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Educación, evolución e inteligencia: perspectiva cibernética (página 2)



Partes: 1, 2, 3

I. La
evolución como objeto de la cibernética educativa.

Educar, según la cibernética educativa, es
el proceso de
transmisión de cultura que
llevan a cabo los sistemas
educadores hacia sus representantes con el propósito de
preservar, desarrollar y difundir la identidad del
sistema.
Recordemos que en la cultura se incluyen tanto los aspectos
espirituales, como los materiales.

La generalización realizada por la
cibernética educativa sobre la educación se
orienta, al menos, en dos direcciones:

  • Una de ellas consiste en llevar la educación más allá de la
    perspectiva humana, incluyendo de hecho a todo el reino
    biológico.
  • La otra es que como educación se entiende al
    acto de depositar la cultura del sistema en sus representantes,
    lo que significa que no sólo se transfieren los aspectos
    "espirituales", según la perspectiva humana, sino
    también las conquistas materiales de la especie, y
    dentro de estas, ¿por qué no?, las
    características biológicas necesarias para la
    preservación, desarrollo y
    difusión de la especie.

De ahí que la evolución, que adquiere
concreción en los nuevos representantes de la especie, y
que por ende es parte de la formación cultural de estos,
constituya una parte integrante del objeto de la
cibernética educativa.

La educación, como la conciben los humanos,
constituye una aproximación simplista de los complicados
procesos
educativos generados por la naturaleza.
Llama poderosamente la atención que problemas que
el hombre no
ha podido resolver en su concepción simplificada de la
educación, se considere estar apto para explicar como lo
ha hecho la naturaleza, en una versión incomparablemente
mucho más compleja.

El siguiente ejemplo es sumamente elocuente y de hecho
habla por sí sólo:

Uno de los principales problemas que enfrenta en la
actualidad la educación humana, es que el contexto
evoluciona tan rápidamente (ver González, M. 2004),
que ya no se puede predecir cómo será éste
dentro de una escasa década. Es por ello que se hace
imposible proyectar un diseño
curricular eficiente, dado que es responsabilidad de la escuela preparar
a los jóvenes para enfrentar una vida, sobre la cual no se
cuenta con la información necesaria.

Indudablemente la naturaleza ha logrado resolver ese
problema, de no ser así, no estuviéramos observando
un mundo biológico tan perfectamente adaptado a los
correspondientes contextos espacio – temporales en que
éste se desenvuelve, y en su lugar estaríamos
observando a un mundo biológico descontextualizado y
anacrónico muy bien adaptado para vivir, pero en las
condiciones en que lo hicieron sus antecesores, como le
está ocurriendo los humanos.

La educación como la ha concebido la naturaleza
es tan eficiente y estable que se torna exquisitamente
resistente, como plantea Margulis Lynn más adelante.
Incluso bajo la influencia de una arrogante especie que
transforma cada vez de manera más peligrosa a las
condiciones ambientales, las especies continúan
estoicamente por su rumbo evolutivo mostrando cada vez
adaptaciones más perfectas y asombrosas.

Si la naturaleza siguiera fríamente los preceptos
humanos propuesto por el mecanismo de la selección
natural o por otros patrones de conducta con que
el hombre cree
haber explicado como la naturaleza ha resuelto lo que el no ha
podido resolver, tendría el mismo problema que enfrenta la
educación humana en la actualidad.

II.
La Selección Natural y la Teoría
Evolucionista de Darwin.

Consideramos oportuno comenzar por el estudio de los
principales planeamientos de esta Teoría, para ello se
tomará como centro del análisis a un artículo, a nuestro
entender muy completo, realizado por Claudio Gutiérrez
(ver Gutiérrez, C.).

Según este autor la selección natural debe
considerarse como un proceso en dos etapas:

  1. Producción de variedad abundante entre los
    individuos de la especie.
  2. Eliminación de los individuos que menos
    están a la altura de los constreñimientos del
    medio
    ambiente.

Gutiérrez continua: Es fácil ver la
coincidencia de este proceso con el método de
"genera y examina" de amplia aplicación en los algoritmos de
inteligencia
artificial.

Es importante que se examine el término "generar"
recientemente empleado. Si se excluye la mediación de
alguna inteligencia
en el acto de generación, entonces hay que admitir que se
trata de una generación de variedad puramente aleatoria,
sin dirección, sin invocación a
"causas finales" donde nada está prescrito como
propósito a alcanzar,
tal y como plantea
Gutiérrez.

Introduzcamos un experimento hipotético al estilo
Einstein: Supongamos que yo quiero ordenar la sala de mi casa
para lograr una forma que agrade a mi mujer, y
supongamos además que cuento con la
posibilidad de evaluar con ella cómo cada variante
propuesta satisface o no su percepción
estética.

De manera que en la situación planteada se cuenta
un acto libre de "generación de diversidad" y
además con la posibilidad de examinar la adecuación
de cada una de las variantes propuestas. El problema radica en
que sólo uno de los cuadros que cuelgan de la pared de la
sala de mi casa se puede poner en infinitas posiciones
diferentes, de manera que incluso la edad del planeta tierra no
sería suficiente para agotar el proceso de
generación de diferentes ordenamientos y exámenes
correspondientes en la situación planteada.

En este punto del análisis cobra especial
vigencia la célebre frase de Gustavo Le Bon que preside
esta obra: "Para progresar no basta actuar, hay que saber en
que sentido actuar"

Por otra parte, según el mecanismo propuesto por
la selección natural, las conquistas evolutivas
(adaptación a las condiciones ambientales) alcanzadas por
los individuos sobrevivientes de una especie, y por consiguiente
mejor adaptados, son trasmitidas en lo fundamental a sus
descendencias:

  • De no ser así la especie no
    manifestaría ningún avance evolutivo.
  • Pero de ser así resultaría que la
    mayoría de los nuevos representantes de la especie
    contarían con características biológicas
    similares a las de sus antecesores, pero ¿cómo
    garantizar que las condiciones ambientales que requirieron de
    tales capacidades biológicas de los antecesores
    conserven su vigencia en la vida de las descendencias?,
    máxime si se conoce el carácter extremadamente dinámico,
    y por consiguiente cambiante, del contexto.

Resulta entonces que bajo el mecanismo propuesto por la
selección natural, cambios bruscos del contexto
implicarían prácticamente la desaparición
física de
la especie. No le quedaría entonces otra alternativa a la
especie que regresar a la gran diversidad en las descendencias
como vía de garantía para la conservación de
la misma, con lo que se diluye cualquier conquista evolutiva que
se hubiera alcanzado.

Es asombrosa además, la velocidad con
que las especies se apropian de las características
biológicas necesarias y asumen los comportamientos
más favorables para estos formidables sistemas, logrando
no sólo su preservación, sino también que su
desarrollo y difusión.

Es conocido que cuando el hombre padece de alguna
enfermedad infecciosa producida por la presencia de ciertos
virus o
bacterias, los
médicos aconsejan que se siga un tratamiento que no debe
ser interrumpido, pues se crea la posibilidad de que estos
organismos "muten" y se conviertan en inmunes al tratamiento
indicado. Cabe preguntarse entonces ¿cómo es
posible que estos organismos unicelulares, ¡inferiores por
supuesto!, logren en unas pocas horas encontrar la réplica
a un tratamiento sintetizado por la inteligencia humana
utilizando todo su poder
intelectual y tecnológico durante un largo periodo de
tiempo?

Tan asombrosas como estas adaptaciones biológicas
en tiempos record, son los comportamientos que asumen las
diferentes especies luchando por su supervivencia y desarrollo.
Es conocido que las ratas aumentan la cantidad de descendencias
cuando es amenazada la especie (y no cuando es amenazada una rata
en lo particular). Aquí surgen varias interrogantes:
¿cómo cada rata sabe que debe aumentar su ritmo de
reproducción en esos momentos?,
¿Cuál es la naturaleza, carácter o
jerarquía de ese ente que se siente amenazado y que
denominamos especie?, ¿cómo es posible que ese ente
que gobierna a las ratas, cualquiera sea, las haya guiado con
tanto éxito
en la lucha frontal que libran contra los humanos, que han
invertido todos sus recursos tratando
de eliminarlas?

¡Que emocionante resulta cuando vamos de
cacería o pesquería! Algunos, como yo, nos
estudiamos el terreno, indagamos sobre los últimos
camuflajes, atavíos e instrumentos, las últimas
técnicas. Sentimos el orgullo de ser
humanos, percibimos directamente nuestra "gran superioridad",
¿Quién puede dudar de ella? Pero cuando llegamos al
terreno de acción
¡que difícil es pescar!, ¡que difícil
es cazar!, en ocasiones nos llevamos la impresión de que
las posible presas se burlan de nosotros. El mar lleno de
peces, los
bosques colmados de animales, sobre
todo en el período en que se levanta la veda. Pero
sólo tienen posibilidades de éxito los que de
verdad "saben", los que "no sabemos" vamos prácticamente a
perder el tiempo o en el mejor de los casos a contribuir con el
desarrollo de la especie eliminando a los representantes menos
capaces, que de hecho deben ser privados de la posibilidad de
procrear, dándonos la impresión de que tanto los
que "saben", como las presas se ríen de
nosotros.

Cuando Gutiérrez examina las causas que
impidieron que los pensadores que antecedieron a Darwin arribaran
a la idea de la selección natural plantea: "Una
explicación que resalta a la mente sería la
resistencia de
la especie humana a perder su estatus mitológicamente
inflado en relación con las otras especies…"

Cabe preguntarse pues, ¿por qué no admitir
definitivamente la capacidad de inteligencia en el mundo
biológico y obstinarse entonces en reservar esa
condición imprescindible para el desarrollo sólo
para la especie humana?

III. Caracterización histórica del
concepto de
inteligencia.

Uno de los propósitos fundamentales de este
epígrafe es la desmistificación del concepto de
inteligencia que de una manera u otra se encuentra presente en
las posiciones de la mayoría de los autores cuyas obras
están relacionadas con este concepto.

Antes de incursionar en el controvertido campo de la
"inteligencia" resulta conveniente realizar una breve
caracterización del desarrollo de las diferentes
concepciones que ha concebido el hombre al respecto. A tales
propósitos consideramos oportuno citar a Fernández,
A. (2003). Según este autor: "…sin saber lo que
es la inteligencia nos hemos permitido, durante mucho tiempo,
considerarla patrimonio
exclusivo del ser humano, ausente por completo en el mundo
animal.

La concepción griega del hombre como ser
racional, y la consiguiente negación de tal capacidad a
los animales, se mantendrá no sólo en toda la
antigüedad, sino también a lo largo de la
filosofía medieval.

En la época moderna, el dualismo establecido
por Descartes
viene a insistir en lo mismo: sólo el hombre es pensamiento,
en tanto que los animales no son más que extensión,
simples máquinas
que ni sienten ni piensan. Esta doctrina del maquinismo o
automatismo de los animales determinará la
concepción del mundo animal prácticamente hasta
fines del siglo XIX.

Pero la obra de Darwin, primero, y sobre todo el
nacimiento e impresionante desarrollo de la etología,
después, arruinarán definitivamente tales
posiciones, al tiempo que acabaron por destrozar muchas de las
tradicionales líneas de demarcación utilizadas para
diferenciar al hombre del resto de los animales. Por lo que
respecta a la inteligencia, los etólogos han demostrado
cumplidamente que tanto si decidimos entenderla como
disposición para el aprendizaje,
como si preferimos verla como capacidad para resolver problemas,
hay que admitir que se encuentran también en el mundo
animal… Tampoco hay posibilidad de considerarla patrimonio
exclusivo del ser humano, si nos inclinamos a verla como
capacidad de actuar con un propósito, esto es persiguiendo
un fin… Los etólogos han concluido, pues, no
sólo que los animales son inteligentes, sino
también que entre la inteligencia humana y la inteligencia
animal no existen diferencias esenciales, sino únicamente
de grado.

UN NUEVO CONCEPTO DE
INTELIGENCIA.

Consideramos necesario introducir un nuevo concepto de
inteligencia más propio del campo de la cibernética
que incluya a los conceptos anteriores y a la vez permita revelar
nuevas regularidades relacionadas con el comportamiento
de los sistemas educadores.

Aquellos procesadores de
información que son capaces de determinar uno o varios
eventos
favorables pertenecientes a un universo de
infinitos eventos posibles reciben el nombre de procesadores
inteligentes
.

A la capacidad propia de los procesadores inteligentes
que le permite determinar al menos un evento favorable
perteneciente a un universo de infinitos eventos posibles se le
llama inteligencia. (A esta definición de
inteligencia le llamaremos definición de inteligencia
como procesamiento de lo infinito
)

Veamos pues, como se relaciona la definición de
inteligencia "como procesamiento de lo infinito" con las
definiciones de inteligencia más aceptadas hasta el
momento.

Comencemos señalando que si un sistema esta
dotado de capacidad para resolver los problemas que obstaculizan
el cumplimiento de su misión,
entonces han de ser capaces de determinar comportamientos
favorables, para los propósitos del sistema, entre los
infinitos comportamientos posibles a asumir por el sistema:
Cuando un sistema se encuentra antes una situación
problémica existen infinitos posibles comportamientos a
adoptar por éste. Para dar solución al problema
planteado el sistema debe ser capaz de asumir un, y sólo
un comportamiento, que sea favorable con relación al
problema planteado. Lo que significa que si el sistema
está dotado de capacidad para resolver problemas,
estará capacitado también para elegir
comportamientos favorables dentro de un universo de infinitos
comportamientos posibles. O sea que si el sistema es inteligente
tomando a la inteligencia como capacidad para resolver problemas,
será también inteligente considerando a la
inteligencia como procesamiento de lo infinito.

Pero además, si un sistema es capaz de elegir
comportamientos favorables para la causa del sistema dentro de
los infinitos comportamientos posibles, entonces está
dotado de capacidad para resolver los problemas que obstaculicen
el cumplimiento de la misión del mismo. Como se puede
observar la definición de inteligencia "como
procesamiento de lo infinito" es equivalente a la
definición de inteligencia "como capacidad para resolver
problemas"
.

Por otro lado si la actividad del sistema está
presidida por algún propósito a alcanzar, la propia
existencia del sistema indica que éste ha sido capaz de
mantener el equilibrio
dinámico que caracteriza su comportamiento y por
consiguiente ha sido capaz de elegir los comportamientos
favorables correspondientes a dichos estados de equilibrio. En el
sentido opuesto se debe señalar que la primera
condición con que debe contar un sistema para poder elegir
comportamientos favorables es que de manera explícita o
implícita éste tenga conocimiento
de dicha misión, o lo que es equivalente tenga un
propósito o fin a alcanzar. O sea que hemos mostrado que
las definiciones de inteligencia "como procesamiento de lo
infinito" y "como actuación según un
propósito" son equivalente entre sí.
Se puede
agregar además, que por carácter transitivo son
también equivalentes las definiciones de inteligencia
"como capacidad para resolver problemas" y "como actuación
según un propósito"
.

La capacidad de aprender es inherente también al
enfoque de inteligencia como procesamiento de lo infinito. Una
vez que el sistema ha asumido un comportamiento determinado
dentro de infinitos comportamientos posibles, ha de someterse a
evaluación no sólo cuan favorable ha
resultado dicha elección para los propósitos del
sistema, sino también los mecanismos metacognitivos que
intervinieron en la toma de esa decisión. O sea que el
sistema no sólo ha resuelto la situación
problémica a que se ha enfrentado, sino que se ha
desarrollado, ha crecido, ha aprendido.

PROBLEMA QUE SUSCITÓ EN
SURGIMIENTO DE LA INTELIGENCIA.

Los sistemas educadores son sistemas cibernéticos
toda vez que su actividad puede ser caracterizada por la
adquisición, procesamiento, almacenamiento y
toma de
decisiones a partir de la información que ingresa al
sistema. Son también sistemas dinámicos, dado que
son capaces de asumir comportamientos en dependencia de la
información que ingresa al sistema. Pero además los
sistemas educadores son sistemas inteligentes, capaces de elegir
comportamientos favorables dentro de un universo de infinitos
comportamientos posibles.

El carácter cibernético, dinámico e
inteligente de los sistemas educadores indica que estos sistemas
han de manifestar un equilibrio dinámico. O sea un
equilibrio que puede ser comparado con él de un
acróbata cuando se encuentra en "la cuerda floja", donde
cada situación en que se encuentra el sistema requiere de
una respuesta inmediata y precisa (que debe ser elegida dentro de
las infinitas respuestas posible) que lo mantenga en el estado
deseado.

La determinación de esos comportamientos precisos
por la vía del azar, bajo un proceso de generación
aleatoria y evaluación se torna inconsistente, toda vez
que la probabilidad de
elegir esos eventos favorables es cero (dado que resulta de la
división de un número finito por el infinito). O
sea que sólo una capacidad que permita procesar lo
infinito, permitiría a los sistemas educadores superar los
constantes obstáculos que se anteponen al cumplimiento de
su misión.

A partir de lo expresado se puede afirmar que la
inteligencia constituye una capacidad imprescindible para el
surgimiento de los sistemas que exhiben un equilibrio
dinámico (como por ejemplo la vida), dado que es
prácticamente imposible que un sistema atine a "ciegas" a
un comportamiento satisfactorio entre los infinitos
comportamientos posibles a asumir por el sistema.

EL TANTEO COMO CONTRARIO DIALECTICO DE LA
INTELIGENCIA.

Cuando un sistema necesita determinar un evento
favorable para el cumplimiento de su misión existen las
siguientes alternativas:

  1. Que el universo de
    posibles eventos sea finito, y por consiguiente su examen pueda
    ser agotado por medio de pruebas y
    errores, o sea por tanteo.
  2. Que el universo de posibles eventos sea infinito,
    tornándose entonces inconsistente el método de
    tanteo, abriéndose así un espacio para el
    procesamiento inteligente.

De manera que el tanteo, cuya velocidad de acierto
depende del azar, es sólo aplicable al examen de lo
finito. En tanto que los procesamientos inteligentes se ocupan de
examinar a lo infinito. Tanteo e inteligencia son pues,
contrarios dialécticos que representan aspectos o
tendencias que se excluyen mutuamente y se presuponen entre
sí.

Tal y como indica la dialéctica, el absolutizar
la acción de alguno de los contrarios induce una crisis y
provoca que el
conocimiento deje de describir la dinámica de procesos, eventos o
fenómenos que son totalmente cambiantes. Cuando se enfoca
la evolución del mundo biológico absolutizando el
papel del azar, o tanteo, se pierde la riqueza que emana de los
procesos inteligentes, dando como resultado una visión
mecanicista del mundo que nos rodea. Por su parte la
absolutización del papel de la inteligencia trae como
consecuencia al misticismo y genera percepciones de la realidad
en principio incompatibles con el campo de la ciencia,
que son extremadamente difíciles de fundamentar. En esta
obra se aboga por un equilibrio entre el papel del tanteo y el
rol que juega la inteligencia en la evolución de las
especies, o sea que asumimos posición alrededor de un
enfoque que incluya una especie de evolución
inteligente
de los sistemas educadores.

La inteligencia permite tomar decisiones acertadas en
condiciones de incertidumbre, pero a su vez esta última
induce el carácter probable de la adecuación o
eficacia de la
decisión tomada. El paso del pensamiento
determinístico a un pensamiento probabilístico que
está experimentando la humanidad indica que la
conclusión recién expuesta se encuentra en
tendencia.

Por su parte la lógica
moderna ha convenido en clasificar como deducción a aquellos procesos
lógicos que dan como resultado a proposiciones necesarias,
en tanto que entiende por inducción a los procesos lógicos que
resultan ser resultados probables. Según lo que se acaba
de expresar, ante un problema determinado la aplicación de
la inteligencia por parte del sistema resulta ser un acto de
inducción que requiere de un proceso deductivo para su
validación y perfeccionamiento. Lo expresado no es otra
cosa que una manifestación de la contradicción
filosófica que se establece entre conciencia y ser;
entre reflejo y realidad; entre lo lógico y lo
histórico; etc.

COMPONENTES DE LA
INTELIGENCIA.

La memoria es una cualidad que complementa a la
inteligencia, hasta el punto de convertirse en parte de
ésta: el gasto invertido por el sistema en la
elección de un evento favorable entre infinitos eventos
posibles es significativo, de manera que lo más
conveniente para la economía del sistema
es que éste conserve, de alguna manera, no sólo al
evento favorable elegido, sino también a las condiciones
existentes y al proceso realizado para alcanzarlo. En la medida
en que el sistema haya elegido más eventos favorables y
mantenga en memoria las
condiciones y forma en que lo hizo estará más
capacitado para realizar nuevas elecciones y por consiguiente
será más inteligente.

Se debe señalar que en general los sistemas deben
elegir los eventos favorables en condiciones espacio –
temporales en que no se cuenta con la información
necesaria, ni con el tiempo requerido para la realización
de un examen minucioso y detallado que propicie la
determinación precisa de un comportamiento favorable. Es
por ello que la inteligencia de los sistemas debe estar dotada de
un componente heurístico que permita la
elección de comportamientos favorables en condiciones de
incertidumbre. Lo heurístico es, a todas luces, uno de los
componentes más importantes y enigmáticos de la
inteligencia, es sin dudas una de las partes constitutivas de la
inteligencia que el hombre menos ha podido descifrar y es, tal
vez el componente que ha transferido a la inteligencia esa
aureola mística que prevalece en la mayoría de los
autores cuyas obras están relacionadas con este importante
y controvertido concepto.

El componente heurístico se encuentra
estrechamente relacionado con la visualización del
futuro manifiesta, de una forma u otra, en los más
diversos sistemas educadores. Este componente de la inteligencia,
no menos enigmático que lo heurístico, permite al
sistema adelantarse en el tiempo, percibir no sólo la
evolución futura del contexto y la suya propia, sino
también la evolución de los problemas que enfrenta
y los nuevos problemas que deberá enfrentar en el futuro.
Sin esta capacidad el sistema estaría privado de la
posibilidad de prepararse para enfrentar problemas que requieren
de una preparación previa a su manifestación
directa para poder ser superados. Esta capacidad es exhibida por
la mayoría de las especies tanto del reino animal, como
vegetal. En los países caribeños hay un
refrán que dice "tiempo de mango, tiempo de hambre" que
hace alusión a que las plantaciones de mango perciben las
grandes sequías con mucho tiempo de antelación y se
preparan para enfrentarlas produciendo muchas frutas (y por
consiguiente semillas) lo que aumenta la probabilidad de
supervivencia de la especie. Los cultivos humanos, que por lo
general tienen raíces poco profundas, no sobreviven a
tales sequías, arrastrando al hambre a los estratos
más pobres de la sociedad.

GENERALIZACION DEL CONCEPTO DE CONCIENCIA
MAS ALLA DE LA ACTIVIDAD HUMANA.

