1 – Guerra Civil
estadounidense
2 –
2-4 Recursos
del norte y del sur
3 – Hostilidades
3-1 La primera
batalla de Bull Run
3-2 La
designación de McClellan
3-5 Derrotas de
la Unión en el este
3-6 Los
primeros éxitos de Grant en el
Mississippi
3-7 La captura
de New Orleans y la batalla de Murfreesboro
3-8 Chancellorsville
3-9 Gettysburg
3-10 Vicksburg
3-11 Chickamauga y Chattanooga
3-12 El plan
de victoria de Grant
3-14 La toma
de Atlanta
3-15 La
derrota del Sur
3-16 La guerra
en el mar
3-17 La guerra
y las relaciones exteriores
6-1 Antecedentes
6-2 Los
prolegómenos de la Guerra.
8- Política
Exterior desarrollada por los gobiernos venezolanos durante el
período 1859 – 1863
9-
Bibliografía
1 – Guerra Civil estadounidense
Conflicto militar que tuvo lugar desde 1861 hasta 1865
entre los Estados Unidos de América (la Unión) y
once estados sureños secesionistas organizados como los
Estados Confederados de América (la Confederación
Sudista). En el sur este conflicto se
conoce también con el nombre de guerra entre los Estados.
Otra denominación popular es la de guerra de
Secesión, la cual es un acto por el que una población se separa de la comunidad
nacional, en la historia de Estados Unidos
el término hace referencia a la retirada de un estado de la
Unión. El derecho de secesión era considerado por
los estados una de sus facultades soberanas, o derechos de los estados, ya
que la Constitución de Estados Unidos no
contenía ninguna prohibición a este respecto, ni
confería ningún tipo de facultad al gobierno federal
para obligar a un estado a
permanecer en la Unión en contra de su
voluntad.
La idea de la secesión apareció en Nueva
Inglaterra, unos
15 años después de la ratificación de la
Constitución, en relación con el
rechazo del Partido Federalista a la compra de Luisiana. El
movimiento
más famoso de secesión surgió por la
oposición a la abolición de la esclavitud en
Estados Unidos. Tras las medidas de Compromiso de 1850, un
grupo de
extremistas de Carolina del Sur buscó la
colaboración de los demás estados esclavistas para
segregarse de la Unión, lo que fracasó en un
principio. Sin embargo, en 1860-1861, tras la elección de
Abraham Lincoln como presidente de Estados Unidos, 11 estados del
Sur se separaron de la Unión y formaron la
Confederación Sudista (llamada oficialmente Estados
Confederados de América). Se consideró que la
derrota de la Confederación en la Guerra Civil
estadounidense, decidió la cuestión de la
secesión en favor del gobierno federal,
lo que fue confirmado en 1869 por el Tribunal Supremo.
La Guerra Civil fue la culminación de cuatro
décadas en las que se fraguaron profundas y arraigadas
diferencias económicas, sociales y políticas
entre los estados del norte y el sur. El sur, eminentemente
agrícola, producía excelentes cosechas de
algodón, tabaco y
caña de azúcar
que exportaba a los estados del norte o a Europa, pero
dependía del norte para obtener manufacturas y los
servicios
financieros y comerciales necesarios para el desarrollo
comercial. Subrayando las diferencias regionales, la mano de obra
en el sur englobaba casi cuatro millones de esclavos negros.
Aunque los plantadores esclavistas representaban una
pequeña minoría de la población, dominaban no obstante la
política y
la sociedad
sureña. En última instancia, los estados del sur
fueron a la guerra básicamente para defender el derecho a
conservar la esclavitud.
Para mantener la armonía entre norte y sur dentro
de los partidos whig y demócrata, los líderes
políticos intentaban evitar el tema de la esclavitud, pero
a medida que aumentaba la oposición del norte a la
extensión de la esclavitud a nuevos territorios, ignorar
este tema se hizo cada vez más difícil. El
Compromiso de Missouri de 1820 dejó zanjado el asunto
temporalmente estableciendo el paralelo 36º 30' como la
línea divisoria del territorio esclavista en Luisiana. El
conflicto, no
obstante, volvió a encenderse cuando las fronteras de
Estados Unidos se extendieron hacia el oeste tras la Guerra
Mexicano-estadounidense. Las medidas del Compromiso de 1850
permitieron la admisión de California como estado libre y
la
organización de dos nuevos territorios —Utah y
Nuevo México— resultantes de las tierras
conquistadas en la guerra, aplicándose el principio de
soberanía popular, por el que las
cámaras legislativas territoriales decidieron de forma
autónoma su posición con respecto a la esclavitud
cuando se integraron como estados de la Unión.
2- 2 Equilibrio
cambiante
A pesar del Compromiso de 1850, el conflicto
continuó. El sur se había convertido en
minoría y sus dirigentes veían cada vez con mayor
preocupación las acciones del
Congreso de Estados Unidos, sobre el que habían perdido el
control. Los
estados del noreste exigían para su desarrollo
industrial una tarifa proteccionista, subsidios federales para
realizar el comercio, y un
sistema bancario
y de moneda seguro. Los
estados del noroeste acudían al Congreso buscando terrenos
y viviendas gratuitas y ayuda federal para sus carreteras y
canales. El sur, sin embargo, consideraba tales medidas
discriminatorias, creyendo que favorecían los intereses
comerciales del norte, y pensaba que era intolerable la
agitación antiesclavista que se desarrollaba en varios
estados, muchos de los cuales, por ejemplo, aprobaron leyes de libertad
personal en un
esfuerzo por contrarrestar el reforzamiento de las leyes de esclavos
fugitivos. Los sureños también estaban preocupados
por la frecuencia con la que obtenían cargos electivos los
free soilers, políticos que propugnaban la
no-admisión de estados esclavistas en la
Unión.
El tema de la expansión de la esclavitud
volvió a estallar en 1854, cuando el senador de Illinois
Stephen A. Douglas consiguió la aprobación de un
proyecto de
ley que
establecía dos nuevos territorios (Kansas y Nebraska),
aplicando en ambos el principio de la soberanía popular. El Acta de
Kansas-Nebraska, que invalidó el Compromiso de Missouri,
levantó una ola de protestas en el norte, que
concluyó con la formación del Partido Republicano,
cuyo principal punto programático era la oposición
a la expansión de la esclavitud. Entretanto, en la lucha
por el control de
Kansas, el presidente demócrata James Buchanan
pidió al Congreso que admitiera a Kansas en la
Unión como estado esclavista, una propuesta que
ofendió a los norteños; además el Tribunal
Supremo dictaminó el 7 de marzo de 1857 en el caso Dred
Scott que la Constitución de Estados Unidos no daba
autoridad al
Congreso para prohibir la esclavitud en los territorios. Dos
años después, el 16 de octubre de 1859, John Brown,
acérrimo opositor a la esclavitud, atacó el arsenal
federal de Harpes Ferry para organizar una rebelión
general de esclavos. Ese ataque, unido a la condena
norteña de la decisión tomada en el caso Dred
Scott, acabó por convencer a los sureños de su
creciente inseguridad
dentro de la Unión.
2-3 La crisis
secesionista
En las elecciones presidenciales de 1860, la
división en las filas del Partido Demócrata dio
como resultado la candidatura por parte del ala sureña de
John Breckinridge, de Kentucky, y por parte del ala
norteña de Stephen Douglas. El recién constituido
Partido de la Unión Constitucional, que reflejaba el
sentimiento de concesión aún arraigado en los
estados fronterizos, nominó a John Bell, de Tennessee. Los
republicanos eligieron a Abraham Lincoln, en una campaña
en la que se oponían a la expansión de la
esclavitud y apoyaban una tarifa proteccionista, subsidios
federales para mejoras internas y una ley de
residencia. Los demócratas secesionistas aseguraron
prácticamente la elección de Lincoln y esto a su
vez convenció a los sureños que tenían que
hacer un esfuerzo para lograr la independencia
en lugar de quedar aislados políticamente. En marzo de
1861, cuando Lincoln tomó posesión de su cargo,
Carolina del Sur, Mississippi, Florida, Alabama, Georgia,
Louisiana y Texas se constituyeron en los Estados Confederados de
América con Jefferson Davis como presidente, proclamando
su secesión de la Unión, acto que Lincoln
declaró ilegal en su discurso
inaugural.
El 12 de abril de 1861, cuando se produjo el intento de
reabastecer Fort Sumter, una instalación federal en
Carolina del Sur, la artillería sureña abrió
fuego. Tres días después Lincoln envió
tropas para sofocar la rebelión. En respuesta, Virginia,
Arkansas, Carolina del Norte y Tennessee se unieron
también a la Confederación.
2-4 Recursos del
norte y del sur
Ni el norte ni el sur estaban preparados para mantener
una guerra en 1861. Con una población de 22 millones de
habitantes, el norte contaba con un mayor potencial militar. El
sur tenía 9 millones de habitantes, pero casi 4 millones
de ellos eran esclavos negros cuya lealtad a la
Confederación era de lo más dudosa. Aunque al
principio contaron sólo con voluntarios, la necesidad
obligó finalmente a ambos bandos a llevar a cabo un
reclutamiento
para crear un ejército. Antes de que acabara la guerra, el
sur había alistado a unos 900.000 hombres blancos,
mientras que la Unión había reclutado a dos
millones de hombres (entre los que se encontraban 186.000
negros), casi la mitad de ellos hacia el final de la
confrontación.
Además, el norte poseía claras ventajas
materiales
—en dinero y
créditos, fábricas, producción de alimentos,
recursos minerales y
transporte— que resultaron decisivas. La
capacidad combativa del sur se vio obstaculizada por la constante
escasez de alimentos, ropa,
medicinas y artillería pesada. Sin embargo, el sur, con
una tradición militar más fuerte, tenía
más expertos en el uso de armas y
formó un eficaz cuerpo de oficiales, entre los que
destacó Robert E. Lee. Sólo pudo encontrar Lincoln
mandos militares del mismo calibre en Ulysses S. Grant y William
T. Sherman.
La Confederación disfrutó de cierta
ventaja al desarrollar operaciones
defensivas en terreno conocido. Por contra, el norte necesitaba
atacar en frente abierto y soportar enormes gastos en
comunicaciones
y suministros, por lo que todo presagiaba que su estrategia
exigía una marcha directa por tierra sobre
Richmond (en Virginia) la capital de la
Confederación, para poner un rápido final a la
guerra. Sin embargo, los asesores militares de Lincoln le
convencieron que ejecutase el Plan Anaconda.
Concebido por el general Winfield Scott, consistía en
realizar un bloqueo naval en torno a la
Confederación para impedir la importación de suministros de Europa, seguido
de la invasión del valle del Mississippi para dividir a la
Confederación.
Los confederados también tenían sus
diferencias en torno a
qué estrategia
aplicar. Davis era partidario de una guerra defensiva prolongada
que desgastara al norte, mientras que parte de sus asesores
recomendaban una rápida ofensiva que impidiera al norte
movilizar su superior contingente humano y bienes
materiales,
conscientes de que cuanto más se prolongara la guerra,
menos oportunidades tenía el sur de ganarla.
3-1 La primera batalla de Bull Run
En mayo de 1861 las tropas de la Unión, al mando
del general Irvin McDowell, avanzaron sobre Virginia y se
dirigieron hacia Manassas, base del principal ejército
confederado, siendo derrotadas por éste el 21 de julio en
la primera batalla de Bull Run.
3-2 La designación de McClellan
Después de esta batalla, Lincoln sustituyó
a McDowell por el general George B. McClellan como comandante del
recién creado Ejército del Potomac, procediendo
éste a su inmediata reorganización.
Durante 1861 el norte obtuvo algunos éxitos clave
para asegurar los estados fronterizos de Maryland, Delaware,
Kentucky y Missouri, donde prevalecía el sentimiento
unionista, si bien los secesionistas eran también bastante
fuertes. La importancia de Maryland radicaba en su proximidad a
Washington y en la ubicación de Baltimore como punto de
enlace del ferrocarril con el Medio Oeste. Kentucky y Missouri
eran importantes para la estrategia bélica del norte
porque controlaban los puntos de aproximación a los valles
de los ríos Mississippi, Tennessee y Cumberland, por los
cuales las fuerzas de la Unión podían introducir la
contienda en el corazón
mismo de la Confederación. En Virginia, los condados
occidentales repudiaron la secesión, formaron un gobierno
provisional y en 1863 fueron admitidos en la Unión como el
nuevo estado de Virginia Occidental.
Con el Ejército del Potomac reorganizado,
McClellan avanzó en la primavera de 1862 hacia la
península situada entre los ríos James y York con
la intención de marchar sobre Richmond. En la batalla de
Fair Oaks y Seven Pines (31 de mayo-1 de junio) se repelió
un ataque confederado y se eligió a Lee para sustituir a
Joseph E. Johnston, que había resultado herido, como
comandante del Ejército del Norte de Virginia. En junio el
ejército de McClellan se aproximó a Richmond.
Mientras tanto, el general Stonewall Jackson hizo avanzar su
ejército confederado hasta el valle de Shenandoah y
cruzó el Potomac, por lo que el gobierno negó a
McClellan los refuerzos que él creía necesarios
para atacar Richmond.
Con la intención de sacar el máximo
provecho de la excesiva cautela de McClellan, Lee, con los
refuerzos de los hombres de Jackson, se enfrentó a las
fuerzas de la Unión formadas cerca de Richmond en la
batalla de los Siete Días (25 de junio-1 de julio), que
tuvo un resultado indeciso. No obstante, McClellan ordenó
la retirada al río James, concluyendo así
tristemente su campaña peninsular. Decepcionado por la
excesiva precaución de McClellan, Lincoln nombró
general en jefe al general de división Henry Wager
Halleck, que había obtenido algunas victorias recientes en
el oeste. McClellan conservó el mando del Ejército
del Potomac, pero Lincoln trajo del oeste al general John Pope
para que encabezara un nuevo ejército, formado
principalmente por tropas que habían sido retenidas en el
norte de Virginia para controlar a Jackson.
3-5 Derrotas
de la Unión en el este
El 30 de agosto, en la segunda batalla de Bull Run, las
fuerzas confederadas de Lee, Jackson y el general James
Longstreet hicieron replegarse a las tropas de la Unión
hasta Washington, donde Pope fue relevado de su cargo. Tras esta
victoria, Lee sorprendió al norte invadiendo Maryland con
50.000 hombres. Con esta atrevida maniobra esperaba obtener el
reconocimiento extranjero de la Confederación. McClellan
detuvo el avance de Lee en la batalla de Antietam, pero por no
perseguirle en su retirada, Lincoln le relevó del
cargo.
A finales de 1862 el Ejército del Potomac
reanudó su ofensiva contra Richmond, esta vez bajo las
órdenes del general Ambrose E. Burnside, sufriendo una
grave derrota en los alrededores de Fredericksburg, en Virginia,
por lo que Burnside también fue destituido.
3-6 Los primeros éxitos de Grant en el
Mississippi
Mientras en el este la situación estaba en punto
muerto, las operaciones
militares de la Unión en el oeste tuvieron más
éxito.
El objetivo en
este frente era controlar el valle del Mississippi para dividir
en dos el territorio de la Confederación. A comienzos de
1862, Grant, con el apoyo de una flota de buques acorazados,
consiguió capturar Fort Henry y Fort Donelson con lo que
tenía vía libre para dominar el Mississippi.
Mientras tanto, al oeste del río, las tropas de la
Unión derrotaban a los confederados en Pea Ridge, Arkansas
(6-8 de marzo), consolidando el control de la Unión sobre
el Missouri.
El ejército confederado del norte de Tennessee se
retiró hacia el Mississippi para intentar establecer una
nueva línea de defensa, pero Grant detuvo su avance en la
batalla de Shiloh. A principios de
junio las fuerzas de la Unión habían invadido casi
todo el este y el oeste de Tennessee y controlaban el sur del
Mississippi hasta Memphis.
3-7 La captura
de New Orleans y la batalla de Murfreesboro
En una estrategia coordinada, las fuerzas de la
Unión también avanzaron al norte del Mississippi.
En abril, un escuadrón naval comandado por el
capitán David Glasgow Farragut penetró en las
defensas confederadas de la desembocadura del Mississippi y
forzó la rendición de New Orleans, el principal
puerto de la Confederación. Durante los últimos
meses de 1862, Grant consolidó su posición a lo
largo del Mississippi. Buell, que había recibido
órdenes de desplazarse a Chattanooga (Tennessee) se
enfrentó a las fuerzas confederadas mandadas por el
general Braxton Bragg. En diciembre, el general William S.
Rosencrans, que había sustituido a Buell, se
enfrentó a las tropas de Bragg en la batalla de
Murfreesboro (Tennessee) obligándoles a retirarse.
Entretanto, Grant se preparó para el asalto a Vicksburg
(Mississippi), la última fortaleza de los confederados en
el oeste.
Cuando retomó el mando del Ejército del
Potomac, el general Joseph Hooker prometió invertir la
larga serie de derrotas de la Unión en el este. En abril,
con un ejército de 130.000 hombres, se preparó para
atacar a Lee en Fredericksburg, pero su dubitativa ofensiva tuvo
como consecuencia la derrota de sus tropas en la batalla de
Chancellorsville (Virginia), frente a las fuerzas combinadas de
Lee y Jackson, muriendo este último en el curso de la
misma.
Animado por la victoria, Lee tomó la iniciativa y
trasladó su ejército al norte con la
intención de inducir a la Unión a negociar la paz.
En junio, un ejército confederado de 75.000 hombres
marchó sobre el valle de Shenandoah y entró en el
sur de Pennsylvania. El Ejército del Potomac (unos 85.000
hombres), mandado ahora por el general George Meade, se dispuso a
detener el avance de Lee. Estos dos enormes ejércitos se
enfrentaron en la batalla de Gettysburg, Pennsylvania, en la que
Lee, tras ser derrotado perdió una buena parte de su
ejército en un ataque fallido.
En el frente occidental, en abril de 1863, Grant
preparó sus fuerzas en un nuevo esfuerzo para tomar
Vicksburg. Finalmente, y tras un largo asedio, el 4 de julio, el
día después de la derrota de Lee en Gettysburg, la
guarnición confederada se rindió. El
ejército de la Unión había cumplido su
objetivo en el
oeste: dividir a la Confederación en dos
partes.
