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La Democracia Cosmopolita en David Held: Argumentación y Debate



Partes: 1, 2, 3

Monografía destacada

    Partes: 1, , 3

    1. Introducción
    2. Una aproximación al
      surgimiento del Estado Soberano
    3. Una
      aproximación al sentido y alcance de la palabra
      Cosmopolitanismo
    4. La
      Democracia Cosmopolita en David Held
    5. Críticas
      y Debate
    6. Conclusión
    7. Bibliografía

    I. Introducción.

    El mundo actual es muy diferente al mundo de hace
    doscientos años. Los cambios en las diversas áreas
    del quehacer humano, política, cultura,
    derecho, religión y economía, se suceden
    con velocidad
    creciente, de modo que en aras de la comprensión de estos
    fenómenos se hace necesario una constante
    actualización del saber.

    De esta forma los cambios en el quehacer humano van
    modelando al mundo y son modeladas por él. Las relaciones
    humanas, ya interpersonales, o complejas formas de
    relacionarse en el ámbito del estado o
    interestatales (típicamente relaciones de poder), van
    mutando también conforme a los tiempos. La globalización derriba fronteras y muros
    haciendo que el mundo este más conectado que nunca antes
    Las instituciones
    jurídicas deben saber actuar con versatilidad ante los
    nuevos cambios para no quedar fuera del ámbito de
    influencia efectiva, por obsolescencia.

    Si queremos aproximarnos de forma adecuada a estos
    fenómenos, no podemos obviar la compenetración
    existente entre las disciplinas que abordan el quehacer humano.
    De modo que si queremos comprender el derecho, debemos
    también, dialogar con la política y
    economía, y si queremos comprender la política, no
    lo podemos hacer al margen del derecho y la economía, y
    así. Me refiero a esto en una especie de anticipo respecto
    al enfoque de este seminario en que
    abordaremos un tema que podríamos catalogar de
    filosofía política, pero en este intento no podemos
    obviar otras áreas, tales como la cultura, el derecho y la
    economía, en cuanto a su influencia en el fenómeno
    político que convoca a esta reflexión, que por lo
    demás es de enorme actualidad.

    Decíamos que el mundo actual es radicalmente
    distinto al de años anteriores, y esto se debe no solo al
    auge de la técnica humana y su creciente influencia en el
    mundo, sino también por el desarrollo del
    pensamiento
    humano, que ha acompañado y propiciado, los grandes
    cambios socio-culturales La historia de la Ideas, su
    evolución, nos da cuenta de un rico y
    fecundo pensar sobre lo humano, pensar que es indisociable de la
    historia del hombre como
    agente creador de la misma, así es como grandes hitos del
    devenir histórico se han presentado como consecuencia
    directa del pensar y las Ideas.

    Palabras como Democracia,
    Ilustración, Liberalismo,
    Socialismo,
    Estado y Derechos Humanos,
    nos dan cuenta de construcciones del pensar humano, que han ido
    dando forma al progreso humano. De manera isomórfica, el
    devenir histórico ha informado al pensamiento humano como
    fuente de reflexión del mismo. Pues bien, debemos entender
    las formas políticas,
    y por tanto al Estado y las formas de
    gobierno en el contexto de ese pensar humano situado en un
    punto del curso histórico y por tanto tales, como
    representaciones de un estadio cultural e histórico
    determinado. Esto supone que un cambio en la
    situación cultural e histórica acarreará
    necesariamente una adaptación en la forma y funciones del
    Estado y en las formas de gobierno, en
    otras palabras el devenir histórico propiciara nuevas
    formas e instituciones humanas de ajuste al mismo.

    Hemos visto en los últimos años todos los
    cambios acaecidos en la anatomía del Estado y
    en la manera en como se ejerce, y las formas que reviste, el
    poder sobre la sociedad, que
    responden en última instancia a respuestas humanas, desde
    la nación,
    frente a un estadio socio-político determinado y en miras
    a diversos fines.