Según la gran enciclopedia Wikipedia: "La
conciencia es el conocimiento que el ser humano tiene de
sí mismo y de su entorno", dicho de otra manera es el
reflejo que se produce en el hombre tanto del entorno, como de
sí mismo. Las capacidades de memoria, heurística,
visualización y su síntesis
en la inteligencia, son suficientes para revelar la existencia de
un cierto tipo de reflejo en los sistemas educadores, tanto de
sí mismos y como de los contextos en que estos se
desenvuelven. No queda de otras pues, que admitir la existencia
de una forma de conciencia muy específica en estos
sistemas. Es posible entonces formular la siguiente
definición: Se llama conciencia de un sistema al
reflejo que se produce en éste tanto de su entorno, como
de sí mismo.

La arrogancia humana y su desmedido esfuerzo por
considerarse una creación especial diferente por completo
a todo el resto del mundo animal, le han impedido al hombre darse
cuenta de que la inteligencia lo rodea por doquier, y que por
consiguiente se encuentra sumergido en un basto océano de
inteligencias y conciencias de las más disímiles
jerarquías, gradaciones y orientaciones. A tales
propósitos consideramos oportuno traer a colación
algunos fragmentos de la entrevista
realizada por Victor-M Amelan a la prestigiosa científica
Lynn Margulis.

Margulis: Gaia es la red entretejida de toda la
vida: esta viva, consciente y dispersa en diferentes grados en
todas sus células,
cuerpos y sociedades.
Gaia es la superficie autorregulada del planeta… que crea
incesantemente nuevos medios
ambientes y organismos. Gaia, la vida en este planeta, en toda su
gloria simbiogenética, es exquisitamente
resistente.

Amelan: ¿Y estamos los de la especie
humana poniéndola en peligro?

Margulis: Ja, ja… No sea tan
engreído! Gaia es la resultante de billones de seres que
pugnan, se alimentan, se aparean y excretan. La especie humana
acaba de llegar, hombre! Gaia es perra vieja: no está en
lo absoluto siendo amenazada por los humanos.

Amelan: ¿No? ¿Seguro?

Margulis: Cuánta arrogancia especie
centrista!! La especie humana es peligrosa para sí misma,
jamás para Gaia.

Amelan: O sea que podemos provocar nuestra
propia extinción, pero no la de la vida sobre el
planeta.

Margulis: Exacto. Aunque lo intentara, la
especie humana jamás podría destruir la vida en
este planeta. Quiero decir que no hay una especie en particular
que sea el centro de la vida. Y los humanos, de hecho, ni
siquiera somos importantes para la vida.

…Somos una parte reciente de un todo antiguo y
enorme. Una parte reciente que crece rápidamente, eso
sí. Eso nos hace sentirnos duros… Pero Gaia nos
pondrá límites:
el sobrecrecimiento de toda población viva conduce a un estrés y
ese estrés hace disminuir dicho sobrecrecimiento.
Así se regula Gaia.

Amelan: Pero dígame,
¿dónde está el cerebro de la
sabia Gaia?

Margulis: No hay tal cerebro central.
Fíjese: todo ser vivo autorregula su temperatura
interna para que fluctúe entre pocos grados ¿no?
¿Y cómo sabe cada célula de
ese cuerpo mantener dicha temperatura? Pues del mismo modo
actúa Gaia.

En esta entrevista
saltan a la vista algunos aspectos que consideramos muy
importantes a propósito del tema que nos ocupa.
Según Lynn la vida sobre el planeta está viva,
consciente y dispersa en diferentes grados en todas las
células, cuerpos y sociedades. El hecho de ser la vida
considerada consciente, abre el camino para la existencia de
algún tipo de inteligencia en ella. Por otro lado es
destacable que esta autora atribuye consciencia no sólo
asociada a los cuerpos multicelulares, como se ha hecho con
cierta frecuencia, sino que abre la posibilidad de su existencia
en organismos unicelulares y lo más importante en las
sociedades biológicas, las cuales afortunadamente
coinciden con los sistemas educadores objeto de la
cibernética educativa a los que se ha dado tratamiento a
lo largo de toda esta obra.

Por otro lado no se debe pasar por alto que la autora
corrobora el comportamiento arrogante de la especie humana y el
hecho de considerarse la especie "elegida", ¡por supuesto
por ella misma!

IV.
Un hallazgo que induce la noción de diseños
inteligentes en la naturaleza.

Los Doctores Arthur V. Chadwick y Robert F. DeHaan
publicaron en el 2001 un artículo excepcional llamado
"Enigmas de complejidad: el trilobites, un ejemplo de
diseño inteligente". Según estos autores: Los
trilobites son miembros extintos de un grupo animal
muy grande (filum Artrópoda) al que pertenecen los
insectos modernos. Se encuentran universalmente en los
límites entre las rocas
relativamente desprovistas de vida metazoaria
(organismos
multicelulares) y otras con abundante evidencia de vida tal.
Los trilobites son complejos, altamente segmentados, con
apéndices articulados y pleópodos, antenas, ojos
compuestos, y cefalizados o sea, con sistemas nerviosos de pies a
cabeza.

…Los instrumentos de la sistemática
molecular contemporánea, junto con los avances de la
comprensión de los procesos moleculares y celulares,
desafían la teoría estándar de
selección sin dirección y naturalista de la
propuesta original de Darwin.

Las conclusiones a que arriban estos autores son
sumamente interesantes:

Primero veamos las premisas empleadas:

• Una suposición fundamental de la
teoría de la evolución es que los rasgos
moleculares biológicos compartidos hoy por diversos
organismos, requieren un ancestro común como un principio
explicativo. Esto permite la exploración de la biología molecular
del trilobites basada en el conocimiento de la biología
molecular de animales contemporáneos.

• La biología molecular del trilobites es
en todo sentido tan complejo como la de cualquier organismo
moderno.

• La evidencia de la complejidad del trilobites
revela la inadecuación de la teoría de la
evolución de Darwin, y en lugar de ella, es interpretada
con referencia a otra teoría de los orígenes que
involucra un Diseñador Inteligente.

Surge pues, de manera espontánea, la siguiente
interrogante ¿qué tipo de inteligencia puede ser
capaz de realizar el diseño de una especie? La respuesta a
esta interrogante se torna bastante complicada, pero lo que
sí queda claro es que si se niega el carácter
inteligente de las especies en la generación de
diversidad, entonces se torna inconsistente la Teoría
Evolucionista.

El prestigioso científico Ilya Prigogine, Premio
Nobel de Química
en 1977, expresó:

Actualmente, empieza a comprenderse que la vida es,
probablemente, el resultado de una evolución que se dirige
hacia sistemas cada vez más complejos… La vida
tiene una tecnología admirable,
que muy frecuentemente no llegamos a comprender.

Existen muchos hallazgos en la naturaleza que revelan la
existencia de comportamientos e inclusive inteligencias
colectivas: Las hormigas y las abejas no tienen objetivos
propios, no se reproducen y no llevan una vida autodeterminada en
ningún aspecto. Se puede decir que estos seres
biológicos son diseñados evolutivamente para
satisfacer las necesidades del hormiguero o la colmena
respectivamente, y que estos últimos son los que pueden
ser considerados como individuos (indivisibles). O sea que el
hormiguero o la colmena pueden ser percibidos como un "animal
compuesto", que existe dividido en diminutas partes a las que se
llaman hormigas o abejas respectivamente.

Pero nosotros los humanos, no escapamos a este tipo de
subordinación, en la que se pierden las identidades
individuales y surge en su lugar una fusión
colectiva que nos domina. Para ello tomemos en
consideración la célebre obra "Psicología de las
multitudes" de Gustavo Le Bon, la cual a pesar de haber sido
escrita hace prácticamente un siglo, conserva su vigencia
y es centro en la actualidad de numerosas investigaciones
en el campo de la psicología.

Dejaremos, pues, la palabra a Gustavo Le Bon: El
más singular de los fenómenos presentados por una
masa psicológica, es el siguiente: cualesquiera que sean
los individuos que la componen y por diversos o semejantes que
puedan ser su género de
vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el
simple hecho de hallarse transformados en una multitud le dota de
una especie de alma
colectiva. Esta alma les hace sentir, pensar y obrar de una
manera por completo distinta de como sentiría,
pensaría y obraría cada uno de ellos
aisladamente.

…Ciertas ideas y ciertos sentimientos no
surgen ni se transforman en actos sino en los individuos
constituidos en multitud. La masa psicológica es un ser
provisional compuesto de elementos heterogéneos, soldados
por un instante, exactamente como las células de un cuerpo
vivo forman por su reunión un nuevo ser, que nuestra
caracteres muy diferentes de los que cada una de tales
células posee.

…Fácilmente se comprueba en qué
alta medida difiere el individuo
integrado en una multitud, del individuo aislado. Lo que ya
resulta más arduo es descubrir las causas de dicha
diferencia. Para llegar, por lo menos, a entreverlas, es preciso
recordar, ante todo, la observación realizada por la psicología
moderna, de que no sólo en la vida orgánica,
sino también en el funcionamiento de la inteligencia
desempeñan los fenómenos inconscientes un papel
preponderante

Le Bon piensa, que en una multitud, se borran las
adquisiciones individuales, desapareciendo así la
personalidad de cada uno de los que la integran. Lo
inconsciente social surge en primer término, y lo
heterogéneo se funde en lo homogéneo. Diremos,
pues, que la superestructura psíquica, tan diversamente
desarrollada en cada individuo, queda destruida, apareciendo
desnuda la uniforme base inconsciente, común a todos. Tal
es, aproximadamente, el estado del
individuo integrado en una multitud. No tiene ya consciencia de
sus actos. En él quedan abolidas ciertas facultades y
pueden ser llevadas otras a un grado extremo de
exaltación.

Le Bon continúa "…Así, pues, la
desaparición de la personalidad
consciente, el predominio de la personalidad inconsciente, la
orientación de los sentimientos y de las ideas en igual
sentido y la tendencia a transformar inmediatamente en actos las
ideas sugeridas, son los principales caracteres del individuo
integrado en una multitud. Perdidos todos sus rasgos personales,
pasa a convertirse en un autómata sin
voluntad".

"Por el solo hecho de formar parte de una multitud,
desciende, pues, el hombre varios escalones en la escala de la
civilización. Aislado, era quizás un individuo
culto; en multitud, es un instintivo, y por consiguiente, un
bárbaro. Tiene la espontaneidad, la violencia, la
ferocidad y también los entusiasmos y los heroísmos
de los seres primitivos".

Cuando se ejemplificó con anterioridad
observando a las ratas como especie, se dejó abierta la
interrogante sobre la identidad, naturaleza y carácter de
ese ente biológico abstracto que denominamos "especie". A
continuación Le Bon aporta nuevos elementos que
contribuirán a su caracterización.

En opinión de Le Bon "…La multitud es
impulsiva, versátil e irritable y se deja guiar casi
exclusivamente, por lo inconsciente. Los impulsos a los que
obedece pueden ser, según las circunstancias, nobles o
crueles, heroicos o cobardes, pero son siempre tan imperiosos que
la personalidad e incluso el instinto de conservación
desaparecen ante ellos. Nada, en ella, es premeditado. Aun cuando
desea apasionadamente algo, nunca lo desea mucho tiempo, pues es
incapaz de una voluntad perseverante. No tolera aplazamiento
alguno entre el deseo y la realización. Abriga un
sentimiento de omnipotencia. La noción de lo imposible no
existe para el individuo que forma parte de una
multitud.

..La multitud es extraordinariamente influenciable y
crédula. Carece de sentido crítico y lo
inverosímil no existe para ella. Piensa en imágenes
que se enlazan unas a otras asociativamente, como en aquellos
estados en los que el individuo da libre curso a su
imaginación sin que ninguna instancia racional intervenga
par juzgar hasta qué punto se adaptan a la realidad sus
fantasías. Los sentimientos de la multitud son siempre
simples y exaltados. De este modo, no conoce dudas ni
incertidumbres.

…No abrigando la menor duda sobre lo que cree
la verdad o el error y poseyendo, además, clara
consciencia de su poderío, la multitud es tan autoritaria
como intolerante… Respeta la fuerza y no ve
en la bondad sino una especie de debilidad que le impresiona muy
poco. Lo que la multitud exige de sus héroes es la fuerza
e incluso la violencia. Quiere ser dominada, subyugada y temer a
su amo… Las multitudes abrigan, en el fondo, irreductibles
instintos conservadores, y como todos los primitivos, un respeto
fetichista a las tradiciones y un horror inconsciente a las
novedades susceptibles de modificar sus condiciones de
existencia.

…Si queremos formarnos una idea exacta de la
moralidad de
las multitudes, habremos de tener en cuenta que en la
reunión de los individuos integrados en una masa,
desaparecen todas las inhibiciones individuales, mientras que
todos los instintos crueles, brutales y destructores, residuos de
épocas primitivas, latentes en el individuo, despiertan y
buscan su libre satisfacción. Pero bajo la influencia de
la sugestión, las masas son también capaces de
desinterés y del sacrificio por un ideal. El interés
personal, que
constituye casi el único móvil de acción del
individuo aislado, no se muestra en las
masas como elemento dominante, sino en muy contadas ocasiones.
Puede incluso hablarse de una moralización del individuo
por la masa. Mientras que el nivel intelectual de la multitud
aparece siempre muy inferior al del individuo, su conducta
moral puede
tanto sobrepasar el nivel ético individual como descender
muy por debajo de él.

En cuanto un cierto número de seres vivos se
reúne, trátese de un rebaño o de una
multitud humana, los elementos individuales se colocan
instintivamente bajo la autoridad de
un jefe. La multitud es un dócil rebaño incapaz de
vivir sin amo. Tiene una tal sed de obedecer, que se somete
instintivamente a aquel que se erige en su jefe".

El hecho de que Le Bon exprese que los elementos
individuales se coloquen bajo la autoridad de un jefe, no
significa que este último ejerza el gobierno de la
multitud, pues en última instancia, el propio jefe es
parte indisoluble de la multitud y por consiguiente se subordina
a ella.

Partes: 1, 2, 3
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