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Manifestaciones y Representaciones del Mal



Partes: 1, 2, 3, 4

    Partes: 1, , 3, 4

    1. Palabras
      preliminares
    2. Introducción
    3. Problema
    4. La
      perspectiva religiosa y sus distintos enfoques en las ciencias
      sociales
    5. El
      problema del mal
    6. El
      análisis
    7. Conclusiones
    8. Bibliografía

    Manifestaciones y Representaciones del
    Mal

    Encarnado en la Figura del Diablo en
    diferentes tradiciones religiosas de la ciudad de
    Rosario

    …"Hacía días que
    María estaba preocupada por el marcado deterioro de
    salud que
    sufría su esposo Ernesto. Hacía ya cinco
    días que éste se encontraba sin poder
    levantarse del viejo catre de toda su vida, sin comer, emitir una
    mínima palabra ni expresión; pero esa serena noche
    del 28 de Septiembre sería fatal para la pobre mujer y sus seis
    hijos. Justo allí, en el descampado, sin ningún
    vecino más cercano a los dos o tres
    kilómetros…

    Desesperada María llamó a
    Beto, el mayor de sus seis hijos y le rogó que partiera en
    el viejo caballo manchado de su padre hasta el pueblo en busca de
    la ayuda del único médico del lugar, el Dr.
    Gutiérrez, al que recurrían todos los pueblerinos
    por cualquier tipo de dolencia.

    Partió enseguida, como alma que lleva
    el diablo. Era una noche obscura y solo la luz de la luna
    iluminaba el camino del jovencito que por primera vez, a sus
    escasos dieciséis años, tenía que hacer las
    veces del hombre de la
    casa.

    Mientras tanto en la casa el desenlace
    fatal comienza a manifestarse. Ernesto se agita, su respiración se torna acelerada y, dando
    saltos sobre el catre, emite desgarradores alaridos de
    dolor.

    Los chicos, llenos de pánico,
    se refugian detrás de la madre que, atrapada en la
    más profunda desesperación, mira atónita tan
    desesperante situación.

    El ataque llevaría
    aproximadamente de siete a nueve minutos cuando de pronto el
    cuerpo volvió a yacer sobre el viejo cobijado. Muy
    despacio se acercó la mujer para
    comprobar el estado de
    su inerte marido; poso su oído sobre
    el pecho… Respiraba, tenuemente pero respiraba.

    Cuando el tiempo
    parecía hacerse interminable, un ruido de
    motor se
    oyó en la puerta. Era su hijo, que venía
    acompañado por el viejo doctor y una delgada y novata
    enfermera. Entraron presurosamente a la casa y el doctor sin
    esperar comentario alguno comenzó a revisar al
    enfermo.

    Durante aproximadamente una hora
    intentó reanimarle sin alcanzar éxito
    alguno.

    • el pulso está bien, no hay
      rastros de ataque cardíaco ni de derrame cerebral, la
      temperatura
      es normal… parece cosa de Mandinga! –
      señaló el médico,

    a lo que seguidamente
    agregó:

    – evidentemente, a mi modesto
    entender, ha entrado, no se porque razón en estado de
    coma profundo. Me gustaría llevarlo al hospital de
    Mercedes para hacerle un análisis más exhaustivo y poder
    tener la opinión de otros profesionales.

    La enfermera que hasta el momento se
    había mantenido en el más profundo de los
    silencios, advirtió:

    • hace ya un par de meses
      ocurrió un caso bastante similar a unos pocos
      kilómetros del lugar, y me acuerdo que en aquella
      situación fue de gran utilidad la
      ayuda de Consuelo, la curandera.
    • La curandera? Preguntó
      extrañado el doctor.
    • Sí, la curandera. Dicen que
      conoce mucho más de lo que podemos llegar a explicar.
      Algunos hasta aseguran que es capaz de engañar al
      mismísimo diablo.

    Desesperada y solloza María
    imploró la acercaran a lo de esa tal Consuelo,
    petición a la que generosamente, pero cargado de dudas,
    Gutiérrez accedió. La enfermera guió a ellos
    hasta el vetusto rancho en que moraba la curandera.

    Llegaron en quince minutos
    aproximadamente.

    Sólo un viejo farol iluminaba la
    desvencijada puerta donde ésta moraba. Presurosamente
    llamaron a la puerta, que no tardó demasiado en abrirse.
    Intentó la angustiada esposa contar en pocas palabras lo
    que le estaba sucediendo pero más atónita
    quedó aún cuando aquella viejecita le
    dijo:

    • Ya sé a lo que vienen, denme
      un par de minutos que me preparo y partimos – dijo
      segura.

    El médico poco podía
    entender de la situación que tenía ante sus ojos
    perturbados. En más de treinta años de
    profesión había vivido experiencia
    semejante.

    Al poco tiempo salió Consuelo de
    su rancho trayendo entre sus manos una pequeña cajita de
    cartón atada con rojizo trozo de lana roja . Y así
    partieron.

    Ya en casa del enfermo, y estando todos
    dentro, pidió enérgicamente cerraran y trancaran
    las dos pequeñas ventanas y la puerta de la humilde
    casilla. Ordenó colocaran al enfermo sobre la única
    mesa que había en el lugar. Ya recostado el inerte cuerpo
    sobre la misma prendió unas negras velas, que sacó
    de la extraña cajita; en cada esquina de la mesa flameaba
    la débil luz de las velas. Inmediatamente les pidió
    a todos los presentes, entre los que se encontraban la esposa,
    sus seis hijos, el médico y Rosalía la enfermera,
    que hicieran como una ronda y comenzaran a girar alrededor de la
    mesa rezando sin detenerse un instante las estrofas del Santo
    Rosario.

    Sin cuestionar la petición los
    nueve procedieron a dar comienzo al rito mientras la curandera
    recitaba unas misteriosas letanías y apoyaba sus arrugadas
    manos sobre el pecho del enfermo.

    • no teman ante cualquier cosa que
      pueda suceder- advirtió la anciana.

    No termina de decir esas palabras cuando
    comienza a temblar toda la casa como si un terremoto azotara la
    zona; una ráfaga de viento sacude las ventanas estropeadas
    provocando un chirrido que erizaba la piel. No
    alcanzando con esto; centenares de piedras caían sobre el
    techo de chapas, haciendo un ruido tremendo.

    Como entender semejante tormenta si la
    noche estaba por demás de apacible?…

    Molestos, pero concentrados en el rezo,
    los presentes iban ya por la cuarta estación del Rosario
    cuando sucedió lo impensado: Ernesto se sentó de
    golpe sobre la mesa como si hubiese despertado de una terrible
    pesadilla.

    Al mismo instante el más
    pequeño de los hijos cae muerto sobre el suelo de material
    ante el estupor de los testigos cuasi obligados de tan macabro
    espectáculo. Fútiles fueron los esfuerzos del
    médico por intentar resucitarlo. La suerte del
    niñito había sido echada. Nadie podía parar
    de llorar; el ahora recuperado padre sostenía entre sus
    brazos el cuerpecito de Justo, el más amado de sus hijos
    quizá por ser el menor e inesperado de sus
    ellos.

    Poco a poco fueron saliendo de la casa.
    Hasta que la anciana, ante la inquisición persistente de
    Gutiérrez, decidió tomar la palabra y dijo lo
    siguiente:

    – con el Diablo no se juega ni se
    pacta espero que Ernesto aprenda la lección. Mandinga le
    devolvió el alma pero no se iba a ir con las manos
    vacías… jamás lo hace"…

    Así me lo contó mi amigo y así lo
    he escrito, respetando las identidades de los auténticos
    protagonistas del acontecimiento. El ya no está entre
    nosotros, como para avalar mi relato, sin embargo creí
    justo relatar la última historia que me dejó.
    No es leyenda ni fantasía. Sucedió. Creer o
    reventar dice el dicho popular. Quien quiera creer, que lo crea,
    sino… Tan sólo de eso se trata: de creer.

    Federico Maurantonio
    Salinas.

    22 de Noviembre de 2002.

    "Sostengo que el sentimiento
    religioso cósmico

    es la
    motivación más fuerte y
    noble

    para la investigación
    científica"…

    Albert Einstein. Ideas y opiniones;
    (1954:35)

    Palabras
    preliminares

    ontar la génesis de este trabajo me
    lleva a remontarme al 19 de noviembre de 1998. En esos momentos
    me encontraba preparando el final de la materia Formas
    de la Conciencia
    Social. Ese mismo año también cursaba Metodología Orientación
    Sociocultural, donde realicé una investigación acerca de los diferentes
    tipos de miedos que sufrían los actores sociales de una
    institución no gubernamental de esta ciudad, entre los
    cuales aparecía, de manera recurrente, el temor hacia la
    figura del Diablok .

    Esta cuestión me llevó a acercarme
    aún más a mi buen amigo y excelente profesor
    Buenaventura "Tura" Teránf , al
    frente de Formas, dados sus profundos conocimientos en lo que
    respecta a las cuestiones de índole
    simbólico-religiosa. Alentado por nuestros comunes
    intereses fue fácil para mi elegirlo como el director de
    mi tesis;
    allí se inició una extensa búsqueda y
    rastreo de material bibliográfico referente al tema – que
    aún no estaba en sí demasiado definido – y
    comencé a escribir los primeros esbozos de lo que hoy
    está en sus manos.

    Todo marchaba sobre rieles, mi entusiasmo se acrecentaba
    día tras día queriendo terminar pronto con las
    materias restantes para alcanzar la meta tan
    esperada: el Título.

    Otro pilar importante en mi vida fue alguien que desde
    mis 9 años creyó en mis sueños de
    convertirme en Antropólogo, se llama Luisa, mi adorada
    abuela, quien con sus joviales casi 80 apuntaló esos
    sueños con infinitas dosis de amor y
    comprensión, "bancando" mis horas de estudio y siendo
    parte de lo que se estaba gestando.

    Pero la vida, que pone obstáculos por
    demás de duros en el camino, sorpresivamente, en menos de
    un año, me golpeó con la pérdida de mi
    incondicional compañera y de mi queridísimo
    amigo…

    Por un tiempo quedé aturdido y sin demasiadas
    ganas de continuar, todo se tornaba denso… creía haber
    perdido toda motivación. Pero muy dentro mío
    sabía que tenía que seguir, que les debía a
    ellos, y porque no a mí, un final sino feliz por lo menos
    exitoso.

    Y llegaron primero Edith y Elena intentando levantar la
    bandera; no pudo ser, pero agradezco el tiempo que me
    dispensaron.

    Y el azar hizo que a fines del año 2000 nos
    cruzáramos con la que hasta el día de hoy es quien
    me acompaña en mi proyecto y
    sabiendo llevar adelante las riendas del mismo, me refiero a la
    Dra. Silvia María Montenegro.

    Así llego a este día. Siguiendo
    quizá el camino que hace casi 20 años me propuse y
    que de algún lugar del "cosmos" guiaron más de un
    espíritu benévolo.

    Luis Federico Maurantonio
    Salinas.

    Partes: 1, 2, 3, 4

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