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La ley y el sábado de Jehová (página 2)




Enviado por Giovanni Giovanni



Partes: 1, 2, 3

Mucha razón tiene Fausset en eso de las
conclusiones precipitadas que algunos sacan del silencio del
Génesis. Por ejemplo, ¿dónde hay una orden
en el Génesis en el Génesis sobre los sacrificios?
En ninguna parte. Sin embargo, vemos que Adán y Eva fueron
vestidos con "túnicas de pieles", obviamente provenientes
de animales
sacrificados (Gén. 3:21). Además, vemos a Abel
ofreciendo a Jehová una ofrenda "de los
primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas"
(Gén 4:4). ¿Dónde está la orden de
los sacrificios? ¡No aparece en el relato!
¿Habrá de concluirse por eso que nunca se dio tal
indicación? De ninguna manera. Así tampoco puede
concluirse que Dios no reveló su voluntad a los primeros
humanos, tan sólo porque en el relato no se registra tal
indicación.

El renombrado teólogo calvinista y
catedrático de la Universidad de
Princeton Charles Hodge (1797-1878) dedica una porción de
su Teología Sistemática a demostrar la
perpetuidad del sábado. Para su tiempo
había teólogos que enseñaban que el
sábado era una institución judía y por tanto
no obligaba a los cristianos. Al respecto, Hodge
aclara:

La obligación original y universal de la
ley del
Sábado puede inferirse de su lugar en el
decálogo. Como todos los otros mandamientos en esa
revelación fundamental de deberes de los hombres para
Dios y para su prójimo, son morales y permanentes en su
obligación, sería incongruente e innatural que el
cuarto fuera una solitaria excepción… ¿No
debe decirse correctamente que si el mandamiento "No
robarás" está vigente todavía, todo el
código de la ley mosaica también
lo está? El cuarto mandamiento es leído en todas
las iglesias Cristianas, cada vez que se lee el
decálogo, y a la gente se le enseña a decir,
"Señor, ten misericordia de nosotros, e inclina nuestros
corazones para guardar esta ley".

Tras analizar y rebatir los argumentos de los que
combatían el cuarto mandamiento, Hodge concluye que "el
Sábado fue instituido desde el principio, y fue
diseñado para ser de obligación universal y
permanente".

En la segunda pregunta se asegura que en la Biblia no se
menciona la palabra "sábado" sino más de dos mil
años después de Adán. Nada más
alejado de la verdad. En Génesis 2:2, 3 se dice que Dios
"reposó" el séptimo día. Como es bien
sabido, la palabra hebrea para "reposar" es sabath, de
donde se origina el vocablo español
"sábado". Así que la palabra que la pregunta
Nº 8 asegura que no apareció sino "cuando
habían pasado más de dos mil años desde la
creación del hombre", en
realidad apareció al día siguiente de la
creación.

Nuestros interpeladores entienden que la ausencia de la
palabra "sábado" antes de Sinaí es prueba de que no
se trata de un mandamiento eterno. Ahora, puesto que se ha
demostrado que la palabra sí existía mucho
antes del Éxodo, ¿creerán que sí es
un mandamiento de obligación eterna?

Finalmente, en cuanto a que se deba mencionar el
sábado "muchas veces" antes de Sinaí, en realidad
esa es una presunción sin asidero en las Escrituras, pues
tampoco se mencionan "muchas veces" los otros mandamientos. Es
más, tal como hemos visto, hay algunos mandamientos que ni
siquiera se les menciona una sola vez, sino hasta que son
dictados en Sinaí, a diferencia del sábado, que es
mencionado desde la creación. Sin embargo, nadie supone
por eso que los hijos de Dios no los guardaban.

9. ¿Dónde dicen las Escrituras que se
haya dado mandamiento alguno de guardar el séptimo
día antes de que el pueblo de Israel fuese
redimido de la esclavitud en
Egipto?
Habrá que citar capítulo y versículo en cada
caso, sin hacer referencia a Génesis 2:1- 3, pues
allí no hay mandamiento.

Dios bendijo el sábado al terminar la obra de
creación, y no ha de creerse que la bendición del
sábado estuvo en estado de
latencia hasta que llegó el pacto sinaítico. La
Biblia dice claramente: "El séptimo día
terminó Dios lo que había hecho, y
descansó. Entonces
bendijo el séptimo día y lo declaró
día sagrado, porque en ese día descansó de
todo su trabajo de
creación" (Gén. 2:2, 3, Dios Habla Hoy).
Ahora bien, toda santificación es de efecto inmediato,
pues aquello que Dios santifica no necesita esperar siglos para
ser santo. Por consiguiente, la observancia del sábado
atañó a los patriarcas, quienes vivieron
después de que el sábado de Jehová fue
santificado.

John Wesley, fundador de la Iglesia
Metodista, explica que el cuarto mandamiento no fue introducido
por primera vez en Sinaí: "Leemos que Dios bendijo y
santificó el séptimo día desde el
principio
, Génesis 2:3, así que esta no fue la
promulgación de una nueva ley, sino la reposición
de una ley antigua". Partiendo de la información que aporta la Biblia, Wesley
saca las siguientes conclusiones:

1. Que la observancia solemne de un día entre
siete como día de reposo, y obra santa, es un deber
indispensable para todos aquellos a quienes Dios ha revelado
sus santos sábados. 2. Que los sábados son tan
antiguos como el mundo
. 3. Que el sábado del
Señor es verdaderamente honorable, y no tenemos
razón para deshonrarlo
; honradlo en razón de
su antigüedad, su gran autor, y la
santificación del primer sábado por el mismo
santo Dios, y en obediencia a él, por nuestra primera
pareja en inocencia
.

De modo que a Wesley no le cabía la menor duda de
que Adán y Eva guardaron el sábado desde el
principio.

Secundando a Wesley estará el comentarista
protestante Robert Jamieson, quien declara que "la
institución del Sábado es tan antigua como la
creación
".

Matthew Henry, otro reputado comentarista bíblico
y pastor presbiteriano, declara al explicar Génesis 2:1-3:
"No veo razón para dudar que el sábado, que fue
instituido en la inocencia, fuera observado religiosamente por el
pueblo de Dios durante la era patriarcal
". Y tiene
razón Matthew Henry en no dudar, porque la experiencia del
maná demuestra que los israelitas ya sabían del
sábado y habían dejado de observarlo durante su
permanencia en Egipto, y es por eso que Jehová Dios los
pone a prueba: "Mañana es sábado, el día de
reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que
cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar,
cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para
mañana…" (Éx. 16:23). Nótese que los
israelitas no preguntaron de qué se trataba aquel
mandamiento del sábado, si es que era algún nuevo
antojo de Jehová Dios. Porque cuando se les dio el
maná preguntaron: "«¿Qué es
esto?», porque no sabían qué era" (vers. 15).
Sin embargo, no preguntaron nada acerca del sábado. No
preguntaron nada, porque no había nada que preguntar.
Ellos sabían lo que era el sábado como mandamiento
divino.

Jehová informa a Moisés: "Mira, yo
haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo
saldrá a recoger cada día la porción diaria;
así le pondré a prueba para ver si anda o no
según mi ley
" (vers. 4, Biblia de
Jerusalén
). ¿Cuál ley? La misma que
contiene el mandamiento del sábado, ya que la prueba fue
precisamente el día de reposo, lo que demuestra que
aquella ley que Israel violaba incluía la observancia del
séptimo día.

Nótese también cómo cuando Israel
falla en esta prueba Dios exclama: "¿Hasta
cuándo
os negaréis a guardar mis mandamientos y
mis leyes?"
(Éx. 16:28). Esto demuestra que los israelitas ya
venían desobedeciendo la ley de Dios de manera continua y
por largo tiempo, pues de lo contrario esta queja de Dios no
tendría sentido. Luego, los Diez Mandamientos que Dios dio
en Sinaí no fueron nuevos conceptos para los israelitas,
sino un pacto de obediencia a aquella ley de la que ellos se
sabían transgresores.

El autor bautista A. W. Pink (1886-1952),
expone:

En algunos lugares "la Ley de Dios" puede referirse a
toda la voluntad de Dios revelada, pero en la mayoría de
los casos se refiere a los Diez Mandamientos; y es en este
sentido estricto que usamos el término. Esta Ley fue
impresa en la naturaleza
moral del
hombre desde el principio
, y aunque ahora ha caído,
todavía muestra la obra
de ella escrita en el corazón.
Esta ley nunca ha sido revocada, y en la verdadera
naturaleza de las cosas, no puede serlo
.

Esto mismo es lo que enseña la doctrina
adventista, lo mismo que nos enseña la palabra de
Dios.

10. Si el mandamiento fue dado a Adán en el
día de la creación, ¿cómo es que se
equivocó de fecha? Adán fue creado el sexto
día; el séptimo día al cual se hace
referencia en el Génesis fue el segundo de su existencia.
Si Adán tuvo que trabajar seis días y luego
descansar en el séptimo, ya estaría equivocado por
cinco días en su cálculo.
El sábado suyo no
sería el séptimo día porque habría
trabajado un solo día. "El sábado de Adán
fue un sábado del segundo día."

Es incorrecto hablar del "sábado suyo"
refiriéndose a Adán, o "el sábado de
Adán", pues el séptimo día no se cuenta en
relación con el nacimiento del hombre, sino en
relación con la creación del mundo. Este sofisma
demuestra que el autor o los autores de las preguntas se ven
obligados a recurrir al mínimo artificio posible con tal
de desvirtuar la santidad de un día que se sabe que Dios
santificó en el Edén. Que Adán descansara el
segundo día de su vida ni viola ningún mandamiento
ni desvirtúa la santidad del sábado. El cuarto
mandamiento no significa descansar el séptimo día
después que uno nace, sino descansar el séptimo
día de la semana, es decir, de la semana que el
Señor creó.

