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Alemania ayer y hoy (página 2)




Enviado por EDUARDO LUIS HAIEK



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

GERMANOS Y ROMANOS

Desde el siglo II a.C., hasta el siglo V d.C. las tribus
germánicas y celtas, presionadas constantemente por las
migraciones de pueblos del norte y del este, estuvieron en
contacto con los romanos que controlaban el sur y oeste de
Europa. Las obras
legadas por Cayo Julio César y Publio Cornelio
Tácito describen estos encuentros.

En el 102 y el 101 a.C., el General romano Cayo Mario
derrotó a los cimbrios y teutones. En el 50 a.C., Julio
César sometió a los suevos y otras tribus de la
Galia, al oeste del Rin. Los romanos intentaron sin éxito
extender su dominio hasta el
río Elba, por lo que los emperadores mantuvieron la
frontera en
los ríos Rin y Danubio. Entre ambos ríos erigieron
el limes, una línea de fortificaciones para evitar las
incursiones de las tribus germánicas.

En el siglo II d.C. los romanos evitaron que
confederaciones de francos, alemanes y burgundios cruzaran el
Rin. Pero en los siglos IV y V, la presión de
estos pueblos demostró la decadencia del Imperio Romano.
Los Hunos, que asolaron el territorio desde Asia, provocaron
oleadas migratorias de Ostrogodos, Visigodos, Vándalos,
Francos, Lombardos y otras tribus germánicas, con la
consiguiente invasión del Imperio.

LAS PRIMERAS INSTITUCIONES
POLÍTICAS ALEMANAS

Altes Schloss, Meersburg El Altes Schloss (Castillo
Viejo) que se levanta en Meersburg es el castillo habitado
más antiguo de Alemania. La
localidad fue fundada en el año 628 por el rey franco
Dagoberto, a quien se le atribuye la colocación de la
primera piedra del edificio. A principios del
siglo XIX, para evitar su derribo, un barón lo
adquirió y utilizó para alojar a artistas y
escritores. En la actualidad, el castillo es de propiedad
privada, pero un sector considerable del mismo ha sido
transformado en museo.

A finales del siglo V, el jefe de los francos Clodoveo I
derrotó a los romanos y estableció un reino que
englobaba la mayor parte de la Galia y el sureste de Alemania.
Convirtió a sus súbditos, que profesaban el
arrianismo, al cristianismo.

GÉNESIS DE ALEMANIA

PRIMER REICH

Conocido
como Sacro Imperio
Romano Germánico
(Heiliges Römisches Reich)
se ramificó de la división
del Imperio Carolingio el cual fue fundado el 25 de diciembre de
800 por Carlomagno, quien fue coronado por el Papa León
III. Emergiendo de la parte del este del reino franco,
después de su división estipulada en el Tratado de
Verdún (843), era una conglomeración política de tierras
en Europa occidental y central en la Edad Media,
duró formalmente casi un milenio, hasta su
disolución en 1.806 como una de las consecuencias de las
guerras
napoleónicas.

La terminología contemporánea para el
Imperio varió enormemente a lo largo de los siglos. El
término Imperio Romano fue utilizado en 1.034
para referirse a las tierras bajo dominio de Conrado II y el
término Sacro Imperio fue usado por primera vez
en 1.157. El uso del término Emperador Romano
hacía referencia a los gobernadores de las tierras
europeas del norte y comenzó a usarse con Otón II
(emperador 973-983). Los emperadores anteriores, desde Carlomagno
(muerto en 814) hasta Otón I El Grande (emperador
962-973) habían utilizado simplemente el título de
Imperator Augustus ("Emperador Augusto").

El término Sacro Imperio Romano comienza a ser
utilizado a partir de 1.254; y el término
Sacro Imperio Romano
Germánico
(Heiliges Römisches
Reich Deutscher Nation) data del 1.512, luego de muchas
variaciones en el tardío siglo XV.

DOMINIO CAROLINGIO

La labor de Clodoveo fue continuada en el siglo VIII por
Carlomagno, quien luchó contra los Eslavos al sur del
Danubio, anexionó el sur de Alemania, y sometió
violentamente convirtiendo a los Sajones paganos del noroeste.
Como paladín del cristianismo, y en agradecimiento al
apoyo prestado al Papado, Carlomagno fue coronado Emperador. Este
hito revivió la tradición Imperial romana en
Occidente, pero también supuso un precedente para la
dependencia de los emperadores respecto a la aprobación
papal.

El Imperio Carolingio se fundamentaba en
la estructura
social establecida a finales del Imperio romano. La lengua oficial
de la corte y la Iglesia fue el
latín, pero los francos de la Galia adoptaron un
latín vulgar que dio lugar al francés, mientras que
los francos y otras tribus germánicas en el este, hablaban
varias lenguas que formaron el alemán. El único
vestigio del alemán clásico es el Hildebrandslied,
un poema del siglo VIII basado en primitivos cuentos de
héroes paganos relativos al duelo trágico entre un
padre y su hijo.

Los gobernadores carolingios estimularon el trabajo
misionero entre los alemanes. San Wilibrord fundó el
monasterio de Echternach, y San Bonifacio fundó Reichenau
y Fulda, y reformó la Iglesia de los francos. Sin embargo,
los germanos no francos continuaron profesando religiones paganas. El
Heliand, un poema épico del siglo IX, representa a Cristo
como un rey guerrero Sajón.

FRANCIA DEL ESTE

El Imperio Carolingio no sobrevivió más
allá de la muerte de
Carlomagno, el Imperio fue dividido entre sus tres nietos. Carlos
VI el Calvo recibió la Francia
Occidentalis (la actual Francia). Lotario adquirió el
título imperial y el área central que
comprendía desde el mar del Norte a través de
Lotaringia (Lorena) y Borgoña hasta Italia; el
tercero, Luis II el Germánico, recibió Francia del
Este (la actual Alemania). El Tratado de Meerssen (870)
dividió el reino central, por lo que Lorena pasó a
Francia del Este y el resto a Francia del Oeste. En el 881,
Carlos III el Gordo, de Francia del Este, recibió el
título imperial y seis años después fue
destronado por Arnulfo de Baviera.

LOS DUCADOS FEUDALES

Hacia el siglo X, Francia del Este, que sufrió
las nuevas invasiones de normandos, magiares y moravos desde el
norte y el este, quedó prácticamente dividida por
las tribus rivales. Los carolingios admitieron dirigentes
militares procedentes de estos grupos (Duques) y
eligieron cargos (Condes y Margraves), a los que concedieron
feudos temporales por sus servicios al
Estado; muchos
miembros del alto Clero también recibieron feudos. Como la
autoridad
central disminuía, estos Señores y Príncipes
feudales adquirieron gobierno local,
se encargaron de su defensa y convirtieron sus propiedades en
feudos hereditarios. Los más importantes fueron los
gobernadores de cinco "Stem" (ducados de base tribal): Franconia,
Suabia, Baviera, Sajonia y Lorena. Los guerreros de menor
categoría se unieron al séquito
principesco dejando de lado la lealtad tribal a cambio de
concesiones de terreno más pequeñas y otras
donaciones. El pueblo perdió el derecho a llevar armas; trabajaban
los campos a cambio de protección y un porcentaje de las
cosechas. De esta manera, el sistema de
gobierno Carolingio armonizó con la tradición de
los miembros de las tribus libres para formar una sociedad en la
que una nobleza militar era mantenida por los campesinos libres y
los siervos.

Según la tradición
alemana, los reyes eran elegidos entre sus nobles. A causa de que
ninguna familia noble
quería estar sujeta a otra o a un rey fuerte, se
elegían a menudo a reyes débiles y ninguno
podía asumir con seguridad la
lealtad de sus nobles. Estas condiciones retrasaron durante
siglos la consolidación de un Estado
Alemán.

ALTA
EDAD MEDIA

Los reyes alemanes tenían tres grandes
preocupaciones:

  1. Contener a los príncipes
    rebeldes.
  2. Controlar Italia y ser coronados emperadores de
    Occidente por el Papa, una política considerada parte
    esencial de la herencia
    Carolingia.
  3. Expandir sus dominios hacia el Norte y el
    Este.

LOS REYES SAJONES

Cuando el último monarca Carolingio murió
sin dejar un heredero, los francos y sajones nombraron a Conrado
I, duque de Franconia, como rey de Germania. Después de su
muerte en el
918 eligieron al duque de Sajonia Enrique I el Pajarero, que
luchó contra los húngaros y eslavos, recuperando
Lorena.

OTÓN I EL GRANDE

A la muerte de Enrique I el Pajarero, los
príncipes eligieron a su hijo Otón I el Grande, que
combinó su extraordinaria fortaleza, dignidad y
capacidad militar con una gran tarea diplomática y una
profunda fe religiosa. Decidido a
crear una monarquía centralizada, efectiva.
Otón repartió los ducados entre sus parientes y
otorgó privilegios territoriales a la Iglesia,
asegurándose a cambio la elección de los obispos
por parte de la corona, este sistema fue continuado por sus
herederos.

Otón también tuvo que defender su reino de
los ataques del exterior, en el oeste, fortaleció su
posición en Lorena y ganó influencia sobre
Borgoña, en el norte y este derrotó a los normandos
y eslavos y en el 955, acabó de forma definitiva con el
poder de los
húngaros en la batalla de Lechfeld, de esta manera,
estableció el arzobispado de Magdeburgo (968) y otros
obispados como centros de civilización en los territorios
conquistados, así los alemanes colonizaron estas
regiones.

Al querer emular a Carlomagno como emperador de la
cristiandad ratificado por el Papa, Otón inició una
política destinada a la conquista de la península
Itálica, presa de la autarquía feudal y las
invasiones sarracenas. Cuando Adelaida, reina de los lombardos,
pidió ayuda a Otón contra su captor, Berengario,
rey de Italia, Otón invadió el territorio en el 951
y se casó con ella, por lo que adquirió el
título de rey de Italia de su difunto marido, Lotario
II.

El Papado, a su vez, intentaba mantener su territorio
contra la usurpación de los nobles en el norte y los
ataques de bizantinos y sarracenos en el sur. Cuando el Papa Juan
XII solicitó ayuda a Otón contra Berengario,
invadió Italia por segunda vez, derrotó a
Berengario y, en el 962, el Papa lo coronó Emperador; de
esta manera, por el Privilegio Otoniano, Otón
garantizó el derecho del Papa a los territorios Papales,
por lo que todos los futuros pontífices tuvieron que jurar
lealtad al emperador.

LOS ÚLTIMOS REYES SAJONES

Los sucesores de Otón en los siglos X y XI
continuaron sus políticas
alemana e italiana. Otón II el Sanguinario
estableció la Marca del Este
(Austria) como un puesto avanzado militar, pero fue derrotado por
los sarracenos en su esfuerzo para asegurar el sur de Italia.
Otón III apoyó la reforma benedictina que tuvo su
origen en Cluny y que incitaba a una vida más austera y
disciplinada.

Enrique II el Santo también alentó el
movimiento
cluniaciense y envió misioneros de su corte al nuevo
obispado de Bamberg.

LOS REYES SÁLICOS

Durante 100 años (1.024-1.125) los reyes de
Germania fueron elegidos entre los francos que regían en
el ducado de Franconia y los sálicos llevaron al Imperio a
su punto culminante.

APOGEO DEL IMPERIO

Conrado II el Sálico, un soberano inteligente y
despiadado, reafirmó la autoridad real sobre la
oposición principesca al hacer hereditarios los feudos de
la baja nobleza y elegir ministeriales (caballeros feudales no
libres), hombres de clase baja con
el rango de oficiales y soldados, responsables directamente ante
él. Conquistó el reino de Arles (Borgoña),
fortaleció su poder en el norte de Italia y rechazó
a los polacos.

El hijo de Conrado, Enrique III el Negro, fue el primer
rey indiscutido de Alemania. Piadoso y visionario, llevó a
una Alemania, dividida por la guerra civil,
a la "Tregua de Dios" inspirada en Cluny, una
interrupción de la contienda que duraba desde la puesta
del sol del viernes hasta su salida del lunes, e intentó
en vano hacer de ella una paz permanente. Puso fin al pago para
el nombramiento de nuevos obispos como tributo a la corona (una
práctica denominada simonía) aunque todavía
investía a los eclesiásticos, quienes
mantenían a sus vasallos. Durante su reinado depuso a tres
Papas rivales y nombró a un cuarto, a San León
IX.

ENRIQUE IV

Aunque era todavía un niño, Enrique IV
sucedió a su padre, Enrique III el Negro, en 1.056,
durante la regencia de su madre, Inés de Poitiers, la
princesa se vio obligada a ceder la mayor parte del territorio
real; Italia era un continuo conflicto
entre diversas ciudades independientes, Papas y normandos;
además, el Sínodo de Letrán de 1.059
declaró que sólo los cardenales podían
canónicamente elegir al Papa. Enrique IV intentó
recuperar la pérdida del poder imperial. Su esfuerzo para
recuperar las posesiones de la corona provocó la
rebelión de los sajones y en 1.075, aplastó una
rebelión sajona y procedió a confiscar sus
propiedades, además de intensificar su enemistad hacia
ellos.

El control del clero
por parte de Enrique originó un grave conflicto con el
Papa reformista Gregorio VII, que quiso liberar a la Iglesia de
su dependencia secular. Cuando Gregorio prohibió la
investidura laica de los eclesiásticos, Enrique
anuló su elección en la Dieta de Worms en 1.076, el
Papa excomulgó a Enrique y liberó a sus
súbditos del juramento de lealtad hacia él, para
mantener su corona, Enrique buscó al Papa en Canossa (en
los Apeninos) en enero de 1.077, donde, después de tres
días de humillante penitencia, fue perdonado.
Sin embargo, los príncipes alemanes
eligieron un rey rival, Rodolfo de Suabia, el resultado fue una
guerra civil de casi 20 años. En 1.080, Gregorio
excomulgó de nuevo a Enrique y reconoció a Rodolfo.
Depuesto el Papa, Enrique marchó sobre Roma,
instaló al antipapa Clemente III y fue coronado Emperador
en 1.084. Enrique volvió a Alemania para continuar la
guerra civil contra un nuevo rival (Rodolfo había
fallecido en 1.080). Finalmente, traicionado y hecho prisionero
por su hijo Enrique, el Emperador se vio forzado a
abdicar.

COMPROMISO

Enrique V continuó
inútilmente las luchas de su padre por mantener su
supremacía sobre la Iglesia. Al sufrir varias derrotas
militares, perdió el control de Polonia, Hungría y
Bohemia. A pesar del apoyo de los clérigos, los ministros
y las ciudades, no pudo sofocar la presión de los
príncipes, quienes forzaron al cansado Emperador y al Papa
Calixto II para llegar a un compromiso sobre las
investiduras.

La Querella de las Investiduras
finalizó con el "Concordato de
Works" (1.122), el cual estipulaba
que los nombramientos episcopales tendrían lugar ante la
presencia Imperial sin simonía y que el emperador
investiría al candidato con los símbolos de su cargo temporal antes de que
un obispo lo hiciera con los símbolos
espirituales.

A pesar de estos acuerdos, el Papa
tenía la mejor parte del trato, por lo que la rivalidad
entre el Emperador y el Papado tuvo una nueva
dimensión.

LA SOCIEDAD DE LA ALTA EDAD MEDIA

Los reyes alemanes no tenían una capital fija,
pero viajaban sin cesar por todo su reino; no tenían
más ingresos que los
de sus propiedades familiares y las ofrendas de
los clérigos. El feudalismo fue la
forma de gobierno. Los grandes señores, en teoría
vasallos del rey, usurparon de hecho los derechos
reales para construir castillos y administrar justicia, la
gran mayoría de la población vivía en los feudos que
pertenecían a los nobles y obispos, de quienes eran sus
vasallos. Las escasas ciudades, tales como Trier y Colonia, eran
principalmente antiguas fundaciones romanas o fortificaciones
imperiales, allí, los comerciantes, los artesanos y los
campesinos privados de tierras se instalaron como ciudadanos
libres bajo la autoridad de un príncipe, en las ciudades
también se asentaron los judíos,
y sus actividades se centraron en el ámbito del comercio y la
artesanía.

El clero, que englobaba a muchos nobles, difundía
la fe, proporcionaba la educación y
ejercía funciones de
gobierno en numerosos territorios, los monasterios como Reichenau
(Ratisbona), Fulda, Echternach y Saint Gall eran centros
importantes, los monjes transcribieron obras latinas (como la
Walthariuslied, basada en una leyenda germana) y tradujeron
textos bíblicos y otros cristianos, al alemán
clásico. Sus manuscritos, ilustrados con imágenes,
imitaban el arte
clásico antiguo y bizantino, las Iglesias, notablemente la
de San Miguel en Hildesheim y las Catedrales de Maguncia, Spira y
Worms, eran basílicas sobrias y abovedadas con torres y
pequeños vanos formados con arcos de medio punto, y sus
muros estaban adornados con pinturas murales y esculturas en
madera y
bronce.

BAJA EDAD MEDIA

En los siglos XII y XIII Alemania e Italia estuvieron
inmersas en los enfrentamientos entre dos familias principescas:
los Hohenstaufen (o Waiblingen) de Suabia, denominados gibelinos
en Italia, estos mantenían las coronas alemana e imperial;
los Welfs de Baviera y Sajonia, conocidos como güelfos en
Italia, quienes se aliaron con el Papado. Enrique V murió
en 1.125 sin descendencia, los príncipes, al anular el
principio hereditario, pasaron por alto a sus sobrinos, Federico
y Conrado Hohenstaufen, para elegir Emperador a Lotario, duque de
Sajonia. Como Emperador, Lotario II reavivó los esfuerzos
para convertir y dominar el este; para imponer su autoridad en
Italia, dirigió dos expediciones para apoyar a Inocencio
II, que lo coronó en 1.133; y en Alemania, luchó en
una guerra civil contra los príncipes Hohenstaufen, que no
lo aceptaron como Emperador.

LA CORONA HOHENSTAUFEN

A la muerte de Lotario, los príncipes anularon a
su poderoso hijastro y heredero güelfo, Enrique el Soberbio,
Señor de Baviera y Sajonia, en su lugar, eligieron a
Conrado de Hohenstaufen, duque de Suecia, así la guerra
civil estalló de nuevo, esta vez entre Conrado III
Hohenstaufen y los duques güelfos, Enrique el Soberbio y su
hijo Enrique el León, y continuó mientras Conrado
dirigió la desafortunada Segunda Cruzada, que se
desarrolló de forma paralela al conflicto
güelfo-gibelino en Italia y la elección de su sobrino
Federico, un Hohenstaufen nacido de madre güelfa,
resolvió temporalmente la contienda en
Alemania.

FEDERICO I BARBARROJA

Federico I Barbarroja
fue Emperador del "Sacro Imperio Romano Germánico" y rey
de Germania. Deseaba restaurar la gloria del Imperio romano pero
sus diferencias con el Papado provocaron una alianza de Estados
italianos en su contra, frustrando sus ambiciones y murió
ahogado en Cilicia (región de Asia menor), cuando marchaba
para unirse a la tercera Cruzada.

Fue el ideal de rey cristiano medieval, al considerarse
como el sucesor de Augusto, Carlomagno y Otón I el Grande,
asumió el título de Emperador del "Sacro Imperio
Romano" y pasó la mayor parte de su reinado entre Alemania
e Italia intentando restaurar la gloria Imperial en ambos
territorios.

En el norte, unificó Alemania y Borgoña al
casarse con Beatriz, heredera de Borgoña. Declaró
una paz Imperial y para asegurarla, apaciguó a los
güelfos al reconocer a Enrique el León como duque de
Sajonia y Baviera, y en compensación convirtió a
Austria en ducado, pero cuando Enrique rechazó aportar
tropas a una campaña italiana, Federico, apoyado por otros
príncipes celosos, lo exiliaron por traidor, de esta
manera, los ducados de Enrique se separaron y Baviera pasó
a la familia
Wittelsbach.

En el sur, Federico realizó seis expediciones a
Italia para mantener la plena autoridad Imperial sobre las
Ciudades Estado de Lombardía y el Papado. En 1.155, en su
primer viaje, fue coronado Emperador; en el segundo,
convocó la Dieta de Roncaglia (1.158) para proclamar sus
derechos sobre la
Lombardía, por lo que instaló podestás
(representantes imperiales) en las ciudades lombardas; algunas
simpatizaban con los gibelinos, pero la mayoría puso
reparos a ser gobernadas y gravadas con impuestos por
extranjeros. Los Papas necesitaron del apoyo Imperial para
sofocar varios levantamientos en Roma, a pesar de lo cual,
defendían que su cargo espiritual les daba la soberanía sobre los Emperadores y quisieron
mantener el control de forma independiente sobre los Estados
Pontificios.

Como resultado de todo esto, algunas ciudades se
rebelaron contra la autoridad Imperial y formaron la Liga de
Verona en alianza con el Papa Alejandro III. Federico
reaccionó al nombrar un antipapa, Víctor IV. En sus
dos viajes
posteriores, las ciudades gibelinas se unieron con los
güelfos en la Liga Lombarda (1.167) y expulsaron a los
podestás. Alejandro III, que había excomulgado a
Federico, huyó con sus aliados normandos a Sicilia, por lo
que en 1.166 Federico conquistó Roma.

Durante su quinta campaña en Italia, al carecer
del apoyo de Enrique el León, la Liga Lombarda
derrotó a Federico en la batalla de Legnano (1.176); la
posterior Paz de Constanza (1.183) reconoció la
autonomía de las ciudades, que permanecieron sólo
nominalmente sujetas al Emperador. Federico hizo una
última expedición en la que obtuvo un nuevo apoyo
entre las ciudades rebeldes. Murió mientras dirigía
la tercera Cruzada.

ENRIQUE VI

Más ambicioso, incluso, que su padre, Enrique VI
quiso ampliar sus dominios. Para asegurar la paz en Alemania,
reprimió una rebelión, al retornar del exilio
Enrique el León, invadió las ciudades italianas del
norte para someterlas y conquistó Sicilia. Al intentar
crear un imperio en el Mediterráneo, exigió tributo
a los musulmanes del norte de África y al débil
emperador bizantino, pero en 1.197, Enrique murió de forma
repentina mientras planeaba una cruzada a Tierra
Santa.

El Imperio se desmembró rápidamente, el
hijo menor de edad de Enrique, Federico II, heredó
Sicilia, pero Italia Septentrional reafirmó su independencia.
Los alemanes rehusaron aceptar un niño como Emperador o
aceptar la herencia de la corona en el linaje de los
Hohenstaufen.

Una vez más la guerra civil hizo estragos cuando
los dos reyes electos "el Hohenstaufen Felipe de Suabia y el
güelfo Otón de Brunswick, hijo de Enrique el
León" lucharon por la Corona. Cuando Otón
invadió Italia, el Papa Inocencio III aseguro la
elección de Federico II, sobre la promesa de que
éste abandonaría Sicilia para no rodear los Estados
Pontificios.

FEDERICO II

Competente en muchos campos, el nuevo rey fue conocido
como "Stupor mundi" (asombro del mundo). Determinó
conservar Sicilia como su base de operaciones, lo
que suponía no respetar su promesa, prefiriendo conceder
Alemania antes que Sicilia a su hijo Enrique. En Sicilia
suprimió los barones, reformó las leyes,
fundó la Universidad de
Nápoles y mantuvo una corte deslumbrante, donde
brilló como científico, artista y poeta.
También fue un excelente militar, diplomático y
administrador.

Para conseguir el apoyo alemán para sus
campañas en Italia septentrional, Federico permitió
a los príncipes usurpar los poderes reales. La
confirmación de sus derechos por el Privilegio de Worms
(1.231) los hizo prácticamente, ser dueños
absolutos en sus propios territorios. Su hijo Enrique, cuando
alcanzó la mayoría de edad, se opuso a esta
política y se rebeló, pero su padre lo
destronó y lo encarceló.

Los Papas consideraron peligroso a un Emperador tan
agresivo como Federico. El Papa Gregorio IX lo excomulgó
por su retraso en encabezar una cruzada prometida. Federico,
finalmente, fue a Jerusalén en 1.228, donde fue coronado
rey y conquistó los principales lugares cristianos de
Tierra Santa. Sin embargo, su éxito no apaciguó a
Gregorio IX que, en su ausencia, invadió Sicilia. Federico
derrotó la Liga Lombarda en Cortenuova y firmó la
paz. Pero hacia 1.237, luchó contra la segunda Liga
Lombarda en Italia septentrional. La Liga se alió con el
Papa, quien lo excomulgó de nuevo. Federico entonces
tomó los Estados Pontificios; el nuevo Papa, Inocencio IV,
huyó a Lyon y lo declaró depuesto. Federico
avanzaba contra la Liga cuando falleció de forma
repentina.

Conrado IV Hohenstaufen, el hijo más joven de
Federico, heredó Sicilia y el título Imperial, pero
Italia y Alemania nunca se volvieron a unir. Los Papas, aliados
con los franceses, expulsaron a los Hohenstaufen de Sicilia.
Alemania sufrió la confusión del Gran Interregnum
(1.254-1.273), durante el cual los innumerables Estados en que
quedó dividida Alemania protagonizaron una resistencia
política caracterizada por la anarquía
general.

SOCIEDAD Y CULTURA EN LA
BAJA EDAD MEDIA

Liga Hanseática, llegó a convertirse en
una gran potencia
política, cuyo proceso de
desintegración dio comienzo a finales del siglo XV y se
aceleró definitivamente con el estallido de la guerra de
los Treinta Años en 1.618.

A finales del siglo XIII el Imperio había perdido
Polonia y Hungría y el control efectivo de Borgoña
e Italia. Dentro de sus fronteras, los principados eran
prácticamente autónomos, el antiguo derecho de
elección real se limitó a siete príncipes,
quienes eligieron deliberadamente hombres débiles, poco
probables de frustrar sus propias ambiciones
dinásticas.

La Iglesia continuó siendo una fuerza
dominante en la sociedad. Los monjes cistercienses y de la Orden
Premonstratense colonizaron nuevos territorios en el este,
mientras que la Orden de Predicadores (dominicos) y los
franciscanos predicaron y enseñaron en las ciudades. La
Orden Teutónica trasladó su sede a Marienburgo en
el este de Alemania, donde encabezaron una cruzada contra los
prusianos paganos. Los caballeros teutones abrieron la ruta del
mar Báltico a la Iglesia y a los comerciantes
alemanes.

La lucha entre Emperadores y príncipes
benefició a las ciudades, que pagaban contribuciones a los
emperadores a cambio de liberarse de las obligaciones
feudales, el comercio tuvo un gran desarrollo;
Colonia y Frankfurt comenzaron a celebrar las ferias comerciales,
Maguncia se asentaba en la ruta que cruzaba los Alpes hacia
Italia; Lübeck y Hamburgo dominaban el mar del Norte y el
comercio en el Báltico, y Leipzig mantuvo contactos
comerciales con Rusia. Las
ciudades del Rin y, más tarde, las ciudades alemanas del
norte empezaron a formar asociaciones de comercio, la más
poderosa de las cuales fue la Hansa Teutónica. Esta
asociación acordó bastantes tratados
comerciales, creó nuevos centros de comercio y
civilización, contribuyó al desarrollo
agrícola y de las artes menores, favoreció la
construcción de canales y carreteras, e
incluso declaraba la guerra, la desintegración de la Hansa
empezó a finales del siglo XV y se acabó en 1.669
definitivamente.

Este mapa muestra la
extensión que llegó a alcanzar entre los siglos XII
y XV la federación de ciudades europeas conocida como Liga
Hanseática, instaurada en 1158 con el objeto de proteger y
fomentar los mutuos intereses comerciales en el norte de
Alemania

En el momento de máximo esplendor de la Hansa,
los ricos burgueses erigieron murallas en las ciudades,
financiaron la construcción de catedrales y de
ayuntamientos y lugares de reunión de gremios como
expresiones de orgullo ciudadano.

Hacia mediados del siglo XIII, las influencias del
gótico francés llegaron a la arquitectura
alemana. Las elevadas catedrales de Bamberg, Estrasburgo,
Naumburg y Colonia fueron ricamente decoradas con esculturas e
iluminadas en su interior gracias a los grandes ventanales de
arcos ojivales donde instalaban magníficas
vidrieras.

La cultura francesa también afectó a la
literatura
alemana. Los nobles y caballeros errantes, denominados los
minnesänger, escribieron y recitaron elegantes poemas de
amor en la
tradición de los trovadores de la Provenza francesa. Entre
los primeros cabe destacar a Reinmar von Hagenau y Walter von der
Vogelweide. Otros poetas, denominados spielleute, realizaban
composiciones épicas. Gottfried von Strassburg y Wolfram
von Eschenbach trataron el ciclo artúrico francés;
sin embargo, los dos relatos épicos más importantes
"el Niebelungenlied y el Gudrunlied" están basados en las
tradiciones germanas.

FINALES DE LA EDAD MEDIA Y PRINCIPIOS DEL
RENACIMIENTO

A finales de la Edad Media, la gran estirpe de duques se
había extinguido y se crearon nuevos principados, y las
tres casas reales "Habsburgo, Wittelsbach y Luxemburgo" lucharon
por los derechos dinásticos de la corona
imperial.

RIVALIDAD PRINCIPESCA

En 1.273, los electores pusieron fin al Gran
Interregnum, al elegir Emperador a Rodolfo de Habsburgo, un
príncipe menor de Suabia, incapaz de recuperar las
propiedades Imperiales que habían sido usurpadas. Rodolfo
I de Habsburgo se concentró en agrandar las posesiones de
su familia. Ayudado por los Wittelsbachs y otros, derrotó
al rey de bohemia, Premysl Otakar II, y reconquistó las
posesiones que éste había usurpado (Austria,
Estiria, Carintia y Carniola) para sus dos hijos, así que
hizo de los Habsburgo una de las grandes potencias del
Imperio.

Tras la muerte de Rodolfo, los electores eligieron a
Adolfo de Nassau pero lo depusieron cuando impuso excesivamente
su autoridad. Alberto I, su sucesor, mostró sus deseos de
incrementar su territorio pero murió en una
expedición a Suiza. En la búsqueda de un nuevo
emperador, los electores votaron a Enrique, conde de Luxemburgo.
Inquieto por restaurar los derechos Imperiales en Italia, Enrique
VII cruzó los Alpes en 1.310 y sometió
temporalmente a Lombardía; fue coronado por el pueblo
romano, al abandonar Roma durante el Cisma de
Aviñón, también denominado "Cautividad de
Babilonia". Murió intentando conquistar Nápoles a
los franceses.

La guerra civil, hizo entonces estragos, hasta que el
candidato de los Wittelsbach al trono, Luis de Baviera,
derrotó a Federico I de Habsburgo en la batalla de
Mühldorf en 1.322. Luis IV de Baviera logró ser
coronado en Italia, pero el Papa Juan XXII, que puso objeciones a
su intervención en la política italiana,
invalidó su título y lo excomulgó. Luis,
convocó entonces un consejo eclesiástico, e
instaló al antipapa, Nicolás V, en Roma. En 1.338,
en la Dieta de Rhense, los electores hicieron una
declaración trascendental: el rey de los alemanes
sería elegido por mayoría electoral, así se
evitaría la guerra civil, y sería
automáticamente nombrado Emperador sin ser coronado por el
Papa; esto se reflejó en el título, que se hizo
oficial en el siglo XV, "Sacro Emperador Romano
Germánico".

LA CASA DE LUXEMBURGO

Los Papas, por supuesto, se opusieron a esta
decisión, Clemente VI entabló negociaciones con
Carlos, rey de Bohemia y nieto de Enrique VII. En 1.347, fue
elegido por cinco de los siete Electores, quienes habían
depuesto previamente a Luis. Carlos IV de Luxemburgo
ignoró diplomáticamente la cuestión del
consentimiento Papal. En la Bula de Oro (1.356),
especificaba quiénes serían desde entonces los
siete electores: los obispos de Maguncia, Tréveris y
Colonia, el conde del Palatinado, el duque de Sajonia (un viejo
título para un nuevo Estado en el este), el margrave
(Conde) de Brandeburgo y el rey de Bohemia. A causa de que la
bula hacía sus posesiones indivisibles, les otorgaba los
monopolios de minas y aduanas, y les
aseguraba donaciones de los candidatos, se convirtieron en los
más poderosos de todos los príncipes.

Al haber asegurado el poder de los príncipes,
Carlos IV reforzó su propia dinastía en Bohemia.
Adquirió Brandeburgo y tomó Silesia a Polonia para
extender el Imperio hacia el este. Para obtener dinero,
fomentó las industrias de la
plata, vidrio y papel de
Bohemia; embelleció Praga, su capital, con nuevos
edificios de estilo gótico tardío, fundó una
destacada universidad y mantuvo una corte brillante.

El hijo de Carlos, Segismundo de Luxemburgo,
forzó al papa Juan XXII a convocar el Concilio de
Constanza (1.414-1.418), que puso fin al Gran Cisma en el Papado.
Pero, como rey de Bohemia, se mantuvo muy apegado a sus propias
posesiones dinásticas. El movimiento husita
convulsionó Bohemia, al combinar los sentimientos
tradicionales checos con el deseo de reformar en profundidad la
Iglesia. Segismundo invitó al reformador Jan Hus para
exponer sus puntos de vista (bajo la protección Imperial)
en el Concilio de Constanza, pero no pudo evitar que el Concilio
lo condenara después a morir en la hoguera por hereje. El
resultado fue el estallido de las Guerras Husitas, en las que la
facción denominada de los calixtinos obtuvo algunas
concesiones de la Iglesia y de Segismundo a cambio de su
reconciliación.

LA CASA DE LOS HABSBURGO

Cuando Segismundo murió sin heredero, los
electores eligieron por unanimidad a su hijastro Alberto de
Austria, de la familia de los Habsburgo, que se convirtió
en Emperador como Alberto V el Ilustre. Desde ese momento, la
corona imperial se hizo en la práctica, aunque no en
teoría, hereditaria de la casa de los Habsburgo. Alberto V
el Ilustre murió mientras se desarrollaba la guerra civil
en Bohemia y se producía una invasión otomana en
Hungría. Su primo y sucesor, Federico III de Estiria,
perdió Hungría y Bohemia y vendió Luxemburgo
a Francia, mientras luchaba contra los príncipes alemanes
y los turcos alcanzaban las fronteras del Imperio. En 1.486, los
príncipes le forzaron a ceder su autoridad a su hijo, pero
hasta 1.493 mantuvo el título de Emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico.

Maximiliano I, mecenas del arte, dispuso muchos planes
que nunca se materializaron. Su mayor éxito fue la
política matrimonial en beneficio de su familia. Mediante
su propio matrimonio con
María de Borgoña adquirió un rico territorio
que comprendía las prósperas ciudades flamencas. El
territorio de Borgoña, de habla francesa, fue la causa
inicial de que la enemistad entre los Habsburgo y los Valois, se
mantuviera durante los próximos tres siglos. Mediante el
matrimonio de su hijo, Felipe el Hermoso, con la heredera de España,
Juana la Loca, Maximiliano sentó las bases para la futura
unión de las coronas de Castilla y Aragón y el
Imperio. Mediante la promesa de matrimonio entre su nieto
Fernando y la heredera de Hungría y Bohemia,
añadió aquellos Estados al patrimonio
familiar.

LA SOCIEDAD DEL SIGLO XV

En el Imperio, como en el resto de Europa, el siglo XV
fue una época de transición de la economía feudal de la
edad media, a la economía monetaria de la época
moderna. El proceso creó tensiones entre todas las clases
de la sociedad.

LA NOBLEZA

La nobleza alemana comprendía los grandes
electores y otros príncipes de los 240 Estados que
integraban el Imperio, hasta los caballeros menores que
mantenían feudos directos del Emperador. Tenían
jurisdicción suprema en sus territorios, revisados
sólo por las Dietas en las que estaban representados los
nobles, el clero y los ciudadanos, los cuales sólo
podían recaudar los impuestos necesarios para pagar nuevas
armas y soldados mercenarios. Cuando los precios se
elevaron y no lo hicieron en la misma medida los de los productos de
sus tierras, toda la nobleza cayó presa del endeudamiento.
Algunos obligaron a pagar más impuestos y a realizar
más servicios feudales a sus campesinos, mientras que
otros recurrieron a atacar las tierras de otros nobles o a las
ciudades, e incluso hubo quien vendió sus servicios
militares como mercenarios.

LAS CIUDADES

Como centros de comercio, las ciudades se hicieron cada
vez más importantes en una economía monetaria. En
el sur, Nuremberg y Augsburgo (la sede de la familia de banqueros
Fugger) explotaron las minas de sus proximidades y desarrollaron
el comercio con Italia. En el norte, Lübeck, Hamburgo y
otras ciudades de la Hansa Teutónica desarrollaron un
comercio activo con Gran Bretaña y
Escandinavia.

Dentro de las ciudades, los antiguos gremios de
comerciantes y los nuevos gremios de artesanos, ambos
prácticamente hereditarios, lucharon por el poder
municipal, en un conflicto donde los grupos más humildes
no tenían derecho a opinar. A medida que su comercio
crecía, las demandas de las ciudades para liberarse de las
tasas locales impuestas en carreteras y ríos a menudo
provocaron la guerra entre los nobles.

LOS CAMPESINOS

Quizás hasta un tercio de los campesinos, el
mismo porcentaje estimado para el resto de la población,
murió durante la plaga de peste que asoló Europa a
mediados del siglo XIV. Entre los supervivientes, eran numerosos
quienes habían perdido sus terrenos a través de la
frecuente subdivisión entre los herederos. Muchos de
éstos emigraron a las ciudades, mientras que la mayor
parte perdió algunos derechos y libertades que
habían poseído tradicionalmente, cuando los
señores procuraron mantenerlos en la tierra y
hacerlas tan rentables como fuera posible. Los campesinos,
especialmente en el sur de Alemania, recurrieron finalmente a la
protesta violenta.

LA IGLESIA

Las peticiones de reforma de la Iglesia habían
surgido al menos desde el siglo XI con el movimiento cluniacense;
durante el final de la Edad Media y comienzos del Renacimiento se
hicieron más insistentes. En el aspecto político,
la Iglesia perdió su prestigio como resultado de la ya
mencionada cautividad de Babilonia y el consiguiente Gran Cisma
de Occidente en el Papado.

En lo referente a la economía, la creciente
necesidad de más dinero condujo a críticas sobre la
situación de la Iglesia. La gente objetó que
poseía muchas propiedades y ejercía una gran
presión sobre sus arrendatarios, aunque no pagaba
impuestos. Los aspectos económicos y políticos
venían unidos al creciente resentimiento alemán de
enviar dinero para mantener al Papa en Roma.

La Iglesia también fue atacada desde el punto de
vista intelectual, por los estudios humanistas de autores de la
antigüedad clásica, que se extendían desde
Italia septentrional. Nicolás de Cusa propuso una
teoría heliocéntrica de la astronomía que socavaba la aceptada
visión bíblica de la creación. Los autores
humanistas como Conradus Celtes, Willibald Pirkheimer, Johannes
Reuchlin y Erasmo de Rotterdam propugnaban la pureza lingüística en el estudio
bíblico y de otros textos, y satirizaban los abusos
cometidos por la jerarquía eclesiástica. La
invención de la imprenta por
Johann Gutenberg, además de posibilitar la edición
de la Biblia y otros libros,
impulsó en consecuencia, que los nuevos pensamientos y
conocimientos pudieran llegar a más gente, lo que
preparó el terreno intelectual para la Reforma.

PERIODO DE CONFLICTOS
RELIGIOSOS

Las inquietudes espirituales de Martín Lutero se
combinaron con las ambiciones seculares de los príncipes
alemanes para producir la Reforma protestante. El movimiento para
la reforma religiosa propugnaba la libertad
religiosa aun a costa de la unidad cristiana de Occidente. Las
luchas religiosas intensificaron los conflictos políticos
europeos durante cien años.

LA REFORMA PROTESTANTE

En 1.519, Carlos I de España y V de Alemania
sucedió a su abuelo Maximiliano como Emperador del Sacro
Imperio Romano. Dedicó su vida a preservar un imperio
medieval unido en la fe, un esfuerzo sin fruto en la sociedad
plural creada por los reformadores y las fuerzas
seculares.

MARTÍN LUTERO

Una figura clave del nuevo período fue
Martín Lutero, un fraile agustino que estaba preocupado
por los abusos dentro de la Iglesia. Se indignó
particularmente por la campaña llevada a cabo sin
ningún tipo de escrúpulos para vender indulgencias,
por las que se perdonaban los castigos y penitencias que
deberían realizarse tras haber pecado. En 1.517, Lutero
publicó una lista de 95 tesis atacando
las indulgencias, que provocaron una gran
controversia.

En 1.520, Lutero redactó tres panfletos que
declaraban sus creencias en la libertad de la conciencia
cristiana, formada sólo por la Biblia, el sacerdocio de
todos los creyentes y una Iglesia mantenida por el Estado. A
causa de que estas doctrinas atacaban a la raíz de la
autoridad eclesiástica, el Papa León X
publicó una Bula que condenaba sus obras. Lutero
quemó la Bula y fue excomulgado. Carlos I lo
emplazó para que se defendiera en la Dieta de Worms
(1.521) y, cuando Lutero rechazó retractarse, lo
proscribió. Sin embargo, Federico el Sabio, elector de
Sajonia, acogió a Lutero en el castillo de Wartburg, donde
empezó a traducir la Biblia al alemán.

Las ideas luteranas, en parte una continuación de
las herejías husitas, fueron recibidas favorablemente por
muchos. Sin embargo, estas cuestiones de conciencia se
manifestaron de forma extremista o se mezclaron con situaciones
socioeconómicas injustas. En Karlstadt se produjeron
ataques iconoclastas contra las pinturas, estatuas y vidrieras
que había en las Iglesias. El caballero mercenario Franz
Von Sickingen condujo al sur a caballeros germanos arruinados,
con la esperanza de enfrentarse a los señores
eclesiásticos y conseguir las propiedades de la Iglesia.
Los grupos de campesinos, que querían volver a las viejas
formas, saquearon y quemaron castillos y monasterios en las
Guerras Campesinas (1.524-1.526).

Todos estos sectores, buscaron en Lutero su guía
para la reforma de la Iglesia y la sociedad germana, pero Lutero
no quería mezclar los asuntos religiosos con los
seculares. Salió de Wartburg para restablecer el orden,
condenó la actitud de
Karlstadt e incitó a los príncipes a reprimir todo
levantamiento campesino, lo
que llevaron a cabo. Los campesinos, entonces, perdieron todos
los derechos tradicionales y la capacidad de iniciativa, mientras
los príncipes constituyeron Iglesias estatales mantenidas
mediante las posesiones Católicas confiscadas, en las que
el servicio
religioso era en alemán y se suprimió el celibato
sacerdotal.

CONFLICTO Y COMPROMISO

En este primer período, una ruptura con Roma
parecía lejana. Muchos luteranos no habrían
abandonado la Iglesia Católica si las prácticas no
bíblicas se hubieran eliminado. Carlos V, ocupado con las
guerras exteriores, quiso establecer la paz en el interior, pero
Lutero no estuvo conciliador. Además, los protestantes
(como pronto fueron denominados) estaban divididos. Aparte de los
luteranos, había cristianos reformistas, inspirados por el
teólogo suizo Ulrico Zuinglio, que pretendieron formar
Estados teocráticos basados en la Biblia, y los radicales
anabaptistas, en su mayoría gente pobre, que
querían formar iglesias independientes del
Estado.

En la Dieta de Augsburgo (1.530) luteranos y reformistas
cristianos presentaron confesiones de fe separadas, al indicar
que ellos no podían llegar a un acuerdo con los
católicos o cualquier otra confesión; los
anabaptistas no estaban representados en absoluto. A su vez, los
príncipes y el Papa Clemente VII bloquearon los deseos de
Carlos de celebrar un Concilio para mediar en la disputa.
Agotados los medios
pacíficos, Carlos condujo sus tropas contra los
príncipes protestantes y las ciudades de la Liga de
Esmalcalda (1.531), derrotándolos en la batalla de
Mühlberg en 1.547. A su vez, muchos nobles, que
habían adquirido posesiones católicas
secularizadas, eran protestantes y forzaron a Carlos a aceptar el
compromiso de la Paz de Augsburgo (1.555). Quedó
reconocido el luteranismo, pero no ocurrió lo mismo con
los Calvinistas, cuyas doctrinas teocráticas
parecían revolucionarias a los príncipes. Lo
más significativo fue que los príncipes vieron
reconocido su derecho a elegir la religión que
debía imperar en su territorio.

Lutero murió en 1.546 con su obra concluida.
Carlos, que había fracasado en una tarea imposible,
abdicó en 1.556. Su vasto imperio se dividió: las
posesiones españolas y borgoñonas pasaron a su hijo
Felipe II, mientras que el título Imperial y las
posesiones Imperiales, serían para su hermano Fernando I
de Habsburgo.

LA CONTRARREFORMA CATÓLICA

Mientras los emperadores Fernando I y su hijo
Maximiliano II estuvieron ocupados con la amenaza de la
invasión turca, el protestantismo en Alemania se
expandió rápidamente. Sin embargo, su progreso se
detuvo por la Contrarreforma. El Concilio de Trento
(1.545-1.563), dominado por los jesuitas,
abolió la venta de
indulgencias pero también modificó la doctrina y el
culto, e impidió la reconciliación con los
protestantes. Los jesuitas fundaron centros en ciudades alemanas,
donde consiguieron mucho apoyo en favor del catolicismo. Los
gobernadores de Baviera, Austria, Salzburgo, Bamberg y
Würzburg restablecieron el catolicismo, creando un bloque
católico en el sur de Alemania.

La tensión subió entre ambas confesiones.
Los príncipes protestantes, bajo el mando de Federico IV,
formaron la Unión Protestante en 1.608. En 1.609,
Maximiliano I, duque de Baviera, agrupó a los
príncipes católicos en la Liga Católica. El
Emperador Rodolfo II, un erudito recluido en Praga e incapacitado
para gobernar, se vio forzado a renunciar de su cargo en favor de
su hermano Matías, quien no demostró más
efectividad.

Matías fue sucedido por su sobrino, quien
gobernó como Fernando II de Habsburgo. Sin embargo, el
soberano más poderoso de Europa era Felipe II de
España. La Francia católica estaba determinada a no
dejarse avasallar por los Habsburgo. Los protestantes ingleses y
holandeses también se opusieron a una dinastía
fuerte de los Habsburgo, el deseo de dominar el Báltico
atrajo a Dinamarca y Suecia.

LA
GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS

El problema empezó en la Bohemia protestante, que
rechazó aceptar al católico Fernando, como rey y
futuro emperador. En 1.618, los checos formaron su propio
gobierno, apoyado por la Unión Evangélica. Tras la
muerte de Matías en 1.619, eligieron rey de Bohemia al
elector protestante Federico V. Sin embargo, Fernando
aplastó a las tropas de Bohemia en la batalla de la
Montaña Blanca (1.620); Federico tuvo que exiliarse y el
catolicismo se restauró por la fuerza. Los nobles bohemios
fueron asesinados, privados de sus posesiones o multados, y como
consecuencia de la guerra, la población descendió
en más de una quinta parte.

Los príncipes protestantes se opusieron a la
presencia de las tropas españolas en Alemania. Apoyaron a
Cristián IV de Dinamarca, quien, financiado por los
holandeses e ingleses, invadió Alemania en 1.625.
Así comenzó la segunda fase de la guerra de los
Treinta Años, que finalizó con la derrota de
Cristián IV. El victorioso Fernando promulgó el
Edicto de Restitución (1.629), que ordenó la
devolución de todas las propiedades de la Iglesia
católica en poder de los protestantes desde
1.552.

La tercera fase de la guerra empezó cuando
Gustavo Adolfo II de Suecia, quien pretendía ampliar el
control sueco del mar Báltico, invadió Pomerania
como adalid de los príncipes protestantes. El
ejército sueco obtuvo una victoria rotunda en Breitenfeld
(1.631) y tomó Maguncia y Praga; pero su avance se detuvo,
la guerra se alargó durante años y los dos
ejércitos enfrentados devastaron el país. En 1.635,
se declaró una tregua y el Edicto de Restitución
fue revocado.

Sin embargo, los suecos ansiaban terrenos, mientras que
los franceses, dirigidos por el cardenal Richelieu, estaban
determinados a someter a los Habsburgo. Por consiguiente, en la
cuarta fase de la guerra, Francia pagó subsidios al
ejército sueco para mantenerlo en combate, y las tropas
francesas cruzaron el Rin. Tras otros 13 años de
contienda, el emperador Fernando III de Habsburgo y los
príncipes se prepararon para la paz.

LA PAZ DE
WESTFALIA

La larga guerra finalizó con la Paz de Westfalia
(1.648). Según los términos del tratado, la
soberanía y la independencia de cada Estado del
"Sacro Imperio
Romano Germánico" se reconocía
completamente, al quedar el Emperador prácticamente sin
poderes; además, la religión de cada Estado
Alemán sería determinada por su príncipe; se
aceptó la situación existente en 1.624 en el
aspecto religioso, al establecer que las propiedades de los
Habsburgo, el sur y el oeste de Alemania eran católicos,
se reconocía la fe reformada y los protestantes
podían mantener las propiedades adquiridas.

Políticamente, el "Sacro Imperio Romano
Germánico" (o I Reich), continuó con
tal denominación, pero había perdido todas las
pretensiones a la universalidad o efectividad del gobierno
centralizado. Económica y socialmente, Alemania
había perdido una tercera parte de su población en
la guerra y gran parte de su ganadería,
capital y comercio y las bandas de refugiados y mercenarios
vagaban por el país, saqueando a su antojo.

VIDA
CULTURAL EN EL RENACIMIENTO Y
DURANTE LA REFORMA

El renacimiento clasicista y la reforma
protestante afectaron profundamente las artes del siglo XVI y
transformaron la educación

LAS ARTES VISUALES

El estilo gótico tardío continuaba en
pintura y
escultura, caracterizado por la devoción religiosa y el
gusto por los detalles elegantes. Tanto los maestros pintores
Matthias Grünewald y Stefan Lochner, y los escultores Veit
Stoss, Peter Vischer el Viejo, Adam Kraft y Tilman
Riemenschneider dedicaron un gran esfuerzo en la
realización de vidrieras y retablos. El estilo
renacentista, caracterizado por motivos clásicos y el
interés
en el mundo de la naturaleza,
fue introducido desde Italia por Alberto Durero. Lucas Cranach el
Viejo y Hans Holbein el Joven expresaron el énfasis
humanista sobre el individuo en
sus retratos. Durero y Martin Schongauer combinaron los elementos
góticos y renacentistas en las nuevas técnicas
de grabados en madera y cobre,
utilizados para la
ilustración de libros en la imprenta.

Hasta la Reforma se mantuvo el gótico
tardío como estilo arquitectónico, momento a partir
del cual se detuvo prácticamente la construcción de
Iglesias. Los protestantes desaprobaron las manifestaciones
artísticas en las Iglesias, aunque la burguesía
gastó enormes cantidades en casas con tejados empinados,
con entramado de madera, y pintadas de forma decorativa.
También se edificaron opulentos palacios y ayuntamientos
siguiendo el estilo renacentista.

LITERATURA Y ERUDICIÓN

La Biblia de Gutenberg fue el primer libro impreso
con caracteres móviles, edición de la imprenta de
Johann Gutenberg hacia los años 1.450 y 1.456. La
combinación de la fabricación de papel y del uso de
la imprenta permitió producir una serie de esta Biblia. El
aumento de estas y otras obras impresas hizo posible la lectura a
un mayor número de alemanes, lo que conduciría a
los grandes sucesos históricos de principios del siglo
XVI.

La tradición medieval continuó en la
literatura popular alemana en la forma de canciones populares,
anécdotas relacionadas con héroes tradicionales y
obras religiosas y seculares que también seguían la
tradición. Los temas tradicionales y clásicos
proporcionaron abundante material para los Maestros cantores,
poetas líricos que escribían según las
estrictas formas de los minnesänger antiguos. El más
destacado entre ellos fue Hans Sachs, un zapatero de
Nuremberg.

El acontecimiento literario más importante fue la
traducción de Lutero de la Biblia en lengua
vernácula, que contribuyó a dar a la
población alemana una lengua literaria unificada, pues se
convirtió en la base para la generalización del
alto alemán. Lutero y otros escribieron himnos en
alemán para las congregaciones protestantes, una innovación litúrgica que
llevó a la fundación de la música
eclesiástica alemana e influyó en el culto en todo
el mundo protestante. Philip Melanchthon, un profesor de la
Universidad de Wittenberg, presentó claramente las
doctrinas protestantes en latín al mundo no
germánico. Él y otros humanistas introdujeron el
saber clásico en las universidades de Colonia, Leipzig,
Viena y otras ciudades, y ayudó a fundar nuevas
universidades en Königsberg, Jena y Marburg.

EDUCACIÓN

Las órdenes religiosas habían
proporcionado la educación medieval
alemana, que estaba limitada principalmente a escuelas y
universidades para formar a los eclesiásticos y a unos
pocos funcionarios gubernamentales. Incluso la nueva enseñanza humanista estaba proyectada en un
principio para una pequeña elite erudita, pero Lutero, con
su creencia en el sacerdocio de todos los creyentes y el estudio
individual de la Biblia, consideró que las escuelas
estatales deberían estar abiertas para los niños
de todas las clases
sociales.

En los Estados protestantes, las escuelas privadas se
establecieron para enseñar alemán y
religión. El latín fue la principal materia en las
escuelas secundarias (Gymnasien) fundadas por Melanchthon, que
presentaron un programa graduado
de estudios por primera vez. Sajonia y otros estados protestantes
abrieron gradualmente Gymnasien, que ejerció gran
influencia en la educación alemana hasta el siglo XX. En
los Estados católicos se establecieron escuelas de forma
similar pero altamente centralizadas. Sin embargo, a todas estas
escuelas asistían principalmente los niños cuyas
familias podían costear las matrículas

ALEMANIA Y SILESIA

La Silesia es una
región histórica ubicada en las actuales Polonia,
Alemania y la Republica Checa, a lo largo del río Odra. Su
emblema regional es el águila negra en campo
dorado.

RESEÑA HISTORIA DE
SILESIA

Poblada hasta 406 por los Silingos y
Vándalos, fue repoblada en los siglos VI-VII por pueblos
eslavos.

Adquirida en 990 por el
príncipe polaco Mieszko I a los Bohemios, Silesia
quedó como escenario de numerosas guerras polaco-bohemias
durante los siglos X al XII. En 1.138 el príncipe polaco,
Boleslao III dividió el país entre sus 4 hijos.
Silesia perteneció a su hijo mayor, Vladislao II el
Exiliado que pronto tenía que salvarse con el destierro al
ser atacado por sus hermanos menores. Al volver del exilio, sus
hijos Boleslao el Alto y Mieszko el Cojo se dividieron la
región, la cual se ha mantenido hasta la
actualidad.

Con el dominio de sus numerosos príncipes,
Silesia, aunque dividida, mantuvo su lugar como la región
más desarrollada de Polonia. En el [siglo XIII] con el
acuerdo principal comenzó la colonización alemana
del sur de Silesia. Los príncipes fundaron numerosas
ciudades y minas. En 1.241 en la batalla de Liegnitz el
ejército del príncipe Henrique II el Pío
(que falleció en la batalla) paró la
invasión de los Mongoles.

Con el crecimiento de la hegemonía regional del
unificado reino bohemio, en el siglo XIV los principados
silesianos quedaron conformados en feudos por los reyes del sur,
aunque todavía bajo el poder de los príncipes de la
dinastía Piast. La reunificación del reino polaco
no cambió la situación política, tampoco el
corto reinado de la dinastía polaco-lituana en Praha. El
último Piast murió en el año 1.675. En 1.526
el reino bohemio junto con toda Silesia pasa a manos de los
Habsburgos. Con la llegada de la Reforma comienzan los conflictos
entre la mayoría protestante de la población y la
dinastía ultra católica.

En 1.741, después de 3 guerras, la mayoría
de Silesia pasa al mando de la Prusia, con Federico el Grande.
Con la intensa colonización e industrialización
empieza un tiempo de gran
prosperidad. Con la creación del Imperio de los
Hohenzollern en 1.871, Silesia pasa a formar parte de la Alemania
Unida.

Al final de la Primera Guerra
Mundial, después del plebiscito y los tres
levantamientos polacos, una gran parte de Alta Silesia llega a
formar parte de la Polonia renacida. En el año 1.920
estalla un conflicto militar fronterizo entre Polonia y
Checoslovaquia, que acaba con una división de la parte
sureña de Silesia.

Después de la derrota alemana en la Segunda Guerra
Mundial, la parte de Silesia todavía perteneciente a
Alemania, es cedida a Polonia por los aliados a cambio de las
tierras orientales perdidas por Polonia a favor de la
Unión Soviética. Toda la población alemana
es desterrada y en su lugar los comunistas introducen a polacos
forzados a emigrar de regiones de Vilnius y Lviv.

Austria, Francia, Rusia y Suecia se aliaron contra
Prusia para frenar su desarrollo. Así, comenzó la
Guerra de los Siete Años en la que Prusia sólo
contaba con el débil apoyo de Inglaterra lo que
la llevó casi a sufrir la derrota, pero después
recibió el apoyo de Rusia, gracias a Catalina la grande
con la que se repartió Polonia.

En 1.806 los triunfos de Napoleón
Bonaparte contra Prusia, y la formación de la
"Confederación del Rin" pusieron fin al sistema
político multipolar del "Sacro Imperio Romano
Germánico". La ocupación francesa terminó en
1.808, las tropas abandonaron Prusia tras la "Convención de
París", bajo la condición de que el
ejército prusiano se limitase a un total de 42.000
hombres.

Silesia (en polaco, Ślask; en alemán, Schlesien; en
checo, Slezsko), región histórica de Europa
central, que abarca la mayor parte de la región que
actualmente constituye el suroeste de Polonia y que
comprende las provincias de Katowice, Opole y Wrocław y
parte de Zielona Góra (en alemán,
Kattowitz, Oppeln, Breslan y Grünberg, respectivamente).
Silesia también comprendía áreas de la
región actual de Moravia Septentrional, en la
República Checa, y de los estados de Brandeburgo y
Sajonia, en Alemania.

Durante la Edad Media, Silesia fue colonizada por una
población mixta de alemanes y polacos. Se convirtió
en parte del reino de Polonia en el siglo XI y fue adquirida por
Bohemia en el siglo XIV.

La región fue gobernada por los Habsburgo
austriacos desde 1.526 a 1.742, en que gran parte de la
región fue anexionada por Prusia, después de la
guerra de Sucesión austriaca. En el siglo XIX se
convirtió en importante centro de la minería
del carbón y de la industria
textil.

Su parte polaca está dividida en cuatro
comunidades: Dolnoslaskie (Silesia Baja), Slaskie (Silesia Alta),
Opolskie y Lubuskie.

Ciudades más importantes:

  • Opava
    (Republica Checa)
  • Ostrava
    (Republica Checa)
  • Cieszyn
    (Polonia/Republica Checa)
  • Katowice
    (Polonia)
  • Opole
    (Polonia)
  • Wrocław
    (Polonia)
  • Legnica
    (Polonia)
  • Głogów
    (Polonia)
  • Görlitz
    (Alemania)
  • Hoyerswerda
    (Alemania)

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