3-11 Chickamauga y Chattanooga
Con el Mississippi en su poder, el alto
mando de la Unión decidió expulsar a los
confederados del este de Tennessee, Alabama y Georgia. En el
otoño de 1863, Rosecrans y un ejército de 55.000
hombres tomaron Chattanooga, aunque posteriormente fueron
derrotados por el ejército confederado de Bragg en la
batalla de Chickamauga (19-20 de septiembre). Grant, ahora con el
mando absoluto de las fuerzas de la Unión en el oeste,
sustituyó a Rosecrans por George H. Thomas y se
dirigió a Chattanooga con parte de su Ejército del
Tennessee. En la batalla de Chattanooga, que duró tres
días (23-25 de noviembre), las fuerzas de la Unión
dislocaron las defensas confederadas y las obligaron a una
retirada caótica.
Hacia finales de 1863 la guerra se había puesto a
favor de la Unión. Tras su derrota en Gettysburg, Lee fue
incapaz de mantener ninguna operación defensiva más
en el norte. El ejército de la Unión en el oeste
había dividido a la Confederación y su victoria en
Chattanooga hizo posible extender la guerra a Alabama y
Georgia.
3-12 El plan de victoria
de Grant
Confiando en que finalmente había encontrado a la
persona
adecuada, a principios de
1864 Lincoln nombró a Grant comandante en jefe de todas
las fuerzas de la Unión y éste diseñó
una estrategia para asestar un golpe definitivo a la
Confederación. El Ejército del Potomac, dirigido
por Grant y Meade, se enfrentaría a Lee en el norte de
Virginia y avanzaría hacia Richmond. Un ejército
mandado por Sherman marcharía hacia el sur desde
Chattanooga para adentrarse en Georgia y tomar Atlanta. Un tercer
ejército a las órdenes del general Philip Sheridan,
operaría en el valle Shenandoah y privaría a las
fuerzas de Lee de los víveres de esa
región.
A finales de marzo se puso en marcha el Ejército
del Potomac, formado por 115.000 hombres. Tras sucesivos
enfrentamientos con las tropas confederadas de Lee en Wilderness,
Spotsilvania Couthouse y Cold Harbor, Grant decidió cortar
la línea de suministros de Richmond tomando Petersburg,
ciudad a la que puso sitio el 20 de junio.
Por su parte, y cumpliendo lo previsto en el plan de
Grant, Sheridan ocupó el valle de Shenandoah, y Sherman
tomó Atlanta; compensando el estancamiento de la
situación en Virginia y contribuyendo a asegurar la
reelección de Lincoln como presidente de la Unión
en noviembre.
El intento de reconquista de Atlanta llevado a cabo por
el ejército confederado a las órdenes del general
John Bell Hood, fracasó días después en la
batalla de Nashville (15-16 de diciembre), quedando así
desbaratada la resistencia
confederada en el oeste.
El 15 de noviembre Sherman inició su marcha hacia
el mar. Dejando Atlanta en llamas, su ejército de 60.000
hombres avanzó finalmente sin oposición por
Georgia, devastando el territorio a su paso. Savannah cayó
poco antes de Navidad y el
ejército de Sherman continuó hacia el norte
adentrándose en Carolina sin encontrar apenas
oposición. En abril de 1865 cayeron Mobile, Selma y
Montgomery, en Alabama. Al mismo tiempo, Sheridan
se preparaba para unirse a Grant y realizar el ataque definitivo
al ejército de Lee.
En abril de 1865 Grant consiguió finalmente
apoderarse de la línea del ferrocarril que aprovisionaba a
Richmond. Obligado a abandonar Petersburg y Richmond, Lee se
retiró hacia el oeste esperando unirse al ejército
confederado de Joseph Johnston en Carolina del Norte. Grant
bloqueó su paso y el 9 de abril de 1865 Lee se
rindió a Grant en Appomatox, Virginia. Con la
rendición de Lee, los demás ejércitos
confederados se fueron desplomando rápidamente.
Tras la caída de Fort Sumter, Lincoln
estableció el bloqueo a todos los puertos sureños
con el fin de detener el suministro de víveres esenciales
para la Confederación.
Para romper el bloqueo, que ya era efectivo en 1862, el
sur desveló su nueva arma, el Merrimack, una
abandonada fragata a vapor de la Unión que los
confederados habían cubierto con láminas de metal,
convirtiéndola en una nave blindada capaz de destruir a
los navíos del norte, pero que finalmente, hubo que
retirar a Norfolk tras su enfrentamiento con el acorazado
Monitor.
A lo largo de la guerra, la Marina de la Unión
realizó importantes operaciones en apoyo del
ejército. En 1861 las operaciones conjuntas aseguraron a
la Unión las cabezas de playa de Hatteras Inlet (Carolina
del Norte) y Port Royal (Carolina del Sur). La toma de Fort Henry
en febrero de 1862 y la caída de New Orleans el 1 de mayo,
ambas con la decisiva intervención de la Marina,
permitieron a la Unión controlar los ríos
Mississippi y Tennessee. El éxito de Farragut al entrar en
Mobile Bay en agosto de 1864 destruyendo la pequeña flota
confederada que se encontraba allí, privó al Sur de
un puerto seguro. Con un
impacto similar, una operación conjunta por tierra y por
mar en enero de 1865 cerró efectivamente Wilmington
(Carolina del Norte), que había sido la principal base de
los confederados.
Aunque el Sur carecía de una marina consistente,
los corsarios confederados suplieron su ausencia, especialmente
con el buque Alabama, finalmente derrotado cerca de las
costas de Francia.
3-17 La guerra y las relaciones exteriores
La Confederación siempre esperó el
reconocimiento y el apoyo del extranjero, especialmente de Gran
Bretaña y Francia. Esa
esperanza se cifraba principalmente en la dependencia de ambos
países del algodón sureño para sus industrias
textiles.
Cuando Gran Bretaña y Francia declararon
formalmente su neutralidad en 1861, ese acto constituyó el
reconocimiento de la Confederación como poder
beligerante, lo que levantó una vigorosa protesta del
gobierno de Lincoln. Cuando en 1861 dos representantes
confederados fueron sacados a la fuerza del
vapor inglés
Trent por autoridades unionistas, Lincoln los
liberó en respuesta a la presión
británica. Por otro lado, en 1863 Gran Bretaña
accedió a prohibir la construcción de barcos confederados en sus
astilleros.
La diplomacia del algodón de la
Confederación fue saboteada de diversas maneras. Antes de
que estallara la guerra, las manufacturas textiles
británicas habían almacenado grandes cantidades de
algodón. Además, Gran Bretaña y el Norte
estaban comprometidos en un comercio
rentable para ambos: el norte compraba armas y
manufacturas y Gran Bretaña trigo. Finalmente, con la
proclamación de la Emancipación de los esclavos, la
opinión
pública internacional se decantó por la causa
de la Unión.
Al comienzo de la guerra Lincoln y el Congreso dejaron
claro que su único objetivo era mantener la
supremacía de la Constitución y conservar la
Unión. Consciente de la necesidad de contar con la lealtad
de los estados esclavistas fronterizos, el presidente fue muy
cauto al tratar el tema de la esclavitud, pero finalmente, el 1
de enero de 1863 entró en vigor la proclamación de
Emancipación de los esclavos estadounidenses, que el
presidente defendió como instrumento para debilitar a la
Confederación.
La abolición definitiva de la esclavitud fue
ratificada en diciembre de 1865, cuando fue aprobada la 13ª
Enmienda de la Constitución.
El 8 de diciembre de 1863 el presidente firmó una
Declaración de Amnistía y Reconstrucción.
Excepto para los funcionarios y oficiales militares de alto rango
de la Confederación, todos los sureños que juraran
lealtad a la Constitución y obediencia a la
legislación así como a las proclamaciones
concernientes a la esclavitud tenían garantizada la
amnistía. Cuando el 10% del electorado de un estado del
1860 hubiera cumplido estas condiciones, ese estado podía
redactar una nueva Constitución, elegir nuevos cargos
estatales y enviar representantes al Congreso. Este plan se
convirtió en la base del posterior periodo denominado de
Reconstrucción.
La Guerra Civil estadounidense se saldó con el
resultado de 620.000 muertos.
Grandes territorios de Richmond, Charleston, Atlanta,
Mobile y Vicksburg quedaron en ruinas. El campo por el que
cruzaron los ejércitos contendientes acabó lleno de
plantaciones asoladas, casas y graneros arrasados, puentes
quemados y líneas de ferrocarril destrozadas. Muchas
cosechas fueron destruidas o confiscadas, y gran parte del ganado
se perdió. Más de cuatro billones de dólares
en propiedades desaparecieron a causa de la emancipación,
la repudiación de bonos y monedas
confederadas, la confiscación de la producción de algodón y los
destrozos de la guerra.
La guerra zanjó la cuestión del mantenimiento
de la Unión; se desacreditó la doctrina de la
secesión y, a partir de 1865, los estados encontraron
otras formas de exponer sus diferencias. La guerra amplió
la autoridad del
gobierno federal, que ejercería una jurisdicción y
poderes más amplios que en cualquier otro momento anterior
en la historia del
país.
Finalmente, la Guerra Civil estadounidense supuso la
libertad para
casi cuatro millones de negros.
Fue la Guerra Civil venezolana, también conocida
como la Guerra Larga, Revolución
Federal o Guerra de los Cinco Años, utilizada está
denominación por aquellos historiadores que sitúan
el comienzo de la guerra con los primeros alzamientos ocurridos
contra el recién instaurado gobierno de Julián
Castro (mayo-julio de 1858). Fue, después de la Guerra de
Independencia,
la más larga contienda civil que haya asolado el
territorio nacional y fue, para Venezuela, una
prolongación de esta guerra en cuanto a los problemas de
carácter social y político, dejados
sin resolver una vez lograda definitivamente la
emancipación de España con
las victorias de 1821 y 1823 y la separación de Colombia en
1830.
El consenso que se materializaba con la creación
de la nueva República de Venezuela en 1830 se
producía en torno a una situación que permitiera
mantener un sistema
oligárquico de gobierno, incorporando a él, tanto
los remanentes del antiguo mantuanaje como los nuevos grupos surgidos
de la contienda armada y cuyos privilegios sociales se
veían confirmados por las tierras que habían
recibido como resultado del traspaso a nuevas manos del
latifundio colonial. Al mismo tiempo, la
situación de guerra en que había vivido el
país durante 3 lustros había permitido la
consolidación de una burguesía comercial,
enriquecida gracias a las oportunidades que ofrecía el
abastecimiento continuo de las campañas militares, dentro
y fuera del territorio nacional.
El país político que nace entonces en 1830
es la expresión de estos grupos
dominantes. El resquebrajamiento del consenso inicial es,
más que todo, producto de
los intereses antagónicos que enfrentan progresivamente,
los dos principales sectores de esta oligarquía ante el
nuevo papel que
desempeña Venezuela en el cuadro de la economía mundial: el
sector de los hacendados y el sector de los
comerciantes.
La Venezuela de 1830 era, virtualmente, un campamento
armado de excombatientes de la Independencia, recompensados
muchos de ellos, con la adjudicación de tierras. Esta
clase latifundista veía coartada su participación
efectiva en la conducción de los destinos de la nueva
república por la centralización del poder, legitimada por la
Constitución de 1830, bajo el gobierno de José
Antonio Páez y sus sustentadores: el rico sector de la
burguesía comerciante, principalmente caraqueña,
núcleo dominante del Partido Conservador.
Desde 1830, al término de la guerra de
independencia, el país había sido gobernado por una
oligarquía en donde se juntaban algunas de las viejas
fortunas de la época colonial con las nuevas adquiridas
durante la independencia (quizás el mejor ejemplo de
éstas es el General Páez). Aunque el partido
conservador, el partido base de dicha oligarquía,
había sido derrotado en las elecciones de 1846, los nuevos
gobernantes, los hermanos Monagas, nominalmente "liberales",
pertenecían también a la oligarquía y de
hecho, eran al igual que Páez, propietarios de enormes
cantidades de tierra en el oriente del país.
Las primeras rebeliones de 1830-1831, iniciadas en el
oriente del país, apuntaban a debilitar o a destruir el
poder de Páez y restaurar los privilegios de los
militares-hacendados, además de ser una
manifestación del regionalismo político que
venía desde la Colonia y se había fortalecido
durante los primeros años de la guerra emancipadora. De
esta manera, la llamada Revolución
de la Reformas de 1835-1836 fue un renovado intento por limitar,
bajo el manto del federalismo, el
poder del grupo
dirigente y otorgar a los hacendados unas mayores prerrogativas,
tanto políticas
como económicas.
La unanimidad que se manifiesta en torno a la
aprobación de la Ley de Libertad de Contratos del 10
de abril de 1834 es el reflejo pasajero de unos años de
relativa bonanza económica, particularmente en las zonas
de producción agrícola de los valles centrales. En
los llanos, la lenta recuperación de la ganadería,
diezmada durante las campañas de la emancipación,
se enfrenta a una tensa situación de carácter
social: los nuevos amos del suelo, amparados
por una legislación más severa aún que
durante la Colonia, buscan frenar, sin lograrlo completamente, el
incremento del abigeato y la permanencia endémica del
llamado bandolerismo, manifestación primigenia de una
profunda inconformidad social.
La crisis
económica, cuyos efectos se empiezan a sentir en el
país a partir de 1842, agudiza las tensiones latentes. La
pauperización creciente de pequeños y medianos
propietarios, desposeídos de su tierra por los efectos del
encarecimiento del crédito
y de las ejecuciones de hipotecas y la marginalización de
pequeños comerciantes, vinculados esencialmente a los
circuitos de
distribución interna de los productos
agropecuarios (siendo ilustrativo en este sentido el caso de
Ezequiel Zamora), son las principales causas de los
levantamientos de los años 1846 y 1847, cuya
expresión política se refleja
en la creciente radicalización de los planteamientos del
Partido Liberal y de su vocero, el periódico
El Venezolano.
Sin embargo, ni el Partido Liberal, ni su jefe nominal,
Antonio Leocadio Guzmán, aunque estuviere comprometido
éste último en las insurrecciones de 1846,
consideran una modificación de las estructuras
sociales; su lucha sigue enmarcada dentro del contexto de los
intereses de una clase proletaria, la de los hacendados. En ese
sentido, la elección de José Tadeo Monagas en los
comicios de 1846 no es sino el producto de
los que el historiador Federico Brito Figueroa califica como "una
prevaricación política". La década de la
consolidación en el poder de la autocracia liberal
(1848-1858), después de los acontecimientos del 24 de
enero de 1848 y de la derrota de José Antonio Páez
(agosto 1849), presencia algunas reformas a favor de los
terratenientes: abolición de la esclavitud y otorgamiento
de las indemnizaciones a los antiguos propietarios de esclavos;
modificación de la Ley del 10 de abril de 1834 y su
corolario, la Ley de Espera y Quita de1841.
Pero, por sobre todo, el dominio
político de la dinastía monaguera se produce por un
proceso de
acaparamiento de tierras, particularmente en la región
oriental del país, mediante la adquisición de
baldíos así como de antiguos resguardos
indígenas, las cuales quedan en manos de los 2 reducidos
grupos que rodean, en su turno, tanto al presidente José
Tadeo Monagas como al presidente José Gregorio Monagas y a
su familia. Ante
esta situación, una fracción del Partido Liberal
logra un entendimiento con los grupos conservadores bajo la
consigna de "Unión de los venezolanos y olvido de lo
pasado" que lleva al derrocamiento de José Tadeo Monagas
en marzo de 1858.
6-2 Los prolegómenos de la Guerra.
Con la Revolución de marzo de 1858,
comenzó la cadena de acontecimientos que encendió
la chispa de la Guerra Federal. Bajo la dirección de Julián Castro, el
movimiento
insurreccional prometía liberar a todos los trabajadores,
sirvientes y campesinos que tomarán las armas de las
deudas que tuvieran con sus patronos, sumas estás que
serían financiadas por la Tesorería Nacional al
triunfar la revolución. Pero, una vez consolidado el nuevo
gobierno, el predominio del elemento conservador en su seno junto
con las medidas de retaliación contra cualquier intento de
oposición, reavivaron la lucha.
El 7 de junio de 1858, un decreto del presidente Castro
ordena la expulsión de Venezuela de Juan Crisóstomo
Falcón, Ezequiel Zamora, Wenceslao Casado, Antonio
Leocadio Guzmán, José Gabriel Ochoa, Fabricio Conde
y otros futuros jefes de la contienda armada, mientras en los
valles de Aragua, en la sierra de Carabobo en los llanos de
Portuguesa se levantan en armas, bandas de campesinos armados,
bajo el liderazgo de
hombres oscuros (es decir mestizos) como Zoilo Medrano o
José de Jesús González, el Agachado, quien
había acompañado a Zamora en la rebelión de
1846.
Mientras la insurrección se extendía, el
gobierno se encontraba cada vez más incapacitado para
suprimir tales estallidos; a medida que se propagaba ala
revuelta, se aceleraban su vigor y su ritmo. Rumores de que el
gobierno se proponía restablecer la esclavitud y que los
hierros que se utilizaban para marcar los sacos de añil
serían, en realidad, hierros para marcar a los futuros
esclavos, servían para exaltar el terror de las
poblaciones rurales a las cuales se les decía,
además, que iban a ser vendidas a los ingleses quienes,
supuestamente, iban a su carne para hacer jabón y sus
huesos para
fabricar mangos de cuchillos y de bastones.
En respuesta, las consignas de "¡Mueran los
Blancos!" y "¡Hagamos una Nación
para los Indios!", eran muestras del grado de violencia
alcanzado. Mientras tanto, la reunión en Valencia de una
Convención Constitucional intentaba traducir los
principios de la Revolución de Marzo en términos de
un programa
político. Los diputados liberales ante la
Convención se hicieron voceros de un sistema federal de
gobierno, el cual, junto con el sufragio universal era,
según ellos, "… lo que se necesitaba para asegurar la
estabilidad de Venezuela…".
La nueva Constitución del 31 de diciembre de 1858
buscaba conciliar los puntos de vista liberales y conservadores.
Sancionaba el sufragio universal para varones, reafirmaba la
abolición de la esclavitud y esbozaba unas reformas en
sentido federalista con la elección de gobernadores de
provincia y mayores poderes para los municipios. Pero, en
realidad, la nueva Carta Magna se
encontraba desfasada con relación al desarrollo de los
acontecimientos en el país.
Desde el destierro, en las vecinas islas de Curazao y
St. Thomas, los jefes liberales expulsados en junio de 1858 se
organizaban, preparaban tropas, elaboraban programas
(destacándose entre ellos el Programa de
Federación, elaborado en St. Thomas por la Junta
patriótica de Venezuela, presidida por Félix
María Alfonzo). En agosto de 1858, un intento de los
liberales para derrocar a Julián Castro, conocido como la
Galipanada, es debelado y fracasa; pero el domingo 20 de febrero
de 1859, el comandante Tirso Salaverría, seguido de 40
hombres, asalta con éxito el cuartel de Coro, se apodera
de 900 fusiles y lanza el "Grito de la Federación", cuya
fecha pasará luego a formar parte del escudo nacional, al
lado de la fecha 19 de abril de 1810. La guerra había
empezado.
El campesinado o peonaje, así como los antiguos
esclavos, liberados finalmente en 1854 (aunque nominalmente lo
habían sido en 1816 por decreto de Bolívar) se
encontraban en una situación de extrema pobreza por lo
que los encendidos discursos de
Antonio Leocadio Guzmán y Ezequiel Zamora los lanzó
a una lucha por: "la libertad, democracia,
independencia económica, ansias de tierra, acaparadas por
un reducido grupo de terratenientes". El grito de guerra:
"OLIGARCAS, TEMBLAD, VIVA LA LIBERTAD", lo resume
claramente.
Así, primero en 1846 y luego en 1859, se
levantaron en armas, armados con "machetes, lanzas, cuchillos
apureños y algunas tercerolas" contra el gobierno
central.
El líder
principal de ambas revoluciones fue el "General en Jefe y Jefe
del Pueblo Soberano" Ezequiel Zamora, en compañía
de su cuñado Juan Crisóstomo Falcón, quien
era nombrado "Presidente en Campaña". A la muerte de
Zamora, Falcón queda como líder
indiscutible y al triunfo de la revolución en 1863 es
nombrado presidente constitucional.
A pesar de ser un fenómeno de crucial importancia
para la comprensión histórica de Venezuela, la
Guerra Federal ha sido poco estudiada por la
historiografía nacional. Fuera de la importante obra de
Lisandro Alvarado, Historia de la revolución federal en
Venezuela, publicada por primera vez en 1909, la mayoría
de los estudios sobre la guerra se han centrado sobre sus
aspectos puramente militares o sobre la figura de Ezequiel
Zamora, la cual ha sido objeto de una polémica, aún
no resuelta, acerca del carácter revolucionario de sus
ideas y de su acción política (según lo
expone Federico Brito Figueroa en Tiempo de Ezequiel Zamora), en
contraposición con otra visión que lo sitúa
dentro del contexto tradicional del caudillismo
decimonónico (tal como lo expresa Adolfo Rodríguez
en Ezequiel Zamora).
Se puede plantear en primer lugar, que la Guerra Federal
no involucró a todo el territorio venezolano. Los combates
más importantes quedaron circunscritos a la zona de los
llanos altos y bajo (el territorio de los actuales estados
Barinas, Portuguesa, Cojedes, Apure y Guárico); varios
brotes se registraron en la zona central (estados Falcón,
Lara, Yaracuy, Carabobo y Aragua), así como en el oriente
(principalmente en los territorios de los estados
Anzoátegui y Sucre), pero se trataba en estos casos de
actividades de guerrilla que sólo lograron cobrar
importancia en los últimos meses de la
contienda.
Regiones enteras del país como los Andes, Guayana
y el Zulia se mantuvieron prácticamente al margen de la
lucha. En los Andes, particularmente se rechazaron en varias
oportunidades ataques de los "vándalos de Apure". En
segundo lugar, los efectos de la guerra sobre la economía del
país han carecido de una evaluación
precisa. Si bien es cierto que la ganadería quedó
disminuida (resultado lógico de la concentración de
los combates en las zonas de tradición pecuaria), aunque
las estimaciones dadas de 7000000 de cabezas de ganado
pérdidas han sido fuertemente cuestionadas con toda la
razón, por el historiador Eduardo Arcila Frías en
vista de su falta de su verosimilitud, otros rubros de la
producción no sufrieron igual mengua.
El café,
en particular, extiende su predominio en la zona andina y, en
Guayana, se inicia el ciclo del "boom algodonero" provocado por
las incidencias de la Guerra de Secesión de Estados
Unidos. El problema aquí surge, en gran parte, debido a la
carencia de cifras, producto del desbarajuste de los organismos
de control y fiscalización de las aduanas; pero la
falta de documentación estadística no equivale siempre a una
ausencia de producción.
Para lograr una comprensión del fenómeno,
conviene analizar la Guerra Federal desde el triple aspecto
militar, político y social. Durante el tiempo en que
duró la contienda armada, el debate
político, centrado en Caracas, giró en torno a la
oposición tradicional entre los sectores liberales y
conservadores.
Roto el consenso inicial de la Revolución de
marzo de 1858, Julián Castro buscó la alianza de
uno u otro bando con el fin de lograr su propia permanencia en el
poder. Sus maniobras, sin embargo, sólo lograron acelerar
su caída (01/08/1859); el establecimiento de un
efímero Gobierno Provisional federalista que dura menos de
24 horas y que, después del episodio de La Sampablera
(02/08/1859), es reemplazado por un nuevo gobierno de tendencia
conservadora.
Sin embargo, dentro del propio partido Conservador, se
enfrentan 2 tendencias: la de los constitucionalistas o
legalistas, voceros de un Gobierno civilista y que apoyan a
Manuel Felipe de Tovar y Pedro Gual; y la de los dictatoriales,
encabezados por Pedro José Rojas, quienes promueven la
figura de José Antonio Páez como una salida
única para restablecer la paz. El segundo regreso de
Páez a Venezuela, en marzo de 1861, sirve para agudizar
esas tensiones que resultan en el derrocamiento del presidente
Pedro Gual (29/08/1861) y la proclamación de una dictadura,
encabezada por Páez pero dirigida, en realidad, por Pedro
José Rojas.
Con la instauración de este gobierno dictatorial,
el partido conservador quedó formando agrupaciones sin
dirección y sin programa específico;
y es dentro de este contexto que debe entenderse el documento
redactado y firmado por representantes de la burguesía
comercial caraqueña (el sector civilista del
conservadurismo), quienes, dirigiéndose a la
Cancillería Británica a través de la
misión
diplomática inglesa en Caracas, imploraban la
intervención de Inglaterra, a
cambio de la
oferta de "…
desprenderse del territorio de la Guayana y negociarlo con la
Gran Bretaña, pagando con él la deuda extranjera
contraída con súbditos ingleses, y además la
deuda externa
de la República…" (22/11/1861).
Se trataba, en ese sentido, de pedir una
intervención, tanto contra los insurgentes federalistas
como contra el Gobierno paecista que había iniciado para
la fecha, una conversaciones con Falcón en busca de un
entendimiento político. Estas conversaciones, llevadas a
cabo en la sabana de Carabobo (diciembre 1861), no lograron
resultado favorable, prolongándose la lucha hasta las
negociaciones del Tratado de Coche, en abril de 1863.
Los hechos
La revolución federal comenzó en Coro,
Edo. Falcón, cuando en la noche del 20 de febrero de 1859,
fue asaltado el cuartel, sometida la guarnición y tomados
los pertrechos de guerra. El 22 desembarcó en Coro,
Ezequiel Zamora, que se hallaba exilado en Curazao e
inmediatamente se dedica a la organización del "Ejercito del Pueblo
Soberano".
Fiel a las ideas federalistas, el 25 de febrero se
eligió el Gobierno Provisional Revolucionario del Estado
de Coro. Igualmente se nombró Gobierno para la
República Federal, constituido por el General Juan
Crisóstomo Falcón, Antonio Leocadio Guzmán,
Dr. José Manuel García, José Gabriel Ochoa y
Napoleón Arteaga.
La noticia del triunfo de la revolución en Coro
se extiende por todo el país, haciendo que se produzcan
nuevos levantamientos, como los Barinas el 28 de febrero,
Guanarito el 22 de marzo, Maracaibo el 19 de abril,
etc.
El gobierno central, presidido por Julián Castro
envió, por tierra y por mar, hasta 3.500 hombres para
combatir la revolución. La primera batalla es en El Palito
(cerca de Pto. Cabello) el 23 de marzo, donde Zamora derrota una
columna de 700 a 800 hombres del Gobierno, comandados por el
Coronel José del Rosario Armas, conocido por el mote de
"Mono enchaquetado".
El 28 de marzo entra Zamora a San Felipe y al día
siguiente se instituye el Estado
Yaracuy, con su respectivo Gobierno Provisional Revolucionario. A
comienzos de abril se encontraba Zamora con 2.800 hombres frente
a Barquisimeto, defendido por 3.000. Sin embargo, Zamora no
atacó, por lo que no se enfrentó pues desde San
Carlos venía una columna del ejercito central y
prefirió enfrentar a éstos.
El 5 de abril se produce la batalla en las Sabanas de
Araure, 600 soldados por parte de Zamora, contra un número
indeterminado de soldados del gobierno que fueron derrotados
fácilmente. Como resultado del triunfo, se adopta el himno
de la revolución que comienza: "Marchemos federales en
recia multitud a romper las cadenas de vil esclavitud.
¡Oligarcas, Temblad Viva la Libertad!
