Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El Concilio Vaticano I (1869-1870) (página 2)



Partes: 1, 2

2- Los
dos temas tratados

Realmente hace más de 25 años durante el
curso de Eclesiología del Dr. Justo Collantes, S.I. me
sorprendió mucho cuando durante algunas sesiones nos
trató el tema de "un concilio olvidado" el Concilio
Vaticano I. En referencia al abordar el mismo tema con mi tutor
el Dr. Eloy Riaño, CMF me indicó que existía
una obra del jesuita Justo Collantes "La cara oculta del
Vaticano I.
La actualidad de un concilio olvidado"
(BAC – Madrid
1970)

2-1. El objetivo del
Papa Pío IX era por medio de un Concilio aclarar una serie
de temas para que quedaran para posteridad y de alguna manera
responder a la constantes criticas del mundo a la Iglesia, sobre
todo el status del Papa en la Iglesia y su autoridad.

2-2. La reacción del Concilio se ve interrumpida
por le situación político militar en Italia, esto
lleva a definir solamente dos esquemas. Aunque habían
veinticuatro esquemas a tratar dentro del ceno conciliar. Eran
los más variados temas de índole canónica,
administrativa, de costumbres y estructuras.

Pero solamente se llegan a votar y promulgar
solemnemente por Pío IX, dos constituciones:

  1. Esta constitución "fue la
    conclusión de las discusiones entre la razón y
    la fe. Frente a los errores del racionalismo, del panteísmo, del
    fideísmo… el concilio definió la existencia
    de un dios personal que
    la razón puede alcanzar, aunque afirmando la necesidad
    de la revelación. No puede haber conflicto
    alguno entre la razón y la fe
    ".

  2. La Constitución «Dei Felius»
    (
    24-04-1870). RELACIÓN ENTRE LA RAZÓN Y LA
    FE.
  3. La Constitución «Pastor
    Aeternus» (18-07-1870). EL PRIMADO Y LA INFABILIDAD
    PONTIFICIA.

Uno de los temas teológicos de mayor
controversia, y que algunos ecumenistas opinan que es uno de los
puntos para no llegar la unidad cristiana. "el documento
contiene esencialmente la afirmación del primado y de la
Infabilidad del Papa. Después de muchas exageraciones
verbales, la Infabilidad quedaba reducida a sus justas
proporciones"

Es importante complementar con lo escrito por un gran
teólogo español,
el Dr. Lamberto de Echeverría "El Vaticano I la
definió (la Infabilidad) como incluida en el primado
apostólico sobre la Iglesia universal y exigida por sus
condiciones de ser «verdadero Vicario y universal de Cristo
y Cabeza de toda la Iglesia», hasta el punto de que, como
enseñaron Bonifacio VIII y Pío XII, Cristo y el
Papa constituyen una única Cabeza"

2-3. Mons. Anselmo Llorente y Lafuente, Primer
Obispo de San José de Costa Rica
, asistió a la
etapa preparatoria, a la Sesión inaugural y luego
participó en algunas las sesiones generales como a las
sesiones particulares. Según reseña -Mons.
Sanabria- , en su obra sobre Mons. Llorente, sus enemigos en
encargaron de crear un mal ambiente sobre
la presencia del Obispo en el concilio. Esto hizo que el Obispo
solicitara al Santo Padre el permiso respectivo y regresara a
Costa Rica el lº de julio de 1870

3-
Los alcances para la Iglesia Universal.

Al ser un "Concilio inconcluso". Los aportes de lo
obispos fueron luego tomados por la Santa Sede para la
renovación de la Curia Romana por León XIII en la
diferentes Sagradas Congregaciones.

Muchos de los elementos sirvieron de base para la
implementación del Código
de Derecho Canónico (1917).

También sirvieron algunos temas que fueron
tratados en 1899 en el Concilio Plenario
Latinoamericano.

Muchos de los temas abobados en el concilio Vaticano I
entre (1869-1870) temas duraron casi un siglo para la lograr la
renovación interior de la Iglesia. Los temas más
urgentes como el dialogo con el
mundo, con el mundo cristiano y la aceptación de los
no-cristianos, tomó un siglo, hasta la llegada de Juan
XXIII un gran conocedor de Vaticano I.

Otro tema que queda pendiente es el Pontificado de
Pío IX (1846-1878)

Lectura para conocer mejor el tema

EL CENTENARIO DEL CONCILIO VATICANO I

EL PRIMADO DEL ROMANO PONTIFICE

R.P. Umberto Betti, OFM

La celebración del Centenario del Vaticano I,
inaugurado por Pío IX el 8 de diciembre de 1869, invita a
hacer muchas consideraciones importantes. Entre ellas resulta
interesante comparar el documento más importante del
Vaticano I, la constitución dogmática «Pastor
aeternus», con el documento análogo del Vaticana II
—el capítulo III de la constitución
dogmática «Lumen Gentium»— que ha
querido completarlo. Pablo VI Invitaba a hacer esta
comparación el 21 de noviembre de 1964 cuando
promulgó dicha constitución: «Ha sido
estudiada y expuesta la doctrina sobre la Iglesia; ha quedado de
este modo completada la obra doctrinal del Concilio
Ecuménico Vaticano I»

En estas breves reflexiones estudiaremos el primado de
Pedro en relación con Cristo y en relación con los
demás Apóstoles.

1-. El primado de Pedro en relación con
Cristo

1-1. El Concilio Vaticano 1 dice acerca de la función de
Pedro en la Iglesia: « (Cristo), al poner al bienaventurado
Pedro como cabeza de los demás Apóstoles,
estableció en él el principio perpetuo y el
fundamento visible de la doble unidad de fe y de comunión
» (Dz 3051). El apelativo « principio de la unidad de
la fe » fue criticado fuertemente y con mucha insistencia
porque parecía exaltar de tal modo la posición de
Pedro que casi hacia desaparecer la figura de Cristo (cfr. Mansi,
51, 951 A, 955 B-C; 500 A404 A; 1265 B-C n. 9). Se pedía
que el calificativo de «principio» a se atribuyera
únicamente a Cristo, y que Pedro fuera llamado sólo
principio «visible».

1-2. Esta petición no fue aceptada, no por el
hecho de considerarla completamente infundada, sino porque la
preocupación era entonces otra muy distinta: dejar bien
claro que Cristo, que se halla por encima de la Iglesia, es
sustituido completamente por Pedro en el ámbito de la
Iglesia en cuanto sociedad
visible (cfr. Mansi. 52, 638 B-639 A, 1305 A-li). Esta
fórmula, renovada por varios padres y por algunas
conferencias episcopales, fue aceptada en el Vaticano II, el cual
ha modificado la fórmula del Vaticano I, llamando a Pedro
« principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de
te y de comunión » (LG, n. 18). Principio,
sí, pero sólo principio visible.

Esta modificación podría parecer a primera
vista insignificante, pero en realidad no es así. No se
trata, es cierto, de un cambio
sustancial. Pero en ella hay un perfeccionamiento real de
perspectiva, en dos direcciones coordinadas: eclesiológica
y ecuménica.

Además de tener una estructura
social, exterior, concentrada sobre Pedro, la Iglesia posee
principios
invisibles de la misma unidad que Pairo expresa y manifiesta.
Cristo es y sigue siendo siempre piedra angular de la Iglesia: el
Espíritu
Santo consolida y armoniza constantemente su estructura
orgánica do la que Pedro es la piedra que lo lleva en
sí (cfr. LG, n. 19 y 22).

1-3. El restablecimiento de ira solo rebaño bajo
un solo pastor tendrá como punto de llegada necesario el
encuentro con Pedro y el reconocimiento de su primado. Pero como
punto de partida y fermento de progreso tiene la acción
soberana de Cristo y del Espíritu Santo. Incluso fuera de
los confines visibles da la conexión eclesiástica
existen bienes
sobrenaturales que provienen de Cristo y llevan a El; y, en
cuanto pertenecen de derecho a la única Iglesia por El
fundada, llevan a la unidad católica (cfr. Unitatis
Redíntegratio, n. 3; LG, n. 8).

2-. El primado de Pedro en relación con los
demás Apóstoles

2-1. Al exponer y definir el primado de Pedro, el
Vaticano 1 insistió en la preeminencia de Pedro sobre los
demás Apóstoles (cfr. Pastor aeternus. cap. 1 y
canon, Dz 3053-3055). La tímida y casi tardía
alusión a la consideración de Pedro entre los
« otros » Apóstoles (cfr. J.c.; Dz 3051 y
3054; cfr. Mansi, 52, 704 A n. 9, 719 B-C 721 D) parecía a
no pocos insuficiente para poner en evidencia que también
él era Apóstol. En virtud de su posición,
los demás Apóstoles no cesan de ser súbditos
de Pedro, paro son
también hermanos suyos. Su función primacial sigue
siendo verdadera posesión y ejercicio de autoridad, pero
al mismo tiempo es
búsqueda y estimulo de la actividad conjunta de los
demás Apóstoles. No hay Iglesia sin Pedro, pero
tampoco hay Iglesia sin los demás Apóstoles. La
propiedad
fundamental y la nota distintiva de la apostolicidad le deriva a
la Iglesia da todo el colegio apostólico.

El Vaticano II ha confirmado plenamente el primado de
Pedro; y no podía por menos de hacerlo; pero lo ha
considerado más expresamente como realidad interior al
colegio apostólico con dos afirmaciones: Cristo
estableció a los Apóstoles en forma de colegio con
Pedro como cabeza; en el ámbito de este colegio,
depositario «in solidum» de la suprema potestad
eclesiástica, Pedro posee la potestad suprema incluso
personalmente.

2-2. Cristo a eligió a doce…, los
instituyó a modo de colegio, es decir, de grupo estable,
a1 frente del cual puso a Pedro, elegido de entre ellos mismos
» (LG. n. 19).

Esta afirmación está bien fundada. El
texto
más significativo es Mc 3, 14 y 16 (texto griego). A
diferencia de la Vulgata, en el versículo 14 la palabra
« instituyó » no tiene valor
simplemente dispositivo, sino constitutivo, creativo, como se ve
todavía mejor en el versículo 16, que no existe en
la Vulgata. En él se indica no la disposición de
Cristo de que los doce estuvieran con El, sino la
constitución de los doce para que estuvieran con El. El
hecho adquiere mayor relieve si se
tiene en cuenta la relación subsiguiente del Señor
con los doce. Los instruye juntos para enviarlos a predicar el
Reino de Dios (cfr. Mt 10, 142) y les asigna la misma
función escatológica de jueces al final dé
los tiempos (cfr. Mt 19, 28).

Más tarde, los Apóstoles, confirmados en
la misión
común por la experiencia colegial de la venida del
Espíritu Santo (cfr. Act 2, 1-5 y 14), manifiestan que son
conscientes de formar una unidad: bajo la presidencia de Pedro
toman decisiones importantes para la primera comunidad
cristiana y para su futuro desarrollo
(cfr. Act -1, 21-26; 6, 26; 15, 6-29). Esta actividad unidad,
mediante la cual se realiza la historia de la
salvación, los hace ya entrever como el fundamento de la
Jerusalén celestial, casi como una continuación de
la misma función que desempeñan en la Iglesia
peregrina.

2-3. El Vaticano II ha tenido en cuenta este conjunto de
palabras y da hechos, expresión auténtica de la
misma revelación divina y lo ha traducido en
términos sencillos y claros: "San Pedro y los demás
Apóstoles forman un solo colegio apostólico»
(LG, n. 22)

Poco importa que la palabra «colegio» no se
encuentre en la Sagrada Escritura.
Tampoco se encuentran, al menos en el mismo sentido, otras
palabras usadas corrientemente para describir muchas verdades de
fe. En consecuencia, nada podía impedir usar este palabra
para indicar a los Apóstoles como una entidad inseparable
polarizada en torno a Pedro,
cabeza de los demás -Apóstoles, pero también
Apóstol como ellos.

2-4. Cristo estableció sólo a Pedro como
piedra y «claviger» a de la Iglesia y le
constituyó pastor de toda su grey; pero la misión
de atar y desatar la confirió también al colegio
apostólico unido a su cabeza (cfr. LG, n. 22).

Esta afirmación conciliar da una precisión
necesaria a la precedente. Los Apóstoles constituyen un
organismo único, pero al mismo tiempo diferenciado. Pedro
es Apóstol como los demás pero es también
cabeza de todos los demás. Su primado exige que posea y
pueda ejercer siempre libremente los supremos poderes
eclesiásticos; en cambio, aquellos inherentes a todo el
colegio apostólico no pueden pasar al acto sin la activa
participación de la cabeza. No es fácil conciliar
dos cosas tan distintas y sin embargo no separadas: la integridad
del primado, elemento esencial de la Iglesia; la colegialidad
apostólica, un elemento suyo tan real como el
primero.

Podemos obtener una cierta aclaración, más
que con las fórmulas rígidas, con el comportamiento
concreto de
los doce, al que aludimos antes. Su comportamiento se coloca en
una perspectiva de mutua interdependencia, inscrita en la
necesaria coexistencia de los doce dentro del mismo colegio y
condicionada por la dependencia común del mismo Evangelio
que pide ser anunciado. Los Apóstoles dependen de Pedro
porque sólo bajo su primado constituyen el colegio
investido por Cristo de la misión universal de
salvación. Pedro depende de los Apóstoles no en el
sentido de que sea súbdito de ellos, sino en el sentido de
que, precisamente pos- ser su cabeza, es inseparable de ellos. De
aquí se sigue una peculiaridad de su preeminencia: la de
ser una diaconía primacial hacia toda la Iglesia, que lo
solicita a individuar y animar la acción apostólica
de los demás. Apóstoles, ordenada a la misma
misión de salvación.

2-5. El Vaticano II ha intentado penetrar en la conciencia que
Pedro tuvo de su primado y ha dado a esa conciencia una
expresión doctrinal. Lo ha considerado, más que el
Vaticano I, como una realidad interior .1 colegio
apostólico; y no sólo para sostenerlo, sino
también para ser sostenido. También aquí, a
la teología demasiado exclusivista del
autaut, ha preterido la del et, que
une sin confundir.

En esta teología se expresan los dogmas
fundamentales para todos los cristianos: Dios una y trino; Cristo
Dios y hombre. Del
mismo modo, para expresar la constitución
jerárquica de la Iglesia no se debe decir: Pedro o los
Apóstoles, sino Pedro y los demás
Apóstoles.

Sé encuentran así y se armonizan
mutuamente los das aspectos de la única investidura divina
conferida a Pedro: el de ser la piedra sobre la que est edificada
la Iglesia (cfr. Mt 16, 18), que lo coloca por encima de los
demás; y el de ser el a confirmador a de sus hermanas
(Cfr. Lc. 22, 32), que reclama su presencia en medio de
ellos.

 

Prof. Oscar Lobo Oconitrillo

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter