Comparación del Test de Bender con el rendimiento escolar. Una crítica a la evaluación
- Resumen
- Antecedentes
- Marco de
referencia - Demostrar la
importancia del Test de Bender en la maduración del
niño a nivel preescolar - Aplicaciones
del Test de Bender - Estandarización
del Test Gestáltico Visomotor - El Test de
Bender como instrumento predictivo - Planteamiento del
problema - Conclusiones
RESUMEN:
Resultados de la comparación de los resultados
obtenidos en el Test de Bender
con la evaluación
obtenida por el profesor, que
pone de manifiesto la falta de objetividad en la
asignación de una calificación.
ANTECEDENTES
La evaluación no nace en la práctica
educativa ni en el seno de la relación educativa; al
contrario, surge como un instrumento social. La evaluación
no nace en la relación de transmisión, acto escolar
que coloca al sujeto ante la posibilidad de adquirir
conocimientos ya establecidos
Antes de la Edad media no
existía nada en la práctica educativa que
permitiera inferir en ella la existencia de la evaluación.
Durkheim, en
su historia de la
educación y de las doctrinas pedagógicas,
expresa que en la universidad
medieval aparece la evaluación vinculada con la
práctica escolar.
Para Comenio la evaluación juega un papel
metodológico. Es muy interesante este sentido
metodológico de la evaluación porque sus resultados
no se califican ni permiten una promoción. Esta cuestión aunada a la
prescripción del autor de no castigar a causa de los
estudios, porque sólo se generaría una
aversión hacia ellos, coloca al método en
el centro del trabajo
docente.
Por otro lado uno de los tests psicológicos
más empleados en la práctica clínica y
psicopedagógica es, el test gestáltico vasomotor
elaborado por Lauretta Bender en 1938. Este instrumento de
medición psicológica, originalmente
se construyó para diagnosticar problemas en
la percepción gestáltica y desde su
construcción hasta la década de los
60’s su empleo fue
casi exclusivo con pacientes psiquiátricos
adultos.
A partir de esta década y de la
publicación del libro "el test
gestáltico visomotor para niños"
de Koppitz (1963) su mayor utilización y difusión
fue con niños escolares, esto ocurrió en diversos
países.
Su uso con niños escolares se ha llevado a cabo,
tanto para evaluar su nivel de maduración en la
percepción visomotriz como para predecir el nivel
intelectual, los problemas en el rendimiento escolar, la
disfunción cerebral mínima y los problemas
emocionales. La gran cantidad de estudios realizados con el test
gestáltico visomotor de Bender permite afirmar que
aún conserva la suficiente validez como para ser una de
las técnicas
más empleadas para el Psicodiagnóstico.
Dado lo anterior se espera que los resultados obtenidos
de comparar los resultados de ambas formas de evaluación
nos permita establecer una crítica
fundamentada de la actual forma de valuación del
aprovechamiento general por calificación que da lugar a un
gran numero de espacios para que se aplique el criterio subjetivo
del docente.
MARCO
DE REFERENCIA
LA EVALUACIÓN
La evaluación no nace en la practica educativa ni
en el seno de la relación educativa; al contrario, surge
como un instrumento social. Emerge, hacia el año 1200
antes de nuestra era, como un problema de la burocracia
china en la
selección de personas para el servicio de
una casta a otra. Así lo reporta Max Weber
cuando, en Economía y sociedad
expresa:
"Para eludir la constante amenaza de apropiación
de cargos, impedir la formación de clientelas y de
monopolios de notables, el poder
patrimonial de la China imperial tomó estas medidas: 1)
Nombramientos a corto plazo; 2) Exclusión del cargo donde
el funcionario tenía parientes; 3) Vigilancia de
espías, agregando por primera vez en la historia la exigencia de
evaluación".
Este dato es importante en tanto que permite demostrar
que la evaluación no nace en la relación de
transmisión. Se llama transmisión al acto escolar
que coloca al sujeto ante la posibilidad de adquirir
conocimientos ya establecidos. La evaluación nace como
otra exigencia, la social, y ciertos vicios de este surgimiento
los incorpora en su tránsito a la
educación.
Antes de la Edad media no existía nada en la
práctica educativa que permitiera inferir en ella la
existencia de la evaluación. Durkheim, en su historia de
la educación
y de la doctrina pedagógicas, expresa que en la
universidad medieval aparece la evaluación vinculada con
la práctica escolar. Pero añade tres
precisiones:
- Sólo hay tres evaluaciones: la de bachiller,
la de la licenciatura y la de doctorado. Así no se puede
hablar de una evaluación continua. - Sólo se dejaba presentar evaluaciones a
aquellos candidatos de los que se estaba seguro que
podían salir airosos. No se puede negar que
detrás de esta práctica hay un cierto control
social, pero el control no se da en el propio acto de la
evaluación. - Es necesario recalcar que una función
de esta evaluación, es mostrar en público el
grado de madurez intelectual que adquirió un
estudiante.
Al respecto conviene recordar que la universidad
medieval no es una institución del Estado
nacional; esa universidad no equivale a la universidad
contemporánea. La evaluación no era exactamente el
instrumento que califica o acredita, sino un instrumento que
muestra en
público el grado, el dominio de
habilidades cognoscitivas que ha desarrollado un sujeto.
Según Durkheim, hacia el siglo XV, la evaluación se
pervierte en las universidades, cuando se vuelve un espacio para
ridiculizar al sujeto, formularle preguntas que lo pongan en
aprietos, hacer lucir al jurado en detrimento de que el individuo
muestre su conocimiento,
y de la manifestación pública de la madurez
académica que ha adquirido.
En el siglo XVII con la génesis de la didáctica durante el conflicto
Reforma-Contrarreforma, surgen dos procesos
divergentes de institucionalización de la
evaluación: en uno se considera un problema
metodológico (Comenio en su Didáctica Magna, 1657), en otro, una
supervisión permanente (La Salle en la
Guía de las escuelas cristianas, 1720).
Según Foucault, La
salle establece la evaluación como un instrumento de
vigilancia continua e ininterrumpida. Hay que hacer una
evaluación de cada asignatura cada día de la
semana, con lo que todos los días de la semana se realizan
evaluaciones. Los resultados son entregados semanalmente por el
director, en donde se estimula a los que obtienen mejores
resultados y se reprende en público a quienes se
atrasan.
Para Comenio la evaluación juega un papel
metodológico. En la propuesta educativa de este autor, el
maestro posee el método como instrumento profesional. Su
resguardo para trabajar con el alumno es el método y la
evaluación forma parte de lo metodológico. Pero
¿qué sentido guarda el método es esta
propuesta? Se trata de que el maestro enfrente cualquier problema
de aprendizaje
desde lo metodológico. Esto explica algunas
prácticas que sugiere Comenio en relación con la
evaluación, tales como que, una vez resuelto éste,
se pida a un alumno que desafíe a otro y ambos den en
público la respuesta; y, al mismo tiempo, se le
exige al educador que cuide que todos los demás alumnos
corrijan en sus cuadernos, de manera que después de dos o
tres emparejamientos <<nada quede por corregir en
ellos>>.
Es muy interesante este sentido metodológico de
la evaluación porque sus resultados no se califican ni
permiten una promoción. Esta cuestión aunada a la
prescripción del autor de no castigar a causa de los
estudios, porque sólo se generaría una
aversión hacia ellos, coloca al método en el centro
del trabajo docente.
Esto es lo que los pedagogos formados en la
tradición humanista le cuestionan a la aparición
contemporánea de la evaluación. Hernández
Ruiz expresa que, cuando aparece la evaluación
contemporánea en la educación (esto es, cuando
aparece la evaluación desligada del método, ya sea
como la parte final de la enseñanza, ya como la parte que otorga la
promoción), el maestro se deja llevar por un facilismo
pedagógico. En este facilismo pedagógico, cuando el
alumno no entiende, se lo manda a evaluación y cuando no
quiere estudiar, lo obligan mediante la
calificación.
Incluso Müller expresa que en siglo XIX, con la
aparición de la calificación, los alumnos perdiendo
el placer de aprender, porque se preocuparon sólo por lo
que se tomaba en cuenta en la evaluación final. En este
sentido, se perdió la posibilidad de discutir y entender
un conocimiento.
Es necesario reconocer que las calificaciones no
estuvieron ligadas, ni a la acción
educativa, ni a la historia de la educación. Su origen es
social y se remonta a la exigencia del Estado nacional de
certificar (mediante un diploma) los conocimientos adquiridos en
la escuela. Esta
situación ocasionó que en el siglo XIX se separase
la evaluación de la metodología y se convirtiese en una
instancia independiente a posteriori de la cual se deriva una
calificación como promoción.
Este conjunto de problemas hace imposible que la
evaluación cumpla necesariamente su rol
educativo.
Otra veta de la historia de la evaluación
consiste en establecer una genealogía de algunos conceptos
claves. Para ello se puede analizar la separación temporal
que existe entre evaluación, acreditación y tests.
Se presenta previamente un esbozo de la incorporación de
la evaluación en la universidad medieval y la
modificación de su sentido en el conflicto
Reforma-Contrarreforma, así como la aparición de la
calificación en el siglo XIX.
Por su parte en el siglo XX la teoría
del test incorpora la suposición de medir un aprendizaje.
Así, el paso de la pedagogía humanista a la pragmática
significa el transito de una noción amplia de
formación hacia otra de aprendizaje como cambio de
conducta,
susceptible de ser medible y verificable. El aprendizaje
dejó de ser una cualidad y se convirtió en una cosa
cuantificable que puede ser medible. La incorporación de
la teoría del test en la práctica escolar implica
la aceptación de una visión experimental de los
programas de
estudio: muestrear el contenido, validar instrumentos, determinar
atributos y operaciones,
aplicar la estadística
descriptiva para valorar el instrumento y asignar la
calificación.
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