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Violencia en el Perú (página 2)



Partes: 1, 2, 3

 

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

Es toda conducta que
produce daño
físico, psicológico, sexual a los miembros de
la familia,
llámese padres, madres, abuelos, hijos, sobrinos,
cónyuge, hermano que se encuentren bajo su dependencia y
cuidado del grupo familiar
que viven bajo el mismo techo.

De la violencia se
puede decir que son factores de orden sociocultural,
psicológicos, ideológicos, educativos y
políticos.

Las mujeres y los niños
al ser definidos como seres débiles y dependientes piensan
que deben ser sumisos y obedientes y que su seguridad depende
del hombre. En
cambio, los
varones, los cuales son definidos culturalmente como seres
fuertes que no deben expresar debilidad. Se estimula en ellos el
comportamiento
agresivo. Estos estereotipos culturales favorecen la
utilización de la violencia para resolver conflictos
familiares. La historia de las personas
quienes están involucrados en situaciones de violencia
intra familiar, muestra que la
violencia se aprende de modelos de
familias que utilizan la violencia en sus relaciones de familias
(víctimas en de maltrato en su infancia y
testigo a la vez).

Los últimos años hemos sido testigos de
los diferentes programas y
leyes que se
han dado en defensa de los derechos del
niño y la mujer, sin
embargo, estos programas y leyes no bastan para cesar este tipo
de problemas que
aqueja el país.

Nuestra sociedad tiene
urgentemente que adquirir nuevos hábitos de convivencia y
crianza ya que no basta una protección legal para
solucionar este tipo de fenómeno social.

Para lograr el cambio de esta situación se
requiere, en un inicio, el replanteamiento de los papeles del
padre y la madre frente a los hijos, con el fin de que
éstos últimos en el futuro respondan a las
expectativas de sus progenitores.

La Declaración de la Asamblea General de las
Naciones Unidas
sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, elaborada
el 20 de diciembre de 1993, define este tipo de agresiones "como
todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino
que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico para las
mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la
coacción o privación arbitraria de la libertad,
tanto si se producen en la vida pública como
privada".

Es decir, la mujer maltratada es aquélla mayor de
edad que se ve sometida repetidamente a abusos por parte de un
varón con el que mantiene o ha mantenido una
relación íntima, bien sea de hecho o de derecho.
Estas agresiones van desde amenazas e insultos verbales hasta
golpes y actos homicidas.

Las campañas de concienciación han
permitido conocer que el maltrato es la mayor causa de lesiones a
las mujeres y prevalece sobre la violación callejera,
asaltos o accidentes de
coche.

Durante el año 2005 cerca de 23.000 mujeres
presentaron denuncias por los malos tratos recibidos de sus
compañeros y más de 42 fallecieron como
consecuencia del maltrato recibido de sus cónyuges. Estas
cifras revelan la necesidad de abordar desde un punto de vista
preventivo y educacional este problema de convivencia que, como
evidencian los datos, llega a
tener consecuencias fatales.

¿Pero cuál es el verdadero origen de la
violencia
familiar?

Explicaciones sociológicas nos detallan que con
la aparición de la propiedad
privada la familia sufre una
de sus más bruscas transformaciones étnicas,
sociales, económicas y culturales.

Consecuencia de dicho problema social trajo consigo la
desorganización de la familia y el aumento e innovación de nuevos delitos dentro
y fuera de la familia como son: la corrupción, promiscuidad, las venganzas
privadas, robos, usurpaciones etc.

Se crearon nuevos grupos de
poder con el
fin de adquirir, y mantener la supremacía dentro de una
orden familiar, social, político, económico y
cultural.

Como señalaría Emilio
Durkheim
fue un "estado de
anomia". y como diría Charles Darwin esto
sucedió por causa de "la selección
natural".

Acá podemos observar un porcentaje de hogares
afectados por este fenómeno social alarmante :

Tabla de porcentaje en los hogares peruanos:

Acá podemos observar un cuadro de porcentaje de
hogares con maltrato emocional según la clase de
agresión hecha en el año 1999.

Acá observamos un cuadro de porcentaje de hogares
con intimidación según el clase de agresión
hecha en el año 1999.

MUJERES MALTRATADAS Y NIÑOS
MALTRATADOS:

MALTRATO A LAS MUJERES: Cuando hablamos del
maltrato hacia las mujeres, algunos especialistas prefieren
referirse al síndrome de la mujer maltratada. Si bien hay
un importante número de hombres golpeados, la gran
mayoría de los casos se tratan de personas de género
femenino. Desde el punto de vista de las estadísticas, ocurre en todas las edades
pero se destaca en primer lugar entre los 30 y 39 años,
luego entre los 20 y 29 años y más tarde entre los
40 y 49 años, le sigue entre los 15 y 19 años, para
finalizar con las mayores de 50 años. Las mujeres casadas
constituyen un 66% del total, el reto lo componen novias, ex
parejas, conocidas, amantes, amigas, etc.

La mayor vulnerabilidad femenina no solo se debe a
causas físicas, también incide en que las mujeres
suelen concentrar en la mayoría de los casos, la mayor
carga y responsabilidad en la crianza de los hijos,
además por diferentes cuestiones culturales condensan las
tareas hogareñas y mantienen una mayor dependencia
económica como cultural de los hombres. Una mujer que
abandona su hogar se encuentra en mayor riesgo que un
hombre, pero debe tenerse en cuenta que las mujeres que dejan a
sus abusadores tienen un 75% más de riesgo de ser
asesinadas por el abusador que aquellas que se quedan
conviviendo.

MALTRATA A LOS NIÑOS: En el caso de los
niños como en otros casos de violencia se da una
relación de vulnerabilidad. Claramente los menores
muestran inferiores recursos para
defenderse de lo que les puede hacer un adulto. Además se
debe considerar el daño emocional y los efectos a corto y
largo plazo que provocan los maltratos.

En algunos casos se trata de golpeadores que fueron
maltratados en su propia infancia (56.7% de los casos totales),
al intervenir patrones de repetición de los modelos de
crianza parentales en los diferentes tipos de castigos
administrados a sus hijos, pero no ocurre de este modo
necesariamente. También cabe considerar que muchos padres
perciben como justos los castigos implementados, o perciben la
desproporción del castigo ofrecido con las supuestas
faltas
cometidas, que se justifica de alguna manera (por los nervios,
la pobreza,
etc.).

Es considerable que los mismos adultos golpeadores
suelen manifestar y percibir que han golpeado a sus hijos en
muchas menos ocasiones de lo que realmente lo hacen. Si bien,
algunos adultos golpeadores suelen manifestar algún afecto
posterior como arrepentimiento o lástimas, en muchos casos
se trata de padres que están a favor del castigo
físico, que se emplean para "corregir" a los
hijos.

ANTECEDENTES

La violencia dentro de la familia no es un
fenómeno reciente, por el contrario, ha sido una
característica de la vida familiar aceptada desde tiempos
remotos. Sin embargo no comienza a concientizarse como
fenómeno social muy grave hasta le década de los
sesenta en los países anglosajones, y en la década
del ochenta en nuestro país. Son los movimientos
feministas los que comienzan los reclamos por los derechos de la
mujer .

"Sabemos que los valores de
la cultura dan
identidad a
los sujetos, y en nuestra cultura occidental, judeocristiana, los
valores
prevalecientes se transmiten a través de la
organización social en familias. Es así que
cada familia interpreta y transmite los valores culturales
predominantes con una mayor o menor semejanza con ellos, de
acuerdo con la pertenencia a distintos sectores sociales"
(Masterman, 1989).

La percepción
social y el reconocimiento que determinados comportamientos son
violentos, es histórica. Esa percepción está
determinada por relaciones de poder y por los valores presentes
en una sociedad determinada, en momentos históricos
específicos. Vivimos en sociedades que
manejan diferentes códigos en relación a la
violencia; existe una fuerte condena cuando ésta se lleva
a cabo en el espacio público, sin embargo se le tolera y
avala cuando se da en el espacio privado. Una denuncia por una
agresión en la vía pública es inmediatamente
acogida, la misma denuncia en el hogar es desestimada,
subvalorada e incluso se intenta persuadir a la víctima
que retire su denuncia.

La violencia a mujeres es endémica en casi todas
las culturas y en sociedades patriarcales donde el derecho y
privilegio masculino está por encima del bienestar de
otros seres humanos: niños, niñas y mujeres,
afectando a estas en todas las etapas de su vida. Las sociedades
patriarcales se establecieron en el Mediterráneo desde los
comienzos de la Grecia
Clásica y quizás antes. Estos roles se han
establecido con el uso de la violencia a lo largo de 4.000 o
5.000 años. La Conferencia de
Beijing hizo patente que la violencia a mujeres es un problema
ínter e intracultural. Esta conferencia estableció
claramente que no se puede pensar en este fenómeno como
algo aislado de otras formas de violencia, por lo que se
concluyó que:

  • El abuso a la infancia, la violencia doméstica
    las agresiones sexuales y otras formas de violencia,
    están directamente conectadas con el lugar que las
    mujeres ocupan en la sociedad.
  • Es imposible atajar el problema de la violencia a
    mujeres desconectándolo de las condiciones sociales que
    la perpetúan. (Informe
    Univ. de Illinois, USA,1998).

La representación social sobre la violencia en el
espacio familiar está cambiando, sin embargo, son
numerosas las familias que continúan asumiendo que la
utilización de la violencia al interior de la familia es
algo natural y muchas veces positivo, especialmente en lo que se
refiere al maltrato
infantil.

¿Por qué razón cuando hablamos de
violencia o de criminalidad nos centramos en la calle, ignorando
lo que pasa en el hogar?.

¿Por qué un tipo de violencia lo
sancionamos y el otro la aceptamos, o al menos lo toleramos con
el silencio?

Paradójicamente aquello que se silencia, aquello
que permanece oculto socialmente no significa que sea un hecho
difícil de percibir. En el caso de la violencia familiar
el fenómeno no se ve porque se nos ha hecho cotidiano, se
ha "naturalizado", ha pasado a ser una situación esperada
en un determinado contexto.

Las primeras experiencias de violencia de los seres
humanos se dan en la familia, se aprende que siempre va a existir
una menor o mayor dosis de violencia en el espacio familiar. Pero
también se aprende a valorar esa violencia, a considerarla
un medio eficiente para "educar" a los hijos. Y así, casi
sin darnos cuenta, somos socializados en considerar que la
violencia es un mecanismo legítimo para resolver los
conflictos y para expresar nuestros propios sentimientos de
malestar. Incluso llegamos a identificar violencia con
preocupación o afecto.

La violencia se da en el marco de la supuesta
protección y "sacralidad" de la familia. Este hecho es una
de las principales razones por la cual se ha ocultado socialmente
y aún más se ha tolerado; pero a la vez es una de
sus características centrales que nos permite entender su
impacto demoledor en las víctimas. En la familia violenta
el rol de afecto, protección y cuidado del grupo familiar
es reemplazado por el daño, la amenaza y el temor, sin
embargo, el discurso
continúa siendo el del afecto y protección, este se
traduce en "yo te golpeo porque te amo", o bien "tu haces que yo
te golpee porque te portas mal".

Muchos son los factores que han confluido para mantener
el silencio sobre la situación de violencia en el hogar:
la necesidad de resguardar la privacidad de la familia,
diferencias culturales sobre la concepción de la
violencia, temores o simplemente el dolor de hablar.

Pero hay otros hechos que han ayudado a que la
situación comience a hacerse visible: la organización del movimiento
feminista en la década del 60, la apertura de los primeros
refugios a comienzos de los años 70, la
preocupación de la comunidad
internacional por el tema de los derechos humanos
y los derechos
personales.

La violencia doméstica implica acciones que
van desde el homicidio,
distintos tipos de agresiones físicas, agresiones
sexuales, amenazas y agresiones psicológicas; se da en una
relación de poder y jerarquía, ésta es
considerada como una forma de ejercer poder sobre alguien situado
en una posición de subordinación.

La percepción social y el reconocimiento que
determinados comportamientos son violentos, es histórica.
Esa percepción está determinada por relaciones de
poder y por los valores presentes en una sociedad determinada, en
momentos históricos específicos. Vivimos en
sociedades que manejan diferentes códigos en
relación a la violencia; existe una fuerte condena cuando
ésta se lleva a cabo en el espacio público, sin
embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado.
Una denuncia por una agresión en la vía
pública es inmediatamente acogida, la misma denuncia en el
hogar es desestimada, subvalorada e incluso se intenta persuadir
a la víctima que retire su denuncia.

La representación social sobre la violencia en el
espacio familiar está cambiando, sin embargo, son
numerosas las familias que continúan asumiendo que la
utilización de la violencia al interior de la familia es
algo natural y muchas veces positivo, especialmente en lo que se
refiere al maltrato infantil.

Para que una política de
prevención sea efectiva, es necesario abordar temas que
generan reacciones "violentas" en la sociedad. Quizás el
más importante es el de la familia. Cuando
señalamos que el 50% de las mujeres viven violencia en la
Familia, lo lógico parece ser preguntarnos sobre que pasa
en esa institución que genera, o al menos tolera niveles
tan significativos de violencia. Esto significa atreverse a mirar
la actual estructura
familiar, a ver que factores siguen aún reforzando
estereotipos y roles sexuales que son profundamente
discriminatorios y desiguales para ambos sexos, significa
plantear el desafío de la democratización de las
relaciones familiares.

Prevenir la violencia familiar implica la existencia de
profundos cambios en los valores y el comportamiento de las
personas. Significa principalmente reconocer los derechos
individuales de cada uno de los miembros del grupo familiar.
Implica estimular las formas pacíficas de resolver los
conflictos desde la infancia, formas de tolerancia,
respeto a la
diversidad y a la libertad de todos los seres humanos.

Es importante tener una idea clara de lo que tenemos
entre manos cuando nos proponemos trabajar con este
fenómeno , ya que todas las personas, sin
exclusión, estamos influidas por los mitos
culturales que favorecen la supremacía y violencia
masculina en sociedades donde los privilegios y poder adjudicados
a un sexo, no se adjudican al otro, es decir, donde se cultiva la
desigualdad sexual. Esta culturización es propia de las
sociedades patriarcales, donde la autoridad,
necesidades y bienestar del "pater familiae" prevalecen sobre los
derechos de todos los miembros de la unidad familiar.

El desarrollo de
programas educativos, de prevención del maltrato, en
distintos países ha ampliado el
conocimiento que tenemos sobre violencia de género y
está permitiendo que los centros docentes sean
espacios idóneos para trabajar en la Prevención de
la violencia en relaciones de género, la Protección
de víctimas y la Provisión de servicios de
apoyo, tomando siempre como prioridad la seguridad y atención a las víctimas, y
extendiéndolo hasta donde sea posible
económicamente, a la reeducación de agresores. El
término "terapia con agresores" es un término que
está en desuso, ya que la violencia no se vincula a la
enfermedad. Se trabaja como una necesidad personal que el
agresor tiene de abusar de poder en las relaciones de
dependencia, donde él tiene más poder: con mujeres
y menores .

Dentro de la Prevención están temas tan
importantes como el fomento de una maternidad digna donde las
madres puedan establecer verdaderos lazos afectivos con hijas e
hijos, lo cual fomenta su capacidad de defenderse y defender. Es
imprescindible trabajar la autoestima de
los alumnos y alumnas sea cual sea su edad. Las mujeres sujetas a
violencia doméstica pueden descargar con hijas e hijos y
no hay posibilidad de cambio hasta que ella deje de estar
sometida a abusos. Los menores testigos de violencia están
siendo seriamente considerados víctimas de violencia, al
obligarlos a vivir como testigos de las vejaciones que sufre su
madre.

LA VIOLENCIA EN LAS ETAPAS DE LA VIDA

La violencia tiene un efecto profundo sobre la mujer.
Empieza antes del nacimiento, en algunos países, con
abortos selectivos según el sexo. O al nacer, cuando los
padres desesperados por tener un hijo varón pueden matar a
sus bebés del sexo femenino. Y sigue afectando a la mujer
a lo largo de su vida. Todos los años, millones de
niñas son sometidas a la mutilación de sus
genitales. Las niñas tienen mayor probabilidad que
sus hermanos de ser violadas o agredidas sexualmente por miembros
de su familia, por personas en posiciones de poder o confianza, o
por personas ajenas. En algunos países, cuando una mujer
soltera o adolescente es violada, puede ser obligada a contraer
matrimonio con
su agresor, o ser encarcelada por haber cometido un acto
"delictivo". La mujer que queda embarazada antes del matrimonio
puede ser golpeada, condenada al ostracismo o asesinada por sus
familiares, aunque el embarazo sea
producto de
una violación.

Después del matrimonio, el riesgo mayor de
violencia para la mujer sigue habitando en su propio hogar, donde
su esposo y, a veces la familia política, puede agredirla,
violarla o matarla. Cuando la mujer queda embarazada, envejece o
padece discapacidad
mental o física,
es más vulnerable al ataque.

La mujer que está lejos del hogar, encarcelada o
aislada de cualquier forma es también objeto de
agresión violenta. Durante un conflicto
armado, las agresiones contra la mujer aumentan, tanto de parte
de las fuerzas hostiles como de las "aliadas".

Cuando hablamos de violencia creemos que solo es "dar
golpes’’, pero estamos equivocados. Existen varios
tipos de violencias, entre ellos podemos citar:

violencia en la familia (intra familiar).

violencia Psicológica o mental.

Mutilación genital femenina (MGF).

TIPOS
DE VIOLENCIA

Cuando nos preguntamos qué entendemos por
violencia la asociamos generalmente a la producida por la
agresión física. Sin embargo, en nuestro
país la violencia tiene diferentes manifestaciones, las
cuales podríamos clasificar las expresiones de violencia
en:

1. Violencia Doméstica. La violencia
doméstica es un mal social que deriva en gran parte de los
mitos que rodean a los roles femenino y masculino aprendidos
desde la infancia.

El hombre es el fuerte, el que domina, el jefe de
familia, el que no llora ni muestra sus emociones.

La mujer es atenta, obediente, sacrificada, da todo por
los demás, sigue a su marido "hasta que la muerte los
separe".

La Violencia Doméstica es la práctica de
una serie de tácticas coercitivas que los abusadores usan
para obtener y mantener control y poder
sobre su pareja.

Según las indicaciones del Estatuto de la Florida
741.28, violencia doméstica se refiere a cualquier ataque,
ataque agravado, agresión agravada, agresión
sexual, acechar y seguir, asechamiento agravado, secuestro y
encarcelamiento falso, o cualquier ofensa criminal que resulte en
daño físico o muerte de una
persona de la
familia o de una persona que resida con la familia, por otra
persona

que también reside o residía en la misma
casa particular. Esto incluye hechos como:

Abuso físico — Empujar, dar bofetadas, patear,
dar puñetazos, tratar de estrangular, y pegar.

Abuso verbal y emocional — Amenazas,
intimidación verbal, acechar el paso, actuar sin
controlarse la rabia.

Abuso sexual — Cualquier contacto del cuerpo, tocarlo o
forzando, sin que se desee, o estar envuelto en acto sexual sin
que, él o ella, lo deseen.

La Ley contra la
Violencia Doméstica N° 7586 del 10 de abril de 1986,
publicada en la Gaceta N° 83 del 2 de mayo de 1996, violencia
doméstica es una acción
u omisión, directa o indirecta, ejercida contra un
pariente por consanguinidad, afinidad o adopción,
hasta el tercer grado inclusive, por vínculo
jurídico o de hecho o por una relación de guarda,
tutela o curatela
y que produzca como consecuencia el menoscabo de su integridad
física, sexual, psicológica o patrimonial. El
vinculo por afinidad subsistirá aun cuando haya finalizado
la relación que lo originó.

Se entiende por violencia toda acción u
omisión de una persona o colectividad que viole el derecho
al pleno desarrollo y bienestar de las personas y que determina
una brecha entre su potencialidad y realidad. Generalmente estas
acciones u omisiones se dan debido al desbalance de poder que
existe entre las personas.

Podemos afirmar que la violencia es toda acción u
omisión que altera la convivencia pacífica de las
personas, que se manifiesta de diferentes formas y grados, con
repercusión en la salud
pública, sociedad, vida política y cultural de
una comunidad.

2 Violencia Cotidiana. Es la que venimos
sufriendo diariamente y se caracteriza básicamente por el
no respeto de las reglas, no respeto de una cola, maltrato en el
transporte
público, la larga espera para ser atendido en los
hospitales, cuando nos mostramos indiferentes al sufrimiento
humano, los problemas de seguridad ciudadana y accidentes. Todos
aportamos y vamos siendo parte de una lucha cuyo escenario se
convierte en una selva urbana. Existen, de acuerdo con J. Alemany
, además de un mecanismo económico (ya visto) ,
otros de carácter biológico
psicológico y cultural que caracterizan la violencia
cotidiana en el marco del sistema
neoliberal actual

A) El llamado mecanismo biológico , consiste en
la deshumanización , que cataloga al "otro" como un "no
ser humano". El objetivo es
que "El otro", como persona integral deje de ser importante para
mí como ya lo es para el sistema económico . Y es
que ,parodiando a Primo Levy "un ser deshumanizado y un sistema
inhumano difunden y extienden su inhumanidad en todas direcciones
y especialmente hacia abajo" (cfr. Primo Levy: los hundidos y los
salvados). De esta manera se construye un individuo
des-actualizado, des-relacionado. Des-referenciado

Martín Buber escribía en su célebre
"yo-tu" que los seres verdaderos son vividos en la actualidad,
mientras los objetos lo son en el pasado, la "actualidad" implica
siempre relación y esa es la manera de encontrarse. La
deshumanización implica por el contrario
des-actualización con el otro "mi próximo" y por
tanto su "objetualización". Una vez que he objetualizado
al otro, que lo he deshumanizado, se abre la veda para la
violencia.

B) Un mecanismo psicológico referido a la
incapacidad para para procesar adecuadamente la capacidad de amar
y valer , bien por exceso, bien por defecto. Tanto en un caso
como en otro caso se genera violencia. Los referentes de persona
triunfadora que presenta el modelo actual
, favorecen un individualismo hobbesiano, y una competitividad
feroz que acaba destruyendo redes afectivas, generando
frustración y ansiedad permanentes y convirtiendo a los
vecinos en desconocidos, y a compañeros de trabajo en
contrincantes.

c) Un mecanismo cultural que da coherencia a lo anterior
a través de la universalización de unos nuevos
modelos y pautas pseudoculturales basadas en la inmediatez de lo
inmediato y en la superficialidad de las relaciones, que enlaza
además con los afectos y desafectos de carácter
psicológico y que convierte a la persona en un puro
cóctel de sensaciones. Todo ello con el fin de que el
individuo construya sus creencias y opciones vitales desde la
identificación de felicidad con un consumo de
bienes y
estimulos, de manera que cuando esta realidad no se consigue la
persona se frustra y su agresividad se transforma en
violencia

3. Violencia Política. Es aquella
que surge de los grupos organizados ya sea que estén en el
poder o no. El estilo tradicional del ejercicio político,
la indiferencia del ciudadano común ante los
acontecimientos del país, la no participación en
las decisiones, así como la existencia de las llamadas
coimas como: manejo de algunas instituciones
y las prácticas de Nepotismo institucional. También
la violencia producida por la respuesta de los grupos alzados en
armas.

No se puede entender el problema de la violencia
política sin conceptuar a la política como la
organización y aplicación sistemática de
determinadas relaciones de poder, como la articulación de
un conjunto de medios para la
consecución y la preservación de éste. La
política organiza el poder, le otorga forma estatal y
viabiliza un proyecto
socio-económico de clase. En este marco, la violencia es
parte activa de la estructura
social, no es sólo un instrumento o medio de lucha,
sino sobre todo un modo de conflicto.

El surgimiento de la violencia política
está estrechamente vinculado al desarrollo de la propiedad
privada, y es sólo en el transcurso de la
consolidación histórica de ésta, que la
violencia se transforma en manifestación específica
de poder social. En otras palabras, posee una base material
concreta y no es una constante histórica, por lo tanto es
factible su desaparición en una fase superior del desarrollo
humano, cuando sea eliminado todo tipo de explotación
pues -como señalara Engels- "el poder, la violencia, no es
más que el medio, mientras que la ventaja económica
es el fin" (1).

Cuando la ventaja económica, la ganancia, deje de
ser la principal motivación
de la producción material, cuando el fin de la
actividad económica sea la satisfacción de las
necesidades del hombre, y no el mero lucro, allí se
crearán las condiciones básicas para la
extinción definitiva de la violencia
política.

No obstante, esta posibilidad histórica se
vislumbra lejana, y la violencia continúa siendo
componente central de todo el sistema de dominación. De
allí que la clase en el poder requiera -a todo nivel- de
estructuras
que le permitan organizar el control social, minimizar los
riesgos de un
cuestionamiento revolucionario de la sociedad, y garantizar las
condiciones para la reproducción ampliada del poder y del
sistema en su conjunto. En esto el Estado
desempeña un rol crucial.

Estado y violencia política

El principal organizador y concentrador de la violencia
estructural es el Estado, de manera que cualquier intento por
legitimar y justificar la violencia ejercida por la clase en el
poder, pasa por legitimar el Estado. El objetivo básico
que se persigue es despolitizar, desideologizar y neutralizar el
Estado, presentarlo como el sintetizador del "bien común"
y garante de la "ley y el orden". Para ello es imperativo la
imposición de una visión histórica de la
naturaleza
humana, la sociedad y elaborando, simultáneamente,
conceptos abstractos de nación,
interés
nacional, estabilidad y paz social.

Este tipo de Estado se justificaría por el
posible "caos" que devendría en la sociedad humana por el
hecho de su inexistencia. Fenómeno que hace más de
tres siglos ya debatían los grandes pensadores filósofos y políticos. Según
esta corriente teórica -que de una u otra forma sigue
vigente- la naturaleza humana es esencialmente egoísta y
utilitaria, cada ser lucha por su propia subsistencia, por la
satisfacción de sus propios intereses, lo que
inevitablemente le lleva a la confrontación permanente con
otros seres humanos.

Esta situación es la que Hobbes (2)
describiera como "la guerra de
todos contra todos". Situación superable sólo con
apego a un ente no-utilitario, a un órgano que no buscase
la satisfacción de intereses particulares, sino que
comunes, generales. De allí surge la noción
básica y la materialización del concepto del
Estado actual como el único capaz de imponer el orden en
medio del "caos natural". Es decir, ser un "administrador
neutro del conflicto social".

Dicha tesis amerita
al menos dos consideraciones. En primer lugar, la naturaleza
humana no es egoísta, ni altruista, ni agresiva ni
pacífica, ni buena ni mala en si misma, sino que
simplemente sintetiza el sistema de relaciones sociales
prevaleciente en un momento histórico
determinado.

La esencia humana en abstracto no existe, esta es
concreta y, por sobre todo, dinámica, cambiante, de modo que la
hipótesis de una situación natural
de guerra permanente solo sirve para justificar la
creación y consolidación de un complejo aparato de
dominación de clase como es el Estado (analícese,
en un grado menor, la lucha contra la delincuencia),
además de proyectar la idea de la imposibilidad de
transformar el sistema o luchar por una sociedad igualitaria,
puesto que el ser humano sería individualista y
egoísta en esencia y jamás podría
cambiar.

En segundo lugar, es necesario puntualizar que el Estado
no es un ente que esté por sobre las clases y la sociedad.
Ninguna institución es neutra o poseedora de poder propio,
más bien expresa poder social de clase. Es por ello que
conceptos y prácticas tales como orden, legalidad,
estabilidad, paz social, civilismo, etc., son de carácter
tan determinado; la sociedad virtual no existe, ni ha existido,
solo existe la sociedad históricamente concreta, de manera
que el orden y la estabilidad que se defiende hoy, es el orden y
la estabilidad del neoliberalismo. El Estado no es ningún
sintetizador del bien común y del interés de un
país, sino que de violencia política y, por
consiguiente, de poder de un sector de la sociedad sobre
otro.

La dimensión ideológica de la
violencia

Históricamente a través de diversos medios
de socialización -la estructura educacional,
los medios de comunicación, entre otros-, la clase
dominante ha ido configurando un sistema de valores, normas, conceptos
y categorías tendientes a justificar su dominio: su
preponderancia monopólica a regir los destinos de la
humanidad, sus instancias de organización y la vida de los
individuos. Medios entre los cuales la autentificación del
uso de la violencia en sus diferentes formas por parte del
Estado, su institucionalidad, sus fuerzas armadas y policiales,
han sido una constante.

Esta manipulación ideológica se ha
sostenido en tres ejes esenciales:

a) Ocultar la violencia estructural propiamente
tal.

b) Legitimar la represión
institucional.

c) Deslegitimar toda violencia
social contra el sistema.

La violencia es inherente a una estructura social
injusta, a un orden social basado en la explotación del
trabajo por el capital, en la
exclusión y marginación económica, social y
cultural de vastos sectores de la sociedad. De hecho la violencia
no se reduce únicamente a su manifestación
más ostensible, a su forma represiva.

Esta última es sólo una vía que
permite mantener maniobrando y desarrollándose a la
violencia estructural en su conjunto, al capitalismo.
Es por ello que Marx y Engels
señalaron la existencia de un virtual estado de guerra
entre patrones y trabajadores (3), en otras palabras, criticaban
la influencia de la violencia económica y de cómo
ésta se reproduce a través de todo el sistema
consolidándose como violencia estructural.

Mas este modo de abordar el problema no es prerrogativa
exclusiva de los clásicos del Marxismo,
también -y básicamente a partir de la
encíclica Populorum Progressio- la Iglesia
Católica, en particular el Movimiento de la
Teología de la Liberación, manifestó sin
ambigüedad, que "la violencia originaria, raíz y
principio de todas las demás violencias sociales, es la
llamada violencia estructural, la injusticia de las estructuras
sociales, sancionada por un orden legal injusto y orden cultural
ideologizado, que como tales constituyen la
institucionalización de la injusticia" (4).

El ocultamiento de la violencia estructural requiere
imponer la idea de la libertad del individuo, de la igualdad de
oportunidades, de los beneficios de un mercado abierto a
la libre competencia. El
esquema de valores imperantes reproduce sistemáticamente
la idea de que los pobres, los marginados, son tales sólo
debido a la mala suerte de haber nacido pobres o a su propia
impericia, a su falta de creatividad y
esfuerzos personales. Entonces la injusticia no es tal, pues las
naturales diferencias sociales no son más que el resultado
de las leyes de funcionamiento del mercado, leyes, que
según se argumenta, no responden a los intereses de nadie
en particular. Obviamente entonces, al negarse la injusticia
social, se está negando también la violencia
estructural.

Bajo este marco conceptual surgen las nociones de
violencia directa (represiva) y violencia indirecta
(estructural). Donde producto de la manipulación y
desinformación ideológica, se tiende adscribir un
carácter significativamente más negativo a la
violencia directa que a la indirecta; se condena el destrozo de
la propiedad pública y privada, un secuestro, un atentado,
pero no ocurre lo mismo con la miseria, la pobreza, la
carencia de vivienda o salud. O, dicho de otra
manera, se considera social y culturalmente peor, matar que dejar
morir. La clase en el poder juega con la sicología de las
personas, con sus emociones y decepciones, a fin de encauzar
cualquier signo de descontento, diluir y desviar la
atención del impacto de cualquier violencia
estructural.

Junto con la legitimación ideológica y
política de la existencia y el recurso de las distintas
formas de coacción, se deslegítima todo intento de
organización popular de la violencia. A pesar que en los
discursos
oficialistas es frecuente la condena de la violencia "venga de
donde venga", en la práctica se busca neutralizar o
desarticular únicamente su desarrollo en la base, su forma
auto-defensiva u ofensiva, especialmente aquella que se puede
erigir como alternativa de lucha política, militar o
social.

En consecuencia, la naturaleza clasista del proceso en
marcha instituye que la violencia ejercida por el sistema es
positiva y necesaria. Es decir, toda consideración
moral acerca
de la violencia política, tiene que ver con el sistema de
valores que éste estime necesario para lograr la
estabilidad del mismo. Por eso se critica el uso de la violencia
en política, en la misma medida que se crean organismos de
seguridad y de lucha antisubversiva, y aumentan los presupuestos
de las fuerzas armadas y de orden. Así se ha ido
estableciendo una relación arbitraria entre democracia y
paz por un lado y cambio y violencia por otro.

En este contexto ideológico es que surge una
inevitable interrogante: ¿Existe una forma ética de
ejercer la violencia? Está claro que de aceptarse el
sistema de valores imperantes, como el único referente
para medir lo positivo o lo negativo, lo bueno y lo malo del
recurso de la violencia, la conclusión será siempre
la misma: la violencia ejercida por la base social será
siempre reprobable. Sin embargo, si ponemos el punto del análisis en otro ámbito, sí
logramos trascender el límite de la moral
general y vaga para reconstruir desde el pueblo -los
verdaderamente afectados por ésta-, valores
morales y nociones éticas que expresen la necesidad
histórica del cambio social, y muy especialmente, que
desmitifique el uso de la violencia por parte de las masas,
ubicándola en su justo contexto como fenómeno
socio-político, el centro del problema cambia:

La violencia es moralmente válida y
políticamente viable, en la medida que se corresponde con
la dirección principal del movimiento
histórico, al cambio social necesario para erradicar
primero parcial y luego definitivamente la violencia estructural
creada por el sistema capitalista.

La forma ética de ejercer la violencia
está en ponerla al servicio de
las mayorías populares, al servicio del cambio social y de
la dignidad
humana.

La violencia revolucionaria es una forma
específica de manifestación ética, pues
ésta no persigue la destrucción del ser humano y su
entorno, ni su sometimiento, sino que es un período muy
breve de la actividad por las transformaciones, sólo un
momento histórico; no es un fin sino uno de los medios
disponibles para desplegar la multifacética lucha por el
poder popular.

La violencia revolucionaria tiene un rango cualitativo,
destruye para construir un sistema justo que nos encamine hacia
una nueva sociedad.

4. Violencia Socio-económica. Que es
reflejada en situaciones de pobreza y marginalidad de
grandes grupos de la población: desempleo,
subempleo, informalidad; todo esto básicamente reflejado
en la falta o desigualdad de oportunidad de acceso a la educación y la
salud. Además está la violencia
"socio-económica o estructural", que constantemente
provoca violencia en quienes la padecen y la desahogan sobre las
personas vulnerables más cercanas, física y
emocionalmente, como las esposas e hijos. Esta violencia es
generada por el desempleo, el alto costo de la
manutención y la vivienda familiar; la angustia por la
creciente inseguridad,
agresión y temor de la delincuencia; los insoportables
niveles de ruido,
insalubridad y contaminación ecológica, etc.
Violencia socio-económica que es reforzada con las formas
burdas y sutíles de machismo, violencia y sexismo
frenético, que constantemente trasmiten los medios
audiovisuales. En una sociedad así, que genera y cohonesta
tanta violencia, ¿pueden sus miembros ser no violentos?
Ante ello, urge difundir programas eficaces de cooperación
entre el Estado y sectores privados, que ataquen la violencia por
todos los flancos. Desde políticas
económicas que logren mejores condiciones de vida para las
familias costarricenses, hasta campañas inteligentes de
concientización en todos los centros de educación, iglesias y
demás entidades de bienestar social; y, sobre todo, a
través de los medios audiovisuales. Hay que utilizar
creativamente todos los medios para impedir la violencia,
especialmente contra las personas más
vulnerables.

5 Violencia Cultural. La existencia de un
Perú oficial y un Perú profundo (comunidades
nativas y campesinas), son distorsiones de los valores de
identidad
nacional y facilitan estilos de vida poco saludables.
Llegados aquí cabe preguntarse qué es lo que hace
que la pobreza se mantenga e incluso se acepte. Hay razones de
funcionalidad -sirve para mantener los sistemas sociales
en que se da- y estructurales -forma parte de la estructura de
poder que se autorreproduce-, pero también
ideológicas o culturales. De hecho, todas las sociedades
producen explicaciones de la existencia de la pobreza que guardan
relación directa con (o incluso forman parte de) las
diferentes formas que adopta la violencia cultural.

Es conocido que las religiones, en sus versiones
de "opio del pueblo" o de "teología de la sumisión"
que no las agotan, pueden convertirse en un mecanismo de
justificación de la existencia de la pobreza. Lo mismo
puede decirse de las ideologías
políticas.

El neoliberalismo -que achaca la pobreza a la falta de
interés por parte de los pobres- y el marxismo -que reduce
en última instancia el fenómeno a la
explotación del hombre por el hombre y,
por ende, al tema de la propiedad privada- han sido dos ejemplos
bien visibles, aunque con alguna diferencia entre sí. El
neoliberalismo ha producido más pobreza, pero no la ha
negado. Se ha procurado, eso sí, invisibilizaria o
trasformar a los pobres en habitantes de campos de
concentración, guetos o zonas rodeadas por muros de
hormigón.

El marxismo, en cambio, negó la existencia de
pobreza en los países del Este una vez suprimida la
propiedad privada. Como no podía haber pobreza, no la
había. En algunos casos, incluso la palabra pobreza
desapareció. Pero no los pobres.

En general, la violencia cultural se produce cuando se
obliga a las personas a que o no vean el problema o a que
dispongan de explicaciones para el mismo pero mantengan la
situación. La relativa ausencia de discusión de
estos asuntos, por un lado, y su tratamiento habitual cuando
llegan a los medios de
comunicación, por otro, son ejemplos de violencia
ultural. Piénsese, si no, en la forma con que, con
frecuencia, se trata la pobreza en la prensa (sobre
todo cuando, de hecho, consiguen achacar toda la culpa al pobre
mismo) y se tendrá una idea de lo que se quiere
decir.

 Amenaza para la paz

Los retos para la paz en los próximos
años, mientras el conflicto Norte-Sur sea el dominante,
tienen diversas fuentes, pero
una de ellas es la pobreza como catalizadora o como sustentadora
de conflictos armados. La correlación entre régimen
no democrático y belicosidad es, a pesar de fundamentarse
en la "paz perpetua" kantiana, una correlación espuria: es
la pobreza de las naciones la que explica,
simultáneamente, la ausencia de instituciones
democráticas y la propensión a iniciar una
agresión bélica.

Los procesos de
polarización social que acompañan al naufragio del
desarrollo tienen salidas bien conocidas. Una es negarlos,
haciendo creer a la gente, recurriendo a la violencia cultural,
que todos formamos un sólo grupo sin distinciones. Eso, en
otras palabras, se llama nacionalismo y
su difusión tiene que ver, entre otros factores, con la
extensión de la pobreza: el nacionalismo consigue negar
que haya ganadores y perdedores en el sistema social ya que todos
"somos una nación". Otra salida ante la
polarización es la de anunciar su supresión en un
futuro glorioso en el que todos, ganadores y perdedores, nos
encontraremos como hermanos. La diferencia entre este milenarismo
y el nacionalismo es su perspectiva de futuro: el primero se
proyecta hacia un futuro lejano pero brillante, mientras el
segundo tiene como modelo un pasado normalmente
tergiversado.

Existe también la posibilidad de superar la
descomposición social que significa el empobrecimiento y
su correlativo enriquecimiento mediante un chivo expiatorio que,
ajeno al grupo, permita proyectar sobre él frustraciones y
agresividades. El racismo es una de
sus manifestaciones.

Todos estos mecanismos de defensa tienen en común
su carácter potencialmente violento, sobre todo en la
medida en que se presentan combinados como en el caso del
nazismo
nacionalista, milenarista y xenófobo (no sólo
antisemita). Una vez que se han puesto en movimiento, es posible
investigar sobre los medios para detener la violencia que
generan, y para hacer la paz y mantenerla. Pero investigar para
la paz es también investigar sobre las raíces de la
violencia . Y la pobreza es una de ellas. Construir la paz es
también reducir la pobreza.

6. Violencia Delincuencial. Robo, estafa,
narcotráfico, es decir, conductas que
asumen medios ilegítimos para alcanzar bienes materiales.
Toda forma de conducta individual u organizada que rompe las
reglas sociales establecidas para vivir en grupo. establecido no
ayuda a resolver los problemas. Todos sueñan con el modelo
que les vende la sociedad, el éxito
fácil. Pero ser un profesional idóneo o un
técnico calificado requiere de esfuerzo y
preparación. Requiere desarrollar recursos internos y
metas. Los jóvenes de nuestro país tienen
oportunidades de orientación y canalización de sus
frustraciones y en esto dependen de sus familias, la escuela y las
instituciones; la responsabilidad es de todos. Es decir, las
expresiones de violencia sin futuro y sin horizontes pueden
cambiar.

En la actual situación de violencia
delincuencial, en Perú, lo relevante no es el incremento
de las tasas sino el aumento de la letalidad de las agresiones.
Lo cual se expresa en el aumento de los homicidios y
de los robos a mano armada. Tal reforzamiento del contenido
violento de la delincuencia se produce en un contexto en el cual
el Estado muestra su mayor ineficiencia; tanto en lo atinente al
aparato policial (incapacidad para atender las denuncias,
procesarlas y capturar a los delincuentes), como al sistema
judicial (lentitud y negligencia en la imposición de las
penas).

La impunidad
propicia que la sociedad se llene de miedo y que la
percepción del peligro condicione la vida cotidiana. El
estado anímico provocado conduce a la privatización e informalización de
la protección, a través de la utilización de
diferentes estrategias,
entre las cuales destacan el cierre de los espacios residenciales
– amurallamiento –, la contratación de
vigilantes y, en el caso extremo, la afiliación a organizaciones
ilegales que ofrecen seguridad de personas y bienes.

Estas modalidades de protección no pueden ser
estudiadas dentro de la concepción clásica del
control social; porque no están referidas a una
política que toma la prevención en función
del ejercicio de un control socializador, en el cual el individuo
desviado es considerado como el objetivo principal de la
intervención. Más bien, se refieren a la
expectativa de la disminución del riesgo de que
situaciones relacionadas con la violencia delincuencial afecten
la vida privada.

LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA VIOLENCIA

LA TELEVISIÓN

Cada vez más la tecnología
está brindando insospechadas posibilidades materiales a la
comunicación social; desde la
aparición de la telefonía hasta el satélite Telstar,
es prodigioso el progreso que se ha alcanzado en el
perfeccionamiento de los medios de
comunicación, mediante la incorporación de los
mas avanzados aportes de la ciencia y
de la tecnología contemporáneas.

Pero, por grande que sea la perfección alcanzada
por esos medios, por sí solos no constituyen la realidad
básica de la
comunicación, el hecho social que entraña. Son
tan sólo eso: medios o instrumentos. El proceso de la
comunicación involucra la intervención de otros
elementos, fundamentalmente humanos, desde el hombre como
protagonista de la noticia, del acontecer, y el captador,
intérprete y transmisor de ese acontecer, hasta el
receptor y el medio humano-social en que este proyecta los
efectos del mensaje recibido.

La palabra comunicación desde un punto de vista
etimológico, deriva de los vocablos latinos comunicarse y
comunicativo. Significa "acción mediante la cual lo que
era propio y exclusivo de uno viene a ser participado por
otros".

Un filólogo italiano, Niccoló Tommaseo, en
su Diccionario,
define la comunicación de la siguiente manera:

"Hacer común algo con otros, y hacerse
partícipe o entrar a formar parte de algo. Y nosotros
podemos hacer común a los otros nuestros pensamientos, los
conocimientos, dar noticia de algo a los otros, conversar con una
persona o más: y en todos estos casos decimos
comunicar…

Comunicar, entonces, es algo más que informar: es
Informar y significar, transmitir notificaciones de hechos, y a
la vez hacer compartir sentimientos e ideas a un receptor
Señalemos, finalmente, lo que con toda claridad ha
puntualizado David K. Berlo, y que consideramos fundamental para
definir con exactitud el concepto de
comunicación:

"Toda comunicación tiene su objetivo, su meta, o
sea, producir una respuesta".

En la actualidad, en la
televisión todo esta permitido. Cualquier
monstruosidad tiene espacio.

La imagen de las
relaciones familiares que la televisión
martillea constantemente, está lejos de ser tranquila,
fluida o agradable. Mucho menos edificante o
educadora.

Antes bien, contiene pesadillas donde la
perturbación, la anomalía y la angustia asolan los
hogares. Incesantemente llueven tragedias morbosas.

Violaciones, escenas de dormitorio se repiten
incansablemente en películas, tiras y unitarios; las malas
palabras se distribuyen por toda la programación. La infidelidad conyugal es
presentada como siendo el eje de las actividades de los esposos.
La indiferencia y el desprecio, cuando no el odio y el crimen,
reemplazan al amor
recíproco padres-hijos. El "amor libre" y las relaciones
extra conyugales y prematrimoniales son idelizadas. El sadismo y
la crueldad, la vulgaridad y la chabacanería, el incesto y
la violación, la
drogadicción y la criminalidad, y hasta el parricidio
y el filicidio se disputan los espacios nobles y no
nobles.

Debemos de recocer la verdad de las palabras de esta
psicóloga en el sentido que solo bastaría tomar
como referencia algunos programas de televisión abierta como lo son LOS SIMPSON
los cuales os grados de violencia aun cuñado sean con
humor no son recordables para los menores de 12 años por
su grado de abstracción y de ser un programa que
tiene como fin ser una critica a la sociedad anglosajona es un
foco de violencia que los menores ven como si fuera lago normal y
continua diciendo la psicóloga española

Otro ejemplo de dibujos
animados violentos es South Park o Dragon Ball Z.

Donde se ve su anti-hogar el cual es obsceno y esta
lleno de peleas y de insultos . Su anti-lenguaje y sus
anti-modales los cuales se basan en groserias y comportamientos
salvajes: cuando se pelean lo que dicen es " mierda, marica,
cállate hijo de …..". Sus costumbres son todo lo opuesto
a una relacion de familia. Son capaces de eructar, masturbarse,
decir obscenidades y pasar por una sesión de
sadomasoquismo ante las cámaras.

Además en estos últimos años se han
comenzado ha realizar programas de otro tipo, en donde las
personas comunes y corrientes son los protagonistas: estos son
los reality shows. El objetivo de estos programas es bien claro:
capturar la vida privada y hacer público lo que antes
permanecía en cuatro paredes. Cuanto más
íntimo es el fenómeno, más atractivo.
Algunos ejemplos de estos son Laura Bozo, Laura León,
Expedición Robinson, Confianza Ciega, etc. Una de las
críticas más frecuentes a este tipo de programas es
la edición. Los mismos protagonistas, aseguran
que, a veces, por hacer más jugoso un programa se fuerzan
escenas o se evita mostrar determinadas situaciones.

Además se exhiben continuamente escenas de
violencia y sexo, sin faltar las malas palabras. Los
protagonistas de estos "experimentos"
critican a la buena libremente, concretan todo tipo de
provocaciones ante las cámaras, juzgan talentos y
virtudes, rinden culto al ocio extendido, no les preocupa su
estado físico, son despiadados en los confesionarios (en
el caso de Gran Hermano), se tocan mucho, mantienen
diálogos intrascendentes, lloran todo el tiempo,
etc.

Podemos concluir que los medios de comunicación
en general desde la televisión hasta el radio SI
CONTRIBULLEN A LA VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD.

FORMAS DE MALTRATO EN LA VIOLENCIA
FAMILIAR

La violencia existe, esto es una verdad innegable, el
ser humano tiene dentro de sí el impulso que lo lleva a
desear el poder y el control de su medio ambiente
social y natural. Cuando ambas tendencias se conjugan el hombre y
la mujer actúan imponiendo la ley del mas fuerte. Esto nos
ha llevado al exterminio de animales,
plantas, medio
ambientes y civilizaciones humanas completas.

Sin embargo cuando es capaz de sublimar estos impulsos,
los logros son espectaculares, la violencia se torna en un
impulso creador capaz de inventarlo todo, y el deseo de poder y
control en una capacidad de inventiva que nos llevara a las
estrellas.

Dentro del núcleo familiar, base de la sociedad,
se dan estos mismos fenómenos en torno a las
relaciones interpersonales, tanto entre los diferentes estratos
de edades como entre los sexuales, dependientes de la familia de
origen, etc. Una de las tareas fundamentales de la familia es la
educación y crianza de los hijos. La forma en la que se ha
dado esta educación y en la que se aplica la disciplina ha
variado enormemente a lo largo de la historia humana, no es
difícil imaginar al hombre prehistórico golpeando o
mordiendo a su hijo, tal y como lo hace el lobo con su
cría cuando le enseña una
lección.

Conforme evoluciona la civilización, la
conceptualización de la disciplina y la educación
se mueven con ella, los ejemplos son extremos, en la antigua
Roma, cuna de las
leyes y de la civilización occidental se consideraba a los
niños propiedad absoluta de los padres pudiendo estos
disponer incluso de sus vidas; contrastemos esto con la actual
legislación Sueca donde el golpear a un niño
conlleva consecuencias jurídicas. Desde luego en ambos
ejemplos y en todas las sociedades la manera de aplicar la
disciplina varia de familia en familia, e incluso entre padre y
madre.

Maltrato Físico.

Se ejerce mediante la fuerza
física en forma de golpes, empujones, patadas y lesiones
provocadas con diversos objetos o armas. Puede ser cotidiana o
cíclica, en la que se combinan momentos de violencia
física con periodos de tranquilidad. En ocasiones suele
terminar en suicidio u
homicidio. El maltrato físico se detecta por la presencia
de magulladuras, heridas, quemaduras, moratones, fracturas,
dislocaciones, cortes, pinchazos, lesiones internas, asfixia o
ahogamientos.

1. Lesiones físicas graves: fracturas de huesos,
hemorragias, lesiones internas, quemaduras, envenenamiento,
hematomas subdurales, etc.Lesiones que pones ponen en peligro la
vida de la persona agredida.

2. Lesiones físicas menores o sin lesiones: No
requieren atención médica y no ponen en peligro la
salud física del menor.

Maltrato Emocional.

Los factores que influyen en el abuso psicológico
son muy variados: emocionales, económicos, sociales, etc.
La mujer se ve dominada por el varón, quien la humilla en
la intimidad y públicamente, limita su libertad de
movimiento y la disposición de los bienes
comunes.

Resulta complicado detectar este tipo de abuso, aunque
se evidencia a largo plazo en las secuelas psicológicas.
En este caso la violencia se ejerce mediante insultos,
vejaciones, crueldad mental, gritos, desprecio, intolerancia,
humillación en público, castigos o amenazas de
abandono. Conduce sistemáticamente a la depresión
y, en ocasiones, al suicidio.

La gravedad de estos abusos varía en virtud del
grado de violencia ejercida sobre la mujer y normalmente se
combinan varios tipos de abuso, ya que dentro del maltrato
físico siempre hay un maltrato psicológico.
Según indica la psicóloga Alejandra Favieres, del
Servicio de Atención a la Mujer en Crisis, de los
Servicios Sociales de la Mancomunidad de los Pinares, en Madrid, el
maltrato psicológico es mucho peor que el maltrato
físico.

"Evidentemente, el maltrato físico severo puede
dejar secuelas muy graves, como rotura de bazo o pérdida
de audición, pero las secuelas psicológicas son las
que más perduran. Es difícil que la mujer
identifique el maltrato psicológico cuando éste es
muy sutil", explica Favieres.

1. Rechazar: Implica conductas de abandono. Los padres
rechazan las expresiones espontáneas del niño, sus
gestos de cariño; desaprueban sus iniciativas y no lo
incluyen en las actividades familiares.

2. Aterrorizar: Amenazar al niño con un castigo
extremo o con un siniestro, creando en él una
sensación de constante amenaza.

3. Ignorar: Se refiere a la falta de disponibilidad de
los padres para con el niño. El padre está
preocupado por sí mismo y es incapaz de responder a las
conductas del niño.

4. Aislar al menor: Privar al niño de las
oportunidades para establecer relaciones sociales.

5. Someter al niño a un medio donde prevalece la
corrupción: Impedir la normal integración del niño, reforzando
pautas de conductas antisociales.

Maltrato por Negligencia.

Este maltrato supone la no atención de las
necesidades básicas del niño,como podría
ser: alimentación, higiene,
seguridad física, aprendizaje del
lenguaje y desarrollo de la locomoción, entre
otros.

Se priva al niño de los cuidados básicos,
aún teniendo los medios económicos; se posterga o
descuida la atención de la salud, educación,
alimentación, protección, etc. Es privar a los
niños o niñas de los elementos básicos
necesarios para garantizar su desarrollo armónico e
integral: es decir, de alimentación, educación,
salud, cuidado, afecto, entre otros.

Factores de Riesgo :

Del niño o de la niña: De la familia o de
sus miembros:

Niños o niñas con enfermedades
crónicas.

Discapacitados física o mentalmente.

Niños o niñas pasivos, hiperactivos o
rebeldes.

Sexo del niño, que no satisface las expectativas
de los padres. Bajo nivel educativo de los padres.

Pobreza o miseria.

Familias monoparentales o madres soltera Elevado
número de personas por hogar.

Desconocimiento de los servicios sociales del
Estado.

Embarazo no deseado.

Situaciones conflictivas de la pareja

Enfermedad mental, adicciones o
situaciones depresivas.

Débiles lazos afectivos entre los padres o
responsables del niño (a).

Pautas de crianza inadecuadas.

Sociales:

Patrones culturales que subvaloran al
niño.

Ausencia de redes sociales de apoyo.

Desempleo, inestabilidad laboral o
económica

Descuido deliberado en el período de
gestación, por parte de la madre o demás miembros
de la familia.

Exclusión forzada del niño (a),
dejándolo en instituciones públicas o en la
calle.

Salida del hogar, parcial o definitiva, de los
responsables del niño(a) dejándolo
desprotegido.

No participación de la familia en las redes de
solidaridad
vecinal, veredal o barrial.

Lazos vecinales y comunitarios, débiles o
conflictivos

Pobreza y desempleo generalizados.

Descomposición social.

Mendicidad.

Tolerancia de la comunidad frente al
maltrato.

Cómo reconocerlo:

Retardo en el desarrollo psicomotor

Desnutrición.

Diarrea, infección respiratorias y en
piel

Mal estado de la dentadura.

Accidentalidad previsible y prevenible

Descuido con objetos y sustancias peligrosas.

Dificultades de aprendizaje Incapacidad de expresar
afecto.

Llanto injustificado

Trastornos del habla.

Higiene personal inadecuada

Ausencia de cuidados médicos
mínimos.

Desescolarización o bajo rendimiento
escolar

Depresión o Agresividad.

Descuido en las relaciones sociales que el niño
establece, tipo de actividades que realiza.

Falta de aplicación de normas de
comportamiento

Falta de estímulos afectivos, intelectuales
y sociales que desarrollen las potencialidades del niño
(a).

Niños que no son llevados a control
médico, de vacunación y demás servicios de
salud.

MALTRATADORES.

Socialmente no hay un prototipo de maltratador; puede
ser de clase alta o baja, con estudios o sin ellos, joven o
viejo. «Es un perfil plano», dice Bonino, que trata a
unos 50 de estos hombres al año. Su conducta no tiene por
qué estar ligada al consumo de alcohol o
drogas -en el
80% de los caso no lo está- y tampoco a desviaciones
psíquicas.

En contra de lo que pueda parecer, la mayor parte de los
agresores no son enfermos mentales. Según Enrique
Echeburúa, catedrático de Psicología
Clínica de la Universidad del
País Vasco y pionero en España en
la aplicación de terapias a hombres maltratadores,
«el 20% de ellos sí presenta un trastorno mental
alcoholismo,
esquizofrenia
paranoide, trastorno delirante…-. Pero el 80% son
‘normales’; no existe un trastorno grave, aunque
sí presentan alteraciones de la
personalidad y cognitivas, como un machismo extremo o la
justificación del uso de la violencia para resolver
problemas».

«Lo único que tienen en común es que
son hombres y que tienen muy interiorizada la idea de que la
mujer está a su disponibilidad», afirma Bonino.
Según asimilen más o menos esta idea se
convertirán en un tipo diferente de agresor: asesinos,
violentos físicos o psicológicos,
controladores… En ocasiones los hombres con mayor status
social y cultural recurren a formas más sutiles de
violencia, como la psicológica, mientras que los que
tienen un nivel cultural menor optan directamente por los
golpes.

La mayoría no son agresivos de forma habitual.
Ejercen su violencia de forma selectiva, sólo con su
mujer. Por eso es tan difícil reconocerlos. Además,
desarrollan una especie de doble personalidad
«hacen lo que corresponde hacer a un hombre cuando
están en público: tratar bien a su mujer; pero son
unos tiranos en privado», según Bonino. «Esta
doble fachada es más acusada en los maltratadores que
ejercen violencia física».

Además suelen presentarse a sí mismos como
víctimas. «Discutimos y ella me dijo que no
aguantaba más y que se iba. Yo la empujé y se
cayó». Así describe un ingeniero de 28
años una de las agresiones a su pareja. «Tuvimos un
desencuentro, le grité y se asustó»,
«me provocó», «si se hubiese quedado
callada no habría pasado nada», dicen
otros.

Los valores machistas que imperan en la sociedad han
calado hondo en estos hombres, llevándoles a extremos
límite. Muchos incluso sufrieron maltratos en su infancia
y han interiorizado la violencia como un comportamiento normal.
Los golpes y los gritos son su único recurso. La
única forma de enfrentarse a una vida que no transcurre
como a ellos les gustaría.

¿Quiénes son maltratadores?

Son todas aquellas personas que cometen actos violentos
hacia su pareja o hijos; también puede ser hacia otros en
general.

¿Por qué maltratan?

Porque no saben querer, no saben comprender, no saben
respetar.

¿Qué características tienen los
maltratadores?

1. Tienen baja autoestima.

2. No controlan sus impulsos.

3. Fueron víctimas de maltrato en su
niñez.

4. No saben expresar afecto.

¿Qué características tienen los
maltratados?

1. Tienen baja autoestima.

2. Sumisos.

3. Conformistas.

4. Fueron víctimas de maltrato.

5. No expresan su afecto.

¿Qué se debe hacer para no llegar al
maltrato?

Aprender a:

– Comprenderse.

– Comunicarse con calidez y afecto.

– Respetarse.

  • Dominar sus impulsos (ira, cólera).

VIOLENCIA FAMILIAR : SU PROBLEMÁTICA Y
LEGISLACIÓN EN EL PERÚ

 La violencia familiar y, en general toda forma de
violencia contra la mujer, es un problema muy extendido en el
Perú. Según un estudio de la OMS del 2002, en diez
países del mundo, el Perú resultó ser el
más violento contra la mujer. De las veinte ciudades
estudiadas Cusco es la más violenta con un 69% de mujeres
violentadas por lo menos una vez en su vida y Villa el Salvador
la cuarta, con un 51% de mujeres violentadas.

La violencia física, sexual y/o
psicológica no sólo tiene un impacto negativo en la
salud de los afectados directa e indirectamente, sino
también es un grave problema de seguridad
ciudadana, pues pone en peligro la integridad, la seguridad y
la vida de las mujeres sometidas a ella.

La ausencia de mecanismos adecuados para frenar esta
forma de violencia, vulnera además el derecho de las
mujeres y de las niñas y niños a acceder a una
pronta y rápida justicia.
Revertir esta situación demanda una
atención urgente de parte de las autoridades y debe ser
asumida como compromiso de primera importancia del próximo
gobierno.

Para entender la lógica
violenta de tantos compatriotas, el Instituto de Defensa Legal
invitó al doctor Miguel Ramos Padilla, catedrático
de la Facultad de Salud Pública y Administración de la Universidad Peruana
Cayetano Heredia a que presentará su obra "Masculinidad y
Violencia Conyugal. Experiencias de vida de hombres de sectores
populares de Lima y Cusco" y también le solicitaron
responder a la siguiente pregunta:

¿Cuáles deberían ser las medidas
prioritarias del próximo gobierno para frenar los
altísimos índices de violencia física,
sexual y emocional que ejercen los varones peruanos en sus
relaciones de pareja?

La presentación fue comentada Gina Yánez,
directora del Movimiento Miguel Ramos y por la Capitana PNP
Carmen Aponte, Comisaría de Mujeres en Villa el Salvador.
También asistió la Presidenta de la Sala de Familia
de la Corte Superior de Lima, representantes de la Fiscal de la
Nación y de los Ministros de Educación, Salud e
Interior y del Director General de la Policía Nacional,
así como representantes de organizaciones de
mujeres.

Para Miguel Ramos el contexto social y familiar de los
victimarios cumple un papel fundamental. Sin embargo, el recurso
a la violencia no solo depende de conductas aprendidas, sino que
forma parte de nuestra construcción de masculinidad donde la
identidad del hombre se basa en su sentimiento de superioridad
frente a la mujer y en su derecho de someterla y dominarla. De
acuerdo a este paradigma de
masculinidad, esencialmente patriarcal y machista, el uso de la
violencia es legitimo para asegurar la posición dominante
del hombre en la relación de pareja, sobre todo cuando
dicha posición se ve amenazada.

La investigación de Ramos también
recoge el testimonio de los varones que no ejercen violencia.
Estos encuentran satisfacción en tener relaciones
horizontales y democráticas con sus parejas, están
exentos de la culpa y de los sentimientos de malestar que
acompañan a los varones violentos y disfrutan de un
ambiente
familiar sano, donde todos los miembros del grupo desarrollan
plenamente sus potencialidades. El gran desafío es que
este paradigma alternativo se convierta en el hegemónico y
desplace el paradigma patriarcal y machista hoy imperante en
nuestra sociedad.

Tanto Ramos como Yánez y Aponte, coincidieron en
que es necesario adoptar un conjunto de acciones en diversos
planos, donde lo preventivo es tan importante como lo represivo.
En cuanto a lo primero, contamos con leyes adecuadas que no se
aplican. La experiencia terapéutica de Ramos recomienda
someter a los operadores de la justicia que atienden casos de
violencia familiar a cursos de sensibilización, pues en
muchos casos estos operadores son victimas o
victimarios.

Ello explica por qué con tanta frecuencia los
policías, los fiscales y los jueces, entre otros, no
atienden adecuadamente las denuncias interpuestas por las
mujeres, por cuanto inconscientemente hacen suya la cultura
machista dominante. Simultáneamente, hay que fortalecer e
incrementar las comisarías de mujeres, constituir equipos
de atención especializada en todas las comisarías
del país y fortalecer la red de centros de emergencia
mujer en nivel nacional. Las autoridades deben brindar más
facilidades y trabajar en contacto más estrecho con las
organizaciones de trabajo voluntario que surgen desde la
comunidad para enfrentar este problema, como las
defensorías comunitarias.

Es imperativo que los comités distritales de
seguridad ciudadana, que son instancias de coordinación multisectorial en nivel local
y en los que los municipios juegan un rol protagónico,
incorporen en sus planes de trabajo la lucha contra la violencia
familiar. El establecimiento de juzgados de paz en
comisarías debería ayudar a intervenir a tiempo y a
facilitar el acceso de las mujeres violentadas a los servicios de
justicia. Lo mismo vale para la labor de las juntas vecinales en
las ciudades y las rondas campesinas en el campo.

También hubo consenso en la necesidad de que la
escuela y los medios de comunicación contribuyan a cambiar
el paradigma imperante.

Es importante que el próximo gobierno
continúe con los esfuerzos iniciados por el Ministerio de
Educación, que cuenta actualmente con cuatro programas,
para educar a niñas y niños en una relación
de respeto e igualdad entre los géneros. Para el
éxito de estos programas, es preciso comenzar por
sensibilizar a los maestros, sometidos muchos de ellos al
paradigma hegemónico.

El rol del Ministerio de Salud es fundamental, pues le
corresponde, al igual que a otras instituciones públicas,
llevar el registro de
hechos de violencia familiar, lo que no ocurre en la actualidad,
porque los protocolos
vigentes no están diseñados para registrar hechos
de violencia familiar. Adecuar los protocolos permitiría
conocer la verdadera extensión del fenómeno, y
cuantificar su costo para el sistema de salud y para el
país.

Finalmente, los medios de comunicación
podrían hacer más para prevenir en lugar de
incentivar la violencia familiar, dejando de banalizarla y
transmitiendo el paradigma democrático.

La violencia familiar es un problema generalizado en el
Perú cuyas víctimas son por mayoría
abrumadora las mujeres. En 1998, la Policía Nacional
recibió cerca de 28,000 denuncias de abuso familiar. Sin
embargo, dado que muchas víctimas se muestran reticentes a
denunciar la violencia familiar, es prácticamente seguro que el
número real de mujeres que tienen relaciones
interpersonales violentas sea mucho mayor.

Por ejemplo, en una encuesta
realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas e
Informática en el área metropolitana
de Lima se demostró que al menos el 82 por ciento de las
2,460 mujeres encuestadas dijeron conocer a alguien que
había padecido algún tipo de abuso familiar durante
los doce meses previos.

Las autoridades estatales peruanas han emprendido una
serie de iniciativas para tratar este problema en los
últimos años, entre las que cabe destacar que el
Perú se encuentra entre los primeros países de
Latinoamérica que han adoptado leyes
especiales sobre violencia familiar. La Ley de Protección
Frente a la Violencia Familiar (en adelante "Ley de Violencia
Familiar"), adoptada por primera vez en 1993 y reforzada
posteriormente en 1997, estableció un procedimiento
diferente y rápido para tratar los casos de violencia
familiar, e intentó definir con mayor claridad las
funciones y
responsabilidades respectivas de los funcionarios del sistema de
justicia encargados de dichos casos.

Además, desde finales de los ochenta, se han
establecido doce comisarías de mujeres para atender
específicamente la violencia dentro del hogar y se han
creado veinte secciones especializadas dentro de
comisarías normales con la misma finalidad. Es más,
el sistema de Defensoría Municipales (Demunas) implantado
desde principios de los
noventa se ha dedicado cada vez más a responder a las
necesidades de las víctimas de la violencia familiar. La
innovación más reciente consiste en un sistema de
módulos de atención para víctimas de la
violencia familiar, donde las mujeres pueden disponer bajo el
mismo techo de agentes de policía, médicos legistas
y fiscales estatales.

El Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo
Humano (PROMUDEH) ha inaugurado nueve centros de este tipo desde
marzo de 1999. Además, la activa comunidad no
gubernamental de derechos de la mujer en el Perú ha
desempeñado un papel fundamental tanto en la
provisión de servicios a las víctimas de la
violencia familiar como en las presiones al gobierno para que
mejore su respuesta general a la violencia contra la
mujer.

Sin embargo, como demuestran las investigaciones
realizadas por Human Rights Watch, a pesar de esta
atención decidida a la violencia familiar, siguen
existiendo graves problemas tanto legales como prácticos.
La Ley de Violencia Familiar, pese a su modificación en
1997, sigue contando con profundas deficiencias. Su
definición de la violencia familiar es incompleta y
excluye efectivamente a categorías enteras de mujeres,
así como formas particulares de violencia familiar. Es
más, la ley da prioridad a la conciliación por
encima del procesamiento, lo que transmite la inquietante idea de
que las agresiones dentro de las relaciones interpersonales deben
resolverse mediante negociaciones en lugar de
sanciones.

El impacto de estas deficiencias se ve agravado por una
aplicación de la Ley de Violencia Familiar que
también es gravemente inadecuada en la práctica.
Desde el momento en que intentan presentar una denuncia de
violencia familiar, las mujeres se enfrentan a un sistema de
justicia aparentemente repleto de parcialidad e incapaz de
ofrecerles un remedio o recurso efectivo.

Los policías son irresponsables e ineficaces; los
exámenes de los médicos legistas suelen ser someros
e inadecuados, con tendencia a minimizar las lesiones infligidas
a las mujeres mediante la violencia familiar; y los fiscales y
jueces estatales suelen considerar aparentemente que la violencia
familiar es insuficientemente grave para dictar un procesamiento
o sancionar a los responsables.

Como resultado de esto, en la práctica, el estado
no ofrece a las mujeres una protección adecuada frente a
la violencia familiar, y esto a su vez hace que las mujeres
desistan de presentar denuncias y se enmascare el alcance total
del problema.

Las obligaciones
internacionales del Perú en materia de
derechos humanos exigen que las autoridades estatales adopten
medidas efectivas para garantizar que las mujeres pueden ejercer
plenamente sus derechos humanos, lo que incluye protegerlas
frente a las amenazas o el empleo de la
violencia en general y dentro de la familia.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, ambos ratificados por el Perú en 1978, requieren
que el estado garantice que todas las personas gozan de los
derechos a la vida, la seguridad e igual protección ante
la ley, sin discriminación por motivos de ningún
tipo, tampoco de sexo. Es más, desde 1982, el Perú
es Estado Parte de la Convención para la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), que
requiere que las autoridades estatales ejercen la debida
diligencia en la investigación, el procesamiento y la
sanción de la violencia contra la mujer como forma de
discriminación. Las obligaciones del Perú de actuar
eficazmente para eliminar la violencia contra la mujer
también están previstas en la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer (en adelante "Convención de Belém
do Pará"), que Perú ratificó en
1996.

Human Rights Watch lleva más de tres años
observando la respuesta estatal a la violencia contra la mujer en
el Perú y, en este sentido, ha realizado dos misiones de
investigación al país en noviembre de 1996 y
diciembre de 1999. Durante ambas visitas, las investigadoras de
Human Rights Watch entrevistaron a defensores de los derechos de
la mujer, activistas comunitarios, personal de albergues de
víctimas de la violencia familiar, trabajadores sociales y
abogados privados.

También entrevistaron a funcionarios de la
Policía Nacional del Perú, el Instituto de Medicina
Legal, el Ministerio Público, la Defensoría del
Pueblo y el Poder Judicial.
Además, Human Rights Watch recibió testimonios de
25 mujeres víctimas de la violencia familiar. La
mayoría de las entrevistas
fueron realizadas en Lima, pero también se investigaron
casos de violencia familiar en Tarapoto, departamento de San
Martín, con el fin de evaluar los problemas particulares
que padecen las víctimas en áreas rurales al buscar
un remedio. Human Rights Watch concluyó durante su
última visita al Perú que, a pesar de los cambios
positivos de la Ley de Violencia Familiar en 1997, los problemas
legales y estructurales siguen negando a las mujeres el acceso a
protección, remedio y recurso verdaderos.

Desde noviembre de 1999, cuando la Comisión de la
Mujer y Desarrollo Humano del Congreso del Perú
estableció un grupo de trabajo multisectorial para revisar
la Ley de Violencia Familiar, existe una nueva e importante
oportunidad de tratar el problema constante de la violencia
familiar en el Perú.

El grupo de trabajo, integrado por representantes tanto
de ministerios
del gobierno como de organizaciones no gubernamentales (ONG), tiene
autoridad para recomendar nuevas modificaciones de la Ley de
Violencia Familiar. Tras deliberar sobre las recomendaciones del
grupo de trabajo, la Comisión presentará su
propuesta final al Congreso a finales de abril del 2000. Se
espera que la Comisión aproveche la oportunidad para
examinar detenidamente la situación y recomendar mejoras
en relación no sólo con las disposiciones de la Ley
de Violencia Familiar, sino también con los importantes
obstáculos estructurales que impiden a las mujeres
víctimas de la violencia familiar obtener
protección, remedio y recurso efectivos.

Esto es esencial para que la Comisión asista al
Estado en el cumplimiento de su responsabilidad de ejercer la
debida diligencia en la investigación, el procesamiento y
la sanción de la violencia contra las mujeres, y de
garantizar igual protección ante la ley a todos los
ciudadanos peruanos, sin distinción por motivos de sexo o
de otro tipo.

En este memorando se identifican tanto las deficiencias
clave de la Ley de Violencia Familiar como los principales
problemas que afectan a su aplicación. Partiendo de
nuestra investigación, Human Rights Watch ha identificado
seis áreas prioritarias para la reforma de la ley y la
práctica. En primer lugar, la Ley de Violencia Familiar ha
de prohibir todas las formas de violencia familiar. Esto
significa que la ley ha de contener una definición
inclusiva de la familia y las relaciones íntimas, se debe
reconocer la violación marital como un tipo de violencia
familiar, y se deben contemplar explícitamente formas
específicas de violencia psicológica, además
de las amenazas graves y la coacción.

Como mínimo, esta lista ampliada, pero no
exhaustiva, debe incluir el acecho y el hostigamiento reiterado.
En segundo lugar, el empleo de la conciliación en los
casos de violencia familiar debe ser una alternativa que se
ofrece a las víctimas junto con asesoría legal
gratuita, en lugar de una fase obligatoria del proceso. En tercer
lugar, la Policía ha de adoptar procedimientos de
toma de denuncias que respeten la integridad de la víctima
y aceleren el proceso. En cuarto lugar, el papel fundamental de
los médicos legistas para determinar si una
agresión se clasifica como falta o delito significa
que debe existir una supervisión especial del sistema
medicolegal para garantizar que la parcialidad no se traduce en
una minimización de las lesiones. En quinto lugar, se debe
hacer todo lo posible para asegurar que el Ministerio
Público funcione de manera apropiada de manera que las
mujeres no se vean obligadas a tener su propio abogado para poder
llevar sus casos ante la justicia. En sexto lugar, los fiscales y
los jueces han de cumplir enérgicamente su deber
primordial de proteger a las víctimas de la violencia
familiar frente a nuevos abusos. Todas estas medidas son
necesarias para el cumplimiento de las obligaciones del
Perú de combatir la violencia contra la mujer.

Partes: 1, 2, 3
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