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Indicadores clínicos y psicológicos en el trastorno de ansiedad fóbica



Partes: 1, 2

    1. Indicadores
      Clínicos
    2. Indicadores
      psicológicos
    3. Consideraciones
      finales
    4. Bibliografía

    Introducción

    Las investigaciones
    en relación a los aspectos
    clínico-psicológicos que tienen lugar en el
    Trastorno de ansiedad fóbica están vinculadas al
    trabajo de las
    diferentes escuelas
    psicológicas y psiquiátricas.

    Nuestro trabajo trata de unificar indicadores
    tanto de tipo clínico como de tipo psicológico en
    el estudio de pacientes que padecen este trastorno, para
    así lograr una visión más amplia y
    unificadora de este fenómeno. Nos interesa también
    este análisis desde los diversos subtipos de
    fobias.

    No es posible comprender los trastornos
    neuróticos, y en particular la fobia, obviando en su
    génesis y desarrollo, el
    papel que tiene la
    personalidad, sus mecanismos así como los eventos vitales a
    los cuales se enfrenta. Por otro lado, una vez que aparece el
    trastorno, éste modifica los componentes
    personológicos. El objetivo de la
    monografía consiste en una revisión
    de los componentes clínicos y psicológicos de la
    fobia. Pasemos a una revisión de lo planteado en la
    literatura con
    relación a ambos componentes.

    Indicadores Clínicos

    Epidemiología:

    Los Trastornos de ansiedad son considerados en la
    actualidad como el trastorno mental más común en
    los Estados Unidos y
    México. En
    algún momento de sus vidas se prevé que cerca del
    25% de la población experimentará algún
    tipo de Trastorno de ansiedad. En un trabajo publicado de
    Echeburúa nos muestra que la
    prevalencia del Trastorno de pánico
    sin Agorafobia es de 0,8-1% y con Agorafobia es de 1,2-3,8%; la
    Fobia específica aparece con una incidencia de 4,1-7,7% y
    la Fobia social con 1,7-2%. En este sentido, y en concordancia
    con los resultados del Estudio de Actualización
    Epidemiológica (ECA), la fobia es la afección
    mental más común en los EE.UU. La Fobia
    específica encabeza la lista con tazas de prevalencia de
    4,5 a 11,8 %. Dentro de este mismo estudio, la Fobia social
    alcanza el 1,9 –3,2 % con una media global de 2,4%. Estas
    cifras pueden variar dependiendo de los umbrales definidos para
    cuantificar el malestar clínico o la afectación de
    la actividad global del individuo,
    además de los tipos de situaciones sociales objetos de
    estudios (Echeburúa 1995, citado por H. Kaplan y B.
    Sadock, 1997).

    Para J. Ayuso (1994), la Agorafobia representa el 60% de
    todos los estados fóbicos en los cuales se produce una
    búsqueda de tratamiento. Además, señala que
    esta es la fobia más incapacitante y la que ofrece mayor
    resistencia al
    tratamiento. En relación a la Fobia específica, y a
    pesar de que es bastante común en la población,
    este autor señala que los afectados recurren con menor
    frecuencia que los agorafóbicos y los fóbicos
    sociales a los servicios
    psiquiátricos, representando sólo el 17% del total
    de sujetos con este trastorno. La Fobia social por su parte
    constituye el 25% de todos los pacientes que solicitan
    tratamiento (J. Ayuso, 1994).

    Aunque es frecuente en la población general, la
    Fobia específica raramente provoca un malestar o un
    deterioro general suficiente como para permitir realizar el
    diagnóstico. Las cifras de prevalencia
    publicadas en la literatura pueden variar según los
    umbrales empleados para determinar el malestar o deterioro
    general a que dan lugar y el tipo de fobias
    estudiadas.

    En los centros asistenciales más del 95% de los
    individuos que acuden por Agorafobia presentan igualmente un
    diagnóstico (o historia) de trastorno de
    angustia. No obstante, debido a la dificultad de una correcta
    valoración clínica es probable que las cifras de
    los estudios epidemiológicos estén
    sobredimensionadas. Por su parte, la Fobia social rara vez
    constituye un motivo de ingreso hospitalario (J. Ayuso,
    1994).

    Las investigaciones actuales han caracterizado las
    fobias clínicas como desórdenes fundamentalmente
    femeninos. A pesar de la preponderancia de las mujeres en la
    literatura de las fobias, ha habido pocos intentos de explorar
    las variables
    relevantes a esta diferencia sexual.

    En las investigaciones con pacientes agorafóbicas
    se aprecia un estilo de vida
    dentro de los límites de
    la casa, sentimientos de indefensión, y sentimientos de
    estar atrapado. En este sentido, algunos autores sugieren que las
    mujeres agorafóbicas son a menudo mujeres tradicionales y
    de rígidos estereotipos sexuales. Con pocas metas en
    sí mismas, esperan pasivamente que otros las cuiden o las
    dirijan. Frecuentemente se sigue el resentimiento, la depresión,
    la actividad restringida, pobre asertividad y
    baja autoestima.
    Estas conductas temerosas son después reforzadas por otros
    individuos significativos en la vida de estas mujeres (p.e, sus
    maridos) como consonantes de su rol sexual.

    El miedo del mundo exterior tiene sentido cuando
    comprendemos que las mujeres han tenido sistemáticamente
    negada la entrada a habilidades que les permitirían
    enfrentarse con situaciones adultas comunes. Ellas carecen
    especialmente de una asertividad adecuada, lo cual es un
    déficit conductual que se correlaciona y está
    significativamente incluido dentro de la Agorafobia y de la Fobia
    social.

    Otras fobias también tienden a reflejar la
    tendencia de las mujeres a verse a sí mismas como
    incapaces e impotentes. Un claro ejemplo de esto es la ansiedad
    ante los exámenes, más alta en las mujeres que en
    los hombres. Si se requiere la evaluación
    para entrar en una profesión, para cambiar de carrera, o
    subir a un nivel más alto en un trabajo, la
    ambición de una mujer puede estar
    limitada por este miedo. También la ansiedad a hablar en
    público, con más alto predominio entre las mujeres,
    puede ser uno de los factores más importantes que limita
    el ascenso profesional de las mujeres. En relación a esto,
    la CIE-10 (1994) plantea que la Fobia social se presenta con
    igual frecuencia en varones y en mujeres.

    En investigaciones en el ECA, la incidencia sexual de
    esta fobia se relacionaba con que en general los que buscan
    tratamiento son los hombres porque este trastorno les impide
    desempeñar sus roles sociales adecuadamente, mientras que
    en el hogar las mujeres no requerirían tal
    intervención pese a sus deficiencias sociales. La
    frecuencia según el sexo
    también varía según el tipo de fobia
    específica. Aproximadamente el 75-90% de las personas que
    padecen fobia animal o ambiental son mujeres (excepto en el miedo
    a las alturas, donde las mujeres representan un 55-70%). De forma
    similar, cerca del 75-90% de los individuos que padecen fobia
    situacional son mujeres. Estas también constituyen el
    55-70% de los individuos con fobia a la sangre-inyecciones-daño
    (H. Kaplan y B. Sadock, 1997).

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