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La imagen clásica de Horacio Quiroga y su desarrollo en la crítica uruguaya (página 2)



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1. Alberto Zum
Felde y la imagen clásica de
Quiroga.

Alberto Zum Felde.

Nació en 1890. No tuvo carrera universitaria,
siendo toda su cultura
esencialmente autodidacta. A los dieciocho años,
pronunció en el acto del entierro del poeta Herrera y
Reissig un memorable discurso, que
fue una valerosa protesta contra el abandono en que la sociedad
había tenido al gran artífice de la Torre de los
Panoramas, culpando de ello a algunos de los presentes, a quienes
denominó "fariseos". Hacia 1920 arribó al campo de
la crítica
literaria, siendo en opinión de la poetiza Gabriela
Mistral una autoridad de
"maestro", llevando a cabo desde las columnas de la prensa una
revisión de los valores de
la producción nacional.

Hacia 1927, dictó un breve curso de conferencias
en la Facultad de Humanidades de La Plata (Argentina), a
solicitud de la Asociación de Estudiantes. Hacia el
período 1930-1931 realizó un viaje de estudios por
varios países de Europa,
comisionado por el Ministerio de Instrucción
Pública. En 1938 desarrolló en la Facultad de
Filosofía y Letras de Bs. As., un curso de conferencias
sobre literatura
uruguaya.

Entre sus obras de crítica
y ensayo
destacan, luego de una época de bohemia romántica y
de ensayos
juveniles en prosa y verso en diferentes revistas, los
volúmenes El Huanakauri (1918), Evolución
Histórica del Uruguay
(1920) y su célebre El
Proceso
Intelectual del Uruguay y
Crítica de su Literatura
(1930). Pose, además,
libros de
dramas: Alción (1935) y Aula Magna o la Sibila y
el Filósofo
(1938). Posee también algunos
textos dedicados exclusivamente al estudio de la obra de Quiroga,
como su conocido "Estudio preeliminar" (1945), que antecede al
libro Mas
allá
del escritor. Zum Felde murió en
1976.

De la gran cantidad de autores nacionales que se han
ocupado de estudiar los diferentes aspectos de la obra de
Horacio
Quiroga, Alberto Zum Felde ocupa, sin lugar a dudas, un lugar
muy especial. Para empezar, habría que decir que fue Zum
Felde el primer gran crítico de envergadura que tuvo la
obra de Quiroga, el primer escritor de destacada importancia y
autoridad que la señaló como objeto de culto y
quien la hizo entrar al conjunto de autores que conforman el
llamado "canon nacional". Sin embargo, la importancia de Zum
Felde en el desarrollo
posterior de la crítica de Quiroga fue mucho mayor que el
de la simple novedad.

En efecto, Zum Felde no solamente hizo entrar a Quiroga
en el canon nacional, sino que también, y esto es
decisivo, lo hizo entrar de una determinada manera,
presentó a los lectores de Quiroga una primera gran
"imagen" del
escritor. De hecho, si consideramos con cuidado cualquiera de los
textos de Zum Felde sobre Quiroga (que no son tan numerosos)
podremos advertir sin dificultad que en ellos se encuentran
perfectamente delimitados los parámetros básicos y
los hábitos elementales de la lectura de
Quiroga que, después de él, han de realizar casi
todos los críticos. Vale decir: que pareciera que Zum
Felde fue quien indicó cómo se debe leer a Quiroga,
de que forma debe posicionarse el crítico ante su obra,
que aspectos de ella debe considerar por sobre los otros y
cuales, también, debe desdeñar.

Si intentamos considerar con mayor atención cual es, precisamente, esta imagen
de Quiroga que Zum Felde hizo ingresar al canon nacional, veremos
que ella está gobernada por algunos principios
básicos. Para empezar, y esto será decisivo en
cualquier tipo de lectura
posterior sobre Quiroga, fue Zum Felde el primero que introdujo
en la lectura de la obra del escritor el viejo tópico de
vincularla con su vida, es decir, quien ensayó por primera
vez el lugar común de señalar que la obra de
Quiroga está estrechamente relacionada y casi dirigida por
su biografía, y que la biografía es
necesaria, justamente, para "explicar" y "comprender" aquella
obra. Pero además de este residuo de romanticismo,
perfectamente natural en un hombre de su
época, Zum Felde introdujo también en la
crítica de Quiroga un perfil muy particular de la persona del
escritor. En efecto, si leemos a Zum Felde, veremos que ya en sus
primeras formulaciones se encontraban algunos expedientes que la
crítica (sin señalar su origen) repite actualmente
hasta la saciedad, como por ejemplo, que Quiroga era un hombre
oscuro, huraño, casi misántropo y con una
particular mala estrella para las tragedias.

Sin embargo, en el desarrollo puntual de la lectura
crítica de la obra literaria de Horacio Quiroga,
Zum Felde realizó un aporte esencial: el de indicar por
vez primera los grandes problemas de
la lectura de Quiroga, es decir, las discusiones clásicas
en que ningún crítico que se precie de tal puede
dejar de intervenir. En términos generales, de la lectura
de los textos de Zum Felde sobre Quiroga, se desprende que
éste había encontrado tres grandes
problemas:

  1. Las familias literarias de Horacio Quiroga, es
    decir, sus precursores y herederos, por consanguinidad o
    filiación;
  2. Los temas y motivos más representativos
    de su obra; y, finalmente
  3. Los textos más importantes e
    ilustrativos de su producción.

Así, pues, las respuestas de Zum Felde a estas
tres grandes líneas de investigación, pueden considerarse los
pilares básicos en que se sostiene la imagen de Horacio
Quiroga que aquel hizo ingresar al canon nacional, y que fue el
inicio de la imagen clásica de Quiroga que ha
llegado hasta nuestros días. A continuación,
proponemos un repaso panorámico de las mismas.

  1. Como decíamos, Alberto Zum Felde fue el
    iniciador de una arraigada tradición entre los
    críticos uruguayos (y extranjeros) de la obra de
    Horacio Quiroga: la de haber puesto en un primer plano el
    problema de las influencias y herencias literarias de
    Horacio Quiroga, es decir, el haber intentado vincular su
    obra en el seno de una serie de familias y corrientes de la
    literatura.

    Según este crítico, los nombres
    más importantes de la
    familia literaria a la que pertenece Quiroga son los
    siguientes:

    a) Charles Baudelaire: En su volumen
    Proceso Intelectual del Uruguay, señala que,
    en sus primeros experimentos literarios, hacia la
    época del Consistorio del Gay Saber, Quiroga:
    "imitaba furiosamente a los maestros franceses de la hora",
    sobre todo a los decadentes, y en especial a Baudelaire, de
    quien habría casi copiado el estilo en ocasiones, y
    explica que ese juego
    era casi una impostura, puesto que en el fondo se trataba
    de estudiantes burgueses.

    b) Leopoldo Lugones: En el Proceso
    Intelectual
    , Zum Felde señala la influencia del
    escritor argentino, cuando al realizar una diatriba
    esencial contra el libro Los arrecifes de coral, -al
    que consideró "ingenuo en su crudeza decadentista"-
    escribió que "las influencias y aún las
    imitaciones son en él demasiado evidentes", y
    explica que esas influencias corresponden en parte a su
    conocimiento de Julio Herrera y Reissig,
    pero en gran medida, a sus lecturas de la obra de Leopoldo
    Lugones.

    c) Edgar A. Poe: Se trata, en
    opinión de Zum Felde, del antecedente literario
    más importante de la primera etapa literaria de
    Quiroga. En el "Estudio preliminar" a Más
    allá
    , señaló que, como cuentista,
    no fue ciertamente Maupssant quien lo atrajo ?con el
    objetivismo crítico de sus temas de la vida
    corriente-, sino Poe, con lo raro y sugestionante de sus
    concepciones imaginativas. Durante esta primera
    época, dice, Poe lo obsesiona, tal como el propio
    escritor lo ha declarado, y bajo su influencia da a
    escribir narraciones de carácter impresionante, en los que la
    fantasía dramática del autor opera con la
    anormalidad psíquica de los personajes. Asimismo, en
    el Proceso Intelectual traza un paralelismo entre la
    obra de Quiroga y la de Edgar. A. Poe, y dice que esta
    aproximación de Poe a Quiroga no es solo mera
    analogía, pues en su opinión "Poe y Quiroga
    están ligados por línea
    genealógica".

    Esto se ve, dice Zum Felde, por dos motivos. Por
    una parte, hay las propias manifestaciones del escritor
    latinoamericano sobre la influencia que en él ha
    ejercido la obra de su colega norteamericano. Por otra
    parte, explica que el paralelismo puede extraerse a partir
    del clima
    general de las primeras composiciones de Quiroga,
    "narraciones de carácter impresionante;
    fantasía patética; anormalidad
    psíquica de los personajes; sensación de vago
    terror alucinante". Finalmente, esta filiación
    literaria de Quiroga es referida por Zum Felde en el
    Índice crítico de la literatura
    hispanoamericana, dónde explica que aunque Hoffman
    fuera el iniciador del género fantástico, no es de
    él que proviene Quiroga, sino de su segundo
    universal re-creador, el Poe de las Historias
    extraordinarias
    . De Poe dice, parten, en efecto, dos
    corrientes distintas: la puramente fantástica o
    mágica y la de misterio policial. Quiroga procede de
    la primera de esas formas, no teniendo trato alguno con la
    segunda. Sin embargo, es también en éstas
    líneas que Zum Felde traza por primera vez las
    diferencias entre Quiroga y Poe: Poe, dice, era
    romántico; Quiroga, en cambio,
    un realista, pues se aparta de lo imaginativo
    extraordinario para ahondar en lo ordinario de la vida
    cotidiana ?desde sus cuentos
    bonaerenses hasta los misioneros-, lo exteriormente vulgar.
    Busca, pues, lo extraordinario en lo ordinario, lo
    misterioso en lo corriente.

    d) Darío (y el modernismo literario): En el "Estudio
    preliminar" a Más allá y otros
    cuentos
    , Zum Felde indicó que, en sus primeros
    ejercicios literarios, Quiroga empezó siendo
    "decadente", pues su formación intelectual entronca
    en el movimiento simbolista fin-de-siglo cuya
    promoción platense iniciara
    Darío. Así, explicó, Los arrecifes
    de coral
    fue el primer libro de versos simbolistas que
    apareció en el Uruguay, y el segundo en el Plata, si
    tenemos en cuenta que sólo es anterior Prosas
    Profanas
    , de Darío, aparecido en Bs. As. Hacia
    1897.

    e) Rudyard Kipling: Zum Felde fue acaso el
    primero en referirse a las relaciones entre Horacio Quiroga
    y el escritor inglés. Sin embargo, fue tajante al
    señalar que esta influencia literaria de Quiroga no
    debía magnificarse. Así, en el
    Índice crítico de la Literatura
    Hispanoamericana
    , señaló acerca de la
    corriente identificación entre Quiroga y el Kipling
    de -sobre todo- Libro de las Tierras Vírgenes, que:
    "la similitud de ambos autores es sólo aparente y no
    pasa de lo superficial. Ambos pintan la vida de la jungla,
    pero con espíritu y procedimientos distintos". Kipling, dice, da
    solo un trasunto pictórico y poético de
    aquella vida, con apenas ciertos toques épicos, lo
    cual en cierto modo lo hermana con Rivera, en La
    Vorágine
    . En Quiroga, en cambio, el plano no es
    el de la realidad objetiva, sino el de la vida oculta que
    está dentro de todo eso, y a través de lo
    cual está visto y trasuntado lo natural, lo
    geográfico y humano del territorio.

  2. Quiroga y la tradición literaria
    según Zum Felde.

    Corresponde también a Zum Felde el haber
    iniciado la discusión crítica acerca de los
    temas más característicos y representativos
    de la obra de Quiroga. Según Zum Felde, los grandes
    temas de la obra de Quiroga son los que siguen:

    a) El realismo: En el "Estudio
    preliminar" a Más allá, Zum Felde
    señaló que, pese a sus inicios
    predominantemente fantásticos, aprendidos en Poe,
    Quiroga, a medida que avanza en años y en madurez
    mental, va desplazando su centro operante de la
    fantasía pura a la realidad concreta, más no
    desvirtuando aquella cualidad dominante, sino
    transformándola, acercándola más a lo
    objetivo
    cotidiano, hasta meterla dentro de ella. De manera, dicve,
    que si sus primeros relatos son quizás materia
    de pura imaginación, los posteriores están
    hechos de observación y de
    experiencia.

    Asimismo, en el Proceso Intelectual del
    Uruguay
    , explica que hay en Quiroga una
    representación vívida y colorida de la
    realidad. Sin embargo, explica que su obra también
    se abre paso "en el camino hacia lo desconocido y
    maravilloso", pero que esto no debe comprenderse como
    "fantástico strictu sensu", sino que lo
    "raro", lo "extraordinario" y lo "misterioso" se dan
    siempre dentro de lo real cotidiano.

    Esta última afirmación es repetida
    por Zum Felde en el Índice crítico de la
    Literatura Hispanoamericana
    , dónde
    señaló que: "Hasta su aparición, y
    aún hasta después de su muerte,
    en 1937, el tipo de cuento
    de Quiroga es absolutamente excepcional en la literatura
    americana, siendo de observar, al margen de ello, que el
    carácter <fantástico> de casi todos, no
    impide su temática americana. Nadie podía dar
    mejor lo característico del ambiente
    natural y humano de esa región selvática, de
    esa entraña territorial del Continente, como
    él lo da en sus relatos".

    b) El agonismo: En Proceso Intelectual
    del Uruguay
    , explica que este motivo se da sobre todo
    en los cuentos de selva, en que la lucha se presenta
    básicamente en dos frentes. Primero, la lucha del
    hombre contra las fuerzas de la naturaleza. Segundo, la lucha del hombre
    contra la rivalidad de sus instintos.

    c) El horror: En el Proceso intelectual del
    Uruguay explica que, si bien este tema ya estaba instalado
    desde las composiciones juveniles del escritor, logra su
    madurez únicamente en los relatos que tienen como
    escenario la selva misionera.

    d) Lo raro y extraño: En el "Estudio
    preliminar" a Más allá, Zum Felde
    escribió que el amor
    a los temas extraordinarios, la atracción que sobre
    él ejercieron los fenómenos misteriosos o
    anormales de la naturaleza y la psicología, es el rasgo determinante
    del temperamento literario de Quiroga, desde sus primeros
    relatos de El crimen del Otro, hasta los
    últimos de Más allá, afinidad que, en
    su opinión, se debe a sus lecturas de Poe.
    También señaló allí que lo raro
    y lo extraordinario, sigue siendo la nota fundamental en
    El salvaje y Anaconda, como lo fuera en El
    crimen del Otro
    y en Cuentos de amor de
    locura y de muerte,
    pues su visión alucinatoria
    se ha apoderado de los rasgos sugestivos que ofrece esa
    realidad bárbara, transformándolo en los
    motivos extraños de sus creaciones.

    e) La locura: En su "Estudio preliminar" a
    Más allá, escribió que nadie
    como Quiroga ha tratado con más precisión y
    con más arte lo
    anormal en psicología, los fenómenos de los
    nervios, ese mundo complejo y oscuro de la
    psiquiatría, lindante con las cárceles y con
    los manicomios.

    f) Lo fantástico: En los
    párrafos correspondientes a Horacio Quiroga del
    libro Índice crítico de la Literatura
    Hispanoamericana
    , Zum Felde afirmó que modalidad
    de caracteres y filiaciones distintas a las principales
    entre los autores de la narrativa hispanoamericana: la
    realista, la psicológica y la esteticista, es la que
    inaugura Horacio Quiroga hacia el primer lustro del siglo
    XX con El crimen del Otro, Los perseguidos y
    otros tantos relatos. Explica que se ha dado en llamar
    "fantástico" a este tipo de cuentos, tal vez por
    marca de
    su presunto origen en Hoffman, que así llamaba a los
    suyos, pero señala también que esto es
    incorrecto y que quizás fuera más exacto, en
    el caso de los cuentos de Quiroga, llamarlos
    "mágicos", puesto que en ellos si bien la
    fantasía es su agente, ella opera siempre en el
    plano del misterio, más allá de las leyes
    naturales, dejando entrever una ultrarrealidad, una cuarta
    dimensión, mundo de fuerzas y fenómenos
    maravillosos.

  3. Los grandes temas de Quiroga según Zum
    Felde.
  4. Los mejores textos de Quiroga según Zum
    Felde.

Finalmente, Zum Felde ha llevado también adelante
una primera gran canonización de los textos de
Quiroga.

Para empezar, Zum Felde es el primero en señalar
que el mejor Quiroga no debe buscarse en los versos, sino en la
prosa. Así, por ejemplo, en el "Estudio preliminar" a
Más allá, escribió, a
propósito de los versos de Los arrecifes de coral,
que aún cuando e perciba en ellos la presencia de un
espíritu aristocrático, cuyo horror a la vulgaridad
es la mejor promesa de la obra futura, aquella "aventurilla
lírica" y "pecado juvenil lleno de gracia" de Quiroga no
ha de ser cargado a la cuenta de su obra, pues su obra verdadera
empezó después, hecha de recia prosa. Su talento
predestinado, dice, no encalló en esos "arrecifes", y que
su verdadero camino se inicia en Bs. As., cuando abordó el
cuento.

Igualmente, en el Proceso Intelectual del
Uruguay
, explicó que por sobre todos los demás,
hay que rescatar de la obra de Quiroga los relatos de
prosa
, pues los versos del escritor, como por ejemplo los
contenidos en Los arrecifes de coral, gozan de una muy
mala crítica, si bien es también cierto que hay en
ellos algunos "chispazos" y "relampagueos" de "ese talento
original y profundo del que habría de ser, después,
el máximo cuentista rioplatense". Consecuentemente con
estas afirmaciones, en el Índice crítico de la
Literatura Hispanoamericana
, incluyó los comentario
sobre la vida y la obra de Horacio Quiroga en el volumen dedicado
a "La narrativa".

Además, de entre el corpus de relatos de prosa,
Zum Felde propone una nueva selección
de textos: al privilegiar el valor de sus
cuentos de ambiente misionero, juicio que repite en varios
pasajes de su producción.

Así, en el "Estudio preliminar" a Más
allá, señaló: "… a nuestro sentir, es en
sus relatos misioneros donde su originalidad y su maestría
han culminado […] Todo ?o casi todo- lo que ha escrito Quiroga,
es fuertemente interesante; pero es la vida salvaje de las
Misiones lo que le ha dado la materia más viva, y tal vez
la más perdurable de su arte". Igualmente, en el
Proceso Intelectual del Uruguay, escribió: "No hay
duda ?escribe- que dónde su genialidad encontró sus
manifestaciones más originales y de mayor categoría
fue en los relatos de ambiente misionero. Toda su obra es
fuertemente interesante y sin desperdicio, porque Quiroga es un
maestro del cuento, cuyo arte domina como nadie en América; pero logra su culminación
en los relatos de El Salvaje, de Anaconda y de
otros libros de motivo selvático".

Este juicio lo repite, también, en el
Índice crítico de la Literatura
Hispanoamericana
, donde escribe, luego de referirse a sus
fallidos inicios modernistas y decadentistas, que es en sus
libros posteriores, como El salvaje, Cuentos de la
selva
, o El desierto (de 1920 a 1936) donde su arte
llega a la plenitud de su propia virtualidad: "Toda su obra de
cuentista?dice- es valiosa y casi sin desperdicio, pues nada
escribió en que no dejara impresa la huella de su garra.
El tema misionero le proporciona, sin embargo, sus más
notables páginas, nutriéndole de la materia virgen
del territorio".

2. Horacio
Quiroga según Emir Rodríguez
Monegal.

Emir Rodríguez Monegal.

Crítico y ensayista uruguayo, nacido hacia 1921.
De joven colaboró en la página literaria de la
revista
Marcha, y en el período comprendido entre 1949 y
1955, la dirigió. Supo también colaborar en una
gran cantidad de medios del
Río de la Plata, como Clínamen y El
País de Montevideo, y Sur y
Ficción, de Buenos Aires,
así como también en otras de muchos países.
Su oposición a la Revolución
Cubana y la dirección de la publicación
Mundo Nuevo, entre 1966 y 1968, lo alejan de
Marcha y, progresivamente, del campo intelectual uruguayo.
Hacia 1968 trabaja en el Departamento de Literatura
Latinoamericana de la Universidad de
Yale, en Estados
Unidos.

Su bibliografía es abundante. Su obra
Borges: a Literary Biography (1978), ha sido una de las
que permitió descubrir en los ámbitos
académicos la tarea del luego célebre escritor
argentino. Otros trabajos importantes son: El juicio de los
parricidas: la nueva generación argentina y sus
maestros
(1956) y El boom de la novela
latinoamericana
(1972). Publicó también
trabajos sobre Eduardo Acevedo Díaz, Pablo Neruda y
Andrés
Bello. Abundante es también su bibliografía
sobre Horacio Quiroga: Objetividad de Horacio Quiroga
(1950); "Prólogo" a Diario de viaje a París
(1950); Cincuentenario de "Los arrecifes de
coral"
(1951); Horacio Quiroga: una perspectiva
(1957); Las raíces de Horacio Quiroga (1961);
Narradores de esta América (1961); La
retórica de Quiroga
(1966); Horacio Quiroga,
ficción y realidad. A propósito de "Historia de un amor
turbio"
(1967); Una historia perversa ["Los
perseguidos"]
(1967); Genio y figura de Horacio
Quiroga
(1967); El desterrado. Vida y obra de Horacio
Quiroga
(1968). Emir Rodríguez Monegal murió en
New Haven, en 1985.

Sin lugar a dudas, Emir Rodríguez Mongal ocupa un
lugar muy destacado entre los críticos de Horacio Quiroga,
y esto por varias razones. Primero que todo, corresponde
señalar que, luego de la época de influencia de la
obra de Zum Felde, Monegal fue, precisamente, el otro gran
crítico de autoridad que se refirió a la obra de
Quiroga como un objeto artístico de especial envergadura,
y en este sentido, puede decirse que fue un colaborador decisivo
en ese proyecto iniciado
por Zum Felde de ubicar explícitamente a Horacio Quiroga
como uno de los autores más importantes del canon
nacional. Pero también la obra de crítica de
Monegal sobre Quiroga es interesante por otra razón que la
diferencia claramente de la obra de Zum Felde: Monegal fue, en
efecto, acaso el primer crítico uruguayo que
intentó conscientemente identificarse como un
crítico de Quiroga, vale decir, el primero que
trató de consolidarse como un experto y una autoridad en
materias quiroguianas, dedicando una gran cantidad de textos
enteramente consagrados a estudiar diferentes aspectos de la
producción del escritor (esto, como decíamos, no
ocurrió con Zum Felde, quien si bien fue en su
época una autoridad crítica sobre la obra de
Quiroga, esta obra no fue sino un objeto artístico
más dentro de los tantos que ocuparon su atención).
Por último, y además de todo esto, la obra de
Monegal sobre Quiroga puede considerarse de suma importancia por
su abundancia. En efecto, pues acaso ningún otro
crítico uruguayo haya dado a la imprenta
tantos textos sobre Quiroga, al punto de que conocerlos a todos
es, al día de hoy, tarea todavía bastante
complicada.

Si nos detenemos con mayor cuidado en la lectura de
Horacio Quiroga llevada adelante por Monegal, podremos comprobar
que ella también, al igual que la de Zum Felde, puede
describirse a través de algunos principios básicos.
Acaso uno de los elementos más destacado de la
crítica de Monegal sobre el escritor se deba a la especial
atención que puso en los aspectos biográficos de su
obra, no solamente al señalar (al igual que Zum Felde) que
su conocimiento resulta decisivo al momento de "comprenderla" y
"explicarla", sino también por haber intentado poner al
descubierto una gran cantidad de aspectos de la vida del escritor
que, hasta entonces, eran poco menos que desconocidos.
Además, la obra crítica de Monegal puede
caracterizarse por una expresa voluntad de discutir en
profundidad varios ejes temáticos presentes en los textos
de Quiroga que también hasta entonces habían sido
muy inusualmente señalados por los críticos, siendo
en varios aspectos un verdadero innovador.

Sin embargo, y en honor a la verdad, hemos de decir que,
en lo que concierne específicamente a la lectura de la
obra literaria de Quiroga, la crítica de Monegal no
presenta grandes novedades. A decir verdad, y si bien es cierto
que, como decíamos, la obra de Monegal es rica en
innovaciones temáticas (como veremos), en cambio se puede
apreciar que, en términos generales, ella posee grandes
puntos de contacto con la lectura que antes de él ya
habían realizado algunos otros críticos. En efecto,
pues, si comparamos la crítica de Monegal sobre la obra de
Horacio Quiroga con aquella llevada a cabo, por ejemplo, por
Alberto Zum Felde, podremos apreciar que entre ellas insisten
algunos consensos principales.

De hecho, y al igual que pensaba Zum Felde, Monegal, en
el conjunto de textos que conforman su crítica de la obra
de Quiroga, ha indicado claramente tres grandes líneas de
estudio de esta: 1) las influencias literarias; 2) los temas
más representativos y característicos; y 3) los
mejores textos.

De este modo, pues, las respuestas de Rodríguez
Monegal a estas tres grandes líneas de estudio, pueden
considerarse, al igual que las de Zum Felde, pilares decisivos en
que se sostiene la imagen de Horacio Quiroga que ha pasado a
ingresar al canon nacional, y por tanto, otro gran antecedente de
la imagen clásica de Quiroga que ha llegado hasta
nuestros días. A continuación, proponemos un repaso
panorámico de estas opiniones:

2.1. Quiroga y la tradición literaria
según Rodríguez Monegal.

Rodríguez Monegal fue un heredero de la
tradición, iniciada por Zum Felde, de señalar las
influencias literarias presentes en los textos de Quiroga, aunque
en este punto, fue un poco más exhaustivo que aquel.
Según Monegal, las referencias literarias más
importantes de Horacio Quiroga han sido:

a) Leopoldo Lugones: En su obra Objetividad de
Horacio Quiroga
, Rodríguez Monegal explica que aquello
que, en el contexto de la obra, había identificado como la
"subjetividad" de Horacio Quiroga ?fórmula que en
términos generales quiere significar una especie de
compromiso afectivo entre el narrador y lo narrado, y que se
opone a aquello que más adelante denominaría la
"objetividad", es decir, la indiferencia manifiesta del narrador
hacia aquellas cosas que está contando-,
característica dominante en las composiciones juveniles
del escritor, había sido seguramente aprendido de muchos
maestros, pero por sobre todos, de Lugones.

También, explica que en las composiciones de
Quiroga incluidas en La Revista del Salto, puede
apreciarse una fortísima influencia de la obra del
escritor argentino Leopoldo Lugones, incluso dice que Quiroga lo
"imita desaforadamente". Acerca de las primeras composiciones del
cuaderno, que incluye transcripciones en prosa y verso de otros
autores, señala Monegal que, además de las de
Bécquer o de sus epígonos; de Balart o del padre
Luis Coloma, hay una pieza que revela por sobre todas el
índice de sus preferencias literarias: una
trascripción de puño y letra de la Oda a la
desnudez
, de Leopoldo Lugones, que precipitaría una
evolución hacia el modernismo que
debía de cumplirse fatalmente: "En ella encuentra Quiroga
el molde insuperable del nuevo arte: la magia verbal, el poderoso
erotismo, la fuerza y el
empuje de las imágenes,
la audacia y la pasión. Todo lo que en Bécquer
había alimentado su sensibilidad se encuentra ahora
doblemente enriquecido por la perspectiva que le descubre
Lugones".

b) Rubén
Darío(y el modernismo literario):
Según
Monegal, en el aprendizaje de
lo que llamaba la "subjetividad" ?ver párrafo
anterior- habría tenido Quiroga como otro de sus maestros
importantes al padre del modernismo hispanoamericano.
También, que en el libro Los arrecifes de coral se
encuentran reminiscencias de muchas obras y escritores, algunos
muy conocidos, como Gil de Retz, Lugones, Edgar A. Poe y
Darío, y otros representantes más olvidados de la
utilería modernista, como Catulle Méndez,
Charles de Sivry y Maurice Rollinat. También en el libro
Narradores de esta América, explica Monegal las
influencias del primer Quiroga, hacia la época de la
"Revista del Salto", fueron ?además del decadentismo- el
modernismo, al que define como "la literatura importada de
París" por Rubén Darío, L. Lugones y sus
epígonos.

c) Rudyard Kipling: También,
refiriéndose al tema de los animales en la
obra de Quiroga, explicó que en libros tales como
Cuentos de la Selva (1918), Anaconda (1921) y El
regreso de Anaconda
(1926), se evidencia una fortísima
influencia literaria de Rudyard Kipling, y que incluso ?argumento
que más tarde, aunque con una intención por
completo diferente, recordaría Jorge L. Borges– pueden
considerarse "reconstrucciones" de la obra del escritor
inglés. Dice que en "La insolación" (1908) la
borrachera del personaje, el inglés míster Jones,
que se desintegra en el desierto tropical, es una imagen
genérica, que ya han tratado anteriormente Hudson, Conrad
y Kipling. Monegal refiere también que esta influencia,
aunque con menos fuerza, se ve en Historia de un amor
turbio
(1908), dónde se ven vestigios de la "Historia
de los Gadsby", de Kipling.

d) Fiodor Dostoievski: Monegal explica que la
atmósfera
híbrida de amor, locura y muerte que es la dominante en el
libro Cuentos de amor de locura y de muerte (1917),
evidencia toda una zona oscura de su alma, que se
alimentó también, sin embargo, de las obras de
Dostoievski y Poe. Explica también que, sin bien la
novela
Historia de un amor turbio vale menos por lo que coincide
con ilustres antecedentes, que por aquello que tiene de
exclusivamente quiroguiano, no vacila en utilizar varios
párrafos en explicar sus intertextualidades con la obra de
Dostoievski, que el propio autor fue uno de los primeros en
reconocer. Explica también Monegal que con la novela
Historia de un amor turbio (1908): "Quiroga paga su deuda
con Dostoievski (ha descubierto al genial ruso y está
deslumbrado)", y que el tema que esta novela trata es muy similar
a Los endemoniados.

e) Guy de Maupassant: Al proponer un inventario
general de lo que llama los "maestros" literarios de Quiroga,
Monegal señala, además de Poe, Dostoievski,
Kipling, Chejov, Conrad y Wells, el nombre de Maupassant. Esta
influencia, según Monegal, se ve muy claramente en la
novela Historia de un amor turbio (1908), en que se pone
en primer plano el tema irónico, tan frecuente en los
textos de Maupassant, del personaje que descubre, diez
años después, que sus celos de antaño no
tenían mayores fundamentos.

f) Edgar A. Poe: Rodríguez Monegal, en su
libro titulado Genio y figura de Horacio Quiroga, texto
que propone un repaso panorámico de la vida y obra del
escritor, dice que en las primeras composiciones del escritor,
recogidas en cuadernos, adoptó el hábito de
dramatizar situaciones vitales, procedimiento
aprendido en Poe y Baudelaire. Señala también,
señala que los relatos que componen el libro El crimen
del otro
, en los que circula un hálito dosteievskiano,
hay claras influencias de Poe: en "El triple robo de Bellamore",
hay rasgos del detective razonador Auguste Dupin, así como
también en "Historia de Estilicón" y en "El crimen
del otro", se dejan entrever fácilmente las influencias de
"El doble crimen de la calle Morgue" y "El barril de
amontillado", respectivamente. Igualmente, explica que en el
texto "Los
perseguidos" (1908), sobre un loco con manía persecutoria
por el cual se siente irresistiblemente atraído el
narrador, recuerda a "The Tell Tale Heart"·, de E. A. Poe,
así como el argumento retoma asuntos de "El barril de
amontillado".

Explica también Monegal que la técnica del
cuento de Poe se ve claramente en "El almohadón de plumas"
(1907). Sobre las influencias literaria de la Revista del
Salto
, además de la de Lugones, señala: "Pero
ya en las páginas de Quiroga en la Revista del Salto,
empezaban a reflejar una influencia que sería mucho
más duradera, una influencia que, en realidad,
actuaría en el joven escritor agente catalítico,
precipitando su hasta entonces informe
vocación narrativa. Se trataba del imapcto producido por
la lectura de Edgar Poe", que se ve en relatos como
"Fantasía nerviosa", "Para noche de insomnio", "Episodio".
Monegal también refiere que la influencia de Poe se ve
claramente en la novela Historia de un amor turbio
(1908).

g) Julio Herrera y Reissig: Señala Monegal
que los ejercicios y experimentos literarios llevados a cabo por
los integrantes del Consistorio del Gay Saber, anticiparon
modestamente, en las postrimerías del siglo XIX, la
"escritura
automática" en la que se especializarían luego los
surrealistas, o las audaces asociaciones verbales con las que
también jugaría Julio Herrera y Reissig.

h) el realismo
literario latinoamericano
: Monegal dice que los relatos "Los
mensú" (1914) y "Una bofetada" (1916) se insertan en una
familia de
textos de toda una literatura rioplatense y hasta americana del
realismo social, lugar que comparte con: Los de abajo
(1916) del mexicano Mariano Azuela; La vorágine
(1924) del colombiano José Eustasio Rivera; Don Segundo
Sombra
(1926) del argentino Ricardo Güiraldes, y
Doña Bárbara (1929) del venezolano
Rómulo Gallegos.

i) Charles Baudelaire (y el decadentismo):
Señala que, en la obra de Quiroga, la línea
poética decadentista que viene desde Coleridge y De
Quincey, pasando por Poe, Maupassant, y hasta los modernistas
hispanoamericanos, puede encontrar su mayor expresión en
cada uno de los relatos del volumen Cuentos de amor de locura
y de muerte,
que se nutren muy bien, además, de los
textos de Baudelaire . Explica que el relato "La llama" (1915),
del libro El Salvaje, y la situación tan quiroguiana del
amor de un hombre por una niña de diez años, debe
tributo a sus recuerdos de Poe y Baudelaire, así como al
Tristán e Isolda, de Wagner.

j) Honoré de Balzac: También, que
el procedimiento de la segunda parte del libro Los
desterrados
, "Los tipos", de presentar el mismo elenco de
personajes en distintas narraciones independientes, habría
sido empleado por Balzac en su Comédie
humaine
.

k) Gustavo A. Bécquer: Se trata, en
opinión de Monegal, de la primera influencia literaria de
Quiroga. Así, en la "Introducción" del Diario de viaje a
París
, de Horacio Quiroga, Monegal explica que,
amén de su valor como documento biográfico y de la
intimidad espiritual de Quiroga, el Diario vale
también por ser una valiosa herramienta para el estudio de
la iniciación literaria del escritor. En éste,
dice, puede apreciarse con ejemplar nitidez "el tránsito
del joven Quiroga de un romanticismo, ya anacrónico, a un
modernismo ingobernado y estridente. En estos años
fermentales que abarcan el último lustro del siglo XIX,
Quiroga sufre la sucesiva influencia formativa de un
Bécquer, de un Lugones, de un Poe. De estas
contradictorias experiencias literarias surgirá ?cada
día más depurado y personal– su
fuerte arte narrativo".

l) Max Nordeu: Refiriéndose a un cuaderno
de composiciones juveniles que Quiroga llevaba con sus amigos
Alberto J. Brignole y Julio J. Jauretche, dice que Horacio
Quiroga "parecía considerarse (como Eça de Queiroz
y sus amigos), un <vencido de vida>. En algunas
páginas de este cuaderno acusa, de manera muy directa, la
influencia de una olvidada obra de Max Nordau: El mal del
siglo
. Y en composición titulada,
proféticamente: Sombras, exaltaría al
protagonista de aquella obra, Guillermo Eynhardt, cuyo nombre
habría de usar, un año más tarde, como
seudónimo".

2.2. Los grandes temas de Quiroga según
Rodríguez Monegal.

A lo largo de su obra crítica sobre Quiroga, Emir
Rodríguez Monegal señala en varias oportunidades
una serie de temas dominantes en las composiciones de Quiroga.
Estos son:

a) la omnipotencia de la Naturaleza: es decir, el
tema constante de un conflicto
entre los elementos naturales -Monegal dice "tropicales", porque
aunque no señala ejemplos, es obvio que está
pensando en los cuentos de monte- y el hombre del
que éste siempre resulta derrotado, o apenas con victorias
muy fugaces.

b) la ternura: esto es, el profundo cariño
que, en su opinión, en cada una de sus composiciones
Quiroga demuestra hacia sus personajes, humanos o animales,
tratándolas no como un "Dios intolerante", sino como un
"compañero lúcido y severo", y cita un conjunto de
textos como ejemplos de la presencia fuerte de este tema, como
los relatos "El desierto", "En la noche", "El hijo", y con mayor
generalidad, libros completos como Los desterrados (1926),
Cuentos de la Selva (1918), Anaconda (1921) y El
regreso de Anaconda
(1926).

c) la rebelión del hombre ante la
injusticia
: esto es, la sublevación del hombre al
acoso de la Naturaleza y de los otros hombres, y cita un conjunto
de textos que lo ejemplifican, como los relatos: "Los
mensú", "Los precursores" y "La bofetada".

d) el horror, la muerte y la
crueldad
: como ejemplo paradigmático de este tema en
la obra de Quiroga, Monegal invoca los conocidos relatos "La
gallina degollada" y "El hombre muerto", aunque también
explica que había sido tratado ?bien que de una manera
mucho menos eficaz- desde sus composiciones iniciales, como por
ejemplo, "Para noche de insomnio". Explica también que se
trata de un tema instalado en su propia vida, y no repetido
mecánicamente desde la lectura de Poe.

e) la locura: a tales efectos, invoca una serie
de textos paradigmáticos, como "Los perseguidos" y "El
Vampiro", aunque explica, sin embargo, que la locura no fue,
aplicado a Quiroga, únicamente un "tema literario", sino
que la presencia de la misma en su obra debe atribuirse a una
obsesión personal por ella, tal como lo demuestran sus
correspondencias con Martínez Estrada y algunas
anotaciones en su Diario de viaje a
París
.

f) el amor: la presencia de este, dice, es una
constante en la obra ?cuentos, novelas y
testimonios- y también en la vida de Quiroga, al punto de
que todos los documentos al
respecto, aunque estéticamente no lleguen al nivel de sus
relatos misioneros, sirven para mostrarnos lo que en sus
días Quiroga fue: "apasionado de aguda sensibilidad, un
poderosos sensual, un sentimental".

g) La selva: explica que el período
1903-1917, sobre todo, está marcado por la creciente
fascinación de la selva, apenas insinuada en "Orellana",
de Los arrecifes de coral. En cambio, ahora Quiroga conoce
la selva real, con la expedición que hizo como
fotógrafo con L. Lugones a las ruinas jesuíticas de
Misiones, y que fue el origen de lo que llamó "el
descubrimiento de Misiones". Misiones como tema aparece,
según Monegal, en los siguientes cuentos: "A la deriva"
(1912); "El alambre de púas" (1912); "Los inmigrantes"
(1912); "Yaguaí" (1913); "Los mensú" (1914); "Una
bofetada" (1916); "La gama ciega" (1916); "Un peón"
(1918).

h) La mitología universal. En efecto, en
algunos pasajes de su obra crítica, Monegal ha
señalado la presencia en los textos de Quiroga de algunas
supersticiones y creencias pertenecientes a la gran
tradición mitológica universal, como la figura del
Otro (o deopelganger), tema que lo obsesionó desde
el inicio, sobre todo desde la lectura de William Wilson de su
maestro Poe, y que se refleja en varios de sus textos, como en la
novela Historia de un amor turbio (1908), pero
también, por sobre todos, en Los perseguidos.
Asimismo, el motivo del vampirismo: tema presente con
claridad en "El almohadón de plumas", fundamentalmente por
"el marco de la historia (una casa lujosa y hostil, un ambiente
otoñal), así como la fría e inhumana
personalidad
del marido de la protagonista".

i) El humor: Monegal ha señalado, en
efecto, los leves toques humorísticos de algunos cuentos
de Quiroga, como "El monte negro", o como esa otra
espléndida revelación autobiográfica que es
"Nuestro primer cigarro".

j) El erotismo perverso: Monegal señala,
por ejemplo, que este tema surge nítidamente en la novela
Historia de un amor turbio (1908), sobre todo en la
escisión básica de la mujer, al
mismo tiempo, en
doncella y en hembra. Dice también que en esta novela se
ve el tema de la simultaneidad del deseo dirigido a distintas
hermanas, hecho que de alguna manera agrava el carácter
incestuoso y triangular de la situación, y una
atracción irresistible por niñas poseídas de
precoces ardores.

2.3. Los mejores textos de Quiroga según
Rodríguez Monegal.

En su obra Objetividad de Horacio Quiroga,
consagrada a comentar desde una única perspectiva la obra
de Quiroga ?desde aquello que llamó la "objetividad"-,
Rodríguez Monegal realiza una de sus más
explícitas selecciones de textos: dice allí que no
es una hipérbole afirmar que de la producción
narrativa del escritor únicamente conserva intacta una
décima parte,
aquella en que se evidencia la
denominada "objetividad" de su creación, lo cual
significa, al mismo tiempo, postular la supervivencia de una
imagen del narrador a partir de la afirmación de lo
más característico de su arte. Cuando debe
señalar el lugar que, en la obra de Quiroga, ocupa la
"objetividad", Monegal no vacila: son "objetivos" ?y
por esto mismo, los únicos textos capaces de demostrarnos
la verdadera medida del arte de Quiroga- los textos que
pertenecen al descubrimiento estético de Misiones, una vez
superado el transito por el Modernismo.

En Genio y Figura de Horacio Quiroga, Monegal
repite estas ideas. Explica que relatos tales como "La
insolación", "El monte negro", y "Los cazadores de ratas",
es decir, los llamados "cuentos de monte", son los que marcan el
comienzo del gran narrador que llegará a ser algún
día, pues con ellos se consolidan al mismo tiempo, su
estilo y su visión.

Por otra parte, hay un rescate de aquellos relatos en
que se deja traslucir lo que Monegal llama la "objetividad de
Horacio Quiroga", es decir, aquello relatos en que empieza a
"contar lo que ve", y cita, a modo de ejemplo, "La
insolación" (1908). Señala que junto a "La
insolación", hay otros relatos de Quiroga que pueden
considerarse de lo "más notable de su producción,
como "A la deriva", "El alambre de púas", "El techo de
incienso" y "Yaguaí", y que en todos ellos, es la estética del monte, los "relatos
misioneros", lo que ayuda a consagrarlos.

Dice del libro Los desterrados, que es su obra
más compleja y equilibrada, pues a diferencia de otros que
presentan tal como quería el propio Quiroga, "cuentos de
todos los colores", esta
obra presenta una unidad interior que es la de su madurez.
Escribe: "Es un libro; su libro. Allí se concentra
definitivamente una vida y una experiencia estéticas".
También explica que se trata de una obra "visagra" en la
producción de Quiroga, pues no solamente es el
ápice de su talento, sino también el punto a partir
del cual ese mismo tiempo comienza a decaer. Explica: "siempre
son las narraciones de su contorno misionero las que realmente
importan". Dice que la tantas veces repetida "objetividad" de
Horacio Quiroga ?base en su selección de textos- se
sostiene en el punto IX del Decálogo del Perfecto
Cuentista
: "No escribas bajo el imperio de la emoción.
Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz
entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la
mitad del camino". Lo que dice a favor de los relatos misioneros
sec completa con su desdén explícito hacia los
libros que contienen cuentos de ciudad: así, tiene una muy
mala crítica de Pasado amor (1927), novela que fue,
en su opinión, "una de sus mayores equivocaciones";
también tiene una muy mala crítica de Mas
allá (1934),
del que dice que es un libro "frustrado",
que "no hay rigor crítico" en la selección tan
heterogénea de las piezas que lo componen, en desmedro de
su unidad (si bien rescata el cuento "El hijo" al que considera
una obra maestra). Sin embargo, no todos los relatos misioneros
poseen igual valor para Monegal. Así, cuando comenta
Suelo natal (1931), libro de lecturas escolares escrito en
colaboración con Leonardo Glusberg de tenor similar a
Cuentos de la selva, dice que es "una obra de escasa
significación".

En Narradores de esta América, recuerda Monegal
que hacia 1926 Quiroga publica Los desterrados, al que
considera: "el mejor libro, el más homogéneo, de
Quiroga. En lo que concierne a relatos individuales,
señala sobre "El hijo" y "El desierto" que son perfectos
técnicamente, pues: "Con ellos logra Quiroga su
máxima expresión creadora" y "una
culminación, su culminación"

Por lo demás, Rodríguez Monegal
señaló que el lugar común de la
crítica latinoamericana acerca de que Quiroga fue un mal
poeta novelista, y que es en sus cuentos dónde debe
buscarse la verdadera medida de su arte (juicio al que él
mismo, alguna vez, adhirió) debería ser revisado.
En efecto, en su "Prólogo" a una edición
del libro Historia de un amor turbio (1908), Monegal
declaró que esta novela es, sin embargo, "mejor de lo que
se ha dicho habitualmente" y que sus defectos básicos
están " en parte compensados si el lector practica una
lectura atenta".

3. Horacio Quiroga
según Leonardo Garet.

Leonardo Garet.

Leonardo Garet nació en Salto (Uruguay), hacia el
año 1949. Es Profesor de
Literatura en Enseñanza Secundaria desde 1972. Profesor
del Instituto de Estudios Superiores de Montevideo,
Cátedra de Literatura Uruguaya, 1973. Profesor del
Instituto de Filosofía, Ciencias y
Letras, Cátedra de Literatura Española, 1978.
Profesor del Instituto Cultural "Casa de Nuna", 1980. Orientador
de Talleres Literarios del Ministerio de Educación y Cultura
desde 1988. Miembro Número Fundador de la Academia
Uruguaya de Letras. Director de Publicaciones de Ediciones "Los
Talleres" y "Casa de Nuna".

Entre sus creaciones literarias se destacan los libros
de narrativa Los hombres del agua (1988), Los hombres
del fuego
(1993); y los libros de poesías
Palabra sobre palabra (1991), Octubre (1994).
También posee varios volúmenes de crítica
literaria, como Literatura de Salto (1990), La
pasión creadora de Enrique Amorim
(1990), Viaje por
la novela picaresca
(1991), Vicente Aleixandre (1991),
y Vicente Huidobro (1994). Específicamente sobre la
obra de Horacio Quiroga, Garet ha publicado los siguientes
textos: Horacio Quiroga (1978), el "Prólogo" a una
edición de Los desterrados (1987), el
"Prólogo" a Selección de homenaje (1987),
Encuentro con Quiroga (1994), y la compilación ?que
incluye textos propios- del volumen Horacio Quiroga por
uruguayos
(1995), y la edición anotada Horacio
Quiroga: cuentos completos
(2001). Actualmente, Leonardo
Garet reside en Salto, donde dicta cursos de enseñanza
secundaria, dirige talleres literarios, escribe e
investiga.

La obra de Leonardo Garet ocupa otro lugar de relevancia
entre la de los críticos de Horacio Quiroga, y esto por
varios motivos. De hecho, Leonardo Garet es, sin lugar a dudas,
uno de los críticos contemporáneos más
importantes de la obra de Quiroga, tal vez el más
importante entre los nacionales, y en este sentido, su actividad
crítica ha sido decisiva para mantener vigente y activa la
discusión sobre los diferentes aspectos de la
producción quiroguiana.

En este punto, Garet se asemeja en algo a Monegal, pues
también Garet, a través de varios textos, ha dejado
explícita su intención de consolidarse como una
autoridad en la lectura de Quiroga, es decir, alguien que
notoriamente puede considerarse y reconocerse como un
crítico de Quiroga. Sin embrago, la crítica
de Garet y la de Monegal se diferencian en un punto. En efecto,
pues, si bien es cierto que, como decíamos, la
producción de Monegal sobre Quiroga fue muy abundante,
ello aconteció, empero, en detrimento de la variedad, vale
decir, que Monegal escribió mucho sobre Quiroga, pero
siempre escribió, más o menos, sobre las mismas
cosas, y acaso no hay hipérbole en afirmar que, en
sustancia, todos los textos suyos no sin sino reescrituras
sucesivas de un único texto principal. En cambio, Garet,
que también escribió mucho sobre Quiroga,
escribió y se refirió acerca de las cosas
más heterogéneas, y en cada texto suyo es posible
apreciar siempre una cierta intención de novedad, de
descubrimiento. Pero además de esto, la obra de Garet
sobre Quiroga es importante porque es acaso Garet, precisamente,
el gran antologista de Quiroga, esto es, quien ha llevado a su
término más alto el empleo del
recurso de la antología como forma de divulgar y fomentar
el
conocimiento de la obra de Horacio Quiroga, tal como se
desprende de la gran cantidad de antologías
suyas.

Sin embargo, en términos generales, y más
allá de sus innegable importancia, creemos que tampoco la
lectura de Quiroga, actualmente, puede caracterizarse por grandes
variantes respecto de la de algunos de sus predecesores, es
decir, que creemos que Garet puede considerarse un continuador de
relevancia dentro de una larga corriente de la lectura de Quiroga
que ha tenido su inicio con la obra de Zum Felde. Esto, sino para
el conjunto de la obra de Garet, vale al menos para aquellos
grandes problemas que, a lo largo de toda su producción,
éste se ha planteado a propósito de la obra de
Quiroga. En efecto, pues también para Garet, como para Zum
Felde y Monegal, leer, estudiar y explicar la obra de Quiroga es
dar respuesta a tres grandes órdenes de cuestiones: 1) las
filiaciones literarias de Quiroga; 2) sus temas más
característicos; y 3) sus textos más
importantes.

Veamos, a continuación, de qué modo ha
respondido Garet a esas grandes interrogantes:

3.1. Quiroga y la tradición literaria
según Garet.

Leonardo Garet ha intentado en varias oportunidades
poner en orden el conjunto de las influencias literarias de
Quiroga. Por ejemplo, en el "Prólogo" a los Cuentos
Completos
del escritor, y haciendo referencia a los relatos
que involucran motivos de la selva, señala Garet que una
de las características de las composiciones de Quiroga en
cada uno de sus libros ha sido la "combinación de textos
de distinta factura", y
particularmente, sobre Cuentos de amor de locura y de
muerte
, que se trata de "un mosaico de estructuras y
temas". Según Garet las principales influencias literarias
de los textos de Horacio Quiroga son:

a) el realismo mágico: – En sus
artículos de Horacio Quiroga por uruguayos, explica
Garet las vinculaciones de su obra con el realismo
mágico
. Así, señala que en relatos tales
como "la esfera", del libro Más allá ?donde
la historia de los hechos comprobables transcurre
inobjetablemente pero, como a trasluz, el lector tiene la otra
historia, la que está en la creencia lugareña del
Chaco, que puede aproximarse a la superstición-, Quiroga
paga tributo (sin saberlo) a la "realidad mágica" o al
"realismo mágico", óptica
de la realidad propia y exclusiva de los latinoamericanos, como
ocurre en autores como García
Márquez, Carpentier, y Rulfo, aunque Quiroga es
pionero de todos ellos en América.

b) Edgar Poe: haciendo referencia a las
influencias que es posible advertir en la lectura de la
producción literaria de Quiroga, señala Garet la
importancia que para el desarrollo de los temas y la
estética general de su obra habría tendido la
lectura de escritores tales como: el norteamericano Edgar A. Poe,
en lo que dice relación con los temas y también,
fundamentalmente, en su concepción de la mejor manera de
componer un cuento.

c) Fiodor Dostoievski: recuerda Garet, muy
brevemente, algunos de los autores señalados por Quiroga
en su "Decálogo del perfecto cuentista": Maupassant,
Kipling y Chéjov, está la influencia de Fiodor
Dostoievski, fundamentalmente, en lo que tiene relación
con la "atmósfera" general de sus relatos.

d) el realismo latinoamericano: También
dice que, a partir del tema de la presencia y omnipotencia de los
elementos naturales, algunos cuentos de Quiroga recuerdan a
Doña Bárbara y La
vorágine
.

e) Otros: También en su artículo
"Horacio Quiroga en el cincuentenario de su muerte" ?incluido en
el volumen Horacio Quiroga por uruguayos– Garet refiere
brevemente sobre algunas de las huellas de la prosa de Quiroga,
como Poe, Kipling, Maupassant, Chejov y Hawtorne. Asimismo, en su
artículo "El narrador en un cuento", y en ocasión
de señalar algunas de las alegorías contenidas en
el relato "La insolación", señala las influencias
que en él se advierten de la Divina Comedia (Canto
XXVI), si bien estas referencias son explicadas de un modo muy
oscuro y casi por completo ininteligibles.

 

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