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Síndrome de Burnout



Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Problemática
    2. Introducción
    3. Planteamiento del problema
    4. Marco
      teórico. El síndrome de
      Burnout
    5. Estrategias de afrontamiento y
      Burnout
    6. Programas de tratamiento del
      SB
    7. Análisis de los programas de
      tratamiento
    8. Conclusiones y comentario
      personal
    9. Bibliografía

    PROBLEMÁTICA

    A partir del
    año 1977 se comienza a hablar del Síndrome de
    Burnout como
    una respuesta al estrés
    crónico sufrido en un contexto laboral, y se
    enfatiza en el alcance de sus síntomas a nivel de individuo y
    organización.

    Hoy en día,
    a pesar de las investigaciones
    realizadas en este campo, no hay consenso en el concepto y tipos
    de intervenciones eficaces como tampoco se han superado las
    limitaciones en la aplicación de los tratamientos integrales.
    Por otro lado, sigue existiendo la tendencia de responsabilizar
    al individuo evitando una conciencia
    organizacional tanto como ente activo en su aparición y
    como ente económico y social afectado por los
    síntomas.

    OBJETIVO
    GENERAL.

    – Analizar
    programas de
    tratamiento del Síndrome de Burnout (SB), dirigido a la
    persona y
    dirigido a la
    organización.

    CONTENIDO.

    El estudio se
    ocupa de tres aspectos: A)
    Revisión
    bibliográfica sobre definiciones, modelos
    teóricos, datos de estudios
    empíricos sobre factores de riesgo y
    sugerencias de estrategias de
    intervención para el SB. B) Revisión de
    programas de tratamiento del SB, dirigido a la persona y dirigido
    a la organización. C) Análisis de los programas de tratamientos
    descritos.

    INTRODUCCIÓN

    Este trabajo de
    investigación aborda el tema del
    "Síndrome de Burnout", y tiene como objetivo
    analizar los programas de tratamiento de dicho síndrome,
    tanto a nivel individual como organizacional. El análisis
    se lleva a cabo en base al modelo
    explicativo del SB de Gil- Monte & Peiró (1997), y en
    base a las estrategias y técnicas
    de intervención sugeridas por diversos autores (Manassero
    y cols., 2003; Ramos, 1999; Gil- Monte y Peiró, 1997;
    Matteson e Ivansevich, 1997; Peiró y cols, 1994; Leiter,
    1988; entre otros).

    Para ello, en el
    capítulo II, se realiza una revisión
    bibliográfica sobre la conceptualización y
    delimitación del Burnout. También se investiga
    sobre los distintos modelos de
    desarrollo de
    éste, los factores riesgos a
    nivel de personal, social
    y organizacional, los diversos modelos etiológicos del SB,
    y sus síntomas y consecuencias. Por último, se
    recaba información sobre las medidas de evaluación
    de este síndrome.

    Teniendo en cuenta
    el objetivo de este estudio, en un tercer capítulo, se
    revisan las teorías
    sobre las estrategias y tipos de afrontamiento, con el fin de
    relacionar estos datos con diferentes tipos de personalidad y
    con los síntomas del SB. Posteriormente, en el cuarto
    capítulo, se exponen estrategias y técnicas de
    intervención divididas en tres niveles: individual, social
    y organizacional. Y en el quinto capítulo se describen
    seis programas de tratamiento del SB; tres de ellos están
    orientados a la persona y los otros tres a la
    organización.

    En base a toda la
    información recopilada, se analizan dichos programas en el
    sexto capítulo, con el fin de destacar sus similitudes y
    diferencias entre ellos, y las ventajas y limitaciones de cada
    uno. La señalización de las limitaciones, no
    sólo queda en un análisis crítico, sino que
    a partir de ella se plantean sugerencias para mejorar la eficacia de cada
    programa en
    función
    de sus objetivos.

    CAPÍTULO I: PLANTEAMIENTO DEL
    PROBLEMA

    1.1.
    PLANTEAMIENTO Y JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

    A partir del
    año 1977 es cuando se comienza a hablar del
    Síndrome de Burnout como una respuesta al estrés
    crónico sufrido en un contexto laboral. Lo que más
    ha llamado la atención de este síndrome es el
    alcance de sus síntomas, ya que la manifestación
    del mismo conlleva consecuencias negativas para el individuo y la
    organización.

    Demostrado el
    impacto que tiene el estrés
    laboral se han realizado diversos estudios con el
    propósito de proponer e implementar programas de
    prevención y tratamiento a nivel individual, social y
    organizacional.

    Pero a pesar de
    los avances y datos obtenidos, aún existen muchas
    controversias acerca del concepto y el tipo de
    intervención más eficaz para menguar los
    síntomas del SB. Por ejemplo, se han generado discusiones
    sobre qué nivel (personal, social, organizacional) debe
    enfocarse el tratamiento y qué estrategias deben primar.
    Sin embargo, parece existir, teóricamente, un consenso
    respecto a la importancia de promover programas integrales que
    aborden todos los niveles, pero en la práctica surgen
    limitaciones reales en el momento de aplicar dicho
    planteamiento.

    Esto se manifiesta
    dentro de las organizaciones,
    ya que aunque los empresarios hayan comenzado a preocuparse por
    la salud mental de
    sus trabajadores, para evitar pérdidas económicas
    derivadas del
    ausentismo, apatía, rotación del personal, etc.,
    aún no es popular la aplicación de este tipo de
    programas en el nivel organizacional. Por consecuencia, esto
    sugiere que existe una tendencia en colocar la responsabilidad del problema en la
    persona.

    Como se ha
    mencionado, las consecuencias no sólo afectan a la persona
    sino que también a la economía y la
    imagen de la
    organización. Pero si nos detenemos un momento y
    analizamos este problema desde un punto macroeconómico, se
    puede concluir que a la economía del estado o el
    país también le afecta negativamente tener
    trabajadores de baja, que necesitan asistencia social y de
    salud. Y por otro
    lado, si las organizaciones pierden el estado
    pierde, porque el país se fortalece de ellas.

    De alguna manera,
    esto sugiere la importancia de prevenir y mejorar la salud
    también desde las entidades públicas, pero
    evaluando e interviniendo sobre el Síndrome de Burnout
    desde un punto de vista sistémico.

    Ante estos
    planteamientos, el presente estudio intenta analizar los
    distintos programas de tratamiento del SB para definir las
    estrategias y técnicas que se utilizan actualmente, y para
    detectar las limitaciones de los mismos a fin de encontrar formas
    más eficaces de afrontar dicho síndrome.

    1. 2.
    OBJETIVOS

    1.2.1 OBJETIVO
    GENERAL:

    • Analizar programas de
      tratamiento del Síndrome de Burnout (SB), dirigido a la
      persona y dirigido a la organización.

    1.2.2
    OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

    • Revisión
      bibliográfica sobre definiciones, modelos
      teóricos, datos de estudios empíricos sobre
      factores de riesgo y sugerencias de estrategias para el
      tratamiento del Síndrome de Burnout.
    • Revisión de programas de
      tratamiento del SB, dirigido a la persona y dirigido a la
      organización.
    • Análisis de los
      programas de tratamientos descritos.

    MARCO TEÓRICO

    CAPÍTULO
    II: EL SÍNDROME DE BURNOUT

    2.1.
    CONCEPTUALIZACIÓN DE BURNOUT

    El
    "síndrome de burnout" o "síndrome del desgaste
    profesional" es una respuesta al estrés crónico en
    el trabajo (a
    largo plazo y acumulativo), con consecuencias negativas a nivel
    individual y organizacional, que ha despertado mucha
    atención en las últimas dos décadas en el
    ámbito de la Psicología
    (Buendía & Ramos, 2001; Hombrados; 1997).

    Freudenberger
    (1974), menciona por primera vez el concepto de Burnout para
    describir el estado físico y mental de los jóvenes
    voluntarios que trabajaban en su "Free Clinic" de Nueva York.
    Estos se esforzaban en sus funciones,
    sacrificando su propia salud con el fin de alcanzar ideales
    superiores y recibiendo poco o nada de reforzamiento por su
    esfuerzo. Por lo tanto, después de uno a tres años
    de labor, presentaron conductas cargadas de irritación,
    agotamiento, actitudes de
    cinismo con los clientes y una
    tendencia a evitarlos. (Buendía & Ramos, 2001; Ramos,
    1999; Buendía 1998; Mingote, 1998; Hombrados,
    1997)

    A partir de dichas
    observaciones, Freudenberger, describe un perfil de las personas
    con riesgo a desarrollar el síndrome de Burnout, el cual
    se caracteriza por pensamientos idealistas, optimistas e
    ingenuos. También, afirma que estos sujetos se entregan
    demasiado al trabajo para conseguir buena opinión de
    sí mismos y para lograr el bien común; pero a pesar
    de este esfuerzo y compromiso los profesionales fracasan en hacer
    una diferencia en la vida de los usuarios. El sentido de la
    existencia personal está puesto en el ámbito
    laboral, lo cual genera excesiva implicación en el trabajo
    y, generalmente, termina en la deserción (Mingote,
    1998).

    Desde una postura
    individualista el burnout sería producto de un
    fallo del sujeto (tienen personalidad débil, baja tolerancia al
    estrés, etc.), ya que se asume el estrés como un
    componente interno. Mientras que las posturas ambientalistas dan
    una definición más sistémica, permitiendo la
    utilización de estrategias para intentar el cambio o
    eliminación de factores predisponentes. Dicha postura
    considera al estrés como algo externo al sujeto y enfoca
    al burnout como respuesta a la interacción entre el individuo y el entorno
    laboral.

    Según
    Moreno & cols. (1999), este síndrome puede ocurrir en
    todos los ámbitos de la acción
    del sujeto, pero ha sido estudiado en mayor medida en el campo de
    los profesionales asistenciales y se ha extendido en profesiones
    diversas.

    La
    investigación ha derivado en dos vertientes
    controvertidas, ya que muchos científicos están en
    desacuerdo cuando se limita a este síndrome para sujetos
    que realizan algún tipo de trabajo en contacto directo con
    personas, y proponen que los síntomas del Burnout se
    pueden apreciar también en sujetos que no tienen empleo.

    En un principio,
    entre el grupo de
    científicos que reservan este concepto a trabajadores en
    contacto con otras personas se destacaron las investigaciones de
    Maslach (1976).

    Desde el 1977,
    año en el que Maslach dio a conocer sus trabajos a la
    Psicología en una convención de la APA
    (Asociación Americana de Psicólogos), se utiliza el
    término Burnout para referirse al desgaste
    profesional
    de personas que trabajan en los sectores de
    servicios
    humanos, profesionales de la salud y de la educación bajo
    condiciones difíciles en contacto directo con los
    usuarios.

    Maslach y Jackson
    (1981, 1982) definen el Burnout como una manifestación
    comportamental del estrés laboral, y lo entienden como un
    síndrome tridimensional caracterizado por cansancio
    emocional (CE), despersonalización (DP) en el trato con
    clientes y usuarios, y dificultad para el
    logro/realización personal (RP)

    A partir de estos
    componentes se elaboró el "Maslach Burnout Inventory"
    (MBI), para medir el burnout personal de servicios humanos y
    educadores evaluando dichas dimensiones por medio de tres
    subescalas. Extraoficialmente, esta escala se ha
    convertido en la más aceptada por su amplia
    utilización en diversos tipos de muestras. Hasta el
    momento, la escala ha tenido tres revisiones, y es importante
    subrayar que en la última revisión se ha sustituido
    el término despersonalización por "cinismo" para
    las "profesiones no asistenciales" (Maslach, Jackson y Leiter,
    1996
    ).

    Por otra parte,
    Pines y Aronson (1988) defienden que los síntomas del
    Burnout se pueden observar también en personas que no
    trabajan en el sector de asistencia social. Ellos definen este
    síndrome como un estado de agotamiento emocional, mental y
    física,
    que incluye sentimientos de impotencia e inutilidad, sensaciones
    de sentirse atrapado, falta de entusiasmo y baja autoestima.
    Dicho estado estaría causado por una implicación
    durante un tiempo
    prolongado en situaciones que son emocionalmente
    demandantes.

    Ellos
    desarrollaron una escala de carácter unidimensional, distinguiendo tres
    aspectos: agotamiento, desmoralización y pérdida de
    motivación.

    Entre otras
    definiciones del síndrome del Burnout, Burke (1987), lo
    explica como un proceso de
    adaptación del estrés laboral, que se caracteriza
    por desorientación profesional, desgaste, sentimientos de
    culpa por falta de éxito
    profesional, frialdad o distanciamiento emocional y aislamiento
    (Ramos & Buendía,2001).

    Shirom (1989), a
    través de una revisión de diversos estudios,
    concluye que el contenido del síndrome de Burnout tiene
    que ver con una pérdida de las fuentes de
    energía del sujeto y lo define como "una
    combinación de fatiga física, cansancio emocional y
    cansancio cognitivo" (Buendía y Ramos, 2001, pág.
    122; Ramos, 1999)

    Pines
    (1993), entiende el burnout como consecuencia de la
    exposición del sujeto a situaciones
    emocionalmente exigentes en un tiempo prolongado. Este estado se
    caracteriza por agotamiento físico, emocional y
    mental.

    El burnout
    también se lo ha explicado como producto de la
    interacción de múltiples factores: culturales,
    ocupacionales, educacionales, individuales o de personalidad (De
    Las Cuevas, 1996).

    Hombrados (1997;
    217) propone una definición conductual, que explica que la
    coexistencia de un conjunto de respuestas motoras,
    verbales-cognitivas y fisiológicas ante una
    situación laboral con exigencias altas y prolongadas en el
    tiempo. Las repercusiones de aquello sobre la salud del
    trabajador y sus funciones suponen el desarrollo del
    Síndrome de Burnout (SB). Por lo tanto, entiende como
    elementos fundamentales: "los cambios emocionales y cognitivos
    informados, cambios negativos en la ejecución profesional
    y una situación de presión
    social y/o profesional que aparece de manera
    continuada".

    Farber (2000) lo
    describe como un reflejo de la mayoría de los ambientes de
    trabajos actuales, ya que la competencia
    laboral exige intentar producir cada vez mejores resultados al
    menor tiempo y con los mínimos recursos
    posibles. A partir de esta realidad, él señala
    cuatro variables
    importantes para explicar la aparición y el desarrollo del
    Burnout: 1) la presión de satisfacer las demandas de
    otros, 2) intensa competitividad, 3) deseo de obtener más
    dinero y 4)
    sensación de ser desprovisto de algo que se
    merece.

    En la CIE 10 lo
    clasifica dentro del grupo de "problemas
    respecto a las dificultades para afrontar la vida" y figura como
    síndrome de agotamiento (Z 73.0).

    En síntesis,
    actualmente se aplica el síndrome de Burnout a diversos
    grupos de
    profesionales que incluye desde directivos hasta amas de casa, y
    se explica que éste es el resultado de un proceso de
    continuo en donde el sujeto se ve expuesto a una situación
    de estrés crónico laboral y sus estrategias de
    afrontamiento que utiliza no son eficaces. Es decir, que los
    sujetos en su esfuerzo por adaptarse y responder eficazmente a
    las demandas y presiones laborales, se esfuerzan en exceso y de
    manera prolongada en el tiempo. Añadiendo a esto, la
    sobreexigencia, la tensión y la frustración por
    resultados no esperados, se originan riesgos de enfermar
    física (alteraciones psicosomáticas) y/o
    mentalmente (estados ansiosos, depresivos, alcoholismo,
    etc.) (Pérez Jáuregui, 2001; Ramos,
    2001).

    Maslach y
    Schaufeli (1993) aseguran que entre las diferentes definiciones
    del burnout existen algunas características similares; de
    las cuales destacan las siguientes:

    • Predominan más los
      síntomas mentales o conductuales que los físicos.
      Entre los síntomas disfóricos se señalan,
      el cansancio mental o emocional, fatiga y depresión; siendo el principal el
      Cansancio Emocional.
    • Los síntomas se
      manifiestan en personas que no sufrían ninguna
      Psicopatología anteriormente.
    • Se lo clasifica como un
      síndrome clínico-laboral.
    • Se desencadena por una
      inadecuada adaptación al trabajo, que conlleva a una
      disminución del rendimiento en el trabajo junto a la
      sensación de baja autoestima.

    En la
    organización pueden surgir ciertos problemas cuando los
    trabajadores presentan estos síntomas, ya que hay un
    deterioro en el rendimiento profesional y por consecuencia puede
    derivar a un deterioro en la calidad de
    servicio, absentismo laboral, alto número de
    rotaciones y abandono del puesto de trabajo.

    Por otro lado,
    existe controversia respecto al carácter multidimensional
    y unidimensional del Burnout. Sin embargo, existe un
    número creciente de investigadores que concuerdan en que
    el burnout está compuesto por tres dimensiones: Cansancio
    emocional, Despersonalización y Baja Realización
    Personal.

    2.1.1.
    DISCRIMINACIÓN CON OTROS CONSTRUCTOS

    El concepto de
    burnout ha dado lugar a muchas discusiones por la
    confusión que genera a la hora de diferenciarlo con otros
    conceptos, pero Shirom (1989) afirma que el Burnout no se solapa
    con otros constructos de orden psicológico.

    Centrándonos estrictamente en las diferencias del
    burnout con otros conceptos psicológicos y
    psicopatológicos, se puede demostrar que este
    síndrome se diferencia del: Estrés General,
    Estrés Laboral, Fatiga Física, Depresión,
    Tedio o
    Aburrimiento, Insatisfacción Laboral y Acontecimientos
    Vitales y Crisis de la
    Edad Media de la Vida; aunque en compartan algunos
    síntomas o procesos de
    evolución similares:

    1.- ESTRÉS
    GENERAL

    En el diagnóstico diferencial entre el
    Estrés General y el síndrome de burnout se plantea
    que el primero es un proceso psicológico que conlleva
    efectos positivos y negativos, mientras que el burnout
    sólo hace referencia a efectos negativos para el sujeto y
    su entorno. Así también, es evidente que el
    estrés general se puede experimentar en todos los
    ámbitos posibles del ser humano a diferencia del SB que es
    un síndrome exclusivo del contexto laboral (Pines &
    kafry, 1978).

    Ampliando este
    punto, Caton y cols. (1988) plantea que ambos constructos, aunque
    compartan conceptos, son diferentes en factores como agotamiento
    y subutilización del profesional, y son diversos enfocados
    desde un continuo de interacciones entre el profesional y los
    factores relacionados con su trabajo.

    2. ESTRÉS
    LABORAL

    En relación
    al Estrés Laboral, Schaufeli y Buunk (1996), diferencian
    al SB en función al proceso de desarrollo; explicando que
    este último es la ruptura en la adaptación que va
    acompañado por un mal funcionamiento crónico en el
    trabajo. La persona va deteriorándose, colapsa y acaba en
    un nivel estable de mal funcionamiento en el trabajo. El
    estrés laboral es un proceso de adaptación temporal
    más breve que va acompañado por síntomas
    mentales y físicos. El sujeto puede volver a sus niveles
    normales o iniciales de funcionamiento otra vez.

    Por lo tanto, el
    SB se lo podría considerar como un estado de estrés
    laboral prolongado, que tiene la cualidad de inadaptación
    al estrés producido en el contexto de trabajo. Es
    importante señalar que el estrés laboral no
    necesariamente conduce al burnout (Pines, 1993).

    Otra diferencia
    importante entre las características de ambos constructos
    es que el SB está asociado a actitudes negativas hacia los
    usuarios, el trabajo y la organización a diferencia del
    estrés laboral que no se lo asocia con actitudes
    negativas.

    3. FATIGA
    FÍSICA

    Para diferenciar
    la Fatiga Física del síndrome de Burnout se
    considera el proceso de recuperación (Pines y Aronson,
    1988), ya que el SB se caracteriza por una recuperación es
    lenta y acompañada de sentimientos profundos de fracaso
    mientras que en la fatiga física la recuperación es
    más rápida y puede estar acompañada de
    sentimientos realización personal y a veces de
    éxito.

    4.
    DEPRESIÓN

    Oswin (1978);
    Maher (1983); Firth, McIntee, McKeown y Britton (1986) se
    plantean que es probable que haya un solapamiento entre los
    términos Depresión y Burnout. Por el contrario,
    McKight y Glass (1995), Leiter y Durup (1994), y Hallsten (1993)
    demuestran a partir de investigaciones empíricas que los
    patrones de desarrollo y etiología son distintos; aunque
    estos fenómenos puedan compartir algunas
    sintomatologías. Se ha confirmado que la depresión
    tiene una correlación significativa con el Cansancio
    Emocional, pero no con las otras dos dimensiones del SB (baja
    realización personal y
    despersonalización).

    Otra
    característica que diferencia a éstos constructos
    es que el SB se lo asocia al trabajo y situaciones
    específicas, al menos al inicio, y que sus síntomas
    suelen ser temporales. La depresión, por el contrario,
    puede surgir en otros contextos (personal, social, familiar) con
    síntomas profundos y generales. Es decir, que la
    depresión se la entiende como un fenómeno
    más amplio.

    Siguiendo la misma
    línea, se señala que uno de los síntomas
    más destacados en la depresión es el sentimiento de
    culpa, mientras que en el SB los sentimientos que predominan son
    la cólera
    o la rabia (Manassero & cols., 2003; Mingote, 1997;
    Pines, 1993; Warr 1987; Meier, 1984). Aunque por otro lado,
    encontramos que Feudenberg (1974) considera que la
    depresión es uno de los síntomas más
    característicos del SB. LA teoría
    de COR, Hobfoll & Shirom (2001), sugiere otro planteamiento
    cuando explica que los síntomas de la depresión
    pueden emerger en una etapa posterior al SB, es decir cuando las
    pérdidas ascienden (Manassero & cols,
    2003).

    Apoyando
    éste último, Hätinen y cols. (2004), concluyen
    a partir de los diversos planteamientos revisados, que hay mayor
    aceptación en considerar a la depresión como una
    consecuencia negativa del SB (Burke, Greenglass, & Schwarzer,
    19966; Cooper et al., 2001; Glass, McKnight, &
    Valdimarsdottir, 1993; Leiter & Durup, 1994; Schaufeli &
    Enzmann, 1998).

    5. TEDIO O
    ABURRIMIENTO

    Los
    términos Tedio o Aburrimiento han sido utilizados en
    diversas situaciones y les han dado diferentes significados. Por
    lo tanto, para explicar las diferencias con el síndrome de
    burnout, es conveniente realizar un análisis según
    cada autor.

