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Impacto socio ecológico en los sistemas contemporáneos de producción agrícola (página 2)



Partes: 1, 2

En segundo lugar está el reciente desafío
de promover un desarrollo
agropecuario sostenible; es decir, la necesidad de adoptar
alternativas tecnológicas que mantengan o recuperen la
capacidad productiva de la tierra y
que preserven los recursos
naturales y el medio
ambiente.

Por su parte de acuerdo con FAO (1995), en América
Latina y el Caribe poscolonial, la agricultura
campesina ha tenido un complejo desarrollo y comprende el
segmento de la agricultura fundada en el trabajo
familiar. Bajo este concepto,
la familia es
el núcleo esencial tanto en aspectos de consumo como
en aquellos vinculados a la tecnología de
producción.

En términos del desarrollo y la
apropiación tecnológica de América
Latina, existen corrientes principales que no son necesariamente
antagónicas:

1) Una menos difundida, agroecológica, que
promueve una agricultura natural y que toma en cuenta el
conocimiento empírico generacionalmente adquirido por
el pequeño agricultor y donde la experimentación
está comenzando a diseñar un enfoque
holístico pero muchas veces no todavía confirmado
científicamente.

2) La tecnicista, que favorece la tecnificación
global del agro, el uso amplio de insumos y monocultivos de
exportación, donde el agricultor es el
productor empresario que
se dedica a dicha actividad y donde las políticas
agrarias e investigaciones
de alta tecnificación están destinadas a este tipo
de productor (Radulovich, 1991; citado por FAO, 1995).

Somos del criterio que si bien la agricultura quimizada
junto a otras prácticas de manejo inadecuado de los
cultivos y suelos ha
contribuido al desequilibrio ecológico, el empleo
indiscriminado de productos
biológicos de diferentes orígenes, pudiera
también traducirse en un daño
irreparable al medio ambiente si
éstos no se aplican sobre bases científicas
(Rodríguez, 2006).

Sin dudas, como parte de la Agricultura Orgánica
o Biológica pueden y deben emplearse diferentes fuentes
alternativas tanto de origen animal (estiércol, orina y
subproductos), vegetal (restos de plantas, abonos
verdes) o microbiano (metabolitos, biomasa) para la nutrición de las
plantas; propiciando su uso combinado y evitando su agotamiento y
empleo indiscriminado (Rodríguez, 2005).

Las fuentes orgánicas a emplearse estarán
en dependencia de su abundancia y asequibilidad; pero deben
conducirse experimentos
sobre dosis, modo y momento de aplicación en dependencia
del tipo de suelo y planta y
acompañarse de estudios sobre impacto ecológico
para corroborar sus efectos sobre las propiedades físicas,
químicas y biológicas del suelo; así como la
cuantía y calidad de las
cosechas, pues también resulta de interés el
valor
nutritivo de los productos agrícolas y su inocuidad. En
todos los casos deben observarse el valor de los productos
orgánicos no sólo como biofertilizantes sino
además, su posible acción
bioestimulante y/o bioplaguicida; seleccionándose los de
mayor espectro de acción (Rodríguez,
2006).

Como parte de la agricultura orgánica
también juega un rol importante los programas de
rotaciones o cultivos asociados, debiendo tenerse en cuenta:
tipos de plantas, profundidad de las raíces y excreciones
radicales, velocidad de
crecimiento
vegetal, plagas y enfermedades, demandas
nutricionales e hídricas.

III. EL RECURSO SUELO, EL AMBIENTE EDÁFICO Y
SU INTERACCIÓN CON LA SOCIEDAD

El suelo es el medio fundamental o imprescindible de la
producción agropecuaria, es la base de las cosechas, la
fuente eterna del bienestar del hombre, cuyo
verdadero nivel de vida está determinado con frecuencia,
por la calidad de los suelos, por la explotación que pase
por elevar universalmente su fertilidad.

El suelo es un recurso natural no renovable, es un
sistema
biológico o ecosistema
donde hay vida y se genera vida, hay entrada y salida de
energía; bajo esta óptica
cualquier introducción artificial no controlada, como
los fertilizantes y plaguicidas químicos dentro del
sistema pueden causar daños irreversibles en la salud del suelo, las
plantas, los animales y
el
hombre.

Corresponde al hombre y a la mujer (de
inmediato) ir al establecimiento de las medidas de todo tipo,
para que las futuras generaciones no nos juzguen por descuidar
tan importante actividad como es la conservación y el
mejoramiento de los suelos. En este sentido, en nuestro
país, se han dado pasos acertados y contamos con un apoyo
legal como es la Ley de
Protección del Medio Ambiente y el Uso Racional de los
Recursos
Naturales.

El hombre vive en la tierra
transformándola con su trabajo y a su
vez se ha convertido en el transcurso de los años, en uno
de los principales depredadores del medio ambiente, por lo que la
causa principal de la
contaminación no radica ni en la técnica ni en
la tecnología, sino en el propio hombre. En consecuencia,
en primer término, habría que hablar de la contaminación de la conciencia
humana. El hombre es parte de la naturaleza.
Por tanto nuestra actitud hacia
ella, es también hacia nosotros mismos.

¿Por qué se llevan acabo programas en
muchos países para la conservación de suelos, pese
a que cuestan mucho trabajo y dinero?

La respuesta es que los suelos tardan muchos años
en formarse, pero se pueden destruir en poquísimo tiempo. Con la
pérdida del suelo se pierde la posibilidad que tiene el
hombre de cultivar alimentos y criar
ganado, de producir fibras y explotar bosques. No basta con decir
que los suelos son la mayor fuente de riqueza de un país.
Son mucho más que eso: son la vida misma del país.
Y en nuestros tiempos, en un país tras otro, los suelos
van desapareciendo, llevados por el agua o el
viento.

La forma menos costosa de impedir que el suelo sea
arrastrado por el agua o el
viento es mantener la cubierta. En la mayoría de los
lugares, la vegetación debe cubrir al menos el 70% de
la superficie del suelo para protegerlo debidamente contra la
erosión. Por desgracia, la peor
erosión se produce en las tierras agrícolas en las
épocas del año en que los suelos están
desnudos o cuando los cultivos en hileras están
despuntando. Lo que preocupa al agricultor en esa época
del año es arrancar las malas hierbas.

En esa fase, una cubierta de plantas vivas puede ser un
inconveniente, pero no así una cubierta de plantas
muertas. Muchos cultivos producen cantidades apreciables de
desechos, que se pueden mezclar con la tierra al ararla, dejarse
sobre la superficie del suelo o mezclarse parcialmente con la
capa superficial al preparar la tierra para la siembra siguiente.
Usada en cantidad suficiente, esa cubierta de desechos y hojas
muertas protege al suelo mucho más que si la tierra se
hubiera limpiado.

El suelo cubre la mayor parte de la superficie terrestre
con una capa delgada cuyo espesor varía de pocos
centímetros a varios metros de profundidad. Están
compuestos de partículas rocosas y minerales de
tamaño diverso, mezcladas con agua, aire y organismos
vivos de origen vegetal, animal, microbiano y de sus restos.
Según el concepto del tiempo que tiene el hombre, la
formación de los suelos es sumamente lenta.

En lugares en que el clima es
húmedo y cálido, son menester miles de años
para formar unos cuantos centímetros de suelo. En los
climas fríos y secos, hace falta más tiempo
aún e incluso es posible que no se formen suelos en
absoluto. Si bien el suelo es un recurso renovable, su lenta
formación lo hace casi irreemplazable (FAO;
1983-a).

Los suelos son una mezcla dinámica, siempre cambiante a medida de que
las aguas llegan y se retiran y que los reinos vegetal y
animal, y los microorganismos viven y mueren. Las
partículas del suelo son desplazadas por el viento, el
agua, el hielo y la gravedad, a veces lentamente y otras con
rapidez.

Pero aún cuando el suelo cambie, las capas de
suelo permanecen prácticamente constantes durante la vida
de un ser humano, a menos que el hombre las desplace o levante
ó are.

Todos los suelos tienen vida y los buenos la tienen
abundante. Los organismos vegetales, animales y microbianos
contribuyen a la fertilidad del suelo. Las raíces de las
plantas se unen en el suelo y lo van rompiendo, al paso que las
plantas en descomposición se convierten en humus. Los
animales excabadores de madrigueras mezclan los suelos, y sus
excrementos aportan nutrientes que mejoran la estructura del
suelo.

A parte de los habitantes más evidentes del
suelo, tales como roedores, insectos, ácaros, babosas y
caracoles, arañas y lombrices de tierra, hay innumerables
residentes microscópicos, algunos de los cuales son
provechosos para el hombre y los cultivos y otros nocivos. Los
microorganismos participan en las transformaciones
enzimáticas básicas que propician el crecimiento a
las plantas superiores, incluidos nuestros cultivos
alimentarios.

En el suelo se producen reacciones
químicas a raíz del intercambio de iones
positivos o cationes. En los suelos arcillosos se producen
más intercambios que en los demás tipos de suelos.
Esas reacciones químicas también son esenciales
para el desarrollo vegetal y son buen indicio de la fertilidad
del suelo.

De los tres requisitos fundamentales para que prospere
una civilización -suelos fértiles, abastecimiento
de agua seguro y terrenos
relativamente llanos dotados de precipitaciones suficientes y que
no cauce erosión- es muy probable que el tercer factor sea
el más importante. En los países ribereños
del Mediterráneo la despoblación forestal de las
laderas y la consiguiente erosión han creado desiertos
artificiales en tierras que fueron productivas (FAO,
1983-a).

La materia
orgánica del suelo puede absorber y almacenar mucha
más agua que las partes inorgánicas. Actúa
como una esponja, empapándose de agua y soltándola
a medida que las plantas la necesiten. También contribuye
a consolidar las partículas de suelo en conglomerados
más grandes, o sea terrones. Los suelos que poseen esta
estructura son muy resistentes a la erosión. Y a la
inversa, casi todos los suelos que contienen poca o ninguna
materia orgánica son solamente susceptibles a la
erosión.

No hace falta que el suelo sea arrastrado por el agua o
el viento para que disminuya la productividad de
la tierra. La mala explotación del suelo y el agua puede
modificar las propiedades de la tierra, reduciendo gravemente su
fertilidad o acabando con ella. El laboreo excesivo de la tierra,
por ejemplo, puede destruir la estructura de algunos suelos,
haciendo que no puedan retener suficiente humedad para que las
plantas crezcan.

La salinización, que es la acumulación de
sales en la capa superficial del suelo, puede tener repercusiones
nocivas para la productividad del suelo y el rendimiento de los
cultivos. En casos extremos, son tan grandes los daños
causados por la salinización que técnicamente es
imposible invertir el proceso e
incluso es totalmente antieconómico. En todos los
continentes hay suelos afectados por la salinidad.

Los suelos encharcados obstaculizan la agricultura en
muchos países, incluso en regiones del mundo en las que el
exceso de agua no suele ser considerado un problema.

La compactación del suelo es otro factor
destructivo. A veces es consecuencia del paso repetido de
maquinaria pesada sobre un mismo terreno, especialmente cuando la
tierra está mojada, pero puede deberse también al
ganado, cuando se concentra en una misma zona con demasiada
frecuencia.

Los suelos pueden degradarse así mismo, por la
pérdida de nutrientes -sobre todo nitrógeno,
fósforo y potasio- si no se reponen para mantener la
fertilidad del suelo.

Aparte de las pérdidas debidas a la
erosión, los mismos cultivos van agotando paulatinamente
los nutrientes del suelo, especialmente si se siembra el mismo
cultivo año tras año en la misma tierra
(monocultivo). Por otra parte, en los trópicos
húmedos se produce lixiviación de nutrientes
durante los recios aguaceros tropicales, sobre todo en las
tierras desprovistas de cubierta vegetal. No cabe duda de que la
explotación agrícola, en el mundo entero,
está sacando de los suelos más nutrientes que los
que se le devuelven.

Hay otras formas de degradación de los suelos que
se encuentran sobre todo en los países más
desarrollados. No sólo se pavimentan tierras
agrícolas, debido a la urbanización, sino que, a
veces, se envenenan con sustancias químicas. Aunque se
sospecha que en algunos casos los plaguicidas, incluso los
fertilizantes, son perjudiciales para el suelo, tales
daños no suelen ser permanentes.

En varios países altamente industrializados
existe un problema más serio. La descarga indiscriminada
de desechos o residuos químicos, algunos de ellos
sumamente tóxicos para las plantas, animales y el hombre y
el creciente empleo de cienos cloacales, que a veces contienen
metales
pesados peligrosos que pueden ser absorbidos por las plantas. Sin
embargo, para una nación
en desarrollo, esos problemas son
insignificantes comparados con la amenaza creciente que
representan para su productividad agrícola, la
erosión, la salinización, el anegamiento y la
pérdida general de la fertilidad del suelo.

Parte de la degradación acelerada del suelo en el
mundo entero se debe a la destrucción continuada de los
montes. En los países en desarrollo en los que la
leña constituye el combustible principal para cocinar y
para calefacción, la demanda supera
con creces el crecimiento de nuevos arbolitos. Los campesinos de
algunos países se ven obligados a quemar el
estiércol seco de vacunos para combustible,
práctica que priva a los suelos de abonos orgánicos
y nutrientes esenciales. El desmonte de las laderas provoca
también erosión del suelo e inundaciones
destructivas.

La erosión del suelo causada por el pastoreo
excesivo constituye uno de los problemas
ambientales más importantes del mundo en desarrollo.
Los pastizales de los países en desarrollo sustentan por
término medio, tres veces más ganado que los del
mundo desarrollado.

La destrucción de las tierras de pastoreo sigue
una secuencia archi conocida. El pastoreo excesivo de vacunos
reduce la cubierta vegetal eliminando primero las especies
más útiles para forrajes. Eso deja la tierra
expuesta a la invasión de malezas, matorrales y árboles
perniciosos y lleva a un aumento de la erosión y una
disminución de la fertilidad. La tierra se hace cada vez
menos productiva.

Al disminuir la posibilidad de forrajes productivos,
algunos ganaderos reaccionan aumentando el número de
cabezas de vacunos, para compensar la pérdida de peso de
los animales. En otros casos, el ganado ovino sustituye al vacuno
cuando empeoran los forrajes y, a la postre, los ovinos son
reemplazados por caprinos, que se lo comen todo, incluso los
arbolitos. Al final las tierras quedan yermas y llegan las
tempestades de viento, la erosión y las
inundaciones.

Hay dos problemas que están amenazando seriamente
a los países en desarrollo y son: la menor eficacia de la
agricultura migratoria tradicional y el creciente avance del
desierto en tierras que fueron agrícolas. Ambos problemas
requieren igual atención. La agricultura migratoria es un
sistema tradicional de explotación agrícola que
funciona bien en los lugares donde es favorable la
relación proporcional tierra – habitante. La
desertificación no es un proceso de degradación de
la tierra como la erosión y el pastoreo excesivo. Es,
más bien, un producto
final.

Los ecosistemas
forestales aseguran, principalmente mediante el ciclo
biogeoquímico, sus necesidades de elementos nutritivos. En
un bosque natural, sin acusada acción
antropogénica, los elementos nutritivos se mantienen a un
nivel adecuado gracias a un equilibrio
dinámico (Duchaufor, 1983 citado por Medina, 1996); pero
pudiera pasar también, que la acumulación de
desfronde fuera mayor debido a una menor descomposición
edáfica, trayendo como consecuencia una disminución
progresiva de la productividad (Martín et
al
., 1993). La incorporación anual de materia
orgánica y bioelementos al suelo representados por la
caída de la hojarasca, es un condicionamiento para el
reciclaje de los
sistemas de
matorral, la renovación de los elementos dentro de los
ecosistemas vegetales caracterizan la consecución de los
ciclos de nutrientes y controlan parte importante de la actividad
biológica, constituyendo uno de los fenómenos
ecológicos esenciales de las biocenosis naturales (Lavado
et al., 1989; Santa Regina y Gallardo,
1989).

Se ha determinado que el principal factor limitante de
la sostenibilidad de la producción de altos rendimientos
de los suelos tropicales y subtropicales es la degradación
del suelo. Se ha declarado a la degradación del suelo como
"La Crisis
Silenciosa" y este fenómeno representa en la actualidad la
más seria limitación para la producción de
alimentos. La degradación del suelo no es otra cosa que la
reducción de la calidad del suelo para mantener una
productividad sostenida. Este es un fenómeno complejo en
el cual factores naturales y humanos contribuyen a la
pérdida de la capacidad de producción de suelos
(Brady, 1986; Benites et al., 1990).

Las proyecciones del potencial de producción en
los trópicos no se han cumplido en muchos casos porque se
han ignorado los efectos de la degradación del suelo en la
producción sostenida de cultivos (Benites et
al
., 1990).

Los procesos de
degradación del suelo se manifiestan en la mayoría
de los casos a través de problemas de compactación,
encostramiento y sellado superficial, salinización,
sodificación y erosión hídrica y
eólica (Benites et al., 1990).

IV. LOS RESIDUOS
ORGÁNICOS, SU RECICLAJE COMO MÉTODO DE
DESCONTAMINACIÓN Y LA RELACIÓN AMBIENTE,
TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD

El medio natural es una condición imprescindible
y fuente de origen de la vida
del hombre y la producción social. La creciente carga
industrial que recae sobre el medio natural y los rápidos
cambios que este experimenta inquietan al hombre,
surgiéndole la pregunta ¿qué
ocurrirá con este medio dentro de varios decenios y sobre
todo dentro de uno o dos siglos?
(Cruz et al.,
2005)

En las condiciones en que la producción mundial
ha alcanzado proporciones gigantescas, se requiere poner un
máximo de cuidado en la explotación de los recursos
naturales y en la contaminación del medio ambiente para no
alterar el móvil equilibrio relativo de los procesos
naturales en la esfera geográfica (Cruz et
al
., 2005)

En la tierra se encuentra una gran cantidad de
ecosistemas, los cuales a su vez están compuestos por
elementos bióticos y abióticos que están en
constante interacción. Cuando estos ecosistemas son
intervenidos por el hombre y reemplazados por cultivos de plantas
domesticadas, pasan a ser agroecosistemas con sus respectivos
subsistemas, conservándose la interacción entre lo
biótico y lo abiótico (Ramírez,
1998).

La incorporación de residuos orgánicos al
suelo es una práctica milenaria dejada de lado con el
surgimiento de los fertilizantes sintéticos, sin embargo
ha resurgido debido a las múltiples evidencias de
su efecto benéfico sobre el suelo (Rivas y Arends, 1990;
Rivero y Paolini, 1995).

Según Arens (1983) alrededor de los años
1850 Lubwig demostró que las plantas utilizaban elementos
inorgánicos principalmente NPK; este hecho fomentó
el desarrollo de la industria de
fertilizantes químicos, dando inicio entonces a problemas
de desechos y residuos que afectan actualmente al ecosistema;
pero ahora, señala Claverón (1996), en los
últimos 25 años se observa un gran incremento de la
práctica orgánica en la agricultura, no sólo
por el deterioro ambiental, sino también por los
daños en la salud humana.

Con la marginación y el desplazamiento progresivo
de los abonos orgánicos, en favor de los abonos
químicos, entró el problema del manejo de los
desechos y residuos. Poco a poco éstos se convirtieron
más bien en un peligro ambiental que en un
recurso.

La quema de las basuras, de los residuos y desechos
entró como una práctica normal para deshacerse de
esta carga.

Sin embargo, todas las materias orgánicas siguen
en realidad siendo una fuente de vida nueva para los suelos, una
fuente de energía y de renovación. Ultimamente se
puede observar un cambio
fundamental en el pensamiento
con respecto a los residuos y desechos. Más que una carga,
los desechos orgánicos son un recurso. El gran valor de
este recurso se evidencia con el reciclaje bien
manejado.

El reciclaje de materias orgánicas es la
reutilización de éstos, previa una
conservación biológica o no, para sostener o
mejorar la productividad de las tierras y está recuperando
un gran impulso con el alza de los precios de los
abonos químicos y con la búsqueda de alternativas
viables de fuentes de energía.

En el mundo de hoy, tanto en los países en
vías de desarrollo como en los países
desarrollados, no hay otra alternativa que la utilización
de todos los residuos orgánicos disponibles. La quema de
las cosechas y residuos es una doble pérdida: se quema un
recurso utilizable con otro recurso en vía de agotamiento
(petróleo).

Después de una larga historia de
separación y falta de interacción entre
agrónomos y ecólogos, hoy en día tienen
prioridad las investigaciones relacionadas con la ecología de sistemas
agrícolas. Como resultado de esto, se ha comenzado a
desarrollar el campo de la Agroecología, y con ello
discusiones importantes con respecto a cuáles métodos de
investigación son los más apropiados de
aplicar, de tal forma que, los resultados tengan
significación ecológica y aplicabilidad
agrícola. Una cosa es la ganancia obtenida al entender las
bases ecológicas del funcionamiento de un agroecosistema;
otra cosa es aplicar tal conocimiento
para resolver los problemas que enfrentan los agricultores
(Gliessman, 1991).

Aún cuando se han obtenido excelentes respuestas
y se ha demostrado la utilidad del uso
de altas dosis de fertilizantes para obtener rendimientos altos,
la producción comercial en campos de agricultores decrece
con el tiempo, en algunos casos sustancialmente. Esto indica que
no existe productividad sostenida y que en este momento son otros
los factores limitantes de la producción, más
allá del uso adecuado de fertilizantes, que deben ser
identificados y entendidos.

Los rendimientos altos obtenidos inicialmente declinan
rápidamente y la aplicación de dosis altas de
fertilizantes no produce el efecto esperado llevando a la
errónea conclusión de que no es necesaria la
utilización de fertilizantes en dosis adecuadas,
aún cuando es evidente que los rendimientos son
bajos.

De acuerdo con FAO (1983), en el informe de la
reunión-taller latinoamericana sobre reciclaje de materias
orgánicas en la agricultura, celebrado en San José
de Costa Rica del
7-17 de julio de 1980 por aquel entonces se concluyó
respecto a los países de América Latina:

  • Situación por países sobre la
    disponibilidad de distintos tipos de residuos que están
    o podrían ser aprovechados en el reciclaje de la materia
    orgánica con fines agrícolas. Se reconoció
    que este aprovechamiento, además de constituir una
    fuente de mejoramiento de la calidad de los suelos, contribuye
    al control de
    la contaminación ambiental.
  • Se pasó revista a la
    situación existente en los siguientes subproductos:
    residuos urbanos, aguas negras, subproductos de caña,
    café,
    cacao, coco y otros, estiércol ovino, bovino, equino,
    gallinaza y otros, residuos de cosecha, abonos
    verdes.
  • De esta información pudieron deducirse las
    siguientes conclusiones respecto al uso de estos
    residuos:
  1. Salvo excepciones, la gran mayoría de los
    países no cuentan con programas de aprovechamiento de
    basuras ni de aguas negras. La disponibilidad de estos desechos
    son importantes como para pensar en su aprovechamiento. La
    contaminación ambiental derivada de la
    falta de tratamiento de estos desechos llega a ser muy elevada
    en algunas ciudades incluyendo capitales de
    países.
  2. Los subproductos agroindustriales han recibido en
    general una mayor atención en cuanto a su
    aprovechamiento. Existen programas desarrollados y en
    desarrollo sobre todo para desechos de caña de azúcar y café. El potencial futuro
    de estos desechos como recursos para el reciclaje
    orgánico puede alcanzar volúmenes muy
    considerables en la región.
  3. Los estiércoles se aprovechan como abonos
    orgánicos, aunque en forma poco eficiente. La
    tecnología del biogás recién se
    está introduciendo en algunos países en forma
    experimental.
  4. En cuanto a los residuos de cosecha, hay
    tecnología disponible en varios países que los
    aprovechan en forma completa para un mejor manejo y
    conservación de los suelos. Esta tecnología
    podría ser fácilmente incorporada a los
    países de la región que aún no la aplican.
    La misma consideración se puede formular con
    relación al uso de los abonos verdes.
  • En cuanto a factores limitantes se mencionó en
    primer lugar para uso integral de los residuos
    orgánicos, la falta de conocimiento tecnológico
    sobre reciclaje, su poca divulgación a nivel de
    agricultor y el desconocimiento de su importancia
    económica.

En algunos casos, se mencionó también el
costo demasiado
elevado de la maquinaria y del transporte y
otros elementos que exige una tecnología apropiada para
reciclaje orgánico integral, sobre todo en el procedimiento de
grandes volúmenes de desechos.

Como ya hemos apuntado, son variadas las fuentes a
partir de las cuales el hombre puede adquirir residuos
orgánicos, ya sean de origen vegetal como restos de
plantas, serrín, cenizas, compost, vermicompost, abonos
verdes, algas, turbas y los desechos animales, urbanos y
domésticos.

La materia nutritiva de los abonos orgánicos y de
los fertilizantes minerales que se aplican en cantidad
equivalente, es en la mayoría de los casos de igual valor
para la cosecha de los cultivos agrícolas.

Altas cosechas de cultivos agrícolas se pueden
obtener lo mismo aplicando fertilizantes minerales solos, que
abonos orgánicos solos. Sin embargo, con su correcta
combinación se liquidan las desventajas específicas
de las dos clases de abonos, creándose así las
condiciones de su aprovechamiento más racional
(Yágodin, 1986).

Señala además este autor, que es necesario
tener en cuenta que gran parte de las sustancias nutritivas de
los fertilizantes orgánicos se hace asimilable para las
plantas sólo a medida de su mineralización. Debido
a esto, con el empleo solamente de abonos orgánicos es
difícil satisfacer las necesidades de las plantas en
elementos nutritivos, en particular, en el período de
vegetación y en el período de máximo consumo
de sustancias nutritivas.

A diferencia de los fertilizantes orgánicos,
muchos abonos minerales accionan instantáneamente. Los
nutrientes que ellos contengan pueden ser aprovechados por las
plantas desde el mismo momento de su aplicación al
suelo.

Con ayuda de los abonos minerales es más
fácil satisfacer la necesidad variable de las plantas en
alimentos durante toda la vegetación.

Con el empleo sólo de fertilizantes
orgánicos la correlación entre los nutrientes en
ellos, puede no ser la que se necesita para el crecimiento y
desarrollo normal de las plantas. La introducción de
fertilizantes minerales o en combinación con los
orgánicos puede crear cualquier correlación de
elementos nutritivos requerida para las plantas.

Sin embargo, con el empleo solamente de fertilizantes
minerales no es raro que empeoren algunas propiedades de los
suelos. Así, con el uso sistemático de abonos
fisiológicamente ácidos en
suelos dernovopodsólicos (podsoles de césped)
aumenta la acidez, el contenido de aluminio
móvil y se refuerza la fijación química de los
fosfatos. Al mismo tiempo la inclusión de abonos
orgánicos, eleva la capacidad buffer de los suelos,
disminuye la movilidad del hierro y del
aluminio y debilita la fijación del fósforo del
superfosfato en el suelo.

Con el empleo de fertilizantes minerales solos la
probabilidad
de formación de concentración de solución de
suelo perjudicial para las plantas es mucho mayor que con la
combinación de abonos minerales y orgánicos. Tal
peligro es sobre todo grande en suelos ligeros de poca capacidad
buffer cuando se introducen altas normas de
fertilizantes minerales y para cultivos como el pepino y maíz.

Plantea finalmente este autor, que la correcta
combinación de abonos orgánicos y minerales no
significa que deben obligatoriamente aplicarse conjuntamente al
suelo. En la práctica a menudo conviene introducir el
abono orgánico bajo cultivos que han ocupado el barbecho,
mientras que los abonos minerales conviene aplicarlos bajo
cultivos invernales en barbecho semillado, o aplicar los abonos
orgánicos y minerales bajo cultivos de entrecavado (entre
surcos), y los cultivos sucesores abonarlos con fertilizantes
minerales solos.

La Agricultura y el medio rural de América son un
asunto estratégico por constituirse en un medio vital para
millones de personas que trabajan y viven de ello. Sin embargo,
en la mayoría de los países, particularmente de
América Latina y el Caribe (ALC), los habitantes del medio
rural padecen de una crónica y mayoritaria desigualdad de
acceso a los recursos, los medios y los
ingresos, la
que determina una situación de heterogeneidad estructural
y de empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad rural
en magnitudes considerables (IICA, 1999).

La capacitación y la educación revisten
una de las mayores importancias para lograr la sostenibilidad de
la agricultura y el medio rural sobre bases equitativas,
competitivas y de gerenciamiento agroempresarial y de los
recursos naturales y el medio ambiente (IICA, 1999).

Ante los enormes retos del siglo XXI, es imprescindible
situar el conocimiento, la ciencia y
la tecnología en lo más alto de la escala del saber
y la inteligencia.
En esta era conocida como de "la nueva economía", las
tecnologías de la información y de la
comunicación, y la biotecnología, son las infraestructuras
claves. Sin embargo, éstas por sí solas no son
suficientes. Es preciso disponer también de un amplio
número de usuarios activos,
informados y críticos, y no sólo en el
ámbito de la empresa o de
la economía, sino en general de toda la sociedad, para
poder difundir
el conocimiento práctico de cómo usar estas
nuevas
tecnologías. Las investigaciones científicas
deberían estar respaldadas por un marco legal adecuado al
nivel nacional e internacional… Las universidades
deberían asegurar que sus programas en todos los campos de
la ciencia se
centren en la educación y la
investigación, así como en las
sinergias existentes entre ellas, e introducir la
investigación como parte del estudio de la ciencia. Las
habilidades de comunicación y el contacto con las ciencias
sociales también deben ser parte de la
educación de los científicos (Science Agenda, 1999;
citado por Castro, 2003).

V.
CONCLUSIONES

Cuando se evalúa a nivel de Cuba, el
impacto social y ambiental de la producción
agrícola contemporánea puede decirse entre otras
cosas, que se encamina hacia una agricultura ecológica,
sostenible, donde se minimice el empleo de quimioproductos con la
consecuente protección de los agroecosistemas. La
agricultura convencional se mantiene pese a la escasez de
recursos. Se han introducido y generalizado algunos resultados en
el campo de la biotecnología. Se dan los primeros pasos en
aspectos relativos a la agricultura de precisión. Se
diversifica la producción agropecuaria a través del
movimiento de
la agricultura urbana con innumerables ventajas sociales,
económicas y ecológicas; aunque aún debe
lograrse la racionalización de los precios en los
agromercados. A través de la universalización de la
enseñanza en la Tarea "Alvaro Reynoso" se
cursa en numerosas Empresas
Azucareras del país, la Carrera de Ingeniería Agropecuaria; no solamente a
través del estudio como empleo, sino también como
estudio y trabajo; con el objetivo
fundamental de formar un ingeniero agropecuario de perfil amplio,
capaz de enfrentar y resolver las complejas tareas que
entraña la producción agrícola en su
entorno.

VI.
BIBLIOGRAFÍA

  1. Arens, P. (1983). Introducción al reciclaje de
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Autor:

Dr. C. Pedro Antonio Rodríguez
Fernández

Departamento Agropecuario, Facultad de Ingeniería
Química

Universidad de Oriente, Santiago de Cuba,
CUBA

Partes: 1, 2
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