Resumen:
En el presente artículo el autor realiza un
análisis pormenorizado del problema de la
lateralidad visto por las diferentes escuelas o corrientes que
estudian el movimiento
humano, el autor ofrece sus puntos de vista, sobre la base de su
experiencia de más de 15 años de trabajo en
actividades deportivas y de la educación
física, lo que le permite arribar a significativas
conclusiones.
Palabras claves:
Lateralidad, Desarrollo
motor,
Motricidad, Actividad deportiva
Introducción.
La actividad nerviosa superior garantiza una adecuada
relación y adaptación al medio que se encuentra en
constante variación espaciotemporal, sin esta propiedad de
reflejar, los organismos vivos se moverían pasivamente sin
seleccionar el camino adecuado.
Podemos plantear que la actividad nerviosa superior
tiene un nivel jerárquico por encima de la función
coordinadora, que radica en su carácter integrador. Sin la integridad
normal del sistema nervioso,
no es posible el desarrollo de sus funciones o estas
no cumplen adecuadamente sus objetivos de
adaptación, provocándose además determinados
trastornos. La mayoría de las funciones sensoriales y
motoras que vincula al organismo con su medio y a través
de las cuales se expresa la actividad del tejido nervioso son
estructuras
pareadas. Desde los tiempos de Broca (1861) se trabaja en el
mundo los problemas de
las asimetrías.
El pareamiento estructural ha de entenderse como la
coordinación funcional entre ambas
estructuras, existiendo la posibilidad de que las dos realicen un
mismo trabajo, que una trabaje un tiempo
mientras la otra descansa o que una realice una función
principal y la otra accesoria, situación que se expresa en
el caso de las actividades motoras (Ej. las deportivas)
relacionadas con el uso de las extremidades superiores e
inferiores y sus correspondientes laterales.
Desarrollo.
Una de las perspectivas científicas que
más ha estudiado la lateralización ha sido la del
Desarrollo Motor (Cioni y Pelleegrinetti, 1982; Lierderman y
Kinsbourne, 1980), Provins, Dalziel y Higginbotton, 1987; Burt,
1937, Zazzo, H. 1960, Hacaen y Ajuriaguerra, J.1963). , tratando
de establecer desde un punto evolutivo la génesis de las
diferentes conductas de lateralización en función
de las edades.
El dominio lateral
se establece gradualmente en el proceso de
desarrollo del niño, la educación en la
primera infancia puede
atenuar la utilización de su lado dominante en sus
movimientos.
Para la escuela
psicomotriz, la lateralidad es la brújula
del esquema corporal y lo máximo que podemos hacer es
afirmar la tendencia genética
de cada ser humano mediante ejercicios psicomotrices. Así,
Le Buolch, J. (1969), la considera como la traducción de una predominancia motriz
general manifestada a través de los segmentos derecho e
izquierdo.
Se puede apreciar una tendencia a interpretar la
lateralización como una capacidad genérica; para
Harris, A. J. (1969), significa la preferente utilización
y la superior aptitud de un lado del cuerpo frente a otro.
Kephart, N (1964), supone que es la capacidad para coordinar un
lado del cuerpo con el otro y para discriminar cognitivamente
entre ambos.
Esta expresión genetista, según estos
autores conllevó al estudio de la lateralidad como una
supuesta capacidad universal del hombre de
estar lateralizado de forma general para todos los segmentos
corporales y conductas, yendo aún más lejos al
tratar de buscarle una estructura
subyacente o esencia latente tras las conductas; estas
estructuras han sido normalmente biológicas, y bajo la
cual se supone que debe existir un hemisferio cerebral
dominante.
Diferentes estudios realizados como los de Milner, B. Et
al (1964), en el lenguaje
apuntan hacia la existencia de asimetrías funcionales,
así como los informes sobre
asimetrías en el EEG (electroencefalograma), cuando los
electrodos eran situados en lados diferentes. Esas
asimetrías funcionales han forzado la búsqueda de
una asimetría morfológica sustentadora.
Los datos obtenidos
sobre estudios con gemelos humanos no respaldan la existencia de
un componente genético en la dominancia de la manualidad
(Collins, R. 1970). Este mismo autor (1979), considera que
el aprendizaje
es un elemento determinante de la manualidad humana.
La mayoría de las personas presentan preferencias
motoras estables en la ejecución de sus movimientos, la
utilización de determinada mano o pierna, la
ejecución de giros, la pierna de despegue o
péndulo, entre otros. Estas asimetrías motoras
existen también en los movimientos cotidianos, ejecutamos
mucho de estos, siempre con el mismo brazo o pierna sin que haya
mediado una manera especial de aprendizaje para
hacerlo así.
No está bien definido el criterio para determinar
si un individuo es
zurdo o derecho. La ciencia ha
denominado a la preferencia motora de una de las partes del
cuerpo, con el término de "dominio lateral", la mitad del
cuerpo o miembro preferido se denomina "dominante", a las
personas que no tienen un dominio lateral definido se les llama
"ambidextros".
En el momento actual el proceso por el cuál el
niño se convierte en derecho o en zurdo no es aún
conocido de forma precisa. Según Rigal, R. y colaboradores
(1985; Citado por Texeira, 1998), si la relación
dominancia hemisférica sobre dominancia lateral no es
puesta en cuestión, el origen de esta relación
varía entre dos posiciones extremas. La dominancia
hemisférica es determinada en el nacimiento lo que
significa que la lateralidad es hereditaria o resulta de la
utilización preferencial de un lado del cuerpo con
relación al otro, lo que significa que la lateralidad es
adquirida. Es generalmente admitido que existe una interacción herencia medio en
lo que concierne a la adquisición de la dominancia
manual.
En los últimos tiempos es que se ha podido
profundizar sobre ciertos aspectos relacionados con el
carácter de ambos hemisferios; un punto de gran interés en
los temas relacionados con la dominancia cerebral es el lenguaje.
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