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El liderazgo en el ámbito militar y en el mando policial




Enviado por spadaro



    26 de julio de 1999

    Jornadas de Guatemala.
    Aportes a Iepades para estudios de formación e información de la dirigencia política, para
    observar descripciones de códigos y comportamientos en el
    pensamiento
    militar y policial, con denominadores comunes en América.

    Comandante General®Dr. José Ricardo
    Spadaro

    Proposito:

    Describir modos de comportamientos y liderazgo
    necesario en los ambitos policiales y
    militares.

    SEÑALAR posibles disfunciones en la
    percepcion de los codigos internos de las instituciones
    por parte de la dirigeNcia civil.

    PROMOVER LA COMPLETA DESIDEOLOGIZACIÓN EN EL
    TRATAMIENTO DE LA CUESTIÓN POLICIAL Y DE LA
    SEGURIDAD
    .

    PROMOVER REFORMAS INTERNAS DE MODO QUE LA DIRIGENCIA
    SUPERIOR DE LAS INSTITUCIONES
    PERTENEZCAN AL ESTADO Y NO AL
    JEFE EN TRANSITO.

    PROMOVER LA CAPACITACION DE LA DIRIGENCIA CIVIL EN EL
    ESTUDIO PROFUNDO DE LOS TEMAS POLICIALES Y MILITARES, COMO
    PREREQUISITO A OCUPAR FUNCIONES EN ESE
    AMBITO.

    PROMOVER REFLEXIONES PARA QUE NO SE ADOPTEN DECISIONES
    DE APREMIO, PORQUE COMPROMETERAN AUN MÁS, LA GRAVEDAD DE
    LA SITUACION EXISTENTE.

    REORIENTAR LA VISON DEL ESTADO HACIA
    LA IDONEIDAD IMPRESCINDIBLES DE LAS CUPULAS
    POLICIALES.

    PERSUADIR EN EL SENTIDO DE QUE SIN CALIDAD DE
    FUNCIONARIOS, ALTAMENTE REMUNERADOS Y CON AUTOESTIMA
    FORTALECIDA, NO EXISTIRA EFICIENCIA.

    ADVERTIR QUE LA SEGURIDAD ES UN
    ITEM DE ALTA PRIORIDAD PRESUPUESTARIA Y ESENCIALMENTE DE ELEVADOS
    COSTOS.

    Introducción:

    Reflexionar acerca de porqué determinadas
    personas acceden a posiciones de influencia decisiva en el
    comportamiento
    de otras, sin ocupar una posición formal en una organización, representa un desafío
    básico:

    Advertir que el ser humano, por más encumbrado
    que esté, puede inclinarse ante varias opciones de
    subordinación y ello dependerá, básicamente,
    del tipo de relación generada en su entorno y en sus
    propias necesidades, intereses, pasiones o debilidades y
    malicia.

    No es prudente olvidar que el hombre es
    por definición el ejemplar más frágil y
    mudable de la naturaleza y
    frecuentemente, el más
    dañino
    .

    También, el más sublime en sus
    renunciamientos, cuando ha controlado sus instintos de
    autoconservación.

    Las disfunciones:

    Un breve glosario de
    errores y deficiencias estructurales en los sistemas de
    seguridad, viene
    señalando en los hechos que hay problemas
    graves de Liderazgo
    , de percepción
    de los escenarios, de la ausencia completa de proyección
    de esos escenarios al futuro y de planeamiento
    mínimo sobre recursos
    humanos y materiales.

    Desde luego, se agrava con la ausencia de una Política Criminal que
    hubiera efectuado los mínimos pasos de:

    Identificación del problema

    Caracterización del delito y del
    delincuente, sus prioridades y repercusiones actuales.

    Análisis legislativo y su pertinencia

    Comparación regional y universal
    normativa

    Evaluación de los instrumentos de
    prevención y represión

    Coherencia y correspondencia de normas,
    instrumentos con el perfil social vigente

    Ubicación de la respuesta en el contexto
    presupuestario y definición de prioridades

    En orden a las relaciones de mando y obediencia,
    existen varias caracterizaciones posibles.

    En estas páginas trato de transmitir
    observaciones y preocupaciones. No he diseñado un
    catálogo ni manual de
    enseñanzas ni de recomendaciones.

    Mis consideraciones parten de promover como tema
    decisivo para avanzar rápidamente en resolver la crisis global
    en temas de inseguridad
    publica, a generar atención a la acertada elección
    de la jefatura de cada organismo policial y
    para ello
    describo el modelo
    aceptable, tomando en consideración exactamente el
    pensamiento
    interno que aparece casi como matriz
    universal, en todas las estructuras de
    seguridad.

    Los modelos
    policiales han estado vinculados fuertemente a una matriz militar
    y a políticas
    de Defensa, formulo acotaciones sobre los paradigmas de
    ese ámbito y busco señalar algunas diferencias
    importantes.

    Se podrá coincidir o rechazar las
    categorías e improntas que describo para cada modelo de
    mando. Pero seguramente aceptará que este fin de siglo nos
    sorprende envueltos en una crisis letal
    que atropella paradigmas,
    organizaciones, ideologías, modos sociales
    de interacción y que la incertidumbre se ha constituido en
    una forma de vida. Si además, los sistemas de
    seguridad son conducidos por personas no idóneas, la
    cuestión se torna intolerable.

    La informática y la navegación por
    Internet o los
    mensajes instantáneos de la
    globalización, no resuelven el dilema cotidiano del
    hombre
    común: trabajar en un contexto avasallante e inestable,
    educarse y estudiar continuamente, garantizar posibilidades
    mínimas de inserción a su prole y vivir él
    mismo, conviviendo con otros semejantes igualmente compelidos; o
    sucumbir en la paranoia de la violencia, la
    droga, el
    consumismo o el desinterés a perpetuidad por lo que
    ocurre.

    Los roles militares y policiales, siguen siendo los
    instrumentos de acompañamiento y creación DE LAS
    CONDICIONES de alguna certeza, acerca de que podremos seguir
    gozando de una bandera, un territorio, un cierto pasado venerado
    y respetado y un proyecto personal y en
    comunidad. Los
    mensajes de los centros de poder
    universales, no dicen lo mismo. Con arrolladora
    convicción, están haciendo olvidar el motor de la
    historia de la
    civilización: crisis por ciclos y resolución
    temporal.
    Ya no es el fin de la historia, sinó el
    supuesto fin de las organizaciones
    militares y su necesidad en los países de la periferia del
    poder
    internacional.

    Dirigentes diversos se han adherido a este criterio y
    formulado teorías
    donde las hipótesis de conflicto son
    sustituidas por hipótesis de
    confluencia o cooperación y donde las negociaciones
    internacionales, resuelven las confrontaciones.

    No creo absolutamente en este pensamiento y para
    América
    latina, agudizará su condición de dependencia
    con un nuevo matiz: ni siquiera podrá discutir
    alternativas fundadas en alguna consideración de poder,
    por precario que fuere.

    Las opciones, entonces, se dirigen
    a:

    Neutralizar y reducir a la mínima
    expresión el factor Militar, o

    Reformular el sector militar en Policial,
    o

    Mantener únicamente un instrumento policial y
    librar las cuestiones de defensa a los organismos internacionales
    o a la potencia
    hegemónica, disolviendo al Ejército,
    o

    Recrear una milicia proactiva al servicio de la
    Nación
    y una policía integrada, eficaz, idónea, altamente
    ética,
    con facultades suficientes y cuadros de excelencia, con
    importante remuneración.

    Creo que hemos contribuido a debilitar o extinguir a
    las organizaciones policiales y militares. En verdad,
    algún mérito han aportado ellas mismas, aferradas
    al casuismo y ritualismos, enmarañadas en estructuras
    obsoletas, recitando reglamentos descerebrantes y creando
    microespacios de interacción interna, alejados de los
    demás ciudadanos. Trágico, además, han sido
    sus incursiones en la política, conduciendo a veces
    Estados en acuerdo con los sectores multipolares de la economía o
    enfrentando a sus conciudadanos en disputas embanderadas en
    falsas opciones. Los mismos centros de poder económico que
    los usaron, luego los crucificaron, en la vindicta
    pública.

    Peor a veces, enfrentados los ejércitos
    profesionales en guerra civiles
    cruentas, de casi imposible olvido y donde el perdón, no
    surgirá de simples declamaciones. Donde la sangre ha
    corrido, una sombra pertinaz, nubla la visión de los
    nuevos tiempos.

    En ese escenario tan grave, prevaleció
    también un modo cultural de concepción de vida que
    privilegió la suprema razón de Estado, por la del
    desvalido ciudadano. Como nunca en este siglo, la peor
    interpretación de Maquiavelo estuvo
    presente en las decisiones políticas
    provenientes de regímenes de facto confundidos de
    raíz, pero creyendo en la masa de sus seguidores, que
    luchaban por una dignidad nacional o un modo de vida
    supuestamente democrático. En la cúspide de las
    decisiones, los líderes entorchados en sus percepciones de
    blanco o negro, amigo o enemigo, trasformaron en teatro de
    guerra al
    propio país y a sus oponentes, en mortales facciones de un
    ejército irregular que debía ser
    aniquilado.

    Las causas de este desatino son múltiples y
    las heridas están aun abiertas. Ese es el desafío a
    la dirigencia emergente: cicatrizarlas, reconstruir, proyectar un
    futuro posible

    Me parece que algo está funcionado muy mal en
    Hispanoamérica; el análisis y percepción
    técnica y política de las cuestiones de la Defensa
    y la Seguridad. Los nuevos líderes formales de estas
    organizaciones, desesperados por sobrevivir, han realizado
    recitadas cosméticas en sus organizaciones, pero no han
    resuelto el problema central: como hacer eficaces al
    Ejército y a la Policía, preservando valores e
    insertando otros en forma substancial: respeto,
    vocación de servicio y
    derechos
    humanos, como bandera.

    ¡¿Cómo encontrar
    diseñadores y ejecutores capaces de dar
    satisfacción a las demandas más simples? : seguir
    existiendo como Estado y poder caminar por las calles sin ser
    muerto a mansalva en la primera esquina o desvalijado a
    reiteración.

    ¿ Cómo volver ha insuflar en la
    juventud, la
    idea de Patria y que la vida y trascendencia de los otros, es
    importante y que sin ellos, solamente una Bestia o Dios, como
    afirmara Aristóteles, puede existir?.

    Existe un sólido camino contribuyente:
    Repensar a la dirigencia y formarla sólidamente. El
    político de comité, el puntero de los votos
    comprados o el fantoche de promesas circulares; el
    político a sueldo y el advenedizo, debe dar paso alguien
    enteramente distinto, que conservando las pasiones, como llama
    encendida ascienda a la cresta del cambio y
    adaptación constante y dirija con acierto los destinos
    públicos de la sociedad, en un
    mundo que creemos conocer y que tanto nos sorprende a
    diario.

    El líder
    de este tiempo, esta
    más exigido y entre las nuevas aptitudes, seguramente se
    le reclamará de que contribuya a disminuir los
    imponderables y esa incertidumbre angustiante.

    Un problema adicional nubla frecuentemente las
    decisiones políticas en torno a la
    cuestión militar o policial. Se trata de las prevenciones
    que se manifiestan durante las acciones de
    planeamiento y
    programación de políticas de Estado,
    respecto de los roles del pasado reciente, en que ambos sectores
    estuvieron envueltos en luchas intestinas, en las que sus
    comportamientos institucionales dañaron gravemente su
    justificación ética. De
    allí que la dirigencia triunfante en casi toda América
    guarde recelos casi insuperables sobre la milicia.

    Es un nuevo paradigma
    instalado en los decisores que impide separar función
    necesaria de estigmas y miedos. Sin embargo, quiero advertir
    enfáticamente que hay que dar un tremendo paso adelante,
    para percibir sobre la necesidad de proceder con el vuelo del
    Estadista y emerger de la meseta de las contradicciones,
    revanchas o simplemente, Justicia
    tardía.

    Ese es el destino de esta contribución:
    describir lo que he visto y lo que creo útil para apoya a
    la dirigencia política, en criterios de elección
    del líder
    policial o militar necesario en la contingencia, mediante
    semblanzas de comportamientos de dirigentes policiales o
    militares, actuales o del pasado reciente.

    Tipología básica del
    Liderazgo

    Las denominaciones siguientes responden a
    señalar ya en la denominación, el factor o atributo
    esencial en que se asienta el mando, según el modelo de
    liderazgo que adopta o que crea al conductor, en la cumbre de su
    posición.

    Liderazgo por temor:

    La maldad en el líder y fragilidad en los
    subordinados, son dos consideraciones que no pueden dejar de
    observarse en un planteo doctrinario sobre el liderazgo. La
    primera cuestión, desde luego discutible sobre sus
    alcances y persistencias en el comportamiento
    social, pero invariablemente vigente en todos los tiempos se
    exacerba ante la fragilidad en los otros, estableciendo una
    relación enferma de necesidad de obediencia paralizante y
    de falsa protección y seguimiento.

    Esta ecuación, conduce a un tipo de liderazgo:
    al dirigente que concede mérito y demérito en
    función de resolver y sublimar los temores. Es el
    líder garante y crea un modelo, absolutamente
    circunstancial y precario. Regirá en tanto maldad y
    fragilidad se den contemporáneamente en un contexto
    social. Recuerda este planteo a Hobbes en el
    Leviathan; " el hombre,
    lobo del hombre".

    La debilidad que crean ciertas reglamentaciones
    policiales autistas, como la imposibilidad de examen de legalidad
    de una orden, o el temor a la pérdida de empleos o a
    traslados con desarraigo y centralmente, calidades insuficientes
    de capacitación e instrucción,
    facilitan la aparición de sujetos con poder interno que se
    entronizan como pequeños tiranuelos.

    Estos personajes son favorecidos cuando la dirigencia
    política desconoce los códigos en que se asienta
    este tipo de autoridad, que
    a su paso deja hombres claudicantes y pésimos
    funcionarios.

    Liderazgo Dogmático:

    No hay carisma en este modelo. Prevalece un modo de
    adhesiones irracionales a cierta ideología, credo o utopías. El
    líder encarna el dogma y se vuelve indiscutido e
    intolerante. Los seguidores, identifican su redención o
    sobrevivencia, al seguimiento irrestricto. Queman las naves en
    esa Jefatura, que representa al dogma en
    acción.

    En general todos los fanatismos políticos o
    religiosos, promueven ese tipo de adhesión al mando. En
    este tiempo, este
    modelo generó en América guerras
    fratricidas combinadas con auténticas demandas de justicia.

    En Argentina, los
    movimientos insurreccionales de la década del 70 motivaron
    y ello fue común en casi toda AMÉRICA, dos
    posiciones similares en sus dogmas, pero antagónicas y
    mortales.

    Montoneros, ERP o MIR en
    Chile o
    Tupamaros en Uruguay
    condujeron a una juventud
    idealista, tras el dogma de la liberación o dependencia y
    de la Justicia social.

    Desde el Estado, a
    las sombras de preservar la "identidad
    nacional", los valores
    del cristianismo o
    la nacionalidad, y cuando no a la "Seguridad Nacional" llevaron
    al otro sector de la juventud, a crímenes igualmente
    perversos.

    También las políticas continentales de
    las potencias dominantes de la guerra
    fría y el debate
    ideológico sórdido, desatado mediante los
    enfrentamientos urbanos ocultos en el sigilo, la clandestinidad y
    la agresión, permitieron posicionar a sujetos de esta
    característica. Cárceles del pueblo
    o cárceles del Estado en la clandestinidad, constituyeron
    el patíbulo e inmolaciones de miles de personas, creyentes
    de la fe dogmática de uno y otro.

    Como nunca, y a pesar de que hoy se niega la realidad
    de aquella coyuntura, la teoría
    de los dos demonios se encarnó en ambas fracciones en
    pugna.

    Uno con banderas desde el llano y el otro, desde las
    barricadas formales del Estado vigente.

    Por igual, esa generación, hasta entrados los
    años 80 en América, fue sacrificada. La Iglesia
    Católica y la sociedad
    establecida sin preocupaciones de renovación o en la
    comodidad de sus posiciones, sufrieron las consecuencias de esta
    confrontación y fueron, muchas veces,
    víctima.

    Pero también guardó silencios de
    difícil explicación.

    La Prensa de esos
    días, cuando fue contestataria, culminó ultimada en
    las personas de sus voceros o en el exilio. Pero otro sector
    aún más importante, acompañó a los
    líderes dogmáticos de uno y otro lado. Su rol
    más importante fue el de cruel anesteciamiento de la
    verdad y de un silencio doloroso. Las páginas de la
    época, confirman esta contundente y lamentable verdad.
    Ayudaron al liderazgo dogmático, desde sus posiciones de
    no-compromiso o favorecieron la crueldad de un Estado sin
    Justicia.

    Liderazgo carismático:

    El seguimiento a este tipo de dirigente, se aleja
    de lo dogmático y se encarna en la admiración y
    ejemplaridad del atrayente personaje.

    Sus razones son múltiples, pero reproducen en
    su presencia, las aspiraciones más nobles del seguidor,
    que cree reverencialmente y busca su espejo, en esa fortaleza,
    que casi siempre se presenta con fuerza,
    humildad, inteligencia y
    perseverancia. Su mensaje, es el mensaje del pueblo o de la
    Institución donde aparece. Sus dichos y banderas, son los
    de sus adherentes. Está pronto al sacrificio por un ideal
    y su vida personal, carece
    de otro sentido. Es un apostolado que asume sin
    fanatismo.

    El líder carismático, concentra en
    sí mismo, las expectativas del cambio y es el
    más idóneo para llevarlas adelante.

    Sus tiempos, son acotados. No es eterno y el brillo
    de sus encantos está limitados a las banderas que
    levantó. Puesto en funciones de
    mando formales, deberá saber que los tiempos para
    consolidar sus promesas serán abreviados.

    Cuando el liderazgo carismático se enferma de
    permanencia y poder, puede constituir en el más riesgoso
    para los liderados y el contexto de actuación. Es un
    indicador importante a tener en cuenta: el carisma se subsume en
    las banderas y objetivos
    confundidas en las cualidades personales. Cumplido los objetivos, el
    líder inteligente, sabrá que su carisma ya no
    sobrevivirá y debe optar entre ser un líder formal,
    o dar el paso al costado. En la política esto puede
    implicar que los espacios vacíos se ocupan inmediatamente
    y que el retorno es difícil. Pero la historia demuestra
    que el líder carismático, vuelve.

    En materia
    policial y militar, el retiro, entierra velozmente el carisma.
    Queda un recuerdo, un respeto que se
    renueva cada tanto en alguna ceremonia ocasional y siempre, con
    algún discurso
    formal en el sepelio. Ello ocurre en el sistema cerrado
    de algunos modelos
    organizacionales, en que el militar o policía, le
    está vedado el retorno luego del retiro. Es un punto a
    revisar en las nuevas organizaciones. La edad, puede marcar un
    punto de inflexión y alejamiento; pero no debiera serlo la
    posición escalafonaria

    En temas de esta naturaleza,
    esencialmente técnica y de gestión, no resulta razonable privar al
    Estado de convocar cuando resulte necesario a hombres valiosos
    que estén dispuestos a ejecutar aportes.

    La dirigencia civil debe advertir que en el modelo
    vigente, por razones orgánicas, de actualización y
    modernización o de mera perjudicialidad escalafonaria, el
    retiro cierra completamente el retorno.

    La persona
    idónea, debe ser preservada a los enfados escalafonarios o
    a la cortedad de la política institucional a través
    de sus Juntas, manejadas discrecionalmente por el
    Jefe.

    Siempre ha sido y sigue siendo, un desatino dejar en
    manos internas el delinear el estrato superior del mendo.
    Buscando al hombre de confianza, acceden a posiciones importantes
    personas simplemente inclinadas a una obediencia sin
    preguntas.

    Se resuelve la cuestión asignando a la Junta
    de calificaciones una capacidad de decisión, de modo que
    su dictamen resulte vinculante para el Jefe y solo revisables por
    el Poder
    Ejecutivo y el Congreso.

    LIDERAZGO OCASIONAL

    Nace repentinamente y está ligado a una causa
    que irrumpe con fuerza y el
    líder la capta rápidamente. Su estructura y
    solidez son precarias. Requiere alianzas
    inmediatas.

    Sus ventajas principales radican en que no tiene un
    pasado de confrontación por el poder y probablemente sea
    su mejor fortaleza.

    Los líderes ocasionales pasan prontamente y se
    consumen al estabilizarse la situación o las relaciones de
    poder. En la política argentina,
    Lonardi es un arquetipo: encarnó una revolución, ocupó posiciones
    formales y prontamente desapareció.

    El poder no es una construcción espontánea, aunque
    pueda perderse en un segundo.

    El poder en el pensamiento de Maquiavelo, que
    supone un dominio pleno en
    la determinación de las conductas de los gobernados, es de
    muy difícil consolidación.

    En las instituciones, ese poder es esencialmente
    formal y limitado. Pero el liderazgo es posible y además
    imprescindible. Desde una oficina y en la
    burocracia, no
    hay liderazgo.

    Es el factor crítico de este tiempo:
    burócratas ritualistas han perfeccionado una inmensa mole
    de obtrucción a las adecuaciones de los organismos que
    mandan. Pregonan el apego al rito.

    ES EL MODO DE SOBREVIVIR, porque nada nuevo tienen
    que aprender o interpretar y menos, crear.

    Los innovadores que aparecen en este esquema,
    están condenados a su eliminación
    sistemática. Difícilmente acceden a las
    últimas jerarquías y no tienen protección
    alguna.

    Si la dirigencia política tuviera el
    conocimiento necesario, esta afirmación no
    existiría.

    LIDERAZGO POR SOMETIMIENTO

    No debería en realidad llamarlo liderazgo.
    Pero existe exteriormente con todas las formas. Sin embargo el
    sometimiento aparece por adhesión a las prebendas del
    cargo y a las "gabelas". Es un modo absolutamente perverso de
    posicionarse en la cúspide. En ámbitos policiales,
    con estrecheces en los sueldos e inestabilidad funcional
    permanente, el "líder" conforma equilibradamente a sus
    seguidores. Pronto accede a la posición formal definitiva
    y transforma a sus dependientes en miembros de una
    corporación delictiva.

    Las modalidades

    El liderazgo tiene como exigencia primaria para
    configurarse: su adecuación al ambiente en
    donde debe desarrollarse.

    Con ello, afirmo a priori que no hay recetas ni
    calcos de formas apropiadas que puedan transplantarse
    puntualmente.

    Es posible, no obstante distinguir algunas características comunes, que a modo de
    puntos diacríticos, perfilan con cierta homogeneidad, las
    cualidades básicas del Líder y sobre ellas,
    enunciar las que entiendo más
    significativas.

    Posteriormente, describiré las propias del
    mundo del militar y policial en este tiempo.

    Las cualidades comunes y esenciales del
    Líder:

    Lo que sigue resume reglas básicas que
    deben observarse integralmente en organizaciones disciplinadas y
    eficaces. Comprende al que manda Y AL QUE
    OBEDECE.

    Conocer el oficio:

    Pareciera sobreabundante. Pero es la primera
    condición esencial y común a todos los
    ámbitos. Requiere un mínimo de idoneidad en
    cualquier actividad. Algunos hechos contradicen esta
    aseveración, si se piensa en el plano de la actividad
    política donde actores, cantantes, obreros u de otro
    origen, de pronto ocupan posiciones de alta investidura. No es
    una excepción. Es que el político tiene
    adscripciones que pasan por una dosis de alta intuición
    sobre la naturaleza humana y sus comportamientos sociales y la
    posibilidad de interpretar sus tendencias.

    Estas habilidades, no se aprenden necesariamente en
    una Profesión determinada y es común a varias y en
    especial, a la persona que sabe
    desarrollarlas. Sin embargo, en un mundo globalizado, intentar
    ocupar posiciones de liderazgo sin idoneidad, puede conducir
    al colapso personal y de la
    organización.

    Mi afirmación merece algunas precisiones:
    Desde la dirección política del Estado, no
    suele preocupar conscientemente la importancia de preservar
    cuadros de conducción capaces.

    El perfil de idoneidad que frecuentemente habilita
    para ejercer una alta investidura y ocupar posiciones de Jefatura
    en América
    latina, es la de la cercanía y solidaridad con
    el Poder
    político.

    Implica una cierta certeza que no promoverá
    imprevistamente, pretensiones disfuncionales al mandante civil de
    turno.

    Desde luego, creo que esta percepción de
    confiabilidad es nefasta para los sistemas institucionales, que
    luego sobreviven desvertebradas y claudicantes, al mandante y al
    Jefe que se colocó en la cima.

    Mientras tanto, el Jefe incapaz necesitará una
    "corte" que lo secunde, más allá de los valores
    vigentes y de las verdaderas necesidades de su organización.

    Una política interna de promociones y cargos
    responderá de seguro a esas
    premisas y una monótona, gris y persistente chatura
    profesional, hará del "Líder " impuesto, un
    soberbio ejemplar de la paranoia del Poder.

    Un tiempo después, también
    llegará a pensar que la Institución sin él,
    no podrá subsistir. Es probable que en eso tenga
    razón. Su gestión
    la preservó al menos en su existencia, durante las
    tormentas de exterminio de las organizaciones policiales que se
    viene instalando, por abusos y corrupción
    cierta verificada en todas partes. Pero ese no es el camino: debe
    eliminarse del servicio al corrupto y encarcelarlo con el
    corruptor. Pero no enervar funciones necesarias en la
    sociedad.

    Muchos innovadores desde la política, han
    clamado y ejecutado reformas sin conocimiento.
    Ello ha constituido la más peligrosa amenaza a la
    seguridad interior y configura un grave asunto, aún sin
    respuesta.

    En Europa, el tema
    tiene otro tipo de soluciones:
    las posiciones profesionales concluyen en una Jefatura de Estado
    Mayor.

    La autoridad
    administrativa que enlaza a la Institución, es un alto
    funcionario, político o no, que ha sido capacitado y
    entrenado para entender la naturaleza de la
    función.

    Un Jefe profesional inmediatamente abajo, entiende la
    concepción operacional y logística. Es el paradigma
    precisamente de la Guardia Civil y la
    Gendarmería.

    Son Instituciones de matriz militar que cumplen
    funciones duales y marcadamente referidas a la seguridad en
    tiempos de paz.

    Tal vez este modelo no sea el más a adecuado
    para América hispana, respecto de que un Jefe civil o
    director conduzca a la Policía o estructuras de seguridad
    militarizadas.

    La dirigencia política aun no accedió a
    una capacitación confiable y es probable que
    terminaría complicando el escenario. Pero es una
    alternativa para resolver los internismos por ocupar las
    cúpulas.

    El Jefe designado, civil o policial, tiene que tener
    un período predeterminado, con fecha de ingreso y salida.
    Si fue óptimo, pasará a constituir una alternativa
    de futuro, para ser convocado. Pero jamás a
    continuación de ese periodo, que no debe exceder de tres
    años.

    Advierto que esta observación no debe ser tomada como una
    tentación para habilitar cargos partidarios
    . El perfil
    de ese jefe civil, tiene que ver con una trayectoria
    pública de alto nivel, esencialmente en carrera
    pública, de edad mediana y dispuesto a ejercer y encarnar
    los valores de la
    Institución que conducirá. No puede ir a aprender
    el oficio en el cargo ni a rodearse de asesores, para entender de
    qué se trata.

    En cada contexto, la solución admite
    adecuaciones. Sin embargo, América hispana tiene en este
    punto que resolver un problema muy grave: iniciar el entierro del
    pasado.

    Las generaciones actuales, no tienen que continuar
    con la pesada herencia de las
    luchas fratricidas de sus padres. Embarcarse nuevamente en aquel
    conflicto,
    constituye la más perversa y maligna trampa, aún
    inconsciente, de la generación que se
    inmoló.

    Es una CRUELDAD DEL PASADO QUE pide justicia, y ya
    no lo es. La Justicia tardía, es siempre venganza. " Ni
    olvido ni perdón " es una consigna habitual en el
    continente. Pocos se detienen a examinar la crueldad de esta
    premisa, para con las generaciones de hoy.

    No olvido y no-perdón, significa
    actualizar y justificar DISPUTAS sin
    cicatrices.

    En fin, este es un dilema para la nueva
    dirigencia: o entierra a sus muertos sin olvido del pasado, o
    vuelve a corto plazo a reincidir en la
    tragedia.

    En mi opinión, la dirigencia política
    en buena parte la del Continente, no ha comprendido el
    pensamiento militar ni al policía. No ha encarado el
    desafío para comprender lo valioso y disvalioso de cada
    función. Reacciona por los pecados de ayer, que sí
    lo fueron y que debieron ser sancionados en
    oportunidad.

    Tras la intolerante definición de
    "corporación", suelen confundirse etapas complicadas de la
    vida nacional, como la oscura noche de la década del 70 en
    Argentina y otros tantos países, o las veleidades de poder
    político jugados en la historia latino americana por
    algunos militares, con el sentido e importancia que deben
    tener en la democracia y
    en un Estado serio, un buen Ejército y una creíble
    policía. Ambos imprescindibles desde
    siempre
    .

    El devastador ataque que han sufrido estas
    organizaciones, revela hasta que punto no se supo separar
    cuestiones de personas con poder con las instituciones que
    condujeron. Basta mencionar que dirigentes importantes de todas
    las corrientes partidarias, ante preguntas sobre lo que piensan
    hacer en temas de seguridad o defensa, han contestado con
    expresiones de barricada o de prensa amarilla,
    anatematizando a la Institución; por ejemplo referirse o
    como cambiar "la maldita policía", policía del
    régimen o policía asesina; al ejército de
    ocupación, etc. Posiblemente, si lo ha sido en
    algún sentido, su reingeniería es el gran tema y no su
    eliminación.

    No hace mucho tiempo, se leía por ejemplo que
    los planteos de Honor, comunes en los ejércitos
    universales, eran resabios de castas y delirios medievales.
    Corrosivamente, esta palabra fue vaciada y desmerecida. No saben,
    los responsables de la crítica, que ese ritual de
    exigencias asegura la posibilidad de un control
    interno importante y levanta trabas a los avances
    autoritarios del mando y puede fulminar con la deshonra,
    aún más allá de que el hecho de deshonor, no
    resulte necesariamente un delito.

    Quitadle a una organización las bases en
    que cree y seguramente, no será la misma. Si se crea una
    nueva, cuidado con la importación de disfunciones de otros
    modelos. Cada escenario requiere perfiles que no se reproducen en
    la imitación.

    Los síntomas de la descomposición
    funcional de las instituciones son evidentes y se han trastocado,
    en la ineficiencia general que se observa en América; en
    especial lo que puede percibirse en la vida cotidiana y reclamos
    constantes por mejorar la Seguridad.

    Ser el primero en la percepción del
    entorno
    : Es básico. Recientemente Al Ríes, en
    una obra sobre posicionamiento,
    edita un libro con esa
    advertencia. Orientar a ser el primero, implica ubicarse en roles
    de adelantado en la
    organización. No supone necesariamente en esta
    circunstancia, ser el mejor. Es de todas maneras, un
    desafío ulterior: tratar también de ser el
    mejor.

    Esta manera de adelantarse a los acontecimientos,
    posibilitará
    :

    . Formular y desarrollar previsiones de ajuste de
    la Organización, sus modelos educativos y
    equipamiento.

    . Revisar las exigencias que se han modificado en
    los escenarios de actuación
    . Recuerdo al respecto, la
    fatal y bizantina autoconvicción de altos funcionarios,
    una década atrás o menos, cuando se repetían
    que diferentes países del sur eran solamente un lugar de
    paso del narcotráfico. Mientras irresponsablemente
    se hacían esas afirmaciones, cualquier avisado ciudadano
    advertía que seguían en incremento las casas de
    recuperación de adictos o las familias con graves problemas de
    fractura y disolución, cuando alguien del núcleo
    había caído en esa fatal trampa.

    . Advertir las propias limitaciones, que la
    vorágine de los cambios produce
    . No es un tema menor.
    Suele darse que cuando no se discierne sobre lo que ha cambiado,
    es probable que se refugie toda la estructura en
    un ritual orgánico y de procedimientos de
    trabajo que solamente sirven para mantener a personas ocupadas e
    idiotizadas. El Jefe "eficaz y realista", es aquel que con
    precisión de relojería, cumple puntualmente tareas
    inútiles y con una agravante perversa: cree que
    está bien.

    Otras veces, actúa con mas agresividad, si
    alguien le advierte el cambio o de la inutilidad de lo que hace,
    hará lo necesario para descalificar la advertencia. Se
    levantan así hogueras de falacias, donde tras el
    rótulo de autodenominarse hombres pragmáticos,
    fulminan al atrevido con el mote de
    teórico.

    Alguna vez, en un seminario sobre
    seguridad sugerí sobre la necesidad de auditar sobre lo
    que se hace en las Instituciones del Estado. Una suerte de
    examen de pertinencia sobre cada elemento, posición y
    tarea.

    Significa un paso necesario, previo a una profunda
    reingeniería
    , aunque a ritmo metodológico
    más pausado y con información muy precisa.

    Los riesgos de
    cambiar sin evaluación
    adecuada, pueden conducir a resultados peores o a la simple
    modificación de denominaciones orgánicas que quedan
    finalmente atrapadas en el viejo paradigma.

    Saber Pensar y obrar en
    consecuencia
    :

    Parece un absurdo esta regla. Pensamiento que obra,
    sintetiza más claramente el perfil.

    El líder que decide sin razonar ni tiene en
    cuenta ningún criterio, seguramente terminará en el
    fracaso más rotundo.

    En estos días se habla con mas
    precisión de inteligencia
    emocional o pensamiento lateral. Indican en ambos casos, la
    perturbación que acarrea el proceder
    impulsivamente.

    Tener una Visión y saber
    transmitirla
    :

    Sin entrar en terrenos dogmáticos ni
    fanatismos, el líder inteligente posee una
    concepción que transmite con fuerza y crea adhesiones
    voluntarias, más allá del contexto de obligaciones
    generado en el ámbito en que actúan sus
    seguidores.

    Confianza en sí mismo y en sus
    subordinados
    :

    Vieja regla de la milicia. Es una construcción cuyo arquitecto es el tiempo y
    la convivencia. Sin embargo, confianza no supone un actuar sin el
    mínimo de prevención que las circunstancias
    aconsejan siempre. Pero es pésima señal, la
    desconfianza como regla.

    Aquello de pensar mal para equivocarse menos,
    responde a una percepción enfermiza y hobbesiana del
    hombre. Es bastante más común de lo que suele
    creerse.

    Simple, llano, no aparatoso ni
    estructurado
    :

    Lejos de las ornamentaciones del pasado ni de los
    silencios que creaban un misterio y enigma en su entorno. Tampoco
    el extremo de Napoleón, que no ocultaba sus miserias al
    sirviente más próximo, quien terminaba
    despreciándolo en silencio al servirle su manjar favorito:
    el pollo entero que devoraba sin estilo imperial, aún en
    plena batalla.

    Lo de estructurado, recuerda figuras solemnes,
    rígidas, omnipotentes, que todavía andan por el
    mundo pensando con insolencia que constituyen el alfa y
    omega.

    La simpleza, se refiere tanto al modo de entender los
    problemas como a la
    comunicación. Debe ser entendido por pares, superiores
    y subordinados. Saber usar el lenguaje
    apropiado a la circunstancia, no siempre es una cuestión
    entendida por los dirigentes. En ello puede haber a veces,
    ofensas irreparables.

    Conocerse asimismo y sus límites:

    Viene del sabio pensamiento chino, cuando Sun
    Tzú en El Arte de la
    Guerra advertía que no hay salida exitosa de las
    contiendas, si no se conoce básicamente la propia persona
    y sus limitaciones y al oponente. Pero en este supuesto, yo llamo
    la atención acerca de entender los propios defectos o
    vulnerabilidades y desde luego, las fortalezas y debilidades de
    su entorno.

    Estas características, me parecen sustanciales
    en todo líder. En el ambiente militar, mi experiencia de
    muchos años y roles, me sugieren agregar algunas que
    resultan esenciales y específicas. Antes de expresarlas,
    formularé una caracterización de ese
    ambiente.

    El ambiente militar:

    Fuertemente inspirado en paradigmas y arquitectura
    organizacionales escasamente flexibles, los militares viven
    implicados en convicciones y valores recibidos desde el primer
    día de ingreso. El mando, obediencia, respeto permanente,
    y preocupación por consolidar una identidad de
    espíritu, de doctrina y de acción, van modelando
    personalidades con signos distintivos de otros sectores de la
    sociedad.

    Sistemas educativos autodefinidos y de concepciones
    que varían lentamente en el tiempo, garantizan una suerte
    de comprensión generacional uniforme entre adultos y
    jóvenes. Status y roles marcan aquí una
    estratificación claramente definida.

    Hay pares que comparten habitualmente códigos
    de conducta y de
    interpretación de la realidad. Se agregan ritos y otras
    formas, que vuelven predecibles los caminos futuros de cada
    uno.

    En el horizonte profesional, esta la
    aspiración de llegar a los grados máximos. Los
    cargos están predeterminados escalafonariamente y a medida
    que pasan los años, todos conocen que comienza a cerrarse
    el acceso.

    Las promociones que egresaron con sueños e
    ideales, advierten el fin del camino. No siempre, la
    capacitación interna preparó al inmenso sector que
    no accederá a las palmas del general ni a roles de
    preeminencia.

    La frustración aparece a la vuelta de la
    esquina, como una sombra inesperada en un prematuro atardecer de
    verano. Cada tanto, la sociedad reacciona demoledoramente contra
    los militares y en especial ello suele ocurrir, cuando estos
    abandonando la prudencia y el signo de su profesión,
    incursionaron en política. Cuando ello ocurre, una
    tensión interna, comienza a golpear los paradigmas y las
    dificultades de liderazgo se tornan más complejas. Una
    suerte de etnocentrismo se agudiza y la interacción social
    se nuclea con mayor énfasis en el mundo
    interno.

    La dirigencia política no advirtió cuan
    severo es el daño que realizó. Olvidó con
    ello, que estas personas no responden a parámetros
    tradicionales y que se les había inculcado adherirse a
    valores tales como la fortaleza Sanmartiniana, su austeridad, su
    renunciamiento y la aceptación de estrecheces
    económicas, como un signo diferenciado de
    excelsitud.

    Inexorablemente, un nuevo paradigma va resquebrajando
    ese mundo aquietado y alejado de las luchas razonables por
    mayores ingresos y
    salarios.

    Nuevas demandas comienzan a crujir en los cuarteles:
    Altos ingresos y
    retiros asegurados. Esta demanda
    silenciosa, constituye además una exigencia de la
    realidad. El policía tiene que tener garantías de
    que su dedicación exclusiva no le impide vivir con
    dignidad.

    El ambiente policial

    Más sencillo, se diferencia del militar en
    las formas más atenuadas, los patrones y código
    menos rígidos y una capacitación próxima a
    las leyes y al mundo
    civil.

    No obstante, en toda América, LAS POLICIAS
    RECIBIERON UNA FUERTE IMPRONTA MILITAR EN LAS ORGANIZACIONES y
    reclutaron sus efectivos de estratos periféricos, con sueldos inferiores. Ello
    originó un disvalor en la consideración y estima
    social, gravemente perjudicial.

    Un buen sistema policial,
    es oneroso. Esa es una definición de arranque, para lograr
    cambios viables y duraderos.

    Ya no es idóneo mantener una escala de
    múltiples jerarquías en las policías y
    modelos de gestión que reproducen la estructura militar,
    con escuelas diferenciadas entre suboficiales y
    oficiales.

    El tiempo que viene exige horizontalidad de
    conocimientos y que esté genéricamente en dominio de todos
    los componentes.

    Las especializaciones guardarán
    relación con el tipo de función
    interna.

    Cuatro o cinco grados, será la distancia
    entre el Jefe máximo policial y sus subordinados. En
    cambio, las diferencias de remuneraciones
    deben ser crecientes e importantes.

    El Jefe reporta siempre a una estructura
    piramidal. Las policías departamentales con
    autonomía, son disfuncionales, porque crean "babeles" y
    microespacios de poder policial en competencia o
    sometido al Intendente o Alcalde.

    La Policía es por definición, una
    organización jerárquica Estatal provincial o
    Nacional, aunque reporte al intendente en diversos temas de
    interés
    inmediato al municipio.

    Si el empleo
    policial es mixto, como el de Gendarmería, debe subsistir
    el modelo milita ( Representa capacidades policiales y militares
    –limitadas-, reunidas en la misma
    organización).

    En Argentina la Prefectura y Gendarmería,
    por integrar el sistema de defensa y a pesar de ser la primera
    civil y sólo la segunda militar, su régimen de
    cuadros (superior y subalterno) no debe alterarse. No hay razones
    valederas para ello. En el orden internacional europeo, este es
    el modelo intermedio entre lo militar y policial en
    consolidación; pero no es eficaz para la función
    policial neta.

    En las Naciones federales, coexisten
    policías nacionales y provinciales. La tendencia a
    diversificar, no se compadece con las restricciones y ajustes
    fiscales de la globalización. Es un cambio en puerta a
    encarar con decisión y a corto plazo.

    El militar y el policía ante el
    cambio:

    En realidad, la resistencia es
    severa a toda innovación. El problema mayor estará
    en las cabezas del sistema y más certeramente, en el Jefe
    o titular.

    Si los años pasaron simplemente y llegó
    al cargo por algunas de las circunstancias que he descripto, se
    constituirá en el cepo de su
    Institución.

    La dirigencia política tiene que despertar y
    cobrar conciencia en el
    futuro en esta cuestión. Si coloca a un inepto amigo, al
    cabo de un tiempo la Institución se volverá idiota,
    en el sentido de los griegos; no participará en ninguna
    idea innovadora y gradualmente se volverá onerosa e
    ineficaz, cuando no corrupta.

    Con la salvedad que precede, también advierto
    que los líderes policiales y militares, conducen
    organizaciones en cambio acelerado y sin supuestos claros de sus
    roles futuros. Si la dirigencia política no es
    idónea y desconoce el asunto, mal puede impartir
    directivas estratégicas o fijar centros de gravedad claros
    sobre el accionar.

    Por ello, entiendo que es imprescindible contar con
    los algunos atributos complementarios del Liderazgo
    tradicional.

    • ATRIBUTOS DEL MANDO Y LIDERAZGO
      POLICIAL-MILITAR
    • Claro conocimiento
      de los códigos sociales vigentes
      :
    • Alcanzar roles de conducción superior,
      reclama hoy entender las líneas de pensamiento y
      acción de la dirigencia nacional. Integrar esa misma
      dirigencia, desde el rol profesional.
    • EE.UU. advirtió este tema y cambió
      hace más de dos décadas sus concepciones cerradas
      de antaño, que nunca lo fueron tanto como el modelo
      prusiano, que se estableció en estas latitudes. Ya en
      "El Poder de las Elites " de W. Smills, y en
      "Imaginación sociológica", describía
      duramente al militar. Decía que de algún modo
      vivía tras una utopía sin vivir el presente.
      Describía el caso del Almirante que durante 30 o
      más años se preparó duramente para llegar
      a esa jerarquía y que luego de dos años, en la
      mayoría de los casos se encontraba con un retiro y de
      regreso a su casa, sin entender las complejas relaciones de
      vecindad de la vida civil, nada pautada ni
      regimentada.
    • Pese a las observaciones, y muy a pesar de que las
      utopías en este tiempo no son siquiera invocadas, creo
      firmemente que la función militar y policial necesita de
      sueños, de ideales, de entender que cumple un rol
      trascendente y respetado. Son las mejores vallas para la
      corrupción y los mejores instrumentos
      para la cohesión interna y consolidación de una
      vocación de servicio.
    • El cambio más radical se produce cuando las
      exigencias universitarias en los oficiales, comienza a ser el
      común denominador para acceder a roles de importancia.
      Swsharkof, alejado de su exitosa comandancia de la guerra de la
      Tormenta del Desierto, se desempeña como ejecutivo civil
      exitoso.
    • Un libro
      interesante que confirma mi apreciación, en las
      páginas de Las Guerras del
      Futuro, de Alvin Tofler, donde precisamente anticipa los
      cambios de paradigmas para lograr lideres con renovadas
      condiciones y que precisamente, fueron ejercitadas en el
      conflicto con Irak.
    • Comunicador social
      permanente
      :
    • Trasladar a la sociedad nuevas percepciones, que
      reemplacen las pesadas cargas de las luchas intestinas de las
      décadas del 60 y 70, y para ello, no debe ubicarse en
      estas organizaciones, a entorchadas figuras que no se han
      preparado para estos nuevos desafíos.
    • Sin embargo, la medianía general de la
      Argentina de estos días, no termina siendo tan exigente
      en este requisito. De ese modo, es probable que la falta de
      estas calidades en los líderes, termine comprometiendo
      la existencia de las mismas instituciones.
    • Estas amenazas las encuentro igualmente en el
      ámbito policial, donde se suman a la rutina indicadores
      recurrentes de corrupción estructural, semejante a otra
      de igual o de peor insolencia, que se da en algún sector
      de la dirigencia política, cuando se presenta ostentosa
      y consumista sin ambages ni vergüenzas de su pasado
      precario reciente.
    • Firme y ejemplar:
    • A pesar de que una corrupción de
      costumbres, ha vuelto menos exigible la condición de
      ejemplaridad, en la organización castrense y policial,
      parece indispensable y saludable reclamar conductas que
      merezcan ser imitadas y emuladas.
    • Lamentablemente, a una crisis fenomenal se ha
      agregado un factor adicional: ya el retiro honroso no parece
      posible. Las ideas proyectadas y razonables de la supervivencia
      con holgura y sin estrecheces, han agudizado las expectativas y
      preocupaciones, al conocer que no hay un retiro asegurado de
      los ingresos de la jubilación. ¿Existe otra
      opción? El mensaje parece decir que ya no viven una
      profesión, sinó simplemente un empleo que
      además de riesgoso, no le proporciona ninguna
      garantía al futuro.
    • Respecto de la firmeza, es a dos puntas:
      internamente para conducir y ante la autoridad civil, para
      decir lo que piensa con honestidad y
      requerir soluciones
      que le excedan sus atribuciones. El líder en ese plano,
      debe procede en función de intereses institucionales,
      inmediatamente después de haberse satisfecho la
      necesidad superior de la sociedad y
      Nación.
    • Conciencia de finitud:
    • Una seria amenaza en las organizaciones policiales
      o militares aparece cuando los líderes formales
      comienzan a colorearse del partido gobernante de turno. Olvidan
      así aquellas sabias exigencias de Cesar a su auriga,
      quién debía repetirle
      constantemente:
    • " Recuerda que eres mortal "… " toda
      gloria es pasajera
      "…. Desprovistos de esta advertencia,
      suelen luchar desesperadamente por permanecer contra los
      avatares del destino y trasladan el
      cáncer que los corroe, a la estructura que
      gobiernan. Si bien esto no es novedoso en la historia, tiene
      hoy un dramatismo diferente. Estando en dudas el para
      qué de varias instituciones, la permanencia de este tipo
      de liderazgo, recuerda al flautista de Hammelin: Conduce una
      marcha acelerada al precipicio.
    • Renovado espíritu de
      sacrificio
    • Por todo lo que estoy expresando, constituye
      una exigencia vital y grave.
      Ese espíritu ha
      de servir para formalizar y encarnar una visión moderna
      y dinámica, que privilegie como
      antaño, el deber.
    • Los antiguos, y en particular Aristóteles en su Etica Nicomaquea, no se
      equivocaron en sus prescripciones y que constituyeron hasta
      hoy, los cuadernos y códigos de comportamientos
      éticos militares.
    • Lamentablemente una creciente distancia separa
      esos preceptos en su vigencia cotidiana.
    • Conclusiones:
    • La seguridad como valor: Es un tema central
      del Estado. Se enraíza en el concepto
      esencial de su misma existencia: monopolio en
      el uso de la Fuerza, para crear las condiciones de existencia
      de los demás valores de la democracia:
      ( orden, paz, solidaridad,
      libertad y
      Justicia).
    • La seguridad precede a las demás cuestiones
      axiológicas y la hace posible. No significa una entidad
      que decline o subordine a los otros valores: pero si no
      preexiste sobreviene la barbarie, en la justicia por mano
      propia y en sálvese quien pueda. Es el paso a la anomia
      y a la oscuridad.
    • La Seguridad es de naturaleza pública,
      estatal, obligatoria e irrenunciable para el Estado,
      no partidaria, interna de cada país, prioritaria en su
      consideración y dinámica en su concepción y
      ejecución y se dirige a la sociedad, privilegiando la
      prevención a la represión y a la víctima
      respecto del delincuente, a quien debe garantizársele un
      eficaz y oportuno derecho de defensa
    • La Defensa Nacional es un tema de todos los
      tiempos. No existe Estado creíble en el concierto
      Internacional, si se autoproscribe en la posesión de un
      instrumento militar o lo esteriliza por reacción al
      pasado cruento.
    • El liderazgo militar y policial debe nutrirse
      de cierta magia y misterio, para que con mucha inteligencia
      vuelva a hacer creíble a ambas, antiguas y necesarias
      profesiones.
    • .. El mundo militar o policial sin valores
      encarnados en sus conductores, torna a la estructura en un
      agregado sin destino y peligroso.
    • .. El mito de que
      la autoridad, debe estar siempre a la altura de las
      circunstancias, aparece hoy como fuertemente necesaria, para
      mantener una cohesión y adhesiones que susciten
      seguimiento y ejemplaridad.
    • ..Se engaña la sociedad, cuando cree
      poder prescindir de sus milicias profesionales o se resigna a
      reclutar a sus policías en sus niveles más
      precarios y paga salarios de
      subsistencia.
    • La dirigencia civil debe rápidamente
      colocarse en situación de idoneidad y excelencia.
      Ministros multiprópositos, repitiéndose en las
      diversas áreas de la Administración, favorecen el que no se
      conozca lo que ocurre en el interior de las Instituciones ni
      resuelven sus problemas.
    • La historia castiga, pero el hombre sin
      memoria,
      reincide rápido…
    • El castigo de la historia es repetir el pasado
      infinitamente, con consecuencias agravadas.
    • Si se descuidan torpemente, los indicadores
      del fracaso estructural en las soluciones de seguridad y
      defensa, el Estado perderá su identidad en
      la
      globalización y sus sociedades,
      recuperarán individualmente en cada habitante
      desahuciado y atemorizado, el uso de la fuerza en mano propia,
      como garantía de sobrevivencia y vindicta
      privada.
    • Es el caos predecible, si no se adoptan ya,
      medidas drásticas en todos los ámbitos
      institucionales y de legislación.

     

     

    Autor:

    Jose Ricardo Spadaro
    spadaro[arroba]sinectis.com.ar

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