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Trujillo del Perú (siglos XVI ? XVIII): Una visión ilustrada de la sociedad regional (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Partes: 1, , 3

 

3. Trujillo: eje del
poder del
norte peruano

La ciudad de Trujillo, fundada en 1535 por Pizarro,
rápidamente del devino en uno de los principales centros
urbanos de la costa norte del Perú. Al principios del
siglo XVII según Vásquez de Espinoza tenía
una población de unos 400 españoles,
siendo la segunda ciudad de la costa peruana después de
Lima.

Desde los inicios del siglo XVII se observa la presencia
de los llamados "forasteros". Por ejemplo, según el censo
levantado por el Corregidor Don Felipe de Lazcano, el 20 de
febrero de 1,604, había más de mil indios
"forasteros de los llanos y provincias de la sierra" en sus
propias casas y huertas.

En 1619, se destruyó prácticamente por un
terremoto. Reconstruida la ciudad en el mismo sitio, incluso se
fortificó por una pared que rodeó completamente la
ciudad, durante los años 1686 a 1688. La construcción de este muro de defensa contra
los ataque de los piratas y bandidos fue financiado por los mismo
vecinos. En 1760, Feyjoo de Sosa, corregidor de Trujillo,
estimaba una población de 9289 habitantes; de ellos 3 050
españoles eran españoles, 3 650 esclavos negros y
mulatos, 2 300 289 indios y mestizos (4ª).

Indios costeños a
caballo

Alcalde de indios de "los valles"
(costa)

Plano de la ciudad de
Trujillo, fines del siglo XVIII, según el obispo
Martínez Compañón

Además de sede del Obispado desde 1609, Trujillo
desde 1784 fue sede de la Intendencia de Trujillo, que abarcaba
hasta los partidos de Piura, Saña, Cajamarca, Guambos,
Huamachuco, Pataz y Chachapoyas. Antes se gobernaban como
partidos independientes (5). El poder se ejercía a nivel
de la provincia de Trujillo a través del Cabildo, en el
que participaban los vecinos, los que inicialmente eran
encomenderos y, posteriormente por lo general, hacendados y
grandes comerciantes. Tenía la siguiente estructura:

Corregidor

Alcalde Provincial

Alcalde de Aguas

Escribano de Cabildo

Alguacil

Alférez

Depositario Mayor

Procurador General y Defensor

de menores

Real Ejecutor

Otros 7 regidores menores

Español con
capa

Española con mantilla y
bolador

Militar español

miembros de la casta
dominante, a fines del siglo XVIII, en la ciudad de
Trujillo, según los acuarelistas anónimos
de Martínez Compañón

El de corregidor era cargo que requería el
nombramiento del Rey, mientras que los cargos de regidores eran
comprados, puestos a la venta entre los
vecinos por el precio que
aparece entre paréntesis, por autorización de una
cédula real(6).

Otros funcionarios públicos importantes eran,
aparte del escribano público, los escribanos de registros (5,110
pesos), y el escribano público (2,400 pesos),
además de cuatro procuradores para el seguimiento de las
causas, los que eran nombrados por el Cabildo por merced
real(7).

5. La
organización fiscal y
militar

Desde la época de su fundación se
instaló en Trujillo una sede de las Cajas Reales,
propiamente la institución dedicada a los asuntos fiscales
de su jurisdicción. Estas eran hacia 1760, aparte de la
misma provincia, las de las provincias de Cajamarca, Huamachuco,
Santa y Lambayeque, así como de Chachapoyas, Pataz, y Luya
y Chillaos (8).

Las Cajas Reales se componían de un Contador, un
Tesorero, un Factor, un Oficial Mayor, y del Escribano de
Registros. Hacia 1760 en que se ubica el trabajo de
Feyjóo, éste da cuenta de una situación casi
delicitaria en los ingresos de la
Caja Real de Trujillo, ya que los ingresos anuales en, por
ejemplo 1759, no habían llegado a 50,000 pesos, los que
mayormente se gastaban en pagos y salarios a sus
Ministros así como en pensiones. Después de
descontados los gastos en 1759
sólo se envío 15,893 pesos y seis reales, mientras
que el ingreso total sólo había sido de la reducida
cantidad de 38,925 pesos, lo que habla a las claras de la mala
situación del erario en la provincia(9).

Otro elemento de la organización económica fiscal era el
Real Estanco del Tabaco, que se
instalara desde el 26 de mayo de 1754, con jurisdicción en
toda la diócesis, dependiendo de la Dirección y Junta General con sede en
Lima(10), tampoco era una fuente importante de ingresos, pues sus
ingresos anuales en 1759 no llegaban a los 6,000 pesos
anuales.

Sobre la organización militar hay que decir algo
también, para completar nuestra imagen
panorámica de lo que significó la
organización colonial en esta provincia costeña.
Existía la siguiente estructura formal del destacamento
militar en Trujillo:

Teniente Capitán General (El
corregidor).

Gobernador de las Armas.

General de Caballería.

Teniente General de Batallón.

Teniente General de
Caballería.

Maestro de Campo.

Sargento Mayor.

Comisario General.

7 Capitanes de Infantería con 350
soldados.

1 Capitán de Artilleros con 30 hombres y su
condestable.

3 Capitanes de Caballería con 330
hombres.

Aparte de estos elementos militares, que realmente eran
los mismos vecinos de la ciudad, salvo algunos militares
profesionales, los indios también tenían
"arreglamento militar" formado por:

Gobernador de las Armas.

Maestro de Campo.

Comisario General.

Sargento Mayor.

13 Compañías de caballos con 630
hombres,

los que eran reclutados en todos los pueblos del
distrito. Además contaban con el auxilio de fuerzas
provenientes de la provincia de Huamachuco con doscientos hombres
entre infantería y caballería, a quienes la Caja
Real supuestamente paga salario en los
casos necesarios(11).

A pesar de esta impresionante expresión de
organización militar, expertos avisados como Juan y Ulloa
señalaban, después de su recorrido por la
región en la primera mitad del XVIII (por los años
cuarenta), que desde Guayaquil hasta Lima,

"… en los cuerpos de guardia de cada pueblo
donde se juntaban las milicias y se guardaban las armas,
sólo se veían pedazos de palo con espigas de
hierro
atadas a la punta con pretensiones de lanzas, cañones de
escopeta y arcabuces antiguos sin llaves ni más cajas
que un pedazo de palo, al que estaban amarrados con un cordel,
de tal modo que algunas veces los vimos disparar,
teniéndolo uno y apuntando mientras que otro le
ponía fuego. Este es el modo en que estaba todo, y
aunque había gente, no podía hacer nada cuando
llegase el caso de salir a función
por falta de armas (…) sucede esto incluso en ciudades
grandes como Piura, Lambayeque y
Trujillo"
(12).

Por esta real precariedad militar fue posible que en
1744 el inglés
Anson tome con sólo una lancha desembarcada con gente, el
importante y estratégico puerto de Paita, en el norte de
la diócesis, en la provincia de Piura.

6. La
organización religiosa.

Ya hemos señalado la demarcación religiosa
por curatos en la provincia de Trujillo. Ahora queremos destacar
otros aspectos de la organización religiosa que pueden
servir para vislumbrar elementos importantes del sistema colonial.
En primer lugar el volumen de
población que absorbía la actividad religiosa era
grande, así como su importancia económica (ver
cuadro No. 1).

Cuadro
1:

Religiosos
y rentas anuales de conventos de la Provincia de
Trujillo, 1604-1760.

convento o monasterio

número de
religiosos

renta anual (pesos)

número de
religiosos

renta anual (pesos)

Santo Domingo

10

2000

12

3500

San Francisco

20

limosnas

17

3000

San Agustín

20

3000

11

4770

N.Sra.La Merced

12

2000

9

4000

Sta. Clara

20

3000

110

14000

Sto. Domingo (Chicama)

5

3000

1

N.D.

Cía. de
Jesús

?

?

11

10000

Bethlemitas

?

?

8

3000

(*): Renta anual en capellanías, censos y
aprovechamiento de chacras.

FUENTES: "Fragmento de una
historia de Trujillo", Revista
Histórica
, Tomo VIII, Lima, 1925; Miguel
Feyjóo, Relación descriptiva de la
ciudad y provincia de Trujillo del Perú
,
Madrid, 1763.

Se observa un aumento de la población religiosa
masculina en el siglo y medio que va de inicios del XVII a los
años sesenta del XVIII. Sin embargo la importancia
económica de los conventos parece más bien
aumentar, como veremos en la parte pertinente a la estructura
agraria.

Dos vistas de la catedral de
Trujillo

Hacia 1760 la población femenina recluida en los
claustros monacales eran un porcentaje importante de la
población blanca de la ciudad de Trujillo: incluidas
recogidas y criadas en los dos conventos o monasterios de Santa
Clara y de las Recolectas Carmelitas de Santa Teresa
habían por lo menos 380 personas de ese sexo(13), lo
que habla, por un lado, de una baja de la capacidad reproductiva
de la población de Trujillo en una tasa importante, y
tiene su explicación, por otro lado, en el sistema o
patrón de organización familiar que tiene su
expresión en el fenómeno del mayorazgo de la
época, cuyo caso prototípico es el Mayorazgo
Moncada-Galindo, estudiado por Varela Orbegoso(14). Esta
institución exigía, por la vinculación de
los bienes con el
mayorazgo, que sólo el mayor de los descendientes asuma la
herencia de
los bienes rurales y de los títulos nobiliarios, mientas
que los demás hermanos debía dedicarse o a la
carrera religiosa o militar.

Monje
franciscano

Seminarista

Eclesiástico
regular

Personajes religiosos de la
vida cotidiana de la ciudad de Trujillo a fines del siglo
XVIII

Ese mismo año había un total de unos 70
clérigos en la ciudad de Trujillo y en el ámbito de
la diócesis unos 270, lo que nos habla de la
significación del asentamiento religioso en la
región.

Además es de destacar la importancia
económica del factor religioso, sobre lo que incidiremos
más adelante. Basta señalar que en 1743
habían 179 capellanías colativas existentes, las
que importaban un capital de
590,734 pesos, las que generaban importantes utilidades a la
organización religiosa(15).

Casi todos los conventos fueron instalados en el siglo
de la conquista, a excepción de los bethlemitas y jesuitas que
vinieron después de 1680. Estas órdenes religiosas
hacia 1789 tenían una renta total anual de 190,500
pesos(16).

La organización religiosa de Trujillo se
expresaba también en la presencia de una sección
del Tribunal de Cruzada, para repartir las bulas en el
ámbito del obispado. Estaba formado por un Comisario, un
tesorero y un notario, quienes en 1759-60 repartieron un total de
110,398 bulas (de las cuales devolvieron unas 10,000 bulas), que
reportaron un ingreso de 30,982 pesos. El cargo de tesorero era
empleo
hereditario, que había sido vendido en otros tiempos en
10,000 pesos y en 1760 poseído por el Conde de San Javier
y Casa Laredo (residente en Lima), quien pagaba a un sustituto en
Trujillo para que haga sus veces 500 pesos
anuales(17).

Padrón de indios del
domingo

Padrón de indios del
sábado

Cholas en huairona
rezando

Cholos en huairona
rezando

Escenas de la vida religiosa
de los indios en fines de la época colonial,
según Martínez
Compañón

Además de los ingresos generados por las
capellanías, donaciones, obras pías y otros
ingresos adicionales, los funcionarios eclesiásticos se
mantenían de los diezmos. Estos eran patrimonio de
la iglesia,
aunque eran administrados en su cobro por la
administración colonial. Eran susceptibles de cobro
del diezmo los productos de
las haciendas, obrajes y minas que sean propiedad de
los españoles y mestizos. Los indios estaban exentos de
estos pagos por ser tributarios, salvo cuando produzcan frutos o
ganados "de Castilla".

7.
Trujillo y la economía
regional.

Según la descripción de Feyjóo -quien fuera
corregidor de la provincia de Trujillo en 1760, la figura que
presentaba la ciudad hacia 1760 era oval, por las murallas
construidas entre 1685-7 por disposición del Virrey Duque
de la Palata, para defender a la ciudad de los piratas, los que
recientemente habían saqueado la villa de Saña (al
norte de Trujillo), y el puerto de Guayaquil. Aunque según
Feyjóo más servía esta muralla de adorno que de
defensa, pues se componía sólo de quince baluartes
y quince cortinas, pero le faltaban fosos, terraplenes y otros
implementos para la defensa de la ciudad.

"Las calles de la ciudad son derechas y bien
niveladas, con el ancho de trece varas, de un extremo de la
muralla al otro, por lo longitudinal hai de distancia 1,634
varas i de latitud 1,354. Las cuadras o islas por lo regular
son de más de 130 varas. Las casas son hermosas,
pulidamente labradas, con vistosas portadas, balcones y
ventanas: pocas hai que tengan altos; las mas se levantan en
terraplenes, quedando bajos los patios, para precaverse de este
modo del daño
que pueden padecer las viviendas con las lluvias, que se han
experimentado.

Todos gozan un dilatado fondo que sirven para el
recreo de huertas y jardines"
(18)

Según la versión de este antiguo
corregidor de Trujillo, esta ciudad fue fundada por orden del
conquistador Francisco Pizarro en 1535, después de haber
fundado la ciudad de Lima; según esta versión los
conventos de Santo Domingo, San Francisco y La Merced fueron las
piedras angulares de esta empresa en
Trujillo(19). Después han habido posiciones discrepantes
sobre la fecha y el verdadero fundador, lo que en este
pequeño trabajo
obviamos, por no ser en última instancia algo definitorio
de la naturaleza de
la ciudad y su espacio económico y social(20).

Inicialmente la jurisdicción política a que
alcanzaba la provincia de Trujillo abarcaba hasta lo que
después sería las provincias de Saña o
Lambayeque y Santa María de la Parrilla (o provincia de
Santa), asimismo el corregimiento de Huamachuco, que
después se incorporaría al corregimiento de
Cajamarca.

Con ocasión del levantamiento indígena de
Cuzco y las provincias vecinas por el año 1565, se
separaron en tres corregimientos,

"… á fin de que se celasen mejor las
operaciones
de los indios no obstante que los de estos valles probaron no
ser cómplices en semejante
rebelión"
(21).

Hacia mediados del siglo XVIII, se conservaba esta
división jurisdiccional, siendo los límites de
Trujillo:

Por el noreste con la provincia de Cajamarca, con
la que confinaba en una distancia de 16 leguas, en que hallaban
las campiñas del valle Chicama;

Por el noroeste con las provincias de Saña o
Lambayeque; por el este con la provincia de Huamachuco, con la
que confinaba por siete leguas el valle de
Chimo;

Por el sur, por el camino real que iba a Lima,
limita con el valle del Santa, con el que confina el valle de
Virú por 24 leguas; y por el oeste limitaba con el
Océano Pacífico.

La ciudad de Trujillo estaba -como hasta ahora- ubicada
a tres cuatros de legua (a unos cuatro kilómetros) del
mar, en ocho grados y 19 minutos de latitud. Esta ciudad era,
como decíamos más arriba, sede del Obispado. Su
importancia económica podemos apreciarla mejor si tenemos
en cuenta que poseía en su jurisdicción inmediata
con tres puertos: Malabrigo, Guañape y Huanchaco, siendo
el último el más importante por tener
población y por hallarse a sólo dos leguas de la
ciudad, a pesar de su peligrosidad. En la jurisdicción de
la ciudad se comprenden también los pueblos de
Huamán, Moche y Virú, así como el asiento de
Huamansaya (al sureste de la ciudad).

Hacia el noreste el pueblo de Simbal; junto a la misma
ciudad los pueblos de Mansiche, Santiago de Cao, Chocope,
Magdalena de Cao y Paiján. La información cuantitativa incluida en las
fuentes usadas
(especialmente el informe de
Feijoo), hacen difícil estimar el volumen y la
proporción relativa de las tierras indígenas y las
apropiadas por las haciendas. Sin embargo se constata el gran
crecimiento de las haciendas y estancias, en desmedro de los
pueblos campesinos.

La provincia de Trujillo fue sede de un desarrollo
regional importante en el Perú prehispánico: El
reino o grupo
étnico Chimú, cuyas expresiones de desarrollo
cultural y tecnológico sobreviven hasta ahora (siglo XXI),
aunque han sido estudiado principalmente sólo desde el
punto de vista arqueológico y arquitectónico, antes
que desde una perspectiva etnohistórica(22). En el siglo
XVIII Martínez Compañón supo valorar la
importancia de las manifestaciones precoloniales y su
supervivencia, como se expresa en algunas de las acuarelas que
mandó retratar.

Plano de la ciudadela moche Chan
Chan

Acequias mochicas en el valle de
Chicama

La importancia económica para la
instalación colonial de este señorío o grupo
étnico se puede evidenciar si tenemos en cuenta que entre
1550 y 1590 la corona española percibió por quinto
real la cantidad de 100,000 castellanos de oro por el
descubrimiento de tesoros provenientes de huacas en esta
provincia, lo que es un indicador del saqueo y depredación
de la riqueza no sólo arqueológica de esta
provincia.

Una información interesante en el trabajo de
Feyjóo de Sosa es su descripción de la ecología de la
provincia a mediados del siglo XVIII:

"No solo es la tierra
abundante en frutos y plantas,
sino también en montes y bosques, con diversidad de
aves de
caza, los que sirven de pastos para cerdos, caballos, mulas,
ganado mayor y menor, i cabrío, de cuyas especies se
hallan llenos estos lugares.

Nacen en dichos montes muchos ciervos, algunos
osos i tigres pequeños, que llaman gatos monteses: se
crían juntamente muchos árboles que sólo se pueden
destinar para techumbres i umbrales de las casas menos para el
uso de puertas i ventanas que semejantes maderas vienen de
Guayaquil i Panamá".

Caza de osos

Cazadores matando oso

Caza de gatos monteses o
leones

Trampa de venados

Venado caído en
trampa

Chaco de
vicuñas

Escenas de la depredación
faunística de Trujillo, que se inició en la
época colonial

A pesar de más de dos siglos de presencia
colonial, se mantenía aún una ecología y una
variedad de fauna y flora
nativa -junto con las especies de origen occidental- Sin embargo,
se daba ya una fuerte degradación ambiental, especialmente
por la caza indiscriminada de la fauna nativa, como lo
testimonian las acuarelas del obispo Martínez
Compañón.

La producción principal de la provincia era la
agrícola; aunque había una diferenciación en
el consumo de los
productos.

La producción del maíz, por
ejemplo, que era abundante sólo servía:

"…para mantener los negros de las haciendas, i
para hacer chicha, común bebida de los indios i gente
ordinaria" .

La elaboración de la
chicha y la vida social indígena del siglo XVIII
alrededor de la chichería

No hay, desgraciadamente, mayor información sobre
los cultivos campesinos de los indígenas de la provincia
de Trujillo. Al parecer la cebada era poco sembrada, por la
abundancia de pastos verdes. El interés de
Feyjóo explica su mayor detenimiento en la
descripción de los cultivos comerciales y de consumo de la
población española urbana. Señalaba que el
arroz se producía para la exportación a la ciudad de Lima;
además informaba que en las haciendas se cultivaba
garbanzos, frijoles, pallares, alverjas y habas. Otro cultivo
comercial importante era la caña de azúcar.
Estos cultivos comerciales eran, por mediados del s. XVIII de
"mui poca utilidad i
aprovechamiento"
, por la crisis y
estancamiento general de la región desde fines del siglo
XVII. Para apreciar el reducido ámbito de las exportaciones,
veamos el segundo gráfico de la siguiente página.
Esta situación contrasta marcadamente con la retratada en
inicios del siglo XVII por Antonio Vásquez de Espinoza,
quien remarcaba la importancia del valle de Chicama como sede de
los ingenios de azúcar, pintando mas bien
una situación de prosperidad:

"…es muy gran valle y fertillissimo, donde se
coge mucho mais, trigo, y las demas semillas, y ay muchos
chabucanos, cañaverales de caña dulce con grandes
ingenios donde se haze cantidad de açucar(…) Ay crias
de ganado maior, menor y de mulas, y por todo el valle de
Chicama muchas guacas que son suntuosos entierros que tenian
los indios donde se
enterraban…"
(23).

Indio
barbechando

Indios sembrando
alfalfa

Indio sembrando

Por otro lado, para el consumo de la ciudad se
habían implantado un conjunto de cultivos de frutales
traídos por los conquistadores: olivo, perales, manzanas,
membrillos, naranjas dulces y agrias (limones, cidras y limas),
ciruelas, melones, sandías, cerezas, higueras, duraznos,
granadas, frutillas y varias variedades de uvas. Además se
contaba con una variedad de frutas del país: chirimoyas,
guanábanas, piñas, plátanos, lúcumas,
granadillas, guayabas, mameyes, palillos, pepinos y tumbos, entre
otros(24). Para completar una panorámica de la
producción y consumo alimenticio de la provincia, hay que
señalar la importancia de la pesca, cuyo
producción y consumos eran abundantes.

Indios pescando con red

Indios pescando con
chinchorro

Red de pescar corales

Además era elemento importante en el comercio con
la sierra previo proceso de
salado, y fuente importante de trabajo para la población
indígena de Huanchaco y Mansiche.

8.
Población y sociedad en
Trujillo.

Una clasificación hecha por Joseph Ignacio de
Lequanda en la década del noventa del s. XVIII
señalaba la existencia de los siguientes sectores
sociales:

Español en
hamaca

Española a
caballo

Español a
caballo

Española con traje a lo
antiguo

Personajes criollos de la ciudad
de Trujillo, a fines del siglo XVIII

"Los Mercaderes, los Hacendados,
Eclesiásticos y Empleados son los que sostienen á
estos Habitantes, siendo el resto á excepción de
algunos pocos artesanos y vivanderos, una gente vagamunda, y
sujeta a la miseria y
abandono"
(25).

Obviamente se refiere a la población
"española", o más propiamente hablando, blanca, a
quienes describía como las personas nobles de la
ciudad,

"… afables, políticas e inclinadas a las ciencias i
así envían á sus hijos a estudiar a la
ciudad de Lima…"

"/Las mujeres/… dedicadas al cuidado de
la familia,
recatadas i honestas; visten el mismo traje i gala que se usa
en la ciudad de Lima, siendo en este punto émulas de sus
operaciones"
.

Según Lequanda, los trujillanos eran muy dados al
lujo, aunque "le haga falta el bestimento",
admirándose que si se encuentran urgidos
económicamente prefieren desprenderse de bienes
útiles como criados, por ejemplo, antes que de los
signos de
riqueza, que constituían el timbre de la familia, sin lo
que caería toda su estimación
socialmente.

Sala en casa de familia
Orbegoso

Otro sector importante era el de los esclavos para el
servicio
doméstico y par el trabajo en las haciendas. Además
había un sector importante de negros libres, que
según Lequanda, eran un gremio de díscolos, autores
por lo general de los asesinatos, robos y otros excesos
criminales(26).

Cuarterón

Cuarterona

Los indios eran ubicados en la actividad agrícola
y pesquera, veamos su visión (de Lequanda), del modo de
vida y carácter de la población
nativa:

"Quasi todos son de un mismo carácter,
cosa verdaderamente prodigiosa; ésos son
incrédulos, y por tanto muy desconfiados, siempre
rezelan el engaño, son crueles en el castigo, ebrios
supersticiosos é incestuosos, de modo que más,
ó ménos, toda la nación es semejante. No hay gentes en el
mundo que mas aparenten la observancia de la Religión
Católica, y al pretexto de dar culto a los Santos, Hacen
funciones
ostentosas en que gastan cuanto adquieren, cediendo en utilidad
de sus Parrócos, que por esta causa tienen crecidos
proventos"
(27).

Mulato

Mulata

El antiguo corregidor Feyjóo también
constataba la supervivencia de los cultos prehispánicos en
1760, cuando señalaba que:

"Los indios, entre quienes se hereda la memoria,
la que tal vez en muchas partes se habrá perdido,
procuran mantener, aún a precio de la vida, el mayor
sigilo viviendo en la superstición que al descubrirle
les ha de acontecer la más grande
fatalidad".

Cuadro
2:

Matrícula de indios tributarios (indios
cholos y sambaigos) de la Capital y partido de Trujillo.
Trujillo, 1804

 

Tributarios

Forasteros

Total de
contribuyentes

Repartimientos

%

%

%

Parroquias

12

1.6

71

20.5

93

7.5

Virú

277

36.6

105

30.3

382

34.6

Mansiche

51

5.7

132

38.0

183

16.6

Chicama

231

30.5

19

5.5

230

20.8

Paiján

109

14.4

109

9.9

Simbal

77

10.2

20

5.8

97

8.8

Total

757

100.0

347

100.0

1104

100.0

Vemos en este cuadro 2 el enorme incremento de los
llamados indios forasteros, síntoma de la ruptura del
pacto colonial, que suponía el pago del
tributo.

Samba

Sambo

Lo importante a destacar ahora, es la supervivencia de
cultos y tradiciones entre la población indígena,
aún a más de dos siglos de presencia colonial, lo
que evidentemente se puede documentar más ampliamente en
otro trabajo.

Baile de las Pallas

Baile del Chimo

Baile d elos
pájaros

Supervivencia de costumbres
prehispánicas en las danzas

9. El mercado interno
en la economía regional de Trujillo

Es importante tratar de plantear una perspectiva
regional para intentar comprender la dinámica interna del espacio definido como
de la provincia de Trujillo, y el obispado como ámbito de
ejercicio del poder económico y políticos de la
"burguesía comercial" y el bloque terrateniente colonial
hegemónicos en este espacio. Para ello no debemos olvidar
la ubicación del espacio trujillano (la provincia y, en
general, el ámbito del obispado de Trujillo) en el
contexto de la economía colonial. Durante el lapso
comprendido entre fines del siglo XVI al XVIII fue proveedor de
bienes alimenticios para Lima: no representaba un eje decisivo
dentro de la economía colonial, cuyo pilar estaba en la
producción de la mercancía-dinero, la que
articulaba una serie de espacios periféricos dentro del área
andina(28). La ciudad de Trujillo era un engranaje importante en
el poder político, militar y fiscal en el área
norte del virreinato peruano, pero no era exactamente un eje
prioritario del sistema colonial peruano o andino. Al igual que
Lima, era un centro urbano administrativo que canalizaba
excedente económico hacia el poder central, pero en
términos globales este excedente no era una porción
sustancial del excedente del virreinato(29). En ese sentido, el
sector minero siempre ha sido mucho más importante, de
ahí el rol articulador de Potosí y Huancavelica en
el ámbito del virreinato peruano.

Había vinculación comercial de esta
provincia con las zonas vecinas a través del comercio de
arrieraje; los mestizos de Santiago de Cao eran los que
comúnmente se dedicaban a esta actividad, llevando
productos del valle a la ciudad de Lima, hallándose en el
valle de Chicama hacia 1760 unas dos mil mulas, por los menos,
para esta actividad(30). Además había un importante
comercio de importación a través de los puertos
de la provincia, y del comercio de importación que se
realizaba a través del puerto de Paita, al norte de
Lambayeque, en la provincia de Piura. Los productos que se
importaban eran "efectos de Castilla" para los vecinos de la
ciudad de Trujillo, así como para los pueblos de la sierra
vecina (lencería, lanas, medias de seda, cera, fierro, y
otros productos de Castilla). Además se traía
aguardientes, vino y poco cobre, cuya
mayor volumen se destinaba a la sierra de las provincias vecinas
que para el consumo de la provincia de Trujillo. El comercio
local de importación estaba acaparado por un sector
poderoso de 20 mercaderes, que movilizaban al año
(años 1758-60) de cientocincuenta a doscientos mil
pesos.

Plano del cerro mineral de
Hualgayoc, provincia de Cajamarca

El proceso de la minería de plata en
Hualgayoc

El poder de la "burguesía
comercial
" con base en la ciudad de Trujillo se
transparenta si hacemos notar que estos comerciantes habilitaban
a los mineros de Hualgayoc (perteneciente a la provincia de
Cajamarca, al este del Obispado), para el financiamiento
de la producción minera (compra de azogue y gastos
corrientes), para lo cual según contrato se
comprometían a comprarles la plata a 6 pesos 7 reales y a
7 pesos(31).

Ingenio por
sutil

Ingenio de
rastras

Batán

Capacheros cargando
metal

Aspectos de la tecnología minera del siglo
XVIII

Hay que recordar que Malabrigo, Huanchaco y
Guañape eran más importantes como poblados
pesqueros que como puertos comerciales (32), por lo menos
según la información que nos dan Feyjóo y
Lequanda. Ello nos lleva a pensar en la existencia de un mercado
interno -con las limitaciones y riesgos de
caer en el anacronismo que significa usar esta categoría
para el espacio norteño colonial- incipiente, pero
significativo a nivel del espacio trujillano y su
hinterland.

Esto se advierte con mayor claridad si se tiene en
cuenta que el principal producto
agrícola de exportación eran los azúcares,
que se conducían a Lima para su expendio, pero como el
precio era muy reducido (18 o 20 reales) y el sistema de venta
era muy defectuoso (Feyjóo habla explícitamente de
"graves perjuicios y atrasos por los
podatarios"
), no era rentable de modo
alguno. Un elemento adicional y muy importante en esta
contracción del mercado es la instalación del
cultivo de caña de azúcar en haciendas de Lima y
Cañete, que definitivamente remplazaba a Trujillo como
proveedora de dulce(33). Incluso el mercado interno regional del
azúcar estaba reducido en el ámbito del obispado,
por una parte por la producción paralela de las haciendas
trapiche de la provincia de Saña o Lambayeque, y del
incumplimiento de la población indígena de la
disposición que prohibía tuviesen trapiches indios.
En los valles interandinos de Cajamarca, Huamachuco, Pataz,
Chachapoyas y Jaén existían "…terrenos
útiles para el sembrío de caña, la fabrican
a su arbitrio y originan la ruina de estos
Hacendados"
(34). Había un escaso
comercio con Panamá y Guayaquil, a través de una o
dos pequeñas embarcaciones que llegaban a Huanchaco,
a

"… conducir algunos quintales de harina, arroz
i otras menestras para abastecer estos lugares; pero esta
negociación es de mui poca cantidad i
consideración solicitando únicamente los
hacendados de estos valles en la penuria i constitución del tiempo,
mantienen escasamente sus familiares, sin esperanzas de otro
adelantamiento
(35)."

Mestiza

Mestiza tejiendo
trencilla

Mestizo

Partes: 1, 2, 3

Partes: 1, 2, 3
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