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Inmigración a la Argentina 1830-1950



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

    1. Artículos
      periodísticos.
      Miguel
      Cané. La inmigración en
      Juvenilia
    2. Lucio
      V. López. Inmigrantes en la Gran
      Aldea
    3. Antonio
      Argerich. El enfoque determinista
    4. Carlos
      Maria Ocantos. La mirada selectiva
    5. Julián
      Martel. Inmigrantes en la Bolsa
    6. Estanislao
      Zeballos, apologista de la
      inmigración
    7. Lucio
      V. Mansilla: memorias de lo cotidiano
    8. Fray
      Mocho. La visión costumbrista
    9. Baldomero
      Fernández Moreno y la patria
      desconocida
    10. Alberto
      Novion. Un vasco en escena
    11. Enrique
      Loncan. El planteo ético
    12. Fausto
      Burgos: gringos y criollos
    13. María
      Esther de Miguel. "Esa ciudad
      contradictoria"
    14. Borges
      y la inmigración

    15. Inmigración y novela: un debate en Adan
      Buenosayres
    16. Abelardo
      Arias: criollos y gringos en Mendoza
    17. Manuel
      Mujica Lainez. Volver a las fuentes
    18. Jose
      Gonzalez Carbalho: la "patria anterior"

    19. Inmigrantes en cuentos infantiles y
      juveniles

    20. Inmigrantes en novelas juveniles
    21. Inmigrantes
      en teatro
    22. Inmigrantes
      en canciones
    23. Memorias
      y autobiografías escritas por
      inmigrantes

    24. Memorias y autobiografías escritas por descendientes de
      inmigrantes

    25. Biografías de inmigrantes
    26. Comentarios
      bibliográficos

    27. Entrevistas

    Artículos periodísticos,
    comentarios bibliográficos y entrevistas

    En este trabajo
    reúno artículos periodísticos, comentarios
    bibliográficos y entrevistas
    acerca de la inmigración que llegó a la
    Argentina. Estas colaboraciones -que tratan temas literarios,
    históricos y otros- fueron publicadas en diversos medios, entre
    los que se cuentan los diarios La Prensa de
    Buenos Aires y
    La Nueva Provincia de Bahía Blanca, las revistas Letras de
    Buenos Aires y el grillo y el sitio Letras-Uruguay, de
    Montevideo.

    No incluyo aquí las notas "Roberto Arlt,
    cronista de la inmigración gallega", "Rosalía de
    Castro, poeta de los emigrantes", "Syria Poletti: el mensaje
    social", "Inmigración y novela: Eugenio
    Juan Zappietro", "Inmigración y novela: Jorge Isaac" e
    "Inmigración y literatura: el tango", por estar
    ya publicadas en este sitio.

    Artículos
    periodísticos

    MIGUEL CANE. LA INMIGRACION EN
    JUVENILIA

    El historiador Exequiel César Ortega sostiene que
    "La inmigración jugó importante papel ya a mediados
    de esta etapa del ’80 al ’30. En ciudad y
    campaña, en oficios diversos que abarcaron la agricultura y
    la naciente industria; e
    incluso se dieron lugares como ejemplos de cuánto
    podía una colonización bien planeada…". Comenta
    qué sucedió con los inmigrantes llegados a nuestra
    tierra: "El
    medio nuestro los asimiló bien pronto y sus descendientes
    inmediatos se sintieron integrantes ‘de la
    tierra’. A menudo ascendieron de Status, integraron
    profesiones, comercio e
    industria; impulsaron los nuevos partidos
    políticos mayoritarios".

    El gobierno de esa
    época "En lo social favorecería cada vez más
    la inmigración, sobre todo la europea en general, perdidas
    bastante las esperanzas de la anglosajona y francesa en
    particular. Inmigración que cubriese las necesidades
    crecientes de mano de obra ciudadana y sobre todo rural, mediante
    la colonización y la ocupación de dependencia o el
    arrendamiento y la mediería (1)".

    En noviembre de 1898 –señala Susana
    Zanetti-, Canè "regresa a Buenos Aires pues ha sido
    elegido senador nacional. Desde su banca presenta al
    año siguiente dos proyectos: el de
    erigir el monumento a Sarmiento en el Parque Tres de Febrero y el
    de extradiciòn de extranjeros.

    Este proyecto de
    Ley de
    Residencia, contrario a los principios de
    nuestra Constituciòn, es violentamente atacado.
    Evidentemente, el miedo al futuro, a la màquina que
    empequeñece, a las masas populares que amenazan invadir y
    destruir la sociedad
    distinguida que amò en Europa, o la
    paternalista de la gran aldea perdida, golpeada de muerte por la
    inmigraciòn revoltosa y huelguista, ha endurecido y
    deteriorado el liberalismo
    progresista de antaño. Basta leer buena parte de los
    artìculos coleccionados en Notas e impresiones
    (1901) y Prosa ligera (1903) para comprobar su
    espìritu reaccionario. (…) La ley de expulsiòn de
    extranjeros, en fin, es piedra de toque para entender còmo
    ha variado el muchacho liberal progresista de la època de
    Avellaneda. Canè no acierta a comprender la importante
    transformaciòn del paìs que queda reducida en su
    espìritu a una verdadera dèbacle.
    (…)

    En el paìs los problemas
    sociales se agravan, las huelgas se suceden; es entonces
    cuando el presidente Roca echa mano del proyecto presentado por
    Canè. La ley de residencia es un hecho y los perturbadores
    extranjeros podràn ser arrojados del paìs"
    (2).

    Escribe Gladys Onega: "La significaciòn que tiene
    para nosotros la actitud de
    Canè hacia los inmigrantes, no proviene de la
    extensiòn o profundidad con que la haya expresado
    literariamente, sino porque conciencializò (como lo hizo
    màs tarde Joaquìn V. Gonzàlez) la
    situaciòn en que vivìa su clase y que la
    inmigraciòn ponìa en evidencia, aunque lo hiciera
    de manera bastante superficial. Canè era, como dijimos, un
    liberal a ultranza que arremetìa contra el clericalismo,
    la ignorancia y el estancamiento, pero era sobre todo un miembro
    de la clase de la que dice Mc Gann, en uno de los màs
    dinàmicos y comprensivos estudios sobre la
    situaciòn històrica y la visiòn del mundo
    del 80: "Una definiciòn adecuada para la aristocracia
    argentina de esa època puede surgir del comentario de que
    ‘ùnicamente el liberal del siglo diecinueve
    podìa combinar el desprecio por el hombre
    comùn con la fe en la democracia’ ".

    "En Prosa ligera (1903) està incluido el
    relato La Tucumana donde el autor revela su ìntima
    convicciòn aristocratizante". Gladys Onega asevera, a
    partir de la lectura de
    un pàrrafo del mismo, que "Canè añora un
    pasado desaparecido en una de las formas de explotaciòn
    del hombre por el
    hombre màs degradantes, la esclavitud,
    transformada en resignada y voluntaria enajenaciòn de los
    criados por amor al
    generoso patriarca. El pàrrafo de Canè explicita la
    nostalgia con palabras que son un verdadero sumario de la
    reacciòn ante el nuevo estado de
    cosas: La expresiòn de respeto
    constante, la veneraciòn de los subalternos como a seres
    superiores colocados por una ley divina e inmutable en una
    escala màs
    elevada
    –la consagraciòn sacramental,
    carismàtica del privilegio, la negaciòn del
    proceso
    històrico, solidificado y remitido a los designios de
    Dios; una vida de paz y tranquilidad– el lema de
    ‘orden y progreso’ y ‘orden y
    administraciòn’ de los gobiernos oligàrquicos
    sudamericanos; el viejo y manso feudalismo
    –deformaciòn idealizada de un sistema que
    habìa retrasado en cincuenta años la
    evoluciòn del paìs y habìa engendrado a
    Rosas, bajo cuyo
    gobierno habìa emigrado el padre del que escribe esta vaga
    elegìa; la influencia de las ciudades– la
    urbanizaciòn tenìa el grave inconveniente de
    agrupar a los hombres y permitir que tomaran conciencia de
    clase-; la fluctuaciòn de las fortunas –la
    introducciòn de formas capitalistas, màs
    dinàmicas que la feudal; la desapariciòn de los
    viejos y sòlidos hogares
    – los advenedizos ingresaban a
    las familias aristocràticas, o, màs simplemente,
    las nuevas clases alta y media urbanas contraìan matrimonio en
    lugar de unirse en concubinato
    espontàneo como se habìa reprochado a las clases
    populares, primero a los gauchos y luego a
    los proletarios, los sirvientes inmigrantes son ladrones, se
    visten como ‘nosotros mismos’
    (aunque sea
    bastante difìcil suponer que la ropa de los caballeros
    porteños confeccionada por sastres londinense se
    confundiera con la de los criados); y recuerdan su
    condiciòn de hombres libres
    – es decir, que de acuerdo
    con el artìculo 14 de la Constituciòn,
    pretendìan que su libertad era
    un derecho y no una graciosa dàdiva de los amos; las
    campañas del interior refugian la viejas pautas
    patriarcales
    deseables en el presente- el interior no
    invadido se valoriza por su resistencia al
    cambio" (3).

    Juvenilia

    En el 80, la autobiografìa surge como el "lugar
    donde se expresa lo particular, lo curioso, lo diferenciador, lo
    propio de un sector social" (4); este sector es el de la clase
    dirigente, grupo que se
    caracteriza por haber sido educado con una gran influencia de la
    cultura
    europea, particularmente francesa (5). Cobra gran importancia la
    evocaciòn de la vida "vulgar", calificativo que abarca
    tanto la vida cotidiana, real, como los comportamientos
    censurados por la moral
    corriente (6).

    La autobiografìa se caracteriza, en este
    perìodo, por asumir el aspecto de la charla social
    (causserie), de la anècdota, y por la frecuente
    utilizaciòn de citas que remiten a lecturas extranjeras.
    En las obras autobiogràficas de los hombres del 80 aparece
    como modelo el
    "hombre de mundo", que conjuga en sì mismo muy diversas
    facetas. Como consecuencia del impacto de la inmigraciòn,
    aparecen "evocaciones nostàlgicas de tiempos màs
    austeros" y "descripciones costumbristas con toques
    moralizantes".

    Susana Zanetti destaca que "la actitud de nostalgia, de
    reminiscencia, de regreso al pasado, es una constante del 80";
    Juvenilia presenta -a su criterio- "un melancòlico
    contrapunto entre la adolescencia
    despreocupada de ayer y el hombre maduro de hoy. Aùn
    asì, la evocaciòn tiende generalmente a las
    anècdotas festivas, alegres". En la obra advierte ciertas
    semejanzas con David Copperfield, de Charles Dickens, pero
    la diferencia de la obra inglesa el hecho de no entrañar
    denuncia ni afàn testimonial.

    El tema del fracaso generacional està encarnado
    en la suerte corrida por los condiscìpulos; algunos han
    muerto, otros se encuentran empleados con sueldos de hambre,
    sòlo unos pocos se destacan. Esta actitud surge de lo que
    la ensayista denomina "doble melancolìa" frente al pasado
    y frente al povenir (7).

    Miguel Canè nos ha dejado en Juvenilia (8)
    testimonio de su visiòn de los inmigrantes. A las figuras
    del grotesco enfermero italiano y los temibles quinteros vascos,
    contrapone la grandiosidad del profesor
    Amadeo Jacques, sìmbolo de la inmigraciòn anhelada
    por los hombres del 80.

    El enfermero italiano

    En su autobiografìa, Canè evoca este
    personaje con rasgos despectivos. "La enfermerìa era, como
    es natural, econòmicamente regida por el enfermero. Acabo
    de dejar la pluma para meditar y traer su nombre a la memoria sin
    conseguirlo; pero tengo presente su aspecto, su modo, su
    fisonomìa, como si hubiera cruzado hoy ante mis ojos.
    Habìa sido primero sirviente de la despensa; luego,
    segundo portero, y, en fin, por una de esas aberraciones que
    jamàs alcanzarè a explicarme, enfermero.
    ‘Para esa plaza se necesitaba un calculador, dice
    Beaumarchais; la obtuvo un bailarìn’ ".

    Se refiere al aspecto fìsico del inmigrante: "Era
    italiano y su aspecto hacìa imposible un càlculo
    aproximativo de su edad. Podìa tener treinta años,
    pero nada impedìa elevar la cifra a veinte unidades
    màs. Fue siempre para nosotros una grave cuestiòn
    decir si era gordo o flaco. (…) Empezaba su individuo por
    una mata de pelo formidable que nos traìa a la idea la
    confusa y entremezclada vegetaciòn de los bosques
    primitivos del Paraguay, de que
    habla Azara; veìamos su frente, estrecha y deprimida, en
    raras ocasiones y a largos intervalos, como suele entreverse el
    vago fondo del mar, cuando una ola violenta absorbe en un
    instante un enorme caudal de agua para
    levantarlo en espacio. Las cejas formaban un cuerpo unido y
    compacto con las pestañas ralas y gruesas como si hubieran
    sido afeitadas desde la infancia. La
    palabra mejilla era un ser de razòn para el infeliz, que
    estoy seguro
    jamàs conociò aquella secciòn de su cara,
    oculta bajo una barba, cuyo tupido, florescencia y frutos nos
    traìa a la memoria un
    ombù frondoso".

    "El cuerpo, como he dicho, era enjuto; pero un vientre
    enorme despertaba compasiòn hacia las dèbiles
    piernas por las que se hacìa conducir sin piedad. El
    equilibrio se
    conservaba gracias a la previsiòn materna que lo
    habìa dotado de dos andenes de ferrocarril, a guisa de
    pies, cuyo envoltorio, a no dudarlo, consumìa un cuero de
    baqueta entero. Un dìa, nos confiò en un momento de
    abandono, que nunca encontraba alpargatas hechas y que las que
    obtenìa, fabricadas a medida, excedìan siempre los
    precios
    corrientes".

    Recuerda el personal castellano del
    enfermero: "Debìa haber servido en la legiòn
    italiana durante el sitio de Montevideo o haber vivido en
    comunidad con
    algùn soldado de Garibaldi en aquellos tiempos, porque en
    la època en que fue portero, cuando le tocaba despertar a
    domicilio, por algùn corte inesperado de la cuerda de la
    campana, entraba siempre en nuestros cuartos cantando a voz en
    cuello, con el aire de una diana
    militar, este verso (!) que tengo grabado en la memoria de una
    manera inseparable a su pronunciaciòn especial:
    Levàntasi, muchachi,/ que la cuatro sun/ e lo federali/
    sun venì a Cordun
    . Perdiò el gorjeo matinal a
    consecuencia de un reto del señor Torres que,
    hacièndole parar el pelo, le puso a una pulgada de la
    puerta de calle".

    Sobre sus aptitudes para el trabajo,
    afirma: "Como prototipo de torpeza, nunca he encontrado un
    spècimen màs completo que nuestro enfermero.
    Su escasa cantidad de sesos se petrificaba con la presencia del
    doctor, a quien habìa tomado un miedo feroz y de cuya
    conciencia mèdica hablaba pestes en sus ratos de
    confidencia".

    Quinteros vascos

    Los estudiantes encontraban diversas distracciones en la
    quinta de Colegiales; una dellas, vinculada a otros inmigrantes.
    "En la Chacarita estudiàbamos poco, como era natural;
    podìamos leer novelas
    libremente, dormir la siesta, salir en busca de camuatìs y
    sobre todo, organizar con una estrategia
    cientìfica, las expediciones contra los
    ‘vascos’ ".

    Describe el escenario y las virtudes de la fruta de esos
    quinteros: "Los ‘vascos’ eran nuestros vecinos hacia
    el norte, precisamente en la direcciòn en que los dominios
    colegiales eran màs limitados. Separaba las jurisdicciones
    respectivas un ancho foso, siempre lleno de agua, y de bordes
    cubiertos de una espesa planta baja y bravìa. Pasada la
    zanja, se extendìa un alfalfar de una media cuadra de
    ancho, pintorescamente manchado por dos o tres pequeñas
    parvas de pasto seco. Màs allà (…) en pasmosa
    abundancia, crecìan las sandìas, robustas, enormes,
    (…) allì doraba el sol esos
    melones de origen exòtico (…) No tenìan rivales
    en la comarca, y es de esperar que nuestra autoridad sea
    reconocida en esa materia. Las
    excursiones a otras chacras nos habìan siempre producido
    desengaños, la nostalgia de la fruta de los ’vascos
    nos perseguìa a todo momento, y jamàs vibrò
    en oìdo humano en sentido menos figurado, el famoso verso
    de Garcilaso de la Vega".

    Se refiere a la disposiciòn anìmica de
    esos inmigrantes: "Pero debo confesar que los
    ‘vascos’ no eran lo que en el lenguaje del
    mundo se llama personajes de trato agradable. Robustos los tres,
    àgiles, vigorosos y de una musculatura capaz de ablandar
    el coraje màs probado, eternamente armados con sus
    horquillas de lucientes puntas, levantando una tonelada de pasto
    en cada movimiento de
    sus brazos ciclòpeos, aquellos hombres, como todos los
    mortales, tenìan una debilidad suprema: ¡amaban sus
    sandìas, adoraban sus melones!"

    Dos veces hurtaron fruta los adolescentes
    sin ser vistos. La tercera, "detràs de una parva, un vasco
    horrible, inflamado, sale en mi direcciòn, mientras otro
    pone la proa sobre mi compañero, armados ambos del
    pastoril instrumento cuyo solo aspecto comunica la ingrata
    impresiòn de encontrarse en los aires, sentado
    incòmodamente sobre dos puntas aceradas que penetran…
    (…) ¡cuàn veloz me parecìa aquel vasco,
    cuyo respirar de fuelle de herrerìa creìa sentir
    rozarme los cabellos! (…) aquel hombre terrible meyado en su
    tridente, empezò a injuriarme de una manera que revelaba
    su educaciòn sumamente descuidada. (…) Me tendì
    en la cama y, mientras el cuerpo reposaba con delicia,
    reflexionè profundamente en la velocidad
    inicial que se adquiere cuando se tiene un vasco irritado a
    retaguardia, armado de una horquilla".

    Monsieur Jacques

    En otro pasaje se refiere a Amadeo Jacques -quien
    naciò en 1813 y muriò en 1865-, destacando su
    loable acciòn dentro del Colegio: "El estado de
    los estudios en el Colegio era deplorable, hasta que tomò
    su direcciòn el hombre màs sabio que hasta el
    dìa haya pisado tierra argentina. Sin documentos a la
    vista para rehacer su biografìa de una manera exacta me
    veo forzado a acudir simplemente a mis recuerdos que, por otra
    parte, bastan a mi objeto".

    "Amedèe Jacques pertenecìa a la
    generaciòn que al llegar a la juventud
    encontrò a la Francia en
    plena reacciòn filosòfica, cientìfica y
    literaria". (…) habìa crecido bajo esa atmòsfera
    intelectual, y la curiosidad de su espìritu lo llevaba al
    enciclopedismo. A los treinta y cinco años era profesor de
    filosofìa en la Escuela Normal, y
    habìa escrito, bajo el molde eclèctico, la
    psicologìa màs admirable que se haya publicado en
    Europa. El estilo es claro, vigoroso, de una marcha viva y
    elegante; el pensamiento
    sereno, la lògica inflexible y el mètodo perfecto.
    Hay en ese manual, que corre
    en todas las manos de los estudiantes, pàginas de una
    belleza literaria de primer orden y aùn hoy, quince
    años despuès de haberlo leìdo, recuerdo con
    emociòn los capìtulos sobre el mètodo y la
    asociaciòn de ideas. Al mismo tiempo, el
    joven profesor se ocupaba en las ediciones de las obras
    filosòficas de Fenelòn, Clarke, etc., ùnicas
    que hoy tienen curso en elmundo cientìfico".

    Evoca el exilio del francès: "Pero Jacques no era
    uno de esos espìritus frìos, estèriles para
    la acciòn, que viven metidos en la especulaciòn
    pura, sin prestar oìdo a los ruidos del mundo, y sin
    apartar su pensamiento del problema, (…) El 2 de diciembre,
    como a Tocqueville, como a Quinet, como a Hugo, lo arrojò
    al extranjero, pobre, con el alma herida de
    muerte, y con la visiòn horrible de su porvenir abismado
    para siempre en aquella bacanal".

    "Tomò el camino del destierro y llegò a
    Montevideo, desconocido y sin ningùn recurso
    mecànico de profesiòn; lo sabìa todo, pero
    le faltaba un diploma de abogado o de mèdico para poder
    subsistir. Abriò una clae libre de fìsica
    experimental, dàndole el atractivo del fenòmeno
    producido en el acto; aquello llamò un momento la
    atenciòn. Pero se necesitaba un gabinete de fìsica
    completo y los instrumentos son caros".

    "Un momento Jacques fue retratista, (…) Pero ni la
    fotografìa, que màs tarde perfeccionaron, ni la
    daguerrotipia, que le cedìa el paso, como el
    telègrafo de señales
    a la electricidad,
    daban medios de vivir".

    "Jacques se dirigiò a la Repùblica
    Argentina, se hundiò en el interior, casòse en
    Santiago del Estero, emprendiò veinte oficios diferentes,
    llegando hasta fabricar pan, y por fin, tuvo el Colegio Nacional
    de Tucumàn el honor de contarlo entre sus profesores.
    Fueron sus discìpulos los doctores Gallo, Uriburu,
    Nouguès y tantos otros hombres distinguidos hoy, que han
    conservado por èl una veneraciòn profunda, como
    todos los que hemos gozado de la luz de su
    espìritu".

    "Llamado a Buenos Aires por el gobierno del general
    Mitre, tomò la direcciòn de los estudios en el
    Colegio Nacional, al mismo tiempo que dictaba una càtedra
    de fìsica en la Universidad. Su
    influencia se hizo sentir inmediatamente entre nosotros.
    Formulò un programa completo
    de bachillerato en ciencias y
    letras, defectuoso tal vez en un solo punto, su demasiada
    extensiòn. Pero M.Jacques, habituado a los estudios
    fuertes, sostenìa que la inteligencia
    delos jòvenes argentinos es màs viva que entre los
    franceses de la misma edad y que, por consiguiente,
    podìamos aprender con menor esfuerzo".

    …..

    Tres nacionalidades, tres ocupaciones bien distintas,
    son evocadas por Miguel Canè en esta obra. Los
    pàrrafos transcriptos, sin embargo, no alcanzan para
    brindar una visiòn acabada de la postura del autor acerca
    de la inmigraciòn. Para lograrla, se debe recurrir a todos
    sus textos –algunos de ellos no literarios, como la Ley de
    Residencia, de 1904-, los cuales, junto a Juvenilia, nos
    proporcionaràn una cabal idea del sentimiento de este
    hombre del 80 frente al aluviòn inmigratorio.

    Notas

    1. Ortega, Exequiel Cèsar: Còmo fue la
      Argentina (1516-1972)
      . Buenos Aires, Plus Ultra,
      1972.
    2. Zanetti, Susana: "La ‘prosa ligera’ y la
      ironìa: Canè y Wilde", en Historia de la
      Literatura Argentina
      . Buenos Aires, CEAL, 1980.
    3. Onega, Gladys S.: La inmigraciòn en la
      literatura
      argentina (1880-1910). Buenos Aires, CEAL,
      1982.
    4. Stratta, Isabel: Pròlogo a Juvenilia.
      Buenos Aires, CEAL, 1980..
    5. Prieto, Adolfo: La literatura
      autobiogràfica argentina
      . Buenos Aires, CEAL,
      1982.
    6. Ara, Guillermo: Pròlogo a Wilde, Eduardo:
      Aguas abajo. Buenos Aires, Huemul,
    7. Canè, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires,
      CEAL, 1980.

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