Detección de limitantes nutritivos en eucalyptus a través de ensayos en macetas
1-
INTRODUCCIÓN
- Actualidad Forestal Argentina
En el contexto de un escenario internacional signado por
la deforestación (de cada cien árboles
que se cortan solo se reponen quince), el aumento de la población mundial y la restricción
de la tala de bosques nativos en los países desarrollados,
el déficit de madera en los
próximos años, según los expertos
será muy importante. La
Organización para la Agricultura y
la Alimentación de las Naciones Unidas
(FAO) asegura que para el 2010, pese a todos los bosques que se
están plantando en este momento, habrá un
déficit de madera de alrededor de 500 millones de metros
cúbicos (FAO, 2004).
Ante esta situación varios países, entre
ellos la Argentina, ven que la producción forestal con árboles
implantados, tiene un gran futuro ya que va a contar con demanda
asegurada. Además, la forestación es una
alternativa para que los productores cuyos campos tienen baja
aptitud agrícola-ganadera, realicen una actividad de alta
rentabilidad.
La actividad
forestal en nuestro país presenta buenas perspectivas
debido a la demanda creciente de sus productos en
el ámbito internacional y al ascenso registrado en los
precios de
esta última década ( SAGPYA, 2004).
La Argentina cuenta con un gran potencial forestal. En
los últimos cinco años la actividad forestal ha
crecido más que en los últimos cinco decenios. Las
inversiones en
el sector forestal y maderero atraen nuevos capitales y
están creciendo de forma impresionante; así,
durante el período 1999-2003, entre forestaciones,
instalaciones de nuevas plantas y
reconversión de las existentes las inversiones en el
sector con capitales nacionales y extranjeros superaron los 2.000
millones de dólares (SAGPyA, 2004).
Por la extensión y variedad de climas y suelos, el
país posee amplias áreas de bosques nativos como
selvas subtropicales, montes xerófilos y bosques templados
fríos. Sin embargo, se necesita importar maderas y
derivados porque estas no alcanzan a cubrir la demanda interna,
por ejemplo, de celulosa y de
papel.
En la actualidad existen 36 millones de hectáreas
de bosques nativos. Las especies maderables del ámbito
subtropical son de madera de tipo duro y semiduro, de las cuales
se obtiene más de la mitad de los rollizos y la mayor
parte de los durmientes, postes y carbón de la
producción total del país. Los ámbitos que
se distinguen dentro de esta área son la selva misionera,
el bosque chaqueño y la selva serrana o
tucumano-oranense.
La selva misionera tiene árboles con maderas
duras como el cedro y el petiribí, de alto valor para
enchapados. Además, el guatambú es utilizado para
la elaboración de madera terciada y hay una importante
superficie forestada con Pino Paraná para abastecer la
industria
maderera (SAGPyA, 2002).
En el Chaco oriental se explotan principalmente el
quebracho colorado, que no solo se lo usa para la
elaboración de tanino, sino que es una especie muy valiosa
por su madera; el quebracho blanco, para postes y carbón
de leña; el algarrobo y el urundel.
La selva serrana o tucumano-oranense es
prolongación de la que se encuentra en Bolivia; su
participación en la producción forestal nacional es
reducida a causa del desmonte que sufrió por el avance de
la frontera
agropecuaria (SAGPyA, 2002).
En el ámbito templado es muy reducida la
superficie de bosques nativos, pequeños talares en las
cercanías de la bahía de Samborombón y
algunas hectáreas en el delta del
Paraná.
En el parque pampeano-puntano los árboles
más representativos son el algarrobo y el quebracho
blanco. En San Luis y La Pampa el caldén está en
retroceso por la sobreexplotación sufrida, tanto por su
leña para combustible, como para obtener tierras para
cultivo (SAGPyA, 2002).
La participación en la producción forestal
nacional del bosque templado frío, que se desarrolla en
los Andes patagónicos-fueguinos, es muy baja debido a que
numerosas hectáreas de ellos están preservadas en
Parques Nacionales y Reservas (SAGPyA, 2002).
La producción anual de estos bosques es de 2
millones de metros cúbicos, un 30% del total de la
producción forestal del país, el resto proviene de
los bosques implantados. Las provincias de Salta, Santiago del
Estero, Formosa y Chaco se adjudican las mayores superficies
(SAGPyA, 2002).
Los bosques implantados en cambio cubren
una superficie cercana al 1.100.000 de hectáreas y se
encuentran formados por las siguientes especies: 50% de
coníferas (pinos), 30% de eucaliptos, 16% de sauces y
álamos y 4% de otras (Melia, Pawlonia, etc.). Las
plantaciones se basan fundamentalmente
en especies exóticas de
rápido crecimiento (excepto Araucaria
angustifolia y algunas especies de
algarrobo).
Sin duda la provincia más
importante es Misiones, dado que
tiene la mayor superficie
implantada con mayor actividad industrial
del país. Le sigue en
importancia Corrientes y en un
tercer orden Entre Ríos y el
Delta Buenos Aires. Existen otros
núcleos forestales en Santa
Fe, Córdoba, Jujuy Salta, zonas
de regadío y en la nor
patagonia, pero de menor
envergadura.
Estos bosques (forestaciones) son verdaderas
plantaciones, que pueden asemejarse
en varias de las consideraciones a
otro cultivo más. En general
son plantados para cosecharse y
su manejo está orientado
para ello.
En el caso de Argentina
las plantaciones en general son
de crecimiento extremadamente
rápido, lo que permite planificar polos
forestales con una cierta seguridad y
en períodos muy
cortos. Asimismo, esto da una cierta
flexibilidad en los cambios de
rumbo de las plantaciones, pues
en relativamente pocos años se
pueden cambiar las pautas de los
proyectos y
modificarlos, situación que no
sucede con los bosques
nativos.
En cuanto a la producción, estimaciones
basadas en los últimos censos
industriales (SAGPyA 2004), hacen presumir
una producción cercana a los 7 millones
de m3.
Sin embargo, a pesar de su incremento en los
últimos 20 años, todavía es deficitario en
la producción de aserrados (maderas, chapas) y triturados
(pulpa, aglomerados, cartón, etc.), especialmente papel
para diario, por lo que continúa subutilizado su potencial
productivo. Por el contrario la producción de tablas para
pallets, construcción y embalaje se encuentra en
pleno auge ante la creciente demanda de la Comunidad
Económica Europea.
La Argentina presenta ventajas evidentes para la
exportación de estos productos forestales
sobre la base de su capacidad de producción de rollizos de
buen tamaño y calidad en turnos
cortos. El desarrollo
foresto-industrial se ha volcado a las regiones donde las
especies nativas o bosques nativos fueron de mayor importancia y
donde hoy día los cultivados pueden abastecer las industrias. En concordancia con
los distintos tipos de bosques, posee una variada
forestoindustria produciendo una gama grande de
productos. La industria forestal ha generado
verdaderos polos de desarrollo
regionales.
El futuro de los
grandes proyectos industriales pasará
necesariamente por el abastecimiento desde
plantaciones forestales, pues los bosques nativos no
estarán en condiciones de abastecer
industrias de envergadura (SAGPYA 2004).
Ante este panorama es de vital importancia el manejo
eficiente de los montes de cultivos implantados, donde se genere
una producción de madera acorde a las necesidades del
mercado.
1.2- El género
Eucalyptus
El género Eucalyptus es originario de
Australia y comprende más de 700 especies y subespecies.
Este género concentra las especies forestales de mayor
interés, y con características
favorables como la posibilidad de producir un volumen grande de
madera en un ciclo corto, capacidad de recuperación ante
la acción
negativa del fuego, sequía y ramoneo, colonización
de suelos pobres, deteriorados por erosión o
agricultura irracional y poder de
transformación de formaciones vegetales, de escaso valor
económico o selvas subtropicales degradadas, en montes
productivos de fácil manejo (Golfari, 1985). Entre los
principales factores que pueden determinar el fracaso del
eucalipto se mencionan la escasa profundidad del suelo, el exceso
de carbonatos o cloruros, la competencia con
la vegetación, las heladas y la aridez
estacional. (FAO, 1956).
A lo largo de miles de años de evolución el área de
dispersión de este género estuvo limitada al
continente australiano. Con el arribo de la colonización
europea comenzó la explotación de estas especies,
principalmente por la necesidad de liberar tierra para
uso agrícola. La madera de eucalipto se fue apreciando
gradualmente, extendiendo su uso a propósitos diverso
(Hillis y Brown, 1984). Al mismo tiempo se
introdujeron especies de eucalipto en muy diversas partes del
mundo, alcanzando crecimientos similares o incluso superiores a
los de su área de origen. En Argentina el eucalipto
habría sido introducido en 1857 por Domingo F. Sarmiento,
con semillas de Eucalyptus globulos sembradas en estancias
de la provincia de Buenos Aires
(Culot, 2000).
La Región Pampeana cuenta con una vasta
superficie de tierras aptas para la actividad agropecuaria. La
región incluye la Pampa húmeda, donde las tierras
son de las mejores del mundo y es la principal región
agrícola del país. Aquí las implantaciones
forestales se han realizado para la protección de los
cultivos o en pequeños lotes para la producción de
madera, con una producción insuficiente para satisfacer la
demanda de la industria establecida en las cercanías de la
ciudad de Buenos Aires. Las especies de eucaliptos, Eucalyptus
maidenni y Eucalyptus dunnii al norte, Eucalyptus
viminales en el oeste y Eucalyptus globulos al
sudeste, en la región cercana a las ciudades puerto de Mar
del Plata y Necochea, son las especies más comunes. Las
tierras marginales para el cultivo de eucaliptos son implantadas
con álamos y otras especies.
Si establecemos que la actividad forestal debería
estar restringida exclusivamente a aquellas áreas donde no
compitiera con la actividad agropecuaria, su superficie se
vería sumamente limitada.
La tierra puede ser apta para varios usos, por lo tanto
para tomar decisiones sobre un determinado destino productivo de
la tierra, hay
que basarse en evaluaciones físicas, pero también
en un análisis de las relaciones costo/beneficio y
en la proyección de la demanda de los
productos.
Sin embargo, según Lanfranco (1993), el principio
por el cual la tierra debe ser reservada para el uso que mejor se
adapta es hoy inadecuado por razones lógicas y
prácticas.
Página siguiente |