Los seres humanos vamos por la vida caminando día
a día hacia el encuentro del futuro, haciendo,
construyendo, destruyendo, descartando o aprobando cosas que para
la mayoría son cotidianas, pero no vamos pensando en si es
lo mejor, o simplemente "por que quiero esto y no esto
otro".
La mayor parte del tiempo estamos
centrados o mas bien cegados en lo que nos hemos propuesto o en
lo que "debemos" realizar y no analizamos si es que
queremos o nos gusta o no lo que hacemos.
La ética, mas
allá de códigos o normas que pueden
regir nuestra conducta y forma
de actuar, es mas bien un saber vivir o mejor dicho un
"vivir bien", que consiste en como podemos tomar
conciencia real
de lo que hacemos, por que, para que y si daña o no al
otro.
La realidad de la vida nos indica que no tenemos
conciencia alguna de lo que es vivir bien.
En primer lugar debemos preguntarnos ¿Cómo
se puede vivir bien? De esta, aparentemente, simple pregunta se
desprende la esencia de la ética y de lo que
debería ser el motor de nuestros
actos: "La libertad".
La libertad
significa tener la capacidad de poder decidir
que es lo que quiero o no hacer con mi propia existencia, si hago
esto o lo otro, si compro o no, etc. Significa poder responder a
los que nos sucede de tal o cual forma.
La libertad es nuestra fuerza en el
mundo, es lo que lo mueve y, a la vez o como consecuencia, a
nosotros.
Pero esta libertad implica una serie de ámbitos
que también debemos tener claros y lo más
importante de estos es: "La responsabilidad", esto significa que se
debe tener la conciencia de que nuestros actos colectivos o
propios deben tener la cuota de respeto que se
merecen los demás para así no
dañarlos.
La responsabilidad es el saber y responder frente a la
consecuencia de sus actos, ya sean buenas o malas, esto significa
enfrentar las situaciones que se presenten como consecuencias de
nuestros actos, enmendar los errores y aprovechar los beneficios
del estos actos.
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