Murrup, continuidad y ruptura cultural en el desierto del norte del Perú
- El origen prehispánico de
Mórrope: Félam, la iguana y el
agua - La
organización socioeconómica de
Mórrope - La
comunidad campesina "San Pedro de
Mórrope" - La
cultura tradicional: continuidad y ruptura - Reflexiones
finales - Fuentes y
bibliografía
No existe una historia de
Mórrope, aparte de algunos artículos escritos por
entusiastas estudiosos locales, con escasa documentación. Tiene mucho que ver con
esto el descuido en la conservación de los archivos
locales: los libros
parroquiales son de muy difícil acceso y han resistido a
un intento de expoliación, estando actualmente en
proceso de
restauración. Los antiguos archivos municipales se han
perdido, por lo que para reconstruir la historia de
Mórrope debemos recurrir a los archivos de Lambayeque,
Trujillo y Lima. Por lo tanto, en esta parte trataremos de
organizar las informaciones dispersas de que disponemos, tanto
de fuentes
primarias como secundarias, tratando de encontrar un sentido y
una caracterización histórica de largo plazo a
Mórrope, lo cual es importante desde nuestra
perspectiva, dada la íntima relación entre lo
sociocultural y la historia.
El cura lambayecano Justo Modesto Ruviños y
Andrade, cura de Pacora y Mórrope en la época del
obispo de Trujillo Baltasar Jayme Martínez
Compañón y Bujanda, hizo una monografía de su curato, que si bien no
llegó a concluir, nos proporciona valiosas informaciones
para comprender la tradición e historia morropana
(Ruviños 1776).
1.
El origen prehispánico de Mórrope: Félam,
la iguana y el agua
El asentamiento original de los actuales morropanos
habría sido Félam, un sitio árido, ubicado
entre Sechura y el actual Mórrope. Ruviños recoge
la versión que alrededor del año 1125
existía una relación comercial entre los
señoríos andinos y costeños con la zona de
Paita. Félam sería así un sitio
intermedio, o pascana de la "gentilidad", que por el comercio e
intercambio frecuentes se fue ampliando, congregándose
algunas familias. Durante el período del Inca Yupanqui
(sic), habría sobrevenido en Félam una epidemia
que los obligó a emigrar a la zona de Pacora.
En este punto Ruviños inserta una
tradición sobre el origen del actual Mórrope.
Relata que tres pequeños, que se encontraban al ocaso
jugando a dos leguas hacia el oriente de Pacora (donde estaban
asentadas las familias de Félam), perseguían a
una iguana, que a poca distancia entró en una brecha de
la tierra.
Al buscarla en la profundidad encontraron un elemento muy
importante para la vida de esta gente del desierto: el agua, de
lo que avisaron a sus padres.
Los pobladores formaron una iguana del propio barro
que sacaron al excavar el pozo, dándole el carácter de deidad beneficiadora y dios
de las aguas; pusieron al ídolo en un adoratorio,
negando a la luna, y, en signo de gratitud, sacrificaron
solemnemente las vidas de los tres inocentes.
Pusieron por nombre a este pozo Murrup (que significa
en lengua
muchik iguana), que después se pronunciaría como
Mórrope por los españoles. Así, el pueblo
cambió de nombre de Félam al de Mórrope,
llevando sus familias hacia el lugar donde encontraron el
agua. Desde
entonces se pobló esta zona. Es más, indica
Ruviños que desde 1125 Manco Cápac hizo poblar
todas estas tierras, seguramente queriendo indicar la
incorporación de este espacio al territorio del reino de
Lambayeque o de los mochicas, en el cual seguramente
cumplía algunas funciones
dentro de la
organización socioeconómica y política (Cf.
Espinoza 1975 y Ramirez 1981).
En cualquier caso, el período de esta migración original de los morropanos, lo
ubicaríamos en el período llamado Sicán
Tardío, entre los años 1050 y 1350 d.c. (Cf.