    Hallberg (1994)
    distingue la diferencia de los términos en el proceso de
    desarrollo, planteando que cuando aumenta el agotamiento
    emocional, disminuye el tedio. Entonces, sería este
    proceso lo que lleva al trabajador a desarrollar el
    SB.

    Otro tipo de
    diferenciación es la que hacen Faber (1983) y Pines &
    cols. (1981) cuando limitan al SB a las profesiones asistenciales
    y aplican el término de tedio o aburrimiento a los otros
    tipos de trabajos que no tienen características
    humanitarias.

    Pines & Krafy
    (1978) y Maslach & Jackson (1981) concuerdan en que el SB es
    generado por repetidas presiones emocionales, mientras que el
    tedio o aburrimiento puede resultar de cualquier tipo de
    presión o falta de motivación o innovación en el ámbito laboral del
    sujeto.

    Por otro lado,
    apoyan que ambos términos son equivalentes cuando el
    fenómeno es consecuencia de la insatisfacción
    laboral.

    6.
    INSATISFACCIÓN LABORAL

    Según
    Maslach & Jackson (1981) la Insatisfacción en el
    Trabajo no necesariamente coexiste con el SB; es decir que los
    niveles de burnout pueden darse con sentimientos de
    satisfacción en el trabajo o viceversa. Un sujeto
    insatisfecho laboralmente puede no padecer SB puntuando bajos
    niveles de despersonalización y de cansancio
    emocional.

    No obstante, es
    importante matizar que las investigaciones demuestran que la
    insatisfacción laboral está positivamente
    correlacionada con el CE y la DP, pero tiene una débil
    relación con el RP. Firth & Britton (1989) y Jayaratne
    & Chess (1983) defienden que la DP y CE son componentes
    característicos del SB, y en la insatisfacción
    laboral no se producen

    7. ACONTECIMIENTOS
    VITALES Y CRISIS EN LA EDAD MEDIA DE LA VIDA

    Se afirma que la
    crisis de la edad media de
    la vida del sujeto se diferencia del SB, porque tal crisis se
    puede desencadenar cuando el profesional hace un balance negativo
    de su posición y desarrollo laboral. Y sin embargo, el SB
    se da con mayor frecuencia en los jóvenes que se han
    incorporado recién en su nuevo empleo; porque éstos
    no suelen estar preparados para afrontar los conflictos
    emocionales que se les presentan desde el exterior (Hill &
    Millar, 1981; Broufenbrenner, 1979).

    De los
    múltiples estudios empíricos realizados se pueden
    extraer, de forma global, dos posturas ante la
    conceptualización del SB. Por un lado, algunos plantean
    que la conceptualización del burnout sigue siendo un
    obstáculo para la investigación; y el problema
    principal es la imprecisión y ambigüedad del concepto
    estrés (Peiró, 1993). Un ejemplo de esto, expone
    Garcés de Los Fayos (2003), es el hecho que mientras Meier
    (1984) afirma que el constructo burnout cumple los criterios de
    validez convergente y discriminante, Moreno, Oliver y Aragoneses
    (1991) demuestran que la validez del constructo es muy criticada.
    En este sentido, Davidoff (1980) plantea que quizás se
    esté utilizando un nuevo término para definir
    antiguos problemas, ya que el SB tiene una semejanza grande con
    otros constructos.

    Sin embargo, en la
    actualidad, son muchos los que defienden al SB como un
    síndrome con identidad
    propia. Plantean que para diferenciarlo de otros constructos es
    imprescindible tomar en cuenta su multidimensionalidad (CE; DP y
    falta de RP), su relación con variables antecedentes-
    consecuentes y su proceso de desarrollo progresivo y continuo;
    suponiendo éste último la interacción
    secuencial de variables emocionales (CE y DP), cognitivas (RP) y
    actitudinales (DP) dentro de un contexto laboral (Ramos, 1999;
    Gil-Monte y Peiró, 1997).

    Partes: 1, 2, 3, 4

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