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Mensaje a las religiones



Partes: 1, 2

    1. Sueño de unión
      religiosa
    2. El
      Mensaje
    3. La
      propuesta
    4. Religión
      Universal
    5. Los
      escépticos
    6. ¿Seré
      yo, Señor?
    7. Cordial
      invitación
    8. Perfil de
      Apóstol de Paz

    "En La Tierra y en
    el cielo hay espacio para Todos"

    Lo que va a leer a continuación es una profunda
    clase de
    religión
    en un lenguaje y
    estilo ameno, vanguardista, revolucionario y muy
    conciliador.

    Todos actuamos porque tenemos sueños. Urge una
    comunidad
    internacional integrada en la fe. Lo invito a soñar mi
    sueño de ver unida fraternalmente a la humanidad religiosa
    y donde reine la hermandad entre todos los creyentes. Si todos
    empezamos a realizar este sueño, la humanidad se
    liberará de la causa principal de la guerra: el
    sectarismo religioso
    . Cuanto más lo soñemos
    haremos realidad el más anhelado: la Paz

    Para mí no hay diferencia entre soñar
    despierto o dormido. ¿Quién no ha soñado
    mientras duerme? ¿Quién no ha soñado
    despierto? ¿Quién no tiene sueños en la
    vida? Mis sueños son nítidos y dirigidos
    conscientemente porque mientras sueño dormido tengo
    conciencia de que
    estoy soñando y mientras sueño despierto, soy
    consciente de que soñar es vivir. Cuando lea el libro VIVAMOS
    AMPM-Manual de
    Funciones Cerebrales,
    aprenderá a dirigir sus
    sueños, a superar la angustia existencial mediante un
    mayor y mejor uso del cerebro
    después de conocer las funciones de sus
    partes.

    Por ahora lo invito con todo mi optimismo, a
    soñar un…

    SUEÑO DE UNIÓN
    RELIGIOSA

    Soñé que me encontraba en un lugar
    sagrado, sin precisar si era una iglesia, un
    templo, una sinagoga o una mezquita. Lo único que tengo
    claro es que todo se veía sagrado mientras caminaba en
    medio de imponentes columnas ancestrales. Durante este
    sueño me vi vestido de apóstol como en la
    época de Jesucristo, tal como aparezco en la fotografía
    que está circulando por el mundo vía Internet como una
    invitación a celebrar la conciliación
    mundial.

    Después de un largo trayecto, llegué a la
    puerta del otro extremo del templo que daba al exterior. Me
    detuve en medio de las dos últimas columnas, y antes de
    bajar al piso de tierra arenosa
    me extasié contemplando el paisaje. Cuando hube mirado
    todo lo que se hallaba a la intemperie, precisé que me
    encontraba en un extremo de una gran isla que terminaba en punta.
    Bajé tres gradas, caminé directo y de frente al mar
    ¡Qué playa y mar tan serenos! De un momento a otro,
    del mar salían gradas cristalinas. Subí hasta
    llegar a un palacio celestial donde se encontraban humanos alados
    de indudable aspecto angelical, que daban la bienvenida. El
    aspecto angelical de los anfitriones, no lo digo tanto por lo
    alados y bellos, sino por la sensación de paz que
    proyectaban.

    La imponencia de aquel palacio era impresionante y en su
    interior había otros ángeles de toda la
    jerarquía celestial; vale decir, serafines, querubines
    tronos, dominaciones, principados, potestades arcángeles,
    virtudes y ángeles. Entre los invitados terrenales se
    encontraban hombres y mujeres, líderes espirituales de
    todas las religiones, vistiendo acorde
    con las costumbres de su credo. Católicos, musulmanes,
    judíos,
    protestantes, etc.; departían y compartían la dicha
    de estar allí. Todo el sitio resplandecía con haces
    de luces multicolores que en mil direcciones matizaban el
    ambiente. Todo
    se reflejaba en todo y uno podía verse y ver a los
    asistentes desde todos los ángulos posibles: de frente, de
    espalda, de medio lado, de perfil. Al fondo había tres
    bellas esculturas del mismo tamaño, que por momentos se
    volvían móviles, casi vivas: una representaba un
    gigante y hermoso león alado; le seguía un toro
    también con alas, e inmediatamente se hallaba un
    águila; sus alas estaban desplegadas hacia lo alto y se
    tocaban una contra otra al hacer inclinaciones de bienvenida a
    los invitados que las observaban. A considerable distancia,
    quizá once o doce metros, detrás de estas tres
    bellas esculturas animadas, había grandes cristales que
    dejaban ver las nubes blancas arreboladas y el cielo azul de un
    claro firmamento. Alineados al frente de veinticuatro tronos
    altos y sublimes, destinados para veinticuatro senadores de Dios,
    había once candelabros de oro y los
    senadores de Dios se encontraban mezclados con los invitados. Los
    muros estaban construidos en cristal de brillo destellante. La
    suntuosidad y celestialidad del lugar superan mi precaria
    capacidad de descripción. Mi emoción por
    encontrarme entre los invitados era aún más
    indescriptible. Los ángeles anfitriones entregaban un
    pequeño candelero de oro en cuya base se podía leer
    Concilio Religioso Universal-Tercer Milenio, que los invitados
    guardaban como recuerdo y constancia de asistencia.

    Otros ángeles invitaban a tomar vino servido en
    copas de oro. Cuando probé el vino, su sabor fue
    glorificante. ¡No había duda! era un vino especial
    añejado por siglos. Uno de los senadores de Dios era el
    mismo Santo Anciano, que en otro sueño me había
    entregado un rollo-libro, y que ahora se encontraba vestido con
    túnica de algodón
    natural con cinturón de tela y parecía tejido con
    hilos de oro. Sus cabellos eran completamente blancos, sus gestos
    maduros y amorosos. En su mano izquierda tenía un libro
    que decía Libro Sagrado Universal y entre
    paréntesis aclaraba: (contiene el Tercer Testamento y lo
    que tienen en común los libros
    sagrados de todas las religiones), y
    en su mano derecha tenía una piedra preciosa cristalina
    como un diamante con mi nuevo nombre gravado: APÓSTOL DE
    PAZ VIVE AMPM. Al acercarme pude apreciar que era un prendedor y
    el Santo Anciano extendió su mano para colocarlo sobre mi
    túnica al lado izquierdo, a la altura del corazón.
    Mientras el Santo Anciano lo abrochaba y yo admiraba la belleza
    sin igual de aquel lugar sagrado, escuché una voz de
    trueno, fuerte pero cordial que venía de lo alto.
    Miré en todas direcciones en busca de grandes parlantes,
    mas no vi ninguno. En cambio, si
    observé en lo alto, una mano que señalaba una gran
    estatua y al tiempo se
    oía la voz solemne que venía del firmamento
    diciendo: "Bienvenidos hijitos míos y leales
    ángeles al servicio del
    séptimo cielo, actualmente las diferentes religiones del
    mundo de las cuales sois líderes, son como esta gran
    estatua cuya cabeza es de oro; su pecho y sus brazos, de plata;
    su vientre y sus caderas, de bronce; sus piernas, de hierro; y sus
    pies, parte hierro y parte barro.

    Escuchad y acoged, con amor y
    obediencia, de manos de Apóstol de Paz el mensaje que os
    entrega. Cuando todos escuchéis y acatéis el
    mensaje en este Concilio Universal Religioso y conciliéis
    vuestra fe en el gran Libro Sagrado Universal surgirá de
    vuestra unión la Religión Universal. Ninguna
    religión se impondrá sobre las demás y
    ninguna será inferior a la otra, ni rival. Hijitos
    míos escuchadle y haced lo que él os
    pide"

    Después que terminó de hablar nuestro
    Padre Espiritual, procedí a leer el Mensaje a las
    Religiones
    y mi voz se escuchaba como si fuera de trueno
    queriendo llegar a todos los rincones de la tierra. Cuando
    terminé de leerlo, los ángeles anfitriones
    procedieron a entregarlo por escrito; simultáneamente a la
    entrega, todos vimos cómo la brisa desintegraba como polvo
    la gran estatua, hasta desaparecerla.

    De un momento para otro, todos nos vimos en la cima de
    una montaña y alrededor de una gran hoguera, y los
    líderes espirituales sostenían el libro en cuya
    carátula se leía con claridad: Libro Sagrado
    Universal
    y entre paréntesis la misma
    aclaración… y haciendo ronda, repetían sin
    cesar:

    Todos somos hermanos espirituales, con un único
    hogar: la Tierra; bajo el cielo como un solo techo; el Padre
    Espiritual como el único Creador; la Iglesia Universal
    como una misma y sola Madre.

    Escuchando este coro desperté feliz.

    Pues bien, esto fue lo que recordé del Mensaje
    que leí en mi Sueño de Unión
    Religiosa
    :

    Partes: 1, 2

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