Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Las crisis de los años veinte y su repercusión en la realidad económica venezolana (página 2)



Partes: 1, 2

 

2.
El período 1923-1929

Los años que transcurren de 1923 a 1929 evocan la
idea de prosperidad. Cuando en la historia se habla de los
felices años veinte nos referimos específicamente a
este período.

Esta prosperidad se dejó ver en diversas facetas
de la vida cotidiana. Tanto en Estados Unidos
como en Europa y en ese
orden, el automóvil se convirtió en el medio
común de transporte; el
radio, el
teléfono, el refrigerador, la cocina
eléctrica, el cine, los
viajes de
turismo, se
hicieron algo habitual. En lo laboral se impuso
la jornada de ocho horas diarias de trabajo y
surge la
Organización Internacional del Trabajo con la
intención de extender los avances alcanzados a todos los
trabajadores.

La sociedad del
bienestar que comienza a imponerse en este período es
consecuencia de un fenómeno desconocido hasta el momento y
que tendrá un gran impacto. Nos referimos al consumo de
masas, de allí que no se trataba sólo de la
existencia de una oferta, sino
que la misma podía ser demandada por amplios sectores de
la sociedad. Esta situación se vio favorecida por la
creciente ampliación de los sectores urbanos de la
población.

La coyuntura favorable de la realidad económica,
recuperó la confianza en el sistema
capitalista y ocasionó todo un cambio social.
La superficialidad sobre todo de los estratos más
jóvenes de la población fue un fenómeno
común, que se caracterizó por el rompimiento con
las mores maiorum, que en el fondo significaba una
relajación de los valores
éticos hasta el momento bien arraigados.

La permisividad es otra característica resaltante
de toda esta revolución
social, en la cual el jazz, el charleston y las modas
atrevidas no eran más que manifestaciones de la
exaltación de la juventud.
Valga decir sin embargo, que este fenómeno, tanto en
Estados Unidos como en Europa, no traspasó el
ámbito de las grandes ciudades, lo cual ahondó la
brecha entre las formas de vida urbana y rural. Nada de esto
hubiera sido posible sin los medios de
comunicación de masas que coadyuvaron con la
difusión de las nuevas formas.

Paralelamente, la intolerancia social y racial se
hicieron sentir. Acudimos a medidas prohibitivas (el consumo de
licor en Estados Unidos) y a la conformación de
nacionalismos amorales que alcanzan su máxima
expresión en los totalitarismos alemán e italiano
(Morilla, 1984: 86).

Volviendo a los aspectos meramente económicos, no
se puede exagerar en la consideración del fenómeno
económico 1923-1929, ya que la prosperidad no fue uniforme
en todos los países y ni siquiera dentro de un país
en particular. En el caso de Estados Unidos que suele verse como
el modelo, se
produce una expansión del sector automovilístico,
lo cual convivió con una crisis en las
industrias
ferrocarrileras, del carbón e hilaturas (Redondo, 1989:
243). Hubo movimientos de ascenso y de descenso que vaticinaban
la crisis que se avecinaba. No obstante, por ser este
período el de la superación de la crisis de 1921,
hizo que estas fluctuaciones no llamaran profundamente la
atención de propios y
extraños.

3. La
crisis de 1929

Cuando nos referimos a la crisis del año 1929,
estamos considerando un fenómeno más amplio que se
extendió con fuerza por lo
menos hasta el año de 1935, cuando la economía
mundial comenzó a dar síntomas de
recuperación. Sin embargo, es el año de 1929 el que
encierra ese significado de rompimiento con lo anterior, por
coincidir con un suceso de dimensiones nunca vistas como fue la
quiebra de la
bolsa de
valores de la ciudad de Nueva York.

Ese fenómeno, que se conoce como crash, no fue
más que el resultado de toda una corriente especulativa,
característica distintiva de los años de
prosperidad que venimos estudiando.

La ola especulativa se hizo más intensa a partir
de 1926. La gente contaba con caudales que no encontraban
colocación en la producción directa, razón por la
cual emigraron hacia el mercado
bursátil. Sin embargo, esta postura no es unánime,
ya que algunos autores consideran que los recursos
colocados en la bolsa no provenían de amplios sectores de
clase media,
sino de un pequeño círculo financiero. Las investigaciones
han revelado que ni siquiera el dos por ciento de la
población participaba del milagro bursátil.
(Galbraith, 1976: 65)

Por otra parte, en Estados Unidos, la industria
ayudó a generar liquidez. La recuperación de la
economía
europea a partir de 1920, requería una respuesta de
Estados Unidos, que se orientó a la modernización
de su parque industrial, tanto en los aspectos técnicos
como gerenciales, pero sin que esto implicara un aumento de
capital, lo
cual logró no repartiendo beneficios entre los
accionistas. Esto trajo como consecuencia un aumento del valor de las
acciones en
manos de los tenedores.

Cuando las oportunidades de inversión se hicieron precarias, las
empresas
repartieron amplios dividendos, que al no encontrar
colocación en el aparato productivo se orientaron al
mercado bursátil. El fenómeno se agrava cuando las
reservas de muchas empresas también se emplearon en la
especulación.

Debemos agregar a todo lo anterior que Estados Unidos de
América
desarrolló a partir de 1924 una política
económica expansionista, caracterizada por un
fácil acceso al crédito, favorecido por unas tasas de
interés bajas, propiciando que se tomaran créditos que a su vez eran invertidos en la
bolsa, en la cual se obtendría de seguro suficiente
para honrar la obligación y percibir una ganancia. Esta
política
"…supuso una prolongación artificial de la vivacidad de
los negocios y
respaldó el vertiginoso proceso de la
especulación financiera: el dinero en
Estados Unidos era barato y la ganancia pronta y fácil. A
todo esto se sumó, muy de acuerdo con la mentalidad de una
época en la que se soñaba volver a los viejos
buenos tiempos de la preguerra, la pasividad de los gobernantes
norteamericanos que vivieron rigurosamente el
laissez-faire clave de la economía liberal
más depurada"(Redondo, 1989: 243).

Los dineros colocados en el extranjero tendieron a
repatriarse con la finalidad de aprovechar la coyuntura favorable
que significaba invertirlos en la bolsa. Incluso se acudía
a los intermediarios, de quienes se obtenían
préstamos a muy corto plazo, que se garantizaban con los
mismos títulos valores. Se
creo la fantasía de que la inversión en la
especulación bursátil era ganancia segura y que esa
realidad nunca se iba a revertir..

No podemos dejar de mencionar el exceso de confianza que
pusieron los países de la posguerra en el capitalismo.
Este sistema había sido cuestionado durante la crisis de
1921, pero resurgía con nuevos bríos como el
sistema garante de la felicidad de los ciudadanos. Cuando
arranque la nueva crisis en 1929, será nuevamente blanco
de crudos ataques, mas cuando el sistema socialista de la
Unión Soviética lograba salir de las dificultades y
mostraba los laureles de los primeros triunfos económicos
(Rendondo, 1989: 247). "…entre 1929 y 1933 quedaría bien
claro que los líderes del gran mundo de los negocios no
comprendían o eran incapaces de controlar la gran
máquina económica que proclamaban haber creado y
que no sabían cómo hacer para que funcionase cada
vez con mayor eficacia".
(Brogan, 1986, 425) Esto sin duda fue un factor que
influyó en la consolidación de los totalitarismos
en países como Alemania,
Italia y Japón.

En enero de 1929 el proceso especulativo continuó
in crecendo, la situación se tornaba alarmante,
pero al parecer nadie estaba dispuesto a dar un paso al frente en
la corrección de tal situación. Los dueños y
presidentes de los grandes bancos
norteamericanos, que tenían el poder
suficiente para enmendar la desviación económica
que tarde o temprano generaría consecuencias nefastas,
eran de los principales partícipes de la ola especulativa.
Los que sí albergaban el deseo de alertar sobre el peligro
que se avecinaba, le temían al costo social que
significaría el ser los desencadenadores de un pánico
generalizado.

Los síntomas de una deflación galopante
eran inocultables, otra cosa es que muchos no los quisieran ver o
se encontraran embelesados por la ganancia sin fin que se logrado
en el mercado bursátil. Pero el sector agrícola,
que era la base del comercio
internacional por aquellos años, evidenciaba desde
1928 los síntomas de la crisis. El descenso de los
precios de los
productos del
agro y la limitación de los créditos pusieron al
sector en jaque. En principio muchos países prefirieron
comprar los productos estadounidenses que fabricarlos en virtud
del abaratamiento de los precios, pero cuando esos países
recortaron sus compras, la
crisis del país del norte se profundizó.

En 1929 algunas empresas que se cotizaban en la bolsa
comienzan a dar pérdida, lo cual incentivó el temor
frente a una posible depresión.
Esto se hizo más evidente por la baja que experimentaba la
bolsa de Nueva York, convertida en el centro de la
especulación bursátil y por tanto, en el centro de
atención de la colectividad.

El crash de 1929 se inicia el 24 de octubre se ese
año, pero se hace más crítico el 29 del
mismo mes y año, cuando los intentos de sostenimiento de
la bolsa no dan resultado. ().
Es por esto que a esos días se les conoce respectivamente
como jueves y martes negro. Sin embargo, no podemos apasionarnos
y pensar que la crisis de 1929 fue ocasionada por el problema
bursátil, hoy se reconoce con más precisión
que este fenómeno sirvió para poner de relieve su
carácter irreversible, pero la crisis
venía incubándose desde el mismo año 1923.
"Siete meses después de la toma de posesión de
Hoover, los locos años veinte desembocaron en un final de
locura. El 24 de octubre de 1929, la burbuja reventó, y la
Bolsa se hundió. Se esfumaron unos 30.000 millones de
dólares, y muchísimos norteamericanos
rápidamente enriquecidos se convirtieron en ciudadanos
rápidamente empobrecidos (Asimov, 1992:
750).

Los cinco representantes más importantes de la
banca
norteamericana trataron de absorber la mayor cantidad de
títulos para evitar el desplome de la bolsa, sin embargo a
mediados del mes de noviembre se dieron por vencidos, su
reacción había sido tardía, la crisis era
indetenible.

La quiebra de especuladores de todo tipo, de
intermediarios y de un sin número de instituciones
bancarias lo que sirvió fue para generar pánico,
que sólo servía para agudizar la crisis
(www.pastranec.net).
Pocos que supieron ver en los retrocesos más o menos
marcados del índice bursátil de Nueva York,
situación que comenzó a hacerse patente desde el
inicio del propio año 1929, lograron obtener beneficio de
la especulación característica de los años
veinte.

"El derrumbe del mercado de
valores en otoño de 1929 estaba ya implícito en
la especulación que le precedió. La única
cuestión o lo único cuestionable en relación
con esa especulación, era el tiempo que
duraría. En algún momento, más pronto o
más tarde, comenzaría a debilitarse la confianza en
la precaria realidad del valor siempre creciente de las acciones
ordinarias. Cuando esto sucediese, algunas personas
empezarían a vender y esta acción
destruiría la realidad de los valores en alza. En esas
circunstancias, no tendrá ya sentido la tenencia de
títulos en espera de un alza de su valor; la nueva
realidad traería consigo precios decrecientes. A
continuación se produciría una atropellada carrera
para deshacerse de los títulos. Así habían
terminado todas las orgías especulativas anteriores.
Así terminó la de 1929 y así
terminarán las que se desarrollen en el futuro".
(Galbrait, 55: 1976)

El desencadenamiento de la crisis mostró otro
de los problemas que
había permanecido oculto, la estafa. Muchas fueron sus
formas, pero la más común consistió en la
apropiación por parte de empleados del dinero de las
cajas de las compañías para las que trabajaban, con
la intención de invertirlo en la bolsa y reintegrarlo,
quedándose con las ganancias. La crisis se
encargaría de descubrirlos.

"…la depresión de 1929 que, en una u otra
forma y lógicamente cada vez menos intensa duró
hasta 1940, fue mucho más `revolucionaria´ que
cualquier crisis anterior. Provocó cambios en la vida
económica y política norteamericana tan importantes
como los causados por la guerra de
secesión; más importantes que los debidos a la
intervención norteamericana en la Primera Guerra
Mundial e incluso que los resultantes de la segunda. En
primer lugar, precipitó un desarrollo en
la gestión
gubernamental y en las relaciones estatales y federales que se
habría producido igualmente pero más lentamente"
(Brogan, 1986: 425)

Cuando lleguemos al año 1930 ya la onda expansiva
había alcanzado a otros países. Se produce una
caída de los precios de los productos, una
interrupción de los créditos internacionales y el
desarrollo de medidas proteccionistas que obstaculizaban el flujo
comercial.

"…la crisis bursátil y bancaria no
determinó, pero si se concretó en una profunda
crisis del comercio y de
la producción industrial y agravó la
situación de la agricultura
que aun en plena prosperidad promovía serias inquietudes.
Las quiebras industriales y comerciales, el descenso general de
los precios -30 por 100 en cuatro años en Estados Unidos-,
sobre todo la dramática caída de los
agrícolas -que sobrepasó el 50 por 100- fueron
acompañados por una reducción importante de la
producción, especialmente profunda en el terreno
industrial: a escala mundial se
había reducido en un 38 por 100 entre junio de 1929 y
julio de 1932". (Rebérioux, 1971: 71)

En Francia la
crisis se manifestó con fuerza a partir de 1931, poniendo
de relieve que la afectación de Europa no ocurrió
de manera uniforme, como también parece demostrarlo la no
extensión del fascismo a todo
el Viejo Continente. De hecho en algunos estados prenderá
con gran virulencia, mientras que en otros no será
más que una tímida amenaza, por lo menos hasta
1940. (Crouzet, 1986: 397)

En Gran Bretaña en impacto del crash fue
de particular dureza, porque venía arrastrando una crisis
laboral que mantenía desocupados a casi 1.500.000 de
personas, cifra que en 1930 se incrementó a 2.500.000,
para alcanzar en 1932 casi 4.000.000 de personas. (Crouzet, 1986:
397)

En ninguna parte el impacto fue más fuerte que en
Alemania. En 1930 la cifra de desempleados alcanzaba 3.000.000 de
personas. La repatriación de los capitales norteamericanos
ocasionaron la quiebra del sistema bancario alemán, que
carente de oro
dependía de las divisas de
Estados Unidos para su subsistencia.

Con la crisis se produce un derrumbamiento de la
economía global y un fortalecimiento del nacionalismo
económico, ya que cada país activó los
mecanismos proteccionistas pertinentes para la salvaguarda de sus
economías domésticas.

La crisis de 1929 tuvo una repercusión inmediata
en los países hispanoamericanos, que ahora tenían
un papel importante en el equilibrio
económico mundial, pero paradójicamente eran mucho
más vulnerables, ya que exportaban unos pocos productos
básicos, de cuya comercialización dependía la
adquisición de otros de vital importancia para su
subsistencia. Por tal motivo, comienzan a aplicar paliativos a la
crisis, mediante la devaluación de la moneda y otros artificios
que únicamente aumentaban la inclinación de la
pendiente depresiva. Pero como hemos tratado de destacar, el
fenómeno encuentra peculiaridades dependiendo del
país que estudiemos. Veamos cual fue el comportamiento
venezolano frente a la realidad de las crisis de los años
veinte.

Las crisis de los años veinte en
Venezuela

4. La crisis de la reconversión de
1921

En Venezuela los
años veinte se corresponden con un proceso de
sustitución de la economía agrícola y
pecuaria por la economía petrolera.

Como quedó expresado, a mediados de 1920 se
suscita una crisis de efectos mundiales que ocasionó el
desplome de los precios del café y
del cacao, productos que constituían para el momento el
principal ingreso de la economía venezolana.

Como suele ocurrir en la mayoría de las crisis,
el año inmediato anterior (1919), se caracterizó
por un aumento significativo de los ingresos del
país. Las recaudaciones fiscales fueron suficientes para
que el Estado,
después de cubrir los gastos
ordinarios, acometiera proyectos
novedosos como fue la compra de aviones para la organización de la fuerza aérea
venezolana.

Ciertamente, en 1919, las exportaciones de
café y cacao alcanzaron las cantidades más elevadas
de todos los tiempos. Pero esto, más que evidenciar un
futuro promisorio, era revelador de la crisis que se avecinaba.
Existía una gran cantidad de circulante en el mercado, que
animaba una alta demanda de
rubros suntuosos, distintos de los necesarios para la
satisfacción de las necesidades básicas. Esto en
parte explica el fenómeno inflacionario que se presenta
por esos mismo años. (Fuenmayor, II, 1976: 155)

El inicio de la crisis a mediados de 1920 impactó
negativamente al sector comercial, ya que a los problemas propios
de la desaceleración de la economía mundial, se
sumaba la necesidad de hacer importantes desembolsos de dinero,
en virtud de la entrada al país de ingentes cantidades de
productos de importación, adquiridos con
antelación, pero que habían sufrido retrasos en
virtud de la guerra. Los mismos arribaban en un momento en el
cual su colocación en el mercado resultaba cuesta arriba.
Los más beneficiados por todo esta situación eran
los Estados Unidos de América, desde donde
provenían los mayores volúmenes de productos
importados.

En el sector agrícola, las exportaciones de
café se redujeron en más de la mitad y las del
cacao casi en un cien por ciento, circunstancia que en
comparación con un año próspero como el de
1913, colocaba a los productores al borde de la quiebra
(Fuenmayor, I, 1975: 320). Será después de 1921
cuando se produzca una recuperación del sector, pero
siempre por debajo de los niveles alcanzados en 1913.

Frente a la situación agónica de la
agricultura, el
petróleo mitigó el impacto de la
reducción de los ingresos fiscales, y aunque su aporte
estaba muy por debajo de lo que tradicionalmente enteraba la
agricultura, constituyó un factor de equilibrio de las
cuentas en un
momento difícil. Si a esto agregamos el fortalecimiento
del dólar frente al bolívar,
que ocurre por la misma época, la creciente actividad
petrolera implicaba una mayor cantidad de bolívares para
satisfacer las demandas del presupuesto
nacional .

La importancia del sector hidrocarburos
lleva a la sanción en el año 1920 de la primera
Ley reguladora
de esta actividad y que será reformada dos años
después para adaptarla a las exigencias de las
compañías extranjeras que se disputaban las
ventajas que ofrecía Venezuela.

La conjunción de las circunstancias que hemos
reseñado con antelación, determinan que a pesar de
la crisis, se observe un incremento importante en la renta
nacional, que no puede ser explicado sólo por los ingresos
petroleros, sino por los derechos aduanales que se
vieron multiplicados por los aportes del sector comercio que como
explicamos recibieron con retraso cantidades de productos
importados que habían sido comprados durante la guerra
(Fuenmayor, I, 1975: 321). Este fenómeno se hace patente
si observamos que para 1922 la disminución de la renta
aduanera es de un cincuenta por ciento, lo cual confirma el
fenómeno coyuntural que hemos reseñado.

En Venezuela, el período que se extiende desde el
final de la crisis de la reconversión hasta 1929, se ve
signado por la prosperidad, causada por una doble realidad: por
una parte, la recuperación de la economía
cafetalera que aporta importantes dividendos, y por la otra, la
explotación petrolera creciente, que significará
para el país ingresos como jamás había
soñado (Pacheco; 1984: 94).

Juan Vicente Gómez, aprovecho la coyuntura para
crear una fachada venezolana a la explotación de
hidrocarburos. Es así como surge la Compañía
Venezolana de Petróleo, cuya única función
era la especulación en la negociación de las concesiones petroleras
con las compañías trasnacionales, lo cual
significó para el dictador el aumento de su caudal
personal.

La primera guerra mundial
había demostrado la importancia estratégica del
recurso energético. Es por esto, que en los años
inmediatos a la finalización del conflicto,
acudimos a una disputa de los capitales norteamericanos y
británicos por las concesiones petroleras
venezolanas.

El desplazamiento a nivel mundial del capital
británico por capital norteamericano, es un patrón
que se repite en el caso del petróleo
venezolano. A partir de 1924 las empresas estadounidenses copan
el mercado nacional, situación que se profundiza a partir
de 1929. Es el influjo del capital de las compañías
procedentes del país del norte el que transformará
a Venezuela en el primer exportador de petróleo a nivel
mundial y en el segundo productor, por detrás de los
Estados Unidos. (Fuenmayor, II, 1976: 123)

La profundización de la crisis de la
economía agraria a partir de 1929, tendrá una
influencia social decisiva. Se produce un incremento de la
población urbana, con todo lo que esto significa en cuanto
a estilo de
vida.

De hecho, el año de 1929, emblemático por
coincidir con el inició de la segunda y más
profunda crisis de los años veinte, y cuyos efectos se
prolongaron de una forma u otra hasta 1940, coincide con la
última gran exportación de café y cacao
venezolanos. La explotación petrolera alcanza niveles
inusitados pasando a ser el contribuyente fundamental del
producto interno
bruto venezolano y de la renta nacional.

5. La crisis de 1929

El año de 1927, las exportaciones
agrícolas aunque no alcanzaban los niveles de 1919,
constituían una cifra considerable dentro de la globalidad
de los ingresos de la economía venezolana. Sin embargo, en
el año de 1928 se produce una baja del 20%, circunstancia
que generó una situación crítica
de los terratenientes que apenas alcanzaban a cubrir los costos de
producción.(Fuenmayor, II, 1976: 156)

El gobierno
gomecista, para no darles excusa a las manifestaciones sociales
que se presentaron ese año, decide el establecimiento del
Banco
Agrícola (1928), con la finalidad de soportar a los
productores agrícolas y evitar que la crisis de este
sector fuera utilizada como bandera política por los
sectores de oposición, en especial los universitarios. Sin
embargo, "Fueron pocos los agricultores y ganaderos que, sin
tener el padrinazgo del General Gómez, obtuvieron
crédito en ese instituto. En todo caso, la política
de dicho Instituto no fue la de estimular la renovación de
la tecnología y la modernización de los
métodos de
cultivo y procesamiento de los productos de la agricultura y la
ganadería
venezolana. Nada para prepararse para enfrentar los problemas que
se estaban presentando con motivo del impacto del petróleo
en toda la economía venezolana, sino que sencillamente el
Banco se limitó a otorgar hipotecas a los solicitantes"
(Carrillo, 73; 1992: XLVII)

Más que las medidas adoptadas, la
situación internacional favoreció al
régimen, y al bajón de 1928, siguió un
incremento considerable en 1929, sólo superado por el de
1919, situación que suele ser común a los
prolegómenos de toda crisis, pero que nadie pensó
nunca estaba por venir. El país recibió casi 134
millones de bolívares en razón de las exportaciones
de café, cantidad que cuadruplicaba lo recibido en 1909.
Sin embargo, esa cantidad, respecto de la totalidad de los
ingresos del país, no representaba ni un cuarto, lo cual
permite medir la disminución de la importancia del
café como rubro fundamental (Sullivan, 1976:
254).

El impulso económico de comienzos del año
1929 se ve reflejado en la prensa de la
época. Las ediciones de El Universal de enero de ese
año, dan noticia de la llegada a Caracas de una misión
polaca, integrada por el doctor Casimir Radwan de Praglowski y el
conde Alejandro de Ongonezyk-Wiesiolowski, con la
intención de estrechar las relaciones culturales y
comerciales entre Polonia y Venezuela (Molina, 1984:
84)

El mismo diario en las ediciones correspondientes al mes
señalado reseña la llegada de una misión
francesa encabezada por el exdiputado y oficial de la
Legión de Honor, señor Paúl Bellamy.
Coincidiendo con las anteriores se toma noticia de una
misión norteamericana integrada por Mr. Erick King, Jefe
de la División de Especialidades, y Mr. Edward Pickard,
Jefe de la División de Textiles, lo cual pone de relieve
la intención de los norteamericanos de no dejarse
aventajar por los europeos (Molina, 1984: 84-85).

Venezuela es apreciada internacionalmente como el
territorio de las oportunidades.

Sin embargo, el desencanto no tardaría en llegar.
En el año 1930 presenciamos un desplome de la
economía agrícola venezolana con sus secuelas:
crecimiento desmedido del desempleo, como
consecuencia de la ruina de los cosecheros, la merma de los
salarios y por
supuesto la reducción de los ingresos
públicos.(Fuenmayor, II, 1976: 156).

Haciendo un balance se puede afirmar que:

"El año de 1929 no será malo para la
exportaciones de café y cacao, las cuales en valor
alcanzaron 185 millones de bolívares superando la baja que
había ocurrido en 1928 pero en 1930 vendrá la
debacle cuando bajaron estos rubros a 128 millones de
bolívares, trayendo la ruina a muchos agricultores, junto
con una baja generalizada en los salarios y en el nivel de
empleo"
(Esteves, 1995: 185)

Se iniciaban para Venezuela los efectos de la Gran
Depresión, que coincide con los últimos cinco
años del gobierno de Juan Vicente Gómez. Como es
sabido, "… los efectos de la crisis se transmiten con cierto
retardo en el resto del mundo, en el año 1929
prácticamente no se sintieron estos efectos en Venezuela.
Empiezan a sentirse en el año 1930, más en 1931…"
(Carrillo, 73, 1992: CII)

No obstante, la magnitud del cataclismo que
parecía caer sobre Venezuela, su intensidad no fue tal en
virtud nuevamente de la exportación petrolera. En 1929
alcanza la cifra más elevada conocida hasta la fecha,
cantidad que a pesar de los vaivenes de los años
posteriores hasta 1935, seguirá incrementándose
(Rodríguez Gallad; 1985: 82).

"La acelerada expansión de las operaciones
petroleras entre 1917 y 1936, apenas disminuida en los primeros
años de la gran depresión, se explica por las
excepcionales condiciones de Venezuela para la explotación
del mencionado recurso por las compañías
extranjeras, de modo tal que la reproductividad del capital ha
debido alcanzar entre 1925 y 1936 un 50% o más; esto
significa que cada dos años revertía al capital
extranjero la totalidad de la inversión" (Maza, 1989:
165)

Continua diciendo Maza Zavala:

"El producto
petrolero representaba para ese año (1930) el 33% del
producto total del país, contra 21% de la agricultura, 16%
de la industria, el artesanado y la construcción y 30% de los servicios. Si
restringimos el concepto a la
producción material (bienes
únicamente), el producto petrolero significaba el 47%
contra 30% de la agricultura y el 23% de las industrias
manufactureras y el artesanado. Estas proporciones indican que
para 1930 el sector económico principal del país
era la explotación de petróleo…" (Maza; 1989:
147-148)

Ese mismo año Gumersindo Torres reasume el
ministerio de fomento y se empeña en la aprobación
del reglamento de la Ley de
Hidrocarburos, con la finalidad de garantizar un seguimiento
más cercano de la actuación de las
compañías extranjeras. Su aprobación no fue
pacífica y la oposición de las concesionarias
llevó a la destitución de Torres y por supuesto a
la desaplicación del reglamento. La repetición de
episodios como el descrito ha llevado a muchos autores a afirmar
que "…el interés de
las compañías terminaba imponiéndose sobre
las propias conveniencias nacionales y quedaba así de
manifiesto que durante gran tiempo del régimen gomecista
las empresas petroleras ejercían el poder, mientras que el
caudillo rehabilitador apenas controlaba el Gobierno"
(Rodríguez Gallad; 1985: 83).

A pesar de lo expuesto, no podemos sobreestimar el papel
jugado por el petróleo en aquellos momentos. Venezuela
estaba en una posición de ventaja respecto de otros
países como Perú y Cuba.
Compartía con ellos la condición de país
altamente dependientes del mercado mundial, pero en el caso
venezolano la deuda externa era
mucho menor. No obstante, la crisis se sintió y la
actividad petrolera, aunque continuó creciendo, tuvo que
reducir su ritmo.

Sobre el particular apunta Manuel Caballero:

"La reducción de las actividades de la industria
petrolera, sus despidos en masa, tuvieron consecuencias
negativas: en 1931, había en Maracaibo 1.600 viviendas
vacías al volverse los trabajadores, ahora desocupados, a
sus lugares de origen. El sector inmobiliario, que había
inflado sus precios especulativamente, se vino al suelo. En ese
mismo año, un joven de 23 años escribía que
si bien la dictadura
había logrado evitar con tremenda buena suerte el proyecto de ley
del senador Cooper, que proponía limitar por tres
años la importación de petróleo crudo y
prohibía la del petróleo refinado, no pudo hacerlo
con el acuerdo privado entre los trusts petroleros yanquis
para limitar la explotación de sus concesiones en el
mundo, y cuyas consecuencias decía, (…) (sic) se
están palpando" (Caballero; 1993: 329-330)

En este período acudimos al fenecimiento de la
economía agrícola venezolana, que como es sabido
constituía la base de nuestra economía desde el
período colonial. La crisis de 1929 pone fin a una etapa
histórica.

Los subsidios gratuitos aportados por el Estado, aunque
aliviaron momentáneamente las cargas del sector
agrícola, no pudieron impedir su ruina.

En la decadencia de la producción agrícola
venezolana, muchos autores han sobrevalorado el impacto de la
explotación petrolera, con la consiguiente inmigración del campo a la ciudad, lo cual
significó un abandono progresivo de la economía
agropecuaria. Sin embargo, un análisis de las cifras permite dimensionar
la magnitud de este fenómeno. Para la época que
estudiamos, la explotación petrolera se limitaba a la
región zuliana, que en sus tiempos de mayor auge
incorporó a la industria no más de setenta mil
trabajadores. Si estimamos que los trabajadores del campo
superaban los dos millones de personas, podemos concluir que el
impacto petrolero, aunque significativo no podía
determinar la ruina del campo en un plazo tan corto.
Además, es conveniente significar que muchos de los que
acudieron con sus familias para incorporarse a la actividad de
explotación de hidrocarburos, no provenían de
lugares caracterizados por la explotación agrícola
y pecuaria.(Carrillo, 73, 1992: XCIII; Fuenmayor, II, 1976:
157-158) Algunas cifras pueden ser ilustrativas de lo
señalado. Para el año 1922 los empleados directos
de la industria petrolera eran 3.464, número que asciende
en 1929 a 27.221 trabajadores (Soublette, 1976: 28-29)

Rómulo Betancourt se identifica con esta postura
cuando afirma:

"Falso es también que gran número de
brazos fueran sustraídos de la agricultura por los
campamentos del oro negro. Ni el medio por ciento de la
población económicamente activa encontró
ocupación al pie de los taladros" (Carrillo, 77; 1992:
XXI).

Sin embargo, no todos los autores comparten este punto
de vista. Para algunos la explotación petrolera
significó un aumento general de los salarios de los
obreros, circunstancia que golpeó a la agricultura, sector
que pagaba salarios bajo otros parámetros. Además,
de tres bolívares por jornada diaria que se pagaba antes
de la crisis en el sector café, se paso a tres reales en
su momento más duro. La onda expansiva generó un
aumento de los costos del campo,
que favoreció que principalmente en la zona occidental del
país muchas personas se desplazaran hacia los campos
petroleros, conformándose un cinturón poblacional,
formado por personas cuya intención no era incorporarse
directamente a la actividad petrolera (Carrillo, 73; 1992:
XXXVI)

Pensamos que no deben sobrestimarse los cambios que se
suscitan durante el gobierno gomecista. Es innegable que se
produce un desarrollo de las ciudades, pero colocar el nacimiento
de la Venezuela moderna a partir de esta época no pasa de
ser una exageración. Preferimos afirmar que hay una
coexistencia de la vida urbana con la rural, que se mantiene en
la medida en que un amplio sector de la población sigue
dedicado a actividades de corte tradicional.

Otra explicación que suele darse es la poca
importancia del grano de café para la subsistencia humana,
lo cual traía como consecuencia que en épocas de
crisis se dejara a un lado su consumo. Esto en el caso venezolano
no es del todo cierto.

Debemos agregar la actitud de los
cosecheros, quienes seguían explotando el café con
técnicas coloniales y no hicieron lo
esfuerzos pertinentes para lograr ahorros, razón por la
cual dependían de las casas comerciales extranjeras, y
sólo se ocuparon en ampliar las zonas de cultivo de sus
haciendas, pensando en cantidad más que en calidad
(Sullivan, 1976: 254). Muchos han pretendido justificar esta
situación presentando una situación generalizada de
atraso de la economía agropecuaria, pero esto no coincide
con la realidad, ya que en lugares como Brasil se
realizaba una importante labor investigativa con la finalidad de
soportar la actividad agrícola (Carrillo, 73, 1992,
XCIV).

Por otra parte, mientras en lugares como México se
combatió el latifundio, en Venezuela el gobierno
favoreció la concentración de la tierra en
pocas manos, de allí que los cambios estructurales
necesarios no se hicieron, lo cual colocaba al país en una
situación de desventaja frente a todos los demás
productores de café del continente. Esta situación
es tan patente que "…fue al morir el general Gómez
cuando se abrió una unidad de mejoramiento cafetero en el
Ministerio de Agricultura y Cría, llegándose a
constituir el Instituto Nacional del Café, y
trayéndose un técnico colombiano, el doctor Jaime
Henao Jaramillo, quien vino a Venezuela a implantar lo que
hacía ya muchos años estaba haciendo nuestro vecino
occidental" (Carrillo, 79, 1993: LXVII)

El propio Betancourt lo señala:

"Lo que sucedió fue que la avalancha de
dólares y de libras esterlinas afluyó a un
país que no había democratizado ni modernizados sus
sistemas de
producción; que en el siglo XX producía dentro
de módulos del siglo XVIII y gobernado por una
tiranía zafia y rapaz…" (Carrillo, 77; 1992:
XXII)

"La gran depresión de 1929 hundió al
café venezolano en una situación de grandes
dificultades, de las que no recuperó, parcialmente, sino
después de la Segunda Guerra
Mundial" (Carrillo, 73, 1992, XCIII)

Es innegable que todas las situaciones internas que
hemos analizado contribuyeron a la decadencia de nuestra
agricultura de exportación, pero la agonía se
hubiera prolongado por un tiempo más largo de no ser por
la crisis mundial.

En el caso específico del café, desde el
inicio de los años veinte venía
manifestándose un fenómeno de
sobreproducción importante. Entre 1920 y 1928 la
producción mundial de café fue de 176 millones de
sacos contra un consumo de 166,4 millones de sacos. Si tomamos
por separado el período 1927-1928 el fenómeno es
más significativo. La producción es de casi 36,5
millones de sacos, frente a un consumo que no supera los 24
millones de sacos. La crisis hizo palmaria una situación
que venía incubandose desde épocas anteriores. En
1929 el café se cotizaba a 201,8 bolívares por cada
cien kilogramos. Este valor se reduce a 114,30 en 1930 y a 57,50
en 1935 (Rodríguez Gallad; 1985: 86)

Hemos insistido en el tema del café, pero esta
circunstancia puede extrapolarse al cacao; de 114, 40
bolívares que era el valor de los cien kilogramos en 1929,
se reduce a 93 en 1930, hasta caer a los 45,50 bolívares
en 1935 (Rodríguez Gallad; 1985: 86)

Lo señalado impacto la economía cafetalera
y cacaotera, pero otra razón golpeó a la
agricultura en general. No es otra que la baja cotización
de la moneda norteamericana en nuestro mercado de divisas
(Fuenmayor, II, 1976: 158). Como explicamos en la primera parte
de esta investigación, durante la primera guerra
mundial se produce un fortalecimiento del capital norteamericano,
que desplaza a Gran Bretaña como principal potencia
financiera mundial.

El orgullo inglés
no iba a aceptar esta circunstancia sin pelear, y cuando su
economía, finalizada la crisis de 1921, comienza un
período de cierta recuperación, tratan de tomar
medidas que le permitan reasumir el rol protagónico. Es
por esto, que dejando a un lado su orgullo, proceden a la
devaluación de la libra esterlina, lo cual implicaba un
fortalecimiento del bolívar que pasaba de Bs. 30 a Bs. 10
por libra esterlina (Redondo, 1984: 251). Sin embargo, esta
medida que abarataba en un tercio los productos
británicos, no trajo para ese país los beneficios
esperados, ya que los Estados Unidos, compelidos por la crisis
iniciada en 1929, procedieron a una medida similar de
devaluación, pasando la moneda norteamericana de un
máximo de Bs. 5,20 a Bs. 2,50 por dólar (Esteves,
1995: 186; Carrillo, 73; 1992: XLV)

Con estas medidas los agricultores venezolanos vieron
descender sus ingresos a la mitad, ya que las divisas extranjeras
que recibían por la venta de sus
productos, frente a un bolívar fortalecido, representaban
un ingreso menor. Muchos productores agrícolas, se vieron
en la circunstancia de no poder honrar las obligaciones
que tenían con las instituciones financieras, las cuales
no tuvieron otra alternativa que ejecutar las hipotecas y
adueñarse de las haciendas. Pero siendo haciendas
perdidosas, más que un activo, constituían una
carga para los bancos y casas comerciales que no lograban
colocarlas en el mercado.

