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Detección de limitantes nutritivos en eucalyptus a través de ensayos en macetas




Enviado por Carlos Gómez



Partes: 1, 2

    1. Objetivos
    2. Materiales y
      Métodos
    3. Resultados y
      Discusión
    4. Conclusiones
      Finales
    5. Bibliografía

    1-
    INTRODUCCIÓN

    1. Actualidad Forestal Argentina

    En el contexto de un escenario internacional signado por
    la deforestación (de cada cien árboles
    que se cortan solo se reponen quince), el aumento de la población mundial y la restricción
    de la tala de bosques nativos en los países desarrollados,
    el déficit de madera en los
    próximos años, según los expertos
    será muy importante. La
    Organización para la Agricultura y
    la Alimentación de las Naciones Unidas
    (FAO) asegura que para el 2010, pese a todos los bosques que se
    están plantando en este momento, habrá un
    déficit de madera de alrededor de 500 millones de metros
    cúbicos (FAO, 2004).

    Ante esta situación varios países, entre
    ellos la Argentina, ven que la producción forestal con árboles
    implantados, tiene un gran futuro ya que va a contar con demanda
    asegurada. Además, la forestación es una
    alternativa para que los productores cuyos campos tienen baja
    aptitud agrícola-ganadera, realicen una actividad de alta
    rentabilidad.
    La actividad
    forestal en nuestro país presenta buenas perspectivas
    debido a la demanda creciente de sus productos en
    el ámbito internacional y al ascenso registrado en los
    precios de
    esta última década ( SAGPYA, 2004).

    La Argentina cuenta con un gran potencial forestal. En
    los últimos cinco años la actividad forestal ha
    crecido más que en los últimos cinco decenios. Las
    inversiones en
    el sector forestal y maderero atraen nuevos capitales y
    están creciendo de forma impresionante; así,
    durante el período 1999-2003, entre forestaciones,
    instalaciones de nuevas plantas y
    reconversión de las existentes las inversiones en el
    sector con capitales nacionales y extranjeros superaron los 2.000
    millones de dólares (SAGPyA, 2004).

    Por la extensión y variedad de climas y suelos, el
    país posee amplias áreas de bosques nativos como
    selvas subtropicales, montes xerófilos y bosques templados
    fríos. Sin embargo, se necesita importar maderas y
    derivados porque estas no alcanzan a cubrir la demanda interna,
    por ejemplo, de celulosa y de
    papel.

    En la actualidad existen 36 millones de hectáreas
    de bosques nativos. Las especies maderables del ámbito
    subtropical son de madera de tipo duro y semiduro, de las cuales
    se obtiene más de la mitad de los rollizos y la mayor
    parte de los durmientes, postes y carbón de la
    producción total del país. Los ámbitos que
    se distinguen dentro de esta área son la selva misionera,
    el bosque chaqueño y la selva serrana o
    tucumano-oranense.

    La selva misionera tiene árboles con maderas
    duras como el cedro y el petiribí, de alto valor para
    enchapados. Además, el guatambú es utilizado para
    la elaboración de madera terciada y hay una importante
    superficie forestada con Pino Paraná para abastecer la
    industria
    maderera (SAGPyA, 2002).

    En el Chaco oriental se explotan principalmente el
    quebracho colorado, que no solo se lo usa para la
    elaboración de tanino, sino que es una especie muy valiosa
    por su madera; el quebracho blanco, para postes y carbón
    de leña; el algarrobo y el urundel.

    La selva serrana o tucumano-oranense es
    prolongación de la que se encuentra en Bolivia; su
    participación en la producción forestal nacional es
    reducida a causa del desmonte que sufrió por el avance de
    la frontera
    agropecuaria (SAGPyA, 2002).

    En el ámbito templado es muy reducida la
    superficie de bosques nativos, pequeños talares en las
    cercanías de la bahía de Samborombón y
    algunas hectáreas en el delta del
    Paraná.

    En el parque pampeano-puntano los árboles
    más representativos son el algarrobo y el quebracho
    blanco. En San Luis y La Pampa el caldén está en
    retroceso por la sobreexplotación sufrida, tanto por su
    leña para combustible, como para obtener tierras para
    cultivo (SAGPyA, 2002).

    La participación en la producción forestal
    nacional del bosque templado frío, que se desarrolla en
    los Andes patagónicos-fueguinos, es muy baja debido a que
    numerosas hectáreas de ellos están preservadas en
    Parques Nacionales y Reservas (SAGPyA, 2002).

    La producción anual de estos bosques es de 2
    millones de metros cúbicos, un 30% del total de la
    producción forestal del país, el resto proviene de
    los bosques implantados. Las provincias de Salta, Santiago del
    Estero, Formosa y Chaco se adjudican las mayores superficies
    (SAGPyA, 2002).

    Los bosques implantados en cambio cubren
    una superficie cercana al 1.100.000 de hectáreas y se
    encuentran formados por las siguientes especies: 50% de
    coníferas (pinos), 30% de eucaliptos, 16% de sauces y
    álamos y 4% de otras (Melia, Pawlonia, etc.). Las
     plantaciones  se  basan  fundamentalmente
     en  especies  exóticas  de
     rápido  crecimiento  (excepto Araucaria
     angustifolia
    y  algunas  especies de
     algarrobo).

    Sin  duda  la  provincia  más
     importante  es  Misiones, dado  que
     tiene  la  mayor  superficie
     implantada con  mayor  actividad  industrial
     del  país.  Le   sigue  en
     importancia  Corrientes y en  un
     tercer orden Entre  Ríos  y  el
     Delta  Buenos  Aires.   Existen  otros
     núcleos  forestales  en  Santa
     Fe, Córdoba, Jujuy ­Salta, zonas
     de  regadío  y  en  la  nor
    ­ patagonia, pero  de  menor
     envergadura.

    Estos bosques (forestaciones) son verdaderas
     plantaciones, que  pueden  asemejarse
     en  varias  de  las consideraciones  a
     otro  cultivo  más. En  general
     son  plantados  para  cosecharse  y
     su  manejo  está  orientado
     para  ello. 

    En  el  caso  de  Argentina
     las  plantaciones  en  general  son
     de  crecimiento  extremadamente
    rápido, lo que permite  planificar  polos
     forestales  con  una  cierta  seguridad  y
      en  períodos  muy
    cortos.  Asimismo, esto  da  una cierta
     flexibilidad  en  los cambios  de
     rumbo  de  las  plantaciones, pues
     en  relativamente  pocos años se
     pueden  cambiar  las  pautas de  los
     proyectos  y
     modificarlos, situación  que  no
     sucede  con  los  bosques
    nativos. 

    En cuanto a la producción, estimaciones 
    basadas  en  los  últimos  censos
     industriales (SAGPyA 2004),  hacen  presumir
     una producción  cercana a  los 7 millones
     de  m3.

    Sin embargo, a pesar de su incremento en los
    últimos 20 años, todavía es deficitario en
    la producción de aserrados (maderas, chapas) y triturados
    (pulpa, aglomerados, cartón, etc.), especialmente papel
    para diario, por lo que continúa subutilizado su potencial
    productivo. Por el contrario la producción de tablas para
    pallets, construcción y embalaje se encuentra en
    pleno auge ante la creciente demanda de la Comunidad
    Económica Europea.

    La Argentina presenta ventajas evidentes para la
    exportación de estos productos forestales
    sobre la base de su capacidad de producción de rollizos de
    buen tamaño y calidad en turnos
    cortos. El desarrollo
    foresto-industrial se ha volcado a las regiones donde las
    especies nativas o bosques nativos fueron de mayor importancia y
    donde hoy día los cultivados pueden abastecer las industrias. En concordancia con
    los distintos tipos de bosques,  posee una variada
    foresto­industria produciendo una gama grande de
    productos. La industria forestal ha generado
    verdaderos polos de desarrollo
    regionales. 

    El futuro de los
    grandes proyectos industriales pasará
    necesariamente por el abastecimiento desde  
    plantaciones forestales, pues los bosques nativos no
    estarán en condiciones de abastecer
     industrias de envergadura (SAGPYA 2004).

    Ante este panorama es de vital importancia el manejo
    eficiente de los montes de cultivos implantados, donde se genere
    una producción de madera acorde a las necesidades del
    mercado.

    1.2- El género
    Eucalyptus

    El género Eucalyptus es originario de
    Australia y comprende más de 700 especies y subespecies.
    Este género concentra las especies forestales de mayor
    interés, y con características
    favorables como la posibilidad de producir un volumen grande de
    madera en un ciclo corto, capacidad de recuperación ante
    la acción
    negativa del fuego, sequía y ramoneo, colonización
    de suelos pobres, deteriorados por erosión o
    agricultura irracional y poder de
    transformación de formaciones vegetales, de escaso valor
    económico o selvas subtropicales degradadas, en montes
    productivos de fácil manejo (Golfari, 1985). Entre los
    principales factores que pueden determinar el fracaso del
    eucalipto se mencionan la escasa profundidad del suelo, el exceso
    de carbonatos o cloruros, la competencia con
    la vegetación, las heladas y la aridez
    estacional. (FAO, 1956).

    A lo largo de miles de años de evolución el área de
    dispersión de este género estuvo limitada al
    continente australiano. Con el arribo de la colonización
    europea comenzó la explotación de estas especies,
    principalmente por la necesidad de liberar tierra para
    uso agrícola. La madera de eucalipto se fue apreciando
    gradualmente, extendiendo su uso a propósitos diverso
    (Hillis y Brown, 1984). Al mismo tiempo se
    introdujeron especies de eucalipto en muy diversas partes del
    mundo, alcanzando crecimientos similares o incluso superiores a
    los de su área de origen. En Argentina el eucalipto
    habría sido introducido en 1857 por Domingo F. Sarmiento,
    con semillas de Eucalyptus globulos sembradas en estancias
    de la provincia de Buenos Aires
    (Culot, 2000).

    La Región Pampeana cuenta con una vasta
    superficie de tierras aptas para la actividad agropecuaria. La
    región incluye la Pampa húmeda, donde las tierras
    son de las mejores del mundo y es la principal región
    agrícola del país. Aquí las implantaciones
    forestales se han realizado para la protección de los
    cultivos o en pequeños lotes para la producción de
    madera, con una producción insuficiente para satisfacer la
    demanda de la industria establecida en las cercanías de la
    ciudad de Buenos Aires. Las especies de eucaliptos, Eucalyptus
    maidenni
    y Eucalyptus dunnii al norte, Eucalyptus
    viminales
    en el oeste y Eucalyptus globulos al
    sudeste, en la región cercana a las ciudades puerto de Mar
    del Plata y Necochea, son las especies más comunes. Las
    tierras marginales para el cultivo de eucaliptos son implantadas
    con álamos y otras especies.

    Si establecemos que la actividad forestal debería
    estar restringida exclusivamente a aquellas áreas donde no
    compitiera con la actividad agropecuaria, su superficie se
    vería sumamente limitada.

    La tierra puede ser apta para varios usos, por lo tanto
    para tomar decisiones sobre un determinado destino productivo de
    la tierra, hay
    que basarse en evaluaciones físicas, pero también
    en un análisis de las relaciones costo/beneficio y
    en la proyección de la demanda de los
    productos.

    Sin embargo, según Lanfranco (1993), el principio
    por el cual la tierra debe ser reservada para el uso que mejor se
    adapta es hoy inadecuado por razones lógicas y
    prácticas.

     

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