Monografias.com > Arte y Cultura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Arte Gótico




Enviado por demond



    Estilo gótico, Arte y
    arquitectura
    ,

    Estilo artístico europeo con unos límites
    cronológicos que oscilan entre aproximadamente el
    año 1140 y las últimas décadas del siglo
    XVI, según las áreas geográficas. Se
    aplicó en el campo de la arquitectura
    civil y religiosa, la escultura, las vidrieras, la pintura mural
    y sobre tabla, los manuscritos miniados y las diversas artes
    decorativas. El término gótico fue empleado por
    primera vez por los tratadistas del renacimiento, en
    sentido peyorativo, para referirse al arte de la
    edad media, al
    que ellos consideraban inferior y bárbaro (godo, de
    ahí el término gótico) comparado con el arte
    clásico. En el siglo XIX se produjo una
    revalorización de este periodo debido a movimientos
    historicistas y románticos. El gótico
    apareció a continuación del románico, a lo
    largo de la baja edad media, y
    hoy día se considera uno de los momentos más
    importantes desde el punto de vista artístico en Europa.

    Arquitectura

    El estilo gótico encontró su gran medio de
    expresión en la arquitectura.
    Surgió en la primera mitad del siglo XII a partir de la
    evolución de precedentes románicos y
    otros condicionantes teológicos, tecnológicos y
    sociales. La arquitectura gótica perduró hasta bien
    entrado el siglo XVI en diversos países europeos como
    Inglaterra, mucho
    después de que el estilo renacentista hubiera penetrado en
    otros campos artísticos. Las mayores realizaciones del
    gótico se manifestaron en el terreno de la arquitectura
    religiosa.

    En contraste con la arquitectura del románico,
    cuyas características esenciales son los arcos de
    medio punto, las estructuras
    macizas con escasos vanos y las bóvedas de
    cañón o arista, la arquitectura gótica
    empleó el arco apuntado, agujas, chapiteles y gabletes,
    reforzando el sentido ascensional que pretende transmitir el
    edificio, amplios vanos con tracerías caladas para
    conseguir la máxima luminosidad y estructuras
    reducidas al mínimo. Todas estas cualidades
    estilísticas fueron posibles gracias a las innovaciones
    constructivas, especialmente a la aparición de la
    bóveda de crucería. Las iglesias medievales
    poseían bóvedas muy pesadas, que obligaban a
    disponer muros gruesos y con pocos ventanales para soportar sus
    empujes. A principios del
    siglo XII los constructores inventaron la bóveda de
    crucería, que consiste en el cruce de dos arcos o nervios
    apuntados, que conforman una estructura
    resistente sobre la que se colocan los ligeros plementos o
    elementos de relleno que configuran la bóveda. Este
    sistema
    además de ligero y versátil, permite cubrir
    espacios de diversa configuración formal, con lo que
    posibilita un gran número de combinaciones
    arquitectónicas.

    Aunque las primeras iglesias góticas adoptaron
    una gran variedad de formas, la construcción de las grandes catedrales del
    norte de Francia en la
    segunda mitad del siglo XII se benefició de las ventajas
    de las bóvedas de crucería. Con ellas se
    podían concentrar los empujes en los cuatro puntos del
    vértice y posteriormente apearlos por medio de los
    elementos sustentantes, que podían ser los pilares o
    columnas pero también el sistema de
    estribo y arbotante, un arco que transmite los esfuerzos
    tangenciales hacia un contrafuerte situado en el exterior del
    edificio coronado por un pináculo. Como consecuencia, los
    gruesos muros de la arquitectura románica pudieron ser
    reemplazados por ligeros cerramientos con ventanales que
    permitieron la aparición de la vidriera y facilitaron que
    el edificio alcanzase alturas insospechadas. Así se
    produjo una revolución
    en las técnicas
    constructivas.

    Con la bóveda gótica los edificios
    pudieron adoptar formas variadas. Sin embargo, la planta
    común de las catedrales góticas consistió en
    tres o cinco naves longitudinales, un transepto, un coro y un
    presbiterio, es decir, una composición similar a la de las
    iglesias románicas. Las catedrales góticas
    también mantuvieron y perfeccionaron la creación
    más genuina de la arquitectura románica: la girola,
    una estructura
    compleja que aparece en la cabecera del templo, generalmente de
    forma semicircular con un deambulatorio alrededor y al que se
    abren capillas radiales de planta semicircular o poligonal.
    La
    organización de los alzados en el interior de las
    naves y en el coro también mantuvo los precedentes
    románicos. Por otro lado, los esbeltos pilares compuestos
    que separan las naves, con sus finos fustes elevándose a
    través del triforio hasta las nervaduras de las
    bóvedas, y el uso del arco apuntado en todo el edificio,
    contribuyen a crear efectos de verticalidad que constituye la
    expresión más intrínseca de la arquitectura
    gótica.

    El objetivo
    prioritario de la organización exterior de la catedral
    gótica, con sus arbotantes y pináculos, fue
    contrarrestar el peso de las bóvedas. La fachada
    occidental o de los pies de la iglesia, por
    otro lado, intentaba producir un efecto de
    desmaterialización del muro a través de ricos
    recursos plásticos.
    La típica fachada principal gótica se divide en
    tres cuerpos horizontales y tres secciones verticales o calles,
    donde se abren las tres portadas que se corresponden con las
    naves del interior. Las dos torres laterales forman parte del
    cuerpo de la fachada y se rematan frecuentemente por agujas o
    chapiteles. Por último, el gran rosetón sobre la
    portada central supone un magnífico centro para la
    totalidad del conjunto.

    Gótico temprano

    En Francia,
    durante la primera mitad del siglo XII, la bóveda de
    crucería apareció esporádicamente en cierto
    número de iglesias. Sin embargo, la fase que iba a
    conducir a la construcción de las grandes catedrales
    francesas comenzó en 1137, con motivo de la
    construcción de la girola de la iglesia
    abacial de Saint-Denis, panteón real en las afueras de
    París. En el deambulatorio de Saint-Denis, las finas
    columnas que sustentan las bóvedas de crucería y la
    ausencia de muros divisorios entre las distintas capillas
    radiales proporcionó un nuevo sentido de espacio continuo,
    fluido, que anticipaba las creaciones posteriores.

    Saint-Denis fue el modelo para la
    primera de las grandes catedrales, Notre Dame de París
    (comenzada en 1163), así como para un periodo de
    experimentación orientado a la desmaterialización
    del muro por medio de la apertura de grandes ventanales
    traslúcidos. El añadido de un cuarto piso en los
    alzados interiores incrementó la altura de forma
    vertiginosa. Este piso adicional, denominado triforio, consiste
    en un estrecho pasadizo con arquerías situado entre la
    tribuna que se halla sobre las naves laterales y el nivel de los
    ventanales superiores (claristorio). Las catedrales francesas de
    Laon y Noyon también corresponden a esta primera
    etapa.


    Gótico clásico

    La fase experimental del gótico temprano se
    resolvió finalmente en la catedral de Chartres (comenzada
    en 1194). Eliminando la tribuna del segundo piso heredada del
    románico, pero manteniendo el triforio, recupera la
    sección longitudinal de tres pisos o niveles. En su
    defecto se gana altura a través de un amplio claristorio o
    piso de ventanales, nivel de las arquerías, que
    proporciona una luz casi
    vertical. Cada vano se organiza mediante una estructura geminada,
    dividido por un parteluz y decorado con motivos de
    tracería como tréboles, óculos o
    cuadrifolios. La catedral de Chartres sirvió de modelo para
    las siguientes catedrales góticas.

    Este periodo del gótico clásico
    culminó en la catedral de Reims (comenzada en 1210). Con
    sus equilibradas proporciones, Reims representa el momento
    clásico de serenidad y reposo en la evolución de las catedrales góticas.
    La tracería calada, característica de la arquitectura
    gótica tardía, fue utilizada por el primer
    arquitecto de Reims. En las placas primitivas de tracería,
    como en los ventanales de Chartres, el muro de mampostería
    esta perforado por una serie de aberturas. Por el contrario, en
    la tracería calada cada ventana se subdivide en dos o
    más arcos apuntados por medio de finas columnillas de
    piedra llamadas parteluces, y en la parte superior aparece un
    diseño
    que produce el efecto de un recortable. Reims sigue el esquema
    general de Chartres, pero otra solución del gótico
    apareció en la gran catedral de cinco naves de Bourges
    (comenzada en 1195): en lugar de un crecido cuerpo de ventanas
    como en Chartres, el arquitecto de Bourges redujo el claristorio
    en favor del cuerpo de arquerías y del triforio. En
    torno a 1220, la
    nave de la catedral de Amiens retomó el sentido
    clásico y ascensional de Chartres y Reims, enfatizando la
    verticalidad y la estilización de los pilares. De este
    modo Amiens supuso una transición hacia la más
    elevada de las catedrales góticas francesas, la catedral
    de Beauvais. En ella aparece un gigantesco piso de
    arquerías (derivado de Bourges) bajo un piso de ventanales
    del mismo tamaño, que permite alcanzar la altura sin
    precedentes de 48 metros.

    Gótico radiante o rayonnant

    La catedral de Beauvais se comenzó en 1225, un
    año antes de que Luis IX de Francia ascendiese al trono.
    Durante su largo reinado, de 1226 a 1270, la arquitectura
    gótica entró en una nueva fase denominada radiante
    o rayonnant. El término rayonnant deriva de
    los elementos radiales, como los de una rueda, que conforman los
    enormes rosetones característicos de este estilo. La
    altura dejó de ser el principal objetivo, y en
    su lugar se extremó la desmaterialización del muro
    reduciendo el espesor de la mampostería, extendiendo los
    ventanales y reemplazando el muro exterior del triforio por vanos
    de tracería. Los muros de este periodo radiante asumieron
    el carácter
    de membranas traslúcidas.

    Todas estas características del gótico
    radiante fueron incorporadas en la primera empresa
    importante llevada a cabo durante esta nueva fase, la
    reconstrucción (comenzada en 1232) de la iglesia abacial
    de Saint-Denis. De la primitiva estructura sólo se
    preservaron el deambulatorio y la fachada principal. Sin embargo,
    el espíritu rayonnant está mejor
    representado por la Sainte-Chapelle, la espaciosa capilla
    palatina construida para Luis IX entre 1242 y 1248, en la
    Île-de-la-Cité, en el centro de París. Los
    inmensos ventanales, que se elevan casi desde el nivel del
    suelo hasta el
    arranque de las bóvedas, ocupan la totalidad del espacio
    entre los haces de columnas, transformando de este modo la
    capilla en una robusta armadura pétrea recubierta por
    superficies acristaladas por donde se filtra la luz a
    través de vidrieras multicolores.

    En la evolución de la arquitectura gótica,
    el progresivo aumento de los vanos acarreó la posibilidad
    de crear un ambiente
    interior sacralizado y simbólico a través de la luz
    coloreada que pasaba a través de las vidrieras. Los
    colores
    dominantes fueron el azul oscuro y el rojo rubí brillante.
    En las ventanas de las capillas subsidiarias y de las naves
    laterales se dispusieron pequeñas vidrieras en forma de
    medallones, que ilustraban episodios bíblicos y de la vida
    de los santos. Su proximidad con respecto al observador
    permitía la contemplación de sus detalles. Cada una
    de las ventanas del claristorio, por otro lado, estaba ocupada
    por enormes vidrieras con imágenes
    monumentales, perceptibles desde el suelo. A partir
    del último tercio del siglo XIII la mística
    oscuridad se fue disipando, a medida que la técnica de la
    grisalla —cristal blanco decorado con dibujos en
    gris— se fue combinando con los paneles de colores, cada vez
    más vivos y luminosos.

    Expansión de la arquitectura
    gótica

    La influencia de la arquitectura gótica francesa
    en el resto de Europa fue
    enorme. En España,
    este estilo también está representado por las
    grandes catedrales urbanas, si bien en el siglo XV la obra civil
    adquirió mayor importancia. Durante la etapa del
    gótico clásico, la implantación de las
    influencias francesas a través de la corte de Fernando III
    se refleja en las catedrales de Burgos, Toledo y León. A
    pesar de ello, las catedrales españolas no fueron copias
    provincianas de los modelos
    franceses, y en ellas se perciben características
    arquitectónicas y decorativas propias de la cultura
    hispana, como la introducción de elementos mudéjares.
    La más próxima a los prototipos franceses es la
    catedral de León, terminada hacia 1280, que responde a los
    ideales clásicos de altura y amplias superficies
    acristaladas con magníficas vidrieras. En el siglo XIV el
    mayor desarrollo
    arquitectónico tuvo lugar en Cataluña y Levante,
    con ejemplos destacados como las catedrales de Barcelona, Palma
    de Mallorca y Gerona. El modelo de catedral en este área
    se adecuó a los postulados del sur de Francia, por lo que
    se ha denominado gótico mediterráneo. Este estilo
    se caracteriza por el predominio de la planta de salón
    —consistente en la disposición de naves a la misma
    altura—, la diafanidad espacial, el aprovechamiento de los
    vacíos entre contrafuertes para alojar capillas, la escasa
    iluminación y la supresión de los
    arbotantes, lo que se traduce en exteriores macizos y sin esa
    tendencia a la verticalidad propia del gótico
    francés más ortodoxo.

    En Alemania (que
    entonces formaba parte del Sacro Imperio Romano
    Germánico junto a otros territorios de Europa central) el
    gótico también apareció a lo largo del siglo
    XIII, aunque en una primera fase convivió con los esquemas
    románicos autóctonos. En 1248 se inició la
    catedral de Colonia, que excedía en su altura interior a
    la catedral de Beauvais y cuyo coro se inspiró en el
    estilo radiante de la catedral de Amiens. Poco después se
    inicia la de Estrasburgo, en el siglo XIV la de San Esteban de
    Viena y las catedrales de Praga, Friburgo y Ulm, que destacan por
    sus esbeltas torres. También en Alemania se
    materializó el modelo de iglesia-salón
    característica del gótico mediterráneo, como
    se observa en San Lorenzo de Nuremberg (siglo XV).

    En Italia e Inglaterra la
    aceptación de los esquemas franceses se encontró
    con mayores reticencias, de modo que su influencia fue escasa.
    Las iglesias florentinas y las reminiscencias superficiales del
    gótico francés en las fachadas de la catedrales de
    Siena y Orvieto son simples fases transitorias en la
    evolución que condujo en Italia del
    románico clasicista a los inicios de la arquitectura
    renacentista en la obra de Filippo Brunelleschi.

    En Inglaterra, la influencia de la arquitectura
    gótica francesa tan sólo se manifiesta en dos
    ocasiones, una en torno a 1170 con
    la ampliación oriental de la catedral de Canterbury y
    otra, a mediados del siglo XIII, en la abadía de
    Westminster (comenzada en 1245), basada en el esquema general de
    Reims. Por lo demás, los arquitectos ingleses
    desarrollaron su propio lenguaje
    gótico que enfatizó la longitud y la
    horizontalidad. La girola poligonal o semicircular francesa se
    sustituyó por una cabecera cuadrada, prolongada en
    ocasiones por una rectangular Lady Chapel o capilla de la Virgen.
    Este acusado alargamiento de la planta, a menudo determinó
    el uso de dos transeptos y la multiplicación de nervios en
    las bóvedas, algunos de los cuales fueron puramente
    ornamentales.

    El primer gótico inglés
    (Early Style) está representado por la catedral de
    Salisbury (comenzada en 1220; la torre y la aguja del siglo XV).
    La introducción de tracería calada en la
    abadía de Westminster produjo una espectacular
    evolución de estos elementos. El periodo decorativo
    subsiguiente (Decorated Style), con su profusa
    ornamentación, cuenta con ejemplos como el coro de la
    catedral de Lincoln (comenzado en 1256), el crucero de la
    catedral de Wells y la torre octogonal de la catedral de Ely,
    entre otros.

     Escultura

    La escultura siguió el precedente
    románico, con una amplia difusión de imágenes
    cuyo fin era adoctrinar a los fieles en los dogmas de la fe
    religiosa y decorar las fachadas de las catedrales. La escultura
    de los siglos XII y principios del
    XIII tuvo un carácter predominantemente
    arquitectónico. Las figuras más destacadas son las
    estatuas colosales de las jambas (pilastras laterales) de las
    portadas y las de los parteluces de los vanos de entrada. Reciben
    el nombre de estatuas-columna por estar adosadas a estos
    soportes. A veces, la estatua-columna tiende a liberarse del
    marco arquitectónico, como si fuera una escultura exenta o
    de bulto redondo.

    En el estilo considerado protogótico destacan las
    estatuas-columna del famoso pórtico de la Gloria (fachada
    occidental) de la catedral de Santiago de Compostela (España,
    último tercio del siglo XII), donde apóstoles y
    profetas se hacen eco del nuevo sentido naturalista idealizado, a
    la vez que expresan sus sentimientos y empiezan a entablar lo que
    se denomina sacra conversazione, es decir, la
    comunicación entre los personajes sagrados. En Francia
    cabe reseñar las estatuas-columna de la fachada occidental
    de la catedral de Chartres, que datan aproximadamente de 1155.
    Las estatuas del pórtico Real de Chartres poseen unas
    proporciones y un sentido del volumen que
    revelan un naturalismo ajeno al mundo románico. Durante
    las décadas siguientes las figuras de Chartres inspiraron
    a un gran número de artífices franceses. Sin
    embargo, las estatuas-columna no eran las únicas
    manifestaciones escultóricas figurativas de las portadas,
    que seguían un rico y elaborado programa
    iconográfico centrado en los altorrelieves del
    tímpano, arquivoltas y en menor medida, en los dinteles de
    las puertas. En los parteluces, solían aparecer estatuas
    de la Virgen, Cristo o algún santo relacionado con la
    iglesia catedralicia.

    Sin embargo, las manifestaciones protogóticas
    todavía conservaban un cierto carácter
    románico. En torno a 1180 la estilización
    románica evolucionó hacia un periodo de
    transición en el que las estatuas comenzaron a asumir una
    serie de rasgos naturalistas como la gracia, elegancia,
    solemnidad, sinuosidad y libertad de
    movimientos. Este estilo ‘clasicista’ culminó
    en la primera década del siglo XIII en las series de
    esculturas de las portadas de los transeptos norte y sur de la
    catedral de Chartres.

    De todos modos el término clasicista debe ser
    matizado, debido a la diferencia esencial que existe entre las
    figuras góticas y las del auténtico estilo
    clásico antiguo. En la figura clásica, sea estatua
    o relieve, puede
    apreciarse un cuerpo completamente articulado debajo y por
    separado de sus ropajes, mientras que en la gótica no
    existe tal diferenciación. Lo que puede apreciarse del
    cuerpo es inseparable de los pliegues de la vestimenta: incluso
    cuando se trata de desnudos, como en las estatuas de Adán
    y Eva (anteriores a 1237) de la catedral de Bamberg (Alemania) la
    anatomía
    se subordina a un proceso de
    abstracción.

