Reflexiones acerca de la motivación profesional en estudiantes universitarios
- Resumen
- Introducción
- La
motivación y su importancia en el proceso de
enseñanza aprendizaje - Desarrollo de intenciones profesionales premisa para
el rendimiento académico - La licenciatura en farmacia en este
entorno - Bibliografía
Carrera de
Licenciatura en Ciencias
Farmacéuticas
Resumen
En el presente
trabajo se
hacen reflexiones acerca de la
motivación profesional en estudiantes universitarios
tomando como base los criterios de un conjunto de autores
estudiosos del tema en Cuba
fundamentalmente. Se aborda la importancia de esta
temática en el desarrollo del
proceso de
enseñanza–aprendizaje, la
importancia que tiene la labor del profesor
universitario en el desarrollo de la motivación
profesional desde su actividad docente diaria, la influencia que
la motivación posee en los resultados
académicos de los estudiantes y se aborda esta
problemática de forma general en los estudios
farmacéuticos, destacándose, en este caso, la
necesidad de fortalecer la motivación hacia la
profesión, con especial énfasis en los primeros
años de la carrera .
Palabras
claves: motivación profesional, licenciatura
farmacéutica.
Introducción.
En Cuba con el
proceso de universalización de la enseñanza cada
vez son mayores las posibilidades que poseen los jóvenes
que culminan la enseñanza media superior de comenzar
estudios universitarios, a los que acceden por diferentes
vías que garantizan en todos los casos una
enseñanza de calidad. Sin
embargo no siempre los estudiantes listos para el ingreso a la
Universidad, cuya
edad por lo general ronda entre los dieciocho y veinte
años, poseen la madurez necesaria para decidir
acertadamente la carrera que estudiarán.
Es una
situación bastante común encontrar jóvenes a
los cuales no les es posible definir gustos o aspiraciones en el
ámbito profesional y esto se convierte en un problema para
el momento de decidir qué especialidad estudiar. Esta
problemática no solo afecta al joven sino también a
su familia que
muchas veces no posee los elementos necesarios que permitan
orientar a sus hijos en la elección de la
carrera.
Este no es un
problema puntual, sino trascendente en la vida de cualquier
persona.
"Elegir la
profesión, teniendo en cuenta las capacidades personales,
implica un determinado grado de desarrollo de la
autodeterminación profesional que posibilita un desarrollo
armonioso de la
personalidad en su conjunto, así como un adecuado
equilibrio
psicológico en el sujeto.
El hecho de que un
joven inicie una carrera que no corresponde a sus intereses ni
intenciones constituye un factor que, de entrada,
conspirará contra su aprovechamiento y su desarrollo en el
estudio de esa profesión. Este será un elemento que
influirá en su posible baja docente como alumno, pues
implica la no existencia de motivación hacia la actividad
de estudio" (González F., 1987, p. 20), además, no
sólo limitará su desarrollo general como
profesional, sino también el desarrollo general de su
personalidad.
La orientación
vocacional en este período continúa siendo
fundamental para guiar a los jóvenes en la elección
de lo que será su futura profesión, acorde a sus
potencialidades e intereses.
La finalidad de la
orientación vocacional es facilitar la elección
razonada de la profesión a cursar en la universidad, y con
ello el logro de su desarrollo como profesional.
Muchos son los
investigadores que han incursionado en esta
temática.
Ramírez R.
et al. señalan: "El trabajo de
formación vocacional y el de orientación
profesional articulan directamente, sin embargo, no son
idénticos entre sí. El primero se refiere al
proceso de formación sistemática de intereses,
inclinaciones, de desarrollo de habilidades y capacidades,
mediante las actividades del proceso docente, a través del
trabajo y la asimilación de los contenidos de las
asignaturas, el enfoque politécnico de la
enseñanza, la vinculación de la teoría
con la práctica, etc., así como mediante
actividades extraescolares dirigidas, como son: círculos
de interés, visitas a centros, conferencias de
especialistas, exposiciones, proyecciones, etc.
Este es un trabajo
cuyos objetivos se
reflejan a largo plazo, es una labor de finalidad mediata"
(Ramírez R.
et al. 1986, p. 40). Continúan diciendo los autores "La
orientación profesional se refiere, sin embargo, a un
trabajo con un carácter más inmediato, se refiere
al trabajo de preparación que se desarrolla a corto plazo,
en los grados terminales, con el objetivo
inmediato de orientar a los jóvenes para que sean capaces
de seleccionar aquella profesión que más conviene a
sus inclinaciones y posibilidades dentro del marco de las
necesidades sociales" (p.40).
Por una parte, si
se logra realizar con los estudiantes de la enseñanza
media superior, de manera estable y con constancia, una labor de
formación vocacional, en estos jóvenes no se
dará tan ingente la necesidad de recibir una
orientación vocacional en el grado terminal, por lo
general con demasiada premura como para ser efectiva.
En muchos casos
ocurre que sólo un pequeño grupo de
estudiantes, aquellos que expresan mejor aspectos incipientes de
futuras intenciones profesionales, a saber:
"1-Conocimiento
del escolar sobre el contenido de la profesión.
2-Conocimiento del escolar sobre
las particularidades del trabajo con la profesión
que
escogió o desea
escoger.
3-Conocimiento del escolar sobre
las particularidades de la personalidad necesarias
para
la
realización exitosa de su profesión"
(González F., 1987, p. 25), serán los estudiantes
que mejor aprovecharán las actividades de formación
vocacional y con posterioridad las de orientación
profesional que se realicen en el grado terminal.
Por otra parte, no
podemos pensar que este proceso termina cuando el joven ingresa a
la carrera, este momento solo marca el final de
una primera etapa, para darle paso a otra muy importante
también: la que comienza una vez que el joven ingresa a la
educación
superior. Es precisamente en las universidades donde se da un
salto cualitativo hacia la orientación profesional, ya
desde la profesión, y esto, al desempeñarnos como
profesores universitarios, nos toca bien de cerca; podemos
concentrar toda nuestra actividad sobre la especialidad que
impartimos, para lo cual contamos con todos los profesionales
docentes
especialistas en las diferentes materias.
Esta labor de
crear intenciones profesionales o fomentarlas desde la propia
carrera resulta especialmente importante para aquellos
jóvenes que han escogido la especialidad sin un pleno
conocimiento de la misma, para los cuales, sin esta ayuda, va a
ser bien difícil obtener éxitos en sus estudios, y
más aún, tener éxitos en la vida
profesional.
La motivación profesional y su
importancia para el proceso de enseñanza
aprendizaje.
Según
Canfux, V. y Rojas, A. R. (1993) "El motivo caracteriza toda
actividad del hombre, es
éste el que da impulso a la acción,
es el aspecto dinámico de la actividad, por ello no puede
investigarse la actividad de estudio sin considerarse la
motivación hacia la misma" (p. 50).
Así como
para Martínez A y Hernández L. (1987), "la
motivación reviste una extraordinaria importancia en el
proceso docente-educativo, debido a que crea y estimula el
interés del estudiante por apropiarse de los
conocimientos, hábitos y habilidades que corresponden a
cada nueva etapa" ( p.53), para González F. , (1987), "la
motivación por la profesión y el desarrollo de
intenciones profesionales cuya maduración debe ir a la par
del desarrollo progresivo del alumno en el decursar de la carrera
no puede verse desligado o como algo independiente de la labor
diaria de cada profesor en las actividades del proceso
docente-educativo" (p.20). Esto es algo muy importante ya que
muchos docentes al escuchar las palabras: "motivación
profesional", las asocian con actividades específicas para
lograr motivar al estudiante por su futura profesión, sin
pensar que esto es parte indisoluble de su labor diaria como
profesor.
Por tanto, abordar
la motivación profesional se hace imprescindible cuando se
quiere analizar el comportamiento
del proceso docente-educativo en cualquier etapa de su
desarrollo.
Lograr la
motivación en el estudiante no es algo que se alcanza
fácil y espontáneamente.
El profesor debe
conseguir, como resultado del proceso de
enseñanza-aprendizaje en el estudiante, un desarrollo
integral de su personalidad. El hecho de que este proceso de
instrucción esté regido por metas que definen hasta
dónde ha de llevarse al estudiante, hace que éste
se sienta motivado puesto que toda conducta
orientada hacia un objetivo se convierte en algo motivante,
más aún si ese objetivo contribuye a la
culminación de estudios universitarios, entonces, esa meta
u objetivo, fijada en el ámbito de la sociedad, que
está interesada, a su vez, en la formación integral
de sus individuos para garantizar un servicio, se
hace también una meta u objetivo del alumno. (Soler E. et
al., 1992). Lograr que esto ocurra es responsabilidad de la institución y en
última instancia de los profesores que la
representan
Muchos profesores
piensan que con organizar adecuadamente los objetivos del
ámbito instructivo es suficiente para lograr un proceso de
aprendizaje exitoso, y no valoran en su justa dimensión
todas las acciones,
derivadas de
objetivos conscientemente planificados que, en el ámbito
psicológico, contribuyan a motivar al
estudiante.
Motivar al
estudiante es algo que aporta mucho al aprendizaje pero resulta
un proceso complejo, la información que llega del exterior a los
alumnos no se registra de igual manera en todos, la forma en que
esta información se procesa depende de diversos factores
externos e internos: reflejos, impulsos, percepciones, metas,
interacción alumno-profesor,
estímulos, etc. Un buen desarrollo del proceso de
enseñanza-aprendizaje es aquel que contribuye a disponer
emocionalmente al que aprende para que pueda procesar la
información con la mejor actitud y
persistir en la tarea, además de reducir o suprimir en
este la ansiedad y los sentimientos de incompetencia que pueden
afectar de manera no deseada al mismo. (Soler E. et al.,
1992).
De todo ello
podemos resumir entonces que son muchos los factores relacionados
con la motivación. Influirán en ella no sólo
la forma en que se organizan y cumplen los objetivos de
cognición sino también la forma en que se organicen
y cumplan los objetivos para el ámbito afectivo del
estudiante, estos últimos con un fuerte componente
psicológico. Una vez que se ha logrado motivar al alumno,
en él se ha creado un clima adecuado
para el trabajo intelectual, facilitando actitudes
favorables ante el proceso de aprendizaje.
Aguilar, J.;
Collado, J. M. y Armenteros, M. (1984), ahondan también en
el aspecto psicológico de la motivación como "una
tendencia consciente que surge para dar satisfacción a una
necesidad e impulsar al sujeto hacia un objetivo. Por lo tanto,
para que la motivación determine una conducta orientada
hacia una meta concreta, es preciso que la misma sea asimilada
por el sujeto y provoque en este cualidades de urgencia y
tendencia a la consecución de un objetivo"
(p. 3). Esto
llevado al campo de la Pedagogía, permite explicar la
motivación como la creación en los alumnos de
necesidades que los impulsan hacia un objetivo. Al ser el aprendizaje un
proceso activo en el cual es imprescindible que cada parte juegue
su rol, la actividad de dirección del profesor y la de aprendizaje
del alumno están relacionadas íntimamente en una
unidad dialéctica, la unidad enseñanza-aprendizaje,
sin la cual resulta vano cualquier esfuerzo del
educador.
Continúan
diciendo Aguilar, Collado y Armenteros (1984) "La
motivación de un alumno hacia una acción de
aprendizaje es, por una parte, producir una contradicción
interna en el mismo, entre el nivel de saber alcanzado y las
necesidades objetivas que aparecen como demandas mayores que no
se cumplen primeramente, y por otra, despertar el deseo de
resolver esta contradicción mediante la asimilación
de nuevos conocimientos y habilidades y el desarrollo de las
capacidades" (p. 3).
Ahora,
¿cómo logramos que se cree en los alumnos esa
contradicción?
Según
López, I. M. (1984) esta no es posible crearla si no se
toma en consideración la interacción
dialéctica que se da entre los sentimientos (lo
emocional), y los conocimientos (lo racional). Así lo
expresa: "Todo lo que el individuo
asimila consciente y activamente es producto de lo
realizado y adquirido de forma agradable, amena, e intensa. Debe
partirse ante todo de lo que se quiere formar y como va a
hacerse, tener en cuenta la condición del hombre con quien
se trabaja, y el especialista que necesita la sociedad"
(p.163).
No es posible
lograr que un estudiante aprenda algo nuevo si
anímicamente no está preparado para recibirlo y si
no siente la necesidad de hacerlo. Sólo un fuerte
sentimiento de motivación hacia lo que se ha aprendido y
una buena expectativa por lo que no se conoce, puede crear esa
contradicción que una vez resuelta dará paso a
otra, que a su vez se resolverá y será un nuevo
punto de partida y así continuamente se irá
desarrollando el intelecto del estudiante y de una manera
ascendente se fomentarán sólidas intenciones
profesionales, las cuales representan el nivel superior dentro de
todo el conjunto de motivos relacionados con la
vinculación del joven a la profesión.
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