26 de julio de 1999
Jornadas de Guatemala.
Aportes a Iepades para estudios de formación e información de la dirigencia política, para
observar descripciones de códigos y comportamientos en el
pensamiento
militar y policial, con denominadores comunes en América.
Comandante General®Dr. José Ricardo
Spadaro
Proposito:
Describir modos de comportamientos y liderazgo
necesario en los ambitos policiales y
militares.
SEÑALAR posibles disfunciones en la
percepcion de los codigos internos de las instituciones
por parte de la dirigeNcia civil.
PROMOVER LA COMPLETA DESIDEOLOGIZACIÓN EN EL
TRATAMIENTO DE LA CUESTIÓN POLICIAL Y DE LA
SEGURIDAD.
PROMOVER REFORMAS INTERNAS DE MODO QUE LA DIRIGENCIA
SUPERIOR DE LAS INSTITUCIONES
PERTENEZCAN AL ESTADO Y NO AL
JEFE EN TRANSITO.
PROMOVER LA CAPACITACION DE LA DIRIGENCIA CIVIL EN EL
ESTUDIO PROFUNDO DE LOS TEMAS POLICIALES Y MILITARES, COMO
PREREQUISITO A OCUPAR FUNCIONES EN ESE
AMBITO.
PROMOVER REFLEXIONES PARA QUE NO SE ADOPTEN DECISIONES
DE APREMIO, PORQUE COMPROMETERAN AUN MÁS, LA GRAVEDAD DE
LA SITUACION EXISTENTE.
REORIENTAR LA VISON DEL ESTADO HACIA
LA IDONEIDAD IMPRESCINDIBLES DE LAS CUPULAS
POLICIALES.
PERSUADIR EN EL SENTIDO DE QUE SIN CALIDAD DE
FUNCIONARIOS, ALTAMENTE REMUNERADOS Y CON AUTOESTIMA
FORTALECIDA, NO EXISTIRA EFICIENCIA.
ADVERTIR QUE LA SEGURIDAD ES UN
ITEM DE ALTA PRIORIDAD PRESUPUESTARIA Y ESENCIALMENTE DE ELEVADOS
COSTOS.
Introducción:
Reflexionar acerca de porqué determinadas
personas acceden a posiciones de influencia decisiva en el
comportamiento
de otras, sin ocupar una posición formal en una organización, representa un desafío
básico:
Advertir que el ser humano, por más encumbrado
que esté, puede inclinarse ante varias opciones de
subordinación y ello dependerá, básicamente,
del tipo de relación generada en su entorno y en sus
propias necesidades, intereses, pasiones o debilidades y
malicia.
No es prudente olvidar que el hombre es
por definición el ejemplar más frágil y
mudable de la naturaleza y
frecuentemente, el más
dañino.
También, el más sublime en sus
renunciamientos, cuando ha controlado sus instintos de
autoconservación.
Las disfunciones:
Un breve glosario de
errores y deficiencias estructurales en los sistemas de
seguridad, viene
señalando en los hechos que hay problemas
graves de Liderazgo, de percepción
de los escenarios, de la ausencia completa de proyección
de esos escenarios al futuro y de planeamiento
mínimo sobre recursos
humanos y materiales.
Desde luego, se agrava con la ausencia de una Política Criminal que
hubiera efectuado los mínimos pasos de:
Identificación del problema
Caracterización del delito y del
delincuente, sus prioridades y repercusiones actuales.
Análisis legislativo y su pertinencia
Comparación regional y universal
normativa
Evaluación de los instrumentos de
prevención y represión
Coherencia y correspondencia de normas,
instrumentos con el perfil social vigente
Ubicación de la respuesta en el contexto
presupuestario y definición de prioridades
En orden a las relaciones de mando y obediencia,
existen varias caracterizaciones posibles.
En estas páginas trato de transmitir
observaciones y preocupaciones. No he diseñado un
catálogo ni manual de
enseñanzas ni de recomendaciones.
Mis consideraciones parten de promover como tema
decisivo para avanzar rápidamente en resolver la crisis global
en temas de inseguridad
publica, a generar atención a la acertada elección
de la jefatura de cada organismo policial y para ello
describo el modelo
aceptable, tomando en consideración exactamente el
pensamiento
interno que aparece casi como matriz
universal, en todas las estructuras de
seguridad.
Los modelos
policiales han estado vinculados fuertemente a una matriz militar
y a políticas
de Defensa, formulo acotaciones sobre los paradigmas de
ese ámbito y busco señalar algunas diferencias
importantes.
Se podrá coincidir o rechazar las
categorías e improntas que describo para cada modelo de
mando. Pero seguramente aceptará que este fin de siglo nos
sorprende envueltos en una crisis letal
que atropella paradigmas,
organizaciones, ideologías, modos sociales
de interacción y que la incertidumbre se ha constituido en
una forma de vida. Si además, los sistemas de
seguridad son conducidos por personas no idóneas, la
cuestión se torna intolerable.
La informática y la navegación por
Internet o los
mensajes instantáneos de la
globalización, no resuelven el dilema cotidiano del
hombre
común: trabajar en un contexto avasallante e inestable,
educarse y estudiar continuamente, garantizar posibilidades
mínimas de inserción a su prole y vivir él
mismo, conviviendo con otros semejantes igualmente compelidos; o
sucumbir en la paranoia de la violencia, la
droga, el
consumismo o el desinterés a perpetuidad por lo que
ocurre.
Los roles militares y policiales, siguen siendo los
instrumentos de acompañamiento y creación DE LAS
CONDICIONES de alguna certeza, acerca de que podremos seguir
gozando de una bandera, un territorio, un cierto pasado venerado
y respetado y un proyecto personal y en
comunidad. Los
mensajes de los centros de poder
universales, no dicen lo mismo. Con arrolladora
convicción, están haciendo olvidar el motor de la
historia de la
civilización: crisis por ciclos y resolución
temporal. Ya no es el fin de la historia, sinó el
supuesto fin de las organizaciones
militares y su necesidad en los países de la periferia del
poder
internacional.
Dirigentes diversos se han adherido a este criterio y
formulado teorías
donde las hipótesis de conflicto son
sustituidas por hipótesis de
confluencia o cooperación y donde las negociaciones
internacionales, resuelven las confrontaciones.
No creo absolutamente en este pensamiento y para
América
latina, agudizará su condición de dependencia
con un nuevo matiz: ni siquiera podrá discutir
alternativas fundadas en alguna consideración de poder,
por precario que fuere.
Las opciones, entonces, se dirigen
a:
Neutralizar y reducir a la mínima
expresión el factor Militar, o
Reformular el sector militar en Policial,
o
Mantener únicamente un instrumento policial y
librar las cuestiones de defensa a los organismos internacionales
o a la potencia
hegemónica, disolviendo al Ejército,
o
Recrear una milicia proactiva al servicio de la
Nación
y una policía integrada, eficaz, idónea, altamente
ética,
con facultades suficientes y cuadros de excelencia, con
importante remuneración.
Creo que hemos contribuido a debilitar o extinguir a
las organizaciones policiales y militares. En verdad,
algún mérito han aportado ellas mismas, aferradas
al casuismo y ritualismos, enmarañadas en estructuras
obsoletas, recitando reglamentos descerebrantes y creando
microespacios de interacción interna, alejados de los
demás ciudadanos. Trágico, además, han sido
sus incursiones en la política, conduciendo a veces
Estados en acuerdo con los sectores multipolares de la economía o
enfrentando a sus conciudadanos en disputas embanderadas en
falsas opciones. Los mismos centros de poder económico que
los usaron, luego los crucificaron, en la vindicta
pública.
Peor a veces, enfrentados los ejércitos
profesionales en guerra civiles
cruentas, de casi imposible olvido y donde el perdón, no
surgirá de simples declamaciones. Donde la sangre ha
corrido, una sombra pertinaz, nubla la visión de los
nuevos tiempos.
En ese escenario tan grave, prevaleció
también un modo cultural de concepción de vida que
privilegió la suprema razón de Estado, por la del
desvalido ciudadano. Como nunca en este siglo, la peor
interpretación de Maquiavelo estuvo
presente en las decisiones políticas
provenientes de regímenes de facto confundidos de
raíz, pero creyendo en la masa de sus seguidores, que
luchaban por una dignidad nacional o un modo de vida
supuestamente democrático. En la cúspide de las
decisiones, los líderes entorchados en sus percepciones de
blanco o negro, amigo o enemigo, trasformaron en teatro de
guerra al
propio país y a sus oponentes, en mortales facciones de un
ejército irregular que debía ser
aniquilado.
Las causas de este desatino son múltiples y
las heridas están aun abiertas. Ese es el desafío a
la dirigencia emergente: cicatrizarlas, reconstruir, proyectar un
futuro posible
Me parece que algo está funcionado muy mal en
Hispanoamérica; el análisis y percepción
técnica y política de las cuestiones de la Defensa
y la Seguridad. Los nuevos líderes formales de estas
organizaciones, desesperados por sobrevivir, han realizado
recitadas cosméticas en sus organizaciones, pero no han
resuelto el problema central: como hacer eficaces al
Ejército y a la Policía, preservando valores e
insertando otros en forma substancial: respeto,
vocación de servicio y
derechos
humanos, como bandera.
¡¿Cómo encontrar
diseñadores y ejecutores capaces de dar
satisfacción a las demandas más simples? : seguir
existiendo como Estado y poder caminar por las calles sin ser
muerto a mansalva en la primera esquina o desvalijado a
reiteración.
¿ Cómo volver ha insuflar en la
juventud, la
idea de Patria y que la vida y trascendencia de los otros, es
importante y que sin ellos, solamente una Bestia o Dios, como
afirmara Aristóteles, puede existir?.
Existe un sólido camino contribuyente:
Repensar a la dirigencia y formarla sólidamente. El
político de comité, el puntero de los votos
comprados o el fantoche de promesas circulares; el
político a sueldo y el advenedizo, debe dar paso alguien
enteramente distinto, que conservando las pasiones, como llama
encendida ascienda a la cresta del cambio y
adaptación constante y dirija con acierto los destinos
públicos de la sociedad, en un
mundo que creemos conocer y que tanto nos sorprende a
diario.
El líder
de este tiempo, esta
más exigido y entre las nuevas aptitudes, seguramente se
le reclamará de que contribuya a disminuir los
imponderables y esa incertidumbre angustiante.
Un problema adicional nubla frecuentemente las
decisiones políticas en torno a la
cuestión militar o policial. Se trata de las prevenciones
que se manifiestan durante las acciones de
planeamiento y
programación de políticas de Estado,
respecto de los roles del pasado reciente, en que ambos sectores
estuvieron envueltos en luchas intestinas, en las que sus
comportamientos institucionales dañaron gravemente su
justificación ética. De
allí que la dirigencia triunfante en casi toda América
guarde recelos casi insuperables sobre la milicia.
Es un nuevo paradigma
instalado en los decisores que impide separar función
necesaria de estigmas y miedos. Sin embargo, quiero advertir
enfáticamente que hay que dar un tremendo paso adelante,
para percibir sobre la necesidad de proceder con el vuelo del
Estadista y emerger de la meseta de las contradicciones,
revanchas o simplemente, Justicia
tardía.
Ese es el destino de esta contribución:
describir lo que he visto y lo que creo útil para apoya a
la dirigencia política, en criterios de elección
del líder
policial o militar necesario en la contingencia, mediante
semblanzas de comportamientos de dirigentes policiales o
militares, actuales o del pasado reciente.
Tipología básica del
Liderazgo
Las denominaciones siguientes responden a
señalar ya en la denominación, el factor o atributo
esencial en que se asienta el mando, según el modelo de
liderazgo que adopta o que crea al conductor, en la cumbre de su
posición.
Liderazgo por temor:
La maldad en el líder y fragilidad en los
subordinados, son dos consideraciones que no pueden dejar de
observarse en un planteo doctrinario sobre el liderazgo. La
primera cuestión, desde luego discutible sobre sus
alcances y persistencias en el comportamiento
social, pero invariablemente vigente en todos los tiempos se
exacerba ante la fragilidad en los otros, estableciendo una
relación enferma de necesidad de obediencia paralizante y
de falsa protección y seguimiento.
Esta ecuación, conduce a un tipo de liderazgo:
al dirigente que concede mérito y demérito en
función de resolver y sublimar los temores. Es el
líder garante y crea un modelo, absolutamente
circunstancial y precario. Regirá en tanto maldad y
fragilidad se den contemporáneamente en un contexto
social. Recuerda este planteo a Hobbes en el
Leviathan; " el hombre,
lobo del hombre".
La debilidad que crean ciertas reglamentaciones
policiales autistas, como la imposibilidad de examen de legalidad
de una orden, o el temor a la pérdida de empleos o a
traslados con desarraigo y centralmente, calidades insuficientes
de capacitación e instrucción,
facilitan la aparición de sujetos con poder interno que se
entronizan como pequeños tiranuelos.
Estos personajes son favorecidos cuando la dirigencia
política desconoce los códigos en que se asienta
este tipo de autoridad, que
a su paso deja hombres claudicantes y pésimos
funcionarios.
Liderazgo Dogmático:
No hay carisma en este modelo. Prevalece un modo de
adhesiones irracionales a cierta ideología, credo o utopías. El
líder encarna el dogma y se vuelve indiscutido e
intolerante. Los seguidores, identifican su redención o
sobrevivencia, al seguimiento irrestricto. Queman las naves en
esa Jefatura, que representa al dogma en
acción.
En general todos los fanatismos políticos o
religiosos, promueven ese tipo de adhesión al mando. En
este tiempo, este
modelo generó en América guerras
fratricidas combinadas con auténticas demandas de justicia.
En Argentina, los
movimientos insurreccionales de la década del 70 motivaron
y ello fue común en casi toda AMÉRICA, dos
posiciones similares en sus dogmas, pero antagónicas y
mortales.
Montoneros, ERP o MIR en
Chile o
Tupamaros en Uruguay
condujeron a una juventud
idealista, tras el dogma de la liberación o dependencia y
de la Justicia social.
Desde el Estado, a
las sombras de preservar la "identidad
nacional", los valores
del cristianismo o
la nacionalidad, y cuando no a la "Seguridad Nacional" llevaron
al otro sector de la juventud, a crímenes igualmente
perversos.
También las políticas continentales de
las potencias dominantes de la guerra
fría y el debate
ideológico sórdido, desatado mediante los
enfrentamientos urbanos ocultos en el sigilo, la clandestinidad y
la agresión, permitieron posicionar a sujetos de esta
característica. Cárceles del pueblo
o cárceles del Estado en la clandestinidad, constituyeron
el patíbulo e inmolaciones de miles de personas, creyentes
de la fe dogmática de uno y otro.
Como nunca, y a pesar de que hoy se niega la realidad
de aquella coyuntura, la teoría
de los dos demonios se encarnó en ambas fracciones en
pugna.
Uno con banderas desde el llano y el otro, desde las
barricadas formales del Estado vigente.
Por igual, esa generación, hasta entrados los
años 80 en América, fue sacrificada. La Iglesia
Católica y la sociedad
establecida sin preocupaciones de renovación o en la
comodidad de sus posiciones, sufrieron las consecuencias de esta
confrontación y fueron, muchas veces,
víctima.
Pero también guardó silencios de
difícil explicación.
La Prensa de esos
días, cuando fue contestataria, culminó ultimada en
las personas de sus voceros o en el exilio. Pero otro sector
aún más importante, acompañó a los
líderes dogmáticos de uno y otro lado. Su rol
más importante fue el de cruel anesteciamiento de la
verdad y de un silencio doloroso. Las páginas de la
época, confirman esta contundente y lamentable verdad.
Ayudaron al liderazgo dogmático, desde sus posiciones de
no-compromiso o favorecieron la crueldad de un Estado sin
Justicia.
Liderazgo carismático:
El seguimiento a este tipo de dirigente, se aleja
de lo dogmático y se encarna en la admiración y
ejemplaridad del atrayente personaje.
Sus razones son múltiples, pero reproducen en
su presencia, las aspiraciones más nobles del seguidor,
que cree reverencialmente y busca su espejo, en esa fortaleza,
que casi siempre se presenta con fuerza,
humildad, inteligencia y
perseverancia. Su mensaje, es el mensaje del pueblo o de la
Institución donde aparece. Sus dichos y banderas, son los
de sus adherentes. Está pronto al sacrificio por un ideal
y su vida personal, carece
de otro sentido. Es un apostolado que asume sin
fanatismo.
El líder carismático, concentra en
sí mismo, las expectativas del cambio y es el
más idóneo para llevarlas adelante.
Sus tiempos, son acotados. No es eterno y el brillo
de sus encantos está limitados a las banderas que
levantó. Puesto en funciones de
mando formales, deberá saber que los tiempos para
consolidar sus promesas serán abreviados.
Cuando el liderazgo carismático se enferma de
permanencia y poder, puede constituir en el más riesgoso
para los liderados y el contexto de actuación. Es un
indicador importante a tener en cuenta: el carisma se subsume en
las banderas y objetivos
confundidas en las cualidades personales. Cumplido los objetivos, el
líder inteligente, sabrá que su carisma ya no
sobrevivirá y debe optar entre ser un líder formal,
o dar el paso al costado. En la política esto puede
implicar que los espacios vacíos se ocupan inmediatamente
y que el retorno es difícil. Pero la historia demuestra
que el líder carismático, vuelve.
En materia
policial y militar, el retiro, entierra velozmente el carisma.
Queda un recuerdo, un respeto que se
renueva cada tanto en alguna ceremonia ocasional y siempre, con
algún discurso
formal en el sepelio. Ello ocurre en el sistema cerrado
de algunos modelos
organizacionales, en que el militar o policía, le
está vedado el retorno luego del retiro. Es un punto a
revisar en las nuevas organizaciones. La edad, puede marcar un
punto de inflexión y alejamiento; pero no debiera serlo la
posición escalafonaria
En temas de esta naturaleza,
esencialmente técnica y de gestión, no resulta razonable privar al
Estado de convocar cuando resulte necesario a hombres valiosos
que estén dispuestos a ejecutar aportes.
La dirigencia civil debe advertir que en el modelo
vigente, por razones orgánicas, de actualización y
modernización o de mera perjudicialidad escalafonaria, el
retiro cierra completamente el retorno.
La persona
idónea, debe ser preservada a los enfados escalafonarios o
a la cortedad de la política institucional a través
de sus Juntas, manejadas discrecionalmente por el
Jefe.
Siempre ha sido y sigue siendo, un desatino dejar en
manos internas el delinear el estrato superior del mendo.
Buscando al hombre de confianza, acceden a posiciones importantes
personas simplemente inclinadas a una obediencia sin
preguntas.
Se resuelve la cuestión asignando a la Junta
de calificaciones una capacidad de decisión, de modo que
su dictamen resulte vinculante para el Jefe y solo revisables por
el Poder
Ejecutivo y el Congreso.
LIDERAZGO OCASIONAL
Nace repentinamente y está ligado a una causa
que irrumpe con fuerza y el
líder la capta rápidamente. Su estructura y
solidez son precarias. Requiere alianzas
inmediatas.
Sus ventajas principales radican en que no tiene un
pasado de confrontación por el poder y probablemente sea
su mejor fortaleza.
Los líderes ocasionales pasan prontamente y se
consumen al estabilizarse la situación o las relaciones de
poder. En la política argentina,
Lonardi es un arquetipo: encarnó una revolución, ocupó posiciones
formales y prontamente desapareció.
El poder no es una construcción espontánea, aunque
pueda perderse en un segundo.
El poder en el pensamiento de Maquiavelo, que
supone un dominio pleno en
la determinación de las conductas de los gobernados, es de
muy difícil consolidación.
En las instituciones, ese poder es esencialmente
formal y limitado. Pero el liderazgo es posible y además
imprescindible. Desde una oficina y en la
burocracia, no
hay liderazgo.
Es el factor crítico de este tiempo:
burócratas ritualistas han perfeccionado una inmensa mole
de obtrucción a las adecuaciones de los organismos que
mandan. Pregonan el apego al rito.
ES EL MODO DE SOBREVIVIR, porque nada nuevo tienen
que aprender o interpretar y menos, crear.
Los innovadores que aparecen en este esquema,
están condenados a su eliminación
sistemática. Difícilmente acceden a las
últimas jerarquías y no tienen protección
alguna.
Si la dirigencia política tuviera el
conocimiento necesario, esta afirmación no
existiría.
LIDERAZGO POR SOMETIMIENTO
No debería en realidad llamarlo liderazgo.
Pero existe exteriormente con todas las formas. Sin embargo el
sometimiento aparece por adhesión a las prebendas del
cargo y a las "gabelas". Es un modo absolutamente perverso de
posicionarse en la cúspide. En ámbitos policiales,
con estrecheces en los sueldos e inestabilidad funcional
permanente, el "líder" conforma equilibradamente a sus
seguidores. Pronto accede a la posición formal definitiva
y transforma a sus dependientes en miembros de una
corporación delictiva.
Las modalidades
El liderazgo tiene como exigencia primaria para
configurarse: su adecuación al ambiente en
donde debe desarrollarse.
Con ello, afirmo a priori que no hay recetas ni
calcos de formas apropiadas que puedan transplantarse
puntualmente.
Es posible, no obstante distinguir algunas características comunes, que a modo de
puntos diacríticos, perfilan con cierta homogeneidad, las
cualidades básicas del Líder y sobre ellas,
enunciar las que entiendo más
significativas.
Posteriormente, describiré las propias del
mundo del militar y policial en este tiempo.
Las cualidades comunes y esenciales del
Líder:
Lo que sigue resume reglas básicas que
deben observarse integralmente en organizaciones disciplinadas y
eficaces. Comprende al que manda Y AL QUE
OBEDECE.
Conocer el oficio:
Pareciera sobreabundante. Pero es la primera
condición esencial y común a todos los
ámbitos. Requiere un mínimo de idoneidad en
cualquier actividad. Algunos hechos contradicen esta
aseveración, si se piensa en el plano de la actividad
política donde actores, cantantes, obreros u de otro
origen, de pronto ocupan posiciones de alta investidura. No es
una excepción. Es que el político tiene
adscripciones que pasan por una dosis de alta intuición
sobre la naturaleza humana y sus comportamientos sociales y la
posibilidad de interpretar sus tendencias.
Estas habilidades, no se aprenden necesariamente en
una Profesión determinada y es común a varias y en
especial, a la persona que sabe
desarrollarlas. Sin embargo, en un mundo globalizado, intentar
ocupar posiciones de liderazgo sin idoneidad, puede conducir
al colapso personal y de la
organización.
Mi afirmación merece algunas precisiones:
Desde la dirección política del Estado, no
suele preocupar conscientemente la importancia de preservar
cuadros de conducción capaces.
El perfil de idoneidad que frecuentemente habilita
para ejercer una alta investidura y ocupar posiciones de Jefatura
en América
latina, es la de la cercanía y solidaridad con
el Poder político.
Implica una cierta certeza que no promoverá
imprevistamente, pretensiones disfuncionales al mandante civil de
turno.
Desde luego, creo que esta percepción de
confiabilidad es nefasta para los sistemas institucionales, que
luego sobreviven desvertebradas y claudicantes, al mandante y al
Jefe que se colocó en la cima.
Mientras tanto, el Jefe incapaz necesitará una
"corte" que lo secunde, más allá de los valores
vigentes y de las verdaderas necesidades de su organización.
Una política interna de promociones y cargos
responderá de seguro a esas
premisas y una monótona, gris y persistente chatura
profesional, hará del "Líder " impuesto, un
soberbio ejemplar de la paranoia del Poder.
Un tiempo después, también
llegará a pensar que la Institución sin él,
no podrá subsistir. Es probable que en eso tenga
razón. Su gestión
la preservó al menos en su existencia, durante las
tormentas de exterminio de las organizaciones policiales que se
viene instalando, por abusos y corrupción
cierta verificada en todas partes. Pero ese no es el camino: debe
eliminarse del servicio al corrupto y encarcelarlo con el
corruptor. Pero no enervar funciones necesarias en la
sociedad.
Muchos innovadores desde la política, han
clamado y ejecutado reformas sin conocimiento.
Ello ha constituido la más peligrosa amenaza a la
seguridad interior y configura un grave asunto, aún sin
respuesta.
En Europa, el tema
tiene otro tipo de soluciones:
las posiciones profesionales concluyen en una Jefatura de Estado
Mayor.
La autoridad
administrativa que enlaza a la Institución, es un alto
funcionario, político o no, que ha sido capacitado y
entrenado para entender la naturaleza de la
función.
Un Jefe profesional inmediatamente abajo, entiende la
concepción operacional y logística. Es el paradigma
precisamente de la Guardia Civil y la
Gendarmería.
Son Instituciones de matriz militar que cumplen
funciones duales y marcadamente referidas a la seguridad en
tiempos de paz.
Tal vez este modelo no sea el más a adecuado
para América hispana, respecto de que un Jefe civil o
director conduzca a la Policía o estructuras de seguridad
militarizadas.
La dirigencia política aun no accedió a
una capacitación confiable y es probable que
terminaría complicando el escenario. Pero es una
alternativa para resolver los internismos por ocupar las
cúpulas.
El Jefe designado, civil o policial, tiene que tener
un período predeterminado, con fecha de ingreso y salida.
Si fue óptimo, pasará a constituir una alternativa
de futuro, para ser convocado. Pero jamás a
continuación de ese periodo, que no debe exceder de tres
años.
Advierto que esta observación no debe ser tomada como una
tentación para habilitar cargos partidarios. El perfil
de ese jefe civil, tiene que ver con una trayectoria
pública de alto nivel, esencialmente en carrera
pública, de edad mediana y dispuesto a ejercer y encarnar
los valores de la
Institución que conducirá. No puede ir a aprender
el oficio en el cargo ni a rodearse de asesores, para entender de
qué se trata.
En cada contexto, la solución admite
adecuaciones. Sin embargo, América hispana tiene en este
punto que resolver un problema muy grave: iniciar el entierro del
pasado.
Las generaciones actuales, no tienen que continuar
con la pesada herencia de las
luchas fratricidas de sus padres. Embarcarse nuevamente en aquel
conflicto,
constituye la más perversa y maligna trampa, aún
inconsciente, de la generación que se
inmoló.
Es una CRUELDAD DEL PASADO QUE pide justicia, y ya
no lo es. La Justicia tardía, es siempre venganza. " Ni
olvido ni perdón " es una consigna habitual en el
continente. Pocos se detienen a examinar la crueldad de esta
premisa, para con las generaciones de hoy.
No olvido y no-perdón, significa
actualizar y justificar DISPUTAS sin
cicatrices.
En fin, este es un dilema para la nueva
dirigencia: o entierra a sus muertos sin olvido del pasado, o
vuelve a corto plazo a reincidir en la
tragedia.
En mi opinión, la dirigencia política
en buena parte la del Continente, no ha comprendido el
pensamiento militar ni al policía. No ha encarado el
desafío para comprender lo valioso y disvalioso de cada
función. Reacciona por los pecados de ayer, que sí
lo fueron y que debieron ser sancionados en
oportunidad.
Tras la intolerante definición de
"corporación", suelen confundirse etapas complicadas de la
vida nacional, como la oscura noche de la década del 70 en
Argentina y otros tantos países, o las veleidades de poder
político jugados en la historia latino americana por
algunos militares, con el sentido e importancia que deben
tener en la democracia y
en un Estado serio, un buen Ejército y una creíble
policía. Ambos imprescindibles desde
siempre.
El devastador ataque que han sufrido estas
organizaciones, revela hasta que punto no se supo separar
cuestiones de personas con poder con las instituciones que
condujeron. Basta mencionar que dirigentes importantes de todas
las corrientes partidarias, ante preguntas sobre lo que piensan
hacer en temas de seguridad o defensa, han contestado con
expresiones de barricada o de prensa amarilla,
anatematizando a la Institución; por ejemplo referirse o
como cambiar "la maldita policía", policía del
régimen o policía asesina; al ejército de
ocupación, etc. Posiblemente, si lo ha sido en
algún sentido, su reingeniería es el gran tema y no su
eliminación.
No hace mucho tiempo, se leía por ejemplo que
los planteos de Honor, comunes en los ejércitos
universales, eran resabios de castas y delirios medievales.
Corrosivamente, esta palabra fue vaciada y desmerecida. No saben,
los responsables de la crítica, que ese ritual de
exigencias asegura la posibilidad de un control
interno importante y levanta trabas a los avances
autoritarios del mando y puede fulminar con la deshonra,
aún más allá de que el hecho de deshonor, no
resulte necesariamente un delito.
Quitadle a una organización las bases en
que cree y seguramente, no será la misma. Si se crea una
nueva, cuidado con la importación de disfunciones de otros
modelos. Cada escenario requiere perfiles que no se reproducen en
la imitación.
Los síntomas de la descomposición
funcional de las instituciones son evidentes y se han trastocado,
en la ineficiencia general que se observa en América; en
especial lo que puede percibirse en la vida cotidiana y reclamos
constantes por mejorar la Seguridad.
Ser el primero en la percepción del
entorno: Es básico. Recientemente Al Ríes, en
una obra sobre posicionamiento,
edita un libro con esa
advertencia. Orientar a ser el primero, implica ubicarse en roles
de adelantado en la
organización. No supone necesariamente en esta
circunstancia, ser el mejor. Es de todas maneras, un
desafío ulterior: tratar también de ser el
mejor.
Esta manera de adelantarse a los acontecimientos,
posibilitará:
. Formular y desarrollar previsiones de ajuste de
la Organización, sus modelos educativos y
equipamiento.
. Revisar las exigencias que se han modificado en
los escenarios de actuación. Recuerdo al respecto, la
fatal y bizantina autoconvicción de altos funcionarios,
una década atrás o menos, cuando se repetían
que diferentes países del sur eran solamente un lugar de
paso del narcotráfico. Mientras irresponsablemente
se hacían esas afirmaciones, cualquier avisado ciudadano
advertía que seguían en incremento las casas de
recuperación de adictos o las familias con graves problemas de
fractura y disolución, cuando alguien del núcleo
había caído en esa fatal trampa.
. Advertir las propias limitaciones, que la
vorágine de los cambios produce. No es un tema menor.
Suele darse que cuando no se discierne sobre lo que ha cambiado,
es probable que se refugie toda la estructura en
un ritual orgánico y de procedimientos de
trabajo que solamente sirven para mantener a personas ocupadas e
idiotizadas. El Jefe "eficaz y realista", es aquel que con
precisión de relojería, cumple puntualmente tareas
inútiles y con una agravante perversa: cree que
está bien.
Otras veces, actúa con mas agresividad, si
alguien le advierte el cambio o de la inutilidad de lo que hace,
hará lo necesario para descalificar la advertencia. Se
levantan así hogueras de falacias, donde tras el
rótulo de autodenominarse hombres pragmáticos,
fulminan al atrevido con el mote de
teórico.
Alguna vez, en un seminario sobre
seguridad sugerí sobre la necesidad de auditar sobre lo
que se hace en las Instituciones del Estado. Una suerte de
examen de pertinencia sobre cada elemento, posición y
tarea.
Significa un paso necesario, previo a una profunda
reingeniería, aunque a ritmo metodológico
más pausado y con información muy precisa.
Los riesgos de
cambiar sin evaluación
adecuada, pueden conducir a resultados peores o a la simple
modificación de denominaciones orgánicas que quedan
finalmente atrapadas en el viejo paradigma.
Saber Pensar y obrar en
consecuencia:
Parece un absurdo esta regla. Pensamiento que obra,
sintetiza más claramente el perfil.
El líder que decide sin razonar ni tiene en
cuenta ningún criterio, seguramente terminará en el
fracaso más rotundo.
En estos días se habla con mas
precisión de inteligencia
emocional o pensamiento lateral. Indican en ambos casos, la
perturbación que acarrea el proceder
impulsivamente.
Tener una Visión y saber
transmitirla:
Sin entrar en terrenos dogmáticos ni
fanatismos, el líder inteligente posee una
concepción que transmite con fuerza y crea adhesiones
voluntarias, más allá del contexto de obligaciones
generado en el ámbito en que actúan sus
seguidores.
Confianza en sí mismo y en sus
subordinados:
Vieja regla de la milicia. Es una construcción cuyo arquitecto es el tiempo y
la convivencia. Sin embargo, confianza no supone un actuar sin el
mínimo de prevención que las circunstancias
aconsejan siempre. Pero es pésima señal, la
desconfianza como regla.
Aquello de pensar mal para equivocarse menos,
responde a una percepción enfermiza y hobbesiana del
hombre. Es bastante más común de lo que suele
creerse.
Simple, llano, no aparatoso ni
estructurado:
Lejos de las ornamentaciones del pasado ni de los
silencios que creaban un misterio y enigma en su entorno. Tampoco
el extremo de Napoleón, que no ocultaba sus miserias al
sirviente más próximo, quien terminaba
despreciándolo en silencio al servirle su manjar favorito:
el pollo entero que devoraba sin estilo imperial, aún en
plena batalla.
Lo de estructurado, recuerda figuras solemnes,
rígidas, omnipotentes, que todavía andan por el
mundo pensando con insolencia que constituyen el alfa y
omega.
La simpleza, se refiere tanto al modo de entender los
problemas como a la
comunicación. Debe ser entendido por pares, superiores
y subordinados. Saber usar el lenguaje
apropiado a la circunstancia, no siempre es una cuestión
entendida por los dirigentes. En ello puede haber a veces,
ofensas irreparables.
Conocerse asimismo y sus límites:
Viene del sabio pensamiento chino, cuando Sun
Tzú en El Arte de la
Guerra advertía que no hay salida exitosa de las
contiendas, si no se conoce básicamente la propia persona
y sus limitaciones y al oponente. Pero en este supuesto, yo llamo
la atención acerca de entender los propios defectos o
vulnerabilidades y desde luego, las fortalezas y debilidades de
su entorno.
Estas características, me parecen sustanciales
en todo líder. En el ambiente militar, mi experiencia de
muchos años y roles, me sugieren agregar algunas que
resultan esenciales y específicas. Antes de expresarlas,
formularé una caracterización de ese
ambiente.
El ambiente militar:
Fuertemente inspirado en paradigmas y arquitectura
organizacionales escasamente flexibles, los militares viven
implicados en convicciones y valores recibidos desde el primer
día de ingreso. El mando, obediencia, respeto permanente,
y preocupación por consolidar una identidad de
espíritu, de doctrina y de acción, van modelando
personalidades con signos distintivos de otros sectores de la
sociedad.
Sistemas educativos autodefinidos y de concepciones
que varían lentamente en el tiempo, garantizan una suerte
de comprensión generacional uniforme entre adultos y
jóvenes. Status y roles marcan aquí una
estratificación claramente definida.
Hay pares que comparten habitualmente códigos
de conducta y de
interpretación de la realidad. Se agregan ritos y otras
formas, que vuelven predecibles los caminos futuros de cada
uno.
En el horizonte profesional, esta la
aspiración de llegar a los grados máximos. Los
cargos están predeterminados escalafonariamente y a medida
que pasan los años, todos conocen que comienza a cerrarse
el acceso.
Las promociones que egresaron con sueños e
ideales, advierten el fin del camino. No siempre, la
capacitación interna preparó al inmenso sector que
no accederá a las palmas del general ni a roles de
preeminencia.
La frustración aparece a la vuelta de la
esquina, como una sombra inesperada en un prematuro atardecer de
verano. Cada tanto, la sociedad reacciona demoledoramente contra
los militares y en especial ello suele ocurrir, cuando estos
abandonando la prudencia y el signo de su profesión,
incursionaron en política. Cuando ello ocurre, una
tensión interna, comienza a golpear los paradigmas y las
dificultades de liderazgo se tornan más complejas. Una
suerte de etnocentrismo se agudiza y la interacción social
se nuclea con mayor énfasis en el mundo
interno.
La dirigencia política no advirtió cuan
severo es el daño que realizó. Olvidó con
ello, que estas personas no responden a parámetros
tradicionales y que se les había inculcado adherirse a
valores tales como la fortaleza Sanmartiniana, su austeridad, su
renunciamiento y la aceptación de estrecheces
económicas, como un signo diferenciado de
excelsitud.
Inexorablemente, un nuevo paradigma va resquebrajando
ese mundo aquietado y alejado de las luchas razonables por
mayores ingresos y
salarios.
Nuevas demandas comienzan a crujir en los cuarteles:
Altos ingresos y
retiros asegurados. Esta demanda
silenciosa, constituye además una exigencia de la
realidad. El policía tiene que tener garantías de
que su dedicación exclusiva no le impide vivir con
dignidad.
El ambiente policial
Más sencillo, se diferencia del militar en
las formas más atenuadas, los patrones y código
menos rígidos y una capacitación próxima a
las leyes y al mundo
civil.
No obstante, en toda América, LAS POLICIAS
RECIBIERON UNA FUERTE IMPRONTA MILITAR EN LAS ORGANIZACIONES y
reclutaron sus efectivos de estratos periféricos, con sueldos inferiores. Ello
originó un disvalor en la consideración y estima
social, gravemente perjudicial.
Un buen sistema policial,
es oneroso. Esa es una definición de arranque, para lograr
cambios viables y duraderos.
Ya no es idóneo mantener una escala de
múltiples jerarquías en las policías y
modelos de gestión que reproducen la estructura militar,
con escuelas diferenciadas entre suboficiales y
oficiales.
El tiempo que viene exige horizontalidad de
conocimientos y que esté genéricamente en dominio de todos
los componentes.
Las especializaciones guardarán
relación con el tipo de función
interna.
Cuatro o cinco grados, será la distancia
entre el Jefe máximo policial y sus subordinados. En
cambio, las diferencias de remuneraciones
deben ser crecientes e importantes.
El Jefe reporta siempre a una estructura
piramidal. Las policías departamentales con
autonomía, son disfuncionales, porque crean "babeles" y
microespacios de poder policial en competencia o
sometido al Intendente o Alcalde.
La Policía es por definición, una
organización jerárquica Estatal provincial o
Nacional, aunque reporte al intendente en diversos temas de
interés
inmediato al municipio.
Si el empleo
policial es mixto, como el de Gendarmería, debe subsistir
el modelo milita ( Representa capacidades policiales y militares
–limitadas-, reunidas en la misma
organización).
En Argentina la Prefectura y Gendarmería,
por integrar el sistema de defensa y a pesar de ser la primera
civil y sólo la segunda militar, su régimen de
cuadros (superior y subalterno) no debe alterarse. No hay razones
valederas para ello. En el orden internacional europeo, este es
el modelo intermedio entre lo militar y policial en
consolidación; pero no es eficaz para la función
policial neta.
En las Naciones federales, coexisten
policías nacionales y provinciales. La tendencia a
diversificar, no se compadece con las restricciones y ajustes
fiscales de la globalización. Es un cambio en puerta a
encarar con decisión y a corto plazo.
El militar y el policía ante el
cambio:
En realidad, la resistencia es
severa a toda innovación. El problema mayor estará
en las cabezas del sistema y más certeramente, en el Jefe
o titular.
Si los años pasaron simplemente y llegó
al cargo por algunas de las circunstancias que he descripto, se
constituirá en el cepo de su
Institución.
La dirigencia política tiene que despertar y
cobrar conciencia en el
futuro en esta cuestión. Si coloca a un inepto amigo, al
cabo de un tiempo la Institución se volverá idiota,
en el sentido de los griegos; no participará en ninguna
idea innovadora y gradualmente se volverá onerosa e
ineficaz, cuando no corrupta.
Con la salvedad que precede, también advierto
que los líderes policiales y militares, conducen
organizaciones en cambio acelerado y sin supuestos claros de sus
roles futuros. Si la dirigencia política no es
idónea y desconoce el asunto, mal puede impartir
directivas estratégicas o fijar centros de gravedad claros
sobre el accionar.
Por ello, entiendo que es imprescindible contar con
los algunos atributos complementarios del Liderazgo
tradicional.
- ATRIBUTOS DEL MANDO Y LIDERAZGO
POLICIAL-MILITAR - Claro conocimiento
de los códigos sociales vigentes: - Alcanzar roles de conducción superior,
reclama hoy entender las líneas de pensamiento y
acción de la dirigencia nacional. Integrar esa misma
dirigencia, desde el rol profesional. - EE.UU. advirtió este tema y cambió
hace más de dos décadas sus concepciones cerradas
de antaño, que nunca lo fueron tanto como el modelo
prusiano, que se estableció en estas latitudes. Ya en
"El Poder de las Elites " de W. Smills, y en
"Imaginación sociológica", describía
duramente al militar. Decía que de algún modo
vivía tras una utopía sin vivir el presente.
Describía el caso del Almirante que durante 30 o
más años se preparó duramente para llegar
a esa jerarquía y que luego de dos años, en la
mayoría de los casos se encontraba con un retiro y de
regreso a su casa, sin entender las complejas relaciones de
vecindad de la vida civil, nada pautada ni
regimentada. - Pese a las observaciones, y muy a pesar de que las
utopías en este tiempo no son siquiera invocadas, creo
firmemente que la función militar y policial necesita de
sueños, de ideales, de entender que cumple un rol
trascendente y respetado. Son las mejores vallas para la
corrupción y los mejores instrumentos
para la cohesión interna y consolidación de una
vocación de servicio. - El cambio más radical se produce cuando las
exigencias universitarias en los oficiales, comienza a ser el
común denominador para acceder a roles de importancia.
Swsharkof, alejado de su exitosa comandancia de la guerra de la
Tormenta del Desierto, se desempeña como ejecutivo civil
exitoso. - Un libro
interesante que confirma mi apreciación, en las
páginas de Las Guerras del
Futuro, de Alvin Tofler, donde precisamente anticipa los
cambios de paradigmas para lograr lideres con renovadas
condiciones y que precisamente, fueron ejercitadas en el
conflicto con Irak. - Comunicador social
permanente: - Trasladar a la sociedad nuevas percepciones, que
reemplacen las pesadas cargas de las luchas intestinas de las
décadas del 60 y 70, y para ello, no debe ubicarse en
estas organizaciones, a entorchadas figuras que no se han
preparado para estos nuevos desafíos. - Sin embargo, la medianía general de la
Argentina de estos días, no termina siendo tan exigente
en este requisito. De ese modo, es probable que la falta de
estas calidades en los líderes, termine comprometiendo
la existencia de las mismas instituciones. - Estas amenazas las encuentro igualmente en el
ámbito policial, donde se suman a la rutina indicadores
recurrentes de corrupción estructural, semejante a otra
de igual o de peor insolencia, que se da en algún sector
de la dirigencia política, cuando se presenta ostentosa
y consumista sin ambages ni vergüenzas de su pasado
precario reciente. - Firme y ejemplar:
- A pesar de que una corrupción de
costumbres, ha vuelto menos exigible la condición de
ejemplaridad, en la organización castrense y policial,
parece indispensable y saludable reclamar conductas que
merezcan ser imitadas y emuladas. - Lamentablemente, a una crisis fenomenal se ha
agregado un factor adicional: ya el retiro honroso no parece
posible. Las ideas proyectadas y razonables de la supervivencia
con holgura y sin estrecheces, han agudizado las expectativas y
preocupaciones, al conocer que no hay un retiro asegurado de
los ingresos de la jubilación. ¿Existe otra
opción? El mensaje parece decir que ya no viven una
profesión, sinó simplemente un empleo que
además de riesgoso, no le proporciona ninguna
garantía al futuro. - Respecto de la firmeza, es a dos puntas:
internamente para conducir y ante la autoridad civil, para
decir lo que piensa con honestidad y
requerir soluciones
que le excedan sus atribuciones. El líder en ese plano,
debe procede en función de intereses institucionales,
inmediatamente después de haberse satisfecho la
necesidad superior de la sociedad y
Nación. - Conciencia de finitud:
- Una seria amenaza en las organizaciones policiales
o militares aparece cuando los líderes formales
comienzan a colorearse del partido gobernante de turno. Olvidan
así aquellas sabias exigencias de Cesar a su auriga,
quién debía repetirle
constantemente: - " Recuerda que eres mortal "… " toda
gloria es pasajera"…. Desprovistos de esta advertencia,
suelen luchar desesperadamente por permanecer contra los
avatares del destino y trasladan el
cáncer que los corroe, a la estructura que
gobiernan. Si bien esto no es novedoso en la historia, tiene
hoy un dramatismo diferente. Estando en dudas el para
qué de varias instituciones, la permanencia de este tipo
de liderazgo, recuerda al flautista de Hammelin: Conduce una
marcha acelerada al precipicio. - Renovado espíritu de
sacrificio - Por todo lo que estoy expresando, constituye
una exigencia vital y grave. Ese espíritu ha
de servir para formalizar y encarnar una visión moderna
y dinámica, que privilegie como
antaño, el deber. - Los antiguos, y en particular Aristóteles en su Etica Nicomaquea, no se
equivocaron en sus prescripciones y que constituyeron hasta
hoy, los cuadernos y códigos de comportamientos
éticos militares. - Lamentablemente una creciente distancia separa
esos preceptos en su vigencia cotidiana. - Conclusiones:
- La seguridad como valor: Es un tema central
del Estado. Se enraíza en el concepto
esencial de su misma existencia: monopolio en
el uso de la Fuerza, para crear las condiciones de existencia
de los demás valores de la democracia:
( orden, paz, solidaridad,
libertad y
Justicia). - La seguridad precede a las demás cuestiones
axiológicas y la hace posible. No significa una entidad
que decline o subordine a los otros valores: pero si no
preexiste sobreviene la barbarie, en la justicia por mano
propia y en sálvese quien pueda. Es el paso a la anomia
y a la oscuridad. - La Seguridad es de naturaleza pública,
estatal, obligatoria e irrenunciable para el Estado,
no partidaria, interna de cada país, prioritaria en su
consideración y dinámica en su concepción y
ejecución y se dirige a la sociedad, privilegiando la
prevención a la represión y a la víctima
respecto del delincuente, a quien debe garantizársele un
eficaz y oportuno derecho de defensa - La Defensa Nacional es un tema de todos los
tiempos. No existe Estado creíble en el concierto
Internacional, si se autoproscribe en la posesión de un
instrumento militar o lo esteriliza por reacción al
pasado cruento. - El liderazgo militar y policial debe nutrirse
de cierta magia y misterio, para que con mucha inteligencia
vuelva a hacer creíble a ambas, antiguas y necesarias
profesiones. - .. El mundo militar o policial sin valores
encarnados en sus conductores, torna a la estructura en un
agregado sin destino y peligroso. - .. El mito de que
la autoridad, debe estar siempre a la altura de las
circunstancias, aparece hoy como fuertemente necesaria, para
mantener una cohesión y adhesiones que susciten
seguimiento y ejemplaridad. - ..Se engaña la sociedad, cuando cree
poder prescindir de sus milicias profesionales o se resigna a
reclutar a sus policías en sus niveles más
precarios y paga salarios de
subsistencia. - La dirigencia civil debe rápidamente
colocarse en situación de idoneidad y excelencia.
Ministros multiprópositos, repitiéndose en las
diversas áreas de la Administración, favorecen el que no se
conozca lo que ocurre en el interior de las Instituciones ni
resuelven sus problemas. - La historia castiga, pero el hombre sin
memoria,
reincide rápido… - El castigo de la historia es repetir el pasado
infinitamente, con consecuencias agravadas. - Si se descuidan torpemente, los indicadores
del fracaso estructural en las soluciones de seguridad y
defensa, el Estado perderá su identidad en
la
globalización y sus sociedades,
recuperarán individualmente en cada habitante
desahuciado y atemorizado, el uso de la fuerza en mano propia,
como garantía de sobrevivencia y vindicta
privada. - Es el caos predecible, si no se adoptan ya,
medidas drásticas en todos los ámbitos
institucionales y de legislación.
Autor:
Jose Ricardo Spadaro
spadaro[arroba]sinectis.com.ar