    Estos cambios responden ya a fluctuantes condiciones
    materiales,
    como a inmateriales, dentro de una sociedad. Así es como
    tenemos que ideologías desde el campo del pensamiento
    tienen tremenda repercusión en la forma de
    manifestación que adopta una Estado en un tiempo y lugar
    determinado. Es así como la toma de conciencia de las
    masas al interior de los países, han sido un constante
    motor de
    búsqueda y cambio social. Es cosa de recordar el origen de
    la Ley de las 7
    tablas, el derecho
    laboral y las revoluciones francesa y rusa, ejemplo
    paradigmático de la estructura
    concadenada; pensamiento, medio de difusión, conciencia,
    acción
    social y cambio en el
    Estado/forma de gobierno. Vale este alcance para resaltar el
    papel que corresponde y puede corresponder a la ciudadanía dentro del proceso de
    cambio social e instauración de nuevas formas de organización política.

    Así bien, el mundo se encuentra en una fase
    histórica determinada, caracterizada por una
    interconexión e interdependencia sin precedentes, que
    abarca todas las esferas del quehacer humano. Este es el
    fenómeno llamado de globalización, que junto con
    estrechar el tiempo y espacio, pone en duda los viejos mecanismos
    de control y
    comunicación, a la vez que propicia nuevas
    identidades y lealtades. Así podemos situar en este nuevo
    contexto el auge de las telecomunicaciones, la tendencia hacia la
    homogeneidad cultural, a la vez que surgen y se recrean nuevas
    identidades y la interconectividad económica del sistema mundial,
    que ha alcanzado niveles impresionantes.

    Esta creciente compenetración planetaria, nos
    solo ha tenido lugar en el campo de indicadores
    "objetivos",
    sino que ha tenido aparejada la conciencia creciente de formar
    parte de un sistema altamente interrelacionado, fenómeno
    este último posibilitado en tanto que los flujos de
    información versan sobre y cubren el
    planeta como un todo. Es así como hoy en día desde
    un computador con
    Internet
    cualquier persona puede
    acceder a una vista satelital sobre todo el planeta y tan solo
    moviendo el mouse se puede
    ir desplazando por todo el planeta, con las diversas formaciones
    montañosas, océanos y continentes, percibiendo
    todos sus colores y
    características actuales, más aún es posible
    con un simple clic acercarse al lugar, ciudad del mundo que se
    desee, con tal detalle que pueden ser apreciadas las tejas de
    cualquier casa de vecindario, algo que por pequeño que
    parezca tiene enormes consecuencias en el campo de la
    representación humana del mundo, algo que por lo
    demás era impensable hace tan solo cincuenta
    años.

    Asimismo podemos estar, y de hecho estamos,
    informándonos de lo que ocurre en cualquier lugar del
    mundo en tiempo real, así es como se justifica la
    afirmación de que "el ciudadano de hoy está (puede
    estar) mucho más informado que el canciller de hace
    cincuenta años". Aludo a estos ejemplos para dar
    énfasis a la capacidad actual de los medios
    electrónicos en general de situar en un mismo tiempo y
    espacio a todo el globo, induciendo al observador a tomar
    conciencia de la estrechez del mundo, no tanto en términos
    geográficos, como en capacidad de comunicación
    entre diversos puntos del planeta, más allá de
    fronteras y divisiones hechas por el hombre,
    cada vez más en tela de juicio por la realidad.

    Poner énfasis en la interdependencia planetaria,
    entendiéndola como proceso consecuente de la
    globalización no implica sostener que en el planeta
    nunca había existido interdependencia o que
    fenómenos como las comunicaciones
    transoceánicas o comercio
    internacional nunca habían existido. Esta
    afirmación implicaría desconocimiento de la
    progresividad y continuidad que presentan los procesos
    sociopolíticos, y en el caso que nos convoca, la
    globalización. La interdependencia siempre existió,
    solo que ahora esta se ha acentuado en los campos de la
    economía, la sociedad, la cultura, al tiempo en que se ha
    generado paralelamente una toma de conciencia -ineludible -de
    estos fenómenos, punto en el cual se destaca la incidencia
    de los medios de
    comunicación de masas de alcance global, inexistentes
    anteriormente. De esta forma nos adelantamos a la crítica, y que revisaremos con más
    detalle más adelante, que se le formula a las posturas
    cosmopolitanistas de, a objeto de defender su postura, presentar
    el fenómeno de interconexión global como reciente,
    a la vez de construir una imagen del Estado
    moderno, como institución sólida e
    incuestionada.