"Durante el período 1909-1913, Venezuela ocupaba
el segundo puesto entre los exportadores de café,
contribuyendo con el 4,6% de las exportaciones mundiales. En
1933, Venezuela ocupó el séptimo puesto, y sus
exportaciones sólo compusieron el 3,8% aproximadamente,
del total mundial…" (Adriani; 1984: 336-337. En: Carrillo, 73;
1992: XLVI)

El Estado, para evitar una caída en cadena de la
actividad agrícola, introdujo un convenio cambiario, por
el cual los dólares se compraban a Bs. 3,33 y se
vendían a 3,35. Sin duda era un alivio para algunos
agricultores, pero si tomamos en cuenta que la moneda
norteamericana en épocas pasadas llegó a cotizarse
a Bs. 12, y su precio
habitual rondó los Bs. 6, 00, el control impuesto por el
Estado no era suficiente para revertir la merma del sector
agrícola (Fuenmayor, II, 1976: 159)

Para la época, el Banco de Venezuela, que por
contrato con
el ejecutivo nacional, estaba obligado como Banco Auxiliar de la
Tesorería a la regulación de la circulación
monetaria del país, por medio de su presidente se
reúne con el gerente del
Banco Caracas y con las compañías petroleras. La
intención era acordar un convenio que permitiera un alza
de la cotización del dólar (Estéves, 1995:
186)

Este acuerdo que se conoce con el nombre de Convenio
Tinoco, por ser impulsado por el Dr. Pedro Rafael Tinoco,
permitía la estabilización del tipo de cambio
y evitaba las variaciones bruscas que tanto daño
hacían a la economía. Este sistema se mantuvo hasta
el año 1960, cuando frente a la crisis cambiaria de
noviembre de ese año se fijo un control de
cambio moderado, y hasta 1964 cuando el bolívar fue
devaluado en un 30%. Para las compañías petroleras
el convenio significaba una ventaja ya que tenían que
traer menos dólares para cubrir sus obligaciones en el
país en moneda nacional.

"Este convenio trajo consecuencias
importantísimas para Venezuela, en primer lugar, nuestro
país no devaluó en la misma proporción en
que lo había hecho el Gobierno norteamericano,
jamás se regresó a un tipo alto de dólar a
Bs. 5,6 o 7 como prevalecía en la década de los
veinte, para quedarse en un tipo fijo y único de cambio a
Bs. 3,93 el cual representó un subsidio para importar de
todo en el país, y posteriormente dificultaría la
instalación de industrias, obligando a las autoridades a
implantar elevados aranceles. Por
otra parte, algunos piensan que este tipo de cambio había
que imponerlo para obligar a las petroleras a gastar más
en Venezuela por sus operaciones" (Estéves, 1995:
187).

Sin embargo, lo relativo al tipo de cambio no se
asumió de manera pacífica. Para la época
implicó un gran debate entre
los que consideraban que debía realizarse una
devolución de la moneda, incluso del cien por ciento,
contra los que pensaban que el camino acertado era el
contrario.

No se trataba de una discusión estéril.
Los partidarios de la devaluación pensaban en la
reflotación del sector agrícola. Por su parte los
que defendían el mantenimiento
de un bolívar fuerte alegaban que las empresas extranjeras
debían pagar sus derechos en bolívares, en
consecuencia una devolución implicaba un beneficio. No
obstante, la postura venezolana es atípica en
relación con la realidad de otras naciones, la
mayoría de las cuales tomaron el camino de la
devaluación (Caballero; 1993: 331; Redondo, 1989:
248)

Sobre el particular comenta Uslar Pietro:

"El establecimiento de un sistema de cambios
diferenciales, que fue lo que se llamó `Convenio
Tinoco´, porque, ante la plétora de dólares
que la actividad petrolera lanzaba sobre el país y la
incapacidad de la economía venezolana de absorberlos, se
corría el riesgo de que el
bolívar se fuera valorizando cada vez más frente al
dólar hasta llegar a unos niveles que harían
totalmente imposible las exportaciones tradicionales. Se hizo el
primer convenio por el cual no ingresaba al mercado de divisas
del país sino la parte que la actividad normal
podía absorber y el resto se esterilizaba en el Tesoro
nacional en forma de oro" (Uslar, 1991: 41)

Pese a todo lo dicho, nos parece que el establecimiento
del convenio tendrá sus consecuencias negativas, ya que
"…dará un resultado espléndido en el corto plazo,
y según criterios de la más primaria
economía: al morir Gómez, dejará como
herencia la
moneda acaso más sólida del mundo. Pero en el largo
plazo, aun dentro de los moldes de la más ortodoxa
economía, el resultado será catastrófico:
Venezuela acentuará su condición no sólo
mono-exportadora, sino poli-importadora" (Caballero; 1993:
331-332)

La ruina del sector agrícola no implicó
para la economía venezolana una carencia de recursos. Para
1930 la producción petrolera alcanzaba los 136 millones de
barriles. Mientras, el café caía de los 133,7
millones de bolívares que produjo en 1929 a 68 millones de
bolívares para 1930, fenómeno ocasionado por una
coincidente disminución de la exportación y de los
precios. Para 1931 el volumen exportado
sube, pero la debacle en los precios hace que el ingreso por este
rubro apenas sume 65,4 millones de bolívares. En cuanto al
cacao también se produce una disminución de la
exportación y de los precios, en consecuencia de 24,1
millones de bolívares en 1929 se pasa a 17,2 millones. En
1931, aunque el nivel de exportación se mantiene, el
descenso de los precios hace que el ingreso monte 15 millones de
bolívares (Carrillo, 73; 1992: XLIII-XLIV)

Ese año 1931 para conmemorar los primeros cien
años de la muerte del
Libertador, el gobierno se planteó el pago de la deuda
externa. Esta erogación afianzaba al gobierno gomecista en
el plano internacional, ya que coincide con una moratoria
generalizada de los países hispanoamericanos, en virtud
del rigor de la crisis que los afecta (Esteves, 1995:
188)

Tomás Polanco Alcántara nos transmite una
anécdota que pone de relieve la postura de Gómez en
estos asuntos:

"Cuando se supo del mensaje de Gómez al
Presidente, el Dr. José Gil Fortoul, en una
conversación privada tenida en Maracay con el General
Gómez, le hizo ver que si la suma que sería
utilizada en pagar la deuda externa, en vez de destinarla a ese
fin, se colocaba en el mercado mundial, podría obtenerse
un beneficio para la República, pues era posible recibir
un provecho de 8% mientras que Venezuela solamente estaba pagando
por sus deudas 3%. La respuesta de Gómez fue
categórica: `Doctor Gil, usted tiene razón, pero
pobre no debe´" (Polanco; 1990: 403)

Sin embargo, las erogaciones por la conmemoración
del centenario, específicamente lo destinado al pago de la
deuda, impactaron el presupuesto de la nación,
al punto que el ejercicio económico 1930-1931 cerró
con el mayor déficit que se haya registrado hasta la fecha
(Veloz; 1984: 369).

Para los años 1932-1933 la crisis del sector
agrícola continua agudizándose y muchos cosecheros
mantenían en depósito inmensas cantidades de
café al cual era imposible darle salida. Ni siquiera la
incineración de grandes cantidades de sacos, como la
ocurrida en Brasil, ayudó a detener la decadencia del
sector. Se estima que para 1934 el consumo de café
había disminuido en un 12%, y aunque hemos señalado
que no era la única causa de la crisis, sin duda
influyó en el agravamiento de la situación. El
poder adquisitivo se había reducido de manera tal que el
café era casi que un producto de lujo (Adriani, 1984:
233-234)

Los años 1932-1933 se caracterizaron por una baja
sensible de los precios en los mercados
internacionales, realidad que repercutió en la
economía venezolana. Los años siguientes no fueron
distintos. 1933-1934, asistimos a una crisis del sector bancario
que no llegó a los niveles de desastre financiero por la
intervención del Gobierno que sacó a flote el Banco
Mercantil y Agrícola, inyectándole ocho millones de
bolívares (Veloz; 1984: 376-378) Esta institución
había concedido créditos a la agricultura,
especialmente al cacao, pero también al café, en la
época de la bonanza, pero sobrevenida la crisis los
cosecheros se encontraron imposibilitados para cumplir con sus
obligaciones.

Cabe destacar que para el momento que historiamos,
sólo el Estado tenía la capacidad para reflotar una
institución financiera, y el Doctor Pedro Tinoco
logró la indispensable aprobación del
benemérito para hacerlo. Sin duda la medida fue acertada y
evitó una profundización de la crisis.

Los años 1934 y 1935, últimos del general
Gómez, no sólo el café, sino la
producción tradicional en general, continua deprimida por
efecto de la crisis. Más allá de algunos repuntes
puntuales, la disminución tanto en exportación como
en precios es notoria.

Específicamente en 1934 el gobierno establece
entre otras cosas una política de subsidios para los
productores de café y cacao. Se repartieron diez millones
de bolívares que constituyeron un alivio, pero los males
eran profundos. Arturo Uslar
Pietri al considerar este fenómeno
señala:

"Venezuela había vivido del café y del
cacao toda su vida, y esa era la primera vez que el café y
el cacao no sostenían a Venezuela, sino que el Gobierno de
Venezuela sostenía al café y al cacao" (Uslar,
1991: 41)

En esos mismos años, las casas comerciales
tenían como política la concesión de
créditos a los agricultores, garantizados sobre la cosecha
futura. Cuando este esquema se quiebra como consecuencia de la
situación económica crítica, se produce una
reacción en cadena, ya que el colapso de las casas
comerciales genera el colapso de sus dependientes. Recordemos que
para la época el sistema
financiero era reducido y muchas de estas casas funcionan
como instituciones de intermediación financiera.
Además, muchos de sus activos eran
haciendas de café y de cacao que habían quedado en
sus manos, cuando los cosecheros no honraban sus compromisos,
circunstancia que las afectaba doblemente (Carrillo; 1993:
XCVII)

El 17 de diciembre de 1935 morirá el general Juan
Vicente Gómez, con quien también muere una etapa
política, en la que la conformación de un estado
nacional centralizado es la característica más
resaltante. Pero también se cierra este período de
crisis económicas, ya que coincidencialmente, el
año 1935 marca el inicio
de un proceso de desarrollo
económico, de signo petrolero, que abrirá las
puertas de la modernización a Venezuela.

Consideraciones finales

En conclusión, las crisis de la economía
mundial que se presentan en los comienzos de los años
veinte y al final de esta década con extensión
hacia la siguiente, tuvieron un impacto significativo en la
realidad venezolana. Sólo el desarrollo de la actividad
petrolera apartará a Venezuela del camino de la
catástrofe económica, sin embargo, el costo de todo
este proceso fue el fenecimiento de la economía
agrícola a la que la crisis sorprendió con una
deficiencias estructurales que impidieron que pudiera sobrevivir
al impacto de la crisis.

Notas

Deflación. Concepto opuesto al de
inflación; pues, mientras esta representa la existencia
excesiva de numerario o de poder adquisitivo en manos de los
consumidores en relación con la oferta de
mercaderías, así como la existencia de grandes
cantidades de dinero inactivo en los depósitos de los
bancos (Serra Moret), la deflación se produce cuando las
circunstancias se encuentran invertidas; es decir, cuando la
oferta de mercaderías supera al numerario o al poder
adquisitivo de los consumidores. (Manuel Ossorio, Diccionario de
Ciencias
Jurídicas, Políticas
y Sociales, página 207)

"Económicamente la guerra supuso un fuerte aunque
pasajero trauma para Hispanoamérica. El río de
capitales y de inmigrantes europeos cesó repentinamente.
Las exportaciones a Europa se redujeron también
temporalmente a causa del destino de los barcos mercantes a otras
misiones. Pero estas exportaciones se recuperarían
rápidamente debido a la urgente necesidad que
tenían los aliados de productos alimenticios y de materias
primas" (Parry, 444)

La prosperidad hispanoamericana no fue uniforme, ya que
la disminución de la demanda de los nitratos chilenos y de
la carne de Argentina y Uruguay,
generó una dura situación económica para
estos países.

Significa estallido, golpazo, estruendo, choque,
fracaso, quiebra, bancarrota (Castillo, 1987: 319).

Un fenómeno que tuvo honda repercusión en
la crisis fue la especulación a crédito. El
particular acudía a un tercero (agente de bolsa).
Obtenía de este un crédito y compraba los
títulos de la bolsa, que pasaban a garantizar la
obligación. El agente por su parte obtenía su
capital de un banco privado, depositando los títulos en la
entidad como garantía. Este banco, carente de suficiente
capital, recurría a los banco de la Reserva Federal para
obtener dinero, que se iba encareciendo a medida que se avanzaba
en la cadena. Vemos como se montaba una estructura de
naipes, que cualquier corriente de aire podía
derrumbar.

"El 18 de octubre comenzaron a predominar las ventas. El
sábado, 19, el índice Times cedió 12 puntos,
pero la prensa se encargo de tranquilizar a los inversores: era
una contracción pasajera del mercado. El lunes 21 las
ventas afectaron ya a más de seis millones de
títulos. El miércoles, 23, se produjeron nuevas
pérdidas: el índice times bajó 31 puntos, de
415 a 384. Y llegó el `jueves negro´, 24 de octubre
de 1929. Fue la primera sesión de pánico real. Se
transfirieron 12.894.650 acciones, muchas de ellas a precios
irrisorios. En esta sesión se perdieron 13.000 millones de
dólares. El lunes, 28, cesaron los préstamos
norteamericanos a Europa: la crisis pasó a ser mundial. Se
había abierto una era de depresión y desempleo. El
martes, 29, fue el golpe definitivo: se perdieron ese día
más de 16.000 millones de dólares".(Redondo, 1989:
245)

Diversos autores han presentado los suicidios en masa
como una de las consecuencias de la caída de la bolsa de
Nueva York. Sin embargo, aunque es innegable su ocurrencia,
autores como Galbraith que el fenómeno no fue tan
extendido y que en el mismo año 1929, cuando los negocios
eran todavía fructíferos, se pueden encontrar tasas
de suicidios más elevadas.

"En efecto, en ese año (1919), nuestras
exportaciones de café subieron a una cantidad no superada
ni antes, ni después, que fue de Bs. 151.428.568,43.
Igualmente, el cacao nos suministró una cantidad de dinero
que tampoco antes conocimos ni volvimos más tarde a
recibir. Se trataba de la cantidad de Bs. 39.086.569,90. Para
entonces, el petróleo no representaba gran cosa en la
economía nacional, pues la explotación
alcanzó solamente a Bs. 892.197,75 que, comparado con el
café y el cacao, resultaba verdaderamente irrisoria".
(Fuenmayor, 155)

"…ya en el año 28 aparecen en las
páginas de El Universal ciertos síntomas que
interpretamos como repercusión de la crisis del
capitalismo en la economía nacional. Veamos: El Juzgado de
Comercio del Distrito Federal publica en enero un edicto sobre la
quiebra de José Manuel D´Andrea, cuyo
establecimiento `Casino Americano´ ha quebrado. El mismo
juzgado publica el 8-1-28 un cartel fechado en diciembre de 1927,
por el cual hace saber de la quiebra de la firma Charles Torbay y
Hno" (Molina, 1984: 229-230). Así como éstas son
muchos los edictos o carteles informando la quiebra de
empresarios.

"El 13 de septiembre de 1931 la libra esterlina es
devaluada, produciéndose de facto una revaluación
del resto de las monedas. El Gobierno norteamericano buscando
desquitarse de este golpe monetario, mediante la enmienda Thomas
procede a embargar el oro amonedado, y a devaluar el dólar
rebajando su contenido de oro fino. Esto provoca que la paridad
del bolívar suba a 3,06 y la cotización del
dólar descienda a Bs. 3,17 en febrero de 1934. Ante esta
situación los exportadores de café y cacao no
encuentran como obtener beneficios sin rebajar sus ya
deteriorados precios" (Estéves, 1995: 186)

El informe de la
firma marabina Ríbboli pone de relieve como los
empréstitos concedidos a Brasil estimulaban su industria
cafetalera, realidad que iba en detrimento de la venezolana.
Dicho informe reza entre otras cosas lo siguiente: "Cuando
recientemente se confirmó la noticia de haber conseguido
Brasil un empréstito de 2.000.000 de libras esterlinas,
entre nosotros causó cierta sorpresa que el mercado, en
lugar de afirmarse siquiera, continuara registrando bajas
importantes; pero sobre el particular la última
correspondencia llegada del exterior nos refiere que ese
préstamo concedido por un grupo de
banqueros europeos y americanos y garantizado con 2.000.000 de
sacos de café, servirá para ser aplicado al
cubrimiento de un empréstito viejo y vencido"

Bibliografía

ASIMOV, Isaac, Cronología del Mundo,
Barcelona, Ariel, 1992.

BLAS, Patricio de, PUENTE, José de la,
Historia Común de Iberoamérica, Madrid, Edaf,
2000.

BROGAN, Denis, Los Estados Unidos de
América
. En: Historia del Mundo Moderno,
Barcelona, Sopena, 1986.

CABALLERO, Manuel, Gómez, el tirano
liberal
. Caracas, Monte Ávila Editores,
1993.

CARRILLO BATALLA, Tomás Enrique, Historia de
las Finanzas
Públicas en Venezuela,
Caracas, BANH, 1992, tomo
73, tomo 75, tomo 77, 1993, tomo 79.

CASTILLO, Carlos, Diccionario
Inglés-Español
, Chicago, Universidad de
Chicago, 1987.GALBRAITH, John, El crac del 29, Barcelona,
Ariel 1976.

CONGRESO DE LA REPÚBLICA, El pensamiento
político venezolano del siglo XX. Documentos para
su estudio. El comienzo del debate socialista
, Caracas,
Congreso de la República, 1983.

CROUZET, Maurice, Gran Bretaña, Francia, Los
Países Bajos y Escandinavia
. En: Historia del Mundo
Moderno
, Barcelona, Sopena, 1986.

ESTEVES, José Tomás, Temas de historia
económica mundial y venezolana
, Caracas, Panapo,
1995.

FUENMAYOR, Juan Bautista, Historia de la Venezuela
Política Contemporánea 1899-1969
, Caracas,
Miguel Ángel García Hijo, 1975, Tomo I, 1976, tomo
II.

MAZA ZAVALA, Domingo, Los procesos
económicos y su perspectiva
, Caracas, ANH,
1989.

MOLINA G., Manuel Isidro, La Prensa Venezolana.
Fuente Histórica
, Caracas, 1984, Tesis para
optar al título de Magister Scientiarum, no
publicada.

MORILLA CRITZ, José, La crisis
económica de 1929
, Madrid, Pirámide,
1984.

PACHECO, Emilio, De Castro a López
Contreras
, Caracas, Domingo Fuentes y
Asociados, 1984.

PARRY, J. H., Iberoamérica. En:
Historia del Mundo Moderno, Barcelona, Sopena,
1986.

POLANCO ALCÁNTARA, Tomás, Juan Vicente
Gómez
, ANH/Grijalbo, 1990REBÉRIOUX, Madeleine,
El crac del 29, Paris, Denoél, 1971.

REDONDO, Gonzalo, Las libertades y las
democracias
. En: Historia Universal, Pamplona,
España,
EUNSA, 1989.

RODRÍGUEZ GALLAD, Irene, Perfil de la
economía venezolana durante el régimen
gomecista
. En: Juan Vicente Gómez y su época,
Caracas, Monte ävila Editores, 1988.

SOUBLETTE, Félix. SILVA MICHELENA, J.A..
Nacionalización petrolera y recursos humanos,
Caracas, UCV, 1976.

SULLIVAN, William, Situación Económica
y Política durante el período de Juan Vicente
Gómez
. En: Política y Economía de
Venezuela
, Caracas, Fundación John Boulton,
1976.

USLAR PIETRI, Arturo, Homenaje, Caracas, ANCE,
1991.

VELOZ, Ramón,
Economía y Finanzas de
Venezuela
, Caracas, ANH, 1984.

VILLIGAS, Silvio, La Política Exterior de Juan
Vicente Gómez
, Caracas, Presidencia de la
República/ULA, 1995.

Páginas web

www.pastranec.net

www.artehistoria.com

 

Résmil Eduardo Chacón
Santana

FORMACIÓN

2005 – UCV, Universidad Central de Venezuela (Caracas,
Venezuela)

Especialidad en Derecho
Mercantil (En curso)

Asignaturas cursadas:

Derecho Mercantil Profundizado I

Derecho Mercantil Profundizado II

Derecho Mercantil Profundizado III

La empresa
Mercantil

Títulos Valores

Atraso y quiebra

Comercio electrónico

Mercado de Capitales

Seguros

1999 – 2004 UCV, Universidad Central de Venezuela
(Caracas, Venezuela)

Abogado. Mención de Honor Suma Cum Laude (19
puntos de promedio)

1995 UCAB, Universidad Católica Andrés
Bello
(Caracas, Venezuela)

Magíster Scienciarum en Historia de Venezuela
Mención de Hornor Cum Laude (18 puntos de
promedio)

Tesis: "Aproximación a la Historia
Colonial de Caucagua en el siglo XVIII" Calificada con 20 puntos
y derecho a publicación

1983 – 1988 UCAB, Universidad Católica
Andrés Bello
(Caracas, Venezuela)

Licenciado en Educación
mención Ciencias
Sociales Mención de Honor Cum Laude (18 puntos de
promedio)

EXPERIENCIA LABORAL

2004 – actual Abogado litigante libre ejercicio en
materia civil
y mercantil.

2004 – actual Instituto de Creatividad y
Comunicación, ICREA (Caracas, Venezuela)
Gerente General

1998 – actual UMA, Universidad Monteávila
(Caracas, Venezuela).

Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas:

Profesor de Metodología de la Investigación,
Venezuela y su circunstancia, Asistente de la asignatura
Instituciones de Derecho
Procesal II

Facultad de Ciencias de la
Educación:

Profesor de Historia de la Cultura e
Historia de Venezuela

1999 – 2004 UMA, Universidad Monteávila
(Caracas, Venezuela) Decano de la Facultad de Ciencias de la
Educación

1990 – 2000 UCAB, Universidad Católica
Andrés Bello
(Caracas, Venezuela) Profesor de
Historia de
Venezuela e Historia de la Civilización

1990 – 1998 Liceo Los Arcos (Caracas, Venezuela)
Director Académico

1986 – 1990 Liceo Los Arcos (Caracas, Venezuela)
Profesor de Educación Básica, Media y
Coordinador

1989 – 1992 Liceo Alonso Andrea de Ledesma
(Guarenas, Venezuela) Profesor de Historia y
Geografía

Venezuela, Caracas, 2006

 

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter