- Los Primeros
Pobladores - La
Colonización Británica. Devolución de las
Islas - Reliquias
Indígenas - Un vistazo a
Honduras - Puerto Este. Los
Cayos - Homicidios
- Religión.-
Entusiastas reuniones en Carpas - Presidentes
visitan la isla - El negocio bananero
– Una prosperidad para Utila - Navegando en
Bote - La Epidemia de
Viruela en la Isla - Generalidades
- El Barco H. M. S.
Psyche en las Islas - Observaciones
Finales - Apéndice
Capítulo I
Introducción
La pintoresca isla de Utila ocupa la parte suroccidental
del grupo conocido
como Islas de
la Bahía. Estas islas son en numero de seis:
Roatan, Guanaja, Utila, Helena, Barbareta y Morat, situadas en la
Bahía de Honduras, en el Mar Caribe. Guanaja la mas
oriental del del grupo, fue descubierta por Colon durante su
cuarto viaje, en 1502. En un conjunto conforman florecientes
departamentos de la Republica de Honduras.
En 1858 la población de Utila era de 109 almas. Hoy
alcanza 800 habitantes, y por muchos años pasados ha sido
teatro de
acción
mediante el esfuerzo y energía de sus prósperos
pobladores, que aspiran a un alto nivel de vida.
Un importante comercio de
cocos y plátanos se realiza entre la isla y la cuidad de
New Orleáns. Barcos de esta cuidad visitan casi
diariamente la isla para adquirir pilotos e inspectores de fruta.
El transito entre New Orleáns y la isla se hace en tres
días y medio, aproximadamente. Es tan importante el
comercio con los Estados Unidos,
que el Gobierno de este
país ha nombrado un Cónsul en Utila.
El honorable Señor F. E. Frye fue el primer
Cónsul. Durante los años 70 traslado el Consulado
de Omoa a Utila. Después lo quitaron trasladándolo
a Roatan. Pero mas tarde, por alguna razón, se
advirtió que Utila era el lugar mas adecuado, y se
volvió a instalar el Consulado en esta pequeña isla
encantadora.
En la actualidad ejerce el cargo el Honorable
Señor J. B. Richarson, quien es muy apreciado por todos.
Su simpatía ha conquistado la general aceptación.
Uno gana mucho en experiencias cuando esta en su
compañía. Es un fervoroso cristiano, y como tal se
identifico con el pueblo de Dios desde que llego a la
isla.
Utila fue visitada por el Dr. William T. Hamilton hace
pocos años, y el se sintió complacido por lo que
vio y con la cortesía y bondad de los hospitalarios
habitantes. Después escribió acerca de su breve
estadía. Refiriéndose al aspecto del pueblo, dijo:
"Utila se parece bastante a Scranton o a Biloxi." También
describió en calurosas expresiones las bienaventuranzas
del pueblo, y llamo a la isla: "Una pequeña Arcadia
moderna".
Sin duda Utila es rica en calificativos
fantásticos. Alguien, no hace mucho tiempo, lo
bautizo: "El Paraíso de los Ociosos".
Parece que para algunas personas, la idea o
visión del deleite terrenal es morar en un lugar donde uno
vive en el ensueño e inactividad, solamente fumando su
pipa y meciéndose en la hamaca, siendo de este modo feliz
el día entero. Y este estado
beatifico, piensan los soñadores, solamente puede
alcanzarse en algún delicioso lugar de lo9s
trópicos. La naturaleza en
verdad es muy generosa con estos lugares, y el suelo
fértil siempre recompensa al sembrador con el
céntuplo. Sin embargo, aquí como en todas partes,
alcanza la ley de Dios: "Con
el sudor de tu frente ganaras el pan".
Por lo general la gente de Utila es muy alegre. Las
leyes del
país son excelentes; los funcionarios, corteses y gentiles: el
clima
agradable y la isla sana de enfermedades. Pero cuando
uno contempla su cómodo puerto, atestado de graciosos
barcos tipo yate que entran y salen; su atractivo pueblo con
primorosas y bien construidas casas, en las que se adoptado
estilos norteamericanos para decorar la sala y la cocina, como
muy bien lo han logrado nuestras nobles mujeres; y ve a su gente
ocupada siempre en sus labores diarias, se da cuenta que
aquí no hay lugar para los perezoso. No es aquí el
paraíso de los ociosos. Quien viene creyendo tal cosa, ha
cometido un error.
Don Simón Martínez, quien fue Gobernador
de las Islas de la Bahía en los años 80, aplico el
titulo de "Flor de Honduras" a Utila. Y el apodo aun le sienta
bien a la isla.
Ciertamente, la gente esta orgullosa de su
pequeña isla-hogar. Y entre sus habitantes hay muchos
extranjeros cuyos corazones palpitan con leal afecto a Utila y
son aquellos que saben ser leales a sus propios países y a
su vecindario. Los devotos agradecen a Dios porque "Los apacienta
en verdes prados".
Ha sido propuesto abrir un puerto libre en Utila, con el
apoyo de algunos hombres expertos del país. El Doctor
Matute recientemente dijo en el Congreso: "El puerto libre de
Utila tiene dos firmes razones a su favor: la primera, que
anticipara la prosperidad de las Islas de la Bahía: la
segunda, que reducirá a una zona de menores limites la
vigilancia contra el contrabando en
la Bahía de Honduras". Otro escribió: "Tarde o
temprano el puerto libre de Utila será una realidad". En
cuanto esto se realice, se acrecentara la importancia de la isla.
En muchos aspectos, las perspectivas de Utila nunca fueron tan
brillantes como ahora.
Siendo Utila pertenencia de la provincia de Honduras, su
idioma oficial es el Español;
pero el ingles es allí de uso corriente, porque la
mayoría de los habitantes es descendiente de los primeros
pobladores ingleses o norteamericanos.
No se jacta Utila de su desarrollo
artístico. No tiene ferrocarriles, exceptuando las
bicicletas y las carretas, ni siquiera una simple calesa recorre
los caminos; no hay puentes en la laguna, ni luz
eléctrica o de gas para alumbrar
edificios o carreteras. No hay un reloj público que alegre
el oído con
sus campanadas, ni apilamientos de piedra y argamasa que denoten
la actividad constructiva y la opulencia. Ninguna estatua de
bronce o mármol había de personajes sobresalientes.
Estas y muchas cosas mas que adornan o inspiran a las comunidades
altamente desarrolladas, son muy adorables en esta adorable
islita.
Seria deseable un pequeño parque, lo mismo que un
puente sobre la laguna de abajo. Pero lo que nos falta atractivo
artístico es a menudo compensado por los dones naturales.
por ejemplo, tenemos bellísimos atardeceres, el cielo
adquiere vistosos celajes. La atmósfera se torna
notablemente transparente, y el sol se pone
con toda su gloria tropical.
Uno de estos atardeceres asoma vividamente a mi memoria, y soy
incapaz de describir su belleza deslumbrante. Me limitare a
mencionarlo brevemente: fue el atardecer de un domingo, hace
algunos años. La hora del culto divino se acercaba.
Paseábamos el Rev. Thomas B. Angold y yo, hablando de
temas diversos. de pronto el Sr. Angold se detuvo, exclamando:
"Que lindo atardecer como me gustaría que lo vieran mis
amigos de Inglaterra". Era
sin duda un paisaje glorioso.
Tal como lo recuerdo, la tierra, el
mar y el cielo, se habían combinado en forma grandiosa
para producir aquel espectáculo. Ni el menor soplo
conmovía las hojas de los árboles. La superficie de las aguas estaba
lisa como un espejo. Las montañas del continente, algunas
son siete mil pies de elevación, incluyendo el pico
congrehoy (8,040 pies), cráter de un volcán
extinto, aparecían en lontananza extraordinariamente
claros a la vista, tomando parte en el indescriptible panorama.
Aun el perfil de los árboles que delineaban la
montaña, se podía distinguir pero lo mas bello de
todo, y que mas cautivaba nuestra atención, era la escena celeste. Nubes de
lana se extendían bajo el cielo, de horizonte a horizonte,
de tal manera que los bellísimos reflejos del sol poniente
daban un color rosado
brillante, como en la aurora, que irradiaba a todo el
firmamento.
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