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Laureano Vallenilla Lanz




Enviado por miguelcevedo



Partes: 1, 2

    1. Laureano Vallenilla
      Lanz
    2. Disgregación
      e Integración
    3. Frases de
      Laureano Vallenilla Lanz

    Tomado de la obra "Filosofía
    Jurídica y Política" de Miguel
    Omar Cevedo Marín

    "Son demasiados complejos los factores que entran en la
    evolución de un pueblo, para que un solo
    hombre pueda
    considerarlos todos a la vez sin peligro de
    equivocarse".

    Laureano Vallenilla Lanz

    (1870-1936)

    Laureano
    Vallenilla Lanz.

    Hijo del médico José Vallenilla
    Cova y de Josefa María Lanz Morales (†1921),
    sociólogo, historiador y periodista, nació en
    Barcelona, capital del
    Estado
    Anzoátegui (Barcelona en esa época) en Venezuela el
    11 de octubre de 1870. Sus hermanos fueron Leonor (nacida en
    1865), José de Jesús (1867-1901), Baltazar (en
    1874), Hercilia (1876), Josefina (en 1880), y Agustín
    (1881-1918). El primero de marzo de 1905 se casa por
    procuración con María Planchart Lovera, con quien
    procrea a María Luisa en 1906, a Josefina en 1909 y a
    Laureano José en 1912 (éste último, conocido
    también como Vallenilla-Lanz, llegó al cargo de
    Ministro del Interior en 1957 en el gobierno del
    Presidente venezolano General Marcos Pérez
    Jiménez).

    Ambos presidentes venezolanos fueron los dos
    únicos dictadores del Siglo XX, por lo que el apellido
    Vallenilla ha quedado asociado como de colaborador a este tipo de
    gobierno en Venezuela. Sin embargo, estos presidentes venezolanos
    no arrastraron la mala fama de los Vallenilla; y por lo
    contrario, podría decirse, que cada uno, Gómez y
    Pérez Jiménez, en su propia dimensión, sus
    figuras y prestigio, han ido consolidándose cada
    día más, dentro de los distintos sectores de la
    población venezolana, especialmente, dentro
    de aquellos que son más desposeídos. Reflejo
    similar a las figuras de Perón en
    Argentina, Rojas Pinilla en Colombia,
    Torrijos en Panamá, y
    la del propio Mussolini en Italia. Su esposa
    María Planchart Lovera muere el 16 de febrero de 1916,
    casándose de nuevo el 1º de septiembre de 1926 con
    Carmen Luisa Blanco Lecuna.

    Cursando estudios de bachillerato en el Colegio
    Federal
    en su ciudad natal, pero adquirió el
    hábito de lectura en la
    biblioteca de su
    padre. Luego, cursó estudios de ingeniería en Caracas, en la Universidad
    Central de Venezuela
    los cuales abandonó en el segundo
    año para dedicarse al ejercicio del periodismo;
    actividad ésta, que también tuvo que dejar al ser
    designado en 1892 como Interventor de Aduana en Guanta,
    en su Estado natal; y posteriormente, nombrado como Secretario
    del Presidente del Estado. De esta manera, iniciaba Vallenilla
    Lanz su larga y destacada trayectoria política y como
    empleado público.

    Esa formación que tuvo como autodidacta
    Vallenilla, la realiza en la nutrida biblioteca de su padre, lo
    que le llevó a escribir: "Jamás he encontrado a
    nadie que enseñara lo que yo quería saber; por eso
    me ha sido necesario convertirme en mi propio maestro y, en
    cierto modo, darme yo mismo las clases".
    Nikita Harwitch
    Vallenilla, también considera como muy probable en esa
    enseñanza informal que tuvo Vallenilla Lanz
    en su juventud, el
    hecho de que Vallenilla como masón pudiera haberla
    recibido de las mismas logias. Así lo relata cuando
    dice:

    "Esta función
    de enseñanza extracurricular la llenan también
    los templos masónicos que, bajo el impulso de
    Guzmán Blanco, se convierten en baluartes de lo que
    entonces se considera como el progreso y la
    civilización".

    De regreso a Caracas, se reincorpora a la actividad
    periodística escribiendo en El Cojo Ilustrado.
    Vallenilla entra a formar parte, de una reunión de
    jóvenes intelectuales
    entre los que destacan Pedro Emilio Coll, Luis Razetti, Adolfo
    Ernst (de origen alemán, nacido en Primkenau, Silesia en
    Prusia), Manuel Díaz Rodríguez, Elías Toro,
    Manuel Vicente Romerogarcía, Alejandro Urbaneja, Vicente
    Lecuna, Lisandro Alvarado, Alfredo Jahn, Santiago Key-Ayala y
    muchos otros; además de su amigo y compadre José
    Gil Fortoul. Todos ellos conocidos como la Generación
    Positivista
    . Su discusión pública con Nicomedes
    Zuloaga sobre la figura del prócer de la Independencia
    venezolana y ex Presidente General José Antonio
    Páez, le permite adquirir reconocimiento de sus
    contemporáneos, sobre temas de la historia de su país.
    Mientras para Zuloaga, dentro de una tradición de la
    oligarquía conservadora percibía a Páez como
    un civilista; Vallenilla, sentía que éste encarnaba
    las fuerzas brutales del viejo caudillismo
    venezolano.

    Al estallar la llamada Revolución
    Libertadora
    , se envuelto en problemas
    políticos a mediados de 1902, siendo acusado de sospechoso
    de conspirar contra el gobierno, y encarcelado por tal motivo.
    Una vez excarcelado, y tras la derrota de la revolución, va a abogar por la libertad de
    sus dos hermanos Baltazar y Agustín, los cuales, si
    estaban involucrados en la conjura contra el régimen,
    permaneciendo presos en el Castillo de San Carlos, en el Estado
    Zulia.

    Retorna Vallenilla a la función pública al
    recibir el nombramiento por parte del General Castro en 1904 como
    cónsul de Venezuela en Amsterdam (Holanda). Luego en 1907,
    ocupa el mismo cargo en Santander (España).
    Mientras vive en Europa entre 1904
    y 1910, asiste a la Universidad de la Sorbona y al
    Collège de France. Allí va a tomar como
    propia la frase "Sans érudition, point
    d'histoire"
    de Paul Lacombe. En este período,
    tiene la oportunidad de tertuliar con importantes personalidades
    del Derecho y de la cultura como
    Luís María Drago, Francisco Villaespesa, Miguel de
    Unamuno, Benito Pérez Galdós, Pío Baroja y
    otros.

    De regreso a Venezuela, nuevamente es columnista en
    El Cojo Ilustrado y también en El Universal
    y El Tiempo donde es premiado por su trabajo en un
    certamen sobre los sucesos que generaron la Independencia de
    Venezuela. En ese entonces en 1910, conoce personalmente al
    General Juan Vicente Gómez quien lo designa como
    Superintendente de Instrucción Pública.
    Posteriormente ocupa el cargo de Director del Archivo Nacional
    (1913-1915). En 1916 es elegido Senador por el Estado Apure,
    ocupando sucesivamente la Presidencia del Senado en 1920, 1923 y
    en el lapso comprendido entre 1930 y 1931. También es
    nombrado como miembro de la Academia Nacional de la
    Historia
    en 1918, siendo su Director entre 1924 y 1927. Su
    más importante y conocida obra Cesarismo
    Democrático
    fue traducida al francés con el
    título Césarisme Démocratique en
    Amérique Latine
    con prologo de Marius André en
    1925; pero, en 1934, con ocasión a la traducción de su Cesarismo
    Democrático*
    al italiano con prólogo
    de Paolo Nicolai, es recibido Vallenilla en Roma para una
    entrevista
    personal, con
    el líder
    fascista Benito Mussolini. En octubre de 1928 Rómulo
    Betancourt, desde el diario mexicano Libertad lo compara
    despectivamente como un Maquiavelo tropical empastado en papel
    higiénico
    . Esta visión betancouriana sobre
    Vallenilla Lanz, pero de una manera más elegante y menos
    coloquial, vista como una tutela de pueblos, es
    señalada por Joaquín Costa en España, y
    Charles Maurras en Francia. Sin
    embargo Harwitch parece no compartirla cuando dice:

    "Es fácil ceder a la tentación, por
    analogía, de asimilar este "despotismo esclarecido" de
    nuevo cuño con una manifestación precursora del
    fascismo. Ello,
    a nuestro parecer, constituye una extrapolación. A pesar
    de que Vallenilla nunca ocultó su admiración por
    la figura y la obra de Benito Mussolini, el modelo
    político que se desprende de su pensamiento
    nunca fue el de un régimen totalitario".

    El periodismo no fue nunca abandonado por Vallenilla, ya
    que desde 1915 hasta 1931 ocupará el cargo de Director de
    El Nuevo Diario, órgano éste que
    servirá de tribuna pública en defensa de las
    políticas oficiales del Presidente
    venezolano General Juan Vicente Gómez, quien al morir el
    17 de diciembre de 1935, Vallenilla exclamó: "¡Se
    murió el loquero!…El General Gómez me ha dado
    muchas veces la impresión de esos loqueros de antiguos
    manicomios que empleaban la terapia de la lata de agua y del
    látigo. No curaban, pero mantenían en orden al
    establecimiento… Fue un hombre importante y patriota, a su
    manera y de acuerdo con su formación. Un mediocre no se
    mantiene veintisiete años en el poder…Quedo
    pobre de una larga colaboración con él; pobre a
    conciencia, pues
    nunca, quise traficar con mis ideas. Me he limitado a exponerlas
    y las juzgo valederas para muchos años, a menos que en
    Venezuela se cumpla un proceso
    radical de transformación"
    . Al año siguiente,
    también fallece Vallenilla Lanz de pulmonía en la
    ciudad de París el 16 de noviembre de 1936. Sus restos
    fueron repatriados y enterrados en Caracas en octubre de
    1955.

    Vallenilla crea la expresión "blancos de
    orilla"
    para referirse a un segmento de venezolanos blancos
    que se encontraban debajo del nivel de los blancos
    mantuanos, estos últimos considerados como
    "grupo de
    nobles"
    y pertenecientes, a la más rancia
    "oligarquía opresora y tiránica". Este
    análisis era producto de un
    estudio realizado por una representación del
    Ayuntamiento caraqueño ante el Rey en 1796. En esa
    oportunidad, existía una queja hecha por los
    mantuanos sobre el "lavado" que hacían
    algunos pardos para ser considerados como blancos. Los
    cabildantes alegaban que estas personas vivían en los
    extremos de la ciudad, y que no tenían, ninguna influencia
    sobre lo público y general. Tan sólo eran, unos
    pardos blanqueados. En este sentido, no es extraña
    la afirmación que nos trae Sosa con relación a
    Vallenilla en el siguiente sentido:

    "Laureano Vallenilla es, pues, un ferviente
    defensor del empleo del
    método
    científico-positivo de observación, experimentación y
    comparación en la historia.
    Toda afirmación
    histórica es válida para Vallenilla, si posee
    documentos y
    hechos que la respalden y no sólo el prestigio o
    autoridad
    del historiador. El «hecho positivo» viene a ser,
    para Don Laureano, lo que el «fenómeno
    observable» para Comte, y desecha de plano todo lo que
    pueda ser imaginación infundada del
    historiador".

    Entre sus obras encontramos: "Las Finanzas en
    Venezuela bajo el Régimen Español"
    (en 1914); "La
    Rehabilitación de Venezuela. Campañas
    Políticas"
    (recopilación hecha en dos
    volúmenes sobre sus escritos entre 1915 y 1926 en El
    Nuevo Diario
    ); "Causas de Infidencia" (en 1917);
    "Cesarismo
    Democrático"
    (en 1919, donde justifica al caudillo
    como "gendarme necesario" a través de una metodología y supuestos teóricos
    desde un punto de vista positivista); "Críticas de
    Sinceridad y Exactitud"
    (en 1921); "Disgregación e
    Integración sobre la Formación de la
    Nacionalidad
    Venezolana"
    (en 1930);

    Partes: 1, 2

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