Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Efectos de la violencia en los medios de comunicación



Partes: 1, 2, 3

    1. Modernidad
    2. Posmodernidad
    3. Modernidad,
      modernización, modernismo
    4. Sobre lo
      posmoderno
    5. Del mundo
      de la bipolaridad al mundo de la
      globalización
    6. Aproximaciones
      al fenómeno de la
      globalización
    7. Los
      medios masivos de comunicación
    8. Los
      medios
    9. Incidencias
      de la globalización en los medios de
      comunicación
    10. Televisión
      y familia
    11. Conclusión
    12. Anexo
    13. Bibliografía

    Posmodernidad y
    globalización

    INTRODUCCIÓN

    ¿Son los medios de
    comunicación, y especialmente las películas y
    series televisivas, un elemento fundamental para comprender la
    violencia
    social?, ¿Es la violencia
    mostrada por la
    televisión un reflejo necesario e inevitable de la
    violencia del mundo u ofrece, por el contrario, una visión
    distorsionada de la realidad que obedece a criterios de
    atracción de la audiencia? ¿Cumple la violencia
    televisiva una función
    valvular, (y por tanto funcional) o, por el contrario, potencia la
    agresividad tanto en las relaciones
    interpersonales y sociales como en el propio ámbito
    psicológico individual?

    Interrogantes como éstos son los que trataremos
    de dilucidar a través de ésta monografía, pero para esto es necesario
    realizar un análisis profundo y detallado tanto de la
    situación propia de los medios de
    comunicación como de su contexto, ubicando al lector a
    tono con el tiempo y el
    espacio actuales, pero para eso es indispensable remitirse a las
    circunstancias que produjeron que la época actual se
    manifieste de esta forma.

    MODERNIDAD

    Una característica central del modo de ver el
    mundo al que llamamos "modernidad"
    es la crítica de la cultura que la fundamenta, como
    crítica
    a toda razón dogmática. Paradójicamente, la
    radicalización de las consecuencias de tal crítica
    es una de las deudas de la modernidad con la historia de la
    humanidad.

    Los deslumbrantes desarrollos científico –
    técnicos de occidente en los últimos siglos no se
    compadecen con los esfuerzos y resultados actuales por comprender
    y, especialmente, por modificar las múltiples inequidades
    presentes en las sociedades
    humanas. Pensada desde el ahora, la que llamamos "modernidad"
    puede aparecernos como un dato más en la historia de las
    ideas que nos fue enseñada como proceso lineal
    y progresivo.

    Sin embargo, el carácter más dramático del
    "giro paradigmático" moderno se juega precisamente en el
    tránsito entre dos visiones que explican el mundo y
    sus sucesos de modos distintos: una, anterior a la modernidad,
    centrada en explicar los fenómenos y sucesos naturales y
    sociales por fuerzas sobrenaturales o divinas (recuérdese
    la polémica Tolomeo – Galileo), otra, la moderna, que
    situándose en el ejercicio de la razón, explica,
    asume y atribuye los eventos sociales
    e históricos a lo humano mismo, al efecto de su capacidad
    de creación o destrucción, y los fenómenos
    naturales ya no al capricho de los dioses del Olimpo sino a
    relaciones internas a la misma naturaleza,
    susceptibles de ser conocidas y explicadas por la razón
    humana.

    Se dice que este tránsito emancipa la
    subjetividad
    en el sentido del efecto de "desencantamiento"
    propio del mundo moderno, que al poner en crisis todo
    criterio de autoridad
    dogmática, verdad revelada e interpretaciones del mundo y
    de sus acontecimientos físicos, políticos,
    económicos y sociales recurriendo a una exclusiva y
    omnipotente voluntad sobrenatural, relanza a los seres humanos
    -social e individualmente- al reto enorme de pensarse a sí
    mismos, mirarse críticamente en su presente y pasado,
    prefigurarse en sus posibilidades futuras.

    Mencionemos ahora las ideas de la modernidad en los
    Siglos XVII y XVIII.

    La modernidad se había gestado en las ciudades
    comerciales de la Baja Edad Media en
    la que se había desarrollado el capitalismo y
    surgido una nueva clase social:
    La Burguesía. En las mismas se había originado
    el Renacimiento
    Artístico con figuras como Leonardo Da
    Vinci.

    Políticamente, los estados nacionales, necesarios
    para encarar los enormes gastos que exigen
    las empresas de la
    modernidad, se van consolidando frente a la multitud de condados,
    ducados, etc. La autoridad de los reyes se imponen sobre los
    señores feudales.

