Monografias.com > Psicología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El trastorno afectivo ? conductual: consideraciones generales para su interpretación



Partes: 1, 2

    1. ¿Qué
      consideraciones existen acerca de la definición de
      trastornos de la conducta?
    2. Estructura del
      defecto. Elementos caracterizadores del niño con
      trastornos afectivo – conductuales

    Las relaciones sociales son importantes en todas las
    etapas del desarrollo y
    en los primeros años se tornan esenciales,
    convirtiéndose en el medio natural donde se realizan los
    aprendizajes.

    El niño(a), desde que nace, está inmerso
    en un medio social, que en primera instancia está
    conformado por la familia, y
    es suministrador de experiencias que constituyen su fuente
    principal de vida. La escuela es el
    contexto en que se produce la interacción del niño con sus
    coetáneos y otros adultos, fuera del contexto
    familiar.

    La educación escolar ha
    sido concebida para dar a los alumnos oportunidades de desarrollo
    y crecimiento, atendiendo a todas y cada una de sus
    potencialidades, asumiendo que el niño es un ser global y
    complejo, una persona en
    continuo crecimiento.

    El niño cuando llega a la institución
    escolar, aun si lo hace en sus primeros meses de vida, no es un
    recipiente vacío, alberga una serie de experiencias,
    vivencias y características psicobiológicas
    específicas que condicionarán su adaptación
    al contexto escolar. Cada uno ha tenido experiencias diferentes,
    son personas únicas que, aunque poseen atributos que los
    asemejan a sus iguales, también poseen otros que los
    diferencian.

    Precisamente, en la mayoría de los casos, es la
    etapa escolar la que permite identificar determinadas
    dificultades en el desarrollo y con la realización del
    diagnóstico psicopedagógico,
    detectar la presencia de un niño(a) con necesidades
    educativas especiales.

    Los trastornos afectivo-conductuales constituyen un tipo
    de necesidad educativa especial, que se manifiesta como resultado
    de una compleja desviación de la
    personalidad que entorpece el desarrollo armónico e
    integral de la persona.

    Los educandos que conforman esta categoría tienen
    características muy heterogéneas, pueden manifestar
    desde conductas de agresión, impulsividad, ansiedad
    extrema, hasta reacciones de retraimiento y timidez. Presentan
    emociones
    fluctuantes y motivaciones inadecuadas como resultado del
    proceso de
    interacción con el medio infraestimulante donde se
    desarrollan.

    Existen diferentes criterios acerca del origen y
    desarrollo de un trastorno de la conducta humana.
    A lo largo de la historia se han conocido
    teorías
    diversas que tratan de explicar lo que sucede.

    A continuación, abordaremos tres de las
    más conocidas en el estudio de esta entidad.

    1. Las teorías genético-hereditarias, que
      propugnan la prevalencia de factores constitucionales y
      genéticos.
    2. Teorías psicológicas, que consideran el
      desarrollo de la personalidad.
    3. Teorías sociológicas, para las cuales
      es fundamental la situación o ambiente en
      que se desenvuelve la conducta
      humana (Betancourt, 2001).

    Las teorías genético-hereditarias enfocan
    su explicación desde una perspectiva biológica,
    relacionando la aparición del trastorno conductual a
    factores constitucionales o a accidentes que
    afectan el sistema nervioso
    central, ya sean infecciones, traumatismos, u
    otros.

    Se puede encontrar la explicación a partir de la
    existencia de factores neurológicos que están en la
    base de los procesos de
    excitación o inhibición, que al observarlos en la
    interrelación con estímulos del medio, se produce
    un funcionamiento defectuoso de los procesos de la actividad
    nerviosa superior, que da como resultado una conducta inadecuada
    ante los estímulos.

    En otras teorías se refuerza la idea de que los
    niños y
    adolescentes
    que tienen trastornos de conducta, parecen tener afectado el
    lóbulo frontal del cerebro, lo cual
    interfiere con su capacidad de planificar, evitar los riesgos y
    aprender de sus experiencias negativas (Universidad de
    Virginia, 2005).

    Esta teoría
    se relaciona con el concepto de
    "daño
    cerebral mínimo" estudiado por Alfred Strauss en 1955
    (Newcomer, Phylips. 1987 en Betancourt, Juana. 2001) y que se ha
    utilizado igualmente para explicar problemas de
    aprendizaje y
    de adaptación al medio.

    En sentido general estas teorías
    genético-hereditarias, al asociar el origen del trastorno
    a causas biológicas (con y sin lesión
    orgánica demostrada), establecen una posición
    pesimista y conservadora sobre las posibilidades de
    rehabilitación del sujeto y un modelo de
    intervención basado fundamentalmente en el uso de
    psicofármacos, quedando relegada a un segundo plano, la
    atención integral de la
    personalidad.

    Desde el punto de vista psicológico, las
    teorías conductistas son las que más
    repercusión han tenido al explicar las
    características del escolar difícil y sus
    consecuencias en la educación. En este
    sentido, los conductistas plantean que los trastornos de la
    conducta revelan dificultades en el aprendizaje de
    conductas adaptativas, resultado de exposición
    a condiciones ambientales difíciles, generadoras de
    tensión. Hablan de un aprendizaje de conductas mal
    adaptadas.

    En su teoría existe una tendencia a condicionar
    el comportamiento
    como respuesta a estímulos específicos sin analizar
    los motivos de las acciones, ni
    tener en cuenta el carácter activo del sujeto en su propio
    proceso de transformación o cambio
    conductual. Al concentrar su atención en la conducta
    externa del sujeto, no profundizan en otros aspectos importantes
    de la personalidad del sujeto, como lo son las vivencias, los
    sentimientos y las emociones.

    Sin embargo, esta teoría ha permitido comprender
    que la dificultad que genera este tipo de trastorno, no es una
    enfermedad o incapacidad, sino que se produce de forma eventual
    ante situaciones inadecuadas de interacción entre el
    sujeto y el medio que le rodea. Las conductas desajustadas pueden
    ser corregidas a partir del trabajo
    conciente con las consecuencias de las acciones y esto posibilita
    su atención desde el ámbito educativo escolar,
    donde los maestros, pueden realizar una labor correctiva con el
    niño y a la vez, de orientación a los
    padres.

    Como parte de la evolución del enfoque conductual, se
    desarrollan las teorías cognitivo conductuales, que asumen
    la conducta humana como resultado del proceso de
    maduración del sujeto, la experiencia como
    interacción con el mundo físico, la
    transmisión social producto de la
    crianza y la educación y el equilibrio,
    como principio supremo del desarrollo mental (Pupo,
    2006).

    Desde esta teoría, la escuela constituye un
    motor impulsor de
    estímulos para provocar el desarrollo del sujeto, tomando
    como base el desarrollo natural de sus estructuras
    cognitivas (Piaget, 1966).
    Precisamente, este ha sido un aspecto de la teoría muy
    criticado, sobre todo por Vigotsky, pues
    considera una perspectiva limitada del desarrollo del sujeto
    restringiéndolo a su condicionamiento natural, sin darle
    la importancia debida a las relaciones sociales, en el proceso de
    formación y desarrollo de las funciones
    psicológicas de la personalidad.

    En la actualidad, la utilización de este enfoque
    en los escolares con trastornos afectivo-conductuales, se dirige
    a incrementar la capacidad de adquirir y organizar el
    conocimiento, la información y la solución de
    problemas y a enseñar la utilización del lenguaje para
    pensar y actuar de manera efectiva, para que propicie mejores
    interacciones sociales (Pérez F. M. en Pupo,
    2006).

    Se encuentran también, teorías humanistas
    que aunque menos utilizadas para el proceso de
    modificación de la conducta, tienen una
    significación importante en la comprensión del
    hombre y su
    capacidad interior, para avanzar en un sentido positivo, como
    agente transformador de su propio desarrollo (González,
    1994).

