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La Dirección en la obra de Juan Pablo II (página 2)




Enviado por Horacio Tellez



Partes: 1, 2

 

De otro lado, y en el tema de la selección
de personas para tareas específicas, nos dice el Papa Juan
Pablo II

Encontrar la
motivación religiosa para actuar y la persona
adecuada para llevar a cabo una determinada tarea era un buen
comienzo, que daba buenas esperanzas de éxito
a las iniciativas pastorales.

Frente a su motivación, el sentido religioso es
profundo en el Papa Juan Pablo II. Al respecto manifiesta
Monseñor Vincent Thu, quien fuera su secretario privado
por más de ocho años:

Pienso que el fundamento de su espiritualidad es la
misa… el Santo Padre siempre ha programado la misa como
el punto central de sus encuentros… Estar cerca de
él y ver cómo reza y cómo celebra la misa
cada día es una experiencia única. Reza con
pasión, con los ojos cerrados, con invocaciones
frecuentes, tales como "¡Señor, Dios mío!".
Pone su mano en la frente. El Papa tiene presentes en su
corazón
a todos aquellos que le escriben pidiéndole alguna
oración particular… Su abandono en la
oración es completo… Muy frecuentemente he
observado a obispos y cardenales que concelebran con él,
miran al Santo Padre para ver cómo reza. Todos quedan
muy impresionados.

Afirma sobre el Papa Miguel Ángel
Velasco

Su secreto es la oración, en la que
continuamente vive inmerso.

En los resultados de una investigación de 5 años en empresas de
Estados
Unidos, Jim Collins (2001), estableció que el primer
criterio de las empresas que sobresalen es "primero quién
y después qué". Consiste en contratar personas
disciplinadas que se motiven a sí mismas y realicen de
manera apasionada su trabajo.
Personas dispuestas a encender el mundo con sus acciones,
imparables, fuertes de carácter, con un gran sentido
trascendente.

Este postulado, incorporar personas disciplinadas,
coincide con el estilo del Papa Juan Pablo II, quien centra la
calidad de sus
propias motivaciones y observa y fomenta la de sus colaboradores.
Está muy pendiente de las personas, de sus capacidades y
de su compromiso con la misión
encomendada. Pero lo más importante, es el mensaje de
mantener una fuerte voluntad y humildad en el desempeño del trabajo
profesional:

Debéis exigiros a vosotros mismos, aunque los
otros no os exijan.

Si buceamos en la vida interior del Papa Juan Pablo II
en relación con la importancia del encuentro personal y la
preocupación por el otro, como persona única e
irrepetible, descubrimos lo siguiente, y en sus mismas
palabras:

Cada hombre es
una persona individual, y por eso yo no puedo programar a
priori un tipo de relación que valga para todos, sino
que cada vez, por así decir, debo volver a descubrirlo
desde el principio.

Estas palabras hablan por sí mismas, son
impresionantes… su mensaje para la vida directiva es claro y
contundente. Para ello planteamos la reflexión en forma de
preguntas: ¿Considero que puedo motivar a todos mis
colaboradores de la misma manera? ¿Todo el mundo se motiva
por el dinero?
¿Todo el mundo es perezoso? ¿Mi función
esencial es el control del
desempeño de mis colaboradores? ¿Para mí
qué significa la persona humana? ¿Sobre su
condición en la naturaleza y
el mundo? ¿Considero a cada persona como valiosa,
única e irrepetible?

La concepción que cada Directivo tenga de la
persona humana le forjará necesariamente su estilo de
dirección. Si parte de una visión
mecanicista, egocéntrica y pesimista de la persona, en sus
comportamientos irradiará siempre la desconfianza en los
demás y, lo más grave, medirá a todos bajo
el mismo prisma.

Si su concepción es antropológica,
optimista, basada en la consideración de que las personas
son únicas e irrepetibles, dirigirá siempre
confiando en los demás, bajo prismas distintos en
función de la persona que tiene al frente, distinguiendo
en cada una sus propias motivaciones, capacidades, actitudes y
necesidades. Frente al tema de la confianza, Gorbachov
refiriéndose al Papa Juan Pablo II dijo:

En pocas palabras estamos ante una excepcional
personalidad: no quisiera exagerar, pero yo he
tenido la impresión particular de que de este hombre
emana una energía gracias a la cual se siente una honda
sensación de confianza hacia él.

Las palabras de María Antonieta Macciocchi, ex
eurodiputada italiana de izquierdas, feminista militante y ex
marxista-leninista expresó:

Y entró Wojtyla, con sus ropas blancas y
ondeantes, alargándome las dos manos tendidas. Su mirada
cruzó firmemente con la mía. De aquel gesto
intenso irradiaba una fuerza
interior, un aura luminosa, metafísica.

Vale la pena reiterar estos testimonios, era
mística su energía y fuerza internas; su
espiritualidad se reflejaba en su mirada, en sus comportamientos,
irradiaba confianza, transparencia.

Frente a la importancia del trato personal con sus
obispos, expresa Juan Pablo II

Apreciaba mucho los encuentros con Pablo VI.
Aprendí mucho de él, incluso sobre su modo de
llevar a cabo estos encuentros. Sin embargo, después he
trazado mi propio esquema: primero recibo a cada obispo
personalmente, luego invito a comer a todo el grupo y, al
final, celebramos juntos la Santa Misa por la mañana y
tenemos una reunión colectiva.

Aquí nos describe el Papa la manera de acercarse
a las diferentes reuniones con sus colaboradores: los obispos. Se
ve claramente su inclinación por la
personalización de los encuentros
.

La interacción entre Directivo y colaboradores
es el momento de la verdad en el mundo de las organizaciones,
es el punto crítico para generar confianza y para
construir una convivencia profesional adecuada. Deberá
propiciar la personalización de los encuentros,
transmitir transparencia en sus intenciones, criterios
éticos en la toma de
decisiones, preocupación e interés por el
Bien de los demás
(benevolencia), con un diálogo
constructivo adecuado a las circunstancias y personas que rodean
la situación.

De todos modos, mi preocupación constante ha
sido la de cuidar en cada caso el carácter personal del
encuentro. Cada uno es un capítulo aparte. Me he movido
siempre según esta convicción.

Continúa más adelante

El interés
por el otro comienza en la oración del obispo, en su
coloquio con Cristo, que le confía "a los suyos". La
oración le prepara a estos encuentros con los
otros.

Vuelve el tema de la preparación personal previa
para afrontar los retos de la vida, nadie puede ir por el mundo
familiar, social o directivo sin una fuerte formación
ética y
de práctica continua de la reflexión personal sobre
sus actos y sobre su propia vida. No se puede guiar y servir a
los demás si no hemos definido claramente nuestra
misión personal única e irrepetible y
nuestro sentido trascendente como persona humana.

Por este motivo una pregunta y reflexión
necesaria para un directivo es: "¿Cuál es mi
misión en la vida?". Al final, la vida interior es
la clave para llenar de contenido y sentido la
existencia.

Lo importante es mantener la misión personal viva
y para este objetivo, debe
servir de referencia permanente para tomar decisiones. El alto
directivo debe preguntarse si una decisión, cualquier
decisión potencia,
debilita o contradice dicha misión.

El darse a los otros es una dimensión existencial
para quien ejerce la función de vértice. El
autismo
directivo no es el camino. La apertura y la preocupación
por el bienestar de los demás es el inicio. En sus propias
palabras lo ha expresado Juan Pablo II:

Cuando encuentro una persona, ya rezo por ella, y eso
siempre facilita la relación.

Se trata de mantener una actitud
positiva frente al encuentro con los demás. Cuántas
veces no nos ha pasado que nos decimos a nosotros mismos
"quisiera no ir a hablar con esta persona, o encontrarme con
ella", es decir, de entrada ya estamos predisponiendo nuestro
encuentro con elementos negativos: menospreciamos la
interacción.

Miremos el ejemplo del Papa… ¡reza por cada
persona con la que se encuentra! Desea el bienestar del otro, lo
mira con amor, valora
la relación, la interacción con los demás.
Esta reflexión es muy profunda: en la medida que cada
encuentro es único, por la persona y las circunstancias,
debemos valorarlo con una actitud positiva y de riqueza personal.
¿Será importante pensar en lo valioso que es mi
colaborador o par, previamente al momento del encuentro? La
respuesta siempre será positiva.

Un testimonio demuestra aspectos impresionantes del
estilo directivo del Papa Juan Pablo II. Monseñor Vincent
Thu expresó:

Es un hombre muy sensible. Tiene un gran respeto por
las personas… Cuando necesita algo, el Santo Padre viene
en persona. Por ejemplo, entra a nuestra oficina para
pedir papel o bolígrafos.
Nunca se enfada. Siempre está sereno, y no levanta su
voz.

Juan Pablo II hace énfasis en la importancia de
dirigir mediante el trato personal respetuoso con los
demás. No se concibe un Directivo que no dialogue de
manera permanente con las personas de la
organización. No puede esconderse en su "castillo de
cristal" sin que la gente lo vea e interactúe con
él o ella, es importante que la organización tenga acceso al
vértice, que convivan con él, que aprendan de
él, que lo puedan palpar, escuchar directamente, que le
puedan comunicar sin barreras sus ideas… Se trata de
personalizar los encuentros, dirigir mediante el trato personal,
con actos de amor. Aplicado al contexto de la Dirección de
Empresas podríamos utilizar la vieja frase: "managing
by wandering around
". Nos dice el Papa sobre sus continuos
viajes por
todo el mundo:

¿Has leído lo que dijo Jesús en
el Evangelio? Id por todo el mundo y predicad evangelio.
Así que eso es lo que yo hago, ¿sabes?

En el libro
¡Levantos, Vamos!, afirma al respecto:

El señor me ha dado las fuerzas necesarias para
poder
visitar muchos países, diría que la mayor parte.
Esto tiene gran importancia, porque la estancia personal en un
país, aunque sea breve, permite ver mucho.
Además, estos encuentros dan la oportunidad de tener un
contacto directo con la gente, que es de suma utilidad, tanto
en el ámbito personal como eclesial. También San
Pablo estaba constantemente en camino. Por eso, cuando se lee
que escribió a las distintas comunidades, se advierte
que había estado con
ellas, que conocía a la gente del lugar y sus propios
problemas.
Lo mismo vale para todos los tiempos, también para el
nuestro.

Me ha gustado siempre viajar. Estoy convencido de que,
en cierto sentido, es un cometido que Cristo mismo ha encargado
al Papa. Ya como obispo diocesano me gustaban las visitas
pastorales y consideraba que era muy importante saber lo que
sucede en las parroquias, conocer a las personas y tratarlas
directamente. La visita pastoral, que es una norma
canónica, ha sido en realidad dictada por una
experiencia de vida. El modelo es
San Pablo. También Pedro, pero sobre todo
Pablo.

Estas palabras hablan por sí mismas. No requieren
mayor explicación, simplemente, podríamos
trasladarlo a un lenguaje
más coloquial: ¡hay que pisar el barro! Como
vértice tiene el compromiso de estar cerca de la gente.
Debe propiciar el trato personal permanente, y su deber consiste
en conocer a cada una de las personas que lo rodean en la
organización, pues cada persona es distinta, única
e irrepetible y, por tanto, exige un trato específico.
Después de este punto de partida, las personas y la
actitud, el Santo Padre desarrolla claramente un compromiso con
la visión antropológica de la
Dirección.

No obstante, como pastor, no puede desinteresarse en
esta componente de su grey y tiene la responsabilidad de recordar a los intelectuales el deber de servir a la verdad y
de promover así el bien común.

Es un deber claro del Directivo comprometerse con las
personas, y con una misión trascendente bajo una actitud
ética, de servicio a los
demás. Es la compenetración, la
sincronización entre pensamiento y
corazón. Por ese motivo, la verdad, el amor (darse
al otro desinteresadamente) y el bien común (el
interés por el Bien de los Otros), son las turbinas sobre
las cuales debe girar el desarrollo del
oficio Directivo, especialmente en la toma de
decisiones.

Y la pregunta fundamental, bajo la experiencia
autobiográfica de Juan Pablo II, será:
¿Qué tengo que hacer para lograr estas condiciones?
La respuesta es clara, y además, muy sencilla: vida
interior
y un sentido trascendente a las acciones, pensando
siempre en términos de su impacto y beneficio en los
demás (idea vinculada a la mencionada actitud de
servicio).

Otro punto importante en la obra de Juan Pablo II es su
idea sobre la obligación del vértice para construir
su organización desde un modelo de promoción y protección de valores.
Deberá buscar que ésta permanezca en el tiempo bajo
sus principios
fundamentales. La flexibilidad es importante para adaptarse a los
cambios del entorno; pero en términos de principios, de
"ideología básica" (Collins y Porras,
1995) es inamovible y se constituye en la garantía
fundamental para la perdurabilidad. En este sentido la
sucesión en el "mando" (o mejor… en el "servicio") es
una actividad de largo plazo crítica
para este fin: la perdurabilidad.

También esto es una tarea del Obispo: preparar a
quien eventualmente pueda sustituirle.

El Director General debe buscar sucesores dentro de la
misma organización que garanticen la perdurabilidad de los
principios y valores que han generado y potenciado el desarrollo
exitoso de la organización. Parte de su tarea fundamental
es formar a otros para que lo reemplacen cuando deba retirarse.
Un buen Directivo se conoce por la calidad y condiciones
desarrolladas en cada uno de sus colaboradores y subordinados.
Cuando éstos tienen el potencial para sucederlo en la
función directiva, se podría decir que aquél
ha hecho una buena labor como mentor.

Y aquí también se expresa la capacidad del
directivo para amar, para entregarse a los demás y a otras
generaciones, buscando siempre el bien para los otros y la
perdurabilidad de la organización mediante la
formación de directivos mejores que él
mismo.

De otro lado, para el Papa Juan Pablo II, las
adversidades hacen parte de la vida ordinaria, hay que
levantarse permanentemente, no desfallecer ante las
dificultades.

Seguramente nos encontraremos con dificultades. Nada
tiene de extraordinario. Forma parte de la vida de
fe.

Frente a las adversidades el Papa recomienda un
modo de pensar que también se ha visto reflejado en la
historia de
muchos líderes (fortaleza y coherencia):

Cada uno de vosotros, jóvenes, encuentra en su
vida un "Westerplatte". Unas obligaciones
que debe asumir y cumplir. Una causa justa, por la que se debe
combatir. Un deber, una obligación, a la que uno no
puede sustraerse; de la que no es posible desertar. En fin, hay
que "mantener" y "defender" un cierto orden de verdades y de
valores dentro de sí mismo y en su entorno. Sí:
defender, para sí mismo y para los otros.

Se trata de imprimirle un sentido trascendente a la
vida, de tener una causa superior y valiosa por la cual luchar en
conjunto con otros y una misión personal única e
irrepetible. En este pasaje, el Papa también envía
el mensaje de la importancia del ser frente al
tener. La persona humana no puede dejarse vencer
sólo por el tener más, pues debemos ir
más allá, hacia lo fundamental: el ser
más
. Esto se logra mediante la construcción de una sólida vida
interior
que integre la propia misión personal con el
servicio y el interés por el otro (amor
benevolente).

El Papa Juan Pablo II es un ejemplo en la virtud de la
fortaleza y compromiso con su misión, encomendada por el
mismo Jesucristo. Frente a su enfermedad y estado de salud, muchos le
recomendaban renunciar, pero en una oportunidad contestó:
"No renuncio porque Jesucristo no se bajó de la Cruz.
Podía haberlo hecho; podía habernos redimido de
otra manera, pero no lo hizo…" Imitar a Cristo, imitarlo
en la adversidad, imitarlo en la fortaleza y en cumplimiento de
su misión sin desfallecer, hasta el final.

La autobiografía del Papa Juan Pablo II, plasmada
en el libro "¡Levantaos! ¡Vamos!" es un testimonio de
su amor apasionado por el mundo, de fortaleza ante la adversidad,
de una vida ejemplar digna de ser imitada por tener un sentido y
con un contenido claro en valores y virtudes, dejándonos
un modelo en forma de trípode muy claro para el desarrollo
de nuestra vida cotidiana y Directiva: el descubrimiento y
desarrollo de nuestra misión personal (única e
irrepetible), la importancia de imprimir un sentido trascendente
a nuestras acciones y la personalización de los
encuentros.
Pero este modelo está cruzado, soportado,
sustentado y justificado por la construcción de una fuerte
vida interior.

Autores:

Horacio Téllez.

Estudios de Economía, Universidad del
Rosario, Bogotá.
Filosofía y Letras, enfasis en Pedagogía. Istituto Internazionale di
Pedagogia, Roma.
Doctor en Teología, Universidad del Laterano, Roma.

Ernesto Barrera.
Abogado, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá.
MBA en el IESE, Barcelona-
Profesor en la
Escuela de
Dirección y Negocios,
Inalde, Bogotá.
Canditado a Doctor. 

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