En realidad, más absurdo sería creer que
Adán se negara a guardar el primer sábado alegando
que todavía le faltaban cinco días de
trabajo.

 11. ¿No han leído Nehemías
9:12-14, donde dice claramente que el sábado fue dado al
pueblo de Israel en el Monte Sinaí? Viendo que el
sábado fue dado solamente a Israel, ¿por qué
insisten en obligar a otros a guardarlo?

Por lo que se ve, los defensores de la tesis
abrogacionista parecen no haber leído Nehemías
9:18, donde dice que los israelitas "cometieron grandes ofensas"
al fabricarse un "becerro de fundición" como ídolo.
Puesto que eso lo hizo Israel en Sinaí, ¿significa
que los demás hombres están autorizados para adorar
ídolos? Según el principio interpretativo de la
pregunta, los cristianos de hoy podrían practicar la
idolatría, ya que el mandamiento contra la
idolatría "fue dado solamente a Israel", y no a otro
pueblo.

Pero Nehemías no dice, como nuestros retadores
pretenden, que el sábado fue dado "solamente" a Israel.
Esa palabra ha sido agregada a propósito. Jesús
dice que "el sábado fue hecho por causa del hombre" (Mar.
2:27). No dice "por causa del israelita", lo cual sería de
esperar si este mandamiento fuese una exclusividad de los
judíos.
Pero al decir "pro causa del hombre", Jesús ratifica la
universalidad de este mandamiento, al igual que los
otros.

El apóstol Juan, al referirse a los ritos de
expiación, los llama indistintamente "fiestas de los
judíos". A la Pascua, "Pascua de los judíos" (Juan
2:13; 6:4; 11:55; 19:42); a la Fiesta de los Tabernáculos,
"la fiesta de los judíos, la de los Tabernáculos"
(Juan 7:2); y a otras fiestas "de los judíos" (Juan 2:6;
5:1), con lo que Juan aclara la limitación de estas
fiestas a la nación
de Israel, y por lo tanto no son extensibles a los gentiles. Pero
no ocurre así con el sábado. Juan se refiere al
menos unas 11 veces al sabbáton, pero ni él,
ni ningún otro escritor del NT se refiere al
séptimo día como el "sábado de los
judíos". Esto permite aclarar que no se trataba de un
mandamiento limitado a los israelitas, sino que es extensivo a
todos los hombres, como lo es el resto de los
mandamientos.

 12. ¿Por qué ponen ustedes a los
gentiles bajo el sábado, cuando a ellos nunca les fue
dado? La ley dice: "Señal es para siempre entre mí
y los hijos de Israel". (Éxodo 31:16,17). No hace
mención de los gentiles. Léanse también
Ezequiel 20:10-12.

Se nota el interés de
los antinomianistas por saberse librados de la observancia del
sábado. Todos tenemos la plena libertad de
escoger si obedecer a Dios o no (1 Re. 18:21). Lo que nadie puede
hacer es pisotear las Escrituras, ni forjarla a martillazos para
que digan lo que no dicen. Hoy hay un Israel espiritual, no de
carne, sino de corazón. Esto es al menos lo que
enseña Pablo a los efesios, quienes no eran israelitas
según la carne, pero por la sangre de Cristo
ya no pueden ser considerados extranjeros (Ef. 2:1-22). A los
gálatas les dice: "…si vosotros sois de Cristo,
ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos
según la promesa" (Gál. 3:29), y a los romanos les
dice: "No es judío el que lo es exteriormente, ni es la
circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la
circuncisión es la del corazón, en espíritu
y no según la letra. La alabanza del tal no viene de los
hombres, sino de Dios" (Rom. 2:28, 29).

Esto quiere decir que hay un Israel espiritual, heredero
del nuevo pacto que Jehová estableció con el
sacrificio de Cristo. Nótese en qué consiste el
nuevo pacto: "Pero este es el pacto que haré con la casa
de Israel después de aquellos días, dice
Jehová: Pondré mi ley en su mente y la
escribiré en su corazón; yo
seré su Dios, y ellos serán mi pueblo." (Jer.
31:33). Obsérvese que en el nuevo pacto la ley no
sería borrada, sino escrita en los corazones. Pablo
luego citará a Jeremías para explicar que Cristo ha
cumplido ese pacto en la iglesia cristiana (Heb. 10:15-17). En
ningún lugar de la Biblia se dice que este nuevo pacto
sería sin ley, o que el nuevo pacto implicaría la
anulación de la Ley. Jesús dijo: "Más
fácil es que pasen el cielo y la tierra, que
se frustre una tilde de la Ley" (Luc. 16:17). Por eso, pretender
que la ley fue eliminada para los gentiles, es contrariar lo que
la Biblia enseña al respecto.

 13. La ley dice: "El día séptimo
os será santo, día de reposo para Jehová;
cualquiera que en él hiciere trabajo alguno,
morirá". (Éxodo 35:2; 31:14). Si la primera parte
de la cita es obligatoria para los cristianos, debe serlo
también la segunda parte. ¿Por qué no
cumplir la ley que manda matar a los que trabajan en el
día sábado?

En principio, no sólo los transgresores del
sábado, sino todo aquel que viola los mandamientos de Dios
sin arrepentirse de sus pecados, habrá de pagar con
la muerte
eterna, en conformidad con lo que estipula la Escritura
(Rom. 2:12). "Dormirán el sueño eterno y no
despertarán" (Jer. 51:57). "Los abrasará, dice
Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni
raíz ni rama" (Mal. 4:1). Sin embargo, la pregunta sugiere
que sólo los que profanaban el sábado debían
morir en el antiguo Israel, lo cual es falso. Los asesinos
(Éx. 21:12), los zoófilos (Éx. 22:19), los
idólatras (Lev. 20:2; Deut. 13:5,10,13-15; 17:2-7;
Núm. 25:1-9), los hechiceros (Éx. 22:18; Lev.
20:27), los falsos profetas (Deut. 13:5; 18:20), los maldicientes
a los padres (Lev. 20:9; Éx. 21:15,17), los
adúlteros (Lev. 20:10; Deut. 22:22), los incestuosos (Lev.
18:6-17,29; 20:11,12,14), los sodomitas (Lev. 20:13; 18:22), los
secuestradores (Éx. 21:16; Deut. 24:7) y otros que
practicaban otros pecados eran igualmente llevados a la muerte. Estos
pecados, ¿están abolidos hoy?

No conozco ninguna confesión que se llame
cristiana que autorice a sus seguidores a practicar pecados como
estos. Antes bien, las amonestaciones contra estas y otras
prácticas son abundantes en todas las denominaciones. Con
todo, ninguna de ellas intenta matar a los que practican tales
cosas. Si se quiere exigir a los adventistas que maten a los
trasgresores del sábado, habrá que exigir a las
demás denominaciones que hagan lo mismo con los
adúlteros, con los blasfemos, con los asesinos, con los
sodomitas, etc.

 14. ¿Por qué comen lo que ha sido
preparado con un fuego encendido en día sábado?
¿No saben que así infringen la ley sobre la cual
basan su salvación eterna? (Éxodo 35:1-3,
16:23-30).

Sobre encender fuego en sábado, véase la
respuesta a la pregunta Nº 9. Sobre la declaración de
que los adventistas basan su salvación eterna en la
observancia de la ley, es falso. La salvación es un don
gratuito de Dios (Ef. 2:8). Nadie se salva por sus propias obras
(Gál. 2:16). Sin embargo, la justificación por la
fe no implica que deba desaparecer la obediencia a la ley.
"¿Por la fe invalidamos la Ley? ¡De ninguna manera!
Más bien, confirmamos la Ley" (Rom. 3:31). La lectura que
le da Adam Clarke a este pasaje es ésta:

Debemos tener cuidado con el Antinomianismo;
esto es, suponer que, porque Cristo ha sido obediente hasta la
muerte, no hay necesidad de que obedezcamos sus justos
mandamientos. Si así fuera, la gracia de Cristo
tendería a la destrucción de la ley, y no a su
establecimiento. Sólo es salvo de sus pecados aquel que
tiene la ley de Dios escrita en su corazón; y
sólo tiene la ley escrita en su corazón aquel que
vive una vida inocente, santa y útil. Dondequiera que
Cristo vive, obra: y su obra de justicia
aparecerá en sus siervos, y su efecto será
quietud y seguridad
para siempre. La vida de Dios en el alma del
hombre es el principio que salva y preserva
eternamente.

El teólogo bautista John Gill coincide con
Clarke, al exponer:

la ley no queda anulada, ni por la gracia
ni por la doctrina de la fe
… porque la fe no
está bien si no se asiste con las obras de la justicia;
y las obras no están bien si no brotan de la fe. Tal es
la conexión que hay entre la fe y las obras; y la una
depende de la otra por igual… sí, la ley
está tan lejos de ser anulada, que queda establecida por
esta doctrina
; porque por la doctrina se defiende su
perpetuidad, se reconoce su espiritualidad, se asegura su
perfecta justicia: de acuerdo con la doctrina todas sus
demandas son respondidas.

Esto es exactamente lo que la Biblia enseña sobre
la fe y las obras. "¿De qué aprovechará si
alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle?… la fe sin obras está muerta" (Sant.
2:14, 17). Y es esta precisamente la posición adventista
sobre la salvación, según puede leerse en sus
Creencias Fundamentales.