    En materia
    religiosa, se produce la Reforma Protestante, que propone la
    libre interpretación de la Biblia y la Iglesia se
    retira de los asuntos públicos. Estos cambios llevan a una
    crisis de la concepción medieval del mundo centrada en
    Dios.

    No sólo en materia religiosa sino en general, al
    hombre ya no
    le alcanza con lo que dicen los viejos textos, sino que reina la
    duda. Hasta las verdades mas respetadas son puestas en tela de
    juicio.

    En Inglaterra surge
    el Empirismo:
    Filosofía
    moderna en la que el
    conocimiento se haya fundado en la experiencia y por
    experiencia. Para los empiristas no hay ideas innatas, la
    conciencia es
    una tabla rasa y quien escribe es la experiencia.

    El iluminismo, en el siglo XVIII se nutre de la
    tradición racionalista francesa, el empirismo
    británico y el desarrollo de
    las ciencias.
    Defiende una razón que se apoya en la experiencia, que va
    de lo singular a lo universal, de los hechos a los principios. Los
    ilustrados le asignaran un papel fundamental a la educación y, en
    particular, a la escuela y al
    libro. Los
    iluministas creen que es posible lograr, en el futuro, una
    humanidad mas libre de los condicionamientos de la naturaleza. En
    materia de religión, son
    librepensadores y sostienen que en las distintas religiones habría una
    religiosidad racional común.

    La Revolución
    Francesa con su lema "Libertad,
    igualdad y
    fraternidad" y la democracia
    política
    son deudores de la
    Ilustración y forman parte del núcleo de las
    ideas de la modernidad.

    La Reforma Protestante y las guerras de
    religión del Siglo XVII quiebran la unidad religiosa y la
    idea de fundamentar la moral y el
    derecho en la religión cede su paso entre los iluministas
    a una concepción que busca establecer normas
    fundamentadas racionalmente.

    El proyecto de
    modernidad formulado por los filósofos iluministas en siglo XVIII se
    basaba en el desarrollo de una ciencia
    objetiva, una moral
    universal, una ley y un arte
    autónomos y regulados por lógicas propias. Deseaban
    emplear esta acumulación de cultura
    especializada en el enriquecimiento de la vida diaria, es decir,
    en la cotidianeidad social.

    El conjunto de ideas gestadas en los siglos XVII y XVIII
    constituyó una concepción de mundo alternativa a la
    cosmovisión cristiana y se tradujo en instituciones
    y pautas concretas de conducta. El
    proceso de revoluciones independentistas, que desde fines del
    siglo XVIII se desarrolla en el continente, es expresión
    del clima de ideas de
    modernidad.

    Con la Revolución
    Industrial se desarrolla un nuevo sector social, el
    proletariado o la clase obrera. Todo el período
    está marcado por un ascenso constante en todos los
    países de la burguesía. Esta se opone a la nobleza
    y también a la reivindicación obrera y popular,
    siendo ella misma heterogénea y tejiendo alianzas con uno
    u otro sector social. En el plano político, la primera
    mitad del siglo XIX oscilará entre la revolución
    y la restauración. Ya en la segunda mitad, la
    revolución política se desvanece y lo que predomina
    es el despliegue del capitalismo en el mundo.

    La restauración, después de la derrota de
    Napoleón en 1815, reacciona contra el
    Iluminismo. Los pensadores tradicionalistas desechan la
    posibilidad de que el hombre
    programe racionalmente la sociedad.

    En una orientación similar, para la escuela
    histórica del derecho que se desarrolla con fuerza en
    Alemania, la
    generación anterior carece de "sentido histórico".
    En el siglo XIX, se desenvuelve una fuerza política, el
    racionalismo,
    que enfatiza como elementos diferenciadores de la nación
    aspectos geográficos, étnicos, religiosos y
    lingüísticos, reivindicando el espíritu del
    pueblo.

    En el siglo XIX el Romanticismo
    alemán se contrapondrá marcadamente con el
    Iluminismo del siglo XVIII. Mientras el Iluminismo se identifica
    con la razón y la ciencia, el
    Romanticismo tiene una mayor inclinación por la
    emoción, la fuerza, la sensibilidad y lo instintivo.
    Políticamente, el romanticismo es anti-universalista y
    racionalista. Es fuertemente antiliberal: no defiende los
    derechos de los
    individuos, sino que es fuertemente aristocratizante. Es un
    movimiento
    más literario que filosófico. La crítica de
    la modernidad en el siglo XIX culminará en su segunda
    unidad con el pensamiento de
    Federico Nietzsche.
    Para este, la filosofía occidental ignora la vida y la
    voluntad de vivir, una filosofía de la razón que se
    opone a la de los sentidos.
    Nietzsche critica la moral por su anti-naturalidad por su
    oposición a la vida, por condenar los instintos y por
    constituir una evasión del mundo real. La crítica
    de la religión comienza por hacer notar que la
    religión nace del miedo. Para que el hombre viva, Dios ha
    de morir. Como resultado de la muerte de
    Dios, el hombre moderno ha llegado al nihilismo, que
    significa la falta de metas, una falta de respuesta a los
    porqué que se habían respondido desde
    Dios.

    En la primera mitad del siglo XIX, Augusto Comte
    funda el positivismo.
    Positivo significa lo real frente a lo quimérico y
    fantástico. El punto de partida de Comte se resume en la
    ley de los tres estados. En el estado
    teológico se explican los fenómenos por medio de
    seres naturales y se corresponden con un poder
    espiritual teocrático y un poder temporal
    monárquico.

    El estado
    metafísico arranca del monoteísmo y despersonaliza
    la fuerza divina y la causa de los fenómenos pasan a ser
    ideas abstractas o principios racionales. En el estado positivo
    la especulación metafísica
    es sustituida por una investigación de los fenómenos
    limitada a sus relaciones. Los sabios empiezan a
    desempeñar el poder espiritual que antes ejercían
    los teólogos y los industriales ocupan el poder temporal
    que en el primer estado ejercían los monarcas. La ciencia,
    para el positivismo, se apoya en una metodología general de tipo inductivista.
    Los hechos singulares son conocidos por la observación y la experimentación, no
    hay conocimientos a priori. La sociología es concebida por Comte como una
    ciencia natural, la denomina "física social" y
    tiene por objeto establecer las leyes que rigen
    el desarrollo social como el de un organismo vivo. En la
    sociología de Comte se distinguen la estática y
    la dinámica social. La estática social
    estudia al individuo,
    la familia y
    la sociedad desde la perspectiva del orden, es decir, desde la
    estructura que
    le da a estos objetos estabilidad y firmeza. La dinámica
    social, en cambio,
    estudia el progreso, el cambio, el pasaje de un estado a
    otro.

    En una línea de pensamiento muy distinta a la de
    Comte, Hegel, en los
    primeros años del siglo XIX, en su filosofía de la
    historia, trata de demostrar que el mundo de la voluntad no
    está sometido al azar, que lo que sucede en la historia
    tiene un carácter racional. A grandes rasgos, Hegel ve en
    el desarrollo histórico una marcha hacia mayores grados de
    libertad.

    A mediados del siglo XIX, Marx construye su
    filosofía desde la base de las doctrinas de la
    filosofía clásica alemana, la economía
    política inglesa y el socialismo
    francés. En cuanto al socialismo, mientras los
    utópicos imaginaban el socialismo como una vuelta hacia un
    pasado más simple, Marx lo entiende como el avance hacia
    un mayor grado de complejidad y desarrollo
    social, posibilitado por el capitalismo.

    El proletariado, a través de la revolución
    social puede y debe acelerar el proceso de surgimiento de la
    nueva sociedad.

    Las ideas de Marx inspiraron la mayor parte de los
    procesos
    revolucionarios del siglo XX.

    Hegel, Marx y Comte expresan, cada uno a su manera, un
    pensamiento que cree ver en el desarrollo histórico de la
    humanidad una cierta lógica,
    desarrollo del espíritu, lucha de clases y pasaje de la
    ignorancia al conocimiento.

    La modernidad fue un producto
    típicamente europeo en sus orígenes y cuando se
    extendió, en nombre de lo universal, fuera de Europa lo hizo de
    una manera avasallante. Frente a ella sucumbieron culturas
    asiáticas, africanas y americanas que carecían de
    un desarrollo científico-tecnológico comparable al
    europeo. Sin embargo, allí donde había fuertes
    culturas autóctonas, la modernización de las
    sociedades fue sólo parcial y puede hablarse de una
    modernidad periférica; en cambio, donde la inmigración europea ocupó un espacio
    vacío y desalojó a débiles culturas
    indígenas, como en los EEUU o Australia, los principios de
    la modernidad calaron hondo.

    La aparición de la imprenta
    comporta interesantes efectos que se ven trasladados en distintos
    aspectos que hacen al contexto de surgimiento de la ciencia en la
    modernidad.

    POSMODERNIDAD

    Desde la década del 80, el llamado debate
    modernidad-posmodernidad
    ha estado presente en un variado campo de la producción teórica. Desde diferentes
    lugares, y desde una variada cantidad de disciplinas, se ha
    intentado dar cuenta de cuál es la problemática
    allí presente. Desde la arquitectura, el
    cine, la
    filosofía, la política, la literatura, etc, se ha
    tratado de definir lo moderno y lo posmoderno, tanto desde una
    actitud
    descriptiva, como también desde prácticas
    productivas que se inscriben en una u otra dirección. Lo llamativo es la dificultad
    que existe en dar precisiones en que es lo que está en
    juego en dicha
    polémica, y más aun en lo que concierne a poder dar
    definiciones abarcadoras sobre lo que es la
    posmodernidad.

    Es evidente que lo posmoderno aparece a la vez como una
    época y como una actitud peculiar que algunos asumen
    dentro de ella; pero debemos distinguir ambos significados. No
    sólo porque hay quienes afirman que existe una actitud
    posmoderna aunque no haya propiamente posmodernidad social
    estructural; sino también porque es necesario diferenciar
    a quienes estarían "objetivamente" dentro de la sociedad
    posmoderna de quienes añaden a esto una "toma de
    conciencia" correlativa o más bien diríamos una
    "actitud" posmoderna, ya que el primado de la conciencia es
    típicamente moderno.

    Antes que la denominación de "condición
    posmoderna" aplicada a lo social por Lyotard, tenía
    considerable desarrollo el posmodernismo en el arte y la
    arquitectura. Si -también apelando a la dialéctica
    – el arte como intuición sensible es anterior al trabajo y
    éste sólo puede serlo de un objeto consumado,
    diremos que el arte captó una situación social en
    curso y la "postuló" como estilo.

    Es el rebasamiento de lo moderno; no su
    "superación". Se trata de la culminación de lo
    moderno donde esto, en su consumación, produce efectos
    paradojales. El gigantismo propio de la proyectualidad moderna,
    fruto de la tecnología y de la
    racionalidad instrumental, lleva a la saturación sobre esa
    misma racionalidad a la masificación solipsista y a la
    atomización de mundos sobrepuestos en las
    metrópolis, al rechazo de la técnica y la
    imposibilidad de lo proyectual, derivándose hacia el "fin
    del énfasis" y el "pensamiento dulce", a un debilitamiento
    de la voluntad política e instrumental. Lo posmoderno no
    es "lo contrario" de lo moderno, ni tampoco su
    continuación homogénea; es la culminación de
    la modernidad donde ésta, a través de su propio
    impulso, se niega a sí misma.

    La modernidad se caracteriza por la confianza en el
    progreso, por la búsqueda de una razón globalizante
    que dé cuenta del momento histórico y su devenir,
    la postulación de matas ideales, un fuerte sentido de la
    vida signada por sus responsabilidades acerca del mundo, responsabilidad por el otro, aun en el
    heroísmo, el imperio de la razón. Esta modernidad
    correspondía a la industria
    capitalista o al capitalismo industrial con sus fábricas,
    con sus organizaciones
    obreras, sindicales.

    La posmodernidad corresponde a un momento
    histórico diferente que corresponde al capitalismo
    tardío, a una sociedad de consumo, a una
    sociedad de la informática, de los medios masivos
    de comunicación a una sociedad de una
    tecnología sofisticada. No toda nuestra cultura es
    posmoderna pero si el posmodernismo es un dominante cultural en
    nuestros días.

    Algunos autores (Marshall Berman, Jurgen Habermas) no
    acuerdan en denominar a nuestro momento actual de posmoderniadad,
    pero si acuerdan en las características que definen a
    nuestra cultura contemporánea.

    Guilles Lipovetski sostiene que asistimos a una nueva
    fase en la historia del individualismo occidental y que
    constituye una verdadera revolución a nivel de las
    identidades sociales, a nivel ideológico y a nivel
    cotidiano. Esta revolución se caracteriza por: un consumo
    masificado tanto de objetos como de imágenes,
    una cultura hedonista que apuntan a un confort generalizado,
    personalizado, la presencia de valores
    permisivos y light en relación a las elecciones y modos de
    vida personales.

    Por supuesto, el futuro no próximo no es
    imaginable como simple continuidad de las tendencias actuales, de
    modo que hasta allí no conviene aventurarse en el
    pronóstico, pero en todo caso, cualquier nueva
    proyectualidad que recuperase figuras de lo moderno deberá
    necesariamente cargar la impronta de este período de
    crisis llamado posmoderno. Cabe consignar finalmente que las
    hipótesis sobre ese potencial futuro
    están impregnadas del lugar que se ocupa en la
    polémica acerca del presente, de manera que la
    discusión sobre el punto es menos bizantina de lo que
    podría presumirse.

    Partes: 1, 2, 3

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter