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Modo de producción doméstico, capitalismo y racismo en el Sudáfrica Colonial y neocolonial (página 2)




Enviado por Sebastian Negrelli



Partes: 1, 2

 

Ahora bien, ¿cómo ven los africanos a su
propia comunidad?, la
comunidad doméstica es para el individuo, el
marco que brinda la seguridad que le
es negada, "el vínculo con la tierra
tribal es de la mayor importancia para un individuo. La
dependencia en relación con la tierra y con
las relaciones sociales que provienen de ella, les brinda a los
africanos la seguridad contra las vicisitudes del empleo en la
industria"[10]

Entonces tenemos, por un lado, la comunidad
doméstica; en ella las actividades están orientadas
hacia el logro de la subsistencia; las nociones de propiedad
privada son mínimas o no están presentes; las
actividades mercantiles, allí donde existen, ocupan un
lugar reducido; la tierra, sacralizada, es un bien colectivo y
"las desigualdades se manifiestan más en el nivel del
prestigio y del poder que en
el nivel de la riqueza detentada"[11].

En este sentido, Wolf, plantea, refiriéndose al
modo ordenado por el parentesco[12], que

"los agrupamientos sociales edificados por el
parentesco, de ningún modo están exentos de
diferenciaciones internas y de presiones externas encauzadas al
cambio. La
diferente distribución de participaciones de
trabajo
social favorece el surgimiento de administradores
influyentes; al mismo tiempo, el
contacto con otros grupos puede
dar importancia a personas con aptitudes para enfrentar
diferencias de intereses y conflictos
personales. Estas tendencias a las desigualdades en funciones se
acrecientan mucho cuando los grupos ordenados conforme al
parentesco entran en relación con sociedades
tributarias o capitalistas"[13].

Esta idea se aparta de aquellas que hacían de la
comunidad doméstica una parte integrante del capitalismo,
por lo tanto no la consideraban como un modo de producción distinto de él. Sin
embargo, el capitalismo mismo tiene necesidad de no integrarla
para poder servirse de ella y explotarla.

No obstante, la comunidad doméstica, directa o
indirectamente, opondrá resistencia.
Primero quizás por su tradición, ya que alejada del
tipo de mercado que
nosotros conocemos, no lo necesita, todo lo necesario ya estaba
por ella desarrollado. Los hombres, las mujeres y los niños;
con diferentes matices según las regiones, lograban su
objetivo
básico –la subsistencia- dentro de su
esfera.

Por ello el colonialismo primero, y el imperialismo
después tuvo que recurrir a mecanismos diferentes,
según iba evolucionando el proceso, para
lograr su cometido.

Una primera etapa significó poner en marcha los
aparatos políticos y la fuerza para
lograr desplazar al campesino de
su comunidad e integrarlo en las actividades capitalistas. En
esta primera etapa, los capitalistas, recurrieron a la
coerción por medios
administrativos con el fin de reclutar mano de obra para sus
explotaciones[14]. "El trabajo
forzado se practicó ampliamente bajo la forma de prestaciones o
a través del impuesto de
capitación"[15]. Aquí, los capitalistas se
sirvieron del aparato político-administrativo, "que se
convirtió de hecho, en una gran empresa de
abastecimiento de mano de obra…"[16]

Otro mecanismo que se generalizó luego y con
mayores resultados fue la coerción nacida del impuesto.
"Gran idea" ya que por un lado permitía recaudar fondos
para la colonia y, por otro lado, "obligar a los campesinos a
ganar dinero".
Medida que los forzaba al abandono de las prácticas
tradicionales. Más adelante se ampliará esta
cuestión.

Los africanos no eran inconscientes de lo que estaban
viviendo, aunque este pesar se mostró desde un comienzo,
es característico el pensamiento de
Kwame Nkrumah quien escribía en 1947:

"el drama comienza con la aparición de los
misioneros y etnólogos, comerciantes, concesionarios, y
administradores. Mientras que los misioneros, con su cristianismo
deformado, le piden al sujeto colonial que amase su fortuna en
el cielo, donde no la destruyen ni la polilla, ni el
óxido; los comerciantes, los concesionarios y los
administradores disponen de sus recursos
minerales y
agrícolas, destruyen sus artesanías, oficios e
industrias
locales".[17]

A pesar de oponer algunas resistencias
el final estaba cantado, ¿que podían hacer ante la
fuerza avasalladora de las potencias y sus técnicas?.

Además, especialmente en África del Sur,
el capitalismo va a poner en marcha otro mecanismo un tanto
más brutal todavía. El racismo aparece
desde el principio de la colonización, pero su desarrollo
adquiere su plenitud con la constitución de la Republica Sudafricana,
surge como medio de "asegurar la superioridad de la raza blanca y
la necesidad de salvaguardar su supremacía política y
económica"[18].

Los capitalistas encontraron en el racismo un medio
seguro y
rápido de explotación por diversas causas: como
instrumento de expropiación, como medio para obtener mano
de obra barata (por medio de la superexplotación del
trabajo[19]),
como medio para legitimar su "superioridad" y su papel "tutelar",
y como un posible mecanismo por el cual trasladar el costo del
mantenimiento
de la reproducción del obrero negro a este
último mediante su "liberación" gracias a la
conformación de estados "autónomos" (los homelands
o bantustanes).

Llegado a este punto es imperioso explicar la
articulación entre los modos de
producción doméstico y capitalista.
Meillassoux, quien nos muestra el camino
de manera genial, sostiene que "las relaciones entre ambos
sectores no pueden considerarse como relaciones entre dos ramas
del capitalismo, lo que es suficiente para explicar el
intercambio desigual: la relación es entre sectores donde
dominan las relaciones de producción
diferentes".

De esta forma, para entender la manera en que se
articula el sector doméstico con la economía capitalista
debe observarse, por un lado, que la "fuerza de trabajo se
efectúa, hasta en el sistema
capitalista, en el marco de las relaciones sociales de tipo
doméstico"; y por otro, como se produce la transferencia
de la fuerza de trabajo desde un sector al otro.

Así el capitalismo mantiene una relación
orgánica con el sector doméstico, no lo destruye,
pero lo mantiene al nivel de la subsistencia. De esta forma, el
capitalismo depende de las relaciones domésticas para su
reproducción; por su parte, el imperialismo interviene en
esta relación de producción entre los distintos
sectores, consiguiendo, en beneficio del capital, los
medios de reproducción de la fuerza de trabajo barata que
en última instancia (para nuestro autor) sería la
causa del subdesarrollo
en los países dominados.

Meilliasoux, además, analiza el asunto del
salario que
percibe el trabajador una vez que es "liberado" del sector
doméstico, este le plantea una serie de problemas al
capitalismo.

En principio debemos conocer cuales son los componentes
de valor de la
fuerza de trabajo, según Meillasoux, los componentes son
tres: 1) sustento del trabajador durante su periodo de empleo (o
reconstitución de la fuerza de trabajo inmediata); 2)
mantenimiento del trabajador en los periodos de desempleo
(desocupación, enfermedad, etc.) y 3)
reemplazo del trabajador mediante el mantenimiento de su
descendencia (reproducción).

Sin embargo, en la práctica solo el primero
"contribuye a la reconstitución de la fuerza de trabajo en
tanto que mercancía inmediatamente disponible en el
mercado"[20]

El problema del capitalismo está centrado,
entonces, en la necesidad de proveer al mantenimiento y a la
reproducción de la fuerza de trabajo, estas según
el autor, no pueden ser solucionadas solo mediante el pago del
salario directo. Es aquí donde, en búsqueda de
dicha solución intervienen instituciones
situadas al margen del sector capitalista como la
familia[21]. De esta forma surge lo que se denomina el
"salario directo" y el "salario indirecto" el primero es pagado
directamente al asalariado por sus horas de trabajo, este
estaría cubriendo las necesidades señaladas en el
punto (1). El segundo, no es pagado en el marco de una
relación contractual, entre empleador y asalariado, sino
distribuida por un organismo socializado -corresponde a los
puntos 2 y 3- (por ejemplo, el Estado, o
la familia).

Esto plantea otro problema. ¿Qué
pasaría si el asalariado solo percibiera el salario
directo?, ¿la producción y la reproducción
de la fuerza de trabajo estarían aseguradas?. Es evidente
que no. Aquí es donde interviene el sector
doméstico.

Es decir, al trabajador cuando, por diversos motivos
(enfermedad, retiro por edad, etc.) ya no es utilizado por la
explotación capitalista, y por lo tanto no le es
útil, no le queda más remedio que recurrir a la
asistencia de su comunidad, ya que en este caso, la asistencia
que es brindada a los trabajadores "integrados" de los
países desarrollados (por medio de los seguros sociales,
del Estado, etc.)
le es negada. El costo total de su mantenimiento corre por cuenta
de dicha comunidad.

Lo mismo ocurre con "el futuro trabajador", una vez que
ha alcanzado las condiciones que la empresa
capitalista exige, siente la obligación de integrarse a
ella, esta obligación esta dada por la necesidad de
procurarse el monetario que le permitirá adquirir en el
mercado los productos que
la comunidad doméstica ya no puede producir y para pagar
el gravamen de capitación que fue impuesto por el Estado
colonial. Los gastos de su
mantenimiento y formación, sin embargo, habían
corrido también por cuenta de su comunidad, por lo tanto
el capitalista, que se beneficiará con su fuerza de
trabajo, no ha realizado ningún gasto en su
formación.

Una vez planteados los conceptos intentaré
cotejarlos con la situación empírica.
Dedicaré el siguiente apartado a la realización de
una breve introducción de los momentos previos a la
llegada de los europeos; esto, aunque escapa del marco temporal
más arriba detallado, se hace necesario para comprender
(aunque superficialmente) los rasgos mas importantes de las
sociedades que habitaban la región, especialmente los de
los pueblos conocidos con el nombre de bantúes[22] y
bosquimanos[23].

Además abarcará la descripción de la penetración de los
primeros europeos, es decir, como se produjo; los conflictos que
se suscitaron; tanto entre estos como con los nativos
(Boérs-británicos-africanos); la lucha por los
recursos; etc.

También, irá asociado en el desarrollo del
mismo, una explicación acerca de las ideologías
imperantes en cada uno de los sectores, especialmente las
referidas a la visión que cada grupo
tenía del otro; sus comportamientos, etc.

II

En general, las poblaciones que habitaban el
África precolonial, a pesar de la diversidad de sus
estructuras
sociales, sus economías presentaban características
semejantes. Sus actividades estaban orientadas a conseguir
aquello que les era imperioso para lograr la subsistencia del
grupo. Las actividades mercantiles, en algunos lugares un poco
más desarrolladas que otros, eran mínimas.
Así había determinadas sociedades que trocaban
algunos elementos que poseían por otros que no
podían ser obtenidos en la zona donde habitaban. En
aquellos casos donde las actividades mercantiles habían
adquirido mayor importancia, por ejemplo aquellas relacionadas al
tráfico de esclavos, esas actividades quedaban bajo el
control directo
de las personalidades que detentaban el poder dentro del
grupo.

En tal sentido Wolf plantea que:

"el comercio de
esclavos, antes de la dominación colonial, se
injertó en sociedades que tenían una base
ecológica similar en el cultivo de tumba-roza y-quema de
tubérculos, plátanos, mijo, sorgos, y cría
de ganado… hubo intercambio de artesanías y de
recursos locales, tales como mineral de hierro,
cobre, sal,
y productos de palma, por medio de amplias redes de intercambio y de
mercados.
Los linajes controlaban el acceso a la tierra y a otros
recursos; representaban unidades continuas de antecesores y
descendientes. Los ancianos manejaban estos linajes;
también se encargaban de la concertación de
alianzas entre linajes mediante el intercambio de derechos por razón
del matrimonio
sobre las aptitudes de reproducción de las mujeres y
sobre su descendencia. En esta adaptación el factor que
escaseaba no era la tierra sino el trabajo; los derechos al
trabajo se conservaban en acuerdos de parentesco que
manipulaban los mayores como representantes del
linaje"[24]

de forma tal que las desigualdades mínimas que
existían entre los miembros de la comunidad precolonial no
se manifestarían por condicionamientos económicos,
se revelaban, más bien, en el prestigio; por ejemplo el
que le daba a cierto individuo su edad, es decir la persona
más longeva del grupo era valorada como la más
sabia[25].

Como las nociones de jerarquía no se basaban en
la riqueza, la tierra, por lo tanto, no constituía un bien
individual. La tierra, considerada sagrada, era un bien
colectivo.

De esta forma la estructura
social del grupo imponía ciertos "frenos a la
formación de clases" en su interior. En estas sociedades
el individualismo no tenia sentido, hombres y mujeres
adquirían cierta coherencia en cuanto pertenecieran a un
grupo, el aislamiento o la individualidad eran entendidos como un
elemento negativo, las estructuras familiares y sociales
complejas mantenían la cohesión del grupo. Incluso
aquellos individuos que eran capturados por otros en la guerra, se
relacionaban con el grupo captor mediante ciertos
convencionalismos, pese a que su condición de esclavo lo
colocaba como un miembro diferente a la familia, existían
arreglos que permitían a éste relacionarse con el
grupo hasta alcanzar una mejor condición. Por ejemplo, los
descendientes del esclavo, en la mayoría de estas
sociedades, alcanzaban el estatus de los hombres libres y por lo
tanto se integraban al grupo. Wolf afirma, en su estudio de la
esclavitud en
el África precolonial, que

"una vez en posesión del linaje de su
propietario un esclavo podía llegar a ser un miembro
activo del grupo doméstico, aun cuando se le negara la
vinculación con el linaje de su dueño. Es decir
que la esclavitud podía tener consecuencias
relativamente benignas, sin ninguna de las
características de la esclavitud descarnada, que fue
característica del Hemisferio
Occidental"[26]

Este tipo de relaciones esclavistas se verán
seriamente modificadas con el desarrollo de la trata
atlántica.

Así, África del Sur precolonial estuvo
caracterizada por un impulso vigoroso proveniente del mismo
interior. "Vigorosas jefaturas hicieron su aparición,
tendiendo a imponer su hegemonía a sus vecinos. Pero el
proceso no llegó a su término al ser violentamente
interrumpido por la intrusión de los voortrekkers"[27].
Los diversos pueblos que la habitaban; se caracterizaban por sus
continuas migraciones, algunas producidas por las presiones que
ejercían algunos grupos un tanto más poderosos que
iban desplazando a los otros en la lucha por los recursos
especialmente por la tierra.

Sin embargo, los contactos que se establecían
entre los distintos grupos, no siempre eran conflictivos, por
ejemplo, "los contactos entre agricultores bantúes y
cazadores bosquimanos parece que fueron amistosos durante
más de dos siglos, tolerándose
recíprocamente. Los bantúes entre los cuales, al
igual que entre los otros negros, la propiedad de la tierra no
existe, sino solamente un derecho temporal de uso
agrícola, rendían siempre homenaje a los
"señores de la tierra", reconociendo su privilegio de
primeros ocupantes"[28].

Los sotho eran pueblos de pastores que mantenían
un contacto constante con otros grupos del África central.
Estos vivían en grandes aldeas concentradas en la
región que comprendida entre el Limpopo y el Orange. Sus
actividades estaban orientadas al comercio de grandes distancias
intercambiando ganado y productos artesanales, pero no el de
hombres.

La presión
ejercida por el reino zulú los obligará a realizar
continuos desplazamientos. Moshweshwe, por entonces uno de los
jefes sotho, unificó al pueblo sotho y en 1824
fundó su cuartel general en la colina llamada Thaba Bosiu.
Desde entonces, y hasta su muerte en
1870, Moshweshwe fue el dirigente indiscutible de los sotho y,
como jefe supremo, asoció a sus sucesores al trono. Desde
1838 Moshweshwe se enfrentó a la expansión de los
bóers en numerosas luchas fronterizas.

Adaptándose al tráfico de armas del siglo
XIX, se organizó Lesotho (Basutolandia), este nuevo estado
fue el resultado de la
organización de los grupos sotho desarraigados y
rechazados por los disidentes de la revolución
zulú.

El reino zulú fue "la formación más
original y más fuerte de la región durante la
primera mitad del siglo XIX"[29].

"Eran cazadores y agricultores y también
hábiles pastores que se desplazaban en búsqueda
de pastos, con un hábitat disperso en poblados de veinte a
cuarenta chozas dispuestas en semicírculo en torno a un
área de ganado circular"[30].

Al parecer, no se ocuparon del gran comercio como los
sotho, sus continuos desplazamientos y las presiones que
ejercían a otros pueblos, al parecer, eran fruto de un
crecimiento demográfico sostenido desde el siglo XVIII, el
cual les obligaba a buscar nuevas tierras y por las
características de la cría de ganado que les
demandaba nuevos pastos[31].

Los xhosa fueron los pueblos que, quizás,
mantuvieron un contacto más temprano y regular con los
comerciantes europeos. Estos habitaban la zona que cubren los
ríos Kei y Gamtoos.

"El instrumento esencial de este pueblo fue el
comercio de ganado, destinado al aprovisionamiento de carne
para los navíos de paso, y gracias al cual
obtenían el metal, las perlas, los alcoholes,
los fusiles y los caballos"[32].

Todo cambió con el asentamiento de los europeos,
los primeros que llegaron fueron los holandeses, estos llegaron a
Sudáfrica en 1652, y se asentaron en la punta meridional
del continente, donde fundaron la Ciudad de El Cabo.

Entre 1837 y 1838 acabaron con la resistencia
zulú, ocuparon la costa oriental y el Alto Veld interior.
Más tarde se mezclaron con los refugiados protestantes
franceses (hugonotes) y surgió la población bóer original. De
creencias religiosas calvinistas, los bóers plantearon
desde un principio severas medidas exclusionistas respecto de los
grupos negros; ya en la época de la ocupación
británica en 1795 habían desahuciado a la
mayoría de los pobladores primitivos.

"Los bóers que habían conseguido
"domesticar" a algunos hotentotes[33] y hacerles guardar
rebaños de los propietarios blancos, no pudieron
jamás encontrar una manera de entenderse con los
bosquimanos, no consiguieron inculcarles el sentido del trabajo,
ni el de la propiedad ajena"[34].

Los problemas fueron recrudeciendo, la llegada de los
europeos fue traumática para aquellos pueblos que no
supieron o no quisieron adaptarse al nuevo marco, la lucha
colonial había comenzado, se incrementaba las luchas por
la obtención de territorios, en este sentido Berteaux
afirmaba: "a medida que los bóers llevaban sus
rebaños mas lejos, los hotentotes que querían
seguir haciendo pacer sus rebaños, se veían
obligados a emigrar más lejos en dirección noroeste".

De esta forma "las poblaciones del África del Sur
eran victimas de una evolución que presentaba en todas partes
análogas características: a las formaciones
políticas preexistentes…
sucedió una fase de violentas transformaciones
consecutivas a la intrusión de la economía
occidental. A pesar de la notable capacidad de absorción o
de resistencia de los pueblos afectados, la penetración
europea acabó provocando un cambio irreversible, esbozado
mucho antes de la conquista colonial"[35].

No obstante se produjo un hecho que complicaría
aun más las cosas, "la intervención
británica (anexión del Natal en 1843)
orientó definitivamente el porvenir del país,
dominado en lo sucesivo por los antagonismos
africano-bóers-ingles, exacerbados, a su vez, por la
mezcla de pueblos y culturas"[36].

Desde 1836 hasta 1838 las tensiones entre los
británicos y los colonos bóers se intensificaron,
esto produjo una emigración de los bóers que junto
a sus servidores
avanzaron hacia el norte en protesta de la política
británica y el relativo liberalismo
del dominio
británico, para establecer republicas propias en tierras
supuestamente desocupadas.

El problema estaba planteado en términos
ideológicos entre ambos grupos de europeos; "los
bóers replegados sobre sí mismos, imbuidos de su
convicción de estar predestinados y de constituir una raza
elegida, tuvieron una tendencia de reaccionar con una especie de
fiebre obsesiva,
mediante una nueva llamarada de fe antigua… se
insistía más en la rígida interpretación de la Sagrada Escritura,
rechazando toda concepción de las ideas
modernas"[37].

Con su visión un tanto menos "negativa" del
proceso, Berteaux afirma que "la colonización
británica, de base mercantil, era generalmente respetuosa
de las costumbres y tradiciones locales, a condición de
que no turbasen la paz pública y la seguridad del
comercio"[38]. Sin embargo, parece no tener en cuenta que los
intereses de Gran Bretaña estaban orientados a una
explotación de los recursos de las colonias, asegurando el
lucro pero con el menor gasto posible para la metrópolis.
Su política, de dominio indirecto, iba en contra de la de
los bóers, estos últimos rehusaban obstinadamente a
los no blancos toda existencia política y todo derecho de
ciudadanía.

El dominio indirecto era el canal por el cual se cargaba
a jefes locales los gastos de la
administración colonial, a la vez que aseguraba la
cohesión de los trabajadores y su
disciplinamiento.

Esta relativa autonomía, dispensada por los
ingleses, anhelaba el acceso de cada uno de los pueblos tutelados
a su propia administración, pero siempre sujetos a las
relaciones económicas y monetarias; a la fidelidad a la
corona británica y a la lengua
inglesa.

Los conflictos entre ambos sectores de población
blanca derivaron en un enfrentamiento armado denominado la guerra
de los boérs. Desde el punto de vista militar, el conflicto
entre fuerzas británicas y bóers puede dividirse en
dos etapas: primero un periodo de éxitos bóers,
rápidamente revertidos a la llegada de la principal fuerza
británica en enero de 1900. Después vino una etapa
guerrillera en que los bóers se reagruparon después
de la caída de Pretoria y continuaron la lucha durante dos
años antes de aceptar de mala gana los términos de
paz con los británicos.

No obstante, a pesar del triunfo de los
británicos, los bóers supieron encausar su
fortaleza política en su propio beneficio. Todo esto se
logró fundamentalmente en contra de los intereses de los
africanos, excluidos del poder político y forzados a
devolver gran parte de las tierras que habían recuperado
durante la guerra.

En este conflicto hay un hecho importante relacionado
con la cuestión que nos compete; en las luchas
también se disputaron la mano de obra bantú que era
muy importante para el funcionamiento de las plantaciones y en
las minas.

La unificación del Sur de África, que Gran
Bretaña intentará, una vez finalizada la guerra;
tendrá un marco extremadamente complejo por la
heterogeneidad con que se caracterizan todas las estructuras que
la componen.

"Desde el punto de vista racial, hay bóers y
hay colonos de origen británico; divergen en la
apreciación del problema racial, hablan lenguas
diferentes y se detestan cordialmente. Hay bantúes en
plena expansión demográfica, que proporciona la
mano de obra indispensable a los blancos, hay hindúes,
malayos, chinos, hay incluso hotentotes, y quedan algunos
bosquimanos…"

…"desde el punto de vista social hay
ganaderos bóers y plantadores británicos del
Natal; hay buscadores
de oro,
empleados blancos y obreros negros. Existe la población
de las ciudades, los funcionarios, los comerciantes. Todas
estas categorías tienen intereses divergentes, si no
opuestos" (…). "Desde el punto de vista
lingüístico y desde el religioso, se encuentra
también la misma heterogeneidad, el mapa político
no está simplificado. El hecho de que la guerra tuviera
un desenlace claro no quita la supervivencia de la animosidad y
el rencor" [39].

Luego de finalizada la contienda bélica entre
británicos y bóers, Sudáfrica había
quedado englobada en la Comunidad británica. En 1910, el
general Botha era nombrado primer ministro, como líder
del Partido Sudafricano. En torno a él se fueron
conformando figuras que van a tener un peso particular en la
evolución del Estado sudafricano. Por ejemplo, en su
gobierno estaba
Hertzog un ultra portavoz de los afrikáners de
Orange.

En 1912 fundó el Partido nacionalista, en sus
premisas destacaba la secesión de Gran Bretaña. Sin
embargo, Hertzog participó al mando de las fuerzas
británicas en contra de los alemanes durante la Primera Guerra
Mundial, lograron el triunfo conquistando el sudoeste
africano alemán. Esto permitió a la Unión
Sudafricana recibir de las sociedades de Naciones[40] el permiso
de mando sobre ese territorio. En 1919 muere Botha, fue
reemplazado por el general Smuts, quien ya se encontraba
integrando su gobierno, pero era menos popular, este
último debió enfrentarse a graves disturbios, por
ejemplo una huelga general
de mineros europeos que habían logrado ocupar enteramente
la región aurífera. Smuts logró aplastar a
los revoltosos. Smuts se ganó el mote de "sanguinario" y a
partir de allí el partido racista inicio una marcha
irreversible.

En las elecciones de 1924, Hertzog se hizo con el poder,
logró que se votaran leyes que
establecían una bandera nacional y al afrikáans
como segunda lengua nacional, no obstante aceptó formar
parte de de la Commonwealth. De esta forma un gobernador
británico se instaló en Sudáfrica en nombre
del rey, y un alto comisario representó al gobierno
británico. "Esto pondrá las bases de la industria
pesada, para satisfacer a sus aliados laboristas"[41]

Con la crisis
económica de 1929, Hertzog se vio obligado a formalizar
una alianza con Smuts, pero este acercamiento tuvo como resultado
la separación de las dos alas más extremas del los
partidos. De allí nacerán el Partido del
Dominion[42] y el Partido nacionalista puro del Doctor
Malan.

Con la influencia de este último, Hertzog
acentuó la política racista: "arrebato a los negros
instruidos el derecho al voto, y la población negra, en
adelante, será representada por los blancos en el
parlamento"[43].

En la Segunda Guerra
Mundial, Smuts se asoció a los aliados, Hertzog se
abstuvo. El Parlamento se decidió por la guerra y Smuts
volvió al poder.

No obstante, en 1946 Malan logró hacerse con el
poder acentuando la política racista, apartando a los
mestizos de las listas electorales de los blancos,
etc.

III

En 1866 se habían hallado diamantes en el
territorio bóers del Afrikaaner, después Estado
Libre de Orange, en África del Sur, y 20 años
después se descubrió oro en el Witwatersrand de
Transvaal. En 1874 trabajaban en las minas de diamantes unos
10000 africanos, y diez años después del
descubrimiento del oro había unos 97000 en las minas de
ese metal. En 1910 su número subió a 255000 y en
1940 llegó a 444000[44].

Como la prosperidad de la industria de extracción
de esos minerales necesitaba de la mano de obra barata africana,
los capitalistas debían primero disciplinar esta mano de
obra y separarla por tiempos limitados de sus
comunidades.

"La pacificación de la población
africana fue simultánea al crecimiento de la industria
minera de África del Sur."[45]

Para proporcionar esta mano de obra barata los
capitalistas se sirvieron de diferentes mecanismos, en particular
fueron de gran relevancia una serie de leyes que se pusieron en
práctica, por ejemplo entre 1910 y 1934, "época en
la cual no existía todavía una nacionalidad
sudafricana y cuando Gran Bretaña disponía aun de
derechos teóricos sobre la política de la
Unión Sudafricana, se forjó un cuerpo completo de
leyes que determinaban sobre la base de adscripción
racial, los derechos de propiedad territorial, las condiciones de
trabajo y de salario, el lugar y la índole de la
residencia, la libertad de
circulación, los derechos políticos, la calidad de
enseñanza, etc."[46] En este sentido fue de
suma importancia la ley de tierras de
1913 que:

"asignaba como "inquilinos trabajadores" de los
dueños de fincas, a los africanos que aun
permanecían en tierras propiedad de blancos. Estos
inquilinos debían dar a los granjeros ciertas
cantidades de trabajo a cambio de su permiso para residir en
sus tierras. Esta mano de obra permitía a los
campesinos blancos ampliar la producción comercial de
cosechas alimenticias, sobre todo maíz
para abastecer las pujantes minas y ciudades a la vez que se
limitaban las ventas de
cultivos comerciales a los africanos que vivían en las
reservas".[47]

Las "reservas nativas", por su parte,
"consistían en territorios reservados
específicamente para su ocupación por africanos.
Ocupaban un territorio compuesto aproximadamente por el 13 % de
la superficie total de la Unión de África del
Sur, así como el área de los protectorados
ingleses de Bechuanalandia (hoy Botswana) Basutolandia (hoy
Lesotho) y Suazilandia. Se supuso que estas regiones
darían trabajo migratorio para las minas y subsistencia
básica para las familias de los inmigrantes y de los
ancianos. Lo cierto es que la institución de las
reservas nativas fue tan solo un componente de un sistema mayor
de control del trabajo que combinó
simultáneamente la organización de un abasto africano de
trabajo para los campesinos blancos y el negar a los africanos
la residencia permanente en poblados y
ciudades[48].

Los efectos de tales leyes fueron muy positivos para los
capitalistas, tanto para los que se dedicaban a la agricultura
comercial, como para los que explotaban los recursos minerales de
la región.

"La ley de Tierras engrandeció la
agricultura comercial de los blancos y frenó el
crecimiento de los cultivos comerciales de los campesinos
africanos, pues circunscribió a las reservas a la
producción de subsistencias y nada
más"[49].

Sin embargo, estas no fueron las únicas medidas,
"otra piedra angular de la política de control de la
mano de obra fueron las leyes que exigían a los africanos
portaran pases de residencia, de permisos de inquilinos,
certificados de sus patrones, y pases para después del
toque de queda, y que le permitía al Estado mudar de un
lugar a otro a los africanos que juzgara supernumerarios. Estas
leyes imposibilitaban la libertad de movimientos, y otras
posteriores convirtieron en actos delictuosos el abandono del
empleo y el quebrantamiento de la
disciplina[50].

La expropiación de las tierras ya había
comenzado con los inicios mismos de la colonización, sin
embargo, durante la última mitad del siglo XIX y la
primera del XX, este proceso se da por completado. Las familias
que eran desalojadas de sus tierras se veían obligadas a
emigrar hacia las reservas.

En las tierras expropiadas, que por cierto eran las
mejores, los colonos blancos pusieron en marcha explotaciones
extensivas de cultivos comercializables, este tipo de
explotación sumada a aquellas porciones de tierras que una
vez expropiadas, sin embargo, no fueron utilizadas; tuvo como
corolario la superoblación de las reservas.

Las reservas fueron ideadas como puntos de
reunión y agrupamiento de mano de obra barata. Mediante la
conformación de estas reservas, los capitalistas, se
aseguran un aporte continuo de mano de obra barata, ya que las
condiciones a las que son reducidos los seres humanos que las
habitan hacen que sea imperioso dejarlas durante algún
tiempo para poder procurarse un salario con el cual completar la
subsistencia que obtienen de las pequeñas parcelas que
ellos mismos explotan dentro de las mismas. No obstante, tampoco
les es permitido abandonarlas definitivamente ya que mediante las
leyes, mencionadas más arriba, el sistema les obligaba a
regresar a las reservas periódicamente. El fin de esto
último era, por un lado, evitar la formación de una
clase
trabajadora africana estable en condiciones de oponer
resistencias al modelo
explotador, y por otro lado, descargar los gastos de "salario
indirecto" en las comunidades domésticas. Al referirse a
las Reservas, Meillassoux plantea que:

"Con el pretexto de preservar las condiciones de
vida tribal las autoridades intentan impedir en ellas, mediante
leyes apropiadas, la emergencia de una propiedad privada de la
tierra y la emergencia de relaciones de producción
capitalistas. Para su subsistencia cada familia recibe, en
principio, una parcela de tierra en función
de su dimensión. Estas parcelas están sometidas a
restricciones precisas: son inalienables, para evitar su
eventual concentración en manos de una clase de
propietarios de tierras autóctonos no esta permitido
emplear asalariados en ellas, ni practicar cultivos de
rendimiento. Por otra parte la circulación monetaria
está reducida al mínimo con la finalidad de
evitar una concentración del capital que
conduciría a una transformación de las relaciones
de producción y a un desvío de la fuerza de
trabajo hacia actividades remunerativas en el interior de las
reservas…

…"el principio es evidente: es necesario
preservar, por medios legales y represivos, un lugar donde la
fuerza de trabajo pueda reproducirse por si misma, pero en el
nivel estricto de la subsistencia. Atraídos fuera de la
reserva para procurarse el numerario que solo es distribuido en
el sector de empleo capitalista a cambio de fuerza de trabajo,
sin embargo los trabajadores solo son aceptados en él
durante períodos cortos, con la finalidad de que no
queden a cargo de los empleadores, de esta manera se instituye,
entre dichas reservas y las zonas mineras e industriales, un va
y viene permanente de millones de trabajadores."

…la necesidad de dinero (para pagar los
impuestos,
comprar los productos naturales que antes se trocaban,
reemplazar los productos artesanales por mercaderías
industriales, etc.) obligan a estas poblaciones a entrar en el
mercado capitalista. Como por otra parte la tierra permanece
disponible y las condiciones de la producción
alimenticia cambian poco, las relaciones domésticas de
producción persisten como las únicas capaces de
asegurar la sobrevivencia y la perpetuación de las
comunidades"[51].

De esta forma la comunidad doméstica se convierte
en "pre-requisito del capital" de ella extrae no solo la
plusvalía, fruto del trabajo durante el proceso
productivo, sino también un "plusvalor extraordinario"[52]
cuando deposita la reproducción de la fuerza de trabajo en
el sector doméstico. Esto se ve reflejado en los niveles
de los salarios que van
a percibir los trabajadores.

Este ir y venir de trabajadores se reforzó aun
más en las explotaciones mineras. Los propios contratos de
trabajo privilegiaban los desplazamientos de miles de
trabajadores que eran llevados a las minas desde las diferentes
reservas "tribales", y cuando expiraban sus contratos se les
obligaba a regresar a sus lugares de origen.

En el caso de la explotación minera en
África del Sur, al principio, estuvo basada en la
extracción de superficie de oro y diamantes, los
empresarios blancos organizaban equipos de
trabajo; para que un africano obtuviera el permiso de
trabajar como escavador debía pagar una licencia, pero ya
para 1876 los trabajos especializados mejor pagados estaban
completamente en manos de los blancos, a los africanos ya se los
contrataba únicamente por periodos cortos de unos tres
meses.

Con la "Guerra de los Bóers" se produjo una
caída en la producción minera y redujo a la mitad
la fuerza de trabajo disponible. Pero ya para 1906, la
producción volvía a los niveles anteriores y se
incrementaba velozmente.

Los explotadores blancos generalizaron el uso de mano de
obra inmigrante de china, para
este año había casi 50000 chinos trabajando en
condiciones semiserviles que sumados a los trabajadores negros
mal pagados proporcionaban grandes lucros a los capitalistas.
Este fenómeno causó el descontento de unos 18000
trabajadores mineros blancos ya que gracias a la competencia
fomentada por la mano de obra barata podían mantenerse
bajos los salarios y ponían en peligro la continuidad del
trabajo en este último sector.

"En 1907, trabajadores blancos adiestrados
declararon una huelga para oponerse a los planes de la gerencia de
aumentar la inmigración de chinos y de sustituir con
negros el trabajo de los blancos. Para romperla se mandó
traer afrikáners desempleados. El resultado duradero de
ella fue la repatriación de los mineros chinos y el
robustecimiento de las prohibiciones de empleo a los
negros.

A partir de 1921, la mayoría de los mineros
blancos llegaron de fuera de África del Sur: de Inglaterra,
Australia, Estados Unidos y otras partes. Estos blancos eran la
fuerza de trabajo capacitada. Por el contrario los africanos
eran trabajadores migratorios no capacitados, que
recibían contratos con duración de seis meses a
dieciocho meses y salarios diez veces menores que los de los
blancos.

Esta idea de emplear trabajadores africanos se
estableció en la primera década de la minería.
En la década de 1880 se aunó con la
práctica de confinar a los africanos a barrios
residenciales durante la vigencia de sus
contratos…

… desde sus comienzos la industria minera
atrajo trabajadores desde sitios tan distantes como Niasalandia
y Mozambique o tan cercanos como la propia África del
Sur. En la segunda década del siglo XX, las minas
empezaron a atenerse más y más a la importación de trabajadores temporales
por contratos provenientes de las llamadas Reservas
Nativas[53].

Quizás la utilización de mano de obra
migrante temporaria de otras regiones fuera de la Unión,
que tiene para el capitalismo la ventaja de descargar los gastos
de su reproducción en su comunidad de origen, sea la base
de la estrategia que la
República de Sudáfrica pondrá en
práctica más adelante con la constitución de
los homelands u hogares nacionales[54].

Los contratos temporales y precarios cumplían muy
bien con el objetivo de evitar una clase trabajadora negra que, a
su vez, pudiera competir por mejores condiciones de empleo con
los trabajadores blancos. En tal sentido Berteaux
subraya:

"En África del Sur y en las Rodhesias los
jefes de explotación, pero también los obreros y
técnicos blancos, quieren evitar la formación de
una clase de mineros africanos profesionales; prefieren una
mano de obra no especializada, temporera, reclutada en la
campiña circundante y que después de un
año se vuelva a vivir entre los suyos. Esta mano de obra
no tiene tiempo de cualificarse y su rendimiento es
débil, pero también el trabajador tiene menos
tendencia a perder el contacto con la
tribu"[55]

Berteaux, si bien, es conciente de la estrategia puesta
en práctica por los capitalistas, utilizando esa mano de
obra no especializada, no explica, o evita hacerlo, los factores
efectivos que disimulan tal elección. Observa, sin
embargo, en este proceso un rasgo "positivo", "el contacto
permanente del obrero negro con su tribu". Así parece
responder a la ideología que presentaba "el regreso al
tribalismo" como condición necesaria para perpetuar las
tradiciones culturales de los pueblos africanos. Sin embrago, no
advierte que la cultura
africana precolonial ya ha sido desestructurada, y que en las
condiciones impuestas por el capitalismo colonial no hay
posibilidad de retorno a lo antiguo. Habrá que esperar
hasta el despertar de los nacionalismos africanos después
de la Segunda Guerra Mundial,
que harán de la vuelta a las costumbres ancestrales el
leitmotiv de los movimientos panafricanos.

Pero volviendo al problema que nos compete, el
trabajador africano se vio envuelto entonces en un complejo
sistema que se le imponía desde fuera, sin
protección alguna, más que recurrir de vez en
cuando a su comunidad, estaba obligado, por necesidad, a aceptar
estas condiciones.

Pero como el sistema necesita constantemente argumentos
con el cual perpetuarse, los capitalistas pusieron en
práctica todos los recursos que tenían a mano.
Así intervino una razón de índole
ideológica para justificar la conformación de las
reservas y la explotación a la que eran sometidos los
obreros africanos.

En parte esta legitimización provino de la misma
ideología Afrikaaner que planteaba la superioridad de la
raza blanca, desde su perspectiva, para los afrikáners su
misión
radicaba en la tarea "civilizadora" de los pueblos africanos, por
tal motivo establecía la separación de las razas;
sostenía que "el pueblo elegido, no puede mezclarse con
los otros pueblos, razón por la cual se habían
incorporado a la legislación prohibiciones
sexuales"[56].

"La idea directriz es que Dios mismo ha colocado a los
afrikáners en África, el mismo les ha dado la
lengua afrikáans y la misión de extender la
civilización en África"[57].

Los colonos ingleses se opusieron, si bien
"teóricamente", a la discriminación racial, pero en la
práctica, como buenos capitalistas, y donde pesaron
más los intereses económicos, terminaron por
aceptar los términos propuestos por los
afrikáners.

La discriminación racial se perfeccionó
mediante el sistema denominado Apartheid[58]. "En lengua
afrikáans significa separación, acción
de poner aparte. Durante la posguerra fue utilizada
políticamente y traducida a: desarrollo separado de cada
raza en la zona geográfica que le está
asignada"[59]

Con la institución del apartheid, "se
cumplía con los objetivos de
la ideología afrikáners de superioridad de la raza
blanca y la necesidad de salvaguardar su supremacía
política y económica".[60]

IV

"El 31 de Mayo de 1910 es proclamada la
Unión Sudafricana, cuya constitución había
sido adoptada el año anterior. Esta unión
está basada sobre una serie de compromisos. No hay
capital única. El Parlamento se reúne en
Capetown, el ejecutivo reside en Pretoria, el Tribunal Supremo
en Bloemfontein. La unión es un dominio
británico, el único en que la mayoría de
la población no es blanca. El Primer Ministro es Botha.
Este se esfuerza en hacer viable la federación, al menos
de lograr el consenso entre los dos sectores blancos, bajo su
égida, los elementos menos extremistas de los dos bandos
se reúnen en un partido, "Partido Nacional Sudafricano",
que se convertirá en 1913, en el "South African
Party"[61].

En 1919 muere Botha, en esa fecha ya es fuerte el ala
nacionalista dirigida por Hertzog, la premisa de este sector
extremista es que se debe evitar la
contaminación del principio británico de
liberalismo y tolerancia en el
espíritu tradicional afrikánder. Cuando en 1924,
Hertzog, gana las elecciones con el apoyo del Partido del
Trabajo, Smuts se retira.

La evolución y generalización del racismo
en África del Sur va de la mano con su evolución
política, cada vez son más fuertes los sentimientos
segregacionistas de los sectores blancos, por ejemplo el Partido
del Trabajo (por cierto de izquierda) profundamente racista,
sostenía la necesidad de "proteger al proletariado blanco
de la concurrencia del trabajador negro, siendo el único
privilegio del blanco el color de su
piel"[62].

La crisis económica de 1929 causa graves
trastornos a la economía sudafricana, esto también
repercutirá en la producción minera, en las
cuestiones laborales y por supuesto en la evolución
política y social.

Con la crisis, Hertzog ve la necesidad de aliarse al
Partido de Smuts, esta alianza funda un partido centrista, el
United African Nacional Party, pero en su ala izquierda
surgirá una nueva ala extremista afrikánder,
dirigida por el Reverendo Dr. Daniel Francois Malan, predicador
perteneciente a la secta de los doppers.

"Otros grupos extremistas fundan organismos de
acción directa que se inspiran en el nacional socialismo
racista, entonces en el poder en Alemania.

Cuando Hitler reclama
en 1935 colonias para el tercer Reich, Malan y los extremistas
apoyan en principio la reivindicación alemana. No
obstante cuando en 1938 Hitler reivindica expresamente el
Sudoeste africano ex alemán en torno al cual
habían tejido su leyenda los nacionalistas alemanes, los
extremistas sudafricanos empiezan a dudar sobre que partido
seguir. Cuando Alemania invade Polonia, Smuts obtiene en el
Parlamento de El Cabo una mayoría de 80 votos contra 67
a favor de la entrada en la guerra junto a los aliados. Smuts,
asume los cargos de primer ministro, ministro de Asuntos
exteriores y ministro de la Guerra hasta 1948, fecha en que se
retira con el titulo de mariscal del Imperio
británico"[63].

Momentos antes de las elecciones de 1938, el congreso
del Partido Nacional había examinado cual debía ser
la postura a seguir con respecto a las poblaciones
indígenas en la futura República Afrikaaner. Los
resultados de esa discusión señalaban que el camino
que se debía seguir era, por un lado, sostener la
posición de predominio de la raza blanca, manteniendo un
compromiso de tutela de las
poblaciones negras; por otro lado, destacaba la necesidad
imperiosa de preservar la "pureza racial" de la sociedad
blanca.

Malan ya había señalado, "queremos
asegurar que África del Sur seguirá siendo un
país del hombre
blanco"
[64] .

Con el transcurso de los años y a pesar del
triunfo de Smuts, el Partido de Malan se hacia cada vez
más fuerte. La fortaleza del mismo, por un lado,
quizás se encontraba en la misma situación
demográfica de la región. A principios del
siglo XX, la situación entre los dos sectores de
población blanca (británicos y afrikáners)
era muy semejante. Sin embargo, a mediados del mismo siglo, la
natalidad de los afrikáners fue más fuerte, pasando
así a ocupar aproximadamente el 60% de la población
blanca.

"Un índice de aumento demográfico
más fuerte, un sistema electoral que favorecía al
Dr. Malan en 1948, todo contribuye a reforzar progresivamente
el poderío de los nacionalistas
afrikánders"[65].

Por otro lado, muchas de sus ideas y acciones no
representaban una ruptura con el pasado. Además, aunque el
PN no había inventado la segregación, la cual ya
existía desde los comienzos mismos de la
colonización, supo encausarla para fortalecer su imagen y obtener
los votos de los empresarios y de los obreros blancos, la
mayoría de ellos afrikáners.

Estos últimos, "lograron aniquilar la fuerza
económica de los blancos anglófonos y aniquilar la
fuerza numérica y la fuerza de trabajo de los negros, para
transformarlos en simples instrumentos, sin que se les deje
posibilidad alguna para dar vuelta la
situación"[66]

Con este sistema el PN lograba una mayoría blanca
purgando las listas de electores negros; pero, también,
económicamente; el Apartheid retenía el control de
la economía en manos de los blancos, restringiendo el
acceso a los puestos privilegiados a los de color.

El sistema asignaba a la población de color
áreas donde asentarse y prohibía totalmente la
libre circulación de estos en las áreas
restringidas. Solo podían circular por ellas con la debida
autorización extendida por el Estado. Esta
autorización era otorgada por tiempo limitado,
según los casos, a las personas de color que
servían como mano de obra de las diferentes
explotaciones.

Como muchas veces los lugares de trabajo quedaban
alejados de las reservas, hecho que dificultaba la asistencia de
los trabajadores, a la vez que ocasionaba problemas al empleador;
los ideólogos del sistema aconsejaban trasladar los
centros industriales cerca de las reservas. De esta manera, el
obrero de color, podía regresar a su comunidad la cual le
brindaba asistencia en momentos de paro o
enfermedad sin ocasionar gasto alguno al capitalista.

V

La sociedad colonizada "puede ser considerada como
una sociedad globalmente alienada, atacada en su propia
organización sociocultural (en diferentes grados
según la capacidad de resistencia de esta última)
y tanto más sometida a la presión de la sociedad
dominante cuanto mayor es su
degradación"[67].

Como este trabajo es un intento por tratar de comprender
el problema de la explotación en África, con el
propósito de explicar la situación del individuo
africano, y la de su comunidad, en su relación con el
trabajo y con el nuevo marco impuesto por las potencias
coloniales capitalistas he dejado, sin embargo, muchas cosas sin
mencionar, pero que, no obstante, merecen alguna
consideración.

Este nuevo marco produjo serios cambios en todos los
aspectos de las sociedades africanas. Fue a, su vez, la causa de
procesos de
aculturación y de contraculturación.

También, las presiones coloniales produjeron
cambios en las estructuras políticas, económicas,
ideológicas, etc., de las poblaciones nativas que tuvieron
que adaptar sus tradicionales ritmos a las nuevas condiciones
impuestas por la fuerza de los acontecimientos. En cuanto a lo
económico, se produjo el acaparamiento de los recursos del
suelo y de la
mano de obra, además de modificaciones más
profundas de la economía local que se verá, en
adelante, estrechamente ligada a la economía de las
metrópolis. En cuanto a lo político-institucional,
se produjo el reemplazo de las autoridades locales por los
administradores coloniales en todos sus aspectos: administrativo,
judicial, etc.

Lo ideológico también sufrió una
seria transformación, se intentó, con cierto grado
de éxito,
de exterminar toda tentativa de resistencia; se transmitieron los
modelos
culturales que solventaban el dominio colonial o se aceptó
la permanencia de aquellos que aportaban algún beneficio
al grupo dominante y "al programa".

En cuanto a lo cultural y religioso, la
colonización produjo "la desnaturalización de la
cultura tradicional y la disolución de los sistemas
religiosos vinculados con ella"[68].

Pero todos estos factores, son a mi entender, herramientas
con las cuales el capitalismo supo resolver los diferentes
problemas que encontraba en su marcha y encontrar los medios
justificadores o legitimadores para lograr su más
importante objetivo; como sostuve más arriba, explotar los
países colonizados con el menor costo posible para los
grupos dominantes.

De esta forma es importante comprender el proceso de la
explotación de la mano de obra en dichos países
colonizados, entendiendo como opera el capitalismo; como logra
servirse de la comunidad doméstica hasta dejarla casi
extenuada, y como logra luego adaptar el sistema para seguir
exprimiendo a las clases desposeídas. Aunque este
último punto no fue, sino escuetamente mencionado en este
trabajo, Meillassoux si lo explica en su obra (citada más
arriba). Una vez que el capitalismo ha exprimido todo el jugo de
la comunidad doméstica se sirve de las migraciones
temporarias de miles de seres humanos.

En el África del Sur, se produjo con el movimiento de
miles de personas desde las regiones próximas a ella,
hacia los centros mineros y a las plantaciones; luego, la
Republica sudafricana pondrá en marcha políticas
segregacionistas más complejas, otorgando cierta
"autonomía" a nuevos "Estados independientes" –los
bantustanes-, pero autonomía para solventar los graves
problemas que el proceso conlleva. En un futuro no muy lejano,
¿tendremos que lamentar también la
desaparición de estas nuevas "comunidades domesticas", a
mayor escala, que son
los países llamados del tercer mundo?. ¿Hasta donde
pueden millones de seres humanos resistir tremendo fraude?

La delimitación temporal del trabajo no es
arbitraria, el trabajo termina allí donde comienza una
etapa muy compleja y difícil de soportar por parte de los
africanos del sur; 1948 marca el
año en donde el PN logra imponer el Apartheid. A partir de
allí la historia africana se
verá envuelta en un conglomerado más complejo
aún de fuerzas que intervienen.

Parece un pecado dejar de lado la explicación de
la evolución posterior a esa fecha, pero el proceso es
largo y merece un estudio aparte. Solo puedo, y me veo en la
obligación de hacerlo, referirme brevemente a un asunto
que arbitrariamente he dejado de lado.

Los pueblos africanos no se mantuvieron como simple
espectadores pasivos del proceso, desde el comienzo de la
colonización fueron muchas las resistencias que opusieron
a este sistema explotador. Por ejemplo, en los años 1850
se produjo un movimiento de los pueblos xhosa de resistencia en
donde, luego de sucesivas luchas con los colonizadores y ante la
inminente derrota, sacrificaron todo el ganado con la esperanza
de que los dioses brindaran la tan ansiada abundancia y ocasionar
un grave daño a
los blancos y a sus aliados.

Los zulúes también fueron un pueblo
difícil de dominar para los conquistadores, pero las
fuerzas invasoras lograron derrotarlos en 1880. Con el final del
Estado zulú, el camino a la explotación del
África del Sur estaba abierto; a partir de allí se
produjo la caída de una población africana tras
otra bajo el control de los europeos.

Sin embargo la resistencia se mantendrá latente,
como esperando el impulso que la haga estallar; este impulso se
produjo luego de la Segunda Guerra
Mundial. Son muchas los motores que los
historiadores, antropólogos, etc., manifiestan como causas
del nacimiento de los nacionalismos africanos. Aquí no
pretendo esbozar una discusión de ellos, lo más
importante, sin embargo es que debemos considerar que la misma
sujeción a la que estuvieron sometidos estos pueblos, una
vez que supieron comprender que aquellos que los dominaban no
eran tan diferentes, ni más "civilizados", ni mucho menos
"superiores" y por lo tanto desterrar para siempre el "complejo
de inferioridad inicial"; lograron poner en marcha sus
capacidades previas y las nuevas para, por lo menos, cuestionar
el orden imperante e intentar una salida.

También quedaron de lado otros aspectos muy
importantes como el papel de las iglesias holandesas en apoyo a
la segregación racial, por ejemplo en las elecciones que
llevaron a Malan al poder, las tres iglesias reformadas
holandesas[69] le brindaron todo su apoyo. De sus filas salieron
muchos de los dirigentes políticos que apoyaban el
Apartheid; influyeron en las decisiones electorales de los
votantes que asistían a sus celebraciones religiosas, etc.
Además, aspecto importante, brindaron, con su modo de
interpretar las sagradas escrituras, la ideología que
legitimaba la separación entre las razas.

Aquellos que consideran que la intervención de
los europeos trajo "progreso" a esos pueblos "atrasados",
"congelados" o "sin historia" olvidan, consciente o
inconscientemente, la explotación, la miseria, la
segregación, el abandono, la injusticia, etc., a la que
fueron sometidos miles y miles de seres humanos.

Negarles la historia significa legitimar la
dominación, la explotación, el robo, etc.,
¿no será que la negación de la historia
africana provenga del interés de
los dominadores por esconder su condición de sociedad (su
pertenencia al género
humano) y por lo tanto justificar su dominio?. Balandier afirma
que:

"la sociedad colonizada pierde no solo la
posibilidad de ejercer una real acción sobre su propia
historia sino que deviene siempre más dependiente de la
potencia
colonial que controla las fuentes de
ingresos y
de bienes de
consumo al
mismo tiempo que la vida
política"[70].

El capitalismo se sirvió del colonialismo
primero, se sirve del imperialismo ahora para responder a su
lógica
"acumular más y más riquezas para lo propietarios
de los medios de producción" sin importar a costa de
qué.

Lo hizo y lo hace en todo el globo, tenemos muchos de
ejemplos pasados y actuales de ello, por ejemplo lo vimos es
China, su intervención modificó de raíz
todas las estructuras de la sociedad china, las cuales
habían mantenido durante siglos sus tradicionales cambios
dinásticos y propiciado una de las sociedades culturales
más sorprendentes del globo.

Grave también fue su intervención en las
sociedades aborígenes americanas, en el pasado fueron
prácticamente escamoteadas; hoy los países
Latinoamericanos sufren la explotación por los
países poderosos que se sirven de ellos, de la misma
manera pero a un nivel macro, como lo hicieron de las comunidades
domésticas que vimos en el África. De esos
países salen diariamente miles de obreros que van a
trabajar en las industrias extranjeras en condiciones
infrahumanas con el sueño de mejorar su situación;
abandonando sus seres queridos, corriendo graves peligros, para
que al final puedan darse cuenta de que no les quedó nada.
Al cabo de un tiempo, cuando al sistema se le ocurra,
volverán a sus hogares solo con el sudor de muchas horas
de trabajo, esfuerzo y el amargo sabor de la
discriminación.

De esta forma el capitalismo hizo del colonialismo un
instrumento por el cual logró obtener, de manera creciente
grandes beneficios que fueron repartidos entre los sectores
privados, principalmente, y los encargados de asegurar el lucro
por medio de la sujeción política-administrativa,
asegurando a un sector de la población blanca la
obtención de recursos en contra de la explotación,
expropiación, etc., sufrida por la población
negra.

Los mecanismos que hicieron esto posible fueron la
incorporación de mano de obra barata asegurada, primero
mediante el trabajo forzado y el impuesto de capitación
-logrando incorporar un sector autosubsistente a la
economía de mercado-, y el racismo, como medio de asegurar
la expropiación de las mejores tierras y de mantener sin
calificación a la mano de obra negra para, de esa forma,
mantener bajos los salarios.

El racismo también fue la plataforma desde la
cual logró descargar los gastos de reproducción de
esa mano de obra barata en la comunidad
doméstica.

Esto último llegará a su perfección
bajo la puesta en práctica de los homelands o bantustanes,
estos "Estados independientes" aportaron el trabajo, a muy bajo
costo para el capitalista, de miles de seres humanos, descargando
en sus propias administraciones lo que antes era aportado por la
comunidad doméstica una vez que esta última ya
estaba prácticamente extinguida. Con las migraciones
temporales, el capitalista se beneficia de horas de trabajo a muy
bajo costo; no gasta en la manutención de la familia del
obrero, ni se hace cargo de él cuando se enferma.
Además cuando el mercado de trabajo esta saturado,
simplemente le niega el acceso.

BIBLIOGRAFÍA:

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producciones del hombre económico. Eudeba. Bs. As.
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Ø      WOLF, ERIC.
Europa y la gente sin historia. Fondo de cultura
Económica. México. 2005

 

Sebastián Negrelli

 

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