    Desde este enfoque se considera la personalidad como
    singular e irrepetible y esto revela la necesidad de estudiarla
    como una unidad. Debido a esto la personalidad es portadora de
    fuerzas dirigidas al mantenimiento
    y/o recuperación y desarrollo de su salud psíquica:
    fuerzas de autorrealización y la enfermedad aparece,
    cuando estas fuerzas interiores se bloquean (Rogers, Maslow,
    Allport en González, 1994).

    Esta comprensión, unida a la afirmación de
    que esas fuerzas pueden ser liberadas y encausadas positivamente
    para proporcionar bienestar y salud psíquica, puede ser
    empleada para entender las causas multifactoriales de los TAC y
    hacer las interpretaciones pertinentes, desde un enfoque
    histórico cultural. También es importante, las
    contribuciones de Rogers en torno al
    compromiso que debe existir en el terapeuta para propiciar el
    cambio en el sujeto y la teoría del funcionamiento pleno
    de la persona, que implica una consideración positiva de
    sí misma y la tendencia innata a realizar las
    potencialidades, para lograr un funcionamiento óptimo de
    la personalidad (Rogers en González, 1994).

    Por otra parte, las teorías
    sociológicas consideran que el trastorno de la
    conducta es resultado de la interacción social del sujeto
    en el medio que se desarrolla y por consiguiente, minimiza el
    papel individual del sujeto y sus características
    personales, para privilegiar la incidencia social
    infraestimulante, como factor desencadenante del desorden
    comportamental.

    Aunque en la actualidad, pueden encontrarse criterios
    que apuntan hacia una de estas teorías para explicar la
    etiología del trastorno conductual, existe una tendencia
    más general, que interpreta el fenómeno como la
    consecuencia de causas multifactoriales, donde converge lo
    biológico, lo psicológico y lo social matizando una
    personalidad que refleja los problemas educativos, de convivencia
    y relación que presenta.

    En nuestro país diferentes investigadores,
    basados en la comprensión dialéctica
    materialista del mundo y la concepción
    histórico-cultural del desarrollo
    humano, han estudiado el fenómeno y consideran la
    relación dialéctica que se establece entre factores
    biológicos, psicológicos y sociales (Vega, R. 1983;
    Ortega, L.1988; Arias, G. 1998; Betancourt, J. 2001; Fontes, O.
    2002; Pupo, 2006).

    En este sentido, Arias considera que la verdadera causa
    de la aparición de un trastorno de la conducta está
    en la interacción que se ocasiona entre estos factores y
    el efecto que esa interacción produce en las estructuras
    psicológicas. A esta compleja interacción es a lo
    que se denomina la dinámica causal de estos trastornos,
    destacándose el carácter personalizado con el que
    se produce esta desviación en el desarrollo.

    G. Arias insiste en la necesidad de comprender el
    significado del medio social en la configuración de la
    personalidad, y analiza la importancia que para ello tiene romper
    la representación de lo social como externo y lo subjetivo
    como interno, en tanto lo primero esta contenido en la
    subjetividad, única realidad en que se expresa su síntesis
    histórica personalizada, y lo segundo define los aspectos
    y relaciones de lo social en su sentido psicológico para
    el hombre
    (Arias, 1998).

    El análisis realizado por Arias es sumamente
    esclarecedor y permite comprender que el conjunto de condiciones
    desfavorables que actúan sistemáticamente sobre el
    niño(a), va configurando su sistema de
    vivencias, emociones, sentimientos, voluntad y otras formaciones
    psicológicas que caracterizan y explican la
    dinámica peculiar del sujeto. Estas vivencias negativas
    configuran la personalidad y determinan las manifestaciones de la
    esfera emocional volitiva, que en cada sujeto aparecen de forma
    particular, diversa y compleja, aunque se pueden manifestar
    características comunes que se van a integrar y configurar
    en forma diferente, según las particularidades de cada
    sujeto.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter