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Manifestaciones y Representaciones del Mal (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4

Partes: 1, , 3, 4

Evidentemente es el Diablo la personificación
absoluta del enemigo del Dios supremo, más allá de
que se sitúe un escalón más debajo de
él, dado que de cualquier forma será vencido en el
final. También aparece en la I.E.M.A. la figura del
anticristo como destructor del universo – que se
mostrará desde dentro de las mismas Iglesias – pero que
aún no ha llegado; en palabras de Susana vemos que
"el Anticristo aún no se ha manifestado en el mundo.
Pero sus primeras manifestaciones se van dando dentro de las
mismas iglesias, de todas. Pero el que quiere destruir al mundo
aún no ha venido, como dicen las profecías.
Igualmente el pueblo de Dios será salvado antes de estos
acontecimientos"

Notamos, como primera observación general, que coinciden estos
tres grupos
religiosos, evangélicos, católicos y mormones, en
considerarlo, como lo afirmarían sus respectivas
escrituras, un ángel caído, que se revela a su
creador; también coinciden al afirmar en que la causa de
su rebeldía procedía de un intrínseco deseo
de ser como el Padre – o aún superarlo -, por esa causa
fue separado, expulsado del Reino, y es desde ese momento en que
se convierte en el antagonista primordial de Dios.

El representante de los Católicos Liberales,
Padre Jorge, afirma la no existencia del Diablo: "no
existe como entidad, como no existe la noche. Existe la falta de
luz, pero si
vamos a llamar Diablo a la parte más mala del hombre,
bueno… el Diablo sirve como chivo expiatorio para descargar en
otro nuestros errores"…
, no obstante manifiesta creer
en la existencia de entidades malignas que pueden ser
atraídas del "mundo oculto"i ;
por otra parte en la entrevista
señala el sacerdote que los hombres pueden llegar a ser el
Diablo o el Anticristo según el cariz de sus actos:
"el Diablo, el Anticristo son payasadas que no existen…
existen seres con muchas cosas que aprehender… hay muchas cosas
que destruyen el mundo, la ecología y son cosas
causadas por el hombre,
entonces la humanidad es un Anticristo".
Serán
entonces esos seres o entidades los que pondrán a los
hombres en aprietos en su vida cotidiana???

Aparentemente, como los antiguos cristianos
gnósticos, ponen la atención en la liberación del
espíritu a partir de otras premisas que nada tienen que
ver con un enemigo por antonomasia; es el propio hombre el que
debe tratar de corregir los daños que causa, es por eso
que ponen la atención en el
conocimiento concreto y
empírico, en la búsqueda de la verdad que haga
libre a la humanidad.

La representante de la escuela
científica, Haydé, nos habla que allí son
propensos a considerar la no existencia del mal encarnado en una
figura determinada: "dentro de cada Escuela
Científica no se cree en la posesión
diabólica, dado que no creemos en el Diablo, sino que
hablamos de la incorporación voluntaria o no de los
espíritus del error… pero aún para incorporar
espíritus del error hay que ser médium, tener
capacidad Espírita… en la escuelita no estamos de
acuerdo con el curanderismo, la brujería… hay que tener
cuidado porque la conexión bien – error es permanente, se
pasa de uno a otro con demasiada facilidad"…;
afirma
que lo contrario al bien no es el mal sino el error y que ambos
están dentro nuestro y operan según actuemos en la
vida, es decir que todo esta librado a la elección
voluntaria de los hombres: "no podemos admitir la
existencia del mal, ni la de ninguna persona que lo
represente en este mundo, de ningún tipo ni forma. Lo
contrario al bien no es el mal sino el error… ambos
están dentro nuestro y operan según actuemos en la
vida"

No creen tampoco en la posesión diabólica,
dado que no aceptan la existencia del Diablo, sin embargo se
muestran de acuerdo con la incorporación voluntaria, o no,
de los espíritus del error, cuestión sólo
posible si se posee capacidad Espírita – mediumnidad
-.

Ya poseemos una visión un tanto más
esclarecedora del papel que juega el diablo en los grupos
religiosos con los que trabajamos. Hemos visto en cuales juega un
rol preponderante, en cuales tiene un valor , por
así decirlo, nominal y en cuales directamente ni es tenido
en cuenta.

Como suponíamos al comienzo, en las tradiciones
donde su figura se hace más fuerte es en la
católica romana y en las derivadas de la
reforma protestante, aunque no en todas es el mal por excelencia;
creemos aquí puede incidir la cuestión de la
salvación. Dentro de la Iglesia
Evangélica Misionera se cree que los hombres sólo
serán salvados por la fe; los católicos – al igual
que los judíos
– también por las obras.

Otra explicación que podría darse al
fenómeno de la cuasi necesidad del diablo es la que nos
ofrece la "Teoría
del Destino"
de Dumezil (1990) donde él, analizando
los Dioses Indoeuropeos, encuentra que en los creyentes de las
distintas religiones dualistas, como
en cierta forma también se plantea en el problema de la
Teodisea, existe una tendencia a adjudicar a un Dios del Mal o
Anti-Dios todas las penurias y sufrimientos del mundo,
además del pecado, por supuesto. Este proceso en las
religiones
politeístas no se manifiesta tan abiertamente por en las
esferas teofánicas se da lo mismo que en el mundo de los
hombres: los dioses sufren, tienen defectos físicos (son
ciegos, cojos, mancos, feos, justos, etc.); como plantea el
hermetismo lo que es arriba es abajo y lo que es abajo es
arriba.

Es decir que para los evangélicos, por ejemplo,
aunque las obras de los hombres sean manifiesta y expresamente
malas – y muchas veces estas inducidas por el mismísimo
Satanás, con solo tener fe, la gloria (paraíso)
será alcanzada. No hay mérito en la búsqueda
de la salvación. Nos decía Susana que "hasta
Hitler
podría haber salvado su alma si se
arrepentía a la hora de la muerte de
todos sus crímenes… sólo la fe en Dios nos
salva"…

En el siguiente punto veremos como estos mismos actores
enfocan la categoría mal, independientemente o no de la
figura del Diablo.

Las Manifestaciones del Diablo / Mal.

Del Infierno, Posesiones y otras cuestiones

Bueno, ya sabemos quienes creen y quienes no en la
existencia del Diablo; también sabemos que visión
tienen del mal nuestros actores sociales entrevistados, ahora lo
que nos resta es ver como esas visiones se articulan en la
cotidianeidad de estos, en como en un día cualquiera de
sus vidas afirman ellos que se pudo o se puede hacer presente el
Mal o alguna de sus encarnaciones.

A partir del relato de Susana conocemos que los
evangélicos afirman que el Diablo puede apoderarse del
cuerpo y el alma de una persona – posesión
demoníaca – "el Diablo puede poseer el cuerpo y el
alma de una persona pero Dios lo libera por medio de sus agentes,
que son los ministros preparados para esa tarea"…,
pero
también creen que hay en el mundo acólitos de
él actuando – o que han actuado – a plena luz del
día. En esa categoría coloca nuestra informante a
Hitler, a Menem y al
mismísimo Pastor Giménez, al que tilda
además de Anticristo en el sentido de falso profeta que
actúa desde dentro de una iglesia en apariencia cristiana:
"personajes que en mi opinión se asemejan a la idea
de Diablo o que han actuado como representantes de él han
sido Hitler, Cavallo y especialmente Menem; fijate que Menem
está siempre donde está el poder, la
droga, la
lujuria, hasta se casa con una mujer hermosa que
es mucho más joven que él… Menem es un
Diablo"…
.

Otra cuestión llamativa es la afirmación
que hace acerca de que el Diablo ha ingresado en este
mundo:

"El Diablo puso en el mundo el SIDA, la
droga, la prostitución, el alcohol, el
lesbianismo, la homosexualidad… todos ellos consecuencia del
pecado"…
afirma absolutamente convencida.

Es preciso señalar que la Iglesia
Evangélica condena semejantes "atrocidades", pero que esta
misma institución que puede – según la informante –
volver a estos "desviados" a la senda de la corrección a
partir de la integración de los mismos a ella y al
abandono de sus conductas erráticas. En este caso es la
institución la que practicaría una suerte de
exorcismo en este tipo de actores sociales.

Otro tema que aparece recurrentemente es el de la
posesión del cuerpo o del alma – o de ambos – por parte de
espíritus diversos; en la Escuela Científica no se
cree en la posesión diabólica como tal, pero si en
la incorporación voluntaria o no de los espíritus
del error que llevarían a las personas a cometer actos no
lícitos: "dentro de cada Escuela Científica
no se cree en la posesión diabólica sino que
hablamos de la incorporación voluntaria o no de los
espíritus del error… pero aún para incorporar
espíritus del error hay que ser médium, tener
capacidad Espírita… no existe un estado de
condenación perpetua, porque es continuo el camino hacia
la perfección… las malas acciones son
purgadas en continuas reencarnaciones… creemos que la etapa
máxima de la evolución se dará cuando podamos
llegar a un estado en el que podamos vivir eternamente libres,
independientes del cuerpo material, sólo con el
astral"…

Desde la perspectiva que tiene el rabino del
judaísmo no se percibe la posesión como un
fenómeno específico dentro de su credo: "el
concepto
judaico no tiene la visualización de la posesión
demoníaca o de ese tipo de cosas"…
, sin embargo
no descarta que pueden aparecer dentro del judaísmo
personas o grupos que ante situaciones determinadas tengan
visiones específicas como las del apoderamiento
demoníaco: "obviamente pueden aparecer dentro del
judaísmo personas o grupos que ante situaciones
determinadas contemplen visiones
específicas"…

Pero es tajante y concluyente con su postura como
judío: "no hay en el judaísmo visión
de posesiones pero eso es cuestión de fe, de fe
profunda"…

Para Jorge, el sacerdote de la Iglesia Liberal, el
exorcismo es una realidad, pero no es el Diablo el que es
expulsado del alma o del cuerpo de una persona, sino entidades de
la obscuridad que puede tener dentro una persona que este pasando
por un mal momento o que haya caído o tenga algún
vicio nocivo: "el exorcismo existe pero no se le quita el
Diablo del alma o del cuerpo a nadie, sino que se le quitan
entidades que puede tener dentro una persona alcohólica o
drogadicta. Sirve para aliviar al cuerpo físico de alguna
entidad"
…, agrega además que esta
práctica "sirve para aliviar al cuerpo físico
de alguna entidad".

Queda descartada la posesión del alma.
Sólo se puede tener poseído el
espíritu.

Dentro del catolicismo romano la cuestión se hace
más intensa, como vemos en el relato del padre Alberto
quien hace una detallada sinopsis del cuadro de las
manifestaciones del Demonio, señalando que "la
más grave es la posesión, antes están la
opresión y la última es la influencia… La
opresión es permanente y se da en el caso de muchos
santos… La posesión, supone que la persona pierde la
libertad y eso
solamente Dios lo puede permitir… en toda la historia de la Humanidad la
Iglesia calcula que no han sido más que dos o tres…
Igualmente la posesión fue por muy poco tiempo, es
dificilísimo que pase porque Dios lo tiene que permitir…
A mi no pueden juzgar por algo que hice sin conciencia. Si no
hay libertad, no hay conciencia, por eso no deben haber
más de 2 o 3 casos de posesión demoníaca. La
posesión es alguien que maneja tu voluntad, tu libertad y
tu inteligencia;
no sos vos, es otro"…¡

Uno de los problemas
más difíciles que deben superar las religiones a
las que Weber llama
universales es el de la posible no omnipotencia divina y es por
esto que se podría explicar el mal en el mundo. Por
ejemplo Alberto trata de resolverlo de la siguiente manera:
"El demonio es un ser que existe porque Dios no puede
desdecirse de lo que creó… El hombre es el único
ser que puede relacionarse con Dios de igual a igual. Destruir
(al Diablo) iría en contra de su lógica.
Lo creó libre como para rechazarlo o como para quererlo.
Para la revelación el Diablo es un ser creado, de los
mejores, pero que lo mandó a la mierda a Dios. Pero esa
libertad que Dios le dio no permite que vaya más
allá de sus fuerzas"…

Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos
de los Últimos Días, por su parte, no contemplan –
o por lo menos no hacen mención – la posesión
demoníaca pero si entienden que el demonio se vale de
hombres para llevar a cabo determinadas acciones, estos hombres
muchas veces pactan voluntariamente con el Diablo.
Señaló uno de los Elder informantes que "la
tarea del Diablo es tentar a los hombres para que los sigan en su
eterna condena y desobedezcan a la voz de Dios… hay hombres que
influenciados por el Diablo se unen bajo juramentos para llevar
adelante malas acciones… dentro de la iglesia lo llamamos
combinaciones secretas o pactos secretos… el que hizo el primer
pacto con el Diablo fue Caín… (El Diablo) tiene un gran
número de colaboradores para hacer el
mal"…

También cabe señalar el carácter mesiánico – milenarista
presente en el discurso de los mormones: "dicen los textos
sagrados que Satanás y sus demonios reinarán en
este mundo antes de la venida final de Jesucristo… este lo
vencerá y lo encadenará por más de mil
años, así lo dice el
Apocalipsis"…

Aventurándonos a las próximas conclusiones
podríamos bien preguntarnos… Existe el Diablo en el
discurso de todos los entrevistados? No, es evidente. El mal
tiene lugar en los mismos? Salvando el caso de los espiritistas
que hablan del error, el concepto de Mal sí se encuentra
presente en todos los cultos. El Mal es producto del
Diablo? Acá es más difícil de
precisar.

En primera instancia debemos determinar que el Diablo en
sí cobra vital poderío en el Catolicismo Romano y
en el Evangelismo; en si es una figura netamente cristiana. Es en
estos dos grupos donde parece moverse con mayor amplitud y donde
su accionar se hace manifiesto; es más su existencia en el
Catolicismo es dogma de fe: "Quien diga que el diablo no
existe no está ya en la fe… toda la Historia humana
está atravesada por una tremenda lucha contra las
tinieblas… La Iglesia es consciente de la acción
del Maligno, que trata de desanimarnos y de sembrar la
confusión. En este marco encuentran su puesto los
exorcismos, expresión importante, pero no la única,
de la lucha contra el Maligno."
… declaró
recientemente el Cardenal Jorge Arturo Medina Estévez en
la página principal del Periódico
Electrónico de Vaticano.

El Mal para el Catolicismo tiene siempre un elemento de
explicación; Juan Pablo II en recientes publicaciones del
Vaticano afirmó que "En la oración del
Padrenuestro
es explícita la referencia al mal.
Éste es provocado por el mundo por aquel ser espiritual
llamado por la revelación bíblica Diablo o
Satanás, que se ha puesto deliberadamente contra Dios…
La maldad humana constituida por el Demonio, o suscitada por su
influjo, se presenta incluso en nuestros días, en forma
atrayente, seduciendo las mentes y los corazones hasta hacer
perder el sentido mismo del mal y del pecado… Éste
está ciertamente ligado a la libertad del hombre pero en
su mismo peso humano obran factores por razón de los
cuales el pecado se sitúa más allá de lo
humano, en aquella zona límite donde la conciencia, la
voluntad y la sensibilidad del hombre están en contacto
con las obscuras fuerzas… Por desgracia los seres humanos se
pueden convertir en protagonistas de la perversidad…
convertirse en una generación maligna y
perversa»."…
(Zenit, Vaticano; 18 de Agosto de
1999)

La existencia concretizada, dogmatizada y personificada
del Diablo como un actor más del drama humano es evidente
dentro del Catolicismo. Influye, instiga, pervierte, incide en la
vida cotidiana de cada uno de los seres humanos – bautizados o no
-. Menciona Weber que "por lo general con la
racionalización de la practica religiosa y la vida en
general se produce la "formación del
panteón"
, esto es, la especialización de las
figuras religiosas y la dotación de atributos y competencias"r y eso es
lo que sucede con el Demonio en el discurso de los informantes
católicos: es él un personaje que posee atributos y
caracteres particulares, tiene un campo de acción y un
reino propio del que es amo y señor: el
Infierno…

En lo que respecta al Mal ontológico hay
diferencias notorias entre todos los grupos entrevistados,
más que nada en las proporciones del alcance y origen de
este; por un lado tenemos a los que lo consideran un producto
netamente humano y otros que le otorgan una naturaleza
cuasi divina. El demonio, para los cristianos, es un poder, o
"él" poder, del mal que actúa en este mundo,
tentando al hombre y manifestándose de diversas formas.
Este poder deviene de un ser personal, pero no
creado por Dios para el mal, sino que se hizo tal por propia
elección.

La Biblia – libro que
comparten los judeocristianos – en sí no explica el origen
de este ser, como tampoco explica el origen del mal en el mundo.
El demonio aparece como una criatura bajo el dominio total de
Dios. Ejerce una función
hostil, la de manipular a las personas para desviarlas hacia el
mal, hacia el pecado.

El cristianismo,
aunque muchos de sus líderes se opongan a la idea, es una
religión
dualistak : el Diablo tiene
espectaculares poderes que se oponen a los mismísimos
poderes de Jesús, pero sus poderes están siempre
limitados a los designios de Dios. La batalla escatológica
entre el bien y el mal se libra cotidianamente en el alma de los
hombres; bien y mal coexisten en nosotros dentro del universo.
Pero una lectura
cristiana del problema nos reflejaría que en el fondo el
hombre es bueno pero hay un mal, un demonio que puede
tentarlo.

Por su parte, el judaísmo rechaza el dualismo
ontológico y explica el mal como resultado del estado
imperfecto de la creación del mundo o del uso inadecuado
del libre albedrío, y no como resultado de las
elucubraciones de un enemigo cósmico del Dios
Único. Evidentemente el judaísmo también
rechaza la personificación de las fuerzas del mal y
prefiere hablar del Diablo o del demonio como de una
representación de la tendencia del mal en la humanidad.
Como señala la Dra. Pagels en su obra "Satán": "de
acuerdo a la enseñanza rabínica, habitan en el
ser humano dos espíritus antagónicos: uno es la
tendencia hacia el bien y el otro la tendencia hacia el mal"…
(Pagels; 1995)

En los grupos religiosos no provenientes de la
tradición judeocristiana la visión cambia
considerablemente. Los Católicos liberales muestran un
absoluto rechazo a la figura del Diablo, señalando que
sólo podría denominarse de esa manera a la parte
más mala del hombre. Como todo grupo de
tendencia gnóstica prefieren determinar el origen del bien
y el mal en libre albedrío de los hombres –
cuestión más cercana al judaísmo -; son
estos los que cosechan lo que siembran. Bajo la
conceptualización de los espiritistas es inapropiado
hablar de mal y mucho menos aún de Diablo. Todo se
resuelve en la elección del espíritu humano por el
bien o por el error, y depende del grado de conocimientos
mediumnicos para atraer al mundo de la materia
espíritus del bien o del error…

El mal y el Diablo, por lo visto, no son la misma cosa y
no siempre están conectados, más allá que
las acciones del segundo sean siempre consideradas malas. Las
representaciones del Mal sí están visibles – si no
es mal es error – en todos los cultos con los que trabajamos. El
mal existe y es concreto. No así el Diablo, y no queremos
caer en teologicismos, pero hemos comprobado que no en todos los
cultos en los que hemos realizado entrevistas el
Diablo es un personaje de existencia precisa.

Opiniones con respecto a la
temática

        
Existen nociones muy sofisticadas del bien y del mal en la
tradición judeocristiana y también existen
tradiciones folklóricas acerca de los
demonios.

        
Resulta interesante comprobar que una tradición
manifiestamente folklórico – religiosa del satanismo
está viva y disfruta de una inmejorable salud en la cultura
popular.

        
Es común tomar a una persona como el Diablo, hacer una
personificación de éste, y aplicarla a otras
personas; es aquí ahí donde se concretiza y a
menudo es asignada a grupos particulares de la sociedad.

        
Algunos grupos postulan que la malignidad es simple y
sencillamente la ausencia de bien.

        
Otros afirman que el mal – en diversas manifestaciones –
está presente en el mundo para probarnos y tentarnos;
para fortalecer nuestro temple y dar mayor solidez a nuestras
aptitudes.

        
Los más "radicalizados" ven en ese adversario
pérfido, al que llaman Diablo, una potencia de
rasgos poderosos. Es el Mal hecho carne, incansable, liderando
una horda de demonios dispuestos a sembrar desgracias en todo
el orbe. Es un poder cósmico – junto con Dios y los
ángeles -, y su probable triunfo final es algo que no
puede ni debe subestimarse.

        
Los Católicos Romanos, evitando caer en cualquier tipo
de maniqueísmo, reafirman que Dios, y ningún otro
ser cosmogónico, es quien ha creado al Diablo – de
ahí que no estemos ante dos principios
iguales (dualismo), hecho que convertiría a Dios en un
ser no todopoderoso -; pero al mismo tiempo no atribuyen al
buen Dios la creación del Mal como tal – cuestión
que sería considerada como sacrílega – por lo que
es necesario que el Diablo deba su maldad a sí mismo y a
su propia opción por el mal.

        
Los Católicos liberales constituyen – junto a los
espiritistas – el más complejo de los grupos religiosos
analizados por la enormidad de sincretismos que componen sus
corpus de creencias. No hay presencia de diablo, pero si hay
exorcismos; no existe el mal, pero si el error; el bien y el
mal son producto del hombre, sin embargo hay entidades
maléficas que tienden a desviar hacia el segundo la
conducta de
los mismos. Como un grupo más de los que pertenecen a la
sociedad Teosófica toman una postura que – al decir de
Maestri – reduce lo que en otros grupos es llamado el maligno a
la manifestación de las influencias maléficas de
lo astral. No existiría ese tal "Diablo", según
esta última opinión, sino un aura dañina
para los hombres, compuesta por "los fantasmas de
los recientemente fallecidos; los restos proteicos
subsiguientes a esa etapa, en la que el fantasma desea sobre
todas las cosas volver a encarnar y necesita de la materia
vital de un ser humano para conseguirlo; los llamados "cuerpos
fluídicos" de los animales (una
suerte de alma inferior que le conceden a los irracionales);
las proyecciones psicológicas (deseos, pensamientos,
odios) de las personas; las tensiones psíquicas de los
locos, videntes, mediums y demás seres especiales que se
conectarían con el plano astral"
… (Cousté;
1991) Todo esto, sin ser oportunamente el Diablo – personaje
cuya existencia no es aceptada por la mayoría de los
esotéricos y metafísicos -, constituiría
un género
de aura "diabólica" sobre las vidas y obras de los
hombres y sería, en gran parte, éste el Mal que
les interrumpe el camino a una vía honesta.

        
Las iglesias pentecostales han auspiciado una profusa creencia
en la existencia del Diablo, de la posesión y del uso de
ritos simbólico – religiosos como el exorcismo para
eliminarla.

Ahora que despedimos el siglo XX podemos analizar que
el Diablo no es una reliquia en el imaginario religioso de los
distintos actores sociales que desean explicarse la naturaleza
del mal, y que es más: continúa vigentemente
instalado en los escenarios de la actividad de los actores
sociales de los grupos religiosos mayoritarios en nuestra
sociedad como lo son católicos y
evangélicos.

A partir del relato de los respectivos actores
sociales, que han sido portavoces de los cultos que lideran y
bien podrían – seguramente – no representar la
opinión de todos los fieles a los que representan,
podemos dar cuenta que el concepto de mal posee un
carácter dinámico, es decir: ha variado y lo
continúa haciendo según las épocas,
localizaciones geográficas, tradiciones religioso –
culturales y estratos sociales. En ese devenir de los tiempos
los actores sociales han ido elaborando, para dotar de
significado a determinadas conductas y comportamientos
sociales, distintas redes de valores
éticos y morales propiciamente respaldados por actos
simbólicos – mitos,
ritos, creencias religiosas y demás fenómenos
místico-mágicos – que terminaron
convirtiéndose en valores socialmente aceptados (el
hecho de no matar o no robar, sólo por dar un ejemplo,
traspasa la barrera de la índole religiosa para ingresar
a la esfera de lo público).

Si trabajásemos dentro de un marco
teórico propio de la filosofía o de la
teología podríamos preguntarnos a esta altura de la
investigación si es el mal una
cuestión abstracta o es una entidad por demás de
particular, o bien si existe el mal o
sólo es una categoría de índole nominal
mediante la cual los actores sociales identifican a todo aquello
que los decepciona, que no es de su agrado, que los apesadumbra,
que le causa temor y muchos sentimientos subestimados más,
pero al desenvolvernos en el campo de la antropología interpretativa debemos tener
en claro que todo existe desde el momento en que alguien crea en
determinada cuestión.

En los grupos con los que trabajamos la idea de mal,
podríamos decir, aparece generaliza pero cada uno de sus
representantes le otorga una especificidad propia del cuerpo de
creencias que profesa.

Hemos podido dar cuenta de que, en general, existe una
tendencia a concebir al mal como una presencia,
como un ente maligno que incita a los hombres
hacia el caos, la desgracia, lo inmoral. Esta entidad puede
encarnarse en un ser humano (anticristo) o en un espíritu
o cuasi teofanía (Lucifer). Señala Salinas (2002)
que "no hay una única manera de percibir el mundo…
Nuestra mente ordena la realidad de tantas maneras posibles que
marea sólo el enumerarlas"…

En el estudio de los fenómenos religiosos no
existe un guarismo racional o simbología pertinente que
nos permita discernir entre un pensamiento
verdadero o falso, no hay verdades como que el agua hierve
a los 100° o que dos más dos son cuatro, en el estudio
de lo religioso nos encontraremos más de una vez conque
dos más dos son tres. Afirmaba Eliade, hablando de los
diferentes fenómenos religiosos, "hoy se admite que estos
(los fenómenos) son verdaderos, pero en otro
sentido distinto del que, por ejemplo, entendemos cuando decimos
que una realidad histórica es verdadera. Se trata de dos
modos distintos de existir en el mundo, de dos actitudes
distintas del espíritu en la interpretación del universo, modos de ser y
actividades del espíritu que no se excluyen mutuamente"…
(Eliade; 1984)

Los referentes de los grupos religiosos nos han
presentado sus diferentes visiones de mundo: nos permitieron
adentrarnos en sus mundos religiosos, y en algunos de ellos hemos
podido corroborar determinados conceptos aprioristas que
teníamos acerca de ellos, ideas generalizadas que nos
movilizaron a desarrollar la investigación, mientras que
otros nos han abierto un innumerable universo de
incógnitas.

Con respecto a las hipótesis planteadas al comienzo de la
investigación podemos determinar que:

  1. la primera, acerca de que Existe algún tipo
    de relación entre el advenimiento de un nuevo siglo y
    una creciente tendencia hacia un resurgimiento o revival de
    prácticas mágicoreligiosas,
    no ha quedado
    demasiado en manifiesto en el discurso de los actores
    sociales, es más aún en los grupos donde la
    idea o figura de la segunda venida, o la aún no
    acontecida venida como entre los judíos, el hecho es
    como forma parte de lo litúrgico. Se espera, pero no
    los desespera, es decir que hemos visto una tranquilidad
    religiosa, una estabilidad emocional más que un
    revivalism. Quizá los tiempos que corren en nuestra
    realidad, cargados de angustias y pesares en lo
    económico, en lo político y en lo social hayan
    hecho desentender un tanto a los actores sociales de
    cuestiones de esa índole. Lo profano habría
    superado, por lo menos urgentemente, a lo sagrado.

    No queremos redundar pero, como anteriormente
    marcábamos, en la tradición católica y
    en los grupos con raíces fundadas en la reforma
    protestante, en este caso los evangélicos y los
    mormones, se halla presente en la alocución de sus
    representantes, en algunos casos como entidad maligna por
    antonomasia que mora en la esfera de las teofanías y
    en otros como actor manifiesto de la vida cotidiana de los
    hombres.

  2. Con respecto a la segunda que rezaba lo siguiente:
    Los actores sociales tienden a corporeizar la figura del
    Diablo o relacionarlo a determinados personajes de protagonismo
    histórico,
    podemos decir que la hemos confirmado en
    gran medida en algunos grupos y en otros la sentimos
    absolutamente ausente.
  3. La tercera nos genera diríamos una
    sensación de que deberíamos haber cambiado el
    vocablo temor por el de respeto o
    aprensión. Originalmente decía que Los
    actores sociales creyentes temen al Diablo o a sus distintas
    manifestaciones.
    Cuando hacíamos las entrevistas nos
    dábamos cuenta que, en los grupos donde él
    tenía cabida, los entrevistados estaban seguros de
    poseer las herramientas
    necesarias como para contrarrestar cualquiera de sus
    manifestaciones: bien podían la fe, la oración,
    el bautismo, etc. ser armas para
    combatir la acción demoníaca. No había
    temor; si respeto a su
    envergadura de ángel que alguna vez gozó
    del beneplácito divino.

Permítasenos una acotación. Si hoy
debiésemos emprender nuevamente la presente
investigación quizá plantearíamos diferentes
o mejores y elaboradas hipótesis, pero no
serían demasiado distintas de las actuales, amén
que creemos que las respuestas de los informantes no
variarían tampoco en grado significante dado que
consideramos que estas tienen que ver con el conjunto de la
sociedad en el que se desarrollan los respectivos cultos. Los
movimientos religiosos no pueden estar desconectados de la
realidad en que se expresan, realidad esta que los traspasa y
penetra como a toda institución de índole social.
La Rosario en que conviven es la misma para todos.

"Nietzsche dijo: "Dios
ha muerto"…

luego se pronunció otra frase,
que me gusta más:

"Dios se retira". Yo respondo
ahora:

"Espero que vuelva". Ésta es
la síntesis"…

Ernst
Jünger.

Conclusiones

Llegamos al final de la investigación –
más allá que creemos fehacientemente que ninguna
investigación puede llegar a un final propiamente dicho;
siempre debe haber algo más que decir sobre cualquier
temática, aún más en el ámbito de las
ciencias
sociales – y nos enfrentamos a resultados realmente
interesantes.

Dividimos el presente trabajo en
tres grandes capítulos. En el primero pusimos
énfasis en el abordaje de la perspectiva religiosa y sus
distintos enfoques dentro del ámbito de las ciencias
sociales en general, señalando que nos ubicaríamos
dentro del paradigma
antropológico hermeneútico para el desarrollo del
trabajo de investigación. Aquí más que nada
quedó evidenciada la tendencia a enmarcar dentro del
ámbito de lo místico – religioso las
categorías que desarrollaríamos en el
capítulo siguiente.

Ya en el segundo capítulo analizamos,
según las distintas fuentes, el
papel de la antropología en el tratamiento de la
cuestión del mal. Nos fue de importantísima
utilidad haber
encontrado y posteriormente analizado el estudio weberiano acerca
del problema de la Teodisea, estudio que sería retomado
por dos importantes antropólogos como Clifford Geertz y
Vena Das.

Este punto nos mostró como las diversas
manifestaciones religiosas intentan encontrar una
explicación al sufrimiento de los hombres. Y aquí
situamos al Diablo y una de sus posibles "funciones": la de
encarnar el mal en el mundo y ser el causante máximo del
sufrimiento de los actores sociales.

Hacia el final del capítulo dejamos en claro cual
era, a priori, nuestra visión sobre el tema, sin haber
aún interpretado y analizado las entrevistas realizadas a
nuestros informantes claves, para ver luego si esta podía
luego ser modificada o no.

El tercer y último capítulo se
centró principalmente en el análisis de las entrevistas propiamente
dicho. Sorpresas mediante por algunas de las definiciones
vertidas por nuestros informantes no podemos más que
mostrarnos satisfechos por los conocimientos alcanzados, siendo a
nuestro entender la virtud del presente el hecho de dejarnos con
interrogantes suficientes como para retomar la
investigación en un futuro no tan lejano.

Entre las cuestiones que nos interesarían
remarcar, dado el carácter diverso de los representantes
de los cultos que oficiaron como informantes, se ubican por
ejemplo la del monopolio de
lo sobrenatural o supranatural por parte de los distintos grupos
religiosos. Stark y Bainbridge (1985) afirman que para
monopolizar la religión, una iglesia debe
también monopolizar todo acceso a lo sobrenatural. Para
ello, debe proveer también magia… Sin embargo, en la
medida que las sociedades se
vuelven más complejas, y la ciencia se
desarrolla, los sacerdotes dejan de proveer también
servicios
mágicos (es decir compensadores específicos) para
concentrarse en la provisión de compensadores más
generales. Así, estas religiones se tornan crecientemente
secularizadas, en la medida en que realizan menores afirmaciones
acerca de los poderes del mundo sobrenatural de influenciar el
mundo empírico… Para reducir la tensión con
sociedades cada vez menos proclives a explicaciones
sobrenaturales de los hechos, deben desenfatizar los elementos de
su doctrina que involucran la provisión de compensadores
específicos…

A partir de estas apreciaciones Snow y Machalek (1982)
esta variable puede darnos cuatro grandes tipos de sistemas de
creencias:

  1. los altamente integrados y con alta relevancia
    empírica
    , que son vulnerables a la inconsistencia
    interna lógica y a la evidencia externa (la ciencia);
  2. los poco integrados y con alta relevancia
    empírica
    , por lo tanto principalmente vulnerables a
    la evidencia externa , ya que su consistencia interna es poca
    (el curanderismo y la brujería) ;
  3. los altamente integrados pero con baja relevancia
    empírica
    , que serían vulnerables a
    contradicciones internas y cismas (el Comunismo, el
    Peronismo, el
    Catolicismoj ) y
  4. los poco integrados y con baja relevancia
    empírica
    , que tienen una muy baja vulnerabilidad a
    las contradicciones internas y la evidencia externa (la
    mayoría de los nuevos movimientos
    religiosos)

Evidentemente los grupos religiosos con los que hemos
trabajado, siguiendo este modelo, se
ubicarían en las dos últimas categorías.
Pueden estar poco o muy integrados pero todos poseen una muy baja
relevancia empírica, cuestión que permite
desarrollar dentro de ellos los más diversos tipos de
posturas e ideas. Se podrán inclinar para un lado u otro
sin embargo sus seguidores y practicantes estarán seguros
de encontrar en ellos el "remedio" para sus sufrimientos, sus
angustias y, por supuesto, para su salvación.

Tratando de sintetizar podríamos afirmar que lo
que nos preocupó sobremanera en el presente fue abordar el
problema del mal encarnado en la figura del Diablo en expresiones
del pensamiento de diferentes actores sociales calificados.
Evidentemente nos encontramos frente a representaciones
simbólicas que se manifiestan dentro de una gran variable
como lo es el pensamiento occidental, de ahí quizá
los resultados obtenidos.

Occidente se ha caracterizado justamente por el hecho de
ser, a nuestro entender, completamente bipolar, es como si
existiese una necesidad intrínseca por oponer siempre algo
a lo que se presenta ante nuestras miradas. Pareciese que no se
puede definir algo si no es por oposición a él
mismo. No hay bien sin mal (o error), no hay blanco sin negro, no
hay Dios sin Diablo.

Siguiendo por ejemplo las apreciaciones de la maestra
evangélica, por tomar un caso, podríamos concluir
con que el Mal es como una "sumatoria abstracta" de todo lo que
no nos gusta, lo que nos causa desagrado o incomodidad. Pero lo
que no gusta a determinado actor social puede ser bueno – o muy
bueno – para otro; este enfoque nos llevaría a relativizar
por completo el concepto: todo depende del cristal con que se lo
mire.

Entonces… será que el mal es
el compendio que cada grupo realiza de situaciones desagradables
(muerte,
mentiras, corrupción, desigualdades, posesiones) o
conductas tabuadas (sexopatías, pedofilia, incesto,
lujuria, etc.)???

El reconocido antropólogo español
Caro Baroja (2001) afirma que en cualquier novela o relato
de la antigüedad – no muy lejana – una división del
hombre como un ser que tiene vicios y virtudes era una cosa clara
y evidente; sin embargo en el hombre actual este rasgo de la
parte práctica de la religión y del estudio de esos
vicios y virtudes "se ha sustituido por otros conceptos que se
consideran más científicos pero que sin embargo no
nos evitan el tener que analizar el problema del bien y del mal,
considerados como aspectos fundamentales de la ética y la
sociología del hombre. ¿Qué
es el bien, qué es el mal para una comunidad actual,
sea urbana o rústica? En gran medida este ha sido el
móvil de la investigación, el poder reconocer en el
discurso de nuestros entrevistados las conceptualizaciones y
representaciones que elaboran sobre ese concepto evidentemente no
tan perimido: el de Mal.

Como corolario al presente nos gustaría citar a
un pensador de nuestro agrado, nos referimos al filósofo
Jean Baudrillar, quien en "La Transparencia del Mal",
señala que el Mal se ha metido "en todas partes: la
anamorfosis de las formas contemporáneas del mal es
infinita. En una sociedad que a fuerza de
profilaxis, de eliminación de sus referencias naturales,
de blanqueamiento de la violencia, de
exterminio, de sus gérmenes y de todas sus partes
malditas, la cirugía estética de lo negativo, sólo quiere
vérselas con la gestión
calculada y con el discurso del Bien; en una sociedad en donde ya
no existe ninguna posibilidad de nombrar el Mal, este se ha
metamorfoseado en todas las formas virales y terroristas que nos
obsesionan"W …

El "mundo" puede ser presentado – y representado – de
tantas maneras como mentes lo piensen y lo manifiesten en los
hechos de su vida religiosa, en relación constante con las
manifestaciones de los demás actores sociales, pertenezcan
o no a su mismo grupo. Estos otros mundos que se "materializan"
se hacen por demás de reales en el discurso de los
respectivos entrevistados; no hay una prueba culminante que
permita establecer que hipótesis o creencia es la
correcta, más allá de los esfuerzos que realicemos
por acercarnos a verdades no de "entrecasa".

El Mal, más allá que el diablo siga
"vivo", como lo hemos comprobado durante el transcurso de la
investigación, se ha hecho más importante que el
personaje que algunos consideran le dio vida y más
aún que los hombres que lo ponen a funcionar como si fuese
una maquinaria.

Un silogista expresaría que hay mal en todo lo
que existe porque en todo lo que existe hay bien, pero… es este
el significado del problema del mal?, una bestia abstracta que
intenta dominar nuestros impulsos o un vacío devorador en
el que se cae por nuestras propias limitaciones como seres
humanos?…

El Mal existe, es un problema y ha estado presente en el
discurso de todos los actores sociales entrevistados. La
solución al problema? Deberá cada uno encontrarla
en el discurso religioso que presenta a sus seguidores, materia
pendiente para futuras investigaciones.

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Páginas Web
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Luis Federico Maurantonio Salinas

M 1583/1

28 – 11 – 2002

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Partes: 1, 2, 3, 4
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