    El caso del medio ambiente
    es especial, en el sentido de que el ecosistema
    planetario siempre, aún antes de la emergencia del
    fenómeno humano, ha estado en estrecha conexión, en
    un equilibrio
    dinámico que implica el ajuste del sistema a cualquier
    variación en sus componentes (al interior de la biosfera). Lo
    que marca una
    diferencia entre la manera en que pensamos el medio ambiente hoy y
    ayer, es que se hoy por hoy, existe mayor conocimiento
    de esta radical unidad del bios y de su
    vulnerabilidad frente a la intervención humana.

    Esta vulnerabilidad, o mejor dicho vulneración,
    ha sido propiciada no tanto por el crecimiento
    demográfico, sino que sobretodo por la
    industrialización creciente del planeta, la que en
    convivencia con una economía capitalista desregulada, ha
    propiciado un aumento notorio de la influencia del hombre en el
    ecosistema. El aumento de la demanda de
    bienes
    industrializados y la dependencia de la economía de
    combustibles fósiles, han producido, por un lado, el
    crecimiento del sector industrial y por otro la
    contaminación de aire, suelo,
    ríos y mares. Es menester destacar, que en la estricta
    lógica
    capitalista el cuidado protección del medio ambiente
    está vedado, por cuanto este carece de un valor
    económico en sí, y solo tiene valor en cuanto
    susceptible de ser transformado en un bien comerciable. La
    búsqueda de mayores utilidades en el menor tiempo, fin
    último empresarial, se relaciona directamente con la
    producción, y esta a su vez con el consumo, de
    modo que para producir utilidades en el menor tiempo, se debe
    sostener y en la medida de lo posible aumentar el consumo, por la
    vía de creación de necesidades, ya central en el
    consumo predominantemente simbólico de la economía
    posmoderna. Así, una reducción en la influencia
    industrial o en los hábitos de consumo, producto de
    una planificación a largo plazo respecto a la
    influencia del hombre en el medioambiente, en aras de un
    crecimiento sustentable, atenta directamente en contra de
    lógica capitalista.

    En consecuencia tenemos que en los últimos cien
    años el planeta se ha venido saturando, a velocidad
    progresiva, por la intervención del hombre. Este
    fenómeno de saturación medioambiental,
    paradojalmente, ha generado también una toma de conciencia
    al respecto, de hecho, hace tan solo medio siglo no se planteaban
    estos temas y nadie se preocupaba por la deforestación, capa de ozono
    o efecto
    invernadero, esta conciencia ambiental es producto tanto de
    la magnitud de los fenómenos de respuesta
    ecosistémicos, o por la manera en que se presentan, en
    palabras de Beck "democráticamente", es decir, nos afectan
    a todos por igual. En esta línea, el medioambiente es un
    tema ineludible de la política internacional mundial, por
    cuanto es un tópico que no es posible afrontar desde el
    esquema estrictamente estatal, sino que necesita del tipo de
    solución cooperativa
    interestatal de alcance global, del tipo del que se tratan en
    este trabajo.

    Junto con los problemas
    medioambientales, se presentan en la actualidad otros
    fenómenos, que caracterizaremos como disyuntivas a las que
    debe hacer frente el Estado, y que abordaremos con mayor
    detención en lo que sigue, que ponen en jaque la eficacia de las
    políticas estatales para influir dentro de la esfera de su
    competencia, es
    decir, en su territorio, que representa cada vez menos una unidad
    hermética. Esto en cuanto a que las decisiones tomadas en
    el marco de las políticas públicas estatales
    cuentan con un estrecho margen de maniobra sobre flujos que no
    conocen fronteras, ya sea de información, capitales,
    terrorismo o
    riesgos
    medioambientales por mencionar algunos.

    Además, el mismo Estado ha limitado su propia
    capacidad de acción política a través de
    instrumentos jurídicos internacionales vinculantes, que
    imponen normas o
    lineamientos para el actuar estatal, o muchas veces otorgando
    competencias a
    órganos supranacionales, como manera de ajustarse a la
    realidad global. De hecho el siglo pasado fue el siglo en el que
    más tratados
    internacionales se han suscrito, en una multiplicidad de
    ámbitos que incluyen el comercio,
    el trabajo, la
    pesca y los
    derechos humanos,
    que vienen a ser una consagración normativa de la
    preeminencia de la dignidad
    humana, sin distinciones de raza, genero o
    religión, por sobre las estructuras de
    poder típicamente estatales. Tampoco se puede pasar por
    alto la irrupción de nuevos e importantes actores al
    sistema internacional, quitándole protagonismo al estado,
    como son las ONG´S y
    OIG?S, al mismo tiempo que asistimos al surgimiento de una
    ciudadanía altamente informada y más conciente de
    sus derechos (limites al actuar estatal). No se sostiene que el
    Estado ya no pueda injerir sobre los asuntos de la nación,
    sino que la dirección política ya no puede hacer
    frente a todos los flujos, a la vez que las decisiones tomadas en
    cualquier punto del globo en las esferas ya política,
    social o cultural repercutirán inevitablemente en el resto
    del globo, con una velocidad de propagación inédita
    en la historia de la humanidad, lo que se condice con la
    concepción de la globalización como fenómeno
    tendiente al estrechamiento del tiempo y el espacio.

    Lo que se sostiene acá es que el sistema
    interestatal, los Estados por si solos, que se formaron de
    acuerdo a un contexto de una época distinta, en un
    ambiente diferente, han quedado estructuralmente imposibilitados
    de dar respuesta a todos los fenómenos que afectan a sus
    respectivas poblaciones, a la vez que estas demandan soluciones a
    problemas que quedan al margen de la esfera de acción
    efectiva de los estados, que por lo demás se halla bajo
    presión
    constante al debilitamiento, principalmente por la competitividad
    económica internacional.Cabe apuntar que frente a esta
    constatación, Habermas postula la conveniencia de
    implementar "una política interior mundial transnacional",
    que modifique el modo de la competencia económica local,
    en sintonía con el planteamiento de Held a analizar en
    este seminario (La Democracia Cosmopolita).

    Por otra parte, el Estado está sujeto al
    constante escrutinio de la comunidad
    internacional que se ha alineado en torno a valores
    democráticos y de respeto a los
    Derechos Humanos, es más no es poco frecuente la
    intervención militar internacional directa en la esfera
    estatal por razones humanitarias o de justicia, o al
    menos es lo que aducen los estados intervinientes, sin ser mi
    intención entrar en el análisis y crítica de estas
    intervenciones. Al menos conviene tener esto en cuenta como un
    botón de muestra de un
    quiebre del paradigma del
    modelo de
    Westfalia, por cuanto este tipo de intervención escapa a
    la lógica de la soberanía tradicional del estado, que
    supone que por el hecho de ser tal puede obrar a
    discreción en el marco de su territorio. Más
    adelante abordaré este punto con mayor
    detención.

    Pues bien, reconceptualizando, fenómenos que
    incitan al cuestionamiento del sistema internacional vigente y la
    búsqueda de nuevas formas de articulación
    política supranacional son:

    • La merma en la capacidad de control sobre los
      fenómenos políticos, sociales, económicos
      o culturales que tienen lugar en un Estado determinado, y por
      ende de autonomía estatal producto de la creciente
      interdependencia.
    • la constatación de las terribles desigualdades
      planetarias, ilustradas en el hecho de que a la semana mueran
      250.000 niños
      de desnutrición y enfermedades
      fácilmente evitables, principalmente en África,
      con la paradoja de que al mismo tiempo y planeta en los
      países "avanzados" la industria
      del weight-loss mueve millones de dólares
      diarios, para no hablar de la de productos
      suntuarios, que bien podría constituir la industria de
      mayor peso en esas economías. Estas enormes
      desigualdades convocan a que ciertos académicos hablen
      de apartheid global para referirse a la estructura
      económica internacional donde un quinto del mundo es
      rico y cuarto quintos pobres, el quinto más rico
      está segregado en los países ricos, y los
      restantes cuatro quintos, generalmente de tez oscura, en los
      países pobres. Por lo demás, la migración no se permite a gran escala y no
      existen mecanismos planetarios de redistribución de la
      renta. Asimismo se señala que las naciones del Norte
      industrial alojan al 24% de la población pero utilizan el 80% de los
      recursos
      energéticos y minerales
      procesados.
    • El hecho de la degradación medioambiental
      producto de la acción del hombre y sobretodo la
      industrialización de los últimos cien
      años, que ha traído consecuencias nefastas como
      la desertificación, efecto invernadero, lluvia
      ácida, disminución de la capa de ozono y
      extinción de miles de especies.
    • La necesidad y conveniencia de abordar desde una
      óptica supranacional los problemas
      globales (medioambiente, economía, deuda de los
      países subdesarrollados, sobrepoblación, inmigración, pauperismo, terrorismo,
      etc.), por cuanto la intervención de un solo estado es
      técnicamente ineficiente y moralmente
      inequitativa.
    • El necesario juicio de valor que nos lleve a querer
      cambiar la situación actual, por un mundo mejor donde la
      humanidad camine por la senda del entendimiento y el cuidado de
      si y del entorno, ya que bien alguien bien podría decir
      "Yo estoy bien, que se jodan los demás, de modo que no
      me interesa cambiar nada".

    Dentro de esta búsqueda es que se sitúa el
    ámbito de esta memoria, que
    lleva por titulo "La Democracia Cosmopolita en David Held:
    Argumentación y Debate". De su
    denominación ya podemos deducir que nos ocuparemos de una
    nueva forma de aproximarse a los problemas internacionales, ya no
    de una perspectiva del Estado nación, sino, desde la
    sociedad global.

    Antes de abordar con profundidad y esclarecer el tema de
    este seminario, será necesario efectuar ciertas
    aproximaciones, a objeto de poder situar en su contexto esta
    composición teórica. De modo que examinaremos, con
    un detalle adecuado a la extensión y objeto de este
    trabajo, que dicho sea de paso no pretende dar cuenta acabada de
    la vasta discusión que se presenta en torno a estos
    temas.

    En primer lugar, revisaremos el surgimiento del estado
    moderno y su evolución hasta el sistema internacional
    actual, y en segundo lugar escudriñaremos el significado y
    alcance históricos de la palabra cosmopolitanismo, tan
    central en esta memoria. Una vez hechos estos alcances nos
    encontraremos en condiciones de presentar adecuadamente la
    propuesta de política de Held, para luego echar un vistazo
    a la controversia que ha generado el cosmopolitanismo en general,
    y en particular el planteamiento de Held, para luego concluir con
    una reflexión final.

    II. Una
    aproximación al surgimiento del Estado Soberano, su
    evolución hasta el Sistema Internacional actual, y las
    disyuntivas que este plantea al Estado
    contemporáneo.

    .El Nacimiento del Estado

    La forma de organización política
    inmediatamente precedente al sistema estatal se conoció
    con el nombre de feudalismo. A
    pesar de los matices con que se presentó esta forma de
    organización política que tuvo lugar en la Europa entre los
    siglos ocho y catorce, la vamos a caracterizar como el
    emplazamiento en territorios pequeños (feudo) de
    estructuras políticas y sociales autosuficientes y
    autónomas, que en consecuencia no tenían mayores
    relaciones entre sí, aparte de luchas de poder, y no
    respondían a ninguna autoridad
    centralizada que se encontrase por sobre ellos.

    A la cabeza de esta estructura se encontraba el
    señor feudal el que proveía a los siervos de
    cuidado y terrenos a cambio de su completa sumisión. La
    fuente integradora por excelencia de estas unidades era la
    Cristiandad, que era sostenida principalmente por la Iglesia y el
    Sacro Imperio Romano

    En su apogeo el Sacro Imperio representó el
    proyecto de
    unir a las unidades de poder dispersas en un imperio cristiano
    unificado. Sin embargo este proyecto se empantanaba con el poder
    de los señores feudales y de la iglesia católica,
    que buscaba situar la autoridad espiritual sobre la secular, y
    colocar el fundamento último de toda autoridad y
    sabiduría fuera del mundo

    El feudalismo entra en crisis por
    variados fenómenos, entre los cuales están; La
    revolución
    de la vida urbana vinculada al comercio, el afiatamiento de las
    monarquías, los nuevos descubrimientos, el surgimiento de
    minorías cultivadas intelectualmente asociadas al renacimiento y de
    una nueva e influyente clase
    indisociable del comercio: la burguesía.

    Es menester apuntar que el Estado surge en medio de
    cruentas disputas y guerras que
    tuvieron lugar durante el apogeo, es decir en un clima de
    anarquía y de desorden, en este contexto es que, siguiendo
    a Krebs, "la monarquía absoluta emerge como
    solución adecuada para superar esa anarquía y
    restablecer el orden y la justicia". En esta línea, es que
    se sostiene que las monarquías absolutas se formaron en
    oposición a las potencias universales y los poderes
    locales, el Papado, el Imperio y los señores feudales que
    habían dominado en la Edad Media,
    así es como el Estado declara su independencia
    frente a todos estos poderes, estableciendo además un
    gobierno centralizado y sustituyendo la obediencia al
    señor feudal por la obediencia al monarca. Esta lealtad
    hacia el monarca alcanza su punto culmine con la teoría
    del origen divino del poder del príncipe, a raíz de
    la cual toda desobediencia hacia el poder político
    significaba también una afrenta al orden
    divino.

    De esta manera es que el panorama político de la
    Europa de fines del siglo diecisiete estaba dominada por la forma
    de organización soberana estatal, es decir el sistema
    internacional en esa fecha pasaba a corresponderse con el sistema
    interestatal. Los estados se reconocieron mutuamente la
    soberanía sobre sus respectivos territorios, de modo tal
    que no quedaba lugar a la intromisión en los asuntos
    internos de otro Estado.

    Así pues, desde su origen el monarca se situaba a
    la cúspide del nuevo sistema de gobierno, no reconociendo
    ningún poder sobre él, reservándose la
    facultad para ejercer su poder soberano -soberanía- dentro
    de su territorio con total discreción no reconociendo
    límite alguno. Es así como para Krebs , el Estado
    se define fundamentalmente por su soberanía.

    De acuerdo a Bodin, uno de los pensadores
    políticos más influyentes del siglo XVI, la
    soberanía "es el poder ilimitado e indivisible de hacer
    leyes, es
    decir el poder de ejercer en la sociedad el poder
    político". Sin embargo distintos pensadores que teorizaron
    sobre la soberanía no la concibieron como un poder
    absoluto e ilimitado sino también se preocuparon en
    establecer las condiciones del ejercicio legítimo del
    poder soberano, principalmente los que se enmarcan en las
    teorías
    contractualistas, que situaban la legitimidad del poder de
    imponer en el contrato social,
    que es la figura representativa del acuerdo entre los hombres en
    que transfieren su autoridad a un ente superior a
    ellos.

    Esta misma idea ya supone un conjunto de límites al
    actuar estatal en cuanto se aleja de la teoría del origen
    extramundano o divino del poder soberano, y lo constriñe
    (al poder soberano) a la función
    del contrato ideal
    suscrito por los ciudadanos. La formulación del contrato
    social, sus supuestos y efectos, y por tanto limites a la
    voluntad soberana variaron de acuerdo a cada los distintos
    autores, pero ya desde una base consensuada de que la legitimidad
    de la imposición de la ley venia dada ya no desde fuera
    del mundo, como sostenía la teoría del origen
    divino del poder soberano, sino que por los mismos ciudadanos,
    como fruto de una decisión racional.

    Así pues para Hobbes, el
    soberano, dentro de las amplias competencias que este autor le
    atribuye como resultado del contrato social, está sujeto a
    cierto limites; no está autorizado a hacer daño a
    los individuos ni a perjudicar la base de su bienestar material,
    y conserva su autoridad solo en la medida en que cumpla con la
    condición de la transferencia de poder a este hecha por
    los súbditos, a saber, mantener la paz y el orden de la
    vida en comunidad.

    Es posible distinguir entre dos doctrinas o escuelas
    respecto a la relación entre el individuo y la
    comunidad de que forman parte, distinción que tiene lugar
    desde el trabajo de Hans Kohn, La idea del Nacionalismo, y
    que es recogida por Anthony Smith. Estas son la escuela
    voluntarista y la organicista. La primera sostiene que la
    nación se define como una asociación racional de
    ciudadanos, ciudadanos que se hacen conciudadanos por un cuerpo
    de leyes basadas en un contacto producto de una elección,
    de modo tal que el ciudadano es libre para elegir su
    nación de pertenencia.

    Esta postura es la que parece subyacer a las posiciones
    contractualistas, por su énfasis en la racionalidad del
    contrato social. Por su parte, para el organicismo el hombre nace
    en una nación y queda por ese hecho marcado para siempre,
    asimismo concibe a la nación como un espíritu
    superior y trascendente a los miembros individuales; miembros que
    se identifican por un mito de
    orígenes comunes y una cultura histórica
    compartida. Así pues, la postura voluntarista pone
    énfasis en el valor cívico de la
    ciudadanía y la organicista en el valor étnico y
    cultural que pueda ostentar una nación determinada. A
    pesar de reconocer la pertinencia de esta distinción A.
    Smith, termina por reconocer que una nación determinada es
    difícil hallar que se presenten estos estados en forma
    pura, sino más bien que se presentan ambos en distintas
    medidas.

    Recapitulando, en general se sitúa el nacimiento
    del sistema de Estado a la suscripción del tratado de
    Westfalia en 1648 en cuanto desde ese momento se sientan las
    bases de un sistema internacional principalmente interestatal,
    con mutuo reconocimiento de parte de los Estados de su
    soberanía e igualdad y la
    consecuente consagración de la "no
    intervención".

    Generalmente el Estado se define por sus elementos
    constitutivos, los que serian; Territorio, Población,
    Poder y una Finalidad. Asimismo Held lo caracteriza de manera
    adecuada poniendo énfasis en sus aspectos fundamentales,
    materiales y filosófico-jurídicos, los que
    serian:

    1. Territorialidad. La base física del
      ejercicio del poder.
    2. Control de los medios de
      violencia.
      Esto es la reserva que hace el estado del ejercicio de la
      fuerza
      dentro del territorio estatal. De modo que se priva al
      ciudadano de contar con medios para ejercer la violencia, y el
      estado crea cuerpos armados y policiales para ejercer la
      fuerza, esta vez legitima.
    3. Estructura impersonal del poder. El poder, y las
      competencias del estado están asignadas y delimitadas
      por el orden constitucional y legal vigente.
    4. Legitimidad. Al ser la condición de existencia
      estatal la delegación por parte de estos de
      atribuciones, el Estado debe respetar el pacto social y
      procurar la satisfacción de los intereses de los
      súbditos.

    Se ha presentado una disputa respecto al surgimiento de
    los fenómenos del Estado, la nación y el nacionalismo y
    las relaciones existentes entre estos fenómenos. Disputa,
    que pasaremos a revisar, en tanto toca temas sensibles a este
    trabajo. Anthony Smith, a este respecto, distingue entre dos
    posturas, la perennialista, de acuerdo a la cual la nación
    se remonta a tiempos inmemoriales, no asi el nacionalismo,
    fenómeno que, admiten, seria más reciente, y la
    postura modernista , que domina el debate actual, sostiene
    que:

    i- Tanto la ideología nacionalista como el sistema de
    Estado-naciones son fenómenos modernos.

    ii- Nación e identidades nacionales
    también son recientes.

    iii- Naciones y nacionalismos son producto de la
    modernización y la modernidad.

    Así pues, la tesis
    más controvertida es esta última, ya que las otras
    dos han alcanzado un grado adecuado de aceptación de parte
    de académicos e intelectuales.

    Siguiendo a Smith, quienes sostienen la postura
    modernista, sostienen que el Estado nación y el
    nacionalismo serian fenómenos recientes en tanto no
    habría sido posible el surgimiento de Estados en las
    sociedades
    agrícolas premodernas en tanto que las incipientes elites
    habrían estado totalmente aisladas de la gran masa de
    trabajadores, que se encontraban a su vez divididos por diversas
    tradiciones culturales. En esta misma línea, la
    nación seria entonces producto de la
    industrialización, en tanto esta requiere sociedades
    estandarizadas, y culturalmente homogéneas para producir,
    homogenización a la cual habría contribuido la
    escolaridad de las masas. De esta misma forma la nación
    solo habría sido posible al advenimiento de las sociedades
    urbanas.

    Los autores de la escuela modernista sostienen que es el
    surgimiento del Estado moderno, en el contexto de la
    industrialización y del incipiente capitalismo,
    el que posibilita el surgimiento y esparcimiento del
    fenómeno nacional. De esta manera seria el Estado el que
    origina a la nación por motivaciones típicamente
    políticas y no la nación al Estado, como forma de
    dar cauce institucional a una comunidad cultural y
    simbólica.

    Es esta la postura que sostienen, además de
    Hosbawn, Michael Hardt y Antonio Negri. En particular estos
    últimos sostienen que el Estado no se constituye sobre una
    nación o pueblo preexistente, sino que al constituirse el
    Estado somete a grupos humanos de
    diversa cultura, lenguaje y
    raza, bajo el mismo poder, de modo que seria el Estado el que
    construye la nación y no al revés.

    Por lo demás, sostienen los autores, el ideario
    de nación pasa a ser fundamental para mantener la
    cohesión y el control sobre la población cuando el
    Estado monárquico pasa a constituirse en Estado
    Constitucional, de modo tal que el fundamento teológico
    tiene que ceder frente a un fundamento racional que ocupe su
    lugar dentro de la mantención de la cohesión y
    subordinación de las capas sociales, fundamento que con
    dicho objeto, el Estado se encargaría de
    reproducir.

    Sin embargo esta postura modernista ha sido atacada por
    autores que visualizan la nación como un fenómeno
    transhistorico. Así pues Smith, distingue dos corrientes
    de neo-perennialismo que critican la postura
    modernista:

    i- Perennialismo Continuo, de acuerdo al cual las
    raíces de las actuales naciones se remontan a siglos e
    incluso milenios. Más allá de las rupturas, estos
    autores ponen énfasis en la continuidad que subyace al
    fenómeno nacional.

    ii- Perennialismo Recurrente. Esta postura sitúa
    el énfasis en que la nación como fenómeno es
    un fenómeno que se presenta de general en la historia
    humana. Esto es, a pesar de que las naciones en particular
    emerjan y se pierdan en la historia, la nación es un
    fenómeno en si mismo universal y reiterativo.

    Luego de presentada esta interesante discusión,
    pasaremos a revisar nuestro siguiente tema, a saber; El Sistema
    Internacional, su formación, evolución y
    características.

    Partes: 1, 2, 3

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