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Utila, Islas de la Bahía (página 3)




Enviado por ahrbom



Partes: 1, 2, 3, 4

Mientras las cosas permanecían así, Dios
levantó de entre el pueblo a un hombre que
tomó a su cargo la dirección del culto público y este
hermano se sostuvo por varios años sucesivos, sirviendo
dos cultos los domingos. Otros obreros continuaron
después, de modo que por muchos años los servicios se
dieron regularmente, tanto en la semana como los días del
Señor.

En 1890 y 1891 una gran ola de avivamiento barrió
la isla y la membresía de la iglesia
creció de 26 a 127. El Reverendo Terence M. Sherlock era
entonces superintendente del circuito de Roatán.
Alentadores resultados rindió su labor en el
área.

Durante la ola de avivamiento, el Reverendo J:K: Braham,
B.D., visitó la isla y obtuvo en un solo servicio, de
14 a 15 nuevos files. El dijo dos sermones muy alentadores: Uno
de Hebreos 12:16 y el otro del verso 22 del mismo libro y
capítulo. El sermón de la mañana, del
último texto, fue muy
alentador para los maestros de religión; y el de la
tarde, del primer texto, tocó las conciencias de todos los
hombres y causó profundas y duraderas impresiones en
muchos corazones.

Por otra parte, Dios, "Quien prepara su labor a
través del tiempo y la
realiza con los instrumentos más débiles cuando el
momento es llegado", se complació en bendecir
también los esfuerzos de los predicadores locales de la
isla, durante este avivamiento y los nuevos feligreses se unieron
a la iglesia firmemente. Estas maravillas fueron forjadas por el
Espíritu de Dios. Sean para El, siempre, la honra y la
gloria.

+ Conforme a fechas que Mr. Webb anota en otro lugar, la
presente fecha d estar equivocada.- N del A.

La sociedad es
ahora muy próspera. El ministro del área nos visita
una vez cada trimestre y pasa dos domingos con
nosotros.

El Reverendo Henry Tregoning realizo una noble labor en
el Circuito de Roatán. Su ministerio en Utila está
marcado por muchos avivamientos y épocas de profunda
bendición espiritual. Y por su gracia y forma de tratar a
los demás, se dio a querer de los isleños.
Construyó iglesias en muchos pueblos y aldeas de
Roatán. Organizó una banda, compro los instrumentos
y enseñó a tocarlos. La banda ha sido un éxito
para la comunidad.

El Señor Tregoning tuvo éxito formando
sociedades en
Guanaja y antes de dejar el parea, ya había comenzado la
construcción de una cómoda capilla y
por otros medios,
consiguió el material y aportó ayuda para
terminarla.

Frecuentemente predicaba en español
para aquellos que hablaban este idioma y pronto
perfeccionó esta lengua,
estudiándola en libros.

En la Ceiba se construyó una capilla conforme a
la época y número de feligreses, lograda mediante
su coraje y destreza. Por supuesto que Mr.Mac-field, el dirigente
metodista de allí, se merece también mucho crédito. El consiguió contribuciones
y dirigió el trabajo y el
Sr. Tregoning supo reconocer sus méritos.

La Sociedad de La Ceiba fue organizada primero por el
Rev. Thomas B.Angold, Obispo de Honduras. El señor Angold
llegó a La Ceiba desde aquí. Algunos de los
hermanos lo acompañaron. Yo también fui con ellos,
no me hubiera perdido esa circunstancia feliz por nada del
mundo.

Nuestra estadía fue corta, menos de un
día, pero en esas pocas horas se lograron muchas cosas
buenas. Las personas de habla inglesa y unas pocas del idioma
español, se reunieron en una de las casas a la hora
prevista. El Sr. Angold predicó sobre los
versículos 9 y 10 del Cáp. 18 de los Hechos. El
mensaje estaba lleno de energía. El Espíritu
Santo estaba presente. Fue un momento glorioso y muchos se
convirtieron. Ese día la bendición de Dios
llegó a La Ceiba.

Contestando una carta mía,
el Sr. Tregoning escribió: "Sus actividades misioneras han
reunido 725 dólares, una cantidad buena para Utila; pero,
La Ceiba… ¿Cómo pudo recaudar 477
dólares? fue un gran día cuando crucé en la
"Little Hiller" y prediqué en la casa del señor
Simona".

En compañía del Reverendo Robert Cleghorn,
el señor Tregoning hizo varios viajes de
evangelización en las islas. Ellos se proponían
realizar varios cultos en cada pueblo y aldea, desde Guanaja
hasta los Cayos de Utila. Dios comenzó sus esfuerzos, pues
en cada ocasión los servicios resultaron en una gloriosa
cosecha de almas, enriqueciendo las iglesias al incrementar el
número de feligreses y causando felicidad en la tierra y el
cielo por el arrepentimiento de los pecadores.

Al terminar su misión, el
señor Tregoning regreso a Inglaterra.

El Reverendo Thos.H. Caddy es el actual superintendente
del Circuito de Roatán. Es un

hombre dinámico, sus esfuerzos han tenido
éxito en lo que se refiere a misiones
extranjeras.

En 1901 recibió de la gente de Utila la cantidad
de 804 dólares, en contribuciones.

Las reuniones misioneras en este año (1901),
fueron muy bien atendidas y la gente respondió con mucha
más generosidad. A comienzos de 1903, el señor
Caddy en compañía del Reverendo Joseph Prior,
dirigió una serie de servicios de evangelización en
este lugar. El resultado fue un glorioso avivamiento y una
cosecha de almas para la iglesia.

El Reverendo James W.Lord, obispo del Distrito,
visitó el área en 1901, llegando primero a Utila.
La gente lo apoyó y firmaron con alegría las
peticiones para tener un ministro. Así que de aquella
pequeña sociedad metodista de la época del
señor Webb ha surgido un grupo
importante, lo suficiente para formar un área separada en
el futuro. Con un ministro fijo en Utila. La Ceiba podría
tener visitas frecuentes y regulares de la
Misión.

Otras estaciones se abrirán y otras sociedades se
formaran en los florecientes pueblos a lo largo de la costa del
país; y el despliegue de la Iglesia Metodista será
seguro en esa
área.

Muchos de los isleños frecuentemente hablan con
afecto de los misioneros.

Nosotros reconocemos con mucha gratitud que nuestros
pulpitos han sido llenados con nobles y piadosos hombres, uno de
los cuales, el Reverendo George Sykes, se convirtió
después en Presidente de las Conferencias de las Indias
Occidentales.

Ahora, el Adventismo del Séptimo Día fue
traído a la isla bajo circunstancias distintas. Pronto
encontró algunos adeptos, y solamente una fe firme en
nuestro sistema ha sido
capaz de prevenir el esparcimiento del Adventismo en la isla. De
algún modo, la literatura adventista, por
medio de revistas, ha podido infiltrarse en la isla, y fue debido
a la lectura de
estas, que nuestra gente se familiarizo con esa secta.

Con el tiempo leímos los hechos, casi
fantásticos, escritos en "El surgir y progresar del
Adventismo del Séptimo Día", y comenzamos a darnos
cuenta de que pocos aceptaron sus puntos de vista.

Anteriormente, sin embargo, la señora Gutrom, de
California, visito la isla. Esto fue en 1886 (?). Ella se
había ido de aquí hacia California muchos
años antes y mientras vivía allá se
convirtió en una fiel seguidora del adventismo del
Séptimo Día.

Cuando vino llego a muchos hogares con el fin de fijar
la idea del Adventismo. En Roatan tuvo éxito al lograr que
dos o tres familias aceptaran sus principios.

Después de una corta estadía, la
señora Gutrom regreso a los Estados
Unidos.

Elder Hutchins y su esposa llegaron a Roatan a
principios de los 90. Son amigables y simpáticos. El Sr.
Hutchins demostró ser un hombre activo y practico, con
cualidades de un buen orador. Fue de isla en isla predicando y
leyendo, especialmente sobre el séptimo día como el
Sábado del Señor; sobre el segundo Advenimiento de
Cristo; sobre los Mandamientos, etc.

Su predicación logro una fuerte impresión
en la mente de mucha gente de las islas, que fue persuadida. En
Guanaja su enseñanza fue mas pronunciada, y el Sr.
Hutchins rápidamente estableció una vigorosa
sociedad en la isla.

También se hizo dueño de una cómoda
casa de reuniones que la gente de las islas, que fue persuadida.
En Guanaja había construido tiempo atrás. Sus
esfuerzos de evangelización fueron un
éxito.

Sintiendo la necesidad de un barco que lo movilizara de
un lugar a otro, se mando a construir uno.

El trabajo fue realizado por kirkconnel Bros, de
Guanaja. Pronto terminaron la construcción, y lanzaron a
navegar el "Herald". En este barco el Sr. Hutchins
extendió su labor misionera a lugares alejados de la
isla.

En varias partes de Roatan se logra convertir a algunos
al Adventismo, pero en total fueron pocos en toda la isla. En
Utila fue evidente que unos pocos miembros de la Iglesia
Metodista se inclinaron al Adventismo.

Por supuesto, se hicieron esfuerzos, tanto por los
ministros como por lideres, para reforzar la de estos
dudosos.

En 1894 la lealtad de nuestra gente hacia el metodismo,
fue puesta en prueba. Fue en marzo, creo, de este año,
cuando los hermanos Hutchins y Emmerson, y sus esposas, llegaron
aquí, previo nombramiento. Venían para sostener
largos servicios y enviar mensajes a la gente. Para su
propósito trajeron una gran tienda de campaña, la
cual colocaron en un lote vacío de un área
importante de la isla. Los servicios se dieron todas las noches
de la semana, excepto los domingos, durante 4 o 5 semanas
seguidas.

Los hermanos fijaron turnos para dar los servicios
religiosos. Una noche lo hacia Mr. Hutchins y otra Mr. Emmerson.
Cada noche la tienda de campaña se llenaba de gente
ansiosa de oír el sermón y comparar las religiones. Fue una
época de gran emoción. Todos buscaban su Biblia
para comprobar lo expresado por el predicador. Cada palabra se
discutía y, finalmente todos se regocijaban con la verdad
de nuestro Divino Señor Jesucristo.

En realidad "había una gran búsqueda de
corazones", y nos dimos cuenta que habíamos confiado en
algo que no era vano, porque "conocemos en quien hemos
creído", y nos damos cuenta de que "ni la muerte, ni
la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni los
poderes, ni nada presente, ni nada futuro, ni la altura, ni la
profundidad, ni ninguna otra criatura, podrán separarnos
del amor de Dios,
el cual esta en Jesucristo, Nuestro Señor". Romanos 8:
38-39.

Pero todo es bendecido para hacernos huir del pecado;
cada doctrina, por tonta que parezca, es bendita, y nos ayuda a
sobreponernos de la embriaguez para salvarnos del
infierno.

Siempre los misioneros iban trabajando de casa en casa,
utilizando sus cualidades persuasivas y fortaleciendo sus
argumentos con pruebas
textuales de la Biblia. Lucharon incansablemente para convencer a
la gente del error "de su religión", e inducirlos a
aceptar a Cristo desde el punto de vista Adventista.

No pocos escucharon, vacilantes, rendidos. Así se
formo una sociedad Adventista del Séptimo Día, y se
erigió una iglesia.

La señora Helen Morgan y Joseph C. Bodden fueron
los primeros en bautizarse como miembros.

Así que los servicios nocturnos en la tienda,
apoyado por las visitas diurnas de casa en casa, rindieron buenos
frutos a los Misioneros.

La gran mayoría de los isleños
permanecieron firmes en su fe, y en su fidelidad hacia la Iglesia
Metodista. En ausencia del ministro metodista, los otros
predicadores hicieron lo posible por enseñar a nuestra
gente que nosotros teníamos "la verdadera luz". Fue en esta
época cuando Tío Jimmy predico un útil
sermón del texto: "Jesucristo, el mismo ayer, hoy y
siempre", Hebreos 13,8. Un vistazo a este texto nos da la idea de
la línea de pensamiento
del predicador. Ciertamente el sermón fue adecuado para
avivar las almas dudosas.

Yo fui afortunado, también, por haber
leído previamente un esplendido librito titulado "El
manual del
Sábado", por el Reverendo Justin Edwards, D. D. llevando
al lector a los días de los Apóstoles, y haciendo
copiosas citas de los escritos de los Padres de la Iglesia en
apoyo de la observancia del sábado cristiano, el Doctor
Edwards ha traído sobre este asunto una claridad
excepcional.

El Rev. Paul Ellis, quien leyó el
libro, opino que es lo mejor sobre este asunto que el ha
leído, y agrego: "No se como se podría dudar,
después de leer este libro, que el Domingo es el
día apropiado para los cristianos".

Habiendo cumplido su objetivo, los
Ministros Adventistas finalizaron los servicios en la tienda de
campaña. Esta fue quitada, y el señor Hutchins y su
esposa retornaron a Guanaja, dejando a Elder Emmerson, con su
esposa en este lugar.

Y así concluyo una de las épocas
más emocionantes en la historia de
Utila.

Pero el señor Emmerson no quedo desocupado.
Continúo evangelizando, predicando regularmente, y
visitando hogares todos los días. Era un buen hombre, y
fiel a su causa.

Mientras esto sucedía, la isla fue visitada por
el Reverendo P. Ellias, uno de los predicadores metodistas.
Había sido designado para el área de Roatan en ese
trimestre, y andaba realizando su visita pastoral a Utila.
Predico sobre el sábado varias veces, ante la presencia
del señor Emmerson.

Sin mucha locución, pero usando un lenguaje
adecuado, el señor Ellis hablo bien sobre el tema, y por
medio de bien elaborados y memorizados discursos,
fortaleció la fe de nuestra gente.

Elder Goodrinch es el actual Superintendente de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día en las islas de
la Bahía. Todos los miembros de la iglesia lo estiman
mucho.

Capítulo IX

Ataque a Utila

La dulce serenidad de nuestra isla fue rudamente
perturbada en un brillante domingo de octubre de 1873. Era una
linda montaña, y el dulce reposo del sábado
había comenzado. Los pensamientos de la gente estaban
dirigidos hacia la meta de pasar
las horas meditando, orando y alabando al Señor. Pero el
anuncio de que un barco se acercaba causo excitación y
confusión general, pues la gente temía que hubiera
perturbaciones.

Al parecer, el vapor "General Sherman" había
salido a realizar una expedición contra Honduras, llevaba
a bordo un grupo de ricos guatemaltecos descontentos, cuyo
objetivo era evadir el territorio hondureño.

El "General Sherman" había venido antes, en Junio
de 1873, parando primero en Utila y zarpando luego hacia
Trujillo. Yo estaba en Trujillo, a bordo de una goleta comercial.
El Sherman anclo en Puerto Castilla, hacia el extremo mas cercano
a Trujillo. Había gran excitación en la costa,
tanto en el pueblo como en el fuerte, cuando se acercaba.
Evidentemente, los oficiales estaban esperándolo, y
conocieron su condición beligerante cuando izo su
bandera.

Después que hubo anclado, el Comandante del
puerto obtuvo los servicios de una goleta comercial llamada "Ala
Blanca", creo, que se anclaba en la bahía, para que
sirviera como correo. La envió con una nota para el
Capitán del Sherman.

Deben de haber rechazado las demandas de tierra, porque
al regreso de la goleta, los cañones abrieron fuego desde
el fuerte, contra el barco. Las balas pasaron silbando sobre
nuestras cabezas; pero el Sherman estaba fuera de su
alcance.

A la mañana siguiente el Sherman se acerco a la
parte alta de la bahía de Trujillo, y desembarco dos botes
cargados de hombres, que marcharon de inmediato sobre el pueblo,
y los botes siguieron con las armas a raya de
costa.

Las armas fueron desembarcadas cerca de la Guardatura, y
más hombres fueron transportados desde el
barco.

Esto produjo, desde luego, enorme excitación en
la ciudad. Los habitantes estaban sobrecogidos de pánico,
ante la inminencia de una batalla que se sostendría en las
calles, frente a sus casas.

Pero esto se evito, pues las tropas de tierra, escasas
en números, abandonaron ordenadamente el puerto, mientras
los invasores subían la colina y tomaban posesión
del fuerte.

Al día siguiente, muy de mañana, habiendo
sido reforzados, las tropas hondureñas marcharon
intrépidamente contra el pueblo, y atacaron a los
invasores; pero fueron repelidos, con pocas bajas en ambos
bandos.

El señor Bodden y yo nos encontrábamos en
uno de los almacenes de la
costa cuando se dio la alarma, y huimos precipitadamente hacia
nuestro bote. Cuando hubimos, con dificultad, alcanzando el barco
en que viajábamos, vimos al Coronel Young, que era
pasajero lo mismo que nosotros, bajando la colina a gran velocidad,
pidiéndonos vigorosamente que le enviáramos el bote
a la costa. Los disparos ya tronaban por el aire.

El General Sherman permaneció varios meses en
esta agua, yendo de
puerto en puerto. Cierto día, como iba diciendo al inicio
del Capitulo, zarpo hacia Utila, donde exigió la
rendición del pueblo y de las tropas que había en
la costa.

Siendo rechazada la demanda, se
inicio un violento ataque desde el barco, dirigiendo sobre el
pueblo una lluvia de balas, y disparando sin cesar desde las 9
del domingo por la mañana, hasta cerca del atardecer del
mismo día.

Antes de que comenzara el fuego, las autoridades civiles
y militares advirtieron ala ciudadanía que debían retirarse a
prudente distancia. Mr. Jacob Prudot, de Trujillo, era entonces
el magistrado jefe de la isla. El capitán Landa comandaba
las tropas. Ambos caballeros se condujeron en forma digna y
encomiable durante la refriega:

Atacando sus órdenes, rápidamente pusimos
nuestras familias en los botes y los llevamos al extremo opuesto
del pueblo. Bien recuerdo que, en nuestra precipitada fuga, la
estimada señora "Abuela Cooper", chapaleaba en el agua sin
que nadie lo socorriese. Me apresure a cogerla y la subí a
mi lancha, llevándola a salvo a la pequeña goleta
donde había puesto a mi esposa y mi niño. Las
lluvias que se soltaron esa noche, aumentaron grandemente
nuestras incomodidades.

Ni un solo tiro se disparo desde el barco hasta que sus
oficiales se hubieron asegurado de que la población civil estaba a salvo. Hasta
entonces se abrió el fuego, y una tormenta de plomo
perforo nuestros dulces hogares.

Dos escuadrones de soldados hondureños estaban
por esa época estacionados en la isla, en un total de 120
hombres. Militares y civiles se portaron noblemente. Repelieron
con bravura el ataque lo mas que pudieron, protegiéndose
detrás de las casas, etc., pero frecuentemente se
expusieron de frente al peligro. El viejo cañón
situado en el muelle, era cargado por soldados experimentados, y
se disparo con frecuencia durante el día.

Un grupo de hombres del barco intento varias veces
desembarcar, pero los soldados, siempre alerta, se lo
impedían. Los hombres del Capitán Landa eran muy
disciplinados, y todos merecieron un profundo respeto por la
valentía demostrada en esta ocasión
inolvidable.

Por supuesto, el culto público no pudo realizarse
aquel terrible día. Pero seguramente muchos corazones
elevaron en silencio sus oraciones al Altísimo y,
¡Bendito sea su nombre!, el no nos abandono, soportamos
pacientemente las experiencias, que duraron varios días.
Forzados a abandonar nuestros hogares, cortos de provisiones;
acampando en chozas construidas con tosquedad y rapidez, pasando
noches de desvelo con bandadas de mosquitos a nuestro alrededor,
las incomodidades eran aumentadas por las constantes lluvias.
Nuestras esposas y mujeres temían, pero no se quejaban y
nuestros hijos nos preguntaban muchas cosas poco envidiable era
aquella situación.

¡Que tiempos aquellos ‘Podríamos
intentar describir la excitación, el pánico, los
sufrimientos de la población, los temores de muchos; pero
¿Quién podría añadirle justicia al
tema?

Sin embargo, habiendo al menos probado los espantosos
horrores de la guerra,
podemos simpatizar con aquellos que sufren al tener al enemigo
acuartelado a su alrededor.

Para ellos, el llamado de la corneta, el redoble del
tambor, la marcha de la infantería, el reporte de la
mosquetería y el estadillo del cañón,
significan todo, excepto paz y comodidad.

Pero con el tiempo el fuego ceso. El barco partió
y la tranquilidad reino nuevamente. Unos días
después dejo de llover y el sol
apareció en su gloria tropical. Entonces las autoridades
nos permitieron retornar a nuestras casas. Y la batalla de Utila
con el sufrimiento de los pobladores, quedaron en el
pasado.

Capítulo X

Presidentes visitan la isla.

En los últimos años Utila ha sido visitada
por tres Presidentes. Los isleños, apreciaron altamente
este honor, organizaron una entusiasta bienvenida en cada
ocasión, e hicieron lo máximo para entretener a
estos visitantes, quienes venían a inspeccionar esta parte
del dominio que
gobernaban.

El General Brogan vino primero. El navego en el yate de
vapor hondureño "General Morazán", llegando
aquí en Junio de 1886.

Antes de su venida, había enviado una nota
pidiendo que no se realizara ningún recibimiento
público a su llegada. De acuerdo a su petición, se
hizo una recepción intima, pero cordial y llena de
simpatía. Pero era notorio que los isleños estaban
de fiesta: las tiendas estaban cerradas; las calles y edificios
estaban engalanadas con palmas y flores; los fuegos artificiales
resonaban en las calles, y, ocasionalmente, sonaba el estallido
de un cañón en honor del Presidente. Un grupo de
ciudadanos respetables había sido designado para recibir
al Presidente y su comitiva, y llevarlos a tierra. El estaba
desayunando cuando llegamos al barco. Mas tarde vino a cubierta a
darnos la mano, y después de una corta
conversación, nos hizo saber que estaba listo para ir a
tierra. Eran como las once de la mañana cuando
desembarcaron. Fueron recibidos en la casa del Capitán
Woodville y su amable familia.

La gente vestía sus mejores galas, y muchos
fueron invitados a saludar al Presidente. El, cordialmente les
dio la mano y hablo con ellos. Se hizo todo lo posible, dentro de
las circunstancias, para demostrar reverencia al Jefe del
Ejecutivo de la Republica.

Ya por la tarde, una delegación de ciudadanos
influyentes llego a la isla desde Trujillo. Vinieron en el vapor
"S. Otery", bajo el comando del General Henry Pizzati. El Doctor
Matute, quien encabezaba la delegación, invito al
Presidente a visitar Trujillo, mediante un elocuente y efectivo
discurso. El
General Pizzati también lo invito a utilizar los servicios
de su rápido y cómodo barco para el resto de su
viaje.

Pizzati había venido desde Trujillo expresamente
a recibir a su excelencia en este lugar.

El General Bogran, utilizando las palabras correctas,
acepto ambas invitaciones y, el y su comitiva, partieron hacia
Roatan y Trujillo esa misma noche.

El Doctor Don Policarpo Bonilla fue el siguiente en
venir, realizo una extensa gira a través del país,
llegando aquí por la mañana, un domingo de
1897.

Amplios preparativos se habían hecho para
recibirle, y buen numero de personas, hombre, mujeres y niños,
con sus trajes domingueros, le esperaban en el lugar de
desembarque, para recibirlo y saludarlo. Las banderas flameaban y
los cañón retumbaba. Los niños de la
escuela
cantaban; todo el mundo aplaudía y daba la bienvenida al
Presidente de nuestro país.

Una hilera de bellos botes, arreglados especialmente
para el servicio del Presidente y su comitiva, conducidos por
remeros bien entrenados, fue puesta a su
disposición.

Cuando salio del barco, un cañonazo se disparo a
bordo, y una banda rompió con su alegre música. Cuando bajo
otro cañonazo le saludo en la costa y continuo varias
veces durante el día.

El Honorable Señor Eugene Jarnigan, Cónsul
de los Estados Unidos, se mantuvo en la delantera del grupo de
prominentes ciudadanos isleños, al recibir y saludar al
Presidente.

Sobre el muelle, preparado para recibir al Presidente,
se erigió un barco de madera en el
que aparecía escrita, en español, la palabra:
"Bienvenido". La calle principal se adorno con
arcos de palmeras y flores.

En la casa arreglada para su alojamiento – la
vivienda del señor Carrol Thompson- las demás
tocaban el piano a intervalos; algunas de ellas cantaban
alegremente. Nada se escatimo para hacer agradable y amena la
estadía del Presidente y los otros personajes que le
acompañaban.

Habiendo pasado un día grato, el Presidente y su
comitiva salieron hacia otros lugares esa misma noche. Regresaron
el viernes 1º. De octubre. En esta ocasión se dio un
gran baile en su honor. Esa tarde la pequeña Ada Howell
regalo al Presidente un plato de cristal lleno de hermosas
conchas de coral blanca del mar. El Doctor Bonilla
agradeció este amable gesto, tomando a la niña
entre sus brazos.

El baile terminó a las 3 de la mañana
siguiente, y la comitiva salio en el barco "Rover", bajo el mando
del cortes Capitán Reed.

El último visitante distinguido fue el General
Terencio Sierra. Venia acompañado de su simpática
esposa y linda hija, y también por un grupo grande de
militares y civiles, entre los cuales se encontraba el General
Manuel Bonilla. Venían también el mayor Burke, el
Señor Altschul, el señor Inés Navarro,
brillante escritor de la prensa nacional,
y muchos otros. Esta comitiva llego el 17 de agosto de 1901, a
bordo del guardacostas hondureño "Tatumbla".

Las autoridades municipales y todos los habitantes
unieron sus esfuerzos para brindarles la mas cordial
recepción. Y, para esto, los isleños fueron
apoyados por un grupo de ricos beliceños que habían
llegado a Utila a bordo del yate "Teresa" con el fin de conocer
al Presidente hondureño.

Este grupo estaba conformado por el señor
Maitland, Cónsul de Honduras en Belice; el señor
Walshe, Gerente de la
United Fruit Co’s S. S. Line; su elegante esposa, y otros,
damas y caballeros.

Con respecto a esta recepción, he traducido el
siguiente corto párrafo
de una publicación hecha en "El Pabellón de
Honduras": "El Tatumbla arribo al puerto de Utila cerca del
mediodía. El pueblo entero se encuentra de fiesta
esperando al Presidente. Tan pronto como el Tatumbla anclo y
sonó su silbido, los botes de la costa fueron enviados
para llevarnos al lugar de desembarco. Primero, como era lo
correcto, vino el bote que llevara al Presidente y a su familia.
Este tenia asientos muy cómodos, un elegante toldo, y un
grupo de elegantes y amables remeros. Al llegar al pequeño
muelle nos encontramos con hombres de mejilla sonrosadas, largas
barbas blancas, ojos azules, de aspecto grave pero agradable, de
costumbres sencillas pero correctas, bien y limpiamente vestidos,
alternando el ingles y el español; y grupos de mujeres
rubias, de bonita figura, amigables, vestidas elegantemente,
bellas –muy bellas- limpias física y
espiritualmente, algunas usando con soltura los dos idiomas; y
una multitud de niños y niñas blancas como la flor
del lirio, tan sonrosados como el castaño, alineados en
filas a ambos lados de la calle, ondeando banderas, cantando,
sonriendo y brillando como una aurora en abril. Nosotros
pensamos, y así será, que estábamos entre
gente civilizada de otra raza, pero asimilada a Honduras por
intereses y convicciones comunes.

Después de la espléndida recepción,
un desayuno agradable y variado fue servido".

El baile que se dio esa noche en honro del Presidente
resulto todo un éxito.

Al día siguiente, en una reunión publica,
uno de los ciudadanos leyó una petición firmada por
todos los isleños, rogando se le concediese tener un
Puerto Libre en Utila.

El Presidente no desalentó sus esperanzas, pero
les hizo saber que estaba en la potestad del Congreso una
decisión final, y con gracia recomendó que la
petición le fuese remitida a Tegucigalpa.

Los peticionarios aun no han realizado su deseo, pero
"El Pabellón de Honduras" los anima a no perder las
esperanzas. Este dice: "Tarde o temprano el puerto libre de Utila
será una realidad".

La necesidad de un puerto libre, o de, al menos, un
puerto con tarifas bajas, ha sido un tema que produce
agitación entre la gente. Tiene sus defensores y sus
opositores. Generalmente se admite que, por muchas razones,
algunas ya mencionadas en la petición, Utila es el mejor
sitio de Islas de la Bahía para el establecimiento de un
puerto libre.

Los modales del general Sierra fueron los mas corteses y
afables. Hablando en ingles, dirigió la
conversación con destreza, facilitando el entendimiento a
aquellos que no estaban familiarizados con el
español.

Al caer la noche, el Presidente y su comitiva se
embarcaron para iniciar su retorno a Puerto Cortes, y luego a la
Capital. Y
nuestros ciudadanos, gozosos del honor de haber hablado frente a
frente con el máximo ejecutivo de nuestro hermoso
país, regresaron a sus hogares a meditar sobre las
emocionantes experiencias vividas en los dos últimos
días.

Capítulo XI

El
negocio bananero – Una prosperidad para
Util
a.

La empresa bananera
fue la palanca que elevo a la población de Utila en sus
negocios
temporales. Hasta esta fecha el principal trafico había
sido el comercio del
coco, y su aceite, que se
realizaba con Belice.

El cultivo del banano prometía convertirse en la
industria mas
lucrativa.

Algunos de los pobladores plantaron pequeñas
parcelas de tierra con banano y retoñas de plátano.
La tierra dio buenos frutos, representados en grandes racimos de
sabrosa fruta, y el negocio fue lucrativo.

Este fruto se dio rápido, usualmente 11 o 12
meses después de haber plantado los retoños, y ya
la fruta podía ser embarcada. Después la planta
continua dando frutos, sin requerir el trabajo y
gasto de replantarla.

Los gastos para el
cultivo eran pocos, y el precio de la
fruta, alentador. Los precios
oscilaban entre cincuenta centavos y un dólar por
racimo.

Al principio la calidad de la
fruta de Utila no era lo suficiente buena para atraer los barcos
fruteros.

Los plantadores se vieron obligados a llevar la fruta en
barcos pequeños a Roatan, para venderla a las goletas que
estaban cargando allí.

Pero los primeros pobladores de Utila fueron hombres de
energía y resolución y bien capacitados para forjar
una nueva nación.
Trabajaron con determinación; limpiaron la tierra,
plantaron mas retoños, y en corto tiempo Dios les
recompenso con mayores frutos. Esta abundancia del sabroso fruto
llamo finalmente la atención a los compradores de fruta, y
rápidamente nuestra gente tuvo la satisfacción de
ver la goletas solicitando el oro
verde.

Este fue tiempo de prosperidad para Utila, y los
habitantes disfrutaron la época como algo mágico.
Todos tenían cosas en abundancia. Se decía que
el dinero
brotaba de la tierra, y en vez de decir: "Tierra de leche y
dinero".

Una corriente de prosperidad llego como consecuencia
natural, y también la demanda de mayores comodidades y
progresos. La gente construía sus casas en las lomas.
Luego, muchos lotes fueron abarrotados al mar, rellenando las
orillas, para construir allí también.

Las casas de troncos con techo de paja desaparecieron,
siendo substituidas por bellas construcciones de madera
extranjera de pino, cómodamente amuebladas. Vagones
carretas fueron importados para transportar la fruta desde las
plantaciones.

Los comerciantes obtenían grandes ganancias, que
eran pródigamente distribuidas.

Precios casi fabulosos fueron obtenidos por los
comerciantes de Nueva Orleáns. Ciertamente, muchos se
hicieron ricos.

El crecimiento del comercio del banano por estos lados
es casi fenomenal. Después de exportar unos cuantos sienes
de racimo, los cargamentos llegaron a varios miles por semana, en
lugar d barcos pequeños como cargadores, grandes y veloces
vapores aparecieron solicitando la fruta.

En la primavera de 1876 el Autor de este libro se
encontraba en New Orleáns, de compras. Muchas
goletas cargados con banana se encontraban a la espera en los
muelles. El numero de racimo parecía muy grande, y los
comerciantes de fruta estaban felices, porque las grandes
importaciones
de banano le significaban una cosecha de oro.

El Señor M. Machecca, quien después se
convirtió en Presidente de la firma Machecca Bros., me
dijo: "El negocio del banano esta ahora en su infancia. No
esta lejano el día en que grandes barcos transportaran
bananos a Nueva Orleáns, y la cantidad actual, grande como
parece, será insignificante y completamente insuficiente
para satisfacer la demanda".