    Aparición del naturalismo

    Los convencionalismos en el tratamiento de los pliegues
    fueron reemplazados por volúmenes más
    sólidos y naturales en un proceso que
    comienza en torno a 1210 con la portada de la Coronación
    de la catedral de París, y que continúa
    después de 1225 en las portadas de la catedral de Amiens.
    A partir de 1240 ya se aprecian en la fachada occidental de la
    catedral de Reims y en las estatuas de los apóstoles de la
    Sainte-Chapelle de París los pliegues pesados y angulosos,
    profundamente esculpidos en forma tubular, característicos
    de la escultura gótica posterior. Al mismo tiempo las
    estatuas se liberaron del soporte
    arquitectónico.

    En las estatuas de Reims y en las del interior de la
    Sainte-Chapelle se consolidó el típico rostro de
    las figuras góticas: forma triangular, mentón
    destacado, ojos almendrados y una marcada sonrisa. Al mismo
    tiempo se
    inició la representación de posturas y gestos
    amanerados, que resultan de una síntesis
    entre las formas naturalistas, la elegancia cortesana y una
    delicada espiritualidad.

    Otros géneros desarrollados por la escultura
    gótica fueron las imágenes votivas, esculturas de
    bulto redondo de pequeño tamaño con
    representaciones de la Virgen y el Niño o de Cristo
    crucificado, en las que se aprecian los cambios
    iconográficos que se produjeron en el mundo gótico,
    como una mayor humanización y naturalismo. Por otro lado,
    el relieve
    alcanzó gran esplendor en los retablos, las
    sillerías de coro y los sepulcros de grandes
    personajes.

    En relación a las tendencias naturalistas,
    aparecieron interpretaciones más humanizadas de la Virgen
    con el Niño, imágenes que muestran una
    relación amorosa en la que la Virgen mira a su hijo
    dulcemente o juega con él mientras le ofrece una flor o
    una fruta. Un ejemplo de esta nueva iconografía es la
    Virgen con el Niño de la portada inferior de la
    Sainte-Chapelle, un modelo que siguió vigente en Europa
    durante varios siglos.

    Difusión de la escultura
    gótica

    Aunque la génesis de la escultura gótica
    se iniciara en el norte de Francia, como sucedió en el
    caso de la arquitectura, algunas de las obras más notables
    se realizaron en Alemania. La escultura gótica alemana se
    caracterizó por un fuerte expresionismo,
    algunas veces en el límite de la caricatura, y al mismo
    tiempo por una lírica belleza y elegancia formal. En el
    siglo XIII destaca el conjunto de la catedral de Bamberg, con
    numerosas esculturas influidas por el estilo de Reims. Entre
    ellas sobresalen la del Caballero de Bamberg, la primera
    estatua ecuestre aparecida en el arte occidental desde la
    época carolingia. Aunque la identidad del
    jinete no se ha confirmado, algunos apuntan la posibilidad de que
    se trate de Conrado II, mientras otros opinan que tan solo plasma
    el ideal heroico de los monarcas medievales, en este caso de la
    dinastía alemana. En este mismo periodo se realizaron las
    esculturas de la catedral de Naumburgo, especialmente las parejas
    oferentes situadas en el coro, como el famoso grupo de
    Ekkehard y Uta, que se han relacionado con la escultura de la
    catedral de Burgos (España).

    En Italia existió, como en el caso de la
    arquitectura, una cierta reticencia a aceptar los postulados
    franceses. En este caso sería más apropiado hablar
    de tendencias goticistas dentro de un clima en el que
    va apareciendo el protorrenacimiento. El taller más
    representativo fue el de Pisa, iniciado por Nicola Pisano, autor
    del púlpito de mármol del baptisterio de Pisa. Su
    hijo Giovanni Pisano fue el primer artista italiano en adoptar
    las directrices del gótico francés, combinadas con
    la influencia clásica recibida de su padre, como se
    observa en el púlpito de la catedral de Siena. En la
    fachada de la misma catedral, realizada en torno a 1290,
    labró un grupo de
    esculturas que representan profetas y filósofos griegos dotados de una gran
    intensidad expresiva.

    Aunque durante las últimas décadas del
    siglo XIV un número creciente de escultores italianos
    adoptó los principios del estilo gótico
    francés, sus obras muestran el
    conocimiento del desnudo clásico y la
    diferenciación entre cuerpo y vestimenta. Esta fase de la
    escultura italiana acabó poco después de 1400, con
    las puertas de bronce para el baptisterio de la catedral de
    Florencia realizado por Lorenzo Ghiberti, precursor de la
    escultura del renacimiento
    italiano.

    En España, en el segundo cuarto del siglo XIII se
    introdujeron las formas de la escultura francesa a través
    de las intensas relaciones políticas
    y culturales que la monarquía española estableció
    con la francesa. En el siglo XIII destacaron dos talleres en
    torno a las catedrales de Burgos y León. En la primera
    cabe citar la portada de la Coronería y la del Sarmental,
    correspondientes a los transeptos, así como las esculturas
    de las fachadas y el claustro. En relación con este
    taller, destaca la escultura de la abadía de Las Huelgas,
    a pocos kilómetros de Burgos, con los excepcionales
    sepulcros de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet. En cuanto a la
    de León, la escultura española alcanzó altas
    cotas de calidad, como se
    aprecia en la portada de la Virgen Blanca de la fachada
    occidental. Durante el siglo XIV en España la escultura
    exterior de las catedrales se hizo más menuda por la
    influencia del arte mudéjar y las obras en marfil.
    Destacan la puerta del Reloj de la catedral de Toledo y la puerta
    Preciosa de la de Pamplona; aunque es en Cataluña donde se
    encuentran los conjuntos
    escultóricos más sobresalientes, formados por
    sepulcros y retablos de influencia italiana.

    Artes decorativas

    En Francia a lo largo del siglo XIII las artes
    decorativas estuvieron bajo el dominio de la
    evocación religiosa. Los medallones que aparecen en las
    ilustraciones de las Bibles moralisées (Biblias
    moralizadas), en el segundo cuarto del siglo, se inspiraron sin
    duda en el diseño
    de las vidrieras catedralicias. En el salterio de Luis IX
    (posterior a 1255), los gabletes con rosetones que enmarcan las
    miniaturas imitan los modelos de la
    Sainte-Chapelle. A partir de 1250 el mismo estilo cortesano
    inspira la escultura monumental y las pequeñas tallas
    elefantinas (de marfil). La elegante estatuilla de marfil de la
    Virgen con el Niño (1265, museo del Louvre, París)
    procedente de la Sainte-Chapelle, reproduce la estatua monumental
    ubicada en el portal inferior de la capilla. El colosal grupo de
    Cristo coronando a la Virgen en el tímpano central de la
    fachada occidental de Reims posee la misma gracia íntima
    que las dos estatuillas con el mismo tema que también se
    conservan en el Museo del Louvre. Los diminutos relicarios de
    orfebrería realizados a partir del último tercio
    del siglo XIII tomaron la forma de las iglesias del gótico
    radiante, con sus transeptos, rosetones y gabletes en fachadas.
    De este siglo, una buena muestra de
    miniatura gótica española son los códices de
    las Cantigas de Alfonso X (El Escorial y
    Florencia).

    Hacia 1300 las artes decorativas comenzaron a asumir un
    papel
    más independiente. En la región del Rin se
    produjeron piezas de un marcado carácter expresivo, que
    van desde las estatuillas de la escuela del lago
    Constanza, como la del joven san Juan sentado dejando caer su
    cabeza tiernamente en el hombro de Cristo, hasta la espantosa
    evocación del sufrimiento de la pasión de Cristo.
    Más avanzado el siglo, los escultores alemanes
    formalizaron la Piedad, una representación de la Virgen
    llorando mientras sostiene el cuerpo muerto de Jesucristo. En el
    segundo cuarto del siglo XIV la decoración de los
    manuscritos miniados parisinos emprendió un nuevo rumbo de
    la mano del artífice Jean Pucelle. En su Breviario
    Belleville
    (1325, Biblioteca
    Nacional, París) las letras, las ilustraciones y los
    márgenes ornamentales contribuyen a crear un efecto
    integrador en la decoración de la página,
    estableciendo un precedente para los ilustradores posteriores.
    Pucelle había aprendido su técnica de los pintores
    del protorrenacimiento italiano, y por ello consiguió
    plasmar el sentido espacial en sus ilustraciones a través
    del uso de una perspectiva rudimentaria.

    Gótico final o
    tardío

    París había encabezado el arte y la
    cultura
    europeas desde 1230. Sin embargo, tras los estragos de la peste y
    el estallido de la guerra de los
    Cien Años a mediados del siglo XIV, París
    perdió la supremacía y se convirtió en uno
    más entre los numerosos centros artísticos que
    florecieron en este periodo.

    Pintura

    Dentro de la evolución pictórica del siglo
    XV se distinguen dos estilos, el estilo gótico
    internacional y el estilo flamenco. El primero corresponde a los
    dos últimos decenios del siglo XIV y perduró en la
    mayor parte de Europa durante la primera mitad del siglo XV. El
    estilo flamenco surgió en Flandes en el primer tercio del
    siglo XV, paralelamente al renacimiento italiano, y se
    difundió por el resto de Europa durante la segunda mitad
    del siglo. El estilo internacional apareció en el centro
    del continente como consecuencia de la fusión de
    elementos y formas del gótico lineal con las innovaciones
    técnicas e iconográficas aportadas por los pintores
    italianos del trecento (Giotto, Duccio, Simone Martini y
    los hermanos Lorenzetti). El estilo se caracteriza por la
    valoración expresiva de lo anecdótico, la
    estilización de las figuras, el predominio de las
    líneas curvas tanto en los pliegues como en las posturas
    corporales, la introducción de detalles naturalistas con
    fines simbólicos y el empleo de una
    técnica minuciosa. En torno a 1400 en Francia comenzaron a
    florecer las cortes de los duques de Berry y Borgoña. En
    la corte del duque de Berry destacó el importante taller
    de ilustración de manuscritos, con ejemplos
    magníficos de libros de
    horas como Las grandes horas y Las muy ricas horas del
    duque de Berry.
    El estilo gótico internacional
    contó con interesantes artistas en Alemania, como el
    pintor Stefan Lochner y el maestro del Jardín del
    paraíso;
    y en España, con destacados miembros
    de la escuela aragonesa
    y catalana como Pedro Nicolau, Lluís Borrassà o
    Bernardo Martorell.

    El estilo flamenco se inició en las cortes de los
    duques de Berry y de Borgoña. La principal
    aportación de esta escuela es la utilización de la
    técnica al óleo, que permite una mayor viveza y
    enriquecimiento de la gama cromática, la
    realización de veladuras y la obtención de colores
    compuestos. Los rasgos más definitorios del estilo
    flamenco fueron el mayor naturalismo, el gusto por el detalle a
    través de una técnica minuciosa y, en ocasiones, la
    codificación simbolista de la gama cromática y de
    ciertos objetos. Los iniciadores de la escuela flamenca son los
    hermanos Huberto y Jan van Eyck, cuya primera obra célebre
    fue el retablo de El cordero místico de la iglesia
    de San Bavón de Gante. De Jan van Eyck es una de las
    mejores obras del arte flamenco, Giovanni Arnolfini y su
    esposa
    (1434, National Gallery, Londres). Otros pintores
    destacados son el maestro de Flémalle (Robert Campin),
    Rogier van der Weyden, Hans Memling, Dierick Bouts y Hugo van der
    Goes. Sin embargo, dentro de la escuela destacó una figura
    excepcional, avanzada para su época: Hieronymus van Aken,
    llamado el Bosco, que desarrolló en sus obras un universo
    surrealista en clave moralizante. Entre sus obras cabe citar
    El jardín de las delicias (Museo del Prado,
    Madrid).

    A lo largo del siglo XV la influencia flamenca se
    extendió por toda Europa, considerada como un renacimiento
    nórdico ajeno al punto de vista conceptual de la edad
    media. En España la pintura
    flamenca tuvo un especial desarrollo
    gracias al oficio de algunos pintores destacados como Luis
    Dalmau, Jaime Huguet, Jacomart, Bartolomé Bermejo y
    Fernando Gallego.

    Escultura

    La escultura gótica en el norte de Europa se
    mantuvo ajena al protorrenacimiento italiano. La escultura del
    gótico final francés se desarrolló en
    Borgoña. En torno al 1400 en la corte de Felipe el
    Atrevido en Dijon destacó la figura de Claus Sluter, que
    introdujo la sensibilidad realista de los Países Bajos en
    Francia. Renunciando a los modelos estilizados y a las
    afectaciones del siglo XIV, Sluter envuelve a sus figuras en
    voluminosos plegados. En los personajes que acompañan el
    sepulcro de Felipe el Atrevido (comenzado en 1385, Museo de
    Bellas Artes, Dijon), ofrece un amplio repertorio de expresiones
    que contribuyen a enfatizar la evocación de tristeza y
    dolor. En las estatuas de los profetas que rodean el Pozo de
    Moisés
    (1395-1403, cartuja de Champmol, Dijon)
    transformó a los personajes del Antiguo Testamento en
    patriarcas flamencos, cuya representación naturalista se
    funde con un sentimiento de grandeza espiritual.

    Tras la muerte de
    Sluter, en 1406, su influencia se difundió por el sur de
    Francia, España y posteriormente Alemania. En torno a
    1500, Michel Colombe y los manieristas de la escuela de Troyes en
    Francia, Tilman Riemenschneider, Veit Stoss y Adam Kraft en
    Alemania y Guillem Sagrera, Egas Cueman, Rodrigo Alemán y
    Gil de Siloé en España, pusieron el broche final al
    periodo gótico en el campo de la escultura.

    Arquitectura

    La última fase de la arquitectura gótica
    francesa recibió el nombre de gótico
    flamígero o flamboyant, nombre derivado de los
    paralelismos entre los motivos de la intrincada tracería
    curvilínea y la forma de las llamas. La profusa
    decoración del estilo flamígero se localiza
    generalmente alrededor de los vanos exteriores. El interior de
    las iglesias emprendió un proceso de simplificación
    basado en la eliminación de obstáculos visuales,
    como los capiteles sobre soportes verticales. El interés
    estructural se concentró en las bóvedas, cuyos
    nervios, terceletes y ligaduras conformaban una tupida red de complicados
    diseños.

    Estilo flamígero (flamboyant)

    La arquitectura flamígera se origina en la
    década de 1380 con la obra del arquitecto cortesano
    francés Guy de Danmartin. Sin embargo el estilo no se
    consolidó hasta la conclusión de la guerra de los
    Cien Años en 1453, momento en que tuvo lugar el
    resurgimiento de la actividad constructiva en toda Francia. El
    auge de la arquitectura flamígera se produjo entre el
    final del siglo XV y el primer tercio del siglo XVI en la obra de
    Martin Chambiges y su hijo Pierre, autores de una serie de
    portadas entre las que cabe citar la fachada occidental de la
    catedral de Troyes y las fachadas de los transeptos de Senlis y
    Beauvais.

    Difundido por gran parte del continente, el estilo
    produjo sus frutos más elaborados en España. En el
    siglo XV comenzaron a aparecer formas flamígeras en las
    obras de la corona de Aragón, como puede observarse en la
    lonja de Palma de Mallorca. Al mismo tiempo se empleó el
    nuevo estilo en la capilla de San Jorge del palau de la
    Generalitat de Barcelona, así como en otros muchos
    palacios catalanes. Sin embargo lo más
    característico del siglo XV español es
    la creación del denominado estilo hispano-flamenco,
    caracterizado por la fusión de
    formas flamencas y mudéjares. También recibe el
    nombre de isabelino por corresponder cronológicamente con
    el reinado de Isabel I la Católica. Entre los arquitectos
    más destacados de este último gótico cabe
    reseñar a Hanequin de Bruselas autor de la capilla de don
    Álvaro de Luna en la catedral de Toledo; Juan Guas, con el
    castillo de Manzanares el Real (Madrid), el palacio del Infantado
    en Guadalajara y el convento toledano de San Juan de los Reyes;
    Antón y Enrique Egas, que trazaron los hospitales de
    Santiago, Granada y el de Santa Cruz en Toledo; Juan y
    Simón de Colonia, con obras como la capilla del
    Condestable de la catedral de Burgos; y, en el área de
    Salamanca, Juan Gil de Hontañón y su hijo Rodrigo
    Gil de Hontañón, que construyó la catedral
    de Segovia en pleno siglo XVI.

    En Portugal, durante el reinado de Manuel I (1495-1521),
    apareció un gótico nacional conocido como estilo
    manuelino, marcado por la profusión ornamental de motivos
    exóticos y marineros.

    Estilo perpendicular (Perpendicular
    style)

    Inglaterra también tuvo su propio estilo
    gótico tardío, el estilo perpendicular, que
    triunfó en el siglo XV. Se caracteriza por el uso de
    molduras verticales en los muros y las tracerías y por las
    bóvedas de abanico.

    Son ejemplos de este periodo la capilla de la Virgen en
    Gloucester, la de San Jorge en Windsor, la de Enrique VII en
    Westminster y la del King’s College en Cambridge (comenzado
    en 1443), donde se consigue una majestuosa homogeneidad espacial
    gracias al empleo de las
    bóvedas de abanico, que prolongan de manera continua los
    paños rectangulares de los muros y las
    vidrieras.

    Arquitectura civil

    Durante el periodo gótico tardío se
    construyeron un gran número de edificios civiles. En
    Bélgica se encuentran ejemplos tempranos de estos
    edificios, algunos con torres-campanario como la gran lonja de
    Ypres (1380 y destruida en 1915), y otros tan destacados como los
    ayuntamientos de Lovaina (1448-1463) y Oudenaarde (1526-1530). En
    Inglaterra y Francia los austeros castillos de los siglos XII y
    XIII muestran escasa influencia de la arquitectura religiosa,
    pero en el último cuarto del siglo XIV estas severas
    fortalezas comenzaron a sustituirse por elegantes
    châteaux, una tipología residencial con
    barreras militares que incorporaba interesantes innovaciones
    arquitectónicas. Un ejemplo temprano del estilo
    flamígero, la gran pantalla (1388) con gabletes de
    tracería que corona la chimenea del antiguo palacio de los
    condes de Poitiers, preludia la decoración de los templos
    flamígeros. En torno a 1380 se añadió al
    palacio de Westminster (Londres) una techumbre de vigas vistas de
    roble que se convirtió en el prototipo para numerosas
    iglesias parroquiales inglesas.

    En Francia, desde finales del siglo XV hasta las
    primeras décadas del siglo XVI, se construyeron numerosos
    châteaux en estilo flamígero, como los de
    Amboise (1483-1501) y Blois (1498-1515) en el Loira, o el de
    Josselin (principios del siglo XVI) en Bretaña
    (véase Castillos del Loira). Se caracterizan
    exteriormente por sus tragaluces y buhardillas. Algunas veces,
    como en el caso de la fachada añadida al palacio de
    justicia de
    Ruán, cada uno de los tragaluces está flanqueado
    por diminutos contrafuertes. Otros ejemplos destacables en el
    campo de la arquitectura civil son el gótico veneciano del
    palacio del Dux (comenzado hacia 1345) y la Ca’ d’Oro
    (1430); el gótico tudor inglés
    del palacio de Hampton Court y los espléndidos edificios
    administrativos españoles, entre los que destacan las
    lonjas de Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca.

    Bibliografía
    Enciclopedía Encarta.

     

     

    Autor:

    Carlos Derij

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter