, César
López, Francisco de Oraá, Nogueras, Novás,
Escobar, Manzano, Almanza, Méndez, Reina María,
Sánchez Mejías, Ricardo Alberto Pérez, Omar
Pérez, y otros. En cuanto a lo formal -y sin olvidar que
no es otra cosa que la apariencia estilística de lo
conceptual, puedo deslindar con claridad otras tres tendencias
cuyo zigzag y continuo trenzarse con las conceptuales acaban por
redondear el panorama de la poesía
cubana contemporánea.

La mayor parte de la crítica cubana de
poesía nos ha hecho creer que la lucha
coloquialismo/hermetismo es el motor de la
misma, y si bien es cierto que la literatura es
agonística, también lo es que los polos en conflicto
rebasan el válido intento de legitimación de las opciones formales.
Luchan las opciones conceptuales, las corrientes de pensamiento,
los autores que las defienden y ejecutan artísticamente.
Y, nota curiosa, muchos de ellos suelen practicar una especie de
ruptura continua, de perenne superación entre un cuaderno
y otro, entre una etapa y la siguiente, de riesgo imparable
que asimila el romper con la corriente en boga y, si urge,
regresar a ella para romper con la otra y así hasta el
infinito.

Tales autores devienen integradores, cósmicos,
porque arramblan con todo y se valen de todo y son, para mi
gusto, los esenciales no solo dentro de la poesía cubana,
sino dentro de La Poesía.

En la critica literaria cubana hubo tendencia positivas
y negativas, lasa positivas inducían al fortalecimiento de
la nacionalidad
cubana y a la toma de conciencia de
nuestra realidad, en ese sentido la critica contribuyo a la lucha
por el progreso social cubano y al mismo tiempo
sirvió de instrumento esencial en el desarrollo de la
expresión de la literaria de nuestro
país.

Este fue un periodo de fecundo trabajo
intelectual y de confrontaciones entre autonomistas e
independentistas. Los oradores autonomistas pretendían
convencer al pueblo de que todavía España
podía ofrecer reformas, mientras los intelectuales
independentistas buscaban la manera de difundir sus
ideas.

La crítica fue notablemente cualitativa y
cuantitativa.

Algunos exponentes
de la Crítica Literaria.

En la crítica literaria cubana hubo tendencias
positivas y negativas y se divide en dos etapas:

1– Ricardo del Monte, Rafael Maria Merchan,
Manuel Sanguilì, Enrique José Varona, Rafael
Montoro y Enrique Piñeyro.

2– Manuel de la Cruz, Emilio Bobadilla,
Fraí Candil, Aurelio Mitjan, José de armas y
Cárdenas y José Martí.

José Martí Pérez.

Para los hombres del siglo XIX, para los
románticos de esa centuria, el teatro
tenía un protagonismo enorme. Y Martí es un
admirador del teatro durante toda su vida. Además, le
atribuye al teatro toda esa relación protagónica,
con la conformación de un discurso
nacional de la cultura, con la identificación de los valores
nacionales y culturales a través del teatro, que era una
tarea en que se esforzaron muchos escritores cubanos y americanos
a lo largo del siglo XIX.

Martí comienza a hacer su trabajo profesional en
México.
Ya, de hecho, es un profesional del periodismo.

Ya trabaja en una revista -la
Revista Universal-. Ahí vamos a encontrar crítica
literaria de muy altos quilates donde Martí está
manejando toda una serie de conceptos muy modernos que lo acercan
a la literatura finisecular, que lo van despegando de los
criterios ortodoxos románticos, y ya está hablando
en términos sinestésicos, por ejemplo, ya
está hablando de una poesía como la que
estaría haciendo Verlaine en Francia, o
sea, está hablando ya de la famosa transposición de
los sentidos
que hace de la poesía la abanderada del discurso literario
y, luego, va a marcar toda la poesía del siglo XX. O sea,
Martí está ya en posesión de esos recursos en su
etapa mexicana y va a hacer una crítica literaria -y una
promoción cultural- desde el momento en que
el cubano José White cruza por México para ofrecer
sus conciertos.

Del pensamiento revolucionario de José
Martí que recondujo a la
organización de la guerra
necesaria contra la metrópolis española pero
también contra el creciente poder
imperialista norteamericano, emerge su creación literaria
que patentiza su sentido militante del arte y la
literatura como se desprende de su excelente labor critica,
emancipada de todo colonialismo cultural.

Martí corta tajantemente con la caduca idea de la
dependencia cultural de nuestra América. Evidencia de profundo y arraigado
sentimiento americanista que lo lleva a subrayar todo elemento
positivo para nuestra cultura, para nuestros pueblos. No desecha
lo universal pero lo contempla similado a lo genuinamente propio.
Para el criticar es ejercer el criterio.

Emilio Bobadilla

La critica burlesca.

Al igual que Martí, no creía en la
doctrina del arte por el arte. Como militante de ideas
literarias, empleaba una forma periodística de combate en
la crítica, que con el tiempo fue afinándose un
tanto.

Valiéndose del seudónimo de Fray Candil,
de crítico burlón; y por su agresividad gano
rápido renombre con los artículos que publicaba en
los periódicos.

En Bobadilla parecía haberse estereotipado el
procedimiento
de juzgar un libro en
cuatro palabras, mientras mas zahirientes mejor.

Unos cuantos párrafos salteados son suficientes
para apreciar que en este trabajo Fray Candil, en vez de hacer
critica zumbona, se dedico a comentar seriamente la labor de
Varona, y a sostener precisamente todo lo contrario de lo que
dijo en Escaramuzas.

Piñeyro en la crítica.

Abundante fue su labor como crítico literario,
dispersa buena parte de ella en los periódicos que
dirigió, y en la Revista Cubana y Hojas Literarias con los
seudónimos de A. T. y P. Niño. Solo en parte
recogió su producción crítica en
volúmenes. En volumen
independiente dio a la estampa un ensayo
crítico y biográfico sobre otro poeta, Manuel
José Quintana.

Hay un libro de Piñeyro en el cual mejor que a
ningún otro se funden sus sobresalientes aptitudes de
crítico y de biógrafo: Vida y escritos de Juan
Clemente Zenea, contribución de altísimo valor para la
historia de las letras de Cuba.

Tanto en la critica como en los estudios
históricos, Piñeyro elude, por lo general, las
afirmaciones extremas, pero toma partido siempre entre dos
tendencias contrapuestas, y refuerza su modo de pensar con
razones categóricas, sin que deje de invocar, cuando el
caso lo merece, otras opiniones que le prestan mayor autoridad.
Expone su criterio con serenidad, sin exaltaciones.

Del Monte

En la escasa producción literaria de del Monte
hay que tener en cuenta otros trabajos que ponen de relieve su
variada cultura y su penetración critica: uno es su
homenaje (Mi deuda) a la memoria de
Julián del Casal, que nos da testimonio del afán
con que Del Monte estudiaba las nuevas tendencias literarias que
se abrían paso en aquel momento; otro, la extensa carta-prologo que
escribió para Noche trágica, deficiente boceto de
novela de
Arturo R. de Carricarte. Junto a estos escritos cabe colocar,
aunque ahí se atención se divide entre la literatura y la
política, el ensayo que
puso como prólogo a los discursos de
Rafael Montoro.

Morúa Delgado

Novelista y crítico.

La mayor actividad de Morúa Delgado en el campo
de las letras se desarrolla de 1890 a 1896. Además de sus
novelas, con
las cuales introduce el naturalismo en las letras cubanas,
Morúa sentó plaza de crítico en su folleto
acerca de las novelas del señor Villaverde, en el que
examina preferentemente los aspectos que considera negativos en
el más celebrado de los novelistas cubanos; y
también en dos trabajos que dio a conocer en la Revista
cubana.

Manuel De la cruz.

Poseía una imaginación desbordada un
estilo nervioso pleno de coloridos un modo estilístico que
lo describe a la corriente impresionista a la que también
se proyecto la breve
obra de Julián del Casal.

Ya sabemos de Heredia, Milanés, Luaces,
Fornaris, El Cucalambé, Acosta, Pedroso, Guillén,
Piñera, Escardó, Retamar, Padilla, César
López, Rodríguez Rivera, y más recientemente
Delfín Prats, Rodríguez Santana, Arcos,
Fernández Larrea, Damaris Calderón, Odette Alonso,
Ponte, García Montiel, Almanza, García Blanco,
Flores, Yamil Díaz, Omar Pérez, Camilo Venegas, La
Avellaneda, Casal, Boti, Poveda, Brull, Florit, Lezama, Baquero,
César López, Francisco de Oraá, Nogueras,
Novás, Escobar, Manzano, Almanza, Méndez, Reina
María, Sánchez Mejías, Ricardo Alberto
Pérez, Omar Pérez, y otros.

Algunas Publicaciones de la Crítica
Literaria.

