- Presentación
- Datos
- Antecedentes
- Aspectos legales
- La violencia familiar
- La educación en el
Perú - La violencia familiar y la
educación - Papel del profesional frente a la violencia
familiar - La violencia familiar: mitos y
realidades - Anexo 1: violencia sexual y acoso
sexual - Recomendaciones
- Conclusiones
- Compromiso Educativo
Social - Mensaje a los lectores
- Bibliografía
PRESENTACIÓN
La
extorsión, el insulto, la amenaza, los gritos, la
bofetada, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada,
el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la
prohibición de salir, la prohibición de decir lo
que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente y
la humillación pública son algunos de los métodos de
penitencia y tortura tradicionales en…. tiempos de guerra???,
regímenes corruptos???, ¡NO!, lo son en la vida
familiar. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la
libertad, la
tradición familiar perpetúa una cultura del
terror que humilla, enseña a los hij[arroba]s a mentir y
contagia la peste del miedo y la cultura del terror.
El presente
documento, tiene como objetivo
revisar las bases conceptuales, tipología y ciclo de la
violencia
familia;
la
educación en el Perú actual, sus objetivos y
desafíos; la relación violencia con la educación al nivel de
instrucción básica y finalmente el rol, las
actitudes y
medidas puntuales de los profesionales ante este problema a nivel
educativo y porque no a todo nivel.
Siendo el objeto
profesional primordial el bienestar social, este trabajo asume
el interés
de revisar competencias
integrales,
actitudes y valores que
encaminen hacia una cultura de paz, recordando que la familia
genera este desarrollo y
la escuela lo
refuerza.
Hoy el tema de la
violencia dejo el espacio de lo privado y secreto al espacio de
lo público y es actualmente uno de los graves problemas
sociales que cruza las diferentes redes primarias y
secundarias de la sociedad,
lugares de intervención pluri profesional.
Este trabajo
espera servir para que los profesionales tengan información de lo que afecta a los niños y
adolescentes,
a través de una recopilación y análisis de material que les ayude a
detectar, entender y tratar casos de maltrato
familiar.
DATOS
Se estima que
más de 3 millones de niñosas observan violencia
doméstica en sus hogares anualmente.
– Carlson, B.E.,
Children's Observations of Interpersonal Violence. Battered Women
and their Families, p. 60. New York, NY Springer
(1984).
Estudios
señalan que más del 50% de los hombres que
maltratan a sus esposas frecuentemente, también abusan de
sus hijosas.
– Strauss, M.A.
& Gelles, R.J. (eds.) Physical Violence in American Families,
New Brunswick, NJ, Transaction Publishers (1990).
Un estudio
comparativo entre jóvenes delincuentes y no delincuentes,
encontró que la diferencia más significativa entre
ambos grupos es el
historial de violencia o abuso familiar.
– Miller, G.
"Violence By and Against America's Children", Journal of Juvenile
Justice 2 Digest, VII (12), p.6 (1989).
Investigaciones
reflejan que los/as estudiantes de escuela superior cuyos padres
han establecido relaciones violentas, tienden a desarrollar
relaciones violentas entre sí, en un porciento mayor que
aquellos/as estudiantes desarrollados en ambientes no
violentos.
– O'Keefe, et al, Teen Dating
Violence, Social Work, p.466 (NovDec 1986).
Se estima que una de cada 10
parejas jóvenes experimentan violencia física.
– Levy, B. (Ed.) Dating Violence
Young women in Danger, Seal Press, Seattle, WA p. 73
(1991).
Estudios reflejan una tendencia
en niños que observan maltrato familiar por parte del
padre durante su niñez, a presentar un mayor riesgo de ser
agresivos físicamente en sus relaciones de pareja en la
adultez.
– Rosenbaum, A. & O'Leary.
K.D. Children: The Uninended Victim of Marital Violence. American
Journal of Orthopsychiatry, pp. 692-699 (1981).
Estudios reflejan una tendencia
en niñas que observan violencia contra su madre, a
presentar un mayor riesgo de tolerar el abuso contra ellas en la
adultez, que las que no presenciaron abuso contra su
madre.
– Hotaling, G.T. and Sugarman,
D.B. An Analysis of Risk Markers in Husband and Wife Violence:
The Current State of Knowledge. Violence and Victims, 1, pp.
101-124 (1986).
Antecedentes
La violencia
dentro de la familia no es un fenómeno reciente, por el
contrario, ha sido una característica de la vida familiar
aceptada desde tiempos remotos. Sin embargo no comienza a
concientizarse como fenómeno social muy grave hasta le
década de los sesenta en los países anglosajones, y
en la década del ochenta en nuestro país. Son los
movimientos feministas los que comienzan los reclamos por los
derechos de
la mujer
.
"Sabemos que
los valores de
la cultura dan identidad a
los sujetos, y en nuestra cultura occidental, judeocristiana, los
valores prevalecientes se transmiten a través de la
organización social en familias. Es así que
cada familia interpreta y transmite los valores culturales
predominantes con una mayor o menor semejanza con ellos, de
acuerdo con la pertenencia a distintos sectores sociales"
(Masterman, 1989).
La percepción
social y el reconocimiento que determinados comportamientos son
violentos, es histórica. Esa percepción está
determinada por relaciones de poder y por
los valores presentes en una sociedad determinada, en momentos
históricos específicos. Vivimos en sociedades que
manejan diferentes códigos en relación a la
violencia; existe una fuerte condena cuando ésta se lleva
a cabo en el espacio público, sin embargo se le tolera y
avala cuando se da en el espacio privado. Una denuncia por una
agresión en la vía pública es inmediatamente
acogida, la misma denuncia en el hogar es desestimada,
subvalorada e incluso se intenta persuadir a la víctima
que retire su denuncia.
La violencia a
mujeres es endémica en casi todas las culturas y en
sociedades patriarcales donde el derecho y privilegio masculino
está por encima del bienestar de otros seres humanos:
niños, niñas y mujeres, afectando a estas en todas
las etapas de su vida. Las sociedades patriarcales se
establecieron en el Mediterráneo desde los comienzos de la
Grecia
Clásica y quizás antes. Estos roles se han
establecido con el uso de la violencia a lo largo de 4.000 o
5.000 años. La Conferencia de
Beijing hizo patente que la violencia a mujeres es un problema
ínter e intracultural. Esta conferencia estableció
claramente que no se puede pensar en este fenómeno como
algo aislado de otras formas de violencia, por lo que se
concluyó que:
- El abuso a la infancia, la
violencia doméstica las agresiones sexuales y otras
formas de violencia, están directamente conectadas con
el lugar que las mujeres ocupan en la sociedad. - Es imposible atajar el problema
de la violencia a mujeres desconectándolo de las
condiciones sociales que la perpetúan. (Informe
Univ. de Illinois, USA,1998).
La
representación social sobre la violencia en el espacio
familiar está cambiando, sin embargo, son numerosas las
familias que continúan asumiendo que la utilización
de la violencia al interior de la familia es algo natural y
muchas veces positivo, especialmente en lo que se refiere al
maltrato
infantil.
¿Por qué
razón cuando hablamos de violencia o de criminalidad nos
centramos en la calle, ignorando lo que pasa en el hogar?.
¿Por qué un tipo de violencia lo sancionamos y el
otro la aceptamos, o al menos lo toleramos con el
silencio?
Paradójicamente aquello que se silencia, aquello que
permanece oculto socialmente no significa que sea un hecho
difícil de percibir. En el caso de la violencia
familiar el fenómeno no se ve porque se nos ha hecho
cotidiano, se ha "naturalizado", ha pasado a ser una
situación esperada en un determinado contexto.
Las primeras
experiencias de violencia de los seres humanos se dan en la
familia, se aprende que siempre va a existir una menor o mayor
dosis de violencia en el espacio familiar. Pero también se
aprende a valorar esa violencia, a considerarla un medio
eficiente para "educar" a los hijos. Y así, casi sin
darnos cuenta, somos socializados en considerar que la violencia
es un mecanismo legítimo para resolver los conflictos y
para expresar nuestros propios sentimientos de malestar. Incluso
llegamos a identificar violencia con preocupación o
afecto.
La violencia se da
en el marco de la supuesta protección y "sacralidad" de la
familia. Este hecho es una de las principales razones por la cual
se ha ocultado socialmente y aún más se ha
tolerado; pero a la vez es una de sus características
centrales que nos permite entender su impacto demoledor en las
víctimas. En la familia violenta el rol de afecto,
protección y cuidado del grupo familiar
es reemplazado por el daño,
la amenaza y el temor, sin embargo, el discurso
continúa siendo el del afecto y protección, este se
traduce en "yo te golpeo porque te amo", o bien "tu haces que yo
te golpee porque te portas mal".
Muchos son los
factores que han confluido para mantener el silencio sobre la
situación de violencia en el hogar: la necesidad de
resguardar la privacidad de la familia, diferencias culturales
sobre la concepción de la violencia, temores o simplemente
el dolor de hablar. Pero hay otros hechos que han ayudado a que
la situación comience a hacerse visible: la organización del movimiento
feminista en la década del 60, la apertura de los primeros
refugios a comienzos de los años 70, la
preocupación de la comunidad
internacional por el tema de los derechos humanos
y los derechos personales.
La violencia
doméstica implica acciones que
van desde el homicidio,
distintos tipos de agresiones físicas, agresiones
sexuales, amenazas y agresiones psicológicas; se da en una
relación de poder y jerarquía, ésta es
considerada como una forma de ejercer poder sobre alguien situado
en una posición de subordinación.
La
percepción social y el reconocimiento que determinados
comportamientos son violentos, es histórica. Esa
percepción está determinada por relaciones de poder
y por los valores presentes en una sociedad determinada, en
momentos históricos específicos. Vivimos en
sociedades que manejan diferentes códigos en
relación a la violencia; existe una fuerte condena cuando
ésta se lleva a cabo en el espacio público, sin
embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado.
Una denuncia por una agresión en la vía
pública es inmediatamente acogida, la misma denuncia en el
hogar es desestimada, subvalorada e incluso se intenta persuadir
a la víctima que retire su denuncia.
La
representación social sobre la violencia en el espacio
familiar está cambiando, sin embargo, son numerosas las
familias que continúan asumiendo que la utilización
de la violencia al interior de la familia es algo natural y
muchas veces positivo, especialmente en lo que se refiere al
maltrato infantil.
Para que una
política
de prevención sea efectiva, es necesario abordar temas que
generan reacciones "violentas" en la sociedad. Quizás el
más importante es el de la familia. Cuando
señalamos que el 50% de las mujeres viven violencia en la
Familia, lo lógico parece ser preguntarnos sobre que pasa
en esa institución que genera, o al menos tolera niveles
tan significativos de violencia. Esto significa atreverse a mirar
la actual estructura
familiar, a ver que factores siguen aún reforzando
estereotipos y roles sexuales que son profundamente
discriminatorios y desiguales para ambos sexos, significa
plantear el desafío de la democratización de las
relaciones familiares.
Prevenir la
violencia familiar implica la existencia de profundos cambios en
los valores y el comportamiento
de las personas. Significa principalmente reconocer los derechos
individuales de cada uno de los miembros del grupo familiar.
Implica estimular las formas pacíficas de resolver los
conflictos desde la infancia, formas de tolerancia,
respeto a la
diversidad y a la libertad de todos los seres humanos.
Es importante
tener una idea clara de lo que tenemos entre manos cuando nos
proponemos trabajar con este fenómeno , ya que todas las
personas, sin exclusión, estamos influidas por los
mitos
culturales que favorecen la supremacía y violencia
masculina en sociedades donde los privilegios y poder adjudicados
a un sexo, no se
adjudican al otro, es decir, donde se cultiva la desigualdad
sexual. Esta culturización es propia de las sociedades
patriarcales, donde la autoridad,
necesidades y bienestar del "pater familiae" prevalecen sobre los
derechos de todos los miembros de la unidad familiar.
El desarrollo de
programas
educativos, de prevención del maltrato, en distintos
países ha ampliado el
conocimiento que tenemos sobre violencia de género y
está permitiendo que los centros docentes sean
espacios idóneos para trabajar en la Prevención de
la violencia en relaciones de género, la Protección
de víctimas y la Provisión de servicios de
apoyo, tomando siempre como prioridad la seguridad y
atención a las víctimas, y
extendiéndolo hasta donde sea posible
económicamente, a la reeducación de agresores. El
término "terapia con agresores" es un término que
está en desuso, ya que la violencia no se vincula a la
enfermedad. Se trabaja como una necesidad personal que el
agresor tiene de abusar de poder en las relaciones de
dependencia, donde él tiene más poder: con mujeres
y menores .
Dentro de la
Prevención están temas tan importantes como el
fomento de una maternidad digna donde las madres puedan
establecer verdaderos lazos afectivos con hijas e hijos, lo cual
fomenta su capacidad de defenderse y defender. Es imprescindible
trabajar la autoestima de
los alumnos y alumnas sea cual sea su edad. Las mujeres sujetas a
violencia doméstica pueden descargar con hijas e hijos y
no hay posibilidad de cambio hasta
que ella deje de estar sometida a abusos. Los menores testigos de
violencia están siendo seriamente considerados
víctimas de violencia, al obligarlos a vivir como testigos
de las vejaciones que sufre su madre.
Página siguiente |