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El racismo (página 2)




Enviado por Ismael Agar



Partes: 1, 2

"Raza" como
mito

El racista parte de un esquema que da cuenta
de la existencia de diferencias de caracteres físicos
entre individuos. Obviamente, rechazar y hasta destruir a otro en
función
de esas diferencias parece irracional, pero el problema no es tan
simple y merece su estudio.
En efecto, para el racista las diferencias físicas
significan desigualdades entre los hombres y éstas
serían naturales e inevitables. Es decir, en nuestro
código
genético existiría un cierto determinismo
biológico capaz de explicar, por ejemplo, la inteligencia
en un grupo
determinado y su ausencia en otro. Explicar las desigualdades
entre los hombres a partir de planteos genéticos es tan
absurdo como intentar comprender los conflictos
"raciales" sin estudiar los conflictos en primer término y
no las "razas".
Para algunos biólogos, la "raza" se refiere
únicamente a la parte genética
que da cuenta de diferencias físicas entre seres humanos y
no habla de otro tipo de diferenciación.
La biología
no deja duda al respecto. Plantea claramente que el concepto de
"raza" es aplicable a un "grupo de individuos que tiende a
continuar estable a través de las generaciones y que
definió su patrimonio
genético como suma de las moléculas de ADN de los
componentes de la sociedad
humana. Este planteo teórico no tiene su aplicación
en la especie humana". (Crítica
del Determinismo Biológico -No está en los genes-
de S. Rose, Lewontin y Kamin).
Desde el punto de vista antropológico, el concepto de
"raza" permite elaborar algún esquema de
clasificación. Sin embargo, es de tal arbitrariedad que se
podría clasificar a la humanidad en tantas "razas" como le
plazca al antropólogo.
Hubo evolución y en función de la misma
hay que interpretar la actual diversidad de la especie humana, y
no bajo esquemas seudocientíficos. Los procesos
provocadores de cambios genéticos reconocidos
científicamente son: la selección,
el mestizaje, las mutaciones y el descuido genético. Este
último factor tiene validez en el origen de las
colectividades humanas. Al no existir las "razas" como entidades
biológicas, se puede afirmar que el racismo existe
independientemente de las razas. Por lo tanto es necesario una
comprensión integral de las relaciones entre las
aseveraciones de la Biología y lo social.
Comprender esas relaciones significa que no puede existir en
nuestros genes comportamiento
social relevante que no sea modificable mediante el
condicionamiento social. Hay interacción entre genes y condicionamiento
social. Los organismos vivos, como los hombres, no heredan sus
rasgos, sino únicamente sus genes, las moléculas de
ADN que se encuentran en el óvulo fecundado. Todo
organismo vivo pasa por un proceso
histórico de desarrollo que
es la base de toda explicación científica para
determinar diferencias entre seres humanos. En este sentido, y no
como un simple reflejo de las circunstancias sociales,
coincidimos con las "Tesis sobre
Feuerbach" de Carlos Marx, que
"no es la conciencia la que
determina la existencia, sino la existencia social la que
determina la conciencia".
Por todo lo dicho anteriormente, es obvio que estamos en
presencia de un mito, en
nombre del cual se cometieron y se siguen cometiendo
crímenes de los más abominables.
Es interesante ahora recordar algunos puntos de la
Declaración de la UNESCO sobre racismo y prejuicios
raciales, difundida en 1967:
· Todos los hombres que viven en nuestro tiempo
pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.
· La división de la especie en "razas" es en parte
convencional o arbitraria y no implica ninguna jerarquía y
ningún orden. Numerosos antropólogos señalan
la importancia de la variabilidad humana pero piensan que las
divisiones "raciales" tienen un interés
científico limitado y pueden llevar a una
generalización abusiva.
· En el estado
actual de los conocimientos biológicos, no
sabríamos atribuir las realizaciones culturales de los
pueblos a diferencias del potencial genético. Las
diferencias entre las realizaciones de los diversos pueblos se
explican totalmente por su historia cultural. Los
pueblos del mundo actual parecen poseer potenciales
biológicos iguales que les permiten alcanzar cualquier
nivel de civilización.
En definitiva, como nos dice el científico argentino
Enrique Luis Armoza en su obra "Discriminación y racismo": "En principio se
entiende por raza aquello que está relacionado con la
capacidad de reproducción o la posibilidad reproductiva
de una especie; atañe a la fertilidad de sus miembros. He
aquí que toda la especie humana es potencialmente
fértil, por lo tanto y en principio nos queda que el
concepto de raza sólo podría ser aplicable a las
características somáticas y jamás vinculable
a una clasificación social-religiosa. A su vez, esta
aplicación a lo somático dependerá del
contexto en donde se utilice".
El mismo autos nos
explica: "Partiendo de una selección arbitraria guiada por
rasgos visibles o criterios fenotípicos, se clasificaban
cuatro tipos de razas: blanca, roja o cobriza, amarilla y negra.
Este criterio queda desterrado porque además el concepto
de raza existe si aparece una conciencia racial anclada en una
pertenencia comunitaria, que puede desembocar en una acción
de desprecio y segregación. Por lo tanto, la ciencia
rechaza el término en el contexto humano. La raza es un
término definido socialmente y estas definiciones difieren
entre las sociedades".
Armoza es más contundente aún cuando afirma:
"Históricamente se buscó dividir la especie humana
en razas, para ello han sido utilizadas características
diagnósticas tales como la pigmentación de la
piel, tipo de
cabello, formas labiales, de nariz, estatura, etc. Pero esta
distinción racial no debería existir porque es
parcial y genética, ya que no tiene en cuenta que todo
grupo natural de seres posee una variabilidad ineludible, lo que
implica la imposibilidad de tipificar a los individuos de una
sociedad… El odio y las rivalidades raciales se nutren de
nociones científicamente falsas y conviven con la
ignorancia… Con el fin de justificar la agresión, el
racismo es la valorización generalizada de las diferencias
biológicas en beneficio de una élite dominante y en
perjuicio de sus víctimas".
Por último, como podemos apreciar, hicimos hincapié
en una de las formas de racismo, quizás la más
clásica, el racismo producto de la
colonización y no a otras formas como por ejemplo, el
antisemitismo.
No obstante, es menester recalcar que independientemente de sus
formas, el concepto "raza" es un mito y nada
más.

El racismo en los
EE.UU.

En el país de mayor desarrollo del sistema
capitalista del mundo, los EE.UU. de Norteamérica, es
interesante estudiar el racismo para ver de manera más
evidente la relación estrecha existente entre las estructuras
económicas y el racismo.
En un país que se autoproclama "campeón" de la
democracia y
los derechos humanos,
el racismo es un tema central. Vamos a concentrarnos un poco
sobre el problema "negro" y no sobre la situación de otras
minorías étnicas que también sufren el
flagelo.
En primer lugar, el racismo en los EE.UU. es un problema desde
hace más de tres siglos y, como en otras partes, tiene
estrecha relación con los factores económicos y
sociales.
Su origen arranca con la "trata" (venta de esclavos
negros), que fue oficializada durante el siglo XVII. Como se
sabe, la "trata" tuvo como único y absoluto objetivo la
ganancia sin límites.
Gracias a ella, la clase
mercantil acumuló enormes riquezas transformándolas
en capitales, estableciendo lazos entre capital
comercial y capital industrial. Durante el siglo XVIII y a
comienzos del XIX, el capital bancario aseguró las
ganancias de los grandes negocios
privados de aquel origen. La "trata" favoreció
también el desarrollo de las economías
europeas.
En los EE.UU., a principios del
siglo XVII, surgió como una necesidad el empleo de la
mano de obra "negra" pues los habitantes originarios no
habían resistido las condiciones de trabajo
impuestas por la fuerza. El
propio Montesquieu
declaró: "Los pueblos de Europa,
después de haber exterminado a los de América, debieron esclavizar Africa para
usarlos para roturar tanta tierra".
Podemos afirmar que la lucha por el control de las
ganancias provenientes de la explotación de los "negros",
fue la causa principal de la guerra que
culminó en 1776 con la ruptura entre las trece colonias
americanas y Gran Bretaña.
La independencia
de los EE.UU. proclamada el 4 de julio de 1776 no trajo la
libertad para
todos sus habitantes. Al contrario, al finalizar la guerra se
retomó el exterminio de los primeros habitantes (mal
llamados "indios") al mismo tiempo que "la trata" y la esclavitud se
desarrollaron a una escala mayor que
antes.
Luego, en la primera mitad del siglo XIX, surge un antagonismo de
intereses económicos entre el norte y el sur,
desatándose lo que la historia llamó "Guerra de
Secesión". Bajo ningún concepto esa guerra fue
librada en función de la libertad de los "negros", pues
sencillamente no era ése el problema fundamental. Una
carta escrita
en 1862 por Abraham Lincoln a Horace Greeley nos da la
razón: "Si pudiera -decía Lincoln- salvar a la
Unión sin liberar ningún esclavo, lo haría".
Esta frase me libera de todo comentario.
A pesar del transcurso del tiempo y de las enormes
transformaciones económicas y tecnológicas surgidas
en los EE.UU., el "negro" tiene un futuro mucho más triste
que el del "blanco". Por ejemplo, según datos oficiales,
entre los desocupados el "negro" ocupa un lugar privilegiado,
igualmente en los casos de los prisioneros y los condenados a
muerte.
El problema "negro" en los EE.UU. es un reflejo de las
estructuras económicas de explotación y un
síntoma de la situación explosiva de ese
país.
Como lógica
respuesta a esa situación de opresión, la resistencia de
los afroamericanos ha originado una historia de luchas y
rebeliones. Malcom X, Martin Luther King, el Black Power
(Poder Negro),
Louis Farrakhan, son ampliamente conocidos a través de la
literatura, el
cine, los
medios de
prensa,
etc.
Mención especial merece la lucha del Black Power. Fue una
respuesta al fracaso de la "integración" emprendida bajo el control del
poder burgués. Tuvo claro que el aparato gubernamental era
el enemigo. Además, estableció las relaciones
existentes entre los problemas
interiores de los EE.UU. y los del Tercer Mundo, lo que condujo a
una mayor politización de sus acciones en
contra de la pobreza, la
marginalidad,
la segregación, etc.
El 1º de mayo de 1965, luego de varias tratativas, se
fundó la National Organization for Black Power en Detroit.
Entre sus documentos
políticos más importantes mencionamos las
resoluciones adoptadas en la Conferencia para
una Nueva Política, realizada
en Chicago en 1967 y la primera Conferencia del Black Power en
Newark en el mismo año. Esta última tuvo lugar
luego del denominado "verano caliente" de 1967, cuando se
produjeron estallidos sociales en más sesenta ghettos de
Chicago, Los Angeles y otras ciudades norteamericanas. Estos
documentos adoptaron valiosas posiciones políticas:
denuncia del imperialismo y
de su acción en Indonesia, América del Sur, el
Congo, Africa del Sur, América Central y el Caribe;
denuncia de la guerra de Vietnam
interpretada como una guerra racista; se resolvió el
sostén económico a los ghettos sublevados; la lucha
contra el "draft" (servicio
militar selectivo).
Para una mayor comprensión de las ideas políticas
del Black Power, reproducimos algunas declaraciones hechas por
uno de sus principales líderes, Stokeley Carmichael:
"Para nosotros, el Poder Negro exige que nos liberemos de las
estructuras opresivas y racistas del poder blanco. Esto exige que
podamos controlar nuestras colectividades afroamericanas, que
podamos dirigir nuestros propios negocios, que tengamos un poder
de decisión en lo que concierne a la política y a
la economía.
De la misma manera, la independencia significaría para
ustedes que pudieran dirigir y reglamentar su propio destino y
administrar las riquezas de su país que están
actualmente bajo el control de una potencia
extranjera, los Estados Unidos, y
de sus representantes" (Declaración efectuada en Puerto Rico).
"En consecuencia, buscamos transformar las relaciones de fuerza
en el mundo. Los explotados deberían poder empezar ahora a
decir su palabra. Es una de las razones por las cuales rechazamos
combatir en las filas del ejército norteamericano contra
el pueblo vietnamita. El ejército norteamericano explota a
las masas afroamericanas. Las utiliza para luchar contra nuestros
propios hermanos. Nos dice que vamos a defender la "democracia",
pero nosotros comprendemos toda la hipocresía de esta
afirmación. Por eso nos oponemos ferozmente a la
conscripción de jóvenes de cualquier nacionalidad
que están como nosotros, oprimidos. Si necesitamos
combatir, combatiremos, pero por nuestro país, por la
liberación de nuestro pueblo".
Estas palabras de Carmichael, merecen ser apreciadas como una
propuesta alternativa a la solución "mágica" de la
integración defendida hasta su asesinato por otros
líderes "negros" como Martin Luther King. El líder
de Poder Negro orientó la lucha de los "negros" hacia otro
horizonte: el cuestionamiento y la lucha permanente contra las
estructuras de dominación en los EE.UU. Su visión
fue también un aporte esencial a la condena del
imperialismo yanqui en el mundo.
En "Pantera Negra" (Black Panther), diario del Black Power,
podemos leer una declaración de James Forman, otro
líder de ese movimiento,
que nos permite concluir este capítulo: "La realidad es
que este país es racista, total y completamente, y ese
racismo no es sobre todo un problema de relaciones
humanas, sino un problema de explotación sostenido por
la sociedad en su conjunto, ya sea activa o pasivamente, es
decir, no diciendo nada".
Más allá de la derrota sufrida por el Poder Negro,
del hecho que actualmente los integracionistas sean dominantes en
el seno del movimiento "negro" y que L. Farrakhan haya movilizado
hace unos años a más de un millón de
personas sobre Washington con consignas muy diferentes a las de
S. Carmichael, es indudable que desde 1967 hasta hoy, la inmensa
mayoría de los afroamericanos sienten que su única
vía de solución es el rechazo y la
destrucción del poder racista que los oprime. Los
afroamericanos más lúcidos entienden que su lucha
no es otra que la de la transformación revolucionaria de
la sociedad norteamericana, incluyendo a todos los grupos
étnicos.
No podría ser de otra manera, pues si bien hoy las
leyes
estatales y federales que impedían la integración
de los afroamericanos se abolieron, las barreras sociales siguen
existiendo y muchas veces son más fuertes que las
jurídicas. Ya no se trata de un enfrentamiento sólo
con el Ku Klux Klan, cuya presencia desmiente cada día las
aseveraciones acerca de la existencia de democracia en
Norteamérica, pues se siguen quemando iglesias de la
comunidad
"negra". En la práctica, las actuales condiciones en las
que vive la mayoría de los afroamericanos son tan
preocupantes como tres décadas atrás.
No podría ser de otra manera, pues casi las tres cuartas
partes de los "negros" ocupan un lugar marginal en la sociedad
norteamericana. El ingreso medio de ellos es un 70 por ciento
inferior que el de los "blancos". Los "negros" que tienen entre
16 y 24 años tienen más chance de morir asesinados
que por cualquier otra causa. Mientras la tasa de mortalidad
infantil de los "blancos" decrece, la de los afroamericanos
aumenta. En el sur aparecen milicias nacionalistas y
xenófobas tratando de imponer su demencial plan de "pureza
racial".
Pero no son sólo los "negros" quienes sufren el racismo en
los EE.UU. Los inmigrantes de habla hispana son discriminados a
tal punto que la frontera con
México se
ha militarizado y el estado de
California sancionó la Enmienda 167 que niega asistencia
médica y educación a los
inmigrantes ilegales y sus hijos.
Por todo ello, la revolución
socialista en los EE.UU. es también un objetivo. Y no es
sólo un asunto de "negros", "blancos" o "chicanos", sino
de todos los explotados del sistema capitalista. He resaltado
algunas posiciones de los dirigentes del Poder Negro, teniendo en
cuenta también que entendieron que la violencia
revolucionaria es un componente indispensable en la lucha por la
libertad, la justicia y por
el triunfo de la revolución, superando necesariamente las
barreras étnicas para plantear las acciones en
términos de lucha de clases y no de otra manera. Toda otra
interpretación nos conduce a retrasar el
triunfo y hacerle el juego al
enemigo común: el capitalismo.

El racismo en la
América dependiente

Debido a lo complejo del tema que estamos tratando, no
podremos ver aquí en su totalidad el problema del racismo
en la América dependiente.
El racismo se encuentra en diferentes etapas de la historia de la
humanidad y que sus argumentos seudocientíficos
recién surgieron en el siglo XIX. Vacher de la Pouge y el
conde de Gabineau son los exponentes sobresalientes de esas
tesis.
A modo de síntesis,
con respecto a Latinoamérica, se puede decir que toda la
experiencia colonialista se apoyó fundamentalmente sobre
la ideología de la inferioridad racial. Lo que
permite confirmar que el racismo es parte integrante de los
cimientos de nuestras sociedades. Y al seguir estando en la
periferia de los países centrales, donde el capitalismo
actúa como sistema de producción dominante, nuestras sociedades
son generadoras de distintos tipos de marginación, de
segregación y de exclusión.
Como en otras regiones, en Latinoamérica el racismo es
manejado por pequeños grupos que detentan el poder
económico y político con el fin de preservar sus
privilegios. Existe también toda una estructura
mental racista cuando se habla de "indio", "negro",
"judío", "gitano", etc. Los "cabecitas negras" en la
Argentina de los ´50 (gente humilde del interior del
país que emigraba a Buenos Aires),
son sólo un ejemplo de la cosificación de seres
humanos. Y toda relación social que pretende cosificar a
otros individuos es racismo.
Los datos ilustran sobre la brutal dimensión del flagelo
racista en América. Entre el siglo XVI y XIX, sacaron por
la fuerza del continente africano cerca de 45 millones de
personas, de los cuales murieron más de 25 millones
durante la travesía hacia América.
Por otra parte, antes de la llegada de los europeos había
en América una población cercana a los cien millones de
personas. Existieron grandes culturas (inca, azteca, taina, etc.)
con un sistema social y religioso propio. Después de un
siglo y medio, mediante la acción "civilizadora" europea
ayudada por la Iglesia
Católica, sólo sobrevivieron menos de cuarenta
millones, es decir, exterminaron más de sesenta millones
de seres humanos.
América
Latina se constituyó sobre un inmenso cementerio,
sobre crímenes y atrocidades de todo tipo, sobre un
etnocidio directo e indirecto de decenas de millones de personas.
Esta situación histórica generó un modo de
relaciones étnicas cuyas nefastas consecuencias perduran.
Lo más grave es que esta historia de nuestra organización económica,
política, social y cultural es aún un pasado oculto
y muchas veces negado.
Ciertamente, la única respuesta válida para
terminar con ese flagelo pasa por la revolución socialista
y la construcción de una nueva sociedad, del
"hombre nuevo"
que hablaba el Che Guevara.
Cuba es el
ejemplo más vivo de esta esperanza en nuestra
región. Si bien es cierto que el triunfo de la
revolución socialista no significó la
eliminación inmediata y de manera mecánica del racismo en Cuba, no hay duda
que es la única sociedad en el continente americano que ha
realizado verdaderas proezas para derrotarlo.
En la actualidad, con las privatizaciones y la aplicación de los
planes de hambre dictados por el FMI y el Banco Mundial,
por parte de gobiernos sometidos a los intereses de esos
organismos financieros internacionales, la situación se
complicó. Como consecuencia de ésta, la
región se enfrenta a la mayor tasa de desocupación de su historia y la pobreza hace
estragos entre las tres cuartas partes de su población.
Junto con estos problemas se registra también un aumento
en los comportamientos de discriminación.
Ha surgido con mayor fuerza un sentimiento de odio hacia el
extranjero. Queda claro que esta conducta
discriminatoria no es sostenida únicamente por el
equívoco concepto de "raza", sino que la manifiesta
hostilidad hacia los foráneos tiene una clara base
económica. Por ejemplo, es común escuchar, por
parte de algunos trabajadores, frases tales como: "los bolitas
laburan por dos pesos y nos sacan el trabajo",
"los paraguas son traicioneros", etc. Esta forma peyorativa de
nombrar a bolivianos y paraguayos, respectivamente, nos habla de
un comportamiento discriminador y racista. Pero en la base de
todo subyace el miedo a la pérdida de la fuente de trabajo
para los trabajadores del país receptor y la
difusión, por parte de las clases dominantes, de esa
equívoca explicación de la crisis para
engañar al pueblo y hacer que se culpe al extranjero,
tanto o más explotado que el trabajador nativo.
En una sociedad caracterizada por la jerarquización y
estratificación social, es obvio que el racismo tiene
posibilidad concreta de desarrollo. Esto ocurre no sólo en
Argentina, sino en cualquier país cuyas relaciones de
producción dominantes son las capitalistas.
Otro aspecto del racismo en Argentina, es la extrema
admiración por las manifestaciones culturales europeas y
yanqui, menospreciando la cultura
nativa. Unos 400.000 indios mapuches, pueblo originario del sur
patagónico, así como miles de guaraníes, del norte, son discriminados
luego de ser despojados de sus tierras. Los onas, de Tierra del
Fuego, directamente se extinguieron. Y las siete etnias que
habitan Santa Victoria (este), en la provincia de Salta, tienen
un índice de mortalidad infantil del 37 por mil de nacidos
vivos, que en 1998 aumentó dramáticamente al 72 por
mil (el promedio de Argentina es del 22 por mil), según el
director del hospital base de esa localidad. El médico
aseguró que tal duplicación se debe al incremento
de la desnutrición en los niños,
en el marco de que las necesidades básicas insatisfechas
llega en la zona al 90 por ciento de la población. Toda
esta discriminación contra los aborígenes y
criollos que viven en el lugar ocurre pese a que desde 1986 Salta
cuenta con una ley provincial
(nº 6.373) de protección a esas comunidades.
La ciencia
demostró que el concepto de "raza" no es aplicable al
género
humano y que el mismo no tiene nada que ver con cultura, sociedad
o nación,
porque el materialismo
histórico-dialéctico nos explicó hace
rato que estos términos se derivan de un desarrollo
histórico de la lucha de clases. Sin embargo, hace falta
tener una conciencia clara para no simplificar la
problemática racista en nuestra región.
Aislar el fenómeno del racismo de la lucha por la
liberación nacional y social hacia el socialismo,
tendría consecuencias negativas luego del triunfo
revolucionario. Desafortunadamente, las lacras de este flagelo a
veces las encontramos hasta entre varios militantes de la
izquierda latinoamericana. Y no hay que esperar el triunfo de la
revolución para combatirlas, pues se trata de un
obstáculo que dificulta nuestros objetivos.

Racismo y
Ciencia actual

Desgraciadamente, no todos los científicos
estuvieron al lado de la verdad a lo largo de la historia. La
complicidad de numerosos investigadores en reiteradas ocasiones
se plasmó en hechos tan aberrantes como los
crímenes que la humanidad tuvo que soportar. Y no es
cuestión del pasado sino también del presente.
Para tener una idea de esa complicidad y de su actualidad,
tomamos los casos de los investigadores estadounidenses Charles
Murray y Richard Hermstein. Estos "científicos" se han
dedicado a reunir gran cantidad de datos para demostrar una
supuesta diferencia en el promedio de capacidad intelectual de
los "blancos" con respecto a los "negros".
En 1996 publicaron sus "descubrimientos" afirmando una
superioridad del CI (coeficiente intelectual) de los "blancos".
Lo hicieron mediante una serie de tests de CI superior a 110. Por
debajo de esta categoría afirman que hay 125 millones de
personas que poseen un CI que varía en un valor cercano
a 90. Y, obviamente, para ellos hay 12 millones de personas
integradas por "negros" y otras minorías que no poseen un
CI suficiente. Y sería tan insuficiente su CI que no
pueden ascender socialmente. Incluso, sostienen que es una
pérdida de tiempo y dinero
subvencionar o mantener a los pobres de intelecto, ya que
seguirán para siempre en el mundo del crimen, del desempleo, del
alcoholismo,
etc.
Para estos pseudocientíficos se trata de un determinismo
biológico que implica una herencia de un CI
que asignaría para siempre la condición social de
un individuo.
Estos investigadores norteamericanos pretenden explicar con
razonamientos supuestamente genéticos, situaciones
derivadas de
estructuras de explotación.

Conclusión

No está probado científicamente que la
inteligencia se herede y existe un debate sobre
la inteligencia misma.
Estas ideas deben ser rechazadas, sobre todo cuando los famosos
tests de CI son construcciones arbitrarias, diseñadas a
partir de una inserción social y cultural que muchas veces
no tiene que ver con la realidad de la gente "investigada". Estos
investigadores (Murray y Hermstein), no tienen objetividad
científica, y por ende merecen mi repudio.

Ismael Agar

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