Su profecía ha sido cumplida. Desde hace muchos
años su firma ha poseído una línea de barcos
de vapor que han transportado banano a Nueva Orleáns desde
la Honduras Británica y otras partes.

El Señor Oteri, un comerciante de fruta altamente
respetado en Nueva Orleáns, fue el primero en enviar un
barco de vapor al negocio bananero. Este vapor se llamaba E. B.
Ward, Jr. Después agrego otros vapores a la "Oteri Pioneer
Line". El E. B. Ward, Jr. Realizo muchos viajes de éxito,
pero al final se hundió en el mar mientras transportaba
una carga de fruta hacia Nueva Orleáns, y todos los que
estaban a bordo perecieron.

En este tiempo la gente del continente cultivaba en gran
escala. Los
barcos de vapor llegaban allá por sus cargas, y la
venta de
banano en la isla decayó. Se realizaba solamente durante
tres meses en el año, de Abril a Junio. Los cultivadores
de la isla, insatisfechos, declararon que la venta de fruta en
tan corto periodo no daba para cubrir los gastos de cultivo.
Así que dejaron en abandono las plantaciones.

Termino la prosperidad. En los últimos 3 o 4
años muchas personas han puesto de nuevo su
atención en el cultivo del plátano, y, para la
época en que se escribió este libro (1900), una
buena porción de la isla esta siendo cultivada, y produce
excelente fruto. En este año, 659, 850 plátanos han
sido exportados.

Pero, para revisar nuestros adelantos, debo decir que
Utila alcanzo la cúspide de su prosperidad como puerto
frutero, en 1876. la siguiente tabla muestra las
cantidades de frutas exportadas durante ese
año:

Exportaciones 1876

Mas del número de racimos de banano que muestra
la tabla se exporta ahora, anualmente, desde el
continente.

Durante ese periodo de prosperidad, que se
extendió por muchos años, nuestro panorama fue
frecuentemente adornado por pequeñas flotas de goletas,
algunas del Norte, principalmente de Pórtland. Las
elegantes goletas de pesca: Lady
Woodbury, J. G. Craig, S. S. Day, y otras, vinieron a hacer
comercio, trayendo cargas de mercancía y maderaje, los
cuales eran vendidos rápidamente entre los isleños.
Los bienes se
daban a cambio de
frutas y cocos, o por dinero, según fuera el deseo del
comprador.

En esos días tranquilos las goletas del Norte
llegaban aquí en Enero y parían con su ultima carga
de fruta, generalmente hacia Nueva York, en Junio. Así que
la estaciona de fruta duraba de cinco a seis meses. Pero las
goletas fruteras regulares de nueva Orleáns, como Helena,
Whipple, Lily of the Valley, Jennie Wood, y muchas otras,
continuaban con el comercio durante todo el año, excepto
en los calmados y calientes meses de Julio y agosto.

En Utila hay como cuatro variedades de banano. Estas
son: la roja, el loro, el manzano, y el francés, por
supuesto, los plátanos no están incluidos en esta
lista.

El rojo crece enormemente, y da pesados racimos. Se ha
dicho que esta variedad cansa la tierra mucho mas
rápidamente que las otras.

El loro no se cultiva, crece muy pequeño para
merecer atención.

De la variedad "manzano" hay pocas plantas en la
isla. No ha sido cultivado con fines de exportación. Se dice que cuando esta fruta
empieza a madurar y se hornea con jalea, su sabor se asemeja a la
manzana. De aquí su nombre.

La variedad conocida como banano francés es la
que conforma la materia prima
de consumo
– el banano comercial. Es una fruta deliciosa y nutritiva.
Los racimos crecen grandes y, en una tierra fértil, como
la del continente, se seguirá produciendo.

Me imagino que el nombre de esta ultima variedad es a la
que se refiere el Dr. R. D. Mussey M. D., en su libro: "Salud, sus amigos y
adversarios", en el cual, apoyando su argumento a favor de la
"Economía
del alimento vegetal", escribe lo siguiente, lo que es un trozo
sacado de la Enciclopedia Británica: El banano, que
florece en una temperatura
media de 75 grados Fahrenheit, produce mas substancias nutritivas
que cualquiera otra planta, en menos espacio. Humbolt estima que
un acre de tierra cultivada con banano es suficiente para
sostener a cincuenta hombres, mientras que la misma
extensión cultivada con trigo, sostendría
escasamente las necesidades de tres."

Capítulo XII

Navegando en Bote.

El navegador en bote es un recurso fructuoso de ingresos para
muchos isleños. Casi todo el comercio costero de esta
parte de la Republica, es manejado por los marinos en sus
pequeñas y bien equilibradas goletas. Por lo tanto, este
factor importante en la vida de Utila.

Esta industria ha ido a la par de otros progresos
obtenidos. Hace 35 años botes abiertos de 4 o 5 toneladas,
con dos o tres excepciones, servían para nuestro
propósito. Aun algunas canoas o "naves caribeñas"
fueron empleadas para el comercio con tierra firme y otras islas.
De estos últimos recuerdo:"Crucero", "Paso Rápido",
"Culebra de Cascabel", y otros.

Pero, para el crecimiento del comercio allí, vino
una demanda de grandes navíos y, en respuesta, pronto hubo
una flota de bien cuidados barcos, parecidos a yates, que
captaban desde seis hasta cincuenta toneladas de carga. Realmente
seria muy difícil encontrar un grupo de botes tan buenos
como estos. Son manejados por expertos marinos, que saben bien lo
que hacen.

Hace unos pocos años la flota incluía
cinco barcos de sesenta a ciento once toneladas de capacidad.
Ellos eran: Storm King, Royalist, Clara L. Dyer, y F. B. Hiller.
Se empleaban en el comercio de fruta entre Nueva Orleáns y
este lugar. Los dos últimos eran propiedad de
D. Warren & Co., y los otros de H. St. Martín, R.
Woodville & Co., y R. H. Rose & Co.

El Storm king se hundió en el arrecife coralino
"Gloria", cerca de las costas de Honduras Británica. Los
otros fueron vendidos.

El extraordinario desarrollo de
la industria bananera en tierra firme de Honduras, tuvo sus
comienzos a través de nuestros pequeños botes y sus
intrépidas tripulaciones.

La frecuente llegada de botes, los precios
magníficos del producto y el
trato justo ofrecido por los transportistas en general,
alentó a los nativos a sembrar la fruta en pequeña
escala; después, a ensanchar los cultivos. Esto impulso el
poblamiento de la costa, y así estas regiones llegaron a
ser prominentes centros de producción bananera.

Era costumbre entonces que los botes recogieron toda la
fruta a lo largo de la costa, y la entregaran a bordo de veleros
o vapores que cargaban en el puerto, tranquilo como un estanque.
Pero desde entonces se han operado grandes cambios, pues,
exceptuando la temporada de los cocos, los vapores entran
raramente a nuestro puerto a tomar carga. Y las razones son
obvias.

En esos días la mayor parte de la costa
continental, de Trujillo a Puerto Cortes, estaba poblada
solamente por trechos, de los cuales Balfate, La Ceiba y Tela
eran los mayores. Algunas de estas pequeñas aldeas se han
convertido en pueblos y puertos importantes, prósperos y
populosos. La gente del interior de Honduras y muchos
extranjeros, se sentían atraídos hacia esta
floreciente región. La población de La Ceiba iguala
hoy a la de Trujillo.

Para el tiempo de que hablamos, un bote que cargaba,
digamos, trescientos racimos de banano, estaba obligado a visitar
cuatro o cinco distintos lugares para completar su carga.
Recuerdo una ocasión en que el pequeño bote
"Serpiente", que tenia esa capacidad, compro fruta en Bonito,
Congreal, Piedra Pintada y Sambo Creek, yendo de un pueblo al
otro, sin poder llenar
la capacidad requerida.

Pero, ¡Como cambiaron las cosas desde entonces!
+

Recuerdos vividos de esos días languidecen en mi
memoria.

La pequeña flota a veces zarpaba
simultáneamente de la isla, de manera que solíamos
disfrutar cuando competían los botes unos con otros. Cada
Capitán se esforzaba por alcanzar la mayor velocidad, y
este empeño era generalmente compartido por cada persona de a
bordo.

Hace años leí una historia
humorística en un diario americano. Como yo la recuerdo,
es así:

Una dama que tenia que llevar un tocino al mercado de una
gran ciudad, fleto su producto y tomo un pasaje en un bote. Como
era miedosa, pidió al Capitán que viajara a
velocidad moderna. Durante el viaje, sin embargo, se encontraron
a otro vapor que iba en igual dirección, y comenzaron una
frenética competencia.
Nuestra heroína olvido todos sus temores,
llenándose de la excitación general que
había a bordo.

Por un rato los dos botes corrieron casi al par y la
emoción fue máxima; pero luego se vio que el otro
empezó a ganar terreno, y pronto fue evidente que se
perdiera la competencia.

¡Capitán! – grito la dama-
¿por qué no le da mas velocidad? El
contesto:

  • He estado
    corriendo al máximo, pero se nos acaba el combustible si
    continuamos así. Tenemos que reducir la
    velocidad.
  • ¿Cree usted que puede usarse el tocino?
    – pregunto ella.
  • ¡Claro que si –dijo el- , el tocino es
    buen combustible!
  • Entonces, clamo desesperada la dama, queme mi tocino.
    ¡Queme mi tocino, Capitán, pero no permita que nos
    gane ese barco’.

+ El
periódico "El Pueblo", de La Ceiba, el 3 de Abril de
1904, afirma que 2,070,359 racimos de banano fueron exportados
en el Departamento de Atlántida de Enero a Diciembre 31
de 1903.

Sea el cuento falso
o verdadero, nos muestra muy bien hasta donde puede llevarnos
la excitación en una competencia de botes. Y
también nos da la idea del sacrificio o el riesgo que se
es capaz de afrontar para ganar, o tan solo para mantener un
empate con el contendiente.

Bien, nosotros mismos a menudo hubimos de competir con
otros al navegar por las aguas en que el inmortal Colon buscaba
un pasaje al Oriente, en las que los indios de estas islas
remaban hasta tierra firme y regresaban; en las que los
atrevidos piratas persiguieron a los galeones españoles
que iban hacia España
cargados de tesoros o, quizás, habiéndolos
capturado, remolcaron las muy codiciadas presas hacia
escondidos puertos, donde las despojaron de su precisa
carga.

Al llegar a nuestro destino anclaríamos los
botes y nos prepararíamos para bajar. Con un mar suave,
usualmente llegamos a la playa con los pies secos y sin
experimentar nada notable. Pero si, por alguna casualidad, nos
encontrábamos con una ola de gran tamaño, nos
dejamos llevar por ella hasta que llegara el momento de volver
a tomar los remos, y así llegamos a la playa, ya fuera
mojados… o zozobrados.

Los nativos de Honduras – los veo ahora en mi
imaginación- se encontraban en la playa listos para
recibirnos. Con ojos brillantes, contentos de nuestra llegada,
nos saludaban y daban la bienvenida. Ambas partes
hacíamos preguntas relativas al negocio que nos
traía. ¿Cuándo cargaran?
¿qué precio pagaran por racimo?, y otras
preguntas pertinentes que recibían adecuada
respuesta.

Algunas veces todos los botes regresaban cargados. En
tal caso, los Capitanes mostraban rostro alegre, cruzado de
sonrisas, y en su mente ya se veían recibiendo los
rollos de billetes con el águila americana dibujada con
vivos colores. Pienso
que no podía haber una junta de banqueros mas felices
que estos.

Nuestros botes han contribuido a que Utila se haya
convertido en un importante puerto de cocos. Ellos acumulan
cocos en todas partes de la costa, y en los cayos, donde los
almacenan en casas construidas sobre polines en el
mar.

Como todas las localidades insulares, Utila ha sufrido
desastres marino. Por supuesto que, relativamente,
podrían cuantificarse en poca cosa; pero, para nosotros,
han sido graves. Han causado daños que todavía no
sanan, y han quedado cicatrices que no pueden ser
removidas.

El pobre hombre de la parábola de Nathan
sintió un dolor tan grande al perder su oveja, como el
de un rico al perder su fortuna. Algo así ha sucedido
con nosotros.

Deseo mencionar solamente dos o tres de nuestras
perdidas:

La goleta R. E. Hill era fuerte, cómoda,
marinera; un pequeño barco de diez y seis toneladas de
capacidad, medida inglesa. Fue construida en Utila, su
propietario era George Hill. Tenia mas o menos seis años
de servicio cuando zarpo de este puerto en su ultimo
viaje.

Dos de los hijos del Señor Hill, Levi y
Rowland, y un joven llamado Apollos James, quien había
contraído matrimonio
días antes, conformaban la
tripulación.

Fueron a Balfate en busca de banano, pero nada
hallaron. Determinaron regresar a Utila. Los jóvenes se
precipitaron en darse a la vela, hundiéndose en el mar y
pereciendo toda alma que
allí viajaba. Esto fue el 12 de agosto de
1885.

El día estaba claro y soplaba fuerte brisa
marina. Se ha conjeturado que los jóvenes presionaron
demasiado al navío, con mucho trapo, dando lugar a que
una ola lo volcara. Estaban ansiosos, quizá, por llegar
al hogar antes que anocheciera, y nunca pensaron que era
peligroso desplegar todas las velas sin un viento
favorable.

Remos, toneles y otros enseres livianos flotaron hasta
la isla y fueron recogidos en la costa. La perdida causo un
terrible golpe, no solamente para la familia
Hill y la joven viuda de Apollos, sino para toda la comunidad,
que apreciaba altamente a los desaparecidos. La perdida de sus
hijos precipito hacia el fin las vidas del Sr. Hill y su
esposa.

¡Pobres seres! Su noble y fornido hijo, Richard,
había muerto poco antes, a consecuencia de los golpes
que sufrió al caer desde el puente al fondo, de una de
las mas grandes goletas bananeras que viajan a New
Orleáns.

Poco después del naufragio de la R. E. Hill, la
isla fue de nuevo enlutada por la perdida de otro barco y su
tripulación. La goleta francés fue cargada con
casi treinta y tres toneladas. Había sido construida en
los Cayos de Utila por Darle Thompson y otros, y tenia un
año escasamente de vida cuando naufrago.

Por la tarde del 28 de febrero de 1887 la
Francés, cargando mil racimos de banano, se hallaba en
la caleta de Tela. No había avanzado mucho cuando un
fuerte norte la doblego, tratando de virar a barlovento para
alcanzar el abrigo de Puerto Sal. Esto obligo al Capitán
a volver la espalda a Tela, largando el ancla a las nueve de la
noche.

Hoy Tela es abierto a los nortes y es lugar peligroso
para pequeños veleros que intentan botar anclas durante
estas tormentas.

El viento arrecio y el mar azotaba con grandes
montañas de espuma contra la goleta. A las tres de la
mañana volcó en sus amarras y los hombres se
hallaron a merced de las olas, que los llevaban de acá
para allá.

Muy pronto la cabina se desgarro en los rompientes y
quedo a la deriva con todo y el Capitán, Henry Jackson.
El se cogió de las tablas y logro alcanzar la costa,
casi exhausto. El océano repetidas veces lo arrastro al
agua, y el luchaba por volver. Casi perdía sus
esperanzas de alcanzar la tierra. Finalmente, una ola lo
levanto, lanzándolo sobre la playa. Estaba amaneciendo
un nuevo día.

Pidiendo auxilio a gritos logro ser oído por
unos morenos que vinieron a socorrerle. Ellos le llevaron al
otro lado del rió, a una de sus casas, donde
permaneció hasta que pudo volver a su hogar.

Había cuatro personas a bordo del
Francés. Tres de ellos hallaron su tumba en el agua;
incluso sus cuerpos nunca fueron vistos después. Ellos
eran: el hijo, el hermano y el cuñado del
Capitán. Los dos últimos dejaron una viuda y
muchos hijos llorándolos. El hijo del Capitán no
era mas que un mozalbete, el mas joven y consentido de la
familia. Su madre llora cuando piensa en su perdida inesperada.
Era su preferido.

Algunas de las circunstancias en relación con
la perdida del siguiente bote permanecen frescas en mi memoria.
En el orden cronológico, este desastre antecedió
a los otros.

Andrew Heusen, un honrado y prospero alemán,
poseía un pequeño bote abierto. También
era el afortunado propietario de una granja en la isla, y
vivía feliz con su esposa e hijos.

Un fuerte huracán azoto esta área el 27
de septiembre de 1877. Las plantaciones fueron arrasadas y los
cocotales dañados seriamente. Muchos barcos naufragaron.
Ese día, Heusen, quien venia solo en su nave procedente
de tierra firme, con una carga de fruta, se perdió en
las profundidades. El mismo huracán destrozo muchas
naves estacionadas en la isla Gran Cayman, y cerca de setenta
de sus intrépidos marinos hallaron su tumba en el
mar.

Yo viajaba en la goleta Beware durante ese temporal.
Fue horrible para nosotros. El viento soplaba con fuerza
alarmante, estrellándose con espantoso arrebato contra
nuestra frágil embarcación, que era a la vez
golpeada por las olas y lanzada como si fuera una
astilla.

Como este tranquilo se mantuvo erguido, es una
maravilla. Como no fue engullido por las espantosas y rabiosas
olas, es un misterio.

Nuestra liberación de los hambrientos elementos
es atribuible solamente a la vigilante providencia de Dios. El
barco había perdido el timón, pues desde el
principio de la tormenta la clavija se quebró y nosotros
halamos el timón hasta el puente.

Es cierto que hicimos todo lo que podíamos en
aquellas circunstancias. Cortamos los mástiles y echamos
una draga, pero esta pronto se rompió del cable, dejando
al bote a merced de las gigantescas olas.

Pero cuando ya todo se ha hecho… ¿qué
sacrificio, que recurso nos queda?. Nos pusimos bajo el cuidado
y protección de Dios. Y el no miro nuestros pecados sino
nuestra fe. Y nos salvo. Al momento cedió el viento; y
el mar, apaciguado, recobro la calma y serenidad. Fuimos
bendecidos con un terso mar, un día claro y el mejor de
los tiempos.

Fracasando en nuestros intentos por aparejar la
goleta, la abandonamos. Subimos al bote salvavidas y remamos
hacia el continente, que estaba a una diez y ocho millas.
Desembarcamos en Sagrelio, y los caribes del lugar nos
brindaron no pocas atenciones. Después de algunas
días volvimos a casa en una nave caribe.

Mi familia, que estaba hondamente preocupada por mi
seguridad,
me recibió con alborozo esa noche. Al día
siguiente la querida anciana, Tía Betsy Wilder, me
abrazo e hizo patente su gozo por mi retorno a salvo, tal como
se trata a un pariente cercano, siendo yo solamente el marido
de su sobrina. Indudablemente mi apurado escape de la fosa
pareció ahondar mis amistades en todas partes, y durante
un tiempo fui, en cierto grado, aclamado por los vecinos,
quienes me hacían repetir una y otra vez el relato del
escabroso viaje.

Aunque no lo crean Uds., al completarse un mes de esta
terrible prueba, el Beware, llevado por el viento, pasando en
medio de multitud de escollos y arrecifes bajos, regreso a
nuestra costa, tal como yo lo había dejado. El
Capitán Dimon lo condujo al ancladero. Pronto fue
reparado y reintegrado al trabajo. ¡Así, a veces,
la realidad es mas extraña que la
ficción!.

Partes: 1, 2, 3, 4
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