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La dominación masculina (página 2)




Enviado por Agust�n Alberini



Partes: 1, 2

 

  • El Imaginario
    social y su incidencia simbólica

Al referirnos al imaginario social, nos apoyaremos en lo
que nos deja entender Esther Díaz y lo que relacionaremos
a nuestra problemática. Debemos definirlo como el producto de
una compleja relacion entre discursos y
prácticas sociales, manifestado en lo simbólico y
en las acciones de
las personas. De esta fusión
entre discursos y prácticas surgen los valores,
de esta manera creamos parámetros para actuar y juzgarnos,
ideas de lo que está bien y lo que está mal, de lo
que es lindo o feo. Es decir que funciona como un marco que flota
en la sociedad y es
aceptado como regulador de las conductas.

Si trasladamos esto a la problemática que
abordamos claramente podemos distinguir la importancia que posee
este mecanismo a la hora de regular y generar valoraciones sobre
las conductas y los posibles roles de los individuos en una
sociedad. Para continuar con nuestro trabajo
debemos definir o comprender el significado de "sujeto" en una
sociedad.

Un individuo es
una persona que
comparte un sistema
simbólico con otros seres humanos, un lenguaje
articulado. Este lenguaje está formado por palabras que
tienen significados. En la conformación de nuestro "yo"
(persona entendida como un ser que interáctua con otras)
inciden sobre nosotros el entorno, evidentemente otras personas
como la familia y
los amigos y por último pero no menos importante el
lenguaje.

Nuestro "yo" es también un ente histórico.
Ser histórico significa que estamos "sujetados" a las
prácticas sociales de del tiempo.
Significa estar inmerso en un sistema de valores y
supuestos de una tradición cultural. Sujeto, entonces, lo
podemos definir como el individuo humano en su dimensión
social, en tanto está sujeto a las prácticas
sociales y a los discursos de su época.

Si comprendemos entonces el significado de "sujeto"
evidenciamos la relación directa que existe entre la
división de los sexos, con la oposición entre lo
masculino y lo femenino, y la incidencia de las prácticas
sociales en la conformación de la identidad del
sujeto en la sociedad. Es decir en otras palabras que el
imaginario social influye sobre las conductas de los individuos
por estar "sujetos" a las prácticas y discursos sociales
androcéntricos.

Un sujeto en nuestra época es aquel que avala y
se apoya en ese sistema de parámetros, en nuestro caso la
división genérica, para actuar y vivir en nuestros
valores actuales, recordemos que los discursos y valores no son
los mismos en diferentes épocas.

Es así como se construyen discursos y conductas
que legítiman y ratifican esta dominación masculina
en todos los planos de la sociedad. La utilizacion de un lenguaje
como el nuestro, que se basa en el principio
androcéntrico, forma también una brecha
simbólica irreversible a tal punto. Algunos claros
ejemplos de cómo la relacion entre el valor
cognitivo y el significado real de una serie de palabras
contribuye a que dicha dominación sea vista como un orden
natural de las cosas a través de la puesta en
práctica del lenguaje androcéntrico en los
discursos. No olvidemos que Esther Díaz menciona que la
eficacia de
los discursos no existe sin estar avalados por las
prácticas.

Uno de los ejemplos que se pueden mencionar y que
conducen a una representación muy negativa del sexo femenino
puede ser el acto sexual visto como una relación de
dominación que revela prácticas y representaciones
pensadas como una forma de posesión. Con respecto al acto
sexual Bourdieu nos dice que si la relación sexual es
vista como una relación social de dominación es
porque se constituye a través del principio de la
visión fundamental entre lo masculino, activo, y lo
femenino, pasivo

Como dijimos anteriormente el imaginario social funciona
como una idea de regulador de conductas y acciones, las cuales a
través de discursos y prácticas sociales impone una
división genérica y crea un modelo de
sujeto en la sociedad que avala y reproduce esas prácticas
desde la visión de la razón
androcéntrica.

Lo que intentaremos explicar es sí el efecto de
la violencia simbólica con relación a la
dominación simbólica del hombre por
sobre la mujer
acabó con la ilusión de entablar una amistad o una
relación de pares entre ambos sexos. Como sabemos la
violencia
simbólica según Bourdieu emerge cuando los
dominados utilizan o ponen en práctica para percibirse o
juzgarse los esquemas productos de
la asimilación de su ser social. Los efectos de esa
asimilación los podemos identificar en los habytus
bajo formas de imposiciones, es decir que el verdadero efecto se
ejerce sobre la acción
propia que las mujeres realizan frente a una relación o
interacción social.

Esto significa que las prácticas actuales de
relación con el sexo femenino que llevamos a cabo bajo el
principio androcéntrico, generan que una relación
de amistad con una mujer sea vista como estrechar la mano con lo
desconocido, solo en el caso de que el dominador de cuenta de una
conquista amorosa por sobre los demás, esa amistad
interrumpe el ciclo de equidad en
términos de amistad, de tratarla de igual a igual, y
comienza el ciclo de "dominación" bajo la atenta mirada de
los dominadores. Es un proceso que
termina por definir una bando ganador y otro que no advierte
dicho proceso por estar sumergido en las tinieblas de la
perpetuación de los esquemas que tiene para captar y
percibir esa dominación.

Si ponemos en claro entonces que la relación
entre el hombre y la mujer es aceptada como una asociación
que evidencia un claro dominador sobre un enumerador solo se
puede deducir que para lograr una amistad con el sexo femenino
tendríamos que dejar caer la dualidad presente y ubicar a
la mujer en un rol más real de sus propias condiciones. Es
decir transformar esta desigualdad estructural genérica y
comenzar a fundar los cimientos de una "desigualdad dinámica". Lo que queremos proponer desde
este lado de la monografía es que los habytus de la
mujer contribuyen con dicha desigualdad estructural a
través de las disposiciones del habytus femenino
(vergüenza, humillación, timidez, culpabilidad,
rubor, etc) es decir que la dominación simbólica ha
penetrado la barrera de los cuerpos y se adjudicó el lugar
de parámetro o regulador de conducta en los
dominados.

De esta manera la lectura que
debemos hacer es la de romper con los efectos de la violencia
simbólica, que se traduce en un reconocimiento que modela
o lleva a los dominados a aceptar las estructuras
que producen los hombres para poner en el rol que se deseen a la
mujer. Esta transgresión en la relación
hombre-mujer queda entonces como un hecho que puede ser visto
mediante una nueva lógica
que modele una estructura que
sea compartida por ambos, es decir que transcendamos por una
sociedad más justa en niveles sociales de
equidad.

  • Primera
    conclusión

Podemos decir que los sujetos actuales están
siendo influenciados por la red de relaciones de
discursos y prácticas que el imaginario social propone, es
decir que para que la condición de sujeto exista
según lo que plantea Esther Díaz, debemos asistir a
la operatividad de dicha división genérica. La
materialidad de dichos discursos y valores la vemos en el
lenguaje que utilizamos para referirnos a diferentes actividades
o acciones, en las amistades o relaciones, etc.

La significación simbólica que adquieren
en el lenguaje estas relaciones arbitrarias nos dan cuenta de una
constante mutilación de nuestro sistema perceptivo, y una
aguda asimilación en nuestro habytus por
contraponer a actividades o roles en una sociedad, lo femenino a
lo masculino, lo débil de lo fuerte. Esta incidencia
significa que en nuestras interacciones sociales, para que una
sociedad funcione es necesario ejercer un control una
dominación por sobre quien acompaña, nos dialoga o
simplemente se nos pone enfrente.

Esta conducta imperante la podemos atribuir al
imaginario social y al hecho de que como plantea Bourdieu, la
existencia de mecanismos que colaboran con esta tradición
distributiva de roles, entendemos por mecanismos o instituciones,
la Iglesia,
el Estado, la
familia. Un
claro ejemplo es cuando un bebé está por llegar al
mundo, los padres saturados por tal bombardeo genérico
aguardan al varón con ropa de color azul y a la
niña con ropa de color rosa. Un acción
rápida en transformar al sujeto socialmente establecido
puede resolver uno de los interrogantes planteados, es decir un
cambio radical
en la construcción social de los discursos y
prácticas, en otras palabras, en los valores. Estos
valores pueden ser transmutados, cambiados de roles si asumimos
un rol diferente al actual. Las significaciones sociales
provienen de una naturalización de aquellas
prácticas, por lo que plantearemos un cambio de roles, que
los dominadores experimenten lo que los dominados viven, al estar
construido en un valor binario (0 y 1) la transformación
solo estaría apuntando a cambiar solamente el rol al cual
pertenece cada miembro, de esta manera los mecanismos se
darían vuelta, las polaridades cambiarían y las
mujeres tomarán el control.

Entendemos que lo planteado aquí es dar vuelta la
cuestión, que las mujeres dominen y los hombres sean
dominados, aunque parezca risueño como ha quedado
demostrado, solo por una clara dominación en una
interacción, es posible comunicarse, vivir y relacionarse
con el mundo.

  • Segunda
    conclusión

En cuanto al segundo apartado de la monografía
la conclusión a la que podemos abordar es que
verdaderamente los efectos de esta alteración en los
esquemas perceptivos de los dominados que hipnotiza y los lleva a
juzgarse bajo esa estructura imperante han producido
consecuencias a tal punto irreversibles. En la sociedad que
transitamos actualmente todo ha sido alienado bajo el principio
androcéntrico, no solo el lenguaje ha adquirido esa
articulación binaria de oposición, sino que ha
trastocado los límites
mismos de la racionalidad.

La simplificación en la lectura de una
sociedad es un proceso que para muchos es satisfactorio a tal
punto de aceptarlo sin medir las consecuencias, estos prejuicios
que creamos funcionan en la medida de que hay alguien ha quien
mirar detenidamente con ojos de científicos.

Una aproximación a la cuestión de entablar
una amistad con las mujeres puede estar dada en lo que se
planteó en la primera conclusión, solo cuando
sepamos quien gobierna democráticamente la relación
de dominación estará en condiciones de examinar si
tal proceso es resultado de las realidades que el imaginario
social representa, o solo es producto de significaciones
arbitrarias.

BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA:

  • BOURDIEU.PIERRE "LA DOMINACIÓN
    MASCULINA"
  • FITTORESSI.JP "LA NUEVA ERA DE LAS
    DESIGUALDADES"

BUENOS AIRES
1997

  • DIAZ. ESTHER " QUE ES EL IMAGINARIO
    SOCIAL"
  • CÓRDOVA.ROSÍO "COLECCÍON
    PEDAGÓGICA UNIVERSITARIA 40

JULIO-DICIEMBRE 2003

 

Agustín Alberini

Estudiante de Comunicación Social

Partes: 1, 2
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