La Habana Elegante

El 16 de agosto de 1891 se despide la revista de sus
lectores y se refunde con la revista La América,
bajo el rubro de La Habana Literaria, que puede
considerarse sucesora, por muchas de sus características,
de La Habana Elegante. Ésta reapareció,
continuando la numeración de la etapa anterior, el 8 de
enero de 1893.

Las composiciones literarias que aparecen en lo que
pudiera considerarse primera etapa de la revista, están
inscritas dentro de la línea estética del romanticismo.

Paulatinamente la revista fue encauzándose hacia
los terrenos literarios, tanto de la creación como de la
crítica. Al reaparecer la publicación en 1893, fue
el órgano de la corriente modernista y se convirtió
de lleno en una revista literaria, estimada no sólo en
Cuba, sino también en Centro y Sudamérica. Su papel
y sus grabados fueron de primera calidad; se
percibe una fuerte orientación francesa, que abarca desde
los artículos periodísticos hasta los propios
grabados. Cuentos,
poemas,
leyendas,
noveletas, artículos costumbristas, modas, noticias
culturales, crítica literaria, deportes, trabajos sobre artes
plásticas, historia, ciencias, crítica teatral y
musical, tuvieron cabida en sus páginas.

La Habana Literaria

(La Habana, 1891-1893). Revista quincenal ilustrada.
Surgida de la refundición de la proyectada revista La
América
y La Habana Elegante, comenzó a
salir el 15 de septiembre.

Aparecieron poemas, cuentos, críticas, trabajos
históricos, notas bibliográficas, artículos
sobre arte y noticias culturales. Entre los destacados escritores
cubanos que colaboraron en sus páginas, figuran
Julián del Casal, Enrique José Varona, Manuel
Sanguily, Antonio Zambrana, Raimundo Cabrera, Nicolás
Heredia, Martín Morúa Delgado, Aurelia Castillo de
González, Esteban Borrero Echeverría, Manuel de la
Cruz, Mercedes Matamoros, Pedro Santacilia, Rafael Montoro,
Enrique Fontanills, Pablo Hernández, José
María de Cárdenas y Rodríguez, Eusebio
Guiteras, Rafael María Merchán, Juana Borrero,
Julio Rosas (seud. de
Francisco Puig de la Puente), Alfredo Zayas -quien
escribía bajo el seudónimo El habanero-,
Antonio González Curquejo y Ramón
Meza. Aparecieron composiciones poéticas de Rubén
Darío, Manuel Gutiérrez Nájera y
otros.

Hojas Literarias

(La Habana, 1893-1894). Revista mensual.

Fue «redactada íntegramente» por
Manuel Sanguily, aunque en alguna ocasión dio cabida a
trabajos de Enrique Piñeyro.

En el número inicial Sanguily manifestaba las
ideas que lo guiarían para llevar a cabo su cometido, y
expresaba entre otras cosas que Lo único que ahora me es
dable asegurar, y puedo desde luego asegurarlo, es que
impresionista o no, procuraré con cuidado librarme
de la crítica de temperamento. Si mi admiración
puede llegar a ser grande, me abstendré en todo caso de
ofender y -mucho más- de injuriar a nadie, pues no concibo
que los hombres merezcan ni compasión ni ira por las ideas
que sustenten o profesen de buena fe. Aparecieron trabajos de
crítica literaria, tanto de obras editadas en Cuba como en
el extranjero. Pero como afirma Henríquez Ureña en
su obra antes señalada, … no era la crítica
literaria la que atraía la atención preferente de
Sanguily, pues su mayor interés se concentraba en aquellos
temas que tuvieran relación con el proceso
político de Cuba.

La agitación política de la isla en
vísperas de la guerra que estallaría en febrero de
1895, hizo que se suspendiera su publicación.

Los Pinos Nuevos (Martí)

La revista de cuba que tenía un
positivo valor intelectual.

La revista cubana (Enrique José
varona)

El fígaro.

La crítica literaria y estética en el
siglo XIX cubano (1968) según el propio

Vitier, lo verdaderamente creador de nuestro siglo XIX
fue siempre de signo

Independentista.

NO DEBE JUZGARSE CON EL SENTIMIENTO LAS
OBRAS LITERARIAS.

EL CRITICO DEBE VER Y DEDUCIR, DEBE
ANALIZAR, PRESUMIR EXPLICAR Y ADIVINAR DE LOS POETAS DE LA GUERRA
SU LITERATURA QUE NO ESTABA EN LO QUE ESCRIBÍA SINO EN LO
QUE HACIA.

José Martí

 

 

 

Autor:

Yaumara Esquivel Rodríguez

Harold González Medina

Partes: 1, 2
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