El 16 de abril ataca Zamora a la ciudad de Barinas, sin
lograr tomarla del todo, ya que el General Ramón
Escobar, veterano de la Independencia, no se rinde. Ante el
avance del ejército centralista, comandado por el General
José Laurencio Silva, Zamora se retira de nuevo para hacer
un nuevo tipo de guerra que éste no conocía, guerra
de guerrillas: un asalto acá, una nueva retirada por
allá. El General Silva, con superioridad numérica
no logra acorralar a Zamora y por el contrario, sus fuerzas se
ven desgastadas diariamente no solo por los muertos y heridos,
sino principalmente por las deserciones.
Mientras, otro cuerpo revolucionario atacaba a Guanare
hacia adonde se dirigió Zamora el 12 de mayo, para luego
volver atrás y tomar finalmente Barinas sin disparar un
tiro. Inmediatamente, el 19 de mayo, se celebraron elecciones
directas para elegir las autoridades supremas del nuevo Estado
Federal de Barinas.
En Caracas la situación no era nada clara. Por
una parte negociaba el General Falcón una tregua con el
presidente Julián Castro y por otro conspiraban tanto
liberales como conservadores. En la mañana del 1º de
agosto Castro es puesto preso por su propia guardia y sus
edecanes. Inmediatamente se forman dos gobiernos, uno liberal,
con sede en la plaza San Pablo y otro conservador, con sede en el
Palacio de Gobierno. Ante esta situación el Gobernador de
la Provincia, Nicomedes Zuluaga y el Comandante de Armas, Coronel
Manuel Vicente de Las Casas, en la madrugada del 2 de agosto dan
un contragolpe, obligan a Castro a encargarse de la presidencia
nuevamente y a renunciar para que quedara encargado Pedro Gual y
luego el Vicepresidente Manuel Felipe Tovar.
Mientras, después de 2 meses de sitiada, cae
Guanare el 9 de septiembre en manos de las tropas federales. Al
igual que en los otros casos, Zamora procedió
inmediatamente a formar el Estado
Federal de Portuguesa, así como el Estado Federal de
Apure.
Por su parte, el Presidente en Campaña, Juan
Crisóstomo Falcón, quien había desembarcado
en Morón el 24 de julio de 1859, en vez de atacar Caracas
como lo había prometido, se dirigió por San Felipe,
ya liberado por Zamora, hacia Barquisimeto, todavía en
poder de los centralistas, ciudad que tomó sin ninguna
dificultad.
A partir de ese momento hubo serias desavenencias entre
Zamora y Falcón, que sin embargo fueron superadas en bien
de la revolución que no podía perder a su
más capaz dirigente: Zamora. Finalmente éste fue
ascendido a General en Jefe y Generalísimo de los
Ejércitos Federales de la República de Venezuela,
mientras que Falcón seguía siendo Presidente en
Campaña.
Siendo ahora Zamora jefe único del
ejército, ordenó no presentar más batalla al
gobierno y atraerlo poco a poco hacia los llanos, donde se
preparaba la primera gran batalla de la guerra federal, la
batalla de Santa Inés.
Efectivamente, hacia allá fue llevado poco a poco
el ejército centrista, que contaba con unos 7.500 hombres,
comandados por el General Pedro Estanislao Ramos. Zamora contaba,
para ese enfrentamiento con unos 7.650 soldados de
infantería y caballería.
La primera fase de la batalla de Santa Inés, que
se inició a las 8:30 del día 9 de septiembre y
terminó a eso de las 6 de la tarde constituyó un
verdadero desastre para las fuerzas del gobierno que
perdió alrededor de 1.800 soldados, gran parte de la
oficialidad superior, 800 caballos y mulas "de remonta" y la
totalidad de las piezas de artillería.
La segunda fase de la batalla se desarrolló al
día siguiente en las llanuras de El Bostezo, así
como sucesivas escaramuzas en los días siguientes. Como
resultado de éstas, el gobierno perdió otros 900
soldados, además de pertrechos de guerra. El General Pedro
Estanislao Ramos fue gravemente herido, así como numerosos
otros oficiales. La persecución continuó hasta
Barinas, donde arribaron los restos del ejército con
más de 300 heridos y menos de 2.000 efectivos.
Inmediatamente se sometió a sitio a Barinas que
cayó nuevamente en manos federales el 23 de diciembre. El
31 de diciembre, a la cabeza de 6.000 hombres, partió
Zamora hacia Caracas, donde pensaba llegar el 20 de febrero,
haciendo escala en Guanare
y San Carlos, plazas tomadas antes por el ejército
centralista en su camino a Santa Inés.
Después de restablecer el gobierno de Portuguesa
en Guanare, sigue Zamora a San Carlos, poniéndole sitio a
la ciudad el 3 de enero de 1860. Sin embargo, la ciudad se
defendió y solo se pudo avanzar casa por casa por lo que
todavía el 10 de enero se combatía en San Carlos.
La ciudad había pedido la capitulación y Zamora fue
a ultimar los detalles de ésta. Al mediodía se
encontraba en casa de la familia
Acuña, donde había sido invitado a almorzar. Un
momento antes de éstos salió a revisar unas
trincheras cuando de pronto, una bala le entró por la ceja
del ojo derecho. Sus últimas palabras fueron: "ya
vengo".
Muerto Zamora por una bala perdida, según los
centralistas, asesinado por Falcón, según los
partidarios de aquél, la causa federal se queda sin su
más capaz dirigente. Falcón asume el comando del
ejército federal y avanza hacia Valencia, pero de una
forma tan lenta que el gobierno, alentado por la muerte de
Zamora, tiene tiempo de organizar un nuevo ejército, del
que es nombrado General en Jefe León de Febres
Cordero.
El 10 de febrero llegó Falcón a
Tinaquillo, desde donde intimó la rendición de
Valencia, lo que ni siquiera fue respondido por Febres Cordero,
quien se dirigía a su encuentro. Eso hizo que
Falcón retrocediera a Tocuyito y luego a
Tinaco.
El 16 de febrero se unió a Falcón,
proviniendo de Anzoátegui, el General Juan Sotillo con
3.500 soldados, en su mayor parte de caballería. Sumados
ambos ejércitos Falcón disponía de 3.300
soldados de infantería y 6.200 soldados de
caballería. Ante él se encontraba Febres Cordero
con 5.000 infantes, aunque escaso de
caballería.
La batalla tuvo lugar en Coplé, al amanecer del
17 de febrero de 1860, en unos barrizales donde no se
podía maniobrar con la caballería. La batalla
duró solamente 45 minutos pero fue una derrota total para
Falcón. De acuerdo con algunos testigos hubo 5.000 bajas,
pero en su mayoría debidas a deserciones.
Después de esta batalla dividió
Falcón el ejército en 3 cuerpos, lo que fue
duramente criticado por los otros generales. Luego se
dirigió a Puerto Nutrias, en la frontera con Colombia (llamada
todavía Nueva Granada), en busca de pertrechos,
según sus allegados, huyendo acobardado, según sus
detractores.
En el plano militar, la Guerra Federal fue una guerra de
guerrillas, fue también, la primera contienda armada en
que se utilizó la recién instalada red del telégrafo
eléctrico como medio de información; pero, al poco tiempo, la
destrucción de los cables y de las estaciones
telegráficas paralizarían este servicio.
Sólo durante el primer año (febrero
1859-febrero 1860), se pude hablar de una unidad de mando en el
seno del ejército federalista, en el desempeño de la cual Ezequiel Zamora, hasta
su muerte
inesperada en San Carlos (10/01/1860), demuestra unas destacadas
habilidades de estratega.
Ahora bien, ésta no fue una guerra con grandes
batallas, con ejércitos regulares y ataques y defensas.
Luego de los primeros dos meses, en los que hubo las dos
únicas batallas, la guerra se convirtió en una gran
guerra de guerrillas, como sería su nombre moderno, en la
que bandas de revolucionarios de 300 o 400 hombres, dirigidos por
un "general", atacaban a un poblado para ser luego repelido por
otra banda de "fieles al gobierno", dirigidos por otro "general".
Según datos compilados
por Manuel Landaeta Rosales se libraron:
Año | Nº de >1000 | Nº batallas < 1000 | Nº acciones | Días de paz |
1859 | 2 | 117 | 259 | 0 |
1860 | 0 | 58 | 428 | 0 |
1861 | 0 | 50 | 520 | 53 |
1862 | 0 | 69 | 580 | 0 |
1863 | 0 | 31 | 680 | 65 |
Total | 2 | 325 | 2467 | 118 |
En 5 años, desde el 20 de febrero de 1859 hasta
el 20 de noviembre
de 1863, 1.770 días, solo hubo 118 días en que no
hubo ninguna batalla o ataque guerrillero.
Eso no quiere decir que no fuese una revolución
importante, todo lo contrario, fue extremadamente sangrienta pues
murieron entre 150000 y 200000 personas en un país de poco
más de 1800000 de habitantes lo cual representa entre un 8
y un 11% de la población del país, aunque es
necesario señalar que la malaria y la disentería
cobraron posiblemente un número mucho mayor de
víctimas que los combates propiamente dichos.
De allí en adelante la Guerra Federal se
convirtió en una verdadera anarquía. Tal como se
indicó antes, comenzó una guerra de guerrillas,
donde en la gran mayoría de los casos no pasaban de 300
combatientes. Por todas partes circulaban papeles en blanco
firmados por Falcón nombrando "General" a cualquiera que
se alzara con sus peones.
Desde un punto de vista demográfico,
además de la pérdida de vidas humanas, la Guerra
Federal generó un importante proceso de
movimiento de poblaciones, tanto por los combatientes que
desplazó dentro de los teatros de operaciones guerrilleras
como por las migraciones que suscitó, particularmente
desde los llanos de Barinas y Portuguesa hacia la zona
Andina.
Mientras, el gobierno del Presidente Tovar, que
había sido elegido presidente constitucional el 10 de
abril de 1860, se tambalea al no poder derrotar a los federales.
En esta situación regresa Páez y el gobierno busca
la forma de conciliar la situación nombrándolo Jefe
del Ejército, para que éste se encargue de la
guerra. Páez, desde luego no va a dejarse mandar por Tovar
y hace que éste renuncie, proclamándose luego Jefe
Civil y Militar del país el 5 de septiembre de
1861.
En 1861 envía Falcón a Antonio
Guzmán Blanco, quien había sido su secretario desde
hacía años, a unificar las guerrillas, lo que era
extremadamente difícil, pues con la excusa de la
"Federación", cada jefe se consideraba con derecho a hacer
lo que más le parecía conveniente, lo que
generalmente llegaba a la conquista de dos o tres pueblos de los
alrededores y a gobernar dictatorialmente sus
"territorios".
La unificación de las guerrillas y el
reconocimiento de Falcón como jefe supremo precipita el
final de la guerra. En abril de 1863 se firma del Tratado de
Coche, donde se reconoce el triunfo de la Federación y se
entrega en gobierno a Juan Crisóstomo
Falcón.
Este, como primer acto de su gobierno, dicta un Decreto
de Garantías. Este Decreto no es sino una reproducción más extensa y
más resonancia literaria de la declaración de los
Derechos del
Hombre y del
Ciudadano de la Revolución
Francesa, donde se proclamaba la libertad absoluta, la
inviolabilidad del hogar, la inviolabilidad de la vida, el
sufragio universal y todos los derechos que podían
soñarse en la más perfecta
república.
Pero es desde un punto de vista social que la Guerra
Larga ofrece mayor complejidad en cuanto a un intento de
interpretación. Como lo señala Federico Brito
Figueroa "… en la Guerra Federal, la dirección
política (de la insurrección), especialmente
después de la muerte de
Ezequiel Zamora, la desempeñan los terratenientes, capas
sociales de la pequeña burguesía urbana y caudillos
militares ideológicamente aburguesados, oprimidos pero no
explotados en el orden político dominante…"
Este hecho ayuda a entender el desfase, particularmente
durante los inicios de la contienda, entre los manifiestos que
justifican la rebelión y la reacción popular que
suscitan. El programa del propio Zamora era de naturaleza
esencialmente intelectual, primordialmente político y
más bien moderado que radical: exigía la
abolición de la pena de
muerte, la prohibición perpetua de la esclavitud y el
sufragio universal combinado con el principio alternativo de
gobierno.
Pero, el Grito de la Federación traía
consigo nuevamente la irrupción violenta en el escenario
venezolano de las masas llaneras. Al igual que en 1813-1814 con
las huestes de José Tomás Boves, el ansía
igualitaria de la sociedad llanera
se enfrenta a la sociedad jerárquica que de hecho, han
mantenido las instituciones
republicanas del país. Más que una
insurrección campesina, en el sentido europeo de la
palabra, la Guerra Federal presenció un renovado intento
de fusión
entre dos realidades sociales y raciales, blancos contra razas
mezcladas, de la Venezuela agraria.
Por ello, el periodo de 1859 a 1860, cuando la
insurrección se concentra y cobra fuerza en los
llanos apureños, portugueseños o barineses, es
visto como el año de la gran amenaza, de la grande
peur. De allí la insistencia de muchos autores en
destacar los aspectos de la barbarie que caracterizaron muchos
episodios de la contienda. Pero ya muerto Zamora y dispersado el
ejército después de la batalla de Coplé, el
impacto social del movimiento se atomiza.
Las tropas federales, armadas de formularios en
blanco, firmados por Falcón o por otros jefes, otorgaban
ascensos y títulos militares a lo largo y ancho del
país. Como señala José Gil Fortoul "…
había coroneles y capitanes analfabetos, y antiguos
esclavos convertidos en generales, ellos no sabían leer ni
escribir, pero todos tenían licencia para saquear,
destruir y matar…"
Sin embargo, en términos de sus consecuencias, la
Guerra Federal no modificó las estructuras de
una sociedad agraria tradicional. La solución
conciliatoria adoptada con la firma del Tratado de Coche, en
abril de 1863 consagró el triunfo nominal de la
Federación, aunque en la práctica este principio
político nunca pasó de ser una
ficción.
Falcón distribuyó liberalmente los frutos
de la victoria entre él mismo y sus compañeros
más allegados. Se le atribuye en ese sentido al general
federalista José Loreto Arismendi la cínica o
desencantada declaración "… luchamos cinco años
para sustituir ladrones por tiranos, tiranos por
ladrones…"
Al lado del blancaje que seguía en la
cúspide del poder político y económico,
comenzaron a figurar apellidos de origen oscuro, surgidos de la
lucha. Pero, dentro de la realidad concreta de la Venezuela de
mediados del siglo XIX, el fundamento material de una sociedad
oligárquica continuaba intacto. Crisol de la igualdad
social, insurrección campesina, guerra revolucionaria,
guerra racial, han sido unos de los calificativos con los cuales
se ha intentado caracterizar la guerra de los cinco
años.
El debate en
torno al federalismo nunca
pasó de ser un intercambio ideológico entre las
elites políticas del país. Quizás, entonces,
deba buscarse el significado más profundo de la Guerra
Federal en el proceso integrador que representó para dos
sociedades
venezolanas antagónicas y en pugna.
7- Condición del Campo Internacional y Comunicaciones
Diplomáticas Venezuela–Estados Unidos (1859-
1863)
El panorama mundial se verá caracterizado por
varios hechos relevantes, cuyo desarrollo envolverá a los
principales actores del sistema internacional. En Europa, donde
la cuestión de la unidad italiana ocupa la atención del viejo continente, los
movimientos político – estratégicos de
Francia continuarán jugando un papel
determinante, sobre todo después de la derrota
austríaca por la alianza franco–sarda, la agresiva
política de Napoleón empecinado en incrementar el
prestigio de su imperio y el esplendor del catolicismo
seguirá perturbando sus relaciones con Gran
Bretaña; en cuanto a su política colonial, Francia
desarrollará durante el bienio una vigorosa acción
que la llevará a emprender riesgosas campañas en
Siria y Méjico, cuyo único freno lo
constituirá la competencia
británica. España, el
otro actor europeo importante experimenta un cierto grado de
estabilidad bajo el llamado gobierno de la Unión Liberal,
que le permitirá retomar sus pretensiones coloniales en
Africa y
América, con campañas en Marruecos, la
ocupación de Santo Domingo y su inclusión en los
proyectos
intervencionistas anglo–franceses en Méjico y Santo
Domingo.
A partir de 1861 el hecho de la unidad italiana
está casi consumado y el ascenso de Bismark al ministerio
prusiano provoca un clima bastante
inquietante en cuanto al plano europeo. En relación con el
primer punto jugará un papel importante la rivalidad
franco – británica, donde la hábil diplomacia
napoleónica logrará ventajas significativas en el
reacomodo continental de la balanza de poderes. En cuanto al
segundo, su importancia no sólo se registrará al
mundo germánico, sino que además significará
el inicio de una nueva etapa en la historia de las relaciones
internacionales, en lo que se conocerá posteriormente
como la "era bismarkiana".
Dentro de este juego de
intereses de la política europea el movimiento de los
actores de mayor relevancia como España enfrentarán
en lo interno perturbaciones políticas ocasionadas en este
caso, por el movimiento republicano de Loja y las nuevas
tentativas Carlistas por asumir el trono español,
en el campo exterior se mantienen las esperanzas de reconstruir
su imperio colonial en el nuevo mundo.
La acción colonial de las grandes potencias
seguirá dominada por Francia y Gran Bretaña
lanzadas a una voraz conquista de nuevos mercados y
materias primas para su pujante industria, no
obstante sus diferencias políticas continentales y algunas
disputas geoestratégicas en Asia y Africa, ello no
será obstáculo para emprender acciones conjuntas de
colonización como la nueva guerra que contra China
desatarán ambos Estados en 1862 para obtener mayores
ventajas económicas y comerciales del gran país
asiático.
En América los hechos más importantes lo
ocupa la invasión francesa a Méjico y la guerra
entre El Salvador y Honduras contra Guatemala.
8- Política
Exterior desarrollada por los gobiernos venezolanos durante el
período 1859 – 1863
Nos parece muy conveniente desarrollar una
pequeña exposición
de las acciones llevadas a cabo por los gobiernos de nuestro
país hacia los Estados Unidos durante los años en
los que se basa este estudio; ya que sirven para reflejar
cómo se encontraban las relaciones entre los dos Estados y
sobre todo, desde el punto de vista polítológico,
sí se puede descifrar de alguna forma, la existencia o no
de una "política exterior" venezolana de forma lineal,
planeada o por lo menos planificada con visión al futuro.
Por supuesto y es justo decirlo aquí, que estamos
conscientes de que la situación del país no era la
más idónea y que como siempre a lo largo de la
historia, las diferencias entre los grupos políticos y
diferentes factores influyen determinantemente en este tipo de
acción que debe llevar a cabo un Estado frente a otro
dentro de las relaciones
internacionales.
La Política Exterior del Bienio Gual –
Tovar (1859-1861)
El 27 de agosto de 1860 se suscribió el
Tratado de Amistad, Comercio
y Navegación y entrega de reos prófugos, entre
el Secretario de Relaciones Exteriores, señor Pedro Pablo
de las Casas y el Encargado de Negocios,
señor Eduardo A. Turpin. El nuevo Convenio
sustituía al Tratado de 1836, cuya revisión
había sido solicitada desde hacía algún
tiempo por Venezuela.
El Tratado será aprobado por el Congreso
de la República el 13 de abril de 1861. En la
práctica no se diferenciaba mucho del de 1836, sólo
agregaba como aspecto importante lo referido a la
condición de neutrales y la prohibición a los
ciudadanos de ambas naciones a aceptar patentes de corso para
usarlas en contra de uno u otro Estado.
En materia de
reclamaciones diplomáticas, pocas serán las
variaciones en el trato dado por la Legación a las
demandas contra el Tesoro Nacional. Los Estados Unidos se
sumarán a las otras potencias extranjeras en la exigencia
de indemnizaciones por los daños causados a sus
connacionales en la guerra Federal. En este caso sobresalen los
siguientes aspectos: El Decreto Legislativo del 28 de junio de
1861 aprobando el Convenio sobre la reclamación del
bergantín "Horacio" suscrito en 1858, y el Arreglo de los
saldos pendientes por concepto de
indemnizaciones a los efectos de la ley de Espera cuyos montos
fueron fijados en los primeros meses de 1861.
Las relaciones en este período se entablaron casi
en su mayor parte entre el Secretario de Relaciones Exteriores
venezolano y la Legación Norteamericana, pero no en el
sentido de Estado a Estado, gracias al conflicto Federal el
asunto primordial fue el de las reclamaciones de individuos
(comerciantes en su mayoría) contra el Tesoro Nacional, o
sea que simplemente servía como representante de los
comerciantes más que del gobierno de los Estados
Unidos.
A mediados de 1861, se presentó en Puerto Cabello
el corsario Sumter con la goleta Abby Brandford de Boston (su
presa), tratando de vender casco y cargamento. De tal manera se
fijaron en Venezuela las reglas que debían seguirse en
casos análogos, teniendo presente el artículo 24
del tratado concluido por ambas partes el 27 de agosto de 1860,
lo cual prohibía:
- Armar, equipar o tripular corsarios en puertos de la
República. - Admitir buques de guerra o corsarios con
presas. - Conceder asilo a los corsarios.
- Vender o permutar presas en Venezuela.
- Hacerse a la vela los buques de guerra o corsarios
que hubieran entrado en las circunstancias descritas mientras
no desaparecieran de del horizonte alguna otra nave que hubiese
zarpado antes.
La Política Exterior de la tercera Presidencia
del General José Antonio Páez
(1861-1863)
Dos asuntos centrarán la atención de la
Cancillería venezolana en este período, la
suspensión de las relaciones diplomáticas al
comienzo del período y el reclamo de los pagos atrasados
por concepto del
Convenio sobre el caso de la Isla de Aves.
Casi desde la instauración de la dictadura del
1º de septiembre de 1861, el Gobierno norteamericano
expresará su desacuerdo con la Administración de Caracas por estimarla de
carente de legitimidad, desconociendo el reconocimiento que
había hecho su Encargado de Negocios,
señor Eduardo A. Turpin, removiéndolo del cargo y
designando en su reemplazo al señor Henrique A. Blow con
carácter no oficial.
En 1962, se presenta un vapor armado de nombre Thomas
Swan con 4 cañones en Puerto Cabello (dominado por los
sublevados), con bandera americana en servicio de
los rebeldes. Estuvo un tiempo, luego partió hacia
oriente, debido a que Puerto Cabello fue tomado, se llevan
consigo al General Cordero, jefe de los sublevados. En Margarita
cometieron degradaciones. Con ese motivo se representó a
la legación de los Estados Unidos en Caracas por el
quebrantamiento de sus principios y leyes de neutralidad cometido
por el Thomas Swan, despachado de allí para un puerto
insurrecto, con armas, en un tiempo que se ejercía una
gran vigilancia en las costas de la Unión.
Al complicarse la situación política
interna, Blow optará por retornar a su país sin si
quiera participarlo a nuestra cancillería, dejando
encargado de los intereses norteamericanos en la República
al señor E.D. Culver. Esta actitud
asumida por Washington que no significaba en ningún modo
enemistad hacia Páez, llevarán al Gobierno a
suspender definitivamente la
comunicación oficial con la Legación el 21 de
enero de 1862.
Las explicaciones dadas por Culver para tratar de
justificar el retardo del reconocimiento no satisfacen al
Ejecutivo Nacional, así se lo comunicará el
Secretario de Relaciones Exteriores en nota del 30 de mayo de ese
mismo año, ratificando la medida de suspender el trato
oficial con la Legación.
Las relaciones entre los dos países
continuarán distanciadas, aunque el trato con Culver
mejoraría ostensiblemente, al punto de que en octubre de
1862, el representante norteamericano sin autorización del
Departamento de Estado presentará sus credenciales a la
Cancillería venezolana, en un acto que será
nuevamente desconocido por Washington, que consideraba aún
la ausencia de condiciones para otorgar el reconocimiento; las
relaciones continuarán suspendidas por el resto del
período.
Nuevamente las reclamaciones pecuniarias contra el
Tesoro Nacional pocas serán las variaciones en el trato
dado a sus demandas por parte del Gobierno norteamericano, no
obstante los esfuerzos de Culver por mejorar las relaciones con
la Dictadura, cuyas simpatías había manifestado en
varias oportunidades al propio Departamento de Estado. De las
demandas norteamericanas pendientes ante la Cancillería y
gestionadas durante el presente período sobresale por su
vehemencia y compulsividad de los requerimientos de Henry Shelton
Sanford, representante de los intereses de los norteamericanos
expulsados de la Isla de Aves.
Sus presiones se iniciarán en Europa contra
nuestro agente fiscal
Hilarión Nadal, exigiendo el pago de 80.000 pesos que se
le adeudaban a sus representantes según el Convenio de
1862, cuyos saldos, afirmaba Sanford, no habían sido
incluídos en el reparto del empréstito de Londres ,
entregándole la cantidad de 120.000 pesos equivalente por
sí solo al total de lo pagado a las Legaciones de Francia,
Inglaterra, Dinamarca y Holanda. El diplomático
norteamericano viajará directamente a Washington para
gestionar ante este Gobierno el envío de varios buques de
guerra a nuestras costas.
El 29 de mayo de 1863, se presentará en La Guaira
el buque "Vanderbelt", con instrucciones del gabinete
estadounidense de hacer cumplir las demandas de Sanford en un
plazo no mayor de 24 horas. La dictadura, que al principio se
mostró firme en su posición de considerar injustas
y exageradas las demandas, terminará cediendo ante las
presiones norteamericanas, firmando el 5 de junio un Convenio por
el cual se hipotecaban los derechos de exportación recibidos por las aduanas de La
Guaira y Puerto Cabello hasta que se pagara el monto de la deuda.
El convenio será oficializado por el acuerdo suscrito por
el gobierno con el señor Sanford el 21 de junio del mismo
año.
El interés
nacional del Estado estuvo centrado en la seguridad del
sistema amenazado por la revolución federalista, a esto
precisamente hacíamos referencia cuando hablábamos
de los factores internos que no permitían una
política exterior planificada y de cierto modo lineal; por
lo tanto las acciones se tuvieron que dirigir hacia el
afianzamiento de las relaciones con otros Estados para pedir
ayuda financiera para así contrarrestar las constantes
presiones de las Legaciones y en especial la de los Estados
Unidos, contra el Tesoro Nacional.
Durante el periodo en que se dieron los procesos
armados en los dos países, las comunicaciones fueron las
siguientes:
1861. la legación trata asuntos de poca
importancia para el país.
1862. la legación trata acerca de un sistema de
correo Internacional.
1863. gestiones de la legación para que no se
admitan en puertos venezolanos a los corsarios del Sur y para que
se les considere como piratas.
1864. la legación trata acerca de la
suspensión de los reclamos contra Venezuela mientras esta
turbada en ella la tranquilidad.
1865. la legación envía tres decretos de
su gobierno sobre clausura de puertos y tratamiento de los buques
de guerra de otras naciones.
1865. gestiona para que no se les de hospitalidad a los
buques de otras naciones que hayan recibido en sus puertos a
corsarios del Sur.
Para concluir este punto, debemos señalar que es
de suma importancia la ruptura de relaciones diplomáticas
en los últimos años del período estudiado,
ya que por un lado, para los efectos de este estudio causó
problemas al
intentar conseguir datos y material
de archivo, y por
otro porque el hecho de la dictadura del general Páez
ocasionó que muchos otros países se alejaran
empeorando la situación interna y haciendo de cierto modo
un reto de gran envergadura para la joven diplomacia venezolana.
También, es importante precisar que el grueso de las
comunicaciones revisadas eran de carácter particular,
referentes a ciudadanos de Estados Unidos en cuestiones de
Derecho
Internacional Privado, y por lo tanto, no eran relevantes
para la investigación.
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