- Resumen
- El líder y la
estrategia - A qué
se debe enfrentar el líder - Los
estilos de liderazgo o de dirección - Qué
dice la práctica - Líder vs
Jefe - Conclusiones
- Bibliografía
consultada
RESUMEN:
No por constituir un aspecto conocido y estudiado, el
tema del liderazgo
está acabado, mucho menos desde el punto de vista de la
estrategia. En mi
opinión sigue manteniendo plena vigencia, en tanto que las
funciones de
la gestión
continúan siendo determinantes para el éxito o
el fracaso de las organizaciones,
más allá de la disponibilidad de recursos que se
tenga o de lo benévolo del entorno. La importancia del
líder
para la
organización, específicamente para la planificación
estratégica, la relación que tiene con el jefe,
los errores y las cualidades de un líder, serán los
aspectos que intenta abordar este trabajo, para
el cual se ha empleado mucho del conocimiento
ya acumulado al respecto.
I.-
Introducción:
Desde que los hombres comenzaron a vivir en comunidad, se
hizo necesario que en su proceso de
organización natural algunos de ellos
asumieran la responsabilidad de aunar los intereses, planteara
objetivos y
controlara los incipientes resultados obtenidos. El desarrollo
así lo demandaba.
La organización resulta improductiva,
anárquica e incluso caótica cuando carece de una
figura capaz de proporcionar coherencia. Puede suceder incluso,
que habiendo cierto grupo de
individuos, no exista como tal la organización, si no se
cumplen determinadas condiciones necesarias para ser considerada
como algo más que una suma simple de
individuos.
En la práctica ha quedado comprobada la
importancia del líder en las organizaciones, ya sea en el
ámbito militar como en el civil. Su papel resulta
imprescindible por su capacidad de convocatoria, de aglutinar y
de cohesión.
En la política, la economía, el deporte, en el ejército, se
hace indispensable la figura de un líder que sea capaz de
definir objetivos, establecer una estrategia y organizar y
dirigir las acciones.
Sobrados son los ejemplos de organizaciones de diversa
índole que han alcanzado notables resultados guiadas por
un individuo, sin
que pueda desconocerse la importancia del grupo en la
consecución de los objetivos, pues serán los
encargados de materializar los resultados previstos. Un
líder sin personas que lo sigan, es como un general sin
ejército.
Sin embargo, a pesar de la importancia del líder,
existe consenso en que esta figura no se hace, sino que nace.
Innegable que las dotes naturales deberán ser redondeadas
mediante la formación y la capacitación, e incluso la experiencia
también jugará su papel, pero siempre a partir de
que existan las bases para sustentarlo.
Lamentablemente no todas las organizaciones –sea
cual sea la organización, independiente a su tamaño
y ámbito de acción–
disponen de un líder, aunque tengan una persona que las
dirija, lo cual va suponiendo la diferencia entre el líder
y el jefe jerárquico.
II.- El líder y la
estrategia.
El crecimiento
económico está condicionado en buena medida por
la rivalidad entre los actores económicos, en busca cada
uno de alcanzar una mejor posición en el sector en el cual
se desarrollan. Esta rivalidad da lugar a la competencia, la
cual funciona como un proceso de selección
natural en el ámbito empresarial, donde los que mejor
preparados estén para hacer frente a sus rivales y al
medio, serán los que sobrevivirán.
En el contexto actual de lo que modernamente se ha dado
en llamar globalización, de la apertura al exterior
de las economías nacionales, de los Tratados de
Libre Comercio
o los procesos de
integración regionales, la competencia ha
intensificado su proceso de internacionalización, no solo
de capital
financiero y tecnológico, sino también de recursos
humanos. El entorno de la empresa se ha
hecho en la actualidad mucho más amplio e incluso
impredecible, por lo que mantenerse en el sector y por ende en el
mercado, resulta
una tarea altamente compleja que demanda de los
empresarios una nueva visión desde el punto de vista de la
dirección y la estrategia.
Sector de Competencia
De esta manera, las condiciones han estado dadas
para que el escenario actual de las empresas haya
adquirido una nueva dimensión, en que la estabilidad ha
pasado a ser una verdadera quimera.
Sobrados son los ejemplos de productores que se han
visto seriamente afectados por la llegada de productos
similares procedentes de países con baja densidad de mano
de obra, como es el caso de las naciones del sudeste
asiático, liderados por China, en que
sus bajos costos laborales
llevan a una encrucijada a los productores nacionales de
occidente.
De igual manera los procesos de adquisiciones o fusiones han
adquirido una nueva dimensión, a lo que habría que
agregar las inversiones
extranjeras, tremendamente necesarias para los países
menos desarrollados, carentes de fuentes de
capital para sustentar su potencial desarrollo, pero que
constituyen a la vez una amenaza para las pequeñas y
medianas empresas nacionales.
El proceso es extremadamente complejo y contradictorio,
pero sin dudas necesario. Prácticamente ningún
país en el mundo escapa al efecto que se ha creado con el
nuevo escenario económico. Países tan poderosos
económicamente como Estados Unidos o
grupos
regionales como la Unión
Europea, han debido plantear restricciones a la importación de los productos textiles
chinos. Toyota se ha convertido en un temible competidor para los
fabricantes de automóviles en los Estados Unidos y
también en Europa, llegando
no solo a instalarse en su propio territorio, sino a
consolidarse. Ninguna estrategia ha resultado efectiva hasta el
momento para neutralizar el avance impetuoso de los competidores
asiáticos.
Los grandes grupos desarrollan estrategias no
solo de integración, sino también de
diversificación, de modo que no resulta extraño que
Adidas se asocie con Microsoft para
la producción de video juegos.
De este modo, llegar a definir una estrategia adecuada
para hacer frente a la competencia en el sector o, simplemente
adoptar una estrategia agresiva que le permita no solo consolidar
la posición de la empresa, sino
también avanzar en su nivel de posicionamiento,
requiere de personas emprendedoras, con un alto nivel de
conocimiento e iniciativa creadora, pero a la vez que sean
capaces de conducir al colectivo en la consecución de los
objetivos planteados. El compromiso del colectivo solo se alcanza
cuando es considerado como un ente activo, lo cual
dependerá de la capacidad del líder.
La implementación de las estrategias involucra a
todas las funciones y personas de la empresa. Constituye un
proceso complejo en el cual no basta con hacer la
definición de una buena estrategia en función de
las potencialidades internas y la coyuntura favorable del
entorno. Se requiere además hacer que la estrategia
funcione adecuadamente, para lo cual será necesario
evaluar y liderar los tres elementos esenciales de este proceso:
el cambio
estratégico, la estructura
formal e informal y la cultura de la
organización. Por lo antes expuesto se considera que el
papel del liderazgo es decisivo en esta fase de la
dirección estratégica, toda vez que los resultados
dependen de ello.
En este sentido, una buena organización no debe
prescindir de un buen líder. Sin embargo, es algo que no
siempre se logra, porque el líder no se forma ni tiene que
coincidir con la posición jerárquica, con el
poder. Esto
plantea la diferencia entre el líder y el
dirigente.
Como señala un autor, aun cuando el líder
y el dirigente cuentan con el carisma para realizar su trabajo,
la diferencia es radical: el carisma del líder es
personalísimo, y por ende intransferible, y
el del dirigente es institucional, y se traspasa
automáticamente al relevo en turno.
La dirigencia es un oficio, y el liderazgo un arte. Cuando
alguien adopta un papel de líder dentro de una
organización, mucho de su estilo depende de como maneje
sus habilidades, tanto técnicas,
como humanas y conceptuales. Muchos buenos individuos, con una
altísima calificación técnica, dotados de
una prodigiosa inteligencia y
una buena capacidad creadora, son incapaces de aglutinar, de
hacerse seguir por el resto de las personas que lo rodean. En
estos casos no hay empatía entre las cualidades
profesionales con las de liderazgo.
No siempre los buenos profesionales, los buenos
trabajadores, serán buenos dirigentes, al menos desde el
punto de vista de hacer funcionar al colectivo bajo la dinámica de trabajo necesaria para alcanzar
las metas y objetivos. En este sentido faltará habilidad
técnica, aquella que establece la capacidad para revertir
a su favor o de la organización las potencialidades del
colectivo, visto este como la suma íntegra de todos los
que lo integran.
El otro elemento es su habilidad humana a través
de la cual influye en las personas, a partir de la
motivación y de una aplicación efectiva de la
conducción del grupo para lograr determinados
propósitos. Esta habilidad llega a ser tan importante, que
puesta en función de una buena causa, reportará
beneficios inconmensurables, pero de igual manera, cuando se
emplea para una causa negativa, causará efectos
devastadores. De aquí la importancia del poder de
persuasión, de motivación
y conducción del líder.
El tercer y último elemento corresponde a la
habilidad conceptual, aquella capacidad que se tiene para
comprender la complejidad de la organización en su
conjunto, y entender donde engrana su influencia personal dentro
de la organización, a dónde hay que dirigir los
esfuerzos, la inteligencia y la capacidad creadora. En cierta
medida este aspecto determina el método de
dirección a emplear, del cual haremos referencia
más adelante.
El líder deberá contribuir a crear una
organización dinámica, capaz de adaptarse a los
cambios del entorno, para lo cual es necesario preparar al
colectivo, tanto a directivos como a los trabajadores de
línea, toda vez que el temor al cambio sigue siendo un
factor clave en la actitud de
muchas personas, no solo de trabajadores y funcionarios, sino
también de ejecutivos y directivos.
Conociendo a fondo estos elementos, el líder
puede actuar de forma más óptima.
Cada individuo en la práctica va perfeccionando,
o en su caso, deteriorando estas habilidades de acuerdo a su
posición y resultados dentro de la organización a
lo largo del tiempo, y va
conformando su propio estilo de liderazgo, el cual puede oscilar
entre los extremos del dejar hacer sin intervenir hasta el de
controlarlo todo.
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