Shimada 1985), en pleno funcionamiento del complejo urbano de
Túcume como núcleo político del
señorío de Lambayeque o Sicán. Hay
discrepancias sobre la ubicación del antiguo curacazgo
de Jayanca del cual dependía Mórrope. Algunas
referencias nos hacen ubicarlo entre Salas y el actual Jayanca,
espacio que coincide con las ruinas de Apurlé (Cf.
Trimborn 1961).
Es interesante también relacionar la
tradición narrada por Ruviños, con el mito de
Naymlap, que recoge el cura Miguel Cavello de Valboa, a fines
del siglo XVI. Según esta tradición, hacia el
año 1200, se dio una migración del norte, de un
Señor étnico llamado Naymlap, que aparentemente
conquistó a la sociedad
regional existente, insertándose en la tradición
de la cultura
Sicán o Lambayeque existente. Pues bien, el origen de
Mórrope es situado en este período.
La leyenda narrada por Miguel Cavello de Valboa,
recogida en 1586, es recogida también por el cura
Ruviños, en Mórrope en 1782, en forma
independiente, lo cual es evidente por ciertas discrepancias
resultantes seguramente.
Es necesario indicar que a la llegada de Naymlap (o
Ñamla, según Ruviños), ya existía
un florecimiento cultural importante en lambayeque, evidenciado
en la existencia, ya madura, de la cultura Sicán o
Lambayeque (Shimada 1985: 125 y ss.). Es probable que esta
mogración de naymlap, así como de los morropanos
originales, estén asociadas al Fenómeno del
Niño, que habría creado fuertes disturbaciones
ecológicas y biológicas en esta región.
Shimada, basándose en Paul Kosok, ubica la
migración de Naymlap alrededor del año 1025,
construyendo los templos del complejo
Chotuna-Chornancap.
Paul Kosok asocia la expansión de la
dinastía de Naymlap con la construcción del canal Taimi, que
habría sido construído por los nietos de Naymlap
que fueron a Jayanca y Túcume. Además afirma que
en el momento de su llegada se percibía una cierta
apariencia de unidad en el valle de Lambayeque, y se explica la
expansión hacia el norte y hacia el sur por los grandes
canales, como el de Taymi, hacia el río La Leche, y el
de Pacherres Saltur, hacia el Zaña (Kosok 1965).
Así pues, el norte ofrecía un periodo de
espléndido florecimiento, que con presencia de la
dinastía de Naymlap esto no se truncó, sino que
colaboraron para que las obras se impulsaran por ser gentes
emprendedoras, pacíficas y dinámicas. De acuerdo
a una hipótesis sugerida por Izumi Shimada,
Naymlap procedería del centro de oráculos de
Pachacámac, y su principal significado cultural e
histórico fue la de ser un líder
carismático que revivió la cultura Sicán,
permitiendo el florecimiento del llamado Sicán – Medio
(Shimada 1985: 128).
Asimismo, debemos relacionar la leyenda de Naymlap con
la evidencia arqueológica que justamente es parte de la
tradición morropana. En el límite sur-oeste de
Mórrope se encuentran las ruinas de Chornancap, en el
límite con el actual distrito San José, antigua
caleta de pescadores de origen sechurano.
Al sur de Mórrope, en los límites
con Lambayeque, se encuentran también unos extensos
paredones, cuya identificación cronológica ni
cultural, aunque tal vez representen cierta frontera
cultural, esta apreciación coincide con la que
señala un estudioso local (Villamonte 1988).
Las entonces fortalezas, convertidas posteriormente,
en la época de los incas, en
huacas o lugares místicos, las que fueron objeto de
veneración, de temor y respeto, por
los mochicas del murrup, permanecen como verdaderas
irrefutables de aquella grandeza milenaria. Así tenemos:
La fortaleza de Chornancap y Chotuna, ubicadas al sur-oeste del
poblado de Mórrope, sirven ambas de línea
divisora entre las Comunidades de Campesinos de la caleta de
San José y San Pedro de Mórrope. Villamonte hace
un inventario de
huacas en Mórrope. Señala la huaca de El
Mirador, Huaca Agujereada, en un cascajal despoblado, junto
al camino real que unía Quito, con
Cusco, construido posiblemente en la época del
Tahuantinsuyo.
Estos monumentos se ubican entre el límite de
Mórrope y Lambayeque. Al norte se ubica la Huaca
Solecape o Paredones, denominada también Huaca Viva
porque por las noches su observación es clara. A 15 Kms. Al
noroeste se encuentra la Huaca de Barro, en el límite de
Mochumí y Ferreñafe. Entre los límites de
la comunidad de
San Pablo de Pacora y Mórrope se ubican las huacas de
Puplán y la "Huaca de Bandera". Otro monumento
importante, es el "Encanto de Casagrande", según
Zacarías Villamonte una ciudadela, construída en
pleno desierto en el común de naturales del
Murrup.
De acuerdo a la tradición recogida por el cura
Ruviños, Pacora fue fundado al mismo tiempo que
Mórrope, aunque atribuye la creación al curaca
Culloc-Cápac por orden de Manco Capac (sic). En el breve
período de la dominación incaica Pacora fue el
asiento y cabeza del cacicazgo y Mórrope una guaranga o
anexo.
La cronología de la narración de
Ruviños es confusa, dado que el recogió la
información de indígenas, que
habían conservado la información como
tradición oral, más de dos siglos después
de la conquista. Hay que imaginarnos las dificultades de
comunicación del cura Ruviños, que
no era entendido en las lenguas locales, pero que recoge de
todos modos la tradición oral. Haciendo una interpretación libre de la
narración de Ruviños, entendemos que Culloc fue
el primer curaca o gobernante de Mórrope.
Después de varias generaciones, durante el
gobierno del
nieto o descendiente de éste, llamado Lluco, se dio la
conquista de una etnía cajamarquina, por una
expedición venida desde Cajamarca, al mando de
Yupac-Soli, siendo desterrado el curaca Lluco a Cusco. Los
nietos de Yupac-Soli fueron los caciques de Pacora y
Mórrope a la llegada de los españoles: Cusu-Soli,
y Caxu-Soli. La hija de Caxu-Soli se casó con un tal
Santisteban. Hacia la época de la conquista, la población de Mórrope había
crecido mucho, por lo que a la muerte de
su padre, se divide en dos cacicazgos, reconociéndose a
la hija de Caxu-Soli como la heredera. Así, encontramos
que la tradición oral morropana recogida por el cura de
Pacora y Mórrope Justo Modesto Ruviños y Andrade,
nos resume una gran complejidad étnica y migratoria en
este espacio cultural. Es más, articula la leyenda del
origen de Mórrope, con la leyenda de Ñamla (o
Naymlap, según la versión recogida
independientemente por Miguel Cabello de Valboa dos siglos
antes de Ruviños).
Después de los trabajos de Walter Alva, Izumi
Shimada y Alfredo Narváez en Sipán, Batangrande y
Túcume, se reconoce con mayor claridad que ha existido
una gran complejidad en la organización socioeconómica del
espacio lambayecano, del cual, aunque en forma marginal,
participaba Mórrope. Asimismo, comprendemos ahora que en
el largo plazo, la historia precolonial de Mórrope no es
tan larga como la de los núcleos de la cultura
Sicán, que tienen una historia de ocupación del
espacio lambayecano desde por los menos el año 450. Por
lo menos así indica la cronología de Batangrande
propuesta por I. Shimada, que ubica evidencias
de Mochica Tardío hacia los 450 a 700 D.C.
Sin embargo, Mórrope surge en este milenio,
probablemente en la segunda centuria, al decir del cura
Ruviños.
En el período inmediatamente anterior a la
conquista, después de la dominación chimú
y durante la breve época inca, Mórrope era parte
del curacazgo de Jayanca. Este curacazgo, a inicios de la
colonia, estaba formado por los pueblos de indios de Jayanca,
Mórrope, Pacora y Papo, organizados en las encomiendas
de Jayanca y de Pacora. Esto nos da una idea de la
organización prehispánica tardía (Ramirez
1981: 286-7). Era un curacazgo básicamente agricultor,
pero dentro de él Mórrope aportaba a la economía del
señorío a través de sus especialistas
salineros, pesqueros y artesanos.
Cuando Sebastián de la Gama hizo una visita al
curacazgo de Jayanca, en 1540, encontró que
comprendía cuatro curacazgos subordinados o menores
(Pacora, Maxu, Chamacol y Salapa). Además tenía
siete señores subalternos y poseía dos huarancas:
una del cacique Minimixas, con siete pachacas, y otra del
señor Facollapa, con cuatro.
Precisamente una de las más poderosas
pachaquías estaba integrada por pescadores, que ocupaban
el pueblo Número 136, compuesta por cincuenta
trabajadores y con más de doscientas personas en total,
incluyendo hijos y mujeres. Estaba localizada a orillas del mar
(probablemente el uno de los "poblezuelos" del antiguo
Mórrope). Su curaca llamado Millamisan estaba
considerado como una gran principal a quien siempre lo
conducían y trasladaban a cualquier parte en hamaca. El
poder de
este curaca emanaba del comercio del pescado salado a base del
trueque, con lo cual obtenía oro, plata,
coca, y otros productos
valiosos
Como en el resto de la provincia de Trujillo, el Oidor
de las Audiencia de Lima Doctor Gregorio Gonzales de Cuenca, es
el funcionario que ordena el traslado de los indios de
Mórrope. En efecto, en el juicio de residencia de
Gonzales de Cuenca, dentro de los documentos
anexos de la visita que realizara al norte del Perú
entre 1566 y 1567, aparece una ordenanza del Oidor, en que
resuelve un pedido de Diego Muchoni, principal de los indios
pescadores de Túcume, sobre reubicación de los
idnios pescadores que eran sus tributarios. Con ocasión
de la visita, Gonzales de Cuenca, según sus
palabras
"…adjudiqué por suyo un mandón
llamado Pacho con todos sus indios que están en el
pueblo de Muerrepe …"
Estos indios no reconocían ni obedecían
a Diego Muchoni, según el cual informaba a Gonzales
Cuenca que no querían ir a misa,
"…donde está poblado, antes se
están en el dicho pueblo de Muerrepe. Y que él
quería que los dichos indios se pasasen al pueblo de
Colchuc, donde están muy bien y serán
industriados y enseñados en las cosas de nuestra santa
fe católica."
Como resultado de este pedido, Gonzales de Cuenca con
fecha 21 de noviembre de 1566, en el Monasterio de Chiclayo, da
un mandato a García de Vargas corregidor del
repartimiento de Túcume de que
"…que el dicho principal Pacho y todos sus
indios questan poblados en el dicho pueblo de Muerrepe se
pasen a vivir y poblar al dicho pueblo de Colchuc, donde el
dicho don Diego Muchuni está poblado y los compela
para que ansi lo cumpla, quemando las casas que tuviera en el
dicho pueblo de Muerrepe. Y no consintiréis que los
dichos indios ni alguno dellos se ausenten del dicho pueblo
de Colchuc. Y si ausentaren los haréis recoger
allí. Mando a Lorenzo Zamudio, encomendero del dicho
repartimiento de Túcume, y al dicho don Diego Muchuni,
tengan particular cuidado en la dicha poblacion se conserue.
Y ansimismo vos mando proveáis que el dicho principal
Pacha y sus indios obedezcan, acaten y respeten al dicho don
Diego Muchuni en todos los casos y cosas que los indios deuen
y suelen respetar a sus caciques y principales
compeliéndoles y apremiándoles a que
ansí lo cumplan y cantigádolos si ansí
lo hicieren…"
Página siguiente |