15. ¿Por qué no cumplen con la ley
ofreciendo sacrificios cada sábado? Es parte esencial de
la ley del sábado, según Números 28:9,10,
pero ustedes no respetan la ordenanza.

La mayor prueba de la falacia de este argumento es que
los apóstoles observaron el día de reposo sin
realizar sacrificios (Hec. 13:14, 42; 16:13; 18:3, 4). Y no lo
hacían, porque los sacrificios ya no tenían sentido
alguno, habiendo muerto ya Aquel a quien apuntaban los
sacrificios (Heb. 10:11, 12).

Por alguna extraña razón, nuestros
examinadores leen sólo las porciones que les convienen, y
dejan de leer las que no les convienen. Por ejemplo, en la cita
de Números 28 pasan por alto los primeros 8
versículos. En ellos se ordenan los sacrificios
diarios a Dios: "todos los días me deben
traer para el holocausto
continuo dos corderos de un año y sin defecto" (vers. 2,
Nueva Versión Internacional). Se debía
sacrificar uno en la mañana, y otro en la tarde (vers. 4).
¿Cumple la cristiandad con esta ordenanza? Si no lo hace,
los adventistas tampoco están obligados a hacerlo en
sábado, por las mismas razones.

 16. Si los mandamientos o la ley quiere
decir los diez mandamientos, y nada más, ¿por
qué respondió el Señor Jesús acerca
de la ley citando dos mandamientos que no se encuentran entre los
diez? En Mateo 22:35-40, Él citó uno del libro de
Levítico y otro de Deuteronomio. ¿Acaso empleaba el
engaño? Si el adventismo está en lo correcto,
entonces sólo una u otra de estas cosas es
verdad.

Tal como lo explican Jesús y Pablo, los Diez
Mandamientos están fundamentados en el amor a Dios
y al prójimo (Mat. 22:40; Rom. 13:9). Nadie que diga que
ama al prójimo tendrá una conducta social
impropia, como mentir, adulterar, robar y matar. Del mismo modo,
nadie que diga amar a Dios lo ofenderá adorando
ídolos, o blasfemando su nombre, o violando su
sábado. Es algo que Dios ha escrito y ordenado, no
el hombre ni
la iglesia adventista. En cambio, son
los hombres los que dicen "no hay que guardar el sábado",
y al respecto argumentan diferentes excusas. En tanto Dios dice
"acuérdate de mi sábado", las iglesias dicen: "no
lo guardes". ¿A quién hemos de obedecer? (Hechos
5:29).

Se equivoca quien diga que los adventistas
enseñan que la frase "la ley" se refiere sólo a los
Diez Mandamientos. Antes bien, la ley representa un caso
de polisemia como otros en la Biblia y, por tal motivo, su
significado ha de entenderse de acuerdo con el contexto en que
aparezca. Los adventistas enseñan, de acuerdo con el
texto sagrado,
que la ley puede referirse a los Diez Mandamientos (Rom. 7:7),
pero también a la ley ceremonial (Gál.
3:19).

En realidad, son los refractarios del adventismo los que
se empeñan en decir que "la ley" significa siempre una y
la misma cosa, para así poder tener
una excusa para borrar los Diez Mandamientos allí donde la
Biblia se refiere a la nulidad de las ceremonias.

  17. El apóstol Pablo describe la
ley como un ministerio de muerte en letras grabadas en piedra. (2
Corintios 3:1-18; Éxodo 20:1-17; 31:18; 32:15,16;
34:1-28). Nos dice que había de perecer. (2 Corintios
3:7-11). ¿Puede el adventismo decirnos quién la
hizo volver?

Aunque se lea y se relea todo 2 Corintios 3, no se
hallará allí una sola indicación de que la
ley fuera borrada. Antes bien, dice que la ley estará
escrita en "tablas de carne del corazón" (vers. 3). Si no
hubiera ley, no habría nada que escribir en el
corazón. No obstante, Jeremías indica que en el
nuevo pacto la ley ha de ser escrita en las mentes y en los
corazones de los hijos de Dios (Jer. 31:33). No para salvarse por
cumplirla, sino como resultado de que han sido perdonados (Juan
8:10).

El ministerio de muerte indica que, como todos los
hombres han pecado, están destituidos de la gloria de
Dios. Sin embargo, al aparecer Cristo los hombres reciben la
oferta de
perdón de Dios, en virtud de que el Hijo saldó esa
deuda que teníamos con Dios. Sin embargo, aunque recibamos
perdón, el sacrifico de Cristo quedaría sin efecto
si el hombre perdonado se empeñara en seguir
transgrediendo la ley. "¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al
pecado, ¿cómo viviremos aún en
él?" (Rom. 6:28, 29).

Lo que explica Pablo en 2 Corintios 3 no es que la ley
haya sido borrada, sino que ha sido escrita en el corazón,
tal como se había prometido. Pero si la ley está
escrita en el corazón, ¿significa eso que el
cristiano debe olvidarla? ¿O por el contrario significa
que vivirá de acuerdo con ella? Nuestro Dios lo aclara:
"Os daré un corazón nuevo y pondré un
espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de
vosotros el corazón de piedra y os daré un
corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi
espíritu, y haré que andéis en mis estatutos
y que guardéis mis preceptos y los pongáis por
obra" (Ez. 36:26, 27). De modo que el hombre sincero que se
acerca a Dios, en lugar de quejarse por la vigencia de la ley,
cantará:

El hacer tu voluntad, Dios
mío, me ha agradado,

y tu Ley está en medio de mi
corazón
(Sal. 40:8)

Y también:

¡Cuánto amo yo tu
Ley!

¡Todo el día es ella mi
meditación!
(Sal. 119:97)

 

18. En Gálatas 3:19, leemos que la ley fue
puesta hasta que viniese la simiente, dejando así claro
que la ley no sería perpetua sino que serviría por
un tiempo definido. La Simiente, Cristo, ha venido y nos ha
redimido de la ley. (Gálatas 3:13). De manera que,
según las Escrituras, ha terminado el período para
el cual nos fue dada la ley. Somos libres de ella. Nótense
también Romanos 7:1-6. ¿Aceptan los dichos de la
Palabra de Dios en este sentido?

Aceptamos lo que la Biblia dice sobre la ley, pero no lo
que los antinomianistas dicen. En cuanto a Gálatas 3:19,
estamos de acuerdo con que esa ley que allí se menciona
está abolida. Pero nótese a qué ley se
refiere: la que "fue añadida a causa de las
transgresiones". Como hemos visto, si había
transgresiones, es porque había una ley que se estaba
transgrediendo (Rom. 4:15). Así, Gálatas 3:19 se
refiere a la ley que se ordenó como sombra de Cristo, el
conjunto de sacrificios y actos ceremoniales, los cuales fueron
efectivamente añadidos como símbolos del sacrifico expiatorio del
Cordero de Dios (Luc. 24:44).

Sin embargo, se declara en la pregunta que Cristo nos
"ha redimido de la ley", como queriendo decir que ya no hay que
obedecer la ley. Cristo nos redimió de la
maldición
de la ley, es decir, nos salvó de la
condenación que pendía sobre nosotros como
pecadores. Porque todos somos pecadores, pues todos hemos violado
la ley de Dios (Rom 3:23; 5:12). Pero Gálatas 3:13 no
dice
que Cristo nos autoriza a desobedecer la ley de Dios,
que es los antinomianistas quieren que diga. Tampoco lo dice el
resto de la Biblia. Al contrario, Pablo declara
enfáticamente: "yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la
ley de Cristo" (1 Cor. 9:21). ¿Y qué es la ley de
Cristo? El bautista A. W. Pink nos lo dice:

La "Ley de Cristo" es la Ley moral de Dios, pero en
las manos del Mediador. Es la Ley bajo la cual Cristo Mismo
nació (Gál. 4:4). Es la Ley que está en su
corazón (Sal. 40:8). Es la Ley que Él vino a
"cumplir" (Mat. 5:17). La "Ley de Dios" es ahora llamada "la
Ley de Cristo" porque ahora se relaciona con todos los
Cristianos
. Como criaturas estamos para "servir a la ley de
Dios" (Rom. 7:25). Como pecadores redimidos estamos obligados a
ser "siervos de Cristo" (Ef. 6:6), y así es como estamos
obligados a servir "a Cristo el Señor" (Col. 3:24). La
relación entre estas dos apelaciones, "la ley de Dios" y
"la ley de Cristo" está claramente demostrada en 1 Cor.
9:21, donde el apóstol declara, que él no estaba
sin ley de Dios, porque él estaba "bajo" la ley de
Cristo.

O tal como lo vierte la Biblia en Lenguaje
Sencillo
: "Esto no significa que no obedezca yo la ley de
Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo".
Pink corrige a quienes pretenden que Pablo está aboliendo
el decálogo en Gálatas 3:13:

…una cuidadosa lectura de
la Epístola mostrará que la Emancipación
aquí no es de la Ley como regla de conducta moral, sino
de la maldición o pena de la Ley; y la herejía
particular de los Judaizantes no era que pretendían
hacer presión
en los santos en relación con los Diez Mandamientos como
norma de vida, sino que insistían que las obras de la
Ley debían cumplirse para que el pecador pudiera
salvarse. (Véase Hechos 15:1). El problema en Galacia
era el legalismo y el ritualismo.

Exactamente, el problema no era la ley, sino el
legalismo y el ritualismo, esto es, pretender hacer justicia
propia por encima de los méritos de Cristo. Aunque en
Gálatas 3:13 Pablo ataca el legalismo, no ataca la
vigencia de la ley, la cual ya él ha validado varias
veces. De este mismo pasaje John Wesley entiende que "todos los
Cristianos estarán bajo la ley para siempre".

Adam Clarke también aporta: "Aunque Cristo vino
al mundo para redimir a los creyentes de la maldición de
la ley, él no los redimió de la necesidad de
caminar en esa novedad de vida que estos mandamientos inculcan
tan fuertemente".

El hecho mismo de que todos seamos pecadores indica que
la ley de Dios sigue vigente, porque si ya no hubiera ley, nadie
sería pecador, de acuerdo con lo que dice Pablo: "donde no
hay ley, tampoco hay transgresión" (Rom. 4:15, comp. Rom.
3:20).

Nuestros examinadores nos piden que leamos Romanos
7:1-6. ¿Habrán leído ellos realmente ese
texto? Romanos 7 es uno de los capítulos más
esclarecedores en relación con el tema de la ley y la
salvación. La ley, según lo que enseña Pablo
allí, condena al hombre, por cuanto el hombre la
violó: "al venir el mandamiento, el pecado revivió
y yo morí" (Rom. 7:9). Sin embargo, la muerte de Cristo ha
logrado que el hombre sea salvado del peso de muerte que pende
sobre todo transgresor. Al morir Cristo en nuestro lugar, es como
si nosotros mismos hubiésemos sido crucificados. Es lo que
explica Pablo claramente al decir que "habéis muerto a la
Ley mediante el cuerpo de Cristo" (vers. 4). Obsérvese que
no es la ley la que ha muerto, sino nosotros a ella, por
medio del sacrifico vicario de Cristo (Gál. 5:24). Puesto
que ya Cristo murió por nosotros, quedamos libres de la
condenación de la ley.

Nótese además que el problema no es la ley
sino el pecado, es decir, la desobediencia a la ley. Pablo aclara
que la ley no es mala: "el mismo mandamiento que era para vida, a
mí me resultó para muerte, porque el pecado,
aprovechándose del mandamiento, me engañó, y
por él me mató" (Rom. 7:10, 11). No es malo el
mandamiento en sí, sino su trnasgresión, con la
consecuente pena de la muerte eterna. Pero Pablo aclara: "De
manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo,
justo y bueno" (vers. 12). ¿Pero cómo es que siendo
bueno el mandamiento puede causar la muerte? Pablo lo explica:
"Entonces, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para
mí? ¡De ninguna manera! Más bien,
el pecado, para mostrarse como pecado, produjo en
mí la muerte
por medio de lo que es bueno, a fin de
que el pecado, por medio del mandamiento, llegara a ser
extremadamente pecaminoso" (vers. 13).

En los versículos 15-25 Pablo manifiesta
claramente que él no puede quitarse el pecado obedeciendo
la ley, sencillamente porque su naturaleza
humana es pecadora. Sin embargo, él ratifica:
"Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios",
dándole así plena vigencia a la ley. Con todo,
Pablo sabe que es pecador y, aunque en su mente están
escritos los mandamientos, él no puede dejar de pecar por
su propio esfuerzo (17-21).

Adam Clarke anota:

Aunque se dice que Cristo ha cumplido la ley por
nosotros, en ningún lugar de la Escritura se entiende
que él ha cumplido tanto estas Diez Leyes como para
eximirnos a nosotros de la necesidad y el privilegio de no ser
idólatras, maldicientes, violadores del Sábado,
hijos desobedientes y crueles, asesinos, adúlteros,
ladrones, y testigos corruptos. Todos estos mandamientos, es
verdad, los cumplió él puntualmente; y todos
estos los escribe él en el corazón de cada alma
redimida por su sangre.

Y hay una gran diferencia entre escribir la ley en el
corazón y declarar que esa ley ha sido borrada.

Matthew Henry coincide con Clarke en este respecto al
comentar Éxodo 34:1-4:

Aun bajo el evangelio de paz y reconciliación
por Cristo (de quien la intercesión de Moisés era
típica) la ley moral debía continuar vigente para
los creyentes. Aunque Cristo nos ha redimido de la
maldición de la ley, no nos ha librado de su
mandamiento, sino que todavía estamos bajo la ley de
Cristo; cuando nuestro Salvador, en su sermón de la
montaña, expuso la ley moral, y la vindicó de las
glosas corruptas con las que los escribas y los Fariseos la
habían roto (Mat 5:19), él en efecto renueva las
tablas, y las hace como las primeras, esto es, reduce la ley a
su sentido e intención primitivos.

Lamentablemente para nuestros retadores, escogieron un
pasaje que, lejos de echar por tierra la ley
de Dios, la ratifica. En realidad, ninguna oportunidad hay de
encontrar un pasaje bíblico que declare que el hombre haya
quedado desobligado de obedecer la ley. ¡Todo lo contrario!
Tal como lo enseña el teólogo de la iglesia
reformada J. L. Berkhof: "Es imposible imaginar una
condición en la que el hombre fuera capaz de reclamar
libertad de la ley en ese sentido".

19. Si los cristianos están obligados a
guardar el sábado, ¿por qué no fue incluido
esto en la importantísima carta enviada a
las iglesias por el concilio de apóstoles y ancianos que
se celebró en Jerusalén para considerar la
cuestión de si los gentiles deberían guardar la
ley? (Hechos 15:1-29).

Si se lee atentamente el capítulo 15 de Hechos se
notará que en la iglesia primitiva algunos judaizantes
querían imponer la circuncisión y todas las
ceremonias mosaicas (Hec. 15:1, 5). Como puede verse, el problema
no estaba relacionado con los Diez Mandamientos, sino con la ley
ceremonial, la cual ya había sido abolida por la muerte de
Cristo y por tanto invalidada (Ef. 2:13-15).
¿Creerá alguien que, como en Hechos 15:20 no se
menciona el sábado, los cristianos están
desobligados de guardarlo? Allí tampoco se les
prohíbe a los cristianos robar. ¿Significa eso que
los cristianos pueden robar? Tampoco se prohíbe matar.
¿Somos por eso libres de matar? Decididamente no. El
silencio del decreto de los apóstoles en relación
con el sexto y octavo mandamientos no significa que ya no
debían observarse, sino que los cristianos de Judea no
necesitaban ninguna instrucción al respecto. Asimismo
ocurre con todos los mandamientos, incluyendo desde luego el
cuarto.

El capítulo 15 de Hechos refiere un problema
circunstancial de la comunidad
cristiana que vivía en Judea. Por lo que puede apreciarse,
había algunos errores graves entre ellos, que los
dirigentes se esmeraron en corregir. La carta que
remiten a Judea aconseja: "Porque ha parecido bien al Espíritu
Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más
que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo
sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de
fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien
haréis. Pasadlo bien" (vers. 28, 29).

Pero esto no quiere decir que los cristianos no tuvieran
otros deberes para con Dios y el prójimo. ¿O es eso
lo único que un cristiano debe hacer? Al contrario,
Santiago nos dice que tenemos otros deberes como cristianos: "La
religión
pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse
sin mancha del mundo" (Sant. 1:27). Así que los cristianos
deben practicar el amor al
prójimo, aunque los apóstoles no hayan mencionado
eso en el decreto de Judea.

Además del amor al prójimo, Santiago nos
exhorta a guardarnos "sin mancha del mundo". ¿Qué
significa eso? Él mismo nos lo dice: "que seáis
irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de
una generación maligna y perversa, en medio de la cual
resplandecéis como lumbreras en el mundo" (Sant. 2:15).
Así que "sin mancha del mundo" significa ser ajeno al
pecado, o como lo traduce la Biblia en Lenguaje Sencillo,
"que no pequen ni nadie pueda culparlos de nada. En este
mundo lleno de gente malvada y pecadora, ustedes, como hijos de
Dios, deben alejarse de la maldad y brillar por su buen
comportamiento".

Pero la carta redactada por los apóstoles nada
menciona sobre el espiritismo, ni sobre las borracheras, ni sobre
las envidias, ni sobre las contiendas, ni sobre las mentiras, ni
sobre las hechicerías, ni sobre otros pecados
también reprobados por Dios. ¿Por qué no se
hace mención de estas y otras responsabilidades igualmente
trascendentales? ¿Acaso no son estos también
asuntos importantísimos? (Rom. 13:13, 14; Gál.
5:19-21; Apoc. 21:8; 22:15). La respuesta más obvia es que
en ese momento específico estos problemas no
representaban una amenaza para la comunidad cristiana de Judea, y
la carta estaba referida sólo a aquellos puntos en que la
congregación estaba fallando. Sin embargo, eso no
significa que los cristianos de Judea no tuvieran que observar
también otras disposiciones divinas. Del mismo modo, debe
entenderse que el sábado no era ningún problema
para ellos, o de lo contrario la indicación habría
sido impartida.

En realidad, lo que hace Hechos 15 es demostrar que
no todas las leyes del AT fueron abolidas, ya que se
validan varias restricciones dietéticas dadas a Israel
(Lev. 17:10-16), así como la prevención de la
idolatría y la fornicación. Como puede verse, son
las disposiciones rituales relacionadas con los sacrificios que
prefiguraban a Cristo las que fueron abolidas.

 20. Si los cristianos deben guardar el
sábado, ¿cómo se explica que el Señor
Jesús no hizo mención del tema, al enumerar los
mandamientos al mancebo de Mateo 19:16-22? Y, ¿cómo
es que el apóstol Pablo, escribiendo bajo la
inspiración del Espíritu Santo, no trata en ninguna
parte de sus varias epístolas la supuesta gran importancia
de guardar el sábado?  

Cuando Jesús menciona los mandamientos al joven
rico, cita precisamente los Diez Mandamientos. ¿Con esto
invalida los Diez Mandamientos o los ratifica? ¿O acaso
ratifica sólo los que menciona, y abroga los que omite?
Por lo que puede percibirse de la pregunta, nuestros
interpeladores creen que los seis últimos mandamientos
están en vigor ya que Cristo allí los menciona,
pero no así el sábado. Pero si al no mencionar al
sábado Jesús lo estaba invalidando, entonces
también estaba invalidando los primeros tres mandamientos,
que Jesús tampoco se los menciona al joven rico.
Difícilmente se aceptará que Jesús estaba
autorizando al joven a tener otros dioses, a adorar ídolos
y a tomar el nombre de Dios en vano. Del mismo modo, tampoco lo
estaba autorizando a violar el sábado, ya que violar un
punto de la ley, es violar la ley completa (Sant.
2:10-12).

Nótese que Cristo le dice: "Si quieres entrar en
la vida, guarda los mandamientos (Mat. 19:17). ¿Por
qué no le habló de la salvación por la fe?
¿Acaso le está enseñando al joven rico la
salvación por obras? El hecho de que Jesús guardara
silencio en relación con la fe, no significa que no
debía tener fe. Así que debemos concluir que la fe
no era el problema del joven rico, sino la falta de amor al
prójimo. De lo contrario, Cristo le estaría dando
la respuesta incorrecta. Del mismo modo, el silencio de Cristo
sobre la primera tabla de la ley, no significa que el joven
debía despreocuparse de ella. Jesús le cita
sólo los seis últimos mandamientos, referidos al
amor al prójimo, lo cual evidencia que aquel joven no
amaba realmente a su prójimo, aunque asegurara que
sí.

Ahora bien, si el problema del joven no hubiera sido su
relación con el prójimo sino su relación
personal con
Dios, ¿no habría sido diferente la respuesta de
Cristo? Por ejemplo, si hubiera sido idólatra,
¿cómo habría sido la respuesta que le
hubiera dado Jesús? ¿Se habría referido al
amor al prójimo sin mencionar sus faltas en
relación con la adoración a Dios? Imposible. Por
eso, el que Cristo le mencione sólo una parte de los Diez
Mandamientos, no significa que lo estaba autorizando a violar los
primeros cuatro. Al contrario, al citar los Diez Mandamientos,
Cristo demuestra que siguen vigentes.

En cuanto a Pablo, sus cartas
están destinadas a corregir los errores y problemas de las
congregaciones cristianas de su época. Diversos problemas
–algunos muy graves– atentaban contra la iglesia y
traían escarnio de parte de los opositores
incrédulos (Rom. 2:24). Por lo que puede apreciarse de la
lectura de Hechos y las cartas, el sábado semanal nunca
fue un problema para los cristianos, de lo contrario, Pablo
habría escrito algo al respecto.

Finalmente, tanto Jesús como Pablo indicaron de
qué manera un cristiano puede aclarar cualquier duda en
relación con la fe: "Escudriñad las Escrituras,
porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan
5:39); "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia a, fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Tim.
3:16).

Lo que la tesis abrogacionista no puede hacer, ni nadie,
es demostrar que Pablo o cualquier otro escritor de la Biblia
ordene desobedecer los Diez Mandamientos. Ni el sábado, ni
ningún otro.

 21. En los capítulos 2 y 3 del
Apocalipsis se encuentran siete cartas de la gran Cabeza de las
iglesias, dirigidas a siete iglesias locales. Son los
últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra.
Si fuese verdad lo que enseña el adventismo, ¿no
les habría recordado su deber de guardar el
sábado?

En Apocalipsis se dan indicaciones a las siete iglesias
de Asia. Se nombran
varios pecados y se les advierte no cometerlos. No se menciona la
violación del sábado. Tampoco se mencionan el
hurto, el asesinato, las codicia, ni el falso testimonio. Esto es
porque las iglesias habían caído en otros pecados y
no en estos, y por eso no se hacía necesaria una
corrección en ese sentido. Pero el silencio de Apocalipsis
en relación con estos pecados no nos autoriza a
cometerlos. Antes bien, lo que hace el libro es recordarnos que
debemos guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús
(Apoc. 14:12). Si alguien pretende violar el sábado porque
nada al respecto se les indica a las siete congregaciones en
Asia, también deberá sentirse libre de mentir,
robar y matar.

Estamos de acuerdo con que el Apocalipsis contiene "los
últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra".
Pero notemos lo que dice uno de esos mensajes: "¡Temed a
Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado.
Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las
fuentes de las
aguas!" (Apoc. 14:7). Si nos fijamos en el cuarto mandamiento,
observaremos de inmediato que se nos ordena guardar el
sábado "porque en seis días hizo Jehová los
cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y
reposó en el séptimo día; por tanto,
Jehová bendijo el sábado y lo santificó"
(Apoc. 14:7). Así que el cuarto mandamiento se hizo para
adorar a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las
fuentes de las aguas. Si es así, ¿se sentirá
Dios honrado cuando no observamos el sábado, es decir,
cuando no lo reconocemos como el Autor de la
creación?

22. Ustedes dicen que el domingo entró con
Constantino en el siglo IV. ¿Cómo explican entonces
que los "padres" de la Iglesia, que escribieron durante los
primeros tres siglos después de Cristo, hablan del primer
día de la semana para las reuniones de los
creyentes?

Como ahora se toca un tema extrabíblico,
será bueno revisar los datos
históricos disponibles para determinar hasta qué
punto los "padres" de la iglesia católica acertaron en la
verdad. Pablo dice que ya en sus tiempos estaba en marcha el
plan de la
apostasía (2 Tes. 2:7-9), lo que permite entender que, si
en algo los cristianos de los tres primeros siglos procedieron de
manera diferente al evangelio eterno, es porque estaban
apostatando.

Citar a los autores católicos del periodo
postbíblico, ¿es una prueba fidedigna de la verdad?
De ser así, ¿por qué los protestantes no
hacen votos por los muertos, tal como lo enseñaron
Tertuliano, Juan Crisóstomo, Lactancio, y Gregorio Magno?
¿Por qué no creen en el Purgatorio, tal como lo
enseñaron Tertuliano y Agustín de
Hipona? ¿Por qué no veneran a María,
como lo enseñaron Justino Mártir e Ireneo de
Lión? ¿Por qué no creen en la preexistencia
del alma, tal como lo enseñó Orígenes?
¿Por qué además los protestantes no usan
imágenes en sus iglesias, tal como lo
hicieron Agustín, Jerónimo, Paulino de Nola,
Basilo, Barlaam, Cirilo de Aljandría y tantos otros? Pues
si el hecho de que ellos no guardaran el sábado demuestra
la legitimidad de esta actitud,
entonces todo lo demás que practicaron contra los mandatos
divinos también será legítimo a los ojos de
Dios.

Tal como lo entendió el protestante James
Buchanan en el siglo XVI, hay una gran diferencia entre la
teología histórica de la Escritura y la
teología histórica de la iglesia, y esta diferencia
está dada en razón de que los escritos
bíblicos fueron inspirados, pero no los escritos
"patrísticos". Buchanan explica:

Estos escritos [de la iglesia católica], sean
antiguos o modernos, no poseen autoridad
divina en asuntos de Fe, y su enseñanza en estos temas no deben afectar
nuestras creencias, a menos que pueda probarse que están
en conformidad con las normas
infalibles de la palabra de Dios… La levadura
anticristiana, que existía en la iglesia primitiva,
gradualmente se expandió y fermentó en tiempos
posteriores, y se ha vuelto casi universal, cuando el poder de
Roma, que
tenía obstruido su temprano desarrollo,
tomó su camino, y la "Apostasía" predicha tuvo
libre curso, hasta culminar en el "Hombre de Pecado", que se
sienta "en el templo de Dios" como "Aquel Inicuo" (ho
ánomos
), el cuerpo visible del "misterio de la
iniquidad" (2 Tes. 2:3-8), u "hombre de pecado"
(amartías). No podemos esperar que durante el
progreso de esta Apostasía predicha, la verdad del
Evangelio continuara en su pureza original, y hallamos que,
consecuentemente, mientras continuó con su simplicidad
durante los tiempos de la persecución y martirio, al
final del segundo siglo comenzó a corromperse con muchas
doctrinas erróneas y prácticas supersticiosas,
que crecieron bajo el fomento de los padres más
eminentes, tanto de la Iglesia Oriental como de la Iglesia de
Occidente.

Esto lo escribe un protestante, no un adventista. Si es
verdad que en el periodo postbíblico el Evangelio no
continuó con su pureza original, ¿cómo
podremos esperar una demostración doctrinal a partir de lo
que aquellos hombres enseñaron? ¿No debe ser la
Biblia, y la Biblia sola, la fuente de la doctrina? Por eso,
recurrir a los "padres" católicos para demostrar una
doctrina bíblica, sólo puede traernos más
tinieblas que luz.

 23. ¿Por qué porfían en
que uno de los papas cambió el día de descanso del
séptimo día al primero? Hay plena prueba
histórica que los cristianos observaban el primer
día durante los siglos antes de que hubiese papa
alguno.

Para empezar, hace falta que se citen las fuentes que
demuestran que todos los cristianos de los primeros siglos
guardaban el domingo en lugar del sábado. Por el
contrario, consta en la historia que la observancia
del domingo fue introduciéndose de manera gradual en el
mundo cristiano.

La historia enseña (no los adventistas) que fue
Constantino el Grande quien el 3 de marzo de 321 decretó
la santidad del venerabilis dies solis, para legitimar una
práctica pagana que se había infiltrado en la
iglesia desde los primeros siglos.

Tal como lo confiesa el sacerdote jesuita Félix
Moracho, "El emperador Constantino, el año 321
decretó que el domingo tienen que descansar los jueces y
las demás actividades ciudadanas. Este descanso, en los
siglos V y VI se generalizó y se fue interpretando
rigurosamente". Después de Constantino, Graciano y
Teodosio ratificarán esta medida. El papa Inocencio I, en
el 416 (su último año de pontificado),
decretó que el domingo fuese día de ayuno. En el
538 el Concilio de Orleáns prohibió que se hiciera
en domingo el trabajo con
arado, o en viña, siega, cosecha, descasque, cultivo,
seca, a fin de que las personas pudiesen frecuentar la iglesia. Y
en el 590 el papa Gregorio I condenó como "anticristo" a
quien enseñara que debiese guardarse el sábado como
día de reposo. Esto revela que, al contrario de lo que se
asegura en la pregunta 23, sí había cristianos que
guardaban el sábado contrariando así los decretos
imperiales y pontificales. De no ser así,
¿qué sentido tenía la amenaza de
Gregorio?

El historiador católico Sócrates
Escolástico registra hacia el año 440 que "aunque
casi todas las iglesias del mundo celebran los sagrados
misterios cada semana en sábado, los cristianos de
Alejandría y de Roma, por una antigua tradición,
han dejado de hacer esto". Por su parte Sozómeno, otro
historiador católico, registra más o menos hacia la
misma fecha: "la gente de Constantinopla, y de casi todas
partes
, se reúne en sábado, tanto como en el
primer día de la semana, costumbre que nunca se observa en
Roma ni en Alejandría". Así que la propia iglesia
católica reconoce que la mayoría de los cristianos
del mundo guardaba el sábado a mediados del siglo
V.

Será con el paso del tiempo que la iglesia romana
presionará por la implementación de la observancia
del domingo, lo que finalmente conseguirá. El Catecismo
del Concilio de Trento confiesa: "La Iglesia [católica] de
Dios en su sabiduría ha ordenado que la celebración
del día sábado fuese transferida al
«día del Señor» [domingo]". Este
catecismo fue escrito por orden del Concilio de Trento y
publicado bajo la autoridad del papa Pío V.

Las investigaciones
históricas confirman además el origen pagano de la
celebración del domingo como día de reposo por
parte del catolicismo. Franz Cumont declara: "La preeminencia
asignada al dies solis ["día del sol"] ciertamente
contribuyó al reconocimiento general del Domingo como
día de fiesta", lo cual es ratificado por P. Cotton: "No
puede negarse que el uso pagano del Domingo ha tenido un
apreciable efecto en la Cristiandad al traer el Domingo Cristiano
en preeminencia en la Iglesia como el único día de
adoración".

Por su parte A. P. Stanley explica:

La retención del antiguo nombre pagano de
Dies Solis, o Día del Sol ["Sunday", en inglés] para la observancia semanal
cristiana se debe en gran medida a la unión del
sentimiento pagano y el cristiano con que Constantino
recomendó a sus súbditos, tanto paganos como
cristianos, que el primer día de la semana fuera
«el día venerable del Sol»… Era su
modo de armonizar bajo una institución común las
religiones
discordantes del Imperio.

Pero si fue Constantino quien lo hizo, ¿por
qué los adventistas denuncian al catolicismo de haberlo
hecho? Porque, tal como lo explica el católico C. S. Mosna
en su trabajo doctoral, fue la iglesia católica la que
"influyó en la decisión de Constantino de hacer del
domingo un día de reposo para todo el imperio, y esto
indudablemente fue para darle al día del Señor un
lugar preeminente sobre los otros días". Es por esto que
la iglesia católica "puede reclamar el honor de haber
garantizado al hombre una pausa en su trabajo cada siete
días".

De manera que está más que probado que fue
la iglesia católica, y no los apóstoles, la
responsable de haber sustituido al sábado bíblico
por el domingo pagano como día de reposo.

En cuanto a los cristianos que guardaban el domingo
desde el segundo siglo, eso no demuestra que el domingo sea el
verdadero día de reposo. Al contrario, lo que hace es
ratificar que la apostasía predicha se estaba cumpliendo.
Pablo demuestra que los cristianos de Galacia estaban
enseñando herejías como la autojustificación
por obras. Él los llama "insensatos" (Gál. 3:1).
Aunque eran cristianos verdaderos, se habían alejado de la
doctrina cristiana original apenas unos diez años
después de haberla recibido. Las cartas dirigidas a las
siete congregaciones del Asia Menor remitidas por medio del
apóstol Juan demuestra además que diferentes
herejías estaban abrumando a la comunidad cristiana
primitiva. Si eso ocurría con la doctrina en presencia de
los apóstoles, ¿qué no podía ocurrir
después de la muerte de ellos?

En las catacumbas, donde se refugiaron los cristianos
del imperio Romano
durante los siglos II y III, se aprecia una iconografía
que habla de un verdadero culto a la imagen de
María, lo cual revela que "estaba difundida esta
devoción a la Virgen".

A pesar de que la sola idea de dar "devoción" a
María pueda causar hoy horror a los protestantes, es un
hecho incuestionable que los cristianos de los primeros siglos se
estaban apartando del segundo mandamiento, que prohíbe el
culto a las imágenes, así como del cuarto, que
ordena el reposo del sábado. Por eso, si se quiere
vindicar la celebración del domingo en razón de que
los cristianos de los primeros siglos así lo hicieron,
habría que validar también el culto a las
imágenes, así como otras doctrinas no menos paganas
que fueron infiltrándose en la iglesia desde los tiempos
de los apóstoles.

 24. Si debemos guardar el séptimo
día, ¿cómo es que los apóstoles y
cristianos primitivos celebraban sus reuniones de mayor
importancia, como la cena del Señor, el primer día
en vez del séptimo?

Es falso que los apóstoles celebraran sus
reuniones de mayor importancia, incluyendo la cena del
Señor, en domingo. Extrañamente, nuestros
interpeladores no aportan ningún versículo para
probar lo que dicen. Eso nos obliga a comprobarlo por nosotros
mismos. A continuación, las "evidencias"
sobre la santidad del domingo en el Nuevo
Testamento: 

Juan 20:19: Este pasaje es presentado para probar
que los discípulos estaban reunidos en domingo. Cierto que
lo estaban. Pero no estaban celebrando nada ni estaban guardando
ningún reposo. El versículo dice que "los
discípulos estaban reunidos por miedo de los
judíos
", es decir, que estaban escondiéndose.
Ninguna celebración estaba llevándose a cabo.
Contrariados por la muerte de Cristo y temiendo la arremetida de
los judíos, los discípulos se sentían en
completo abandono y procuraban evitar que los hallaran.
Además, no podían estar reunidos en honor de la
resurrección de Cristo porque, en primer lugar, aún
no creían que él hubiera resucitado.

Por otro lado, el encuentro con Jesús
ocurrió, no en domingo, sino en lunes. En la Biblia un
día no se contaba de medianoche a medianoche, sino desde
el atardecer de un día, hasta el atardecer del día
siguiente (comp. Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Es por esto
que la observancia del sábado debía hacerse desde
el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado
(Lev. 23:32; Neh. 13:9). Y es por esto también que cuando
Cristo fue crucificado, los judíos pidieron que se le
quebraran las piernas, ya que era viernes de tarde y el
sábado estaba por comenzar (Juan 19:31).

El día de la resurrección, nuestro
Señor se apareció a Cleofas y a Lucas en el camino
a Emaús, una aldea que distaba unos once kilómetros
de Jerusalén (Luc. 24:13, NVI). Al llegar a Emaús,
los dos discípulos le pidieron a Jesús que se
quedara con ellos, alegando: "Quédate con nosotros, porque
se hace tarde, y el día ya ha declinado.
Entró, pues, a quedarse con ellos" (Luc. 24:29). Esto
quiere decir que el primer día ya estaba pasando, y estaba
comenzando el segundo día de la semana, es decir, el
lunes. Jesús, complaciendo su petición, se
quedó y comió con ellos. Al terminar la cena, los
dejó, y entonces ellos decidieron volver a
Jerusalén (Luc. 24:33). Considerando el tiempo que pasaron
en la mesa, más el tiempo que tomaron en recorrer los once
kilómetros de regreso a Jerusalén, puede concluirse
que cuando se encontraron con los apóstoles ya estaba muy
avanzada la noche. Así, cuando Cristo se puso en medio de
ellos, hacía ya varias horas que el domingo había
pasado. Por eso, si aquel encuentro con el Resucitado
santificó aquel día y lo convirtió en
día de reposo, los cristianos católicos y
protestantes deberían estar guardando hoy el día
lunes y no el domingo. 

Hechos 20:7: Aunque este es uno de los textos
favoritos de los enemigos del sábado de Jehová, en
realidad poca ayuda ofrece en favor de la santidad del domingo.
Que los discípulos se hayan reunido un primer día
de la semana para partir el pan, nada tiene de particular. En
Hechos 2:46 se dice que los discípulos "todos los
días
se reunían en el Templo con entusiasmo,
partían el pan en sus casas y compartían sus
comidas con alegría y con gran sencillez de
corazón" (Biblia Latinoamericana, 1995), pero eso
no hace santos todos los días. Por demás, la cena
del Señor puede celebrarse cualquier día de la
semana y todas las veces que se desee celebrarla, sin que ello
vaya a quitarle al sábado la santidad que Dios le
confirió (1 Cor. 11:26).

En este pasaje no hay ninguna indicación
de que Dios hubiera transferido la santidad del sábado al
domingo. Tampoco se dicta ninguna orden a los cristianos
observar el primer día de la semana en lugar del
séptimo. Si Dios hubiera pensado en cambiar su ley,
¿por qué no dio la orden tan expresamente y tan
enfáticamente como lo hizo con el
sábado? 

1 Cor. 16:1, 2: Este es otro versículo muy
citado sin que se le preste la atención debida. Lo que allí
recomienda Pablo es recoger una ofrenda especial para los
hermanos pobres de Jerusalén. Con esto Pablo ni
está santificando el domingo, ni está aboliendo el
sábado. No se dice allí que el domingo sea
día de reposo ni que hubiera sido santificado. Todo se
trata de una medida de emergencia, y nada tiene que ver con el
reposo semanal. Nótese que la recomendación era que
"cada uno de vosotros reserve en su casa" (Biblia de
Jerusalén
); "cada uno ponga aparte en su casa"
(Nácar-Colunga); "cada uno de vosotros aparte en su
casa
" (RV, 1909). No era una colecta en la iglesia, sino una
donación particular que Pablo enviaría a buscar de
casa en casa para llevarla a Jerusalén (vers. 3). Ahora
bien, si todos los hermanos habían de reunirse en la
iglesia ese día, ¿por qué Pablo tenía
que molestarse en ir de casa en casa, en vez de que todos
llevaran sus donativos a la reunión? Sin embargo,
allí no se menciona ninguna reunión religiosa,
ninguna lectura de las Escrituras, ninguna oración, ni
ninguna discusión doctrinal.

Muy al contrario de lo que afirman nuestros
examinadores, la Biblia demuestra que los cristianos primitivos
se reunían en sábado, bien fuera con judíos
o con gentiles (Hechos 13:14, 42, 43, 44; 16:13). En una
oportunidad los griegos, quienes no tenían por qué
obedecer la ley judía, les rogaron a los discípulos
que el siguiente sábado les hablaran de la
salvación en Cristo. Esto demuestra el profundo
interés que la predicación de los apóstoles
estaba despertando en sus corazones. Pero si estaban tan ansiosos
de oír la Palabra de Dios, ¿por qué
simplemente no pidieron reunirse con ellos al día
siguiente?

Pablo, también, trabajaba haciendo tiendas, y los
sábados predicaba el evangelio a judíos y griegos
(Hechos 18:3, 4). Es llamativo el hecho de que, nuevamente, los
griegos recibieran el evangelio no en domingo, sino en
sábado, lo cual habla claramente de que era el
sábado y no el domingo el día que los cristianos
guardaban.

En definitiva, no es cierto que los apóstoles
celebraran reuniones de importancia exclusivamente el primer
día de la semana, pues a veces lo hacían todos los
días, y generalmente lo hacían en sábado.
Tampoco es cierto que en la Biblia haya la menor sugerencia de
que la santidad del sábado, tan claramente expuesta en las
páginas sagradas, se haya transferido al domingo. Nada de
eso se registra, ni hay forma de probar con la Biblia que Dios
haya autorizado un cambio semejante en un mandamiento en el que
él desde el principio ha hecho tanto énfasis. Es
por eso que el erudito protestante M. G. Easton, defensor de la
observancia del domingo, confiesa: "Cierto, no podemos dar
ningún texto que autorice con tantas palabras ese cambio.
No tenemos una ley expresa que declare el cambio". Easton
fundamenta su defensa del domingo en pasajes como Juan 20:19,
Hechos 20:7 y 1 Cor. 16:1, 2. Ya esto es una prueba elocuente de
la precariedad argumentativa del reposo dominical.

25. Y, ¿cómo saben que de veras guardan
el séptimo día? ¿Pueden estar seguros de que no
han [sic] habido errores en los cálculos desde el
día en que descansó Dios? Hay que tener en cuenta
los cambios efectuados en el calendario en el año 46 a.C.,
cuando se convino en que el año tuviera solamente 345
días, para corregir los errores que se habían
acumulado. Se debe pensar también en la ley del año
1751, hecha "para corregir el calendario", y que ordenó
quitar once días del mes de septiembre. Con estas y otras
modificaciones, ¿están ustedes  seguros de que
saben contar los días desde la
creación?

Sí estamos seguros, como también estamos
seguros de que este es uno de los peores argumentos que los
enemigos de la ley de Dios han fabricado hasta ahora en contra
del sábado de Jehová. ¿Qué?
¿Se les acabaron los argumentos bíblicos y ahora se
ven obligados a buscar excusas fuera de la Biblia? Sea como
fuere, analicemos este otro argumento para evaluar su
validez.

En el año –46, efectivamente, se
promulgó el Calendario Juliano, pero eso no obstó
para que setenta años después de entrar en vigencia
este calendario, Jesús observara, como era su costumbre,
el verdadero sábado de Jehová (Luc. 4:16). En otras
palabras, si los días de la semana fueron alterados en el
año –46, tal como se nos asegura, Jesús
debió haber observado el día equivocado,
pues él vivió después de entrar en vigencia
el calendario Juliano. Así que, con este "argumento", los
antinomianistas de hecho están acusando a Cristo de haber
violado la ley divina. A esas consecuencias los llevan sus muy
elaboradas excusas para oponerse a la ley de Dios.

En cuanto al cambio del calendario en Inglaterra
ocurrido en el año 1751, esto tampoco significó una
alteración en los días de la semana, sino
sólo en el cómputo de las fechas. La primera
actualización del Calendario Juliano la hizo el papa
Gregorio XIII en el año 1582, pero lo que cambió
fue la fecha del mes, no los días de la semana.
"Decretó, pues,
Gregorio XIII que el día siguiente
al jueves
4 de octubre de 1582 pasase a ser el
viernes día 15 de ese mes y año, con lo que dejaron
de vivirse los días intermedios; para paliar en lo
sucesivo los efectos del desfase en el calendario
juliano".

Como puede notarse, del jueves 4 se pasó al
viernes 15 de octubre. Esto quiere decir que el sábado 29
de septiembre de 1582, fue sucedido por el sábado 16 de
octubre: "…cuando el Imperio Británico actualiza su
calendario en 1751, el 11 de febrero «nombre antiguo»
se convirtió en el 22 de febrero". De modo que los ajustes
que se han hecho al calendario mundial nunca han afectado la
sucesión de los días de la semana, pues el problema
no eran los días de la semana sino el cómputo de
las fechas, para que coincidieran con las estaciones del
año. Por eso es que John Wesley, al comentar
Génesis 2:1-3, asegura confiado: "el sábado que
observamos, es el séptimo día desde la
creación".

El argumento artificial e infundando de los cambios en
el calendario revela un pésimo conocimiento
de la historia, que compite sólo con un deplorable
desconocimiento de la doctrina bíblica, y demuestra
además la imperiosa necesidad que tienen los
abrogacionistas por hallar diferentes excusas para justificar su
desobediencia, sin importar que cada excusa propuesta resulte
más absurda que la anterior.

  26. ¿Han leído Colosenses
2:14-17 acerca del acta de los decretos o cédula de los
ritos (el mandamiento de guardar el sábado es uno de
ellos) que ha sido raída, quitada de en medio y clavada en
la cruz?

Sí, lo hemos leído. Sólo que el
pasaje aludido no habla de "el sábado" sino de
sábados, lo que marca una
diferencia importantísima, tal como veremos en la
respuesta a la siguiente pregunta. Además, la frase
"cédula de los ritos" (RV, 1909) se refiere precisamente a
la ley ceremonial o ley ritual, que constaba de sacrificios,
comidas, libaciones, etc. La frase "acta de los decretos" (gr.
quirógrafon) no se refiere a las dos tablas
escritas por Dios, sino precisamente al documento manuscrito, al
rollo escrito por la mano de Moisés (Deut. 31:24), o como
lo traducen otras versiones: "registro
manuscrito" (Gary F. Zeolla, 2001), "manuscrito de ordenanzas"
(Bishops, 1568; Webster, 1834), "manuscrito del decreto"
(Douay-Rheims, 1609), "pliego de cargos" (Universidad de
Navarra), "manuscrito en las ordenanzas" (Young).

Esa acta manuscrita "nos era contraria" porque fue
creada "como testimonio contra ustedes" (Deut. 31:26, Dios
Habla Hoy
). En cambio, los Diez Mandamientos no fueron
escritos contra nosotros, sino en nuestro favor. "Les diste
juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos
buenos. Les ordenaste guardar tu santo sábado" (Neh. 9:13,
14). David canta: "he amado tus mandamientos más que el
oro, y
más que oro muy puro" (Sal. 119:27). ¿Cómo
puede aquello que es bueno y justo ser a la vez malo y contrario
a nosotros? Jesús también dice que la ley no
perecerá (Mat 5:17-19), por lo tanto, lo que Pablo dice en
Colosenses 2 no puede referirse a los Diez
Mandamientos.

27. En los versículos 16 y 17 del mismo
capítulo, vemos que ciertas cosas exigidas bajo la ley de
Moisés, entre ellas la observancia del sábado, no
son más de una sombra de lo por venir: El cuerpo
espiritual de Cristo. Guardar el sábado es asir una
sombra.

Es un error creer que Pablo está eliminando la
santidad del sábado que Dios santificó. Los
"sábados" que menciona Pablo aquí no se refieren al
sábado semanal, sino a otras fiestas rituales que se
introdujeron en tiempos de Moisés, las cuales eran
llamados "sábados" aun cuando no coincidían con el
séptimo día de la semana, pues debían
dedicarse por completo a la adoración, tal como se
describe en Levítico 23. Estos "sábados" rituales
tenían como objeto ofrecer sacrificios de expiación
por el pecado (Lev. 23:5, 8, 12, 13, 16, 18, 27, 36).
Obsérvese que estos días se instituyeron
"además de los sábados de Jehová"
(Lev. 23:38). Es decir, que fueron añadidos al
sábado semanal. La Versión Internacional
vierte Lev. 23:38 así: "Todas estas fiestas son
adicionales a los sábados del Señor", lo que
demuestra que había otros sábados adicionales,
introducidos después de la entrada del pecado y a causa de
él. Son estos los que Pablo menciona en Colosenses
2.

Estos sábados rituales, pues, eran "sombras" de
Cristo, porque en ellos debán ofrecerse sacrificios por el
pecado, en representación del futuro sacrificio expiatorio
de Nuestro Señor. En cambio, el sábado semanal nada
tiene de sombra de Cristo, porque fue instituido antes de la
entrada del pecado en la tierra. Adán no tuvo que hacer
ningún sacrificio el primer sábado que
guardó. Los sábados anuales instituidos en
Sinaí estaban signados por la transitoriedad mientras el
Mesías llegase. En cambio, el sábado semanal fue
instituido en el Edén y es permanente. Este es exactamente
el sentido que varios de los grandes comentaristas protestantes
han dado a Colosenses 2:16, 17. Por ejemplo, Adam Clarke se opone
categóricamente a que se deduzca de este pasaje la
abolición del reposo del sábado:

No hay ninguna intimación aquí de que el
Sábado fuera eliminado, o que su uso moral haya sido
suprimido, por la introducción del Cristianismo. Ya he mostrado en otra parte que,
"Acuérdate del Sábado para santificarlo" es una
orden de obligación perpetua, y nunca puede ser
suprimida sino por la terminación final del tiempo. Como
tipo de aquel descanso que queda para el pueblo de Dios, de una
eterna beatitud, debe continuar en toda su fuerza hasta
que llegue dicha eternidad; porque ningún tipo puede
cesar antes de que llegue el antitipo… es más
probable que Pablo se refiera a las fiestas de semanas, de las
cuales se ha dicho mucho en el Pentateuco.

Nótese cómo para Clarke el reposo
sabático no es un acto ceremonial, sino moral, lo que
viene a contradecir la afirmación de la pregunta 26. Tan
convencido está Clarke del carácter moral de los Diez Mandamientos,
que recalca:

Es útil señalar que no hay ninguno de
estos mandamientos, ni siquiera una parte de uno de ellos, que
con justicia pueda ser considerado como meramente ceremonial.
Todos son morales, y consecuentemente de obligación
eterna… Aunque por la encarnación y muerte de
Cristo toda la ley ceremonial que se refería a él
y su sacrificio está abrogado necesariamente, aun
así, puesto que ninguno de estos diez mandamientos se
refiere a nada propiamente ceremonial, ellos no están
abrogados.

Fausset, Jamieson y Brown coinciden con Clarke al
ofrecer la siguiente explicación sobre Colosenses 2:16,
17:

Los "SÁBADOS"… del día de la
expiación y la fiesta de los tabernáculos han
llegado a su fin con los servicios
Judíos que les pertenecían (Lev. 23:32, 37-39).
El sábado semanal reposa sobre un fundamento más
permanente, habiendo sido instituido en el Paraíso para
conmemorar la obra de la creación en seis días.
Lev. 23:38 expresamente distinguió "el sábado de
Jehová" de los otros sábados. Un precepto
positivo es correcto porque se ordena, y deja de
ser obligatorio cuando se abroga; un precepto moral se
ordena eternamente, porque es correcto
eternamente. Si pudiéramos guardar un
sábado perpetuamente… el precepto positivo del
sábado, uno cada semana, no sería necesario. Heb.
4:8, katépausen Griego, "un guardar el
sábado" (Is. 66:23). Pero no podemos, porque incluso
Adán, un inocente, necesitaba uno entre sus deberes
terrenales; por lo tanto el sábado todavía se
necesita con los otros nueve mandamientos, como obligatorio en
el espíritu, aunque la letra ha sido suprimida por aquel
espíritu de amor más elevado, que es la esencia
de la ley y el Evangelio por igual (Rom. 13:8-10).

Otro autor protestante que nos ayuda en la
comprensión de Colosenses 2 es Albert Barnes,
teólogo presbiteriano quien hace la siguiente exposición:

La palabra Sábado en el Antiguo Testamento se
aplica no sólo al séptimo día, sino a
todos los días de santo reposo que fueron observados por
los Hebreos, especialmente en el inicio y en la clausura de sus
grandes festividades. Sin duda, este pasaje se refiere a esos
días, porque la palabra se usa en número plural,
y el apóstol no se refiere particularmente al
Sábado propiamente dicho. No hay evidencia, de este
pasaje, que él hubiera enseñado que ya no
había obligación de observar un tiempo santo,
porque no hay la más mínima razón para
creer que él quisiera enseñar que uno de los diez
mandamientos había dejado de ser obligatorio para la
humanidad. Si él hubiera usado la palabra en
número singular –EL Sábado– entonces
sí, por supuesto, hubiera sido claro que él
quería enseñar que ese mandamiento había
dejado de ser obligatorio, y que ya no debía observarse
el sábado. Pero el uso del término en
número plural, y la conexión, muestran que
él tenía sus ojos en el gran número de
días que los Hebreos observaban como festividades, como
parte de su ley ceremonial y típica, y no en la ley
moral, o los diez mandamientos. De ninguna parte de la ley
moral puede decirse que era "una sombra de los bienes
venideros". Estos mandamientos son, por su naturaleza de ley
moral, de obligación perpetua y universal.

Difícilmente podrá agregarse algo a estos
comentarios provenientes de la pluma de algunos de los más
conspicuos y reputados autores protestantes. En consecuencia, la
única "sombra" aquí es la que los hijos de la
desobediencia quieren arrojar contra la luz de la verdad
bíblica.

28. ¿Han leído en Romanos 14:5,6 que
unos hacen diferencia entre día y día pero otros
juzgan iguales todos los días? Se agrega: "Cada uno
esté asegurado en su propio ánimo." ¿Por
qué no insiste el apóstol en que los que juzgaban
iguales todos los días debían estimar el
séptimo como superior a los demás días para
santificarlo?

Ahora, después de habernos insistido en que el
domingo es el verdadero día de reposo, nuestros
interrogadores salen con que todos los días son iguales.
¿No es esto una contradicción? Esto demuestra que
no existen pruebas
contundentes contra la santidad del sábado. Lo que sucede
en Romanos 14 es lo mismo que en Colosenses 2. Los cristianos
estaban siendo inducidos a celebrar las fiestas judías que
prefiguraban el sacrifico de Jesús. Pablo, de nuevo, no
menciona el sábado semanal. Sólo se refiere a las
fiestas rituales, las cuales al haber hallado su antitipo en
Cristo, ya ningún valor tienen
para la salvación.

Pero obsérvese que Pablo recomienda: "cada uno
esté plenamente convencido en su propia mente" (vers. 5) y
además: "El que hace caso del día, lo hace para el
Señor" (vers. 6). Pablo no reprocha a quienes observan "el
día", sino que les dice que se aseguren de lo que hacen y
que lo hagan para Cristo.

Por otra parte, si es cierto que todos los días
son iguales, ¿eso no haría al sábado igual
al domingo? ¿Cómo entonces se reprocha a quien
guarda el sábado en vez del domingo, si a fin de cuantas
da lo mismo?

Juan Calvino, contrariando la idea de que en Romanos 14
se enseña que para Dios todos los días de la semana
sean iguales, argumenta:

¿Por qué, debe preguntarse, no
mantenemos reuniones diarias, y así evitamos la
distinción de los días? ¡Seríamos
tan privilegiados si así lo hiciéramos! La
sabiduría espiritual indudablemente merece alguna
porción de cada día dedicada para ella. Pero si,
debido a la debilidad de muchos, no pueden mantenerse las
reuniones diarias, y la caridad no nos permitiría exigir
más de ellos, ¿por qué no adoptamos la
regla que la voluntad de Dios obviamente nos ha impuesto?

En efecto, ¿por qué no hemos de guardar el
día de reposo que Dios mismo ha señalado
expresamente? ¿Qué es lo que nos impediría
el obedecer la voz de Dios, sino la misma causa de siempre
durante toda la historia de la humanidad, esto es, la abierta
rebelión a la ley divina? (Ez. 20:13, 16, 21,
24).

CLAMA a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz
como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la
casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y
quieren saber mis caminos, como gente que hubiese obrado
justicia, y que no hubiese dejado el derecho de su Dios…
Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en
mi día santo, y al sábado llamares delicias,
santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo
tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras:
Entonces te deleitarás en Jehová; y yo te
haré subir sobre las alturas de la tierra, y te
daré a comer la heredad de Jacob tu padre: porque la
boca de Jehová lo ha hablado (Is. 58:1, 2, 13, 14, RV
1909).

Los adventistas del séptimo día guardan el
sábado porque Dios así lo ordena. Nuestros
interrogadores guardan el domingo, aunque Dios no se los ordena,
pero buscan diferentes excusas para justificar su
rebelión. Hasta ahora, no han podido ofrecer ninguna
razón de peso para oponerse a un indiscutible mandamiento
de Dios.   

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